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El Estado del Poder

El nuevo informe "El Estado del Poder" alerta del creciente poder de las finanzas y
plantea alternativas

http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=&inicio=0
FUHEM Ecosocial

Se publica la octava edición de El Estado del Poder


Este informe, publicado en inglés por el TNI y cuya edición española corre a cargo
del Transnational Institute (TNI) , FUHEM Ecosocial y ATTAC España y examina las
dimensiones y dinámicas del poder financiero, y cómo los movimientos ciudadanos
podrían recuperar el control sobre el dinero y las finanzas.
Las investigaciones demuestran que el protagonismo y el aumento del poder
financiero ha aumentado la desigualdad, ha ralentizado la inversión en la
producción ‘real’, ha incrementado la presión sobre las personas y los hogares
endeudados y ha dado lugar a una merma de la responsabilidad democrática. A
pesar de causar en 2008 la peor crisis financiera en décadas, el sector financiero ha
emergido aún más fuerte.
El Estado del Poder 2019: Finanzas incluye nueve ensayos y dos entrevistas.
Además, el informe ofrece seis Infografías que ilustran aspectos cruciales del poder
financiero en el mundo: los actores principales, la geografía del poder, la
concentración de riqueza, los lobbies, los crímenes de las grandes empresas y el
papel de las finanzas alternativas.
Como lectura complementaria se ha editado una guía divulgativa que apoyándose
en casos prácticos, explica con un lenguaje accesible qué es la financierización y los
efectos que este proceso tiene sobre la economía, la sociedad, la alimentación y la
naturaleza, las fuerzas que lo impulsan y las resistencias.
Esta edición del Estado del Poder, titulado ‘Finanzas’, incluye los Ensayos y
Entrevistas:
El poder latente de la ciudadanía y la creación de aval público , de Ann Pettifor.
A pesar de la retórica de banqueros y políticos, las finanzas privadas dependen del
sector público más de lo que creemos. Los contribuyentes en las naciones más ricas
proporcionan la garantía pública de la que dependen casi todas las actividades
financieras actuales. Es hora de usar ese poder para pedir cuentas a las
instituciones financieras privadas e invertir en el Green New Deal.
La lucha contra la banca : Miradas sobre el poder financiero desde los movimientos
sociales . Entrevista a Simona Levi, Alvin Mosioma y Joel Benjamin
Tres activistas inspiradores de España, Reino Unido y Kenia, que obtuvieron
importantes victorias contra el mundo financiero, comparten su experiencia.
Finanzas offshore: cómo gobierna el mundo el capital, por Rodrigo Fernández y
Reijer Hendrikse
El auge de la financiación offshore no se debe únicamente a la transferencia de
capital a bancos de islas exóticas, sino a la creación de un sistema global de dos
niveles en el que los ciudadanos comunes están sujetos a leyes e impuestos,
mientras los residentes offshore viven en secreto libres de impuestos con sus
fortunas apoyadas por una política monetaria expansiva.
Altas finanzas: un sector extractivo . Entrevista con Saskia Sassen, por Nick Buxton.
Saskia Sassen explora la naturaleza extractivista de las finanzas y su particular
impacto en las ciudades, así como las posibles fracturas en el poder financiero que
abren la posibilidad a que los movimientos urbanos confronten y pongan las
finanzas bajo control público.
El poder del público frente a la banca . Lecciones del Instituto de Finanzas
Internacionales. Por Jaspe Blom
El apenas conocido Instituto Internacional de Finanzas es probablemente la principal
razón por la que, tras la crisis económica, la reforma financiera ha sido tan limitada.
Su poder procede de cómo ha representado y coordinado su actuación a escala
internacional y del papel sin precedentes que los decisores le han otorgado en
temas financieros.
Finanzas globales, poder e inestabilidad , por Walden Bello
Hacer frente al poder financiero requiere examinar el poder de ciertas instituciones
como los bancos “demasiado grandes para caer”, y también el papel que la
financierización tiene dentro de la economía global en un contexto de
sobreproducción donde la oferta supera la demanda debido a una gran
desigualdad.
Arte: capital del siglo XXI . Por Aude Launay
Las finanzas siempre han creado la realidad a partir de creencias e historias,
convirtiendo números y pensamientos en fluctuaciones del mercado de valores. Es
un mundo que los artistas entienden bien, desafiando al poder con sus propios
medios.
La gentrificación de los pagos . La propagación de la red financiera digital. Por Brett
Scott
La fusión de finanzas y tecnología, y especialmente la fuerte promoción de los
sistemas de pago digital, está “gentrificando” las finanzas con el avance de una
agenda de control y vigilancia corporativa a expensas de la economía informal y la
exclusión de los marginados.
Finanzas, combustibles fósiles y cambio climático . Redes de poder en Canadá. Por
Mark Hudson y Katelyn Friesen
Basado en una investigación de los autores, explora la financiación, los préstamos,
la propiedad e interrelaciones de los consejos de dirección, mostrando cómo
empresas financieras y de combustibles fósiles en Canadá se entrelazan e impiden
una transición verde.
La próxima revolución del accionariado . Por Owen Davis
El autor se pregunta si una convergencia de activistas éticos, fondos de pensiones y
políticos socialistas podrían promover una nueva revolución de accionistas que se
aproxime a un modelo más redistributivo de la riqueza.
El poder de las finanzas públicas para el futuro que deseamos . Por Lavinia Steinfort
Las finanzas públicas y la banca son más accesibles de lo que a menudo se admite,
y hay muchos ejemplos de finanzas públicas que pueden inspirar para canalizar las
finanzas de una manera que se aborden los desafíos sociales y ambientales
actuales.

https://www.rebelion.org/noticia.php?id=257603
El poder del
público frente
a la banca:
Lecciones del Instituto
de Finanzas
Internacionales
Jasper Blom

Durante septiembre de 2011, tres años


después del colapso de Lehman Brothers, la
ira pública por la Gran Crisis Financiera se
desbordó justo donde todo comenzó: Wall
Street. Las medidas de austeridad adoptadas
en respuesta a la crisis y la falta de rendición
de cuentas de los banqueros llevaron a un
gran grupo de activistas a “ocupar Wall
Street”.
Inspirada en la Primavera Árabe, la idea era
mantener el espacio público ocupado hasta
que se produjera un cambio en beneficio del
“99 %”. En cuestión de semanas, cientos de
protestas y campamentos de “ocupación”
habían surgido en los principales centros
financieros de todo el mundo. Desde los días
de la crisis financiera de Asia Oriental, las
finanzas mundiales no habían sido objeto de
críticas tan continuas por parte de las
organizaciones de la sociedad civil y nunca, en
mi vida, esto había conducido a una
movilización tan masiva que exigiera una
reforma radical del sistema financiero
mundial.
Más o menos al mismo tiempo, el Instituto de
Finanzas Internacionales (IFI) publicó el
informe “The Cumulative Impact on the Global
Economy of Changes in the Financial
Regulatory Framework”. Su mensaje era
simple: una regulación más estricta de los
bancos ahogaría el crecimiento y conduciría a
la pérdida potencial de millones de puestos de
trabajo. El hecho de que un grupo de presión
bancario protestara por una regulación más
estricta no debería ser una sorpresa.
Lo que sorprendió fue la importante cobertura
mediática de estos descubrimientos en los
periódicos de negocios. Si bien la metodología
del informe era obviamente unilateral y las
calles estaban llenas de campamentos de
ocupación, las demandas de los banqueros
seguían resonando entre las élites de la
política financiera.
Desde esos días turbulentos, está claro quién
llevó la batuta. La solemne promesa de los
líderes mundiales en la primera Cumbre del
G20 celebrada en Washington en noviembre
de 2008 de “sentar las bases de una reforma
que contribuya a garantizar que una crisis
mundial como ésta no se repita” parece casi
olvidada. El economista político y observador
de larga experiencia en las finanzas
mundiales, Eric Helleiner, lo plasmó
acertadamente en el título de su evaluación
de la reforma después de la crisis de 2014:
“La crisis del statu quo”.

Los lííderes del G20 se reunieron en la Cumbre sobre Mercados Financieros y


Economíía Mundial en Washington, D.C., el 15 de noviembre de 2008. / Foto:
Presidencia de la Nacioí n Argentina [CC BY 2.0]Y aunque ha habido
muchas reformas regulatorias desde entonces, la crisis no
ha resultado ser un nuevo “momento de Bretton Woods” en
el que la comunidad mundial decidiera un orden financiero
mundial fundamentalmente diferente.
Los requisitos de capital para los bancos han
aumentado un poco, los rincones oscuros del
sistema financiero han pasado a ser objeto de
supervisión, y algunas organizaciones
internacionales se han fortalecido. Pero la idea
fundamental de un sistema financiero mundial
dirigido por el mercado no ha sido cuestionada
seriamente.
En este ensayo, argumentaré que la
naturaleza incremental de la reforma tiene
mucho que ver con la influencia sobre la
creación de políticas públicas del sector
financiero internacional. Se centrará en el IFI
porque es posiblemente el grupo de presión
financiera más poderoso y el más
estrechamente involucrado en el tipo de crisis
financieras globales que acabamos de
experimentar. Haré dos observaciones
principales.
Si se desea un cambio real (requiere no solo
detener) la oferta del lobby del sector privado,
sino también la demanda de los políticos que
eligen al IFI como su interlocutor clave.
En primer lugar, para entender el poder del IFI
tenemos que considerar no solo la experiencia
y el poder estructural de sus miembros
bancarios, sino también el “interés de la
demanda” de los responsables de las políticas
públicas. Con demasiada frecuencia, la
influencia del sector financiero se percibe
como una calle de una sola dirección desde
Lobbyville que influye en las políticas
gubernamentales, pero mi análisis muestra
que hay un intercambio continuo de dos
direcciones entre el IFI y los encargados de
formular políticas públicas, quienes ayudaron
a dar forma al Instituto en cada paso del
camino.
En segundo lugar, al colocar al IFI en esta
posición (a diferencia de otros grupos de
presión financieros ―¡si solo fuera eso!― u
otros actores interesados), los responsables de
la creación de políticas públicas optaron
deliberadamente por una gobernanza
financiera integrada a nivel mundial y dirigida
por el mercado, en lugar de un sistema
financiero más orientado a nivel nacional,
fragmentado y, evidentemente, más pequeño.
Estos dos puntos indican que si se quiere un
cambio real, el simple hecho de intentar
detener el lobby financiero podría no ser tan
sencillo como parece. No solo hay un interés
de la oferta en el lobby del sector privado,
sino también un interés de la demanda de los
políticos que eligen al IFI como su interlocutor
clave.
Los responsables de la creación de políticas
deberían contar con socios alternativos para el
debate, a través de la creación de una
coalición de grupos de reflexión e instituciones
financieras que puedan proporcionar
asesoramiento experto a semejanza de lo que
el IFI tuviera que ofrecer.
Para decirlo en términos gramscianos: una
estructura contrahegemónica necesita ser
desarrollada y nutrida para reemplazar
el lobbyfinanciero actualmente dominante que
se centra en la integración global bajo la
regulación basada en el mercado.

El poder
del lobby financi
ero
Como sector altamente regulado con un papel
crucial en el funcionamiento de la economía,
el sector financiero siempre ha estado
estrechamente relacionado con la creación de
políticas públicas.
En su premiado análisis de la aparición del
mercado del eurodólar en la década de 1960,
Gary Burn demuestra que las estructuras
institucionales que facilitaban el
funcionamiento de la City de Londres como
centro financiero mundial ya se habían
establecido a finales del siglo XIX y que eran
una mezcla tan estrecha de asociaciones
estatales, bancarias y del sector privado que
ni siquiera tiene sentido hablar de esferas
estatales y de mercado separadas.
Una serie de estudios de casos sobre los
procesos de regulación financiera tanto en los
países en desarrollo como en los desarrollados
ha puesto de relieve estos estrechos vínculos
entre las asociaciones nacionales de interés
financiero y los responsables de la creación de
políticas públicas.
Con el resurgimiento de las finanzas globales,
la actividad de las asociaciones
internacionales también se trasladó al nivel
global. Una de las primeras fue la Asociación
Internacional de Colocadores de Bonos (ahora
Asociación Internacional del Mercado de
Capitales), creada en 1969 para organizar los
mercados de eurobonos. Le siguieron el IFI y la
Asociación Internacional de Swaps y Derivados
(ISDA) a principios de la década de 1980,
mientras que la Federación Internacional de
Bancos se estableció en 2004.
Heather McKeen-Edwards y Tony Porter han
compilado una base de datos de más de 200
de estas “asociaciones financieras
transnacionales”. Argumentan que cuatro de
ellas sirven como organizaciones superiores:
el IFI, la Asociación Mundial de Mercados
Financieros, la ISDA y el Consejo de Normas
Internacionales de Contabilidad. Cada una de
estas asociaciones proviene de un segmento
diferente del sistema financiero mundial, a
saber, la banca, los mercados de capitales, los
derivados y la contabilidad, respectivamente.
El Instituto de Finanzas Internacionales fue
establecido formalmente en enero de 1983 y
estableció su oficina en Washington para estar
cerca del FMI y el Banco Mundial. La
pertenencia al IFI se limitó a bancos con
(posibles) préstamos internacionales y 38
bancos de Bélgica, Brasil, Canadá, Francia,
Alemania, Italia, Japón, Suiza, el Reino Unido y
los Estados Unidos se convirtieron en
miembros fundadores.
El número de miembros aumentó a casi 190
bancos en su primer año y, a partir de
mediados de la década de 1990, aumentó aún
más como resultado de una activa campaña
de afiliación por parte de la dirección del IFI
(por ejemplo, la expansión en Asia tras la
crisis financiera de Asia Oriental). Según su
sitio web, actualmente se extiende a cerca de
450 instituciones de más de 70 países.
En la actualidad, el número total de miembros
se limita a las empresas que operan a nivel
internacional en los sectores de la banca, los
valores y los seguros, pero los miembros
asociados y los afiliados especiales están
abiertos a otra capa de instituciones que
operan en el sistema financiero mundial, como
las empresas de contabilidad, los bancos de
desarrollo, las aseguradoras de exportaciones
y las bolsas de valores.
El presupuesto del Instituto se ha mantenido
al día con el aumento del número de
miembros. Comenzó con unos 10 millones de
dólares en valores actuales, y desde entonces
se ha cuadruplicado. El número de
funcionarios ha aumentado de unos 40 a unos
80.
Por lo tanto, el Instituto cuenta con
importantes recursos para ejercer presión en
favor de sus posiciones. La alta dirección del
IFI está geográficamente distribuida entre los
miembros; por ejemplo, si el director gerente
es de los Estados Unidos, el presidente del
Consejo es europeo o asiático. Las Reuniones
de Miembros están programadas para que
coincidan con las Reuniones de Primavera y
las Reuniones Anuales del FMI y el Banco
Mundial, lo que refleja el deseo de intercambio
con estas instituciones.
El actual presidente del Instituto es Timothy
Adams, ex subsecretario de Asuntos
Internacionales del Tesoro de los Estados
Unidos. Su famoso y veterano predecesor,
Charles Dallara, tenía un historial similar en
los círculos políticos de los Estados Unidos.
La misión actual del Instituto es “apoyar a la
industria financiera en la gestión prudente de
los riesgos; desarrollar prácticas industriales
sólidas; y abogar por políticas regulatorias,
financieras y económicas que sean de interés
general para sus miembros y fomenten la
estabilidad financiera mundial y el crecimiento
económico sostenible”.
Para lograr esta misión, el trabajo se organiza
en torno a tres pilares: el análisis económico
del país, las cuestiones regulatorias y las
políticas financieras internacionales hacia los
mercados emergentes.
Además, el Instituto imparte cada vez más
capacitación y educación a profesionales de la
banca y funcionarios públicos mediante
seminarios y conferencias. A través de todas
estas actividades, el Instituto interactúa a
menudo y en estrecha colaboración con
funcionarios públicos a nivel nacional y
mundial. Pero para comprender realmente su
poder para influir en la política financiera
mundial, tenemos que profundizar en sus
curiosos orígenes.

