Você está na página 1de 293

El purgatorio que no fue

Acciones profanas entre la esperanza


y la soportabilidad
El purgatorio que no fue
Acciones profanas entre la esperanza
y la soportabilidad

Eugenia Boito y Adrian Scribano (compiladores)


Autoridades de la Universidad Nacional de Córdoba

Rectora
Dra. S. Carolina SCOTTO
Vicerrector
Dr. Gerardo D. FIDELIO
Secretario General
Mgter. Jhon BORETTO

Centro de Estudios Avanzados - Unidad Ejecutora del


CONICET

Directora
Dra. Dora E. CELTON
A modo de presentación

Ma. Eugenia Boito

E
l libro reúne una serie de trabajos realizados en el marco de dos in-
vestigaciones colectivas desarrolladas en la Secretaría de Ciencia
y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba (2007-2009). La
investigación titulada Cuerpos, Sensaciones y Conflicto Social. Acciones
colectivas y prácticas expropiatorias. (Córdoba, post-crisis 2001), dirigida 7
por Adrián Scribano, y la investigación titulada: Urbanismo estratégico y
segregación clasista. Identificación y descripción de algunas imágenes
y vivencias de las alteridades de clase en el espacio urbano cordobés.
(‘Ciudades-Barrios’, 2007), dirigida por Eugenia Boito.
También se presentan artículos que se inscriben desde la Secretaría
de Investigación de la Universidad Nacional de Villa María, enmarcados
en la investigación denominada Mecanismos de Soportabilidad Social y
Dispositivos de Regulación de las Sensaciones desde los sujetos involu-
crados en Acciones Colectivas, bajo la dirección de A. Scribano.
EL PURGATORIO QUE NO FUE es una publicación que condensa
experiencias de investigación que se desarrollaron durante los últimos
tres años. Pero además retoma y resignifica temáticas, construcciones
teóricas y estrategias de indagación y análisis, que el equipo de trabajo
fue generando y apropiándose desde las primeras experiencias de tra-
bajo en la UNVM, durante 1999. “El campo en la ruta. Enfoques teóricos
y metodológicos sobre la protesta social rural en Córdoba” (2003) fue
una de las primeras publicaciones, cuyo objeto de estudio suponía in-
dagar escenarios, agentes, formas de la acción colectiva y protesta de
productores rurales en una ciudad del sur cordobés.
En el año 2004 parte del equipo se incorporó al Programa de
Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto Social, en el Centro de
Estudios Avanzados de la UNC. Desde el programa creado y dirigi-
do por A. Scribano, se realizaron actividades de producción científica
y divulgación de los resultados de las investigaciones (algunas publi-
caciones en formato papel, como “Geometría del conflicto: Estudios
de Acción Colectiva y Conflicto Social” (2005), “Mapeando interiores.
Cuerpo, Conflicto y Sensaciones” (2007), “Policromía Corporal. Cuerpos,
Grafías y Sociedad” (2007); otras en soporte electrónico como la revista
ONTEAIKEN, Boletín sobre prácticas y estudios sobre acción colectiva,
y la recientemente creada Revista Latinoamericana de Estudios sobre
Cuerpos, Emociones y Sociedad. (relaces.com.ar)
También se generaron instancias de trabajo con diversos colectivos en
contextos de protesta como las primeras “Jornadas de Debate y Trabajo
Colectivo. Acción Colectiva y Conflicto Social contra la Expropiación y
Depredación de la Naturaleza. Modelo de Acumulación y Ambiente en la
reconfiguración neocolonial del capital” (2007), y con otros equipos de
investigación existentes en la ciudad de Córdoba y en el país: las prime-
ras (2007) y segundas (2009) “Jornadas de estudios interdisciplinarios
sobre “Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s). Hacia una sociología
de los cuerpos y las emociones desde Latinoamérica. Como resultado
de esta segunda jornada, se elaboraron trabajos que fueron publica-
dos en 2009 por Adrián Scribano y Carlos Figari, como coedición de la
editorial CICCUS con CLACSO, iniciando la colección “Cuerpos en las
márgenes”.
El Programa fue además la instancia para la generación de proyectos
8 de tesis de Grado, Maestría y Doctorado de sus miembros (la mayoría
becarios del CONICET) y de los proyectos colectivos cuyos resultados se
exponen en esta publicación (avalados y financiados por las Secretarías
de Investigación de las Universidades de Córdoba y Villa María).
Por lo expuesto EL PURGATORIO QUE NO FUE configura un mo-
mento –los tres últimos años– del trabajo de un equipo que se fue con-
formando desde 1999. En este tiempo, a los primeros estudios centra-
dos en la protesta y la acción colectiva –antes de 2001– se fueron in-
corporando otras temáticas que expresan situaciones de conflicto –en
contextos de baja intensidad de las protestas–; y a la centralidad que
ocupaban las teorías de la acción colectiva como lugar de lectura, se
sumaron desarrollos de la sociología de los cuerpos y las emociones, y
una reactualización del debate sobre la operatoria de los mecanismos
de trabajo de la ideología.
La presente publicación retoma experiencias de sujetos que habitan en
las ciudades de Córdoba y Villa María1, mediante entrevistas individua-
les realizadas desde 2007 y lo generado en cuatro grupos de discusión
–dos en cada ciudad– durante 2009. También se han trabajado técnicas

1
La provincia de Córdoba –junto con Buenos Aires y Santa Fe– constituye uno de los
territorios más poblados dentro de la República Argentina. La provincia cuenta con aproxi-
madamente tres millones de habitantes. Dentro del territorio provincial las dos ciudades se-
leccionadas para su estudio constituyen algunos de los centros urbanos más importantes:
Córdoba concentra 1.267.521 habitantes en tanto que Villa María 72.162 habitantes.
expresivo-creativas cuyos resultados se encuentran en proceso de siste-
matización. En ambas ciudades las narraciones de carreros2 (miembros o
no de cooperativas), militantes de partidos políticos, militantes en defensa
del agua, pobladores de zonas urbanas socio-segregadas, participantes
de formas organizativas generadas post-2001 (asambleas barriales, clu-
bes del trueque3), expresan la heterogeneidad de la operatoria de meca-
nismos que organizan la soportabilidad de lo social4 –según la posición
social, la experiencia colectiva– pero también exponen gramáticas de ac-
ciones posibles y sus reconfiguraciones en la particular geometría de la
dominación que se instancia en cada ciudad5.
El PURGATORIO como punto de partida remite a la sensación extendi-
da de encontrarse transitando un tiempo de espera social. Precisamente
esta parece ser la afectividad que desde 2001 hasta la actualidad se ins-
tala en los diversos escenarios urbanos que aquí se abordan; quienes
transitan el purgatorio ya pertenecen al mundo del NO –no tienen traba-
jo, no tienen salud, no tienen educación– o se encuentran atravesando
situaciones conflictivas, que remiten a posibles pérdidas o riesgos.
Sin embargo, EL PURGATORIO QUE NO FUE cobra diversos signi-
ficados y se encarna en una multiplicidad de prácticas que manifiestan
tensiones entre la esperanza y la soportabilidad.
Lo anterior evidencia que la relación entre lo micro y lo macro social,
la acción de los sujetos y las transformaciones de la estructura, encuen-
tran centralidad en el lugar teórico desde el cual se abordan los objetos 9
de estudio. De allí la referencia a las nociones de Fantasma y Fantasía

2
Con esta denominación no pretendemos anular la heterogeneidad de formas de trabajo
u ocupaciones ligadas a los residuos urbanos, sino utilizar una expresión que en términos
prácticos refiera simultáneamente a cirujas, carreros, cartoneros, botelleros, o lo que
en otros países latinoamericanos se denominan catadores, pepenadores, clasificadores,
entre otros.
3
En el contexto de protestas sociales que se abre a partir de la crisis institucional que
vivió Argentina alrededor de diciembre de 2001, es posible identificar la emergencia de
una multiplicidad de demandas, actores y formas de expresión del conflicto. Entre ellos, se
destacan las asambleas barriales y los “clubes del trueque” como experiencias difundidas
en varias de las principales urbanizaciones del país. Las primeras constituyen agrupamien-
tos de vecinos que se re-apropian de espacios públicos como instancia de encuentro y
deliberación, donde priman lógicas horizontales de distribución de la palabra, y donde es
re-significado el sentido de “lo político”. En cuanto al club del trueque, en un contexto de
crisis donde la calidad de vida y de consumo se ve afectada drásticamente, emergen ferias
de intercambio de productos donde se pone en cuestión la lógica de la mercantilización en
relaciones sociales.
4
Los mecanismos de soportabilidad social hacen referencia al conjunto de prácticas he-
chas cuerpo que se orientan a la evitación sistemática del conflicto social. Respecto a la
definición y funcionamiento de algunos de los mecanismos de soportabilidad social véase
Scribano (2007a, 2007b).
5
Desde la perspectiva propuesta “las prácticas sociales pueden ser consideradas como
puntos que, al trazar líneas que las conecten hacen aparecen formas sociales” (Scribano,
2005: 5). En este sentido, el juego de disponibilidades de los sujetos involucrados en estas
geometrías espaciales pueden ser comprendida como una gramática de la acción.
Social6 en algunos de los artículos, en tanto conceptos que permiten tra-
mar en términos de inteligibilidad, como lectura posible, los hiatos de la
compleja dinámica del proceso de estructuración social en el presente.
Además, las narraciones de los sujetos con los que se trabajó se
encuentran situadas en contextos sociales que se transformaron y trans-
forman, a partir de la expansión imperial neocolonial del capitalismo,
que actúa re-estructurando sensibilidades, prácticas y representacio-
nes. De esta forma, lo que desde una primera aproximación aparece
como sumatoria de acciones colectivas puntuales y territorializadas,
fragmentadas y desarticuladas, puede ser objeto de una des-lectura ya
que en los artículos se encuentran pistas para evidenciar las relaciones
posibles entre ellas, a partir de la exposición descriptiva y analítica de
las mediaciones que conforman una totalidad social que no cierra, que
está desgarrada en su misma constitución, como marca definitoria de la
generación de mundo que hace el Capital.
El libro expresa la articulación de diversos espacios de investigación
y a la vez manifiesta una práctica de reflexión compartida, que se ma-
terializa en la producción en co-autoría de los trabajos especialmente
preparados para esta publicación, mostrando en la misma configura-
ción, una manera política de pensar el trabajo académico. El desarrollo
de esta instancia y modalidad de indagación continúa, en el proyecto
Funcionamiento de los fantasmas y fantasías sociales a través de las
10 acciones colectivas y las redes del conflicto. Córdoba, Villa María y San
Francisco 2004-2008, (PIP-CONICET) dirigido por A. Scribano y en el
que participa la mayoría del equipo de trabajo.
La publicación se estructura teniendo en cuenta dos cuestiones: te-
máticas que aparecen como recurrentes en Córdoba y Villa María –los
dos primeros artículos y el último expresan esta modalidad en el aborda-
je de tópicos como el hambre, las sensaciones con relación a la crisis y
la incertidumbre, la política y el territorio–; o situaciones conflictivas que
expresan rasgos y dinámicas particulares en alguna de las dos ciuda-
des: las vivencias que se expresan en las narraciones de jóvenes traba-
jadores de Call Centers, en habitantes de un barrio ciudad en la Ciudad
de Córdoba; o los estados de sentir que exponen carreros que son parte
de una cooperativa creada por el municipio en la ciudad de Villa María;
trabajadores de un “diario recuperado” en la misma ciudad y militantes

6
Respecto de la definición de Fantasmas y Fantasías: “Unas son el reverso de los otros;
ambos hacen referencia a la denegación sistemática de los conflictos sociales. Mientras
las fantasías ocluyen el conflicto, invierten (y consagran) el lugar de lo particular como un
universal e imposibilitan la inclusión del sujeto en los terrenos fantaseados, los fantasmas
repiten la pérdida conflictual, recuerdan el peso de la derrota, desvalorizan la posibilidad de
la contra-acción ante la pérdida y la derrota. Una de las astucias más relevantes de estos
dispositivos es no tener un carácter estructurado proposicionalmente: no están escritos ni
dichos; son prácticas que traban y destraban la potencialidad del conflicto, sea como “sin-
razón”, sea como amenaza. Fantasías y Fantasmas nunca cierran, son contingentes pero
siempre operan, se hacen prácticas.” (Scribano, 2005:269)
en defensa del agua en Córdoba. La siguiente presentación retoma los
aspectos centrales de cada uno de los artículos que forman este libro.

En El hambre como problema colonial: Fantasmas, Fantasías so-


ciales y Regulación de las sensaciones en la Argentina después del
2001, Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard revelan conexio-
nes entre el fenómeno del hambre y la expansión imperial neocolonial
del capitalismo, y sus consecuencias en la estructuración de sensibilida-
des, prácticas y representaciones. La lógica de reproducción capitalista
a partir de la depredación de los bienes comunes –energías naturales y
corporales– es el nodo central para reconstruir el mencionado entramado
relacional que logra dar visibilidad al hambre como política colonial.
El análisis transversal del material empírico de los trabajos de indaga-
ción sobre la elaboración de Fantasmas y Fantasías Sociales post-crisis
2001 expone con fuerza al hambre como nodo cognitivo-emocional. Esta
temática es “traída-a-narración” por los sujetos, unas veces asociada a
los “motivos” de la crisis, otras performando el presente y el futuro. Se
revelan como recurrentes cuatro formas distintas de estructurar las emo-
ciones y sensibilidades: las metáforas del hambre, las marcas del hambre,
la geopolítica del hambre y los usos políticos del hambre. Estas cuatro
formas que se comportan como una estructura relacional, superpuesta y
moebiana, permiten la observación del hambre pasado-presente-futuro
como componente de fantasmas y fantasías sociales al sacar a la luz las 11
prácticas naturalizadas y naturalizantes a ellos asociadas.
Las marcas del hambre hacen evidente los lugares-momentos donde
dicha experiencia queda “grabada” en el cuerpo formando parte de los
equilibrios y desequilibrios entre cuerpo individuo, subjetivo y social de
modo tal que constituyen “mojones vivenciales”.
La geopolítica del hambre muestra cómo el hambre está inscripto
en la instanciación tiempo-espacio, indica cómo los sujetos “territoria-
lizan” las experiencias del hambre y cómo su vivencia depende de su
“localización”.
Los usos políticos del hambre instancian dos tipos de prácticas: por un
lado las de auto-organización y auto-responsabilización por parte de los
que “sufren” el hambre, y por otro lado, aparecen fuertemente asociados
a prácticas instrumentales de los actores sociales vinculados a la gestión
de los programas alimentarios. Dichos usos –que no se limitan a los fun-
cionarios y/o punteros– señalan claramente en dirección a tecnologías de
los usos del hambre.
El hambre es el territorio permanente de los cuerpos colonizados y se
hace evidente que el conflicto entre fracciones de clase sólo tiene como
objetivo la reproducción del capital a gran escala y en dicho proceso el
fantasma del hambre es el reverso solidario y complementario de la
fantasía del país rico.
Aunque no se trate del objetivo del artículo, la escucha atenta de las
narraciones de los sujetos permite reparar en prácticas intersticiales e
interdicciones colectivas que interponen los sujetos cotidianamente, de
manera desafiante y con un carácter destituyente sobre las formas de
vida colonial.

En Crisis e incertidumbre: un análisis de las experiencias colec-


tivas en Córdoba y Villa María, desde los cuerpos y las emociones,
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico se proponen graficar dos ti-
pologías de experiencias sobre la crisis del 2001 y su escenario posterior,
realizando un cruce entre el enfoque clasista, la sociología de los cuerpos
y las emociones, y la sociología del riesgo. Las nociones de ‘cuerpos
en riesgo de empobrecimiento’ y ‘cuerpos precarios’ permiten la expre-
sión material-corporal de estas formas desiguales de experiencia social,
a nivel de las maneras de vivenciar el 2001, las formas e intensidades de
la movilización o participación social y los diferenciales contornos de los
escenarios de futuro que anticipan los sujetos. El artículo muestra que las
experiencias del riesgo y la incertidumbre que la crisis generó, tuvieron un
peso diferencial en los cuerpos que conforman las tipologías referidas.
Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento disponen de gramáticas
para la acción de demandar mejoras en las condiciones de trabajo –que
todavía tienen–, o aumentos salariales, que se siguen encuadrando en
la ‘fantasía del horizonte salarial’. Los cuerpos precarios, en cambio, pre-
sentan geometrías y gramáticas diferentes. Son de alguna manera cuer-
12 pos desechos, des-hechos y desechados. En términos de la inserción al
mercado laboral, los cuerpos precarios padecen espiraladamente fases
de empleos informales, escasos ingresos y desempleo, lo que algunos
denominan ciclos de bajos ingresos, seguido por ciclos sin ingreso.
Mientras muchos cuerpos en riesgo de empobrecimiento disfrutan los
momentos de movilización y se encuentran expectantes y seguros de que
la crisis del 2001 sigue abierta, los cuerpos precarios, sienten en el can-
sancio del hastío, en el dolor de la expulsión que si hoy estamos peor,
mañana vamos a estar re-peor. El uso del mismo adjetivo pero acentuado
con el sufijo ‘re’ muestra un juego de continuidades que se acumulan.
La crisis del 2001, vista en perspectiva da cuenta de cómo las ex-
periencias del riesgo y la incertidumbre se hacen carne, esperanzan a
algunos, y duelen hasta volverse callos, en otros. Los cuerpos precarios
están sometidos a la lógica de prácticas de cooptación, sus vidas son
presa de los riesgos construidos socialmente por los gestores de las po-
líticas sociales. La resignación, la eterna espera de un tiempo mejor que
nunca llega, la paciencia ante la indiferencia constituyen mecanismos que
refuerzan la parálisis de la acción colectiva.
Pero también el 2001 permite visualizar la asimetría que se encuentra
en el interior de la sociedad y que se plasma en diferentes percepciones
que se dan entre un desocupado, un habitante de una villa, un trabajador
asalariado, un militante. En esos momentos se activan soportes y recur-
sos que poseen ciertos sectores y quedan al descubierto las distancias
con otros carentes de todo.
En Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada: Una
descripción de las mediaciones que las visibilizan María Belén Espoz,
Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas se desplazan hacia la ciudad
de Córdoba; parten de reconocer que en la actualidad la ciudad constitu-
ye uno de los objetos privilegiados de la reflexión sociológica, antropológi-
ca, comunicacional, urbanística y artístico-cultural. El trabajo se orienta a
reconstruir y analizar un corpus –diferente a los demás artículos, ya que
trabaja con soportes mediáticos– donde se inscribe la narrativa ideal de
ciudad de Córdoba en la doble dimensión que la palabra porta: como “urbs”
(materialidad de la ciudad como conjunto de edificaciones en un espacio
delimitado y organizado) y como “civitas” (entidad política que se define por
el tipo de asociación entre sus habitantes). Es decir como compleja entidad
que demarca formas políticas determinantes de experiencias de socializa-
ción, corporalidad y afectividad entre los individuos y los grupos, afectando
las relaciones posibles entre los cuerpos, tanto intra como inter-clase.
El corpus está integrado por el Suplemento Arquitectura del diario La
Voz del Interior (2006-2008), notas de diversas secciones producidas en
el mismo medio durante los años 2004/2005/2008 vinculadas a “políticas
públicas de hábitat” y “ciudades-barrios”, sitios de internet institucionales
de empresas inmobiliarias y constructoras de la ciudad y de la Cámara
Empresarial de Desarrollistas Urbanos Córdoba (CEDUC) que las nuclea.
Desde aquí se interpreta a la Ciudad como texto. Como todo signo es
en principio ideológico, las autoras se proponen deconstruir el ideal de un 13
discurso mediático dominante sobre la ciudad de Córdoba sustentado por
la repetición de unas “voces” y la oclusión de otras; es decir, reconocien-
do los mecanismos ideológicos y performativos que responden a determi-
nado sector social y que son el resultado de un pornográfico urbanismo
estratégico que viene aplicándose en Córdoba Capital, que enfatiza la
segregación clasista.
Desde artículos periodísticos y sitios de internet institucionales se ana-
lizan las mediaciones que configuran ideológicamente la ciudad deseable;
cómo ésta se va encarnando en políticas públicas y acciones privadas
que materializan de alguna manera ese horizonte ideal. Guiados por la
lógica del Progreso, quienes antes se autodefinían fundadores de la ciu-
dad, hoy reaparecen como desarrollistas –condensados en la figura del
autor– y las decisiones urbanísticas tomadas van determinando el aden-
tro/afuera imaginario y material del espacio en cuestión, de manera tal
que los límites se hacen “carne” y “piedra” en tanto las condiciones de
habitancia desiguales según clase social. La confluencia entre la narrativa
ideal de ciudad y la recartografía urbana que atraviesa Córdoba durante
los últimos años, va disponiendo algunas zonas de lo urbano como “pai-
saje”: monumento/obra de arte que se dispone para otros (el público, el
turista), obturando el carácter social del hábitat, del empleo, del tránsito y
desplazamiento de algunos de sus habitantes.
En La ciudad pulcra y el conflicto de la basura como síntoma
de tensiones socio-urbanas, Lucas Aimar, Eugenia Boito y Gabriel
Giannone se centran en la problemática de la basura en la ciudad de Villa
María; sin embargo concretan referencias a expresiones de carreros en
Córdoba, en vistas a considerar algunas pistas que remiten a la escala
social diferente en cada ciudad.
Desde este lugar de lectura la problemática de la basura y el quehacer
de quienes trabajan con ella configura una serie de relaciones sociales y
prácticas que permiten disipar las tensiones socio-urbanas en Villa María,
bajo la fantasía de la “ciudad pulcra”. Tanto en las intervenciones en el
grupo focal como en las entrevistas individuales aparece lo que puede
interpretarse como una Fantasía Social recurrente con relación a la es-
tructura y dinámica de clases en la ciudad: en Villa María “no hay coun-
tries y no hay villas”. Esta Fantasía encuentra condiciones de anclarse y
operar organizando prácticas, a partir de la comparación que instaura con
Córdoba: ciudad en la que la desigualdad entre clases se expresa cruda-
mente y cada vez de manera más profunda, hasta llegar a la creación de
barrios-ciudades7. Esto permite, por un lado mantener alejado, por fuera
del límite de la ciudad lo que aparece como horroroso (en este caso, el
fantasma de la desigualdad clasista estructural); por otro, su misma cons-
titución como pantalla de protección obtura la visión sobre la conforma-
ción clasista sobre la que se instituye, permitiendo proyectar aquello que
se desea: ser parte de una ciudad en la que “no hay extrema riqueza ni
extrema pobreza”.
14 El desarrollo del trabajo expresa que el contexto de crisis de 2001 mo-
dificó el tratamiento de los desechos sólidos urbanos. La devaluación de
la moneda nacional, y el marco de una situación generalizada de pobreza
y desempleo hizo más rentable la recuperación de la basura. Los cirujas
desbordaron los límites de los basurales y comenzaron a trabajar en los
barrios céntricos de las ciudades. El mayor precio de los materiales reci-
clables, junto con un incremento de la preocupación por la contaminación
producida en los lugares de disposición final, abrieron las puertas a los
grandes negocios de reciclado y reconversión de basurales. En Villa María
se sucedieron acciones diversas en un espectro que va desde intentos de
privatización del basural hasta la cooperativización de un grupo de cirujas
en una organización dependiente del Estado Municipal.
Las interacciones en el espacio de los grupos de discusión expusieron
que las intervenciones de los carreros fueron objeto de crecientes formas
de sordera y ceguera de clase. Si la pobreza no puede estar más que
en otro lado, la aparición de aquello que no puede verse –el ciruja pobre
que anda por la calle juntando cartón– debe ser ocultada y cancelada.

7
Como respuesta habitacional, el Gobierno de la Provincia de Córdoba comienza a im-
plementar en 2004 el programa denominado “Mi casa, mi vida”, donde se enmarcan las
acciones de construcción de nuevas viviendas y el traslado de numerosas familias “pobres
estructurales afectadas por las inundaciones del Río Suquía y sus afluentes”. El conjunto
de estas viviendas se agruparon en lo que denominó ciudades-barrios, ubicados en la
periferia del ejido urbano. Para una definición ampliada y análisis detallado ver Levstein y
Boito (2009)
Se constituye un escenario urbano que está signado por particulares te-
rritorios y acciones de segregación, que reubican y ocultan de la mirada
a aquellos que están mal vistos para la ciudad. Cuerpos sobrantes, pero
necesarios, que no pueden ser parte de la Villa María limpia que se quiere
representar, pero que la definen en tanto límite de su propia imagen. El
artículo concluye mostrando que –de diferente manera– Córdoba y Villa
María estructuran prácticas y discursos bajo una consigna que se repite:
la construcción de una ciudad pulcra.

En Políticas de encierro y sensibilidad de clase. Un abordaje desde


la reconfiguración urbana y las prácticas policiales de Córdoba,
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin indagan las relaciones entre la
creación de Ciudades-barrio por parte del gobierno de la provincia de
Córdoba, y algunas transformaciones en las políticas de seguridad.
“Ciudad de mis Sueños” es una de las soluciones habitacionales que
el gobierno ha destinado a las poblaciones que ha identificado como “vul-
nerables” y “en riesgo” fundamentalmente en la capital.
En la lejanía que supone con relación a la Ciudad (la urbanización esta
ubicada a 14 Km.) las múltiples carencias e imposibilidades a las que se ven
sometidos los pobladores se traman con formas intervención policial que
buscan resguardar los espacios centrales y de alta cotización, expulsando
hacia las afueras a los cuerpos de la pobreza. Dos políticas estatales se
presentan como partes de un mismo diagrama de intervención, cuyo carác- 15
ter es reconocido en el artículo como modalidad estratégica que regula los
cuerpos, limita sus experiencias a espacios ceñidos y regla la distribución
de sus energías. Los autores recuperan los decires de los pobladores, reco-
nociéndolos como constitución de una política de los cuerpos que se labra
a la vez como política de la sensibilidad. En este escenario, los registros de
intervención van señalando relatos, vivencias y sensaciones ambivalentes
como parte del ser y el estar de unos sujetos que han sido destinados a un
“barrio-ciudad” que los confina e inmoviliza.
El emprendimiento habitacional demarca espacios a los que no se
puede llegar, prácticas imposibles de realizar y horizontes de posibilidad
que se sitúan como distantes en el tiempo. De acuerdo con el tamaño de
sus piedras, modula los puntos de encuentro y las acciones de los pobla-
dores cancelando la posibilidad de alcanzar el afuera e instalándolos en
el adentro. El grosor de los muros hace rebotar a los cuerpos en su intento
de salida y los devuelve una y otra vez hacia la reproducción de las condi-
ciones materiales y simbólicas de una vida que se está heredando.
La inscripción de estas murallas se actualiza a su vez en la complexión
de una anátomo-política que por diversas vías instala una frontera institu-
cional que se vuelca a los planos de lo íntimo y lo personal, hacia el propio
cuerpo, el hogar y los hijos. Los planes sociales, la escuela, el dispensa-
rio, la policía, se comportan como eslabones de una cadena de control
que, teniendo por “objeto” y “objetivo” a los pobladores, regula el acon-
tecer de forma preventiva y represiva, distribuyendo de manera reglada
lo que hacen, lo que tienen, lo que pueden y lo que deben, así como las
maneras de sentir y percibir desde la sensibilidad. Aquí es de particular
importancia la relación entre la práctica policial y el barrio en tanto posible
componente de articulación y síntesis.
A través distintas situaciones presentadas, los autores dan cuenta de
marcas en la bío-grafía de los pobladores que calan en la subjetividad.
Cuerpos inmóviles y deseantes, obliterados en su capacidad de acción
por el encadenamiento de políticas públicas que constituyen matrices ex-
perienciales en compleja articulación (social, punitiva, represiva, preventi-
va), expresan la convergencia de una política de los cuerpos que regula la
distribución de las acciones, y una política de la sensibilidad en las formas
de ser, tener, estar y desear.

En Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo en la Argentina


post 2001. El conflicto social en los Call Center y las Empresas
Recuperadas, Pedro Lisdero y Leonardo Marengo abordan la trama
conflictual del cuadro de mutación vinculado al mundo del trabajo en la
Argentina post 2001, a partir del análisis de dos experiencias paradigmá-
ticas: la recuperación de la Coop. Junín de Salud, y ciertas iniciativas de
agrupaciones de trabajadores de Call Centers en la ciudad de Córdoba.
La perspectiva asumida es una hermenéutica del conflicto centrada
en el análisis del entramado de emociones y sensaciones sociales, que
16 se presentan como expresión corporal de la operatoria de dispositivos
de regulación y soportabilidad social, que delimitan el diagrama neocolo-
nial de dominación, extracción y metabolización de energías corporales.
La estrategia expositiva del artículo se desarrolla del siguiente modo: a)
la presentación de la clave analítica propuesta como articulación entre
la sociología del cuerpo y las emociones y la sociología del trabajo. b)
el desarrollo de los aspectos fundamentales de la operatoria del capi-
talismo neocolonial en su entrecruzamiento con la reconfiguración del
mundo del trabajo. c) una especificación del cuadro conceptual a partir del
cual el cuerpo se asume como locus conflictual privilegiado del sistema
metabólico-extractivo neocolonial. d) el análisis de ambas experiencias,
centrándose en el juego de disposiciones sociales asociadas al “miedo”
–en el escenario laboral– como complejo emocional característico. e) y
finalmente la identificación de horizontes teóricos políticos inscriptos en
los postulados del artículo.
El trabajo reflexivo de los autores permite identificar y desarrollar una
de las marcas características del malestar que atraviesa transversalmen-
te la experiencia del trabajo en la argentina post 2001; malestar que se
estructura en torno al “miedo” como atmósfera emocional predominan-
te. Este emerge en las experiencias estudiadas como bisagra que marca
la tensión existente entre la experiencia individual y colectiva, como una
constelación emocional en la cual se articula un complejo de sensacio-
nes y percepciones que –en su interrelación– muestra la clave de lectura
de la regulación como coagulación de la acción en tanto garantía de la
dominación. Pero a la vez en las narraciones de los trabajadores (expues-
tas en entrevistas individuales), se evidencia el carácter tensivo, complejo
y no clausurado de lo emocional
En este sentido, si las zonas de extracción de plus-valía corporal se-
ñaladas se tiñen de los oscuros colores del miedo, la amenaza y la im-
potencia, también –aunque seguramente fragmentadas y dispersas– las
acciones de resistencia marcan postas de otro mapa posible, en el cual el
escenario de la resignación se ve desafiado frontalmente en la apertura
de nuevos aunque inciertos horizontes experienciales, inaugurando po-
tenciales de acción en dirección contra-expropiatoria.

En Lo irresignable: prácticas contra-expropiatorias y las viven-


cialidades del “cuerpo presente”, Ximena Cabral y Leonardo Marengo
abordan la experiencia de actores que inscriben su práctica en acciones
colectivas y organizaciones, nucleadas en torno a la recuperación y de-
fensa del agua en Córdoba. El análisis se centra en enmarcar y caracteri-
zar el conflicto desde la narrativa de los actores dentro de un corpus más
amplio de indagación. Allí, en su reconstrucción y análisis, se caracterizan
tres momentos que se inscriben como pliegues recurrentes de las viven-
cias: el Terrorismo de Estado, el proceso privatizador, y las actuales expe-
riencias de contaminación, falta de redes y escasez del recurso dentro de
la ciudad. En torno a dichas experiencias de lucha por el agua –expuestas
en entrevistas individuales– se reconstruye el entramado de emociones y 17
sensaciones que los actores refieren a cada periodo, en un recorrido que
marca las derivas complejas de diversos mecanismos de soportabilidad
social. En dicho trayecto se procede a indagar la dialéctica establecida
entre la operatoria de la resignación como dispositivo de regulación y la
actualización constante de lo irresignable como horizonte de acción co-
lectiva y conflicto social siempre en devenir.
Lo “irresignable” se asume así como metáfora que se vuelve sobre el
pasado y al mismo tiempo se desnuda profética; aquellas inscripciones,
las vibraciones de aquellas biografías de militancias sobrevivientes del
Terrorismo de Estado y el desguace neoliberal de los 90 –donde la bús-
queda de lo recíproco y la esperanza en lo colectivo se hacen acto–; y al
mismo tiempo aquello irresignable en cuanto a que remarca el carácter
especifico del conflicto, en el cual la apreciación y el bien en disputa –el
agua– compromete las propias condiciones de posibilidad de la vida hu-
mana sobre la tierra.
En las experiencias narradas, las energías corporales realizan un pa-
saje en el cual son re-apropiadas y re-administradas (en grado variable)
en una economía de la resistencia contra expropiatoria; cuerpos que
trabajan a contramano de la interpelación dominante como cuerpos en
resistencia presente.
Más allá de la potencialidad de las actuales experiencias, la disposi-
ción del cuerpo presente en el marco de resistencia contra expropiato-
ria de bienes comunes, constituye un exponente que desafía (en grado
variable) la lógica sistémica del capitalismo neocolonial. En este escena-
rio, el artículo concluye identificando en las complejidades y contradic-
ciones del proceso, el conflicto del agua muestra un cuadro de confron-
tación que compromete la materialidad inmediata de los cuerpos en una
deriva en la cual, la lucha por el agua se configura íntimamente como
una lucha por la vida.

En El humor en tiempos de crisis: acerca de su placer, disfrute


y goce, Rebeca Cena, Federico Díaz Llorente, Claudia Liliana Gandía,
Alejandra Peano y Graciela Magallanes tematizan el humor, a partir del
abordaje de un corpus particular: las viñetas de “El Diario del sur de
Córdoba” (Villa María) de diciembre de 2001. Pero a este contexto con-
flictual se superpone otro: durante ese período, el colectivo de traba-
jadores del medio periodístico se encontraba en lucha con la patronal,
la “Editorial Ctalamochita”. Entre los años 1999-2001, a partir de un re-
traso en el pago de los salarios, se estableció un conflicto entre esta
última y los trabajadores del periódico, que ante la falta de respuestas
y la posibilidad de la pérdida del puesto de trabajo, entablaron acciones
colectivas de protesta. Finalmente el diario fue recuperado por los tra-
bajadores bajo la forma de cooperativa, 7 días antes de los sucesos del
19 y 20 de diciembre.
El texto se inscribe en una sociología que aspira a la comprensión de
18 los modos en los que se relacionan las crisis sociales y las emociones.
La atención está puesta en una sección del periódico en la cual se tema-
tizaba, a través del humor, determinados sucesos que eran constituidos
y presentados como “chiste”. La risa, a través del “chiste” gráfico, puede
presentarse como un modo de expresión vital. Y en esa expresividad se
indagan algunas relaciones entre placer, disfrute y goce a los fines de
visualizar la inestabilidad en la trama de mecanismos de soportabilidad
social y regulación de las sensaciones. El artículo se organiza de la si-
guiente manera: a) se caracteriza brevemente el contexto en el cual los
trabajadores de “El Diario” se tornaron protagonistas de acciones colecti-
vas de protesta; b) se exponen algunas reflexiones teóricas sobre la risa,
el humor y su relación con el placer, disfrute y goce; c) y se presentan
algunas viñetas objeto de análisis.
Los autores parten de señalar que la expresividad del humor y sus on-
dulaciones multiplican las oportunidades para rastrear el placer, disfrute
y goce. Interesa el placer en tanto experiencia de satisfacción agradable
con relación a determinados sacrificios y la emergencia de lo risible, cuyo
valor está en el excedente del gasto derrochado.
El chiste permite rastrear qué se esta jugando desde el lado del pla-
cer, del disfrute y goce por parte del colectivo que enuncia; por esto el
análisis realizado sobre las viñetas se organiza de la siguiente manera: a)
conforme al tratamiento que hacen de la clase política; b) respecto a las
reacciones frente al modelo implementado en plena crisis; y c) de acuerdo
a la expropiación de las energías corporales.
El artículo expone lo disruptivo del humor que es “intempestivo y trae
interrupción, inestabilidad” en mecanismos y dispositivos de regulación y
su carácter vivificante, como búsqueda de la identidad/ intimidad humilla-
da, perdida.

En Territorio, política y prácticas del querer, Eugenia Boito, Ana


Cervio, Ana Pamela Paz García retoman la mirada transversal de los
primeros artículos, para interrogar algunas sensaciones y sentimientos
asociados a los sucesos post-2001, en las memorias colectivas de suje-
tos cordobeses actualizadas en el contexto de la investigación. La aludi-
da trama emotiva se analiza a la luz de las estrategias territoriales y de
las prácticas de resistencia puestas en marcha “nueve años después”
de los sucesos de diciembre. En primer lugar, se exploran los modos de
representar(se) el mundo e intervenir(lo) reivindicados por los sujetos
desde los intersticios de la representación democrática, rastreando sus
maneras de nominar y vivenciar la dimensión política de la conflictividad
social post-2001. Seguidamente, se analizan las formas de sentir(se) en
territorio, recuperando las sensaciones ligadas al ámbito de lo próximo/
cotidiano/conocido como espacio de cuidado, de resistencia y de reclu-
sión. Se rastrean las sensaciones que circulan en torno a las prácticas del
cuidado inscriptas territorialmente, enfatizando los códigos del sentir que
(se) sitúan y (se) actualizan (en) las específicas maneras de “apreciarse-
en-el-mundo” que detentan los sujetos enclasados. Finalmente, se inte- 19
rrogan las prácticas reconocidas en cuanto posibilidades y constricciones
del hacer situado post-crisis.
El cansancio, la impotencia, el dolor y la bronca se manifiestan en
las voces de carreros, pobladores de ciudades barrios y miembros de
cooperativas que habitan en el aquí y ahora del interior del país. Se trata
de sensaciones que en su puesta en acto bajo los regímenes del sentir
“nueve años después”, se chocan y atraviesan con las acciones que se
fueron concretando en los márgenes organizacionales-territoriales; es
decir, una especie de vuelta al barrio que se percibe en la seguridad de
conocer-se y ser conocido, de cuidar-se y ser cuidado. Pero al mismo
tiempo, se trata de un nuevo hacer situado en un espacio que debe redi-
mensionarse porque “la crisis lo atravesó”: el barrio, el de siempre, ya no
es el mismo; los vecinos/los próximos son percibidos también desde la
distancia que impone el quiebre, la fractura, la desintegración y el des-
membramiento colectivo. Para algunos, la batalla empieza y termina en
el barrio; para otros, la cooperativa o la organización barrial es el inicio
de una apuesta política más amplia que busca trascender las demandas
originales (generalmente ligadas a estrategias de supervivencia en la
esfera productiva y asistencial), en la trabajosa búsqueda de un cam-
bio “para vivir un poco mejor”. El recorrido realizado rastrea en las sen-
saciones “expresadas” por los participantes de los grupos de discusión,
la dimensión política de sus experiencias colectivas y a las formas de
sentir(se) en territorio vivenciadas nueve años después de los “sucesos”
de diciembre de 2001. Cuando la efervescencia de la organización y de la
acción de base territorial deja paso a un doloroso “mirarse” y re-incorpo-
rarse desde el cansancio que implica el saberse situado en el edificio del
siempre será así, la impotencia regresa con el rostro del abandono y se
instala como mecanismo de aceptabilidad de lo social.
Sin embargo, la emergencia de una serie de prácticas ligadas al cuida-
do de familiares y gente del barrio “vencidos”, revela otra arista del proce-
so. Las llamadas “prácticas del querer”, definidas como aquellas acciones
de cuidado que activan la recuperación de la capacidad de hacer en espa-
cios cercanos, se sostienen en otras afectividades y sentimientos que re-
conectan la esperanza a la potencia de re-visibilizar otros modos de ser y
hacer alejados de la rendición incondicional. Sosteniendo que estas prác-
ticas amorosas mínimas se restringen al ámbito de lo próximo, la pregunta
por su devenir en tanto “novedosas” modalidades de resistencia deviene
central para pensar los procesos, tácticas y estrategias colectivas de las
que son, serán y se proyectarán energéticamente capaces de poner en
cuerpo estos sujetos, apostados en la retaguardia de la geometría social.

En el epílogo titulado Narrando por un sueño: rostrocidades segre-


gacionistas y prácticas intersticiales, Adrián Scribano retoma y expo-
ne claramente los presupuestos que involucran las teorías, metodologías
y epistemologías expresadas en los artículos, en tres ejes centrales que
20 constituyen los resultados parciales de la indagaciones realizadas hasta
el presente. Dichos ejes son: a) Las conexiones encontradas entre recuer-
do, memoria, fantasmas y fantasías sociales, b) Los procesos de elabora-
ción de las situaciones fantasmáticas y fantasiosas, c) La descripción de
las prácticas intersticiales.
Como afirma Scribano, estos ejes son parte de lo hallado y constitu-
yen una plataforma para próximos caminos. En este sentido, si en otro
texto el autor ha desarrollado la trinidad que conforma la religión que or-
ganiza la soportabilidad de lo social en condiciones de neocolonialidad
(el consumo mimético, el solidarismo y la resignación); como epílo-
go del recorrido señala que en el proceso de indagación experimentado
se encontraron prácticas sociales que diluyen, destituyen y re-vierten
el cuadro colonial pintado: prácticas intersticiales que se fundan en
vivencias de la felicidad, la esperanza y el disfrute, portando formas
y contenidos diferenciales de la experiencia social, que evidencian el
estado tensivo y complejo de las regulaciones sobre sensibilidades en
permanente constitución.
La titulación del epílogo merece un comentario particular. En este texto,
Scribano enfatiza la co-producción mediática de los escenarios fantasmá-
ticos y fantasiosos, donde el discurso de los medios va adquiriendo otra
capacidad operatoria en los contextos de segregación clasista referidos.
“La actividad de los medios se basa en una inter-acción con los sujetos,
en una práctica que hace cotidiana las posiciones y disposiciones del
espectáculo, el divertimento y lo especular. Es en este contexto que la
aludida co-producción implica la operatividad performativa del asistir a las
experiencias de los otros como parte del deseo (sensu Thomas) y goce
propio (sensu Marx)”.
De esta forma los mass media aparecen disputando un lugar en la
triada de la religión neocolonial citada, a partir del reconocimiento de la
centralidad de un tipo de ensoñamiento colectivo que “se acerca más a
los actores en tanto los aleja de la pesadez de la vida”. Narrando por un
sueño remite a la construcción de sensaciones de efímero alivio en la
tierra en las que se sumergen deseos vueltos equivalenciales, que se
esquematizan desde la lógica del espectáculo y la mercancía.
La religión neocolonial hace posible los procesos de apropiación se-
ñalados: territorios, energías naturales, corporales y finalmente hasta el
plus de las capacidades de construir sensibilidades práxicas con otra
direccionalidad.
La tierra así se va volviendo lejana; “desprovista de toda capacidad de
concretarse se hace aún más alcanzable por medio de vivir de fantasías”;
fantasías que van nominando a ese presente continuo como estado de
espera social.

En este recorrido EL PURGATORIO QUE NO FUE crea condiciones de


acercamiento y divulgación de voces y acciones que con diferente intensi-
dad van agotando ese tiempo de espera. Si el PURGATORIO es –además
de un espacio/tiempo de movimiento coagulado– la instancia a la que son 21
derivados quienes no han sido nombrados ni marcados con el signo de la
salvación, a contrapelo de esta falta, en la publicación aparecen haceres
profanos, con desiguales potencias y direcciones, que sin embargo com-
parten creencias mínimas en el carácter humano –simplemente humano–
de la redención.
Bibliografía
Scribano, Adrián (comp.) (2005), Geometría del conflicto: estudios sobre
acción colectiva y conflicto social, Universitas, Córdoba.
(comp.) (2007a), Policromía Corporal. Cuerpos, Grafías y
Sociedad, CEA-CONICET, UNC/UDG, Colección Acción Social, Jorge
Sarmiento Editor, Universitas, Córdoba.
(comp.) (2007b), Mapeando Interiores. Cuerpo, Conflicto y
Sensaciones, A. Scribano (comp.) CEA-CONICET-UNC- Jorge Sarmiento
Editor, Córdoba.
Scribano, Adrián y Carlos Fígari (comp.) (2009), Cuerpo(s), Subjetividad(es)
y Conflicto(s) Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones desde
Latinoamérica, CLACSO-CICCUS, Buenos Aires.
Levstein, Ana y Eugenia Boito (comp.) (2009) De Insomnios y Vigilias en el
Espacio Urbano Cordobés, CEA-CONICET, Universitas, Córdoba.

22
El hambre como problema colonial:
Fantasías Sociales y Regulación de las Sensaciones en
la Argentina después del 2001

Adrián Scribano, Juliana Huergo, Martín Eynard

El purgatorio que no fue


1- Introducción

“Cada seis segundos, un niño muere de hambre”


(FAO, 2009)
23
“Pocos fenómenos han influido tan intensamente en la
conducta política de los pueblos, como el fenómeno

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


alimenticio, la trágica necesidad de comer”
(De Castro, 1955: 12)

E
l presente trabajo tiene por objetivo hacer evidentes las consecuen-
cias del hambre en la estructuración de las sensibilidades. Se consi-
deran aquí a dichas consecuencias como prácticas ideológicas que
actualizan, instancian y reproducen los rasgos del hambre como política
colonial. Lo anterior es posible de ser comprendido en el contexto de los
rasgos centrales de la fase actual del imperialismo en las sociedades de-
pendientes y neocoloniales.
El análisis realizado se sustenta en una mirada transversal del material
empírico y teórico que ha sido elaborado en el marco de los proyectos que
dan origen al presente libro.
La estrategia argumentativa que se ha seleccionado es la siguiente:
a) se sintetizan las relaciones existentes entre capitalismo, colonialidad
y alimentación, b) se muestra el lugar del hambre en tanto componente
de fantasmas y fantasías sociales y c) se finaliza sintetizando algunos de
los ejes centrales por los cuales el hambre señala la existencia de una
estructura colonial en nuestra sociedad.
2- Primera parte

2.1- Capitalismo y colonialismo: algunos supuestos analíticos

El presente capítulo se inscribe en tres conjuntos de supuestos que han


sido el resultado de diversas indagaciones realizadas en los proyectos ya
aludidos:

a) El capitalismo se ha transformado en un gran máquina depredatoria de


energía –especialmente corporal– que ha configurado-redefinido sus
El hambre como problema colonial...

mecanismos de soportabilidad social y los dispositivos de regulación


de las sensaciones, al tiempo que es un gran aparato represivo inter-
nacional.1
b) La vía privilegiada de conexión entre acciones colectivas, fantasmas
y fantasías sociales la constituye la aceptación de que el cuerpo es el
locus de la conflictividad y el orden. Es el lugar y topos de la conflictivi-
dad por donde pasan (buena parte de) las lógicas de los antagonismos
contemporáneos. Desde aquí es posible observar la constitución de
una economía política de la moral, es decir, unos modos de sensibili-
dades, prácticas y representaciones que ponen en palabras la domi-
nación.
c) En la actualidad se puede observar el surgimiento de una religión del
24 desamparo neocolonial. Así, la política (institucional) debe crear la
nueva religión de los países neocoloniales dependientes que reemplace
la –ya antigua– trinidad de la “religión industrial”2 basada en: producción
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

ilimitada, absoluta libertad y felicidad sin restricciones, por la trinidad de


los expulsados compuesta por el consumo mimético, el solidarismo3 y
la resignación. Religión cuya liturgia es la construcción de las fantasías
sociales, donde los sueños cumplen una función central en tanto reino
de los cielos en la tierra, y la sociodicea de la frustración el papel de
narrar y hacer presentes-aceptables los fantasmáticos infiernos del pa-
sado vuelto presente continuo.

La ocupación y expropiación a las que se somete a poblaciones ente-


ras del planeta por parte del capitalismo global es una agresión imperial
que si bien toma diversas formas y densidades, se manifiesta en relacio-
nes de coloniaje.
Agredir a una sociedad es dejar a sus futuras generaciones sin las ener-
gías individuales y sociales para reconocerse y ser reconocido. Es en este
sentido que develar lo que oculta una política de los cuerpos significa entre-
ver la política de identidad que se está aplicando. Las políticas alimentarias

1
Para una aproximación más detallada a estas ideas ver Scribano (2008a).
2
Nos aproximamos aquí, con varias diferencias, a E. Fromm en su exposición de la idea
de religión industrial. Cfr. Erich Fromm (1977).
3
Para una explicación exhaustiva del solidarismo, ver Boito (2005).
son parte de la política de la identidad, por lo cual –como en la construcción
de toda política– la “asistencia alimentaria” se basa en un hacer estructura-
dor. Así, la política de los cuerpos, es decir, las estrategias que una socie-
dad acepta para dar respuesta a la disponibilidad social de los individuos
es un capítulo, y no el menor, de la estructuración del poder.
Todos los imperios han tenido una política sobre los cuerpos en tanto
estrategia para mantener a los individuos al servicio del orden. El riesgo
de la no-reproducción biológica comienza en el riesgo de la inanición. La
línea que divide la vida y la muerte está pintada con los colores de la ali-
mentación. La forma más agresiva de intervenir a las sociedades es cor-
tando dicha línea, desdibujándola u ocultando su existencia.4 Mantener
débiles o fuertes a los cuerpos es una de las facetas más importantes de
la disponibilidad social de los mismos.
La alimentación permite comprender no sólo el sistema cultural de una

El purgatorio que no fue


sociedad, sino también las relaciones sociales que se desarrollan en ella:
lo cual pone en evidencia la estrecha relación existente entre alimentación,
comida5 y política. En relación a ello, Letamendia (2000) señala que la co-
mida es un medio de lectura: de los conflictos de clases, de las luchas por
el poder, de la división de los trabajos por sexo, de los antagonismos entre
la comensalidad en espacios públicos y privados, de los choques culturales
entre civilizaciones, de las transiciones de un sistema político a otro.
Es preciso remarcar que retomamos las voces de los sujetos que han
participado en las investigaciones aludidas como testimonios que permi- 25
ten reconstruir la estructura colonial de la sociedad a través de las conse-
cuencias del hambre en las políticas de los cuerpos y las emociones.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


2.2- Hambre, Colonialidad, Energías y disponibilidad corporal

Tomamos aquí el concepto de hambre desde una visión sociológica donde


se enfatiza su carácter relacional, funcionando en tanto espacio de obser-
vabilidad abierto y sensibilizador.6
Comencemos indicando que: a) el hambre es un fenómeno complejo,
que implica no sólo una diversidad de “tipos” de hambre, sino también dife-
rentes intensidades. Es decir, trae consigo una variabilidad en cuanto a su

4
No es casual que las imágenes científicas de la pobreza encuentren en la “línea” un me-
canismo analógico para dividir la sociedad entre pobres y no pobres. Para una lectura más
detenida sobre las consecuencias de dicha división Cfr. Scribano (2008b).
5
Si bien es cierto que existen diferencias entre comer, alimentarse y la captación de nutrien-
tes básicos, la no explicitación de dichas diferencias en su uso en este artículo obedece a
la intención de potenciar justamente sus respectivos impactos en la economía política de la
moral.
6
Para profundizar esta caracterización “metodológica” de la noción de concepto pueden
verse, por ser muy similares a las que usamos aquí, las realizadas por Giddens, (1995)
(conceptos sensibilizadores), y Bourdieu y Wacquant, (1995) (conceptos abiertos). Para ver
otra perspectiva sobre “conceptos sensibilizadores”, ver Denzin, (1971).
extensión e intensidad; b) además, y en relación con lo anterior, el “hambre
oculta”7 significa que existen otros tipos de hambre, además de la inanición,8
que pueden no tener marcas inmediatamente visibles a nuestra percepción
cotidiana; asimismo, c) el hambre oculta es un fenómeno que se instala
como un síntoma de que el hambre es un hecho primariamente social.
En este contexto se puede comprender mejor cómo se conectan en
la situación actual la depredación de los bienes comunes y los impactos
sobre los nutrientes en el capitalismo neocolonial.
La depredación de los bienes comunes es un nodo central que permite
reconstruir la situación neocolonial de nuestros países y que se cruza con
El hambre como problema colonial...

las políticas de los cuerpos y las emociones que estructuran el estado de


las sensibilidades y energías sociales en la actualidad.
La detección, explotación y mercantilización de las fuentes de ener-
gía, cualquiera sea su origen, es la base de las acciones expropiatorias
que el capital ejecuta como condición de posibilidad de su reproducción.
Dichas acciones no tienen ningún límite e incluyen en sí mismas la posi-
bilidad de destrucción total de las fuentes de energía aludidas. Salta a la
vista que el capitalismo es un sistema que para lograr su reproducción
no duda en autodestruirse. Estas acciones son las que se pueden carac-
terizar como depredatorias.
El aire, el agua y la tierra tomados como campos sistémicos de loca-
lización del conjunto de energías necesarias para la reproducción de los
26 hombres y el planeta están siendo usados y apropiados diferencialmente
de modo tal que la expropiación por parte de unos pocos in-viabiliza el mí-
nimo disfrute de las grandes mayorías planetarias; disfrute de unos pocos,
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

bajo la fantasía del deseo de todos. La expropiación de energía tiene, entre


otras, las siguientes consecuencias: a) la depredación involucra una siste-
mática apropiación de las condiciones materiales de vida que coagulan y
disminuyen los rangos de acción de millones de cuerpos en el planeta; y b)
la planetarización e interdependencia de la apropiación de los excedentes
energéticos constituyen una renovada manera de explotación.
Por lo antes expuesto consideramos que si bien se puede mantener como
horizonte operacional el umbral mínimo de necesidades nutricionales que
el individuo necesita para garantizar su perdurabilidad en conexión/tensión
con: a) la disponibilidad de macro y micro nutrientes9 vs. las necesidades

7
También llamada “desnutrición oculta”, es decir, la carencia específica de algún micronu-
triente que dificulta las funciones corporales.
8
La inanición es una grave desnutrición o malnutrición. Es una condición patológica en la
que la falta de consumo de alimentos amenaza o causa la muerte. Es una consecuencia di-
recta de la hambruna, carencia grave de alimentos que afecta a un área geográfica grande
o un grupo significativo de personas (Latham, 2002).
9
Los macronutrientes están representados por las proteínas, los hidratos de carbono y las
grasas. Estos dos últimos, son la fuente de energía corporal por excelencia. Las proteínas,
presentan a la función plástica como primaria, es decir, son formadoras y reparadoras de
tejidos corporales, y sólo en ausencia de los anteriores cubren la función energética. Los
micronutrientes, abarcan los minerales y las vitaminas, cuya función es vital para mantener
en estado de equilibrio el funcionamiento corporal.
corporales de energía y nutrientes, b) estas últimas vs. el consumo prome-
dio real de energías alimentarías, d) la producción local de energías vs. la
exportación y la importación de las mismas; para entender el hambre, hay
que incorporar además otros factores. Más aún si lo que se pretende es
–como en el caso del presente artículo– mostrar las conexiones entre el
fenómeno del hambre y la expansión imperial neocolonial del capitalismo.
Las clases sociales viven y perviven por medio de apropiaciones di-
ferenciales de la fluidez (potenciales y actuantes) de los cuerpos en mo-
vimiento. Patricia Aguirre (2004), identifica la tendencia de “ricos flacos y
gordos pobres” basada en tres representaciones sociales del cuerpo en
su relación con la alimentación y la comensalidad: a) Cuerpos fuertes, ali-
mentos rendidores, compañerismo (sectores de bajos ingresos y pobres
estructurales); b) Cuerpos lindos, alimentos ricos, comensalidad familiar
(sectores de ingresos medios, empobrecidos o no) y c) Cuerpos sanos,

El purgatorio que no fue


alimentos light, comensalidad individual (sectores altos).
El amarillismo mediático suele exhibir casos aislados de hambre: vi-
llas periféricas, asentamientos en el norte del país, sin mostrar la cruel
relación proporcionalmente inversa de que a más riqueza –para algu-
nos– le corresponde más pobreza –para muchos–. Esta lógica de la
estructuración de las políticas de los cuerpos se vincula con las políticas
alimentarias estatales, a las cuales les resta todavía recorrer mucho ca-
mino para responder a otros escándalos: la anemia por deficiencia de
hierro, la desnutrición crónica y la obesidad. Fenómenos íntimamente 27
relacionados al nivel socioeconómico de la población y que han persis-
tido desde los últimos 25 años de intervenciones en materia alimentaria

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


(Maceira y Stechina, 2008).
El anterior contexto crítico impacta de manera más profunda sobre la
infancia, es decir, sobre el presente y futuro. Según los nuevos patrones de
crecimiento infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2006),
los 5 primeros años de vida son cruciales para lograr un crecimiento y un
desarrollo óptimos, lo cual depende más de la nutrición, de las prácticas
de alimentación, del ambiente, de los cuidados recibidos y de la atención
sanitaria que de los factores genéticos o étnicos.
En Argentina, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición10 (ENNyS,
2007) del Ministerio de Salud de la Nación, en lo que respecta a los niños
y las niñas de 6 meses a 5 años, da cuenta de:

a) una baja prevalencia de desnutrición aguda: aproximadamente, uno de


cada 100 niños presenta bajo peso para su talla.
b) una marcada prevalencia de desnutrición crónica: aproximadamente,
uno de cada 10 niños presenta baja talla para su edad. La frecuencia
de baja talla es mayor en niños pertenecientes a hogares en condición
de privación socioeconómica.

10
Los valores que se detallan corresponden a la media nacional, es preciso aclarar que
existen marcadas diferencias regionales.
c) crecientes niveles de sobrepeso y obesidad (exceso de peso para su
talla): uno de cada 10 niños presenta obesidad. La prevalencia de esta
última tiende a ser más elevada en niños pertenecientes a hogares
con privación socioeconómica, sin necesidades básicas insatisfechas;
situación particularmente observada en las regiones del Noreste,
Noroeste y Pampeana (esta última contiene a Córdoba). Por otra parte,
el sobrepeso y/o la obesidad, y la desnutrición crónica suelen presen-
tarse como una doble carga en un mismo niño.
d) crecientes niveles de desnutrición oculta (deficiencias de micronutrien-
tes específicos): principalmente anemia por déficit de hierro. Su preva-
El hambre como problema colonial...

lencia en los niños de 6 a 23 meses es de un 34.1%, valor que desciende


a 8.9% en los niños de 2 a 5 años. De manera similar a lo que se men-
cionaba anteriormente, las condiciones socioeconómicas en que viven
los niños se encuentran íntimamente asociadas a esta patología.

En relación a la ciudad de Córdoba, datos del Programa de Salud Escolar


(2007) en cuanto al estado nutricional de niños de 5 años pertenecientes a
38 escuelas municipales, reflejan que en sólo 5 escuelas municipales de las
38 relevadas, los niños y las niñas no presentaron ningún tipo de malnutri-
ción por déficit (desnutrición aguda, crónica o ambas). El cuadro epidemio-
lógico nutricional que subyace al dato anterior, evidencia que los mayores
porcentajes de: a) desnutrición crónica, van desde 7.7 a 20%, con una pre-
28 valencia similar a la registrada el año anterior; b) desnutrición aguda, entre
25.6 y 31.2 %, la cual supera los valores encontrados en el año 2006; c)
desnutrición global o bajo peso para la edad, entre 25 y 43%, y d) sobrepe-
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

so y obesidad, entre 18 y 33%, y entre 14.3 y 18.2 %, respectivamente.


La conexión directa entre depredación de los bienes comunes y la
elaboración de los dispositivos de regulación de las sensaciones a ella
asociada se puede ver claramente si se repara en las proximidades y dis-
tancias entre energías corporales y energías sociales.
La ausencia o disminución progresiva de la energía corporal pone en
riesgo las condiciones de existencia corpóreas, en tanto altera las canti-
dades y calidades energéticas que cada individuo tiene a su disposición.
Por el otro lado, la energía social, que se presenta a través del cuerpo
social, se basa en la energía corporal y es la potencia para planear, eje-
cutar y resolver las consecuencias de la acción de los agentes. En con-
secuencia, sin alimentos no hay cuerpos y sin cuerpos no hay agentes,
ni biografías, ni posibilidad de presentación social. La debilidad de los
cuerpos y su proximidad a la muerte por inanición afecta la disponibilidad
social de los mismos.
Es por demás obvio que ni los sujetos ni nosotros mismos experiencia-
mos y narramos nuestras situaciones de interrelación económica, política
y social bajo la cobertura explicativa de la noción de colonia. Justamente
la invisibilidad, oclusión y efectividad de las “actuales” formas de la estruc-
tura colonial son parte del trabajo de los mecanismos de soportabilidad
social y dispositivos de regulación de las sensaciones.
3- Segunda parte: Análisis de narraciones sobre el hambre:
Cartografías de lo colonial desde el pasado y del presente-futuro

En los trabajos de indagación que venimos haciendo sobre la elaboración


de Fantasmas y Fantasías Sociales post-crisis 2001 a través de la voz de los
sujetos (que participaron de alguna forma en acciones colectivas en Córdoba
en esos meses) aparece con fuerza el hambre como nodo cognitivo-emo-
cional. Unas veces asociado a los “motivos” de la crisis, otras perfomando el
presente y el futuro, el hambre es “traída-a-narración” por los sujetos ya sea
en las entrevistas individuales o grupales que hemos tenido con ellos.
Entre los nodos aludidos se revelan como recurrentes cuatro formas
distintas de estructurar las emociones y sensibilidades: las metáforas del
hambre, las marcas del hambre, la geopolítica del hambre y las políticas
del hambre. Formas que a su vez dan cuenta de las prácticas naturali-

El purgatorio que no fue


zadas y naturalizantes que elaboran los mecanismos de soportabilidad
y dispositivos de regulación de las sensaciones expresados que hacen
posible la observación de los fantasmas y fantasías a ellas asociadas.
En una primera aproximación y advirtiendo sobre su estructura re-
lacional, superpuesta y moebiana, podemos reconstruir dichos nodos
cognitivos-afectivos de la siguiente manera:
Los usos metafóricos del hambre indican cómo su experienciación
sirve para mapear y significar prácticas asociadas a ella de modo tal que
se desempeña como una capacidad para hablar sobre terrenos no cono- 29
cidos desde las experiencias concretas conocidas. La metáfora aquí es
usada para abrir caminos de expresión a prácticas que de otra manera

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


pasarían desapercibidas y desvinculadas de la estructura de la acción.
Las marcas del hambre hacen evidente los lugares-momentos donde
dicha experiencia queda “grabada” en el cuerpo formando parte de los
equilibrios y desequilibrios entre cuerpo individuo, subjetivo y social de
modo tal que constituyen “mojones vivenciales”.
La geopolítica del hambre muestra cómo el hambre está inscripta en la
instanciación tiempo-espacio, indica cómo los sujetos “territorializan” las
experiencias del hambre y cómo su vivencia depende de su “localización”.
Los usos políticos del hambre instancian dos tipos de prácticas: por un
lado las de auto-organización y auto-responsabilización por parte de los
que “sufren” el hambre, y por otro lado, aparecen fuertemente asociados
a prácticas instrumentales de los actores sociales vinculados a la gestión
de los programas alimentarios. Dichos usos no se limitan a los funciona-
rios y/o punteros11 y señalan claramente en dirección a tecnologías de los
usos del hambre.

11
Sintéticamente, un “puntero” político podría describirse como un gestor-dirigente político
que maneja una estructura de poder partidaria de escala pequeña o grande, con un fuerte
anclaje territorial, por lo general barrial, y con criterios clientelares. La tarea central de los
“punteros” implica la recolección de votos para determinado candidato y/o partido en las
épocas electorales, a cambio del otorgamiento de planes sociales u otros beneficios a la
población local. También la movilización de los beneficiarios en apoyo a los candidatos y/o
Estos cuatro nodos que hemos podido identificar y reconstruir desde
las expresiones de los sujetos no agotan las posibilidades de interpreta-
ción y son usados aquí como una estructura reticular que permite profun-
dizar nuestra capacidad de escucha e interpretación de las narraciones.
Como estrategia de presentación hemos decidido exponer el conjunto
de las narraciones divididas en pasado y presente-futuro atentos a que las
distancias y proximidades entre el 2001 y el 2008 han sido un eje central
de nuestras indagaciones. Lo que sigue es una primera “apuesta” inter-
pretativa ligada a la estructura reticular aludida y bajo los tres conjuntos
de supuestos expuestos al comienzo del trabajo.12
El hambre como problema colonial...

3.1- Narraciones desde y del pasado

3.1.1- Marcas del hambre

El hambre es literalmente un límite con densidades diferenciales que se-


para la vida de la muerte. La muerte es una presencia que ausenta, es
la ausencia fantasmal que no respeta límites, que hace caso omiso a los
muros mentales, a las “barricadas espaciales” llamadas barrios, dejando
intactas las murallas de separación, de su segregación clasista.13

30 [A partir de pregunta de la coordinadora sobre qué recordaba de la


crisis]
D: …de bajo peso, desnutrición. En todos los barrios pasó lo mismo.
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

L: …desnutrición, sí. Gente que se enfermó de tuberculosis por la


falta de alimentación [silencio] Muertos... (GdeD1, Córdoba: 2009.
Expresiones de pobladora de barrio-ciudad y cartonera [de aquí en
más el resaltado es nuestro])

Las narraciones traen desde lo más elemental la asociación entre po-


breza, salud-enfermedad, hambre y muerte. El hambre no sólo es un ta-
tuaje indeseado: es la escritura estructural y corporal de la dialéctica entre
la vida y la muerte.
El hambre es una marca en los cuerpos, se soporta con la espalda y
opera hasta el intestino. El hambre es una experiencia que no pasa sin
dejar marcas y sin marcar las estructuras experienciales posibles.

partidos en marchas y manifestaciones. A cambio, a los “punteros” se los suele retribuir con
cargos en la estructura estatal.
12
En varias ocasiones hemos cambiado intencionalmente las expresiones hambriento,
pobre, desnutrido, oprimido por la de colonizado: dicho cambio obedece a los argumentos
que se presentan al final del trabajo y también a nuestra intención de mostrar claramente
al fenómeno del hambre como problema colonial. Lo mismo ha sucedido con los términos
político, puntero, empresario, que hemos reemplazado por colono.
13
Para una explicitación de las políticas habitacionales como segregación clasista Cfr.
Levstein y Boito (2009).
…porque como ellos no vivieron lo nuestro, por ahí no se bancan que
haya compañeros… yo no pienso en el pasado, para mí hay que ir para
adelante, y hay que ir todos juntos y remar. Pero hay compañeros que
le dan mucha bola a la historia, te dicen: “nosotros nos cagamos de
hambre, nosotros pusimos el lomo para hacer esto, nosotros pelea-
mos, estuvimos en la calle, no teníamos qué comer… y ahora vienen
Uds., tienen todo en bandeja y dicen que nosotros” [en tono de protes-
ta]… porque también te cuestionan, obviamente. Viene el chico joven
con otro ímpetu, con otras… con otras cosas, y por ahí a veces los vie-
jos no quieren decir: “yo me equivoqué”, o le parece que hizo todo bien.
Bueno, algo debemos haber hecho bien porque estamos bien y saca-
mos adelante algo sin ninguno haber gestionado, o sea, haber sido
empresario. (Entrevista a trabajadora de El Diario, Villa María, 2009)

El purgatorio que no fue


Una de las aristas de la potencia performativa del hambre se hace evi-
dente cuando se usa como una “señal” de un tiempo-espacio particular
convertido en un “kit” interpretativo de las acciones de los sujetos. El pasa-
do juega a favor y en contra: como garantía explicativa y como justificación
del presente. El par “cagamos de hambre // tienen todo en bandeja” explica
sin explicar que hay que sufrir hambre para hablar y/o hacer, el hambre es
un dispositivo de regulación de las sensaciones que atrapa la acción entre
la mierda y la riqueza. Eso fue el hambre: una forma de introyección de
la moralidad del sacrificio; y eso es el hambre: un pilar fundamental de la 31
religión neocolonial en tanto base material de la resignación.
Es en este contexto que se entiende mejor la banda moesiana que

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


se despliega en torno a la espacialización del hambre: es una cuestión
de zonas.

