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INTRODUCCIÓN
La radiación es parte integrante de nuestro medio ambiente y existe libremente en la naturaleza desde
la formación del planeta Tierra. La exposición diaria del ser humano a la radiación puede ocurrir de
forma natural, como en el caso de las radiaciones cósmicas, de la radiación presente en el agua y en
los alimentos que ingerimos, en el aire que respiramos o en los materiales que usamos en la
construcción. Esta exposición representa aproximadamente el 50% del total de la radiación a la que
un individuo está sujeto durante un año. La otra mitad corresponde a la radiación producida por el
hombre, siendo ejemplos de ello la energía nuclear, los exámenes diagnósticos de imagen (RX y TC),
los tratamientos de Radioterapia, teléfonos móviles, aparatos eléctricos, etc.
Cada persona puede ser expuesta, inadvertidamente, en promedio a 3,1 miligray por año, pudiendo
ese valor duplicarse dependiendo de la exposición variada a la radiación, en particular a la necesidad
de asistencia médica, laboral, viajes aéreos, entre otros. Además, la radiación puede ser clasificado
como ionizantes y no ionizantes, en función de sus características físicas, sin embargo, la mayoría de
las preocupaciones profesionales de la salud es el primero ya que es capaz de interactuar directamente
con los tejidos a nivel atómico, causando cambios en el ADN celular y, en consecuencia, el daño y
eventualmente llevar a la muerte. La radiación es, por tanto, uno de los agentes nocivos mejor
estudiados en el mundo. La radiobiología es la ciencia que estudia el efecto de la radiación en los
tejidos biológicos, siendo responsable de la comprensión detallada de todos los efectos biológicos de
la irradiación en los seres vivos.
Históricamente, el primer caso reportado de efectos adversos de la radiación data de principios del
siglo XIX, después del descubrimiento de los rayos X por Wilhelm Röntgen. Desde entonces, en los
últimos 2 siglos, varios han sido los eventos en que la liberación de grandes cantidades de radiación
resultó en un gran coste para la vida humana, dejando el mundo un sobre aviso de los efectos
carcinogénicos, teratógenos (agente capaz de causar un defecto congénito) y mutagénicos producto
de la radiación.
Estos incidentes son el fundamento de muchos de los estudios base poblacional sobre los efectos
nefastos de la radiación ionizante en los embriones.
Las exposiciones prenatales es un tema particularmente relevante en el campo de la radioprotección.
Son un motivo de consulta muy frecuente en este ámbito, particularmente en los casos de trabajadoras
ocupacionalmente expuestas o pacientes sometidas a exposiciones médicas de carácter diagnóstico o
terapéutico. Asimismo, las situaciones de sobreexposición accidental pueden involucrar a mujeres
gestantes. En todos estos casos el conocimiento insuficiente respecto de los riesgos puede conducir a
apreciaciones erróneas acerca de la verdadera magnitud de los mismos. La subestimación puede
ocasionar una exposición no justificada y evitable. En el caso contrario, la sobreestimación puede dar
lugar a situaciones de discriminación en el ámbito laboral y generar una excesiva ansiedad tanto en
la mujer gestante como en los profesionales involucrados. El propósito de esta comunicación es
analizar los efectos de la irradiación prenatal y los factores principales a considerar para la estimación
de la magnitud del riesgo de las exposiciones "in utero" en las distintas condiciones en que éstas
pueden ocurrir.
2. DESENVOLVIMENTO TEÓRICO
El conocimiento de los principios radiobiológicos de las radiaciones es de extrema importancia para
que sea posible percibir, de qué forma se crean condiciones para la aparición de efectos malformativos
y carcinogénicos, en el feto cuya madre ha sido sujeta a radiación.
Saber a qué radiación, los tipos de radiación existen, conocer los efectos biológicos sobre las células
humanas, que abanico de dosis cada aparato es capaz de emitir, calcular la dosis final a la que cada
individuo ha sido expuesto, entre otros.
