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PÁGINA 12 PSICOLOGÍA

27 de junio de 2019
Los estereotipos que alimentan medios y redes sociales y su impacto en las
subjetividades

El lawfare psicopatológico
El autor propone pensar como un nuevo lawfare (“guerra sucia jurídica”) el uso
prejuicioso en el discurso mediático de términos provenientes de los saberes psi con el
objetivo de instalar determinados clichés sociales.
Por Alberto Sladogna

Margaret Thatcher formuló que para el neoliberalismo “la economía es el método, el objetivo es el alma” (psique).

La vida cotidiana contiene palabras, frases organizadas por términos de orden


psicopatológico; es así que el lenguaje reúne mediante una torsión el adentro y el
afuera. En los medios circulan término como “psicopatología”, “psicótico”, “histérico”,
“perverso”, “neurótico”, “hombre de los lobos”, “déficit de atención”, “el hombre de las
ratas”, “TDHA”; “débil mental”, “esquizofrénico”, “la joven homosexual”, “brote
psicótico”, “compensado”, “paranoico”, “narcisista”. Algunas de estas palabras de
empleo coloquial han surgido de la psiquiatría, de la psicología o del psicoanálisis y
alimentan los perjuicios y prejuicios sobre nuestras vidas y las vidas de los otros. A
Freud no le pasó desapercibido ese hecho: “La psicopatología de la vida cotidiana”
(1901) no descalificaba a quien era tomado por un lapsus, un chiste o se le produzca la
sustitución de una palabra por otra. En concreto: esa psicopatología de la vida cotidiana
no hacía más que revelar su normalidad. Esa normalidad cotidiana al ser tomada por la
“psicopatología mediática” se convierte en una herramienta de lawfare (guerra sucia
jurídica), cuyo objetivo es impactar el alma de cada ciudadano para construir su
singular subjetividad consciente e inconsciente. Cuando esas palabras ingresan a los
medios de comunicación y las redes sociales cambian en sí mismas, con su
incorporación se produce una operación encubierta, instalar un cliché.

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¿Qué es un cliché? Un cliché es una idea, frase o expresión que por su reiteración se
transforma y ocupa un lugar en nuestra subjetividad de forma consciente o inconsciente:
las mariposas en el estómago al hablar o vivir encuentros y desencuentros; el cliché de
una risa para mostrar encubierto el hecho de no saber qué hacer o decir ante una
experiencia nueva. Un cliché cinematográfico común constituido por desactivar una
bomba un segundo antes de su posible estallido o una sombra que delata la presencia
del asesino o una persecución policial efectuada a contramano.

Los pintores, señaló Deleuze, mostraron un estilo del cliché: la tela no está en blanco
antes de pintar un cuadro, por lo contrario, está cubierta de clichés no-visibles: el
modelo que impone la forma de una pipa, de una rosa, de un rostro, de un punto y una
línea solo pueden pintarse siguiendo el cliché no visible. Todas las abominaciones o
descalificaciones, lo malo, anormal o normal ya están en la tela en blanco o, en la
mente en blanco para pintar, escribir, actuar... El cliché de la normalidad operará en
nuestras vidas subjetivas.

Estanislao Fernández Luchetti, artista conocido como Dyhzy, presenta su performance


en tanto drag queen. En una entrevista en PáginaI12, (26/5/2019, Gisela Marziotta),
define su actividad como “interpretación de personajes a través de disfraces”. Así
responde al cliché psicopatológico con el cual lo calificaron peyorativamente en las
redes sociales: ¡El candidato es padre de un drag queen! Estanislao se encarga de
separar a Dyhzy del hijo del candidato al presidente.

Kantorowicz planteó en Los dos cuerpos del Rey que la persona del rey no es el rey en
funciones; Agostino Palavicini Bagliani hizo su aporte al tema en el libro El cuerpo del
Papa, es decir, Jorge Mario Bergoglio no es el papa Francisco. La delicada frontera,
incluso movediza, entre el cuerpo del candidato a presidente y el cuerpo de un padre no
deja de existir a pesar de su delicada precisión. El lawfare psicopatológico aprovecha
esa débil frontera, ese estrecho margen para instalar su guerra sucia a nombre de la
psicopatología atribuida a uno de esos cuerpos para atacar al otro. Lo hacen por la
articulación difamatoria de los medios de comunicación.

¿Qué es el lawfare? “En mayo de 2018, (el papa Francisco) durante una misa en Santa
Marta: ‘En la vida civil los medios comienzan a hablar de la gente, de los dirigentes, y
con la calumnia y la difamación los ensucian’”(CFK, Sinceramente, 2019, p.406).