3.1.2- Geopolítica del hambre

La intensidad, extensión y duración de la crisis del 2001 construyó una re-


presentación fallida de la misma como un fenómeno idéntico para todo el
país. Dicha representación es un acto de elusión de uno de los aspectos
centrales del hambre: si bien es para la mayoría, no es para todos, algu-
nos justamente no tienen hambre.

Mirá, Villa María siempre fue muy especial en esto. Siempre, siem-
pre, absolutamente, todo esto vino atenuado, no podemos decir de
que acá hubo gente que se moría por desnutrición, jamás pasó…
Villa María nunca tuvo “villas miserias”. Cuando hizo falta, salíamos
junto con la Municipalidad y llevábamos comida a los barrios que
podían estar en crisis antes de que salieran… Acá no nos tomaron
un supermercado nunca, la gente no salió a pedir porque tenía ham-
bre… cosas que se vieron del… del chino… todo eso no se vio ¿Por
qué?, porque Villa María tiene… esta siempre en una sintonía un po-
quito diferente de lo que nos trata de vender CNN o las televisoras de
Buenos Aires. A nosotros no nos pueden comparar con “La Matanza”,
pero no porque seamos mejores o peores, somos diferentes. Somos
diferentes porque acá tenemos comercio, industria, agro, cría de
ganado, siembra de maní, de soja, de trigo, de girasol, hay una di-
versidad de cosas. Estamos en el centro geográfico del país, acá
convergen 5 rutas, nuestra población es de 80mil habitantes, pero
tenemos 300mil habitantes que dependen de nosotros. La zona de
influencia de Villa María es importantísima, ocupa 72 poblaciones,
entonces, bueno, fue distinto… no fue tan cruel… (Entrevista a miem-
bro de la Asociación Civil de Comerciantes de Villa María, ACOVIM,
El hambre como problema colonial...

Villa María, 2009)

Es cierto, hambrientos no hay en todos lados. La reproducción depen-


diente y colonial del capital los localiza, los “territorializa”. El hambre hace
evidente la estructura del colonialismo interno en la actualidad: hay unos
pocos que administran la riqueza. El ocupante de esas plazas cumple
la función de colono de una tierra diferente, de espacios diferenciales y
diferenciados. Los colonos no se sientan a ver el hambre, la manipulan,
la trabajan tecnológicamente, no quieren que se vea, no quieren que el
conflicto sea visible. Como en la vieja estructura colonial, la gratitud del
colono sólo opera como centro de multiplicación de la expropiación a tra-
vés de la filantropía.
32 Otra arista del fantasma del hambre, espacializado en tanto compo-
nente fundamental de las políticas de las sensaciones, es la conexión
hambre-miedo:
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

No, no. Nosotros no compartíamos ese criterio porque nosotros está-


bamos… te podés imaginar: pagábamos alquiler, empleados, impues-
tos. Eso no pagaba nada, ¡nos moríamos más muertos! Es una cosa
de no creer [se ríe]. De no creer. El temor que teníamos porque no
sabíamos a dónde íbamos porque nadie… encima no se elegía presi-
dente, porque entraba uno y salía uno, entraba otro y salía otro, o sea,
el que entraba salía, duraban horas. Y prendías la televisión y la gente
que andaba por las calles, atacaban… agarraban el local de los chinos,
creo que fue… y el tipo llorando y la gente que le arrebataba la comi-
da… la comida, los televisores, la caja, o sea, lo que había. Entonces
eso era temerario, temerario. (Entrevista a miembro de ACOVIM, Villa
María, 2009)

El hambre da miedo cuando el colonizado “arrebata” y “ataca” no


sólo la comida sino “lo que había”. Así, unos re-accionan con hambre
y el colono acciona por el hambre ante la sensación de parálisis del
intercambio mercantil, sin mercado colonial no se sabe adónde se va, la
incertidumbre del hambriento avanza y capta la sensación del colono,
y es “temerario”, es decir, imprudente, irreflexivo… la pax colonial se ha
roto, el mercado no funciona.
Por otro lado, pero muy intensamente conectado con lo anterior, el
hambre tiene cualidades performativas: el hambre delimita campos, es
una práctica que vuelta narración hace que las cosas pasen cuando es
enunciada. El hambre es colonizadora de cuerpos y territorios:

Eh, no sé, eh, era algo, que vos tenías... te ponías de parte de la gente
y lo entendías porque… tal vez estaban con hambre, y después te ve-
nías y te ponías del lado del chofer del camión y también decía “pobre
tipo” porque cuando llegue a la empresa y lo van a tratar de: “de cómo
frenaste”, “cómo te dejaste saquear”, pero [se ríe] se te viene un malón
de gente, ¿vos qué vas a hacer?, no vas a correr riesgos innecesarios.
Yo creo que es el pensamiento de cualquiera que aprecie la vida ¿no?
Este, y no sé, yo lo viví con un manto de asombro porque nunca había
visto algo de esa magnitud, viste. (Entrevista a trabajador de El Diario,

El purgatorio que no fue


Villa María, 2008)

Cuando el hambre se inscribe como un mecanismo de soportabilidad,


se transforma en un dispositivo clasificatorio: en una manera de construir
disposiciones pues es un límite, es la división entre los territorios, es el
espectro que colorea la comarca y los bordes que no hay que traspasar.

3.1.3- Uso metafórico del hambre


33
Una de las modalidades en las que se presenta el hambre en las narracio-
nes de los sujetos es cuando es usada con una intención metafórica, es

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


decir, cuando es colocada como marca discursiva que implica la relación
con otras prácticas para aclarar, delimitar y enfatizar la inscripción de las
mismas en superficies de acción específicas:

Entonces, como me comentaba el chico ese del frigorífico, que dice


que tenían un presidente que ellos se encargaron de echarlo, cuando
se dieron cuenta lo echaron. Él ganaba 30,000 pesos por mes y a
los empelados le pagaba… a los “empleados”… 600 pesos, entonces
¿Qué clase de cooperativa era esa?, o sea, vos 600; y después se
enteraron… claro, veían que el presidente se había comprado un auto
nuevo; los otros estaban muertos de hambre [se ríe], un campo, criaba
las vacas y se las vendía al frigorífico, o sea, ¿viste?, el tipo… y ahí se
avivaron y lo echaron. Entonces, hubo de todo… y ahora están igual
digamos, ahora están ganando todos iguales, parejo. (Entrevista a tra-
bajadora de El Diario, Villa María, 2009)

El crimen, en este caso el robo, es una superficie de acción que es


puesta en evidencia a través del señalamiento de un límite: el estar muer-
tos de hambre. La desposesión convierte a los trabajadores en muertos
vivos, la acción de los “hambrientos” adviene después del robo. El hambre
y la muerte se entrelazan, no solamente porque la primera puede causarla
efectivamente sino porque estar vivo con hambre borra al sujeto viviente
deviniendo objeto de la criminalidad, y con ese “tachado” des-estructura
la acción posible, siendo siempre ésta posterior.

Sí, descubrimos algunas defraudaciones digamos: gente que vos de-


cías “puta, mientras nosotros nos estábamos re-cagando de hambre,
sacando 20 pesos, estos tipos agarraban y se quedaban… choreaban
[remarca].” O sea, vendían todos los canutos de papel. (Entrevista a
trabajadora de El Diario, Villa María, 2009)
El hambre como problema colonial...

Nuevamente el hambre marca el reverso constitutivo y solidario del


delito, una posición desde donde se re-arman las superficies de inscrip-
ción de las prácticas de expropiación. En la “lógica” de las múltiples re-
formulaciones del colonialismo interno, el hambre cumple la función de
traer a narración el robo que ella implica y su metodología: lo que unos
NO tienen se lo roban los otros. El hambre continúa siendo un acto de
desposesión criminal.
En relación directa con el límite muerte-vida-inacción, el hambre es
traída a narración como “punto de quiebre” desde donde se hacen enten-
dibles o no algunas prácticas a ella asociadas. El hambre como experien-
cia y como práctica ideológica di-vide las visiones del mundo.

34 D: …y se unieron con otros barrios y así se hizo un montón de gente


que rompió y destruyó.
L: Pero todos jóvenes eran porque nosotros los mirábamos de lejos.
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

D: Casi toda la mayoría era gente joven, de ver un papá, mamá que
peleaba, que hablaba… y que entrevistaba la cámara… sí, blabla-
bla… y sacaban, eso era lo único que hacían.
C: Aparte toda la gente tenía hambre y toda la gente quería agarrar
algo. Hubo muchos también que se llevaron… en vez de llevar la co-
mida se llevaron hasta las máquinas de licuadora, ¡era una avivada!,
eso fue en todos lados… [L: siempre está el vivo, siempre se mez-
clan] eso ya era robo. Claro. (GdeD1, Córdoba: 2009. Expresiones de
pobladoras de ciudad-barrio y carrera)

Por un lado, el hambre como movilizadora de la acción, como punto


límite, o línea divisoria. Por otro lado, junto a la “avivada”, ambas cons-
tituyen campos de acción asociados: criminalidad, robo, pretexto. Una
avivada es la oportunidad de re-mapear la acción en beneficio propio,
es aprovecharse de esa situación. Más allá de la aparente contradicción,
el hambre es también un dispositivo de regulación de las emociones, en
tanto estructura una mirada privatizadora e “individualizante” de una ac-
ción enfáticamente autocentrada: “sacar provecho de lo que se pueda”.
El hambre no es un “desastre natural” y por lo tanto es consecuencia
de las acciones de los hombres. En ella confluyen un sinnúmero de “avi-
vadas” que la estructura colonial performa.
G: Un odio, una amargura, porque tanta plata que se entierra ahí y
muchas veces me he cagado de hambre. (Entrevista a G, cartonero,
Villa María, 2009)

La pornografía es total. La basura, es decir, lo que queda de los que


comen y consumen convoca al par “plata-hambre”, pero además se ins-
cribe en la superficie del odio y la amargura: todas afecciones que regulan
percepciones.
El hambre es una cuestión de clase y como tal reproduce (y produce) los
habitus de clase. Incluida en una narración, puede ser marca de deshonra
y por lo tanto es directamente eludida pero señalada indirectamente.

A: Particularmente en nuestro barrio no porque ahí nadie te va admitir


que no tiene para comer, eso sería una mancha. No había forma, se va

El purgatorio que no fue


a hablar de las drogas, de hablar a la policía, pero no... somos sólo 4,
5 o 6 que la vamos peleando ahí. (Entrevista a militante de la lucha por
el Agua, Córdoba, 2008)

El hambre como vergüenza, como una presencia de la que no se


habla, sólo puede ser eufemizada. Sólo es posible hacerla ver en su ne-
gación, en su inexistencia discursiva. De ella sólo se habla por medio de
otras prácticas: la droga, la seguridad, la policía; llevan al hambre, pero
la evitan, la esquivan. Los mecanismos de soportabilidad social eluden 35
sistemáticamente el conflicto incluso haciendo alusión a los conflictos.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


3.1.4- Los usos políticos del hambre

En una sociedad colonial y dependiente el hambre es un acontecimiento


político, es conjuntamente el punto de articulación donde desposeído y
expropiador se ven literalmente la cara en la interacción cotidiana.
Las personas con hambre se organizan y se disciplinan para poder
hacer(se) y asistir(se). La persona con hambre en su status de colonizada
depende de ella misma para sobrevivir, de la burocracia colonial o del
solidarismo del colono.
La auto-organización y culpabilización son el primer eslabón del es-
pacio de sobrevivencia, son la condición de des-vergüenza en la que el
asistido se beneficia de la asistencia.

Coor: Y por ejemplo, ¿Uds. ya tenían la cooperativa? ¿Qué recordás


de lo que hacías?
L: Sí, sí. Y en ese momento nosotros reclamábamos todo, porque en
ese momento se nos cayó todo como dije en un principio. Nosotros le
dábamos de comer a 598 personas, teníamos la copa de leche que
le dábamos a 230 chicos la leche, teníamos abuelos que también le
dábamos una cena y cuando llegó ese tiempo, esa crisis… ehhh…
nos quitaron todo. Y había muchos chicos que hasta el día de hoy
quedaron con problemas de… (GdeD1, Córdoba: 2009. Expresiones
de una carrera).

En los territorios con hambre la crisis es un caer que todo lo agigan-


ta, es un problema que trae otros problemas, por eso hay que reclamar
todo, literalmente no hay por dónde empezar. La situación fantasmática
está cargada de sensación de totalidad. La intervención de los fantasmas
traen a flor de piel las mediaciones invisibles de una totalidad siempre
precaria, en la crisis todas las edades y comidas son pocas, todas las
previsiones y divisiones se diluyen.
El hambre como problema colonial...

Sorteos y turnos son las formas más sencillas de elegir entre los que
sufren hambre: justamente esta entrevistada sostiene la lógica del turno de
trabajo (en tanto forma de auto-responsabilización) para evitar el sorteo.

C: ¡Sí! Éramos 10, 12, que nos turneábamos por ahí, por los horarios.
Aparte, te digo, haciendo la comida, porque nos turneamos porque
había unas que tenían que salir a buscar las donaciones, las otras que
tenían que anotar todo lo que habían recaudado, y a ver cuántos chi-
cos más se podía ir agregando por día, porque tampoco a todos no se
podía llegar. Entonces estas otras que hacían la comida, las otras que
se fijaba a cuántos chicos se podía, y a quién podíamos poner primero,
no hacíamos sorteo sino veíamos la necesidad más rápida que había
36 de las familias que seguían, que estaban anotadas. Se iban anotando
porque no iban teniendo trabajo, cada vez se anotaban más. (Entrevista
a CP, pobladora de Ciudad de Mis Sueños, Córdoba, 2008)
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

Es evidente cómo opera la racionalización de la acción en términos de


una cadena de montaje en el salvataje del hambre. El dividir las activida-
des, mesurar los tiempos y atribuir jerarquías a las metas –otrora caracte-
rísticas de la gestión de la fuerza de trabajo asalariado– se aplican a las
formas de sutura que los salvatajes del hambre adquieren. Dos detalles
de la narración muestran la operatividad del solidarismo: las donaciones y
la declaración de los “sin-trabajo” anotándose para que sus hijos coman.
El colono da en el mismo lugar que quita.
Si los estados de dependencia se construyesen directamente de la
mano del donante-colono a la boca del desocupado-colonizado, obvia-
mente el riesgo aumentaría. Sin las mediaciones necesarias y constitu-
yentes de los objetos de las donaciones, es decir, los propios “asistidos”,
no habría colonia.

Yo pienso que sí. Sí, algunos casos toman conciencia. Y porque te


paran a la salida y te dicen “ohhh”; te sentís contenta cuando te dicen
ese comentario de “gracias a ella mi hija tuvo un plato de comida”,
“gracias a ella, porque fue a pedir allá, mi hijo para navidad uso un
par de zapatillas nuevas”, o “ella vino me hablo, me dijo que si yo
le podía comprar al mío, por qué no se lo daba al de ella”, o “me
consiguió un remedio”, es lindo escuchar eso pero ya no. Pienso que
si tuviera tiempo lo volvería a hacer pero con gente más responsable.
Porque vos a la gente le tenés que enseñar, le tenés que enseñar a
vivir, hay gente no sabe lo que es vida. Digo, ojo, no sabe de lo que
es prohibirse de cosas para darle a tus hijos. Hay gente que no quie-
re lo que es criar a los hijos y todavía les falta… son como muchas
cosas para aprender y lleva tiempo. (Entrevista a CP, pobladora de
Ciudad de Mis Sueños, Córdoba, 2008)

Las emulaciones de las burocracias institucionales instaladas, repro-


ducidas y ampliadas en la crisis se sustentan, entre otras cosas, en tres
partes del catecismo de la religión neocolonial: el agradecimiento al que
da, la responsabilidad frente al regalo y el reconocimiento de la ignoran-
cia. Por estas vías es posible entender cómo la economía política de la

El purgatorio que no fue


moral es una manera de narrar las acciones necesarias para exorcizar
las pestilencias del fantasma del hambre. Es en este contexto que se en-
tiende mejor la marca del discurso político de la Argentina de la presente
década: estamos en el purgatorio, pero hemos salido del infierno.
Los mecanismos de soportabilidad social asociados a los fantasmas
se ligan directamente con la represión sistemática como práctica de peni-
tencia merecida por no obedecer el catecismo neocolonial.

J: Por ejemplo, sin ir más lejos: el que vio las imágenes de anoche 37
cuando se aprobó la ley, eso para los superpoderes por un año más,
estuvo la gente del campo, y protestó, le tiró las vallas abajo a la po-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


licía y la policía no les tocó un pelo [C: no les toco nada [se ríe], L: sí,
sí]. Si hubiéramos sido nosotros que vamos a pedir porque estamos
cagados de hambre, los muelen a palos, los muelen a palos, porque
es así, es así. (GdeD1, Córdoba: 2009. Expresiones de un militante de
la lucha por el agua. Asimismo, aparecen en el relato comentarios de
dos carreros).

La estructura del colonialismo interno es siempre plural y esquiva,


las clases y fracciones de clase se modifican con facilidad y constante-
mente, ahora bien, en el mundo del No el colonizado siempre es objeto
de represión “por su comportamiento”, cuando no observa las reglas de
la moral neocolonial. Tres elementos se destacan en la narración que
hacen pensar en cómo se articulan represión y reproducción de fantas-
mas: el ver la TV para saber lo que acontece en la política institucional,
el pedir como ruptura del pacto de fe en el colonizador y el moler los
cuerpos como práctica punitiva. Un hambriento no puede pedir, menos
exigir: debe esperar a que le den, o debe auto-organizarse buscando
donaciones. Un colonizado no es más que un “objeto natural” pasible de
tratamientos y pedagogías propias de su “naturalidad”. Se muele a palos
a los animales, se muele el trigo, el moler es ablandar la dureza y rustici-
dad de la impertinencia de animarse a pedir. Como es obvio, aparece la
TV como espacio de articulación y co-producción de las clases y encla-
samientos de las estructuras fantasmales y fantaseos diurnos.14
Hay que entender “el saqueo” como una de las formas de irracionali-
dad e irresponsabilidad más graves de la sociedad colonial: es uno de los
mecanismos de soportabilidad social más importantes del orden moral.

M: no, yo en esa época yo trabajaba, yo, por ejemplo salía de mi casa


a las 7 y volvía a las 7 a la tarde a mi casa, y fue todo lo que vi por tele
y vi en diarios. Yo lo que recuerdo de esa época, no sé si fue ese día
o el día posterior a eso, que nosotros en el barrio Villa La Maternidad
El hambre como problema colonial...

donde vivíamos había un Cordiez en la Agustín Garzón. Al hablar de


saqueo, fueron, mucha gente fue, se acercó y bueno pidió, fue y dijo “si
no nos dan alimento como que nos hace falta, le saqueamos el lugar”
y le dieron un tipo bolsón, una caja a la gente que estaba en ese lugar.
Eso es lo que recuerdo yo y lo que vimos, o sea, todo por tele y en
informes, porque mucho no estaba en casa. (GdeD2, Córdoba: 2009.
Expresiones de un poblador de Ciudad de Mis Sueños)

Cuando el colonizado se encoleriza es peligroso, ante la falta de me-


diación de la política institucional, las fuerzas del mercado instanciadas en
las múltiples máscaras sin rostros de los supermercados juegan el juego
del saqueo. Ante esa amenaza como última ratio del hambre, el pedir y el
38 dar se reorganizan en el bolsón: conjunto de alimentos básicos. En el te-
rritorio inalcanzable de las góndolas los colonos imponen la racionalidad:
dan y así reproducen el pedir como límite prohibido. Por eso el entrevista-
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

do debe acudir al auxilio del gran mediador: los medios de comunicación.


Ellos son testigos de su fe, trabaja disciplinadamente, mira para saber y
narra tal como se lo contaron. Eso es lo que debe recordar, que un saqueo
es un acto límite donde el colono siempre entenderá la lógica por él porta-
da y transmitida al colonizado: la amenaza del fantasma.
Una vez cartografiadas las prácticas ideológicas de una geografía del
hambre como fantasma que se aferra a los vivos desde el pasado para
reproducir su efectividad, en el próximo apartado escuchamos la voz de
los sujetos señalando cómo la fantasía colonial hace pie en el hambre
para marcar el presente-futuro.

3.2- Narraciones desde y del presente-futuro

Cuando retomamos las narraciones como plataforma de lectura del presen-


te-futuro estamos operando bajo tres supuestos: a) que hacer la distinción
analítica entre pasado, presente y futuro sólo puede sostenerse en una in-
tención hermenéutica, b) que a estas maneras de instanciar el tiempo-es-
pacio hay que “sumar” la presentificación o experiencia vivida de pasado-

14
Para la explicitación de estas ideas Cfr. Scribano en el epílogo del presente libro.
presente-futuro; y c) que en este contexto el futuro es ahora. Justamente si
el hambre es marca, es por su capacidad estructurante, es decir, su capaci-
dad performativa de hacer tensionalmente el futuro como vivencia del hoy.

3.2.1- Marcas del hambre

Una de las características más fuertes del hambre cuando marca es que
hace evidente el carácter estructural y procesual del capitalismo. El ham-
bre no se genera ahora, depende del ayer, continúa en el hoy y se hace
presente en el mañana. El hambre es la marca de un contradictorio (y
múltiple) producto-en-proceso, y de un proceso-en-producción, llamado
estructura colonial.

B: No importa con quién nos juntamos con tal de ganar y con tal de

El purgatorio que no fue


acumular riqueza. Entonces ¿qué pasó? En el 2001 despedimos una
década negra, una década oscura, una década que nos costó mucho,
muchos compañeros en la calle, nos costó muchos pibes que se murie-
ron de hambre, nos costó perder riqueza... natural, nos perdió, es decir,
fue una década para el olvido, la peor década creo que hemos tenido
en la Argentina. Y por supuesto, lo que vino después no tuvo definición
política. Lo que vino después no supo dar y pensó que existía un capi-
talismo con rostro humano. El capitalismo con rostro humano no existe,
el capitalismo es capitalismo. (GdeD2, Villa María: 2009. Expresiones 39
de un miembro de la Central de los Trabajadores Argentinos, CTA)

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


La monocromía de una década habla a las claras de cuál es la pin-
tura del mundo de los que perdieron: el hambre es la persistencia más
virulenta de la política del colono. La máxima de dicha política es hacer
cualquier cosa “con tal de acumular riqueza”, las máscaras caen, el rostro
es insoportable y no hay cara en los sin rostro del capital.
El hambre se hace futuro cuando se naturaliza la pobreza y la des-
nutrición se consolida como presente. Para la siguiente entrevistada, es
menos dañina la muerte por desnutrición que por intoxicación.

N: Sí. Yo voy al mercado todos los días, bueno ahora por mi actividad
personal. Pero yo a lo que voy es que más allá de que se tire la comida,
o que… no me parece bien… más o menos porque sino ¿sabés qué va a
pasar si se puede dar? Todas las empresas van a dar las cosas vencidas
y vamos a terminar no con un chico muerto cada 5 segundos, sino con
10 chicos muertos. O sea, va a ser peor la situación ¿me entendés? Es
como que no hay una… un compromiso con esas cosas. Pero yo creo
que … me parece que como… si se pudiese rescatar la acción de El
Diario que se formaron en cooperativa, a lo mejor a mucha más gente que
se… más allá que sea de la misma empresa o no, que puedan… como el
Mercado, por ejemplo a lo mejor con una cooperativa, puedan… (GdeD1,
Villa María: 2009. Expresiones de una fundadora del Club del Trueque)
En una trama significativamente productora de naturalizaciones, las
desarticulaciones entre cuerpo individuo, subjetivo y social son expuestas
como un continuo entre cantidad de muertos y mundo de la vida. En el
marco de la desconfianza frente a las acciones de los colonos y la certeza
de un futuro que descansa en prácticas anteriores, es preferible muerte
conocida que desgracia por conocer.
El hambre marca de manera tal que, al hacerse carne, se convierte en
un saber práctico que demanda consideración para definir las situaciones
de interacción. El quemarse y el dolerse son huellas perceptuales desde
y a través de las cuales se conoce el mundo.
El hambre como problema colonial...

J: Desde otro punto de vista. Como yo le explicaba: muchas veces lo que


hay que hacer es articular el conocimiento teórico que se adquiere en la
universidad con el conocimiento de la práctica que tenemos nosotros.
Nosotros somos los que sabemos que el frío quema y el hambre duele,
no lo sabe el profesional, nosotros tenemos mucho conocimiento, y no
tenemos el conocimiento teórico. (GdeD1, Córdoba, 2009. Expresiones
de un militante de la lucha por el agua)

Como todo componente de una economía política de la moral, el ham-


bre en sus momentos cognitivos y emocionales elabora (y se elabora en)
una división social del conocimiento y las emociones. El secreto de la
40 trinidad neocolonial es mantener separadas la teoría –administrada por
unos– de la práctica –vivenciada por muchos–; en distanciar los cuerpos
dolientes de la resignación del no se puede hacer nada. El futuro adviene
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

como una reproducción de la falta de voluntad cuando es el resultado del


hambre hecho carne hoy.

3.2.2- Geopolítica del hambre

Cuando las políticas de los cuerpos han armado, a través de la agresión


colonial, lo que significa el hambre como una geografía, se perpetúa una
modalidad de relación entre política, territorio y geografía, que deviene
geopolítica colonial. El hambre que fue es el hambre vivida como fantas-
ma y eludida en la fantasía de la riqueza colonial.

C: Es decir, uno cree que porque uno milita en algún lugar tiene con-
tactos como para conseguirle… conseguirle un trabajo. Es la deses-
peración de pensar que… este, de que alguien les puede solucionar
el problema que tiene. Y lamentablemente en los últimos tiempos, fun-
damentalmente después de la crisis del campo, ha vuelto otra vez a…
no digo como la gravedad del 2001, pero… pero se ha profundizado de
vuelta otra vez la desocupación. Hay chicos que en un país que produ-
ce millones de toneladas de cómo es…
I: De alimentos.
C: …de alimentos para todo el mundo, se mueran la cantidad de chicos
de hambre, que se mueren de hambre por día en este país. Entonces
esto, nos deja un sabor amargo porque quiere decir que todas las lu-
chas, todo lo que peleaste…
R: No vale de nada. Pero si dividimos las aguas…
C: …vale muy poco para poder, para poder revertir. Porque todos los que
peleamos en aquella época era fundamentalmente para que los hijos
estuvieran un poco mejor. (GdeD1, Villa María: 2009. Expresiones de:
C, un dirigente sindical; I, un miembro de los Vecinos Autoconvocados
contra los Abusos Policiales –VACCAP–; y R, un changarín del Mercado
de Abasto)

Como hemos afirmado arriba, hace tiempo ya que se ha advertido sobre


la estructura de la fantasía colonial argentina y su estrecha vinculación
con la enunciación fantasiosa “la argentina es un país tan rico” (Scribano,

El purgatorio que no fue


2005a). Aquí eso se actualiza y complejiza pues se puede observar clara-
mente cómo opera el peso reproductivo de una expropiación colonial por
y desde el hambre. Se vuelve acto del habla con toda la “transparencia”
de los que, viviendo en el mundo del No naturalizan, aún en la narración
de la indignación, la pornografía de un país rico con habitantes pobres. El
hambre es territorio permanente de los cuerpos colonizados.

O: Bueno, yo la hago cortita, es esto: para mí, y hablo desde el punto


estrictamente personal, lo aclaro: no hablo en nombre de El Diario. A 41
mí me dio mucho miedo, pero muchísimo miedo cuando fue el conflicto
sojero hace pocos meses atrás, ¿por qué? Porque habiendo alimentos,

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


habiendo combustible, habiendo prácticamente de todo, por lo menos
en los sectores que tenían o que tienen todo; no hablemos de… yo he
estado en Bermejito, en Chaco, llevando con otra gente ayuda y eso es
patético porque parece que no fuera el país nuestro. Es decir, conozco
más o menos los lugares y puedo hablar desde un punto y desde el
otro. Pero cuando fue el conflicto del campo a mí me dio mucho miedo
porque se paralizó el país; tuvieron muchísimo que ver los medios de
prensa, muchísimo los medios de prensa, y creo que ahí quedó ex-
puesto que no se trata de si se es radical o se es peronista, o se es
juecista. Yo creo que ahí quedó expuesto un sector del poder que le
interesa tres pepinos a qué filiación política pertenece cada cual, pero
que no le toquen la quinta. (GdeD1, Villa María: 2009. Expresiones de
un trabajador de la cooperativa Comunicar Ltda.)

Es “…patético porque parece que no fuera el país nuestro”. El pathos del


hambre mapea la geografía de un modo irreconocible, convierte a los terri-
torios en otros lugares habitados por diferentes, rompe con el nos-otros y
desarma la apropiación posible como “nuestro”. Al mirar a uno similar, el co-
lonizado, en el acto de negación de su condición de par, lo desconoce. Pero
lo que adviene es el miedo de tener que aceptar esa situación patética y
señala a la mentira del colono como centro de la operación de la ocupación
y reconstrucción de esas geografías. El miedo y la mentira son dos de los
componentes centrales de la impotencia, por eso Chaco le parece a nues-
tro narrador otro país. Se hace evidente que el conflicto entre fracciones de
clase sólo tiene como objetivo la reproducción del capital a gran escala, y
en dicho proceso el fantasma del hambre es el reverso solidario y comple-
mentario de la fantasía del país rico.
La fantasía de un país rico obviamente se diluye, se deconstruye, se
desvanece en el aire cuando al menos uno de los “mitologemas”15 de la
ensoñación que la acompaña quiere ser experienciado. En los barrios,
en los espacios del colonizado, se reparte miseria a través del símbolo
El hambre como problema colonial...

de la riqueza.

D: De la iglesia San Marcos ahí en barrio Rosedal que depende a su
vez de iglesia (…) Entonces, esta cuestión del comedor y soja, soja,
soja; que puré de soja, que milanesa de soja, que bife de soja. Y diga-
mos, esa fue la disputa porque tener que darle de comer a la gente la
miseria, la porquería que en realidad acá se hace, se empezó a hacer
soja transgénica que es soja para los animales, no para la gente. Y
entonces por qué darles de comer eso, y entonces “antes de que se
mueran de hambre”, planteaban algunos, “más vale soja”. Aparte hay
otra cuestión: la soja vos no podés comer más de 50gr diarios y ya te
hace bolsa la salud. (GdeD2, Córdoba: 2009. Expresiones de una mili-
42 tante de la lucha por el agua)

La soja es EL mitologema de la narración colonial del siglo XXI en


Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

Argentina. Es el resultado de la combinación de las industrias extractivas


en varios de los componentes de su cadena de valor (petrolera, petro-
química, insecticida) y las industrias agro-exportadoras (industria metal-
mecánica, siembra directa, fumigación). Todas esas fracciones de clase
tienen un acuerdo: la soja es fuente de riqueza. Por eso como afirma
la narradora anterior, al colono “…le interesa tres pepinos…” qué pueda
pasar con los que sufren hambre.
Ahora bien, lo que se expone con claridad es que la soja no es com-
partida en lo que tiene de riqueza sino en lo que reparte de miseria: cuan-
do el sujeto se quiso incluir en la fantasía para apropiársela, se disolvió.
Además, hay tres elementos que denotan la deconstrucción fantasiosa en
tanto irrupción narrativa de lo evidente: las políticas alimentarias ligadas a
la depredación de los bienes comunes (Plan Soja Solidaria16), los come-

15
Para la relación entre fantasía, sueño y mitologema Cfr. Scribano (2009).
16
El “Plan Soja Solidaria” fue una iniciativa de la Asociación Argentina de Productores
de Siembra Directa (AAPRESID) y contó con el asesoramiento técnico de la Sociedad
Argentina para el Desarrollo y el Uso de la Soja (SADESO). Quienes integran estas ONG’s
asociadas son los grandes productores de trigo y soja transgénica. Se instaló a principios de
2002. Ver el artículo “El año de Soja Solidaria” de Víctor Trucco, presidente de AAPRESID,
en diario Clarín del 11/01/03. http://www.clarin.com/suplementos/rural/2003/01/11/r-00801.
htm (visitado el 28 de febrero de 2010).
dores como burocracias territoriales de la colonización y la equiparación
entre animales y seres humanos. La geopolítica del hambre es una carto-
grafía de las políticas coloniales como formas de territorialización de las
expropiaciones de energías.

3.2.3- Usos metafóricos del hambre

Una de las astucias de las políticas del hambre es producir desplaza-


mientos y concentraciones elusivas hacia estereotipos del hombre pobre
y hambriento desde donde no se visualiza su carácter estructural. De ahí
que la fantasía colonial incluya expresiones cognitivas que sirven de ex-
plicaciones ad hoc de los casos particulares. En esta narración se puede
observar claramente cómo opera una de ellas: la situación de riesgo.

El purgatorio que no fue


No veíamos cómo crecer; como había una mejoría no había nece-
sidad de lucha. Haber bajado la guardia en ese momento, eso nos
hizo retroceder un montón de tiempo porque ahora estamos sin or-
ganización, estamos empezando de nuevo. Le hemos dado tiempo al
gobierno y a todos los socios a que avancen y a que avasallen todos
nuestros derechos, que expropien y que se hagan dueños de nues-
tras riquezas, que son de todos los argentinos… producimos para
300 mil personas y hay chicos que se mueren de hambre. A veces no
lo vemos porque creemos que el pobre es el barbudo que anda en la 43
plaza pidiendo limosna. Hoy con el capitalismo no lo vemos. El pobre
puede estar en nuestra familia, un vecino que no tiene para comer,

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


pero por la vergüenza no sale a pedir limosna pero está en situación
de riesgo. Mucho de nosotros estamos en situación de riesgo. El tra-
bajador lo han empobrecido tanto, y a la clase media a niveles que te-
nemos familiares y parientes que están en esa situación. (Entrevista a
un miembro de VACCAP, Villa María, 2009)

En la narración existen, entre otros, dos conjuntos de expresiones que


dan cuenta de cómo “en-el-hambre” el futuro es ahora: a) la del pobre con
barba que pide limosna en la plaza y b) la relación entre hambre y expro-
piación. Ambos conjuntos de expresiones se articulan por la “situación de
riesgo” como referencia a la experiencia personal o próxima. En la primera,
la barba trae a la pintura del mundo los colores del tiempo transcurrido, de
la desprolijidad; la plaza pinta el vagabundeo y el nomadismo; y la limosna
refiere al pedir políticamente correcto de la religión neocolonial. Por eso la
vergüenza de sentirse pobre y con hambre, el escarnio de andar pidien-
do de algunos es la situación vicaria que exorciza y ocluye la posibilidad
de vivir eso en primera persona. El pobre pidiendo es la metáfora de un
hambriento viviendo la impotencia de la inacción. En la segunda, la expro-
piación de riquezas se liga a las “postales del hambre de un país rico”; las
energías apropiadas en la depredación de los bienes comunes de ayer se
“ven” en el hambre de ahora y constituyen el del mañana.
Si bien hasta ahora hemos podido ver las maneras en que los usos
metafóricos del hambre señalan visiblemente cómo las políticas del ham-
bre marcan el presente-futuro, la próxima narración termina de esclarecer
la continuidad estructural de la expropiación colonial. Usando como nodo
narrativo al hambre, se puede visualizar la “suerte” del colonizado.

E: Porque las necesidades que se discutían en las asambleas no fue-


ron solucionadas. Hoy estamos hablando, inclusive sin cifras, porque
si nos movemos con las cifras ya ni siquiera tenemos un organismo
confiable, al contrario, se ha avanzado en la experiencia porque esto
El hambre como problema colonial...

que han planteado los compañeros ya se tomó en un montón de lados


y pasan a ser ejemplos. Por eso los llaman del gráfico, por la expe-
riencia que viven; como llamaron a los compañeros de Zanón para
otro lado, ellos mismos se han juntado; los compañeros se juntan y
se discute como estamos haciendo ahora. Los problemas que ellos
tienen en el Mercado Central se hubieran resuelto si evidentemente la
Municipalidad estaría formada por los trabajadores, por la gente res-
ponsable del Mercado Central o encontrar el organismo, porque eso
es motivo de discusión permanente. Yo creo que lo que faltó es que
los trabajadores hagamos y no que deleguemos responsabilidades.
Porque vino Rodríguez Saá, que tomó las consignas de las asambleas
pero no las llevó a cabo hasta un determinado tiempo; después fue
44 reemplazado por cinco presidentes hasta que llegó Kirchner. Y el plan
económico que se aplica es igual que antes, y sí, sin duda no vamos a
tener salida a esto, por más que formemos cooperativas si no hay un
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

plan económico generalizado que satisfaga las necesidades; porque


hoy se siguen muriendo los mismos cien pibes por día de hambre.
(GdeD1, Villa María: 2009. Expresiones de un miembro del Movimiento
Socialista de los Trabajadores, MST)

En una narración corta se describen, muy claramente, varios de los


componentes de las mutaciones y contingencias de la fantasía colonial
argentina en los últimos 9 años: abre con las necesidades y cierra con el
hambre. Nosotros como anotadores hermenéuticos de las voces de los
sujetos no tenemos más que decir, solamente apuntar la inmoralidad de
la economía política de la moral colonial.

3.2.4- Usos políticos del hambre

El colono es un empresario que gasta poco y gana mucho. Las “nuevas”


tierras y los cuerpos colonizados son mercancías del emprendimiento po-
lítico que implican el esfuerzo de diseñar unas políticas alimentarias, edu-
cacionales y de salud que dejan todo como está, como “un-siempre-así”.

A: Particularmente yo coincido con M., no hubo ningún cambio estruc-


tural y es más, lo que disiento con ella es que en cuanto a educación,
no es que no se dan cuenta, sí se dan cuenta, está hecho a propósito,
las escuelas urbano marginales y la escuela pública, para ellos es un
gasto, no una inversión, igual que la salud. Ellos son empresarios de
la política.
J: del 2001 hasta ahora, la gente ¿sabés el único cambio que hubo?,
que la gente tomó más conciencia, psicológicamente…
M: Pero está más muerta de hambre
J: salió más al frente. (GdeD2, Villa María: 2009. Expresiones de: A, un
miembro del MST; J, un changarín del Mercado del Abasto; y M, una
participante de VACCAP)

La realidad de la empresa colonial interrumpe el sueño del colonizado


que se inscribe en la aceptación desapercibida de lo políticamente correc-
to dentro de los límites de la religión neocolonial. La irrupción del morirse

El purgatorio que no fue


de hambre destituye el carácter salvífico de lo psicológicamente posible:
pedir, no merecer.
La democracia colonial es una fantasía recurrente y reproducida pero
también un contenedor, una esclusa que organiza y divide aguas, un
acto empresarial donde el hambre permite re-definir el status de ciuda-
dano de segunda.

R: ¿cómo podemos educar a los niños cuando no tenemos dinero para


darle de comer? 45
N: está bien, pero yo creo que de no invertir $500 millones en el fútbol,
tenemos que invertir $500 millones en educación. Para que después

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


esos mismos chicos no sean comprados por una bolsa de alimentos
para que vayan a votar.
R: o a los 12 años salen a delinquir.
N: sí, o salen a delinquir. Pero peor, pero peor, no estoy de acuerdo
con el robo ni nada que se parezca ¿no?, pero peor es que alguien
vaya por una bolsita de alimentos, que lleve un paquete de azúcar,
un paquete de yerba y una botellita de aceite de última calidad, y
tengamos de esa forma electo un intendente, no se puede creer, no
lo puedo creer, no me cabe en la cabeza. Yo digo “¿por qué no nos
podemos educar?”. Y es más, yo creo que el trabajo de los partidos…
que yo pensaba que ya para el 2010, siempre pensé que la gente
iba a estar votando democráticamente... (GdeD1, Villa María: 2009.
Expresiones de: R, un changarín del Mercado central y de N, funda-
dora del Club del Trueque)

Se hace evidente cómo el hambre profundiza y visibiliza la “batalla


de los cuerpos”.17 Unas bio-grafías de niños sin comida y sin educación,
sin nutrientes básicos, dependiendo del solidarismo, encerrados en la

17
Para una explicación de los rasgos de la batalla de los cuerpos y la colonialidad Cfr.
Scribano (2005b).
resignación y ocupados en el consumo mimético. Es decir, no hay religión
neocolonial sin la inscripción del hambre en el cuerpo y por lo tanto la
política colonial debe marcar indeleblemente a esos niños para garantizar
un mañana igual al presente.
Los cuerpos son comprados y se vende la disponibilidad de los cuer-
pos por alimentos. La economía política de la colonia es un verdadero
mercado de intercambio desigual de sacrificios: el colono da lo que le
sobra de energías a cambio de la aceptación inmovilizante de la asis-
tencia permanente. El colono busca solamente “re-armar” cotidianamente
esa práctica ideológica que se llama democracia colonial.
El hambre como problema colonial...

La fantasía del hombre que sale del “mercado del hambre” a través de la
educación aparece como posible “ruptura” del círculo vicioso de la pobreza,
como una oportunidad de movilidad social vinculada a la autonomía de los
sujetos. El sueño no “dura” tanto: repica el despertador del tener que robar
para comer, lo real vuelve siempre como horroroso en la lógica colonial.
La política como empresa colonial necesita de mano de obra política y
la oferta es construida en el mercado del hambre, en el uso teleológico de
la necesidad del colonizado.
La democracia colonial alberga dos momentos expropiatorios –dife-
rentes pero complementarios– la gestión de la mano de obra política: uno
fordista y el otro posfordista. Por eso es necesaria la multiplicación de
“cuerpos superfluos” que pugnen por sobrevivir.
46 En el contexto expresado se puede inscribir la próxima narración: las
hormigas no sueñan. Décadas de represión, tortura y “colonización-del-
futuro” dan sus frutos.18 Al colonizado no le quedan muchas opciones:
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

muere aplastado, mata para que no lo aplasten o acepta el aplastamiento


continuo del hambre.

R: Claro, pero desde el 2001 en adelante cambió todo, hasta la idea de


los niños, hasta el pensar de los niños. Nos han quitado el sueño, no
solamente nuestro, los hijos; yo soy abuelo… nos han quitado el sueño,
verdaderamente. O sea, nos hacen el trabajito de hormiga, ¿qué es el
trabajito de hormiga? La hormiga la pisan, pero no la matan, se levan-
ta como puede, cuando se quiso escapar le vuelven a meter el pie…
estamos en ese proceso, ¿A dónde vamos a llegar? No sabemos. No
quiero que algún día corra sangre, que no tengamos que salir a la calle a
pelear el alimento… no, a matar, ¡ojo! a matar gente o a matarnos entre
nosotros para poder comer en el país más rico del mundo. (GdeD1, Villa
María: 2009. Expresiones de un changarín del Mercado de Abasto)

Negrito y trabajador como las hormigas, al colonizado incluso le han


sacado los sueños en el mismo acto de un intento final por incluirse en
la fantasía del país más rico. Los niños son los testigos de un futuro que
se teje ahora con la impotencia de sus padres. Cuando caen los sueños

18
Cfr. Scribano (2008c).
la fantasía colonial literalmente se desangra, se vuelve escarnio de una
aceptación vuelta cuerpo y hecha callo en el dolor social que la estructura
colonial genera.
Es tan potente el lugar del colono que su hacer performativo atraviesa
a militantes y “progresistas”, para algunos de ellos, la política parte de la
necesidad. Muchas de las “intenciones organizativas” son un salvavidas
de plomo y el mejor ejemplo de los usos políticos del hambre. No hay sólo
empresarios del hambre, también hay capataces. La próxima narración es
de un militante gremial:

Bueno, siempre ha sido así, no es que te organizás desde un debate


político o una postura ideológica, te organizás desde una necesidad. Y
de ahí le vas buscando la rosca a ver cuál es la arista más política de
esa necesidad. Para dar el salto. Si querés que la gente de el salto, sino

El purgatorio que no fue


podés tener gente organizada por la necesidad en comedores y yendo
al súper a buscar comida y volvés a comer y nada más. Y eso puede
ser grande. Cuando no tenés desocupación, suponete a los clubes de
amigos hoy la gente no va. Va muy ligado también a la comprensión.
Es un dato que se va viendo cada vez más hoy en día. Yo creo que va
a depender en eso, porque hay organizaciones que apuntan a construir
en base a esa necesidad y a buscar la forma de solventar esa necesi-
dad, suponete como los comedores. Hay algunos que hacen así, hay
una necesidad y bueno hay una propuesta para bancar esta necesi- 47
dad, que es el comedor. Y digo, es para que nos organicemos para que
los chicos tengan para comer. (Entrevista a un miembro del Sindicato

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


de Teleoperadores, Córdoba: 2009)

La religión neocolonial no sólo tiene sus sacerdotes, tiene también sus


monaguillos. Se hace lo que se puede y se termina aceptando que lo que
se debe hacer es lo único que se puede hacer. Los usos políticos del ham-
bre son un rasgo estructural de la colonia y por lo tanto se transversaliza
en la pluralidad de sus componentes.
Hasta aquí hemos intentados “hacer comentarios” sobre las voces que
aparecen en las narraciones de los sujetos que han participado de la in-
vestigaciones a las cuales ya hemos hecho alusión.

4- Tercera parte. A modo de cierre. Si esto no es Colonia, ¿¡La Colonia


dónde está!?

Dadas las estrategias de registro y lectura de las entrevistas y grupos


focales que se han utilizado, conjuntamente con los nodos construidos y
la manera de presentación seleccionada en tanto cartografías de lo co-
lonial desde el pasado y del presente-futuro, sintetizamos a continuación
algunos de los rasgos que consideramos más relevantes a la hora de
comprender al hambre como problema colonial.
El hambre ha sido y será parte de las “formas de ocupación” de los
bienes comunes, los cuerpos y las sensibilidades que se vuelven nece-
sarias para la expropiación capitalista global.
En el contexto de lo desarrollado hasta aquí, es posible entender
cómo hay un “mercado del hambre” donde las agencias de la política
institucional y las diversas fracciones de las clases dominantes se apro-
pian de los excedentes.
El entramado básico de la religión neocolonial encuentra en dos de
las características de las “políticas del hambre” algunos de sus pilares
fundamentales. Una la constituye la auto-organización, auto-responsa-
El hambre como problema colonial...

bilización y auto-culpabilización que dan forma a las emulaciones de las


burocracias institucionales. La otra, las actitudes recomendadas por la
experiencia de hambre: el agradecimiento al que da, la responsabilidad
frente al regalo y el reconocimiento de la ignorancia.
Las personas con hambre son así “ciudadanos de segunda” desde lo
cual se hace visible cómo la política en tanto empresa colonial necesita de
mano de obra política y la oferta es construida en el mercado del hambre,
en el uso teleológico y tecnológico de la necesidad del colonizado.
Los fantasmas y fantasías desde y sobre el hambre son prácticas
ideológicas, que como todo componente de una economía política de la
moral, en sus momentos cognitivos y emocionales elaboran (y se elabo-
ran en) una división social del conocimiento y las sensibilidades.
48 El hambre constituye y conforma unas especiales relaciones entre te-
rritorios y sensibilidades, es una señal de la geografía de la depredación y
la expropiación. Siguiendo los hilos del hambre se elabora una geopolítica
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

colonial. El hambre tiene cualidades performativas respecto al tiempo-


espacio, es una manera de construir disposiciones elaborando límites,
produciendo la división entre territorios, es un espectro que colorea la
comarca y los bordes que no hay que traspasar sin estar en peligro.
Si se puede elaborar una geopolítica colonial constatando la existen-
cia de “ciudadanos de segunda”, cuyos derechos se vinculan a “políticas
del hambre” (elaboradas y gerenciadas por la política institucional) que a
su vez se vinculan a las incertidumbres y persistencias de un “mercado
del hambre”, que se basa en múltiples “formas de ocupación” de cuer-
pos y territorios, la conclusión –al menos provisoria– es clara: estamos
frente a una sociedad colonial.
El hambre es el territorio permanente de los cuerpos colonizados, se
hace evidente que el conflicto entre fracciones de clase sólo tiene como
objetivo la reproducción del capital a gran escala y en dicho proceso el
fantasma del hambre es el reverso solidario y complementario de
la fantasía del país rico.
Más allá que no haya sido nuestro objetivo en este trabajo, es nece-
sario remarcar que el colono ocupado en la depredación de los bienes
comunes, en la expropiación excedentaria de energías, en la elabora-
ción cambiante e iterativa del catecismo colonial y en los conocimientos
científicos que lo acompañan, no ha reparado (aún) en un sinnúmero de
prácticas intersticiales e interdicciones colectivas que cotidianamente
los habitantes de los países coloniales les interponen desafiantemente,
con un carácter destituyente de la vida colonial.

El purgatorio que no fue


49

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Bibliografía
Aguirre, Patricia (2004), Ricos flacos y gordos pobres, Capital Intelectual,
Buenos Aires.
Boito, Eugenia (2005), El retorno de lo reprimido como exclusión social y
sus formas de borramiento. Identificación, descripción y análisis de algu-
nas escenas de lo construido hegemónicamente como prácticas solida-
rias, Tesis de Maestría en Comunicación y Cultura Contemporánea, CEA,
UNC, Córdoba.
Bourdieu, Pierre y Löic Wacquant (1995), Respuestas. Por una antropología
El hambre como problema colonial...

reflexiva, Grijalbo, México.


De Castro, Josué (1955), Geopolítica del hambre, Editorial Raigal, Buenos Aires.
Denzin, Norman (1971), “The logic of naturalistic inquiry”, Social Forces, núm.
50, pp.168-182.
Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) (2007), Documento de
Resultados, Ministerio de Salud de la Nación, Buenos Aires. http://www.
msal.gov.ar/htm/Site/ennys/site/default.asp (visitado el 27 de febrero de
2010).
FAO (2009), Campaña 1 Billion Hungry, Oficina Regional para América
Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la
50 Agricultura y la Alimentación (FAO), Chile. http://www.1billionhungry.org/
home/es (visitado el 10 de febrero de 2010).
Fromm, Erich (1977), Avere o essere, Modadori Editore, Milano, Italia.
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

Giddens, Anthony (1995), La constitución de la sociedad, Amorrortu,


Buenos Aires.
Latham, Michael (2002), “Nutrición Humana en el Mundo en Desarrollo”,
Colección FAO: Alimentación y nutrición, Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Roma, núm. 29. http://www.
fao.org/docrep/006/w0073s/w0073s00.htm#Contents (visitado el 3 de fe-
brero de 2010).
Letamendía, Francisco (2000), “Introducción”, en Francisco Letamendía
y Christian Coulon (coord.), Cocinas del Mundo. La política en la mesa,
Editorial Fundamentos, España, pp.11-18.
Levstein, Ana y Eugenia Boito (comps.) (2009), De insomnios y vigilias en
el espacio urbano cordobés. Lecturas sobre Ciudad de Mis Sueños, CEA-
UE-CONICET, Universitas - Jorge Sarmiento Editor, Córdoba.
Maceira, Daniel y Mariana Stechina (2008), “Intervenciones de política
nutricional en 25 años de democracia”, Documento de Políticas Públicas,
CIPPEC, Buenos Aires. http://www.cippec.net/nuevo/files/bv_445.pdf (vi-
sitado el 28 de febrero de 2010).
OMS (2006), “La OMS difunde un nuevo patrón de crecimiento infantil”,
Centro de Prensa, OMS, Ginebra. http://www.who.int/mediacentre/news/
releases/2006/pr21/es/index.html (visitado el 11 de agosto de 2009).
Programa de Salud Escolar (2008), Anuario 2007, Dirección de Medicina
Preventiva. Córdoba, Municipalidad de Córdoba. http://www.nutricion.fcm.
unc.edu.ar/catedras/didactica/Estado_nutricional_escolares_escuelas_
municipales,_Mun_de_Cba,_2007%5B1%5D.pdf (visitado el 20 de agos-
to de 2009).
Scribano, Adrián. (2005a), “La fantasía colonial argentina”, Rebelión. www.
rebelion.org/noticia.php?id=21683 (visitado el 26 de febrero de 2010).
(2005b), “La batalla de los cuerpos: ensayo sobre la simbólica
de la pobreza en un contexto neocolonial”, en Adrián Scribano (comp.)
Itinerarios de la Protesta y del Conflicto Social, CEA-UNC, Instituto

El purgatorio que no fue


Académico Pedagógico de Ciencias Sociales, UNVM, Editorial Copiar,
Córdoba.
(2008a), “Bienes Comunes, Expropiación y Depredación
Capitalista”, Estudos de Sociologia, Editora Universitária da UFPE, Recife,
Brasil, vol. 12, num. 1, pp. 13-36, ISSN 1415 000X.
(2008b), “Llueve sobre mojado: pobreza y expulsión social”, en
Bertolotto, M.I. y Lastra, M.E. (comp.) Políticas Públicas y Pobreza. En el es-
cenario post 2009, FSCS-UBA, Cefomar Editora, Buenos Aires, pp. 36-57. 51
(2008c), “El Terrorismo de Estado como Colonizador de Futuro”,
Diario del Juicio.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/ver.asp?tit=&dbase=
noticias&cmd=view&articleid=4 (visitado el 20 de enero de 2010).
(2009), “Introducción”, en Levstein Ana y Eugenia Boito (coord.), De
insomnios y vigilias en el espacio urbano cordobés. Lectura sobre Ciudad
de Mis Sueños. Colección Acción Colectiva, CEA (CONICET)-UNC,
Universitas, Jorge Sarmiento Editor, Córdoba. pp. 9-27.
Trucco, Víctor (2003), “El año de Soja Solidaria”. Diario Clarín. http://www.
clarin.com/suplementos/rural/2003/01/11/r-00801.htm (visitado el 28 de fe-
brero de 2010).
Crisis e incertidumbre: un análisis de las experiencias
colectivas en Córdoba y Villa María, desde los cuerpos y
las emociones

Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

El purgatorio que no fue


1- Introducción

“C.:… en el dos mil uno explotó ya todo...”


(GdeD2, Córdoba: 2009. Recuperadora de residuos)
53
“A.: Pero ellos [los padres de los alumnos de una es-
cuela urbano-marginal] no lo registraban así, como un

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


movimiento que les fuera a cambiar la vida” (GdeD2,
Villa María: 2009. Docente)

C
omo todo fenómeno social, la crisis de 2001 en Argentina puede ser
analizada desde diversos tópicos: los estudios sobre protesta y ac-
ción colectiva (Di Marco et al, 2003), el surgimiento de una nueva
politicidad (Merklen, 2005), la representación político-partidaria, la violen-
cia colectiva (Auyero, 2007), las transformaciones económicas y el dinero
(Obradovich, 2007), los efectos en el empleo, el lugar de los medios de co-
municación en la interpretación de los hechos y actores (Visacovsky, 2009),
el impacto de los planes sociales y el club del trueque (Arcidiácono, 2004;
Gonzales Bombal, 2003), entre otros.
En este caso, nos proponemos identificar distintos modos de experiencia
vividos durante y después de la crisis de 2001. En tal sentido definimos y jus-
tificamos la necesidad de incorporar a partir de las nociones de ‘geometría
de los cuerpos’ y ‘gramática de las acciones’ (Scribano, 2004) dos tipologías
de corporalidades: cuerpos precarios, o expulsados, que mantienen algu-
nos delgados vínculos de integración al sistema social, y cuerpos en riesgo
de empobrecimiento que se hallan en el borde, ya que aún tienen recursos
que pueden perder –empleo, vivienda, acceso a salud, entre otros–.
A partir de estas categorías analizamos cuatro grupos de discusión
(GdeD) realizados durante 2009 en las ciudades de Córdoba y Villa María1
con el objeto de establecer cómo estos cuerpos vivieron y sintieron la
crisis de finales de 2001, y cuáles son las percepciones del escenario pos-
terior en términos de las posibilidades de organización, las condiciones
para una nueva crisis, y las características del futuro.
Finalizamos el artículo postulando que las experiencias del riesgo y
la incertidumbre que la crisis genera, tienen un peso diferencial en los
distintos cuerpos –delineados por su posición social y por la capacidad
de acción de los mismos– según la forma en que se combinen y articulen
con las percepciones del riesgo que se construyen socialmente en, por y
a través de dichos cuerpos.
Crisis e incertidumbre...

2- De las clases y los enclasamientos a las geometrías y gramáticas


de los cuerpos

En el presente apartado nos proponemos definir y justificar la utilización de


una tipología de cuerpos que nos permita identificar a los actores sociales.
Los análisis en términos de clases sociales sea que se definan por la
propiedad de medios de producción, por ingresos y estatus, por el con-
sumo –desde una mirada más antropológica según la identificación y
54 diferenciación con otros–,2 o bien desde los procesos de enclasamiento
y desclasamiento tal como los propone Pierre Bourdieu en La distinción,
pueden ser complementados con otros enfoques que den cuenta de la
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

complejidad y diferencialidad social de los países latinoamericanos.


Nuestra propuesta, tomando ciertos aportes de la teoría social con-
temporánea, pretende integrar la dimensión clasista a las visiones de la
sociología del riesgo. Pero además consideramos que la incorporación
de la sociología del cuerpo y las emociones junto con los conceptos
antes aludidos permite una aproximación diferente a nuestra particular
realidad.
Esto nos obliga a generar categorías que den cuenta del riesgo como
factor estructural de la expulsión social, y de las condiciones precarias
e informales en que participan en el mercado de trabajo tanto hombres

1
No es posible incluir en este trabajo un eje de análisis acerca de las diferencias entre
ambas ciudades, en términos de configuración de colectivos, procesos urbanísticos, modos
de intervención del Estado, entre otros, que seguramente afectaron e influyeron en los fe-
nómenos que aquí se analizan. Una parte de estos análisis en paralelo puede leerse en el
artículo de Aimar, Boito y Giannone, en esta publicación.
2
Es el caso del enfoque que asume por ejemplo Sergio Visacovsky, quien define a la clase
social como aquello que permite “realizar un juicio moral, puesto que en la medida que se
identifica a alguien como perteneciente a tal o cual clase, se lo ubica en una posición de
superioridad, igualdad o inferioridad respecto a quien emitía el juicio; en suma, las cate-
gorizaciones constituyen evaluaciones morales, es decir, apelaciones a valores en torno a
lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo decente y lo impúdico, lo adecuado y lo
inadecuado, al buen gusto y al mal gusto, a lo apropiado y lo inapropiado” (2009: 253).
como mujeres de –lo que en otros términos podríamos denominar– ‘clase
media’, ‘clase baja’, ‘clase trabajadora’.
Si bien los actores que participaron en la investigación fueron selec-
cionados en virtud de su participación pasada o presente en algún tipo
de organización social, barrial, sindical, o laboral3, la diferencia en sus
condiciones de vida y trabajo nos permitió establecer un eje de distinción
que podemos denominar socio-corporal.
Para ello tomamos dos categorías propuestas por Scribano (2004) para
el análisis de los conflictos, que remiten a la posición social de los actores
y a la capacidad de acción de los mismos según dicho lugar: “en un con-
flicto siempre la posición de los sujetos tiene que ver con su capacidad de
disponer de su punto en el espacio, que es su propio cuerpo. Por eso los
conflictos hablan de una geometría de los cuerpos: cómo están las figuras
y las formas sociales en relación a un conflicto en particular” (Scribano,

El purgatorio que no fue


2004: 55). Es decir, qué lugares ocupan y cómo se ubican relacionalmente
con los otros, en la topología social.
Los cuerpos expulsados, que viven en los márgenes socio-espacia-
les de nuestras ciudades cordobesas presentan una geometría parti-
cular. Los habitantes de las ciudades-barrio de Córdoba, por ejemplo,
constituyen desde una geo-política estatal cuerpos alejados, relegados,
segregados, despojados.4 En la perspectiva que plantea Bauman (2004)
los supernumerarios se homologan a los desechos de la sociedad, y
quienes están integrados son aquellos en condiciones de consumir y 55
producir los residuos tóxicos que se envían a los vertederos de los paí-
ses pobres. La topografía de un país está organizada de acuerdo a la

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


inclusión y exclusión de los cuerpos y va más allá de la cantidad de habi-
tantes; se trata de un sistema de desigualdad estructural cuya lógica es
la expulsión mediante la segregación socio-espacial perpetrada a partir
de determinada política corporal5.

3
Quienes participaron en los grupos de discusión provenían de las siguientes organiza-
ciones: Vecinos Auto-Convocados Contra el Abuso Policial (VACCAP); Movimiento Teresa
Rodríguez (MTR); Asociación de Trabajadores de Contact Centers y Afines de Córdoba
(ATCCAC); Central de los Trabajadores Argentinos (CTA); Movimiento socialista de los
trabajadores (MST); Cooperativa 7 de febrero; Organización Barrial de Relevamiento y
Actividades Sociales; Cooperativa Comunicar.
4
Véase Levstein, A. y Boito, E. (2009) De insomnios y vigilias en el Espacio Urbano
Cordobés. Lectura sobre Ciudad de Mis sueños. Universitas. Córdoba.
5
El mismo análisis se puede utilizar a nivel internacional. Bauman (2005) ha señalado que
los países pobres son el vertedero del mundo: el caso de la instalación de plantas industria-
les altamente contaminantes es todo un dato de esta situación, al igual que la explotación
de minas a cielo abierto y el manejo de los recursos energéticos, el nivel de consumo de los
mismos en los países ricos y la privación de la energía en los países pobres. Esto muestra
que los riesgos globales no son producto de la espontaneidad, del azar o de la naturaleza,
sino que constituyen una distribución asimétrica basada en la misma lógica del capital. De
esta manera, el lugar que tienen los países pobres es el de actuar como soporte del alto
consumo de energía y recursos naturales que se realizan en el centro.
Veamos algunas expresiones –en un juego de auto y hetero-percep-
ciones– que dan cuenta de la posicionalidad socio-espacial con que habi-
tualmente los cuerpos se identifican y diferencian:

M: castigan a los chicos y son ellos mismos, salidos de la periferia,


quienes van a buscar a sus propios, y no les interesa ya porque ellos
ganan un sueldo y no quieren volver a caer en la miseria. (GdeD2, Villa
María: 2009. Integrante de VACCAP)

M.J.: yo creo que se amplió la brecha entre ricos y pobres. (GdeD2,


Villa María: 2009. Ex -integrante del Club del Trueque)

Periferias, caídas y brechas dan cuenta de procesos de segregación y


fragmentación social, que se traducen en los espacios que se ocupan, en
Crisis e incertidumbre...

las capacidades de uso y disfrute de ciertos lugares, en las posibilidades


de acceso a determinadas instituciones. En las dos citas anteriores –que
pertenecen a cuerpos en riesgo de empobrecimiento–, las participantes
no se identifican con la periferia, la miseria ni con la riqueza y pobreza. En
una difusa ‘sociometría’, estos cuerpos dejan en claro a qué espacios no
pertenecen y qué lugares no ocupan.
Pero las geometrías corporales se complementan con la potencialidad
de los movimientos de los sujetos y a esto remite la noción de ‘gramática
56 de la acción’ (Scribano, 2004: 55), en tanto arte de hablar y escribir, de
expresarse, de visibilizarse. En este sentido los inundados constituyen
un retrato fiel de esos cuerpos precarios: socialmente ubicados donde ya
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

estaban literalmente con el agua al cuello (D’Amico, 2007; 2008)6 quedan


limitados en su capacidad de movilizarse:

M: a nosotros nos entraba agua en la época de esa inundación, que


vino de Malagueño,7 mucho barro nos entró a las casa, y agua.
Coord.: ¿en qué momento fue eso?
M: esto fue, no recuerdo.
Coord.: ¿no fue por ahí en el 2001, 2000?
M: sí, 2002-2003, porque fue una inundación que vino de Malagueño
P: hubo muchas inundaciones
M: Muchas, pero esa fue…
P: pero la última fue la que rebalsó a nosotros, imagínate que uno tenía
la casa y el agua acá le llegaba. Entonces, todo lo que, todo lo que uno
tuvo adentro, lo perdió todo, no nos quedó nada. Los chicos lloraban
desesperados, entonces fue cuándo ahí a nosotros nos agarró gente

6
En una investigación realizada a partir de las inundaciones en la ciudad de Santa Fe en el
2003 constatamos que los barrios que más habían sufrido las consecuencias del agua eran
también según el censo del año 2001 los más pobres, donde mayor NBI (necesidades básicas
insatisfechas) se registraba y donde había mayores índices de desocupación, por ello la ex-
presión de que estaban con el agua al cuello antes de la inundación. (D’Amico, 2007, 2008).
7
Malagueño es una ciudad ubicada a 21 km. de la capital de Córdoba.
del gobierno y nos llevó (…) y el agua del río te daba y te daba. (GdeD2,
Córdoba: 2009. Diálogo entre dos habitantes de una ciudad-barrio)

En los bordes se pierde hasta la nada, el agua incesante e irreverente


golpea y asesta. Esta posicionalidad precaria se tradujo en una capaci-
dad reducida de acción: el Estado ‘los agarró’ y ‘los llevó’ definitivamente
a una ciudad-barrio afectando, como una espiral de desventajas que se
acumulan, nuevamente las gramáticas de las acciones:

D: tengo la experiencia... hago con chicos de fútbol que nos traslada-


ron a “Ciudad de Mis Sueños” hace 5 años, y también tengo una batu-
cada y participamos de eventos, corsos, carnavales... sino también del
colegio, en las fiestas, en el jardín o en los eventos también salimos
a otros barrios, los que podemos, los más cerca. (GdeD1, Córdoba:

El purgatorio que no fue


2009. Habitante de una Ciudad-barrio).

Los límites de las acciones de los cuerpos precarios se sienten de


manera diferente cuando se los contrasta con los cuerpos en riesgo de
empobrecimiento:

W: estamos trabajando en el sentido de mejorar la calidad del trabajo


de los jóvenes, porque el margen de trabajo es de 19 a 29 años de la
masa… la mayor cantidad de gente que trabaja en los call es en esa 57
edad. Tratar de solucionarle los problemas que tenemos de ahí, de
trabajo, trabajo en negro, los problemas de enfermedades que esta-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


mos teniendo, que terminan generando problemas sociales. (GdeD1,
Córdoba: 2009. Integrante de la ATCCAC)

J: … si de pronto la gente sale a manifestarse creo que es una sensa-


ción de alegría, ¿no? Una sensación de que la cosa funciona, de que
hay participación y compromiso social, para lo que sea, ¿no? Para el
hospital, para lo gremial, para lo vecinal, creo que cuando la gente se
manifiesta es muy importante. (GdeD2, Villa María: 2009. Integrante
de CTA)

Las acciones vistas desde sus gramáticas, dan cuenta de posibilida-


des y límites, de oportunidades y obstáculos, de modos diferentes en que
los cuerpos movimiento, sensu Scribano, pueden disponer de sí mismos.
Las ganas de mejorar las condiciones laborales, la participación y el com-
promiso se contraponen al temor y la impotencia:

S: Y con respecto a lo que decía la compañera (…) Ella dice que vota-
mos por el bolsón, por el dinero… bueno, también votamos para cuidar
el puesto de trabajo (…) por no quedarnos sin el puesto de trabajo.
(GdeD1, Villa María: 2009. Integrante de la Cooperativa 7 de febrero)
D: … quiero decir que vos mañana salís a protestar y pedir, y no sabés
si volvés a tu casa. Vayás por el lado que vayás, porque vos te parás
contra el gobierno con tus ideas y salís perdiendo. (GdeD1, Córdoba:
2009. MTR.)

