Você está na página 1de 7

Oscar Terán – Historia de las ideas en Argentina.

Lección 5: El positivismo
José María Ramos Mejía y José Ingenieros

El positivismo atraviesa algunos de los discursos más significativos que circulan en la esfera pública durante
la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX. Entre ellos, cabe destacar el texto Las multitudes
argentinas de Ramos Mejía así como también la sociología de José Ingenieros.
Ramos Mejía en su libro generó un diagnóstico del presente que se construye contando la historia de lo que
son las “Multitudes”, un fenómeno sumamente notable par la elite de Buenos Aires de ese entonces.
José Ingenieros apelaría a la Sociología, disciplina nueva en ese entonces y legitima un discurso que, a pesar
de los problemas observa en el presente, la certera de un futuro prometedor.
El movimiento positivista como ya se sabe, estalla gracias a la filosofía de Augusto Comte. En Argentina el
movimiento positivista se dio entre 1890 y 1910. En el positivismo Argentino se destaca un gran
profesionalismo en las figuras de Ramos Mejía e Ingenieros.

José Ramos Mejía


Ramos Mejía se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires y se especializo en patologías
nerviosas. Se acercó al positivismo cuando estudió en Italia, influenciado por la postura de Cesare
Lombroso, quien fundó una escuela de antropología positiva. Bajo esta influencia, Ramos Mejía escribió
“La neurosis de los hombres célebres en la Argentina y las multitudes argentinas”. Fue presidente del
consejo nacional de educación entre 1908 y 1912. Se dedicó a aplicar su conocimiento al campo de la
educación primaria en Argentina.
En uno de sus escritos titulados “Las Multitudes Argentinas” introduce una serie de conceptos novedosos
que toma de “la psicología de las masas” una reciente en ese entonces, rama de la Sociología dentro de la
que sobresale Gustave Le Bon el cual Ramos Mejía tomara como puntero para desarrollar varios aspectos de
su pensamiento. En el libro Psicología de las masas de Le Bon, el autor estudiaría lo que son los “colectivos
humanos”, una secta, una multitud, etc. Como un conjunto. Como también a la “persona Colectiva” Dotada
de voluntad, imaginación, etc.
Todo esto se relaciona con el surgimiento de las multitudes urbanas a lo largo del siglo XIX en los sectores
dirigentes. Causas como la revolución industrial son las que influyeron en que estas multitudes urbanas
empiecen a ocupar lugar en el espacio público y político.
Se empezó a generar la figura de la multitud como una realidad amenazante que forma parte de las
representaciones reactivas del ciclo revolucionario francés y europeo en general. Lo que empezaba a
inquietar era la visión de unas “multitudes revolucionarias incontrolables”. Pero aparte de todo esto que
ocurría en el extranjero, se superponía con sucesos que dentro de la elite dirigente Argentina, se planteaba
¿Qué hacer con las masas?
Las masas o multitudes que “hacen problema” en los siglos XIX y XX son ahora las que son multitudes
urbanas, en Argentina se vinculan con los sectores de los trabajadores y con la inmigración. Lo que Ramos
Mejía se planteaba era el cómo evitar que la presencia de las masas afecte la gobernabilidad y el
reconocimiento del papel rector de la minoría dirigente. El saber positivista se ofrece como respuesta ante
esta inquietud porque para dominar un fenómeno hay que conocerlo y el positivismo creyó haber
descubierto leyes científicas para los hechos sociales. Para eso se elabora una visión de las masas.
En una época donde la religión ha perdido autoridad simbólica, se deben encontrar otros elementos
simbólicos que pueden sustituirla como lo que orienta una voluntad colectiva. De este modo fue que lo que
se intentó fue tratar de gobernar, de controlar a las muchedumbres y para eso es necesario conocerlas en
profundidad.
La definición que da Ramos Mejía sobre lo que es la “Masa” y “Multitud” es que es un conjunto
indiferenciado de personas, una realidad social magmática y confusa. Es un fenómeno el cual las ciencias
sociales le ha costado penetrar, pero de todas maneras el positivismo se mantuvo firme respecto a lo que
sería la “Observación” como método para empezar a tratar a las masas ya que quien descubriera el cómo
estas iban a actuar, podrá prever y hasta encausar el curso de las grandes movilizaciones populares.
Ramos Mejía, toma posición desde la psicología de las masas, estudiando al sujeto dentro de una multitud,
según el cuándo un individuo ingresa en una multitud, se encuentra en un “estado de multitud” y lo que hace
es adoptar otro tipo de comportamientos distintos a los que se desarrollan cuando actúa por sí solo. Por otro
lado, Le Bon pensara esto como un “lazo social”, un lazo simbólico que opera en un ámbito de lo no
racional.
Le Bon hará una distinción entre individuo y multitud: el individuo es un sujeto racional, consiente dotado
con voluntad propia y por el contrario, la multitud es una entidad inconsciente e irracional que actúa por
impulsos que ella misma desconoce y con finalidades que escapan a una lógica racional.
