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ISSN 2007-1620

Humanitas
Universidad Autónoma de Nuevo León
Anuario del Centro de Estudios Humanísticos

Años 44, No. 44, Vol. IV


Enero-Diciembre 2017

Historia
ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS VILLISTAS
DESPUÉS DEL FRACASO MILITAR DE CELAYA.
EL CASO DE CUENCAMÉ, DURANGO

Daniel Rodríguez Barragán

Resumen: El texto analiza el proceso que se experimentó en la región


de Cuencamé, en el oriente de Durango, desde los últimos años del
porfiriato, hasta la década de los veinte. A lo largo de sus apartados, se
muestra la transformación económica de dicho territorio a partir de la
conectividad ferrocarrilera iniciada en 1892, el importante papel que
los contingentes de Cuencamé llevaron a cabo en la revolución como
parte de la División del Norte, y la manera en que, a partir de los
combates de Celaya en 1915, los sectores derrotados protagonizaron
una organización política sin precedentes en la entidad.

Palabras clave: revolución, comunismo, ferrocarril, terratenientes,


partidos políticos, Cuancamé

1. Cuencamé se transforma en el porfiriato


EL PUEBLO DE CUENCAMÉ OFICIALMENTE FUE FUNDADO EN 1566 por
Pedro de Espinareda, aunque ya existían noticias de españoles


Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Juárez del Estado de
Durango. Maestro en Ciencias y Humanidades con especialidad en Historia.
Universidad Juárez del Estado de Durango.

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asentados en la región desde años atrás.1 Junto a un pequeño


número de europeos la población originalmente estuvo
constituida, en su mayor parte, por indios zacatecos que
rápidamente asumieron un papel importante en la sociedad de
Cuencamé, debido a que durante el siglo XVII la región fue
frontera de los dominios españoles con grupos de indios
seminómadas que atacaban las posesiones de los peninsulares,
siendo los zacatecos soldados que ayudaban a repeler las
agresiones.2 Dicha defensa permitió que, con el paso del tiempo,
se pudieran fundar centros mineros y haciendas cada vez más
grandes.
Durante toda la etapa virreinal se vivió un importante
acaparamiento de la tierra en el oriente de Durango, en donde se
encuentra Cuencamé,3 como se muestra en el mapa 1, debido a
que la zona había formado parte del mayorazgo de San Pedro
del Álamo desde 1730, el que unas décadas después se unió, por
lazos matrimoniales de sus dueños, con el más grande latifundio
virreinal, el marquesado de San Miguel de Aguayo. Al entrar en
crisis al final de la guerra de independencia, dicho latifundio
poco a poco se fue fraccionando en grandes propiedades que
pasaron por diversas manos, tanto laicas como eclesiásticas que
dieron lugar a las haciendas4 de finales del siglo XIX.5

1
Favela González, Jaime (2011). Cuencamé, tierra de generales. México:
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Instituto de Cultura del Estado de
Durango, p. 12.
2
Gerhard, Peter (1996). La frontera norte de la Nueva España. México:
Universidad Nacional Autónoma de México, p. 238.
3
En el cambio del siglo XIX al XX Durango se dividía en partidos,
municipalidades y jefaturas de manzana; estableciéndose 43 municipalidades y 13
partidos, entre ellos el Partido de Cuencamé que al Norte colindaba con los partidos
de Nazas y Mapimí; al noroeste con el estado de Coahuila; al este con los partidos de
San Juan de Guadalupe, Nombre de Dios y el estado de Zacatecas; y al oeste con los
partidos de San Juan del Río y Durango, en cuanto a su división interna se encontraba
constituido por tres municipalidades: Cuencamé, Peñón Blanco y Santa Clara. “Ley
de División Territorial”, Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Durango,
Durango, 21 de diciembre de 1905.
4
A finales del siglo XIX y principios del XX la élite de terratenientes de
Cuencamé estaba formada por un puñado de familias, entre las que se pueden
mencionar los Curbelo, Nava, Santa Marina, Torres, Moller, Moncada, González
Saravia, Martínez del Río y López Negrete. Mientras que las principales compañías

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Daniel Rodríguez Barragán

Mapa 1 El Partido de Cuencamé en Durango

Elaboró: Daniel Guillermo Rodríguez Barragán.

De forma paralela a este proceso de fragmentación de los


grandes latifundios virreinales surgieron diversos núcleos
poblacionales, cuyos habitantes aprovecharon lo inexacto de los
límites entre las diversas propiedades para asentarse en las
fronteras de las haciendas que iban surgiendo. Estos centros de
población, en su mayoría tienen su origen en los presidios y
fortificaciones de defensa contra los indios seminómadas.

mineras en Cuencamé eran la de Peñoles, que controlaba el mineral de Pedriceña y la


American Smeltine and Refining Co. (ASARCO) que controlaba el mineral de
Velardeña, ambas empresas estadounidenses.
5
Para entender el proceso de acaparamiento de la tierra en el oriente de Durango
durante la época virreinal, véase Vargas-Lobsinger, María (1992). Formación y
decadencia de una fortuna: los mayorazgos de San Miguel de Aguayo y San Pedro
del Álamo 1583-1823. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

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A mediados del siglo XIX los pueblos6 que había en


Cuencamé, eran los pueblos unidos de Santiago y San Pedro
Ocuila, que se encontraban rodeados totalmente por el latifundio
de Atotonilco de Campa, perteneciente a Antonio Barrios, un
importante hacendado zacatecano,7 Cuencamé y Pasaje, que
estaban en la frontera entre Atotonilco de Campa y el latifundio
de Santa Catalina del Álamo, el cual era propiedad de una
compañía inglesa encabezada por el Conde de Kintoro,8 Santa
Clara, en la frontera entre el latifundio Juan Pérez de la familia
Moncada y el estado de Zacatecas;9 Peñón Blanco, rodeado
totalmente por Santa Catalina del Álamo,10 y Sauces de Salinas,
en la frontera entre Santa Catalina del Álamo y Juan Pérez.11
Los principales obstáculos que habían encontrado los
terratenientes y los dueños de los centros mineros de Durango,
desde la consumación de la independencia y hasta el inicio del
porfiriato, para posicionar sus productos en los mercados de
otras partes de México e incluso de otros países, habían sido las
malas condiciones de los caminos y la lejanía de los puertos.12

6
En la documentación de la época se hace referencia a estos núcleos de población
como pueblos, tanto los gubernamentales como los de las mismas comunidades.
Basaban su legitimidad en títulos primordiales otorgados durante la época virreinal,
siendo éste un elemento muy importante en su argumentación en los conflictos por
límites con los terratenientes durante el porfiriato, pero a excepción de Cuencamé,
Santa Clara y Peñón Blanco, ninguna comunidad pudo presentar nunca algún título
primordial original.
7
Villa Guerrero, Guadalupe (2010). Élites y revolución en Durango. México:
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, p. 29.
8
Torres, Elías (1921). Un llamamiento a la opinión pública con motivo de la
injusta resolución de la Comisión nacional agraria, que declaró propiedad de los
habitantes del Pasaje, los terrenos del que son legítimos dueños los señores Martínez
del Río. México: Imprenta comercial, p. 12.
9
Archivo General Agrario, en adelante (AGA), Expediente del pueblo de
Progreso, Cuencamé Durango, Fallo relativo a la dotación de ejidos del pueblo El
Progreso, 5 de junio de 1946, f 16.
10
Torres, Elías. Op. cit. p. 9.
11
AGA, Expediente del pueblo de Progreso, Cuencamé Durango, Fallo relativo…,
f 19.
12
Centro de Estudios de Historia de México del Grupo CARSO, en adelante
(CEHM), Fondo VIII-4, Serie 19, Caja 01, Boletín de la Sociedad Mexicana de
Geografía y Estadística. Informe acerca de la industria minera del estado de Durango,
24 de diciembre de 1850, 14.

