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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE DERECHO

MONOGRAFÍA
“Derechos patrimoniales y extrapatrimoniales en el código civil vigente”

Autores:

Abarca Cruz, Ángel Rodolfo


Pereda Cardenas, Eduardo Paolo
Yupanqui Ccellccascca, Angie Milagros
Zavala Chuima, Jhefrind Alexander

Docente:
Juan José Serrano Herrera

Lima – Perú
2019-I
INDICE

Pág.

INTRODUCCION 3

MARCO HISTORICO 4

ANALISIS DOGMATICO 6

ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL

ANÁLISIS DE LEGISLACIÓN COMPARADA

APLICACIÓN DEL DERECHO SEGÚN ACUERDOS PLENARIOS

CONCLUSIONES
INTRODUCCIÓN

La trata de personas es un delito cuya tipificación se encuentra específicamente


detallada en el Articulo N° 153 del Código Penal Peruano el cual expresa que
aquel que mediante violencia, amenaza u otras formas de coacción, privación de
la libertad, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad,
concesión o recepción de pagos o de cualquier beneficio, capta, transporta,
traslada, acoge, recibe o retiene a otro, en el territorio de la República o para su
salida o entrada del país con fines de explotación será sancionado con pena
privativa de libertad no menor de ocho ni mayor de quince años.

Esto sin antes contar la inclusión de los posibles agravantes tipificados en el


artículo N° 154. Durante años y a pesar de la ya existencia de este tipo de
sanciones impuestas y de conocimiento público debido a sus consecuencias; la
trata de personas sigue siendo uno de los más grandes delitos que suceden en
nuestro país y esto se debe a que aquellos que la cometen poseen la casi certera
confianza en que su acto delictivo quedara impune debido a la ineficacia por
parte de nuestro sistema judicial gracias a los contratiempos que se presentan
al momento de procesar a los acusados.

A lo largo del tiempo los doctrinarios de la materia penal han dado sus opiniones
respecto a la tipificación de este delito y la mayoría coinciden en un mismo punto:
es necesario el aumento de las sanciones y convertir sus penas en detenciones
efectivas y que los procesos no deben ser influenciados por agentes externos
cuyos fines más allá de ser correctos o no puedan alterar la decisión del juez
para de esa manera lograr extinguir parcial y algún día totalmente con este
infame delito que lejos de afectar a una persona daña realmente a la sociedad
en la que vivimos.
MARCO HISTÓRICO

A través del tiempo, el concepto trata ha sido interpretado de diferentes


maneras por organizaciones, gobiernos y la sociedad en general. Para
esclarecer el panorama sobre los antecedentes al fenómeno de la trata de
personas, es necesario remontarse a los diferentes períodos históricos.

El fenómeno de la trata, especialmente de mujeres, tiene raíces profundas en


la historia de la humanidad, pues desde sus inicios ha estado ligado a las
guerras, a la esclavitud y a la consideración de las mujeres como objetos
sexuales y así fueron traficadas durante el período colonial, especialmente las
africanas y las indígenas fueron sacadas de sus lugares de origen y comerciadas
como mano de obra, servidumbre y/o como objetos sexuales. El objetivo sexual
siempre estuvo presente y se daba dentro del mercado matrimonial o con otras
figuras como concubinas, o simplemente mujeres a libre disposición de los
patrones.

En América Latina esta situación se ubica en la época de la conquista


española, ya que, en cumplimiento de la ley de guerra, los españoles tomaban o
entregaban el "botín de mujeres" al vencedor, lo que dio origen al comercio
sexual, al punto que se crearon establecimientos para este tipo de actividades.
Con posterioridad, en la colonia, surgieron las primeras normas que sancionaban
dicha actividad con penas que incluso llegaron hasta la muerte.

A fines del siglo XIX, especialmente a partir de 1900, persistió el fenómeno de


la trata de mujeres que se agudizó después de cada guerra mundial, siendo
también víctimas las mujeres europeas, que huyendo del hambre y de los
horrores de la guerra, fueron presa fácil de los traficantes, siendo utilizadas con
fines de explotación sexual y trasladadas como concubinas o prostitutas, a
países de Europa del Este, Asia y África, lo que llevó a denominar a dicha
actividad como trata de blancas, porque se reclutaba a mujeres blancas,
europeas y americanas que eran comerciadas hacia países árabes, africanos o
asiáticos, como concubinas o prostitutas.
Las primeras referencias a la trata provienen de los instrumentos de las
Naciones Unidas. En 1904 el primer convenio internacional referido al tema, fue
el Acuerdo Internacional sobre Represión de Trata de Blancas que se centraba
sólo en la protección de las víctimas y resultó ineficaz; la trata era
conceptualizada como movilización de mujeres asociada a la esclavitud, pero
ligada estrechamente a fines “inmorales” (prostitución) y requería el cruce de
fronteras nacionales.