Sólo en la posesión de la información antes mencionada, es posible comprender cómo se elaboran
protocolos para prevenir la irradiación de embarazadas, o, si es eminentemente necesario la
exposición a la radiación como proteger el feto en desarrollo.
No menos importante, debemos percibir si los efectos de la radiación sobre el feto son tan nocivos
como los profesionales de la salud temen, causando un alto grado de indecisión, ansiedad cuando se
encuentran en presencia de una embarazada inadvertidamente expuesta a la radiación, o sobre la
forma de los exámenes complementarios de diagnóstico o la terapia con radiaciones ionizantes.
Debemos tener siempre en cuenta que incluso las exposiciones a pequeñas cantidades de radiación
cargan siempre algún riesgo para el individuo.
2.1 Radiación
La radiación consiste en la emisión de energía en forma de partículas radiactivas y aceleradas de alta
velocidad o en forma de ondas electromagnéticas. El ser humano está diariamente en contacto con
ondas electromagnéticas. Estas constituyen el espectro electromagnético, que incluye tanto el
espectro visible (las ondas capaces de ser captadas por el ojo humano), como las ondas ultravioletas
(UV), las microondas y las ondas de radio. Sin embargo, los ejemplos previamente citados no poseen
suficiente energía para separar moléculas o eliminar electrones, responsables de la ionización de los
átomos y consecuentemente responsables de la lesión de las células humanas. A este tipo de radiación
se da el nombre de Radiación no- ionizante.
La radiación ionizante incluye las partículas beta, alfa, los rayos gamma y los rayos X. Son ondas
electromagnéticas con longitudes de onda cortas y frecuencia elevada, que poseen energía capaz de
afectar a la estructura normal de la célula tanto directa, como indirectamente. Las partículas alfa y
beta generalmente no representan un riesgo significativo cuando se emiten, ya que su potencial de
penetración en el cuerpo humano, no sobrepasa las primeras capas de piel. Los rayos gamma y los
rayos X penetran fácilmente los tejidos, causando lesiones orgánicas. Es este tipo de radiación que
más preocupa a los profesionales y puede, si en cantidad suficiente, puede ser letal para los seres
vivos.
2.2 Dosimetría
Para comprender los efectos biológicos de la radiación, es necesario estar familiarizados con su
dosimetría. Es importante percibir los efectos que los diferentes tipos de ondas producen sobre los
diferentes tejidos, así como, percibir que estos efectos dependen de la cantidad de radiación a que los
tejidos están expuestos. Para simplificar este conocimiento, se crearon unidades y conceptos clave
con los que los profesionales son capaces de trabajar, así como calcular las dosis de exposición a la
radiación a la que un individuo puede estar sujeto.
𝐸 = ∑ 𝑤𝑡 𝑥 𝐷𝐸𝑡
en el que wt es la suma de todos los factores de ponderación de los tejidos irradiados, DEt el total de
la dosis equivalente y E se expresa en Sv. El valor final obtenido expresa así una estimación muy
aproximada de la realidad, de la cantidad de radiación a que un individuo estuvo expuesto y su
potencial para causar daño celular. En la mujer embarazada, la gran preocupación es la irradiación
del feto que se encuentra en la cavidad abdominal, debiendo tenerse en cuenta que la dosis efectiva a
la que éste estuvo sujeto es muy aproximada de la dosis absorbida equivalente recibida por el útero
de la paciente
Tejidos wt ∑wt
Medula ósea roja, Colon, Pulmón, Estómago, Mama, *Restos 0,12 0,72
Total 1,00
* Restos tejidos: Adrenales, región extractorácica, Vesícula, Corazón, Riñón, Nódulos linfáticos, Músculo, Mucosa
Oral, Páncreas, Próstata, Intestino delgado, Timo, Bazo y Útero / Cervix
Tabla 2. Factores de ponderación de tejidos
2.3 Efectos biológicos de la radiación
Además de conocer los diferentes tipos de radiación y saber cómo calcular la cantidad de radiación
captada por los diferentes tejidos, es importante entender cuál es su efecto sobre el ser humano.
