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Doctorando: Kenny Álvarez C.I

APLICACIÓN Y PERTINENCIA EN EL
PROCESO DE DISEÑO,
IMPLEMENTACIÓN, EJECUCIÓN Y
EVALUACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS
COMO NACIÓN Y SOCIEDAD

Las políticas públicas en su conjunto se pueden


considerar como un cristal a través del cual
pueden visualizarse transformaciones de las
relaciones entre el Estado y la Sociedad. A la luz
de esta visión, se discurre que las políticas
públicas son decisiones y acciones,
intencionalmente coherentes, adoptadas por el
Estado para abordar un problema políticamente
definido como colectivo, en un marco institucional
específico. Este conjunto de decisiones y
acciones da lugar a actos formales, con un grado
de obligatoriedad variable, tendientes a modificar
la conducta de grupos sociales que, se presume,
originan el problema colectivo a resolver. Esta
noción de política pública incluye todo tipo de
actividades normativas y administrativas, tanto
reglas generales y abstractas como actos
individuales y concretos, producidos durante la
ejecución de las mismas. Por consiguiente,
pensar, entonces, los procesos de gestión y de
reforma desde este hábitat epistemológico
requieren partir de los propios rostros humanos de
quienes traducirán dicha política en la arena de la
práctica cotidiana. Desde esta prerrogativa, a
partir del presente ensayo se disertará acerca de
la aplicación y pertinencia en el proceso de
diseño, implementación, ejecución y evaluación
de políticas públicas como nación y sociedad.
A nivel mundial, se visiona que las naciones se están enfrentando
actualmente ante una transformación del Estado y la sociedad, en donde el
primero no posee la experticia, el conocimiento y los recursos económicos y
políticos necesarios y suficientes para gobernar por sí sólo, y necesita
entonces aunar esfuerzos con otros actores que hacen parte del escenario
global. En estos términos, las múltiples interacciones sociales, los cambios en
los sistemas políticos, la producción de redes a escalas globales, nacionales
y locales, la aparición de organismos internacionales, la globalización, el
cambio del paradigma económico, los reclamos de participación de la
ciudadanía, los nuevos instrumentos de control de políticas públicas, la
democratización política, entre otros numerosos cambios, han generado un
nuevo escenario para llevar a cabo el arte de gobernar. Sin duda, este
escenario es complejo y debe ser comprendido de manera sistémica e
interrelacional.
Es importante pues aseverar, que ante este escenario complejo se conjuga
un nuevo orden institucional, que conlleva a que los Estados y sus instituciones
contribuyan a alinear sus acciones, programas y políticas públicas con las
exigencias del mercado globalizado. En este orden de ideas, los Estados ya
no son los únicos sujetos estratégicos, ni siquiera los más importantes en el
nuevo orden, sufriendo así profundas transformaciones en sus componentes
institucionales esenciales. Según Sassen (2010), “la inserción de estos nuevos
actores configura una nueva geografía de los procesos económicos
mundiales, la cual se produce a partir de sujetos empresariales, de una
infraestructura técnica e institucional necesaria (ciudades globales)” (p. 106),
de esta forma se precisa que requiere de la actividad del Estado en la
producción y legitimación de nuevos regímenes legales. Por lo cual, resulta
simplista únicamente afirmar que la actividad o las funciones del Estado han
sido reducidas o están desapareciendo; en cambio se refuerza la idea que el
Estado se está transformando.
Desde este argumento relacional, estos factores descritos pueden ser
considerados, fundamentales para comprender el contexto político, económico
y social en el cual surgen las nociones de estas condiciones o tendencias, por
tanto, parafraseando a Castillo (2017, p. 163), contribuyen pues a promover
un nuevo equilibrio entre las partes y, con ello, una nueva forma de entender
la acción del Estado en las democracias actuales ante la crisis del modelo
económico-social; el proceso de la globalización, que abarca no solo la esfera
económica sino todas las esferas de la vida personal y social; la emergencia
de una nueva base socio-tecnológica mucho más difusa que la del pasado; la
revaloración de la sociedad civil en comparación con el Estado, en pro de su
fortalecimiento y capacidad de exigir al Estado; la aparición de una sociedad
de organizaciones como articuladoras del conocimiento de la sociedad civil y
como formas de empoderamiento de la misma; y asimismo, las múltiples
diferenciaciones, nichos o fracturas de intereses, culturas, ingresos,
educación, capacidades, iniciativas, oportunidades, inserción laboral o social.
Esta idea es interesante, por cuanto describe específicamente las aristas
que materializan la efectividad o fracaso en el diseño de acciones y decisiones
del gobierno como Estado, unas veces acertadas y otras desperdiciando la
capacidad de diseñar e implementar políticas públicas, programas y proyectos,
en unas condiciones determinadas por un contexto social, económico y
político. A partir de este entramado discursivo, se comprende que las políticas
públicas representan el conjunto de acciones y decisiones definidas y
empleadas por una instancia gubernamental, con la ocupación y función de
alcanzar objetivos considerados como deseables o necesarios, en pro de
satisfacer asuntos de interés colectivo público, todo ello, a través de procesos