La crisis de la
deuda en la
década de 1980:
la génesis del
IFI
El IFI surgió como consecuencia del
crecimiento de la financiación privada de la
deuda soberana de los mercados emergentes,
y más específicamente como consecuencia de
la crisis de la deuda de los años ochenta del
siglo XX.
La idea de establecer un foro en el que
intercambiar información (a veces
confidencial) sobre la exposición de los bancos
a la evolución económica de los países en
desarrollo se concibió en mayo de 1982 en
una reunión de alto nivel de responsables de
la creación de políticas financieras públicas y
privadas patrocinada por la Asociación
Nacional de Planificación (un grupo de
reflexión estadounidense) en Ditchley Park,
Oxfordshire.
La idea era aumentar la transparencia en el
mercado de la deuda soberana, para que los
bancos pudieran evaluar mejor el riesgo de
sus préstamos a los mercados emergentes (y
se podría añadir que el mercado de
financiación privada de los países en
desarrollo podría crecer).
Concretamente, Jacques de Larosière, Director
Gerente del FMI, alentó la creación del
Instituto e informó ampliamente al Consejo
Ejecutivo del FMI sobre el proyecto. Además,
el FMI, el Banco de Pagos Internacionales y la
OCDE permitieron que el IFI tuviera acceso a
sus informes (no públicos). En otras palabras,
desde su origen, el IFI no fue simplemente un
reflejo del interés de los bancos privados de
Wall Street, sino también un reflejo de la
demanda de un interlocutor por parte de las
organizaciones internacionales públicas.
Mientras tanto, los préstamos bancarios a los
países en desarrollo (rebautizados por los
banqueros como “mercados emergentes”)
tuvieron problemas. En el verano de 1982,
México declaró que ya no podía cumplir con
sus obligaciones de deuda, seguido por
muchos otros en América Latina y otras partes
del mundo.
ABC News informa sobre la devaluacioí n del peso por parte del gobierno mexicano,
el 16 de agosto de 1982, que marcoí el inicio de una importante crisis de la deuda
internacional para muchos paííses en desarrollo.
La crisis de la deuda de los años ochenta
había nacido, y podía causar estragos en el
sector bancario internacional: en los Estados
Unidos, la exposición de los bancos a los 17
mercados emergentes más endeudados
superaba con creces el 100 por ciento del
capital, mientras que para los bancos del
Reino Unido un impago total de estos países
acabaría con el 85 por ciento de su capital.
Las negociaciones entre los bancos y los
países en desarrollo en bancarrota tuvieron
lugar en los llamados Clubes de Londres. Se
trataba de reuniones informales en las que los
bancos podían llevar a cabo
reestructuraciones de deuda caso por caso.
Esto ofreció a los banqueros el beneficio de
poder aprender de la experiencia, adaptar las
propuestas para recuperar la mayor parte
posible de la deuda en casos de dificultades e
impedir la aparición de un frente unido de
países deudores.
El recién creado Instituto era menos adecuado
para estas negociaciones caso por caso. Su
Consejo subrayó que no tenía la intención de
presentar un frente unido de banqueros a los
países prestatarios cuando se trataba de
reestructuraciones de deuda (al parecer,
preocupados por la ley antimonopolio de los
Estados Unidos).
En relación a las reformas de política a nivel
mundial tras la crisis de la deuda, el Instituto
se veía a sí mismo desempeñando un papel.
Estableció un grupo de trabajo que se
ocupaba de las cuestiones de política
relacionadas con la solución de la crisis de la
deuda de los años ochenta (por ejemplo, qué
tipo de opciones deberían ofrecer los países
deudores y la preferencia por los enfoques
voluntarios caso por caso) y coordinó la
participación de los bancos más pequeños.
Ya desde principios de 1985, el Instituto
comenzó a enviar una carta bianual a los
miembros del principal órgano rector del FMI
(el CFMI) para presionar a favor de las
posiciones del IFI con respecto a la agenda del
día.
En la época del Plan Brady (1989), el IFI había
surgido como la principal voz de la comunidad
bancaria internacional. Se opuso a las
reducciones de deuda no voluntarias que
Brady propuso y, en vísperas de las reuniones
de primavera de 1990 del FMI y el Banco
Mundial, publicó un informe sobre la
financiación de los mercados emergentes en
el que se hacía hincapié en que el Plan Brady
estaba provocando un aumento de los atrasos
en los mercados emergentes y una posible
erosión de la disciplina en el sistema
financiero internacional.
El IFI abogó por aumentar la financiación
oficial (pública) de las reestructuraciones, por
una reducción verdaderamente voluntaria de
la deuda y la no aceptación por parte el FMI
de los intereses atrasados de los países
deudores con respecto a los bancos
comerciales. En otras palabras, el IFI actuó
como una verdadera asociación de interés al
tratar de transferir la carga de la crisis sobre
los países deudores y el sector oficial,
manteniendo intacto su mercado. Sin
embargo, su poder no era (todavía) suficiente
para detener el Plan Brady.
Los orígenes del IFI estaban, por tanto,
estrechamente vinculados a las
organizaciones internacionales y a los
funcionarios públicos que fomentaban su
creación y le proporcionaban los medios (por
ejemplo, el acceso a datos confidenciales)
para atraer a los miembros. En combinación
con la emergencia de la crisis de la deuda de
los años ochenta, que dio inicio a la
organización (como lo atestiguan las cifras de
membresía mencionadas anteriormente).
Una vez establecido, el Instituto rápidamente
comenzó a desarrollar una función de
promoción. Sus actividades de presión se
hicieron realmente patentes cuando se
discutió la regulación bancaria internacional,
como se demostrará en el próximo caso.

Regulación
bancaria global:
nivelar el campo
de juego
Tras la crisis de la deuda latinoamericana, los
reguladores bancarios de los Estados Unidos
presionaron con éxito para que se llegara a un
acuerdo mundial sobre las normas de
adecuación del capital de los bancos a fin de
evitar que los impagos volvieran a arrasar con
el sector bancario. Una vez resuelta la crisis
de la deuda de los años ochenta, surgieron
discusiones sobre la renegociación de estas
regulaciones.
El IFI se dio cuenta rápidamente de las
oportunidades que ofrecía este proceso de
elaboración de políticas y se reorganizó para
poder influir de manera óptima en las
negociaciones. Permitió que un número cada
vez mayor de empresas no bancarias (por
ejemplo, empresas de gestión de inversiones y
de seguros) se unieran a la IFI como mercados
financieros que se integran a través de las
fronteras y de los sectores bancario y del
mercado de capitales.
Esto proporcionó al IFI una perspectiva y una
experiencia únicas sobre el funcionamiento
interno de las finanzas internacionales.
El lobbyen cuestiones de regulación
internacional se convirtió en un tercer pilar de
su trabajo (como se mencionó anteriormente)
y se organizó de tal manera para que reflejara
la estructura del foro mundial de creación de
políticas públicas, el Comité de Supervisión
Bancaria de Basilea. Debido a su experiencia
específica como representante de los bancos
internacionales más “sofisticados”, el Comité
de Basilea pidió activamente al IFI que
organizara aportaciones del sector privado.
En su trabajo de lobby, el IFI favoreció la
regulación y estandarización internacional
para “nivelar el campo de juego” y hacer más
conveniente la realización de negocios
bancarios en todo el mundo. Al mismo tiempo,
el IFI se mostró partidario de reducir al mínimo
la carga reglamentaria, con el fin de lograr
una regulación “basada en el mercado”. Las
renegociaciones del Acuerdo sobre Capital de
Basilea, el acuerdo internacional que trata de
las reservas de capital que los bancos deben
mantener para prevenir las crisis bancarias,
constituyen un buen ejemplo de estos dos
objetivos.
La principal demanda del sector privado, y en
concreto del IFI, fue la utilización de modelos
propios de los bancos para calcular los riesgos
y, por tanto, la cantidad de capital que debían
mantener para cubrirlos. Este enfoque basado
en calificaciones internas permitiría a los
bancos determinar los activos ponderados en
función del riesgo en el balance y, por lo
tanto, determinar cuánto capital tendrían que
mantener para cubrir esos riesgos.
Esto supondría un cambio importante con
respecto al primer Acuerdo sobre Capitales de
Basilea, que dividía los activos bancarios en
varias categorías con ponderaciones de riesgo
establecidas por el supervisor. El IFI estableció
la agenda con un influyente informe de 1998
de su grupo de trabajo sobre la adecuación del
capital. El título resume, acertadamente, el
punto principal: “Recomendaciones para la
revisión de las normas reguladores de capital
para el riesgo de crédito: una propuesta para
que los bancos puedan utilizar sus propios
modelos”.
Cabe destacar que la utilización de modelos
internos es más atractiva para los bancos
grandes y diversificados (en otras palabras:
los pertenecientes al IFI). Pueden obtener una
ventaja competitiva estableciendo sus propios
niveles de capital, mientras que para los
bancos más pequeños la inversión en modelos
de gestión de riesgos sería demasiado elevada
y los bancos especializados no se
beneficiarían de la diversificación.
Había mucha preocupación entre otras
asociaciones bancarias (por ejemplo, el
Consejo Mundial de Cooperativas de Ahorro y
Crédito), pero no tenían el acceso privilegiado
del IFI al Comité de Basilea. En otras palabras,
el IFI fue capaz de empujar su modelo
específico de banca ante modelos alternativos
para el sistema financiero mundial.
Al establecer la agenda con su experiencia en
la modelización del riesgo de crédito, el IFI fue
muy eficaz a la hora de influir en el Acuerdo
sobre Capital de Basilea II. Aunque el Comité
de Basilea no dio rienda suelta a los bancos
para determinar su propio nivel de capital, sí
permitió el uso de modelos internos para los
bancos “más sofisticados”, transfiriendo así el
control de los niveles de adecuación del
capital a los mismos bancos más grandes.
Así pues, el IFI no solo consiguió “nivelar el
campo de juego”, sino que también dio un
paso importante hacia formas de regulación
bancaria basadas más en el mercado. Como
asociación, respondió a la evolución de la
reglamentación y se basó en sus conexiones
existentes con los responsables de la creación
de políticas públicas para convertirse en el
principal interlocutor del sector público.
De la misma manera que cuando se
estableció, fue a consecuencia de la petición
del Comité de Basilea de una entidad
equivalente con una perspectiva compatible
sobre la regulación financiera mundial, así
como con las preferencias de sus miembros.
Como se demostrará en el siguiente caso, el
IFI logró obtener una posición central similar
en los procesos de creación de políticas
públicas en el ámbito de la deuda soberana.
Crisis de los
mercados de
capitales en los
mercados
emergentes:
consolidación de
la posición de
liderazgo
La cuestión de la crisis de la deuda soberana
no desapareció por mucho tiempo de la
agenda internacional después del Plan Brady.
En diciembre de 1994, México fue golpeado
nuevamente por la crisis financiera.
Una gran inyección de fondos oficiales de los
Estados Unidos y del FMI fue necesaria para
mantener a flote al gobierno mexicano. Pero
esto no hizo más que predecir lo que iba a
suceder: en 1997/1998, el sistema financiero
mundial parecía estar al borde del colapso
cuando un país de Asia oriental tras otro se
infectó por el “contagio” a través de los
mercados financieros mundiales.
Los enormes volúmenes de financiación oficial
que se necesitaban para los rescates de estos
países provocaron un acalorado debate sobre
cómo resolver tales crisis y evitar que el
sector público tuviera que volver a
desembolsar enormes sumas de dinero.