Aunque existe una tendencia a pensar que la radiación ionizante actúa directamente sobre la célula
viva, en realidad esta interacción se realiza a nivel atómico, a través de un proceso denominado
ionización. De esta forma, la radiación interactúa con átomos, que pueden modificar moléculas,
alterar las células, transformar tejidos, afectar órganos y que finalmente pueden tener repercusiones
en el normal funcionamiento del organismo. La radiación puede afectar a las células a través de dos
mecanismos esenciales: el efecto directo y el indirecto.
El efecto "in-utero" representa un caso especial de efecto somático, pues irradia el embrión que se
encuentra en el abdomen materno. Varios eventos pueden ocurrir, desde abortos espontáneos,
malformaciones fetales (por ejemplo, microcefalia), alteraciones neuro comportamentales (por
ejemplo, reducción del cociente de la relación entre el peso y el peso inteligencia - CI, retraso mental),
retrasos en el crecimiento (por ejemplo, restricción del crecimiento intrauterino) y cáncer de la niñez.
Este es el efecto que más preocupa al clínico ante una mujer embarazada, teniendo en cuenta que
dosis pequeñas de radiación pueden causar efectos devastadores en el feto en formación. Interesa
conocer los efectos "in-utero" producidos en el embrión y sus órganos, en función de la cantidad y
de la sensibilidad a la radiación, en las diferentes fases de gestación.
Los efectos de la radiación durante el embarazo se dividen en dos grandes grupos: los teratógenos y
los carcinogénicos. No olvidar que la irradiación no se realiza directamente sobre el feto, ya que los
tejidos blandos y el útero de la mujer confieren cierto grado de protección. Los efectos teratogénicos
pueden ser variados y dependen de dos grandes factores: la semana de gestación y el valor de la dosis
efectiva de radiación. Las primeras dos semanas después de la concepción son cruciales para la
supervivencia del embrión, y representan la primera fase de gran susceptibilidad. En este momento
ocurre la implantación del blastocisto en la pared uterina. Con valores de radiación superiores a 0,1
Gy (10 rad) este paso puede no ocurrir, resultando en un aborto espontáneo. Con valores superiores
a 0,5 Gy, la probabilidad de que se produzca un aborto es muy elevada. Todos los embriones que
sobreviven y se implantan continúan su desarrollo normalmente, con un riesgo de malformaciones
igual al del embrión no irradiado. Este efecto es designado como la ley del "todo o nada".
La segunda fase de susceptibilidad ocurre entre la tercera semana de gestación y la octava, en que se
inicia la formación de los órganos del embrión, o sea, la organogénesis. En esta etapa, la exposición
a dosis efectivas de radiación superiores a 0,1-0,2 Gy aumenta el riesgo de aparición de
malformaciones de cualquier órgano (por ejemplo, microcefalia, microftalmia, restricción del
crecimiento y cataratas).
Entre la octava y la décimo quinta semana de gestación, tercera fase de susceptibilidad, el embrión
incurre en un mayor riesgo de retraso mental, ya que es durante este período que se forma el Sistema
Nervioso Central. El aumento de la actividad mitótica de las células neurales y su migración las hace
extremadamente radiosensibles. No se observan cambios en el QI para dosis de radiación inferior a
0,1 Gy. (20) Sin embargo, si el embrión se expone a valores superiores a 0,35 - 0,5 Gy la probabilidad
de retraso mental severo es muy elevada (8). Además, se estima que cada aumento de 1 Gy por encima
de 0,1 Gy implica una disminución de 25 a 30 puntos en el CI de un niño.
