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Béjar

El régimen fraudulento

Cap. 4. El Presidente Justo y los demócratas nacionales, 1932-1938

El escenario político en el marco de la abstención radical

En la elección presidencial de 1931, la competencia entre demócratas nacionales y antipersonalistas


se expresó a través de la presentación de dos fórmulas encabezadas por Justo que diferían en el
candidato a la presidencia. En la avalada por el PDN lo acompañaba Julio A. Roca (h.), mientras que
la UCR Antipersonalista propuso a José Nicolás Matienzo. Con el voto de los antipersonalistas de La
Rioja, la Capital Federal y Santa Fe, Roca fue consagrado vicepresidente sin necesidad de que
interviniera el Congreso.

A través de los resultados de las elecciones presidenciales, legislativas nacionales y gubernativas


provinciales, el escenario político nacional quedó dividido en dos campos: el integrado por la
mayoría de los distritos en los que se impuso el oficialismo, y el conformado por Santa Fe, la Capital
Federal y Entre Ríos. En los dos primeros la Alianza logró aventajar al oficialismo: en la Capital a
través del triunfo del PS y en Santa Fe con el triunfo de los demócratas progresistas.

En el grupo de provincias en que triunfaron los partidos de la Concordancia se distinguieron tres


situaciones: aquellas en las que los demócratas nacionales lograron una posición dominante:
Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y San Luis. En todas ellas los conservadores quedaron a cargo de
los gobiernos provinciales, obtuvieron mayoría en Diputados y ocuparon las bancas del Senado en
el Congreso nacional. En Corrientes y en Tucumán, los demócratas nacionales compartieron los
cargos gubernativos con partidos de alcance provincial. En el resto de las provincias del campo
concordancia se destacó el peso de agrupaciones radicales antiyrigoyenistas, asociado con la
recuperación de las fuerzas conservadoras.

La distribución de los cargos electivos derivada de las elecciones de noviembre de 1931 muestra
continuidades con la relación de fuerzas entre los principales partidos a lo largo de los años 20, a
antes del plebiscito de 1928. Los cambios más significativos fueron posibilitados por la abstención
de la UCR.

Las dos fuerzas políticas que quedaron al margen de la competencia electoral, la UCR reorganizada
bajo la conducción de Alvear y la corriente nacionalista con presencia en el ejército y en la que
coexistían diferentes grupos, tendrían un papel decisivo en la configuración de la nueva trama de
reacciones políticas a la que dieron lugar a la crisis de la democracia plebiscitaria y el golpe del 6 de
septiembre. Desde las perspectivas encontradas, ambas cuestionaron activamente al gobierno de
Justo. El radicalismo negó la legitimidad del proceso que desemboco en las elecciones de
noviembre. Las medidas aprobadas por el gobierno de facto no le habían dejado otra opción que
recurrir a la abstención. Los grupos nacionalistas, que vieron frustrados sus objetivos con el retorno
de los políticos, buscaron llevar a cabo el proyecto que Uriburu no había podido concretar a través
de los jefes militares que compartían sus ideas.

El fraude y las tensiones en el seno de la concordancia


El examen por la Cámara de Diputados de la jornada electoral de 4 de marzo puso en evidencia las
tensiones que dividían a los miembros de la Concordancia. Los diputados del campo opositor, a
pesar de reconocer que las prácticas fraudulentas no habían sido superadas, no rechazaron ninguno
de los diplomas de los diputados electos. El primer examen de una elección nacional por parte de
los partidos políticos mostró que la alternativa fraudulenta no solo afectaba a los partidos de
oposición sino que era también un modo de prosear la competencia entre tendencias y facciones
en el seno de la coalición gobernante.

La concordancia funciono eficazmente en el plano legislativo; el Poder Ejecutivo conto con los votos
del bloque oficialista para la rápida sanción de las medidas destinadas a dar respuesta al impacto de
la crisis del mercado mundial. Eso no impidió los enfrentamientos entre dirigentes en torno al
control de los gobiernos provinciales. La injerencia del gobierno nacional sobre las provincias fu
mucho menor que durante los gobiernos radicales.

Las intervenciones del gobierno de Justo fueron cautas y buscaron preservar la imagen del
presidente como árbitro no comprometido con las tendencias y camarillas en pugna. Sin embargo,
la injerencia del Ejecutivo nacional hizo posible que figuras del círculo presidencial ocuparan cargos
politos que dependían de las decisiones de gobiernos provinciales, como la inclusión del socialista
independiente Roberto Noble en el gabinete de Fresco.

El nuevo escenario electoral y la crisis del Congreso

A principios de 1935 la UCR levantó la abstención. Su presencia en el terreno electoral, asociada


con la destacada movilización de los trabajadores y el fuerte impacto de la confrontación política e
ideológica que se desplegaba en el escenario europeo dieron lugar a configuración de una nueva
trama de relaciones entre los partidos. A lo largo de 1935 el radicalismo compitió con las fuerzas
que integraban la Concordancia ene l plano provincial, y paso a ocupar el segundo lugar después de
los demócratas nacionales. La presencia de la UCR afecto centralmente a los partidos que habían
integrado la Alianza. El radicalismo desplazó de la cámara de Diputados a los socialistas
bonaerenses, en Santa Fe a los demócratas progresistas, y en Capital Federal, el PS descendió al
segundo lugar.

Cap. 6. El gobierno de Fresco y la tendencia autoritaria, 1936.1940

Manuel Fresco inicio su carrera política como concejal de Avellaneda en 1918. Entre su ingreso en
la Cámara de Diputados y el golpe de septiembre, destinó toda su energía a promover la destitución
de Yrigoyen. En agosto suscribió al manifiesto de los diputados conservadores y socialistas
independientes que alentaba la resistencia contra el gobierno. La madrugada del 6 de septiembre
estuvo presente en la sede del diario Crítica, en el encuentro entre los políticos que impulsaban la
caída de Yrigoyen y los jefes militares dispuestos a actuar. En 1932 volvió a ocupar una banca en
diputados, pero dedico mayor parte del tiempo a las tareas del partido: primero como secretario
general hasta 1933 y a partir de agosto de 1934 como presidente. Viajó a Europa, y en Italia se
entusiasmó con el orden y la energía de la labor de Mussolini.

El nuevo estado regulador y la marcha de la economía


Ni el gobernador ni su ministro de gobierno, el socialista independiente Roberto Noble, eludieron
pronunciarse abiertamente contra la ley Sáenz Peña. La crítica al voto secreto se presentó asociada
con la impugnación a un orden social basado en los principios del liberalismo.

La valoración positiva del fascismo por parte de Fresco no se extendió al nacionalsocialismo al que
ubicó entre las manifestaciones nefastas del modernismo ateo. Sin embargo, desde el escenario
exaltó a Hitler y a Mussolini, remarcando su condición de “conductores de pueblos”, pero destacó
como su principal error “recordar solamente que el ciudadano debe ser para el estado y olvidar que
el estado debe ser para el ciudadano”.

La iglesia católica fue la institución que acompaño más decididamente la gestión de Fresco. Al mismo
tiempo que éste concedió al clero un papel protagónico en el sistema educativo, éste santificó as
ceremonias en las que se imponía la presencia y palabra del gobernador. Algunos sectores del
nacionalismo, antiliberales pero no católicos, también ganaron posiciones en el campo educativo.
Desde el gobierno, Fresco se definió básicamente como un político conservador y “reaccionario”.
Su giro decidido al nacionalismo se concretó solo después de la “traición” de su partido frente a la
intervención decretada por Ortiz en 1940.

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