El desvalimiento; según Castel es la condición de menesteroso (pobre, humilde,
necesitado), del desgraciado. Se aplica al que carece de recursos y de ayuda (abandonado, desheredado, pobre, huérfano), y que no puede trabajar. Esta imposibilidad puede deberse a una motivación propia (psicológica, impedimentos físicos, enfermedades de orden físico) o bien producto de la exclusión social. (desempleo, por ejemplo). La vulnerabilidad; (del latín vulnere: herir, derivado de vulnus, herida) incluye recibir un golpe y en su etimología se añada: desgracia, aflicción. Pos vulnus aceceptum: quiere decir: después del sufrido ese desastre Los eventos dañinos o destructivos que tienen eficacia en los sujetos pueden provenir de sus procesos psicológicos o de su mundo externo. La vulnerabilidad se expresa por una imposibilidad de defensa frente a hechos traumatizantes o dañinos debido a insuficiencia de recursos psicológicos defensivos personales o/y merced de ausencia de apoyo externo, además de una incapacidad o inhabilidad para adaptarse al nuevo escenario generado por los efectos de la situación riesgosa o peligrosa. Vulnerabilidad y desvalimiento socioeconómico y políticos son claves en el estudio de las organizaciones familiares Las formas de vulnerabilidad se estudiaron a partir de criterios: sociológicos, psicopatológicos, desde los campos del derecho, de la macro y micro economía, de las ciencias médicas, de la ecología y desde las técnicas que se utilizan en la prevención y asistencia de desastres naturales. La vulnerabilidad es muy distinta a la de otros tiempos, cuando no existían seguros sociales ni la idea de la justicia social, o de cuando el Estado no había desplegado aun soportes proteccionistas para los necesitados. Se podría decir que se padece de vulnerabilidad social desde la certeza de poder estar protegido. Las perspectivas sociales y económicas es la que describe a la vulnerabilidad como dependencia inevitable de las desigualdades sociales. En cuanto a la vulnerabilidad sociodemográfica, apunta a los rasgos sociodemográficos que caracterizan a los grupos en condiciones de vulnerabilidad social, los llamados pobres extremos o los que forman parte de lo que anteriormente se caracterizo como franja de vulnerabilidad a la pobreza. Se puede hablar de distintas zonas de vulnerabilidad: una de ellas es la denominada zona de turbulencia; se encuentra caracterizada por una precariedad en relación con el trabajo y por una fragilidad de soportes relacionales que incluyen vínculos familiares y relaciones sociales. Ambas variables suelen superponerse. Otra, la zona de exclusión, de notoria marginalidad, de desafiliación en la que se mueven los más desfavorecidos, desprovistos de recursos, de soportes relacionales y de protección social. La lectura política que habitualmente acompaña la idea de la exclusión y de desafiliación requiere de un ordenamiento conceptual: la exclusión debe pensarse desde la sociedad que la produce, y no desde la pobreza evaluada como carencias económicas, como perdida de ingresos, debido a que dicha lectura parcializa el problema. Los factores económicos instrumentan las condiciones de aquellas personas a las que as practica sociales les niegan la participación en la distribución de lo producido económicamente por las sociedades en las que se privilegia las riquezas en manos de una minoría. En lo que concierne al trabajo, significa la precariedad en el empleo y la desocupación, el 50% de los trabajadores informales son mujeres, esto implica un fuerte impacto que esto implica para la contención familiar, la educación y la protección en la niñez. A lo que corresponde añadir las dificultades (falta de oportunidades, en realidad) para una futura reinserción En el orden de la sociabilidad, una fragilidad de los soportes generados por la familia y aun la perdida de ellos el entorno familiar, en tanto y cuanto otorguen lo que podría denominarse protección máxima. Cuanto mas se agranda esta zona de vulnerabilidad, mayor es el riesgo de ruptura que conducen a las situaciones de exclusión, propician el enfriamiento de los vínculos sociales. Se reconoce por una fragilidad de los soportes proporcionados por la familia y el entorno familiar (carencias afectivas). Vulnerabilidad fisiológica: síndrome de la fatiga crónica (conjunto de síntomas de etiología