Perder puestos precarios o perder batallas de reclamos indican una


posición y disposición de estos cuerpos, rodeados de bronca, impotencia
y minusvalía de la acción. En este sentido se puede establecer una dife-
rencia clara entre los cuerpos precarios, cuando realizan acciones en pos
de la inclusión (reclamar planes sociales, apertura de comedores, mejora
de atención en los dispensarios barriales, entre otros), mientras que los
cuerpos en riesgo de empobrecimiento luchan por mejorar sus condicio-
nes en la sociedad aseguradora: la vieja sociedad salarial.
En diálogo con Claudine Haroche, Robert Castel sostiene que la pro-
piedad privada fue el zócalo mínimo que permitió al hombre procurarse
Crisis e incertidumbre...

seguridad en su vida y de ese modo sostener la propiedad de sí, es decir


de su propio cuerpo. Con el advenimiento de la propiedad social, ya en-
trada la modernidad, el Estado dio ciertas garantías a los no propietarios
mediante el estado social (estado del bienestar). Posteriormente, con las
rupturas de las redes sociales y la desaparición de ciertos soportes de
contención social los no propietarios no disponen de su propia acción. En
todo caso, las acciones colectivas, las formas de supervivencia cristali-
zadas en espacios de cooperación constituyen intentos de rehabilitación
58 de los no propietarios (Castel y Haroche, 2003; Castel, 2004), de aquellos
que carecen de soporte:
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

El término soporte, puede tener diversas acepciones, pero yo lo tomo


aquí en el sentido de condición objetiva de posibilidad… es hablar de
recursos o capitales en el sentido de Bourdieu, es la capacidad de
disponer de reservas que pueden ser de tipo relacional, cultural, eco-
nómica, etc., y que son las instancias sobre las que puede apoyar-
se las posibilidades de desarrollar estrategias individuales. (Castel y
Haroche: 2003, 19)

Si pudiéramos medir estadísticamente los soportes, diríamos que los


cuerpos en riesgo de empobrecimiento disponen de un cúmulo de recur-
sos, mientras que los cuerpos precarios carecen de ellos. Una situación
de crisis económica generalizada –como lo fue el 2001– o una amenaza
de perder el empleo afectará de manera proporcional en función del quan-
tum de soportes con que se cuente.
Aunque no podríamos establecer una correspondencia absoluta entre
determinadas geometrías corporales que ‘determinen’ ciertas gramáticas,
pues la lógica de lo social siempre tiene consecuencias inesperadas o in-
advertidas, sensu Giddens, hemos tratado de delinear en este artículo dos
modalidades de articulación entre ambas que dan como resultado la iden-
tificación de lo que denominamos cuerpos en riesgo de empobrecimiento
y precarios. La diferencia entre ambos se cristaliza en las posiciones que
ocupan y en las posibilidades de llevar a cabo una acción. Trataremos de
definir brevemente a qué nos referimos en cada caso.
Pobreza, marginalidad, exclusión, vulnerabilidad, entre otras, constitu-
yen parte de un repertorio que las ciencias sociales tienen a mano para
analizar y comprender determinados procesos de desigual acceso a re-
cursos básicos. En “La Sociedad del riesgo”, Beck (2002) sostiene que en
las sociedades desarrolladas contemporáneas, el riesgo se ha vuelto un
elemento estructural que atraviesa la vida cotidiana de los sujetos, es decir
que se encuentra en las condiciones mismas de estructuración de la orga-
nización social. En esta línea, es el resultado de la acción humana (agency)
y en especial se relaciona con las formas económicas y las características
intrínsecas de las instituciones de la sociedad moderna. En pocas palabras,
el riesgo forma parte de las acciones que los agentes sociales desarrollan
en los diferentes ámbitos en que está organizada la sociedad. Así, se trans-

El purgatorio que no fue


forma en un elemento de lo cotidiano, en una dimensión de la acción de los
individuos quienes lo consideran externo e incierto.
Para Beck, en la fase de la modernidad reflexiva, el riesgo constitu-
ye además un hecho social generalizado pues sus efectos trascienden
las barreras culturales, de género, clase, estatales o nacionales. Es más:
“con la generalización de los riesgos de la modernización se pone en mar-
cha una dinámica social que ya no se puede comprender con la categoría
de clase.” (Beck, 2002: 56)
Ahora bien, si retomamos la noción de ‘soportes’ podemos afirmar que 59
el riesgo es capaz de afectar a la sociedad en su conjunto de modos di-
ferentes. A esto se suma el carácter dual de su imprevisibilidad dado que

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


los agentes que deberían actuar con el fin de controlarlo muchas veces lo
potencian, sin pretenderlo. Esto implica que hay agentes situados como
productores de riesgos, la organización misma de la sociedad genera pe-
ligros y amenazas para los sujetos. Los actores decisores de la sociedad,
o bien generan ciertos peligros o minimizan su importancia para legitimar
ciertos modelos de desarrollo; claramente esto nos muestra la dimensión
política que subyace a toda consideración acerca de los criterios que de-
finen los alcances de dicha categoría en las esferas oficiales.
En nuestro caso, acotaremos la noción de riesgo al ámbito socioeco-
nómico, que puede encuadrarse en la ya conocida ‘sociedad salarial’ de
Castel, aunque respecto a nuestro contexto político y social entraña im-
portantes diferencias.
Mora Salas (2008), tomando distancia de la noción de ‘vulnerabilidad’
propone la idea de ‘riesgo de empobrecimiento’, con la que pretende dar
cuenta de las probabilidades de sectores medios de caer en la pobreza.
Si bien su enfoque se orienta hacia la determinación estadística de la
diferenciación entre pobres y no pobres, su aporte resulta interesante por-
que va más allá de la mera polarización ‘ricos-pobres’ al identificar cuatro
sectores sociales. El autor considera a cierta parte de los sectores medios
como aquellos que pueden empeorar sus condiciones de vida, delimi-
tando sus ingresos por encima de la línea de pobreza: “ello condujo a la
identificación de un cuarto estrato social ya que, además de los pobres
extremos y los pobres relativos, se diferenció a los hogares no pobres en
dos grupos: hogares no pobres en riesgo de pauperización (integración
social frágil) y hogares no pobres sin riesgo o con integración social con-
solidada” (Mora Salas, 2008: 40).
Si bien el autor está preocupado por una conceptualización y delimi-
tación que le permita realizar análisis estadísticos, aquí nos permitimos
tomar sus aportes para hablar de cuerpos en riesgo de empobrecimiento,
como aquellos sujetos –hombres y mujeres– que se sitúan en una geo-
metría corporal que los ubica posicionalmente ‘dentro’ de la sociedad, y
una gramática de las acciones que los habilita a reclamar, demandar au-
mentos salariales, organizar la recuperación de una empresa, entre otros.
Se trata de trabajadores formales pero también de otros bajo condiciones
de subempleo o empleo informal cuyas condiciones de vida actuales les
Crisis e incertidumbre...

permiten reproducirse, pero podrían deteriorarse frente a una crisis eco-


nómica, la pérdida del empleo, o cualquier otra eventualidad. En otras
palabras, cuerpos que, en el 2001 vieron mermadas sus capacidades de
compra, sin por eso caer en el hambre que desespera. A continuación
presentamos algunas expresiones que nos permitirán ilustrar desde las
voces mismas de los sujetos entrevistados, lo que queremos manifestar:

M.J: para el trabajador con un sueldo, llegar a la casa propia, lo que


60 decía él (…) ¡no se puede más!, los que tuvimos la posibilidad hace
unos años atrás, meternos en un crédito, poder sacarlo, lo pudimos
hacer y lo compramos, pero ahora, los matrimonios que se casan
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

ahora tienen que esperar que el gobierno lance un plan de vivienda


para poder tener la casa propia. (GdeD2, Villa María: 2009. Ex -inte-
grante del Club del Trueque)

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento sienten que en algún sen-


tido, ‘todo tiempo pasado fue mejor’, pues sus márgenes de consumo se
van reduciendo hacia el futuro. La vivienda propia que constituyó la metá-
fora de la seguridad, la estabilidad y la protección misma de los cuerpos
–como vimos páginas arriba– en el contexto del Estado de bienestar, se
vuelve ahora un deseo, una espera. La propiedad también se altera cuan-
do la crisis obliga a reducir el alcance de las actividades comerciales o
buscar empleo por otros rumbos:

I: En mi casa nosotros la pasamos horrible. Teníamos dos negocios,


uno saliendo para Córdoba en la estación de servicio de [xx], (…) y el
otro en el Tiro Federal. Tuvimos que cerrar los dos comedores. (GdeD1,
Villa María: 2009. Integrante de VACCAP)

D: a partir que me quedo sin trabajo, después comienzo con la docencia.


Estuve dos años sin trabajo a partir del 2002 (…) Yo estaba trabajando
con una de estas empresas subcontratadas cuando ocurre lo del 19 y
20, y los primeros días de enero me quedo sin trabajo con una nena de
8 meses, 9 meses. Bueno estuve dos años sin trabajo, por suerte mi
señora era docente, y bueno era el único ingreso que teníamos en ese
momento en la casa. (GdeD2, Córdoba: 2009. Docente, ingeniero agró-
nomo e integrante de la Red Barrial)

El cierre impuesto por la crisis del 2001 se traduce en una reducción


de cuerpos que aún tienen algo que perder, que aún pueden reproducir-
se con menos, que aún les queda un radio de acciones alternativas, que
aún tienen soportes. En estos casos, las geometrías se debilitan junto
con las gramáticas de los cuerpos que pueden retroceder o reclamar
colectivamente:

J.L: nosotros hemos manifestado para reclamar planes, planes de

El purgatorio que no fue


empleo, hemos manifestado para que los compañeros que estaban
trabajando en el basural los pudieran incorporar a una cooperativa
de trabajo del Estado. Entonces cuando nosotros peleamos por esos
objetivos y hay otros que pelean por ver cómo recuperan el patrimo-
nio que ellos mismos han construido a partir de explotación laboral,
a partir de una acumulación injusta, entonces tenemos una sensa-
ción así como que son dos Argentinas distintas”. (GdeD2, Villa María:
2009. Integrante de CTA)
61
A: tengo 29 años, soy un trabajador de Call Center (…) decidimos crear
una organización de trabajadores de call center para tratar de sacar al

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


actual gremio que tiene el convenio colectivo de trabajo, que es Comercio
y tenerlo en lo propio de la actividad, con trabajadores de la actividad.
(GdeD2, Córdoba: 2009. Trabajador de Call Center)

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento disponen de sus gramáti-


cas para demandar mejoras en las condiciones de trabajo –que todavía
tienen–, o aumentos salariales, que se siguen encuadrando en la ‘fantasía
del horizonte salarial’ (Lisdero y Vergara, 2009). Pero es precisamente en
esta gramática de la acción, en esta capacidad de expresarse de los cuer-
pos, que pueden diferenciarse de los cuerpos opulentos, poderosos.8
Los cuerpos precarios, en cambio, presentan geometrías y gramáticas
diferentes. Son de alguna manera cuerpos desechos, des-hechos y des-
echados, expulsados, que viven permanentemente, sensu Scribano, en el
‘mundo del NO’. En términos de la inserción al mercado laboral, los cuer-
pos precarios padecen espiraladamente fases de empleos informales,

8
A lo largo del desarrollo de los 4 grupos de discusión, estuvo presente el conflicto con los
productores agropecuarios de comienzos de 2008, como una situación de crisis de menor
envergadura que la del 2001, pero que refrescó el recuerdo de los temores, peligros y pre-
ocupaciones. En la cita, el integrante de CTA, trata de diferenciarse de los terratenientes,
o productores sojeros.
escasos ingresos y desempleo, lo que algunos denominan ciclos de bajos
ingresos, seguido por ciclos sin ingreso.9 Las trayectorias laborales trazan
unas gramáticas que se vuelven ‘espirales de precariedad’ (Paugman,
1995; citado en Bayón y Saraví, 2007: 80) o ‘espirales de desventajas
acumuladas’ (Gonzáles de la Rocha, 2007: 146). Lo anterior se pone de
manifiesto “en la experiencia del desempleo, en los períodos cada vez
más largos que transcurren entre changa y changa, en la discontinuidad
e incertidumbre en la percepción de ingresos, en la dificultad creciente de
‘inventar’ trabajo, en la desesperación que genera ‘no tener una moneda’”
(Bayón y Saraví, 2007: 81). Posibilidades limitadas de acceso a trabajo,
salud, educación, comida, sumados a la experiencia en carne propia del
dolor social (Scribano, 2007a) y la impotencia (Scribano, 2007b) constitu-
yen vectores que atraviesan a estos cuerpos:
Crisis e incertidumbre...

R: Yo entro al Mercado desde hace 32 años… diez centavos la bolsa


de papas para descargar, hoy pasaron 32 años de mi vida y vale vein-
ticinco centavos la bolsa de papa para descargar. (GdeD1, Villa María:
2009. Empleado del Mercado de Abasto)

Cuando las vidas se equiparan con el valor de cambio de las mercan-


cías, se advierte que lo desvalorizado de un trabajo a lo largo de las déca-
das no alcanza para la reproducción de los cuerpos. Precarios, carentes
62 prácticamente de soportes, padecen además el castigo lombrosiano de
portar una ‘cara’ que no se ajusta a los estándares estético-policiales del
buen ciudadano:
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

R: Estaba juntando cartón con mi señora, mi señora manejaba el carro


a caballo. [se le acerca un policía y le pregunta] “Y ¿qué anda hacien-
do?”, “juntando papeles” le digo, “andá ahí abajo la luz”. Me fui para la
luz (…) Me dice “no me gusta tu cara”, “y a vos qué te importa –le digo–
es la única cara que tengo –le digo–, ¿querés que me la cambie?”, le
digo, agarró me torció los brazos (…) me llevó contra la pared, ¿no?
y (…) con el borceguí una patada en los tobillos. (GdeD2, Villa María:
2009. Recuperador de residuos)

C: bueno, yo tengo desde siempre, desde que tengo uso de razón de


que siempre nos pasó lo mismo. Nunca tuvimos una forma para vivir,
sobrevivimos, nada más. Y como sobrevivimos, no vivimos bien, no
hacemos estudiar los hijos, que es lo más importante, no podemos,
porque con lo que ganamos no podemos. Es imposible… (GdeD2,
Córdoba: 2009. Recuperadora de residuos)

El mundo del ‘NO’ se siente de muchas maneras en un continuo que


enlaza a través de las generaciones el pasado y coloniza el futuro.

9
Nos referimos al “low pay, no pay cicle” (Stewart, 1999 citado en Bayón y Saraví, 2007: 66).
Tal vez la mejor forma de dar cuenta de la distancia que hay entre los
cuerpos en riesgo de empobrecimiento y los cuerpos precarios sea la
mismísima ‘experiencia de la realidad’:

J: son dos realidades diferentes entre la gente que trabaja y las organi-
zaciones sociales.10 Si bien es lo mismo, estamos hablando de lo mismo,
pero las realidades son diferentes. (GdeD1, Córdoba: 2009. Integrante
de la Organización Barrial de Relevamiento y Actividades Sociales)

En las páginas que siguen mantendremos estas categorías analizando


cómo vivieron la crisis del 2001, y luego de qué formas se siente el pre-
sente y el futuro, azotado para ambos –pero de manera desigual– por el
riesgo y la incertidumbre.

El purgatorio que no fue


3- La crisis del 2001: entre la movilización y el descontrol, el trueque
y los planes

En este apartado analizaremos los grupos de discusión dando atención a


las vivencias expresadas por estos dos tipos de cuerpos ante la situación
crítica de finales de 2001 y comienzos de 2002. Para ello tomaremos en
cuenta dos dimensiones emergentes en los grupos de discusión: por un
lado las experiencias de movilización, participación, asambleas, y por otro 63
las experiencias ligadas a los intercambios de la economía (en particular
las experiencias del trueque y los planes sociales).

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


3.1- Las movilizaciones como íconos de las gramáticas

Haciendo un análisis de los principales diarios nacionales y algunos pro-


vinciales de ese período, Visacovsky (2009) tipifica algunas característi-
cas con las se identificó a una ‘supuesta’ clase media en los cacerolazos:
la espontaneidad los movilizó a las calles (en oposición a los llevados
o movilizados por relaciones de clientelismo político), fueron pacíficos
a través del uso de cacerolas (en oposición a los ‘activistas violentos’
y ‘agresivos’), se identificaban por barrios o por familias y esto permitió
el efecto ‘contagio’ entre balcones y veredas; finalmente, esta cercanía
socio-espacial fortaleció la imagen de un vecino o vecina de un barrio que
podía ser claramente identificado, que posee un hogar –¿propiedad?– (en
oposición a los grupos peligrosos cuyo origen se desconoce).
Aunque consideramos que desde esta perspectiva ‘la clase media’ ad-
viene como una noción difusa y poco exhaustiva, algunos de los rasgos
que Visacovsky releva de los diarios pueden hallarse en las gramáticas

10
Muchos cuerpos precarios participan en organizaciones o movimientos sociales. Pero
muchos otros, ni siquiera en eso.
de las acciones que los cuerpos en riesgo de empobrecimiento tuvieron
durante el período de las crisis:

E: No, bueno, yo a 2001 lo reivindico como estado de discusión (…)


Nosotros éramos felices en ese estado, donde discutíamos con la
gente; porque en realidad lo que proponemos es eso: la discusión
para llegar a las necesidades. (GdeD1, Villa María: 2009. Integrante
del MST)

La discusión es, en términos habermasianos, parte de una construc-


ción racional, colectiva e intersubjetiva que opera a través de un diá-
logo consensuado. En este sentido, se asemeja al carácter “pacífico”
de la “clase media” que mencionamos antes. Las asambleas generan
felicidad en los actores como una de las tantas formas de participar y
Crisis e incertidumbre...

comprometerse:

N: Estábamos sobre el bulevar y no se generaban hechos de violen-


cia, era como que la gente nos apoyaba, inclusive la policía no nos
atacó en ningún momento. Sí, a lo mejor teníamos la violencia de la
presión patronal de que volviéramos al trabajo (…) hacíamos choripán
en el medio del bulevar y parábamos el tránsito. Pero también era una
cuestión de unión. Todos los trabajadores y la gente de Villa María.
64 Era unión a la fuerza, ponele, porque nos íbamos a quedar todos sin
trabajo, pero, en sí, no, no había violencia en ese momento.” (GdeD2,
Villa María: 2009. Integrante de la Cooperativa Comunicar)
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

Sin violencia ni represión, dispuestos en el medio del bulevar, los cuer-


pos de estos trabajadores –en riesgo de perderlo– se definen también
como pacíficos ciudadanos reclamando solución a un conflicto laboral:

M: Yo particularmente, a mí lo que me molestó mucho en el 2001, era


una, era como una paradoja, estaban en Buenos Aires levantados los
barrios marginales… y también a la vez estaban los cacerolazos que
no se unían con los barrios marginales. Quienes murieron fueron los de
los barrios marginales, no los de los cacerolazos, acá en Villa María es
como una mezcla, no vi gente de los barrios marginales, veía sí gente,
a lo mejor trabajadora, pero los que… los que iban a… a reclamar a los
bancos, que eran los que habían, que podían tener ahorros. (GdeD2,
Villa María: 2009. Integrante de VACCAP)

La crisis se percibió y sintió de diversas maneras según las geome-


trías corporales. Los cuerpos precarios, de los barrios marginales no
se unían con los participantes de los cacerolazos, sufren represión y
muerte, en contraposición a quienes la tenencia de dinero retenido en un
banco, indica ya dónde viven. Desde una mirada contrastante, los mar-
ginales o precarios son reprimidos porque son violentos, mientras que
quienes sólo tienen cacerolas en sus manos, reclaman en los bancos
sin recurrir a la agresión. La lógica de lo socialmente aceptable pare-
ce construir un dispositivo clasificatorio en torno al par pacífico-pulcro-
civilizado en oposición a agresivo-marginal-bárbaro. En esto interviene
también la versión política de la ‘teoría del derrame’11 que vuelve a poner
en condición de llevados, empujados por otros, a los cuerpos precarios,
que son la ‘gente de abajo’:

A: estaba trabajando esa noche y estábamos por ahí en cierta forma


del otro lado, resguardando los bienes del lugar donde trabajábamos,
cerrando todo con cierta seguridad para que no, para que no pasara
eso del saqueo justamente, y tratar de controlar esa situación, no como
empleador pero como trabajador estábamos cuidando el trabajo, la
fuente de trabajo, para no desayunarnos con una situación incómoda o

El purgatorio que no fue


algo irretornable. (GdeD2, Córdoba: 2009. Trabajador de Call Center)

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento, protegían sus lugares de


trabajo, frente a la violencia que supuestamente vendría de la mano de
los ‘saqueadores’. Estar del otro lado, cerrando, cuidando, resguardando
no sólo los bienes, sino también la ‘fuente’ del trabajo contrasta con el
cansancio de los cuerpos precarios:

C: … (El efecto de la crisis) lo paga el pobre. Porque somos los que, 65


todos los platos rotos, bueno, los juntamos nosotros. Y eso es lo que
pasó, llegó un momento en que la gente se cansó de estar contenido

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


con un plato de comida y salió a la calle. No hubo forma de pararlo.
Y eso fue lo que pasó. Nosotros estábamos organizado también, y en
ese sentido, había grupo, muchos grupos. Entonces fuimos y hicimos
un boquete en el (hipermercado), hasta que vino la gendarmería y nos
agarró a tiros, pero se sacaron varias cosa de ahí, bastante, ¡cansa-
dos de comer menudo de pollo, por ejemplo! (GdeD2, Córdoba: 2009.
Recuperadora de residuos)

El cansancio desde las entrañas es el motivo para los cuerpos preca-


rios de ingresar a una propiedad privada, que custodia celosamente gen-
darmería. El cansancio cansa, y se desborda. Para los cuerpos precarios,
ese momento fue – a diferencia de una asamblea o un cacerolazo – una
extraña mezcla de necesidad de salir a procurarse recursos vitales y el
miedo a la represión. Y allí donde se congregaban grandes cantidades de
personas a reclamar y buscar alimentos estaban las fuerzas de seguridad
protegiendo las grandes cadenas de hipermercados, dejando ‘liberadas’
las zonas de los pequeños negocios de los barrios donde se produjeron
la mayor cantidad de saqueos (Auyero, 2007). Las secuencias del relato
siguen en los barrios:

11
Ver el artículo de Boito, Cervio y Paz García, en el presente libro.
P.: ¿yo en el 2001?, yo vivía en San Roque, Villa Martínez
Coord.: ¿barrio San Roque?
P.: Barrio San Roque, a esa altura yo estaba en Barrio San Roque,
después me fui a Villa La Maternidad y después pasé a “Ciudad de
Mis Sueños”, pero yo estaba en Barrio San Roque, así que imaginate.
(GdeD2, Córdoba: 2009. Habitante de una ciudad-barrio)

La imaginación debe suturar la falta de palabras que algunos cuerpos


precarios tienen para describir la desesperación, el temor y el descontrol:

S: Fue bravo ahí, en Villa El Libertador, yo vivía ahí, y había quedado


sola yo con los menores y ahí fue bravo, fue terror, se metían, hasta se
metían en las casas, para pegarte, los chicos, una balacera
D: un descontrol
Crisis e incertidumbre...

S: un descontrol
D: se metía la policía
S: la policía, claro, se metía la policía porque claro, venían corriéndolos
a los chicos
C: Claro venían a buscarlos…
L: sí, fue como en Villa Urquiza, como a mí… [por lo bajo]
S: se metían y (...) Les tiraban la puerta. Ahí, Libertador, Comercial, fue
de terror. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre dos habitantes de una
66 ciudad-barrio y una recuperadora de residuos)

Los adjetivos ponen color a una escena que muestra puertas adentro
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

la crisis del 2001, allí donde no había asambleas, cacerolas ni moviliza-


ción popular. En este caso la violencia, el terror, lo bravo, el descontrol
encuentra rostro y manos en una institución estatal que detenta –sensu
Weber– la legitimidad del monopolio de la violencia física12 en resguardo
de las propiedades privadas que son invadidas. Aquí, en estos barrios ya
no son los ‘marginales’ estrictamente los violentos, sino los perseguidos
y golpeados.
A continuación veremos otros momentos diferenciales de la crisis, más
ligados a la economía cotidiana.

12
Sobre este tema véase en este libro el artículo de Ibáñez, I y Seveso Zanín, E. “Políticas
de encierro y regulación de las sensaciones. Un abordaje desde la vivencia de los poblado-
res de ‘Ciudad de mis Sueños’”. También se puede consultar: Seveso Zanin, E. y Cabral, X.
(2009) “Contra la Pared: Los cuerpos del delito. Descripción y análisis de algunas escenas
de violencia policial” Anuario en XXVIII Congreso de ALAS. ISSN: 1852-5202. Universidad
de Buenos Aires (UBA), Septiembre. Disponible en: cuerposyemociones2009.blogspot.
com/.../mesas-temáticas-gt-26.html -; Seveso Zanin, E. y Cabral X. (2009) “Policiamiento y
políticas de seguridad: nuevas retóricas y dispositivos de segregación espacial en la ciudad
de Córdoba”. Reunión Regional de Observatorios Urbanos Locales “Espacio público como
generador de ciudadanía”; Observatorio Metropolitano de Colima; ciudad capital de Colima
(México); 9 y 10 de Noviembre.
3.2- Cuando lo que abundaba era la escasez

Otra dimensión que emergió de los grupos de discusión fue la vinculada a


la economía familiar, a las prácticas de intercambios. Sin dinero circulan-
te sumado a la salida de la convertibilidad que aceleró el aumento en el
precio de los bienes, el trueque, los planes de Jefas y Jefes de Hogares
Desocupados, y posteriormente la emisión de bonos constituyeron una
‘bocanada de aire fresco’, como dice un participante en uno de los grupos
de Villa María. En ese entonces, el escenario para los cuerpos en riesgo
de empobrecimiento podría sintetizarse en los siguientes términos:

M.J: Yo creo que en el 2001, estábamos todos pobres, todos pobres,


nada nos alcanzaba, todos andábamos buscando la posibilidad de
hacer algo. (GdeD2, Villa María: 2009. Ex –integrante del Club del

El purgatorio que no fue


Trueque)

Los niveles de consumo se redujeron hasta que estos cuerpos se sin-


tieron pobres. La búsqueda casi desesperada de algo para revertir esa
situación condujo a algunos sectores a crear espacios de trueque:

J.L: el tema de los planes de empleo, los planes de empleo que eran
de $150, pusieron un paño de agua fría enorme y uno decía son $150,
pero los compañeros lo necesitaban y mucho. Después le dieron la 67
utilización que le dieron, desvirtuaron… pero en ese momento fue, de
alguna manera, el oxígeno que necesitaban muchos compañeros que,

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


digo, lo utilizaban a lo mejor para comprar harina, hacer pan y llevarlo
al trueque o para comprar una ropa, la vendían y la llevaban al trueque,
es como que se motorizó una economía de los sectores medios bajos
que estaba parada, estaba muerta. (GdeD2, Villa María: 2009. Militante
de CTA)

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento que no recibían los pla-


nes, los identifican a éstos como un alivio, una frescura que puede anes-
tesiar como una medida de contención social (Arcidiácono, 2004), para
quienes desde más abajo estaban en un estado de parálisis, de inac-
ción; en una situación diferente a quienes seguían percibiendo –aunque
depreciados– sus salarios. El oxígeno permite respirar, sobrevivir como
párrafos más arriba expresa una persona que está en los límites de la
reproducción (cuerpo precario). Para estos últimos, los planes tuvieron
sin embargo otro efecto:

C: … después que vinieron los planes que tenían que trabajar cua-
tro horas, estaban las cuatro horas, si había una fiestita de los de los
abuelos, los chicos… …eran cuatro horas nomás de fiestas, y antes
si nos amanecíamos era amanecerse. ¡Se perdió! (GdeD2, Córdoba:
2009. Recuperadora de residuos)
S: Yo el 2001, lo que consiguió conmigo el 2001 es que saliera a tra-
bajar… porque no era empleada, nada, y ahí empecé a buscar trabajo,
me anoté en el plan ese que daban… (…) Jefe y jefas y…y ahí empecé
la capacitación. Nunca trabajé para jefe y jefas porque no lo considero
que debemos trabajar, o sea siempre me capacité. Nunca fui a lim-
piar nada. Siempre usé ese plan para capacitarme, nada más. (GdeD1,
Villa María: 2009. Integrante de la Cooperativa 7 de febrero)

La desarticulación de las redes comunitarias parece ser una conse-


cuencia inadvertida, o no deseada –sensu Giddens– de la implementa-
ción de los planes Jefas y Jefes de Hogar Desocupados, que tenía un pro-
pósito ‘novedoso’: buscar la inclusión social y participación en la gestión
(a través de los consejos consultivos) a partir de tres modalidades:
- la reincorporación al mercado laboral –empresa privada u organismo
Crisis e incertidumbre...

público– de un/a desocupado/a,


- la realización de una contraprestación en una institución comunitaria
o barrial o bien,
- la capacitación, tal como lo relata la última cita.
Las limitaciones se vieron en la práctica ya que los empleos tuvieron

“un corto alcance al igual que las (contraprestaciones) de capacitación.


En el otro extremo, aquellas destinadas a realizar actividades comunita-
68 rias, que son la mayoría, no siempre cumplen con el objetivo de generar
espacios en los cuales las personas sienten que verdaderamente están
haciendo un trabajo socialmente útil”. (Arcidiácono, 2004)
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento vieron un alivio ante la si-


tuación de caos que podría extenderse. Los cuerpos precarios vieron la
posibilidad de ‘sobrevivir’ individualmente, a través de una capacitación, o
bien, mercantilizando la participación en la comunidad, donde $150 equi-
valían a 4 horas.
La articulación entre planes y trueque puede ser vista como dos medi-
das de ‘contención social’ en medio de la crisis, la primera gestada por el
Estado, y la otra por la Sociedad Civil. Aunque con marcadas diferencias
en los objetivos, en los perfiles de los participantes, en sus modos de
implementación ambas estrategias pusieron sobre el tapete, cuando el
desempleo era alarmante, la valorización del trabajo como medio de sub-
sistencia y como articulador e integrador social. (Arcidiácono, 2004)
En el caso del club del trueque, no hemos encontrado referencias de
los cuerpos precarios de haber participado en ellos, porque tal vez, ni
siquiera tenían qué intercambiar:

N: Llegamos a ser 3600 personas inscriptas en el Club del Trueque, en


ese tiempo. Lo que pasa es que había... era tan grande la conmoción
social en cuanto a lo económico que toda la gente se volcaba a tratar
de producir algo. Yo creo que lo único que no se rescató del club fue los
micro-emprendimientos que había dentro, eso tendríamos que haberlo
rescatado, yo no tenía la posibilidad. (GdeD1, Villa María: 2009. Ex -
Integrante del Club del Trueque)

M.J: sí, fue en el momento, en que el Club del Trueque tenía más aso-
ciados, nosotros estábamos en la organización, cuando más gente
asistía, más intercambio se podía hacer en ese momento. Bueno, no
había planes trabajar en ese momento, no había… ¡no había nada!,
era un desastre, todo un desastre, entonces la gente se volcó mucho
al Club del Trueque. (GdeD2, Villa María: 2009. Ex - Integrante del Club
del Trueque)

E: En realidad, no mostró (La televisión) lo que fue lo más rico de ese


momento; de mi parte, mi opinión, creo que fueron todos los movimien-

El purgatorio que no fue


tos que se armaron a partir de 2001, toda esa época de esos meses,
tanto como son la comunidad del trueque, las asambleas vecinales,
las ollas populares. Me parece como que eso fue también un quiebre
ante este abandono del Estado, el retiro del Estado. (GdeD2, Córdoba:
2009. Trabajador de Call Center)

Los clubes del trueque tienen su origen a mediados del ´90, pero evi-
dentemente ante la falta de dinero circulante –acentuado por el corrali-
to–13 fue una estrategia en principio de los cuerpos en riesgo de empobre- 69
cimiento para mantener un nivel mínimo de consumo. En líneas generales
se identifica al trueque como un ámbito protagonizado en sus primeras

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


etapas por sectores trabajadores o de ‘clase media empobrecida’, “a la
que se han visto empujados por el proceso de crisis, estabilización y
ajuste, concentración económica, contracción del estado, retiro de sus
funciones redistributivas, desempleo, caída del ingreso, etc.”(Arcidiácono,
2004). Mientras que los beneficiarios de los planes Jefas y Jefes estaban
asociados a sectores afectados mayormente por una pobreza estructural
y persistente.
La siguiente expresión permite entender los modos en que los cuerpos
en riesgo de empobrecimiento y los precarios sintieron en lo económico
la crisis del 2001:

L.: Pero la clase media, te voy a decir, [levanta la voz] la clase media a
lo mejor tenía en la casa fideos o cosas porque tienen cómo guardar,

13
En Argentina se denominó corralito a una restricción a la extracción de dinero en efec-
tivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro impuesta por el gobierno de Fer-
nando de la Rúa en el mes de diciembre de 2001. Esta medida ahogó todo movimiento
económico, al restringir bruscamente la liquidez monetaria, paralizando el comercio y el
crédito, rompiendo las cadenas de pago y asfixiando a la “economía informal o no formal”
de la cual depende la subsistencia cotidiana de una porción significativa de la población.
La tensión social se incrementó con la medida, que resultó ser sumamente impopular para
los ciudadanos, sobre todo los pertenecientes a la clase media.
en cambio nosotros somos siempre los más afectados, más allá de
que tengan en el corralito agarrada la plata. (GdeD1, Córdoba: 2009.
Recuperadora de residuos)

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento siempre cuentan con algu-


na reserva, y por ello es que aún les queda un margen de recursos, de
soportes con los que mantenerse sin caer en la supervivencia. Los ‘fideos
en la casa’ constituyen una metáfora de este límite que protege todavía a
muchos de no caer en el hambre, en la desesperación, en la impotencia,
en el encierro, en el cansancio. La crisis afectó a todos, pero de maneras
diferentes y esta diferencialidad roza en el caso de los cuerpos precarios,
con los límites mínimos de la reproducción física.14
En el siguiente apartado veremos el escenario posterior a la crisis y las
vivencias respecto del futuro.
Crisis e incertidumbre...

4- Futuro e incertidumbre en tiempos de post-crisis

La búsqueda de formas de entender los fenómenos sociales en el contexto


de la sociedad del riesgo ha sido estudiada desde diversas disciplinas. En
el ámbito de los problemas sociales Castel (2004) se refiere a la nueva
asegurabilidad, donde aborda las relaciones del Estado en el escenario de
70 surgimiento de ciertos riesgos que dejan al descubierto la ausencia de me-
canismos de atenuación o asegurabilidad (de riesgos o peligros). Bauman
retoma el problema de los excluidos15 desde la mirada de la sociedad de
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

riesgo, donde reaparece la categoría de supernumerario de Castel.


En la década del ’90 en nuestro país la desarticulación de las redes
de protección social se lleva a cabo de manera sistemática a través de
la privatización de las empresas públicas, de la retirada del Estado y de
la disminución del gasto público. Pero en el 2001 la crisis golpea sobre
las cabezas de amplios sectores desprotegidos y refuerza los límites tra-
zados geométrica y gramaticalmente entre los cuerpos precarios y los
cuerpos en riesgo de empobrecimiento.
Es preciso recordar con Castel que:
…para todos aquellos que no disponen de otros recursos que aquellos
que obtienen de su trabajo, esos soportes son esencialmente colec-
tivos (…) para aquellos que no disponen de otros capitales –no sola-
mente económicos, sino también culturales y sociales– las proteccio-
nes son colectivas o no son”. (Castel, 2004: 62)

Las diferentes expresiones de protección colectiva –entre las que


podríamos incluir al club del trueque, las ollas populares, empresas

14
Véase en este libro, el artículo de Scribano, Eynard y Huergo.
15
Consideramos la necesidad de ser cuidadosos con categorías como ésta ya que en
muchos casos tienden a confundir más que a echar luz sobre un proceso complejo.
recuperadas, entre otras– gestadas desde el mismo Estado, o desde la
comunidad perdieron paulatinamente su efervescencia cuando las aguas
bajaron, parafraseando a Scribano.
En este marco nos preguntamos: ¿Qué hicieron después dichos cuer-
pos? ¿A qué nuevos riesgos se enfrentaron? ¿Qué margen de incerti-
dumbre atravesó sus percepciones del futuro, sus prácticas cotidianas,
sus emociones?
En principio podemos decir que las capacidades de crear, sostener
o modificar determinados tipos de soportes para generar asegurabilidad
fueron diferentes para cada uno de ellos, a medida que fueron transitando
la etapa posterior a la crisis. Por esto, en el próximo apartado, presenta-
mos por separado cuáles son las percepciones del escenario posterior en
términos de las posibilidades de organización, las condiciones para una
nueva crisis, y las características del futuro.

El purgatorio que no fue


4.1- El después y el futuro para los cuerpos en riesgo de empobre-
cimiento

Pensar en el 2001 supone evocar a los fantasmas de la crisis, el estallido


social, los saqueos; pero también permite recordar sus conexiones con un
período previo en el que aparecen la década del noventa, el golpe militar de
1976, el Cordobazo. Este cúmulo de vivencias se traslada hasta el presente 71
y desde allí se dispara hacia un futuro cargado de incertidumbre, de pérdida
de certezas, de falta de seguridad ontológica, en términos de Giddens.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Como vimos en la primera parte del apartado anterior, el 2001 implica
un retorno de la política a las calles mediante las asambleas barriales, los
cacerolazos, y la nacionalización de ciertos movimientos como es el caso
del movimiento piquetero. Los participantes de los grupos de discusión
expresaron diversas reacciones: para algunos fue un momento de ruptura
y discontinuidad, en tanto momento de crisis que puso a todos los cuerpos
en riesgo, a partir de una acción política generalizada.
Los cuerpos precarios y los cuerpos en riesgo de empobrecimiento
se encontraron en espacios impensados procurando cursos y reperto-
rios de acción que parecían tener mejores resultados que la demanda
institucional tradicional. Por ello, el 2001 y el tiempo que le sigue son
momentos de resignificación de lo político, de renacimiento de lo barrial,
de lo asambleario. No es estrictamente un fenómeno antipolítico como
se sostiene desde cierto análisis de la politológico (Cheresky, 2002);
es una reacción política ante la caída sin fin para los cuerpos precarios
y una posible caída de los cuerpos en riesgo de empobrecimiento. La
movilización de varios sectores se da justamente por una estructura de
oportunidades políticas (Tarrow, 1997) que se presenta, por la confluen-
cia de ciertos factores.
Los mismos agentes se sitúan en una geometría corporal que los hace
tomar distancia de otros:
C: de 2001 a la época el pobrerío sigue estando igual, no hay políti-
cas para los que menos tienen. (GdeD1, Villa María: 2009. Militante
de CTA)

I: Las medidas del gobierno son para la clase media y la clase alta… el
tema del auto.16 (GdeD1, Villa María: 2009. Integrante de VACCAP)

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento toman distancia de los


cuerpos precarios y reconocen cierta mejoría tras la crisis –sostenimiento
del empleo, del consumo, de los recursos y soportes–, aunque reconocen
que el pobrerío sigue igual –de pobre– y que los márgenes de asegurabi-
lidad del Estado se focalizan hacia algunos sectores.
La lectura a posteriori del 2001 es que fue un punto de inflexión que
obligó a acciones para enfrentar los riesgos de la crisis:
Crisis e incertidumbre...

J: una bisagra a nivel social donde surgieron muchas organizaciones


pero también para nosotros fue una manera de ver que tocamos fondo,
que si no hacemos algo, empezamos a hacer algo y a participar y a
juntarnos, nos vamos al carajo. Nos damos cuenta, pero ya nos ve-
níamos dando cuenta, pero eso es como la gota que rebalsó el vaso,
mirá a lo que tenemos que llegar porque los representantes que nos
tienen que representar nunca nos defienden nuestros derechos, los
72 políticos siempre nos cagan la vida, y así, a nivel general siempre ha
sido así. Entonces es como que nosotros tomamos conciencia de que
nos tenemos que organizar. (GdeD1, Córdoba: 2009. Militante de la
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

lucha por el agua)

Los cuerpos en riesgo de empobrecimiento que tocaron fondo encon-


traron formas organizativas de recuperarse, porque aún tenían disponi-
bilidades para las acciones. La imperiosa necesidad de organizarse es
una estrategia para encontrar protecciones colectivas que minimicen los
riesgos, las pérdidas y la incertidumbre que propagó la crisis.
Sin embargo, se advierte una especie de desazón, ante el ‘siempre ha
sido así’, que se contradice con la metáfora de la bisagra, tal vez porque
estos cuerpos empezaron a sentir también un poco de cansancio:

C: después de todas veces que me he equivocado me volví a equivo-


car de vuelta, y esta es la bronca que tengo. Yo, cuando vino el 2001
y pasó lo que pasó, yo recuerdo haber estado en Carlos Paz e iba al
teatro, a la confitería del teatro, a tomar un café donde iban todos la
parte política de Carlos Paz, todos los que están en Carlos Paz van
a tomar café a la confitería del teatro: no había uno, porque al que

16
Se refiere al “Plan Auto 0 Km” lanzado por el gobierno de la presidenta Cristina Fer-
nández en diciembre de 2008, que tenía como finalidad sostener la producción de las
automotrices y el empleo.
aparecía la gente los corría. Entonces yo pensé, iluso, “van a cambiar”,
¡no!, “Esto les va a servir de ahora en adelante”. (GdeD1, Villa María:
2009. Integrante de CTA)

Las ilusiones puestas en un cambio profundo en la dirigencia política


se diluyeron poco a poco con el correr de los años, al punto que varios
participantes de los grupos focales identificaron con nombres y apellidos,
a quienes estaban antes y aún siguen estando. No mediaron muchos
pasos entre el estrepitoso y rebelde ‘que se vayan todos’ al silencioso y
frustrante ‘se quedaron casi todos’.

J.L: si no se determina un modelo de país en donde hay una distribu-


ción justa de la riqueza, y en donde se debe entender que el capita-
lismo no tiene rostro humano; en donde se debe entender que debe

El purgatorio que no fue


existir una distribución justa de la riqueza y debe existir la posibilidad
de una vida digna. Mientras no exista ese horizonte es muy difícil que
hoy no podamos dejar de mirar la década del 90, está presente hoy la
década del 90. Digo, el salto del 2001 hasta acá, hoy nos hace ver en
la cara de Macri, en la cara de De Narváez, en la cara de Urquía, en la
cara de Schiaretti, en la cara de... todos estos sectores, la década del
90, ¿no?, el gobierno de la Provincia le ha subsidiado a los sectores
de poder económico, sectores agropecuarios del poder económico, 50
millones de pesos, así, de un plumazo, cuando tiene jubilados que no 73
pasan los 700 pesos. Entonces el Estado sigue beneficiando a los que
más tienen. (GdeD2, Villa María: 2009. Integrante de CTA)

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


El Estado aparece como el gestor del riesgo que reproduce el orden
sosteniendo las tramas del poder económico aliado al poder político. La
distribución privada de recursos públicos muestra de qué lado quedan
los cuerpos precarios y por qué: un jubilado que cobra menos de 200
dólares es un cuerpo precario que con ese ingreso no puede procurarse
los remedios, alimentos, ni si quiera lo necesario para la vida. En estas
condiciones no está disponible para la acción y no constituye un peligro
para el sistema. Pero también en esta cita se advierte que los cuerpos en
riesgo de empobrecimiento, no se ven de la misma manera perjudicados,
pues cuentan con un resto de energías corporales y de ciertos soportes
para afrontar una situación de crisis. A la vez, estos cuerpos se vuelven
solicitados cuando el riesgo de una nueva crisis parece aflorar:

C: Yo me acuerdo la gente que te paraba en la calle para pedirte traba-


jo… la gente que… ¡y ahora vuelve otra vez! Y ahora vuelve otra vez, ya
empieza otra vez: “che, Negro, conseguime un laburo, ¿no tenés una
cosa?”. Y uno no le puede dar ninguna respuesta a eso. Es decir, uno
cree que porque uno milita en algún lugar tiene contactos como para
conseguirle… conseguirle un trabajo. Es la desesperación de pensar
que… de que alguien les puede solucionar el problema que tiene. Y
lamentablemente en los últimos tiempos, fundamentalmente después
de la crisis del campo, ha vuelto otra vez a… no digo como la gravedad
del 2001, pero… pero se ha profundizado de vuelta otra vez la desocu-
pación. (GdeD1, Villa María: 2009. Integrante de CTA)

Los soportes se pueden conservar pero no multiplicar, sobretodo cuan-


do se trata de bienes escasos, como el empleo. Si leemos la cita en su
reverso, la desesperación, la desocupación, la falta de soluciones quedan
en la vereda de enfrente de los cuerpos en riesgo de empobrecimiento,
que sienten, sin embargo que vuelve otra vez la crisis, cuyo indicador más
preciado parece ser la desocupación.
Y cuando las políticas de asegurabilidad de nuevos riesgos del Estado
benefician a los cuerpos opulentos, como vimos más arriba, queda echar
mano a los conocidos que aún cuentan con recursos, con ciertas certezas
Crisis e incertidumbre...

y protecciones.

R: A mí me dio mucho miedo, pero muchísimo miedo cuando fue el con-


flicto sojero hace pocos meses atrás, ¿por qué? Porque habiendo ali-
mentos, habiendo combustible, habiendo prácticamente de todo, por lo
menos en los sectores que tenían o que tienen todo (…) me dio mucho
miedo porque se paralizó el país; tuvieron muchísimo que ver los medios
de prensa, muchísimo los medios de prensa, y (…) a mí me dio mucho
74 miedo porque se paralizó el país por ese conflicto. (GdeD1, Villa María:
2009. Integrante de la Cooperativa Comunicar)
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

Las emociones se delatan no sólo en la textualidad. La parálisis del país


remite a una proyección de un estado de inmovilidad propio del miedo, de
la incertidumbre. Aquí podríamos además distinguir un miedo vinculado a
la posibilidad de perder recursos, que se experiencia desde la propia geo-
metría corporal, y otro que se solapa a partir de la construcción mediática.
Miedos, incertidumbres pero también el eterno retorno de algo mejor:

M.J: y me parece que ahora ya hemos llegado a una meseta y que


vamos…
N: Para abajo.
M: Creo, y creo que esto va a llegar de nuevo a una, algo parecido al
2001 (…) Pero no sé si igual, fíjate vos que no va a ser igual, va a ser
mejor, me parece… (…) me parece que va a ser mejor, la gente ha ma-
durado. (GdeD2, Villa María: 2009. Diálogo entre una ex-integrante del
Club del Trueque, una integrante de VACCAP, y una integrante de una
empresa recuperada)

Los miedos y las incertidumbres frente a futuras crisis se ven com-


pensadas con cuotas de optimismo, de capacidad de reunirse, de de-
mandar, de participar, porque son precisamente cuerpos que cuentan
aún con recursos.
4.2- El después y el futuro para los cuerpos precarios

A través del análisis de los grupos de discusión fuimos observando el modo


en que los cuerpos se ubicaban en un horizonte de futuro. En este caso
encontramos en los cuerpos precarios un alto grado de resignación, miedos
construidos por el quiebre de la esperanza y la constante frustración. Se
pudo advertir cómo el dolor social se ha hecho cuerpo, en un mundo cons-
truido por la constante negación, por el impedimento al acceso a infinidad
de bienes y espacios sociales vedados. En este sentido, los riesgos repre-
sentan una metáfora de la eterna caída y una gran capacidad de adapta-
ción a las crisis, que paradójicamente se cristaliza en la imposibilidad de la
acción colectiva de estos cuerpos dañados, adormecidos y muchas veces
resignados por la lógica de la permanente supervivencia en el presente:

El purgatorio que no fue


R: Sí, Sí. ¡No es 2001! Disculpemé, es que si son cimientos. No estoy,
yo no estoy hablando de 2001, fue crisis del 2001, puede haber 10.000
crisis más y ahí (en el Mercado), se van a seguir llenando los bolsillos
unos pocos y unos poquitos amigos del gobierno. (GdeD1, Villa María:
2009. Empleado del Mercado de Abasto)

R.: [Coord: R. decía que él vio que desde hace 20 años hay una con-
tinuidad] y va a seguir. (GdeD1, Villa María: 2009. Recuperador de
residuos) 75

El futuro se presenta colonizado ante la destrucción y la anestesia de un

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


dolor social tan grande que ya no duele más. Las crisis no son bisagras, ni
quiebres, ni rupturas –ni siquiera temporarias– sino parte de un mismo es-
tado de injusticia e impotencia. La costumbre opera como un calmante que
borra el dolor, que lo naturaliza en una forma de resignación y aceptación
de lo dado:

S: Para mí el 2001 sigue, para mí, mí clase social a la que yo perte-


nezco. Más allá de educación tiene que haber justicia también. Porque
por más que… así como ellos se juntaron [se refiere a la cooperativa
Comunicar] han tenido la suerte de estar capacitados, de haber es-
tado preparados porque están trabajando en un medio de comunica-
ción, deben haber estado informados y capacitados, y actualizados”.
(GdeD2, Villa María: 2009. Integrante de la Cooperativa 7 de febrero)

Para los cuerpos precarios el 2001 no constituyó un cambio pues, fal-


tos de soportes, ven menguadas sus capacidades de acción. El deseo
se proyecta hacia la experiencia de otra cooperativa que sí dispone de
ciertos soportes –información, actualización–, energías corporales, dis-
ponibilidad para la acción colectiva y la organización para recuperar una
fuente laboral. En cambio, en el proceso de formación de la cooperativa 7
de febrero, fue el Estado municipal quien tomó la iniciativa, antes que los
propios trabajadores.17 Las gramáticas de las acciones se diluyen entre
la auto-culpabilización por falta de capacitación y la desilusión por las
promesas incumplidas.

R: Porque mirá, gobierno que entraba, gobierno que prometía, todos


trataban de hacerlo y como no podían, los otros no lo dejaban seguir
(…) mirá, ¿qué cambió? ¿Cambio de qué? A ver que me digan ellos.
Política: ni uno, son todos iguales... empiezan bla bla bla y cuando se
sentaron en la silla, si te he visto no me acuerdo ¿eh?
J: Porque ese cambio que él está diciendo, lo va a decir el compañe-
ro, ellos pueden decir todos los del Mercado, hace 40 años que es-
tamos esperando un cambio nosotros de los políticos. Cuántos hay,
y murió gente trabajando ahí adentro, se golpearon gente trabajando
ahí dentro (…) Hay gente que se quebraron la cintura. (GdeD2, Villa
Crisis e incertidumbre...

María: 2009. Diálogo entre un recuperador de residuos y un emplea-


do del Mercado de Abasto)

La perspectiva de futuro se borra para los cuerpos precarios dado que


la esperanza depositada en un posible cambio se truncó hace tiempo.
La espera de algún beneficio frente al que se sienta en la silla del poder
implica incapacidad de acción. La impotencia se mezcla con la bronca y
la resignación:
76
C: a nosotros los pobres siempre nos pasa, como esta crisis que hay
ahora,18 ¿quién la está pagando? no la paga el que tiene mucho, el
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

que tiene un sueldo, el que está empleado, la están pagando los carre-
ros; han bajado los materiales, no tenemos cómo… y está la bronca.
(GdeD2, Córdoba: 2009. Recuperadora de residuos)

En una sociedad capitalista toda mercancía se intercambia por dinero:


para comprarla hay que pagar por ella. Paradójicamente, los cuerpos pre-
carios viven una excepción a esta regla: ellos que no tienen sueldo, ni em-
pleo pagan el costo de la crisis con el propio esfuerzo que significa tener
que juntar más basura para ganar lo mismo que antes. La continuidad del
siempre-así hace que esta crisis no sea muy diferente a la anterior, ni a la
anterior y así sucesivamente. Esta continuidad continúa –valga la redun-
dancia– hacia el futuro, ya colonizado desde hace tiempo:

R: Mirá de acá a adelante, lo único que yo veo es que si ahora esta-


mos peor, más adelante vamos a estar re-peor,19 porque el gobierno

17
Sobre la formación de la Cooperativa 7 de febrero y la Cooperativa Comunicar véanse los ar-
tículos de Delgado, Herrera y Aimar; Gandía y Lisdero, en el Boletín Onteaiken Nº6. Disponible
en http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/ver/boletin6.htm.
18
Se refiere a la baja en el precio de los materiales reciclables que se produjo a fines del 2008,
por un factor estacional pero también debido a los efectos de la crisis financiera mundial.
19
En el audio se escucha “si ahora estamos pior, más adelante vamos a estar re-pior”.
en lo único que piensa es en él nomás. El obrero... vos fijate que acá,
hay fuentes de trabajo que se están cerrando y nadie hace nada. [Se
hace un silencio] El intendente cuando se inició tenía un Renault 12
que era, era de cambio, ahora tiene otro nuevo. Los otros, el que se
prendió con el intendente, hay uno que también cuando empezó, em-
pezó con una motito Garelli ahora tiene un auto 0 Km. (GdeD2, Villa
María: 2009. Recuperador de residuos)

Nada ha cambiado, poco cambiará, pero no para mejorarlos. El futuro


tiene el mismo color del presente pero más intenso. Quizás porque los
cuerpos precarios sientan que aún pueden sobrevivir en peores condi-
ciones que las actuales; quizá como una forma de juntar coraje frente a
futuros riesgos.

El purgatorio que no fue


5- Consideraciones finales

Mientras terminábamos de escribir este artículo, se produjo el terremoto


en el país vecino de Chile.20 El riesgo ‘natural’ se convirtió en tragedia, la
incertidumbre en horror, la destrucción y la muerte se volvieron más rea-
les que la misma realidad.
Tal vez la crisis del 2001, pueda tomarse como una suerte de terre-
moto social, económico y político que asestó a la Argentina, y que la em- 77
pujó violentamente a salir de la convertibilidad cambiaria. Pero aunque
desde las capas más profundas emergieron cauces de descontrol, caos,

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


cacerolazos, asambleas, pasado un tiempo, cuando las aguas bajaron
–como decíamos antes– todo pareciera haber tomado un tinte de astuta
y escurridiza normalidad.
Muchos de los participantes de los grupos de discusión en Córdoba y
Villa María –sobre todo los de mayor edad– se retrotrajeron en el tiempo y
recuperaron experiencias de muchas otras crisis vividas en el país. De este
modo, el riesgo –como fantasma, como amenaza– de otra crisis pareció
estar latente en los corazones de muchos militantes, sindicalistas, docentes,
empleados públicos y privados, desocupados, recuperadores de residuos.
El paralelismo que muchos de ellos hicieron entre el 2001 y el denominado
“conflicto campo-gobierno” de principios de 200821 los puso en alerta de que
otra situación de inestabilidad se podía llegar a producir; una alerta donde la
incertidumbre parte en dos la seguridad ontológica, las certezas cotidianas,
el horizonte del mundo de la vida –casi– nunca problematizado.
Pero lo que fue apareciendo a lo largo de estas páginas es el hecho
de que las experiencias del riesgo y la incertidumbre que la crisis de

20
Nos referimos al acaecido en la madrugada del sábado 27 de febrero y que alcanzó una
magnitud de 8.3 Mw.
21
Para un análisis de este conflicto véase: Boletín Onteaiken Nº7. Disponible en: www.
accioncolectiva.com.ar
2001 generó, tienen un peso diferencial en los distintos agentes –deli-
neados por su posición social y por la capacidad de acción de los mis-
mos– según la forma en que se combinen y articulen con las percep-
ciones del riesgo que se construyen socialmente en, por y a través de
dichas corporalidades.
Mientras muchos cuerpos en riesgo de empobrecimiento disfrutan
los momentos de movilización y se encuentran expectantes y seguros
de que la crisis del 2001 sigue abierta, los cuerpos precarios, sienten en
el cansancio del hastío, en el dolor de la expulsión que si hoy estamos
peor, mañana vamos a estar re-peor. 22 El uso del mismo adjetivo pero
acentuado con el sufijo ‘re’ nos muestra un juego de continuidades que
espiraladamente se acumulan.
La crisis del 2001, vista en perspectiva da cuenta de cómo las expe-
riencias del riesgo y la incertidumbre se hacen carne, esperanzan a algu-
Crisis e incertidumbre...

nos, y duelen hasta volverse callos, en otros.


Las corporalidades precarias están sometidas a la lógica de prácticas de
cooptación, sus vidas son presa de los riesgos construidos socialmente por
los gestores de las políticas sociales. La resignación, la eterna espera de un
tiempo mejor que nunca llega, la paciencia ante la indiferencia constituyen
mecanismos que refuerzan la parálisis de la acción colectiva.
Pero también el 2001 permite visualizar la asimetría que se encuentra
en el interior de la sociedad y que se plasma en diferentes percepciones
78 que se dan entre un desocupado, un habitante de una villa, un trabajador
asalariado, un militante. En esos momentos se activan soportes y recur-
sos que poseen ciertos sectores y quedan al descubierto las distancias
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

con otros carentes de todo.


La crisis además mostró que el riesgo es una extraña condición poten-
cial que nos vuelve más vulnerables, más precarios, más empobrecidos
una vez que se concreta, que se plasma, una vez que destruye, vacía,
perfora. Sin embargo, las experiencias de una crisis –que siempre es
un riesgo en potencia– y los riesgos que esta genera –en términos de
lo que luego efectivamente perdemos– son distintos. Es por ello que en
este trabajo nos propusimos graficar dos tipologías de corporalidades en
el contexto de la crisis del 2001 y su escenario posterior, en la Argentina,
realizando un cruce entre un enfoque tradicional clasista, la sociología
de los cuerpos y las emociones, y la sociología del riesgo.
Los denominados ‘cuerpos en riesgo de empobrecimiento’ y los ‘cuer-
pos precarios’ fueron las claves de lectura de los grupos de discusión
realizados en las ciudades de Córdoba y Villa María, durante 2009.
Mostramos que ambas tipologías tuvieron diferentes vivencias duran-
te la crisis del 2001, tanto a nivel de movilización o participación social,
como en los cambios económicos, sobre todo a partir del surgimiento de
los clubes del trueque y los planes Jefas y Jefes de Hogar Desocupados.

22
Ambas expresiones en cursiva pertenecen a dos integrantes del grupo de discusión 2
de Villa María.
Aunque estos no fueron las únicas dimensiones de la crisis, sí fueron las
más recurrentes en ambos conglomerados urbanos.
Estas diferencias se extendieron luego, hasta el presente-futuro, ubi-
cándolos a los sujetos frente a un escenario que algunos se animan a
pintar de negro, o a dictaminar estéticamente que se ve ‘feíto’. 23

El purgatorio que no fue


79

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)

23
El término, usado coloquialmente, puede entenderse como un diminutivo de ‘feo’.
Bibliografía
Arcidiácono, Pilar (2004), “Trueque y Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados:
dos estrategias de contención social ante la crisis del 2002”, en Lavboratorio:
Estudios sobre Cambio Estructural y Desigualdad Social, Revista del IIGG
(Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires.
Argentina. Otoño-Invierno. (26/02/2010). Disponible en: http://www.catedras.
fsoc.uba.ar/salvia/lavbo/textos/14_4.htm ISSN: 1515-6370.
Auyero, Javier (2007), La Zona Gris. Violencia colectiva y política partida-
ria en la argentina contemporánea, Siglo XXI, Buenos Aires.
Bauman, Zygmunt (2005), Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus
parias, Paidós, Buenos Aires.
Bayón, María Cristina y Gonzalo Saraví (2007), “De la acumulación de
Crisis e incertidumbre...

desventajas a la fractura social”, en G. Saraví (ed.) De la pobreza a la ex-


clusión, Prometeo, Buenos Aires, y CIESAS, México. 1º Ed., pp. 55-95.
Beck, Ulrich (2002), La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad,
Paidós, Buenos Aires.
Castel, Robert (2004), La inseguridad social. ¿Qué es estar protegido?,
Manatial, Buenos Aires.
Castel, Robert y Claudine Haroche (2003), Propiedad privada, propie-
80 dad social, propiedad de sí mismo. Conversaciones sobre la cuestión
del individuo moderno, Homo Sapiens, Rosario.
Cheresky, Isidoro (2002), “Autoridad política debilitada y presencia ciu-
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

dadana de rumbo incierto”, Cadernos de Pesquisa Interdisciplinar em


Ciências Humanas, N° 39, noviembre, Serie Especial, Universidad
Federal de Santa Catarina. Disponible en: http://www.periodicos.ufsc.br/
index.php/cadernosdepesquisa/article/viewFile/1107/4420 (28/03/2009)
El mismo artículo fue publicado también en L’ordinaire latino-américain,
N°188, Universidad de Toulouse, Le Mirail, 2002, pp. 25-35.
D’Amico, Marcelo (2007), “Inundadores e inundados. Una lectura del
conflicto social en las inundaciones en Santa Fe”, en Adrián Scribano
(comp.), Mapeando Interiores. Cuerpo, Conflicto y Sensaciones, CEA-
UNC, Jorge Sarmiento Editor, Córdoba.
(2008), “Lo que el agua nos dejó: de inundadores e inundados.
La trama de la acción colectiva en las inundaciones de Santa Fe”, Revista
Utopías, N° 17, del Centro de publicaciones de la Facultad de Trabajo
Social, UNER.
Di Marco, Graciela, Héctor Palomino, Susana Méndez, Ramón Altamirano,
Mirta Libchaber de Palomino (2003), Movimientos Sociales en la Argentina.
Asambleas: la politización de la sociedad civil, Jorge Baudino Ediciones-
Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires.
Giddens, Anthony (1993), Consecuencias de la modernidad, Alianza, Madrid.
Gonzales Bombal, Inés (comp.) (2003), Respuestas de la sociedad civil a la
emergencia social, Centro de estudios de Estado y sociedad, Buenos Aires.
González de la Rocha, Mercedes (2007), “Espirales de desventajas”, en
G. Saraví (ed.) De la pobreza a la exclusión, Prometeo, Buenos Aires, y
CIESAS, México. 1º Ed., pp. 137-166.
Lisdero, Pedro y Gabriela Vergara (2009), “Geo y biopolítica corporal en
América Latina: existencia, experienciación y procesos de mediación
en las organizaciones de recuperadores de residuos de la provincia de
Córdoba (Argentina)”, Ponencia presentada en el XXVIII International
Congress of the Latin American Studies Association, Rio de Janeiro,
Brazil, June 11-14, 2009.
Luhmann, Niklas (1992), Sociología del Riesgo, Universidad Iberoamericana
/ Universidad de Guadalajara, México.

El purgatorio que no fue


Mercklen, Denis (2005), Pobres ciudadanos: Las clases populares en la era
democrática (Argentina 1983-2003), Gorla, Buenos Aires.
Mora Salas, Minor (2008), En el borde: el riesgo de empobrecimiento
de los sectores medios en tiempos de ajuste y globalización, CLACSO,
Buenos Aires.
Obradovich, Gabriel (2007), “Los intercambios cotidianos con los bonos
provinciales en Entre Ríos”, en María Cecilia Ferrauri Curto, Federico
Lorenc, Gabriel Obradovich y Gabriel Vomaro, La sociología Ahora, Siglo 81
XXI, Buenos Aires.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Scribano, Adrián (2004), “Conflicto y estructuración social: una propues-
ta para su análisis”, en E. Zeballos, J. Tavares Do Santos, D. Salinas
Figueredo (eds.) América Latina: hacia una nueva alternativa de desarrollo,
XXIV Congreso ALAS. Edit. UNSA. Arequipa, pp. 54-68.
(2007a), “La sociedad hecha callo: conflictividad, dolor social y
regulación de las sensaciones”, en Adrián Scribano (comp.), Mapeando
Interiores. Cuerpo, Conflicto y Sensaciones, CEA-UNC - Jorge Sarmiento
Editor, Córdoba, pp. 119-143.
(2007b), “¡Vete tristeza…viene con pereza y no me deja pensar! …
hacia una sociología del sentimiento de impotencia”, en R. Luna Zamora
y Adrián Scribano (comps.) Contigo aprendí. Estudios sociales sobre las
emociones, CEA-CONICET - Copiar, Córdoba, pp. 21-42.
Tarrow, Sidney (1997), El poder en movimiento: los movimientos sociales, la
acción colectiva y la política, Alianza, Madrid.
Visacovsky, Sergio (2009), “Imágenes de la ‘clase media’ en la pren-
sa escrita argentina durante la llamada ‘crisis del 2001-2002’”, en Sergio
Visacovsky y E. Garguin (comps.) Moralidades, economías e identidades
de clase media. Estudios históricos y etnográficos, Antropofagia, Buenos
Aires. 1º Ed., pp. 247-278.
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada.
Una descripción de las mediaciones que las visibilizan

María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

El purgatorio que no fue


1- Introducción

“Lo público se forma sobre la condición de que ciertas


imágenes no aparezcan en los medios, de que ciertos
nombres no se pronuncien, de que ciertas pérdidas no 83
se consideren pérdidas y de que la violencia sea irreal
y difusa”

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


(Butler, 2002: 65)

L
a ciudad constituye uno de los objetos privilegiados de la reflexión
sociológica, antropológica, comunicacional, urbanística y artístico-
cultural actual. En este trabajo, partimos de pensarla, siguiendo a
Besse (en Moguin, 2006: 169), en su doble dimensión de “urbs” (“con-
junto de edificaciones, (…) espacio delimitado, organizado y edificado”)
y de “civitas” (“entidad política que se define por el tipo de asociación
entre sus habitantes (…) la comunidad política y religiosa”). Es decir
como entidad que demarca formas políticas determinantes de experien-
cias de socialización, corporalidad y afectividad entre los individuos y
los grupos.
Preguntarse por “experiencias/imaginarios de ciudad” en relación a la
configuración de una gramática corporal, es indagar sobre las maneras en
que ciertas transformaciones del espacio material y simbólico afectan las
formas de socialización y las relaciones posibles entre los cuerpos, tanto
intra como inter-clase.
Para reconocer la gramática de una ciudad, es necesario enmarcar-
la en las condiciones socio-estructurales del capitalismo en este pe-
riodo que denominamos “neocolonial”; es decir, de recomposición y
transformación del modelo de dominio colonial sobre todos los aspec-
tos y dimensiones de las condiciones sociales de existencia contem-
poráneas (Bio-política). Este sistema neocolonial “se configura a partir
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

de la tensión dialéctica entre, por un lado, una porción cada vez más
cuantiosa de la población mundial expropiada de sus medios más ele-
mentales de sobrevivencia, y, por otro, el incesante ritmo de consumo
energético requerido por la voracidad propia del metabolismo del ca-
pital” (Machado Aráoz, 2009: 3)1. Esa tensión dialéctica en la capital
cordobesa –Argentina– puede leerse en las profundas transformaciones
urbanísticas durante la década 2000-2010, donde el adentro/afuera que
demarca un habitar posible y deseable de la ciudad se organiza en torno
al urbanismo estratégico que cada vez con mayor intensidad se rige por
la tríada cuerpo-espacio-clase.
Allí donde se ponen en juego las definiciones de lo socio-existencial
de los cuerpos (de las condiciones materiales y vitales para el desarrollo
humano) cabe preguntarse por las operaciones ideológicas que definen
su visibilidad/invisibilidad. “Carne y Piedra” –parafraseando el célebre
título de Sennett (1997)– son anudados por acciones (estatales y priva-
das) que van recartografiando, en continua tensión, la sensibilidad social
respecto a una idea y un deseo de ciudad; la cual es (re)producida por
los medios de comunicación, en tanto dispositivos reguladores de expe-
riencias colectivas. 2
84 Por esto hemos centrado la mirada en algunos soportes mediáticos
en los que se configura la narrativa que sostiene el ideal de ciudad y que
determina programas de acción, en y sobre la misma, regulados por la
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

‘retórica de la seguridad’ (Reguillo, 1999, 2007).3 Desde artículos periodís-


ticos y sitios de internet institucionales se analizan las mediaciones que
configuran ideológicamente lo deseable y cómo esto se va encarnando en
políticas públicas y acciones privadas que materializan de alguna manera
ese horizonte ideal.