Cuando un individuo ingresa en una multitud, sostiene Le Bon, adquiere otros comportamientos, en especial
irracionales. Al ingresar en una multitud el individuo se enajena y pierde su autonomía racional. Se produce
lo que es un “descentramiento del sujeto” es decir, se produce un desplazamiento del individuo soberano de
sus prácticas encarnado en los grandes hombres. Es decir que se va a dejar de estudiar particularmente lo
que son las historias de batallas y héroes, sino lo que se va a comenzar a estudiar van a ser las masas, en
términos más específicos, la lógica de las masas.
Las masas compuestas por sectores obreros y populares están compuestos por elementos anónimos, sin
personalidad y de inteligencia vaga según Ramos Mejía. Por eso fue que en 1916 la clase dirigente se vió
sorprendida por el ascenso político de Hipólito Yrigoyen, quien vendría a fundamentar todo ese sector
despectivo para la clase dirigente.
Ramos Mejía adhiere al pensamiento de Le Bon de que un miembro de una elite no debe ni puede caer una
multitud para poder mantener una estabilidad racional, cuestión que termina preocupando a la clase
dirigente, el rumbo que estaba tomando estas “Multitudes Argentinas”.
Ramos Mejía utiliza el términos francés “Mercurs” que significa conductores, guías, líderes, etc. Para
nombrar a las personas que dirigen a las multitudes y por eso debe concluirse que la clase dirigente debería
dotarse de semejantes sujetos. Se puede observar figuras como la de Rosas como alguien que era líder dentro
de las masas, un líder, una figura donde el pueblo encontró en él un conductor necesario.
Surge inapropiadamente la afirmación de que las masas son capaces de protagonizar actos de barbarie pero
también de heroísmo; junto con su espontaneidad y violencia, también pueden contener el heroísmo de los
seres primitivos. Por eso es que Ramos Mejía estudiaría en las multitudes argentinas lo que se denomina
como “Pasado Racional”.
La Argentina siendo un país que nació con una clase dirigente más burguesa que republicana, Ramos Mejía
lamenta en su propio presente las claudicaciones de su propia clase dirigente y la ausencia de aquellas
multitudes de emancipación.
Analizando nuevamente a las masas Argentinas, hace una lectura desde Nietzsche a las mismas, dice que
para conducir y seducir a las multitudes heterogéneas del río de la plata fue preciso un súper hombre criollo
tallado en el espíritu del Zaratustra.
Ramos Mejía le da mucha importancia a lo que es el pasado bárbaro y rural al mundo urbano de su tiempo
presente lleno de comportamientos egoístas y afanes de enriquecimiento veloz que conspiraban contra los
valores republicanos.
Para poder entender el curso de la historia política en Argentina, es necesario comprender la relación que
hay entre líderes y las masas. Por ejemplo mientras Vicente López encontraba en el caudillismo algo
negativo, Mitre encontraba la expresión de sentimientos democráticos. Lo que Ramos Mejía temía era que
estos sentimientos fueran aprovechados por líderes demagógicos para explotar la ignorancia de las masas.
Desde la dirección del consejo nacional de educación, Ramos Mejía apostó a la escuela pública como resorte
de racionalización de las masas para que obrara como barrera ante la penetración de ideas subversivas del
orden conservador.
Respecto a las multitudes, ubicamos a Buenos Aires como el centro y origen de la civilización que luego se
expande hacia el interior del país. Para tratar cuestiones como el tema inmigratorio, Ramos Mejía utiliza
términos provenientes del darwinismo social, es decir, tomar metafóricamente los postulados de Darwin
sobre la evolución de las especies y aplicarlo a ver cómo evoluciona la sociedad y como leer los hechos
sociales.
La importancia de la visión darwiniana en general fue tan importante por criticar las bases del génesis
bíblico y también de instaurar lo que se denomina como herida narcisista.
Pero volviendo a la cuestión del rol de Ramos Mejía en el ámbito de la educación, mediante afirmaciones
racistas y sociodarwinianas, el autor consideraría que los inmigrantes son un factor conflictivo para la
construcción de una nación moderna. Pero para garantizar una correcta integración, según él, bastará con la
educación pública y con las ofertas de progreso material, los extranjeros podrán insertarse de a poco en la
sociedad. Pero de todas maneras, comentarios heterofobos en la obra de Ramos Mejía siguen presentes,
postulando que la presencia extrajera puede resultar a veces excesiva y hasta abrumadora. Pero de todas
maneras no se deja de observar con simpatía la posibilidad de una integración que al fin y al cabo termino
por construir una generación nueva.
¿Sobre qué bases entonces se poya el lazo social, el sentimiento de pertenencia a una comunidad? La
respuesta según lo que dice Ramos Mejía es el sentimiento nacional. La historia social nos enseña que el
mundo está en un proceso de franca y veloz transformación por el formidable impacto de lo que se llamó “El
Aluvión”. Hasta qué punto en una sociedad entran en contacto la cultura de elite y la cultura popular es una
cuestión que varía en cada nación.

