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MISIÓN PAÍS COLOMBIA

Texto para la Ceremonia de entrega de destinos 2019-1

No podemos negar la ceniza. No, no podemos simplemente barrer con ella,


soplarla, y que desaparezca. Más que el sacrificio de cargar un peso, como Colombianos
la metáfora perfecta sería usar la de la ceniza que, traída por la ventisca, nos ciega. Nos
hace insensibles a la luz y nos incomoda la mirada para apreciar el verdadero contorno
de las cosas, su profundidad, sus dimensiones ocultas.

Mucho sería decir que seremos escoba, y que nos proponemos erradicar la
ceniza; mucho también sería querer parecernos al vendaval, y arrastrar con los
residuos para siempre; mucho, incluso, afirmar que seremos la luz que ilumine la
ceguera.

¿Cómo entonces construir desde la realidad?

¿Cómo ajustar la metáfora para que sea precisa?

No podemos ser, ni somos, la luz. Pero quizá sí podemos soportarla.

PAUSA (ENTREGAN LOS PORTAVELAS)

No podemos ser, ni somos, la luz. Pero quizá sí podemos soportarla. Hacerla


parte de nosotros, como su punto de apoyo. Edificarle una cuna a la luz, desde donde
pueda emanar a más lugares.

Y así, como el portavela, quizá no acabar con la ceniza, pero ayudar a iluminarla.

No depende del portavelas, claro está, la existencia de luz. Con o sin él, ésta
seguirá iluminando eternamente, pero hará un poco más transitable su camino, quizá
un poco más firme, y, sin duda, menos doloroso.

EMPIEZA A ENTREGARSE LA LUZ. CAMBIO DE TONO

Ahora que empezamos a recibir la luz, a compartirla, ¿en quién pienso?


¿Cuándo he compartido la luz? ¿En qué momentos?

En este sencillo acto de dar y recibir, lo común es soportar la luz.

¿Cómo vamos a llevar esta luz a la zona que nos espera?

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