La irradiación por fuentes médicas puede ocurrir inadvertidamente y / o intencionalmente cuando hay
necesidad de someter a la embarazada a exámenes complementarios de diagnóstico (TC, radiografía,
medicina nuclear, por ejemplo) y / oa tratamientos (radioterapia, por ejemplo) que usen radiación
ionizante. El potencial efecto que estas fuentes pueden tener sobre el embrión en crecimiento crean
ansiedad tanto en la madre como en el clínico y pueden condicionar las decisiones clínicas. Así es de
extrema importancia percibir cuáles son las principales fuentes de radiación ionizante y cuáles las
más utilizadas por los profesionales. La gran mayoría de los exámenes diagnósticos que usan
radiación ionizante expone el embrión a valores inferiores a 0,05 Gy (5 rad), que pueden considerarse
insignificantes en la inducción de efectos teratogénicos, siendo casi indistinguibles de cero cuando se
comparan con otros riesgos en el embarazo ( los riesgos normales del embarazo aquí mencionados
incluyen el 15% de riesgo de aborto espontáneo, el 4% de riesgo de retraso en el crecimiento y la
prematuridad, el 3% de riesgo de malformaciones espontáneas y el 1% de riesgo de retraso mental).
Los valores estimados de radiación emitidos por los diferentes exámenes diagnósticos pueden ser
observados en la Tabla 4.
Exámenes Complementarios Dosis fetal, rad
Rayo X:
Extremidad superior <0,001
Extremidad inferior <0,001
Examen digestivo baritado 0,048 – 0,360
colecistografía 0,005 – 0,060
Columna Lumbar 0,346 – 0,620
pelvis 0,040 – 0,238
Anca y Fémur 0,051 – 0,370
Tórax (2 incidencias) <0,010
Mamografia 0,007 – 0,020
Retropielografia 0,800
Abdomen (riñón, vejiga y ureter) 0,200 – 0,245
Urografía (pielografía intravenosa) 0,358 – 1,398
Enema de Bario 0,700 – 3,986
TC:
Cráneo <0,050
Tórax 0,100 – 0,450
Abdomen (10 cortes) 0,240 – 2,600
Abdomen y Pelvis 0,640
pelvis 0,730
Columna Lumbar 3,500
Otros
Examen ventilación-perfusión 0,06 – 1,00
PET de cuerpo entero 1,00 -1,50
Uno de los métodos de diagnóstico más utilizado en el servicio de urgencia es la radiografía. Su uso
no conlleva riesgos mayores sobre el embrión en desarrollo siempre que el útero de la embarazada se
encuentre fuera del campo de incidencia del rayo. El embrión sólo estará expuesto a la radiación
dispersa en dosis mínimas. Para reducir la ansiedad de la embarazada puede ser importante el uso de
una protección de plomo. Cuando el útero se encuentra en el campo de incidencia de la radiografía,
como es el caso de las radiografías abdominales, pélvicas y de columna lumbar es necesario tener en
cuenta el espesor de la pared abdominal de la embarazada, la dirección de la proyección (si es
anteroposterior, si posteroanterior o lateral), la profundidad a la que el feto se encuentra y la técnica
de adquisición de las imágenes (por ejemplo, calidad de la imagen, penetración).
Otro método muy utilizado es la Tomografía Computarizada (TC), que normalmente expone la
embarazada a niveles más elevados de radiación, aunque la dosis fetal normalmente no supera los 10
a 40 mGy. Su uso ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas, ya pesar de las
preocupaciones con sus efectos secundarios, sigue siendo una modalidad de imagen esencial para el
tamizaje y diagnóstico de situaciones agudas, cuyo retraso en la identificación implica riesgo de vida
para la madre o para el feto, como por ejemplo trauma agudo, tromboembolismo pulmonar,
nefrolitiasis y apendicitis aguda. Especialmente en situaciones de trauma / politrauma, el uso de TC
es de extrema importancia por su sensibilidad en detectar colecciones de líquido, hemorragias
retroperitoneales y lesiones de órganos. Si el embrión está fuera del campo de incidencia del rayo
primario, los efectos de la exposición a la radiación son insignificantes, por lo que es relativamente
seguro la realización de TC al cráneo, columna cervical, tórax y extremidades. Cuando el examen
involucra el abdomen y la pelvis, la dosis a la que el embrión está sujeto está dependiente de
parámetros muy similares a los de la radiografía, en particular proximidad al útero de la paciente,
espesor de la pared abdominal, profundidad del feto y las técnicas de adquisición de imagen (por
ejemplo, disminución del voltaje y de la corriente, aumento de la colimación del haz, aumento del
grosor de los cortes y limitación de las áreas a visualizar). Afortunadamente, el haz de radiación de
TC es muy colimado, permitiendo que éste sea controlado con precisión y se pueda limitar el área a
irradiar (por ejemplo, riñones). El uso de TC no debe aplazarse sólo porque la paciente está
embarazada, pero deben utilizarse todos los medios disponibles para reducir la exposición a la
radiación.