1
En este sentido se sigue el diagnóstico que hace tiempo venimos realizando en el marco
del Programa de Estudios sobre acción colectiva y conflicto social. Ver: Scribano, (2007a,
2007b, 2008, 2009a, 2009b, entre otros).
2
En sociedades mediáticas como las nuestras, los medios de comunicación masiva
encuentran potenciada la posibilidad de ejercer aquellas funciones ideológicas ya identi-
ficadas por S. Hall (1981): suministrar y constituir selectivamente el conocimiento social,
ofrecer mapas y códigos que marcan los territorios (geográficos, pero también socia-
les), brindar contextos explicativos para los acontecimientos y relaciones problemáticas.
Estas funciones se potencian, y van generando una producción de sentido enfáticamente
activa ya que, en el marco de formaciones sociales donde prevalece la tendencia de
separar, distanciar y segregar socio-espacialmente a las clases subalternas, es cada vez
menor la posibilidad de contar con experiencias contrafácticas que cuestionen lo puesto
en imágenes.
3
En relación a la retórica de la seguridad y a los miedos como operadores simbólicos,
Reguillo Cruz expresa: “se construye una geografía simbólica que prescribe los usos
de la ciudad (...) son interpretaciones que dan origen a un horizonte posible de acción”
(Reguillo Cruz, 1999:11)
El corpus está integrado por el Suplemento Arquitectura4 del diario La
Voz del Interior5 (2006-2008), notas de diversas secciones producidas en
el mismo medio durante los años 2004/2005/2008 vinculadas a “políticas
públicas de hábitat” y “ciudades-barrios”6, sitios de internet instituciona-
les de empresas inmobiliarias y constructoras, así como el de la Cámara
Empresarial de Desarrollistas Urbanos Córdoba (CEDUC), que las nuclea.7
Desde este corpus se hace posible interpretar la Ciudad como texto
(Bajtín, 1982). Como todo signo es en principio ideológico (Bajtín, 1992),
nos proponemos deconstruir el ideal de un discurso mediático dominante
sobre Córdoba Capital sustentado por la repetición de unas “voces” y la
oclusión de otras; es decir, reconociendo los mecanismos ideológicos y
performativos que responden a determinado sector social y que son el re-
sultado de un pornográfico urbanismo estratégico que viene aplicándose
en la urbe capitalina.

El purgatorio que no fue


La estrategia argumentativa es la siguiente: En un primer momento re-
construimos la imagen ‘ideal’ de la ciudad y su caracterización como patrimo-
nial y desarrollista. En un segundo momento vemos cómo la convergencia de
intereses de actores vinculados al Estado provincial, al municipal y al sector
privado, guiados por la lógica del Progreso y autodefinidos ayer como funda-
dores y hoy bajo la imagen de desarrollistas –condensados en la figura del
autor–, determinan el adentro/afuera imaginario y material deseable de la ciu-
dad. También analizamos los modos específicos de intervención que apun-
tan a transformar la ciudad de manera tal que los límites entre esos pares de 85
opuestos se hagan carne y piedra: las condiciones de habitancia según clase
social. Por último, interpretamos críticamente cómo esta narrativa confluye

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


con un urbanismo estratégico donde la oclusión del conflicto y la invisibiliza-
ción de otros modos de desear y habitar la ciudad, recartografían el paisaje
urbano para otros (el público), donde la naturalización de la desigualdad se
expresa cada vez más bajo la lógica del espectáculo y del consumo.

4
Las notas periodísticas de este suplemento que conforman el corpus son: 1) Al otro
lado del río, 27/01/2007; 2) Fuerte identidad barrial, 14/04/2007; 3) Hombres mirando al
oeste, 14/04/2007; 4) Casas obreras. El Paseo de las Artes en Güemes, 21/04/2007; 5)
Cuando los mercados se abrieron a la cultura, 21/04/2007; 6) El plan de reestructuración,
21/04/2007; 7) Vehículos para la identidad, 21/04/2007; 8) Perfiles de Nueva Córdoba,
26/05/2007; 9) En diálogo con el río, 16/06/2007; 10) Cuando el río suena... proyectos trae,
23/06/2007; 11) En blanco y negro, 23/06/2007; 12) Unos y otros. Lo que viene, 23/06/2007;
13) Presentación. Capitalinas se muestra a los cordobeses, 26/06/2007; 14) Nuevo nodo
urbano, 28/07/2007; 15) Íconos CPC urbanos, 29/09/2007; 16) Expansión y densificación,
22/12/2007; 17) Para jugar en las grandes ligas, 22/12/2007; 18) Tras ideas productivas,
19/01/2008; 19) Galardones para la arquitectura social, 15/03/2008; 20) Un pueblo nuevo
en el antiguo Güemes, 29/03/2008; 21) Herencia urbana, 11/10/2008; 22) Luz divina,
18/10/2008; y 23) Tareas religiosas, 29/11/2008
5
Diario de mayor tirada en la provincia de Córdoba, con un promedio de casi 65 mil ejem-
plares vendidos por día. Fue fundado en 1904 y desde hace casi una década forma parte
del Grupo Clarín.
6
Los años fueron seleccionados en relación a los lanzamientos de programas y visibilidad
de conflictos.
7
Sitios de internet visitados en febrero 2010: ver bibliografía.
2- La ciudad en escena: una narrativa posible/deseable de la capital
de Córdoba
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

“La forma de una ciudad cambia más rápido que el


corazón mortal”
(W. Benjamin, 1972)

“El arte de la edificación no se ha interrumpido jamás…”, anunciaba Benjamin


en La Obra de Arte... (1994 [1936]). Entonces, ¿cómo se configura una idea
de Ciudad en el aquí y ahora? ¿Mediante qué procedimientos se recortan
imágenes que la caracterizan como en un presente ‘detenido’?
Los bordes de la capital de Córdoba, en el corpus analizado, se vi-
sibilizan como obra de ciertos “ideólogos” e “interventores” del espacio:
el Estado –municipal y/o provincial– y el sector empresarial inmobiliario.
Estas voces que aparecen en los medios como las legítimas para enun-
ciar/anunciarla, configuran una visión de mundo –en el sentido de percep-
ción y sensibilidad hacia un objeto– que implica determinados sistemas
axiológicos (éticos y estéticos) que se aplican tanto al espacio como a los
cuerpos. Instantáneas de una Ciudad donde el tiempo se suspende bajo
el ropaje de la mercancía.
Los procedimientos mediante los cuales se presentan ciertas tenden-
cias de urbanización en el Suplemento Arquitectura de La Voz del Interior
86 (de ahora en más LVI) –y una tendencia siempre es ‘acción instrumen-
tal’– nos muestran una imagen8 de Córdoba desprovista de conflicto. Por
ello es que en el presente apartado retomaremos algunas de esas imá-
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

genes que desancladas del tiempo dan cuenta de una narrativa de la


ciudad idealizada, que se ve reforzada por las resonancias (Benford y
Snow, 2000) que el discurso mediático mantiene con las comunicaciones
institucionales del sector empresario de la construcción a través de sus
sitios de internet.
Una primera aproximación al contenido del Suplemento, desde las
conceptualizaciones aquí adoptadas, posibilita re-organizarlo de manera
tal que nos devuelve la Córdoba digna de ser mostrada:

2.1- Imagen 1: Córdoba Patrimonial

En esta imagen encontramos lo colonial asociado a la Historia de la ciudad


que se “recupera”. La definición de la misma se puede inferir a partir de la
explícita alusión al sentido de propiedad, es decir, lo que es de la ciudad:
sus edificios, sus iglesias. Lo que es de Córdoba, es Córdoba, hace a su

8
Cada vez que pensamos en imágenes, lo hacemos desde la propuesta del pensador
francés G. Debord (1987) para quien: en el marco de sociedades espectaculares como las
nuestras, la imagen condensa una forma de relación social –y no sólo una representación
de lo real-.
identidad. En este caso, se trata de aspectos particulares de su pasado
colonial materializado en determinadas edificaciones. Desde el suplemento
de LVI la actual “revalorización” y “recuperación” de ese pasado es descrip-
ta (y celebrada) en sucesivas notas que enfatizan los aspectos técnicos
del proceso de estetización, sin especificar información relativa a quiénes
realizan las obras ni cuáles han sido sus condiciones de contratación.
A su vez, lo colonial religioso es identificado como marca de “esplendor”
y “autenticidad” de la ciudad, de allí su “valor patrimonial” [Nota 22], como
arquitectura cuyos muros dan testimonio de la historia de nuestra ciudad a
lo largo de distintos siglos [Nota 23]. Córdoba “recupera” sus iglesias con
proyectos que le dan un carácter “más bien escenográfico a la propuesta”
[Nota 22]. Se transforman así en espectáculo para el consumo turístico y
el disfrute estético, dejando de lado su carácter de espacio para la prác-
tica religiosa. Retomando algunas consideraciones benjaminianas (1936)

El purgatorio que no fue


al respecto, se exalta en este tipo de edificaciones su función “exhibitiva”
desancladas de toda función “cultual”.
Esta función exhibitiva también se expresa en relaciones de lo colo-
nial con edificaciones que remiten a otras temporalidades. El Suplemento,
mediante una voz calificada como “especial”, define el “cruce de la calle
Belgrano con la trama colonial, aledaño al eje de la Cañada en el Barrio
Güemes” (…) como “una zona de marcada identidad” [Nota 20]. Allí se
mezclan varios tiempos (el de la colonia, el de la ‘industria’) en un ‘sin-
cretismo’ que anula la conflictividad que los atraviesa. Si bien ya en la 87
década de 1980, el arquitecto Miguel Ángel Roca planteaba la necesidad
de “preservar, ordenar y poner en valor varios sectores del centro histórico

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


(…) articulando los edificios coloniales” [Nota 6], es en la actualidad que
este aggiornamiento cobra mayor importancia.
Complementando esta caracterización de Córdoba y su patrimonio, se
recurre a compararla con otras ciudades, muchas de las cuales tienen la
particularidad de ser las capitales de otros países, a las que el medio califi-
ca como “capitales del mundo”, y que se postulan como horizonte normati-
vo y estético. Tal es el caso de la alusión a los parecidos con París, Londres
y Roma. Esa comparación se refuerza al caracterizar el desarrollo actual
del avance urbanístico sobre los márgenes del Río Suquía: “se traza un pa-
ralelo con los desarrollos urbanísticos de las grandes ciudades del mundo,
que miraron al río y convirtieron sus orillas en espacios emblemáticos (París
y el Sena, Londres y el Támesis, Roma y el Tíber)” [Nota 11].
Un tercer componente de esta imagen del patrimonio identitario está
constituido por lo que fuera la Córdoba “obrera”. Es el caso de la recu-
peración de las casas obreras de barrio Güemes. En esta narrativa se
manifiesta la valoración tanto por la composición de clase de dicho barrio
(en calidad de rasgo identitario), como por el proceso de estetización de la
recuperación actual de ese espacio –ahora– de la ciudad:

En este antiguo sector de la ciudad junto a La Cañada –conocido como


Pueblo Nuevo– se erigió, a principios de siglo, un barrio de viviendas
económicas, destinado a gente de bajos recursos. (…) A punto de ser
demolidas en la década del ’80, las casas obreras fueron rescatadas
para ser hoy un hito urbano (…) se decidió salvar las casas (…) y re-
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

cuperar el sector para darle una nueva utilidad comunitaria [Nota 4,


resaltado nuestro].

Precisamente porque los obreros de hoy no pueden habitar esas zonas


pensadas para disfrute estético y consumo de otros (clases medias-altas
y turistas), pasan a ser piezas de museo de una clase obrera que pudo
habitarlas cuando no tenían su actual valor exhibitivo. En esta narrativa, lo
que se omite es precisamente la historia relativa a sus habitantes. Tanto
demolición como rescate refieren a procesos que afectan la materialidad
de la trama urbana –material y simbólica– y ocluyen el conflicto siempre
inscripto en torno a las clases subalternas. Para estas tendencias, todo es
susceptible de ser “museificado”: así incluso la industria tiene su museo9
y lo obrero se convierte en un hito urbano donde ir a recordarse.
Esta imagen patrimonial de Córdoba hace de cierta parte de su his-
toria un espectáculo para pocos. El lanzamiento en el año 2008 del Plan
Director10 (con capitales triangulados por el Estado provincial, el municipal
y el sector privado) y su materialización dan cuenta del objetivo de mejorar
y embellecer los espacios céntricos, desde una intervención que reconoz-
ca en conjunto lo histórico, lo cultural y lo comercial regulados por la lógica
88 del turismo y del consumo.
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

2.2- Imagen 2: Córdoba Desarrollista

La imagen de Córdoba como ciudad de su tiempo, se constituye en torno


a tres nociones: lo moderno, lo productivo y el desarrollo urbano.
La Modernidad como dimensión identitaria de la ciudad está anclada
en dos grandes estrategias de descentralización. La primera (en térmi-
nos temporales) es enmarcada bajo el título11 “Cuando los mercados se
abrieron a la cultura” [Nota 5] y se complementa con la información más
contextual de una segunda nota “El plan de reestructuración” [Nota 6].
Paradójicamente si bien el proceso modernizador tiene como horizonte la

9
Referencia al actual Museo de la Industria que se encuentra ubicado “en el corazón de
Barrio General Paz, uno de los más antiguos y significativos de la ciudad, sector integrado
por una gran cantidad de residencias privadas de interés patrimonial”. Fuente: Asociación
de Amigos del Museo de la Industria.
10
Dicho plan se propone la remodelación, en principio, de toda la zona céntrica de la ciudad
(ampliación de calles y avenidas vinculadas a diversos circuitos turísticos, restauración de
edificios antiguos, creación de diversos espacios para el entretenimiento y el ocio, etc.). El
proyecto planea desarrollarse entre 2008 y 2020. Al decir de LVI (11/12/2008) “El Plan Direc-
tor contempla 23 posibles áreas de intervención de la ciudad y propone cuantiosos proyectos
e ideas de mejoras urbanas”.
11
Sobre la importancia de los titulares ver Humanes e Igartúa. (2004)
descentralización del Estado y del poder, la planificación de la reestructu-
ración estuvo altamente centralizada en la figura del entonces intendente
Teniente Coronel J. G. Olmedo, quien habilitó al arquitecto Roca a ejecu-
tar su plan de intervención urbana que incluía la refuncionalización de los
mercados barriales de Alta Córdoba, San Vicente, General Paz y el Paseo
de las Artes en barrio Güemes en Centros Culturales. Nada refiere a las
causas por las cuales los mercados –es decir, las economías barriales–
se cerraron para luego abrirse como espacios de o para la cultura. Es
simple el diagnóstico que justifica la intervención centralizada: “edificios
en desuso y áreas degradadas” [Nota 5]. Quien escribe desde el medio
enfatiza lo arquitectónico como vehículo de la modernidad y como proce-
so instituyente de “lugares para la vida, espacios para la democracia y la
participación, ‘ágoras’, ‘patrias barriales’, ‘plazas’, ‘calles’, como el mismo
Roca designara estos espacios privilegiados, creados para el diálogo y

El purgatorio que no fue


para la acción colectiva de la comunidad” 12 [Nota 7].
Es decir que desde la materialidad de la intervención arquitectónica –que,
por otra parte, es objetivación de visiones de mundo de quienes la mentan–
se pretende configurar algo más que el espacio: los modos de estar en ese
espacio de quienes habitan sus alrededores. Tal intencionalidad también se
expresa en la elección de esos barrios y esos ex- mercados. A la vez que
discursivamente se presenta el proceso de intervención como “modernizan-
te” y “reestructurante”, también se trata de “reforzar la identidad de estos
barrios”. Identidad recurrentemente construida en base a una distinción de 89
clase de quienes los habitaron y los habitan. Quien narra califica lo hecho
por el arquitecto Roca como “testimonio del pensamiento moderno”, a la

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


vez que, de manera a-conflictiva entre los términos que intenta integrar o
equilibrar, concluye: “El sincretismo es su rasgo distintivo. Ni la clonación de
la historia ni la última moda o tendencia: la hibridación de lo viejo y lo nuevo,
lo culto y lo popular, lo universal y lo local constituyen la síntesis creativa
de los centros culturales, donde unidad y diversidad confluyen a dar fuerte
identidad propia a estas realizaciones” [Nota 7].
El diagnóstico actual sobre los edificios –y consecuentemente sobre
las prácticas que se deseaban instituir–, vuelve a ser idéntico al que dio
origen a la intervención: “con el devenir de los tiempos, los edificios de-
cayeron en su estética y funcionalidad por problemas derivados de su
mantenimiento y conservación” (…) “vuelven a requerir ser ‘vivificados’ y
puestos en valor” [Nota 5, resaltado nuestro].
La segunda estrategia descentralizadora también ejemplifica el “giro
que da la ciudad a la modernidad” [Nota 15] mediante la edificación de
los Centros de Participación Comunal (CPC). Éstos, si bien se instalan
en áreas denominadas como suburbios, lo hacen para constituirse en

12
Es interesante resaltar cómo las decisiones urbanísticas se ven atravesadas por siste-
mas de valores propios de un momento socio-histórico determinado. Durante la reapertura
democrática en la Argentina (década de 1980) estos proyectos implicaban el diseño de
espacios para la participación ciudadana.
“nuevos centros periféricos”. A diferencia de la anterior estrategia, ésta
se materializa en edificaciones calificadas como “auténticos impactos ar-
quitectónicos que desafían su entorno, convirtiéndose en íconos urbanos
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

identificables” [Nota 15]. Impactan precisamente por el contraste y la di-


ferencia con el “entorno”, que es presentado como un todo homogéneo.
A pesar de estas expectativas, se reconoce que “los proyectos originales
contemplaban la localización de funciones mucho más ambiciosas que
las que se desarrollan hoy”.13 Otra vez, encontramos aquí el predominio
de la función “exhibitiva” de las edificaciones.
La Productividad como rasgo identitario se localiza más en el pasado
y en relación al impacto que las automotrices tuvieron sobre la configura-
ción de la ciudad y la distribución de los habitantes en áreas diferencia-
das.14 En contraste con el presente se resalta:

Los trabajadores se instalaron en las cercanías de las fábricas. La exis-


tencia de tierra urbana era abundante y por esa misma razón muy barata.
Se multiplicaron los fraccionamientos de la tierra y, con el sistema de una
casa por lote, se fueron ocupando grandes superficies por autoconstruc-
ción. No hubo capitales importantes que se ocuparan de la construcción
de unidades para su venta o alquiler [Nota 16, resaltado nuestro].

El cambio de perfil desde la industria hacia los servicios es otro in-


90 dicador del mantenimiento de la cualidad productiva de la ciudad: “Con
un perfil de ciudad prestadora de servicios, con una recuperación de la
industria –como en aquellos años gloriosos– vemos una Córdoba que
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

inmobiliariamente está dando los pasos que debe dar para jugar en pri-
mera” [Nota 17]. Precisamente el sector de la construcción se atribuye
la responsabilidad de hacer de Córdoba una ciudad productiva: tanto
por presentarse y legitimarse como motor de la economía y fuente de
trabajo15, como por albergar en sus edificaciones de calidad a empre-
sas nacionales e internacionales: “edificios corporativos de oficinas.
Estos últimos tan demandados en una ciudad que carecía totalmente
de empresas nacionales e internacionales operando desde aquí y que
hoy se abren a un mundo globalizado” [Nota 17].16 El cambio en el atri-
buto productividad define la nueva Córdoba: la de los “emprendimientos

13
Por ejemplo: “Algunos edificios (…) pretendían aulas para dependencias de la Universidad;
(…) hogares de ancianos y guarderías, (…) una sede para un futuro alcalde y para las juntas
vecinales que debían crearse. (…) teatros y bibliotecas [Nota 15]
14
En el medio se detalla: “La primera gran expansión coincide con un modelo urbano de
zonificación por áreas, donde se plantean los usos de acuerdo a modelos de segregación,
con un consenso de mantener una estructura monocéntrica” [Nota 16].
15
Esto se visibiliza tanto en LVI como en los sitios de Internet empresariales. Por ejemplo:
“Estas empresas (…) han generado trabajo para miles y miles de cordobeses (…) un impor-
tante aporte a la actividad económica de la provincia”. [a]
16
En igual sentido se orienta la “recuperación” y “puesta en valor” de edificios de familias
con tradición a fin de contribuir a este perfil productivo en el sector de las industrias cultu-
rales [Nota 18].
con prestaciones que encontraríamos en cualquier desarrollo de Miami
o Buenos Aires” [Nota 17].
Ya focalizados en el presente de la ciudad se establece la dimensión
“desarrollo” como signo característico. Aquí el proceso es presentado como
“renovación urbana” y quien la encarna es el sector privado para el cual el
Estado implica un socio habilitador vía las normativas que regulan la edifi-
cación: “es de desear que el Estado acompañe las iniciativas privadas, mul-
tiplicando las ofertas infraestructurales y de transporte, así como previendo
la incorporación de más y mejores espacios públicos” [Nota 16]. Las empre-
sas, por su parte, reconocen explícitamente su capacidad de intervenir en
las decisiones públicas sobre el uso del espacio y sobre cualquier otra que
afecte al sector; por ejemplo, mencionando a “funcionarios de gobierno”
como parte de “equipos interdisciplinarios” que llevan a cabo los “proyectos
urbanísticos” a la par de arquitectos, ingenieros, proveedores, tal cual se

El purgatorio que no fue


expresa en el video institucional de la CEDUC [a].
Desde 2003, la principal área de intervención son los márgenes del Río
Suquía luego de la “liberación” de esos terrenos para la edificación propicia-
da por el Plan Estratégico de Córdoba (PECba) [Nota 10] y por el Programa
de Hábitat Social del Gobierno Provincial “Mi casa, Mi vida”. Lo que desapa-
rece en la enunciación mediática es que lo “liberado” fue el resultado de una
política de erradicación de las villas miserias. Esta política de erradicación/
liberación es lo que posibilita que los desarrollistas hoy puedan ofertar esta
zona por sus virtudes como “parque lineal tan extenso”, “espacios verdes” y 91
“generosa superficie de los terrenos disponibles” [Nota 11].
A diferencia de las estrategias descentralizadoras que apuntaban a

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


una modernización del Estado que incluía la ampliación de la participación
ciudadana, aquí explícitamente se reconoce que la nueva intervención ur-
bana obedece a una oportunidad económica para el sector privado:

…mucho tuvo que ver la crisis que vivimos en el año 2001 (…) Con
estas opciones se sincera el mercado, muchos de los que tuvieron
la oportunidad de irse a vivir a countries o barrios cerrados y mejorar
su estándar de vida, hoy no pueden sostener esa situación y estos
emprendimientos constituyen una buena respuesta, expresa Luis
Vucovich, de Nordomo S.A. [Nota10, resaltado nuestro].

Es decir que la justificación de las intervenciones urbanísticas se re-


duce a la lógica de la oferta y la demanda, al servicio de los intereses de
sectores de alto poder adquisitivo17, y es presentada en LVI de manera

17
Esta lógica es asimilable a un proceso de mucha mayor escala caracterizado por la
suficiencia de la legitimación del mercado para la toma de decisiones públicas. Así, plantea
Žižek que la segregación de las personas en la actual sociedad de la globalización se legiti-
ma en un “desvergonzado egoísmo económico”, ya no, como anteriormente en la supuesta
superioridad natural de un grupo o en la intención “culturalista” de preservar una identidad.
“La división fundamental es la que se hace entre los incluidos en la esfera de la prosperidad
económica (relativa) y los excluidos de ella”. (Žižek, 2009:126)
obscena. En el caso del barrio Nueva Córdoba explícitamente se reco-
noce que lo que primó ha sido la rentabilidad de los inversores “se des-
cuenta que las fuerzas del mercado en estas áreas, pretenden la mayor
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

ocupación posible de la parcela y del perfil urbano propuesto por el mu-


nicipio” [Nota 8, resaltado nuestro]. Los criterios de por qué se eligen los
márgenes del río tampoco tienen que ver con la descentralización. Por
el contrario se los elige por ser: una zona muy próxima al área central de
la ciudad (…) es un punto estratégico de la ciudad por su ubicación (…)
Posee además excelentes cualidades paisajísticas, dada su proximidad al
río, arroyo de la Cañada y vistas hacia las sierras [Nota 14].
En sintonía con la imagen ideal de la capital cordobesa que propone LVI,
los desarrollistas, en primera persona, narran también una ciudad armónica
con circuitos que integran ciertos íconos arquitectónicos, algunos de los
cuales remiten a la Córdoba colonial, y otros a la productiva. La mayoría de
las imágenes que se presentan en los sitios de grupos inmobiliarios, nos
muestran una Córdoba desde arriba. En relación a los cuerpos que habi-
tan ese espacio, hay poca información, pero la que aparece es por demás
significativa: autos circulando y personas sin rostro por la senda peatonal.
La aceleración de estas imágenes contrasta con la ralentización de las que
sobrevuelan los edificios. Aunque se hace explícito –por el uso de la voz
en off– el deseo de armonizar con la traza urbana, sólo se muestran al-
gunas construcciones edilicias consideradas como íconos de la ciudad y
92 que refuerzan los atributos identitarios de Córdoba: la Catedral, el edificio
inteligente,18 el Patio Olmos.19 En la secuencia posterior, se muestran los
proyectos de las diversas empresas que integran la Cámara: los edificios
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

se presentan solos, personificados a través del uso de planos enteros y en


contrapicado. Le siguen imágenes de countries (sus entradas como gesto
‘inaugural’ que congela el imaginario de seguridad al acceso), barrios ce-
rrados, villas residenciales, y housing20 que se inscriben –en la selección
de planos generales que dan cuenta de un entorno “de naturaleza”– en una
estrategia de venta que se regula por una idea romántica de “retorno a lo
natural”,21 como una ‘huida’ de la caótica y contaminante ciudad.
Si bien la oferta asume variadas denominaciones, desde otra lectura
se trata de una única opción pensada para un solo sector social. En este
sentido, LVI especifica las características de la oferta de edificios e intenta

18
Moderno edificio de oficinas ubicado al frente del Arzobispado, a metros del centro. Conserva
la fachada original de la tradicional casona sobre la cual el grupo Ecipsa lo construyó.
19
La escuela pública Gobernador Vicente Olmos dejó de funcionar en los ´90 ante el
deterioro de su edificio que fue licitado por la Provincia para ser transformado en shopping
center, También en este caso se conservó la antigua fachada.
20
Todas estas denominaciones que recartografían la tipificación catastral de la ciudad.
Cada uno de ellos con sus particularidades, pero donde todos se homogenizan en relación
a la “seguridad” que brindan.
21
Algunas consideraciones sobre la temática fueron presentadas en una ponencia para el
LASA 2009 –Rio de Janeiro- titulada “Cruel dinámica socio-urbana y metamorfosis clasista
en el espacio urbano cordobés”. Imágenes en tensión con el discurso de la ‘ciudadaniza-
ción’ y la afectividad melancólica que lo pregna” (Boito-Espoz-Ibañez).
establecer diferenciaciones al interior de ella, enmarcándola en los titula-
res “Unos y otros. Lo que viene” [Nota 12] y “En blanco y negro” [Nota 11].
Más que de unos y otros, se trata sólo de unos, los destinatarios de esa
ciudad que se viene. A su vez se puede discernir que los otros siguen sin
visibilizarse en esta narrativa, donde pareciera que los desarrollistas sólo
intervienen sobre la naturaleza (sobre el río y sus costas), y no sobre/contra
otros cordobeses que habitan esos espacios.22 Cuando sí son visibilizados,
se trata de intervenciones que constituyen “proyectos de asentamientos hu-
manos que proporcionen soluciones prácticas” [Nota 19] y no ya de “trazar
una huella en el paisaje urbano” [g] ni de instituir identidad urbana. O bien
entidades impersonales como “el tiempo” son los responsables de la confi-
guración que va adoptando el espacio habitado por estos otros cordobeses:
“se erigió, a principios de siglo, un barrio de viviendas económicas, destina-
do a gente de bajos recursos” [Nota 4].

El purgatorio que no fue


Al dar cuenta de las definiciones hegemónicas de la ciudad de Córdoba
pudimos identificar la constante articulación entre Estado/gobierno/mer-
cado en el reforzamiento de una imagen colonial y turística. De la misma
manera, confluyen estos mismos actores hacia un nuevo perfil productivo,
materializada en la instalación de numerosos call centers y polos tecnoló-
gicos empresariales.23 Se añade a esto la constitución de un mecanismo
público-privado para la apropiación de terrenos ocupados por las clases
subalternas que son vistos como oportunidades de negocios que termi- 93
nan de diseñar la Córdoba “de vanguardia” o moderna.
LVI participa de la misma “visión” que los desarrollistas a los que da

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


voz para narrar las tendencias y los movimientos en la reconfiguración
de la ciudad: asume las mismas categorías y metáforas de narración. En
segundo término, tiene la potencialidad de que su visión –por ser la de
un medio masivo– aparece como la visión, lo particular aparece como
general, naturalizando el proceso, es decir omitiendo el carácter conflic-
tivo de toda configuración urbana en sociedades capitalistas-desigua-
les. Por último, esta amplificación no es desinteresada: cada espacio
dedicado a construir estas visiones, a su vez, es mercancía. El medio
lucra, es espacio de publicidad para los desarrollistas. Lo cual queda
explícito en notas como: “Presentación. Capitalinas se muestra a los
cordobeses” [Nota 13]. 24

22
Algunos análisis sobre tales operaciones ideológicas pueden encontrarse en diversos
artículos publicados en el libro De insomnios y vigilias en el espacio urbano cordobés: lec-
turas sobre ‘Ciudad de Mis sueños’ (2009), Levstein y Boito. (Comps.)
23
La ciudad de Córdoba es uno de los enclaves más importantes de esta actividad en el
país por el régimen de promoción industrial del gobierno provincial. Promoción que res-
ponde a la intención del gobierno de crear un “Polo Tecnológico: Informática y Software”.
El decreto Nº 683/02 (07/06/2002) de beneficios fiscales para esta rama de la actividad
productiva da cuenta de la relación establecida.
24
Del Grupo GNI S.A. Desarrollista: Arq. Raúl Deinguidard, Roque Lenti y Rafael Faucher
y empresa Teximco
La puesta en ‘escena’ de una ciudad de Córdoba Patrimonial y
Desarrollista, en constante cambio pero ‘esencialmente’ la misma, se
constituye en estas imágenes que se ofrecen para todos los cordobeses
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

interpelados en ellas. El carácter exhibitivo de distintos espacios de la ca-


pital (esos que parecen ‘detenidos’ en el tiempo) ampliará, como veremos
en el último apartado, su público. Pero ahora ¿quienes hacen, según los
medios, esa ciudad y cómo?

3- Córdoba… ¿Entretodos?25 O los narradores/interventores de la


ciudad

“En una palabra: a diferencia del mago (y siempre hay


uno en el médico de cabecera) el cirujano renuncia en
el instante decisivo a colocarse frente a su enfermo
como hombre frente a hombre; más bien se adentra en
él operativamente”
(W. Benjamin, 1994- [1936])

En el análisis del corpus encontramos una insistencia compulsiva a recurrir


a una imagen que describe, caracteriza y legitima la instancia de enun-
ciación de esas facetas que componen la ciudad ideal: la del autor. Lo(s)
94 cordobés(es) se ve así mediado por un conjunto diverso de voces autori-
zadas que alude a una alianza estratégica entre sector público y privado
susceptible de ser rastreada históricamente. Quienes contaron con los re-
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

cursos económicos (y también de otro tipo) para el acceso y apropiación


de la tierra, fueron quienes pudieron diseñarla, estructurarla y dotarla de
sentidos. Eso queda explícitamente descrito en los casos de los “barrios
jardines”, San Vicente, General Paz, Alto Alberdi, Alta Córdoba y Güemes.26
En continuidad con esa visión, los actuales emprendimientos privados de
“urbanización” se rigen bajo la figura de autor –y por derivación, de los no-
autores de la ciudad.
Tanto en el pasado como en el presente, con nombres propios o con
siglas empresarias, los autores son quienes encarnan un proceso conti-
nuo de (re)fundación de la capital. Tal figura, en su jerarquización en torno
a la valoración social, se iconiza en el ocultamiento de la(s) identidad(es)
de esos otros habitantes.

25
“Córdoba Entretodos” es el eslogan del Gobierno Provincial durante el periodo 2007-
2011 bajo la gestión de Juan Schiaretti (Unión por Córdoba)
26
Ejemplifica esa desigual conformación: “San Vicente, un barrio obrero. Con una visión
totalmente diferente a la del fundador de Gral. Paz, Agustín Garzón adquirió las tierras co-
nocidas por entonces como el Bajo de Ariza, donde fundó el barrio pueblo de San Vicente.
Este emprendedor se anticipó a las necesidades que surgirían de la pronta superpoblación
de la ciudad y de los urgentes requerimientos de vivienda de la clase trabajadora. Así San
Vicente tiene un crecimiento mucho más acelerado que General Paz, pero se identifica
desde sus inicios como un barrio de clase obrera” [Nota 1].
En el marco de las tendencias urbanísticas actuales, este atributo
recae principalmente sobre la figura de los desarrollistas27 a quienes se
los visibiliza como agentes que intervienen sobre una naturaleza caracte-
rizada como degradada, sin vida, relegada o postergada. Caracterización
que da por supuesta la condición de deshabitada del área, a la vez que
colabora en la construcción de un diagnóstico que justifica la intervención
del sector privado para revertirlo:

…el polo de desarrollo que comienza a levantarse en la intersección


del río Suquía y la Cañada, área durante tanto tiempo degradada. (…)
disparador del desarrollo de una zona muy próxima al área central de
la ciudad (…) la propuesta que aspira a revitalizar espacios relegados
y áreas degradadas en una de las riveras del Suquía, históricamente
postergada. (…) La propuesta de Vesinm, del Grupo Vespasiani, pre-

El purgatorio que no fue


tende impactar en un área vacante de la ciudad, convirtiendo una zona
marginal en un sector de interés. (…) Gracias al acelerado impulso
generado por el sector privado [Nota 14, resaltado nuestro].

La personificación del entorno natural refuerza el esquema interpre-


tativo del proceso en clave de intervención a-conflictiva condensada en
la metáfora del diálogo entre los desarrollistas visionarios y la naturaleza:

Descubrimos el río Suquía no sólo para refrescarnos sino como una 95


alternativa para el desarrollo de viviendas residenciales y edificios cor-
porativos de oficinas” [Nota 17, resaltado nuestro]. “La Costanera tuvo

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


que esperar muchos años para conseguir llamar la atención de quienes
tienen la capacidad de visionar el crecimiento urbano. Recién ahora,
la administración y los inversionistas están apostando a no darle la
espalda al río [Nota 10, resaltado nuestro].

El pasado también tiene sus autores reconocidos como fundadores que


fueron organizando los modos de vivenciar la ciudad. Así al menos se visi-
biliza a quienes desde iniciativas privadas dejaron su huella sobre ciertos
sectores: “Barrio San Vicente nació en 1870 por iniciativa de don Agustín
Garzón” [Nota 2]; o “El fundador de General Paz –don Augusto López (…)
Así, Rodríguez del Busto, un visionario, adquirió las tierras de las planicies
del norte y se asoció con Marcos Juárez y Ramón Cárcano para constituir
una empresa y urbanizar el nuevo pueblo de Alta Córdoba” [Nota 1].
En los inicios de la década de 1980, sobre estos barrios-pueblos se
reforzó esa huella vía intervención del Estado, la cual también instituye la

27
En el sitio web de la CEDUC y en las páginas institucionales de varias empresas cons-
tructoras se explicita que un Desarrollista Urbano, no se limita a la construcción, sino que
pasa, por “urbanizar”[a], que sería literalmente crear la ciudad, darle forma y color, diseñar-
la, “un aporte al paisaje urbano” [f, g]. Y se definen a sí mismos: ‘un desarrollista…imagina,
estudia, elige y compra, vende. Bajo su responsabilidad, riesgo y financiación” (CEDUC).
noción de autor alrededor de la persona del arquitecto Roca. Desde su vi-
sión, la categoría Pueblo –utilizada para dar cuenta de los habitantes– se
superpone con la categoría geográfica de suburbio: “intención de acabar
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

con la centralización del poder y aproximar la gestión administrativa al


pueblo; (…) a los suburbios” [Nota 15]. Lo performativo de la intervención
de este actor queda plasmado en la narración que efectúa el medio de
comunicación cuando reconoce que: “La identidad es algo que hay que
inventar más que descubrir y, en ese sentido, Miguel A. Roca ha contribui-
do con creces a crearla” [Nota 7].
El encuadre mediático construido para dar cuenta de este proceso de
urbanización mediante la selección de las voces de los propios desarro-
llistas, no incluye información que el mismo medio –en otro momento–
visibiliza y que alude al carácter habitado de los márgenes del río: “se
comenzaron a poblar zonas que resultaban impensadas como (…) las
márgenes del Suquía, casi siempre con villas de emergencia y también la
zona norte –muy desatendida– que explotó después del asentamiento de
un híper” [Nota 3].
Como pudo observarse en el apartado anterior, las acciones estatales
de descentralización tenían como horizonte fortalecer los rasgos identita-
rios asociados a la clase de los primeros habitantes de los barrios selec-
cionados. Por su parte, la estrategia de densificación del proceso actual
de urbanización, si bien refuerza la diferenciación social, lo hace de modo
96 más violento y excluyente.
La “Córdoba Entretodos” demarca instancias de acción y de pasiva-
ción que regulan la autoría y su negación: los sectores en alianza (Estado/
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

capital privado) se instituyen en sujetos agentes, los ‘ciudadanos’ se es-


tructuran en una gramática geo-corporal según clase, mientras los otros
son esencializados como parte de un paisaje que fue, y que no debe ser.
Es precisamente sobre los no-autores de la ciudad, que se implementan
diversas políticas de hábitat que terminan por delinear su ‘ideal’. En este
marco, el rol que cumple el Estado provincial como autor, cobra visibilidad:
éste interviene allí donde el capital no tiene legitimación para hacerlo.
Podemos distinguir tres instancias de intervención sobre las condiciones
de hábitat en las que el Estado participa: una exclusivamente normativa
–posibilitante de toda transformación de la urbe–, una reforzadora de la
oferta privada –en la apertura a las convocatorias públicas para el desarro-
llo de obras– y otra vinculada específicamente a la oferta pública de hábitat
que se lanza a la ‘ciudadanía’ en general. Todas ellas tendientes a regular,
mediante la organización del espacio en relación a una disposición clasista
de los cuerpos, los bordes de la ciudad. A la inversa que en el caso de los
autores del sector empresarial que instancian su autoría sólo en relación al
desenvolvimiento de proyectos con capital privado (incluso, cuando tam-
bién son aquellos que desarrollan diversas obras públicas), el Estado es
quien asume la autoría directa de los diversos planes sociales de hábitat.
Así, la oferta del cómo y dónde vivir en la ciudad, literalmente apunta
a las posibilidades brindadas por el poder adquisitivo de cada individuo.
De allí que aquello que enunciamos como una narrativa ideal, se mate-
rializa en proyectos urbanos que dan cuenta de tres condiciones des-
iguales de hábitat:
-La casa de tus sueños: de la mano del sector privado, proliferan en sus
sitios, ofertas de todo tipo de proyectos desarrollistas: villas residenciales,
torres, condominios o housings, y los llamados condo-hoteles –condomi-
nios de lujo con servicios propios de hoteles–. La forma de designar el lugar
de habitancia va de la mano con el perfil de quien debe/puede habitarlo, se
corresponde con la imagen de un selecto grupo, cuya delimitación va más
allá de la condición económica, alcanzando la condición social y simbólica
que, en numerosos casos, es especificada categorialmente: “proveniente
del interior de Córdoba, que adquiere el inmueble para los hijos que estu-
dian en la ciudad” [e], “para matrimonios mayores de 50 años cuyos hijos se
fueron del hogar y les queda ‘grande’ y poco práctica la casa del country”

El purgatorio que no fue


[g], “para el desarrollo de la vida familiar” [d]. Esto da cuenta de una especie
de mito de la comunidad armónica que sustenta la mayoría de los proyec-
tos desarrollistas: la oclusión del conflicto por la homogeneidad constitutiva
del grupo de convivencia se presenta bajo categorías socio-simbólicas de
estratificación social que, naturalizan a priori la desigualdad.
Los declarados propósitos de embellecimiento de la ciudad28 –regulado
por la lógica del espectáculo– se contraponen a otra faceta que subyace
en las ofertas privadas: la ciudad peligrosa, riesgosa, de la cual es nece-
sario resguardarse. Dualidad que no es nombrada pero sí considerada 97
en la publicidad de sofisticados sistemas de seguridad en los proyectos
inmobiliarios, así como también en la inclusión de diversos servicios (lla-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


mados amenities) que reducen las necesidades de salir de los comple-
jos habitacionales cerrados. La seguridad se pregona en casi todos los
proyectos como valor primordial y se detalla minuciosamente cómo es
‘garantizada’ mediante diversas técnicas de control y vigilancia (se enun-
cian por ejemplo la cantidad de puestos de vigilancia, el equipamiento y
tecnología destinados a tal fin). Así, un country publicita “un novedoso sis-
tema de doble ingreso que permite mantener controlada la circulación de
visitantes transitorios” [d] y una compañía ofrece un “condo-hotel” donde
cada piso contará con un “panic room”, una habitación blindada para es-
perar ayuda externa [g]. No sólo se trata de armonizar el adentro, sino
que claramente se ubica en el afuera un peligro inminente. La retórica de
la seguridad pone en movimiento toda una serie de productos y servicios
para evadir un posible encuentro con el otro.
-El techo de tu vida: ¿En qué consiste la peligrosidad de esta ciudad?
Si, como veníamos describiendo, las imágenes que se ofrecen desde
el sector empresarial sobre las condiciones de habitancia en términos
materiales y simbólicos se asocian a un imaginario específico de clase

28
Entre ellos se destaca: “conformar un estilo general en la ciudad de Córdoba que logre
posicionar un modelo arquitectónico vanguardista/único que haga de Córdoba, una ciudad
del nivel de las primeras y mas embellecidas ciudades del mundo” [ñ].
social, nos encontramos con esas otras imágenes que, desde los me-
dios de comunicación analizados, encuadran otras categorías de ciu-
dadanos. Se trata de voces generalmente ‘impotentes’ en el campo de
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

decisión urbanística, y por lo tanto requirentes de mediaciones desde


otras voces como las del Estado y las ONGs que, a través de la ofer-
ta de soluciones habitacionales, los visibilizan como beneficiarios. Es
el caso del Programa de Hábitat Social “Mi casa, mi vida”, 29 en el que
LVI presenta a sus destinatarios como “familias carecientes que viven
en villas de emergencia situadas a la vera del río Suquía,30 canales y
arroyos, expuestas a inundaciones y hacinamiento” o como “Las casas
efectivamente adjudicadas a pobres” (LVI 21/11/2004). Las voces que
aparecen como propias de este sector surgen en instancias donde in-
troducen una ruptura en la imagen armoniosa de la ciudad, y, por lo
tanto, son identificadas como la encarnación de un peligro: “cortan”, “in-
terrumpen”, “irrumpen” son sólo algunas de las acciones que refieren
a estos actores. Aquí no se visibilizan los deseos de los sujetos ni la
potencialidad de elección en relación a sus condiciones de habitancia,
sino que son presentados como beneficiarios de una acción del Estado
que les proveyó una vivienda digna. El lexema casita se actualiza en LVI
vinculado a un pasado en la villa miseria, y donde la noción de “complejo
habitacional” (LVI 06/06/2004) caracteriza las condiciones consideradas
básicas/esenciales de habitabilidad de lo que el Gobierno designó como
98 “ciudades-barrio”31: “Un nuevo horizonte se abre para 576 familias de
nueve villas de emergencia, trasladadas a un complejo habitacional
dotado de todos los servicios esenciales... uno de los complejos para
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

la erradicación de villas de emergencia” (LVI 12/05/2004 resaltado


nuestro); “asentamiento creado por el Gobierno de la Provincia en la
periferia este de la ciudad” (LVI 22/12/2005) “el barrio conocido como
Ciudad de los Sueños, donde hay viviendas sociales”( LVI 07/11/2005);
“entrega de ‘casitas sociales’” (LVI 28/11/2008 resaltado nuestro).
Las acciones de relocalización y traslado presentes en la mayoría
de las notas periodísticas vinculadas al Programa, nada dicen tampoco
acerca de la relación entre esta acción política estatal y la apropiación
por parte de agentes privados de estos terrenos. Este territorio pertene-
ce a la ciudad, a esa ciudad de la cual estos habitantes no parecieran
formar parte. Para ellos, “el techo de tus sueños” (que fue el eslogan
con el cual se presentó el Programa al resto de la ciudadanía) se con-
vierte en el techo de sus vidas: encerrados en las ciudades-barrio, con-
denados a esa ambigua condición de habitabilidad (ni ciudad, ni barrio),
claramente expulsados del imaginario ideal de una Córdoba en pleno
desarrollo. Este Programa por el que “Tienen su casa, tienen su vida”,

29
Lanzado por el gobierno provincial en 2003 y finalizado en 2008 con 10 mil viviendas
30
Hablamos del mismo Río Suquía, hoy “cuna del desarrollo urbano”.
31
En torno a esta forma de nominación se desataron, en el 2009, diversas polémicas por el
carácter de la designación fantasiosa de los complejos habitacionales. Ver: Cervio (2010).
es el que a su vez posibilita “la vida que querés tener”, en “un lugar ex-
clusivo para tu estilo de vida” [l, resaltado nuestro] de los habitantes que
son presentados como los que sí merecen la ciudad.
-El sabor de la propiedad: En la misma dirección que la descripta para
el sector privado pero, con diferencias en las posibilidades económicas
para la elección de las condiciones de habitancia, encontramos el caso del
programa destinado a lo que se denomina desde los medios como clase
media. Durante el año 2004 el gobierno de De la Sota lanzó dos Programas:
“Hogar Clase Media” y “De inquilino a propietario”: Este último “tiene una
diferencia con los habituales emprendimientos de este tipo: no se trata de
la construcción de barrios completos de casas o departamentos, sino que
se otorgarán créditos a los interesados…” (LVI 11/07/2004 resaltado nues-
tro). Una especie de crédito ‘social’ –otorgado de manera individual– para
la construcción o compra de bienes inmuebles, destinado a sujetos con un

El purgatorio que no fue


perfil socio-económico que les permite abonar una cuota mensual. Así, este
perfil de habitancia también está sostenido por cierto margen de deseabili-
dad y posibilidad de elección tanto del lugar para vivir, como de las carac-
terísticas de la vivienda. Como resalta el vocero del Gobierno los destina-
tarios (a quienes se los interpela como “adjudicatarios”) “deberían tener la
posibilidad de elegir el proyecto que desean” (LVI 30/09/2005). Se produce
aquí nuevamente la articulación entre capitales privados y estatales pro-
vinciales: “el Gobierno lanza por primera vez un programa de la mano del
sector privado para sectores de clase media en la ciudad de de Córdoba… 99
Resaltó que serán viviendas de muy buena calidad” (LVI 12/07/20002).
Calidad garantizada por la reiterada intervención de aquellos actores que

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


urbanizan Córdoba: “En total, hay 17 proyectos inmobiliarios desarrollados
por igual número de empresas, que incluyen viviendas en propiedad hori-
zontal, complejos de cuatro plantas, dúplex y casas individuales, ubicadas
en distintos puntos de la ciudad de Córdoba” (LVI 17/04/2005). Aunque ya
no se trata de housings, condo-hoteles o countries, la clasificación edilicia
(propiedad horizontal, complejo de cuatro plantas,32 duplex y casas indivi-
duales) así como sus nombres de fantasía (Solares…, Parque…) dan cuen-
ta del modo diferencial de interpelación hacia sus destinatarios. Si bien,
están “destinado a familias que acrediten que actualmente pagan un alqui-
ler” (LVI 17/04/2004) es precisamente la definición de su condición material
la que incluye a estos lugares en el universo de la deseabilidad, tal como
manifestábamos arriba.
Retomando el epígrafe con el que comenzaba el apartado, en la reso-
nancia que los medios producen en torno a la figura de los autores de la
ciudad de Córdoba, opera un doble procedimiento que implica el “oficio del
mago” o la “técnica del cirujano”: como autores del embellecimiento estra-
tégico de la ciudad, estos magos actualizan el ‘aura’ perdido de la ciudad
de antaño; como autores de intervenciones urbanísticas vinculadas con el

32
La aclaración “de 4 plantas” da cuenta del número de habitantes con el que se compar-
tirá el espacio.
hábitat, la precisión técnica sirve de argumento para la intervención qui-
rúrgica de un espacio urbano ‘enfermo’, cuyas partes identificables como
‘causales’ del estado convaleciente deben ser amputadas. O trasladas, o
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

expulsadas, o invisibilizadas. La “Córdoba Entretodos” efectivamente ter-


mina, por las mediaciones ideológicas de los medios, justificada por tales
procedimientos materiales.

4- Urbanismo estratégico y separación clasista: entre la ‘obra de


arte’ y los residuos del espectáculo

La experiencia de ciudad incluye también las oportuni-


dades perdidas y los encuentros fallidos…
(H. Caygill, 1998)

Las edificaciones pueden ser recibidas de dos mane-


ras, por el uso y por la contemplación.
O mejor dicho: táctil y ópticamente.
(Benjamin, 1994 -[1936])

Claro está que las formas de interpelación al otro –y, a decir de Althusser,
“toda ideología interpela a los individuos concretos como sujetos concre-
100 tos” (2003: 147)– implican un doble movimiento de ‘desconocimiento’ y
‘reconocimiento’, es decir, funcionan por principio de exclusión que ‘fic-
cionalmente’ dota de sentido al conjunto. Así también, las condiciones
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

de habitancia, materializadas en la idea de ‘la casa propia’, no dejan de


ser segmentarias, diferenciales y desiguales, en una enunciación inter-
pelante. Cada casa/vivienda33 simboliza modos de ser, estilos de vida y
sueños que se concretan a partir de su ubicación en la trama urbana
(proximidad/distancia en relación a un centro), su edificación –en términos
estrictamente materiales–, su funcionalidad, confort, seguridad, estética,
entre otros. Nada se dice en relación a la estratificación clasista. La lógica
universal –discursiva– de unos “derechos ciudadanos” que garantizarían
el acceso igualitario a la ciudad ocluye ideológicamente lo “real”: la exis-
tencia de una ciudad socio-segregada por clase.
Estas tres formas puntuales de intervención urbanística en la defini-
ción de las condiciones de habitancia de la capital cordobesa dan cuenta

33
Si rastreamos en la etimología de la palabra ‘casa’, encontramos un primer significante
en los romanos: la palabra ‘domus’ de la cual proviene el término ‘domicilio’ (y sus deriva-
dos). Otro término latino utilizado era ‘casa’ que designaba (en términos materiales) ‘choza’,
‘barraca’. Es interesante ver en estas dos acepciones etimológicas, que la distinción no es
ni casual ni arbitraria ya que, aquellos que habitaban el ‘domus’ y aquellos que vivían en
‘casas’ remitían a condiciones materiales y sociales de existencia bastante disímiles entre
sí. La palabra “domus” está íntimamente ligada al “dominus”, es decir al “señor” que en ella
habita y ejerce dominio; mientras que la palabra “casa” está asociada al que no sólo no
tiene dónde ejercer su dominio, sino que está sometido a él.
de que son las mismas voces las que tienen la posibilidad de narrar la
deseabilidad de un proyecto urbano, y de los actores que intervienen ma-
terialmente para sostener dicho proyecto. Autores de una narrativa de la
ciudad que se hace carne en las vivencias de esos grupos excluidos que
posibilitan el ejercicio del urbanismo estratégico.
Así la Ciudad se constituye ambivalentemente en una ‘obra de arte’
que, para ser digna de contemplación (vía consumo) debe de hacer algo
con los residuos del sistema que como tales la constituyen. Es precisa-
mente en el marco de toda una serie de transformaciones estructurales
producidas por la “Ley de Modernización del Estado Cordobés” que se
encuentran ‘respuestas’ para el qué hacer con esos cuerpos que eviden-
cian los costes del camino hacia el ‘Desarrollo’ y el ‘Progreso’ de la Docta:
el emprendimiento de proyectos conjuntos entre sector público y privado.
Esta actualización de una alianza que, en el pasado existía pero no esta-

El purgatorio que no fue


ba avalada por una legalidad instituida, se expresa en una cada vez más
literal estrategia que anuda rentabilidad con seguridad, posibilitada por
unos ‘otros’ que se esencializan en una ‘rostrocidad de clase’. En esta
trama de voces/autores de la ciudad que se complejiza, resulta estéril
intentar distinguir quiénes de entre ellos cumplen qué funciones, qué po-
siciones y qué lugar en la toma de decisiones en términos urbanísticos:
resultan ser las dos caras de una misma moneda. El transfondo común e
identificable sigue siendo esa historia ‘perdida’, ‘fallida’ de una ciudad de
Córdoba que ya cuenta su Historia. 101
Es en este sentido que lo más pornográfico de tales operaciones estra-
tégicas es la absoluta literalidad con la que se afirman. El reconocimiento

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


explícito al protagonismo de la economía34 sobre la diagramación de la
ciudad y del carácter accesorio del rol de Estado, se observa directamen-
te en expresiones como:

…estas transformaciones urbanas (…) requieren de grandes capitales


que promuevan, por la envergadura de la intervención, un impacto en
el área que, una vez producido, pueda ser acompañado por acciones
de menor escala. Los grandes vacíos urbanos remanentes serían los
candidatos para estos procesos transformadores, pero no existen nor-
mativas claras para ellos y varias propuestas presentadas por priva-
dos ante los entes municipales encontraron demoras en su tramitación
[Nota 16]. “El sur también espera su oportunidad y estamos a tiempo
de dársela, se necesita solamente saber escuchar a los entendidos”,
según Mario Toledo Presidente de CACIC (Cámara de Corredores
Inmobiliarios de Córdoba) [Nota 3]

La Ciudad como “Civitas” va desapareciendo así en cada navajazo


urbanístico, y como “urbs” se hace visible y vivible sólo para algunos

34
Las fuerzas del mercado encarnadas en las voces de empresarios como Sergio Villella
[Nota 8] son las que explican el actual proceso de urbanización.
privilegiados. La antigua ciudad –la del centro– va modificándose para
nuevos habitantes y transeúntes, a la vez que se establece una clara se-
paración entre: lo digno de transformarse en una obra de arte, un monu-
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

mento, ícono o patrimonio de la ciudad, de mostrarse en la escenografía


que la lógica del turismo y del consumo van diseñando, y aquellos re-
siduos de la escena que deben ser borrados, anulados, invisibilizados.
Esto queda explícito en una nota de LVI35 donde en “nuestra Recoleta” lo
cordobés y los cordobeses se ofrecen al campo perceptivo como:

“se ve un público diferente, que va desde los estudiantes universitarios


a los turistas extranjeros que recorren las calles de adoquines y los
centenarios edificios, mientras miran vidrieras y hacen compras” (…)
“la ciudad con servicios destinados a personas de alto poder adqui-
sitivo, que hoy no tienen un lugar de concentración de negocios para
sus demandas fuera de los shoppings” (…) “una bohemia especial con
estudiantes, profesores y extranjeros que le dan a esa parte del centro
un aspecto más europeo, si se quiere” (resaltado nuestro)

La obra está cumplida. Córdoba tiene ya su público, como las demás


capitales del mundo.

102
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

35
Al respecto ver nota de La Voz del Interior del 25/6/2005: Córdoba tendrá su “Recoleta”.
Bibliografía
Althusser, Louis (2003), “Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado”, en
Slavoj Žižek (comp.), Ideología. Un mapa de la cuestión, FCE, México, pp.
115-156.
Bajtín, Mijaíl y Valentin Voloshinov ([1929] 1992), “Filosofía del lenguaje y
la psicología objetiva”, en El marxismo y la filosofía del lenguaje, Alianza,
Madrid, pp.51-70.
Bajtín, Mijail (1982), “El problema del Texto”, en Estética de la creación
verbal, Siglo XXI: México, pp. 294-323
Benford, Robert & David Snow (2000), “Framing processes and social
movements: An overview and assessment”, Annual Review of Sociology,
Vol. 26, pp. 611-639.

El purgatorio que no fue


Benjamin, Walter ([1936] 1994), “La obra de arte en la época de repro-
ductibilidad técnica”, en Discursos interrumpidos, Planeta - Agostini,
Buenos Aires.
(1972), Gesammelte Shriften I, Surkamp, Frankfurt.
Butler, Judith (2006), Vida precaria. El poder del duelo y la violencia,
Paidós, Buenos Aires.
Caygill, Howard (1998), “The experience off the city”, en The colours of
Experiences, Routledge, New York. 103

Cervio, Ana (2010), “Performatividad, fantasmas y fantasías sociales. El


‘encantamiento’ de la (re)nominación en la gestión del hábitat social en la

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


ciudad de Córdoba”, en prensa.
Debord, Guy (1995), La Sociedad del Espectáculo, La Marca, Biblioteca
de la Mirada, Buenos Aires.
Humanes, María e Juan Igartua (2004), “El encuadre noticioso de la re-
alidad: reflexiones teórico-metodológicas sobre el concepto de framing”;
Quaderns de filología - Estudis de Comunicació, Vol. II, pp. 201-218.
Hall, Stuart (1981), “La cultura, los medios de comunicación y los ‘efectos
ideológicos’”, en James Curran y otros (comp.) Sociedad y comunicación
de masas, Fondo de Cultura Económica, México.
Machado Araoz, Horacio (2009), “Identidades en conflicto. Reconversión
neocolonial, conflictos socioterritoriales y procesos de subjetivación en un
contexto periférico del capitalismo global”, Boletín Onteaiken, Nº 7. CEA-
UE. En: http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/
boletin7/3-1.pdf (16/01/2020).
Levstein, Ana y Eugenia Boito (comps.) (2009), De insomnios y vigilias en
el espacio urbano cordobés. Lecturas sobre Ciudad de Mis Sueños, CEA-
UE-CONICET, Universitas - Jorge Sarmiento Editor, Córdoba.
Mongin, Olivier (2006), La condición urbana. La ciudad a la hora de la
Mundialización, Paidós, Buenos Aires.
Reguillo, Rossana (1999), “Imaginarios globais, medos locais: a cons-
Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada...

trucao social do medo na cidade”, Revista Lugar Comum, Estudios de


mídia, cultura y democracia, Nº 8, mayo - agosto, NEPCOM / UFRJ, Rio
de Janeiro, Brasil.
(2007), “Retóricas de la Seguridad. La in-visibilidad resguardada:
Violencia(s) y gestión de la paralegalidad en la era del colapso”, ponen-
cia presentada en el Seminario: Citizenship, Securitization and Vernacular
Violence. SSRC. Estambul, enero 2007.
Scribano, Adrián (comp.) (2007a), Mapeando interiores. Cuerpo, Conflicto
y Sensaciones, CEA-UNC, Jorge Sarmiento Editor, Córdoba.
(2007b), Policromía Corporal. Cuerpos, Grafías y Sociedad, UNC-
CEA/CONICET y Universidad de Guadalajara, Colección Acción Social,
Ed. Universitas, Córdoba.
(2008), “Sensaciones, conflicto y cuerpo en Argentina después
del 2001”, Revista Espacio Abierto. abril-junio, año/vol 17, número 002,
Asociación Venezolana de Sociología, Maracaibo, pp. 205-230.
(2009a), “Acciones colectivas, movimientos y protesta social: pre-
guntas y desafíos”, Revista Conflicto social, Año 2, Nº 1. Disponible en:
104 http://www.iigg.fsoc.uba.ar/conflictosocial/revista/01/0105_scribano.pdf
(2009b), “¿Por qué una mirada sociológica de los cuerpos y las
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas

emociones? A Modo de Epílogo”, en C. Fígari y A. Scribano (comps.)


Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s) Hacia una sociología de los
cuerpos y las emociones desde Latinoamérica, CLACSO-CICCUS, pp.
141-151
Sennett, Richard (1997), Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civili-
zación occidental, Alianza Editorial, Madrid.
Žižek, Slavoj (2009), Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales,
Paidós, Buenos Aires.