destinados a transformar una situación problema detectada. Es decir, es una
intervención de carácter pública.
En consecuencia, a partir de la perspectiva etimológica concebida por
Petrizzo (2010), en su libro “Los estudios contemporáneos de políticas
públicas”, donde señala, que las políticas públicas “son el instrumento principal
de la actuación gubernamental. Asumiendo ésta última como la acción de
conducir los destinos de un país, las políticas públicas son el timón a través
del cual se conduce” (p. 45). Sin embargo, aunque suele señalarse que las
políticas públicas se orientan a la resolución de problemas, está claro que más
allá de ese fin inmediato, persiguen la detección y la corrección de
desigualdades producto de otras acciones gubernamentales. Además, las
políticas públicas obran también como acelerador o como freno, de la nave,
operan como catalizadores o dilatadores de los procesos políticos.
En relación con los procesos implicados, el Estado ceñido a sistemas de
planificación y a procesos de rendición de cuentas, en sincronía con una
sociedad corresponsable, configura la dimensión postmoderna de la gestión
pública. Desde la postura que aquí se parte, si bien entonces, se reconoce un
rol sustantivo al Estado en términos de políticas públicas, el producto es fruto
de los expertos que conforman el aparato estatal, lo que en el lenguaje de
Peter Evans (1996), con sus discursos universalizantes portando un saber
técnico exento de presiones o demandas societales donde las agendas de
gobierno se escinden de las agendas públicas las denomina “autonomías
insuladas” (p. 140).
Sin embargo, este autor, entiende que las fuerzas sociales que interactúan
en ese espacio llamado Estado, pueden elaborar también, “autonomías
enraizadas o imbricadas” a partir de incorporar al análisis la importancia de los
espacios institucionales (formales e informales) en la formulación e
implementación de las políticas públicas. Y, es la evaluación de políticas
públicas, la llamada a determinar en qué medida la intervención pública
produce una mejora en la satisfacción de las necesidades colectivas
impostergables. De allí, esta investigación consolidada en un ensayo con
perspectiva crítica, cuyo objetivo es el análisis de los instrumentos que
permitan consolidar la evaluación de políticas públicas en Venezuela en
coherencia y pertinencia con los parámetros internacionales establecidos.
Con carácter previo, interesa puntualizar acerca de un hecho insoslayable
que permite otorgar perspectiva a los temas que se requiere analizar. Sin duda,
las características de la relación entre Estado y Sociedad mediante el diseño,
implementación, ejecución y evaluación de las políticas públicas en el país se
fueron transformando durante las últimas décadas. Desde el retorno de la
democracia hacia el año 1958, hasta la actualidad, se puede identificar
distintas etapas asociadas, naturalmente, a los momentos políticos en los
cuales se inscriben, que representan diversas estrategias de actuación del
poder ejecutivo y modos variados de ejercer la regulación estatal.
No obstante, se sostiene que las experiencias progresistas que gobernaron
a Venezuela y en la región a partir de los años dos mil impulsaron un nuevo
modelo de Estado y de intervención estatal que produjo cambios significativos
en la orientación de las políticas públicas. La implementación de estas políticas
públicas refleja que, durante las últimas décadas, la planificación estatal no se
limitó al sostenimiento del sistema a través del financiamiento destinado a
solventar los gastos de funcionamiento, que, desde luego, insumen una
proporción mayoritaria del gasto total debido a la magnitud del sistema
económico y social, y que, por otra parte, también revelan un compromiso con
la recomposición de los niveles salariales de los trabajadores, sino que, por el
contrario, avanzó en una nueva direccionalidad de las políticas para el sector,
que pretendieron configurar un novedoso paradigma de políticas públicas, con
acento en la planificación y la autonomía responsable, relación que supone la
conjunción entre las necesidades del Estado como representante del interés
público, la satisfacción de las demandas del conjunto de la sociedad y su rol
fundamental como promotora de la construcción de un proyecto nacional.
En esta línea de consideraciones, parafraseando a Azocar (2011) citado
por Finol (2013), quien describe detalladamente que las políticas públicas
aplicadas en Venezuela durante el período 1959-1998, marcaron la diferencia
social en la población venezolana, por cuanto dicha situación hizo agudizar el
descontento de la población venezolana, con los resultados económicos-
sociales alcanzados hasta ese momento, razón por la cual se consideró la
necesidad de construir, en bien del pueblo y la Nación, unas políticas públicas
realizables para dar respuestas al soberano. A partir de allí, se inició un
proceso de cambios en Venezuela, fundamentado en un proyecto socio-
político, cuyo objetivo se trataba de lograr un modelo de economía humanista,
competitiva y autogestionaria, donde se pretendía alcanzar en líneas
generales el Desarrollo Económico y Social de la Nación.
Además, puntualiza el autor citado, que la estructura político-social de
Venezuela, está en un estado de transición, donde se facilite el proceso de
organización y conformación de las estructuras del poder popular o
comunitario, capaz en el futuro, de asumir el control de los procesos sociales