También puede existir la necesidad de utilizar técnicas de medicina nuclear (por ejemplo, tomografía
por emisión de positrones - PET), en las que las dosis de radiación varían dependiendo del tipo de
radionucleido utilizado. El uso de yodo radiactivo está desaconsejado en el embarazo por el peligro
de afección de la tiroides del embrión, aunque ningún estudio ha sido concluyente. El gadolinio a
altas dosis fue probado tener efectos nefastos en estudios animales, aunque en humanos y en dosis
diagnósticas no se observaron efectos deletéreos. En la mayoría de los casos, la mayoría de las
personas que sufren de este tipo de cáncer de próstata, no se sienten como si se tratara de una infección
por el virus de la inmunodeficiencia humana. a no utilizar esta técnica diagnóstica por riesgo de
efectos no deseados. El uso de estos radionucleidos en embarazadas es controvertido por no haber
estudios definitivos en relación a su efecto sobre el feto, de ahí que cada caso debe ser evaluado
individualmente pesando el riesgo / beneficio de la realización de los exámenes.
Existen terapias, Radioterapia, que administran dosis de radiación ionizante a tejidos invadidos por
células neoplásicas. Siempre que sea posible, la radioterapia debe evitarse durante el embarazo, pero
en circunstancias especiales su uso puede ser esencial para salvar la vida de la embarazada. La
radioterapia puede ser utilizada con propósito curativo (neo-adyuvante, radical y adyuvante) y / o
paliativo. Podemos dividir la radioterapia en externa, cuando la fuente de radiación se encuentra fuera
de los tejidos o braquiterapia, cuando la fuente de radiación se encuentra en el interior de los tejidos
(intersticial), en cavidades naturales (endocavitaria) o dentro de lúmenes (endoluminal). La
radioterapia, de todas las formas de radiación es la que expone a la embarazada a dosis más elevadas.
Las dosis más frecuentes para el tratamiento de neoplasias sólidas pueden variar entre 45 y 60 Gy,
cuando para tratamientos neo-adyuvantes / adyuvantes, y variar entre 60 - 80 Gy, cuando para
tratamientos radicales, con fracciones convencionales de 1,8 - 2, 0 Gy durante 5 a 8 semanas. Existen
otros tipos de fraccionamiento: híper e hipofracción, con dosis menores o mayores por fracción. El
umbral de dosis para la aparición de efectos teratogénicos en el feto, generalmente no es alcanzado
en neoplasias que sean suficientemente alejadas de la región abdominopélvica. Las técnicas de
radioterapia externa actualmente disponibles son 2DRT, 3DRT, 4DRT, IGRT (Radioterapia guiada
por imagen), IMRT (Radioterapia de intensidad modelada), Radiocirugía, Radioterapia estereotácica
fraccionada, RIO (Radioterapia Intraoperatoria) y TBI (Irradiación Corporal Total) y de Braquiterapia
son HDR (Alta tasa de dosis), LDR (baja tasa de dosis) y PDR (Tasa de dosis pulsada). Por la relación
entre riesgo / beneficio, la realización de este tipo tratamiento en la embarazada debe ser tomada por
un grupo de decisión multidisciplinario.