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Daniel Rodríguez Barragán

Desde los años setenta del siglo XIX los terratenientes y


representantes de compañías mineras de Cuencamé, junto con el
resto de la élite política-económica de Durango,13 en la
búsqueda de incrementar al máximo sus ganancias, realizaban
esfuerzos por incluir a la entidad en el proceso que desde la
llegada de Porfirio Díaz a la presidencia se estaba desarrollando,
el cual consistía en consolidar la relación de México con los
mercados mundiales.
El Ferrocarril Central Mexicano, que conectó la Ciudad de
México con la ciudad de Paso del Norte (la actual Ciudad
Juárez) llegó a la Comarca Lagunera en 1883.14 Mientras que el
13
En el porfiriato la élite político-económica estaba constituida principalmente por
cuatro sectores que habían experimentado importantes inversiones desde el inicio del
régimen. En primer lugar los terratenientes de la entidad, además de los de Cuencamé
que ya se señalaron, se puede mencionar a las siguientes familias: Lavín, Luján,
Saldaña, Flores, Gómez Palacio, Fernández, Cobián, Cárdenas, entre otras. En
segundo lugar a los empresarios con importantes inversiones en el cultivo del algodón
y sus derivados en La Comarca Lagunera: la familia Gurza, la familia Bracho,
Santiago Prince, Luis Veyán, Miguel Torres, John F. Brittingham, Julio Hildebrand,
Rodolfo Williams, entre otros. En tercer lugar quienes ejercían el control del comercio
y la industria, principalmente textil, entre los que se puede mencionar a la familia
Stahlknecht, la familia Drünnert, Julio Hildebrand, Maximiliano Delius, Werner
Balsiger, Honorato Teissier, Calixto Bourillón, Luis Levy y Juan Leautaud Charpenel.
En cuarto puesto los que tenían el control de las inversiones en la minería,
principalmente estadounidenses, entre los que destacaban: John Sheppard
McCaughan, Addison Watson, Eduardo Hartmann, Santiago Hambleton, Arturo
Gregory, Herbert E. Hambleton, entre algunos más. Es importante mencionar que no
se limitaban estrictamente a la actividad en que se les engloba, sino que ésta era su
principal negocio, pero incursionaban en otros ámbitos, por ejemplo, el caso de
terratenientes que eran inversores en industrias algodoneras y compañías mineras.
Para estudiar a profundidad cada uno de estos sectores de la élite económica-política
de Durango, véase Miguel Vallebueno Garcinava, “Economía y negocios en el
Durango de los siglos XVIII y XIX”, en John M. Hart “Durango: el crecimiento del
capitalismo norteamericano durante el porfiriato” y María Guadalupe Rodríguez
López “Durango. Extranjeros y negocios. Atisbos de una modernidad”, todos se
encuentran en Historia General del Estado de Durango, III: Siglo XIX, coord. por
María Guadalupe Rodríguez López, (Durango: Instituto de Investigaciones Históricas
de la Universidad Juárez del Estado de Durango, 2013).
14
El 21 de abril de 1883 la empresa encargada de la construcción del Ferrocarril
Central Mexicano hizo llegar a la Secretaría de Fomento del gobierno federal los
estudios y el plano de 165 km comprendidos entre el número 585 y el 750 de la línea
de Paso del Norte hacia el sur, en donde definitivamente informaban que el ferrocarril
no atravesaría la capital de Durango, sino que habían decidido que las líneas férreas
que conectarían Chihuahua con Zacatecas atravesarían La Comarca Lagunera. Se

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Humanitas Historia

Ferrocarril Internacional Mexicano hizo su arribo a la ciudad de


Durango en 1892,15 cuyo tendido de vías al unir la capital del
estado con Torreón atravesó el Partido de Cuencamé, lo que no
sólo ocasionó júbilo en amplios sectores de la población,16 sino
que tuvo importantes consecuencias; una de las principales fue
la modificación de las relaciones otrora distantes entre los
actores locales y las autoridades nacionales, propiciando su
cercanía.
El tendido de la línea férrea entre Torreón y Durango no
atravesaba ninguna de las cabeceras de las municipalidades del
Partido de Cuencamé,17 pero sí llevó ramales y estaciones a los
principales latifundios como Santa Catalina del Álamo18 y

anunciaban dos posibles caminos para conectar Huejuquilla (actualmente Jiménez) en


Chihuahua con Fresnillo en Zacatecas, la línea occidental que proponía el camino
Huejuquilla-San Pedro del Gallo-Nazas-Pedriceña-Cuencamé-Fresnillo; y la línea
oriental que proponía el camino Huejuquilla-Distrito minero de Parral-Distrito de
Mapimí-Villa Lerdo-Fresnillo. Según el informe se habían decidido por la línea
oriental debido a la inclinación de pendientes que en ésta era de 26.4 grados por milla,
mientras que en el occidental era de 52.8 grados por milla, lo que volvía a la oriental
más barata y rápida en su construcción, a pesar de que se proyectaba que fuera entre
10 y 15 millas más larga que la occidental. “Parte Oficial”, Periódico Oficial del
Gobierno del Estado de Durango, Durango, 27 de mayo de 1883.
15
Arreola Valenzuela, Antonio (1992). Durango, más de un siglo sobre rieles.
Durango: Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Juárez del Estado
de Durango, p. 51.
16
Se realizaron festejos durante dos días para conmemorar la llegada del
ferrocarril a Durango, los cuales consistieron en recepciones en el Palacio Municipal y
el Palacio de Gobierno para las autoridades nacionales y los inversionistas
extranjeros, las autoridades eclesiásticas ordenaron el repique de las campanas de
todas las iglesias de la ciudad, mientras que para el convivio popular se llevaron a
cabo rifas, bailes, y espectáculos circenses y de bandas militares. Para saber los
detalles de las conmemoraciones y sus participantes, véase “Programa de las fiestas de
inauguración del Ferrocarril Internacional Mexicano en la ciudad de Durango”,
Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Durango, Durango, 9 de octubre de
1892.
17
Las estaciones en que se dividía el Ferrocarril Internacional Mexicano eran las
siguientes: Torreón, San Carlos, Loma, Chocolate, Trinidad, Huarichic, Pedriceña,
Aguavieja, Pasaje, Chupaderos, Yerbanís, Noria, Catalina, Tapona, Gabriel, Chorro,
Labor y Durango. “Ferrocarril Internacional Mexicano. Itinerario por su División en
Durango”, Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Durango, Durango, 16 de
noviembre de 1902.
18
Las haciendas del Partido de Cuencamé que eran atravesadas por el Ferrocarril
Internacional Mexicano, y que tenían estaciones dentro de su territorio fueron:

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Daniel Rodríguez Barragán

centros mineros importantes como Velardeña,19 por lo que, en


lugar de servir para el fácil traslado de pasajeros, se convirtió en
el detonante económico de la región. Con ello se lograba el
objetivo pensado por los terratenientes y representantes de
compañías mineras,20 quienes transformaron al Ferrocarril
Internacional Mexicano en el elemento que les aseguraba
convertirse en proveedores de materias primas para los
mercados en expansión.21
Otra importante consecuencia de la llegada del ferrocarril a
Durango fue que los latifundistas y representantes de compañías
mineras establecieron un contacto mucho más rápido y seguro
con los mercados fuera de Cuencamé, lo que los llevó a buscar
incrementar al máximo la explotación de los recursos naturales
en sus propiedades.22
Entre todos los proyectos llevados a cabo por los
terratenientes el principal ejemplo de esta industrialización

Sombreretillos, Atotonilco, Tapona, Juan Pérez, Santa Catalina, Álamo, Mercedes y


Pasaje, las últimos cuatro eran haciendas que integraban el latifundio de Santa
Catalina del Álamo.
19
Archivo Histórico del Estado de Durango, en adelante (AHED), Fondo
Secretaría General de Gobierno, Sección Siglo XIX, Serie Correspondencia de
Porfirio Díaz, Carta de Porfirio Díaz a Juan Manuel Flores, México, 7 de abril de
1892.
20
Archivo Porfirio Díaz de la Universidad Iberoamericana, en adelante (APD),
Legajo XIII, Documento 010694.
21
Arreola Valenzuela. Op. cit. p. 59.
22
En los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX los latifundios de
Cuencamé se dedicaban a la producción de maíz, frijol, guayule y la cría de ganado, y
en menor medida a trigo y algodón, lo que debió de reportar importantes ganancias si
se toma en cuenta que en el periodo de 1877 a 1910 la producción agrícola para la
exportación aumentó nacionalmente un promedio anual de 6.29%, siendo el sector
con más aumento de todo el porfiriato. Marco Bellingeri e Isabel Gil Sánchez, “Las
estructuras agrarias bajo el porfiriato”, en México en el siglo XIX (1821-1910), coord.
por Ciro Cardoso, México: Nueva Imagen, 1980, p. 324. En cuanto a la minería, ésta
experimentó un importante desarrollo en todo el estado, principalmente en los
partidos de Santiago Papasquiaro, Tamazula, San Dimas, Mapimí y Cuencamé, en
este último sobresalieron las negociaciones de Velardeña, El Socavón, The San
Domingo and Hay Tunnel Mining Co, San Mateo, La Verdosa y la Guardarraya.
Guadalupe Villa Guerrero, “La minería en la era de la paz y del trabajo”, en Porfiriato
y revolución en Durango, coord. por Gloria Cano Cooley y Mario Cerutti, Durango:
Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Juárez del Estado de
Durango, 1992, p. 91.