A finales de la deí cada de 1990, una campanñ a internacional Jubileo 2000 hizo un
llamamiento para romper las cadenas de la deuda que incluíía la exigencia de un
nuevo mecanismo transparente para cancelar la deuda que quitara el poder de las
manos de los acreedores. Fotografíía: Jubilee Debt Campaign
El sector público parecía dispuesto a retomar
el control de los mercados mundiales cuando
la primera subdirectora gerente del FMI, Anne
Krueger, propuso en noviembre de 2001
una especie de tribunal de quiebras
soberanas en el que los países afectados por
la crisis pudieran reestructurar sus deudas
privadas (el llamado Mecanismo de
Reestructuración de la Deuda Soberana,
MRDS).
La idea de un mayor control público sobre el
mercado era un anatema para el IFI. Un rasgo
común en todas sus actividades de promoción
y de financiación de los mercados emergentes
fue la combinación de una mayor
transparencia por parte de los países
deudores, un enfoque caso por caso de las
crisis, una participación pública limitada y la
oposición a la participación no voluntaria del
sector privado en la resolución de las crisis.
Las propuestas de Anne Krueger encontraron
así una resistencia virulenta por parte del IFI.
En una reunión privada con los responsables
de las políticas públicas, Charles Dallara
(Director Gerente del IFI y un veterano
negociador de la crisis de la deuda) describió
el MRDS como “una condonación total de los
derechos de los acreedores” y “un obstáculo a
la globalización, tal y como lo demuestra el
apoyo de las ONG que trabajan en favor de la
antiglobalización, como es el caso de la
Campaña de la Deuda de Jubilee”.
El IFI unió fuerzas con otras asociaciones de la
industria en lo que se conoció informalmente
como la “Banda de los Seis ” (Asociación de
Mercados de Bonos, Asociación de Acreedores
de Mercados Emergentes, Asociación de
Comerciantes de Mercados Emergentes,
Asociación Internacional de Mercados
Primarios, IFI, y la Asociación de la Industria
de Valores).
Cuando el MRDS estaba tomando una decisión
crucial en las Reuniones de Primavera de
2003, la Banda de los Seis amenazó con
retirar su apoyo a cualquier medida política
con respecto a las crisis de deuda soberana si
continuaban las discusiones sobre el MRDS.
El tradicional informe de política del IFI antes
de las cruciales Reuniones de Primavera
estuvo acompañado de visitas de alto nivel de
representantes de los bancos que participan
en el IFI a los responsables de la creación de
políticas públicas nacionales (por ejemplo,
ABN AMRO e ING visitaron el Ministerio de
Finanzas de los Países Bajos para ejercer
presión contra el MRDS).
En este caso, el poder resultante del gran
número de miembros del Instituto pasó a
primer plano, ya que los miembros de muchas
de las otras asociaciones tenían menos peso
político en el plano nacional. La feroz
oposición y la formación de coaliciones del IFI
dieron sus frutos: los gobernadores del FMI
archivaron la propuesta de MRDS.
Tras estas confrontadas discusiones, Jean-
Claude Trichet (Gobernador del Banco de
Francia) presentó propuestas para un Código
de Buena Conducta que rija el
comportamiento de los acreedores y de los
Estados deudores. El objetivo de esta
propuesta era conseguir que los actores
públicos y privados “volvieran a entablar un
diálogo constructivo”.
El Código de Buena Conducta tenía por objeto
encontrar soluciones ordenadas a la crisis de
la deuda soberana mediante la interacción
rápida de los acreedores, el intercambio justo
de información, la representación equitativa
de los acreedores, el trato equiparable entre
ellos, el reparto justo de la carga, la
negociación de buena fe, la preservación de la
situación financiera del deudor y el
restablecimiento de la sostenibilidad de la
deuda a la mayor brevedad posible.
Esto estaba mucho más cerca de las
posiciones mantenidas durante mucho tiempo
por el IFI con respecto a las crisis de deuda
soberana. Cabe señalar, sin embargo, que el
Código dejó el control del proceso en manos
del país en crisis en las negociaciones con sus
acreedores privados. Ya no había posibilidad
de retomar el control de los mercados
financieros privados.
El desarrollo del Código fue relegado por el
G20 a un grupo de trabajo dirigido por el
Banco de Francia y el IFI. En el grupo de
trabajo participaron algunos países deudores
importantes y la Asociación Internacional de
Mercados Primarios (IPMA).
El sector público había vuelto a poner al IFI a
la cabeza, más aún cuando la Banca de
Francia dejó posteriormente la elaboración del
Código exclusivamente en manos de las
asociaciones y los países deudores.
En noviembre de 2004, el IFI y la IPMA
acordaron con Brasil, México, Corea del Sur y
Turquía los denominados “Principios para la
estabilidad de los flujos de capital y la
reestructuración justa de la deuda en los
mercados emergentes”. El énfasis en los
“Principios” había pasado de la
reestructuración de la deuda a una mayor
transparencia de los deudores y un diálogo
con los acreedores, similar a las regulaciones
basadas en el mercado preferidas por el IFI.
La implementación de los Principios se inició
bajo el liderazgo del IFI a finales de 2005,
cuando se estableció el Grupo Consultivo de
Principios (PCG) y un Grupo de Fideicomisarios
de los Principios.
La pertenencia a estos grupos se lee como un
“quién es quién” de los políticos financieros
internacionales de alto poder. El grupo está
presidido actualmente por Axel Weber
(presidente de UBS AG, antiguo presidente del
Bundesbank), François Villeroy de Galhau
(gobernador del Banco de Francia) y Zhou
Xiaochuan (gobernador del Banco Popular de
China). La secretaría del Grupo de
Fideicomisarios está a cargo del IFI, lo que
consolida su posición central sobre la
gobernanza financiera mundial.
En resumen, casi se podría decir que la IFI ha
cerrado el círculo al actuar como “un foro en el
que los países prestatarios, de forma
voluntaria, podrían reunirse regularmente con
entidades de crédito privadas para revisar los
planes económicos y las proyecciones
financieras”. El IFI ha sido capaz de detener
las propuestas que podrían perjudicar a los
acreedores privados y aumentar el control
público sobre los mercados financieros
mundiales.
Además, se ha vuelto aún más central en la
gobernanza de las crisis de la deuda soberana
por la decisión de los sectores públicos de
relegar el desarrollo y la aplicación de los
Principios al Instituto. Como se verá en el
próximo caso, esto fortaleció sustancialmente
la posición del IFI en la Gran Crisis Financiera.
La Gran Crisis
Financiera:
cosechando los
frutos de la
gobernanza
basada en el
mercado
La Gran Crisis Financiera de 2008 demostró
ser una prueba para el orden financiero global
integrado y basado en el mercado en el que el
IFI había sido tan decisiva en su promoción.
Los modelos internos de gestión de riesgos
por los que había presionado en Basilea se
rompieron. Los países deudores que
necesitaban una reestructuración dejaron de
ser, de repente, los destinatarios originales de
los Principios y se situaron en la periferia de la
zona euro. Y muchos de sus miembros se
encontraron apelando al Estado para que les
apoyara.
Sin embargo, el IFI no parecía perplejo, como
había demostrado la anécdota inicial del
informe de 2011 “Impacto acumulativo de la
regulación”. En cualquier caso, a la luz de esta
nueva politización, amplió sus actividades de
presión, pasando de hacer hincapié en la
superioridad de la gestión de riesgos y la
regulación financiera basadas en el mercado a
hacer hincapié en los costes económicos de
una regulación más rigurosa y de carácter
público.
La tinta del Acuerdo sobre Capital de Basilea II
ni siquiera estaba seca cuando la crisis llevó a
una renegociación. El Acuerdo ha llevado a
subestimar los riesgos en el sector bancario y
a sobreestimar la capacidad de los bancos
para mitigarlos, como se indica en el
influyente Informe de Larosière sobre el
camino a seguir para la Unión Europea (UE)
tras la crisis.
Las propuestas iniciales del sector público se
centraban así en elevar nivel de capital y un
menor apalancamiento en el sector bancario,
para consternación del IFI. La regulación de la
adecuación del capital bancario se convirtió de
repente en un tema de la esfera política, lo
que hizo mucho más difícil para el IFI
aprovechar sus estrechos contactos con los
responsables de la creación de políticas a
puerta cerrada. Esta es una de las razones por
las que el IFI centró su línea de defensa en las
consecuencias negativas para el crecimiento
económico general, más que en la
superioridad de los mecanismos de mercado
para la gestión de los riesgos financieros.
Sin embargo, a medida que la crisis inmediata
del sector bancario disminuyó y la atención
política se desplazó hacia la austeridad, el
modo tradicional de creación de políticas
bancarias volvió a cobrar fuerza. El IFI se
centró en diluir y retrasar las propuestas,
argumentando, entre otras cosas, que una
regulación estricta del sector bancario daría
una ventaja competitiva indebida al sector
bancario en la sombra.
El Comité de Basilea no intentó recuperar el
control público desafiando el enfoque basado
en calificaciones internas, en línea con la
posición del IFI desde el comienzo de la crisis:
el marco de gobernanza basado en el mercado
es bueno, solo hace falta hacer algunos
ajustes para reforzar la gestión del riesgo. En
otras palabras, el IFI demostró ser muy eficaz
para mantener el amplio enfoque de mercado
en el Acuerdo sobre Capital de Basilea.
En relación con la crisis de la deuda soberana,
la atención se centró en el término despectivo
PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España).
Entre estos países con problemas en la
periferia de la Eurozona, Grecia destacó por la
necesidad de una reestructuración de la
deuda además de su rescate.
“PIGS”, Austeridad / Foto: Flickr/ Ken Teegardin/CC BY-SA 2.0
Aunque la crisis de la deuda soberana griega
afectó principalmente a los bancos europeos y
a pesar de que gran parte de la deuda se
emitió con arreglo a la legislación local y no en
los centros financieros mundiales, se pidió al
IFI que coordinara la parte del sector privado
de las negociaciones para reestructuración de
la deuda. Como lo describió claramente
Manolis Kalaitzake, la experiencia y los
conocimientos técnicos del Instituto en
materia de reestructuración de la deuda
soberana le permitieron desempeñar un papel
crucial en el diseño de la reestructuración
final.
Sin embargo, igualmente importantes fueron
los estrechos vínculos con los responsables de
la creación de políticas públicas a través del
Grupo de Fideicomisarios de los Principios.
Aunque el resultado final de las negociaciones
supuso un drástico recorte de gastos para el
sector privado, éste fue el mejor resultado
para los bancos europeos (que ya tenían
suficientes problemas). También permitió al IFI
anticiparse a cualquier discusión emergente
sobre los mecanismos públicos para la
reestructuración de la deuda: su orden basado
en el mercado había funcionado, aunque los
griegos comunes y corrientes sin duda no
estarán de acuerdo. Además, el IFI ha
establecido un nuevo comité conjunto de
banqueros y altos funcionarios públicos para
explorar nuevos enfoques para la prevención y
resolución de las crisis de la deuda soberana,
e incluso parece que se ha hecho cargo del
proceso de creación de políticas.

Conclusión: cómo
impugnar al
poder
condensado
En general, la mayor crisis financiera desde la
Gran Depresión no parece haber obstaculizado
la posición privilegiada del IFI como
representante del lobby bancario. En parte,
esto puede explicarse por el hecho de que su
surgimiento y desarrollo posterior estuvo
fuertemente influenciado por los procesos de
creación de políticas públicas, desde el
fomento inicial, pasando por el acceso a datos
confidenciales del sector público, hasta la
modelización de la estructura organizativa con
respecto a la regulación bancaria en el Comité
de Supervisión Bancaria de Basilea y su
inclusión en el grupo de trabajo sobre el
Código de Buena Conducta. Por lo tanto, su
papel influyente único fue impulsado tanto por
su experiencia y el poder económico de sus
miembros como por el “interés de la
demanda” de los responsables de la creación
de políticas a nivel mundial.
Del mismo modo, las posiciones políticas
específicas del IFI, destinadas a nivelar el
terreno de juego y las formas de gobernanza
basadas en el mercado, se ajustan a las
perspectivas generales de los principales
responsables políticos a nivel mundial en favor
de la globalización y de la financierización.
Esto le da la oportunidad de superar la
oposición de los grupos bancarios que se
esfuerzan por conseguir sectores financieros
más arraigados a nivel local o por limitar la
integración de los sectores financieros.
Si queremos abordar el poder
del lobby bancario en la gobernanza financiera
mundial, deberíamos centrarnos en la
interacción mutua entre el lobby bancario y la
creación de políticas públicas. Esto tiene
importantes implicaciones para los
movimientos sociales que intentan aumentar
la legitimidad democrática de las finanzas
mediante la reducción de la influencia
del lobby bancario.
Se debe prestar más atención al “interés de la
demanda” de los responsables de las políticas
públicas para comprender qué intereses del
sector privado influyen y cuáles no. Dada la
aparente demanda de contribuciones en la
creación de políticas financieras mundiales,
podría valer la pena establecer coaliciones con
asociaciones del sector privado que ofrezcan
modelos de banca más cercanos a las
alternativas deseadas (por ejemplo, el mundo
de la banca cooperativa o la Alianza Mundial
para la Banca en Valores). Presionar por la
inclusión de estos actores en lugar de la
dependencia exclusiva de los representantes
tradicionales del sector privado (como el IFI)
podría ser más efectivo que presionar para
poner fin a la relación con el sector financiero
en su conjunto.
Además, y lo que es más importante, la
movilización pública en relación con el sistema
financiero mundial también debería
proporcionar a los responsables políticos una
gama más amplia de interlocutores. El
movimiento progresista debería trabajar en la
creación de una red de grupos de reflexión,
políticos y profesionales de las finanzas en los
que la puerta giratoria sea tan eficaz como
con el IFI y los responsables de las políticas
financieras mundiales.
En el contexto holandés, el establecimiento
del grupo de expertos académicos
“Sustainable Finance Lab”, y el nombramiento
del ex político y crítico bancario de los Verdes
Kees Vendrik como economista jefe del Triodos
Bank, ilustran cómo fortalecer las redes
progresistas en finanzas. De esta manera, las
alternativas contrahegemónicas y las redes de
poder estarán listas cuando llegue la próxima
crisis.
Sobre el autor
Jasper Blom es
economista político en la Universidad de
Amsterdam, especializado en gobernanza
financiera global. Durante su carrera utilizó la
puerta giratoria entre el sector público y el
académico para adquirir experiencia en la
creación de políticas en el Ministerio de
Finanzas de los Países Bajos y en el Banco
Central Europeo, mientras reflexionaba
críticamente sobre estas experiencias en los
departamentos de ciencias políticas de la
Universidad de Leiden y de la Universidad de
Ámsterdam. Su último trabajo político fue
como director del Bureau de Helling, el centro
de estudios del partido verde holandés.
Dirigió De Kredietcrisis: een politiek-
economisch perspectief (Amsterdam
University Press, 2010) y fue coeditor, con
Underhill y Mügge, de Global Financial
Integration Thirty Years On: From reform to
crisis (Cambridge University Press, 2010) y
contribuye regularmente al debate público
sobre temas relacionados con la economía
política y las políticas verdes.
Traducción al español: Nuria Amador, Attac
España

https://www.fuhem.es/estado-del-poder-2019/el-poder-del-publico/

Finanzas
globales
Poder e inestabilidad
Walden Bello

En los últimos 30 años, el capital financiero se


ha convertido en dominante en las principales
economías capitalistas, superando a la élite
industrial en poder e influencia. Esta evolución
ha llevado a que el sector productivo se vea
cada vez más sometido a la dinámica volátil
del sector financiero.
La centralidad de las finanzas en la economía
mundial actual se pone de manifiesto por la
creciente frecuencia de las grandes crisis
financieras, a las que inevitablemente han
seguido las recesiones. Desde que se inició la
liberalización de los mercados de capitales
durante la era Thatcher-Reagan a principios de
los años ochenta, se han producido al menos
12 grandes crisis financieras, la más reciente
de ellas ha sido la crisis financiera mundial de
2007-2008, que también provocó lo que ahora
se conoce como la Gran Recesión, de la que
muchas de las economías desarrolladas no se
han recuperado todavía.