2.6 Enfoque de la embarazada expuesta a la radiación: Pautas internacionales
En las situaciones en que sea necesario utilizar procedimientos de medicina nuclear, según las pautas
del ICRP debe ser asegurado que el examen a realizar es esencial para diagnóstico y posibilita una
terapia inmediata. Se deben utilizar preferentemente radioisótopos con semivida corta, como el
tecnecio-99m, no exponiendo el embrión a dosis muy elevadas de radiación. El yodo radiactivo,
aunque puede ser utilizado en exámenes de diagnóstico, está contraindicado cuando a dosis
terapéuticas, por el riesgo de causar alteraciones a la tiroides del embrión. Después de la ingestión de
los radioisótopos se aconseja que la embarazada ingiera agua en abundancia, para permitir una
claridad renal rápida del fármaco y consecuente disminución de la exposición a la radiación.
En lo que se refiere al uso de Radioterapia en pacientes embarazadas, antes de iniciar el tratamiento
es obligatorio investigar si la paciente está embarazada. Si se confirma la situación gravídica de la
paciente, no existen reglas fijas y la decisión de continuar con el tratamiento depende de una serie de
factores (Tabla 5). Según el ICRP, si el lugar de la neoplasia es suficientemente alejado de la pelvis
no debe existir problema en la realización de técnicas de radioterapia, siempre que exista una
planificación cuidadosa del tratamiento y una preocupación mayor en la disminución de la dosis de
radiación administrada al embrión. Debido a las elevadas dosis de radiación utilizadas, pueden existir
consecuencias adversas para el embrión, y cualquier mujer sometida a radiación, cuyo embarazo ha
sido descubierto antes, durante o después del tratamiento debe tener un registro de la técnica empleada
y hacerse una estimación de la dosis fetal, para permitir un seguimiento apretado de la paciente y del
feto.
Factores:
Estadio y agresividad del tumor
Efectos hormonales del embarazo sobre el tumor
Diferentes terapias, tiempo de tratamiento, eficacia y complicaciones
Para situaciones especiales, como trauma agudo, ciertas asociaciones crearon pautas específicas,
como es el caso de EAST. Estas pautas se dividen en tres categorías teniendo en cuenta su nivel de
evidencia (Nivel 1, basadas en estudios aleatorizados, Nivel 2, basadas en análisis retrospectivos de
información actual, Nivel 3, basados en estudios retrospectivos, revisiones extensas y opinión de
expertos) , y algunas se pueden encontrar en la Tabla 6.
directrices:
Nível 1 No hay recomendaciones
Nível 2 Las embarazadas traumatizadas después de las 20 semanas de gestación deben tener monitorización fetal
durante al menos 6 horas.
La prueba de Kleihauer-Betke debe realizarse para todas las embarazadas traumatizadas después de las
12 semanas de gestación.
Nível 3 El mejor tratamiento para el feto es la realización de la resucitación a la madre y una evaluación inicial
del feto.
En todas las pacientes de edad fértil con trauma significativo debe ser evaluada la gonadotropina
coriónica humana y protegidas de los rayos X siempre que sea posible.
Las preocupaciones sobre los efectos de la radiación ionizante no deben impedir la realización de
procedimientos diagnósticos en la embarazada.
La exposición a valores de radiación inferiores a 5 rad no se asoció a un aumento de malformaciones o
abortos y por lo tanto se consideran seguros durante todo el embarazo
La consulta con un radiólogo debe considerarse para el cálculo de la dosis fetal estimada cuando se
realizan varios exámenes de diagnóstico
Una consulta de obstetricia debe ser solicitada en todos los casos de trauma en embarazadas.
El uso de radiación en la paciente embarazada o no, parece estar asociado a un sentimiento de alarma,
tanto por parte del clínico y del paciente. La noción que la radiación es perjudicial para los seres vivos
está íntimamente ligada al conocimiento histórico de los efectos deletéreos de los grandes desastres
nucleares (por ejemplo, Bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y desastres nucleares de las
centrales de Chernobyl y Fukushima).