José Ingenieros
El autor no posee linaje, ni riqueza, ni posición política. Es alguien que se haya librado en su capital
simbólico, en su saber, a diferencia de Ramos Mejía que se apoyaba en una herencia racional prestigiosa y
en posiciones económicas y políticas asentadas. Ingenieros es de los primeros que se desarrollan en lo que se
denomina como “Campo Intelectual”, fue el primer intelectual en el sentido moderno del término. Respecto
al campo intelectual, es un conjunto de instituciones que construyen una red con una lógica propia, en la
cual se ubicarán precisamente los intelectuales. Así es como el intelectual se legitima en su capital simbólico
y no se lo considera en función de otros capitales. Así es como José Ingenieros se construye en este perfil
de intelectual.
Ingenieros se presenta como un investigador “objetivo”. Todos sus textos en su período de positivismo más
Ortodoxo están encuadrados en un programa de conocimiento de la sociedad mediante un método científico
alejado de toda subjetividad. Los cambios sociológicos suelen operarse sin que las colectividades perciban
el nuevo rumbo, de modo que los grupos sociales se ven arrastrados por corrientes que la conciencia social
no sospecha.
Ingenieros se desarrolla como alguien que practica una disciplina continua y busca construir un conjunto de
ideas y conceptos articulados en un todo coherente. Ingenieros tiene dos grandes influencias, la de Marx
como la del evolucionismo propuesto por Spencer, de tal manera que su postura autodenominada se llamaría
“bioeconomismo”. Del pensamiento de Spencer, Ingenieros tomaría la noción de una experiencia empírica,
es decir que los hechos está relacionados por leyes inflexibles a un determinismo riguroso.
Ingenieros, desde la ciencia se va a oponer al triple dogma de la revolución francesa:
1) A la libertad porque la ciencia muestra que en el universo impera un rígido determinismo.
2) A la igualdad, porque según Darwin todos son desiguales y estas desigualdades son necesarias para
el triunfo del otro.
3) A la fraternidad porque lo que impera entre los individuos es la lucha por la supervivencia.
En síntesis, para ingenieros existe una base biológica ante todo, un medio dominante y prácticas económicas
que interactúan en la evolución de las sociedades.