De hecho, se dice que la economía mundial se


encuentra ahora en un período de
“estancamiento secular” o en un período de
bajo crecimiento prolongado, una de cuyas
causas clave fue la reciente implosión
financiera.
Se dice que el proceso y la característica más
distintiva del capitalismo contemporáneo es la
financierización, que tiene varias dimensiones.
Generalmente significa que las finanzas o la
dinámica del sector financiero se han
convertido en la fuerza central que impulsa la
economía. Significa que los movimientos en la
producción y la fijación de precios de bienes y
servicios están cada vez más condicionados
no solo por la oferta y la demanda en la
economía real, sino también por los
movimientos cada vez más autónomos de los
valores o precios de los instrumentos
financieros de seguimiento de bienes y
servicios.
También significa que las transacciones
especulativas eclipsan el proceso de
producción como fuente de beneficios, lo que
conduce a una situación en la que la riqueza
de la élite financiera en los sectores bancario
y de la banca en la sombra eclipsa a las élites
capitalistas no financieras. Aunque solo
representaba el 8 % del Producto Interior
Bruto (PIB) de los Estados Unidos, el sector
financiero obtuvo el 30 % de los beneficios en
los últimos años, y algunos analistas afirman
que la cifra real fue del 50 %.
Desvincular el
circuito
financiero del
productor
¿Qué explica el predominio de las finanzas en
el capitalismo contemporáneo? En la
descripción estándar de Economía 101 del
sistema financiero, es el subsistema de la
economía el que canaliza el dinero de los que
lo tienen (ahorradores) a los que lo necesitan
para invertir en la producción (inversores).
Esta relación es la que se ha perdido o
desvinculado en el capitalismo
contemporáneo, con las finanzas perdiendo
cada vez más su relación con la producción y
convirtiéndose en un fin en sí mismo.
Esta desvinculación de la relación entre
acreedor y deudor, ahorrador e inversor, o
financiero y empresario, ha sido expresada de
manera diferente, aunque complementaria,
por Marx y Keynes.
En el Volumen 2 de El Capital, Marx habla del
circuito normal de producción de’M-C-M1′
(Dinero-Mercancía-Dinero) siendo desplazado
ocasionalmente por’M-M1′ (Dinero-Dinero).
Esto ocurre, dice, porque “para el poseedor de
dinero capital, el proceso de producción
aparece meramente como un eslabón
intermedio inevitable, como un mal necesario
para ganar dinero. Por lo tanto, todas las
naciones con un modo de producción
capitalista son tomadas periódicamente por
un febril intento de hacer dinero sin la
intervención del proceso de producción”.
Para los keynesianos, la hegemonía de las
finanzas proviene de lo que Keynes veía como
las funciones contradictorias del dinero como
capital y del dinero como depósito de valor. La
incertidumbre sobre el futuro lleva a los
ahorradores a preferir mantener su riqueza en
forma líquida o monetaria en lugar de
prestarla como capital para invertir en la
producción, un fenómeno que él mismo
describió como “preferencia de liquidez”.
El Tesoro de los Estados Unidos, hacia 1905. Creí dito de la foto: Flickr/
StreetsofWashington/ CC BY-NC 2.0
El dinero como reserva de valor, dicen los
keynesianos Massimo Amato y Lucca Fantacci,
“permite que el ahorro sea ajeno a los bienes
concretos y se realice más bien a través de la
acumulación constante e indefinida de un
poder adquisitivo abstracto…”. Este proceso
de acumulación ajeno a la producción conduce
a una expansión desestabilizadora de la
liquidez que es posible gracias a la creación
de múltiples formas o instrumentos de crédito
que van mucho más allá de los mercados
bursátiles y de bonos para abarcar las
denominadas innovaciones de la ingeniería
financiera, como los valores respaldados por
hipotecas (MBS) y derivados.
Con las finanzas asumiendo cada vez más
dinámicas autónomas propias, cada vez más
desvinculadas del proceso productivo, “la
inestabilidad fundamental del capitalismo”,
argumentó el famoso keynesiano Hyman
Minsky, “va hacia arriba. Después de funcionar
bien durante un tiempo, la economía
capitalista desarrolla una tendencia a explotar,
a volverse “eufórica”.
Llenando el cuadro dinámico de Minsky de los
procesos desencadenados por la especulación,
escribe Bill Lucarelli:
“Por lo tanto, la economía tiende al
desequilibrio, ya que estas fuerzas financieras
desestabilizadoras asumen formas cada vez
más especulativas. La inflación de los precios
de los activos durante el pico del auge
generará un aumento de la inversión y el
consumo a través de los diversos canales de
ingresos y flujos de caja.
Cuando el precio de los activos de capital
excede el precio de la producción circulante,
el exceso de inversión se canaliza hacia
mercados de renta variable en alza, lo que
también anima a los inversores a aumentar su
apalancamiento. Se realiza una ganancia de
capital implícita, que simplemente sirve para
atraer más inversión. En otras palabras, el
aumento del precio de los bienes de capital en
relación con el precio de la producción
corriente podría desencadenar efectos de
enriquecimiento bastante perversos, que
amplificarían los aumentos del consumo y la
inversión.”
El momento crítico llega cuando se percibe
que la burbuja de precios de los activos está a
punto de estallar y hay prisa por conseguir
liquidez y activos sin riesgo antes de que el
valor de los productos financieros se
derrumbe. Este es el llamado “Momento
Minsky”, un fenómeno que acelera la
destrucción de valores. Esencialmente, esto es
lo que ocurrió en 2007-2008.

Las causas de la
financierización
En la época de Marx, la financierización como
mecanismo clave para crear beneficios se
consideraba una aberración periódica. En los
últimos años, sin embargo, se ha convertido
en la forma dominante de extraer beneficios.
¿Cómo ha ocurrido esto?
La financierización se deriva esencialmente de
la crisis de la producción que comenzó a
finales de los años setenta. Esto tomó la forma
de una crisis de sobreproducción que superó a
la economía capitalista global después de los
llamados trentes glorieuses o “treinta años
gloriosos” de expansión después de la
Segunda Guerra Mundial.
La sobreproducción tenía sus raíces en la
rápida y exitosa reconstrucción económica de
Alemania y Japón y en el rápido crecimiento
de economías en vías de industrialización
como Brasil, Corea del Sur y Taiwán. Esto
añadió una enorme capacidad productiva
nueva y una mayor competencia mundial,
mientras que la desigualdad en los ingresos
dentro de los países y entre ellos limitó el
crecimiento del poder adquisitivo y de la
demanda efectiva. Esta crisis clásica de
sobreproducción ―o subconsumo, por utilizar
la formulación de Paul Sweezy― llevó a una
disminución de la rentabilidad.
Hubo tres salidas de la crisis de rentabilidad
que sufrió el capital: la reestructuración
neoliberal, la globalización y la
financierización. La reestructuración neoliberal
significaba esencialmente redistribuir los
ingresos de la clase media a los ricos para
incentivar a estos últimos a invertir en la
producción.
La globalización de la producción implicó la
ubicación de instalaciones de producción en
países con salarios bajos para aumentar la
rentabilidad. Si bien estas dos estrategias
trajeron consigo un aumento de la rentabilidad
a corto plazo, a medio y largo plazo fueron
contraproducentes, ya que provocaron un
descenso de la demanda efectiva al recortar o
impedir el aumento de los salarios de los
trabajadores.

Dimensiones
clave de la
financierización
Eso nos dejó la financierización. La
financierización tenía una serie de aspectos
clave, pero hay que destacar tres.
En primer lugar, la financierización implicaba
la creación masiva de endeudamiento en la
población para sustituir los ingresos
estancados con el fin de crear demanda de
bienes y servicios. Gran parte de esta deuda
fue financiada por la inyección de dinero
prestado por los Gobiernos asiáticos
reciclando dinero en efectivo a los Estados
Unidos procedente de los excedentes
comerciales de los que disfrutaban con este
último. La principal vía tomada para crear
deuda en los Estados Unidos fue a través de la
provisión de los llamados préstamos de
vivienda de alto riesgo a una gran parte de la
población. Se trataba de préstamos que se
concedían indiscriminadamente a
compradores de viviendas con poca capacidad
de reembolso, por lo que eran esencialmente
bombas de relojería.
En segundo lugar, la financierización
implicaba las llamadas innovaciones en
ingeniería financiera que facilitarían la
liquidez. Uno de los más importantes ―y, en
última instancia, el más perjudicial― fue la
titulización, que consistía en hacer que los
contratos tradicionalmente inmóviles, como
las hipotecas, fueran líquidos o móviles y
negociables. Con las hipotecas titulizadas, que
podrían negociarse, lo que llevaría a la
desaparición de la originaria relación acreedor-
deudor.
Además, la ingeniería financiera permitió que
la hipoteca de alto riesgo original se
combinara con hipotecas de mejor calidad y
se vendiera como valores más complejos. Pero
incluso cuando los valores hipotecarios se
combinaban y recombinaban y se negociaban
de una institución a otra, no podían escapar a
su cualidad subyacente.
Flickr/woodleywonderworks/ CC BY 2.0
Cuando millones de propietarios de las
hipotecas de alto riesgo originales ya no
podían hacer frente a sus pagos debido a sus
bajos ingresos, esta evolución se extendió
como una reacción en cadena a los billones de
títulos hipotecarios que se negociaban en todo
el mundo, perjudicando su calidad y llevando
a la bancarrota a quienes poseían cantidades
significativas de ellos, como el banco de
inversión de Wall Street, Lehman Brothers.
Los MBS fueron solo un ejemplo de las
innovaciones de la ingeniería financiera, que
fueron ampliamente conocidas como
“derivados”, que tenían por objeto facilitar la
liquidez, pero que terminaron alentando el
endeudamiento masivo sobre el frágil
supuesto de capital o de riqueza real. Los
operadores en el mercado caracterizados por
una elevada proporción entre deuda y capital
propio fueron descritos como “muy
apalancados”. El alto nivel de apalancamiento
de Wall Street antes de la crisis quedó
demostrado por el hecho de que el valor del
volumen total de instrumentos financieros
derivados negociados se estimaba en 740
billones de dólares, en comparación con un
PIB mundial de 70 billones de dólares.
Los matemáticos contratados por las
instituciones de Wall Street formularon las
ecuaciones más complejas para fomentar la
ilusión de calidad cuando en realidad los
valores descansaban sobre activos de valor
cuestionable, una práctica que provocó que el
legendario inversor Warren Buffet hiciera su
famosa observación de que los derivados eran
“armas de destrucción masiva, portadoras de
peligros que, aunque latentes, son
potencialmente letales”.
Los descartó categóricamente de su cartera
de inversiones porque no podía entender
cómo funcionaban. El hecho de que la
advertencia de Buffet sobre los derivados no
era exagerada, lo subrayó la crisis de las
hipotecas de alto riesgo que golpeó a la
economía estadounidense a mediados de la
década de 2000.
La tercera característica clave de la
financierización fue que muchos de los
operadores, instituciones y productos clave
que se encontraban a la vanguardia del
proceso no estaban regulados o estaban mal
regulados.
Así surgió la llamada “industria bancaria en la
sombra” junto con la industria bancaria
tradicional regulada, con instituciones
financieras no tradicionales como Goldman
Sachs, Morgan Stanley y American
International Group (AIG) que sirvieron como
la primera ola masiva de un tsunami que trajo
consigo la introducción de la titulización, la
ingeniería financiera y productos novedosos
como los MBS, las obligaciones de deuda
colateral (CDO) y los swaps de incumplimiento
crediticio (CDS).
La implosión de las hipotecas de alto riesgo de
2007 reveló la dinámica esencial de la
financierización como motor de la economía,
es decir, que dependía de la creación e
inflación de burbujas especulativas.
La obtención de beneficios se basaba en la
creación de una deuda masiva con una base
muy débil sobre el valor real o sobre el capital.
Mientras persistía la ilusión de que los MBS
eran valores sólidos, Wall Street funcionaba
como un casino, con inversores que utilizaban
diferentes productos financieros para apostar
por los movimientos de los valores de los
activos y sus productos derivados con el fin de
hacer una fortuna.
Una masacre significaba comprar valores al
“precio justo” en el “momento justo”, y luego
venderlos una vez que su precio había
aumentado significativamente y antes de que
decayeran. Sin embargo, una vez que los
acontecimientos pusieron al descubierto los
frágiles cimientos de los valores de alto riesgo,
los operadores del mercado entraron en
pánico y salieron corriendo, vendiendo sus
activos lo antes posible para recuperar algo de
valor, un proceso que aceleró el hundimiento
de los valores a un nivel negativo.