Margaret Thatcher formuló que para el neoliberalismo “la economía es el método, el


objetivo es el alma” (psique). La subjetividad era y es una base fuerte del
neoliberalismo. El acto de calumniar y la difamación emplean términos que llevan las
apariencias de ser objetivos y se les atribuye carácter científico. La psicopatología
mediática instala en nosotros clichés visibles o invisibles: se trata de psicopatologizar al
otro y a uno mismo, incluso la mayoría silenciosa de los prejuicios y las calumnias que
nos habitan está a un botón de manifestarse con un “like” en facebook.

El neoliberalismo le da existencia subjetiva a las instituciones (“el mercado


reaccionó...); la institución tiene sensibilidad social (los mercados están afectados...; los
mercados se pusieron histéricos…; los mercados enloquecieron por el efecto
Tequila...”). Generan un fantasma de sábana blanca intocable e inaccesible. Lewis
Cosser estudió el efecto material de los sistemas de poder para instalar en cada uno de
nosotros ese fantasma de manera eficiente, para lo cual subrayó el surgimiento de las
instituciones voraces de un diseño casi perfecto para producir una determinada
subjetividad consciente e inconsciente. (Las instituciones voraces). El lenguaje
coloquial es una institución con sus lenguas y sus usos y costumbres presentes en la
conciencia y en el inconsciente. Conlleva modelos como los clichés psicopatológicos.
Los poetas batallan con eso al inventar un poema. J. L. Borges escribió “en las letras de
‘rosa’ está la rosa y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’”.

¿En qué horizonte genealógico surge el lawfare psicopatológico? Escribo


“genealógico”, siguiendo a Ignacio Leukowicz (Pensar sin Estado).

En los principios del siglo XX se encuentra la fuente del lawfare psíquico que estalló
por inquietudes ante la pureza de la raza humana, preguntas respecto de cómo
garantizar la normalidad (pureza de salud y de salud mental) se presentaron tanto a
izquierda (proteger al proletariado de las impurezas burguesas, alcoholismo,
drogadicción) como a derecha (proteger la pureza de la raza, eliminar cuerpos impuro
tales como los gitanos, homosexuales, niños con síndrome de down, esquizofrénicos,
...).

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Alfred Hoche, psiquiatra y uno de los mentores conceptuales de las Leyes de


Nuremberg (1935), calificó de “epidemia psíquica” al psicoanálisis. Al pie de la letra:
una epidemia solicita ser eliminada. Se sabe que Hoche realizó estudios de eutanasia y
eugenesia.

Sigmund Freud señaló con ironía que “un foco infeccioso en ese lugar no podía menos
que alcanzar particular importancia para la propagación de esa epidemia psíquica, como
la llamó Hoche, de Friburgo (1914)”.

¿Qué relación guarda este doctor con el lawfare psicopatológico? Alfred Hoche y Karl
Binding escribieron Libertad para la aniquilación de una vida indigna de ser vivida
(1920). El libro agrupa bajo el término “indigno de ser vivido” a una gran parte de los
llamados “enfermos mentales”, a los “débiles de espíritu” y a “los niños retardados” o
“con malformaciones”. Los autores dieron a su teoría un carácter médico-científico-
jurídico y propusieron su finalidad terapéutica: la destrucción de la vida “indigna de ser
vivida” equivalía a “un simple tratamiento” de una “empresa de curación”. Según ellos,
el Estado no debía gastar sumas en atención de esos “enfermos”. Esa propuesta fue una
de las bases para las “Leyes de Nuremberg y para la protección de la sangre...”
sancionadas por el régimen nacionalsocialista en 1935. Ese régimen fue el primero en
emplear medios masivos no impresos: instalación de sonido en las plazas públicas de
Alemania para difundir durante el día los mensajes de Hitler y otros funcionarios.
Además promovieron la ampliación a once millones de abonados a la radio, otorgando
facilidades de pago para adquirir ese aparato.

El lawfare psicopatológico, como cada adjetivación de ese tipo, se sostiene a partir de


un cliché presente en nuestra subjetividad. ¿Cómo deshacerse de ese cliché? Estanislao
Fernández Luchetti llegó a tener más de 15 mil seguidores en Instagram, en tanto drag
queen muchas veces padece la discriminación y la violencia. Responde como artista, él
sigue haciendo Dyhzy.

* Psicoanalista.

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