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El insólito ladrón de
talentos
Hubo una vez un troll malvado que tenía el sueño de ser el mayor artista
necesitó crear una obra para ganar tal fama que comenzó a recorrer
nada.
Sin embargo, años después, durante uno de sus viajes, el troll se
dedicárselas a su amada. Pero cuando las mostró ante todos, eran tan
no consiguió nada. Su varita estaba tan polvorienta y seca por falta de uso
magnífico.
Hasta que un día el anciano mago, sintiéndose ya muy débil, suplicó al troll
que lo liberase.
anciano, sin decir nada, fue recorriendo la cueva con calma, recogiendo
uno a uno los cientos de dibujos que cubrían el suelo. Luego, despacio y en
silencio, los fue colocando uno tras otro en la pared, justo en el orden en
lado a lado pudo descubrir cómo unos dibujos torpes y vulgares se iban
deseando que todos pudieran disfrutar aquel arte logrado con tanto
viajó por las cuevas y ríos del mundo modelando las rocas y
creando los paisajes más bellos que aún hoy se pueden encontrar
por muy bonitos que fueran todos aquellos colores, era imposible
revés...
encerró durante horas con sus pinturas. Cuando acabó, poco antes
Los dos mayores se miraron con una sonrisa: estaba claro que
poseer el más bello cuadro que pudiera hacerse de los paisajes de su reino.
pintor.
Y aquel laborioso pintor, que no era más hábil ni tenía más talento que
Había una vez un tigre sin color. Todos sus tonos eran grises, blancos y
Su falta de color le había hecho tan famoso, que los mejores pintores del
sobre su piel.
andaba por todas partes pintando alegremente con su pincel. Mejor dicho,
chiflado. Por eso les hizo tanta gracia a todos que Chiflus dijera que quería
oreja, al tiempo que movía su seco pincel arriba y abajo sobre el animal. Y
tonos más vivos que un tigre pueda tener. Estuvo Chiflus mucho
tiempo susurrando al gran animal y retocando todo su pelaje, que resultó
bellísimo.
Todos quisieron saber cuál era el secreto de aquel genial pintor. Chiflus
explicó cómo su pincel sólo servía para pintar la vida real, que por eso no
necesitaba usar colores, y que había podido pintar el tigre con una única
frase que susurró a su oido continuamente: "en sólo unos días volverás a