La crisis
financiera
mundial
Fase 1
En 2008, los mercados de capitales se
congelaron y los bancos incluso se negaron a
prestarse entre sí, por temor a que sus
posibles deudores pudieran estar cargados de
activos tóxicos. Lehman Brothers estaba, de
hecho, cargado de MBS inútiles. Cuando otros
bancos se negaron a otorgarle crédito y
Washington también retuvo la ayuda, Lehman
se declaró en quiebra.
Portada de Wall Street Journal, 15 de septiembre de 2008.
La quiebra de Lehman llevó al sistema
financiero al borde del colapso, de modo que
el Gobierno tuvo que intervenir para restaurar
la confianza en el sistema bancario.
Washington rescató a los principales actores
financieros, con un fondo de rescate inicial de
más de 700 000 millones de dólares, con
apoyo financiero suplementario y garantías
sobre los próximos años.
La razón del Gobierno era que Citigroup, JP
Morgan, Bank of America, Wells Fargo,
Goldman Sachs y otras instituciones
financieras estadounidenses de primera línea
eran “demasiado grandes para quebrar” (y
permitir su quiebra haría caer todo el sistema
capitalista mundial).
La crisis financiera fue seguida por la Gran
Recesión, la segunda mayor catástrofe
económica que ha afectado a los Estados
Unidos después de la Gran Depresión. El
desempleo aumentó de menos del 5 % en
2007 al 10 % en 2010. En 2015, el número de
desempleados seguía estando por encima de
los 6,7 millones al inicio oficial de la recesión
en 2007. Más de cuatro millones de viviendas
fueron embargadas y miles fueron sumidas en
la pobreza y en una gran incertidumbre, ya
que el Gobierno priorizó salvar a los grandes
bancos en lugar de a los propietarios de
viviendas en bancarrota.
La capacidad de permanecer sin
responsabilizarse frente a la sociedad, a pesar
de haberle infligido una herida grave, es la
última medida de poder. El rescate de los
mayores bancos estadounidenses, a pesar de
la evidente quiebra de algunos de ellos y del
papel que todos ellos habían desempeñado en
la peor crisis económica en los Estados Unidos
desde la Gran Depresión, atestiguó el enorme
poder que había acumulado el capital
financiero.
Fase 2
Considerada inicialmente por los líderes
europeos como la canciller alemana Angela
Merkel como una crisis limitada a Wall Street,
la crisis financiera se extendió a Europa con
bastante rapidez.
En el Reino Unido, la crisis siguió el patrón
estadounidense de alto apalancamiento o
creación de endeudamiento masivo por parte
de los bancos privados, en gran parte a través
de la creación y el intercambio de cantidades
masivas de valores hipotecarios de alto riesgo,
el fracaso del sistema debido a la destrucción
de los balances de los bancos cuando estos
valores se volvieron tóxicos, y luego el Estado
intervino para salvar el sistema bancario.
En Irlanda y Grecia, especialmente en este
último país, se inició la segunda fase de la
crisis financiera mundial: la llamada crisis de
la deuda soberana. El endeudamiento masivo
de los bancos privados y, en el caso de Grecia,
del propio Estado con bancos extranjeros,
obligó al Estado, debido a la tremenda presión
de los Gobiernos de los países originarios de
estos bancos, a asumir la responsabilidad de
pagar toda la deuda, tanto privada como
pública.
Para salvar a los bancos alemanes y franceses
más expuestos, la Unión Europea (UE) y el
Fondo Monetario Internacional (FMI)
concedieron préstamos a los Estados en grave
crisis que luego se transformaron en pagos a
los bancos privados, con la condición de que
estos Estados impusieran duros programas de
austeridad que aparentemente tenían por
objeto liberar los recursos necesarios para
reembolsar los préstamos a los prestamistas
oficiales y devolver la salud a las economías
afligidas.
Sin embargo, había una contradicción en la
esencia de esta fórmula. El Gobierno alemán y
los demás Gobiernos de la rica Europa del
Norte exigieron que los países del Sur de
Europa e Irlanda profundizaran las medidas de
austeridad como contrapartida a los
préstamos oficiales para mantenerse a flote.
Sin embargo, las medidas de austeridad
paralizaron la capacidad de estas economías
para crecer y producir el superávit para pagar
los préstamos, haciendo que el reembolso sea
una posibilidad cada vez más lejana con cada
nuevo préstamo concedido al solicitante.
Manifestacioí n contra la austeridad ante el parlamento griego. Creí dito de la foto:
Flickr/SiV-Atenas/ CC BY-NC-SA 2.0
El exministro de Hacienda griego Yannis
Varoufakis calificó esta relación de “extender y
simular”, es decir, conceder un préstamo y
pretender que puede ser reembolsado,
mientras que las condiciones impuestas al
préstamo lo harían imposible, todo ello con el
objetivo de evitar un impago formal por parte
del deudor, con sus impredecibles
consecuencias. Ilustrando su argumento con el
caso de Grecia, escribió:
“Ningún inversor en su sano juicio se siente
atraído por un país cuyo Gobierno, bancos,
empresas y hogares son todos insolventes a la
vez. A medida que los precios, los salarios y
los ingresos disminuyan, la deuda que
subyace a su insolvencia no disminuirá, sino
que aumentará. El recorte de los ingresos y la
acumulación de nuevas deudas solo pueden
acelerar el proceso. Esto es, por supuesto, lo
que sucedió con Grecia a partir de 2010… En
2010, por cada 100 euros de ingresos que un
griego ganaba, el Estado debía 146 euros a
bancos extranjeros. Un año más tarde, de los
100 euros de renta en 2010, los obtenidos en
2010 se habían reducido a 91 euros antes de
volver a reducirse a 79 euros en 2010.
Mientras tanto, como los préstamos oficiales
de los contribuyentes europeos llegaron antes
de ser canalizados a los bancos de Francia y
Alemania, la deuda pública equivalente
aumentó de 146 euros en 2010 a 156 euros
en 2011”.
Como bien advirtió Varoufakis, la situación en
Grecia en 2018 no había mejorado y el país
estaba sometido a una austeridad y un
endeudamiento permanentes. Aunque no tan
grave, la situación en Portugal, España e Italia
era esencialmente la misma.
Había diferencias obvias en la forma en que se
desarrollaron las crisis financieras en los
Estados Unidos y Europa. Pero había una cosa
que compartían: la capacidad del sector
financiero de quedar impune y no rendir
cuentas de sus enormes errores. Al igual que
en los Estados Unidos, esta era la medida
definitiva del poder que el capital financiero
había logrado tanto sobre la sociedad como
sobre el Estado.

El fracaso de la
reforma
Cuando Barack Obama se convirtió en
presidente de los Estados Unidos en 2008, una
de sus prioridades era arreglar el sistema
financiero mundial. Diez años después, es
evidente que, debido a una combinación de
timidez por parte del Gobierno y de resistencia
por parte del capital financiero, poco se ha
reformado bajo el mandato de Obama y sus
contrapartes en el resto del mundo, a pesar de
los compromisos de alto nivel con la reforma
financiera mundial asumidos por la Cumbre
del Grupo de los 20 en Pittsburgh en 2009.
En primer lugar, el problema de “demasiado
grande para quebrar” ha empeorado. Los
grandes bancos, que fueron rescatados por el
Gobierno de los Estados Unidos en 2008
porque se consideraban demasiado grandes
para quebrar, se han vuelto aún más grandes
para quebrar, y los ‘Seis Grandes’ bancos
estadounidenses ―JP Morgan Chase,
Citigroup, Wells Fargo, Bank of America,
Goldman Sachs y Morgan Stanley― poseen,
colectivamente, un 43 % más de depósitos, un
84 % más de activos y el triple de dinero en
efectivo que tenían antes de la crisis de 2008.
Esencialmente, habían duplicado el riesgo que
derribó el sistema bancario en 2008.

En segundo lugar, los productos que


desencadenaron la crisis de 2008 siguen
siendo objeto de comercio. Esto incluía
alrededor de 6,7 billones de dólares en títulos
respaldados por hipotecas, cuyo valor se ha
mantenido solo porque la Reserva Federal
compró 1,7 billones de dólares.
Los bancos estadounidenses poseen
colectivamente 157 billones de dólares en
derivados, aproximadamente el doble del PIB
mundial. Esto es un 12 % más de lo que
poseían al comienzo de la crisis de 2008. Solo
Citigroup representa 44 billones de dólares, o
el 50 % más de lo que tenía antes de la crisis,
lo que provocó un comentario sarcástico de un
analista en el sentido de que el banco parece
“haber olvidado el momento en que eran un
dólar por acción”, aludiendo al punto más bajo
en el valor de los derivados del banco en
2009.
En tercer lugar, las nuevas estrellas del
firmamento financiero ―el consorcio de
inversores institucionales formado por fondos
de cobertura, fondos de capital riesgo, fondos
soberanos, fondos de pensiones y otras
entidades de inversión― siguen recorriendo la
red mundial sin control, operando desde bases
virtuales denominadas paraísos fiscales,
buscando oportunidades de arbitraje en
divisas o valores, o dimensionando la
rentabilidad de las empresas para posibles
compras de acciones. La propiedad de los
aproximadamente 100 billones de dólares en
manos de estos refugios fiscales flotantes para
los superricos se concentra en 20 fondos.
Bolsa de Nueva York. Creí dito de la foto: Flickr/dpbirds(Darshan Vaishnav)/ CC BY-
NC-ND 2.0
En cuarto lugar, los operadores financieros
están acumulando beneficios en un mar de
liquidez proporcionado por los bancos
centrales, cuya liberación de dinero barato en
aras de poner fin a la recesión consecuencia
de la crisis financiera ha dado lugar a la
emisión de billones de dólares de deuda,
elevando el nivel mundial de deuda a 325
billones de dólares, más de tres veces el
tamaño del PIB mundial. Existe un consenso
entre los economistas de todo el espectro
político de que este aumento de la deuda no
puede continuar indefinidamente sin provocar
una catástrofe.
En quinto lugar, en lugar de controlar más
estrechamente el sector financiero, algunos
países han seguido a las economías
capitalistas avanzadas para liberalizarlo. En
China, la segunda economía más grande del
mundo, esto ha creado una peligrosa
conjunción de factores que podrían llevar a
una implosión financiera: un mercado de
valores volátil, una burbuja inmobiliaria y un
sector bancario paralelo no regulado. El
número de puntos vulnerables de la economía
mundial ha aumentado y todos son candidatos
para la próxima gran crisis.

Conclusión
¿Qué es lo que hay que
hacer?
En un estudio reciente patrocinado por el
Transnational Institute que se publicará a
finales de este año, expongo una justificación
detallada de 10 imperativos importantes para
el sector financiero mundial. Estos son:
1. Restringir las operaciones de los fondos de
capital riesgo y cerrar los paraísos fiscales
2. Prohibir los valores respaldados por
hipotecas y los derivados
3. Avanzar hacia la banca de reserva al
100 %
4. Nacionalizar las instituciones financieras
que son demasiado grandes para quebrar
5. Reinstituir la Ley Glass-Steagall que colocó
una “muralla china” entre la banca
comercial y la banca de inversión
6. Poner límites drásticos a la remuneración
de los ejecutivos
7. Eliminar gradualmente las agencias de
calificación crediticia como Moody’s y
Standard and Poor
8. Convocar una nueva Conferencia de
Bretton Woods para establecer nuevas
instituciones y reglas para la gobernanza
financiera mundial, poner fin al monopolio
del dólar como moneda de reserva mundial
y establecer nuevos y justos acuerdos para
el desarrollo y la financiación del clima
9. Hacer que los bancos centrales rindan
cuentas; y
10. Avanzar hacia la plena unión política, fiscal
y monetaria en los países de la zona euro o
salir del euro.
Las medidas propuestas constituyen un
“programa de mínimos”, o un conjunto de
medidas que refuerzan las defensas del
mundo contra otra crisis financiera, aunque no
eliminan la posibilidad de que ocurra tal cosa.
El capitalismo como sistema es
estructuralmente propenso a generar crisis
financieras, y el programa esbozado
anteriormente asume un sistema económico
global que continúa funcionando bajo sus
reglas. La implementación exitosa de estas
reformas sería un paso gigantesco en un
proceso más largo de cambio transformador.
Sin embargo, ese cambio no puede tener lugar
sin abordar fundamentalmente otras
dimensiones clave del capitalismo,
especialmente su motor: el deseo insaciable
de obtener cada vez mayores beneficios.
¿Capitalismo reformado o
poscapitalismo?
En última instancia, son las dinámicas de la
economía real las que determinan la evolución
de la economía financiera. Esto no es una
visión novedosa. Desde la perspectiva de los
economistas marxistas, los giros de la
economía financiera son el resultado de las
profundas contradicciones de la economía
real, en particular la tendencia a la
sobreproducción, o a que la oferta supere a la
demanda debido a la persistencia de una gran
desigualdad.
Si el problema es la debilidad de la demanda
en la economía real provocada por la
desigualdad, es obvio que las medidas
monetarias adoptadas en los últimos años por
las autoridades financieras, como la
“relajación cuantitativa” de los flujos de
crédito y los tipos de interés negativos para
contrarrestar las presiones recesivas, solo
pueden aportar un alivio muy limitado y
temporal a una economía en crisis y, de
hecho, pueden agravar la crisis a medio plazo.
De hecho, sin abordar la crisis de la demanda
en la economía real, a un sector financiero
reformado le resultaría difícil resistir las
intensas presiones para que el capital busque
la rentabilidad en las finanzas y no en un
sector productivo estancado.
Para algunos, entonces, la necesidad más
urgente es cómo reformar el capitalismo. En
su opinión, un programa de reforma financiera
tendría que integrarse en un programa más
amplio de reforma drástica del capitalismo.
Esta empresa tendría que abordar seriamente
la falta de demanda arraigada en la creciente
desigualdad. Tendría que reconocer
valientemente sus raíces en las relaciones
desiguales de poder entre el capital y el
trabajo, cómo este poder desigual se traduce
en una creciente desigualdad, y cómo la
desigualdad se traduce en una demanda
anémica que frena la expansión de la
producción.
Para otros, la situación exige una solución más
allá de una reforma del capitalismo, incluso de
tipo keynesiano radical. Desde su perspectiva,
la búsqueda constante de rentabilidad del
capitalismo es una fuente fundamental de
inestabilidad que, en última instancia,
socavará todos los esfuerzos por reformarlo,
como ocurrió con el keynesianismo de la
posguerra a finales de la década de 1970.
Además, lo que hay que abordar no es solo la
desigualdad social y la falta de demanda, sino
el impulso del sistema productivo para crecer
a expensas de la biosfera. Lo que se necesita,
dicen, es un programa poscapitalista, hecho
aún más urgente por la catástrofe climática
que se está desarrollando. De hecho, en
algunos círculos, se considera cada vez más
necesaria una estrategia de “decrecimiento”.
En medio de este debate cada vez más
acalorado sobre los sistemas alternativos, hay
dos cosas sobre las que hay consenso.
Primero, que continuar en el camino actual de
un capitalismo financiero poco regulado es
invitar a otra catástrofe financiera, quizás una
peor que la crisis de 2007-2008. En segundo
lugar, que alejarse de este camino hacia la
ruina requerirá asumir y romper el poder del
capital financiero.
Sobre el autor

Walden Bello es profesor


adjunto internacional de Sociología en la
Universidad Estatal de Nueva York en
Binghamton e investigador asociado del TNI.
Ha escrito o es coautor de 23 libros, dos de los
cuales se publicarán este
año: Counterrevolution: The Global Rise of the
Far Right (Nova Scotia: Fernwood, 2019)
y Paper Dragons: Why Financial Crises Happen
and Why China Will be Next (Londres: Zed
Press, 2019).