Sitios de Internet consultados (febrero 2010)


[a] http://www.ceduccba.com.ar/
[b] http://www.gruporegam.com/
[c] http://www.bugliotti.com/
[d] http://www.alvearsa.com/
[e] http://www.grupobetania.com/
[f] http://www.dycsa.com.ar/
[g] http://www.ediliciasuez.com.ar/
[h] http://www.grupodinosaurio.com/
[i] http://www.grupoedisur.com.ar/
[j] http://www.grupomiterra.com/
[k] http://www.grupoproaco.com.ar/
[l] http://www.maluf-asociados.com.ar/index_.htm
[m] http://www.novilloyasociados.com.ar/
[n] http://www.tomascrozzoli.com.ar/
[ñ] http://www.squadra-sa.com.ar/
[o] http://www.volterra.com.ar/index_.htm

El purgatorio que no fue


105

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


La ciudad pulcra y el conflicto de la basura como síntoma
de tensiones socio-urbanas

Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

El purgatorio que no fue


1- Introducción

…Incluso con la gente de la villa que yo estaba, con


mis vecinos, no me llevaron ahí con ellos, me llevaron
con un montón de gente así… dispersa. Que eran de 107
Guiñazú, del Puente Pueyrredón, de los 40 guasos,
muchos que quedaron medios descolgados de otras

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


villas. De todas las villas me llevaron a mí ahí, porque
hicieron una mezcla. La gente es muy buena, yo soy
muy adaptable, con la gente nunca tuve problemas,
pero algunos tuvieron problemas, porque se juntaron
gente que ni se conocían, se peleaban, se robaban, les
robaron los caballos a uno otros vecinos mismos, que
eran de otro lado. Les robaron los caballos, cuando
lo encontraron a uno estaba carneado, después que
se agarraron a los tiros. Y se tuvieron que ir la familia.
15 familias se fueron ahí nomás, en el lapso de tres
meses… – ¿Qué es lo peor que recuerda después del
traslado? – De cuando me enteré que habían carneado
un caballo. Fue tremendo. Porque el muchacho que le
carnearon el caballo vivía casa de por medio de donde
yo estaba. Y ese muchacho era cartonero, se la re-
buscaba…era un muchacho que se la rebuscaba para
laburar, lo que yo lo conocí, no era fulero. Una familia
más, que desea estar bien, dar buen ejemplo a sus
hijos. Y tenía dos caballos. Tenía una yegua, que tenía
un potrillo. Y se le perdieron dos caballos, y encontró
uno, pero el otro estaba carneado cuando lo encontró.
¿Sabés que te carneen un caballo? Es común cuando
dicen carnearon una vaca para comer… pero que te
carneen un caballo. No sé... yo me he criado encima
de los caballos, he trabajado mucho en el campo y el
caballo viene a ser como la vaca en la India para acá,
para nosotros… no tan sagrado, pero es algo que vos
valorás, es como si fuera un ser humano. Por eso se
dice que el caballo es el amigo fiel del hombre, acá
no se nota en la ciudad, pero en el campo le tenés
que dar obligadamente ese valor al caballo. Un valor
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

espiritual que se le da al caballo. Como te digo me he


criado arriba de los caballos, he trabajado en el Pan
de Azúcar, con la hacienda, estuve de puestero en un
campo en Unquillo, donde siempre se manejaba uno
a caballo cuando no había que arar con el tractor, para
juntar la hacienda. El caballo está por medio de todo,
es la herramienta de uno. Que te lleva a infinidades de
partes...
(El muchacho al que le carnearon el caballo) se des-
moralizó un montón, fue a buscar un revolver al barrio
donde estaba antes, y un montón de cosas. Supo por
otros vecinos. Pienso que fue por necesidad, para ven-
108 der la carne, porque son carneadores clandestinos. En
el fondo es por necesidad… (pero) hay un montón de
cosas que también se pueden hacer antes que matar
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

un caballo. A otra señora le robaron un caballo, que


lloraba porque era el arma que tenían, un carrito, que
se iban a Ituzaingó, esta señora tiene como siete chi-
cos, vive sola, entonces se iban a Ituzaingó, busca-
ban la verdura, la picada, todas esas cosas. Y era su
medio de movilidad. Y le robaron el caballo y le ataron
las manos a esa mujer.
(Entrevista a J., un año después del traslado a “Ciudad
de mis Sueños”)

E
n la ciudad de Córdoba la creación de las primeras ciudades-barrios
ubicadas por fuera del ejido municipal evidencia que esta forma de
intervención estatal no implicaba solamente una política habitacional,
sino además una manera de actuar sobre los procesos de reproducción
económica de los grupos familiares trasladados y de regular activamente
las instancias de interacción inter-clases. Así la localización se revela no
sólo expulsógena con relación a lo que podríamos llamar ex-ciudad (o
Ciudad con mayúsculas) sino aniquiladora de las prácticas orientadas a
la reproducción económica que caracteriza a estas clases: por ejemplo,
las estrategias de trabajo con la basura mediante el uso del carro. En la
narración de J se manifiesta no sólo la sensación de estar detenido –una
forma particular de estar detenido en ‘libertad’, en espacios de encierro
abierto que al igual que las cárceles (espacio de encierro a secas) son
parte de ese exterior constituyente de la Ciudad– sino estar expuesto a
condiciones tales como las descriptas mediante la expresión estar atado
de manos: Y le robaron el caballo y le ataron las manos a esa mujer.
Estas modificaciones materiales, territoriales, sociales –tendencias y
resultantes de la apropiación clasista del espacio urbano– impactan ex-
propiando y coagulando la posibilidad de acción de los sujetos. Si todo
ser social es un cuerpo con ciertas condiciones y disposiciones de sus
energías para la acción autónoma, el proceso de traslado a las nuevas ur-
banizaciones, los ejercicios bio-políticos de control policial cotidiano para
evitar la salida de los sujetos, la destrucción de estrategias de sobreviven-
cia a partir de las nuevas condiciones de habitabilidad, etc., afectan inten-

El purgatorio que no fue


samente los tipos y grados de haceres posibles de los cuerpos inscritos
en esta geometría de la dominación. El mecanismo actuante en la ciudad
de Córdoba se caracteriza por una lógica policial de fijación de cuerpos
a lugares, es decir, por la obstaculización del desplazamiento mediante
la producción de condiciones de encierro estructural y la operatoria co-
tidiana de ejercicios de re-adecuación –empotramiento– de la relación
cuerpo-lugar prevista. Como indica A. Scribano:

La expresión ciudades-barrios hace evidente los contornos de una po- 109


lítica de las emociones que tiene como “encuadre” la visión de ciudad
como práctica social capitalista. La ciudad pulcra del buen burgués es

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


aquella donde se toma distancia. La relaciones espacio-temporales de
los barrios ciudades preservan a la Ciudad de esos barrios, al alejarlos
se auto-construye performativamente la Ciudad “adecuada”. La pulcra
ciudad es un aparato extractivo de identidades donde lo no deseado
debe estar siempre asociado a lo afuerino. Los barrios “tienen todo”
para estar afuera. Las afueras y los de afuera deben ser identificados
para que la Ciudad tenga su identidad. La vivencia del límite tiene una
torsión más: ante el posible desborde de los desechados se los pone
en los bordes. En esta dirección el borde es la condición de imposibili-
dad de desborde alguno. (En Levstein y Boito, 2009: 22)

Pero –en una nueva torsión– los desbordes más obturados que vi-
vencian los desechados (a los que) se los pone en los bordes, remiten
a las propias sensaciones cotidianas en estos particulares territorios de
relegación.1 Desbordes que se vuelven sobre sí, que se repliegan sobre
estos cuerpos detenidos, a partir de la emergencia de situaciones im-
posibles, im-pensadas que exponen la magnitud de la transformación
de la experiencia asociada al traslado: De cuando me enteré que habían

1
Hacemos referencia al concepto trabajado por Loïc Wacquant (2007). Un desarrollo de
este tema en relación a las ciudades-barrio cordobesas puede leerse en Posadas (2006).
carneado un caballo. Fue tremendo (...) ¿Sabés que te carneen un caba-
llo? Es común cuando dicen carnearon una vaca para comer… pero que
te carneen un caballo (…)
Si el caballo es como si fuera un ser humano, es el amigo fiel del hom-
bre al que le tenés que dar obligadamente ese valor (un valor espiritual);
si el caballo esta por medio de todo, es la herramienta de uno. Que te
lleva a infinidades de partes, se comprende lo que implica la visión del
caballo carneado: (El muchacho al que le carnearon el caballo) se des-
moralizó un montón.
Este es el recuerdo más doloroso que J. expone cuando remite a los
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

primeros tiempos en Ciudad de mis Sueños; situación que evoca dos es-
cenarios: uno expresa la cruel lógica que va marcando las interacciones
en la nueva urbanización (porque se juntaron gente que ni se conocían, se
peleaban, se robaban, les robaron los caballos a uno otros vecinos mis-
mos, que eran de otro lado. Les robaron los caballos, cuando lo encon-
traron a uno estaba carneado, después que se agarraron a los tiros. Y se
tuvieron que ir la familia. 15 familias se fueron ahí nomás, en el lapso de
tres meses…) y otro, como cruda metáfora condensa el detenimiento en
tanto fijación clausurada al lugar con relación a la ex-ciudad. En ese esce-
nario urbano donde la relación cuerpo-lugar está sellada, el caballo pierde
los numerosos atributos que portaba, se degrada y muta en insumo para
carneadores clandestinos. Allí, los sujetos pasan a estar detenidos, fijos,
110 atados de manos y desarmados en la búsqueda de los recursos mínimos
para la reproducción cotidiana: (el caballo era) el arma que tenía (una
mujer sola, con siete hijos, con el que) se iban a Ituzaingó… buscaban la
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

verdura, la picada…
En este sentido no es azaroso que la historia de J. remita a la situación
de algunos carreros, cirujas o trabajadores de la basura, partícipes de una
actividad heterogénea que se vio masivamente transformada a partir de
2001 y que llegó a representar la práctica de supervivencia de una parte
importante de los sectores populares. Más aún cuando esta actividad,
que implica la necesidad de trasladarse desde el lugar en el que se habita
hacia zonas donde es posible conseguir los materiales buscados, supone
el desplazamiento y tránsito por la ciudad.
La problemática en torno al tratamiento de la basura nos sirve entonces
como lugar desde donde observar cómo se han resuelto estos procesos
de relacionamiento inter-clases, de disposición de cuerpos, ocultamien-
to y revelación de rostros en distintas escalas de ciudad. En función de
esto no tendremos como foco sólo a la ciudad de Córdoba, sino que nos
preocuparemos especialmente por lo ocurrido en Villa María durante los
últimos años. El interés por esta ciudad radica en que permite contrastar y
ver de qué manera los conflictos urbanos han tenido diferente resolución
de acuerdo a la escala de interacción de la urbe y a la posibilidad de vín-
culos cara a cara de sujetos que se identifican como interlocutores.
Las reflexiones que presentamos a continuación retoman lo produci-
do a través de cuatro grupos de discusión –dos en Villa María, dos en
Córdoba– en el mes de agosto de 2009 conformados por sujetos con
diferentes experiencias en trabajo colectivo, donde participaron carreros
organizados –o no– en cooperativas, y lo registrado mediante entrevistas
individuales realizadas durante 2007, 2008 y 2009 en ambas ciudades.
El interés es relevar fundamentalmente desde la perspectiva de los
participantes, la forma en que la problemática de la basura y el quehacer
de quienes trabajan con ella han configurado una serie de relaciones so-
ciales y prácticas que permitieron disipar las tensiones socio-urbanas en
Villa María, bajo la fantasía de la ciudad pulcra. Tanto en las intervencio-
nes en el grupo focal como en las entrevistas individuales aparece lo que
puede interpretarse como una Fantasía Social recurrente con relación a la
estructura y dinámica de clases en la ciudad: en Villa María “no hay coun-
tries y no hay villas”. Esta Fantasía encuentra condiciones para anclarse y
operar organizando prácticas, a partir de la comparación que instaura con

El purgatorio que no fue


Córdoba: ciudad en la que la desigualdad entre clases se expresa cruda-
mente y cada vez de manera más profunda, hasta llegar a la creación del
barrio-ciudad referido más arriba.
Como se sabe la operatoria básica de la fantasía es doble: por un lado
permite mantener alejado, por fuera del límite de la ciudad, lo que apare-
ce como horroroso (en este caso, el fantasma de la desigualdad clasista
estructural); por otro, su misma constitución como pantalla de protección
obtura la visión sobre la conformación clasista sobre la que se instituye,
permitiendo proyectar aquello que se desea: ser parte de una ciudad en 111
la que “no hay extrema riqueza ni extrema pobreza”.
Teniendo en cuenta esto, organizaremos el escrito de la siguiente ma-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


nera: en una primera parte intentaremos exponer los hitos principales
con relación al conflicto en torno a la basura en Villa María a partir de la
privatización del predio del basural, resaltando sus diferentes etapas y
las relaciones que se tejen entre los actores involucrados. En la segunda
parte, analizaremos desde las voces de los sujetos –de carreros y de los
diferentes actores entrevistados– cuatro ejes a partir de los cuales cobra
forma y se define el conflicto bajo determinadas prácticas de escucha y
visibilidad. Esto nos permitirá comprender la persistencia –y a la vez las
marcas particulares– del conflicto de la basura como síntoma de las ten-
siones en el escenario socio-urbano. Finalmente, realizaremos algunas
reflexiones a modo de conclusión.

2- Contextos y antecedentes de los conflictos de la basura en Villa


María2

Villa María es una ciudad del interior de la provincia de Córdoba, cabecera


del departamento San Martín ubicado al sureste del territorio provincial.

2
Esta sección ha sido elaborada en base a un trabajo previo publicado por Aimar, Delgado
y Herrera (2008).
Con aproximadamente 80 mil habitantes –a pesar de tener una zona de
influencia de algo más de 115 mil– es la tercera población de la provincia,
siendo la ciudad de Córdoba la primera con alrededor de 1 millón 300 mil
personas. En términos estructurales la ciudad sigue los niveles de pobre-
za de la media provincial –que es del 13%– y de la capital –que es del
12%–, registrando según el censo provincial de 2008 algo más de un 10%
de población con NBI.
En este sentido, y a pesar de las similitudes en términos porcentuales,
en números absolutos las cifras tienen un impacto muy diferente. Mientras
en la capital, según datos del INDEC, existen unas 150 mil personas con
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

NBI, en Villa María este número es de poco menos de 12 mil habitan-


tes. Esta situación tiene una estrecha relación con la forma en que las
personas pueden afrontar las situaciones de crisis y las estrategias que
despliegan frente a ellas, así como las maneras de tejer lazos sociales y
relacionarse con el Estado.
A nivel general, el contexto de la post-crisis de 2001, signado por
la escasez, el desempleo y la desigualdad, generó –entre otros efec-
tos– un aumento de los trabajadores en situación de precariedad labo-
ral (contratos flexibles, empleo informal, malas condiciones de trabajo,
falta de seguridad social); a la vez que propició el desarrollo una serie
de respuestas sociales que buscaron hacer frente a estas situaciones.3
Entre las respuestas ensayadas existió una compuesta por una serie
112 heterogénea de actividades que consiste en changas de todo tipo,
pero que con el tiempo fue centrándose en la recuperación de basu-
ra. Quienes trabajan en esto son conocidos indistintamente como car-
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

toneros, cirujas o carreros, y hallaron una alternativa rentable ante el


desempleo o la falta de trabajos estables en la recolección y venta de
materiales reciclables.
A partir de 2002, la devaluación de la moneda nacional convirtió a
objetos antes desechados como basura en mercancías de un alto valor
en el mercado nacional debido al menor costo de los reciclados frente a
los productos importados, e hizo que el aumento de recuperadores des-
bordara el espacio habitual de los basurales para pasar a ser un trabajo
llevado a cabo en las calles. Esto tuvo dos consecuencias determinan-
tes: por un lado, los trabajadores debieron emprender un recorrido diario
que produjo una mayor exposición pública en los barrios de mayores in-
gresos, corporizando en esta práctica una migración de espacio físico y
social, y al mismo tiempo, un nuevo rostro de la pobreza; por otro lado, y
en relación con lo anterior, se debió producir un reajuste de las prácticas

3 Es necesario reconocer que las transformaciones en las formas de trabajo y la expulsión


compulsiva de trabajadores forma parte de una amplio proceso de transformación del capi-
tal a nivel internacional y su adaptación al modelo neoliberal. En la Argentina estos cambios
comenzaron a mediados de la década de 1970, tomando un mayor auge durante los años
noventa y eclosionando de una forma inusitada con la crisis de 2001.
de relacionamiento cara a cara con quienes los cirujas llaman clientes,4
y tienen decisiva injerencia en la eficacia del trabajo. Esta situación co-
incide históricamente con el momento en que el fenómeno cartonero se
instaló en los medios de comunicación y los ambientes académicos.
La revalorización de lo desechable no fue, sin embargo, sólo una
oportunidad de ganarse la vida para aquellos golpeados por la crisis.
La recuperación de residuos se vio impulsada por un espacio de alta
rentabilidad para la inversión de empresas que vieron en el reciclado un
lucrativo negocio.5 A esto, se sumó la presencia de un consolidado dis-
curso social sobre el cuidado ambiental y el desarrollo de una base nor-
mativa y legal que favoreció las iniciativas vinculadas a la recuperación
de residuos y el reciclado como políticas de Estado. Así, una serie de
disposiciones adoptadas por el gobierno nacional y provincial en la pri-
mera mitad de la década de 1990, se constituyó en soporte de políticas

El purgatorio que no fue


que indicaban que las problemáticas ambientales comenzaban a tener
un lugar muy importante en la agenda estatal.6 Esta preocupación fue
reforzada con iniciativas desde lo social, lo educativo y lo político, y se
cristalizaría más tarde en la aplicación concreta de políticas de Estado
asentadas sobre el discurso de la responsabilidad ecológica, que ac-
tualmente no sólo alcanza distintos niveles de gobierno, sino también al
sector privado. Asimismo, esta tendencia generó un importante aumento
de inversiones en el negocio que gira en torno a la recolección y dispo-
sición final de la basura, a través de la reconversión y privatización de 113
rellenos sanitarios.
De esta manera, como tres pilares de una misma estructura, el discur-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


so sobre lo ecológico, la coyuntura favorable al negocio sobre la basura
y la existencia masiva de trabajadores en situación de extrema pobreza,
configuraron un nuevo espacio conflictual donde se re-establecieron algu-
nas relaciones sociales y formas de explotación.
Dentro de este marco general, en la ciudad de Villa María, las trans-
formaciones en el negocio de la basura adoptaron una forma particular

4 En general, individuos que establecen cierta relación con los cirujas y pueden guardarles
algunos materiales recuperables: personas particulares, empleados y dueños de comer-
cios, porteros de edificios, etc.
5
Puede encontrarse una somera caracterización del negocio de la basura en Córdoba
tras la crisis de 2001, los eslabones que involucra y sus alcances económicos en Aimar,
Giannone y Lisdero (2007).
6
Es posible mencionar al menos tres antecedentes de importancia: 1) el Pacto Federal de
1990, con el cual se estableció el traspaso a los gobiernos provinciales del dominio, explota-
ción, y por ende, responsabilidad sobre los recursos renovables y no renovables, superficiales
o subyacentes, de su territorio. 2) La creación en 1991 de la Secretaría de Recursos Naturales
y Ambiente Humano, dependiente del Poder Ejecutivo Nacional. 3) La firma del Pacto Federal
Ambiental en 1993, que significó un punto de inflexión en la política ambiental de la Argentina
en por lo menos dos aspectos: a- se reconoce que dicha política se inspira en los postulados de
los acuerdos internacionales sobre medio ambiente; b- comienzan a reglamentarse y unificarse
los esfuerzos por una política de control y tratamiento en la Secretaría recientemente creada, y
el COFEMA, integrado por distintos órganos federales y provinciales.
a partir de comienzos del año 2003 cuando el gobierno municipal inició
acciones para la privatización del basural y el tratamiento de los Residuos
Sólidos Urbanos (RSU), desplazando del predio a miembros de una pre-
cooperativa7 que llevaba quince años trabajando en el lugar.

2.1- Privatización del basural

La expulsión de los cirujas que trabajaban en el basural por el gobierno


municipal de Eduardo Accastello y la privatización del mismo se llevó a
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

cabo con el impulso de políticas provinciales enmarcadas en el Programa


de Gestión de Residuos Córdoba Limpia lanzado por la Agencia Córdoba
Ambiente, que promovía el cierre o clausura de los basurales a cielo abier-
to y su reconversión en vertederos controlados; proponiendo un plan de
manejo de la recolección y procesamiento de residuos, así como accio-
nes de difusión y capacitación.8 Tal como se ha indicado en otros trabajos
(Aimar, Giannone y Lisdero, 2007), el Programa Córdoba Limpia preten-
día un tratamiento no contaminante y rentable de la basura, pero no tenía
en cuenta el impacto socio-laboral del proyecto; es decir, no respondía por
las redes informales dedicadas a la recolección, separación y venta de
materiales que existían en muchos centros urbanos, como en Villa María,
siendo estas actividades el medio de vida para muchas familias.
114 En este proceso de privatización el Ejecutivo Municipal adjudicó en
mayo de 2003 a CORBAM S.A. la instalación de una planta de separa-
ción y tratamiento de residuos sólidos urbanos en el relleno sanitario. Tras
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

la concesión, la empresa contrató a cincuenta personas que trabajaban


como recuperadores en el lugar, y cerró el ingreso a cualquier persona
que no estuviera empleada, desarticulando en ese mismo proceso a la
pre-cooperativa La Unión. Como consecuencia de ello, algunos cirujas no
contratados tuvieron que comenzar a recorrer las calles de la ciudad junto
a otras familias, que por su situación de desempleo y pobreza, también se
incorporaban en ese momento a la actividad.
Al poco tiempo de estar funcionando la planta, comenzaron a regis-
trarse problemas entre la prestadora y los trabajadores, acostumbrados a
un tipo de trabajo diferente al que proponía la empresa. De esta manera,
al despido de algunas personas por parte de CORBAM, le siguieron las

7
La pre-cooperativa La Unión funcionaba en el predio del basural de Villa María desde el
año 1988 a partir de la iniciativa de una asociación civil de la ciudad. Ésta, conformada por
cirujas, había desarrollado un trabajo colectivo dentro del basural recuperando materiales
reciclables descartados por la población. Si bien el emprendimiento no logró constituirse
de manera formal como una cooperativa, logró organizar el trabajo de un gran número de
trabajadores por horarios y turnos y bajo condiciones mínimas de seguridad, en muchos
casos por más de quince años.
8
Así mismo, proponía un tratamiento de los RSU a nivel regional, creando vertederos
regionales en determinados lugares, que reuniendo la basura de la zona, posteriormente
sería tratada y comercializada (Agencia Córdoba Ambiente, 1999).
renuncias de muchos otros; lo que provocó en pocos meses la disconti-
nuidad de separación de los residuos. Sin cirujas, la empresa contrató a
personas sin experiencia en el oficio, muchos de ellos beneficiarios de
planes sociales que cumplían tareas para la Municipalidad, expulsando a
la actividad callejera a quienes desde hacía más de una década realiza-
ban informalmente el trabajo de recuperación en el basural.

2.2- Protesta y propuesta del Punto Limpio

Frente a la situación en la que se encontraban los recolectores urbanos


a fines de diciembre de 2004 se firmó un acuerdo entre cirujas, represen-
tantes de la Municipalidad, dirigentes de la Central de los Trabajadores
Argentinos (CTA) y delegados de la empresa CORBAM con el objetivo

El purgatorio que no fue


de atender a los reclamos por parte de los primeros, que solicitaban la
reapertura del relleno sanitario como lugar de trabajo.
De estas reuniones surgió un convenio a partir del cual la Municipalidad
sería la responsable de crear un Punto Limpio, un vertedero de basu-
ra que sería emplazado fuera de la zona central de la ciudad, en donde
se concentrarían todos los desechos reciclables y los recolectores urba-
nos podrían seleccionar ordenadamente la basura. Con este proyecto se
procuraba, no sólo resolver los problemas laborales de los trabajadores
expulsados del basural (ahora ex empleados de CORBAM), sino prin- 115
cipalmente erradicar a los cirujas y cartoneros del centro de la ciudad,
principal demanda de la Asociación Civil de Comerciantes de Villa María

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


(ACOVIM)9.
No obstante, un año después de haberse firmado el acuerdo, la
Municipalidad de Villa María todavía no había ni siquiera asignado el pre-
dio para la disposición de los residuos recuperables. Ante esta situación,
el 26 de diciembre, algunos cirujas realizaron una nueva protesta pidiendo
por la reapertura del basural,10 y denunciando el incumplimiento del conve-
nio. Según reclamaban en ese momento, no sólo no se había concretado
el establecimiento del Punto Limpio, ni se había accedido a los reiterados
pedidos de ingreso al predio controlado por CORBAM; sino que la empre-
sa tampoco había cumplido con la compra de los materiales recolectados
y arrastraba una larga lista de irregularidades en sus actividades.

9
El Diario del Centro del País, de Villa María, 16/05/2005. Pocos días después (22/05/2005)
el mismo medio publica una carta donde se responde al presidente de ACOVIM por haber
propuesto el traslado de los cirujas del centro de la ciudad porque “afean” la ciudad. En
la misma, los cirujas sostienen la necesidad de “recuperar el trabajo a partir de acciones
colectivas”.
10
También denuncian incumplimientos de los convenios que le permitirían volver a la
actividad de cirujeo. En ese momento, el entonces secretario de cooperativa “La Unión” se
encadena frente al palacio municipal y en la plaza Centenario para solicitar una solución a
sus demandas. Además se realiza una marcha hacia la plaza central en la que participan
diferentes organizaciones, entre las que se encuentran la CTA local y la CTA Córdoba.
A raíz de esto, a comienzos de 2006, la Municipalidad anuló la con-
cesión a CORBAM por mal funcionamiento e impulsó la creación de una
cooperativa con los ex-empleados de la firma, de la cual quedaron afuera
los cirujas organizados en La Unión, a quienes se les negó nuevamente el
ingreso al relleno sanitario.11 De esta forma, se conformó la cooperativa de
trabajo 7 de Febrero –la cual recibió la concesión del basural y la maqui-
naria que se había expropiado a CORBAM– para continuar las tareas de
reciclaje. En el transcurso del primer mes la cooperativa comenzó a tener
graves problemas que dificultaban el tratamiento de la basura: renuncia-
ron siete trabajadores disconformes con las formas en que se organizaba
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

la actividad y se produjeron inconvenientes con las maquinarias para el


procesamiento de los residuos, ya que las mismas no eran especializadas
y algunas –por falta de mantenimiento– estaban deterioradas.

2.3- Emergencia ambiental y nueva privatización

Casi al mismo tiempo, el día 30 de marzo de 2006, el Concejo Deliberante


declaró la Emergencia Ambiental en los aspectos vinculados al tratamien-
to de los RSU en Villa María y creó una Comisión Normalizadora que
redactó un formulario de Contratación por Excepción para el tratamiento
de los residuos de la ciudad, en el que se aseguraba que el Municipio
116 requiere que los proyectos a evaluar cuenten con un programa de Gestión
Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU).
En un rápido proceso de “licitación” se le adjudicó a la empresa EMRE
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

S.A. la tarea de enterramiento de los materiales que no llegaban a ser


procesados por la cooperativa. De esta manera, tras la nueva concesión,
la tarea de 7 de febrero se limitó a recuperar “lo que se pueda”, antes de
que EMRE enterrase definitivamente y sin tratamiento los residuos que
quedaban del proceso de selección. Por otra parte, en ese momento se
estableció que la empresa debía brindar asesoramiento técnico y comer-
cial a la cooperativa, sin que esto se llegara a cumplir.
De esta manera, formada por ex trabajadores de CORBAM –la mayoría de
ellos sin experiencia previa en el trabajo con la basura– la Cooperativa 7 de
febrero tuvo que hacerse cargo de una deteriorada planta de procesamiento
cedida por el Municipio con un importante déficit operativo. Esto derivó en
una difícil y precaria situación económica durante el año 2008 –entre otras
cosas, provocada por el cese del pago de un subsidio por la clasificación y
tratamiento de los residuos que realizaba el Municipio– que llevó a la misma
a firmar un convenio de trabajo con EMRE. Ésta convirtió a la Cooperativa
en una de sus prestadoras de servicios a cambio de un monto fijo mensual
por la entrega de una cantidad determinada de materiales recuperados que

11
En ese momento algunos de los miembros de La Unión fueron beneficiados con Planes
Trabajar o se los contrató para tareas de forestación y mantenimiento de espacios verdes
en el Municipio. La mayoría de ellos, debió seguir “cirujeando” en la vía pública.
luego unilateralmente comercializa. Si bien el convenio actualmente no le
representa ganancias a la Cooperativa, le permite en primera instancia, ob-
tener cierta estabilidad económica para mantener la actividad.

A partir de este desarrollo, es entendible cómo ha sido la lógica del


conflicto por la basura en Villa María, y de qué manera han actuado y se
han ido formando sus actores principales. Los procesos generales expli-
cados más arriba respecto a cómo se ha transformado el negocio durante
la última década, nos permiten comprender, por un lado, la emergencia
simultánea de dos clases de recuperadores de desechos –una que es re-
sultado de la expulsión y clausura, y la otra que surge como consecuencia
de la privatización–; y por otro lado, entender la unión entre el Estado y el
Mercado, bajo el paraguas de la inquietud por lo ecológico.
Hoy más que nunca se hace visible cómo la expansión del capital a

El purgatorio que no fue


escala planetaria posiciona a millones de sujetos en una disputa por un
lugar signado por la superfluidad de los cuerpos, la fragmentación e inde-
terminación de las identidades; expulsando a gran parte de la población,
y a su vez naturalizando las desigualdades de aquellos que quedan al
margen. De esta forma, la vivencia de una sociodicea de la frustración
(Cfr. Scribano, 2005) que se expresa en la inacción, la desorganización
y la imposibilidad de cambiar algo, se anuda en un conjunto de prácticas
que ocluyen la presencia de los conflictos y cristalizan los modos de apro-
piación diferencial del espacio urbano en clave clasista, expropiando y 117
coagulando la posibilidad de acción de los sujetos.
Esto, favorecido por una regulación estatal sin intervención, que en

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


el caso de Villa María ha quedado de manifiesto en cómo el Estado
Municipal ha operado como la continuación del Mercado, reciclando a
los trabajadores y formándolos en cooperativa, flexibilizando el trabajo
y disolviendo responsabilidades laborales. Un Estado que ha favore-
cido un camino de incorporación a un negocio que siguió la vía de la
privatización; y al mismo tiempo, que funcionó bajo la ilusión de ser un
proveedor de trabajo. Todo esto en el marco de un discurso favorable al
cuidado del medio-ambiente que es solidario con la idea de una ciudad
(socialmente) higienizada.
Si La pulcra ciudad es un aparato extractivo de identidades donde lo no
deseado debe estar siempre asociado a lo afuerino, no hay en este caso
nada menos pulcro que la basura, por lo que la decisión municipal liga en
la misma respuesta al objeto-basura y a los sujetos que trabajan con ella.
Desechos y desechados siguen la misma suerte.

3- Perspectivas sobre el conflicto y síntomas de las tensiones socio-


urbanas

Los procesos que aquí hemos focalizado configuraron sujetos que se


volvieron útiles en tanto trabajadores recuperadores y recuperados en el
marco de las reglas (impuestas por el mercado) de la apropiación diferen-
cial de los desechos y del reciclaje de sus propias energías. La elección
de trabajar principalmente con sujetos cuya estrategia de sobrevivencia
tiene/tuvo que ver con el trabajo con la basura, permite encontrar por
un lado, aquellas tensiones entre maneras de habitar-producir-transitar la
ciudad; y por otro, permite evidenciar las formas de intervención estatal
específicas –y repetidas– con relación al problema planteado: la puesta
en escena de la idea de una Villa María ordenada y limpia antes que el
abordaje del problema en términos de cuestión social de las prácticas de
reproducción cotidiana asociadas al trabajo con la basura.
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

A continuación expondremos algunas expresiones vertidas en entre-


vistas realizadas a sujetos participantes en el conflicto, las cuales dan
cuenta de las posiciones que éstos han ido conformando, qué sentido se
le ha dado a dicho conflicto y cuáles han sido las operaciones orientadas
a la suspensión, atravesamiento y hasta puesta en entre-dicho de lo que
aparece como soportable necesaria y naturalmente. Este análisis estará
separado en cuatro momentos: el primero intenta mostrar en las voces de
los trabajadores de la basura lo que aparece como el estar entregados
continuamente a la pérdida, y el deber aferrarse a ella entablando una
particular relación con el Estado. En el siguiente, se observan los discur-
sos de distintos actores referidos a las correctas y responsables formas
de trabajar con la basura, y la manera en que esto va performando ciertas
118 prácticas estrechamente vinculadas al discurso sobre lo ecológico. En
el tercer momento se analiza la percepción sobre la pobreza desde los
actores de la ciudad de Villa María en tanto mirada atravesada por las
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

condiciones de escala de la ciudad, y las particulares formas de invisibili-


dad/visibilidad y escucha/sordera de clase, las cuales, como se verá en la
última parte, pueden sintetizarse en el caso testigo del Punto Limpio.

3.1- El peso de la pérdida

A partir de los conflictos generados por el cierre del basural de Villa María,
es posible observar cómo algunos de los sujetos que viven de la basura
fueron forzados a desplazarse, a buscar nuevos espacios para la recolec-
ción o, simplemente, cambiar de actividad de subsistencia.

E: Y con el tema de la organización de Uds. digamos… ¿actualmente


en qué estado está? ¿Qué están haciendo?
R: Bueno los únicos que estamos en cuestión de este trabajo [cirujeo]
somos yo, y dos o tres nomás. Los demás son todos… como ser “A”
trabajaba lamentablemente, también trabajaba en el basural de Villa
Nueva. Bueno, la política lo sacó del basural donde estaba, lo trasladó
más acá y el dueño del campo no quiere dejar entrar más a nadie.
Hasta esa traba le pusieron. Y mi mamá esta sobreviviendo por una
pensioncita que le dan. La otra gente lo mismo: viven de changas,
limpian sitios. O sea que la cooperativa (La Unión) está toda disuelta.
JC: Está disuelta, pero de haber algo viste… la cooperativa está unida…
está unida. Porque no estamos ninguno peleados entre nosotros. No
estamos peleados. Lo que pasa es que no hay laburo… (Entrevista a
ex miembros de Cooperativa “La Unión”, Villa María, 2009)

Es posible notar cómo el desplazamiento y traslado de pobladores es


–cuando no una política de intervención directa del Estado como en el
caso de las ciudades-barrio de Córdoba– un efecto generado y producido
indirectamente a partir de las políticas de lo ambientalmente correcto. El
saldo es la readaptación de los desplazados, buscando estrategias para
sobrevivir “como y de lo que se pueda”, luego de la disolución de los lazos
sociales y la pérdida del trabajo.

El purgatorio que no fue


E: Y Ud. en el 2001 por ahí, que estaba el tema de la crisis… ¿qué
recuerda de esa época? ¿En dónde recolectaba, cómo era la situación
en esa época?
JC: No, nosotros siempre recolectábamos en el basural. Ahora tienen
que salir al centro y yo no salgo, fui a la Municipalidad me encadené,
hice quilombo (…) Pero él empezó a salir al centro.
E: ¿“Él” quién?
JC: R, el presidente de la cooperativa. El gerente de la cooperativa.
Pero nosotros siempre andando, y nunca... por más crisis que hu- 119
biera, siempre hemos salido adelante. (Entrevista a ex miembros de
Cooperativa La Unión. Villa María, 2009)

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Así los sujetos se orientan a la búsqueda de soluciones por más cri-
sis que hubiera. Encadenarse para no ser expulsados, para no perder los
lazos, para no perder el trabajo. Intentos por frenar lo que luego se presenta
como inevitable. La misma estrategia para conservar lo que queda después
de las políticas de expulsión: los planes, los bolsones, etc. En este caso las
cadenas intentan detener la derrota, no ponen en discusión el pasado sino
que se atan ante las pérdidas del presente. Luego de reinventarse en otra
estrategia para sobrevivir, no queda más que seguir poniendo como interlo-
cutor a ese actor que sólo se asume como audiencia: el Municipio; y en esa
apelación se ve la fragilidad de las cadenas: cuerpos expulsados y, a la vez,
entregados y dispuestos para la acción de otros.
Esta lógica se hace explícita en la próxima cita, en donde en el diálogo
de una entrevista grupal, una trabajadora de la Cooperativa 7 de Febrero
es la voz principal que responde sobre cuál es según ellos la única rela-
ción posible con el Estado.

N: (…) ¡seguimos votando a través de una bolsita. (…) por una chapa,
puede ser por un colchón; por $100 con el voto dado en la mano! ¡es
de terror!
S: (…) Ella dice que votamos por el bolsón, por el dinero… bueno,
también votamos para cuidar el puesto de trabajo los que tenemos
concesión con el Municipio. Debemos votar…
R: Por miedo…
S: …por no quedarnos sin el puesto de trabajo, porque por más que
seamos una cooperativa tenemos una concesión… (GdeD1, Villa
María, 2009. Diálogo entre N, ex miembro del Club del Trueque; S,
trabajadora de la cooperativa 7 de febrero; y R, changarín del Mercado
de Abasto.)

Nuevamente surge la idea de sostenernos de lo último que queda, a la


La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

vez que queda evadida la posibilidad de autonomía en la forma de reproduc-


ción, porque por más que seamos una cooperativa tenemos una concesión.
Luego, aparece –especialmente en aquellos más estrechamente vincula-
dos con la Municipalidad– la preeminencia de un sentimiento de deuda con
lo realizado desde la gestión. Esta carga, asociada con la conservación del
empleo, nunca se cancela, y se proyecta como riesgo permanente. Por ello,
una planta de procesamiento deteriorada, la situación de déficit operativo y
demás dificultades pesan menos que aquellas dos situaciones –descriptas
más arriba– en las que el Estado ha servido de facilitador: haber obtenido la
concesión y haber podido firmar un convenio de trabajo con EMRE. Incluso
cuando el convenio –pese a haber significado cierta estabilidad económi-
ca– representa un costo más a soportar por los miembros de la cooperativa.
120 Un costo que implica un plus-trabajo para poder responder con materiales
al monto fijo mensual que les entrega EMRE, el cual de cualquier manera
es insuficiente para la satisfacción de sus propias necesidades.
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

E: Y la cuestión de la relación con la Municipalidad digo ¿por qué vos


decías hoy que no quieren hablar con el diario o cuidarse por…?
M: Porque ellos nos formaron, porque ellos fueron los que nos enga-
tusaron en sí, los que nos versearon, los que nos charlaron y nosotros
por miedo... por lo que te estoy diciendo, en sí, el Municipio (dijo:) “se
lo vamos a dar a ustedes así no se quedan sin trabajo, los vamos
ayudar, los vamos a guiar, le vamos a dar un bolsón de mercadería”,
la realidad es esa
E: ¿Son independientes ustedes?
M: Nosotros somos independientes pero el Municipio condiciona…
(Entrevista a representantes de la Cooperativa “7 de febrero”, Villa
María, 2007)

M: Ésta es una cooperativa que en sí se formó por una estrategia polí-


tica, siempre fue por eso. (…) algunos que estaban sí, porque en sí fue
[suspira] todo política. Dijeron: “vamos a sacar a todos los cirujas de
la ciudad, los vamos a meter ahí”, fue mentira. Fueron pocos los que
quisieron entrar también, fueron pocos los que duraron también porque
están acostumbrados a ser independientes, y [tomando aire] ponerte
bajo patrón, donde tenés que cumplir horarios, normas, reglas, qué
sé yo, se fueron, duraron poco. Pero, en sí, fue todo política siempre y
sigue siendo así. (Entrevista a representantes de la Cooperativa “7 de
febrero”, Villa María, 2007)

El Estado opera así como la continuación del Mercado reciclando a los


trabajadores de la basura a partir de una cooperativización que permite man-
tenerlos condicionados, e incorporándolos a un negocio que ha seguido la
vía de la privatización. Se despliegan un gran número de controles que de-
terminan una particular geometría de los cuerpos, en donde los trabajadores
de la basura, o son convenientemente ubicados en el lugar que se les asig-
na o son desplazados hacia otras actividades y espacios sociales/físicos,
como en el caso de los miembros de La Unión expulsados del basural.
Esta situación también muestra cómo a través de una regulación esta-
tal aplicada fragmentariamente, es decir sin una intervención programada,

El purgatorio que no fue


como sucede con las políticas habitacionales desplegadas en la ciudad
de Córdoba, los sujetos son limitados y disciplinados en su accionar se-
lectivamente. Aquí, la escala de ciudad permite una relación cara-a-cara
entre los actores y el Estado, profundizando la lógica de lo clientelar y
potenciando el efecto de los mecanismos de soportabilidad. El miedo a la
pérdida de lo poco que se tiene se refuerza con la sensación de no poder
conseguir otra cosa, de no tener otra salida.

121
3.2- La perspectiva municipal sobre la basura y la manera “correcta”
de trabajar con ella

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


En este apartado vamos a centrarnos en algunas expresiones y prácticas
de actores municipales en relación a la problemática de la basura, las
cuales definen y encuadran el tratamiento de los desechos desde una
noción de ciudad que toma en serio la ecología. Desde la posición de
una preocupación total por la contaminación, de la que nadie puede que-
dar afuera, todas las prácticas deben ser adecuadas a lo ambientalmente
correcto, porque son para el bien de todos. Esta definición, que es una
definición de la situación –y no sólo una cuestión discursiva– imposibi-
lita que se vea el cirujeo como estrategia de sobrevivencia, como una
actividad vinculada estrechamente con la situación social de quienes lo
practican. Definido así, por el bien de ellos también, se vuelve necesaria
la implementación de un programa focalizado para este grupo, a tono con
las tareas diseñadas en el marco del modelo de responsabilidad ecoló-
gica. Qué hacer con la basura se vuelve un tema central que subsume lo
relativo a la situación de quienes trabajan con ella.

E: ¿Y por qué deciden privatizar esa parte del basural?


M: Bueno, porque hay que darle un tratamiento adecuado, ambien-
talmente adecuado a la basura. O sea, se enterraba con las fosas sin
impermeabilización, había quema, estaba todo este cirujeo que te digo,
entonces eso ya… la provincia se va encuadrando dentro de una ley
y va exigiendo al Municipio, además el Municipio ya por propia inicia-
tiva del cuidado del medio ambiente toma esta decisión de empezar
a hacer un tratamiento adecuado. (Entrevista a Secretaria de Medio
Ambiente de la Municipalidad de Villa María, 2008)

Las soluciones ambientalmente correctas y económicamente eficientes


al problema de la basura, no pueden congeniar con las decenas de familias
que viven del cirujeo. La actividad de los que viven de la recuperación en el
basural es peligrosa y antihigiénica, por lo tanto debe ser erradicada.
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

M: No, claro porque cuando se arma todo ese proyecto se saca toda la
gente que trabajaba de la basura arriba del basural…todos sin medidas
higiénicas, sin medidas de seguridad. Se saca a toda esta gente por-
que bueno… aparte las condiciones no dan para que estén trabajando
así. (…)
E: Claro, ¿y no sabés si hubo intento de cooperativización de los car-
toneros de la calle?
M: Nosotros lo hicimos en el año 2001, bueno no sé… estuvimos como
dos años haciendo reuniones, reuniones, reuniones permanentes,
dándoles capacitación, enseñándoles las ventajas pero no. Son gente
muy difícil, muy difícil porque no entienden el proceso cooperativo, no
122 entienden el trabajo en grupo. Ellos quieren hacer lo de ellos, vender lo
suyo y cobrarlo, nada más; y esto, como recién te decía: no les intere-
sa el progreso, entonces no les interesa, y vos le decís la ventaja que
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

tiene una cooperativa, les mostrás otros ejemplos pero no, no lo pudi-
mos lograr. Y hemos trabajado con trabajadoras sociales, en comisión
con gente que está capacitada en cooperativismo; pero son gente muy
complicada, muy difícil. (Entrevista a Secretaria de Medio Ambiente de
la Municipalidad de Villa María, 2008. El enfatizado es nuestro)

No sólo es necesario prohibir a los cirujas el realizar su propio trabajo


en el basural porque es peligroso, antihigiénico y poco rentable; sino tam-
bién porque es imposible que se organicen de la manera correcta, porque
no les interesa el progreso, no ven las ventajas del trabajo cooperativo,
aún cuando se despliegan todos los elementos técnicos que garantizarían
su éxito: hemos trabajado con trabajadoras sociales, con gente capacita-
da en cooperativismo, etc.
De esta forma, el tratamiento correcto y ambientalmente responsable
de los RSU requiere prohibir a los trabajadores el ingreso al basural. En su
lugar, será el sector privado primero, luego una deficitaria cooperativa de
ex trabajadores de CORBAM, la que se haga responsable del tratamiento
de los residuos (aún cuando sólo pueda procesar el 20% de los residuos
que llegan al basural). Lo ecológico funciona como un paraguas que jus-
tifica la intervención sobre aquellos que viven de la basura. Se trata no
sólo de proteger el medio ambiente, sino también a los trabajadores de la
basura sobre los riesgos de su propia actividad porque no dan las condi-
ciones para que estén trabajando ahí.
De esta manera, el discurso municipal sobre lo ecológico encuentra
su correlato en aquellos que, por el peso de la necesidad, viven el día a
día. Aquí, la parte asume la representación del todo y las mediaciones que
hacen posible la visibilización de los conflictos que están presentes en la
aplicación de políticas medioambientales, quedan ocluidos tras la fantasía
de la pulcritud. La justificación ambiental para la expulsión de los cirujas
del basural, el aprovechamiento de la situación de necesidad de éstos, así
como la conformación de la Cooperativa de Trabajo 7 de febrero para rea-
lizar las actividades de la empresa destituida, son ejemplos concretos de
cómo estos mecanismos operaron sobre el trasfondo de lógica referida.

M: (…) Las maquinarias se las quedó el Municipio, nos dijeron que iban

El purgatorio que no fue


a formar una cooperativa, que no hiciéramos juicio, que no hiciéramos
nada (…) Todo le quedó a ellos... porque nos engatusaron y porque en
realidad éramos ignorantes, es la realidad... (...) fue la desesperación de
todos de quedarnos sin trabajo, y éstos nos vendieron un mundo de ma-
ravillas... resulta que el mundo de maravillas no tiene nada de maravilla…
(Entrevista a miembro de la Cooperativa 7 de febrero, Villa María, 2009)

Mientras por un lado se estructura la fantasía de un trabajo mejor,


más higiénico y seguro, que conviene a todos porque es ambientalmente 123
sustentable y viene a reemplazar la informalidad del trabajo particular y
potencialmente peligroso; por otro, aparece –como su anverso fantasmá-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


tico– el temor a la pérdida del trabajo. Fantasma y Fantasía ocluyen el
conflicto que posiciona a los sujetos frente a nuevos modos de expropia-
ción, volviéndolos dóciles a las reglas del mercado y en condiciones de
soportabilidad para nuevas formas de desigualdad.
Así, entre los brillos de un mundo de maravillas como remedio a la des-
ocupación, y la desesperación de la situación límite, se articula la inacción
y la parálisis sobre lo que se presenta como irremediable. En este sentido,
como afirma Adrián Scribano:

La eficiencia de los mecanismos fantasmáticos se debe en parte, a


su capacidad para ocultar antagonismos. La fantasías operan ocultan-
do conflictos, haciéndolos visibles sin su antagonismo inherente. Las
fantasías sociales ocultan mostrando. Hacen aceptables conflictos es-
tructurales invisibilizándolos, desplazando la mirada social hacia otros
objetos de la escenificación fantasmática. (Scribano, 2004: 09)

3.3- Escala de ciudad: cegueras y sorderas de clase

Además de lo trabajado en los apartados anteriores, es posible identifi-


car ciertas condiciones diferenciales de escucha con relación a los dichos
de cartoneros y/o pobladores trasladados, reconocibles a partir de la com-
paración entre los grupos focales realizados en las dos ciudades. Por un
lado, en Córdoba se contrastan formas de desconocimiento que van desde
la proyección de la propia experiencia sobre la crisis de 2001 que hacen
aquellos sujetos que no trabajan con la basura, autonominados “sectores
medios” –proyección que no les permite identificar otras maneras de vivir-
la–, hasta la escucha extasiada de la narración sobre cómo algunos habi-
tantes de las villas hicieron un boquete en un hipermercado. Por el otro, y
aquí nos detendremos unas líneas, en Villa María es posible identificar una
clara imagen fantaseada en cuanto a la situación estructural clasista de la
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

ciudad, que performa una especie de sordera entre-clases.


Estas cegueras y sorderas de clase son resultantes de estructuras de
experiencia que varían en función de las posiciones y la trayectoria a nivel
social. En formaciones sociales clasistas la experiencia de la cotidianidad
de los agentes12 está estructurada de manera desigual y diferencial, y está
constituida a partir de un molde o matriz que da un marco perceptivo y
marca estados de sentir, los modula in situ, reiteradamente. Este punto cero
que organiza la visión, la escucha, e instaura un horizonte de lo visible / lo
audible es definido por Žižek como ideología: “matriz generativa que regula
la relación entre lo visible y lo no visible, entre lo imaginable y lo no imagina-
ble, así como los cambios producidos en esa relación.” (Žižek, 2003: 7)
En este sentido lo ideológico funciona como momento anterior a la
124 percepción, da forma y ordena las sensaciones. Esta dimensión del sentir
como espacio en tensión y conflictivo, es objeto de regulación cotidiana
en tanto instancia de estructuración de la experiencia social. La regula-
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

ción activa y procesual –también reiterada y permanente– de las sensa-


ciones en interacción con las formas más estructurales de organización
de la acción va produciendo vidas cotidianas desiguales, con diferentes
constricciones y posibilidades de visiones y audiciones.
La Fantasía Social de Villa María como ciudad de clase media, paten-
tiza la existencia de una visión dominante (y en consecuencia, de otras
visiones subordinadas) que se materializa en los dichos de algunos po-
bladores y entrevistados, y que como un hilo conductor que recorre todos
los registros, hace notoria una dificultad en la capacidad de escucha. Así,
los trabajadores, la gente que tenemos trabajo opera subsumiendo en la
expresión todos: fuimos todos quienes estuvimos pobres en el 2001.

S: Yo creo que en el 2001 estábamos todos pobres, todos pobres, nada


nos alcanzaba, todos andábamos buscando la posibilidad de hacer
algo. Después vino como una etapa así de oxígeno y que, yo lo veo en
el barrio digamos, el que tenía un poquito de poder económico ¡pero lo
triplicó, tienen mansiones, tienen muchos autos, tienen, tienen de todo!
o sea, familias que son cinco, tienen cinco autos; y que nos metieron

12
Partimos de la noción de estructura de sentir/estructura de experiencia de Raymond
Williams.
a nosotros, que somos empleados con un sueldo, que tenemos que
tener tal marca, tal cosa (…) Negocios donde venden cosas carísimas,
que no tenemos la posibilidad…
M: Todo es ropa.
S: Todo es ropa, todo es marca, todo es cuero, todo qué sé yo, para la
gente de campo, para los empresarios. Y nosotros también tenemos
que comprar eso ¡porque es lo que hay! ¡Es lo que hay! (…) Pero no
podemos, entonces viene como que teníamos un poquito, teníamos
un poquito de posibilidad de tener algo, de mejorar el estándar de
vida, de mejorar la casa, ir al supermercado y elegir una marca, todo
eso, y me parece que ahora ya hemos llegado a una meseta y que
vamos…
N: para abajo. (GdeD2, Villa María, 2009. Diálogo entre S. ama de
casa; M. militante de DDHH; y N, miembro la Cooperativa Comunicar)

El purgatorio que no fue


En la ciudad donde nos conocemos todos existe el riesgo de que la es-
cucha y el reconocimiento de la rostrocidad diferencial de clase se dé por
supuesta; es más, hay condiciones materiales y sociales que sostienen la
creencia en una factible empatía entre todos, ya que tanto por el tamaño
y la disposición del espacio de la ciudad, como por la existencia de ins-
tancias de las interacciones inter-clases, las rutinas cotidianas hacen que
nos encontremos. Es decir, esta fantasía genera y marca ciertas condicio-
nes de visión/escucha sobre el fondo de otra experiencia de clase que se 125
inscribe como invisible/inaudible.
De esta forma, si todos estuvimos pobres, la pobreza se re-significa a

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


la luz de nuestra propia medida, negando la posibilidad de reconocer al
otro-pobre por fuera de lo que nos define a todos.

N: No, muy muy triste, en esa época [a fines del 2001] (…) nosotros
hacía 20 días, un mes y medio, que nos habíamos hecho cargo del
diario. Con eso no teníamos ni para comprar papel, nada, porque de
un día para el otro el dólar se fue… si éramos pobres [se sonríe], éra-
mos… triplemente pobres.
J: Como decía el compañero allá, hay dos Argentinas…la rica rica y la
pobre pobre.
S: sí, y cada vez esa diferencia, yo veo que cada vez se acentúa más la
diferencia, que para el trabajador con un sueldo, llegar a la casa propia,
lo que decía él.
M: no se puede más. (GdeD2, Villa María, 2009. Diálogo entre N, miem-
bro de la Cooperativa Comunicar; J. trabajador del Mercado de abasto;
S. un ama de casa y M, militante de DDHH)

En esta cita emerge una característica recurrente en los grupos de dis-


cusión con que trabajamos: los participantes incluyen nuevos temas que
no responden a las palabras anteriores y que no son percibidos por las
intervenciones siguientes. Aquí, J. (changarín en el Mercado de Abasto)
introduce una voz disonante: no sólo se está lejos de llegar a la casa
propia, no sólo los ahorros en pesos nos hacen triplemente pobres. La
desigualdad es evidente: existe la Argentina rica rica y la pobre pobre.
La forma hegemónica de organización de la percepción produce restos
que caen fuera del marco; expresiones que se transforman en ruido o no
son escuchadas, producidas por sujetos que aparecen des-rostrificados,
que en el mejor de los casos son caracterizados como gente difícil, tal
como se dijera en una cita del apartado anterior. De esta manera se expli-
ca cómo opera un mecanismo de proyección de las propias experiencias
de sentir (de clase) en la interacción del grupo de discusión: el otro de
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

clase en esa experiencia o no se ve, o actúa como pantalla para el reflejo


de uno mismo.

S: Yo creo que se amplió la brecha entre ricos y pobres.


C: Sí, eso, ya ha salido, digamos, también lo han planteado.
N: O sea, siendo que a nosotros, particularmente, seguimos trabajan-
do, conservamos el trabajo, pero así a nivel nacional, yo creo que la...
la brecha es inmensa, es cada vez más.
S: Es inmensa. (GdeD2, Villa María, 2009. Diálogo entre N, miembro de
la Cooperativa Comunicar; S. ama de casa; y M, militante de DDHH)

En las últimas citas puede verse cómo se despliegan los contenidos


126 de clase media igualando a todos. La pérdida del horizonte de clase, el
sueño de la casa propia para el asalariado, el conservar el trabajo pero
perder la capacidad de compra porque todo es marca, mejorar la casa e
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

ir al supermercado se constituye en el único efecto visible de la crisis en


Villa María. Los entrevistados no pueden verse, no pueden dialogar. El
reconocimiento de las tensiones de clase, la percepción de la inmensa
brecha que separa a ricos y pobres, refiere a una realidad externa, se
desplaza a nivel nacional.

E: Mirá, Villa María siempre fue muy especial en esto. Siempre, siem-
pre, absolutamente, todo esto vino atenuado, no podemos decir de que
acá hubo gente que se moría por desnutrición, jamás pasó… Villa María
nunca tuvo “villas miserias”. Cuando hizo falta, salíamos junto con la
Municipalidad y llevábamos comida a los barrios que podían estar en
crisis antes de que salieran… Acá no nos tomaron un supermercado
nunca, la gente no salió a pedir porque tenía hambre… cosas que se
vieron del… del chino… todo eso no se vio ¿Por qué?, porque Villa María
tiene… esta siempre en una sintonía un poquito diferente de lo que nos
trata de vender CNN o las televisoras de Buenos Aires. A nosotros no nos
pueden comparar con “La Matanza”, pero no porque seamos mejores o
peores, somos diferentes. Somos diferentes porque acá tenemos comer-
cio, industria, agro, cría de ganado, siembra de maní, de soja, de trigo, de
girasol, hay una diversidad de cosas. (…) bueno, fue distinto… no fue tan
cruel… (Entrevista al presidente de ACOVIM, Villa María, 2009)
Todos estamos pobres, por eso no puede haber villas miserias, por eso
la gente no salió a pedir y no se puede morir de desnutrición, por eso no se
puede comparar con la Matanza. No hay posibilidad de un afuera, salvo que
aparezcan los límites de Villa María a través del fantasma de la invasión,
evidenciado a partir del particular uso del pronombre nos: no nos tomaron
ningún supermercado. Se pone así en relieve el lugar central de enuncia-
dor, cómo la mirada oblitera la posible aparición –siempre horrorosa– de
aquellos otros que hacen visibles las tensiones de una ciudad donde siem-
pre absolutamente todo vino atenuado. Por ello, pese a que no hay villas
miserias, están los barrios que podrían haber salido si no le llevábamos
comida, finalmente, la gente no salió a pedir porque no tenía hambre.
A partir de este relato, y en general en muchos otros, puede decirse
que en este lugar no existe pobreza sino pobres, no hubo saqueos sino
gente de barrios que pudieron salir. Estas apreciaciones, este ocultamien-

El purgatorio que no fue


to de las marcadas diferencias sociales –que sólo parecen darse a nivel
nacional– son expresión de los rasgos dados por la escala de interacción
de la ciudad: si en Villa María se puede identificar al otro como un sujeto
particular, nunca podría formar parte de un sujeto colectivo. Existe una
sumatoria de rostros conocidos y reconocidos, de los que se saben sus
nombres y procedencias, pero el encuentro yo-tú sólo se produce en día-
das. La aritmética no produce un colectivo y sustrae además la posibilidad
de ver y escuchar otras experiencias de clase.
127

3.4- La propuesta del Punto Limpio

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Esta particular condición de visibilidad y escucha tuvo su expresión con-
creta en una acción motorizada por el gobierno municipal a raíz de los
conflictos generados por el cierre y la expulsión de los cirujas del basural,
y a partir de los reclamos de los comerciantes que vieron cómo el centro
de la ciudad se pobló de personas en busca de materiales para reciclar. El
Punto Limpio (como punto cero y punto ciego) organiza la visión clasista
ecológica de la ciudad, donde caen por fuera del marco los trabajadores
de la basura.

E: Claro, y respecto a los cartoneros de la calle… ¿cómo reacciona la


ciudad ante la gente que este cirujeando en la calle?
M: Y a la gente no le gusta.
E: ¿Y eso podría tener un poco de relación con esta idea del punto
limpio?
M: Claro, la idea del punto limpio era también ordenar a toda esta gente
y darle un lugar para que fueran a separar. Los mismos comerciantes
están haciendo permanentemente reclamos para que se saque el ci-
rujeo de la calle, pero bueno, es una cuestión social que no se puede
darle otra respuesta… (Entrevista a la Secretaria de Ambiente de la
Municipalidad de Villa María, 2008)
La propuesta del Punto Limpio se erigió así como la solución al reclamo
de los cirujas por la re-apertura del basural, trasladándolos del centro a un
lugar seguro y controlado donde realizar su actividad. Sin embargo, éste
no era el único reclamo que permite comprender la propuesta: con ella, al
mismo tiempo, se podía expulsar del centro a los cartoneros porque a la
gente no le gusta. De esta manera ordenar y darle un lugar a los cirujas,
implicaba llevarlos al punto limpio, es decir a un punto ciego donde los
comerciantes y la gente no los vieran.
Como un dispositivo técnico para dar seguridad a los trabajadores de
la basura y resolver el problema ecológico del reciclado, la propuesta del
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

traslado desdibujó las contradicciones del espacio urbano y social villa-


mariense. Lo que representaba una demanda de trabajo e inserción en
la sociedad por parte de los cirujas, devino entonces en una solución
estética (en relación a su sentido etimológico: como manera de organizar
lo que se percibe a través de las sensaciones) que buscó invisibilizar su
presencia en el centro, trasladando y confinando sus tareas; y todo, con
el propósito de mejorar el tratamiento de la basura y un mayor cuidado del
medioambiente. La solución desplaza los conflictos y se erige como un
recurso para higienizar la actividad de los cirujas, al tiempo que limpia al
centro de la ciudad de su presencia.

R: …fue en el tiempo de que yo andaba con el carrito a caballo, tam-


128 bién hacía eso. Tuve que agarrar, pedir plata prestada a uno y otro para
poder comprarme un rastrojerito para poder ir al centro.
E: No te dejaban entrar con caballo.
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

R: No. El caballo tenía que andar con herradura, el carro tenía que
andar con luces y los caballos ensuciaban… o sea que me ponían mil
trabas.
JC: O sea, buscaban la forma de sacarte, de cerrarte la forma de ga-
narte… sin molestar a nadie, sin dañar a nadie.
E: ¿Y Uds. por qué creen que hacen eso?
JC: Si supiera por qué lo hacen…. [se ríe]
R: ¿Por qué lo hacen? Mirá, es muy fácil. Ellos quieren representar que
Villa María es una ciudad limpia. Pero no. Vos fijate que en Buenos
Aires hay 2000 carros cartones. Vas a Córdoba, 3000 carros cartones.
¿Y quién limpia? Nadie. Al contrario, en vez de correrlos le dan secto-
res. Y acá no. Acá lamentablemente te dicen que no podés andar jun-
tando cartón en la calle porque es mal visto para la ciudad. Yo te diría
que el cartonero le hace un favor a ellos porque se hace menos basura,
y le hace un favor a la ciudad porque le va limpiando lo que queda de
cartón. (Entrevista a ex miembros de la Cooperativa La Unión, Villa
María, 2009)

Las formas de control, las prohibiciones a circular por ciertos espa-


cios porque ponían mil trabas, dejar el caballo para poder ir al centro; es
decir, la destrucción de las estrategias de sobrevivencia y la apropiación
clasista del espacio urbano, son formas de aplicación de bio-políticas de
control que han destruido múltiples niveles de acción posible de los cuer-
pos inscriptos en esta geometría de la dominación. Se desplegaron así
mecanismos y dispositivos concretos –tecnologías de lo social– que ter-
minaron por asentarse sobre la fantasía de la ciudad pulcra.

4- Conclusiones

Tal como ejemplifica la cita de J. con la que comenzamos este trabajo,


las políticas habitacionales de traslado de pobladores a ciudades-barrio
en Córdoba implicaron además del desplazamiento y la segregación cla-
sista, transformaciones significativas en la gramáticas de acciones posi-
bles de actualización por parte de esos pobladores. En Villa María, por su

El purgatorio que no fue


parte, también existió una serie de expulsiones de los trabajadores de la
basura de sus lugares de trabajo; sin embargo estos conflictos tomaron
una forma diferente a los de Córdoba. La escala de interacción propia de
esta ciudad, junto a la materialidad de una geometría urbana donde hay
periferia, más no un “afuera”, posibilitaron que la percepción de la des-
igualdad estructural quedara encubierta por la fantasía de ser parte de
una ciudad de clase media.
La cercanía y la relación cara a cara implicó un estar ahí/junto, pero
a la vez configuró una situación paradojal donde existen actores que 129
se pueden ver y conviven con una proximidad cotidiana, pero a los que
les resulta imposible reconocerse. Así, es posible advertir cómo en las

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


relaciones que se establecen alrededor del trabajo con la basura, las
formas de administrar las disputas socio-urbanas se dirigieron en pos de
ocultar las desigualdades, desplazando los sectores pobres a lugares
de in-visibilidad.
El contexto de crisis de 2001 modificó al país, y específicamente, al
tratamiento de los desechos sólidos urbanos. La devaluación de la mo-
neda nacional, y el marco de una situación generalizada de pobreza y
desempleo hizo más rentable la recuperación de la basura, los cirujas
desbordaron los límites de los basurales y comenzaron a trabajar en los
barrios céntricos de las ciudades. El mayor precio de los materiales reci-
clables, junto con un incremento de la preocupación por la contaminación
producida en los lugares de disposición final, abrieron las puertas a los
grandes negocios de reciclado y reconversión de basurales. A la par de
este contexto, en Villa María –así como en diversas localidades del país–
los intentos de privatización fueron solidarios con la expulsión, la flexibi-
lización del empleo y la inclusión de un número de trabajadores en las
redes clientelares del Estado Municipal.
En este sentido, el conflicto por la basura nos ha permitido percibir
las lógicas a partir de las cuales se han creado sujetos dejados en sole-
dad ante el peso de la pérdida, cuyas posibilidades de acción han sido
coaguladas y sus presencias veladas. Tal como hemos expuesto, si la
pobreza no puede estar más que en otro lado y la posibilidad de recono-
cerla se cancela en la experiencia de un todos atravesado por la vivencia
individual, la aparición de aquello que no puede verse –del ciruja pobre
que anda por la calle juntando cartón– debe ser ocultada y cancelada.
Se constituye de esta forma, un escenario urbano que está signado por
particulares territorios de relegación, que mediante bio-políticas de inter-
vención bien definidas reubica y oculta de la mirada a aquellos que están
mal vistos para la ciudad. Cuerpos sobrantes, pero necesarios, que no
pueden ser parte de la Villa María limpia que se quiere representar, pero
que la definen en tanto límite de su propia imagen.
La ciudad pulcra y el conflicto de la basura...

JC: ...porque cuando yo me encadené me quedaron dos bombas… y


cuando me dicen “A”, les digo, yo te pedí el basural, trabajo no te pedí…
yo te pedí el basural. Me das el basural o yo te meto una bomba… te
cierro las puertas y te meto una bomba. Y se lo voy a hacer. Entonces,
no se justifica porque ellos a la basura, me dijeras que la están recupe-
rando toda, le sacan un beneficio, pero no… si la están tapando allá.
(Entrevista a ex miembro de la Cooperativa La Unión, Villa María, 2009)

Puestos en los márgenes, en la vivencia de estas situaciones límites, los


sujetos se ven desbordados en la búsqueda de formas de sostenerse. Más
allá de la demanda puntual de JC: yo te pedí el basural, trabajo no te pedí,
130 en el fondo lo que queda es la condición de indefensión desde la que ella se
produce (que es equivalente al ¿Sabés que te carneen un caballo? de J) y
el intento desesperado de superar esta condición. La búsqueda de salir del
Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

lugar de silenciamiento al que ha quedado condenado después diferentes,


crecientes y espiraladas formas de sordera. Sus prácticas se traducen así
en un “aquí estoy”, un intento de romper esa ceguera, de salir de ese lugar
en el cual no pueden ser vistos incluso a plena luz del día. Se configuran
entonces prácticas límite, un atarse porque ya no hay más base de donde
sostenerse, un grito a viva voz que dice mucho más que lo que pide, una
acción que intenta romper la sensación de clausura e impotencia.
Adquiere forma así, un escenario urbano donde los sujetos detenidos-
expulsados-encadenados, quedan a merced de los límites de una rela-
ción cuerpo-lugar que diluye las posibilidades de su acción. De diferente
manera, Córdoba y Villa María estructuran prácticas y discursos bajo una
consigna que se repite: la construcción de una ciudad pulcra.
Bibliografía
Agencia Córdoba Ambiente (1999), Programa Córdoba Limpia. Gobierno
de la Provincia de Córdoba. Disponible en: http://secretariadeambiente.
cba.gov.ar//PDF/LIBRO%20CORDOBA%20LIMPIA.pdf (23/02/2010)
Aimar, Lucas, Gabriel Giannone y Pedro Lisdero (2007), “Conflicto de la
basura en San Francisco: el lugar del trabajo del ciruja en el negocio de
la basura”, en Adrián Scribano (Comp.), Mapeando Interiores. Cuerpo,
Conflicto y Sensaciones, CEA-UNC - Jorge Sarmiento Editor, Córdoba,
pp. 71-95.
Aimar, Lucas, Florencia Delgado y Hernando Herrera (2008), “Protesta
y conflictos en torno a la basura en Villa María”, Boletín Onteaiken, Nº 6,
Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto Social, CEA-
CONICET, Diciembre de 2008. Disponible en: http://www.accioncolectiva.

El purgatorio que no fue


com.ar/revista/www/sitio/boletines/boletin6/3-1.pdf
Posadas, Guillermo (2006), “Territorios de relegación”, Le Monde
Diplomatique, Edición Cono Sur, Nº 80, Argentina. pp. 14-15.
Scribano, Adrián (2004), Combatiendo fantasmas: Teoría Social
Latinoamericana, una Visión desde la Historia, la Sociología y Filosofía de
la Ciencia, Ediciones MAD, Santiago de Chile, Publicación en CD.
(2005), “La fantasía colonial argentina”, Rebelión, 24 de octubre
de 2005.­­­­­­­­­­­­ Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=21683 131
(23/02/2010)

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


(2009), “Introducción”, en Ana Levstein y Eugenia Boito (Comps.),
De insomnios y vigilias en el espacio urbano cordobés. Lecturas sobre
Ciudad de Mis Sueños, CEA-UE-CONICET, Universitas - Jorge Sarmiento
Editor, Córdoba, pp. 9-27.
Wacquant, Loïc (2007), Parias urbanos: marginalidad en la ciudad a co-
mienzos del milenio, Manantiales, Buenos Aires.
Žižek, Slavoj (2003) (Comp.), Ideología. Un mapa de la cuestión, Fondo de
Cultura Económica, Buenos Aires.
Políticas de encierro y regulación de las sensaciones.
Un abordaje desde la vivencia de los pobladores de
Ciudad de mis Sueños

Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin1

El purgatorio que no fue


1- Introducción1*

D
urante el transcurso del siglo xx muchas ciudades latinoamericanas
crecieron de manera explosiva y desigual como producto de los
procesos de industrialización. Una serie de instituciones y estrate- 133
gias se pusieron en funcionamiento con el objetivo de regular, gestionar
y homogeneizar a la población que estaba concentrándose. De allí que

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


toda indagación sobre lo urbano, la ciudad y sus pobladores requiera de
una perspectiva analítica que considere escenarios complejos, de carác-
ter procesual, que articulan simultáneamente aspectos locales y globales,
históricos y situacionales, y que se concretan en condiciones estructura-
les tanto como en vivencias cotidianas.
Una vía posible para interpretar el modo en que el territorio urbano se
erigió a principios del siglo pasado en America Latina, es partir de la iden-
tificación y análisis de las formas de interacción social que se iban cons-
tituyendo como parte de los procesos de socialización e institución de
políticas del Estado. Desde el complejo entramado de estos procesos, las
urbes se fueron tejiendo a partir del reconocimiento mutuo de individuos
con diversas trayectorias y heterogéneas experiencias que comenzaban
a habitar un mismo espacio-tiempo marcado por formas de producción y
reproducción de la vida. (Re)conocimiento que se producía a partir de la
existencia de múltiples posibilidades de experiencias y encuentros inter-
clase con un fuerte anclaje en lo espacial (incluso cuando su función fuera
tan sólo para establecer las ‘marcas’ de la diferencia): la escuela, el par-
que, las ferias, el centro, entre otros.