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generada en Cuencamé por el contacto con nuevos mercados lo


constituyó la represa Las Mercedes, construida a finales del
siglo XIX en tierras del pueblo de Pasaje por órdenes de los
Martínez del Río, dueños del latifundio de Santa Catalina del
Álamo, y que fue el reservorio para irrigación más grande de
México hasta la revolución.23
Esta forma acelerada de explotar los recursos naturales llevó
a incrementarse las tensiones entre trabajadores eventuales y
permanentes; entre terratenientes por aumentar su poder
económico y político; entre trabajadores de los centros mineros
y las compañías que los contrataban; y entre habitantes de
pueblos y latifundistas por los límites nada claros de las
propiedades, destacando los casos de Ocuila y Velardeña.

2. La lucha revolucionaria
A principios de enero de 1909, vecinos de Ocuila sorprendieron
a un grupo de trabajadores de Sombreretillos de Campa24
realizando labores de cercamiento en tierras en disputa; Manuel
Díaz, mayordomo de la hacienda, agredió a los vecinos con un
arma de fuego, por lo que fue detenido y entregado al jefe
político de Cuencamé, Felipe Alemán, quien lo dejó en libertad
después de que se retiró el grupo de Ocuila.25 La liberación del
mayordomo de la hacienda de Sombreretillos muestra la alianza
entre las autoridades del Partido y el grupo de los terratenientes
que ya se había presentado desde la segunda mitad del siglo
XIX.
La agresión de los peones contra los miembros de la
comunidad, claramente siguiendo órdenes de sus superiores, fue
a la vez un reflejo de la presión laboral generada por el aumento
23
David Walker, “El Durango posrevolucionario”, en Porfiriato y revolución
en…, p. 232.
24
En 1890 el latifundio de Atotonilco de Campa fue dividido entre sus dueños, la
familia Saravia se quedó con la parte sur y conservó el nombre de Atotonilco para su
propiedad, mientras que la familia López Negrete se quedó con la parte norte,
nombrando al nuevo latifundio Sombreretillos de Campa, heredando el conflicto con
los ocuilas. AHED, Fondo Secretaría General de Gobierno, Sección Siglo XX, Libro
del notario Ramiro de la Garza de 1890, 9.
25
Favela González. Op. cit. p. 60.

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de los trabajadores eventuales. Para 1910 catorce familias


controlaban 1,185,900 hectáreas, mientras que 6,500 personas
vivían en 8,200 hectáreas repartidas entre las tres cabeceras de
las municipalidades (Cuencamé, Peñón Blanco y Santa Clara) y
los pueblos unidos de Santiago y San Pedro Ocuila.26
El 20 de enero de 1909 ocurrió una emboscaba dirigida por
Manuel Díaz en contra de habitantes de Ocuila que intentaron
detener nuevamente la instalación de cercas en las tierras que
consideraban propias.27 Resultaron muertos dos habitantes del
poblado, por lo que los sobrevivientes del ataque, a los que se
sumaron hombres, mujeres y niños de Ocuila, la mayoría
armados con pistolas, rifles o simples palos y piedras, se
dirigieron a la cabecera municipal de Cuencamé, en donde
intentaron linchar al jefe político por haber dejado en libertad a
Díaz.
Felipe Alemán logró salvar la vida gracias a la intervención
de Severino Ceniceros,28 abogado y representante de los ocuilas
en su lucha legal, por lo que los pobladores se dirigieron a la
hacienda de Sombreretillos en donde al no encontrar a los
agresores, se disgregó la multitud.29

26
Pastor Rouaix (1929). Geografía del Estado de Durango. México: Secretaría de
Agricultura y Fomento, págs. 155-158.
27
Dicho cercamiento de las tierras era una condición común en los contratos entre
los terratenientes y las compañías que explotaban el guayule, quienes además exigían
el derecho de tránsito de sus animales de carga, así como acceso a las fuentes de agua
necesarias y a los depósitos para guardar la planta, además de la detención inmediata
de quien intentara robar el producto.
28
Severino Ceniceros había participado desde 1900 en su carácter de miembro del
Partido Liberal Mexicano y presidente del Club Ignacio Zaragoza en la lucha de los
habitantes de la municipalidad de Cuencamé contra el expansionismo de Atotonilco,
por lo que su papel en la defensa de los ocuilas sin duda fue importante al relacionar
el conflicto local con un cambio político, económico y social de carácter nacional,
como era la visión del magonismo. Su participación al llamar a la mesura a los
comuneros, más que una muestra de su moderación, reflejaba probablemente una
estrategia a largo plazo, y no una defensa de los latifundistas. Favela González, Jaime
(1997). Tierra de generales. Durango: Programa de Apoyo a las Culturas Municipales
y Comunitarias, p. 32.
29
Desde un inicio los periódicos dieron una gran cobertura de los enfrentamientos
entre habitantes de Santiago y San Pedro Ocuila y los trabajadores de Sombreretillos.
Para ver cómo se interpretó en un primer momento la resistencia violenta de los

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ocuilas como un ataque a la legalidad consúltese “Los sucesos de Cuencamé”, en La


Evolución, Durango, 24 de enero de 1909.

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Junto al caso de Ocuila, las tensiones sociales en Cuencamé


se incrementaron gracias a la insurrección vivida en el mineral
de Velardeña en 1909, la que tuvo como trasfondo
aparentemente la implementación de las leyes de Reforma en
materia de control del culto público por las autoridades políticas,
durante los actos propios de la Semana Santa.
Para esa ocasión el sacerdote Ramón Valenzuela ordenó a un
grupo de miembros de la Cofradía de Jesús el traslado de una
imagen religiosa, la que iba a ser utilizada en una misa por el
descanso de las almas de un grupo de mineros muertos por un
derrumbe el año anterior. Al ser transportada la imagen
descubierta, los fieles fueron detenidos por el jefe del cuartel de
Velardeña con el argumento de que se trataba de una procesión
religiosa sin permiso.
Días después, al ser citado el cura Valenzuela para que diera
explicación de lo sucedido, una multitud de alrededor de mil
personas se apostó fuera de la jefatura política en apoyo al
clérigo. Aquéllos fueron desalojados a tiros, por lo que se
dirigieron a la casa del jefe político Felipe Alemán, a la que le
prendieron fuego después de saquearla, al igual que hicieron con
diversos negocios comerciales de propietarios chinos y
españoles; los disturbios se prolongaron del 10 al 12 de abril de
1909.30
Estos tumultos fueron el preludio de la entrada de la
población de Cuencamé en la revolución. A partir de 1910
Cuencamé se convirtió en la llamada “fábrica de generales”,
debido no solamente al alto número de originarios de este
territorio que llegaron a dicho grado militar dentro del ejército

30
A diferencia de los enfrentamientos entre pobladores de Ocuila y trabajadores
de Sombreretillos, la violencia registrada en el mineral de Velardeña sí tuvo un lugar
en los periódicos nacionales, probablemente debido a que la compañía ASARCO que
controlaba el mineral de Velardeña era de las más importantes del país en el ramo
minero. En este caso los medios de comunicación asentados en la Ciudad de México
se limitaban a reproducir lo expuesto en los periódicos locales y por autoridades
nacionales, por lo que el discurso generalizado por los diarios de Durango de
considerar como apropiada la actuación de las fuerzas armadas, era también replicado
a nivel nacional; como ejemplo véase “Disturbios en Durango”, Diario del Hogar,
México, 13 de junio de 1909.