Traducción al español: Cuca Hernández, Attac


España

https://www.fuhem.es/estado-del-poder-2019/finanzas-globales/

Altas finanzas
Un sector extractivo
Entrevista con Saskia Sassen

Nick Buxton entrevistó a la renombrada


socióloga Saskia Sassen a finales de 2018
para el informe Estado del poder 2019 con el
fin de explorar, fundamentalmente, dos
temas: primero, cómo el sector financiero ha
cambiado la naturaleza de las ciudades
contemporáneas y, segundo, cómo las
finanzas han impulsado nuevas formas de
expulsión y despojo. La entrevista concluye
con una reflexión sobre las fracturas
existentes en el poder de las «altas finanzas»
y cómo los movimientos ciudadanos podrían
aprovecharlas para promover el control
democrático.
Instituto Strelka para Medios, Arquitectura y Diseño de Moscú, Rusia CC BY 2.0 
(https://creativecommons.org/licenses/by/2.0), a través de Wikimedia Commons

Nick Buxton (NB): ¿En qué medida las


finanzas actuales son poderosas y de
dónde deriva su poder?
Saskia Sassen (SS): En primer lugar, no hay
que confundir el sector financiero con la banca
tradicional. Necesitamos tener bancos, ellos
venden dinero, mientras que las finanzas son
un modo de extracción, al igual que la
minería: una vez que extraen el valor, no les
importa lo que ocurra. Un banco tradicional
quiere que los hijos de sus clientes sean
futuros clientes, por lo que se preocupa por las
relaciones, pero a las firmas financieras no les
importa ese nivel personal, salvo si se trata de
personas muy, muy ricas.
En segundo lugar, el sector financiero es
peligroso porque sus directivos han aprendido
a financiarizar casi todo. Y lo hacen no a
través de las prácticas bancarias tradicionales,
sino a través de algoritmos y manipulaciones
altamente especulativas. Han inventado
instrumentos para que sirvan a sus propios
fines, en lugar de a quienes están asesorando,
lo que significa que, muchas veces, no pierden
aunque sus clientes sí lo hagan.
Tomemos, por ejemplo, el tema de la deuda de
los estudiantes en los Estados Unidos.
Actualmente, suma más de un billón de
dólares estadounidenses (en su mayoría
prestados por hogares de ingresos modestos).
Un banco no sabría qué hacer con esa deuda
más allá de cobrar intereses. Pero el sector
financiero puede jugar con eso (aunque tiene
que ser una deuda bastante grande), a
menudo a un alto coste humano porque
mientras que las firmas financieras pueden
ganar algo, para los tenedores de la deuda
(digamos los padres del estudiante en
cuestión) todo lo que hay es la deuda.

El sector financiero ha aprendido a financiarizar casi todo y ha crecido de forma exorbitante en relación 
con la economía global. Gráfico del informe Estado del poder 2019.
Las firmas financieras pueden extraer valor de
la deuda (más allá de las tasas de interés)
porque han desarrollado instrumentos
complejos que se lo permiten, en beneficio
propio y en perjuicio del prestatario.
Voy a dar otro ejemplo. Cuando entrevisté a
camioneros en el Medio Oeste de los Estados
Unidos, que estaban constantemente
transportando chapas metálicas en la región,
dijeron que no tenían ni idea de lo que
estaban haciendo. Resultó que transportaban
el metal porque Goldman Sachs estaba
retrasando deliberadamente la entrega para
crear una imagen de falsa escasez, con el fin
de aumentar el precio, de lo que obtenía un
beneficio.
Este caso muestra lo que yo considero la
tercera dimensión de las finanzas, que es que
ocupan un espacio único, separado de la
producción y el consumo. Es un espacio que
genera ganancias al especular con todo tipo
de artículos, desde dinero e inversión hasta
metales y petróleo. Una de las claves de esta
capacidad es la utilización de las matemáticas
algorítmicas. La gente corriente no entiende o
no conoce estas formas complejas de
extracción de riqueza.
NB: Pero, ¿no dirían los directivos de las
finanzas que estos instrumentos ayudan
a equilibrar el riesgo y facilitar el
crecimiento?
SS: Sin duda, las finanzas han producido
resultados positivos para muchos agentes.
Han creado volúmenes formidables de
riqueza. Pero para producir y acumular esa
riqueza han utilizado a muchas otras
entidades, causándoles un grave perjuicio: las
enormes ganancias de las finanzas no han
caído del cielo; fueron generadas, y eso
implicó dañar a muchos otros actores:
hogares, bancos tradicionales, empresas y
gobiernos municipales, entre otros.
Por ejemplo, el fondo de pensiones del sector
público de California, CALPERS, ha sido
durante mucho tiempo un fondo bien
administrado que ha brindado beneficios
significativos a sus jubilados. Pero CALPERS
cayó en la trampa de los negocios financieros
dudosos, cuyo interés no era el de los
trabajadores jubilados, sino el suyo propio. El
resultado fue que los nuevos gerentes se
hicieron ricos, pero el fondo de los
trabajadores perdió dinero, lo que afectó a los
jubilados.
La banca tradicional es solo comercio,
vende algo por un precio, mientras que
las finanzas son extractivas.
Esto mismo ha ocurrido en otros fondos de
pensiones de varios países occidentales. Por
ejemplo, un equipo holandés de investigación
comenzó recientemente a rastrear la gestión
de fondos de pensiones holandeses, y parece
que algunas de las inversiones podrían haber
sido mejores. Ya han logrado reducir el
porcentaje que se destina a las empresas
financieras que manejan estos fondos.
Lo que está sucediendo con los fondos de
pensiones administrados por firmas
financieras solo empieza a arañar la superficie
de todo el abuso que ha tenido lugar. Esto es
algo serio.
Y lo que complica las cosas es que no es solo
corrupción, sino también la manipulación de
los fondos de pensiones de los trabajadores de
forma que generan beneficios excesivos para
los gestores de los fondos. Esto no es tan
difícil de hacer dada la complejidad de las
finanzas y la dificultad para que el trabajador
medio entienda lo que está sucediendo. Pero
los datos están ahí: las pruebas revalan en
varios casos que los encargados de los fondos
de pensiones reciben demasiado dinero por su
«trabajo» de administración.
De nuevo, según mi lectura, es otra forma de
mostrar cómo las finanzas tienen una lógica
de extracción. La banca tradicional es solo
comercio, vende algo por un precio, mientras
que las finanzas son extractivas.
Altas finanzas ha «tomado partes significativas del espacio urbano». Crédito de la foto: Flickr/Astin/CC 
BY­NC­ND 2.0
NB: ¿Qué relevancia tienen hoy las
finanzas en la ciudad global
contemporánea? ¿Y en qué medida son
importantes las ciudades para el poder
de las finanzas?
SS: Es una ironía del sector financiero que, si
bien está altamente digitalizado, también
tiene una fuerte presencia material, y en
ninguna parte está más presente que en la
ciudad. Quizá se piense que no requiere tantos
insumos materiales, ya que la mayoría de las
transacciones son electrónicas. Pero, de
hecho, han tomado partes significativas del
espacio urbano de dos maneras muy
diferentes.
La primera apunta a los edificios de lujo de las
grandes empresas financieras. Pero ha surgido
un segundo espacio que a menudo no es
visible. Me di cuenta por primera vez en el
centro financiero de las principales ciudades
como Hong Kong y Nueva York: además de los
edificios que albergan las firmas de altas
finanzas y sus ordenadores y salas de
reuniones, ahora también hay enormes
almacenes cercanos para dar cabida a los
equipos de operaciones informáticas
avanzadas que funcionan continuamente, día
y noche. Estos ordenadores también realizan
muchas de las operaciones matemáticas
algorítmicas más complejas que establecen
qué es una inversión deseable y cuál no lo es.
Es una ironía del sector financiero que, si
bien está altamente digitalizado,
también tiene una fuerte presencia
material y en ninguna parte más que en
la ciudad
La revolución electrónica, en realidad,
necesita toda una gama de elementos
netamente materiales, y esto no se debate o
reconoce suficientemente. Los cables de fibra
óptica, una infraestructura crítica para las
finanzas, necesitan una instalación, ya sea a
través de los océanos o entre ciudades y
edificios.
La velocidad es aquí la esencia. Por ejemplo,
un cable de fibra óptica clave que conecta los
centros financieros de Chicago y Manhattan se
reconstruyó en parte porque una pequeña
desviación estaba retrasando las
transacciones en una fracción de segundo.
Cuando la velocidad lo es todo, merece la
pena el coste adicional de arreglar una
pequeña curva en un cable de fibra óptica que
ahorrará fracciones de segundos. Este ejemplo
da una idea de un modo extremo de
producción. Hay otras situaciones similares, al
menos en la Tierra, ¡aunque quizás haya
operaciones espaciales interestelares!
NB: ¿Y cómo está conformando o
reconfigurando las ciudades todo esto?
SS: Vale la pena mirar atrás, a los años
ochenta y noventa del siglo XX, cuando
muchas de las principales ciudades
occidentales presentaban signos de
empobrecimiento: Londres, Nueva York,
Chicago, París. La clase media se mudaba
cada vez más a los suburbios.
Los medios publicaron muchos artículos que
sugerían que las ciudades se habían
empobrecido, que mucha gente se estaba
marchando debido a una mezcla de
desigualdad, drogas, crimen, etc. Pero justo en
ese momento, surgió una nueva economía.
Fue impulsada por la financiarización, la
globalización y, por lo tanto, por un fuerte
aumento en la necesidad de conocimiento
especializado sobre toda la diversidad de
economías del mundo.
Cuando las empresas intentaron entrar en el
mercado global ―y necesitaban operar en
muchos países, cada uno con modos
económicos específicos―, descubrieron que
no podían producir todo el conocimiento
dentro de la empresa (asesoramiento legal,
opciones de inversión, etc.). Esto llevó a un
enorme crecimiento de firmas altamente
especializadas que podían ofrecer lo que
necesitaba una compañía global. A esto lo
denominé la «economía intermedia».
Por ejemplo, una empresa transnacional de
hoy puede necesitar comprar una amplia
gama de elementos de conocimiento muy
específicos, pero parciales, de los diversos
países del mundo: 15 horas de contabilidad de
Mongolia, 20 horas de asesoramiento legal de
Londres, etc.
Esto condujo a un nuevo tipo de economía en
las principales ciudades, a las que
llamé ciudades globales. El sello característico
de estas ciudades es que el sector intermedio
comprende cientos de empresas altamente
especializadas que podrían brindar todo el
conocimiento y el asesoramiento que las
empresas globales necesitan para operar a
nivel mundial. Uno de los efectos fue el uso
masivo de más y más espacio, no solo para
oficinas elegantes, sino también para
viviendas de alta gama, restaurantes, tiendas,
hoteles y, sí, ¡todos esos ordenadores que
nunca dejan de funcionar!
Es este sector intermedio el que se ha
expandido en las principales ciudades y ha
creado una fuerza de trabajo de ingresos
extremadamente elevados y una vasta
expansión de viviendas, oficinas, restaurantes,
tiendas y hoteles muy caros; en definitiva:
transformó las ciudades. Esto ha llevado al
crecimiento de un nuevo tipo de clase media
con mucho dinero, muy cosmopolita y que
viaja mucho.
Vemos este tipo de mundo de alta gama no
solo en muchas ciudades de estilo occidental,
sino también en las principales ciudades de
China, y enTokio, Mumbai, Bangalore, Nairobi,
Buenos Aires, etc. El resto de estas grandes
ciudades pueden ser en gran medida pobres y
degradadas, pero ese núcleo que acoge
empresas, residencias, hoteles, etc. de alto
nivel, es una característica fundamental del
problema urbano actual.
Vale la pena recordar que, en la década de los
ochenta del siglo pasado, con el auge de la
digitalización, muchos expertos predijeron que
las ciudades serían cada vez menos
importantes, ¡bueno, pues no!
Más aún, este enriquecimiento de las
principales ciudades también ha desplazado
los oficios más tradicionales de una modesta
clase media ―contables, maestros, médicos,
etc.― que ya no pueden permitirse vivir en las
áreas centrales de las principales ciudades, y
que ha desplazado a enfermeras, maestros,
bomberos y policías, lo que significa que los
gobiernos municipales ahora tienen que pagar
más dinero por estos trabajadores esenciales.
Además, también está el mundo de las altas
finanzas que conforma nuestras ciudades, ya
que no solo financiariza materiales, sino
también edificios. Usando sus algoritmos, un
edificio, un piso, incluso un cuarto de baño,
pueden convertirse en valores respaldados por
activos, un proceso invisible para el residente
urbano medio. Incluso algunos de los edificios
vacíos de la ciudad pueden estar generando
ganancias si funcionan como un valor
respaldado por activos.
En la crisis de las hipotecas de alto riesgo
observamos esta modalidad cuando la curva
se volvió negativa. Pero a pesar de que
muchas familias se declararon en bancarrota
junto con algunas empresas que siguieron
jugando y, por lo tanto, se vieron afectadas
por la crisis financiera, otras no se
entretuvieron a la hora de extraer riqueza y
siguieron adelante.
Muchas empresas financieras europeas y
estadounidenses ganaron mucho dinero con
dichos valores respaldados por activos, y con
el apoyo de la Reserva Federal ―insuflando
cantidades exorbitantes en el sistema
bancario para su rescate―, se evitó la
quiebra, sobrevivieron y remontaron.
Leer más: Roma: poder financiero contra una
ciudad de solidaridad
Las ciudades, a su vez, también se vieron
afectadas. En Italia, un conjunto de ciudades
quebraron a la vez a mediados de 2018:
resultó que a todas les habían vendido un
derivado concreto, no un préstamo. Lo
sorprendente es el tiempo que ha tardado la
gente en darse cuenta de la forma en que las
ciudades se han financiarizado e involucrado
en préstamos incobrables. El primero de estos
casos se hizo famoso: el condado de Orange,
California, hace 20 años, pero no aprendimos
de él.
NB: ¿Dónde están las posibles fracturas o
debilidades del poder financiero?
SS: Las finanzas son como una mina: se
extraen y, finalmente, no queda nada por
extraer. Por eso digo que funciona como una
curva. Existen límites a cuánto puede extraer
el sector financiero, pero cuando las
autoridades públicas se dan cuenta de los
costes, el sector ya ha extraído mucho y
puede seguir adelante.
En este momento, la pregunta es: ¿cuál será
la próxima gran área de extracción? ¿Qué
queda por financiarizar? Los valores
respaldados por activos siguen siendo
populares, al igual que la especulación sobre
la vivienda. China es otra gran área para
financiarizar, pero no está claro qué
trayectoria seguirá. Además, hay un poco de
inmovilidad en el sistema y la sensación de
que no todo va bien. No me atrevería aún a
aventurar qué vendrá después.
En cuanto a las ciudades, también, hay
fracturas. Una ciudad es un sistema abierto,
pero complejo, con extraordinarias
combinaciones económicas, sociales,
religiosas y culturales. Es una especie de
“sistema de frontera” donde los actores de
diferentes mundos pueden encontrarse, por lo
cual no hay reglas fijas de cómo relacionarse.
En muchas grandes ciudades, un número
creciente de las modestas clases medias, por
ejemplo, son empujadas cada vez más hacia
la periferia. Pero la gente siempre ha utilizado
las ciudades también para movilizarse y
construir contrapoderes, por ejemplo, las
luchas de los «chalecos amarillos» en toda
Francia. Creo que es un momento de
inestabilidad, en el cual esa inestabilidad es
bienvenida, siempre que tomemos en cuenta
los inmensos poderes que he descrito antes.
NB: ¿Cómo podría la ciudadanía
recuperar el control democrático sobre
las finanzas?

