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1. Introducción
Encontramos pues omisiones que casi no son sancionables por las entidades
fiscalizadoras ambientales (EFA), sanciones que se pierden en el tiempo durante el
trámite brindado a nivel administrativo que nuestro sistema legal ofrece, fiscalías
especializadas en materia ambiental que pareciera necesitan poner las barbas en
remojo y darle mayor relevancia a su accionar sancionador. La norma existe, pero
entonces: ¿Por qué tanta dificultad al momento de aplicarlas?
2. Justificación
El presente artículo se desarrolla con la intención de promover el interés de la
rama ambiental del derecho, a fin de que esta logre mitigar la dramática
situación ambiental actual dentro de los parámetros legales.
Poner en conocimiento sobre el accionar a nivel administrativo y penal del
derecho ambiental peruano, con la finalidad de que su trámite sea conocido en la
práctica.
Analizarn el Estado peruano con motivo de percibir cuales son los comunes
errores presentes en estos.
Años atrás era difícil poder apreciar un procedimiento adecuado que permita un
buen accionar por parte de las entidades pertenecientes al Estado ante daños, faltas o
descompensaciones para con el medio ambiente, los tiempos cambian y somos vivos
espectadores de lo que se viene provocando en el territorio donde vivimos. Nos
encontramos pasivos, observando el acontecer ambiental sin mayor preocupación
alguna, mientras nuestra riqueza y calidad de vida se va agotando con el transcurso
de los días.
Lamentablemente los esfuerzos para contrarrestar estos daños son pocos, a pesar de
que el Perú está catalogado como uno de los países con mayor cantidad de recursos
naturales, se observa una escasa aplicación de la legislación ambiental y afines, en
especial en el campo del derecho penal-ambiental. Esto muestra, entonces, el poco
valor de persecución delictiva ambiental que se le brinda al mencionado campo,
limitándose el ius puniendi ante los ilícitos ocasionados por determinados agentes,
dicho esto, es necesario no solo “tomar conciencia”, sino verificar cuál es la
situación legal ambiental actual que se aplica en nuestro Estado y la problemática
que impide darle la prioridad que se merece.
Lea también: Casación 74-2014, Amazonas: Elementos objetivos del tipo penal
en el delito de alteración de ambiente o paisaje
Capítulo I – Delitos de contaminación (Art. 304 – 307)
Sobre el último capítulo, tenemos presente a las medidas cautelares, que el juez cree
por conveniente dictaminar respecto de los delitos del Título XIII, y cómo olvidar al
tan notorio derecho penal premial, que beneficia a quienes se encuentren dentro del
proceso siempre y cuando adopten actitudes que le “faciliten” o mejoren el avance
del proceso de investigación.
Las entidades de fiscalización ambiental (en adelante EFA), son aquellas entidades
públicas de ámbito nacional, regional o local que tienen como atribuidas alguna o
todas las acciones de fiscalización ambiental, en sentido amplio. Estas forman parte
del Sistema Nacional de Evaluación y Fiscalización Ambiental (en adelante
SINEFA), por lo que si bien ejercen sus competencias con independencia funcional
del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (en adelante OEFA), en
tanto se rigen por sus propias normas; deben cumplir con las normas establecidas en
la Ley 29325 – Ley del SINEFA, con las disposiciones y lineamientos que el OEFA
emite en su calidad de ente rector del SINEFA, de estos se desprenden:
4.2.1. El OEFA
Creado en el año 2008 mediante Decreto Legislativo 1013 – Decreto Legislativo que
aprueba la Ley de Creación, Organización y Funciones del Ministerio del
Ambiente, inicia sus actividades de fiscalización ambiental a partir del año 2010,
como organismo público técnico especializado, adscrito al Ministerio del Ambiente,
encargado de la fiscalización ambiental y de asegurar el adecuado equilibrio entre la
inversión privada en actividades económicas y la protección ambiental, siendo
además el ente Rector del Sistema Nacional de Evaluación y Fiscalización
Ambiental presenta como funciones:
La responsabilidad penal recae sobre el sujeto activo ya siendo esta una persona
natural o jurídica (en su gran mayoría son jurídicas), mientras que el sujeto pasivo
viene a ser el afectado producto de la comisión del delito, usualmente una
colectividad de individuos que han de constituirse como parte civil dentro del
proceso, con la finalidad de que se les haga entrega de la reparación civil fijada en la
sentencia expedida por el juzgado correspondiente.
Usualmente los delitos ambientales son cometidos por personas jurídicas, y por
tanto, he ahí la interrogante: ¿las personas jurídicas pueden delinquir? Conforme al
principio societas delinquere non potest no lo podrían hacer al no presentar dolo, es
más siendo todo un conjunto sistematizado ¿cómo aplicaríamos la pena? A simple
vista no habría como atribuirle cargos en su calidad de persona jurídica; pero si bien
no pueden delinquir tampoco se les exime de responsabilidad alguna, ya que el
juez puede adoptar para estos casos medidas tales como lo que prescriben los
artículos 105, 23 y 27 del Código Penal.