Para el año 1910 se aprobó la Convención Internacional para la Represión de


la Trata de Blancas, que obligó a los países firmantes a castigar a los proxenetas
y se amplió la definición para incluir el comercio interno de mujeres en los países,
estrechamente vinculada con la esclavitud.

Luego, en 1921, se aprobó el Convenio Internacional para la Supresión de la


Trata de Mujeres y Niños, que sancionaba a las personas que ejercen la trata de
niños, protege a las mujeres y niños migrantes. Más tarde, en 1933, se aprobó
el Convenio Internacional para la Represión de la Trata de Mujeres Mayores de
Edad que obligaba a los Estados a castigar a las personas que ejercían la trata
de mujeres adultas con independencia de su consentimiento.

Las cuatro convenciones anteriores quedaron unificadas por el Convenio para


la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena,
adoptada por Naciones Unidas en 1949 y ratificada por 72 Estados y que
establece: “la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas [...] son
incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana”. Con esta
Convención se intentó abarcar la trata de personas, pero no se logró definir el
fenómeno en su totalidad, aunque adjudica carácter delictivo al tráfico del sexo
y a los actos relacionados con la prostitución, pero en virtud de la debilidad de
los mecanismos de vigilancia y de que no ha sido adoptada por una gran mayoría
de países, no ha sido eficaz. La convención también carece de disposiciones
relativas a formas de explotación que no se habían generalizado en 1949, a
saber, las industrias de las esposas encargadas por correo, el turismo del sexo
y el tráfico de órganos.
Desde entonces se relacionó trata de blancas con prostitución y ésta con
esclavitud. Se usó el término tráfico humano o tráfico de personas, relacionado
al comercio internacional de mujeres y personas menores de edad, sin lograr
una definición o concepto consensuado.

Años más tarde, el término trata de blancas cayó en desuso, pues en la trata
se ven involucradas personas de diferente sexo, edad, culturas, razas y
ubicación geográfica, no únicamente mujeres blancas y no solo en la explotación
sexual. En la actualidad, esta definición resulta extremadamente limitada en
tanto no reconoce las diversas manifestaciones de la trata de personas en el
mundo; así como el hecho de que no solo las mujeres pueden resultar
victimizadas, sino también personas menores de edad, cualquiera que sea su
sexo, así como también hombres adultos.

La tendencia internacional en materia de prostitución ha sido la de profundizar


en sus causas económicas y sociales y establecer una estrategia contra el
proxenetismo y la explotación sexual de las mujeres. A finales del siglo XX, la
comunidad internacional estableció una definición más precisa, siendo el término
correcto: la trata de personas

ANÁLISIS DOGMÁTICO DE LA TRATA DE PERSONAS

El delito de trata de personas es un delito de naturaleza compleja y presenta


problemas dentro de su interpretación en la jurisprudencia peruana.

Éste delito como está estipulado en el Código Penal, título IV - DELITOS


CONTRA LA LIBERTAD, artículo 153: Trata de Personas. Refiere; el que
mediante violencia, amenaza u otras formas de coacción, privación de la libertad,
fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, concesión
o recepción de pagos o de cualquier beneficio, capta, transporta, traslada, acoge,
recibe o retiene a otro, en el territorio de la República o para su salida o entrada
del país con fines de explotación, es reprimido con pena privativa de libertad no
menor de ocho ni mayor de quince años.
Es decir, la trata de personas constituye una forma de esclavitud moderna, uno
de los fenómenos delictivos más extremos y lesivos contra la salud pública y los
derechos humanos.

En el Perú, la trata de personas no opera mediante “complejas” redes de


criminalidad organizada, a modo de carteles o mafias. El empleo de estos
conceptos —cartel o mafia— es equívoco, pues designa fenómenos distintos a
los observados típicamente en la realidad peruana (Mujica & Cavagnoud, 2011).

La trata de personas consiste en sistemas integrados por personas de perfiles


diversos: actores a dedicación exclusiva, otros a tiempo parcial, en combinación
con prácticas lícitas e ilícitas (Campana & Varese, 2016).

En realidad, lo que se pretende tutelar es específicamente a la persona, aquello


que nos permite valorarlo en sí mismo e impide asumirlo como una cosa
disponible o instrumentalizable. La postura que reconoce la protección de la
dignidad como esencia de la lucha contra la trata de personas es similar con la
perspectiva asumida por diversos instrumentos internacionales de protección
frente a la trata de personas. No obstante, la dignidad humana constituye un nivel
que permite una más adecuada evaluación de la gravedad del fenómeno de la
trata de personas.