Respecto a lo que Ingenieros denominaría como “la formación de una raza Argentina”, sostendrá que una
suerte de transparencia económica y política, definirá el desarrollo productivo y definirá también las clases
sociales diferenciadas, que a su vez serán las condiciones de posibilidad para un funcionamiento político
moderno. Ingenieros coincide con una plena confianza en el futuro de grandeza de la Argentina,
ampliamente difundida en casi todos los sectores. Cree firmemente en el mito de la grandeza Argentina.
Ingenieros construye un modelo de sociedad jerarquizado en tres estratos o sectores. En la cima, las minorías
poseedoras de ideales y del saber científico, encargadas de liderar los cambios sociales; luego, las multitudes
honestas, productivas y mediocres, auténticos baluartes del orden, y ambas separadas de los márgenes donde
pululan los sujetos de la locura y el delito. De ese modo, Ingenieros entiende que la nave de la argentinidad
podrá alcanzar el destino de grandeza que la torna excepcional.

Lección 7.
Democracia, guerra y “nueva sensibilidad”
José Ingenieros y Leopoldo Lugones (1914-1930)

Está lección comienza describiendo el declive que se produce en el siglo XIX, sucesos tales como la primera
guerra mundial , el ascenso de Yrigoyen, la revolución rusa y demás cuestiones que luego se abordaran, en
ese marco es donde emergen los autores.
El primer hecho importante que el texto analiza es la importancia del ascenso de Yrigoyen (1916) en
Argentina, ya que, como se mencionó en la lección 5, terminaría con la clase dirigente, lo que generó que
otros sectores ascendieran y empiecen a formar parte del estado.
Dos años más tarde, en 1918, apareció la reforma universitaria, lo que marcaría un hecho sumamente
importante teniendo como trasfondo la crisis del liberalismo. En ese mismo año, intelectuales como Carlos
Ibaguren reflexionan sobre la primer guerra mundial o como lo denomina el autor la “Gran Guerra” y como
esto significó una gran caída en la civilización y también marcaría el fin de una edad histórica. Unas de las
causas que le atribuían a la crisis sufrida (Materialismo, decadentismo de la democracia y el
aburguesamiento) se lo atribuyen a la cultura científica y positivista. Ingenieros reflexiona al respecto
diciendo que el tono es tal por la crisis desatada por la “Gran Guerra” que se considera tanto el fin de una
época como también el comienzo de una nueva y mejor era. A su vez, Ingenieros reflexiona sobre la
revolución rusa en “Los tiempos nuevos” donde afirma que gracias a ella, ha comenzado ya en los pueblos
una era de renovación integral.
El ascenso de Yrigoyen al poder llevo a personalidades como Joaquín V. Gonzalez, a reflexionar sobre el
fracaso del partido revolucionario. Según él, no contó con la coherencia extrema que suele colocarse como
condición de éxito para todo emprendimiento de una elite transformadora.
Lo que ocurre es que ciertas clases sociales ascienden y empiezan a ocupar espacio en la política como se
mencionó anteriormente, surge entonces esta idea de una “política criolla” es decir, las ideas o propuestas
extraídas directamente de sectores que no formaban parte de la clase dirigente, ahora habían adquirido lugar
en el ámbito público. Todo esto conduciría a un rasgo típico de la cultura Argentina: El igualitarismo. Es una
convicción de que todo individuo está en un nivel de igualdad de derechos.
Pensadores como Juan Agustín García, desestimarían esta idea de igualitarismo. Según él, la cultura por
esencia propia no es algo democrático. Debido a los intereses políticos y seguramente culturales, los partidos
conservadores y socialistas, tachaban de ilegítimo el gobierno de Yrigoyen, el radicalismo argumentaba la
legitimidad del gobierno debido a que fue elegido por el voto democrático. En base a todo esto surgieron dos
criterios de legitimidad: Uno fundado en la mayoría popular y otro fundado en distintos valores y formas de
ejercicio del gobierno. Cuando hay disparidades de tal monta, se pone en marcha una serie de arduos
procesos para llegar a una resolución pacífica. En el caso de Yrigoyen, lo que lo favorecía eran los números.
Desde 1852 con el proceso de organización racional se crea un nuevo mundo político y social (Y cultural).
Pero según J.V. Gonzalez, a partir del cambio constante de los fenómenos culturales se crea un nuevo clima
de ideas.

