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DEL NIÑO TIRANO AL ADOLESCENTE VIOLENTO

“Los padres trabajan en la escuela más dura del mundo: la escuela de crear personas” (Virginia
Satir).

La sociedad está sufriendo muchos cambios. Uno de estos se está produciendo a nivel del
núcleo familiar. Cada vez es más difícil crear y mantener una buena estructura familiar que
contribuya al desarrollo total del niño. Por otro lado, los padres no suelen tomar en serio el
comportamiento violento de un niño de edad pre-escolar. Esperan que se corrija con el tiempo
o que “lo supere al crecer”. Pero estas actitudes violentas no se deben dejar pasar.

Además, y por si fuera poco, hay pocos estudios y noticias sobre el tema debido al secretismo
con el que los padres actúan. Muchas veces se pide ayuda cuando la situación ya es
insostenible.

Posibles causas de una actuación violenta


1. Cambios en la sociedad y la familia

Varios factores han sido la causa: el retraso en la decisión de tener hijos, el traer menos niños,
la tecnología, la incorporación de la mujer al mundo laboral y el desarrollo de carreras
académicas y profesionales.

Hace unas décadas, el número medio de hijos eran tres. Las relaciones con la familia de origen
(abuelos) y la extensa (tíos y primos) eran estrechas. De este modo, el niño convivía con una
jerarquía bien definida, con una red de apoyo muy amplia y recibiendo amor por parte de todos.

Hoy en día, las parejas que deciden tener hijos, lo hacen con más de treinta años. Son hijos
muy deseados (tienen solo uno o dos). Ambos padres trabajan fuera de casa, con poco tiempo
para el niño y confiando parte de su educación a los abuelos. Las relaciones con la familia
extensa no se mantienen. De esta forma, los padres dirigen todo su tiempo libre y toda su
atención al niño. Además, los abuelos con los que se cría le suelen proteger y consentir en
exceso. Este niño aprende que es un “Rey Sol” y los demás deben adaptarse a sus necesidades.
Así, tenemos las situaciones necesarias para convertir a nuestro “príncipe” en “tirano”.
2. El síndrome del Emperador, “Rey Sol” o niño tirano

La conducta violenta se aprende por imitación o por ensayo y error. Ningún niño nace violento.
Aunque el comportamiento de destruir obstáculos es inherente al ser humano (y que ha
resultado de gran utilidad para la evolución y la supervivencia), no todos los niños reaccionan
de igual modo. Algunos pegarán mientras que otros se centrarán en la distracción, resignación,
persuasión, búsqueda de ayudas… Los padres tienen mucho poder sobre sus hijos pero no son
omnipotentes. Son muy importantes en su desarrollo pero hay que dejar un margen a la
individualidad. De todas formas, hay niños más “difíciles de educar”.
Por otro lado, los padres a veces se someten a los deseos y caprichos de sus hijos. Se
encuentran con que no saben manejar la frustración de sus hijos, llegando por cansancio a
concesiones de las que luego se arrepienten. Cuando el niño se convierte en adolescente
manifiesta con violencia esa frustración. Si este perfil de “hijo difícil” ocurre en una familia con
una jerarquía bien definida en la que los padres sostienen el liderazgo y los límites están bien
establecidos, el niño no podrá dominar.

El síndrome del emperador es la antesala al “verdugo adolescente” (que recurrirá a la violencia


para obtener sus necesidades). Por eso hay que atajarlo a tiempo.
Señales de alerta de violencia infantil
 Episodios emocionales explosivos (pataletas, rabietas, destrucción de objetos…).
 Agresiones físicas o verbales a los padres.
 Ausencia de empatía emocional (no son capaces de ponerse en la “piel del otro").
 Ego exacerbado.
 Ausencia de remordimientos y arrepentimientos.
 Conductas desafiantes…,

¡No deben minimizarse!

Síntomas violentos del adolescente

Previamente, hay que descartar otras causas del comportamiento violento tales como
esquizofrenia, psicopatías, trastornos de personalidad, carencias educativas o haber recibido
malos tratos en la infancia.

En el adolescente, síntomas violentos son: peleas, amenazas, robos, mentiras, arrebatos de ira
intensa, uso de armas, crueldad con animales, encender fuegos, destrucción de propiedades,
vandalismo, etc.

Es usual pasar por varios escalones de violencia:

1º Insultos leves.

2º Comportamiento desobediente, desconsideración y desacreditación de los padres. En este


punto muchos padres siguen permitiendo que esto pase.

3º Mentiras. Hacen creer a los padres que ellos son los que se equivocan.

4º Amenazas físicas y agresiones, como empujones a la madre.