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villista,31 sino también a que, probablemente, Cuencamé fue el


territorio de Durango que mayor porcentaje de población aportó
a la lucha revolucionaria.32
En la etapa maderista, si bien reconocieron y se unieron al
movimiento insurgente, no pelearon fuera de su zona de
influencia, en contraparte, en la etapa villista las fuerzas
originarias de Cuencamé formaron la “Brigada Juárez de
Durango”33 dirigida por Calixto Contreras,34 segregada de esta
brigada en abril de 1914 se formó la “Brigada Ceniceros”
dirigida por Severino Ceniceros, cuya tropa no era originaria de
Cuencamé en su mayoría sino de diversas partes de Durango y
Coahuila, aunque su oficialidad35 sí era originaria de
Cuencamé.36
31
Los generales villistas originarios de Santiago y San Pedro Ocuila fueron
Calixto Contreras, Juan Espinoza y Córdova, Luis Contreras Urungaray, Bernabé
González Vázquez, Vicente Orozco y Maclovio Sánchez; de la municipalidad de
Cuencamé fueron Severino Ceniceros, Canuto Reyes Castellanos, Pedro Favela,
Lorenzo Ávalos Puente, Bibiano Hernández, Rosendo Armendáriz y Jesús Díaz
Coudier, del pueblo de Pasaje fueron Juan Pablo Marrero Medina y Luis Aguilar
Castro, del pueblo de Santa Cruz de la Cuchilla fueron Hilario Rodríguez y José
Santos Sánchez, y de Pedriceña Pedro Mesta. La mayoría de ellos obtuvieron el grado
militar después de 1915, cuando el ejército villista había quedado reducido a grupos
guerrilleros, en donde el obtener dicho grado, más que la dirección efectiva de
grandes contingentes de soldados, significaba un reconocimiento por la lealtad a la
causa. Favela González, Op. cit., p. 152.
32
Vargas Arreola, Juan Bautista (1988). A sangre y fuego con Pancho Villa.
México: FCE, p. 34.
33
Su oficialidad estuvo formada por Eladio Contreras, Manuel Mestas, Lucio
Contreras, Luis Díaz Couder, Hilario Rodríguez, Bibiano Hernández, Lorenzo Ávalos
y Maclovio Sánchez
34
Calixto Contreras había sido uno de los líderes más radicales de los ocuilas
desde 1899, pues era dueño de una de las parcelas fronterizas con Sombreretillos que
los López Negrete reclamaban como propias, fue incorporado por la leva a las fuerzas
rurales y enviado a Chihuahua, regresando a Cuencamé a finales de 1909 para ponerse
al frente de la inconformidad de la comunidad. Su etapa en las fuerzas federales no
solamente le dio una instrucción militar que le ayudaría a organizar la insurrección en
Cuencamé, sino que su estancia en Chihuahua lo puso en contacto con grupos
maderistas, lo que ayuda a explicar la rápida incorporación del levantamiento de
Ocuila con ese movimiento nacional. Favela González, Op. cit., p. 44.
35
Su oficialidad estuvo formada por Pedro Favela, Manuel Zermeño, Leovigildo
Ávila y Pablo Marrero.
36
Salmerón, Pedro (2009). La División del Norte. La tierra, los hombres y la
historia de un ejército del pueblo. México: Planeta, págs. 515-516.

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Esta amplia participación en la lucha se debió a que el


recurrir a la resistencia armada, en el contexto de los sucesos
nacionales, dio la posibilidad a diversos actores sociales, como
trabajadores permanentes y/o eventuales, arrendatarios,
población con tierra propia, trabajadores mineros, entre otros, de
mejorar sus condiciones frente a las alteraciones en la
explotación de los recursos naturales por los terratenientes. Esto
llevó a muchos, no a todos, a modificar sus estrategias en la
forma en que se relacionaban con los demás actores sociales
frente a lo cambiante de la situación.
La derrota militar del villismo a escala nacional a mediados
de 1915 se tradujo en Durango en la designación de Domingo
Arrieta como nuevo gobernador, quien había permanecido fiel al
carrancismo desde sus inicios.
En Cuencamé, la primera consecuencia fue la quema y
destrucción del pueblo de Ocuila a principios de diciembre de
ese año por las tropas constitucionalistas del general Francisco
Murguía; sus habitantes fueron expulsados a las ciudades de
Durango y Torreón, pobladores que poco después comenzarían a
regresar a su tierra para reconstruir sus hogares.37
El escenario con que el oriente de Durango entró a la década
de los veinte, estuvo marcado por el fin del carrancismo y la
llegada a la presidencia de Álvaro Obregón después de haber
derrocado a Carranza,38 lo que trastocó la forma en que se estaba
solucionado el problema agrario en Cuencamé. El estancamiento
en el conflicto entre los latifundistas y los habitantes de diversos
pueblos se transformó al dar inicio el reparto de tierra en forma
de ejidos durante el obregonismo. Tal medida se incrementó
exponencialmente con el paso de los años; de 1920 a 1929 se
realizaron dotaciones de tierras a cinco ejidos, en 1930 a tres, de
1931 a 1940 a diez, y en los años posteriores a nueve.39

37
Favela González. Op. cit. p. 138.
38
Lorenzo Meyer (1976). “La institucionalización del nuevo régimen”, en
Historia General de México. México: El Colegio de México, Centro de Estudios
Históricos, p. 827.
39
De 1920 a 1929 se crearon los ejidos Cuauhtémoc, Emiliano Zapata, Pasaje,
Pedriceña y Ocuila; en 1930 fue el turno de los ejidos Cuatillos, Las Cruces y Las

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Para 1930 los ejidos en el estado de Durango representaban el


1.4% de las propiedades agrícolas de la entidad, y ocupaban el
6.4% de la tierra considerada apta para el cultivo.40 Este
panorama es comprensible si se toma en cuenta que, de las casi
11 millones de hectáreas de tierra que se repartieron en forma de
ejidos en todo el país de 1917 a 1934, sólo el 4% eran de riego.41
Esta situación muestra que si bien la creación de ejidos se
había convertido en la manera en que el gobierno federal hizo
frente a la amenaza de disturbios sociales después de la
presidencia de Venustiano Carranza, esto no significó que en
ámbitos nacionales se buscara una destrucción rápida de los
latifundios como unidades económicas productivas, ni que se
dotara de las mejores tierras a los habitantes de los pueblos. Lo
cual incrementaba su dependencia del aparato estatal, como
ocurrió en Cuencamé en donde, al terminar la década de los
veinte, la tierra que se repartió en ejidos era mayoritariamente de
mala calidad.42

Mercedes; de 1931 a 1940 Yerbabuena, Alamillo, Cerrito Colorado, San Pantaleón,


Providencia, La Lagunilla, La Fe, Ramón Corona, Doce de Diciembre y Graceros y
Loma Verde; y en los años posteriores los ejidos El Progreso, Estación Pedriceña, La
Purísima, San Diego, Guillermo Prieto, Vista Hermosa, Tepozán, Los Vallecillos y
Cinco de Mayo. Para esta clasificación se consultaron las actas de posesión de
dotación en los expedientes de todos los ejidos de Cuencamé en el AGA.
40
Para 1930 había en el estado de Durango 108 ejidos que ocupaban alrededor de
640,000 hectáreas, lo que lo convertía en el cuarto estado con mayor cantidad de tierra
repartida, solamente superado por Chihuahua con 1,148,500 hectáreas, Yucatán con
928,800 hectáreas y San Luis Potosí con 811,800 hectáreas. De los 108 ejidos que
existían en Durango ocho estaban en Cuencamé, los que ocupaban 139,776 hectáreas,
lo que representa el 21.8% de la tierra repartida en la entidad. Lo que demuestra que
la dotación de ejidos en la región se convirtió en una prioridad para el nuevo régimen,
debido a su potencial de emancipación. Lorenzo Meyer (1978). Historia de la
revolución mexicana 1928-1934. El conflicto social y los gobiernos del Maximato.
México: El Colegio de México, p. 191.
41
Ibíd., 188.
42
AGA, Expediente de Cuatillos, Cuencamé Durango, Fallo relativo a la dotación
de ejidos del pueblo Cuatillos, 31 de enero de 1930.