Ortega Y Gasset y la Reforma Universitaria


José Ortega y Gasset (1883-1955). Filósofo español formado en Alemania en el año 1916 vino a la
Argentina a realizar numerosas conferencias en las cuales destacó y trató el anacronismo (es decir lo
“anticuado”) que era el positivismo. Sostuvo que la juventud Argentina no percibía que el positivismo había
muerto largo tiempo atrás y le resultaba sorprendente que en la facultad de filosofía y letras dieran cursos
sobre la filosofía de Spencer (positivista). Va a sostener que nota que la ideología Argentina se encuentra
recluida. Los positivistas argentinos no tardaron en atacarlo y tratarlo de charlista.
Ortega critica al positivismo con una visión antropológica del hombre que considera al ser humano dentro de
un cosmos. Este punto de vista parte de lo que se denomina como “Filosofías de la conciencia”.
Terán propone marcar las diferencias entre el positivismo y las nuevas filosofías de la conciencia: El
positivismo afirma que entre la conciencia y la realidad natural existe una diferencia cuantitativa o de grado
y por otra parte las filosofías de la conciencia afirman que existe una diferencia cuantitativa o de esencia. Lo
que estas dos posturas discuten es sobre si el hombre es un ser enteramente material o si tiene algo que lo
diferencia de los demás animales. Si eso llegase a existir, entonces se puede decir que el ser humano tiene
una porción espiritual. La psicología positivista, en cambio, no habla de alma ni de espíritu sino de psiquis o
de “mente”, y ve en ellas una graduación continua, sin saltos, desde los fenómenos psíquicos más
elementales hasta las funciones superiores.
Se concluye entonces en que para la psicología positivista, entre los datos más elementales del conocimiento
y los más complejos sólo existe una diferencia cualitativa, desde esta postura entonces, el ser humano resulta
ser un animal más entre todos los demás, desde otro ángulo esto ya habría sido dicho por Darwin y Freud lo
fundamentaría como una “Herida Narcisistica”.
Ahora que se pudo comprender cuál es la postura por la cual habla Ortega y el porqué de que los positivistas
desestimen su discurso, se puede entender el mensaje que quería transmitir. Ortega va a exhortar en una de
sus conferencias, a realizar una introspección, es decir a mirar dentro de la propia conciencia, donde allí se
hayan todas aquellas cosas que se denominan como “hechos de la conciencia” o “vivencias”.
Se propone, entonces, analizar lo que sería el “yo” más bien lo que se denomina como el yo del modernismo
que es un refugio frente al mundo, que permite la reclusión en la pura subjetividad de un yo estetizado y
encantado, el yo orteguiano, o sea, el yo de la sensibilidad es un yo fuertemente implicado, entramado con la
época y con el mundo.
Ortega se pone a las pretensiones de la biología y la psicología de lo que se llama conciencia y compararía a
los científicos con la masa, diría que es un prototipo del hombre-masa. Se mostraría más del lado de la
filosofía que rompe con la conducta convencional y para hacer debe ir siempre en contra de la corriente del
común de los mortales. Ortega en tanto a su posición filosófica se considera “fundamentalista” y de una
empresa rupturista. Esto configura en él una teoría que requiere una ética y que a su vez remita a la acción.
Esa moral entonces debe ser la base de esta actitud para imaginar lo político.
Ortega realizará una observación sobre las masas desde una posición elitista, inmersas en un activismo
potente pero ciego para los valores de la alta cultura. Por eso afirma que toda filosofía popular y sencilla
suele ser una desgracia que nos ocurre. Así es como el filósofo de la “nueva sensibilidad” se propone como
parte de una nueva jefatura intelectual y moral.
Ortega mencionaría que en Europa todo está en un gran declive y que Argentina tiene una gran economía y
un bienestar que se expande hacia sectores socialmente ampliados donde se ha resuelto una correcta
nacionalización y una correcta incorporación de las masas. Es en este punto que compararía la “nueva
sensibilidad” con la Gran Guerra ya que para él, sirvió como un medio condensador de malestares culturales.
Según otro integrante de la reforma universitaria, Saúl Taborda, reflexionar sobre la gran guerra nos da la
cuenta la efectiva falencia de occidente.