5º Destrucción de mobiliario y partes de la casa.

6º Bofetadas y patadas.

A nivel del núcleo familiar, el psiquiatra Jay Haley diferencia varias secuencias:
1. Desarrollo de un intenso vínculo con el padre/madre que está muy pendiente del hijo. Esta
protección excesiva respecto a algunos comportamientos inoportunos lo refuerzan, en vez de
desalentarlo con firmeza.
2. Intensificación de comportamientos inoportunos del hijo.
3. El padre/madre que sigue sin intervenir deja al otro cónyuge para que resuelva sólo/a los
problemas.
4. El otro cónyuge se hace cargo de la situación y se enfrenta, desde la soledad, y no consigue
resultado.
5. El progenitor que no ha actuado se enfrenta al que intenta resolver el conflicto, acusándole y
sosteniendo que su actuación no ha sido correcta y le considera incapaz de mantener al hijo.
6. Este último progenitor se aparta para defenderse y luego cae en la depresión y/o apatía.

La jerarquía de poder se rompe por tratar por igual a sus hijos justificando siempre las cosas
que se les pide.

Conductas de riesgo en adolescentes


 Rompe ropas, juguetes, objetos del hogar.
 Deportes, películas, videojuegos, agrupaciones o actividades violentas.
 Comentarios agresivos; heridas en su piel, mordiscos, arañazos o peleas.
 Quejas de los maestros, policías…
 Absentismo escolar; ropas provocativas, etc.

Cuando el adolescente muestra estos síntomas de “gamberrismo”, está pidiendo a gritos que
se pongan límites.

Rasgos de personalidad del adolescente que dificultan el sometimiento hacia los padres
(o figuras de autoridad)
1. Narcisismo: piensa que es mejor que los demás. Fanfarronea. Es seductor y encantador
cuando quiere. Usa y provoca a los demás. Se enfada cuando se le corrige.
2. Impulsividad: actúa sin pensar. Culpa a los demás. Se aburre fácilmente. No tiene planes de
futuro.
3. Sensibilidad emocional: no se preocupa por los sentimientos de los demás. No mantiene sus
promesas. Falta de preocupación por las tareas escolares. Se siente mal consigo mismo. No
mantiene las amistades a largo plazo.

omo pasa con los animales, los padres garantizan la supervivencia de sus crías. Los padres
dan y los hijos reciben y obedecen hasta que son capaces de valerse por sí mismos. Es
incuestionable el liderazgo de los padres en la infancia.
Hay circunstancias que favorecen criar hijos sanos. Por ejemplo: estar unidos en sus decisiones
y por vínculos de amor. Tratar a los hijos desde la igualdad (independientemente de las
cualidades de éstos). Facilitar vínculos fraternales. Someter las necesidades de los hijos a las
del núcleo familiar.
Es fundamental no seguir sobreprotegiendo al adolescente. Hay que darle autonomía.

Es muy importante detectar a tiempo problemas como los descritos en el artículo “Del niño tirano
al adolescente violento: causas y síntomas” para buscar ayuda.
Lo primero que se debe hacer es restablecer la jerarquía familiar. Más que nunca, los padres
deben estar unidos, apoyándose el uno al otro, no del lado del hijo "tirano". Si los hijos ejercen
el poder y la autoridad (por ejemplo, sólo se ve el programa de televisión que quiere el
niño, come lo que desea, se hace lo que él diga…), se altera la dinámica familiar. No toda
desobediencia termina en maltrato, pero sí todo maltrato se inicia por un comportamiento
desobediente. Y si no se es capaz de restablecer los límites familiares es necesario pedir ayuda.
No se trata aquí de culpar a los padres sino de salir reforzado de la situación y que no se vuelva
a producir en el futuro.
Pautas para corregir estas conductas
Se debe trabajar con los padres y sensibilizarlos para que cuando digan un NO a su hijo/a no
se sientan culpables. La culpa hay que sentirla cuando corresponda (por ejemplo, es lógico si
se causa daño a algo o alguien, pero no es lógico si le negamos a un hijo una golosina antes
de cenar o limitamos el horario de salida de esta tarde por no haber cumplido la hora de llegada
pactada con él o ella el día anterior).
Si unos padres se sienten culpables cuando dicen un NO a su hijo/a se deberían
preguntar: ¿cuándo está enfermo le atiendo bien?, ¿tiene un hogar en buenas condiciones?,
¿le falta comida?, ¿está sucio o mal vestido?, ¿le faltan vacunas?, ¿abuso de poder por mi parte
y le pego o insulto?... La culpa mal administrada es un sentimiento que nos convierte en presa
fácil del que lo ha suscitado; en este caso, su hijo, su hija.
1º ESTABLECER LÍMITES
Nadie nace sabiendo cómo comportarse. Por ello se aprende a ser padres siguiendo los
modelos de las familias de origen. Está demostrado que las que tienen más problemas son las
que no han establecido los límites con más claridad e insistencia.
En los hogares que no tienen una dinámica familiar “sana” es recomendable elaborar, según la
edad del niño/a, una tabla que recoja conductas permitidas y no permitidas, otra de conductas
deseables con puntuaciones y un listado de “premios” canjeables. Por cada conducta
inadecuada se quita un punto (o más), sin hacer ningún comentario crítico (sólo actuar).
Después se le mostrará la forma de recuperar el punto perdido, sin dramatizar (conviene
centrarse en lo positivo). La tabla debe situarse en un lugar visible de la casa y accesible.
2º EXTINCIÓN Y "DISCO RAYADO"
 Extinción: ignorar las reacciones inadecuadas. Esta técnica requiere gran autoconfianza y
firmeza. Como muchas veces el estallido emocional (rabietas, pataletas…) sube en intensidad,
se pasa al “disco rayado”.
 Disco rayado: se trata de repetir con serenidad siempre lo mismo (“cuando te calmes, te
atiendo”).