SS: Para abordar estratégicamente el poder


financiero es bueno recordar que tiene un
componente material; no es totalmente
abstracto. Por ejemplo, sabemos que hay
edificios vacíos propiedad de bancos o
corporaciones, y al mismo tiempo, tenemos
una gran crisis de la vivienda y precios
exorbitantes. Por lo tanto, el entorno
construido en nuestras ciudades nos brinda
una plataforma para hacer demandas, para
protestar, una oportunidad para expresarnos.
Los medios de comunicación y los políticos
han ignorado las profundas transformaciones
en las finanzas, por no mencionar el escándalo
en los Estados Unidos sobre las enormes
cantidades de dinero que se destinaron
a los bancos a través del rescate, mientras
que 14,5 millones de familias perdieron sus
hogares. El Congreso de los Estados Unidos ha
resultado incompetente en este tema. Ha
invitado a los directivos de las firmas
financieras a que informen de lo que están
haciendo, quienes, a su vez, lo explican de
maneras que los políticos no entienden, pero
simulan que les siguen para no parecer
estúpidos, y luego tan solo aceptan lo que los
directivos les dicen.
Nuestras economías se han vuelto tan
complejas que los ciudadanos y las
ciudadanas necesitamos asegurarnos de que
entre nuestros políticos siempre haya expertos
de los temas principales que deben abordarse,
desde el medio ambiente a las finanzas. En
todos los niveles políticos ―municipal,
provincial, estatal e internacional―
necesitamos personas comprometidas con
conocimientos, o dispuestas a adquirirlos, de
los problemas complejos de las democracias
actuales, incluidas las finanzas y el medio
ambiente. Necesitamos expertos que puedan
mantenerse al día de las extraordinarias
innovaciones, no solo financieras, sino
también médicas y biológicas, que sean
capaces de asesorar y que no les paguen las
mismas empresas que se benefician de estos
productos, como es habitual en los Estados
Unidos.
Podemos aprender de experiencias como la de
los holandeses que investigaron los abusos de
los fondos de pensiones: hicieron los deberes
y recuperaron la mitad de sus pérdidas.
Lo que está claro es que nuestro modelo no
funciona. Las tendencias de globalización,
desregulación y financiarización promulgadas
en la década de 1980 están instaladas en el
Norte y el Sur. Un ejemplo ilustra el problema:
la historia de Flint, en el estado de Michigan,
donde todavía hoy sus habitantes beben agua
contaminada años después de que esta
situación se hiciera pública.
Como ciudadanos y ciudadanas tenemos
mucho trabajo que hacer. Hemos delegado
demasiado, nos hemos fiado de los expertos y
hemos terminado en una relación abusiva.
Necesitamos desarrollar nuestros propios
conocimientos.
Sobre la autora
Saskia Sassen
es profesora de Sociología y ocupa la cátedra
Robert S. Lynd en la Universidad de Columbia.
Su último libro es Expulsiones: complejidad y
brutalidad en la economía global. Katz
Editores (2015), traducido a 15 idiomas.
Traducción al español: Nuria del Viso (FUHEM
Ecosocial)
Este artículo forma parte del informe Estado
del poder 2019, editado en español
por Transnational Institute, Fuhem
Ecosocial y Attac España.

https://www.fuhem.es/estado-del-poder-2019/altas-finanzas/
La lucha
contra la
banca
Miradas sobre el poder
financiero desde los
movimientos sociales
Entrevista con Simona Levi, Alvin
Mosioma y Joel Benjamin

Este artículo forma parte del informe Estado


del poder 2019, editado en español
por Transnational Institute, Fuhem
Ecosocial y Attac España.
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Día a día, son innumerables los y las activistas


que se dedican a luchar contra el poder
financiero en todo el mundo. Son pocos los
que tienen conocimientos financieros; más
bien son ciudadanos que, gracias a sus luchas,
han llegado a entender el poder financiero
más que muchos académicos.
El Transnational Institute (TNI) ha tenido el
privilegio de hablar con tres activistas que
luchan contra el cartel bancario: una directora
de teatro en España, un líder por la justicia
fiscal de Kenia y un activista local del Reino
Unido, para que nos cuenten sus luchas y
compartan una mirada que debería resultar
enormemente relevante para quienes
defendemos un mundo más justo y sostenible.
Simona Levi, directora de teatro y artista,
vive en Barcelona. Junto con su grupo Xnet,
consiguió que se sentenciara a prisión a
Rodrigo Rato, exjefe del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y alto ejecutivo de Bankia,
y a otras 17 personas por delitos financieros y
el papel que desempeñaron durante la crisis
económica en España.

Alvin Mosioma vive en Nairobi y, junto con


otras personas, consiguió detener un tratado
entre Kenia y las Islas Mauricio relativo a la
evasión fiscal. Contribuyó a organizar el
primer Foro Social Mundial en Kenia y es el
director ejecutivo y fundador de la Red Justicia
Fiscal-África.
Joel Benjamin vive en Londres. Gracias a su
trabajo en Debt Resistance UK ha un gran
número de préstamos tóxicos vendidos de
manera fraudulenta a las autoridades locales y
ha promovido una gran cantidad de demandas
colectivas, preguntas parlamentarias y una
cobertura mediática muy amplia.
¿En qué campañas sobre temas
financieros estás participando
actualmente?
Alvin: Nuestro trabajo persigue garantizar que
las finanzas funcionen para la gente. En otras
palabras, que los que tienen más ingresos
contribuyan al bienestar social y a los
servicios públicos a través de los impuestos.
Actualmente estamos implicados en dos
campañas. En 2015, lanzamos una campaña
denominada Paremos la Sangría (Stop the
Bleeding), que estaba centrada en la evasión
fiscal por parte de las empresas
transnacionales. Nuestro mensaje era sencillo:
el continente africano no es pobre, pero se
está desangrando a través de un sistema
financiero que permite que los recursos se
vayan fuera de él.
Actualmente también estamos luchando
contra las propuestas para crear un centro
financiero internacional en Nairobi. Esto es
resultado de los intentos que están llevando a
cabo en Kenia para aprovechar su fuerte
posición financiera en África oriental e intentar
facilitar las inversiones en la región. Existe un
gran riesgo de que se cree un nuevo paraíso
fiscal como en las Islas Mauricio y Dubai, lo
cual tendría un impacto muy negativo sobre la
economía y la región de Kenia. De hecho, los
principales consejeros del proyecto son de
la City londinense y, según sus declaraciones,
está bastante claro que esto es lo que quieren
que ocurra.

Joel: Durante los últimos cinco años, mi


principal preocupación ha sido una campaña a
favor de que se realizara una auditoría
ciudadana de la deuda de los ayuntamientos.
En concreto, estamos fijándonos en los
préstamos ofertados a las autoridades
municipales, conocidos como préstamos
“opción prestamista, opción prestatario”
(LOBO, por sus siglas en inglés).
Estos préstamos de alto riesgo y
extremadamente caros se vendieron
indebidamente a las autoridades locales y
dieron lugar a 220 víctimas y una deuda total
de 660 000 millones de libras esterlinas.
Existe un evidente paralelismo con los
mercados de las hipotecas de alto riesgo.
Un lobo del Royal Bank of Scotland con préstamos LOBO visita el Ayuntamiento de Edimburgo en 
2016. Fuente: Debt Resistance UK

Simona: Para derribar a estos banqueros


creamos una plataforma llamada
15MparaRato. Lanzamos nuestra campaña en
2012, después del primer rescate bancario en
España. El origen está en un gráfico que vi en
un periódico, que mostraba cómo la mitad del
rescate iba únicamente a un banco, Bankia
(5000 millones de euros de un total de 10 000
millones de euros), y que se deberían haber
destinado a políticas de bienestar y a
necesidades sociales.
El presidente de este banco era el exministro
de Economía y director del FMI, Rodrigo Rato.
No podíamos permitirlo. Así que nos pusimos
en marcha con cuatro objetivos. El primero,
recuperar el dinero del rescate para quienes
perdieron sus inversiones. El segundo, llevar a
los responsables ante la justicia. El tercero,
terminar con la impunidad de los crímenes
financieros. Y el cuarto, mostrar que los
responsables particulares no eran criminales
aislados, sino parte de todo un sistema para
quedarse con el dinero de la gente.
Lanzamos nuestra campaña sin datos, solo
con la certeza de la existencia del rescate de
un banco y la convicción de que sus
banqueros eran los responsables. Solicitamos
una investigación legal, iniciamos una
demanda colectiva y comenzamos con
nuestras propias investigaciones a través de
una petición de microdonaciones y
proporcionando medios seguros para recibir
información de denunciantes anónimos. En un
año, ya habíamos conseguido información
suficiente sobre cuentas falsas y ventas
indebidas deliberadas de productos de alto
riesgo a los clientes.

Cuéntanos tu mayor éxito hasta la fecha.


¿Por qué crees que tuviste ese éxito?

Simona: Nuestra campaña tuvo mucho éxito.


No solo conseguimos poner a Rodrigo Rato y
otras 17 personas en la cárcel, sino que
también hemos recuperado parte del dinero y
hemos mostrado a la gente que este tipo de
corrupción era sistémica. Creo que una
decisión táctica fue la de ir a por los que
estaban arriba y no a por todo el banco.
Muchos activistas decían que la crisis era
responsabilidad del sistema. Estoy de acuerdo
con que es importante mantener una visión
global siempre, porque necesitamos una
visión sobre la situación en la que nos
encontramos, pero sentíamos que era
necesario que nos centráramos en una
persona y Rodrigo Rato era el objetivo ideal.
Rato representaba todos los aspectos del
sistema financiero, era el director de Bankia,
uno de los primeros en ser rescatados, fue
ministro de Economía, director del FMI y formó
parte de un plan fraudulento para vender
productos financieros tóxicos solo a gente
pobre.

Gráfico de Facebook de la campaña: ¿Esto es un saqueo? No, es el mercado, amigo… (Rodrigo Rato)
Él representaba la puertas giratorias entre el
ámbito privado y el público, un sistema creado
para robarnos. Se le mencionaba
frecuentemente como futuro ministro, la
personificación del “milagro español” desde la
derecha, así que era el perfecto conector para
desvelar toda la crisis.
Así que centramos la campaña en llevarlo ante
la justicia. Algunos activistas y
machoexplicadores se opusieron a nuestra
campaña. Sin embargo, en el arte de la guerra
hay que abordar un objetivo alcanzable cada
vez. En primer lugar, porque teníamos muchos
enemigos, así que tuvimos que ser realistas. Y
en segundo lugar porque aunque
necesitábamos dedicar tiempo a analizar la
situación, a la vez tuvimos que utilizar tácticas
y objetivos concretos, como hace la guerrilla.
En tercer lugar, como se pudo probar, vas a
por uno para atraparlos a todos. Conseguimos
tener a 60 personas encausadas de todos los
partidos políticos, incluido Podemos.
Alvin: En Kenia, una de las victorias que
conseguimos fue cuando fuimos a juicio en
2014 para demandar al Gobierno por su
acuerdo sobre doble imposición con las Islas
Mauricio. Consiste en un acuerdo que firman
dos países y que permite que las empresas
que operan en dos jurisdicciones distintas no
sean gravadas fiscalmente dos veces. Nos
dimos cuenta de que, por la forma en que
estaban diseñados estos acuerdos, al final las
empresas terminan siendo doblemente no
gravadas, o sea que no pagan impuestos en
ninguno de los dos países.
Por ejemplo, tienes una empresa británica que
quiere trabajar en Kenia, pero se domicilia en
las Islas Mauricio, con lo que aparece como
una empresa de las Islas Mauricio y esto
significa que no paga impuestos sobre los
beneficios del capital en Kenia, pero, de
hecho, tampoco los paga en las Islas Mauricio.
Este tratado no solo lo promovieron los
inversores extranjeros, sino también una élite
financiera keniata que les habría permitido
mover sus inversiones fuera del territorio
(offshore).
Gracias a nuestro trabajo, conseguimos parar
el tratado y visibilizar el problema, ayudados
por la cobertura que supusieron los Papeles de
Panamá. Hace falta mucha educación y
formación, ya que los temas financieros son a
menudo muy complejos. Intentamos
desmitificarlos e identificamos oportunidades
concretas para el cambio dependiendo del
contexto, de los países, de los acuerdos
constitucionales…trabajando con miembros
concretos del Parlamento, con los medios de
comunicación, etcétera.
Rueda de prensa de Red Justicia Fiscal­África en 2015 para alertar sobre los peligros del tratado fiscal 
entre Kenia y las Islas Mauricio.
Joel: Ha habido muchas victorias a lo largo del
camino y estas han ido viniendo en olas, pero
creo que la primera sucedió cuando un
programa de investigación de televisión del
canal C4, Dispatches, produjo un documental
en julio de 2015 sobre los préstamos LOBO.
Esto condujo a una pregunta parlamentaria
sobre el tema, aunque se cerró sin ninguna
investigación seria y sin que se le diera ningún
tipo de seguimiento.
En febrero y marzo de 2016, gracias a la
publicación de una carta conjunta de los
diputados John McDonnell, Caroline Lucas y
cerca de 30 concejales de administraciones
locales, conseguimos la cobertura
del Financial Times, del Evening
Standard y The Independent, que condujo a
una petición de investigación de un comité del
Ministerio de Hacienda.
Otro momento afortunado, más local, fue
cuando decidimos centrar nuestra atención
sobre uno de los municipios más pobres del
Reino Unido, Newham, en el Gran Londres, con
tasas altísimas de pobreza infantil y carencias
sociales. Newham fue sede de los Juegos
Olímpicos en 2012 y, sin embargo, el
crecimiento económico pasó de largo, en
parte por los 80-90 millones de libras
esterlinas dedicados a pagar los intereses
anuales de los préstamos del Ayuntamiento.
Esto equivalía al 120% de lo que la ciudad era
capaz de recaudar a través de los impuestos
municipales.
Nuestra campaña aprovechó los comentarios
de las personas que vivían en Newham sobre
lo que funcionaba y lo que no en su
comunidad. Estuvo centrada en la complejidad
de los créditos y, así, todo el mundo pudo
comprobar cómo se iba el dinero a los bancos
sin que nadie pudiera decir nada. Con esto se
consiguió más interés, más invitaciones a
reuniones y mayor cobertura de los medios de
comunicación local.
Tanto nuestro trabajo con tres concejales
como los tres años de campaña de lucha
contra la trayectoria financiera del alcalde
fueron factores decisivos para que este fuera
sustituido por Rokhsana Fiaz, la primera mujer
alcaldesa negra procedente de una minoría
étnica en Londres, en mayo de 2018, y que
prometió llevar a los bancos a los tribunales.