Por citar un ejemplo veamos el sector minero. Gran y mediana minería está a cargo
del OEFA, mientras la pequeña y artesanal minería queda bajo supervisión de la
Dirección Regional de Energía y Minas, la que muchas veces presenta un alto grado
de desconfianza en sus labores, por sus altos índices de corrupción; gracias a los
presuntos cupos que toman de las pequeñas mineras a fin de no accionar contra
ellas, limitando una buena y correcta supervisión por parte de la mencionada
entidad.
De otro lado las zonas donde se desarrollan los ilícitos ambientales son ricas en
recursos naturales tales como agua, minerales, flora, fauna y demás, pero el
problema surge cuando algunos pobladores de dichas zonas defienden a quienes
extraen algunos de los mencionados recursos, impidiendo el acceso tanto de las
mismas entidades de fiscalización ambiental, prensa e inclusive al propio personal
fiscal.
6. Conclusiones
93.
[2]
VELÁSQUEZ, F. Derecho penal. p. 345.
1. Introducción
Para quienes nos dedicamos a la defensa jurídica de causas ambientales, el año 2018
ha sido particularmente importante porque hemos percibido las significativas
mejoras que ha habido en favor del acceso a justicia ambiental.
De acuerdo con los datos que maneja el Ministerio Público, entre el 2015 y 2018 se
han atendido 19.451 denuncias por comisión de delitos ambientales, y se lograron
1.472 sentencias condenatorias, es decir que alrededor del 7% de los casos
presentados por los fiscales ambientales resultaron exitosos[1].
Realizar un operativo contra la minería ilegal puede tomar alrededor de dos meses
para su ejecución, esto porque los problemas de presupuesto, falta de personal, y
otras trabas burocráticas entorpecen la investigación. De otro lado, un campamento
de mineros ilegales, que está conformado mínimamente por seis personas por cada
draga funcionando, pueden deforestar entre una a dos hectáreas de bosque por mes.
Recordemos que la minería ilegal realizada en la amazonía no es estática sino
migratoria, los mineros ilegales siempre van detrás de los antiguos senderos de río y
día tras día avanzan en búsqueda de mayor cantidad de mineral.
Esto posiblemente responda al hecho de que haya más denuncias que sentencias
condenatorias. Para cuando se realice el operativo, ya no se encontrará a los mineros
ilegales y, por el contrario, el escenario de deforestación será mayor al que había
cuando se presentó la denuncia.
Entonces, si realizado el operativo no encuentras a los responsables de los daños
ambientales, no tendrás contra quién imputarlas, consecuentemente ese caso se
archivará.
En regiones como Madre de Dios, las zonas con mayor fragilidad son las zonas de
amortiguamiento de Áreas Naturales Protegidas, seguidas de áreas de concesiones
forestales, predios; y ante la posible ocurrencia de daños ambientales, las EFA deben
dictar medidas preventivas, cautelares y correctivas oportunamente y según
corresponda.
Las medidas preventivas se dictan con el fin de evitar que se produzca un daño
grave al ambiente (por ejemplo, la paralización de una actividad contaminante). Por
su parte, las medidas cautelares se dictan con el fin de asegurar la eficacia de la
resolución final y evitar que se produzcan daños ambientales irreparables, razón por
la cual estas pueden ordenarse antes o durante el procedimiento sancionador (por
ejemplo, el cierre de una tubería por la que se vierte agua residual no tratada hacía
un lago). Finalmente, las medidas correctivas se dictan a efectos de que el infractor
corrija el año ocasionado (por ejemplo, la descontaminación del lugar
impactado)[2].
Debemos tener en cuenta que gran parte de los casos que terminan en los despachos
de las Fiscalías Especializadas en Materia Ambiental son por la inacción de la
autoridad administrativa, ahora con la emisión de esta norma, se espera que la carga
de las fiscalías ambientales disminuya y sean las autoridades administrativas las que
realicen las primeras acciones para la prevención de daños ambientales en zonas de
amortiguamiento de ANP y concesiones forestales, etc.
Otro aspecto importante que resaltar, y que está directamente relacionado con la
cantidad de denuncias que se presentan anualmente ante las Fiscalías Ambientales,
es el involucramiento de la población para la protección de medio ambiente.
Toda persona puede presentar denuncias para la protección del medio ambiente, sin
embargo, su participación en el proceso penal ambiental está limitada a ser testigo
únicamente. Esto porque de acuerdo con el tipo penal, el sujeto pasivo es el Estado,
y recae en la Procuraduría especializada en Delitos Ambientales del Ministerio del
Ambiente la responsabilidad de realizar la defensa jurídica de todos los casos que se
presenten a nivel nacional.
Consideramos que, por una cuestión de estrategia legal, al igual que las Fiscalías
Especializadas en Materia Ambiental, se deben implementar oficinas
desconcentradas de la Procuraduría especializada en Delitos Ambientales para que la
defensa jurídica de los intereses del Estado se realice con efectividad.
6. Conclusiones