multifactorial en el que la investigación ha revelado alteraciones en la función inmune, el metabolismo muscular, la función cognitiva, el eje hipotálamo-pituitario adrenal y un correlato psiquiátrico). La vulnerabilidad como respuesta del psiquismo Los estímulos negativos, peligrosos, que pueden actuar en los sujetos, desde edad tempranas: Los efectos de dichos estímulos serán acordes con las características de la región psíquica comprometida: el yo temprano (bebes y primera infancia) el yo mas evolucionado, el superyó y también recaerá sobre los núcleos pulsionales, en decir, inferirán en los recintos arcaicos de la personalidad. Estímulos intensos, dolorosos, inquietantes o dañinos actuando en la organización de yo temprano contribuyen a la confusión entre lo que es propio o ajeno, lo que forma parte del “adentro” o el “afuera”; sentir si algo “bueno” o “malo” puede incidir en la vida pulsional. Los vínculos afectivos o las respuestas simbólicas no son el único camino para establecer una unión con otro cercano, sino también las relaciones entre las vías pulsionales. A modo de ejemplo: un bebe dormido al lado de su madre está furiosa por razones ajenas a su vinculo con la criatura, puede ocurrir que el bebe sienta taquicardia, sin que la madre haya exteriorizado verbalmente su estado de ánimo. Es conocida la posible reacción psicosomática del adulto ante la intrusión pulsional de otro, por ejemplo, agresiones verbales logran modificar la economía pulsional del agredido cuando no puede defenderse ya que fracasan sus defensas psíquicas. El desvalimiento psíquico se produce cuando una familia, actuando como medio externo, invade permanentemente el psiquismo de sus miembros mas pequeños al intervenir en controles acerca de lo que “debe o no debe hacerse” o “hacer mal” (portarse mal, por ejemplo). En algunas organizaciones, el fenómeno es inverso, ya que se autorregulan y ante determinada reacción organiza del niño que les resulta inexplicables (insomnio, por ejemplo) reflexionan acerca de las actividades que pudo haber vivido la criatura y rápidamente recurren a caricias o palabras calmantes. Se intenta intervenir contribuyendo en el procesamiento que el niño peda hacer de los estímulos dañinos que haya asumido. Cuando las figuras parentales no logran acertar con estos registros, se genera una situación de desvalimiento, cuya instalación dependerá de la reiteración de esas conductas adultas. Las criaturas quedan desvalidas, es decir, sin posibilidad de contar con recursos psíquicos eficaces para regular el desorden de sus mociones pulsionales, arriesgando, al mismo ataque, generar un permanente estado de alerta que las fragiliza psíquicamente. Dada vulnerabilidad propia del yo temprano, el riesgo de desvalimiento, instalado es significativo durante los primeros dos años de la vida. En este periodo podríamos decir que los niños “no logran sacarse de encima “por sus propios medios los efectos de estímulos dañinos. Lo que se trata es de tomar cuenta la forma en que cada persona afronta situaciones graves, catastróficas o inquietantes ya sea incluyendo modalidades apropiadas de comportamientos o en situaciones de vulnerabilidad. En estas personas, la falta o disminución de las redes familiares y vinculares, situación que puede agudizarse en el desvalimiento y que se catapulta al vacío en la desafiliación, aporta vivencias de desamparo que potencia la patología del estrés, una de cuyas características principales reside en la imposibilidad de proyectar planes futuros, justamente con depresión reiteradas o crónicas
La vulnerabilidad psicológica apunta a la depresión, como uno de los efectos
más probables (condicionada por la falla en la consolidación de si mismo, que causa inestabilidad psicológica afectiva, capacidad de regulación defectuosa de si mismo y dependencia de otros, dando pie a vulnerabilidad dentro del aspecto de síntoma depresivo). Vulnerabilidad y desvalimiento pueden darse por:
Por carencias afectivas; ausencia parcial o total de afectividad.
Por distorsión. Por discontinuidad. Familias problemáticas; riesgo de asinamiento, desocupación, drogadependencia La vulnerabilidad: Se produce por la perdida irreversibles, como la muerte; y en el quehacer cotidiano (mudanza, divorcio del grupo familiar, lo que puede generar niños en situación de calle o en la calle).