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Alcúdia es una ciudad abierta al Mar Mediterráneo. El mar ha sido una vía de comunicación y
un factor fundamental en su devenir histórico. Los primeros pobladores llegaron a la isla por
mar. Tras ellos, toda una sucesión de pueblos y culturas se han sentido atraídos por esta tierra
de clima suave, de gran riqueza natural y valor estratégico.
Testimonio del paso del tiempo y de las huellas que han dejado estos diferentes pueblos y
culturas, es el Patrimonio Histórico y Cultural de la ciudad de Alcúdia.
La Ciudad Romana de Pollentia merece una atención especial por ser un lugar estratégico para
el proceso de romanización de las Islas Baleares. Los restos de esta ciudad nos muestran una
parte importante de su centro neurálgico: un área residencial con estructuras de casas, el
trazado de las dos calles principales el Cardo y el Decumano, la plaza pública o Foro, parte de
algunos templos, el Teatro Romano, restos de muralla y de varias necrópolis. La llegada de los
vándalos en el s.V d.C, acentuó la decadencia en que se encontraba Pollentia que provocó la
posterior desparición de este importante núcleo urbano.
No hay mucha información en lo referente a la época en que los árabes dominaron la ciudad.
Se sabe que pertenecía al distrito o juz de Bullansa, posible deformación arabizada del término
Pollentia, el cual abarcaba los actuales municipios de Pollença, Alcúdia, parte de Escorca,
Campanet y Sa Pobla (Huialfàs). El topónimo Alcúdia es de origen árabe (al-qudia) y significa "la
colina".
La Isla de Mallorca se incorporó a la corona catalano-aragonesa tras la conquista del Rey Jaime
I en 1229. Tras la conquista, la fundación de Alcúdia se llevó a cabo en el año 1298, cuando el
Rey Jaime II decidió que la Alquería musulmana de Alcúdia se constituyera en villa y
encabezase un término parroquial. Esta fundación respondía a necesidades principalmente
defensivas y estratégicas. A partir de ese momento empezaron las obras de construcción de las
murallas medievales que rodearían la ciudad, más adelante, en época moderna y
contemporánea, las murallas se ampliarían y sufrirían diversas modificaciones a lo largo de tres
siglos y varios reinados para finalmente perder la funcionalidad defensiva y deteriorarse
progresivamente.
Alcúdia en el siglo XXI, es una ciudad que mira hacia el futuro con optimismo, un destino
competitivo que tiene un papel de liderazgo en la Zona Norte de Mallorca no sólo por el sol y
sus playas, sino por la multiplicidad de oferta complementaria y la diversidad del sector
turístico (turismo náutico, cicloturismo, turismo ornitológico, turismo cultural....). La gestión
cultural, la oferta deportiva y las propuestas de ocio, hacen de este municipio un destino
ineludible para los amantes de la naturaleza, el entretenimiento y la cultura.
Tras la invasión de los vándalos, su población quedó muy reducida. En el año 902-903, tras un
breve período de pertenencia al Imperio Romano de Oriente, las islas se incorporaron a los
dominios árabes, como las Islas Orientales de Al-Andalus. Durante la dominación musulmana
la isla de Mallorca se organizó en pequeñas explotaciones agrarias. Alcúdia fue una de las
pequeñas aldeas que pervivieron en los alrededores de la antigua ciudad romana, sobre la que,
tras la conquista catalana de 1229, se construyó la ciudad medieval amurallada.
Una de las primeras visiones que tenemos al llegar a Alcúdia, son sus impresionantes murallas.
La construcción de las mismas se remonta al año 1298, cuando el Rey Jaime II decidió que la
alquería musulmana de Alcúdia se constituyera en villa y fuera la cabecera del término
parroquial. Esta decisión respondía a necesidades puramente defensivas y estratégicas. La
construcción de las murallas se inició pués, con su reinado y acabaría durante el reinado de
Pedro III de Aragón (El Ceremonioso) en 1362.
La muralla medieval tiene una forma poligonal irregular, compuesta por 26 torres, sin contar
las 4 de las puertas principales: Porta de Mallorca (o de Sant Sebastià) al sur y Porta del Moll (o
de Xara) al norte. En realidad existían 3 puertas principales, unidas todas ellas por la muralla,
las dos mencionadas al norte y al sur y la de la Vila Roja, al noroeste. Todo el recinto estaba
levantado con cantos de piedra arenisca (marès), en ocasiones las mismas piedras extraídas
del foso, y cuya unión se realizaba con argamasa y cal.
Posteriormente se abriría una cuarta puerta llamada La Portella, situada justo al lado de la
Iglesia de San Jaime, a la cual se accedía por la actual Calle de Sant Jaume.
Podemos rodear andando todo el perímetro interior de la muralla medieval por el Camí de
Ronda o por la parte exterior convertida en un paseo ajardinado. Las murallas también pueden
ser recorridas a pie por la parte superior desde donde podremos contemplar una panorámica
de la Bahía de Pollensa y ver la ciudad desde otra perspectiva.