En el Perú se identifica que entre los involucrados en redes de trata también hay
lazos de parentesco o afinidad. El sistema de parentesco propicia la captación
de fuerza de trabajo (Novak & Namihas, 2009).

Por último, hay indicios de que la trata orientada al trabajo doméstico es de gran
magnitud; no obstante, se encuentra subrepresentada por limitaciones de
identificación y denuncia (Ministerio del Interior, 2011).
Aplicación del Derecho según el Acuerdo Plenario N° 3-2009/CJ-116

La trata de personas se encuentra tipificada dentro de nuestro ordenamiento


jurídico dentro del articulo N° 153 de nuestro código penal y sus agravantes
dentro del articulo N° 154. El primero de estos estipula lo siguiente: “El que
mediante violencia, amenaza u otras formas de coacción, privación de la libertad,
fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, concesión
o recepción de pagos o de cualquier beneficio, capta, transporta, traslada, acoge,
recibe o retiene a otro, en el territorio de la República o para su salida o entrada
del país con fines de explotación, es reprimido con pena privativa de libertad no
menor de ocho ni mayor de quince años.[.]”, esto nos da a entender que toda
acción que pueda demostrarse que se ha efectuado que se ligue a lo antes
mencionado será procesado por medio de este artículo, no sin antes considerar
previamente los agravantes dentro del articulo N° 154 de los cuales algunos son
el ser un funcionario de administración pública, se demuestre pluralidad de
víctimas entre otros; existen agravantes que aumentarían la pena en caso sea
hallado culpable en un rango no menor de 25 años en algunos casos muy
específicos.

Dentro del Acuerdo Plenario N° 3-2009/CJ-116 podemos establecer que se


enfoca principalmente en delimitar los lineamientos a seguir mediante su
establecimiento oficial como una doctrina legal detallando en su fundamento
jurídico N° 8: “El supuesto de hecho en este delito involucra cuatro conductas
típicas. La promoción, que implica un comportamiento que estimule, instigue,
anime o induzca el favorecimiento, que incluye cualquier conducta que permite
la expansión o extensión; la financiación, que se expresa en la subvención o
contribución económica; y la facilitación, que involucra todo acto de cooperación,
ayuda o contribución.

Estas conductas se vinculan y manifiestan en la captación, transporte, traslado,


acogida, recepción o retención de personas en el territorio nacional o para su
salida o ingreso al país, para lo cual se emplean medios violentos o fraudulentos.
En el plano subjetivo el agente actúa dolosamente y orientado por fines ilícitos
que constituyen la esencia de la trata, como son el ejercicio de la prostitución,
explotación laboral, esclavitud o extracción y tráfico de órganos y tejidos
humanos, etcétera [Cfr. RAMIRO SALINAS SICCHA: Derecho Penal. Parte
Especial - Volumen I, Grijley, Lima, 2010, p. 487 y ss.].”, gracias a esto se pudo
establecer a partir de ese momento la modificación del artículo N° 153 pues antes
del mismo se ubicaba dentro del Capítulo IX “Proxenetismo”, del Título IV “Delitos
contra la Libertad”, del Libro Segundo “Parte Especial” bajo la rotulación del
articulo N°182.

Asi pues podemos constatar que el delito de trata de personas y sus agravantes
han tenido una serie de modificaciones desde el momento de su concepción
como delito permitiendo que evolucione a la par de la sociedad peruana ya que
es considerado como esencial para lograr que se obtenga justicia en favor de
aquellos que han sido afectados.
CONCLUSIONES

La trata de personas es un delito cuyos resultados van más allá del daño
generado a la víctima del mismo, pues puede incluso dañar a aquellos que se
encuentren cerca del entorno social de dicha persona agraviada y como
sociedad no podemos permitir que tengamos que registrar este acto delictivo a
diario debido a la ineficacia e nuestras autoridades en detenerla de una vez.

La configuración y clasificación de este delito se encuentra presente en nuestro


Código Penal ya que asi lo dicta nuestro ordenamiento jurídico el cual a lo largo
de los años y con el avance de la tecnología y en una sociedad que día a día
evoluciona ha requerido una constante actualización para asi mantener el orden
y la justicia dentro de nuestro país.

La participación de un número de personas es sustancial para cometer este acto


delictivo y una mejor manera de disuadirlas de cometer dicho acto seria efectuar
la pena impuesta por el ordenamiento jurídico inmediatamente después de
demostrarse su culpabilidad para que de esa manera les sirva como ejemplo a
todos aquellos que se encuentren tentados a cometerlo logrando asi evitar
efectivamente la manifestación de voluntad para cometer dicho delito.

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