211
Humanitas Historia

3. Organización de los grupos agraristas radicales de


Cuencamé
A mediados de la década de los veinte el país estaba en un
proceso de reconstrucción del sistema político, económico y
social después de los grandes combates de la revolución que
habían tenido lugar de 1910 a 1920. Lo que cambió el papel que
el nuevo régimen otorgó a los habitantes de los pueblos y demás
trabajadores rurales, pero también la manera en que éstos se
asumieron ante los nuevos escenarios a partir de su propia
organización.
La lucha por el reparto de la tierra como forma de cambiar las
condiciones de vida que se había generalizado en la década
anterior, no fue uniforme en todo el territorio nacional, incluso
dentro de los grupos que habían apoyado al carrancismo y
después al obregonismo, se lograron distintos resultados
dependiendo de las peculiaridades de cada proceso local.
Así, se generaron tendencias radicales que aprovecharon su
inicial buena relación con el gobierno nacional para buscar
romper el equilibrio entre los terratenientes y los habitantes de
los pueblos; un equilibrio que se intentaba formar desde el
carrancismo, en favor del empoderamiento de estos últimos al
ocupar aceleradamente toda la tierra que demandaban.43
Al mismo tiempo surgió en algunas zonas rurales del país una
organización con tintes católicos conservadores, formada
alrededor de líderes militares fuertes. Éstos utilizaban el reparto
de tierras como una estrategia para intentar mantener la
autonomía regional que de facto se había generado por la

43
Para estudiar la transformación de los grupos agraristas que siempre habían
formado parte del carrancismo y el obregonismo y que mostraron una radicalización
paralelamente al fortalecimiento de estas tendencias, lo que los llevó a acercarse a los
grupos derrotados de 1915. Véase Heather Fowler Salamini (1980), “Caudillos
revolucionarios en la década de 1920: Francisco Mújica y Adalberto Tejeda”, en
Caudillos y campesinos en la revolución mexicana, coord. por David Brading,
México, FCE; y Francisco J. Paoli Bolio (2009), “Carrillo Puerto y el zapatismo”, en
Zapatismo: origen e historia, ed. Biblioteca INEHRM. México: Instituto Nacional de
Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

212
Daniel Rodríguez Barragán

contienda armada, en respuesta a la idea del Estado fuerte


desarrollado, desde el carrancismo.44
Esta pluralidad de escenarios se agudizó con la permanencia
de sectores rurales que no se supeditaron al nuevo régimen y que
representaban alternativas al modelo político, económico y
social que se estaba erigiendo. Éstos se constituyeron en grupos
alternos más o menos viables, dependiendo de la región del país
y de los procesos locales con que se relacionaron.
En Cuencamé, la ocupación de facto que los trabajadores
rurales habían llevado a cabo de parte de los latifundios con la
ampliación de pueblos ya existentes, y la fundación de otros
nuevos, se mantuvo durante el carrancismo de 1915 a 1920. Y a
partir de 1921, con la distribución de ejidos, la mayor parte de
quienes reclamaban un reparto agrario se supeditaron a las
organizaciones nacionales gubernamentales y apoyaron el
modelo obregonista. Sin embargo, hubo un sector de la
población de Cuencamé, probablemente minoritario, que al
oponerse a ese modelo de reparto agrario pudo mantener su
organización independiente y, en determinados contextos, tener
una gran influencia.
Estos grupos de Cuencamé, formados por quienes
participaron en la resistencia armada como guerrillas (dirigidas
primero por Calixto Contreras, después de la derrota villista en
el Bajío, y después de la muerte de éste en 1916 por Francisco
Gámiz)45 y que mantuvieron ataques constantes contra las
fuerzas carrancistas en el oriente de Durango, fueron los que tras

44
Para entender cómo el reparto de tierra fue utilizado en la lucha entre los
caudillos regionales y el gobierno nacional para delimitar sus áreas de influencia en la
década de los veinte, véase Víctor Lerner Sigal, “El funcionamiento rural del
cacicazgo posrevolucionario de Saturnino Cedillo en Ciudad del Maíz y alrededores
(1921-1937)”, en Alicia Hernández Chávez y Manuel Miño Grijalva (1991).
Cincuenta años de Historia en México II, coord. México: El Colegio de México.
45
Francisco Gámiz fue originario del pueblo de Ocuila, participó en la revolución
desde la etapa maderista y se convirtió en un importante líder local en Cuencamé
durante la etapa villista, al estar Contreras y Ceniceros en la lucha en el centro del país
junto con la División del Norte. Después de las derrotas en el Bajío se unió a las
guerrillas dirigidas por Contreras, cuando éste murió en 1916 lo sustituyó en el
liderazgo hasta que fue capturado y ejecutado en 1919.

213
Humanitas Historia

la llegada del obregonismo y la pérdida de apoyo local ante el


reparto de ejidos tuvieron que buscar nuevos aliados locales y
nacionales.46
Con la llegada al poder del “Grupo de Sonora”,47 cuyo
programa a grandes rasgos consistió en el control de los sectores
rurales a partir del reparto de la tierra en forma de ejidos, e
impulsar el corporativismo en distintas organizaciones agrarias,
políticas y sindicales, múltiples actores mostraron una
resistencia. El que evidenció un mayor grado de organización a
nivel nacional fue el Partido Socialista Mexicano, el cual había
surgido a mediados de 1919, aunque cambió su nombre a
Partido Comunista Mexicano (PCM) a finales de dicho año
debido a las presiones de las organizaciones internacionales con
las que tenía contacto,48 las cuales buscaban coordinar a los
partidos comunistas en todo el mundo.49

46
Archivo General de la Nación, en adelante (AGN), Fondo Investigaciones
Políticas y Sociales, Caja 47, Exp 07, Informe de actividades de grupos armados en
Durango, Chihuahua, y Coahuila, f 212.
47
Se conoció como el Grupo de Sonora a los principales militares que secundaron
el plan de Agua Prieta en donde se desconoció a Venustiano Carranza como
presidente de México y con el que tomaron el control del país a principios de 1920,
éstos fueron: Adolfo de la Huerta, quien fue presidente de junio a noviembre de 1920;
Álvaro Obregón, quien gobernó el país de fines de 1920 a 1924, y Plutarco Elías
Calles, quien fue titular del ejecutivo de 1924 a 1928. Con la fallida rebelión de De la
Huerta y su exilio en Estados Unidos a inicios de 1924 y el asesinato de Obregón a
mediados de 1928, Calles quedó como el líder más importante del escenario político
nacional.
48
Las organizaciones que dieron origen al Partido Socialista Mexicano estuvieron
desde un principio en contacto con la Segunda Internacional, agrupación que desde
finales del siglo XIX buscó unir a diferentes asociaciones rurales y obreras en Europa,
la cual se desintegró a partir de las diferentes posturas de sus miembros ante la guerra
que azotó al viejo mundo de 1914 a 1918. Debido a que mientras un grupo reformista
buscó que los sectores populares que representaban apoyaran a sus respectivas
naciones, un grupo más radical mantenía que debían oponerse a la contienda,
finalmente estos últimos, en 1919, rompieron con los primeros y crearon su propia
organización: la Tercera Internacional. La cual ordenó a sus miembros cambiar el
término socialista por el de comunista para diferenciarse de los que consideraban
traidores a su causa, por lo que la modificación del nombre en el caso mexicano
refleja el contacto con realidades no sólo locales y nacionales, sino también
internacionales.
49
Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista A.C., en adelante
(CEMOS), Fondo Partido Comunista Mexicano, Caja 01, Exp 02, Manifiesto: el

214
Daniel Rodríguez Barragán

Dicha organización política intentaba transformar las


relaciones sociales con diversas medidas,50 principalmente a
través de buscar la ocupación comunitaria de todos los medios
de producción, distribución y cambio de mercancías,
oponiéndose a la idea obregonista de que el Estado debería estar
por encima de los sectores sociales particulares.51
En 1930 México era un país en donde el 66.53% de la
población era rural, cantidad que se incrementaba al 76.69% en
Durango.52 Si se toma en cuenta el bajo porcentaje de la tierra
cultivable que se había repartido en forma de ejidos en el estado
y en todo el país, como ya se habló, resulta entendible que la
idea de ocupar los medios de producción, que reflejaba una
visión pensada originalmente para trabajadores industriales y
urbanos, dadas las condiciones del país y del estado,
rápidamente se trasladara al mundo rural.
Intentar transformar la realidad social a través de promover el
control de los medios de producción era una visión que había
permanecido aislada, hasta entonces, de los grandes
enfrentamientos militares y en la construcción de las relaciones
sociales. En el México de los años veinte aquella premisa
significaba la ocupación inmediata de la tierra, por lo que se
estableció una conexión entre esta idea y los grupos locales que,
como en el oriente de Durango en general y en Cuencamé en
particular, habían vivido un proceso propio que los hacía
coincidir a grandes rasgos con las demandas del PCM. Lo que