1
* Agrademos con especial atención las colaboraciones prestada por Belén Espoz para la
redacción final de este trabajo.
En la actualidad los procesos de urbanización acompañados de ciertas
transformaciones en la lógica del capital, señalan como uno de los prin-
cipales rasgos de las grandes urbes latinoamericanas: su alto grado de
fragmentación, que es resultado de la materialización de la desigualdad.
De allí que en este trabajo partimos de reconocer la especial incidencia
que han tenido en este sentido las políticas estatales, centrándonos en
el análisis de dos de ellas que inciden particularmente en la posibili-
dad de los encuentros y circunstancias de re-conocimiento: por un lado,
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

aquellas que afectan las condiciones de habitabilidad en el espacio so-


cial recartografiando los límites que demarcan las fronteras del afuera y
el adentro de la ciudad; por otro, aquellas que afectan las posibilidades
y probabilidades de desplazamiento y circulación de los cuerpos a partir
de las retóricas de la seguridad. La reflexión centrada en estos plexos
se realiza en tanto conforman dispositivos de distribución y regulación
del espacio que normalizan las formas de desplazamiento y recorrido,
el uso y disfrute de los bienes materiales y simbólicos disponibles, así
como la probabilidad/imposibilidad de elección de territorios y formas de
habitar, produciendo topografías y arquitecturas que generan situacio-
nes de encuentro o segregación.
En el caso de la ciudad de Córdoba, Argentina, la cartografía urbana
se ha visto trasformada de manera profunda durante los últimos veinte
años, conforme a un urbanismo estratégico que se sostiene en una segre-
134 gación del espacio en términos de clase (Boito, Espoz e Ibañez, 2009a).
Esta nueva geometría espacio-corporal de la ciudad adquiere carnadura a
partir de una serie de modificaciones en los lineamientos políticos que ha
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

aplicado el Estado cordobés, sostenido en una política integral que activa


procesos de valorización y descentralización de ciertas áreas del espacio
urbano, su capitalización, modernización y tecnificación,2 provocando a
la vez una serie de pliegues que nos permiten pensar las vinculaciones
entre lo socio-territorial y la regulación de los cuerpos y las experiencias.
En el complejo puzzle que supone esta situación, es posible reconocer
en las políticas de hábitat social y de seguridad local dos medidas de
intervención que, actuando de manera concomitante sobre los sujetos,
permiten penetrar en la vivencia de las clases subalternas. Ambas han ido
tramándose de manera conflictiva, es decir, en tensión con sus ámbitos
de ejercicio. Partiendo de esta situación, es posible cuestionarse cómo
se ha de leer una particular trama de políticas estatales que en principio
remiten a campos y objetos específicos de acción y que desde el discur-
so público se reconocen como diferenciales. Es importante retomar aquí
algunas consideraciones sobre ellas.
El Programa de Hábitat Social “Mi casa, mi vida”, fue impulsado como
solución habitacional luego de que una serie de inundaciones provoca-
das por el desborde del Río Suquía durante el año 2000/01 ‘evidenciara’

2
Para una profundización sobre este tema remitimos al artículo de Espoz, Michelazzo y
Sorribas presente en este volumen.
la situación de fragilidad y extrema pobreza de ciertos sectores de la
ciudad. A través de él se concretó el traslado de numerosas familias,
residentes en villas y asentamientos identificados como “vulnerables” y
en “riesgo” hacia una serie de complejos habitacionales situados en los
bordes de la mancha urbana. Ejecutado durante la segunda gestión del
gobernador José Manuel De la Sota (2003/2007) este programa fue con-
tinuado desde 2008 por su sucesor del mismo partido Juan Schiaretti,
comprendiendo la ejecución inicial de doce mil viviendas (de las cuales
se han construido diez mil) y la conformación de 11 Ciudades-Barrios
edificadas hasta la fecha que albergan aproximadamente a unas 28.000
personas3. La descripción y el análisis de este programa se ha realiza-
do en el artículo de Boito, Espoz e Ibañez, (2009b), pero es necesario
retomar aquí algunas cuestiones de encuadre que son importantes para
nuestra indagación.

El purgatorio que no fue


En primer lugar, se trata de una política que ‘inauguró’ una nueva
condición de habitabilidad en el marco de la urbe cordobesa: la “ciudad-
barrio”. Más allá de la arquitectura, estética y funcionalidad de estos
complejos (alejados espacial y simbólicamente del centro de la ciudad y
de sus barrios aledaños, proyectados como espacialidad separada, dis-
puestos con servicios básicos y establecimientos institucionales como
escuela, posta policial y centro de salud), la ciudad-barrio es una cate-
goría clasificatoria y disposicional de los cuerpos que trasluce la com-
posición clasista del proyecto lanzado por el gobierno de Córdoba. En 135
segundo lugar, en tanto ‘ciudades’ las soluciones habitacionales remiten
a una ‘puesta en escena’ de la fantasía de ser ciudadano (el pórtico

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


que anuncia su comienzo, la nominación que la inaugura, la adquisición
de la vivienda ‘digna’, fueron todas tácticas utilizadas para dar valor al
traslado); pero como deseo materializado en el sueño de la casa propia
ocluyó otros aspectos fundamentales para la reproducción vital/social
de esos sujetos. Se presentan así viviendas uniformes de tipología es-
tándar, para familias “tipo” de cuatro integrantes, con una condición crí-
tica en los servicios de iluminación, cloacas, educación, seguridad; una
significativa carencia en los servicios de atención primaria y emergen-
cias; ausencia de centros culturales, asociaciones civiles, clubes, etc.,

3
Los emprendimientos son: “Ciudad Evita” (574 viviendas), “Ciudad de mis sueños” (565
viviendas), “29 de mayo-Ciudad de los cuartetos” (480 viviendas), “Ciudad de los niños”
(412 viviendas), “Ciudad Obispo Angelelli” (359 viviendas), “Ciudad Ampliación Ferreyra
(460 viviendas), “Ciudad Juan Pablo II” (359 viviendas), “Ciudad Villa Retiro” (264 vivien-
das) y “Ciudad Parque las Rosas” (312 viviendas), “Ciudad barrio Mi Esperanza” (380)
“Ciudad Sol naciente” (638 viviendas) En el marco del mismo programa, también se han
entregado viviendas en distintos barrios de la ciudad de Córdoba bajo la forma de “am-
pliación” de los mismos, y que, como tales, no se reconocen bajo la denominación “ciu-
dad”: Barrio Renacimiento (233 viviendas) Barrio San Lucas (230) Barrio Villa Bustos
(197). Un informe oficial del Gobierno de la Provincia de Córdoba se encuentra contenido
en Tabera y Mansilla (2008).
así como importantes dificultades en el campo de empleo y laboral.4 ‘Ni
barrios, ni ciudad’, estas soluciones habitacionales exponen y expresan
como síntoma de la reestructuración del espacio cordobés, una distri-
bución espacio-corporal de exclusión y expulsión que confina y a la vez
invisibiliza a los sujetos que la habitan.
Por otra parte es necesario reconocer algunas modificaciones en mate-
ria de seguridad en la provincia. La transformación en las modalidades de
acción policial encuentra un antecedente fundamental en la reforma que
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

fue efectuada al Código de Faltas de la provincia en 1995 (disposición de


Ley 8431). La misma expresa una serie de ‘vacíos’ de reglamentación,5 que
en términos de su aplicación operativa han re-producido actos de discrecio-
nalidad en los agentes, abuso de autoridad y violencia contra las personas
detenidas, lo cual se ha materializado en numerosas denuncias (Seveso
y Cabral, 2009a). Como se ha intentado mostrar en otro lugar (Seveso y
Cabral, 2009b), existe una serie de medidas que han reforzado esta situa-
ción, como el proceso de saturación policial en la ciudad con base al re-
diseño de los ámbitos de intervención y el aumento exponencial del número
de agentes en la calle, así como la concertación del gobierno provincial con
el Manhattan Institute for Policy Reserach para la ejecución de estrategias
conjuntas.6 Lo que es interesante enfatizar es que tales intervenciones en-

4
En términos globales, sólo un 30% de los pobladores tiene trabajo fijo, mientras que
136 un 60% realiza actividades de manera precaria; de ese grupo, a su vez, un 28% vive sólo
de changas. Según los datos generados por TABERA, María Noel y MANSILLA, Héctor
(2008), “Sistematización de datos para el diseño y evaluación de políticas públicas. Las
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

ciudades Barrios. Una aproximación a su estructura poblacional y otros aspectos”, Informe


Especial N° 2 de la Dirección de comunicación e investigación. Secretaría de la Mujer,
Niñez, Adolescencia y Familia, Gobierno de la Provincia de Córdoba, Córdoba.
5
Desde la letra que dispone el código vigente, uno de los puntos más controversiales
es que deja vacíos de reglamentación y otorga alta discreción a los agentes para la ad-
ministración y aplicación de penas, cediendo lugar a la manipulación de evidencias y a la
posibilidad de que el acusado se auto-incrimine. De la misma forma, no asegura un proce-
dimiento reglado que salvaguarde los derechos de las personas implicadas. Los agentes
están habilitados para realizar arrestos preventivos desde una diversidad de figuras que
poseen un alto grado de indeterminación y una vez efectuada la detención, la ley dictamina
que cualquier policía administrativo esta facultado para tomar declaraciones sin que exista
necesaria mediación letrada o la instancia de un abogado defensor (Art. 15) y cualquier
comisario o sub-comisario puede aplicar arrestos de hasta 20 días sin intervención de un
juez competente (Art. 119). Existen otros artículos y elementos en discusión; para una pro-
fundización puede consultarse el texto de Guiñazú (2008).
6
Un repaso rápido por estas reformas supone reconocer a la “Ley de modernización del
Estado” (año 2000) que por vía del financiamiento BID dispuso una nueva plataforma de
gestión para la aplicación de políticas públicas en la provincia (ver infra); con base a ello, la
consecuente renovación en las reglamentaciones de Defensa Civil, Policía, Servicio Peniten-
ciario, Tránsito y Agencias de Seguridad (año 2003), que supusieron a su vez al re-diseño
en el patrullaje y segmentación de las acciones de seguridad en tres anillos (zona céntrica,
intermedia y Circunvalación), la creación de puestos de control en zonas consideradas “crí-
ticas”, la división en distritos de tarea y la reestructuración de funciones y responsabilidades
de la policía; también advertir el ingreso del Comando de Acción Preventiva (C.A.P.) como
fuerza de patrullaje de la ciudad, el aumento continuo del numero de agentes en función (que
en el 2010 alcanza la cifra inédita de un policía por cada 168 habitantes.); luego, el acuerdo
cuentran en las clases subalternas el objetivo de su acción. Desde este
marco, es posible reconocer un solapamiento entre un proceso de consti-
tución de espacios seguros/asegurados (cartografía de límites y fronteras
que se expresan en la fragmentación del escenario urbano) y una matriz de
seguridad policial con características preventivo-represivas que constriñe la
acción de los sujetos que son identificados como pobres.
El punto de vista que reconoce una particular trama entre estas dos
políticas,7 presenta la matriz que conforman las lógicas del control y de
la regulación corporo-espacial, cuya dirección se orienta a expulsar a los
indeseables hacia las afueras de los territorios de una Ciudad que se con-
sidera valiosa y, por lo tanto, digna de ser preservada por el Estado. La
imposición de límites que regulen los intentos de ‘salirse’ del lugar al que
cada uno está asignado en esta nueva configuración socio-espacial impli-
ca reconocer que lo que se regula no sólo es el dónde y el cómo habitar,

El purgatorio que no fue


sino también el ‘entre quienes’. Desde estos anillos de encierro, que se
presentan a la vez como materiales y simbólicos, se traman las vivencias
de las clases subalternas. Entre el confinamiento y la inmovilidad de esos
cuerpos como objeto de intervención pública, hacen callo los mecanismos
de soportabilidad social (Scribano, 2007) que evidencian las tensiones
inscriptas en espacios socio-segregados. El mapa socio-espacial de la
ciudad nos devuelve una distribución reglada de los cuerpos, donde la
posición y condición física de los sectores subalternos resulta ser una
extensión de su posición y condición de clase. 137
En una curva que asciende una y otra vez, las experiencias y las vi-
vencias se tejen en el marco de la configuración de una multiplicidad de

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


espacios de encierro donde la distinción entre el adentro/afuera es difícil
de precisar. Confinados e inmovilizados, asistidos y violentados, estos su-
jetos no pueden ni deben permanecer enmudecidos. De allí que retome-
mos sus ‘decires’, que expresan vivencias –incluso ambivalentes– de un
sentirse objeto de tales intervenciones donde lo que queda fuertemente
evidenciado es el carácter disposicional de estar ‘en manos de otros’.
La estrategia argumentativa que ordena este artículo supone, primero,
reconocer desde una mirada teórica la matriz común en la que se insertan
las políticas estudiadas en tanto campo de gestión de la pobreza que se
ha visto reestructurado desde lógica de asistencia/prevención/seguridad,
y que en tanto campo de intervención supone la identificación de ciertas
corporalidades-subjetividades que resultan problemáticas en términos de

de cooperación firmado en 2004 entre el gobierno de la ciudad, la Fundación Axel Blumberg


y el Manhattan Institute for Policy Research de Estados Unidos, que se orientó a re-diseñar y
fortalecer la política de seguridad local y, finalmente, la “Ley de Seguridad Pública” Nº 9235
(año 2005) que ha dado base a los nuevos “Fundamentos” de la policía local.
7
Un dato que patentiza este vínculo entre asistencia social y seguridad como reverso y
anverso de una misma lógica, es el perfil de los funcionarios seleccionados para planificar,
gestionar y ejecutar la política pública. El actual Ministro de desarrollo social, Juan Carlos
Massei (Bioquímico) asumió sus funciones en diciembre de 2007, luego de haber abando-
nado su cargo de Ministro de seguridad que había sido ejercido entre el 30 de enero de 2007
y el 9 de diciembre de 2007.
su inscripción y operatoria. En segundo lugar, tomaremos ciertos ‘decires’
en la vivencia de los pobladores de una de las ciudades-barrio (“Ciudad
de Mis Sueños”) para observar de qué manera la política habitacional y
la política policial se están tramando, performando muros vivenciales que
se imprimen en las formas de estar, sentir y relacionarse entre ellos y con
la existencia del afuera. A lo largo de este proceso, intentaremos mos-
trar que las condiciones de invisibilidad y confinamiento impuestas por la
política de hábitat se articulan con un plus de criminalización, agresión y
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

violencia que viene impuesta por una estrategia de seguridad que pene-
tra los espacios de lo íntimo, y que la vivencia de ambas coordenadas se
inscriben de manera reticular en el cuerpo, pudiéndose entrever desde allí
los pliegues y dobleces de la sensibilidad constituida.

2- Reconfiguración del Estado y políticas de encierro

En el contexto periférico y neocolonial de América Latina (Scribano,


2009a; 2008; 2005) la lógica entre Mercado, Estado y Sociedad que ha
instalado el neoliberalismo parte de la naturalización de las desigualda-
des económico-sociales. Desde esta mirada las condiciones de extrema
pobreza no son interpretadas como momento episódico o situacional (a
la manera de una visión meritocrática-desarrollista) sino como condición
138 inercial de la estructura, lo que supone un punto de partida y un eje de
justificación de múltiples intervenciones paliativas. La pobreza, reconoci-
da como segmento sustancial, intrínseco y necesario de los procesos de
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

acumulación y –en este sentido– como un componente sistémico ineludi-


ble, se constituye como un campo dispuesto para el accionar estatal.
En términos de la política de Estado la pobreza involucra –siguiendo
la lectura de Zibecchi (2008)– al menos tres consideraciones que la insti-
tuyen como campo de intervención: primero, el instalarse muchas veces
como un obstáculo a los procesos de expansión del capital y su lógica
mercantil (aunque también es cierto que forma parte de los rotores que lo
hacen funcionar); segundo, el ser una fuente de conflictividad en relación
a las manifestaciones antagónicas que la constituyen; y tercero, el derivar
en formas de organización y supervivencia que ponen en acción prácticas
de re-producción cotidiana sostenidas en visiones de mundo y modos de
vida ‘paralelas’ al orden instituido como ‘legítimo’. Por esta vía, es posible
reconocer que las coordenadas del mundo de la pobreza constituyen ins-
tancias de conflictividad, oposición y resistencia.
La gestión supone entonces un avance sobre ese mundo de la diferen-
cia, mediante el atravesamiento de prácticas y discursos heterogéneos que
van desde interpretaciones teóricas que intentan explicar para intervenir,
hasta el diseño de programas de prevención, la implementación técnicas
de resguardo y la articulación de estrategias de control. Desde este punto
de vista, “[l]a pobreza ‘se combate’, ‘se lucha contra la pobreza’; (se trata de)
un fenómeno que cae bajo la órbita estratégica del avance de las ideas del
llamado Consenso de Washington” (Scribano, 2005: 103)”. En esta direc-
ción Lautier, Lo Vuolo y otros han sugerido que la política social en América
Latina se encuentra articulada en una mirada tanto caritativista como repre-
siva (1999: 105 y ss.) Esto puede ser pensando a su vez como mutación
en las formas de intervención con base a tres procesos: el borramiento del
Estado económico, el debilitamiento del Estado social y la glorificación del
Estado penal (Wacquant, 2004: 22). Desde este lugar, la regulación de los
conflictos en el escenario de lo que se define como pobreza supone un plus
de intervención por la doble vía que suponen la política ‘social’ y la política
‘penal’, que se materializan en un esquema que combina políticas focaliza-
das de contención y asistencia, con prácticas punitivas.
Tal esquema puede ser interpretado desde diversas dimensiones. En
este trabajo nos interesa particularmente centrarnos en los aspectos es-
tratégicos y en su función operativa como dispositivos de regulación de

El purgatorio que no fue


las sensaciones. (Scribano 2009a; 2009b) Entendidos como mecanismos
que generan disposiciones prácticas, tienden a desmovilizar a los actores
de manera individual y colectiva, limitando su campo acción y regulando
su carácter en relación a los fuertes procesos de enclasamiento social que
producen. Su aplicación va generando espacios de confinamiento e inmo-
vilidad que producen a su vez, intensas transformaciones en el régimen
de la sensibilidad social en tanto definen las posibilidades de existencia
en un espacio-tiempo determinado en cuanto a potenciales experiencias
que se dan en el marco urbano. Así es como los planes sociales y la mili- 139
tarización pueden ser concebidos como “dos caras de una misma política
ya que buscan controlar a las poblaciones que están fuera del alcance de

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


los Estados.” (Zibecchi, 2008: 14)
En el apartado anterior habíamos reconocido y caracterizado una re-
cartografía de la ciudad de Córdoba sostenida por el urbanismo estraté-
gico. Describíamos también que en espacios urbanos socio-segregados,
las clases subalternas son el objeto más intervenido por el Estado. Es
precisamente a partir de ellas que podemos evidenciar las maneras en
que se traman políticas formalmente diferentes pero operativamente igua-
les. De este modo, en términos formales, las políticas de asistencia y se-
guridad son presentadas como distanciadas en relación al régimen de
competencias, administración y aplicación que cada una de ellas posee.
Primero porque parecen referirse a esferas de acción diversa, tanto desde
el punto de vista de la institucionalidad que suponen como de los ám-
bitos territoriales de aplicación a los que refieren. En el marco que nos
compete, la política habitacional remite en sus aspectos formales a una
intervención espacial que regula las condiciones de habitabilidad de un
sector socio-económico definido como ‘vulnerable’ y ‘beneficiario’ de una
casa en un espacio geo-político especificado (ciudades-barrio); la política
de seguridad se presenta por otro lado, en relación a un espectro espacial
ampliado que resguarda la urbanidad.
Una breve caracterización de los puntos de conexión/desconexión entre
ambas políticas, permite reconocer al menos tres puntos de coincidencia en
lo que respecta a su aplicación en la ciudad de Córdoba. En primer lugar,
poseen una ‘base’ común dada en el proceso de renovación del aparato es-
tatal materializado en el Programa de Apoyo a la Modernización del Estado
de la Provincia de Córdoba, que data del año 2000. El mismo, en su diseño
y aplicación, ha contado con el financiamiento del Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) para la realización de reformas de base en el fuero
institucional que permitieran una gestión política más eficiente8. Esto indica
entonces una triangulación entre Estado, organismos financieros y capital
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

privado como un impulso a la gestión y administración, y a la reforma en el


diseño y la aplicación de políticas. En este sentido, tanto el programa “Mi
Casa, Mi Vida” como la reforma institucional de la policía se enmarcan en el
mismo Programa de Modernización.
Esto mantiene un profundo enlace con transformaciones y reformas
institucionales similares que se han implementando durante las últimas
décadas en varios países de América Latina, manifestando intersecciones
y continuidades que se derivan de la clonación de modelos que han sido
diagramados por organismos internacionales comunes, como el Banco
Mundial (BM) y el BID. En materia de hábitat social se dan los casos de
Río de Janeiro (Brasil) y Chile con programas homólogos9, mientras que
en relación a la política de seguridad los mismos países exponen una inci-
dencia de organismos asociados como el Programa de Naciones Unidad
para el Desarrollo (PNUD).
140 Finalmente, desde el diagrama que suponen, es posible reconocer que
tanto el programa de vivienda como la política policial de Córdoba, actúan
de manera concomitante sobre las mismas poblaciones-objetivo, como
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

doble cara complementaria y frente común que se organiza en disposi-


tivos de encierro que co-producen condiciones de marginalidad y segre-
gación que se materializan en la población marcada por su condición de
clase, en tanto ejercicio de gestión de la pobreza como campo de inter-
vención biopolítico10.
Como sostienen Boito, Espoz e Ibáñez (2009a) los procesos de re-
funcionalización y reconfiguración territorial que se vienen produciendo

8
Las preocupaciones fundamentales que han entrado en consideración de esta Ley son: la
aplicación de un presupuesto equilibrado, la transparencia en actividades (para lo que pro-
pone un sistema de información y rendición de cuentas hacia la ciudadanía llamado “Estado
Cristalino”), las mediaciones a ser establecidos con otros sectores de la sociedad – sobre
todo el mercado, en relación a los vínculos, concesiones y asociaciones para la prestación
de servicios - y finalmente la administración de recursos del Estado, fundamentalmente los
de tipo humano. En la letra del programa este proceso de transformación, reingeniería y
modernización ha sido codificado como una “Reinvención del Estado”.
9
Los programas a los que nos estamos refiriendo son: “Favela- barrio”, en Río de Janeiro-
Brasil; “Chile Barrio”, en Chile y “Nuevos Barrios: Mi casa, mi vida” (Córdoba-Argentina).
10
Los procesos de socio-segregación suponen una disposición relacional de clase. Es en-
tonces importante indicar que la política de traslado y re-asentamiento que ha expulsado a
estos sectores hacia los bordes materiales y simbólicos de la ciudad tiene como correlato
ciertas condiciones de encierro en las clases altas. Por efecto de la política de hábitat existe
así una nueva radicación de enclaves de pobreza que han quedado situados, esta vez, en un
extremo diferenciado al que ocupan los sectores con mayor capacidad adquisitiva.
en Córdoba Capital son una clara expresión de un urbanismo estratégi-
co que tiende simultáneamente al ‘embellecimiento’ de la ciudad como
así también a la invisibilización corporal de las clases subalternas, modi-
ficando fuertemente las sensibilidades puestas en juego en la condición
de habitabilidad:11

En este sentido, se instituyen diferentes modalidades y posibilidades


de ser de ‘unos’ en relación a ‘otros’ vinculados a la distribución socio-
corporal del espacio constituido por la ‘Ciudad’. Afectando de esta ma-
nera, no sólo las prácticas (sociales y simbólicas) de los sujetos, sino
también las experiencias inter/intra clases y asimismo la conformación
de imaginarios sociales.

En el caso de la política policial se actualizan y refuerzan las condi-

El purgatorio que no fue


ciones de invisibilidad y confinamiento por mediación de un plus de cri-
minalización, agresión y violencia. Las reformas han cristalizado en una
re-significación de lo que la institución entiende por seguridad y sobre las
formas de actuación que la sustentan. La injerencia policial se declara
no sólo sobre los bienes y derechos de las personas, sino con relación
a la población en general, las reuniones colectivas de orden público, el
tránsito y circulación, e incluso sobre problemas que pueden ser definidos
ambiguamente como “económico-sociales”, justificando la intervención
en una diversidad de planos.12 No es casual que la noción de preven- 141
ción haya ingresado como componente integral de esta reconfiguración
conceptual, ya que convalida y vuelve operativo el mapeo de territorios

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


potencialmente problemáticos, el reconocimiento inteligente y la defensa
anticipada contra sujetos codificados como amenaza. En este complejo
juego de retóricas, se ha pasado de la judicialización de un “acto” efectivo
a la persecución de un “actor” y un repertorio de acciones potenciales
adjudicadas al mismo.13

11
Richard Sennett, Edgard Morin y Loïc Wacquant, entre otros, han dado cuenta de las
particularidades sociales y subjetivas que conllevan procesos de este tipo en relación a las
condiciones de dominación capitalista. Por su parte, Zygmunt Bauman (1999) describe clara-
mente como los usos del espacio y el tiempo son tanto diferenciados como diferenciadores,
siendo que la posibilidad de movilidad/inmovilidad, las formas de vivenciar temporalidades
y las sensaciones y emociones que se atan a estos procesos, se configuran a partir de una
estratificación social que tiende a polarizarse.
12
Aquí tomamos como referencia la Ley 9235 de Córdoba (Art. 23) y los “Fundamentos de
la Política de Seguridad Pública” (s/r: 3).
13
Como bien declaran los nuevos Fundamentos de la Política de Seguridad Pública “[l]a po-
licía debe estructurar las tareas de prevención con base en información detallada, recogida
e interpretada científica y sistemáticamente (…) Para ello es necesario, por un lado, realizar
una intensa labor en mapeo delictivo, y análisis investigativos informatizados conforme a téc-
nicas modernas (…) y, por el otro, elaborar –también conforme a los avances de las técnicas
modernas – una base de datos que refleje la complejidad del fenómeno (…) que le permita
la estructuración de planes de acción concretos en las distintas calles y barrios de la ciudad,
según la modalidad que presente el delito en cada uno de ellos. ‘Saturar’ las calles de poli-
cías a ciegas no tiene ningún sentido. En todo caso debe planificarse la presencia policial en
Los programas habitacionales y las políticas de seguridad que presen-
tamos pueden ser reconocidas como intervenciones de carácter estraté-
gico que diagraman la distribución de energías corporales y las posibili-
dades de experienciación de los sujetos. Desde este punto de vista, son
parte de una política de los cuerpos en tanto fragmento de “las estrategias
que una sociedad acepta para dar respuesta a la disponibilidad social de
los individuos” (Scribano, 2009b: 8). En tanto políticas de confinamiento y
de inmovilización ancladas en corporalidades y subjetividades de clase,
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

remiten a su vez a dos registros que de manera ambivalente tejen emo-


ciones y sensaciones en el ser-estar, por lo que pueden ser reconocidos
como parte de una política de las emociones tendiente a “regular la cons-
trucción de la sensibilidad social” (Scribano, 2009b: 8).14

3- Habitar entre muros y patrullas

Las vivencias encuadradas en estas políticas de encierro se sostienen


en la conformación de múltiples curvaturas de un adentro sin afuera; es-
pacios que no son seguros ni asegurados, pero que al imponerse como
murallas de contención también re-envían a los cuerpos constantemente
hacia la disposición del lugar de pertenencia. Las gargantas de esos cuer-
pos inmovilizados irrumpen para ser escuchados a partir de los recursos
142 que provienen de la lógica bio-política que se les impone. Con el fin de
recuperarlas se ha optado por presentar dos apartados, desde los cuales
se intenta reconocer –por un lado– la condición de encierro e invisibilidad
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

socio-espacial a la que se ven sometidos los cuerpos de los pobladores y


–por otro– su condición de atravesamiento en tanto objeto de control de
las políticas públicas.

3.1- Los múltiples adentros de la ciudad-barrio

“Ciudad de mis Sueños” es la segunda solución habitacional que fue


construida durante la gestión del gobernador José Manuel De la sota.
Creada en 2004, comparte con el resto de las ciudades-bario una serie de

función de los datos que se extraigan de las tareas de inteligencia señaladas.” (FPSP s/r: 6)
14
Si el cuerpo es el primer instrumento de acceso al mundo, los sentidos de que dispone-
mos no son simples órganos biológicos sino órganos sociales que reconocen e instituyen
una realidad según ellos mismos han sido socialmente educados para hacerlo. Ciertamente
no “obedecen” mecánicamente a las condicionas bajo las cuales han sido producidos, pero
gravitan en ellas. Los sentidos hacen a la realidad tangible, identificable, descomponiendo
la complejidad en fragmentos que se vuelven reconocibles en términos del marco de sentido
que los constituye. “Una percepción desde esta perspectiva constituye un modo naturalizado
de organizar el conjunto de impresiones que se dan en un agente” (Scribano 2009a: 14-15).
Desde el proceso objetivante que esto supone, están en juego las formas de definir lo “real”
como tensión de relevancia/opacidad entre lo que se re-conoce y lo que permanece velado
para el dispositivo de (no)visión.
características estándar, por lo que recrea en su disposición ciertas insufi-
ciencias de arquitectura y equipamiento habitacional que están presentes
en la mayoría de los complejos. Como problema cotidiano en la vivencia
de los pobladores, esto se superpone con la distancia física en la que
están ubicadas las 565 viviendas que forman parte del emplazamiento.
Situadas a catorce kilómetros del centro de la ciudad y con sólo una línea
de transporte público que transita cada 45 minutos, insuficiencia y lejanía
(o la ‘lejura’ al decir de los pobladores) forman parte de las condiciones de
habitabilidad de los pobladores.
Aunque algunos de ellos se resistieron a abandonar sus casas en la
villa (razón por la que fueron trasladados de manera compulsiva), en la
mayoría de los casos el intervalo entre vivir en el asentamiento y la espera
del traslado a la ciudad-barrio significó un lapsus de ensoñación a partir
del cual se proyectó la sensación de comenzar una vida ‘mejor’, represen-

El purgatorio que no fue


tada por la materialización de un imposible: la casa propia. En la espera,
esta situación apareció representada en muchas entrevistas como una
sensación de esperanza. Sin embargo, “el techo de tus sueños” (que es
el eslogan mediante el cual el gobierno proyectó su propaganda de la po-
lítica de hábitat) constituyó casi desde el primer momento, una pesadilla
para los pobladores de “Ciudad de mis Sueños”.

E: Nosotros ahí en La Maternidad [lugar que habitaban antes de ser


trasladados] teníamos 10 hospitales, teníamos 30 colegios, teníamos 143
un montón de formas de vida que acá no las tenés. Vos ahí cruzabas
el río y tenías Junior, subías un par de cuadras y tenías barrio Crisol.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Mucha gente que trabajaba, que pintaba, que servicio doméstico; vos
siempre tenías la forma de sobrevivir. En vez acá no, acá es un drama.
(Entrevista a E., poblador de “Ciudad de Mis Sueños”, Cba: 2009)
I: (…) ¿una cuestión con los espacios?
E: Si, con los espacios y más que todo sentirse identificada con algo
viste. Es muy particular la vida que se vivía en la villa…
E: Como ser…
I: Si... es muy cerrado. Nosotros por ejemplo vivíamos en un pasillo,
en un pasaje, que el pasaje era el patio de todos. Entonces hoy en
día el venir a vivir acá que vos tenés tu propio espacio y tu propio
dormitorio, que salís afuera y ya no te relacionas tanto con el vecino
del lado o del frente, les ha cambiado muchas formas de vida, cosas.
(Entrevista a E., poblador de “Ciudad de Mis Sueños”, Cba: 2009; el
destacado es nuestro)

Con el alejamiento del lugar de residencia habitual, también tomaron


distancia el trabajo, la salud y la educación que antes estaban (literalmen-
te) a unas pocas cuadras. En esas condiciones existía ya una frontera,
física y material, como lo supone el río y la necesidad de cruzarlo para
llegar a ese otro-lugar de la Ciudad. Pero, en todo caso, esa era una fron-
tera de pasaje, de tránsito y por lo tanto estaba poco definida; se podía
sortear para llegar al otro lado, y eso la hacía plástica, inconsistente, pero
sobre todo tolerable. Con el traslado hacia la ciudad-barrio se solidificó
una frontera mucho más viva, extensa en su longitud y con un grosor
de piedras casi imposible de atravesar. En muchas de las entrevistas
hay expresiones que lo señalan, asentando desde la vivencia la relación
entre las distancias físicas y las carencias del barrio que se materializan
como quiebre de la ensoñación en formas de interacción y experiencia
que se han transformado tanto hacia el interior como hacia el afuera del
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

barrio. Así por ejemplo, a los pobladores les resulta difícil conectarse con
la Ciudad, integrarse a su dinámica. Los remises, taxis y colectivos tienen
reticencia para atravesar el umbral que demarca el pórtico de ingreso; la
‘lejura’ limita a su vez la capacidad personal de trasladarse, de salir a bus-
car modos de sobrevivencia alternativos a los planes sociales, las becas
laborales y los vales alimentarios que ofrece el gobierno. Ser identificado
como poblador supone también un problema, y es una marca que desti-
tuye a los sujetos a la hora de buscar trabajo. Así es como se hace difícil
tanto entrar como salir del espacio y se instituye un contorno en suspenso
donde las interacciones intra-clases se ven seriamente modificadas por
la disposición habitacional: lo propio y lo colectivo en términos espaciales
vinculados a las experiencias previas de los sujetos, se reencuadra en
una vivencia que se sostiene a partir de identificar nuevas ‘formas de vivir’
que se valorizan negativamente.
144 El reconocimiento de la destitución territorial descansa en la memo-
ria de un pasado compartido por la comunidad de pertenencia y tiene
su correlato en la pérdida práctica de un modo de vida. En la “villa” los
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

lazos de vecindad y solidaridad se sostenían en una sensibilidad que


instaba a una regulación de las interacciones hacia dentro y afuera del
espacio. En el barrio esta definición de espacios se vio quebrada cuan-
do la intervención urbanística obligó a la convivencia en el espacio de
la urbanización a sujetos que provenían de diversas “villas”. En el caso
de “Ciudad de mis Sueños” esto se patentiza en el traslado compulsivo
de una diversidad de asentamientos (Cuarenta guasos, Barrio Chino,
La Maternidad, Richarson y Mandrake) que en algunos casos estaban
históricamente enfrentados, así como en la distribución alterada del es-
pacio en relación a las experiencias previas de los pobladores: la divi-
sión definida entre casas, la regulación de los espacios compartidos, las
puertas que establecen un adentro y un afuera. Esto supone un quiebre
en los modos colectivos de sobrevivir y por lo tanto un desplazarse in-
dividual que fractura las formas de vida en el barrio, evidenciándose en
necesidades que anteriormente no eran sentidas:

E: Lo que pasa es que antes, (en) los asentamientos, yo creo que mayor-
mente no se notaban esas necesidades, por ejemplo en el caso nuestro,
porque teníamos todos los hospitales y todos la educación que busca-
bas a tu alcance de la mano. Entonces cuando salís de todo y venís
a nada, ahí empiezan los problemas; ahí empieza a salir gente que te
corta la ruta, gente que sin trabajo empieza a agarrar subsidio y por un
subsidio acá se matan... una forma de decir. (Entrevista a E., poblador de
“Ciudad de Mis Sueños”, Cba: 2009; el destacado es nuestro)

L: Acá la gente trabaja en las tapias; bueno, otros acá en la escuela


como auxiliares. Mayormente están en las tapias. Ahora sacan las ta-
pias y chau, sonaron, porque quedan sin trabajo. Y eso es lo que los ha
ayudado bastante, porque sino estuvieran en la tapia saldrían todos a
pedir. Hay algunos que no quieren trabajar directamente; ni buscan tra-
bajo. Pero hay otros que les cuesta, porque no tienen secundario com-
pleto, todo eso. (Entrevista a L., poblador de Ciudad de Mis Sueños,
Cba: 2009; el destacado es nuestro)

El ‘acá’ es definido como una totalidad, señalando que se ha perdido lo

El purgatorio que no fue


que alguna vez estuvo ‘al alcance’ de todos y todas (los hospitales, las es-
cuelas, el trabajo, etc.). La sensación es que de esa integridad se pasó a
la nada, a un espacio de “vacío” –y no hay nada de metafísico en la expre-
sión– que llevó a la desintegración de los lazos. En la ciudad-barrio hay
un pleno adentro: allí se crían los niños, estudian, trabajan o piden, viven,
mueren. Pero sin hospitales y sin educación, sin actividad laboral cons-
tante y sin poder salir-se; la antesala de la subsistencia supone el abrazo
hipertrofiado del Estado que regula la existencia. Los planes sociales, las
becas laborales, los vales de compra, entre otros, traman ideológicamen- 145
te al dictum de las políticas de encierro como un proceso de infantilización
en la asistencia a la pobreza.15

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


En este sentido, no es menor el decir de los pobladores con relación
a una de las modalidades de ‘asistencia laboral’ más importantes que
les ofrece el Estado: la auto-construcción de tapias divisorias entre las
casas. La intervención urbanística supone que la materialidad de la casa
no expresa sólo una condición de habitabilidad en términos físicos, sino
que lleva inscripta el juego del ser/estar entre los cuerpos. A la lógica
de individuación en la asignación del beneficio (cada uno con su casa)
y la homogeneización de los beneficiarios según su condición “común”
(todos como pobres) le sigue la operatoria de un fuerte dispositivo de
regulación de las sensaciones, donde los individuos son ingresados al
juego de auto-construirse espacios de división y encierro. Quebradas
desde dentro las modalidades autónomas y ampliadas de supervivencia
que existían en los asentamientos, sustituidas por una relación paterna-
lista que produce distancias con el vecino bajo la forma “competitiva” de
la lucha por un plan, lo que queda –si es que queda algo– son cuerpos
‘detenidos’ a plena disposición de otros.

15
Llama la atención la gran cantidad de programas que están en vigencia para asistir a la
pobreza. Por tratarse de una lista extensa no la reproduciremos aquí, pero remitimos al mapa
de políticas sociales del gobierno de la provincia. Éste puede ser consultado en http://mps.
cba.gov.ar/
El programa de las tapias posee por supuesto un límite “natural” fijado
por la cantidad de hogares y de personas a las que hay que dividir. Su
posible extenuación se encuentra en el presente inmediato, por lo que el
cuerpo se ve proyectado hacia la ruta, protestando para la restitución del
medio de vida que constituye la única alternativa a “tener que pedir” que, en
el decir valorativo de las entrevistas, supone a su vez algo negativo. Como
producto de esta situación, confinados contra los muros de la ciudad-barrio,
inmovilizados en su posibilidad de desplazamiento y acción, los sujetos son
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

re-situados compulsivamente en su mundo de pobreza. El reverso de esta


inacción de sujetos que han sido imposibilitados y colocados a disposición
de otros, se trama en una fantasía que encuentra en el azar y en el destino,
las lógicas que regulan fantasiosamente la posibilidad de una salida:

E: Y yo siempre digo que tengo dos opciones, o que me eche mi mujer


o que saque un Quini 6 y me vaya del barrio. Pero las posibilidades de
irme son muy limitadas, casi no existen. Entonces lo que quiero es una
mejor calidad de vida para ellas [sus hijas]. La quise allá (en el asenta-
miento de La Maternidad). Mis hijas nunca fueron a una escuela allá;
la más grande iba a una escuela en Juniors… así también me quedo
la espalda, porque cargar y descargar papas es un trabajo bárbaro,
bestia, pero bue, se pagaba bien. (…) Y bueno, una la tengo en cuarto
año y sigue yendo al instituto Saavedra ahí en Juniors.
146 I: ¿Dos colectivos?
E: Sí, y tengo la otra que va al Rubén Darío en barrio Crisol acá en
el parque. Entonces eso lleva mucho sacrificio, mucha lucha. Mi se-
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

ñora trabaja, yo trabajo acá; trabajo a la mañana, pero es lo que uno


apunta, ¿no? Lo fundamental es dejarles algo a ellas mínimamente.
(Entrevista a E. poblador de “Ciudad de Mis Sueños”, Cba: 2009; el
destacado es nuestro)

La disposición de un mundo del No, repleto de carencias e imposi-


bilidades, se proyecta desde la vivencia de distancias y lejanías impe-
recederas como una inclinación personal y fuerza hacia una salida por
horizontes fantaseados. La acción adviene como externa (o me echa
o gano el Quini 6) y el sujeto no puede posicionarse en relación a su
existencia. Cuando lo hace, se evidencia la impronta de los mecanismos
de soportabilidad social que no casualmente se expresan a partir de la
identificación con una parte de su propio cuerpo: la espalda y las cargas
que se colocan sobre ella. Entre las condiciones de existencia y la fanta-
sía, existe una tensión constante entre lo que se tiene y se quiere, entre
lo que se encuentra y se busca, entre lo que se es y lo que se desea ser.
De esta manera, si la trayectoria personal se vuelve un imposible desde
quien carga con una vida de mala suerte sobre los hombros, el futuro se
vuelca en los hijos cuyas trayectorias aún ofrecen un margen de incerti-
dumbre y por lo tanto –desde la narración del poblador– pueden ser for-
jadas sin constituir un imposible. Esto supone un intento por re-enlazar
mediante diversos modos el adentro con el afuera de la ciudad-barrio,
de la casa, de la vida: la lógica del sacrificio se inscribe como campo
de posibilidades de prácticas que quiebran las políticas de encierro que
han sido impuestas.
Pero como decíamos anteriormente, la capacidad de atravesar esos
muros parece depender para los pobladores de una probabilidad ínfima
del azar en relación al lugar que ocupan en el tablero social y a la cantidad
de competidores que están dispuestos para el juego. En otras palabras, el
paralelismo entre salir de la ciudad-barrio y la condición de suerte en un
Quini 6 supone la apuesta a una lotería imposible. O en todo caso, supone
poner la esperanza sobre un otro pero con la sobrecarga que ello supone:
redoblar los esfuerzos, poner dos espaldas y subirse a dos colectivos. Por
eso es que el cuerpo de quien fantasea se proyecta por un lado, pero a la
vez se re-coloca en el espacio socio-territorial que habita: “Digamos todos

El purgatorio que no fue


acá queremos vivir como vive la clase media de San Vicente, la clase
media de Junior o de Alta Córdoba. Pero tenés que ser realista: vivís en
“Ciudad de mis Sueños”; es un barrio marginal.” (Entrevista a E. poblador
de “Ciudad de Mis Sueños”, Cba.: 2009)
Si antes del traslado hacia el complejo habitacional la fantasía fue ocu-
pada por una proyección hacia un horizonte de futuro distinto, alejado de
la pobreza, por el ensueño de la casa propia y la radicación en el barrio
que habría de concretarlo; hoy, por otro lado, se expresa como vivencia
de un sueño quebrado y se actualiza como vivencia de una pesadilla coti- 147
diana. En la asfixia de los espacios de constricción queda algo de aire por
la proyección de la esperanza en la figura de los hijos; hacia el afuera que

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


encuentra distante, una mínima posibilidad de desplazamiento.

3.2- Un espacio sin pliegues

C: Pero son muy lindas las casas, yo agradezco, son muy lindas las
casas, pero la seguridad, el futuro de tus hijos, acá no, no es lo mismo.
Porque vos en la villa, vos estabas en tu casa, te ibas a pasear, te ibas
un fin de semana y nadie te tocaba nada. Porque, había gente mala,
pero la gente mala sabía a dónde tenía que ir, sabía que en la villa no,
a los vecinos no.
(…) Y yo trato de buscar separar y que él [su hijo] compare cómo es la
gente de acá y como es la gente de otro lado. Saber cómo tiene que
tratar a cada uno ¿no? Y es feo tener que sacar tus chicos de tu barrio,
mandarlo a otro lado para que se den cuenta. Y es feo tener que decir-
les a tus hijos “tenés que irte de acá, para otro lado, para que conozcas
como es jugar, cómo es el respeto”. Porque es grande el barrio, es
lindo pero, no, no, no toman conciencia. O sea, a mí me da lo mismo
¿no? porque de mi trabajo voy a mi casa, somos así nosotros. Pero
por mis hijos sí me iría. (Entrevista a C., pobladora de “Ciudad de Mis
Sueños”, Cba.: 2009; el destacado es nuestro)
L: No, yo acá en mi casa… evitas problemas. Acá la única con la que
yo hablo es con la directora (…) La M. [una de sus hijos] tiene a la A.
[una vecina que es su amiga]; ella se queda a dormir en la casa, todo;
lo único (…) Igual que el varón también. El varón va a jugar a la pelota
y se viene a mi casa; no es que se queda. (…) La R. [otra de sus hijas]
primera escolta, la M. fue abanderada, el G. [su segundo hijo varón]…
este año eligen los abanderados y dice que el profesor ya lo tiene can-
sado porque seguro que va a ser él el abanderado. Pero ellos primero
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

la tarea. (Entrevista a L., poblador de “Ciudad de Mis Sueños”, Cba.:


2009; el destacado es nuestro)

La proyección del futuro como ensoñación instala una nueva fractura


en las relaciones de vivencia dentro del barrio: “el futuro de tus hijos, acá
no”. Existe una proyección hacia el afuera como deseo de enlace y re-
encuentro para quebrar generacionalmente las trayectorias heredadas
de la pobreza y el sistema de valoración que la atraviesa; es así una
extensión que se concretiza como probabilidad de adquirir una posición
(de clase) en las antípodas: ser primera escolta, abanderada y maestra.
En la sensibilidad de muchos pobladores la casa se constituye como
un entorno cargado de fantasías como las anteriores. Es un espacio
sobre-regulado emocionalmente, precisamente por constituirse desde la
mirada de quien enuncia, en la concreción de un deseo que resultaba,
148 hasta entonces, imposible. Es también el lugar donde están creciendo
los hijos y desde el que se va trazando otro futuro o, en el mismo senti-
do, desde el que se desarrolla una actividad de fuerza y lucha constante
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

por mantenerlos alejados de la experiencia que supone la ciudad-barrio.


De este modo, como lugar cargado de esperanza, constituye el puente
hacia otro devenir posible.
Sin embargo, las casas son lindas pero no son seguras. En este sentido,
la casa supone una simple fachada de los sueños de la pobreza; la valori-
zación estética evidencia una superficialidad que, “linda a los ojos”, se can-
cela ante las condiciones de insuficiencia y lejanía, materiales y simbólicas,
que se vivencian y a la moralización de las prácticas allí inscriptas. La casa
es representativa del lugar que ocupan los sueños en el mundo de la pobre-
za. En la travesía de los asentamientos hacia la ciudad-barrio, en el trayecto
desde un lugar en el que se tenía todo pero faltaba la concesión del techo,
hacia un espacio que concretiza el sueño pero se presenta como nada, se
instala una vivencia de no-seguridad que contrasta con la proyección de la
fantasía de la casa propia y se traslada desde los padres hacia los hijos. En
este caso, es la horrorosa posibilidad de que la niñez no pueda atravesar
esos muros, de que se suceda un quiebre en los horizontes de futuro, un
retorno a ese siempre-así, inmodificable.
La posibilidad de fantasear dentro de ese espacio que se concibe mu-
chas veces como lo seguro/lo asegurado se suspende también por la
intervención de los dispositivos de control que se ponen en marcha al
interior de la ciudad-barrio. Por ejemplo, en el caso de la práctica policial:
L: Yo cuando me vine del otro barrio, apenas llegue, a la semana me
hicieron un allanamiento equivocado. Tenían que ir al lado… me rom-
pieron la puerta (…) Y encima después que nos hicieron el allanamien-
to, que nos rompieron todo, a los chicos los apuntaban todo con ame-
tralladoras… son esos que vienen todos encapuchados… decían que
se habían equivocado, nos pedían disculpas; se habían equivocado.
(Entrevista a L., vecina de “Ciudad de Mis Sueños”, Cba.: 2009; el des-
tacado es nuestro)

El allanamiento “equivocado” que se ejecuta como parte de las accio-


nes preventivas de seguridad, se pone en correspondencia con la habi-
tabilidad de una casa no-segura. En este sentido, la casa se materializa
como el techo de los sueños en tanto límite social para las fantasías de
sus habitantes. Si la puerta representa en este caso un umbral que separa

El purgatorio que no fue


el afuera, donde sensiblemente no hay nada, de un adentro desde el que
se está tramado la posibilidad de un futuro, destruirlo significa un quiebre,
un desarme de los sueños. Lo fantaseado regresa así como la materiali-
zación de una proyección imposible y un lugar de pesadillas.
Por una doble vía, esto denota una prolongación del mundo-del-no que
ha sido equivalente en la villa tanto como en el barrio. Las casillas de la
villa no tenían puertas sino cortinas; había un pasillo, un pasaje, que era
el patio de todos, lo que establecía un doblez diferente entre lo que estaba
afuera y adentro. Sobre esta trama de vecindad la policía solía realizar 149
allanamientos y muchas veces se “equivocaba”. De tal modo, como exten-
sión del brazo estatal que se instala en el plano de lo familiar, la estrategia

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


de avasallamiento se comporta en los dos espacios de manera similar. En
el barrio, sin embargo, al romper el pórtico, la jurisdicción de lo policial se
extiende sin-fronteras hacia lo que se suponía como propio e íntimo (Mi
Casa-Mi Vida) señalando así que la puerta, en realidad, no es un límite
sino una mera fachada como demarcación endeble de lo que se cree se-
guro. El quiebre de este umbral desdibuja las distancias entre el adentro
de la casa y el barrio, mostrando los enlaces que los unen en tanto mundo
común de la pobreza y en oposición a las fantasías y la esperanza. Esto
actualiza a su vez, la destrucción de las casillas durante el proceso de
traslado compulsivo y re-asentamiento, con las topadoras por la villa. Lo
policial sigue el paso a la vía social del Estado en tanto actualiza los atra-
vesamientos y los aplastamientos contra la pobreza.
Pero la irrupción de la policía es en todo caso uno de los tantos esla-
bones que constituyen la larga cadena de controles, prevenciones y se-
guridades que desde los dominios institucionales se han impuesto a los
pobladores de “Ciudad de Mis Sueños”.

L: Yo quedé embarazada cuando fui a ponerme la inyección. No había,


y me dieron pastillas, y ese cambio fue (…) te dan el carnet para que
vos vayas. Lo mismo te controlan a ver si retiraste y cuando vas de
nuevo te retan: “¿por qué no viniste a tal fecha que tenías que venir?
Entonces no la estás tomando”, te dicen. Sí, bastante control tienen,
igual que cuando llevan chicos golpeados, moreteados; cuando vienen
acá, de ahí nomás de la maestra pasan a la puerta de la directora y de
ahí nomás la asistente social (va) a la casa (…) A una mujer de allá del
fondo le sacaron la nena. (Entrevista a L. pobladora de “Ciudad de Mis
Sueños”, Cba.: 2009; el destacado es nuestro)

Aquí es posible reconocer un doble eslabón de cadena. La mujer


Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

que se cuida y que labra una tarea rutinaria para no tener más hijos, y
los chicos que en lo cotidiano son custodiados por la sospecha de que
puedan ser víctimas de un maltrato. Ambas se presentan como parte de
una estrategia institucional de control: la mujer no se cuida sino que es
cuidada por un tercero que le “da” y le “dice”, al igual que les sucede a
los chicos; por eso es que los controlan y los retan; pero los chicos, a su
vez, no sólo son cuidados sino también diagnosticados por las señales
de su cuerpo (golpes, moretones) ante lo cual se moviliza una suce-
sión de centinelas: la escuela, la directora, la asistente social. En esta
doble relación se hace bastante evidente el proceso de infantilización
que sufre el adulto así como el proceso de judicialización al que se ven
sometidos los niños. En ambos casos aparecen las figuras mediadoras
de la fuerza institucional; el centro de salud y la médica, por un lado, y
una relación que se duplica en el caso de los chicos: el colegio y la di-
150 rectora, y luego la asistente social; hay un palabra por fuera del cuerpo
que envuelve las situaciones.
En ambos casos la tarea de control se ejerce directamente sobre el
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

cuerpo y sus capacidades/potencialidades. La pastilla representa uno


de los factores más poderosos de intervención, ya que “corta” con uno
de los elementos más naturales de la vida humana como es la capa-
cidad de reproducirse biológicamente. Cuando se desliga y desmonta
esa capacidad reproductiva –no es menor: por la dependencia de una
tarea que es impuesta por otro– es que el cuerpo intervenido se libra
del reto. La intervención sobre los niños que va desde la escuela y la
directora hasta la asistente social debe ser pensada desde una lógica
similar, ya que constituye un eslabón de la misma cadena. De tal modo,
el control se ejecuta sobre el cuerpo del adulto y, si falla (nace un hijo),
pasa al niño como determinación y pericia sobre su forma de existencia.
En ambos casos se trata entonces de un escenario que devuelve una
cancelación del futuro, porque es reflejo de la “intransformable realidad”
de la pobreza y la presentificación de los mecanismos de castigo: una
pastilla que desde dentro controla las condiciones de natalidad, so pena
de quedar embarazada, o un acto de extracción que puede disponer
del niño y trasladarlo a otro núcleo personal de cuidado. Se trata de
controles sobre el cuerpo, sobre lo íntimo y familiar, pero como formas
completamente naturalizadas en el mundo de la pobreza; es decir, como
fracción del habitar y del ser parte de “Ciudad de Mis Sueños”.
4- ‘Carros’ por ‘fierros’ o la destrucción de la fantasía de lo propio

L: ... eran las 6 de la mañana (…) siento “pum”, le digo yo a J. [su ma-
rido], “J., nos están robando”. Cuando me siento, así, nos alumbran
con la linterna esa en la cara, y todos encapuchados con la ametra-
lladora apuntándome; arriba de los pies se habían subido. “Déjalos
que se lleven todo”, le decía a J.,… y era la Policía (…) le pisaron la
cabeza a… J. juntaba cartones… (los policías) dicen: “¿Donde tenés
el fierro?”… lo tienen en el suelo… “el único fierro que tengo, el único
caño que tengo, es el carro que tengo”… “¡Ah! ¡Sos chistoso!”… y
le pateaban la cabeza, todo, y a mi me tenían lejos de los chicos
(Entrevista a L. pobladora de “Ciudad de Mis Sueños”, Cba.: 2009; el
destacado es nuestro).

El purgatorio que no fue


“Ciudad de Mis Sueños” se presenta como un sello de la continuidad
de privaciones que impone la marginalidad, la pobreza, el dolor y la ne-
gación, representando para los pobladores un plus experiencial de des-
titución y encierro. Delimitada por una serialidad de muros, la vivencia
cotidiana de indefensión, precariedad e incertidumbre que se vive desde
la pobreza y en la ciudad-barrio, se contrapone al discurso de ciudada-
nía del Estado tanto como a la interpelación de igualación mercantil que
produce fantasías de posibilidad y exaltación del deseo. La temporalidad
que se instala para los pobladores se cristaliza en todo caso en un tiempo 151
inmanente, imposible de trasformar.
El emprendimiento habitacional demarca espacios a los que no se

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


puede llegar, prácticas canceladas y horizontes de posibilidad que se si-
túan como distantes en el tiempo. De acuerdo con el tamaño de sus pie-
dras, modula los puntos de encuentro y las acciones de los pobladores
dificultando alcanzar el afuera y reinstalándolos en el adentro, con cada
intento fallido. El grosor de los muros hace rebotar a los cuerpos en su in-
tento de salida y los devuelven una y otra vez hacia la reproducción de las
condiciones materiales y simbólicas de una vida que se está heredando.
De este modo se esgrime un “tipologema” de individuos que se encuen-
tran comprimidos en el espacio de la ciudad-barrio, como contraposición
a aquellos que se encuentran en-tránsito por la meritoria Ciudad.
La inscripción de estas murallas se actualiza a su vez en la complexión
de una anátomo-política que por diversas vías instala una frontera ins-
titucional que se vuelca a los planos de lo íntimo y lo personal; hacia el
propio cuerpo, el hogar y los hijos. Los planes sociales, la escuela, el
dispensario, la policía, se comportan como eslabones de una cadena de
control que teniendo por “objeto” y “objetivo” a los pobladores, regulan
el acontecer de manera preventiva y represiva, distribuyendo de manera
reglada lo que hacen, lo que tienen, lo que pueden y lo que deben, así
como las maneras de sentir y percibir desde la sensibilidad. Aquí es de
particular importancia la relación entre la práctica policial y el barrio en
tanto posible componente de articulación y síntesis.
El epígrafe final demarca las relaciones mencionadas. Extiende las
consideraciones sobre un allanamiento “equivocado”, en donde se “con-
funden” las relaciones de identidad entre los unos y los otros, y se gol-
pea el cuerpo como acto de presión a la identidad y de asignación de
un orden. La incursión del comando en el hogar es así una de las posi-
bles prolongaciones de las acciones de control y acción que se ejecutan
sobre los múltiples espacios de la pobreza que se han vuelto competen-
cia integral del Estado. Desde la casa, los hijos y la identidad, pueden
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

trazarse diferentes vías de conexión analítica que enlazan a las políticas


estudiadas con las vivencias y sensibilidades de los pobladores. Las
condiciones de habitabilidad precaria que impone el barrio –el trabajo
que no se consigue– y la imposición de actividades efímeras por parte
del Estado, son parte de una posible línea de vivencia que explican la
destrucción de una puerta que parece contener a un grupo armado con
fierros, pero cuyo único caño resulta ser un arma de tarea para el ciru-
jeo, en tanto modalidad de trabajo meritoria que es proyectada hacia el
afuera del barrio. Los hijos que no tienen nada en el barrio –la fatigante
tarea de transportarlos a un afuera para que tengan otro futuro–, las
instituciones que los atrapan y los mantienen distantes, componen otra
línea posible que otorga luz sobre el cuerpo de un extraño encapuchado
que mantiene a un hijo apartado de su madre mientras pisa la cabeza
a su padre. Los sueños convertidos en pesadillas, revividos en los hijos
152 y vueltos a cancelar –la vida que se ciñe a un espacio indisoluble– la
imposibilidad de transitar la Ciudad, son la extensión de una identidad
impuesta, que se reproduce en la “confusión” del allanamiento, se reite-
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

ra en la transfiguración de un fierro de trabajo por un arma de fuego y se


triplica a su vez en un golpe que niega la voz de quien esta sufriendo.
Este tipo de situaciones va inscribiendo marcas en la bio-grafía de
los pobladores que calan en la subjetividad. Surgen las narraciones de
dolor como denotación del engarce entre lo vivido como experiencia y la
constitución de sensibilidades; sensibilidades que se actualizan por un
lado, en una relación tensional entre el ser pobre y vivir en el barrio y por
otro, entre las condiciones de “(in)seguridad” que activa el Estado y sus
mecanismos de control y gestión. Cuerpos inmóviles y deseantes, obli-
terados en su capacidad de acción por el encadenamiento de políticas
públicas que constituyen matrices experienciales desde una compleja
articulación (social, punitiva, represiva, preventiva), se constituyen como
el punto de encuentro de una política de los cuerpos que regla la distri-
bución de las acciones y se incrusta como política de la sensibilidad en
las formas de ser, tener, estar y desear.
Bibliografía
Bauman, Zygmunt (1999), La Globalización. Consecuencias Humanas,
Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
Boito, Eugenia, Belén Espoz e Ileana Ibañez (2009a), “Cruel dinámica
socio-urbana y metamorfosis clasista en el espacio urbano cordobés.
Imágenes en tensión con el discurso de la ‘ciudadanización’ y la afectivi-
dad melancólica que lo pregna”, ponencia presentada en Congress of the
Latin American Studies Association (LASA), Río de Janeiro, Brasil.
(2009b), “Imágenes de mundo sobre la reubicación de asenta-
mientos urbanos en la ciudad de Córdoba: ‘Cicatrización’ y ‘Recuperación’
del territorio como metáforas operantes en discursos mediáticos, técni-
cos y políticos”, en Ana Levstein y Eugenia Boito (comps.), De insom-
nios y vigilias en el espacio urbano cordobés. Lecturas sobre Ciudad de

El purgatorio que no fue


Mis Sueños, CEA-UE-CONICET, Universitas - Jorge Sarmiento Editor,
Córdoba, pp. 183- 212.
Espoz, Belén e Ileana Ibañez (2008), “Subjetividades en contextos de
pobreza: Aportes a una metodología expresivo-creativa para re-inscribir
prácticas de niños/as y jóvenes de ‘Ciudad De Mis Sueños’”, Revista
Perspectivas de la Comunicación de la Universidad de la Frontera, Vol.
1. Nº 2, diciembre. Disponible en: http://www.perspectivasdelacomunica-
cion.cl/revista_2_2008.html
153
Guiñazú, Claudio Esteban (2008), “Ley 8.431 ‘Código de Faltas de la
Provincia de Córdoba. Panorama Descriptivo”, Disponible en: www.pen-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


samientopenal.com.ar (4-03-2010)
Lo Vuolo, Rubén, Alberto Barbeito, Laura Pautassi y Corina Rodríguez
(1999), La pobreza… de la política contra la pobreza, Miño y Dávila,
Buenos Aires-Madrid.
Scribano, Adrián (2005), “La batalla de los cuerpos: ensayo sobre la sim-
bólica de la pobreza en un contexto-neo colonial”, en Adrián Scribano,
Itinerarios de la Protesta y del Conflicto Social, Editorial Copiar, Córdoba,
pp. 97-110.
(2007), “La Sociedad hecha callo: conflictividad, dolor social y
regulación de las sensaciones”, en Adrián Scribano (comp.), Mapeando
Interiores. Cuerpo, Conflicto y Sensaciones, CEA-UNC - Jorge Sarmiento
Editor, Córdoba, pp. 118-142.
(2008), “Sensaciones, conflicto y cuerpo en Argentina después
del 2001”, Revista Espacio Abierto. abril-junio, año/vol 17, número 002,
Asociación Venezolana de Sociología, Maracaibo, pp. 205-230.
(2009a), ¿Por qué una mirada sociológica de los cuerpos y las
emociones? A Modo de Epílogo, en Carlos Figari y Adrián Scribano
(comps.) Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s) Hacia una sociología
de los cuerpos y las emociones desde Latinoamérica, CLACSO-CICCUS,
Buenos Aires, pp. 141-151.
(2009b), “Ciudad de mis sueños: hacia una hipótesis sobre el
lugar de los sueños en las políticas de las emociones”, en Ana Levstein
y Eugenia Boito (comps.), De insomnios y vigilias en el espacio urbano
cordobés. Lecturas sobre Ciudad de Mis Sueños, CEA-UE-CONICET,
Universitas - Jorge Sarmiento Editor, Córdoba, pp. 9-27.
Polìticas de encierro y regulación de las sensaciones

Seveso Zanin, Emilio y Ximena Cabral (2009a), “Contra la Pared: Los cuer-
pos del delito. Descripción y análisis de algunas escenas de violencia poli-
cial”, ponencia presentada en el XXVIII Congreso de ALAS, Latinoamérica
Interrogada, Universidad de Buenos Aires (UBA).
(2009b), “Policiación y políticas de seguridad: nuevas retóricas
y dispositivos de segregación espacial en la ciudad de Córdoba”, po-
nencia presentada en la Reunión Regional de Observatorios Urbanos
Locales ‘Espacio público como generador de ciudadanía’, Observatorio
Metropolitano de Colima, Colima (México).
Tabera, María Noel y Mansilla, Héctor (2008), “Sistematización de datos
para el diseño y evaluación de políticas públicas. Las ciudades Barrios. Una
aproximación a su estructura poblacional y otros aspectos”, Informe Especial
N° 2 de la Dirección de comunicación e investigación. Secretaria de la
Mujer Niñez, Adolescencia y Familia, Gobierno de la Provincia de Córdoba,
154 Córdoba. munaf.cba.gov.ar/docs/N%202%20Ciudades%20Barrios.pdf
Wacquant, Loïc (2004), Las cárceles de la miseria, Manantial, Buenos
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin

Aires.
Zibecchi, Raúl (2008), Territorio en resistencia, cartografía política de las
periferias urbanas, Lavaca, Buenos Aires.

Otras fuentes de información


Diario La Voz del Interior, http://www.lavozdelinterior.com.ar
“Fundamentos de la Política de Seguridad Pública” del Gobierno de la
Provincia de Córdoba, http://www.cba.gov.ar/canal.jsp?idCanal=32, últi-
mo acceso: 4-03-2010.
Ley de Modernización del Estado” del Gobierno de la Provincia de
Córdoba, http://www.cba.gov.ar/imagenes/fotos/l8836mde.pdf, último ac-
ceso: 4-03-2010.
“Ley de Seguridad Pública para la Provincia de Córdoba”, Nº9235, www.
cba.gov.ar/imagenes/fotos/SEGURIDAD%20PUBLICA.pdf, último acce-
so: 4-03-2010.
“Mapa de Políticas Sociales” del Gobierno de la Provincia de Córdoba,
http://mps.cba.gov.ar/, último acceso: 4-03-2010.
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo en la
Argentina post 2001. El conflicto social en los Call Centers
y las Empresas Recuperadas

Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

El purgatorio que no fue


1- Introducción

Q
uizás no exista metáfora más contundente que la de la “red” para
figurar la deriva de los cuerpos en el diagrama capitalista de las
últimas décadas. La red como entramado, a la vez disperso y aglu- 155
tinante, como artefacto poroso y coactivo, como herramienta de captura y
filtración, que en la permeabilidad selectiva de su recorrido errante, dibuja

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


los contornos de un marco de posiciones y disposiciones que dan cuenta
de la geometría de los cuerpos como estructura aparentemente informe.
En los noventas, el discurso de las redes sociales como redes de con-
tención, promovido por las ONGs y las la políticas públicas, parece cons-
truir los pliegues de un sujeto cuya sensación puede describirse como la
de estar cayendo al vacío, por efecto de las devastadoras consecuencias
que significó la implementación de las políticas neoliberales. Sobre fines
de siglo, la imagen anterior se superpone con la idea de una red de pesca,
el lugar donde muchos cuerpos quedaron atascados, atrapados entre la
sensación del vacío y la resignación de saberse en-redado, en su sentido
más pornográfico: de encontrarse atado, sin posibilidad de movimiento.
Esas figuraciones de la red encontrarían un nuevo punto de inflexión en el
modelo de las redes sociales de Internet, sobre todo después de la crisis
de 2001. El cuerpo coagulado en la abulia expectante de la intrascenden-
cia sedentaria, de la fantasía de conexión total de un cuerpo sujetado que
navega a la deriva, sin tiempo ni espacio de referencia. La sensación de
haber tocado fondo en el enmarañado de la resignación que significó la
“crisis de 2001” como el “mero fondo” se matiza ahora a modo de placebo
en una fantasmal libertad desanclada, disuelta en la información.
Esta breve reseña de los itinerarios de un cúmulo de sensaciones po-
sibles puede comprenderse como una esquematización cuyos alcances
deben ser puestos en discusión; pero sirve a su vez para problematizar la
relación de centralidad que detentan las emociones en los procesos de re-
estructuración social que asisten a nuestras sociedades. Estas sensacio-
nes se superponen, tuercen, transforman y constituyen en lo más íntimo de
los sujetos que construyen la realidad social; operando –desde la perspecti-
va que aquí se plantea– como mecanismos que acompañan, en el itinerario
expuesto, los procesos de caída, crisis y de construcción de los laberintos
donde se sustrae la capacidad de acción. Consecuentemente, centrarse en
su análisis compone una vía –entre otras– orientada al discernimiento de
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

las dimensiones que operacionalizan la dominación capitalista en los pro-


cesos históricos, permitiendo además abrir interrogantes sobre las nuevas
gramáticas que acentúan la posibilidad de lo inesperado.
Esta mirada –que encuentra antecedentes en una sociología de los
cuerpos y las emociones– supone que el cuerpo es un campo de batalla
donde se dirime la guerra neocolonial, atando en lo “más íntimo de los
sujetos” los mil hilos que unen, como vectores, muchos de los conflictos
antagonistas que dan forma a la compleja estructura social. Supone tam-
bién, que una opción relevante para describir el neocolonialismo debe
incluir, sensu Scribano, las dimensiones de la expropiación de energías
–entre ellas de las energías que emanan del cuerpo de los sujetos– y del
despliegue de una serie mecanismos de sujeción vinculados a las emo-
ciones, que conduce a los sujetos a “hacer soportables” las condiciones
156 de explotación-expropiación y depredación. (Cfr. Scribano, 2007a)
Precisamente, poniendo en relación estas dos dimensiones de la es-
tructura neocolonial es posible identificar un vector común de –al menos–
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

dos campos de la teoría social (los estudios sobre la acción colectiva y


sobre el mundo del trabajo) que señalan procesos confluentes.
Desde los estudios del trabajo se problematizan las nuevas morfolo-
gías que adquiere la relación laboral, las expresividades de la clase-que-
vive-del-trabajo, así como las consecuencias de la mundialización y ter-
cerización de la economía. Por su parte, los estudios de las acciones de
resistencias a la aplicación del modelo neoliberal en un primer momento,
y a sus consecuencias posteriormente, abren espacios de interrogación
sobre las otras corporalidades que se ponen en juego en las nuevas gra-
máticas de la acción.1
Ambos señalan por un lado un fuerte proceso de re-estructuración so-
cial en América Latina a partir de la década del setenta, y por otro lado,
dejan ver lo corporal –los conflictos por la apropiación de las energías
de estos cuerpos– y las políticas de las emociones –o los mecanismos
y dispositivos que operan en la captación de dichas energías– como ele-
mentos significativos para comprender las relaciones sociales.

