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La Auténtica y Original
La Prueba de la Gota
…lo normal es que te mire con una expresión a medio camino entre la que adquiere
aquel al que le haces una proposición que estima como vagamente deshonesta y la del
que piensas que le estás vacilando poco elegantemente y mandando de forma
indirecta a tejer delicados adornos de puntilla para las bocamangas…
Y sin embargo, se trata de una solución muy able, extremadamente antigua (más de
100 años), y con sólido fundamento cientí co. Mediante esa prueba podríamos,
llegado el caso extremo, poder determinar el tiempo de revelado correcto para una
película de marca y tipo desconocido, con un revelador igualmente desconocido, y
cuyo estado de agotamiento y temperatura exacta ignoramos… ¿no está mal, no?
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23/5/2019 La Prueba de la Gota | Albedo Media
Gran utilidad
Sin llegar a los extremos arriba citados, en más de una ocasión no conocemos el tiempo
de revelado para una combinación de película y revelador, o bien tenemos dudas
razonables acerca del estado de conservación de este último, y en ese tipo de
situación, la Prueba de la Gota nos será de gran utilidad. Personalmente la realizo
rutinariamente, como medida de seguridad, aunque conozca con certeza el tiempo
preconizado de revelado para la combinación en uso, y ello a n de comprobar si ese
tiempo “coincide”, dentro de límites aceptables, con el valor obtenido
experimentalmente. Así por ejemplo, si el tiempo obtenido experimentalmente a
través de la prueba, fuese mucho más largo del preconizado, o que el obtenido
experimentalmente, por la prueba de la gota, en ocasiones anteriores, podríamos
pensar que el revelador puede estar en mal estado, y ahorrarnos un buen susto,
preparando uno nuevo, fresco. Pero vayamos al procedimiento.
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Para hacer la prueba de la gota necesitamos un pequeño trozo de la misma película que
vamos a revelar, esto es, de ese rollo concreto. Lo más interesante es que no solo no
importa que ese trozo esté velado, sino que debe estar velado, lo que no nos costará
mucho trabajo, puesto que la prueba la vamos a llevar a cabo a plena luz, con la película
ya en el tanque, y el revelador preparado, listo para verterlo en dicho tanque.
Fase primera
Bajo una luz intensa o al menos su ciente, con una varilla de vidrio, o con el mismo
termómetro si tenemos el lujo de disponer de el, tomamos una gota (lo más “gorda”
posible) y la depositamos sobre la emulsión de nuestro trozo de película velada de
prueba. Si la gota es demasiado pequeña, podemos añadir otra siempre que lo hagamos
de inmediato. Tan pronto depositamos la gota, arrancamos nuestro cronómetro,
comprobamos la posición del segundero de nuestro reloj… o en el peor de los casos,
comenzamos a contar de cabeza: “mil-uno”, “mil-dos”, “mil-tres”…
Fase segunda
Si seguimos nuestra atenta observación, mientras la aguja del reloj o nuestro contador
digital va sumando segundos, comprobaremos que, pronto, la “mancha” de la gota de
revelador comienza a recuperar, progresivamente, la densidad “perdida” tras iniciar el
revelador su acción química sobre la emulsión.
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Fase tercera
No pasarán muchos segundos adicionales, sin que lleguemos a la fase más crítica de
nuestra prueba, y aproximadamente nos encontraremos en una banda de tiempos
(segundos transcurridos) de entre 25 y 70 segundos. El punto crítico consta en
realidad de dos fases: por un lado, aquella en la que la mancha de la gota alcanza la
misma densidad que el resto de la emulsión, no afectada por la acción de la gota de
revelador, y por otro, dos o tres segundos después, cuando la mancha de la gota de
revelador supera en densidad al resto, en grado mínimo pero a la vez perfectamente
diferenciable. En ese mismo momento, con mirada de halcón, comprobaremos el
segundero de nuestro reloj y tomaremos nota mental de los segundos transcurridos
desde el depósito de la gota de revelador sobre la emulsión.
Fase nal
Fase triunfal
Cuando, quizá con el corazón en un puño, transcurren los minutos determinados por
nuestra “Prueba de la Gota”, abrimos el tanque de revelado, y comprobamos que
hemos obtenido uno de los negativos mejor revelados de toda nuestra experiencia
como fotógrafos, con bellas densidades en luces y en sombras, llega nuestro momento
triunfal, el de la “Prueba de la Gota” y el de todos aquellos fotógrafos pioneros que nos
transmitieron su saber.
Fundamento cientí co
La prueba de la gota no constituye una “leyenda urbana” de la fotografía, sino que está
cimentada en aspectos fotográ cos perfectamente sólidos. De hecho, lo que estamos
más o menos haciendo es determinar el tiempo mínimo de revelado necesario para “las
luces”, esto es, para las partes totalmente expuestas de la película.
La belleza del sistema es que toma en consideración variables que incluso el sistema de
“tiempo/temperatura” ofrecido por los fabricantes de películas y reveladores es
incapaz de ofrecer. Entre esas variantes estaría el estado de envejecimiento de la
emulsión y su sensibilidad real, calidad del agua empleada, estado del revelador,
concentración real de la dilución, temperatura real del revelador en el momento del
uso, etc.
Consejos prácticos
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La prueba hay que realizarla con el tanque ya cargado y el revelador listo para el
uso, pues la propia prueba toma en consideración los factores de temperatura y
estado del revelador.
Sobre una misma muestra de película podemos repetir la prueba de la gota más
de una vez si dudamos de nuestra capacidad de percepción del punto crítico de
ennegrecimiento.
Con reveladores muy diluidos la prueba de la gota puede ser menos able, por
agotamiento rápido del producto activo presente en el reducido volumen de la gota.
En esos casos la variación de densidad se aprecia mejor en los bordes de la gota.
Valentín Sama
Óptico, fotógrafo profesional, y docente. Experto en historia de los materiales fotográ cos. Activo en medios
fotográ cos impresos desde 1982 y online desde 2004. Fundador de DSLR Magazine y Albedo Media, S.L.
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