Partido mexicano trata de unificar su actuación con los partidos comunistas de otras
regiones.
50
Las disposiciones que demandaba el Partido Comunista Mexicano como
medidas imprescindibles y urgentes para cumplir con su programa muestran, a
grandes rasgos, una interpretación amplia de los problemas sociales más allá de
aspectos meramente económicos, entre dichas medidas se pueden mencionar el
reconocimiento al voto tanto a hombres como a mujeres, así como su igualdad salarial
por trabajo igual, libertad de expresión, derechos de los animales, y el
empoderamiento popular a través del derecho a iniciativa y referéndum.
51
CEMOS, Fondo Partido Comunista Mexicano, Caja 01, Exp 01, Declaración de
principios aceptados por el primer Congreso Nacional Socialista, f 2.
52
“Censo Nacional de México de 1930”. [En línea; consultado el 31 de marzo de
2017]. Disponible en http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/ccpv/1930/

215
Humanitas Historia

explica la proliferación de esta corriente política en Durango en


los años veinte.
Al analizar el proceso de empoderamiento de los grupos
armados de Cuencamé de 1909 a 1925, queda claro que durante
la etapa maderista y principalmente villista, aquellos llevaron a
cabo, en la práctica, lo que el PCM reclamaba para todo el país
en la década de los veinte: la ocupación inmediata de la tierra de
los latifundios, y un lugar central en las relaciones sociales.
El villismo había permitido que habitantes de pueblos como
Ocuila y Pasaje conservaran la tierra que habían ocupado de
Sombreretillos y Santa Catalina del Álamo, el dominio total de
los medios de producción a través de la intervención de las
haciendas, fábricas y demás propiedades de las familias
aristocráticas en los territorios bajo su control, y lo más
importante, la búsqueda de una realidad social en donde los
grupos de trabajadores se convirtieran en los actores más
importantes en las nuevas relaciones sociales que se estaban
construyendo.
Entre 1920 y 1925 se estableció una relación entre algunos
sectores armados de Cuencamé y el PCM, lo que derivó en la
formación de instituciones políticas, debido a que la lucha
armada había perdido apoyo en Durango a partir del reparto de
ejidos.53 Este contacto tenía beneficios mutuos porque los
grupos del oriente de Durango encontraban una alternativa
organizada viable al modelo de control obregonista, a la vez que
se relacionaban con una estructura que llegaba a diferentes
partes del país; mientras que el PCM se propagaba en el sector
que tenía la mayor cantidad de población, y que había
experimentado la más intensa actividad en la lucha de la década
anterior.
Esta alianza que se organizó paulatinamente intentaba
mostrar una oposición a los diversos elementos del régimen
porfirista que habían logrado sobrevivir a la etapa álgida de la

53
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 245, Exp. 125, Informe
sobre agrupaciones políticas y militares en Nuevo León, Coahuila, Chihuahua,
Durango y Sonora, f 332.

216
Daniel Rodríguez Barragán

revolución, tales como los representantes de las compañías


mineras; aunque más importante aún, una oposición al proceso
que dirigían los grupos revolucionarios victoriosos de los
enfrentamientos de 1915 y a su modelo de repartir la tierra en
ejidos.
A partir de 1924 el PCM se planteó como objetivo crear
organizaciones propias, aumentar sus alianzas con diversos
sindicatos ya establecidos, y atraer a los trabajadores del campo
de todo el país a sus filas.54 En el estado de Durango esta
política tuvo éxito al año siguiente, cuando los líderes de dicha
ideología fueron elegidos para tomar las riendas de la
Confederación de Sindicatos de Obreros y Campesinos de
Durango (CSOCD).
Esta organización reunía a una gran cantidad de agrupaciones
de trabajadores rurales y obreros que, desde el inicio de los años
veinte, buscaban mantener la organización ya existente de los
sectores populares, y encabezar los reclamos por tierra de los
diversos pueblos de forma independiente.55 En dicha
organización se puede observar una importante presencia de
agrupaciones que se habían constituido en lo que fue el Partido
de Cuencamé, como se puede observar en el cuadro 1.
Estos grupos de Cuencamé desde el inicio del obregonismo
se resistieron a incorporarse al Partido Nacional Agrarista y
demás organizaciones gubernamentales, y aunque no se puede
precisar con exactitud la composición interna de estos grupos
del oriente de Durango ni el número de sus agremiados, sí se
sabe que tenían una importante presencia de antiguos
revolucionarios villistas que habían participado en la lucha
guerrillera de 1915 a 1920, tanto en el oriente de Durango como
en Chihuahua.56

54
CEMOS, Fondo Partido Comunista Mexicano, Caja 02, Exp 03, Declaración
del Partido Comunista Mexicano, sección de la III Internacional, f 2.
55
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 147, Exp. 05, Informe
sobre agrupaciones sindicales del norte del país, f 192.
56
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 388, Exp. 91, Informe
sobre agrupaciones sindicales y políticas de Durango y Chihuahua, f 162.

217
Humanitas Historia

Cuadro 1

Organizaciones de lo que fue el Partido de Cuencamé que en


1927 formaban parte de la Confederación de Sindicatos de
Obreros y Campesinos de Durango57

Cuencamé Peñón Blanco


Sindicato de Obreros de Federación de Sindicatos de Obreros y
Campesinos Emiliano Zapata Campesinos de la Región Llanera

Comité Agrario de Santiago Sindicato de Campesinos y Obreros Felipe


y San Pedro Ocuila Carrillo Puerto

Sindicatos de Obreros y Campesinos de Villa


Guadalupe Victoria
Sindicatos de Obreros y Campesinos de
General Escobedo
Sindicatos de Obreros y Campesinos de
Estación Guadalupe Victoria
Sindicatos de Obreros y Campesinos de
Mártires de Chicago de Estación Guadalupe
Victoria
Sindicatos de Obreros y Campesinos de
Álvaro Obregón
Sindicatos de Obreros y Campesinos de
Antonio Amaro
Sindicato de Campesinos del Rancho Los
Magueyes
Comité Agrario de Villa Ignacio Allende
Elaboró: Daniel Guillermo Rodríguez Barragán.

Fuente: César Navarro Gallegos, “El agrarismo rojo de las llanuras


duranguenses. Movilización campesina y represión política en 1929”,
Secuencia: Revista de Historia y Ciencias Sociales, n°. 46. México: Instituto
de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2000, págs. 172,173.

57
Junto a estas organizaciones estaban presentes otras de Gómez Palacio, Lerdo,
San Juan de Guadalupe, Mapimí, Tlahualilo, Nazas, San Juan del Río, Nombre de
Dios, Canatlán, Súchil, El Oro y Guanaceví, lo que demuestra que el oriente del
estado de Durango fue la zona con más influencia de grupos descontentos con la
manera en que se estaba llevando a cabo el reparto agrario.