Desde tu punto de vista y tu experiencia


¿cuáles son los pilares del poder
financiero y por qué se ha hecho tan
poderoso?
Alvin: Creo que su poder proviene de que
permea todos los sectores. Vivimos tiempos
en los que todo está financierizado. Un
comerciante de materias primas o de petróleo
no solo vende petróleo, se enriquece a través
de la financierización: bonos, derivados y otros
tipos de instrumentos financieros. Hay gente
que está tomando decisiones que nos afectan
a todos y todas con solo pulsar un botón.
Esto hace que el sector financiero sea proclive
al abuso y sea muy poderoso, como pudimos
comprobar claramente en la crisis posterior al
2008. Su poder proviene de cómo está
organizado globalmente y cómo sus interesen
están concentrados. El sector bancario es
oligopólico, lo cual le ha proporcionado un
enorme poder para determinar la dirección de
las políticas, y no precisamente hacia el bien
común.
Esto se hace evidente en las puertas giratorias
entre las finanzas y los Gobiernos. Los
ejecutivos entran en política y, después,
vuelven a los negocios. Esto hace que haya
demasiada interferencia de poder entre el
sector empresarial y la política, dejando los
intereses de la ciudadanía totalmente al
margen.
El sector bancario es oligopólico, lo cual le ha
proporcionado un enorme poder para
determinar la dirección de las políticas, y no
precisamente hacia el bien común.
Simona: Soy una buena activista, pero no soy
experta en finanzas. Sin embargo, el contexto
nacional determina la manera en que
debemos luchar. En España, la corrupción está
claramente enraizada en los partidos políticos,
incluidos los de izquierda; es un tipo de
política mafiosa, pero no está afianzada en la
población. Por el contrario, en Italia, la
corrupción funciona más como un ecosistema
en el que se puede beneficiar más gente. Los
políticos intentarán implicar a la gente para
atarles a las estructuras de poder.
Pero en ambos lugares, el poder financiero se
sustenta sobre una relación extractiva que
trata a la gente como materia prima y que
canaliza dinero hacia la cúpula de las puertas
giratorias de las finanzas y el poder político.
Bankia, el banco de Rodrigo Rato en España,
es el ejemplo típico. Es una institución
financiera mixta, público-privada, que cuenta
con representantes políticos y la mitad de su
dinero va a los políticos. Opera como una
mafia y no lo digo metafóricamente.
Joel: El poder político de las finanzas es
crucial. El Ayuntamiento de Londres tiene
varios cientos de lobistas que promueven
constantemente sus intereses. Si esto lo
comparamos con las ONG que tienen muy
poco personal, vemos que no hay una
situación de igualdad. Se da continuamente:
un fenómeno de puertas giratorias entre las
empresas de auditoría, los bancos, los
políticos y los medios de comunicación.
Tomemos como ejemplo el caso de Rona
Fairhead. Era directora del banco HSBC,
después pasó a ser presidenta de BBC Trust, el
órgano de gobierno de este medio y,
actualmente, es ministra de Comercio del
Gobierno. Su trayectoria, desde la banca a los
medios de comunicación, no es poco habitual
y permitió que los intereses bancarios
defendieran los servicios financieros en un
momento en el que eran considerados
públicamente como tóxicos. Es una cuestión
de intereses de la élite protegidos por los
intereses de las élites.
Rona Fairhead en la fiesta de verano del Financial Times, con Marcus Agius de Barclays, y Glen Moreno,
de Pearson. Fuente: Financial Times/CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
La gran banca posee un mercado cautivo de
políticos, medios de comunicación y auditoras.
Las empresas auditoras ganan más dinero
auditando a los bancos que a los
Ayuntamientos y ganan más asesorando sobre
cómo evadir impuestos que auditando las
cuentas de las empresas. Los funcionarios no
solo forman parte del engranaje de un sector
financiero donde incluso los auditores son
cómplices, sino que no quieren admitir su
responsabilidad ni sus errores. Por lo tanto,
nadie está dispuesto a decir que existe un
problema y se está más preocupado en
mantener la reputación que en proteger y
servir el interés público.
Esto significó que, en las elecciones generales
de 2015, siete años después de la crisis, ni un
solo partido político en el Reino Unido hablara
seriamente sobre políticas de reforma
financiera. Es un tema vetado.
Por este motivo, nos hemos visto obligados a
utilizar cualquier herramienta a nuestra
disposición para romper este poder: auditorías
ciudadanas propias, redes sociales,
parlamentarios aliados, etcétera. De vez en
cuando, conseguimos el interés de los medios
y avanzamos; después, la puerta se vuelve a
cerrar de un portazo.

¿Qué podemos hacer como activistas


contra la complejidad y la opacidad de
las finanzas?
Alvin: La opacidad y el secretismo son la
sangre del sistema financiero actual. Estoy
convencido de que los complejos instrumentos
que solo entienden los que están dentro
consisten en un esfuerzo deliberado para
evitar la regulación. Sin embargo, la cuestión
no es únicamente cómo regularlos, sino
también qué sucede con la voluntad política
para hacerlo.
Si observamos los Estados Unidos, cómo las
finanzas y el dinero dominan las elecciones y
determinan la capacidad para legislar, puedes
ver hacia adónde vamos en África. Las puertas
giratorias y el oligopolio político financiero se
están afianzando cada vez más.
La pregunta del millón es cómo superamos
esto. Sin embargo, si la opacidad es uno de los
ejes del sistema, una de las respuestas clave
es arrojar más luz sobre las oscuras salas y las
aguas turbias de las finanzas. Por tanto, la
transparencia es clave.
Existen soluciones sencillas con efectos muy
poderosos como, por ejemplo, solicitar a las
empresas que hagan públicas sus estructuras
de propiedad, de manera que podamos ver
quién se está beneficiando con ellas.
Asimismo, podemos invertir en el
fortalecimiento institucional de autoridades
reguladoras que garanticen una supervisión,
sean estas comités parlamentarios,
autoridades reguladoras u oficinas de
auditoría general de cuentas. El problema es
que, muchas veces, estos organismos están
disparando contra un objetivo que se está
moviendo continuamente: los financieros
contratan a los mejores cerebros para escapar
a la regulación, con lo que estamos
continuamente jugando a atrapar al otro.
Simona: Yo no sé nada de finanzas, pero este
no es un sistema que no podamos
comprender. De hecho, la mayoría de las
personas que se dedicaron al expolio de
fondos públicos lo entienden mucho menos.
En España, para ser banquero, solo tienes que
haber nacido en una familia de banqueros.
En 2013, como parte de la investigación,
recibimos una filtración de 8000 correos
electrónicos denominados “Tarjetas black de
Blesa”, que probaban que los ejecutivos del
banco utilizaban tarjetas de crédito de la
empresa no solo para bienes de lujo y
vacaciones, sino también para pagar a los
políticos y a los líderes sindicales todos los
partidos y en todos los sectores.
También demostraban que muchos ejecutivos
de la banca no entendían muy bien los
balances. Y estaban ciegos ante la crisis que
ellos mismos estaban provocando. De nuevo,
en los correos Blesa es difícil encontrar
referencias a la palabra “crisis”. Era más fácil
escuchar esa palabra en una hora en cualquier
bar de España que en sus conversaciones.
Parodia de la tarjeta opaca de Blesa
Hace poco, hemos representado una obra de
teatro en que utilizamos las mismas palabras
encontradas en los correos electrónicos, y la
han visto decenas de miles de personas.
Incluso con distintos niveles de conocimientos,
nadie tiene ningún problema para entender
qué es lo que pasó.
Joel: Yo tampoco era un experto en finanzas.
Tuve que aprender por mí mismo sobre
créditos y préstamos. Me asesoraron expertos
financieros, que me ofrecieron su tiempo. Esto
nos ayudó a superar el primer nivel, en el que
simplemente estábamos intentando encontrar
información sin saber exactamente qué
debíamos preguntar.
Nos llevó seis meses de experimentación, de
ensayo y error, antes de que supiéramos
plantear las cuestiones clave para las
peticiones que presentamos en el marco de la
ley sobre libertad de información. Pero una
vez encontradas, fuimos capaces de empezar
a obtener y publicar los contratos de créditos
bancarios en una base de datos de código
abierto y, más tarde, esos datos fueron el
punto de partida de la campaña de Debt
Resistance UK en 2014.

¿Por qué no hemos conseguido controlar


los poderes financieros, incluso después
de la crisis de 2008? ¿Dónde debería
centrar sus esfuerzos el activismo?
Alvin: Creo que la razón de que el sistema
financiero se haya mantenido intacto es que
no hemos roto con las dinámicas de poder que
informan y marcan la dirección en materia de
políticas. No hemos acabado con la relación
incestuosa entre las finanzas y la política. Este
debe ser nuestro objetivo principal.
Si te fijas en los países en los que las finanzas
tienen menos influencia sobre los políticos y
sus políticas, es allí donde esta relación está
más separada. Necesitamos separar al
máximo estas dos instituciones para debilitar
su poder de organización. Esto significa que
debemos trabajar para detener a los bancos
que son “demasiado grandes para quebrar”,
por ejemplo, o impedir que los políticos
puedan trabajar en el sector privado durante
periodos de tiempo previos o posteriores a su
mandato político, haciendo que los partidos
políticos tengan la obligación de hacer
públicas sus fuentes de financiación.
Si no debilitamos esa influencia que tienen
sobre la vida política, tendremos muy pocas
oportunidades, tanto en África como en el
resto del mundo.
Joel: Algo que puede cambiar las reglas de
juego podría ser que la ciudadanía consiguiera
tener el derecho de acceder y revisar
cualquier contrato que firme el Estado. Esto
podría llevar a cambios en las empresas
auditoras, empezar a luchar contra las
externalizaciones (que van de la mano de la
financierización), y confrontar el poder de los
grandes monopolios. Tenemos una
oportunidad, dados los enormes fallos que han
cometido las empresas auditoras ―como en el
caso reciente de Carillion, en el Reino Unido―,
para poder conseguir este tipo de cambios.
Otro tema al que deberíamos prestar atención
es la aplicación y el fortalecimiento de la
obligación de la UE de aplicar la norma sobre
la buena fe, que debería imponerse en todos
los acuerdos entre las empresas financieras y
sus clientes. Londres es una potencia mundial
en el ámbito financiero y la gente de por
sentado, erróneamente, que los productos que
allí se venden de buena fe; sin embargo,
desde el punto de vista legal, toda la
responsabilidad recae sobre el comprador. Es
un sistema financiero perfecto para abusar de
los clientes menos poderosos y conocidos.
Hasta que no dispongamos de una ley
igualitaria y se hagan valer los derechos de la
gente en el ámbito financiero, seguirán
cometiéndose abusos.
Simona: Lo primero que debemos hacer es
desmantelar el formato y la estructura de los
partidos políticos. Todos los partidos, incluido
Podemos, son clientelistas y desempoderan a
la gente, piden apoyo a cambio de favores. Si
insistimos en tener un intermediario entre la
ciudadanía y el poder, las democracias no
mejorarán y continuarán siendo un ejemplo de
tráfico de influencias.
También debemos promover un plan para que
la ciudadanía controle los flujos financieros.
Introducir un sistema de democracia
transparente dentro de nuestro sistema
financiero que permita un control entre pares
de los flujos financieros. Existen algunas
campañas importantes sobre este tema, que
se centran en investigar cómo la riqueza
―como en el caso de los flujos que van hacia
las empresas multinacionales― debería tener
los mismos controles y transparencia que los
Estados y los municipios en la gestión de los
recursos financieros.
Si insistimos en tener un intermediario entre
la ciudadanía y el poder, las democracias no
mejorarán y continuarán siendo un ejemplo de
tráfico de influencias.
Cuando luchemos en estos ámbitos, debemos
ser más astutos y menos ingenuos. El dicho
“El pueblo unido jamás será vencido” es una
gran mentira. La verdad es que cuando
crecemos y nos unimos a otros, siempre
somos vencidos. La unidad termina
contaminando a los movimientos, destruyendo
proyectos, conduciendo a plataformas que son
un 90 % basura y mierda. Es mucho mejor
trabajar en grupos pequeños, para ser
inteligentes, para colaborar siempre, pero
nunca unirnos hasta que no estemos
completamente seguros de que hemos
conseguido la unanimidad. Tenemos que
acabar con el mito de la unidad, que casi
siempre termina en divorcio y nada más.

¿Cómo podemos transformar el sistema


financiero de forma que esté realmente
al servicio de las personas y el planeta?
Alvin: Debemos reimaginar el papel del
Estado y el papel de los negocios. Debemos
darle la vuelta a la idea neoliberal de que los
Estados están para servir a las empresas. Los
negocios existen para servir a la humanidad.
Esto exige un cambio total de paradigma.
No hemos sido lo bastante resueltos. Quizá
porque tras el derrumbe de la Unión Soviética
y el triunfo del orden capitalista, nos
resignamos a la narrativa de que “no hay
alternativa”. Hemos visto a países que han
intentado hacer un ejercicio de reimaginación
y que ahora están sufriendo una enorme
reacción a causa del gran poder que ejercer el
capital sobre la política.
Sin embargo, hasta que no cambiemos el
relato e imaginemos un sistema mundial
reconfigurado y diseñado para servir a la
humanidad (en vez de a las empresas),
estaremos únicamente rascando la superficie.
Quizá algunas veces dando dos pasos
adelante, pero luego cinco atrás.
Puede que esto no suceda hasta que volvamos
a sufrir otra gran crisis. Sin embargo, también
veo indicios de cambio. Incluso en
instituciones que han sido abanderadas del
pensamiento neoliberal, como el FMI o el
Banco Mundial, parece que están tomando
conciencia de los costes del sistema. Se están
viendo obligados a hablar un nuevo idioma.
Me esperanza ver la luz al final del túnel.

Traducción al español: Javier Ramírez (FUHEM


Ecosocial)

https://www.fuhem.es/estado-del-poder-2019/la-lucha-contra-la-banca/

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