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Fernando (su nombre de bautismo) era un niño muy obediente, tanto con Dios
como con sus papás terrenales. Por esa razón su Papá del cielo un día lo premió.
Era la época en que los gorriones en bandadas hacían estragos en los trigales, y
el padre de Fernando le había dado la tarea de cuidar el campo de los pájaros en
su ausencia.
San Antonio, como muchos grandes santos, era perseguido por el demonio,
enojado porque le quitaba muchas almas. Por lo tanto siempre buscaba molestarlo
cuando predicaba.
El público comenzó a marcharse y Fray Antonio los llamó asegurando que no les
caería ni una gota. Y así fue, llovió fuertemente alrededor de la gente, dejando
completamente seca la parte donde ellos estaban. Al final de la predicación, todos
los que asistieron alabaron al Señor y dieron gracias por lo que acaban de
presenciar.
3. La mula de rodillas
Este es uno de los milagros más conocidos de san Antonio. Una vez,
encontrándose en Rímini, el santo trató de convertir a un hereje. Discutían sobre la
real presencia de Jesús en la Eucaristía.
Antonio rezó y ayunó todos los tres días. El día establecido, la plaza estaba
repleta de gente, todos a la espera de ver quién ganaba la disputa. Antonio
celebró la misa delante de la muchedumbre y luego con suma reverencia acercó el
cuerpo de Cristo ante la mula hambrienta y al mismo tiempo Bonfillo le enseñó el
heno.
Entonces san Antonio ordenó al animal: “En virtud y en nombre del Creador, que
yo, por indigno que sea, tengo de verdad entre mis manos, te digo, oh animal, y te
ordeno que te acerques rápidamente con humildad y le presentes la debida
veneración, para que los malvados herejes comprendan de este gesto claramente
que todas las criaturas están sujetas a su Creador, tenido entre las manos por la
dignidad sacerdotal en el altar”.
4. Genuflexiones extrañas
Un día, san Antonio se cruzó en la calle con un hombre famoso por su vida
disoluta. Al verlo inmediatamente le hizo una genuflexión, llamando la atención del
hombre. Y así lo hizo las varias veces que lo encontraba. El hombre, molesto
porque pensaba que se estaba burlando de él, irritado le dijo: “Si no terminas de
burlarte de mí, te atravesaré con mi espada”, a lo que respondió el santo: “Oh
glorioso mártir de Dios, acuérdate de mí cuando estés en el paraíso”. El hombre al
oír sus palabras se echó a reír. Años después el pecador estando en Palestina se
convirtió, predicó su fe a los sarracenos y fue martirizado, cumpliéndose la
profecía del santo.
Mientras hablaba, los peces empezaron a unirse y a acercarse a él, sacando sus
cabezas fuera del agua para escuchar atentos las palabras del fraile que los
invitaba a alabar a Dios, creador del agua en la que encontraban su alimento y
vivían en serenidad.
6. Limpieza total
Un día se presentó delante del santo un gran pecador, decidido a cambiar de vida
y reparar todos los males cometidos. Se arrodilló a sus pies para hacer la
confesión pero fue tal su conmoción que no logró abrir la boca, y lloraba
desconsoladamente. Entonces el santo fraile le aconsejó apartarse y escribir sobre
una hoja todos sus pecados.
El hombre obedeció y volvió con una larga lista. Fray Antonio leyó todos los
pecados en voz alta y le devolvió la hoja. ¡Cuál fue la maravilla del pecador
arrepentido, cuando vio la hoja perfectamente limpia! Los pecados desaparecieron
del alma del pecador e incluso del papel.
Al santo lo vemos representado casi siempre con el Niño Jesús, y esto se debe a
que cuando era todavía un joven fraile estaba rezando solo en una habitación
donde fue hospedado para un periodo de descanso, y el dueño, espiando a
hurtadillas por una ventana, vio que el fraile tenía en sus brazos un hermoso niño
al que abrazaba y besaba con intensa contemplación.
La maravilla de los presentes fue grande, y sobre todo de aquel hombre, que retiró
todas las acusaciones contra su esposa y vivió felizmente con ella.
9. La comida envenenada
Una vez, los herejes, movidos por el odio que tenían hacia el santo, pensaron en
hacerlo morir envenenándolo y fingiendo querer discutir con él sobre algunos
puntos del catecismo y lo invitaron a un almuerzo. Nuestro fraile, que no quiso
perder la ocasión para hacer un bien, aceptó la invitación. Y le sirvieron un plato
con comida envenenada.
Fray Antonio, inspirado por Dios, se dio cuenta y los regañó diciendo: “¿Por qué
hicieron esto?”. “Para ver – contestaron – si son verdaderas las palabras que
Jesús les dijo a los Apóstoles: “Beberéis el veneno y no os hará mal”.
Fray Antonio se recogió en oración, trazó una señal de cruz sobre la comida y
luego serenamente comió, sin que le sucediera absolutamente nada. Confusos y
arrepentidos de su mala acción, los herejes pidieron perdón, prometiendo
convertirse.
10. ¿Quién es el culpable?
Hasta hace dos o tres décadas atrás, era posible identificar plenamente el origen
de un producto transable en el mercado internacional, incluso la identificación del
origen constituía no sólo un requisito reglamentado en todas las legislaciones
(made in … ), sino que era un verdadero referente de su calidad. Dentro de un
proceso de integración regional, la identificación y el establecimiento del origen
constituyen aún un requisito para el acceso a los programas de liberación del
comercio. Sin embargo, al presente es ya difícil, en muchos rubros industriales y
especialmente en los de alta tecnología, precisar el origen de los productos, por
cuanto los mismos son resultado de procesos productivos distribuidos en varios
países o regiones del mundo. La integración horizontal de componentes y partes
de productos complejos, a cargo de muchas unidades productivas cuya
producción converge en un proceso terminal del cual emerge el producto final, ha
superado en mucho la simple integración vertical a cargo tradicionalmente de
unidades productivas nacionales.
“Es común que los oponentes de la globalización utilicen el término para describir
todas las características de la vida humana que a ellos no les gustan. Yo usaré
"globalización" más precisamente para referirme a la disminución o la eliminación
de las restricciones estatales en los intercambios a lo largo de las fronteras, y al
cada vez más integrado y complejo sistema global de producción e intercambio
que ha surgido como resultado. Las inquietudes radican en cuáles son los efectos
que la globalización verdaderamente tiene y si éstos son beneficiosos o
perjudiciales”. (Palmer, 2002, ¡La globalización es fabulosa!, P. 3)
Estos datos nos llevan a pensar que los mercados pecuarios globalizados pueden
contribuir a incrementar los ingresos de los países y a mejorar la nutrición en los
mismos, pero también plantean posibles riesgos para los medios de subsistencia,
la salud humana y el medio ambiente. Entre los beneficios que para los
productores, los comerciantes, la industria, los proveedores, los minoristas y los
consumidores presentan los mercados globalizados, son: nuevas oportunidades
de empleo, ingresos más elevados, ahorros directos en los costos, y una mayor
variedad de productos. Los consumidores también se beneficiarán de una mayor
competencia, precios más bajos y una mejor calidad de los productos debido a
que se aplican normas más elevadas a los alimentos.