Se puede percibir la noción de las ideas de lo histórico-social configuraron en gran medida todos los
cambios en occidente. El mensaje orteguiano lo que busca es llamar a un revolución intelectual. Finalmente
el consenso de caería en las manos de los reformistas y no en los revolucionarios.
Dentro de la línea de los reformistas encontramos a los antipositivistas, de las filosofías de la conciencia y
de la nueva sensibilidad espiritualista. Quien lideró este movimiento fue Alejandro Korn. En el terreno de la
reforma universitaria incluyó estas orientaciones en un movimiento que organizaría ideológicamente a las
corrientes estudiantiles a escala latinoamericana y serviría de crisol y para la formación de nuevas camadas
de políticos.
La posición en sí de Korn era doble, porque contemplaba aspectos de la técnica y al mismo tiempo los
valores espirituales. No está dispuesto a renunciar a los logros de la modernidad positivista como la ciencia
y la técnica. La finalidad del positivismo alberdiano (del Alberdi) era la acumulación de la riqueza, Korn
proponía una redistribución de dichos bienes, aunque ello implique la relativización del derecho de la
propiedad privada.
Los discursos de esta nueva oleada de la “nueva sensibilidad” influyo también en la reforma universitaria, la
cual configuró un movimiento político-estudiantil iniciado en Córdoba en 1918 y se expandió por toda
Latinoamérica.
Vidas paralelas: José Ingenieros y Leopoldo Lugones

Bolchevismo y fascismo marcaron los límites extremos del espectro político de la época a escala
internacional. Podemos comparar entonces las figuras de José Ingenieros y la de Leopoldo Lugones ya que
son los dos intelectuales con mayor reconocimiento de aquella época y son la prueba de que el liberalismo
ha perdido en buena medida su capacidad hegemónica. José Ingenieros seducido por la revolución rusa opta
por el anti imperialismo mientras que Leopoldo Lugones optaría por el fascismo. Sin embargo, ambos
comparten el rechazo a la democracia liberal y la búsqueda de una nueva representatividad política.
Ingenieros deja de lado su posición positivista y comienza a aparecer el Ingenieros político. Deja su cargo en
la facultad de medicina, renuncia a todos los cargos públicos, cierra su consultorio y emprende un autoexilio
mientras siga en el gobierno Roque Sáenz Peña. Desde Europa en sus escritos, incita a los jóvenes a una
rebelión juvenilista y de exaltación del idealismo. Su pensamiento en esos momentos estaba influenciado
fuertemente por la filosofía de Nietzsche.
Ingenieros, de esta manera construiría una moral para las minorías que desconfiaba de las mediocres
mayorías. Con la pronta reforma universitaria, seria reconocido como uno de los maestros de la juventud
latinoamericana. Ingenieros postularía que en Europa se encuentra la barbarie, que no queda nada por hacer
en el viejo continente y que el mundo moderno está en américa.
También menciona que simpatiza con las revoluciones tanto en Europa como en América pero que de todas
maneras su completo apoyo está en la revolución rusa. Según él, la guerra en Europa, fue por la “maldad
humana”.
Ingenieros se define como intelecto puro y que no pertenece a ninguna clase. Diseña un lugar discursivo
apelando a viejos y nuevos instrumentos legitimadores de la palabra verdadera.

Você também pode gostar