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La Agrupación de Estudiantes por la Defensa de los Animales (AEDA) es una institución sin fines de
lucro, constituida por profesionales y estudiantes de diversas carreras de la Universidad de Santiago de
Chile (USACH) y de otras universidades. AEDA comienza a operar formalmente desde el año 1998, con
el objetivo de encontrar una solución ética al conflicto relacionado con perros y gatos abandonados que
habitan dentro del campus, dando cuenta de los violentos métodos con los que se solía controlar la
población de animales el espacio académico y buscando, a su vez, ser un ejemplo para la comunidad
universitaria, en materia de responsabilidad respecto del cuidado de aquellos (Vargas, 2016).
Cabe mencionar que la USACH no destina recursos económicos a la protección de los animales
que conviven con la comunidad universitaria, por lo que AEDA se financia solo a través de aportes de sus
socios, los cuales donan un monto de manera mensual, además de las donaciones de particulares ajenos
a la agrupación, tales como estudiantes, profesores e incluso funcionarios de la universidad y de otros
espacios académicos.
En cuanto a los problemas que convergen en torno a AEDA, el de mayor envergadura está
relacionado a la erradicación del espacio en el que se ubicaba el canil, puesto que según un comunicado
enviado durante el año 2016 por el prorrector, Pedro Palominos, la Junta Nacional de Jardines Infantiles
(JUNJI) construiría una sala cuna y jardín infantil en aquel sitio (24Horas, 2016). Pese a la lucha de la
agrupación por conservar un espacio dentro de la universidad, esta fue expulsada del lugar e instalada
momentáneamente en las dependencias del estadio de la universidad. Según información entregada por
Anniette Hermosilla, miembro de AEDA, la agrupación firmó un contrato en el que se acuerda entregar un
espacio de características similares al canil con el que contaban hace un par de años, pero las
autoridades universitarias se han negado a los proyectos de licitación de terrenos al interior del campus
enviados por esta.
Más allá de los conflictos planteados, el problema que AEDA identifica como más próximo a los
voluntarios es la creciente carga emocional que ha implicado el trabajo que realizan en las condiciones
actuales: no poseen un lugar físico en donde realizar parte de sus labores dentro de la universidad, existe
un alto grado de deserción de voluntarios producto de las malas condiciones materiales, las autoridades
del campus prácticamente no dan apoyo, y sus problemáticas han sido sistemáticamente invisibilizadas.
En la actualidad, la agrupación lleva aproximadamente un año replegada en la zona de bombas del
estadio de la universidad, en condiciones insostenibles para los animales de los que se hacen cargo a
tiempo completo, y con dificultades para continuar su labor. AEDA reclama que las autoridades
universitarias han dilatado la discusión con el objetivo de que sus demandas sean olvidadas por la
comunidad universitaria y pierdan validez y representatividad, aumentando así la sensación de malestar
generalizado dentro de los miembros de la agrupación.
Por otro lado, estudios internacionales se han referido al impacto emocional del trabajo con
personas y animales en situación de vulneración, como el publicado en el American Journal of Preventive
Medicine que reveló “que los trabajadores de los refugios de animales en Estados Unidos tenían una tasa
de suicidio de 5.3 por millón, la más alta entre todos los trabajadores del país” (Si mi perro hablara,
2015). De dichos estudios se infiere que el no tener una adecuada preparación puede tener efectos
nocivos en quienes ejercen aquella labor, teniendo consecuencias como lo son el desgaste por
compasión, y el burnout. Es por ello necesario tener herramientas de apoyo y contención dentro de este
tipo de agrupaciones, que logren mediar y evitar situaciones de este tipo, que pueden tener
consecuencias fatales en la vida de los voluntarios.
En Chile, la población de perros callejeros se estima en 1,7 millones, —entre los cuales alrededor
de un 75% tiene dueño (Westhoff, 2017)—. Esto supone riesgos para la salud de las personas, tanto por
la transmisión de enfermedades como por mordeduras. Por otro lado, supone un riesgo para la seguridad
vial, pudiendo ser causa de accidentes de tránsito. Además, existe peligro para los propios animales,
quienes sufren hambre, frío, enfermedades y maltrato por parte de las personas. Destacan en este último
punto las matanzas de perros en comunas como San Joaquín (Di Girolamo, 2015). Se considera en
general como causa de este problema la falta de educación en la población sobre la tenencia
responsable de mascotas, y falta de políticas públicas, las que suelen enfocarse solo en la esterilización
(Rojas, 2013).
En el país existen diversas ONG dedicadas al rescate y cuidado de animales callejeros, las
cuales intentan hacer frente a la problemática mencionada, entre las que se cuentan Fundación Chile
Mestizo, Fundación Callejeros Buscan Hogar, Fundación Huella Animal, ONG Tu Mejor Amigo, entre
otras, las cuales se mantienen gracias al trabajo de voluntarios (Portales, s.f.). Siguiendo esta misma
línea, existen agrupaciones universitarias que, al igual que AEDA, se encargan del cuidado de los
animales. Entre estas se pueden contar Animalia UC, en el Campus San Joaquín de la Universidad
Católica; Guauhaus, en el Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile; y EPA, en el Campus
Antumapu, también de la Universidad de Chile. Estas agrupaciones se ocupan de los perros de las
universidades, con el apoyo de voluntarios y donaciones que les permiten la alimentación de los
animales, así como su vacunación y esterilización. Además, se encargan de los perros callejeros que
pasan por las universidades, e incluso de animales que son abandonados en los campus (Lemus y
Aranguren, s.f.).