1
Para ver estado del arte de los estudios sobre acción colectiva, ver Scribano (2005). Así
se señala a “(…) las relaciones intrínsecas entre poder, trabajo y cuerpo en las metamor-
fosis de los conflictos originados en la re-estructuración social” (2005; 16) como un nodo
vinculado al análisis de la acción colectiva en América Latina.
La articulación de la problemática que suponen los análisis de estos
dos campos –las acciones de protestas y el mundo de trabajo– puede
observarse por ejemplo en el hecho de que muchos de los colectivos que
protagonizan el conflicto social constituyen su identidad en función a su
relación con el Trabajo: movimiento de desocupados, piqueteros, empre-
sas recuperadas, cartoneros, etc. Pero ¿qué significan en este contexto
las manifestaciones del conflicto social vinculado al trabajo?, ¿qué co-
munican2 sobre las transformaciones que transitan nuestras sociedades?,
¿cuáles son los alcances y direcciones de dichas transformaciones? y
¿cómo se relaciona esto con lo propuesto respecto del cuerpo y las emo-
ciones?, ¿qué sensaciones vinculadas al trabajo acompañan este fuerte
proceso de re-estructuración social?
Desde una hermenéutica del conflicto como vía de ingreso a la com-
prensión de las distancias, proximidades, y espacios que se configuran

El purgatorio que no fue


en nuestras sociedades (Scribano, 2003), aquí se propone el análisis de
dos experiencias colectivas vinculadas al trabajo, que surgen en la ciudad
de Córdoba con posterioridad a 2001: la recuperación de la Coop. Junín
de Salud, y las agrupaciones de trabajadores de Call Centers.3 Teniendo
como clave de análisis el secuestro corporal implicado en el conflicto por
la apropiación de energías, se identifican las marcas corporales de la do-
minación a partir de las cuales es posible reconstruir las geometrías que
implican. Subsidiariamente, las descripciones de las experiencias vividas
por los actores permite complejizar los mecanismos de dominación vin- 157
culados a emociones sociales, que definidas sociológicamente, operan
haciendo cuerpo ciertas posiciones y dis-posiciones, performando las ca-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


pacidades de los sujetos, y marcando los cuerpos como mojones en el
mapa neocolonial.
Antes de avanzar en el análisis de las emociones vinculadas a las ex-
periencias propuestas, se desarrollará en primer lugar la relevancia de
pensar las transformaciones de las relaciones de trabajo en clave neocolo-
nial. Ante la complejidad de los procesos globales de mutación del capital,
la perspectiva que aquí se adopta encuentra en el cuerpo de los sujetos el
sustrato último donde se cruzan muchos de los conflictos antagonistas del
sistema social. Por lo tanto la mirada neocolonial conducirá seguidamen-
te a describir la lógica de la expropiación de energías corporales como
un conflicto central para comprender el proceso de estructuración de la
sociedad en metamorfosis, y las experiencias de la empresa recuperada
Coop. Junín de Salud y de las organizaciones de trabajadores de Call
Centers como un campo fecundo donde indagar las relaciones sociales
que dicho proceso implica.

2
Melucci (1994) propone entender a las acciones colectivas como mensajes que la socie-
dad “comunica” sobre sus propios procesos de re-construcción.
3
Como se podrá observar en el último apartado, aquí se hará hincapié en las siguientes
agrupaciones: El Sindicato de Teleoperadores, la Asociación de Trabajadores de Contact
Center y Afines de Córdoba (A.T.C.C.A.C.), y el colectivo Calls en Lucha.
Por último, a modo de adelanto, se verá cómo las entrevistas4 a los
protagonistas de estas experiencias dejan ver juegos icónicos del sentir
que se asocian al miedo-culpa, la intimidación e incertidumbre como
mecanismos que operan disolviendo-diluyendo-ocluyendo el conflic-
to, afectando la capacidad de acción de los sujetos. Estos dispositivos
de regulación de las sensaciones y mecanismos de soportabilidad so-
cial detectados y descriptos arrojan pistas para indagar las estructuras
de dominación vinculadas a las nuevas morfologías del trabajo en la
Argentina post-2001.
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

2- Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo

A diferencia de ciertos abordajes de la sociología denominada “post” en


sus diversas versiones, la principal riqueza del concepto de neocolonialis-
mo y del marco categorial que lo engloba radica (Scribano, 2007a, 2007b)
en abordar el diagrama contemporáneo de poder a escala planetaria, a
partir de un esquema complejo de continuidad y discontinuidad con el
sistema capitalista en su condición de modo de producción histórico.5
Lejos de modificar su lógica estructural de funcionamiento, el capital
contemporáneo en su faz neocolonial se encuentra marcado por una
acentuada sofisticación de sus mecanismos básicos de acumulación,
158 metabolización, explotación y expropiación de valores sociales (Marengo,
2009, 2010; Lisdero, 2007, 2009a). La propiedad privada de los medios de
producción, la explotación de trabajo humano, la producción de valores de
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

cambio y la acumulación de plusvalía continúan siendo pilares fundamen-


tales del aparato capitalista de producción y dominación social desde sus
inicios hasta la actualidad.

4
Este trabajo tiene como insumos para sus discusiones, como corpus de análisis, las entre-
vistas realizadas a integrantes de la Coop. Junín de Salud, del Sindicato de Teleoperadores,
de A.T.C.C.A.C, del colectivo Calls en Lucha y otros trabajadores de call centres no integra-
dos a las agrupaciones mencionadas; en el contexto de los siguientes trabajos colectivos e
individuales: “Funcionamiento de los fantasmas y fantasías sociales a través de las acciones
colectivas y las redes del conflicto. Córdoba, Villa María y San Francisco 2004-2008” (PIP-
CONICET 2009-2011) y “Cuerpos, Sensaciones y Conflicto Social. Acciones colectivas y
prácticas expropiatorias. (Córdoba, post-crisis 2001)” (SECYT-UNC 2008-2009), ambos di-
rigidos por Adrián Scribano; “Acción colectiva y trabajo. Estudio del caso de la Empresa
Recuperada Coop. Junín de Salud Ltda.” tesis de grado para la licenciatura en sociolo-
gía de la Universidad Siglo21, presentada en 2007, de Pedro Lisdero; “Acción Colectiva y
Trabajo: Identidad y expropiación en colectivos de trabajadores de Call Centers y Empresas
Recuperadas” tesis propuesta para el Doctorado en estudios Sociales de América Latina
-CEA-UNC, Pedro Lisdero; “(Des) conectados en tiempo real: el trabajo y su representación
en los Call Centers” Tesis de Licenciatura en comunicación social ECI-UNC 2007 Marengo,
Echeverria, De Elejalde; y “Discursos empresariales y prácticas de management en Call
Centers ” tesis propuesta para el Doctorado en Semiótica CEA-UNC, Leonardo Marengo.
5
“La pregunta latente es si varían las condiciones fundamentales acerca del capitalismo
(...) si se podrá (...) mantener la definición tradicional del sistema capitalista.” (Antunes et
al: 2005, 13)
En el entramado complejo de dicha economía política y su correlativo
esquema de poder y dominación social, el trabajo humano aún ostenta un
lugar privilegiado. Por lo tanto la mutación del aparato productivo extracti-
vo a escala planetaria en el proceso que definimos como neocolonialismo,
lejos de desplazar al trabajo como instancia fundamental de acumulación
encuentra su rasgo característico en la redefinición de los modos de in-
corporación y metabolización de energías corporales que definen al tra-
bajo como práctica social.
En este sentido, el conjunto de rasgos que justifican la utilización del
prefijo “neo” (neocolonialismo) radica en el entramado tecnológico, políti-
co y económico a partir del cual el cometido de acumulación ad-infinitum
del capital pretende realizarse, incorporando nuevos dispositivos que
acentúen su eficacia y amplíen su ámbito de ejercicio. (Marengo, 2009,
2010, Lisdero 2007, 2009a)

El purgatorio que no fue


Según las teorías clásicas del desarrollo capitalista, el saqueo y la ex-
propiación de energías, territorios y recursos constituyen modalidades “pri-
marias” u “originarias” de acumulación. La acumulación originaria, según
dichos planteos, es lógica y cronológicamente anterior a la denominada
“acumulación ampliada” cimentada sobre el sofisticado sistema de explo-
tación de trabajo humano y la acumulación de plusvalía. Dichos abordajes
describen una cronología específica del capitalismo en la cual existe una
secuencia lineal histórica que encuentra dos etapas discernibles, diferen-
ciales y sólo transicionalmente contemporáneas: “acumulación originaria” 159
y “acumulación ampliada”. De este modo la acumulación originaria corres-
pondería a una etapa inicial del desarrollo capitalista mediante la cual el

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


aparato de dominación social del capital prepararía las condiciones de po-
sibilidad (políticas, militares, culturales, jurídicas, sociales, tecnológicas,
sanitarias y territoriales) para la implantación definitiva del mecanismo
ampliado de acumulación, basado en producción de plusvalía mediante la
explotación de trabajo humano.
La clave analítica de la crítica neocolonial que aquí se adopta interpela
el etapismo rígido y lineal que propone dicho esquema. De acuerdo a la
perspectiva propuesta, acumulación originaria y acumulación ampliada
no conllevan etapas excluyentes sino procesos correlativos y complemen-
tarios, ambos intrínsecos a la dinámica histórica del capital en articula-
ción sinérgica (Harvey, 2004). De este modo, la acumulación originaria
definida por lógicas de desposesión de energías y bienes comunes y su
progresiva incorporación a la lógica del capital, presenta una historicidad
propia sincrónicamente vinculada al modelo de acumulación ampliada,
asentado en el diagrama de trabajo asalariado y la propiedad privada de
los medios de producción.
Las territorialidades que se configuran en esta etapa de metamorfo-
sis global no disuelven los mecanismos de explotación como pretenden
algunos precursores de la aldea global, sino por el contrario, compleji-
zan el mapa mundial con nuevas coordenadas geo-políticas de poder.
En esta dirección, Harvey (1998) anota además que el colapso de las
barreras espaciales no conlleva a una pérdida de significación del espa-
cio; por lo cual, las transformaciones de las relaciones de trabajo, aun-
que su alcance sea global, no impactan localmente de la misma manera
en todo el mundo.6
Puede observarse entonces –por ejemplo– que el proceso de flexibili-
zación, traducido en el aumento de lo que se denomina “nuevo sub-pro-
letariado” (sub-contratados, part-time o tercerizados) afecta de manera
distinta a los trabajadores de los países imperialistas y coloniales o se-
mi-coloniales. Antiguamente, en los países imperialistas estos puestos
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

eran ocupados por inmigrantes; sin embargo, la crisis del Welfare State,
el crecimiento del desempleo y la desaparición de ciertas actividades
desembocó en que muchos de los antiguos “proletarios” se sumasen a
estos modos de sub-proletarización. (Antunes, 2005)
Por otra parte, los países coloniales donde se produjo una industriali-
zación incipiente (como México, Argentina, y Brasil) con la consecuente
expansión del proletariado industrial, comenzaron a experimentar más
temprano que en otros países de la región los procesos de des-indus-
trialización y des-proletarización, dando paso a la emergencia de los
trabajos precarios, temporarios, tercerizados, etc.
Avanzando aún más sobre la mirada neocolonial que se propone,
abordar el proceso de las transformaciones del trabajo en el capitalismo
avanzado supone fundamentalmente comprender un proceso específico
160 de “desposesión” y “expropiación” del bien energía corporal, entendido
como “(…) el resultado del intercambio de los sistemas fisiológicos y
procesos biológicos asociados a la perdurabilidad del cuerpo individuo.”
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

(Scribano, 2007b: 99)


De esta manera, la dimensión neocolonial de las relaciones sociales
emerge significativamente en esta propuesta al comprenderse, como
se explicitará a continuación, que el anclaje material de la conflictividad
asociada a las experiencias de Call Centers y empresas recuperadas
supone a la corporalidad como locus de conflicto y antagonismo.
De aquí se desprende que el alcance de la lectura propuesta tras-
ciende estas experiencias particulares. Más precisamente, la posibilidad
de indagar sobre procesos paradigmáticos de las nuevas morfologías
que adopta el trabajo –adoptando una mirada neocolonial que integre
las herramientas de la sociología de los cuerpos y las emociones– per-
mite inferir las tonalidades con las cuales colorear un vasto territorio del
“nuevo” mapa global.

6
Mirado desde Latinoamérica, tempranamente González Casanova advierte las conse-
cuencias territoriales para los países dominados: “El desarrollo del imperialismo y el co-
lonialismo transfiere a los países dominados el empobrecimiento original de las clases
trabajadoras, y pesa sobre el conjunto de los países coloniales y semi-coloniales, y de los
grupos y clases sociales que resienten la explotación colonial” (2006: 233).
3- El capital corporal: Extracción, metabolización y acumulación de
energías corporales

Según el presente planteo el cuerpo constituye el locus conflictual privile-


giado del capitalismo en su fase neocolonial. En este sentido, la historia
de este sistema de relaciones sociales puede ser narrada como una cons-
tante disputa de los cuerpos contra la iniciativa expropiatoria de energías
corporales emprendida por el capital. Dicho proceso dibuja su trayectoria
en estrecha vinculación con el constante proceso de reinvención de los
modos y recursos a partir de los cuales la energía de los cuerpos trans-
muta en capital. La historia del trabajo humano es la historia de la expro-
piación de energías corporales.
La década del setenta se presenta como momento de inflexión carac-
terístico en el actual proceso de mutación del mundo del trabajo. Existen

El purgatorio que no fue


infinidad de nociones y perspectivas teóricas en materia de análisis de las
relaciones laborales que, a pesar de sus diferencias, confluyen en desta-
car una serie discreta de transformaciones que condensan, sin pretender
hacerlo de manera exhaustiva, los aspectos fundamentales del proceso
al que se alude.7
La composición de la clase trabajadora contemporánea se presenta
como uno de los referentes paradigmáticos del cuadro de mutación que
se menciona. A diferencia del panorama que mostraba el industrialismo
fordista, el mundo del trabajo actual se presenta marcado por una acen- 161
tuada heterogeneización, complejización y fragmentación social. Los nue-
vos escenarios laborales se ven signados por fenómenos estructurales

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


a escala global tales como la mundialización de la producción, flexibili-
zación, precarización, fragmentación, feminización y polarización social
como sus rasgos más significativos y traumáticos.
En directa relación con la reestructuración de la composición social del
mundo del trabajo, se observa un cuadro emergente que encuentra en
la incorporación integral de nuevas tecnologías de información y nuevas
lógicas de organización del trabajo sus puntos clave de realización. La
economía política del capitalismo se reinventa de la mano del desarrollo
tecnológico concentrado en la maximización de la tasa de metabolización
de energías corporales. Cada vez más territorios de lo humano se redu-
cen al ámbito de reproducción capitalista: emociones, afectos, competen-
cias comunicativas, etc.
Lejos quedaron las tesis del fin del trabajo, tan en boga en las déca-
das del ochenta y noventa; ya ningún teórico pretende discutir la centra-
lidad del trabajo en el esquema neocolonial actual. La pregunta funda-
mental por lo tanto no se centra en cuáles son los límites, experiencias,

7
Para indagar el estado del arte de los estudios sobre las transformaciones en el mundo del
trabajo, y análisis puntuales sobre algunas dimensiones del mismo, ver Antunes (2005), De
La Garza (1999), Del Bono (2002) (para ver consecuencias de la incorporación de nuevas
tecnologías de la información y la comunicación en el proceso productivo), entre otros.
posibilidades y contradicciones que la nueva gramática del mundo la-
boral genera en su proceso de consolidación. La ampliación del ámbito
de ejercicio de la iniciativa acumulacionista de energías corporales a
nuevos territorios del acontecer humano y natural, redefine consecuen-
temente los escenarios y derivas de los procesos de lucha y resistencia
asociados a la práctica laboral.
De este modo poner el foco en el conflicto constituye una herramienta
paradigmática para abordar el proceso que define la dialéctica histórica
establecida entre capital y trabajo. Dicha dinámica de disputa no se dibu-
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

ja como un vector lineal y acumulativo, sino más bien como un proceso


marcado por avances y retrocesos heterogéneos, que encuentran redes
discontinuas y superpuestas de conflicto y acentuación de acuerdo a pro-
cesos históricos específicos y localizados.
En virtud de dicha argumentación, en un mismo recorte espacio tem-
poral es posible rastrear experiencias diversas que marcan tendencias
disímiles aunque estructuralmente complementarias.
La clínica recuperada y las organizaciones de trabajadores de Call
Centers constituyen emergentes paradigmáticos de la reconfiguración
progresiva de los contextos laborales argentinos post 2001. Por una parte,
el fenómeno de las Empresas Recuperadas muestra los límites de un
“modo de producir riqueza”, minando sus fundamentos a través de un
carácter horizontal de gestión, la discusión sobre la propiedad privada, y
162 la problematización en general sobre el sentido del trabajo (qué, cómo y
para quién producir), entre otros (Lisdero, 2007). Por su parte, la industria
de Call Center, y un inminente proceso de agremiación del sector, muestra
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

las consecuencias de la mundialización y tercerización de la economía,


los efectos de la devaluación de la moneda, la incorporación de nuevas
tecnologías en los procesos productivos, etc.
En ambas experiencias además el cuerpo asume relevancia como
locus conflictual. Emerge en el caso de la clínica una tensión entre el
trabajo como uso y como valor de cambio,8 relacionado a la salud-uso en
contraposición a la salud como mercancía. Este constituye un nudo con-
flictual a partir del cual se estructura esta experiencia y muestra la falla
estructural entre una lógica social sustentada en un modelo de acumula-
ción basado en la teoría del valor trabajo, con una lógica de estructuración
que pone a los sujetos (tanto en sus condiciones materiales como en las
posibilidades de auto-reconocimiento) en los límites de su reproducción;
mostrando los puntos de conexión entre una política de lo corporal y una
política de la identidad.9

8
Las discusiones sobre “qué, cómo y para quién producir” que se dan en la mayoría de
las empresas recuperadas cobran –en el caso de la clínica– un matiz interesante para ser
indagado en la clave corporal que aquí se propone. Es decir, en este caso, estas problema-
tizaciones conducen a reflexiones por los “cuerpos que produce la sociedad”, sus afeccio-
nes, y en qué sentido el trabajo participa de dicha re-producción.
9
Para ver la relación entre política de la identidad y política corporal a partir una lectura de
la experiencia recuperada de la Coop. Junín de Salud, ver Lisdero (2009a).
En el caso de Call Centers la contemporaneidad de estos sujetos-que-
trabajan está anclada en “la charla”, y mediatizada por procesos infor-
máticos y digitales a través de los cuales parecen transformarse en un
continuo fluir de “energías inmateriales” (información). Sin embargo la
charla-producto de este trabajo está sometida a los procesos de “control
de calidad” propios de la cadena de producción. De esta manera, el tra-
bajador moviliza información en su actividad, produciendo una suerte de
uniformidad de los discursos. La posibilidad de decir está regulada por
ciertos estándares, de tal manera que la producción tiene que ver con la
expropiación de la capacidad de decir-se.
Dicho de otra manera: las condiciones que configuran la actividad, y
por lo tanto el entramado conflictual por la apropiación de energías cor-
porales, se plantean a partir de una relación donde el “otro” de la comu-
nicación del Call Center es un consumidor (que “siempre tiene la razón”)

El purgatorio que no fue


y donde las posibilidades de intercambio en la “charla” están pautadas
de antemano. El proceso de trabajo devuelve entonces al cuerpo que se
había licuado en la información para hacerse omnipresente, su rostro más
carnal. La energía inmaterial de la información muestra entonces su cara
material en la energía corporal que la genera, la garganta que emite la
voz de la charla, sin la cual no se re-produce la valorización capitalista;
y dispara nuevamente interrogantes sobre cómo operan los mecanismos
de extracción de energías en el proceso de trabajo de Call Centers y qué
implicancia tienen para los procesos conflictuales. 163
De esta manera, las dos experiencias propuestas actualizan los inte-
rrogantes desarrollados hasta aquí: ¿qué territorialidades y configuracio-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


nes témporo-espaciales se derivan de la re-configuración del trabajo?, ¿en
qué sentido la política corporal desplegada en estas experiencias señala al
cuerpo como locus del conflicto, y la expropiación de energías corporales
como conflicto antagónico?, ¿cómo operan las emociones sociales en la es-
tructuración de estas experiencias y qué relación las vincula con el conflicto
social en las formas emergentes de las nuevas morfologías del trabajo?

4- Las asociaciones de Call Centers y las Empresas Recuperadas en


Córdoba post 2001: el miedo que paraliza

4.1- Trabajo, soportabilidad social y regulación de las sensaciones

Los efectos de la aplicación de las políticas neoliberales en América


Latina adquieren particular énfasis en la década del noventa, marcan-
do un contexto de profunda transformación del paisaje social. (Mattosso,
2000; López Maya y Lander, 2001; Quintero, 1998)
Concretamente en el caso Argentino, entre 1991 y 1997 se efectua-
ron sistemáticamente una serie de programas de ajuste que presentaron
como principales características:
a) La disminución del gasto público y su impacto en las políticas so-
ciales; b) Aplicación de la ley de convertibilidad y el congelamiento de
los salarios; c) privatización de empresas públicas; d) aumento de la
presión tributaria y diseño de una política fiscal regresiva; e) transfe-
rencia del gasto social a las provincias. Entre las consecuencias más
importantes (…) se pueden mencionar, a manera de resumen las si-
guientes: 1) aumento cuantitativo y transformación cualitativa de las
formas de pobreza; 2) aumento de la desocupación y subocupación;
3) desmantelamiento sistemático de las políticas sociales universales;
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

4) Cierre de fabricas y comercios medianos y pequeños; 5) concentra-


ción del poder económico y destrucción de las economías regionales.
(Scribano, 1999: 50)

Esta situación se tradujo en una aguda crisis de confianza hacia los siste-
mas políticos administrativos definidos socialmente como “corruptos”. Pero
no solamente la práctica política pierde credibilidad y legitimidad; la Justicia
también abandona su lugar como mecanismo imparcial para resolver los
problemas generados por el orden económico instalado por el ajuste.
Esta crisis se profundiza hasta que eclosiona el 20 de Diciembre
del 2001, provocando el abandono del poder del presidente De La Rúa
y la coalición Aliancista. Transitan cinco presidentes hasta que asume
Eduardo Duhalde y en sus primeros meses de gobierno se paraliza el
164 circuito productivo, cae la producción industrial y miles de fábricas cierran.
Para 2003 la ocupación promedio de la capacidad instalada industrial no
supera el 50 por ciento y en algunas ramas, como por ejemplo la automo-
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

triz o la construcción, a duras penas alcanza al 20 por ciento del total. Los
índices de desocupación traspasan cualquier otro registro histórico, hay
más de 18 millones de pobres y cerca de 3 millones de niños en situación
de indigencia. La precarización del trabajo es inocultable y la devaluación
del peso significa una caída del salario real en más del 30 por ciento.
(Martínez, 2003)
En este marco, en el reflujo de las acciones de resistencia contra los
efectos de las reformas neoliberales surgen las Empresas Recuperadas
a lo largo de toda la Argentina (Di Marco et al, 2003). Las acciones de
empresas “fallidas” que, abandonadas por sus dueños, son recuperadas
y puestas a producir bajo gestión de sus trabajadores, ponen en cuestión
un sistema de producción anárquico, destructivo, que muestra la falla es-
tructural o la distancia de lo que aparecen como lógicas de estructuración
contradictorias: “… (se podría) desarrollar una similitud entre el descarte y
la superfluidad del trabajo, y el descarte y la superfluidad de la producción
en general.” (Antunes et all: 2005, 13)
En Córdoba, la experiencia propuesta para su análisis se constituye
en paradigmática de las recuperadas. Fines de 2001 encuentra a los tra-
bajadores de la ex Clínica Junín con una deuda laboral que en algunos
casos llegaba a los once meses. En Mayo de 2002, exteriorizando el con-
flicto, son ocupadas las instalaciones y veinte días después re abre el
establecimiento bajo gestión de sus trabajadores (13 de Julio). Inicialmente
los protagonistas de la recuperación son 34 trabajadores (socios de la
cooperativa), entre ellos enfermeros, personal de limpieza, administrati-
vos, etc. Sólo un profesional médico participa de este grupo. Al momento
de realización de las entrevistas (2005), la clínica brinda servicios de labo-
ratorio, fisioterapia, psicología, tratamiento de adicciones, enfermería, etc.
Atiende alrededor de 3500 pacientes por semana, y cuenta con un plan
de salud propio dirigido principalmente a sectores sin cobertura de obra
social, con alrededor de 1000 familias asociadas.10
Por otra parte, las medidas neoliberales mencionadas anteriormente
reconfiguran el modo de inclusión de la Argentina en la economía mun-
dial, constituyéndose en un rasgo sobresaliente para caracterizar el con-
texto de emergencia de la industria de Call Centers. La proliferación del
sector en la ciudad de Córdoba se enmarca en el proceso de mundiali-

El purgatorio que no fue


zación de la producción, posibilitado por las nuevas tecnologías de in-
formación y nuevas lógicas de organización en las distintas esferas del
aparato productivo. La variable tecnológica se constituye en el engranaje
fundamental para conceptualizar la emergencia del modelo de empresa
en red signado por la deslocalización de la producción y por la expansión
del sector servicios, fundamentalmente en el área telecomunicaciones.
El modelo neoliberal de empresa encuentra en la progresiva terceriza-
ción de funciones hacia geografías periféricas una bocanada de aire fres-
co en sus márgenes de beneficio y rentabilidad, mediante una evaluación 165
exhaustiva de marcadas ventajas comparativas en términos de recursos
humanos, costos de producción, marcos legales regulatorios y soportes

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


tecnológicos principalmente.
A pesar de que este fenómeno se produce a nivel regional (Perú, Chile)
de modo simultáneo, en Argentina distintas provincias toman la posta
como blancos de inversión según áreas productivas específicas. El caso
puntual de la ciudad de Córdoba (junto con Rosario) constituye el epicen-
tro del desarrollo del sector, en parte por ventajas comparativas en térmi-
nos poblacionales, pero también por la implementación de políticas públi-
cas directamente orientadas a posicionar a esta ciudad como referente
excluyente de dicha industria emergente.11 Alta disponibilidad de recursos
humanos muy calificados a bajo costo, abundante oferta inmobiliaria ade-
cuada para tal fin, y un marco regulatorio e impositivo exageradamente
conveniente fueron las claves que hicieron de esta ciudad un campo fértil
para el desarrollo e implantación de empresas de Call Center.

10
Entrevistas a Trabajadores de la Coop. Junín de Salud, Cba, 2004 - 2005.
11
En cuanto a los beneficios fiscales, la Ley (Nacional) de Promoción de la Industria del
Software (Nº 25922) otorga estabilidad fiscal al sector (10 años de beneficios, es decir
hasta 2014) y reducciones del 70% de las cargas patronales y del 60% en el Impuesto a las
Ganancias. Particularmente en lo que refiere a la provincia, a través del decreto 683 (2002)
del ex gobernador José Manuel De la Sota, y después con la sanción legislativa de la ley
9232 de 2005, el fisco provincial estableció que dichas empresas cuentan con la exención
total de pago de los impuestos sobre los Ingresos Brutos, Sellos e Inmobiliarios.
A partir de 2006 comienza a cobrar visibilidad significativa el conflicto
protagonizado por trabajadores de este sector; aglutinados en al menos
tres organizaciones: el Sindicato de Teleoperadores, la Asociación de
Trabajadores de Centros de Contacto y Afines de Córdoba (A.T.C.C.A.C.);
y el colectivo Calls en Lucha. Si bien estos presentan diferencias políticas,
estratégicas, y estructuran episodios de visibilidad con diferentes ritmos,
aquí interesa destacar cierta continuidad entre los mismos, en tanto ac-
tores que muestran –con matices según las posturas– una serie de pro-
blemáticas comunes vinculadas a la situación laboral de los trabajadores
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

del Call Center.12


A continuación, se expone el análisis de entrevistas a trabajadores de
la Clínica y de los Call Centers, a partir de cuales se identifica al miedo
como emoción social que construye los pliegues de “las promesas y los
fracasos” de “lo nuevo” en el mundo del trabajo. De la descripción de
estas operatorias se deriva cómo se constituyen las prácticas expropiato-
rias asociadas a las “nuevas formas de trabajo” y cuáles son algunos de
sus efectos, es decir, de qué modo se hacen cuerpo los imperativos de la
política corporal y de las emociones hegemónicas.
Las emociones sociales operan corporizando posiciones y disposicio-
nes, performando los campos de acción de dichos cuerpos, configurando
los horizontes de lo (im)posible, lo (in)deseable y lo (in)imaginable. La coa-
gulación de la acción se presenta como efecto inmediato de la eficacia de
166 mecanismos de soportabilidad social que tienen como fundamento neu-
tralizar el conflicto manifiesto y naturalizar la expropiación.13 Por su parte,
el complejo de impresiones, percepciones, sensaciones y su entramado
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

dan cuenta de los dispositivos de regulación las emociones como la forma


aceptada de sentir(se):14

… el conjunto de impresiones impactan en las formas de intercambio


con el con-texto socio-ambiental. Dichas impresiones de objetos, fenó-
menos, procesos (y otros agentes) estructuran las percepciones que
dichos agentes acumulan y reproducen. Una percepción, desde esta

12
Para una breve reseña de los dos primeros colectivos, Sindicato de Teleoperadores y
A.T.C.C.A.C, ver Lisdero (2009b).
13
“Los procesos de desplazamiento de las consecuencias de los antagonismos se pre-
sentan como escenarios especulares y desanclados de un espacio-tiempo. La vida social
“se-hace” como un-siempre-así. Un hacer que no puede dar señales del donde viene o cómo
se hace sino en tanto olvido o distracción. Las prácticas de obviar y soslayar los orígenes
y consecuencias de las situaciones conflictivas tienen como lógica el “corrimiento” hacia
topologías incompletas y fragmentadas donde se hacen naturales las faltas de mediaciones
que impiden la aparición del todo. Donde las tensiones de vectores múltiples se disuelven en
forma de naturalización.” (Scribano, 2007c: 25)
14
De esta manera, “Los dispositivos de regulación de las sensaciones consisten en proce-
sos de selección, clasificación y elaboración de las percepciones socialmente determina-
das y distribuidas. La regulación implica la tensión entre sentidos, percepción y sentimien-
tos que organizan las especiales maneras de “apreciarse-en-el-mundo” que las clases y
los sujetos poseen” (Scribano, 2007c: 26).
perspectiva, constituye un modo naturalizado de organizar el conjunto
de impresiones que se dan en un agente. Ese entramado de impresio-
nes con-figuran las sensaciones que los agentes se “hacen” de aquello
que puede designarse como mundo interno y externo, mundo social,
subjetivo y natural. Dicha con-figuración consiste en una tensión dialé-
ctica entre impresión, percepción y el resultado de éstas, que le da el
sentido de excedente a las sensaciones. Es decir, que las ubica más
acá y más allá de dicha dialéctica. (Scribano, 2007c: 27)

En dicha trayectoria identificamos como elemento excluyente la recu-


rrencia del miedo asociado a mecanismos de regulación de las sensa-
ciones y coagulación de la acción. La gramática del miedo en las expe-
riencias estudiadas permite rastrear el prisma a partir del cual adquiere
consistencia determinado modo de estar en el mundo. Posiciones y dispo-

El purgatorio que no fue


siciones sociales que en su acontecer marcan los pliegues del conflicto.

Los sujetos “en-estado-de-dominación” están sensiblemente atravesa-


dos por el chantaje de la vida o la inacción. En este sentido el miedo
opera como suplemento de la expropiación de la vitalidad a través del
juego entre intimidación e incertidumbre. El secuestro corporal se en-
mascara de miedo individual y colectivo desplazándose hacia la lógica
de la culpa. El mundo es visto como dado, como iterativo e in-transfor-
mable desde la voluntad individual, lo que implica la responsabilidad 167
de ese ser así y no de otra forma. El miedo se anuda a la culpa de sa-
berse en inferioridad y se hace de la expropiación vital un existenciario

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


de la dominación capitalista. (Scribano, 2007c: 31)

La clave del secuestro corporal permite abordar la compleja interre-


lación establecida entre miedo-culpa-intimidación e incertidumbre en su
condición de mecanismos de regulación de las sensaciones, vinculadas
a su vez a la soportabilidad del “siempre así”. Cuando estos dispositivos
y mecanismos ven excedida su eficacia regulatoria muestran su reverso
contra-expropiatorio más significativo.

4.2- La trayectoria del miedo en Call centers y empresas recupera-


das: Entre la resignación y la incertidumbre

El miedo como dispositivo entra en articulación sinérgica con sensaciones


complementarias que definen su entidad siempre estructurada en un cúmu-
lo de estados y disposiciones diversas. La docilidad política de los cuerpos
es prerrequisito para la metabolización de las energías corporales; el tra-
bajo sólo deviene productivo al inscribirse en disposición expropiatoria. De
este modo, incertidumbre, culpa, amenaza, terror, resignación, desencanto
y desconfianza entran en articulación compleja en torno a la constelación
“miedo” como modos de inscripción característico del dispositivo capitalista
y su modelo de in-corporación. A partir de los reveses y embates de este
complejo emocional es posible dibujar el entramado de los cuerpos en las
gramáticas de dominación y producción contemporánea.
El “miedo” en su operatoria se actualiza como complemento econó-
mico de la amenaza. Trayectoria que al tiempo que coagula horizontes
de acción, dibuja escenarios de realización subsumidos a la lógica de la
mercancía, las energías corporales son reorientadas y disciplinadas en un
cuadro de acción metabolizable, capitalizable.
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

… tiene que ver con que vos ya sabés cuáles son las condiciones cuan-
do entrás… hay un dicho, cómo es: “no es traidor el que avisa antes”. Si
a vos te avisan cuáles son las condiciones y vos las aceptás, y el primer
mes tenés ese recibo, ya sabés cuál va a ser tu recibo. Si te gusta te que-
dás o te vas. A mí una vez me figuraba que había cobrado $38 de más
de lo que efectivamente cobré, es un desastre y es una irregularidad.
Hay compañeros que están haciendo juicio por eso, pero es personal,
depende de cada uno: yo particularmente no soy partidaria de hacer
eso, yo no voy a dejar de trabajar o cortar llamadas para que me echen.
Yo no soy así. (Entrevista a Teleoperadora, Córdoba, 2007)

A su vez, de forma retroactiva el estatuto mismo de la amenaza y su


corporización fantasmal se delimita en la investidura del miedo a partir
168 del el juego de percepciones e (in)acciones que el mismo determina. El
miedo impone y dispone el cuerpo a la obediencia del imperativo del ca-
pital como único horizonte posible, que entre sus axiomas contempla un
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

apartado específico para la cancelación de la acción, especialmente de la


acción colectiva reivindicativa.

Con todos los temores que ello implica nos encontramos en una situa-
ción que sin ser militantes políticos, somos trabajadores que estamos
en una situación desagradable, una situación de mucha angustia, de
asambleas donde no falta algún compañero que se quiebra en un llan-
to, de una situación de mucha impotencia; y con todos los temores que
implica estar ocupando un inmueble, con la decisión de no dejar ingre-
sar la patronal, sin saber lo que puede venir detrás de eso. (Discurso
de Trabajador de la Coop. Junín en el Primer Encuentro de Fábricas
Recuperadas, Córdoba, 2003)

Todo el tiempo había una disconformidad muy grande. Y siempre hablá-


bamos de eso, de que hay que hacer algo… pero a la hora de hacerlo,
había miedo, miedo de perder el laburo, de que te persigan hasta que
renuncies. Y a mí me pasaba cuando quise empezar a organizar, que
me decían: “yo te apoyo, yo estoy de acuerdo con vos, pero no puedo
arriesgar el laburo, tengo hijos que mantener”, etc., etc. (Entrevista a
Teleoperador, Córdoba, 2007)
El “vacío de la exclusión” en ambas experiencias opera como el fantasma
que recuerda a los trabajadores la extorsión de un sistema de producción
donde “lo social” de dicha instancia parece ser dispensable, des-anclado
y a su vez disuelto en la individualidad aislada. La visión del sí mismo,
del ser trabajador, recuerda el juego de disponibilidades y devuelve como
marca la expropiación constituida como la consagración de la imposibilidad
de transformar lo que aparece como in-alterable, el normal discurrimiento
de la vida, el hecho de “ser trabajador” y no-militante-político. La situación
desagradable está desconectada de sus causas, de las responsabilidades
patronales del vaciamiento, de las responsabilidades políticas de unas “re-
glas de juego hechas a medida del capital”, del sentido de “una política”.
El llanto es la marca corporal de la angustia como el excedente emo-
cional que organizan los sentidos y percepciones para que la culpa inun-
de los poros, y la impotencia consagre la nueva expropiación. El quebrar-

El purgatorio que no fue


se como estado emocional consagra la impotencia, muestra disposición
corporal que ha traspasado los límites de soportabilidad, pero no como su
negación, sino como un estado del ser que en su propia conformación, en
lo más íntimo, en sus huesos, no dispone de la “entereza” para sostener
una postura corporal de lucha contra-expropiatoria.
El “no saber que puede venir detrás” habla de la desconexión temporo-
espacial de un “atrás” que no significa las relaciones sociales que dieron
lugar al actual juego de disposiciones que se activan en el conflicto, sino
que opera como un “atrás fantasmático” que condensa las encarnaciones 169
de los miedos.
 El enmascaramiento del miedo deviene rastro del secuestro corporal

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


y de la economía extractiva de energías corporales. La sofisticación del
mecanismos de soportabilidad social asociados al “miedo” se muestran
en su carácter difuso, informe pero omnipresente que impide cualquier
totalización que escape a los registros de la resignación.

… posibilidades, hoy por hoy, si no lo hacés fuera, o por lo bajo no; por-
que es como todos los lugares de Call Center: te tienen vigilado, tenés
una cámara, tenés gente que te está escuchando y tenés que cuidar
un montón en esas cosas, más si tenés la experiencia de que te hayan
echado por algo así. (Entrevista a Teleoperador, Córdoba, 2007)

En el caso específico del Call Center toda esta serie de operatorias


que inscriben al miedo como cuadro emocional significativo se amplifican
a partir del atravesamiento tecnológico. El rasgo omnipresente y difuso
de la dominación se acentúa de la mano de las potencialidades reales e
imaginarias del control asistido por dispositivos tecnológicos. La sutileza
del panóptico digital enraíza el miedo a ser continuamente observados y
vigilados expandiendo sus efectos coagulatorios a todas las esferas de
acción. La paranoia se instala como actitud y emocionalidad constante y
el temor a las sanciones y represalias se constituye en garantía de doci-
lidad y aislamiento.
... en general todo el mundo tiene miedo que lo despidan, nada te ase-
gura que sigas ahí, porque obviamente todo el sistema de control es
muy duro, entonces todo está controlado y por ahí vos estás con tu
grupo de compañeros y das tu opinión sobre algo, sobre el sueldo por
ejemplo, y siempre hay alguien que te está escuchando. Esas cosas
son las que más miedo me dan. Que por decir lo que opino, en relación
a mi trabajo, los derechos laborales que tengo, me puedan llegar a
echar. (Entrevista a Teleoperador, Córdoba, 2007)
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

A pesar de reconocer la sutura coagulante que el miedo imprime en los


cuerpos, el entramado de las sensaciones en él articuladas muestra cua-
dros diversos de operación de acuerdo a temporo-espacialidades hetero-
géneas. En la historia socio-político-económica de los últimos 40 años, la
experiencia Argentina muestra una diacronía del miedo asentada en un
recorrido marcado por periodos y acontecimientos específicos.
El terror como situación límite des-esperante es quizás el rostro más
característico de la emocionalidad propia del terrorismo de estado en la
Argentina. Desde la figura del terror como carácter dominante y cotidiano
en la década del setenta se produce un desplazamiento que encuentra su
rasgo característico en lo ominoso y siniestro del periodo neoliberal como
marca que da cuenta de la opacidad de la dominación en su forma fantas-
mal. El “terror” lejos de desactivarse funciona desde un anclaje profético
170 retroactivo (por venir, por volver) operando como (im)posibilidad amena-
zante. Si la perplejidad inmóvil se muestra como el complemento del te-
rror, la resignación se plasma como el correlato del miedo en su expresión
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

neoliberal difusa.
A pesar del desplazamiento en la operatoria del miedo en su anclaje
neoliberal, el terror no deja de operar, pero reserva su emergencia a situa-
ciones límite, situaciones marcadas por el exceso:

… los compañeros sentían mucho temor, yo particularmente no sentí


nunca temor. A pesar de saber de que a muchas empresas recupera-
das como la nuestra los habían reprimido, habían entrado y los habían
golpeado. Estaba la posibilidad de que eso pudiera suceder. (Entrevista
a trabajador de la Coop. Junín, Córdoba, 2005)

El terror se muda en miedo constante, incertidumbre y desamparo,


inscribiéndose como horizonte de (im)posibilidad en un plano fantasmal.
La amenaza hecha cuerpo asume la forma de la resignación como sen-
sación característica. Resignación que performa la (in)acción y acentúa
la implicación de los cuerpos en la interpelación capitalista. Docilidad y
disponibilidad corporal son la coronación del miedo en su faz regulatoria
neocolonial. El miedo actualizado como incertidumbre congela las refe-
rencias identitarias de modo tal que los rostros se licuan en apareceres
difusos y discontinuos; la desconfianza imprime de este modo un corte
explícito en los lazos sociales ocluyendo la constitución de la otredad
como complemento refractario. Los espejos se rompen en la incertidum-
bre, potenciando el aislamiento y la resignación.

… las condiciones para organizarse son muy difíciles y da mucho miedo


y también hay mucha indiferencia, por eso te digo, y lo he visto en
mucha gente, que hasta que no te tocan a vos en algo específico, por
más de que al de al lado lo hayan echado. Creo que hay de todo, hay
gente que es muy pila, hay gente que no le importa nada. (Entrevista a
Teleoperador, Córdoba, 2007)

Sin embargo, en ambas experiencias estudiadas pueden rastrearse fisu-


ras de los mecanismos descriptos hasta aquí, donde encastran las prácticas
expropiatorias. En la experiencia de recuperación de la clínica los horizontes
de acción contra-expropiatorios conllevan un cuadro de desplazamiento del

El purgatorio que no fue


miedo y su operatoria. De la resignación como plataforma inicial se pasa a la
incertidumbre como basamento, el miedo no deja de operar como mecanis-
mo pero se actualiza en una nueva constelación. La resignación se marca
como demonio exorcizado que en la acción de la “toma” (ocupación del lugar
de trabajo) actualiza el miedo en un nuevo registro. El miedo ya no emerge
en la disyuntiva de actuar o no actuar sino en torno a las consecuencias de
la acción como hecho consumado, del salto al vacío que implica la “ocupa-
ción”, el miedo al fracaso de una apuesta incierta ya realizada.
171
… la situación de incertidumbre no es que no esté. No pasa por nuestra
gestión, pasa por lo que pueda pasar desde afuera para acá. (Entrevista

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


a trabajador de la Coop. Junín, Córdoba, 2005)

… [en referencia a la situación de ocupación] estábamos con un poco


de miedo, porque no sabíamos si estábamos obrando bien o si… por-
que viste ahora vos las leyes... vos a veces haces algo que a lo mejor
para nosotros está muy... para ellos está muy mal lo que nosotros ha-
cemos y nosotros creemos que estamos haciendo bien. (Entrevista a
trabajador de la Coop. Junín, Córdoba, 2009)

En este sentido la “ocupación” del lugar de trabajo se constituye en un


“hecho” simbólico altamente significativo que se debate entre la cautela y
la re-afirmación. La ocupación es una expresión paradigmática del con-
flicto expropiatorio, como el poner-el-cuerpo-en-el-lugar-del-trabajo y “no
dejar ingresar sin que vengan con soluciones” (Entrevista a trabajador de la
Coop. Junín, Cba, 2005). Emerge como un nodo central en la construcción
de la identidad colectiva. Pero dicha construcción identitaria, que permite
ligar las consecuencias causales de los mecanismos que constituyen los
pliegues de la expropiación, sólo es posible a condición de superar la ope-
ratoria identificada anteriormente que fragmenta las relaciones causales,
haciendo que las mismas se diluyan en la complejidad de lo cotidiano, y
aniden en las emociones como marcas de la expropiación hecha cuerpo.
Los piqueteros están dando una pelea en la calle por fuentes de tra-
bajo (...) Y bueno, a nosotros nos tocó desde adentro de cada una de
nuestras empresas, de nuestra fuente de trabajo. Pero en ese sentido
somos hermanos de clase, estamos en la misma vereda. (Entrevista a
trabajador de la Coop. Junín, Córdoba, 2004)

La identidad colectiva se re-constituye en las referencias témporo-


espaciales de su acción, que se habían borrado con el corrimiento que
opera a través de los mecanismos de soportabilidad social y regulación
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

de las sensaciones. Desde su anverso, el miedo ligado a la impotencia y


la angustia es resignificado como acción en las prácticas contra-expropia-
torias de la recuperación:

… uno se encariña con esto, ama lo que está haciendo porque si uno
no estaría conforme pegaría la media vuelta y se iría directamente, y
buscaría en otro lugar. Pero la mayoría de los que nos hemos quedado
amábamos lo que estábamos haciendo y entonces por eso seguíamos
peleando para que esto siguiera funcionando y llevados por las pro-
mesas que la patronal nos decía. (Entrevista a trabajador de la Coop.
Junín, Córdoba, 2005)

La ocupación del espacio de trabajo, permanecer y no sucumbir a la


172 impotencia y al miedo, niega la negación témporo-espacial que significa el
estar-desocupado como fantasma ominoso. Frente a la amenaza existen
dos posibilidades: el repliegue cauteloso (“tengo que cuidar el laburo”,
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

o “laburo de cualquier cosa”) o la ocupación como acto que desafía la


operatoria de la resignación pero en su desplazamiento actualiza la incer-
tidumbre como rostro emergente del miedo en un nuevo registro.
Los piqueteros, como los desocupados, revierten esta negación re-
apropiándose de la calle como espacio público. Las recuperadas re-se-
mantizan positivamente el espacio de la clínica constituyéndose en un
mensaje dirigido a sí mismos, re-afirmando lo-que-son a pesar de que
se lo quiera negar, re-significando el espacio en función de lo que las
exigencias de esta lógica de acumulación acarrearon como resultado; y
reciclando el miedo operante como resignación, en acción, movimiento
que conduce a habitar la incertidumbre que dicho acto conlleva.
Precisamente en la clínica, el amor a lo que se hace devuelve una
mirada a las marcas corporales de nuestras sociedades. Las discusiones
sobre el qué producir en esta empresa recuperada guarda relación con
la tensión entre la salud-uso y la salud como mercancía. Emerge así un
nudo conflictual a partir del cual se estructura esta experiencia, que recu-
pera y muestra la falla estructural entre una lógica social sustentada en
un modelo de acumulación basado en la teoría del valor trabajo, con una
lógica de estructuración que pone a los sujetos (tanto en sus condiciones
materiales como en las posibilidades de auto-reconocimiento) en los lími-
tes de su reproducción.
Utilizando la metáfora de la “custodia”, que remite a la figura legal con la
que el juez “otorga en custodia” el bien inmueble de la clínica a los trabaja-
dores, es posible señalar (Lisdero, 2007) a su vez, el estado de la política
corporal (en tanto los cuerpos que son puestos en custodia son aquellos
cuerpos que poseen afectadas sus energía) y el signo de la política de las
emociones (en tanto la custodia implica vigilancia sobre los sentires que
no se ajustan a los dispositivos de regulación de las sensaciones, y por lo
tanto aunque no escapan a los mecanismos de soportabilidad social los
actualizan en un nuevo diagrama emocional).
En el caso de las asociaciones de trabajadores de Call Centers, tam-
bién la operatoria del miedo muestra sus pliegues donde enraízan prác-
ticas conflictivas que dan visibilidad a los antagonismos implicados en la
actividad. A lo largo de 2009 se realizaron dos marchas “de las másca-
ras”, donde estos trabajadores reclamaron por las condiciones de trabajo.

El purgatorio que no fue


Una de las características distintivas de las mismas fue la selección de
máscaras que cubrían los rostros de los participantes, y en cuyo interior
se podía ver dibujada la “vincha” (headset) característico de la actividad,
como elemento expresivo de la protesta.
Este fuerte componente, como sentido producido y en producción,
muestra una re-apropiación de una marca corporal como nodo identitario
que potencia la resistencia. El fundamento del miedo, que hace cuerpo
en la rostrocidad uniforme del día a día de estos trabajadores, es re-apro-
piado en su potencialidad estratégica de cubrir los rostros para no ser 173
identificados por la patronal. Aquello que representa lo más temido, la
marca corporal de la impotencia, se trasmuta siendo depositario de la

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


esperanza de poder cambiar las condiciones de trabajo, el fundamen-
to del borramiento del sujeto (la máscara) muestra su revés estratégico
al producir las condiciones de posibilidad para la emergencia del sujeto
como cuerpo político en acción. El miedo no desaparece, sigue presente,
en la amenaza de ser reconocido, de hecho se actualiza como “terror”
ante la posibilidad de ser objeto de represión directa; sin embargo las
sensaciones de “estar cubierto” amplifica las posibilidades de acción y ex-
presión con-moviendo los cuerpos de su entumecimiento cauteloso, res-
guardándolos en la construcción-espacio temporal que dicha situación de
enmascararse para la protesta significa, la máscara que día a día oprime
y uniformiza en el lugar de trabajo transmuta en un recurso de explícita
potencia contra-expropiatoria.
De este modo es posible advertir el proceso a partir del cual la soporta-
bilidad social y el miedo como sustrato de la misma no se presenta como
un estadio fijo y estable sino por el contrario se enraíza en un recorrido
que actualiza constantemente su operatoria de acuerdo a las trayectorias
que los cuerpos asumen (activa o pasivamente) en relación a la amenaza
como trasfondo difuso. El terror, la resignación y la incertidumbre marcan
las postas que el miedo habita, de acuerdo a los registros de la acción y
las disposiciones diferenciales que cada instancia habilita. Las posiciones
y disposiciones de los cuerpos definen el complejo emocional a partir del
cual la soportabilidad social da cuenta de su entidad como un diagrama
complejo, y el miedo como sensación se restituye en nuevos registros,
soportes y lenguajes.

5- Conclusión

Según se estableció en la introducción, este trabajo se propuso abor-


dar las emociones de los sujetos-que-viven-del-trabajo (Antunes, 2005)
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

desde una perspectiva que asuma al cuerpo como locus conflictual, para
indagar el entramado complejo de mecanismos y dispositivos que actua-
lizan la dominación social capitalista neocolonial.
La perspectiva de análisis asumida se centró en un abordaje del mundo
del trabajo a partir del desafío que supone pensar al cuerpo como campo
de batalla donde se dirime la guerra neocolonial, cuya características se
resumieron en un aparato expropiatorio-depredatorio de energías corpo-
rales, y el despliegue de una serie de dispositivos de regulación de las
sensaciones y mecanismos de soportabilidad social.
En dicho contexto, los decires y sentires de los actores específicos de
las Empresas Recuperadas y de las asociaciones de trabajadores de Call
Centers, otorgaron una puerta de ingreso privilegiada para abordar las
derivas inciertas del mundo del trabajo post 2001. Estas experiencias no
174 se constituyeron como elecciones arbitrarias en el marco del interrogante
que estructura el presente escrito. Ambas permitieron abordar instancias
específicas en las cuales la emergencia del trabajo como problema social
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

se configura como rasgo de época excluyente. Las marcas de la domina-


ción y su reconfiguración socio estructural se plasman en la deriva conflic-
tiva de ambos fenómenos, puntualmente en las sensaciones y emociones
que dibujan su línea de desarrollo y consolidación paulatina; y marcan los
contornos del conflicto por la expropiación de las energías corporales.
Según se expuso, una de las marcas características del malestar que
atraviesa transversalmente la experiencia del trabajo en la argentina post
2001 se estructura en torno al “miedo” como atmósfera emocional pre-
dominante. Este emerge en las experiencias estudiadas como bisagra
que marca la tensión existente entre la experiencia individual y colectiva,
como una constelación emocional en la cual se articulan un complejo de
sensaciones y percepciones que en su interrelación muestran la clave de
lectura de la regulación como coagulación de la acción en tanto garantía
de la dominación.
Pero las emociones también constituyen el campo donde pueden
nacer las prácticas contra-expropiatorias, contribuyendo a la liberación
de la opresión y rompimiento de esquemas de pensamiento dominantes,
como lo dejan ver las revoluciones sociales a lo largo de la historia. (Luna
Zamora y Scribano, 2007)
Así como la metáfora de los itinerarios de la idea de red social sirvió al
comienzo del artículo para señalar la relevancia de problematizar el lugar
de las emociones como mecanismos que acompañaron los procesos de
re-estructuración, donde los cuerpos y sus marcas muestran de manera
general las trayectorias que señalan la expansión de la expropiación de
sus energías, para finalizar el artículo proponemos retomar la metáfora de
un mapa global del neocolonialismo.
De esta mirada se desprende la propuesta de re-cartografiar en función
de las tonalidades que, como marcas corporales, refractan los cuerpos in-
volucrados en la reproducción de lo social. Así como un mapa económico
da cuenta de las inversiones e infraestructura del capital a escala global,
el mapa que surge de las nuevas morfologías del trabajo en su alcance
planetario –como ha sido definido– pone en evidencia las disponibilidades
corporales como mojones de dicha planografía. En este sentido, conforme
lo dicho, es posible identificar verdaderas zonas de extracción de plus-valía
corporal, que se tiñen con los oscuros colores del miedo, amenaza y la im-

El purgatorio que no fue


potencia. Sin embargo también, aunque seguramente fragmentadas y dis-
persas, las acciones de resistencias marcan postas de otro mapa posible,
en el cual el escenario de la resignación se ve desafiado frontalmente en la
apertura de nuevos aunque inciertos horizontes experienciales, inauguran-
do potenciales de acción en dirección contra-expropiatoria.

175

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Bibliografía
Antunes, Ricardo, Alberto Bialakowsky, Raquel Partida, María I. Costa
(2005), Trabajo y capitalismo entre siglos en Latinoamérica. El trabajo
entre la perennidad y la superfluidad, Universidad de Guadalajara, Centro
Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Guadalajara.
Antunes, Ricardo (2005), Os sentidos do trabalho. Ensaio sobre a afirma-
çao e a negaçao do trabalho, Boitempo, Sao Pablo.
De La Garza, Enrique (comp.) (1999), Los retos teóricos de los estudios
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo...

del trabajo en el siglo XXI, CLACSO, Buenos Aires.


Del Bono, Andrea (2002), Telefónica: trabajo degradado en la era de la
información, Miño y Dávila Editores, Madrid-Buenos Aires.
Di Marco, Graciela, Héctor Palomino, Susana Méndez, Ramón Altamirano,
Mirta Libchaber de Palomino (2003), Movimientos Sociales en la Argentina.
Asambleas: la politización de la sociedad civil, Jorge Baudino Ediciones-
Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires.
González Casanova, Pablo (2006), Sociología de la Explotación, CLACSO,
Buenos Aires.
Harvey, David (1998), La condición de la posmodernidad, investigación
sobre los orígenes del cambio cultural, Amorrortu editores, Buenos Aires.
176 (2004), El nuevo imperialismo, Akal, Madrid.
Lisdero, Pedro (2007), Acción Colectiva y trabajo. Estudio del caso
Cooperativa Junín de Salud Ltda., Universidad Siglo 21, Córdoba, mimeo.
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

(2009a), “Cuerpos Recuperados / Cuerpos en Custodia. Una lec-


tura sintomal de la acción colectiva de la Coop. Junín de Salud Ltda.”, en
A. Scribano y C. Fígari (comps.), Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s)
Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones desde Latinoamérica,
CLACSO-CICCUS, Buenos Aires.
(2009b), “Visibilidad y conflicto. Algunas imágenes de las organiza-
ciones de trabajadores de Call Centers en Córdoba”, en Boletín Electrónico
Onteaiken, Nº 7, Mayo de 2009. CEA-UE-CONICET. Disponible en: http://
www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/boletin7/2-5.pdf
(03/03/2010)
López Maya, Margarita y Luis E. Lander (2001), “Ajustes, costos socia-
les y la agenda de los pobres en Venezuela: 1984-1998”, en Emir Sader
(comp.), El ajuste estructural en América Latina. Costos sociales y alterna-
tivas, CLACSO, Buenos Aires.
Luna Zamora, Rogelio y Adrián Scribano (comp.) (2007), Contigo Aprendí.
Estudios sociales sobre las emociones, Editorial Copiar, Departamento
de Sociología CUSCH Universidad de Guadalajara, CEA-CONICET,
Guadalajara.
Marengo, Leonardo Gabriel (2009), “Metabolización proteica en el ca-
pitalismo flexible”. “Animales, Hombres y Maquinas” actas I Congreso
Nacional de Filosofía, Universidad de Rio Cuarto. 2009.
Marengo, Leonardo Gabriel y María Inés Landa (2010) “Metabolización de
los cuerpos en el capitalismo avanzado”, en Trabajo y sociedad Nº 14, vol.
XIII, Verano 2010, Caicyt-Conicet, Santiago del Estero, Argentina.
Martínez, Josefina (2003), “Fabricas Ocupadas bajo control obrero: los
trabajadores de Zanón y Bruckman”, en Revista Memoria, México, DF
Mattoso, Jorge (2002), Brasil Desempregado. Como foram destruídos
mais de 3 milhões de empregos nos anos 90, Editora Fundação Perseu
Abramo, São Paulo.
Melucci, Alberto (1994), “¿Qué hay de nuevo en los nuevos movimien-

El purgatorio que no fue


tos sociales?”, en Enrique Laraña y Joseph Gusfield (comp.), Los nuevos
Movimientos Sociales. De la ideología a la identidad, CIS, Madrid.
Quintero, Inés (1998), La Agenda Venezuela en Gran Enciclopedia de
Venezuela, Editorial Globe, Caracas.
Scribano, Adrián (1999), “Argentina cortada: cortes de ruta y visibilidad
social en el contexto del ajuste”, en M. López Maya (ed.), Lucha popular,
democracia, neoliberalismo: protesta popular en América popular en los
años del ajuste, Nueva Vision, Caracas.
177
(2003), “Conflicto y estructuración social: una propuesta para su
análisis”, en E. Zeballos, J. Tavares Do Santos, D. Salinas Figueredo (eds.)

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


América Latina: hacia una nueva alternativa de desarrollo, XXIV Congreso
ALAS. Edit. UNSA. Arequipa, pp. 54-68.
(comp.) (2005), Geometría del conflicto: estudios sobre acción co-
lectiva y conflicto social, Universitas, Córdoba.
(comp.) (2007a), Mapeando interiores. Cuerpo, conflicto y sensa-
ciones, Jorge Sarmiento Editor, CEA-UNC, Córdoba.
(comp.) (2007b), Policromia corporal. Cuerpos, Grafías y Sociedad,
Jorge Sarmiento Editor, CEA-UNC, Córdoba.
(2007c), “¡Vete Tristeza… Viene con pereza y no me deja pensar!
Hacia una sociología del sentimiento de impotencia” en R. Luna Zamora
y A. Scribano (comp.), Contigo Aprendí. Estudios sociales sobre las emo-
ciones, Ed. Copiar, Departamento de Sociología CUSCH Universidad de
Guadalajara, CEA-CONICET, Guadalajara.
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias y las
vivencialidades del “cuerpo presente”

Ximena Cabral y Leonardo Marengo

El purgatorio que no fue


1- Introducción

E
l presente artículo se encuentra atravesado por interrogantes que
lo recorren transversalmente, modelando su narrativa y su argu-
mentación. A modo de incontestable, ineludible y punzante, nos 179
preguntamos: ¿Cuáles son las fronteras de la resignación?, ¿qué tipo
de experiencia es aquella que transforma la resignación en acción, re-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


sistencia y organización?, ¿qué gramáticas corporales se comprometen
en dicho pasaje siempre conflictivo, incompleto y ambivalente? y ¿qué
engranajes subjetivos y colectivos se activan en la persistencia presente
de los cuerpos en contextos de adversidad? Lejos de pretender contes-
tar exhaustivamente dichos interrogantes intentaremos mantenernos en
la órbita de la pregunta como motor de la pesquisa. En el fondo, la cues-
tión teórico-política que nos interpela es aquella que refiere al estatuto
de lo irresignable como aquello que emerge como horizonte inmediato
de las prácticas contra-expropiatorias dentro de los escenarios de la
acción colectiva.
Descartando de antemano lecturas esencialistas, encontramos que lo
que denominamos irresignable no se reduce a un tópico definido, estable
e inmutable sino que, por el contrario, se muestra en un constante des-
plazamiento y actualización permeable a ser abordado en situaciones y
experiencias específicas. La narrativa de los cuerpos, sus sentires y de-
cires, nos permite acceder al cuadro emocional que delinea en un mismo
trayecto la dialéctica compleja entre las marcas de la resignación –como
afección característica del período contemporáneo– y su exceso, siempre
vigente, contemplado en el marco de lo irresignable. Situarnos en esa
tensión constituye el desafío que aquí afrontamos.
Concretamente, el artículo aborda una experiencia local de un con-
junto de actores que inscriben su práctica en torno a la lucha por el
bien vital, y cada vez más escaso, del agua. Nos centramos precisa-
mente en enmarcar y caracterizar de qué modo esta problemática se
actualiza en la vivencialidad del cuerpo presente en la experiencia de
aquellas organizaciones y colectivos que, a lo largo de los últimos años,
se posicionaron activamente en torno a dicho conflicto en la ciudad de
Córdoba. Para ello, abordaremos parte del conflicto mediante la cons-
trucción de ciertas postales y escenas e indagaremos las vivencias de
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

algunos de sus actores mediante el análisis de narrativas inscriptas en


un corpus de entrevistas.1 A partir de dicha estrategia metodológica, re-
construiremos el fenómeno en su condición de proceso destacando un
eje diacrónico de lectura enmarcado en tres momentos característicos:
el Terrorismo de Estado, el proceso privatizador neoliberal, y finalmente
ciertos emergentes que definen los contornos de la lucha por el agua
en la actualidad.
Comenzamos la argumentación situándonos en la lectura de un acon-
tecimiento reconstruido a modo de postales, que presenta las principales
líneas del conflicto y nos permite ir desentrañando el heterogéneo cuadro
de la pregunta que nos interpela:
El día 11 de diciembre de 2009 la ciudad de Córdoba sirvió como es-
cenario de dos experiencias políticamente significativas que, a partir de
180 una lectura apresurada, se muestran aparentemente inconexas. Por un
lado, se desarrollaba el juicio al ex Comandante del Tercer Cuerpo de
Ejército Luciano Benjamín Menéndez, junto a militares y policías imputa-
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

dos –a partir de una de las causas que ponía al descubierto la ingeniería


represiva de la Dirección de Inteligencia2–; con la concurrencia de diver-
sas organizaciones políticas y público en general haciendo expresa su
demanda histórica de justicia. En simultáneo, en un predio cercano (Club
Pucará), se producía el arribo de centenares de hombres y mujeres de
toda la Argentina para desarrollar el encuentro de la Unión de Asambleas

1
Las entrevistas fueron realizadas en el marco del proyecto de investigación “Cuerpo,
sensaciones y conflicto social. Acciones colectivas y prácticas expropiatorias (Córdoba,
post crisis 2001)”. Dirigido por A. Scribano. Asimismo, se consideraron las instancias
de los grupos de discusión y parte de las producciones expresivo-creativas realizadas
dentro de este proyecto, en las que tuvieron participación quienes fueran integrantes de
la Comisión Popular por la Recuperación del Agua, en 2005. Algunos de ellos están par-
ticipando en la actualidad, una parte dentro agrupaciones de la Coordinadora Córdoba en
Defensa del Agua y la Vida (CCODAV), otra parte dentro del Colectivo Córdoba Ciudad
Despierta, y algunos otros participan hoy en otras experiencias de defensa de bienes
comunes en sus localidades.
2
La dependencia encargada de la inteligencia dentro de la policía provincial, en distintos
períodos, fue denominada como Departamento de Informaciones o Dirección General de
Inteligencia y conocida como la D2. Esta tenía línea directa con la jefatura de la policía y
el comando del III Cuerpo de Ejército. (consultar http://www.eldiariodeljuicio.com.ar/).
Ciudadanas3 (UAC), que tenía como fundamento la puesta en común de
experiencias y la proyección de estrategias políticas articuladas en torno
la defensa de los bienes comunes naturales.
La reconstrucción de ambas postales, puestas como imágenes yux-
tapuestas, permiten observar cómo se reactualizan ciertos dispositivos
que sostienen el aparato productivo neocolonial –tanto en su faz militar
represiva como en su lógica de saqueo y extracción de bienes comunes–.
Al mismo tiempo, las dos experiencias se referencian a las diferentes ma-
neras de construcción y de reactualización de aquello que se vivencia
como lo irresignable. Es decir, muestran un escenario que retrotrae a la
constitución de la resignación como parte de una política de los cuerpos y
las emociones, y en simultáneo a aquello que se vivencia como irresigna-
ble, actualizado en la disputa por el agua enmarcada dentro de la defensa
de los bienes comunes como horizonte de acción colectiva.