Se debe asegurar que no está en un sitio peligroso (como cruzando la calle) y que el niño no
pueda lesionar a otras personas, objetos o a él mismo. Si lo consigue una vez, lo conseguirá
muchas veces.
3º ASERCIÓN NEGATIVA

Es reconocer con valentía que el otro tiene razón. Por ejemplo:

 Hijo: “Eres una bruja y la peor madre del mundo”.


 Madre: “Sí, es verdad”.
No se debe dar muestras de debilidad. Aunque a corto plazo genere dolor. Ni entrar en
discusiones de reproches o de víctimas (“¿pero cómo puedes decirme que soy la peor madre
del mundo con todo lo que hago por ti?”…). En estas situaciones, una técnica que puede ayudar
a relajarse es esperar unos segundos e hipoventilar (respirar más profundo y despacio). De esta
manera, pensamos más racionalmente y menos emocionalmente.
4º REFORZAR
Cuando haya un comportamiento positivo, hay que prestar atención inmediatamente
y premiarlo. El mejor premio para un hijo es la mirada de sus padres.

EN ADOLESCENTES, además de las técnicas anteriores, se recomienda:

 No repetir lo que no haya servido anteriormente. Para el adolescente es “más de lo mismo” y


aguantará pacientemente las quejas de los padres. Si no funcionó, para qué repetir.
 Evitar posturas opuestas entre los padres. Deben ser un único frente. Si los padres envían
mensajes que entran en conflicto entre sí, se induce al joven a que se comporte
inadecuadamente y no entienda nada.
 Dejar de cumplir sus responsabilidades, sin reproches ni recriminaciones. Debe asumir él las
consecuencias. Se puede parecer a “echar un pulso”. Por supuesto que los padres deben
ayudar a los hijos, pero una ayuda no es lo mismo que hacer todo.
 No cambiar de centro educativo. La solución no suele estar en el exterior, sino dentro de su
hijo/a. Al menos en el centro en el que está ya lo conocen.
 En algunos casos, cambiar el profesional que le ayuda si le hace sentir mal padre/madre. Un
padre/madre no es omnipotente. Precisamente, el adolescente tirano juega con la
responsabilidad de ser padres, la manipula y se aprovecha.
 No justificar los comportamientos inadecuados. Cuanto más lo justifique, más se potencia al
adolescente. Hay que trabajar con las conductas y no con las personas. Es mejor decir “no
quiero que llegues de madrugada”, en vez de “eres un golfo porque llegas de madrugada”.
Dígale lo que espera de él, no lo que usted no quiere o él no hace.
 No dar explicaciones que no conviene dar. Por ejemplo, con las pagas semanales o el estudio
(“entendemos que no te guste ir al colegio, pero tienes que ir”).
 No dar nada sin recibir antes algo a cambio. El adolescente promete más que miente. En vez
de regalarle usted una moto a su hijo porque le ha prometido que se esforzará más en los
estudios, le diga que le regalará una moto si aprueba el curso.
 No descalificarse entre los padres. Si en la pareja hay desacuerdos sobre la conducta del
adolescente, se puede dar hacer una media con la puntuación de ambos progenitores.
Autor/es:
 Rafael López García. Pediatra. Centro de Salud de Alhaurín el Grande. Alhaurín el Grande
(Málaga)

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