Existen varios estudios que evalúan la percepción que los clínicos y las embarazadas tienen el riesgo
de ser irradiados durante el embarazo. Bentur et al realizaron una encuesta a embarazadas expuestas
a exámenes radiodiagnósticos y descubrió que este grupo creía que el riesgo del embrión de
desarrollar malformaciones mayores durante el embarazo ascendía al 25,5%. Dos estudios, uno
realizado en Israel (1993) y otro en Canadá (2004), evaluaron la percepción del riesgo de la utilización
de radiación durante el embarazo en médicos generales, obstetras, médicos de familia y ginecólogos.
El estudio israelí reveló que sólo el 46% de los entrevistados (el 70% de los ginecólogos (n = 20) y
el 41% de los médicos generales y los médicos de familia (n = 86)) sabía que la exposición de la
embarazada a un examen radiodiagnóstico no constituía una indicación para el aborto terapéutico. El
estudio canadiense de Ratnapalan et al observó que el 44% de los médicos de familia (n = 208) y el
11% de los obstetras (n = 65) estimaron que el riesgo de malformación asociado a la realización de
un rayo-X abdominal era del 5% o más alto. Por otro lado, el 61% de los médicos de familia y el 34%
de los obstetras estimaron que el riesgo de malformación asociado a la realización de un TC
abdominal era del 5% o superior. Entre los médicos de familia, el 1% recomendaba el aborto
terapéutico después de la realización de Radiografía abdominal y el 6% después de la realización de
TC abdominal.
Sin embargo, sólo el 5% de los obstetras aconsejaba la interrupción del embarazo después de la
realización de TC abdominal. Otro estudio de la Motherisk Program, un programa de apoyo a
embarazadas, fue contactado entre 1999 y 2002 por 198 mujeres expuestas a radiación, de las cuales
149 no sufrieron exposición directa del feto. De estas 149, 6 mujeres (4%) optaron por terminar el
embarazo debido a la exposición a valores de 0,01 - 5,6 mGy de radiación durante el primer trimestre.
En un estudio más reciente, 115 embarazadas encaminadas hacia el coreano placa madre por
exposición a radiografías de la columna lumbar, abdomen y GI, se compararon con un grupo de 527
embarazadas de control ajustadas a la edad. Se observó que 9 de las embarazadas expuestas y 32 del
grupo control sufrieron aborto espontáneo, y 2 de las embarazadas irradiadas y 10 de los controles
realizaron interrupción voluntaria del embarazo. Dos de los bebés (1,9%) del grupo expuesto y 2 del
grupo control (0,4%), nacieron con malformaciones mayores. Los demás resultados fueron similares
en los dos grupos, con excepción del hecho de haber habido más admisiones en la Unidad de Cuidados
Intensivos Neonatales en el grupo de las embarazadas expuestas.
En un estudio de embarazadas politraumatizadas turcas, 22 mujeres fueron sometidas a exámenes
radiodiagnósticos cuando llegaron a la urgencia. De estas, 20 prosiguieron con el embarazo y tuvieron
partos normales y niños sanos, mientras que 2 embarazadas expuestas a valores de 0,05 - 0,5 mGy (5
rad), optaron por realizar aborto terapéutico.
Un estudio sobre el uso de 18F-FDG en la realización de PET en 5 mujeres con neoplasia, expuso a
las pacientes a valores de radiación que variaron entre 1,1 y 9,04 mGy. Las cinco embarazadas
prosiguieron con el embarazo, dando a luz a niños sin malformaciones aparentes. En otro estudio, sin
embargo, la administración de yodo radiactivo en dosis ablativas a una paciente, las dosis fetales
alcanzaron valores del orden de los 100 mGy resultando en el nacimiento de un niño hipotiroidea,
que a pesar de la corrección hormonal, a los 8 años presentaba algún grado de déficit de atención y
disminución de la memoria visual.