En cuanto a algunas políticas públicas asociadas a los animales callejeros, como señalan
Montecino y San Martin (2017), en los últimos veinte años el foco ha estado principalmente en programas
municipales orientados a la esterilización, contando con bajo presupuesto, y siendo de escaso impacto. A
esto se suma la reciente Ley 21.020, orientada a la tenencia responsable de mascotas y animales de
compañía, que busca entre otras cosas regular los derechos y obligaciones de personas y agrupaciones
que se encargan de animales, así como la salud tanto de la población animal como de la población
humana. Dicha ley contempla la regulación de la crianza, programas de esterilización, prevención de
abandono y sistemas de identificación de mascotas. Además, prohíbe el sacrificio de los animales como
método de control de la población. Las obligaciones que por esta ley contraen las personas y
agrupaciones que se hacen cargo de animales incluyen su identificación, alimentación y manejo sanitario.
El maltrato animal, incluido el abandono dentro de esta categoría, es sancionado. En caso de infracción,
la pena es una multa de entre treinta y cincuenta unidades tributarias mensuales (Biblioteca del Congreso
Nacional de Chile, 2017).
Por otro lado, tener o cuidar de una mascota doméstica tiene un impacto económico en la vida de
las personas a su cargo, lo que deriva en una serie de cuidados, como lo son en un comienzo las
vacunas necesarias para la salud de un animal. Según aseguran en distintas clínicas veterinarias, realizar
un plan de vacunas periódicas “pueden bordear los $80.000 en el año si se considera un calendario con 6
vacunas en el primer año. Después de los primeros doce meses será necesario vacunar a su perro o
gato una vez al año, lo que implica un desembolso medio de otros $14.000” (Club de mascotas, s/f).
En otros ámbitos, los efectos emocionales de tener un animal domestico o cuidar temporalmente
a un animal suelen ser beneficiosos. No obstante, un estudio realizado en Estados Unidos (EEUU) arrojó
información notable sobre la alta tasa de suicidio en profesionales Veterinarios (S/N, 2015): una encuesta
realizada en dicho país respecto a la salud mental de los veterinarios da cuenta de que el riesgo suicida,
en comparación a la población adulta de EEUU, es superior, en la cual uno de cada seis profesionales en
ejercicio ha presentado algún grado de ideación suicida o ha tenido intentos de suicidio (Larkin, 2015).
También cabe señalar que el burnout no escapa al trabajo en instituciones de cuidado. Esta
patología se define como “el agotamiento prolongado de la energía y se caracteriza por la experiencia de
cansancio emocional, sentimientos de baja realización personal e insuficiencia, así como
despersonalización” (Tejeda, 2017, pp. 118). Este responde a condiciones laborales las que se es
sometido a estrés y se presenta exclusivamente en los trabajos en los cuales se mantiene contacto con
otros/as. (Tejeda, 2017).
Disminuir el
malestar psicológico
de los voluntarios de
AEDA
Propósito (objetivo
específico)
Componente
(resultados)
Capacitaciones de dos
Gente horas pedagógicas a la Disponibilidad horaria
capacitada en semana en la Grupos focales, de los participantes.
habilidades Universidad cada 15 días.
blandas. de Santiago de Chile, en Participación activa de
Grupo vías del desarrollo de los participantes.
fortalecido en habilidades blandas,
cuanto a las manejo de estrés y
relaciones contención emocional.
interpersonales. .
Actividades
(acciones)
Talle autogestionador
de desarrollo y
manejo de habilidades
para el manejo del
estrés.
Taller autogestionado
de trabajo en equipo
Plan de acción
a) Planificación de actividades
b) Cronograma de actividades
c) Matriz de responsables
d) Presupuesto
Al momento de la ejecución nos vimos enfrentados a dos problemas como equipo, el primero hace
relación con conflictos que se venían arrastrando por años de trabajo en equipo donde dos de nuestros
compañeros no realizaban las labores que les correspondían, tres ya no soportaban esta solución y dos
no participaban por evitar el conflicto (Carta 8).
En este sentido tuvimos que realizar una reunión para poder repartir las tareas y conversar sobre la
situación que llevaba años arrastrándose. Para esto, realizamos un contrato donde se nos comprometía
con las distintas tareas y plazos para cumplirlas; quien no respetara los acuerdos recibiría una
reprimenda.
En esta misma línea, otro de los problemas que notamos en esa misma reunión, fue que no todos
manejábamos el material completo del curso de “Diseño y Evaluación de Proyectos” (Carta 5. Es por esto
que parte del contrato también establecía un calendario donde cada uno daría una clase donde explicaría
los conceptos e Ideas relevantes de cada texto.
