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INTRODUCCIÓN
LA ECONOMÍA FASCISTA
BIENESTAR CORPORATIVO
El principal objetivo del fascismo económico es el de ejecutar una política fiscal para
beneficiar un entramado compuesto por burocracia y empresariado privado, a través del
proceso llamado cabildeo (en inglés lobbying) que es una simbiosis que se manifiesta de
las siguentes formas:
Las leyes anti-trust se basan en una lógica totalmente absurda y ajena al funcionamiento
del mercado: cobrar más que la competencia sería abuso de posición dominante, cobrar
menos sería competencia desleal y cobrar lo mismo que la competencia sería colusión,
así que la única forma de evadir esta situación es colocándose por encima de la misma
Ley, en pocas palabras, las leyes antimonopolio proporcionan sus propios incentivos
para corromperse.
Las leyes anti-trust no son originales del fascismo económico pero si son un elemento
complementario para la realización del bienestar corporativo, por lo tanto derogar las
leyes anti-trust sería un paso fundamental para desmontar el corporativismo estatal
fascista. No se debe entorpecer el surgimiento y desarrollo de PYMES, que las
empresas se posicionen en el mercado por los méritos en satisfacer mejor a sus
consumidores, no por pertenencia o contactos con las mafias políticas.
Las ideas son bienes incorpóreos que cuando se hacen públicas son automáticamente de
dominio universal, no se debe controlar o impedir por la fuerza el proceso humano de
percepción, aprehensión y difusión de ideas, persiguiendo físicamente a todos aquellos
que deseen emprender soluciones usando ideas precedentes no solamente se impide el
mercado, sino que en muchos casos también la libertad de expresión.
Las patentes si bien tampoco son propias del fascismo económico si constituyen un
instrumento de relevancia, no son más que otra forma de intervención del Estado sobre
la economía que termina gestando monopolios protegidos bajo el mismo principio
explicado en el punto anterior, ninguna empresa puede por sí misma impedir
violentamente que otra le haga competencia. Si se quiere abolir el corporativismo
fascista es necesario que el Estado deje de conceder patentes.
De esta política económica surge el aforismo ‘‘socialismo para ricos’’: los empresarios
adláteres del gobierno, testaferros y políticos que en muchos casos son accionistas o
propietarios de grandes empresas privadas recurren a las arcas del Estado para salvar su
patrimonio de una eventual insolvencia.
De todos los subsidios, los corporativos se caracterizan por ser uno de los más excesivos
y despilfarradores, son colosales cantidades de dinero robadas a través de los impuestos
al ciudadano trabajador destinadas a financiar grandes empresas de manera
extremadamente anti competitiva, con la excusa de amparar un supuesto bienestar
general o nacional, una de las mentiras populistas más grandes jamás inventadas.
Usualmente los políticos dicen que son subsidios destinados a financiar a productores
independientes y PYMES cuando en realidad rescatan a las corporaciones más
influyentes, por ejemplo, el gobierno fascista de Estados Unidos destina de 40 a 50
billones de dólares anuales de su presupuesto para supuestamente ‘‘incentivar’’ la
pequeña y mediana empresa cuando en realidad se tratan de beneficios para los peces
gordos de la industria.
Los primeros receptores del dinero fresco de la imprenta, el gobierno y las grandes
corporaciones bancarias son los que se benefician directamente del poder adquisitivo
adquirido recientemente mientras que los ahorradores comunes sufren la evaporación
de su poder adquisitivo con el antiguo dinero.
Los bancos centrales fijan artificialmente las tasas de interés muy por debajo de lo que
vendría siendo el precio normal del mercado para proveer financiamiento barato y casi
regalado a la administración pública, incentivando el derroche y crecimiento del Estado
en actividades que no hubiesen tenido lugar bajo precios o tasas de interés normales o
de mercado, por lo tanto se hace necesario abolir la banca central para acabar con éste
mecanismo perverso de fascismo monetario.
CONSIDERACIONES FINALES
En el capitalismo las empresas privadas que tengan que desaparecer tienen que quebrar,
asumir ganancias pero también las pérdidas, así de sencillo, la realidad es que no existe
interés colectivo o nacionalista alguno que justifique la semejante arbitrariedad de un
rescate corporativo.
Una vez más está de parte de nosotros los libertarios ilustrar a la población en general,
especialmente a los marxistas declarados y de closet y anarquistas confundidos sobre la
naturaleza esencialmente antiliberal, anticapitalista, antimercado del fascismo.