Por último, la realización de tratamiento de radioterapia en mujer embarazada o el descubrimiento
del embarazo después del inicio de la terapia causa ansiedad tanto en el clínico y en la paciente. La
toma de decisiones en estos casos es compleja e individualizada caso por caso. En un "case report"
de la literatura, una embarazada en el segundo trimestre, con diagnóstico de cáncer de cérvix
rápidamente progresivo optó por inducir el parto y muerte fetal permitiendo así la realización de
tratamiento agresivo con quimioradioterapia, ya que la dosis total de radiación recomendada para el
tratamiento de neoplasia del cérvix varía entre 45 a 50,4Gy, con fraccionamiento de 1,8 a 2Gy durante
unas 5 semanas. En otro caso, tres mujeres descubren su estado gravídico tras la realización de
radioterapia para linfomas de Hodgkin y no Hodgkin. En esta situación, se estimó la dosis fetal para
cada caso (Tabla 7) y 2 de las mujeres optar por continuar el embarazo, dando a luz a niños que
permanecieron sanos hasta los 22 y 28 meses. Una de las mujeres optó por aborto terapéutico, debido
a la suma del riesgo resultante de la quimioradioterapia.
Los diferentes casos presentados sirven para ilustrar la diversidad de decisiones tanto de los clínicos
y de las pacientes, ante una situación de irradiación accidental o terapéutica, así como para percibir
de qué forma la percepción del riesgo teratogénico puede condicionar la decisión.
3. Conclusión
Desde temprano que los profesionales de la salud son advertidos para manipular cuidadosamente la
radiación, tanto de los exámenes de diagnóstico, de las terapias con productos radiactivos, que utilizan
radiaciones ionizantes en embarazadas, por los efectos yatrogénicos que dosis elevadas pueden
provocar en el embrión. Los mitos y / o desconocimiento sobre los efectos secundarios derivados de
la exposición a la radiación contribuyen a que a veces se haga una sobrestimación del riesgo de
exponer embarazos a radiación y consecuentemente se realizan abortos terapéuticos indebidos.
En caso de emergencia el miedo puede retrasar la realización de exámenes radiodiagnósticos y / o
tratamientos esenciales para la supervivencia de la paciente.
En general, los exámenes de radiodiagnóstico, exponen el embrión a dosis de radiación inferiores a
50 mGy. A pesar de que los tratamientos de radioterapia utilizan dosis más altas, éstas no representan
un mayor riesgo para el feto desde que la neoplasia se ubica fuera de la región abdominopélvica y se
toman las medidas de protección adecuadas reduciendo en lo posible la dosis administrada al embrión.
Antes de esta decisión, el riesgo / beneficio debe ser siempre bien ponderado.
Para que las decisiones sean objetivas, ponderadas y el asesoramiento correcto es necesario que los
profesionales estén bien informados y sean conscientes de todas las implicaciones inherentes al uso
de radiación ionizante en una embarazada (por ejemplo, umbral de dosis, efectos malformativos,
cálculo de dosis fetales, etc.). Así, la discusión y transmisión de conocimientos sobre el tema debe
ser incentivado durante la enseñanza médica, así como la promoción de seminarios o programas de
educación / discusión de casos clínicos para los especialistas que más frecuentemente tratan con
pacientes embarazadas y expuestas a la radiación. Además de aumentar el conocimiento de los
profesionales, también debe fomentarse el desarrollo de programas para la comunidad, ya que muchas
veces los propios pacientes sobrestiman el riesgo de la aparición de malformaciones en el feto después
de la exposición a la radiación, presionando a los médicos asistentes a tomar decisiones menos
apropiadas.
En una época en que el conocimiento médico sufrió una evolución marcada, es esencial la
desmitificación de mitos y miedos, la desambiguación de incertidumbres y el combate a axiomas
inculcados en la población y comunidad médica a lo largo de los tiempos, permitiendo tomas de
decisión adecuadas al real riesgo de las situaciones de exposición de las embarazadas y fetos a la
radiación.