Por otro lado, la intervención con el grupo estuvo en un primer momento marcada por la resistencia por
parte del equipo de AEDA a trabajar con psicólogos comunitarios (Carta 15), esto por experiencias que
había tenido nuestro contacto con profesionales de esta área. Para enfrentar esta situación fue necesario
reunir a la parte del grupo a intervenir, para poder explicarles la situación, dándoles a entender que
comprendíamos que se sintieran reacios a trabajar con nosotros.
Es así que en esta reunión para poder presentarnos a ellos/as, les explicamos el proyecto y las razones
que nos movían para llevarlo a cabo, esto pareció tener una buena llegada. Aún así la actitud reacia
continuó por parte de algunos/as de ellos/as, la cual enfrentamos trabajando en la construcción de un
canil junto a los/as integrantes.
Un elemento que no esperábamos es que un mes después de comenzar el trabajo con AEDA, llegó un
sistema frontal muy fuerte a la Región Metropolitana, afectando gran parte de la ciudad y dañando el
sistema de cañerías de varias comunas, entre ellas Estación Central (Carta 11). Esto afectó de manera
particular al grupo intervenido, ya que el canil construido por todos/as quedó expuesto, generando que se
escaparan muchos de los animales. En primer lugar, los/as integrantes del grupo culpan a una porción de
sus participantes que estaban a cargo de su cuidado la tarde anterior.
Esto también generó un quiebre que dificultó nuestra intervención, la cual estaba enfocada en el sentido
de pertenencia y trabajo de equipo; por esto decidimos realizar una reunión de emergencia, donde les
planteamos que conversáramos en las soluciones y que cada uno/a tomara responsabilidad, pero
dejando claro que esto fue un evento natural del que ninguno/a tiene la culpa.
Otra situación que desencadenó esta cadena de eventos desafiantes fue que la municipalidad debió
realizar cortes presupuestarios para poder enfrentar la emergencia, por lo que decidió suspender
campañas de cuidado animal (Carta 22) como la esterilización, controles de salud gratuitos y vacunación.
A pesar de ello, había algunos programas con los que los/as miembros del grupo interventor contaba
para poder desarrollar sus labores. En este sentido, nosotros/as teníamos contactos con una
Organización No Gubernamental dedicada al cuidado animal (Carta 48), que conocimos para el
levantamiento de información. Los contactamos se mostraron muy motivados con la idea de apoyar en
esta emergencia y comenzaron a trabajar con AEDA. También entregaron conocimientos de primeros
auxilios animales a todos los que participábamos del grupo.
A pesar de la emergencia sanitaria, el gobierno central de Chile decidió mantener los presupuestos para
desarrollo comunitario social (Carta 45), por lo que la intendencia abrió fondos concursables, a los cuales
AEDA decidió postular. Los/as ayudamos a generar un proyecto en conjunto y el grupo se ganó la mitad
del presupuesto que se había propuesto (Carta 36).
Parte de ese dinero se utilizó para poder costear los talleres y realizar una campaña publicitaria donde se
llamara a donar a AEDA, situación que ayudó a generar un sentido de pertenencia con el grupo. A partir
de esto, se creó una cuenta corriente para recibir las donaciones, volviendo la institución más formal.
Evaluación.
Evaluación Ex dure: Al finalizar el taller de “Contención emocional en grupos”, se aplicó una encuesta a
algunos/as de sus asistentes con el objetivo de monitorear la calidad del desarrollo del proyecto,
específicamente sobre las consideraciones acerca de los posibles aciertos y errores de las actividades
realizadas hasta el momento. Las encuestas contaron con tres preguntas abiertas que abordaron,
respectivamente, opiniones sobre el funcionamiento operacional de los talleres, las dinámicas
intergrupales al interior de estos, y sobre la vivencia personal que ha implicado su participación en los
mismos.
Evaluación Ex post: Una vez terminado el proyecto en su totalidad, se invitó a los/as participantes a
completar un cuestionario. Con el fin de dar cuenta de los resultados tempranos de la intervención
(Crespo, 2010) y de poder evidenciar una posible reducción en los niveles de malestar subjetivo en los
integrantes de AEDA, el cuestionario mide dimensiones relacionadas al estrés, la ansiedad, y la
insatisfacción con el trabajo grupal.
Referencias
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que-cambiara-el-panorama-en-Chile/
Anexo.
Cartas
● Carta 5:
“El grupo posee conocimientos suficientes para diseñar e implementar el proyecto”
● Carta 8:
“Algun@s integrantes tienen una historia de fracasos en sus intentos por trabajar colectivamente”
● Carta 11:
“¡Lástima! Lo que iba bien ya no pasó. (Dios te odia)”
● Carta 15:
“Un/a integrante tiene experiencias previas muy negativas con psicolog@s”
● Carta 22:
“El municipio suspende ciertos apoyos sociales a los miembros de la comunidad”
● Carta 36:
“La intendencia abre un concurso a fondos para financiar proyectos como el nuestro”
● Carta 45:
“El gobierno decide mantener los presupuestos para desarrollo comunitario social”