218
Daniel Rodríguez Barragán

Esta rápida inclusión de los grupos organizados de


Cuencamé y Peñón Blanco en la alianza de trabajadores con el
PCM se explica por la concurrencia en las demandas, y por la
coincidencia entre los sectores productivos en que los “rojos”58
habían establecido una fuerte influencia, y dos de los ejes del
desarrollo económico del oriente de Durango que se habían
consolidado desde el porfiriato: los centros mineros y el
ferrocarril.
Los trabajadores mineros también habían establecido una
alianza con los miembros del PCM en todo el territorio
nacional,59 lo que explica la proliferación de grupos promotores
de huelgas para reivindicar los derechos de los obreros
otorgados por la Constitución de 1917 frente a las empresas
norteamericanas.60 El norte del país no fue la excepción de los
territorios en donde se presentaron dichas tensiones,61 lo que
llevó a las compañías mineras a enfrentar importantes conflictos
con trabajadores organizados a lo largo de los años veinte y
principios de los treinta.62

58
Durante la década de los veinte la palabra rojo fue utilizada de manera
despectiva para hacer referencia a los partidarios del comunismo, por relacionarlos al
color de sus banderas. En los documentos del Partido Comunista Mexicano dicho
término fue asumido por sus miembros para diferenciarse de los que ellos llamaban
amarillos, quienes eran los trabajadores pertenecientes a agrupaciones ligadas con el
gobierno y a los que consideraban traidores a la causa de los trabajadores rurales y
urbanos.
59
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 212, Exp. 03, Informe
sobre agrupaciones de trabajadores mineros y metalúrgicos, f 133.
60
Uno de los ejemplos más importantes de dichos conflictos fue el de la huelga
que enfrentó la empresa de Cinco Minas en el estado de Coahuila. La empresa
denunció que el 25% de sus trabajadores eran rojos y no dejaban trabajar al resto, por
lo que pidió el respaldo del gobierno estadounidense. “Se apoderan los rojos de la
Empresa de Cinco Minas”, Revista Durangueña, Durango, 25 de abril de 1926.
61
Uhthoff, Luz Maria. “La American Smeltine and Refining Co. (ASARCO) en
México 1890-1930”. Tesis de licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1983, p. 142.
62
Para analizar uno de los mayores conflictos entre la ASARCO y los sindicatos
de trabajadores que muestra el grado de organización de estos últimos gracias a las
experiencias vividas en los años veinte, véase Vázquez Esquivel, Meynardo (1987).
Movimiento Obrero en ASARCO. Monterrey: Gobierno del Estado de Nuevo León.

219
Humanitas Historia

Si se toma en cuenta el apoyo que los inversionistas mineros


estadounidenses recibieron del régimen obregonista en el
mineral de Velardeña, probablemente las reivindicaciones y
organizaciones de los trabajadores mineros promovidos por el
PCM tuvieron importantes repercusiones en Cuencamé, debido
a un proceso local que había establecido las bases para que dicha
alianza se pudiera asentar.
Entre las condiciones locales se pueden mencionar: la
relación de los trabajadores del mineral con los grupos rurales
de la zona, debido a la movilidad laboral con los diversos
pueblos cerca de Velardeña o con otras minas, y la confluencia
plena de las demandas de los mineros con las de los grupos que
pedían el reparto rápido y sin condiciones de la tierra; otro
elemento importante fue la llegada de trabajadores que en los
años anteriores habían permanecido como guerrilleros bajo las
órdenes de Contreras y Gámiz.63
A lo anterior hay que sumar que el núcleo poblacional
alrededor del mineral se transformó en un pueblo libre en los
años anteriores, lo que convirtió a muchos trabajadores mineros
en dueños de tierra disponible aunque insuficiente. Lo que los
hizo enfrentar los problemas propios del trabajo en la mina, tales
como los bajos salarios y las largas jornadas laborales, a lo que
se sumó la falta de dotaciones de ejidos que el régimen no
quería llevar a cabo para no molestar a las compañías
extranjeras en la región.64 Por lo que la alianza del PCM con los
obreros mineros rápidamente debió de pasar a los que dividían
su tiempo con las labores agrícolas.
Junto a esta alianza en el sector de la industria minera, otro
factor importante fue el hecho de que las organizaciones
sindicales de trabajadores ferrocarrileros de Cuencamé y las
regiones aledañas, también se vieron relacionados con los
sectores comunistas desde mediados de los años veinte, debido
63
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 221, Exp. 19, Informe
sobre agrupaciones sindicales en la minería del norte del país, f 355.
64
AGA, Expediente del pueblo Guillermo Prieto, Cuencamé Durango, Carta de
exposición de motivos de los vecinos del pueblo de Guillermo Prieto por lo que
solicitan dotación de ejidos, México, 3 de julio de 1962.

220
Daniel Rodríguez Barragán

al reconocimiento de su importancia estratégica para ejercer


presión sobre el resto de la industria del país.65
Esta relación permitió mantener en el sector ferrocarrilero
una actitud mucho más combativa frente al corporativismo
promovido por el régimen obregonista y, a partir de 1924, por la
administración de Plutarco Elías Calles, debido a que
consideraban que era la mejor manera para aumentar su
influencia en el escenario político y económico.66
Esta política generó que los trabajadores del ferrocarril en
distintas partes del país se enfrentaran violentamente a las
autoridades,67 las que intentaron segregar a los grupos
inconformes excluyendo a sus partidarios de los beneficios
salariales otorgados a los sectores que se unían al
corporativismo.68

65
Desde el inicio del gobierno de Álvaro Obregón se intentó adherir a los
trabajadores de los ejes ferrocarrileros en las organizaciones gubernamentales,
incluyendo a los de la Comarca Lagunera y sus regiones aledañas, en donde también
tuvieron presencia asociaciones comunistas intentando influir sobre dicha
organización obrera; para una descripción de esta competencia entre el gobierno
federal y otras instituciones por aumentar su influencia en la zona, véase
“Ferrocarrilero: ¡defiende tu organización gremial!”, El Machete, México, 19 al 26 de
marzo de 1925.
66
Las huelgas y enfrentamientos armados en el sector ferrocarrilero fue una
constante en la década de los veinte, en la Comarca Lagunera y las regiones anexas
como Cuencamé y Tlahualilo, para un ejemplo de estos enfrentamientos véase “Está
próxima la victoria ferrocarrilera”, El Machete, México, segunda quincena de
diciembre de 1926.
67
En la parte oriental de Durango las huelgas y enfrentamientos que se llevaban a
cabo derivaban generalmente en el uso de la fuerza pública y la persecución de los
líderes de los trabajadores inconformes, debido a que comúnmente se intentaba
bloquear trayectos de las vías para detener el tráfico de mercancías, para un ejemplo
véase “Fueron libradas órdenes de aprehensión en contra de varios ferrocarrileros”,
Revista Durangueña, Durango, 01 de marzo de 1927.
68
Una muestra de la alianza entre el gobierno nacional y las empresas
ferrocarrileras fue la implementación de medidas que intentaban reducir la parálisis en
dicha industria en la región, una de ellas fue el aumento de salarios, pero sólo a los
miembros de agrupaciones reconocidas por las empresas y el gobierno nacional,
excluyendo a los que tenían posturas radicales, para un ejemplo véase “Los contratos
de trabajo sólo se firmarán con las mayorías”, Revista Durangueña, Durango, 10 de
junio de 1927.

221
Humanitas Historia

Estos sectores en alianza con el PCM respondieron


radicalizando su postura, e intensificado los intentos por generar
huelgas y demás estrategias de resistencia al control estatal.69
Si se toma en cuenta que el Ferrocarril Internacional
Mexicano que había sido el detonante económico del oriente de
la entidad a partir de 1892, se consolidó durante la última etapa
del porfiriato como la principal vía ferroviaria del estado de
Durango, se entiende que los grupos de trabajadores que
realizaban labores en él no quedaron exentos de esta lucha
contra el sector gubernamental que quería influir en su
organización.
Un ejemplo de esta lucha fue el conflicto de la estación de
Tapona, en donde un grupo de trabajadores estacionados a su
alrededor reclamaban tierras del latifundio de Santa Catalina del
Álamo desde principios del siglo XX, los que constituyeron
oficialmente un pueblo después de la revolución con el nombre
de Guadalupe Victoria, el cual fue origen de tres de los
sindicatos que formaban parte de la Confederación de Sindicatos
de Obreros y Campesinos de Durango en la década de los
veinte.
Esta influencia de los grupos inconformes con la dotación de
tierra en el mundo ferroviario en el estado llevó a la creación -a
mediados de los años veinte- del Partido Revolucionario
Ferrocarrilero de Durango (PRFD) y del Partido Ferrocarrilero
Unitario de Gómez Palacio (PFUGP) los cuales, desde un inicio,
se constituyeron en las principales organizaciones de
ferrocarrileros en Durango en general, y de la parte oriental en
particular.70

69
La actitud violenta de los trabajadores ferrocarrileros, en contra de las empresas
que controlaban el sector de sus compañeros que aceptaban incorporarse a
organizaciones gubernamentales fue una constante en el oriente de Durango y el
occidente de Coahuila, para un recuento de estas actividades véase “Conflicto en los
ferrocarriles”, El Machete, México, 08 de julio de 1926.
70
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 2053A, Exp 01, Informe
sobre luchas y agitaciones políticas, f 172.