para formar parte del sistema de planificación, producción y distribución
orientado hacia el autodesarrollo de las personas y comunidades, razón por la
cual Venezuela se orienta en la construcción del Socialismo del Siglo XXI, a
través de las directrices del Proyecto Nacional Simón Bolívar.
Ciertamente, en los últimos años, Venezuela representada por el Estado,
ha considerado, diseñado, implementado, y ejecutado, una serie de planes a
los cuáles se les ha denominado “Planes Socialistas de la Nación”, cada uno
comprendiendo una duración de siete años, los cuales incluyen una gama de
políticas públicas dirigidas a todos los sectores o ámbitos del país. No
obstante, reflexionando con respecto al desarrollo de estos planes, desde la
postura fenoménica de la autora, se discurre que tales instrumentos de gestión
gubernamental, no han contado o emprendido la importante fase de
evaluación, lo que ha coadyuvado a la no pertinencia, y fracaso de los planes
subsecuentes, pues la profunda crisis por la cual atraviesa actualmente el país,
es el reflejo inconmensurable de equivocadas políticas enmarcadas en
posturas ideológicas más que estrategias encaminadas a un efectivo y eficaz
desarrollo de la nación y de la sociedad.
Al hilo de lo expuesto, es inminente que se formularon una serie de
decisiones en materia de política pública que constituyeron una toma de
posición por parte del Estado que, a través de su actuación, no privilegió el
requerido desarrollo de políticas orientadas al fortalecimiento y autonomía
institucional del sistema, al aseguramiento de la calidad y la pertinencia social
de las instituciones y en menos sentido, no ayudaron a garantizar la
participación de todos los sectores de la sociedad que conforman la nación,
incluyendo al empresariado público y privado.
Vinculado al contexto especificado, en el proceso de transformación
desarrollado por el Estado venezolano en los últimos años, se evidencia que
las organizaciones gubernamentales no han fortalecido sus aspectos de
funcionamiento, como por ejemplo, su capacidad de gestión, si no por el
contrario, ha ido en detrimento y hasta el hecho de desaparecer muchas
instituciones de orden público, y esa cobertura negativa ha producido el cierre
y emigración de importantes empresas privadas en el país, pues han generado
un proceso que tiende a anular las especificidades de las organizaciones y a
enlentecer los procesos de toma de decisiones y de ajuste de los programas
a las necesidades locales.
Es necesario destacar, que la atención puesta en el Estado, tal como se
constata en este ensayo, ha sido dirigida a elementos que eran centrales en
la formulación de políticas públicas, que no debieron ser entendidas como una
apología de populismo económico, ni de estatismo tentacular que termina
devorándose la esfera de lo público. Desde este horizonte de comprensión, es
indispensable asumir una postura con carácter de criticidad pero también
optimista, de manera que se fundamenten ideas visionarias en beneficio de
una mejor conducción del país a partir de la participación activa de la sociedad
en la elección de los mejores representantes para ejercer la dirección
estratégica y política de la nación.
A tal efecto, se revela fundamental asimismo para reconstruir la esfera de
las políticas públicas, reconstituir el entramado social fuertemente golpeado,
elevando la competitividad con la participación activa y verdaderamente
protagónica de un cúmulo de actores, factores y estrategias, u de igual
manera, fortaleciendo la presencia organizativa y distributiva del Estado
resultando indispensable para la reinserción activa en el mercado
internacional, pues desde la especificidad de la democracia, la misma exige
tanto el fortalecimiento y recuperación de las capacidades institucionales del
Estado como de una sociedad civil vigorosa que amplíe constantemente los
límites y densidad del espacio público conformado por el conjunto de
asociaciones vecinales o consejos comunales, los sindicatos, los partidos
políticos, los medios de comunicación, en fin, las organizaciones de la
sociedad civil en general.
Sin lugar a dudas, la ciudadanía organizada puede generar grandes
impactos e incidencias en el escenario y el ejercicio de la gobernabilidad, a
través de su participación en las políticas públicas. Sin embargo, aún los
mecanismos de participación ciudadana son incipientes, torpes,
asistencialistas, y en algunos casos no se encuentran institucionalizados, no
son obligatorios para el gobierno y, por ende, si el gobierno toma en cuenta o
no a la ciudadanía es algo que depende del gobernante de turno o de los
funcionarios del plan, proyecto o programa de gobierno. Sin duda, es
importante trabajar en el desarrollo de lo que se entiende por participación real
y efectiva que fomente la gobernabilidad.
Posiblemente, los casos exitosos de participación en las políticas públicas
puedan acercar a múltiples formas en que la participación de la comunidad
contribuya al ejercicio de un gobierno por parte del Estado, que constituya y
consolide verdaderas soluciones para el mejoramiento de las condiciones de
la sociedad. Falta mucho por desarrollar al respecto, sin duda es necesario
activar la participación de los actores sociales, económicos y políticos, de
manera que puedan combinarse para encontrar la fórmula adecuada
direccionada a alcanzar políticas públicas efectivas, eficientes y exitosas para
el beneficio de la nación.
Bibliografía

Azocar, R. (2011). Las políticas públicas en Venezuela. Documento en línea.


Disponible en: politicaspublicasunellez.blogspot.com/2011/.../las-politicas-publicas-
en-venezuela.htm... [Consulta: 2019: Junio 23]

Castillo, M (2017). El papel de la participación ciudadana en las políticas


públicas, bajo el actual escenario de la gobernanza: reflexiones teóricas.
Revista CS, 23, pp. 157-180. / Número 23 / Septiembre - Diciembre, 2017.
Quito – Ecuador.

Evans, P. (1996). El Estado como problema y como solución. Revista


Desarrollo Económico, Vol. 35, No. 140 (enero-marzo l996).

Finol, L. (2013). La evaluación de políticas públicas en Venezuela. Frónesis.


Revista de Filosofía Jurídica, social y política Núm. 20-2, Agosto 2013.
Páginas: 218-234. Universidad del Zulia. Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas. Maracaibo-Venezuela. Apartado postal 4011.

Petrizzo, M. (2010). Los estudios contemporáneos de políticas públicas.

Sassen, S. (2010). Desnacionalización de las políticas estatales y privatización


de la producción de normas, G. Teuber, (coord.). Estado, soberanía y
globalización. Bogotá: Siglo del Hombre Editores – Universidad de los
Andes – Pontificia Universidad Javeriana / Instituto Pensar. pp. 103-137.

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