222
Daniel Rodríguez Barragán

Estas organizaciones tenían una fuerte presencia en


Cuencamé debido a que ocho de las dieciocho estaciones con
que contaba el Ferrocarril Internacional Mexicano estaban en su
territorio, pero también debido a que los grupos de trabajadores
ferrocarrileros de esa región habían participado de forma activa
durante la etapa revolucionaria. Muchos de ellos habían tenido
contacto con organizaciones sindicales estadounidenses gracias
a la relación con los centros mineros que tenían ramales de
dicho medio de trasporte, tanto durante el porfiriato como
durante los primeros gobiernos posrevolucionarios.71
A mediados de los años veinte parte de la población de
Cuencamé todavía mostraba una organización que lo hacía estar
en contacto con grupos contrarios al modelo político y social
que se estaba construyendo a nivel nacional y estatal, lo cual se
consiguió manteniendo la estrategia villista de utilizar la
estructura económica porfirista para su beneficio. A pesar de
que dicha región había sido una de las más beneficiadas con el
reparto de tierras con la llegada al poder del general Obregón.
Las principales fuentes de conflictos de la región como el
pueblo de Ocuila o los de reciente creación, habían recibido el
reconocimiento de toda la tierra que habían ocupado de los
latifundios cercanos, a pesar de lo cual, su peligrosidad no
desapareció inmediatamente. Estos pueblos siguieron
constituyendo un centro de constantes tensiones, debido a que
ya se había abandonado la visión de los conflictos específicos en
favor de un entendimiento más global de la realidad social.
Para evitar que pudiera surgir la violencia en el oriente de
Durango los gobiernos nacional y estatal intentaron diversas
estrategias, tales como la entrega de tierra, o el ofrecimiento de
trabajo a la población de Cuencamé fuera de su territorio,72 así

71
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 147, Exp 02, Informe
sobre agrupaciones políticas de la Comarca Lagunera, f 23.
72
El gobierno del estado anunciaba constantemente la construcción de obras
públicas en diferentes partes del estado, para lo cual necesitaban la movilización de
trabajadores de zonas que se consideraban como inestables por el alto número de
desempleo ante la desaparición de los latifundios, entre las que se mencionaba la
región de Cuencamé, para un ejemplo véase “Se pide la cooperación de los elementos

223
Humanitas Historia

como las promesas de inversiones en la entidad para promover


la industria.73
La influencia de estos grupos descontentos a través de su
alianza con el PCM y la influencia en el Partido Revolucionario
Ferrocarrilero de Durango y el Partido Ferrocarrilero Unitario de
Gómez Palacio, así como en los sectores mineros, llevó a los
grupos de Cuencamé que formaban parte de la Confederación de
Sindicatos de Obreros y Campesinos de Durango a ampliar su
influencia en el escenario político y económico, y convertirse en
la principal amenaza en el estado para el gobierno nacional.74
En 1926 estos grupos de Cuencamé ayudaron a formar un
partido político, que a diferencia de los antes mencionados, no
estaba limitado a un grupo determinado de trabajadores, sino
que buscaba agrupar a las clases populares de diferentes sectores
en la entidad, tanto de la zona urbana como de la rural, con la
finalidad de promover la unidad en la lucha por el reparto de la
tierra de forma inmediata: el Partido Durangueño del Trabajo
(PDT).75
Esta organización se constituyó oficialmente en el brazo local
del PCM,76 y a pesar de la férrea disciplina que el PCM mantuvo
con sus filiales en los diferentes estados de la república,77 se

campesinos para la construcción de importantes carreteras en la región de los llanos”,


Revista Durangueña, Durango, 1 de junio de 1927.
73
Junto con la construcción de obras públicas el gobierno estatal promovió el
establecimiento de diversos sectores de la industria, especialmente en el ramo minero,
en donde demandaba constante mano de obra, para un ejemplo véase “La ciudad de
Durango cuneta con una nueva y poderosa industria”, Revista Durangueña, Durango,
27 de octubre de 1927.
74
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 181, Exp. 67, Informe
de actividades de grupos armados en Durango, f 106.
75
La dirigencia del PDT estaba formada por José Guadalupe Rodríguez, secretario
general, Salvador Garay, secretario del interior, Fortino H. Aragón, secretario del
exterior, Sixto Fernández, secretario de propaganda y Santos Marrero, secretario
tesorero.
76
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 2046B, Exp. 02,
Informe confidencial, f 17.
77
CEMOS, Fondo Partido Comunista Mexicano, Caja 02, Exp. 03, Declaración
del Partido Comunista Mexicano, sección de la III Internacional, f 6.

224
Daniel Rodríguez Barragán

puede observar que mantuvo una marcada independencia


atendiendo a las condiciones locales, y no a las directrices
nacionales.78 El Partido Duranguense del Trabajo promovió la
concepción que “los rojos” y los grupos de Cuencamé tenían
sobre el problema agrario y las consecuencias del movimiento
armado que se inició en 1910.
Para el Partido Durangueño del Trabajo la revolución había
logrado derrocar a los terratenientes, a pesar de lo cual no se
había empoderado a los trabajadores de los latifundios o a los
habitantes de los pueblos; por el contrario, el lugar que les
correspondía a éstos por su importante papel en la lucha había
sido ocupado por la pequeña burguesía en alianza con los
generales que se habían quedado con las mejores tierras.79
Se puede observar en estas ideas un cambio importante si se
les compara con las expresadas por los revolucionarios de
Cuencamé en 1909 y en la etapa inmediatamente anterior. Ya no
se reclamaban los intereses de un pueblo u otro, ni se
justificaban las demandas por títulos primordiales o los servicios
prestados durante el virreinato, como se hacía en el porfiriato, ni
por su pertenencia a alguna facción militar como en 1913, sino a
partir de su condición de trabajadores del campo, lo cual podía
aglutinar a un gran número de personas, sin importar a qué
pueblo pertenecían o si rentaban tierra.
A partir de esta serie de organizaciones políticas los grupos
de trabajadores de distintas ramas del oriente de Durango, y
especialmente de Cuencamé, lograron romper el aislamiento en
que habían caído después de la derrota del villismo y que los
había colocado en una situación de profunda desventaja frente a
los grupos victoriosos como el carrancismo o el obregonismo, y
el proyecto de nación que éstos estaban construyendo.

78
AGN, Fondo Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 201, Exp. 44, Informe
de actividades de las agrupaciones comunistas en Durango, Zacatecas, Sinaloa y
Chihuahua, f 64.
79
CEMOS, Fondo Partido Comunista Mexicano, Caja 01, Exp. 13, Manifiesto del
comité de organización del Partido Comunista de México.

225
Humanitas Historia

Esto les permitió conservar, a grandes rasgos, su


organización, que había nacido durante su etapa de mayor
empoderamiento de 1911 a 1915, así como adaptarse dentro de
lo posible a los nuevos escenarios políticos que comenzaban a
surgir a nivel nacional y local, lo que los llevó a tener una
actitud activa en la creación de alianzas que estaban dando
forma a las nuevas relaciones sociales.
Gracias a sus nexos con otros grupos marginados las
organizaciones de Cuencamé, que formaron el Partido
Durangueño del Trabajo, se convirtieron en actores dignos de
tomar en cuenta, esto ocurría en un contexto que, en diferentes
ámbitos, se presentaba como profundamente cambiante, debido
a la gran cantidad de intereses y a los diversos proyectos que la
revolución había generado.

226
Daniel Rodríguez Barragán

Fuentes consultadas

Archivísticas

Archivo General Agrario (AGA)


Archivo General de la Nación (AGN)
Archivo Histórico del Estado de Durango (AHED)
Archivo Porfirio Díaz de la Universidad Iberoamericana (APD)
Centro de Estudios de Historia de México del Grupo CARSO
(CEHM)
Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista A.C.
(CEMOS)

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Hemerográficas

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La Evolución (Durango) ,1909
Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Durango
(Durango), 1883, 1892, 1902, 1905, 1918
Revista Durangueña (Durango), 1926, 1927

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