El purgatorio que no fue


Lo irresignable se asume así como metáfora que se vuelve sobre el
pasado y al mismo tiempo se desnuda profética. Aquellas inscripciones,
las vibraciones de aquellas biografías de militancias sobrevivientes del
Terrorismo de Estado y el desguace neoliberal de los 90 –donde la búsque-
da de lo recíproco y la esperanza en lo colectivo se hacen acto–. Y al mismo
tiempo aquello irresignable en cuanto a que remarca el carácter específico
del conflicto, en el cual la apreciación y el bien en disputa comprometen las
propias condiciones de posibilidad de la vida humana sobre la tierra.
En los próximos apartados iremos reconstruyendo las relaciones entre 181
capitalismo neocolonial, depredación y políticas de los cuerpos y las emo-
ciones para ir observando y analizando las diferentes formas que la resig-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


nación y lo irresignable van conformando.

2- En torno a la resignación y sus fronteras

2.1- Neocolonialismo, expropiación y las prácticas de cuerpo


presente

El desplazamiento de la lógica estructural del neocolonialismo configura un


nuevo escenario de conflicto, emplazado en torno a la lucha por los bienes
comunes como objetos privilegiados de disputa. Dentro de esta reconver-
sión, un eje central de la explicación de las nuevas dinámicas lo constituye
la apropiación de estos bienes considerados como “recursos naturales”.

3
Allí donde convergen y se discuten experiencias contra la contaminación y el uso de agro
tóxicos, las consecuencias de los desplazamientos urbanos, denuncias contra la mine-
ría contaminante, otras experiencias de campesinos, y de grupos urbanos de defensa de
los servicios públicos –como las instancias de encuentro más significativas y coordinadas
dentro del país–. Al mismo tiempo, se consideran la cantidad de redes y organizaciones
específicamente vinculadas con ciertos tópicos, como son el “No a la mina”, los “Paren de
fumigar”, y organizaciones vinculadas con las demandas campesinas y de pueblos origina-
rios, como es el movimiento campesino indígena.
Siguiendo esta línea, destacamos las producciones que abordan la
profundización de este patrón relacionado con la concepción mercantili-
zada de la naturaleza (Coronil, 2000), la colonización de las dimensiones
de la vida (Lander, 2005, 2006), los mecanismos y dispositivos que po-
sibilitan la expropiación y depredación de energías naturales y energías
sociales4 (Scribano, 2007, 2008, 2009), hasta aquellas perspectivas que
lo postulan como expresión de la crisis civilizatoria (Löwy, 2009), o como
epicentro de la acumulación capitalista. (Harvey, 2004)
Dentro de este campo trabajaremos específicamente a partir de las re-
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

laciones entre neocolonialismo, expropiación, y los mecanismos de sopor-


tabilidad social y dispositivos de regulación de las sensaciones5 que ga-
rantizan la reproducción de las condiciones estructurales de desigualdad
capitalista.
Es allí donde el cuerpo, en su dimensión individual o biológica, subjetiva
y social,6 se constituye como el locus conflictual del entramado capitalista.
Las narrativas de los actores implicados en la lucha por el agua, en diversos
momentos, permiten abordar el conflicto centrándonos en las percepcio-
nes, sensaciones y emociones que configuran dichas corporalidades. Aquí
según dijimos, nos interesa el pasaje anclado en la emocionalidad de los
cuerpos implicados, destacando tanto su dimensión regulatoria como así
también su exceso (ambivalente y contradictorio), figurado en la emergencia
y la persistencia de la acción colectiva dentro de determinado campo con-
182 flictual. En ese sentido, y vinculado con lo anterior, cada momento histórico
marca un recorrido susceptible de ser leído en continuidad-discontinuidad
específica, si centramos la mirada en los mecanismos de soportabilidad so-
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

cial que lo caracterizan; pero también si sostenemos la pregunta en torno a


lo irresignable como aquello que persiste en actualizarse en cuerpo presen-
te. En esa línea, tanto la resistencia nucleada en las acciones que fueron
protagonizadas por el Sindicato del Personal de Obras Sanitarias (SIPOS),
como la creación de la Comisión Popular por la Recuperación del Agua (por
diferentes agrupaciones políticas y sociales después de la crisis del 2001),
o la experiencia de coordinadoras y colectivos centrados en la problemática

4
Como postula el autor, las prácticas de depredación de los bienes comunes, la ela-
boración de los mecanismos de soportabilidad social y los dispositivos de regulación de
las sensaciones, y las redefiniciones de la represión-militarización de las sociedades son
parte de los ejes que, a modo cinta de Moebius, se entrelazan dentro de la configuración
capitalista neocolonial.
5
Los dispositivos de regulación de las sensaciones consisten en procesos de selección,
clasificación y elaboración de las percepciones socialmente determinadas y distribuidas. Los
mecanismos de soportabilidad social se estructuran alrededor de un conjunto de prácticas
hechas cuerpo dispuestas a la evitación sistemática del conflicto social; se constituyen como
procesos de desplazamiento de las consecuencias de los antagonismos, se presentan como
escenarios especulares y desanclados de un espacio-tiempo. (Scribano, 2009)
6
Cuerpo individuo que hace referencia a la articulación entre lo orgánico y el medio ambien-
te, el cuerpo subjetivo es el que se configura en la autorreflexión en el sentido del yo como
un centro de gravedad en el que se tejen y pasan múltiples subjetividades, y un cuerpo social
que es (en principio) lo social hecho cuerpo (sensu Bourdieu). (Scribano 2007: 125)
El Club Pucará la asombra. Está en una de las barriadas más gran-
des de Córdoba: “la república”, según le dijo Pablo –el compañero de
Ecosocialistas–. También pudo ver algunos carteles entrando sobre la “re-
sistencia de la Maternidad”,8 predio donde era la juntada de esa noche.
Al mediodía ya todo se sucede más rápido. Acreditaciones, saludos y
rondas de mate se interrumpen con la llegada de otro compañero desde
Tribunales. Acaban de leer la sentencia del Caso Albareda, “donde de-
clararon milicos y cabos de la ex D2 –acá, la ingeniería represiva del
Terrorismo de Estado–” escucha que le aclaran por lo bajo.
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

Claudia se queda en silencio por unos instantes. Se interrumpe y reci-


be el mate; hay que pensar cómo organizar la marcha de la tarde. La idea
era terminar en el SIPOS pero la cana está jodida y va a tener que haber
palos. Hacía pocos días había sido la marcha de la gorra,9 y algo de eso
recuerda leer por el correo. Otra vez se interrumpe, hay que organizar
cómo van a llevar algunas de las banderas.

Esta primera escena, a partir de la vivencia de una de las mujeres de


Jáchal10 en la última edición del encuentro de la UAC en Córdoba, recons-
truye un instante en el cual se manifiestan ciertas relaciones y cruces fun-
damentales dentro de las prácticas de quienes hoy se organizan y protestan
contra la depredación de los bienes comunes a nivel regional. La misma se
inscribe dentro de un diálogo donde es posible poner en relación las genera-
184 ciones de conflicto. Aquella multiplicidad de voces del presente y del pasado
que en ciertos espacios convergen como lugar de encuentro, de reconoci-
miento, pero sobretodo de articulación, que se produce en la necesidad-im-
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

posibilidad de hablar, de decir-se, que se vivencia marcada por constantes


interrupciones. Constituye también un montaje en el que van apareciendo
recuerdos, sensaciones, acciones que dejan entrever una afectación parti-
cular dentro de un marco conflictual específico. Acción colectiva, represión,
expropiación y saqueo son algunas de las líneas que se tensan.
En la narrativa del pasado encontramos los hilos que ponen al descu-
bierto ciertas directivas de las prácticas corporizadas en el presente. El

8
Aquí se hace referencia al conflicto por los desalojos en Villa La maternidad en el plan de
reordenamiento estratégico de la ciudad y segregación social, a partir de la construcción de
ciudades barrios. Para una profundización sobre este tema consultar el artículo de Ibáñez
y Seveso presente en este volumen.
9
Durante el mes de noviembre en Córdoba algunos colectivos de jóvenes y otras organi-
zaciones realizan la “Marcha de la Gorra” para denunciar las políticas detenciones arbitra-
rias, como criminalización y judicialización tanto de la pobreza como de la juventud.
10
La ilustración de la presencia de una de las mujeres de Jáchal, y no parte de las madres
jachaleras, permite situar la reflexión en la mutabilidad de las luchas de los colectivos y
las diferentes formas organizativas que co-existen en un mismo territorio. Referenciamos,
asimismo, a la figura de Las Madres –en cuanto género y referencia al amor filial dentro de
los colectivos que comienzan a reconocerse, no sólo en estas luchas (en Córdoba, Madres
de Ituzaingó) sino como experiencia que también se liga con la política de exterminio del
Terrorismo de Estado en la Argentina– que permite observar la fragmentación de ciertas
luchas vinculadas, también, a los conflictos particulares dentro del territorio.
accionar represivo enmarcado en la estrecha articulación entre la Doctrina
de Seguridad Nacional y el Neoliberalismo criollo11 de la década del 70,
operó exterminando y disciplinando los cuerpos (individual, subjetivo y
social) por medio de la instauración del terror como forma de regulación
de las afecciones. Es decir, el entramado de acciones constituido por el
ataque violento a la integridad física del cuerpo individuo, las violacio-
nes planificadas a la vida que quiebran el cuerpo subjetivo, y el accionar
represivo que desgarra el cuerpo social se instauraron como política de
dicho período. (Scribano, 2009)
Destacamos, como factor significativo, el hecho de que este recorrido
inscripto a modo de huella en las narraciones de los actores que protago-
nizaron las luchas por la recuperación y defensa del agua emerge recu-
rrentemente como marca característica:

El purgatorio que no fue


Y nosotros, en el año setenta y…. cinco, empezamos a formar un
grupo, todos militantes, militantes políticos y de organizaciones arma-
das. Formamos un sindicato y estuvimos seis meses gestionando en
Buenos Aires y no nos dieron bola (…) ahí, ahí teníamos el local, y
bueno, y se nos metían los milicos cada media hora, y agarraban las
resmas de papel, y te dejaban la marca, la huella de los borceguíes.
(Entrevista a integrante de la Asamblea Córdoba Ciudad Despierta, ex
integrante de la Comisión Popular del Agua, Córdoba, 2009)
185
En este relato se ponen de manifiesto las políticas de amedrentamiento
como índice de las prácticas de tortura y encierro. La amenaza, que ataca-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


ba al cuerpo en sus dimensiones individual a partir de la violencia física, se
complementaba con la violencia subjetiva en la corrosión de los vínculos y
las redes de militancia, proceso que se encarnó en la instauración del no
movimiento y la petrificación. El terror se plasmó no sólo en el tormento físi-
co corporal y las marcas que lo actualizan, sino también en el desencuen-
tro, la pérdida y la soledad que se entienden en el quiebre ya señalado entre
cuerpo subjetivo y cuerpo social por ejercicio de la presión y re-presión:

En situación de desventaja total, absoluta, no había nada. Vivía en


amueblados, dormía en amueblados todas las noches, solo, solo, solo.
(Entrevista a integrante de la Asamblea Córdoba Ciudad Despierta, ex
integrante de la Comisión Popular del Agua, Córdoba, 2009)

De los militantes que quedábamos no nos encontrábamos. Era, eviden-


temente, una tragedia. Además, todos los días te enterabas de que tus
compañeros, tus amigos… era algo muy feo. Yo me fui un tiempo, qué te
digo, seis meses, porque me habían picado ahí muy cerca de mi casa,
de la casa de mi vieja fue. Fueron con un tipo que allanó la casa, de la
Perla, y yo no vivía ahí, no estaba ahí. Y bueno, me avisó mi vieja y ahí

11
Para indagar en esta perspectiva consultar Scribano (2004).
nomás me fui. (Entrevista a integrante de la CCODAV, ex integrante de
la Comisión Popular del Agua, militante sindical de SIPOS, Córdoba,
2009)

Desde esta indagación, que refiere a una política sobre los cuerpos
y las emociones, es posible realizar una lectura trasversal que permita
observar cómo emerge, y las diferentes posiciones corporales que irá
performando, la necesidad de “resistir” como práctica. Es decir, dichas
narrativas ponen de manifiesto el modo a partir del cual aquellas expe-
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

riencias se constituyeron como praxis estructuradoras de futuro, en torno


a la resignación y sus pliegues.
En esta vía, la lógica de inscripción corporal-emocional de la resigna-
ción instaurada desde el Terrorismo de Estado se confronta con la resis-
tencia, a partir de otras formas de acción vinculadas con la necesidad de
estar en movimiento a partir de la preservación de ciertas redes, con cier-
to hacer de cuerpo-presente. La sensación de un cuerpo sujetado, a partir
de la coagulación de la acción, se resiste desde un “poner el cuerpo” que
se irá constituyendo en diferentes posiciones dentro del cuerpo presente.
Aquí, ante la política del terror y la re-presión, la necesidad de preservar el
vínculo a partir de la reciprocidad se efectiviza desde los recovecos.
Las formas de solidaridades –no de solidarismos– y la noción de reci-
procidad en el vínculo, implican parte de esa resistencia ante una política
186 de los cuerpos que condicionaba las formas del silencio y de la parálisis
que se actualizarían después:
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

Y bueno y después me dediqué a sacar gente, los acompañaba hasta


la frontera y todo. Cuando quedé me contacté con un grupo acá en
Córdoba y no sé, debo haber hecho 30 viajes, por tierra y eso fue hasta
entrada la dictadura y después ya vino… bueno, después ya entré al
PI. (Entrevista a integrante de la CCODAV, ex integrante de la Comisión
Popular del Agua, militante sindical de SIPOS, Córdoba, 2009)

Un momento importante donde uno continuaba o continúa la búsque-


da fue esa reacomodación de todos los militantes donde los que ha-
bíamos quedado muy dispersos y sueltos en ese momento se dio a
través del PI, pero a los dos meses vos te dabas cuenta de que eso
no iba, era una vía muerta. (Entrevista a integrante de la Asamblea
Córdoba Ciudad Despierta, ex integrante de la Comisión Popular del
Agua, Córdoba, 2009)

(…) y eso de la cuestión de la dictadura y después, la cuestión de la de-


rrota, eso… sin poder hacer balance de esos años… no hay con quién,
¿me entendés?, colaborar con Derechos Humanos y esas cosas, pero
válido es hacer política… (Entrevista a integrante de la CCODAV, ex
integrante de la Comisión Popular del Agua, militante sindical de Sipos,
Córdoba, 2009)
Aquí “la cuestión de la derrota”, seguida de “la cuestión de la dictadura”,
se enmarca en un sentido ampliado: la experiencia de la derrota no sólo se
restringe a las organizaciones políticas de entonces sino también a otras
prácticas políticas acontecidas durante la transición democrática. Esta idea
excede el marco espacio-temporal del Terrorismo de Estado, donde “cola-
borar con derechos humanos y esas cosas” constituye, en dicha narrativa,
un eslabón en continuidad con la gran derrota que significó la dictadura y
su aparato represivo. La derrota en tanto sensación se configura en torno
a prácticas políticas signadas por la impotencia, por el contrario la derro-
ta encarnada como sensibilidad se plasma en resignación inactiva. Dicho
horizonte de resignación marca los contornos frente a los cuales el cuerpo
presente, en tanto cuerpo militante, se sitúa. Aquí re-presión, impotencia y
resignación van enlazándose y reconstituyendo desde una acción política
específica hacia prácticas sociales extendidas dentro de la vida cotidiana y

El purgatorio que no fue


atravesando cada una de las experiencias posteriores.
Esa percepción de derrota que se irá actualizando con la imposibilidad
de la organización es parte de una sensación recurrente en los distintos ci-
clos del conflicto por el agua que, al mismo tiempo, se articula con la persis-
tencia en un reaparecer de lo que los actores vivencian como irresignable.

3- Mutaciones de lo irresignable: De lo corporativo a lo transversal


187
3.1- Mercantilización del agua o el bien como recurso

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


El conflicto por el agua encuentra en ciertos procesos que se inauguran
en la década del noventa un punto de inflexión característico. En el marco
de la vivencia de los actores este período y sus principales rasgos apare-
cen referidos con una emocionalidad específica.
Como puntos nodales en relación al conflicto, se destacan la escalada
de privatización de servicios públicos, una actualización del aparato re-
presivo tras su apaciguamiento post dictadura, y la mercantilización con-
sumista como atmósfera cultural dominante, afectando tanto a los víncu-
los primarios como así también a la esfera político-institucional.
El clima político, social, cultural y económico se vio atravesado por un
cúmulo de pérdidas en términos de derechos y desposesiones. El co-
rrelato de la anomia consumista de la convertibilidad fue la destrucción
acelerada de los lazos sociales –y el marcado debilitamiento de las pers-
pectivas políticas amparadas en proyectos colectivos de gran y mediana
escala– inscribiendo la “resignación” como huella ineludible.
Las vivencias y narrativas de parte de actores y organizaciones, que
atravesaron dicho período, se condensa en la sensación de “soportar” y
“aguantar” las pérdidas –o la amenaza de.
El miedo y la desconfianza, latente en la memoria colectiva, fueron una
herencia clara de los setenta sobre la cual se sumó una dosis adicional
de desencanto y pesimismo frente al incumplimiento de las promesas de
la democracia (con la democracia se come, se educa y se cura). De la
fugaz euforia democrática institucional de los primeros años de la déca-
da del ochenta, el neoliberalismo en los noventa instala las disyuntivas
resignación-desencanto y aguante-persistencia, como dos rostros com-
plementarios de una misma estructura político emocional.
En el marco de la experiencia del agua es posible acceder a cierta
operatoria que pone de manifiesto de qué modo soportabilidad social y
resignación se inscriben en el período neoliberal, y a la vez marcan la
trayectoria de mutabilidad de lo irresignable.
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

La primera referencia que aparece en la narrativa de los actores, emerge


en el accionar del SIPOS contra la privatización de la prestación de agua en
red, y contra la iniciativa de privatización del propio sindicato. Esta serie de
acontecimientos se identifican como antecedente que enmarca la acción
colectiva frente a las políticas privatistas neoliberales en relación al agua.
En el camino a las privatizaciones un acontecimiento bisagra lo consti-
tuyó la implementación de la ley de Reforma del Estado12 ya que posibilitó
un marco legal institucional del acelerado traslado de lo público-estatal al
sector privado. A partir de dicho proceso se acentúa la privatización de
todas las empresas y actividades públicas, como el agua, la energía y la
banca provincial, entre las principales.
El servicio de captación y tratamiento del agua potable entregado a
la empresa francesa Suez-Lyonnaise des Eaux, con el nombre local de
188 Aguas Cordobesas, fue parte de un proceso lento, burocratizado, dentro
de la ingeniería privatizadora, travestido por una serie de eufemismos que
paulatinamente se desnudarían como “una muerte anunciada”:
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

Y después, bueno, después fue la privatización, lo otro, una construc-


ción que te lleva más de diez años de pronto un día, no fue un día, fue
un proceso (…) pero llega el día en que te dejan la gente en la calle,
que vos no tenés respuesta para darle, que no hay forma, que no has
creado las condiciones colectivas para darle una respuesta (…) Nos
dejaron tirados en la calle, Mestre nos cerró la puerta a todos los traba-
jadores y nos dejaron en la calle. Estuvimos casi dos meses cortando
la Humberto Primo, en un aislamiento absoluto, total. (Entrevista a inte-
grante de la CCODAV, ex integrante de la Comisión Popular del Agua,
militante sindical de Sipos, Córdoba, 2009)

El cuadro emocional de dicho entramado impactó sobre aquellas or-


ganizaciones que, en situación de marcada adversidad, intentaban em-
prender prácticas de resistencia. Según la vivencia de lo que implicó el
ciclo de protesta en el sindicato, podemos interpretar que la indiferencia
de las grandes masas poblacionales de la ciudad frente a la dinámica del

12
Cuando asume Ramón Mestre la gobernación de la Provincia la política de privatizacio-
nes termina siendo posibilitada desde el gobierno nacional, en 1997, en un marco mayor de
avanzada privatizadora dentro del país.
conflicto, plasmada en la expresión “de un día para el otro”, da cuenta de
la resistencia en situación de aislamiento.
Lo irresignable aquí se configura restringido a la necesidad de persistir
en un contexto adverso y preservar la propia identidad colectiva asumie-
ron un estatuto prioritario. La sensación de “aguantar” se vuelve recurren-
te frente a las diversas presiones del contexto: del sector privado, de los
medios de comunicación, de la sociedad en general y de los propios sin-
dicatos. Sostener la propia personería gremial como garantía institucional
se constituyó en una bandera de lucha.
Es en ese escenario, a partir de movilizaciones y acciones legales –de
SIPOS junto a otras organizaciones–, se postergó el avance en los plie-
gos de la licitación. La defensa del sindicato en su estatuto corporativo se
definió como prioridad excluyente:

El purgatorio que no fue


Aguas Cordobesas a nosotros nos hicieron un gremio trucho cuando
iba a ser la privatización, porque nosotros teníamos la personería pero
lo que estaba en disputa era el 10% de las acciones. Menem puso 10%
de la propiedad participada a todas las empresas que se privatizaran,
a nosotros, a todas las obras sanitarias del país, a ENTEL. Entonces,
teóricamente te daban el 10% de fideicomiso para el gremio, pero no-
sotros no lo aceptamos a eso; fuimos el único sindicato en el país que
no lo aceptó. Entonces nos mataron, nos mataron. Y nunca lo pudieron
solucionar a eso en Córdoba: hay un 10% ahí que lo desaparecieron 189
¿me entendés?, que se lo robaron, no sé quién, pero supongo que el
tipo que ocupó el sindicato ese trucho, claro, porque el sindicato ése

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


nunca tuvo personería gremial porque la personería la seguimos man-
teniendo nosotros, seguimos siendo SIPOS. Vos cuando sacás una
personería gremial, la mantenés siempre, la mantenés siempre si vos
cumplís las leyes. Bueno, el Negro y qué sé yo, han seguido llamando
a elecciones aunque no vote nadie (…)
Nosotros ya estábamos destrozados en Córdoba así que… en el gre-
mio quedamos, qué sé yo, cuántos debemos ser… 50, 70, de los cuá-
les hay un grupo de la mayoría ya jubilados que se mantienen ahí para
mantener el gremio. (Entrevista a integrante de la CCODAV, ex inte-
grante de la Comisión Popular del Agua, militante sindical de Sipos,
Córdoba, 2009)

Aquí la resistencia se edifica en torno al aguantar la no ocupación del sin-


dicato como bastión de lucha mediante ciertas estrategias formales (como
la celebración de elecciones, las luchas contra los embargos a las propieda-
des por la empresa privatizada, resistiendo subas tarifarias). Cercados por
diversos ataques los frentes se replegaron en una defensa de las garantías
básicas, del cuerpo colectivo que en aquel momento constituía el sindicato.

(¿Y qué significó el sindicato Sipos?)


Fue una parte importante, ganarle a la burocracia. Mi crítica es que no
supimos relacionar eso con lo que hacemos ahora, relacionarlo con la
gente. Era otro momento pero nosotros políticamente tendríamos que
haber visto. Entramos en las rutinas de los paros, de las acciones... que
está bien, no critico eso, pero la falta de vinculamiento con el pueblo,
eso faltó… porque no nos desprendimos de la acción corporativa de la
defensa del salario. Ese fue un precio que pagamos caro. …(Entrevista
a integrante de la CCODAV, ex integrante de la Comisión Popular del
Agua, militante sindical de Sipos, Córdoba 2009)
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

Las limitaciones del “aguante” quedaron manifiestas por esa percep-


ción de soledad que se transformaría en sentimiento. En este período, la
acción se va licuando a partir de la fragmentación y la imposibilidad de
inscripción dentro de un marco político que trascienda lo puntualmente
reivindicativo y las coyunturas de demandas especificas. Aquí se va vi-
venciando la acción diluida, licuada y la sensación de un cuerpo presente
como último bastión frente a la amenaza de disolución total.
El desvinculamiento, lo fragmentario de la acción colectiva, será una
marca reconocida y reactualizada:

Esa visión corporativa es la que yo veo que no se supera. Es lo que le


pasa a Daniele,13 lo que pasa hoy, es decir, es el paso de decir bueno
vamos a construir por la gente, vamos a construir por el resto de la socie-
190 dad. Nosotros no pudimos construir un trabajador de Obras Sanitarias
que sea… hicimos concesiones a los trabajadores, esa, esa cosa del
liberalismo metida en nuestro mate, eso que nosotros hicimos conce-
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

siones del tema, del tipo que no entendía que era un servidor público,
ah, del compañero que no lo entendía porque la empresa tampoco se
preocupa en darlo, entonces, así sos fácil presa de caer en el tema de
la privatización y así va a ser nuevamente, porque si vos no pasás de lo
que es caracterizar lo que es una empresa del Estado a lo público. Es
decir, nosotros lo que estamos haciendo, o intentamos hacer, es darle
ese carácter público; y un trabajador que sea un trabajador público. Y en
las empresas privadas eso no existe, porque no se valora. (Entrevista
a integrante de la CCODAV, ex integrante de la Comisión Popular del
Agua, militante sindical de Sipos, Córdoba 2009)

La figura del trabajador ligado con la separación del “resto de la socie-


dad” y la distinción entre la empresa, el Estado y lo público va sufriendo
un desplazamiento dentro del campo conflictual. Al mismo tiempo, el ca-
rácter fragmentario y corporativo dentro de la acción colectiva como parte
de la sensación de que “el liberalismo” está “metido en el mate”, se ira re-
defiendo a partir de la constitución de nuevas organizaciones y colectivos
en defensa del agua; y atravesará nuevas instancias donde lo irresignable
se resignificará en la apertura de nuevos enmarcados.

13
Secretario General del Sindicato de Empleados Municipales en la ciudad de Córdoba.
3.2- El proceso de recuperación del agua, o el agua como bien

El proceso privatizador presenta, a la vez, dos micro-ciclos: el primero co-


rresponde al período que hemos descrito, signado por la defensa del sin-
dicato en el contexto de desguace institucional de los noventa; el segundo
se inserta en el ciclo de protestas post 2001 y el marco de incorporación
de nuevos actores y organizaciones que habían comenzado a realizar
algunas acciones colectivas en los noventa.14
La escalada de conflictos de dicho período se vio caracterizada por
una marcada ebullición política y social que reactivó la confrontación, ma-
terializándose en la creación de la Comisión Popular por la Recuperación
del Agua.15 En este proceso se realiza un desplazamiento de la demanda
corporativa de la fuente del trabajo y el salario hacia la necesidad de con-
siderar la “recuperación del agua” en un marco ampliado:

El purgatorio que no fue


Para mí fue muy reflexivo y de tratar de procesar todas las expe-
riencias. Y a mí me ha servido eso para ver por qué lado encarar la
cosa en discusiones con muchos compañeros. Cuando formamos la
Comisión del Agua... todo es producto de eso, toda una discusión.
Con el Negro16 me he peleado 50 veces, me he arreglado, hemos
vivido juntos años, qué sé yo, todo el proceso de obras sanitarias
lo vivimos juntos. Todo ese proceso lo hicimos juntos, entonces dis-
cutimos e hicimos la Comisión del Agua como un proceso de recu- 191
peración. (Entrevista a integrante de la CCODAV, ex integrante de
la Comisión Popular del Agua, militante sindical de Sipos, Córdoba,

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


2009)

Este inicio como “proceso de recuperación” marca otro proceso en-


marcado dentro de la acción colectiva en el conflicto del agua. Lo que
se produce entonces es un corrimiento desde la defensa del salario y

14
La acción colectiva después de la privatización fue vehiculizada a partir de la ex-
periencia de los Vecinos Autoconvocados, tanto mediante acciones simbólicas a partir
de ciertos recursos expresivos (abrazos solidarios), como por la vía jurídico-institucional
(buscando detener los remates por medio de denuncias legales). En estas acciones, ge-
neralmente, se hace referencia al Estado como garante del interés público y controlador,
y no a la necesidad de estatización del servicio. En este micro-ciclo el agua es considera-
da como un servicio, más que como un bien. Estos diferentes ciclos pueden consultarse
en Cabral (2009).
15
Como una forma de ampliar las discusiones sobre el agua como “problema de todos”,
y dentro de las actividades llevadas a cabo por la Red VIDA en la campaña “Fuera Suez
de América Latina”, fue que se creó la Comisión Popular por la Recuperación del Agua,
el 13 de Mayo del 2005. La Comisión se desarrolló en la Casa de los Trabajadores y
desde su inicio estuvo conformada por una heterogeneidad de actores, como organiza-
ciones políticas, sindicatos, ex asambleístas, instituciones religiosas, centros vecinales,
agrupaciones sociales, ambientalistas, territoriales y partidos políticos (PC, MTR, MTD,
Aníbal Verón).
16
Referencia al Secretario General de SIPOS.
las acciones corporativas, para inscribir la disputa por el agua desde una
lectura geopolítica.
Analizando parte de los recursos expresivos que se crearon duran-
te este ciclo, observamos que el antagonista se presenta corporizado
en Suez como entidad trasnacional; y los mandatarios provinciales son
graficados como “vampiros” y “cómplices”,17 referenciando el lugar de
las entidades públicas estatales dentro de los “negociados”. Se des-
cribe el contrato del agua como “ruinoso” e “ilegal”, y el centro de la
disputa comienza a ser “recuperar” el agua. Estas acciones van desde
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

el “que se vaya Aguas Cordobesas”18 y culminan en la acción de una


Consulta Popular.19
Consideramos significativo que más allá de que la interpelación se
concentre principalmente en aspectos tales como la investidura gre-
mial, la defensa de lo público-estatal, la denuncia de la corrupción o
el “escrache” de la operatoria de las corporaciones multinacionales; la
referencia a la cuestión del agua como un problema concerniente al
ámbito de los Derechos Humanos reinscribió la dinámica del conflicto
en nuevos cauces.
La figura antagonista (Aguas Cordobesas en complicidad con fun-
cionarios corrompidos) no sólo encarnaba la posibilidad concreta del
vaciamiento, la corrupción y la usura de lo público, sino también y, fun-
damentalmente, se embanderaba en la amenaza de la muerte como
192 horizonte certero. La disputa por el agua adquiría, en dicho proceso, un
rasgo superior al sancionar la mercantilización de un derecho humano
elemental. Ya no se trataba solamente de soberanía, Estado o disputas
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

propietarias; el desplazamiento se marca en la interrogación de la posi-


bilidad misma de la vida en un eje político general.
El agua en esta trayectoria comenzó a adquirir progresivamente el
estatuto de un bien irresignable, proceso que continuó asentándose
con reveses y retrocesos hasta la actualidad. La figuración del agua
como complemento excluyente de la vida mostraba sus primeras apa-
riciones en el espacio público en el marco de un proceso sostenido de
lucha colectiva.
A partir de dicho proceso la lucha por el agua quedó enmarcada
por la creación de la Coordinadora Córdoba en defensa del Agua y

17
De esta manera se nombraba a las autoridades en los volantes y gráficas durante las
acciones de protesta.
18
El “que se vaya” fue parte de las reapropiaciones expresivas del colectivo –conformado
por agrupaciones de asambleas y otros colectivos que se crearon después del ciclo de
protesta “que se vayan todos”– y al mismo tiempo significó un intento de reinscribir y capi-
talizar una política que se estaba generando en el marco de los procesos de re-estatización
del agua en la provincia de Santa Fe y Buenos Aires, y lo que se conoció con la política de
“retirada de Suez de America latina”.
19
Para indagar sobre el episodio de la realización de la Consulta Popular dentro de
las redes conflictuales en la disputa por el Agua en Córdoba consultar Cabral y Lisdero
(2007).
la Vida (CCODAV); en acciones y demandas ligadas principalmente a
problemas y restricciones en la prestación, y cuestiones de sanidad y
envenenamiento, sin restringirlo a demandas tarifarias:20

... nosotros estamos laburando mucho en los sectores que carecen


de agua, y esos sectores queremos que peguen un salto en el senti-
do de la calidad del agua, no solamente la tarifa; la tarifa es pan para
hoy y hambre para mañana. Si bien hay un sector importante que se
movilizó por la tarifa, el tema de la calidad en Córdoba es importante.
Nosotros trabajamos el tema del dique Los Molinos y del dique San
Roque, eso digamos es lo que venimos discutiendo y así venimos la-
burando, y bueno, se agrandó mucho la Coordinadora del Agua ahora,
hay muchos sectores que participan, una construcción más legítima,
asambleas en los barrios que seguimos construyendo, el tema de las

El purgatorio que no fue


conexiones, de las conexiones por mano propia. (Entrevista a integran-
te de la CCODAV, ex integrante de la Comisión Popular del Agua, mili-
tante sindical de Sipos, Córdoba 2009)

Al mismo tiempo esta constitución como Coordinadora será la que


retome la primera vinculación de la Comisión Popular del Agua como
parte de la Red de Vigilancia Interamericana por el Derecho al Agua
(Red Vida) y su acción contra las privatizaciones del agua en red en di-
ferentes países de América Latina inscribiendo el conflicto local en otro 193
plano y enmarcándolo dentro de una dimensión regional dentro de las
diferentes “luchas por el agua”:

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Porque habíamos hablado de crear una red internacional, que no se
podía crear (…) después de lo de Bolivia, ahí bueno un grupo de sec-
tores, muchos salvadoreños, que hubo una serie de indemnizaciones
y entonces ¿dónde se va a colocar la guita esa, qué proceso vamos
a desarrollar? Entonces se desarrolló mucho lo de Bolivia, y después
hubo una decisión ahí en el año 2004 de decir bueno, la defensa de
los bienes naturales viene a cuenta de que es la gran cuestión de fines
del siglo XX y principios del siglo XXI. (Entrevista a integrante de la
CCODAV, ex integrante de la Comisión Popular del Agua, militante sin-
dical de Sipos, Córdoba 2009)

20
Algunos volantes y gráficas, dentro de los recursos expresivos de este micro-ciclo,
ponen en evidencia este proceso: “El mayor derrochador es Aguas Cordobesas” (ha-
ciéndola responsable de la crisis hídrica en la provincia), “El gobierno regala nuestra
agua” (porque Aguas Cordobesas no paga canon del dique San Roque, ni los Molinos),
“Trescientos sesenta mil cordobeses de la zona Sur consumen agua con agro tóxicos
(venenos) del canal a cielo abierto Los Molinos-Córdoba fumigado en sus 64 Km. por
la agroindustria de soja transgénica, sin controlar calidad de agua desde el estado.” (Al
respecto existe una denuncia penal por envenenamiento presentada por vecinos/as y la
CCODAV)
En la construcción de aquella cuestión más abarcadora, parte de los
colectivos que se organizaron en los últimos dos años en la ciudad21 fue-
ron atravesados por la disputa del agua, no aquí ya circunscripta a lo
sindical o a la prestación de red sino dentro de la necesidad de “defender
el agua” como un bien común colectivo:

Ahora, una de las cosas que yo personalmente peleo es que esto no


es una cuestión ambiental, yo no soy ecologista. A mí me parece que
esto es un problema económico y después político. Los problemas no
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

son políticos y económicos, son económicos y políticos, y los tenemos


que encarar desde ese punto de vista. Defender el agua (…) Estamos
dejando que roben, estamos entregando al lucro nuestros bienes na-
turales. Yo me niego a hablar de recursos, porque son transables. Los
bienes es de lo que somos depositarios. Estos son nuestros bienes.
(Entrevista a integrante de la Asamblea Córdoba Ciudad Despierta, ex
integrante de la Comisión Popular del Agua, Córdoba 2009)

La necesidad de referenciar y distinguir el agua en otra dimensión re-


gionalizada e inscripta en un marco económico-político le confiere otras
características al conflicto. El agua en esta trayectoria comenzó a adquirir
progresivamente el estatuto de un bien irresignable, proceso que continuo
asentándose con reveses y retrocesos.
194 La figuración del agua como complemento excluyente de la vida mos-
traba sus primeras apariciones en el espacio público en el marco de un
proceso sostenido de la acción colectiva como parte de las batallas con-
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

tra-expropiatorias en esa resistencia a la resignación tanto a partir de la


licuación como de la coagulación de la acción.
Aquí, el incremento de una política represiva en torsión con la política
extractiva y depredatoria, constituye parte de este tercer momento caracte-
rizado por una sensación de alerta inminente y permanente que comienza a
restituir el estatuto y el enmarcado de lo irresignable. El desplazamiento se
plasma en un recorrido en el cual, paulatinamente, la sensación de “alerta”
se cementa en una resignificación del agua –y los bienes comunes en gene-
ral– como objetos en disputa de un eje que destaca su carácter vital exclu-
yente, su condición impostergable como garantía del desarrollo de la vida.

4- A modo de conclusión: la materialidad de lo irresignable

A lo largo del artículo hemos intentado abordar la trayectoria que dibujó el


desplazamiento de lo irresignable en torno al conflicto por el agua dentro

21
Asamblea Córdoba Despierta, Peperina Rebelde o Paren de Fumigar, con parte de las
experiencias, constituyen acciones colectivas vinculadas en la lucha contra el envenena-
miento de aguas a partir de la megaminería, y en resistir el uso de agrotóxicos dentro de
barrios y localidades cercanas a Córdoba.
la ciudad de Córdoba. Dicho recorrido nos permitió rastrear la operatoria
de diversos dispositivos de regulación de las sensaciones actualizados
en mecanismos de soportabilidad social específicos, que se muestran en
la trama narrativa de la vivencia de los entrevistados. Temporalidades en-
carnadas en los decires y sentires de los sujetos implicados en el proceso
de lucha, ponen en evidencia un cuadro heterogéneo que asume consis-
tencia en las derivas del análisis. Pasado y presente conjugados en una
trayectoria que se plasma en el aquí y ahora de la experiencia corporal;
en el cuerpo presente como acontecimiento.
Tres períodos correlativos nos permitieron reconstruir postales y esce-
nas donde inscribir la vivencia de los actores en un eje diacrónico.
En primer lugar, identificamos la operatoria a partir de la cual el miedo y
la amenaza concreta de desaparición del cuerpo en sus diversos registros
(biológico, subjetivo y social) aparecen como la marca certera del aparato

El purgatorio que no fue


represivo del Terrorismo de Estado de la década del 70. Inscripción pro-
funda que modela la disposición de los cuerpos frente al imperativo de la
resignación en tanto mecanismo cimentado en la lógica del terror como
garantía de coagulación de la acción. Los tormentos y el silenciamiento
destellan como referencia ominosa presentificada, que al mismo tiempo
que modela el re-emplazamiento de la resignación marca los reveces in-
ciertos de lo irresignable. El cuerpo presente como superficie de inscrip-
ción y como plataforma de proyección que remite intermitentemente a las
inscripciones de la huella indeleble de un pasado definido por el terror. 195
En segundo lugar, el relato de los actores implicados evidenció, en tér-
minos de sensaciones, una profunda mutación acontecida en la década

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


del 90. La regulación de las afecciones como correlato de la extracción
de energías vitales (naturales y corporales) muestra en el neoliberalismo
signos característicos de la resignación en nuevos registros, en estrecha
continuidad con el período anterior. La memoria del terror corporizado, en
articulación con el desencanto democrático de los ochenta, se plasma en
la experiencia afectiva de los noventa y sus posteriores efectos en térmi-
nos de disposiciones sociales. La operatoria de nuevos cercamientos se
presenta como referencia recurrente. La incertidumbre, el aislamiento y
la desesperanza delimitan la licuación de la acción al mismo tiempo que
una reconfiguración de lo irresignable en un nuevo plano. El aguante-
persistencia ante la posibilidad concreta de disolución frente a la avanza-
da privatista se constituye en prioridad, conservar la propia investidura se
asume como desafío excluyente.
La configuración de dicho cuadro en torno a la lucha por el agua en
la ciudad de Córdoba confluye en un diagrama en el cual el saqueo y la
dominación neocolonial en su despliegue van dibujando su propio revés
contra expropiatorio. Nuevos actores y colectivos muestran postales emer-
gentes de un tercer período donde las prácticas de cuerpo presente son
re-encausadas en torno al conflicto del agua. Trayectorias que corporizan
en el aquí y ahora los pliegues de un pasado en prácticas y afecciones
presentes bajo el encandilado del “alerta”.
Encontramos en el desarrollo argumentativo ciertas líneas fundamen-
tales para leer una serie de desplazamientos característicos que permiten
comprender el fenómeno en su carácter de proceso. Continuidades y dis-
continuidades marcan el desarrollo de las redes de conflicto hasta nuestros
días en torno al problema por el agua. El pasaje del encuadramiento ins-
titucional (estatal, gremial, judicial, etc.) del conflicto muestra una amplia-
ción considerable en su articulación con nuevas experiencias colectivas y
frentes de lucha evidenciados en las narrativas y trayectorias de los actores
implicados. En ese sentido se inscribe la complejidad de vivencias, dentro
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

de las biografías de la militancia, que convergen en la construcción de co-


lectivos concretos que hoy protagonizan las protestas en defensa del agua,
y por la defensa de los bienes comunes y colectivos.
En dichas trayectorias el fantasma del Terrorismo de Estado decanta en
una actualización del aparato represivo neocolonial; la memoria del ame-
drentamiento del cuerpo como posibilidad concreta se renueva en un nuevo
registro. Si la resistencia al terror se plasma como la marca de los 70, y el
aguante como emocionalidad característica de los 90, encontramos como
emergente característico del período contemporáneo la figura del “alerta”.
Un alerta que se erige como con-moción-corporal (cuerpo-en-movimiento)
que aún no encuentra cauces colectivos contundentes para hacer frente
a la embestida del aparato de saqueo capitalista, pero que muestra en su
diagramación las posibilidades y las trayectorias de la lucha y la resistencia
196 en el futuro cercano.
En las aludidas experiencias, las energías corporales realizan un pasa-
je en el cual son re-apropiadas y re-administradas (en grado variable) en
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

una economía de la resistencia contra-expropiatoria; cuerpos que trabajan


a contramano de la interpelación dominante como cuerpos en resistencia
presente. El cuadro de mutación, que pudimos dibujar a partir del relato de
los actores, nos permite identificar tendencias y emergentes heterogéneos
del cual aun no se pueden establecer evaluaciones certeras, ya que no es
posible determinar su devenir a mediano y largo plazo. No sólo las condi-
ciones materiales del conflicto se redefinen sino también la propia subjeti-
vidad de los actores se reemplaza en un nuevo diagrama. Nuevas batallas,
nuevos colectivos y estrategias de lucha aunados por un “alerta”, que por
su estatuto y generalidad articula experiencias y sentires de lo más diver-
sos –pero que se reconocen en las protestas de movimientos territoriales
campesino-indígenas a partir de las alertas– mostrando los pliegues de un
emergente mapa político de acción colectiva.
Más allá de la potencialidad de las actuales experiencias, según diji-
mos, la disposición del cuerpo presente en el marco de resistencia contra-
expropiatoria de bienes comunes constituye un exponente que desafía (en
grados variables) la lógica sistémica del capitalismo neocolonial. En este
escenario, y lejos de pretender realizar un festejo ingenuo de la experien-
cia del conflicto por el agua, intentamos identificar en las complejidades y
contradicciones del proceso la esfera de lo irresignable como parte de una
política de los cuerpos y las emociones. Más allá de la no esencialidad de lo
irresignable y su desplazamiento constante según los cauces y las coyuntu-
ras de cada escenario de conflicto, el problema del agua muestra un cuadro
de confrontación que compromete la materialidad inmediata de los cuerpos
en una deriva en la cual la lucha por el agua se configura íntimamente como
una lucha por la vida.

El purgatorio que no fue


197

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Bibliografía
Cabral, Ximena (2009), “De servicio a bien común: el conflicto por el agua
en la ciudad de Córdoba. Breve historización”, en Onteaiken. Boletín sobre
prácticas y estudios de acción colectiva, Nº7, Año Nº4, mayo de 2009.
Disponible en: http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boleti-
nes/boletin7/2-1.pdf
Cabral, Ximena y Pedro Lisdero (2007), “Con el agua a la cintura”, en
Onteaiken. Boletín sobre prácticas y estudios de acción colectiva, Nº4, oc-
Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias...

tubre de 2007. Disponible en: http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/


www/sitio/boletines/boletin4/5-3.pdf
Coronil, Fernando (2000), “Naturaleza del poscolonialismo: del eurocentris-
mo al globocentrismo”, en E. Lander (comp.) La colonialidad del saber: euro-
centrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas, CLACSO,
Buenos Aires.
Harvey, David (2004), El nuevo imperialismo, Akal, Madrid.
(2005), “¿Modelos alternativos de integración? Proyectos neolibe-
rales y resistencias populares”, en O.S.A.L Nº 15, CLACSO, Buenos Aires.
(2006), “Tendencias dominantes de nuestra época ¿se nos agota el
tiempo?”, Conferencia presentada en la XXII Asamblea General de CLACSO
- IV Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, 25 de
198 agosto de 2006, Río de Janeiro.
Löwy, Michael (2009), “Ecosocialismo: hacia una nueva civilizacion”, en
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

Herramienta. Revista de debate y crítica marxista, octubre, Buenos Aires.


Scribano, Adrián (2004), “La Alianza para matar: doctrina de la seguri-
dad nacional y neoliberalismo”, en A. Scribano, Combatiendo fantasmas:
Teoría Social Latinoamericana, una Visión desde la Historia, la Sociología
y Filosofía de la Ciencia, Ediciones MAD, Santiago de Chile, Publicación
en CD.
(2007), “La sociedad hecha callo: conflictividad, dolor social y re-
gulación de las sensaciones”, en A. Scribano (comp.) Mapeando Interiores.
Cuerpo, Conflicto y Sensaciones, CEA-UNC, Jorge Sarmiento Editor,
Córdoba, pp. 118-142.
(2008), “Bienes Comunes, Expropiación y Depredación Capitalista”,
Estudos de Sociologia, Vol 12, No. 1, Editora Universitária da UFPE, Recife,
pp. 13-36.
(2009), “Acciones colectivas, movimientos y protesta social: pregun-
tas y desafíos”, en Conflicto Social, Año 2, N° 1, Junio 2009, Buenos Aires.
Seoanne, José (2005), “Movimientos sociales y recursos naturales en
América Latina: resistencias al neoliberalismo, configuración de alternati-
vas”, en O.S.A.L N° 17, CLACSO, Buenos Aires.
El humor en tiempos de crisis. Acerca de su placer,
disfrute y goce

Rebeca Cena, Claudia Gandía, Federico Díaz Llorente,


Graciela Magallanes y Alejandra Peano

El purgatorio que no fue


1- Introducción

E
l presente escrito se inscribe en el contexto de una sociología que
aspira a la comprensión de los modos en los que se relacionan ­las
crisis sociales y las emociones en actores involucrados en accio- 199
nes colectivas de protesta. A partir de las investigaciones que se vienen
llevando a cabo en la ciudad de Villa María1 se ha podido observar una

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


doble faceta de esta relación. Por un lado, se presentan algunas veces
como uno de los espacios donde los dispositivos de regulación de las
sensaciones se despliegan con mayor eficacia en su tarea de asegurar
que las expresiones vitales de los sujetos tomen como patrón la estructura
del tráfico mercantil. Por otro lado, y de modo paradójico, esa relación se
expresa también como uno de esos “pliegues” o “prácticas intersticiales”
(sensu Scribano) donde dicha estructura y su lógica, a veces, encuentran
obstáculos y lugares de fuga.
En este sentido, el caso del colectivo de trabajadores de El Diario
del Centro del País se presenta como relevante debido a la particula-
ridad de las circunstancias en las cuales el colectivo vivenció la deno-
minada “crisis de 2001”. En relación a estas es significativo remarcar
dos aspectos:

1
La investigación continúa en el marco del Proyecto de investigación “Prácticas inters-
ticiales y gastos festivos” Director: Adrián Scribano. Co-directora: Graciela Magallanes.
Integrantes: Lucas Aimar, Eugenia Boito, Leonardo Bruera, Claudia Gandía, Pedro
Lisdero, Gabriela Vergara, Martín Eynard. Becarios: Federico Díaz Llorente, Rebeca Cena.
Estudiantes: Gabriel Giannone, Alejandra Peano, Madeleine Wolf, (Período 2010-2011)
Universidad Nacional de Villa María.
a- El caso de los trabajadores de El Diario se ubica entre una de las
experiencias exitosas de “recuperación” de empresas por parte de sus
trabajadores en Argentina.
En el período conformado entre los años 1999-2001, y a partir de un
retraso en el pago de los salarios, se estableció un conflicto entre la
patronal y los trabajadores del periódico; quienes ante la falta de res-
puestas y la posibilidad del desempleo entablaron acciones colectivas
de protesta, entre las que se pueden indicar: movilizaciones, tomas del
puesto de trabajo, ollas populares y cortes de calles. Estas tuvieron
como resultado la recuperación de la empresa a partir de su coopera-
tivización el 13 de diciembre de 2001, es decir, a sólo siete días de los
sucesos del 19 y 20 de ese mes.
Esta situación lleva a suponer que la particular tensión entre la “cri-
El humor en tiempo de crisis...

sis” como fenómeno social y el modo particular de vivenciarla por parte


de estos trabajadores, ubica su caso como un espacio propicio para la
indagación de la relación entre crisis y emociones. 2 A partir del intento
de comprender sociológicamente las características de la aludida coo-
perativa, de modo exploratorio se pueden obtener indicios respecto al
fenómeno de la reconfiguración de la lógica de reproducción del capital
en la Argentina, y de la consiguiente dominación social; y por otra parte,
advertir sobre las implicancias de esa reconfiguración en la dimensión
emocional de los actores que llevaron a cabo acciones de protesta.
200
b- El segundo aspecto se refiere al tipo de actividad del colectivo en
cuestión: la producción y comercialización de noticias periodísticas en
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

un medio gráfico. Se la podría describir como la elección de determi-


nados elementos de lo inconmensurable de la realidad social, los que
luego son relacionados al interior de un relato estructurado y presentado
como “la actualidad” ante la opinión pública. Las características de esta
actividad productiva nos habilitan a proponer las ediciones impresas de
diciembre de 2001 y enero de 2002, como material en el cual rastrear la
vivencialidad en su dimensión emocional de la crisis social.
Este rastreo permite acceder a algunos de los procesos subjetivos de
los integrantes de la cooperativa, a partir de realizar una reconstrucción
del modo en el cual fue constituido el suceso periodístico, que por sus
mismas características nunca puede producirse de un modo objetivo,
sino eminentemente subjetivo.
La atención recaerá en una sección del periódico en la cual se
tematizan, de manera humorística, determinadas escenas que eran
presentadas como “chiste” durante los meses de mayor conflicto. Nuestro
interés está puesto en reconocer que el humor puede presentarse como
un modo de expresión vital, que a partir de su relación con el placer,
disfrute y goce, genera inestabilidad en la trama de mecanismos de

2
Una primera aproximación a la relación aludida en el caso de los trabajadores de El Diario
del Centro del País puede encontrarse en: Díaz Llorente (2009).
soportabilidad social y regulación de las sensaciones, con los cuales
convive disruptivamente en el plano emocional.3
En esta configuración se propone el siguiente esquema argumenta-
tivo: a) reconstruir históricamente algunas dimensiones del contexto en
el cual los trabajadores de El Diario se tornan protagonistas de acciones
colectivas de protesta; b) exponer algunas reflexiones teóricas sobre la
risa, el humor y su relación con el placer, disfrute y goce; c) compartir
con el lector algunos análisis de los materiales empíricos trabajados; y d)
presentar provisoriamente, a modo de cierre, algunas afirmaciones sobre
el recorrido realizado.

2- El enclave del colectivo en tiempos de crisis

El purgatorio que no fue


Los trabajadores de El Diario comparten con otros colectivos sociales a
nivel nacional (a los que se puede incluir en el fenómeno de las “empre-
sas recuperadas”) similares características. Estos fueron especialmente
afectados por las políticas de “ajuste” neoliberal, presentadas como único
modo posible de hacer frente a la crisis producida por la restructuración
del capital. Como afirman Gandía y Lisdero:

Como en tantas otras empresas, la estrategia de gestión condujo a un


endeudamiento de los empresarios. En primer lugar con los trabajado- 201
res, a quienes se les debían varios meses de sueldo. Además, la firma
tenía una cuantiosa deuda con AFIP (organismo que le había solicita-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


do la quiebra), y con las obras sociales de los sindicatos de Prensa y
Gráficos. A estos últimos se les adeudaban varios meses de aportes
correspondientes a los planes de salud. (2008: 4)

Esta situación tuvo como consecuencia que los trabajadores de El


Diario llevasen a cabo acciones de protesta –a partir del año 2001– que
ubicaban como antagonista a la patronal, representada por la Editorial
Ctalamochita.
A partir del proceso de recuperación, la reestructuración de la empresa
–y su funcionamiento– demandó por parte de los trabajadores un doble
gasto de energía emocional y física; como así también la gestión ante las
autoridades públicas y organismos económicos a fin de lograr un “resca-
te” legal del puesto de trabajo.
Este es un dato no menor si se tiene en cuenta que una reestructura-
ción del capital a nivel general como la vivida alrededor de 2001 siempre

3
Sobre estos mecanismos de convivencia sería relevante establecer relaciones entre las
formas de expresión del capitalismo y la vinculación con lo risible de los procesos de dis-
tracción que captura la fabricación de lo cómico en los procesos de repetición, interferencia
y caracteres que invierte (Para una mejor comprensión de estas últimas características que
se hace mención ver Bergson, 2003).
trae consigo una definición social sobre los regímenes corporales que la
misma “necesita”.
Como afirma una entrevistada que participó del proceso de recuperación:

Nosotros nos quedamos el 13 de diciembre del 2001 con El Diario, o sea


que hacía casi un año que estábamos en marcha cuando alquilamos la
casa esa de Hipólito Yrigoyen. Esa se pintó, la pintamos nosotros, con-
seguíamos la pintura con canje publicitario (se sonríe)… o sea, ¿viste?,
todo a través de El Diario, vas consiguiendo los elementos. Ésa se pintó
por nosotros, el traslado lo hicimos nosotros: caja por caja, computadora
por computadora, cargábamos… movilizábamos todos los autos, todos
los vehículos que teníamos; pero éramos muchos trabajando para eso.
Por eso te digo que esa… ese espíritu de grupo es lo que nos sirvió.
El humor en tiempo de crisis...

Todos ponían el hombro para hacer cosas que, si hubiéramos tenido que
contratar a alguien, no hubiéramos tenido la plata, pero las hacíamos no-
sotros, todo lo hacíamos nosotros: pintar, lijar las paredes, todo… todo.
Trabajábamos y nos íbamos fuera de horario a hacerlo, a contribuir a
tener lo que tenemos hoy. (Entrevista 1, trabajadora de El Diario, 2009)

Lo interesante a destacar de este período histórico, donde el grupo


de trabajadores se transforma en un colectivo de protesta, es que ante
una crisis social de alcance general, la estrategia del “ajuste” –concebida
202 como la única medida eficaz por parte del propietario– se presentaba
como la causante de las tribulaciones sufridas por este colectivo de tra-
bajadores. Ahora bien, una vez recuperada la empresa, lejos de evitar la
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

primera situación, la estrategia siguió consistiendo en una auto-aplicación


de dicho “ajuste”.
Esta situación nos invita a pensar la “recuperación” mediante la coope-
rativización, como una instancia que posibilitó un “reciclaje” de los cuerpos
(en tanto portadores de energía en estado de disponibilidad) favorable a
las nuevas características adquiridas por la demanda de la estructura de
la relación mercantil en el contexto de una reestructuración del capitalis-
mo en Argentina:

Y sí… bueno, toda la venta, toda la plata que nosotros recaudamos


a través de la venta de El Diario y de la publicidad, iba todo a inver-
tirlo. Por eso al principio, no sacábamos prácticamente para nosotros
porque nosotros necesitábamos lo fundamental para funcionar, o sea,
nuestras prioridades al principio no era la plata para nuestra casa: la
prioridad era poder comprar el papel, la chapa, la tinta, poder hacernos
de un stock. (Entrevista 1, trabajadora de El Diario, 2009)

Los regímenes corporales requeridos por la forma-mercancía para su


reproducción a partir de la crisis del año 2001, lejos de encontrar en la orga-
nización del trabajo cooperativo un obstáculo a sus necesidades, encontró
una figura legal que hacía posible la continuidad de la propiedad privada.
Cuando se interroga a un trabajador sobre los inicios y la motivación
que los llevó a transformarse en una cooperativa, expresa lo siguiente:

R: Porque las cooperativas es una asociación, esa es la definición…


“una cooperativa es una asociación voluntaria para un fin común”…
bueno, nosotros arrancamos mal paridos, nosotros no somos una aso-
ciación voluntaria, somos una asociación obligatoria por necesidad…
E: ¿y cuál fue esa necesidad?
R: Seguir trabajando…no perder el trabajo… (Silencio)…Porque sí per-
dés el trabajo… un compañero mío que hacía veinte años que estaba
en El Diario… ‘¿Y a donde voy?... ¡¿a dónde voy?!’… es la primera pre-
gunta que te haces cuando tenés 40 años o más, y vos decís: ¿Quién
me va a tomar?...en el 2001 [remarca], en donde no tomaban a nadie,
echaban. Las empresas se fundían, todo se cerraba. (Entrevista 3, tra-

El purgatorio que no fue


bajador de El Diario, 2009)

En este sentido, y haciendo alusión a dos de los mecanismos de sopor-


tabilidad social identificados por Adrián Scribano, se podría afirmar que “al
Fantasma de la desocupación, la “fantasía del trabajo digno”; hecho que
se tradujo en una práctica de “reciclaje” corporal que permitió la reincor-
poración al mercado laboral de la inversión de todo excedente energético
(corporal y emocional) del cual se es “propietario”; práctica que se torna
funcional a la reestructuración del capital. 203
Respecto de esto último, el siguiente fragmento de entrevista es escla-
recedor:

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Está en publicidad, por ejemplo, el gallego, él está en publicidad y él
era un gráfico… y hoy maneja publicidad como si hubiera sido publi-
cista toda su vida ¿viste? [se ríe], o sea, cada uno tuvo… si bien los
que estábamos ya… por ejemplo, el periodista no porque estudiamos
periodista…pero hubo gente que tuvo que aprender otra cosa, que tuvo
que aprender algo que en su vida había visto… ¿hay que tomar deci-
siones? Decisiones de una empresa, una empresa de economía social,
pero empresa al fin. (Entrevista 4, trabajador de El Diario, 2009)

Este contexto inmediatamente nos ubica frente a preguntas tales como:


¿es posible una alternativa al tráfico mercantil como forma social total y
su consiguiente dominación?, ¿la conformación de colectivos de protesta,
ante fenómenos como el “dolor social”4 pueden generar espacios alter-
nativos que no sean permeados por la forma-mercancía y su lógica ex-
propiatoria, expiatoria y depredadora?, ¿en qué sentidos el gasto festivo
de lo cómico en los “chistes”, por parte de los colectivos sociales y sus
luchas en el período de crisis, pueden ser una oportunidad para indagar
los bienes incompatibles que se juegan en estas prácticas intersticiales?,

4
Ver Scribano (2007).
¿por qué las ondulaciones de la materialidad de los “chistes” pueden ser
un modo de interpelar al colectivo seleccionado en el campo problemático
que aquí se expresa?
Bataille ha señalado el instante de reconfiguración de la experiencia
asociado a la risa:

Esta especie de irradiación embrujadora en la que nos perdemos


cuando nos reímos no tiene ninguna localización exacta, no viene de
ningún punto concreto, no va a ninguna parte. Pero, cuando se produ-
ce, la persona reconcentrada deja de repente de estar separada de un
mundo de movimientos fulgurantes, instantáneos. Ha bastado para ello
con que la caída de una persona traicione el carácter ilusorio de la es-
tabilidad: aquellos que la han visto caer pasan como ella de un mundo
El humor en tiempo de crisis...

en el que todo es estable a un mundo en el que todo se desliza. Todas


las barreras caen y los movimientos convulsivos de aquellos que se
ríen se liberan y se reflejan unos a otros al unísono. (2005: 135)

La imposibilidad de influir en el propio destino, muchas veces cruel,


encuentra en el carácter disruptivo de lo cómico nuevas oportunidades y
derivas. Sin intención de dar por cerrado este campo de preocupaciones,
el presente escrito pretende rastrear algunos de los lugares fértiles de
esos interrogantes.
204

3- El humor: acerca de su placer, disfrute y goce


R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

El humor nos permite indagar uno de los dominios sensibles que se gesta
a partir de un conjunto de viñetas de chistes publicadas en el período de
crisis por parte de la reciente Cooperativa Comunicar. En este sentido, el
interés está puesto en reconocer que el humor es un modo de expresión
que vuelve inestable la organización de la soportabilidad social.
La atención está puesta en rastrear esas sensibilidades que se expre-
san en los chistes y que refieren a trabajadores que, ante la posibilidad
del desempleo, se tornan cuerpos reciclables/reciclados con relación a
determinadas geometrías de la pobreza y gramática de las acciones.5
En el humor se traman procesos de alienación, extrañamiento y ena-
jenación, que generan la oportunidad de continuar levantando actas del
flujo de sensaciones que afecta a los colectivos.
Precisamente, lo cómico con su sensibilidad frente a lo absurdo tiene
una función social operando por fijación, condensación, desviación, auto-
matismo y contraste. Es la insociabilidad, insensibilidad en sus formas de
transfiguración momentánea la que intimida las formas, las actitudes, los
gestos, los movimientos del cuerpo, las situaciones y las palabras en los
chistes. (Bergson, 2003)

5
Un análisis ampliado sobre el humor puede verse en: Cena (2009).
Analizar esas infiltraciones que consolidan una determinada economía
política del flujo de sensaciones en los caracteres de lo risible (vinculados
a datos geo-referenciales y bio-referenciales cuyo enclave de condición y
posición atraviesa la experiencia antes y durante la crisis) posibilita visua-
lizar otra dimensión del accionar colectivo y redes conflictuales de deter-
minados actores, como son los de la Cooperativa Comunicar.
Los excesos, los gastos y sacrificios6 que suponen la expresividad
de los “chistes” analizados, se presentan como un mecanismo de des-
inversión de la depredación capitalista en su demanda de energía cor-
poral en estado de disponibilidad, lo que genera derroche en lo “risible”
que lo consagra. Ello supone indagar los tipos de fuerza productiva, el
tipo de consumo/utilidad y el orden consagrado de las reglas y recursos
de su vida o muerte.
La “traba” al normal desarrollo de los mecanismos de soportabilidad

El purgatorio que no fue


social y regulación de las sensaciones se da a partir de lo risible ex-
presado en los chistes, fundamentalmente en su tarea de “vivificar” el
derroche; vivificación que opera un cambio en la tensión dada entre la
conciencia de los sujetos y los diferentes estratos de su vida cotidiana.
Dice Scribano:

En las prácticas sociales que implican gasto festivo se instancia


una dialéctica otra entre exceso, humor y risa. De la frugalidad del
ahorro ascético se pasa a los acontecimientos de despilfarro que 205
demandan excesos. Desproporciones y abundancias que enhebran
otros mundos y debilitan el poder de la resignación a lo dado. Se

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


instalan así, el humor como camino contra la disciplina y el pode-
río de aquellos que siempre dan y la risa como metáfora de lo “no
conceptual” que implican sensaciones vividas desde la potencia de
una rostrocidad que se venga de la burla de la máscara del donante.
(2009b: 10)

Es en la materialización de los chistes donde se condensa una


apropiación subjetiva e implicación afectiva, cuyo ciframiento y des-
ciframiento en las afirmaciones y contradicciones, abre un campo in-
quietante de indagación. En esta dirección, los chistes importan en
tanto potencia política de un poder que en lo risible se expresa en
determinados modos de producción, control y regulación de la política
del placer.
La economía política de los placeres, disfrutes y goces en los chis-
tes, capitalizan determinados “bienes” que operan disruptivamente en
los procesos de apropiación subjetiva. Los “gastos, excesos, sacri-
ficios, derroches, destrucciones y pérdidas” desde donde se gestan
los chistes son pertinentes de interrogar, pues la máquina extractiva,

6
Sobre los estudios acerca de gastos y sacrificios ver los escritos de Marcel Mauss (2009)
y Georges Bataille (1990).
expiratoria y expropiatoria del capitalismo en América Latina accede por
vías inesperadas en la experiencia placentera.7
Las particularidades de las experiencias placenteras, los disfrutes y los
goces que generan los chistes pueden configurarse como prácticas so-
ciales intersticiales cuyo gasto festivo va a permitir en el presente trabajo
poner en tensión determinados pliegues, despliegues y repliegues de la
economía política que las constituyen.
La economía política que atraviesa los chistes, se inscribe en una prác-
tica intersticial de gasto festivo en tanto relación social que se apropia de
espacios abiertos e indeterminados de la estructura capitalista. El gasto
destituyente, destructivo es una inversión des-regulatoria de sensaciones
que destruye el fetiche de la mercancía. (Scribano, 2009b)
Dicho gasto, en tanto excedente en las relaciones de intercambio, opera
El humor en tiempo de crisis...

en el chiste generando un plus8 que es importante rastrear en la expresivi-


dad que genera. Esta expresividad da cuenta de una economía política que
se manifiesta en la magnitud, valor y contenido de lo risible. Dice Bergson:

En general, es indudable que la risa cumple una función útil. Todos


nuestros estudios han tendido a demostrarlo. Pero de ahí no se sigue
que la risa acierte siempre, ni tampoco que se inspire en un pensa-
miento de benevolencia ni de equidad.
Para dar siempre en lo justo sería menester que proviniese de un acto
206 de reflexión. Ahora bien; la risa es efecto de un mecanismo montado
en nosotros por la Naturaleza, o lo que viene a ser lo mismo, por una
antiquísima costumbre de la vida social. Y este mecanismo funciona
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

de por sí, no tiene tiempo de pararse a ver dónde va. La risa castiga
ciertas faltas, casi del mismo modo que la enfermedad castiga ciertos
excesos, hiriendo a inocentes y respetando a culpables, mirando siem-
pre a un resultado general, en la imposibilidad de hacer a cada caso el
honor de examinarle separadamente.(…) En eso como en otras cosas,
la Naturaleza se ha servido del mal para conseguir el bien. Esto ha
sido ante todo lo que hemos tenido presente en este estudio. Nos ha
parecido que la sociedad, a medida que se iba perfeccionando, comu-
nicaba a sus miembros una flexibilidad de adaptación cada vez mayor,

7
“Interrogar el ‘bien’ que pueblan las experiencias placenteras, facilitando o bloqueando
oportunidades; supone abrir los enigmas de territorios que se metamorfosean en determi-
nada economía política y sus condiciones de mercantilización en la estructura social. En
este sentido, se afirma la mira en los procesos de intensificación en la implicación afectiva
con que se envisten las experiencias placenteras, inscriptas muchas veces en procesos
subjetivos contradictorios” (Magallanes, 2009: 21)
8
La importancia que tienen los plus en la relación con placer, disfrute y goce es a cuenta
de la posibilidad de bordear algunos trazos de la subjetividad y con ellos los procesos de
apropiación de los componentes socio-históricos y políticos en los que se encuentran in-
volucrados los sujetos. Estos procesos que traman la constitución de la subjetividad ofrece
oportunidad para dilucidar de lo que se hacen cargo los sujetos y los extrañamientos que
es posible que se generen en la intensificación del placer, disfrute y goce. (Un mayor desa-
rrollo de los aspectos antes mencionados puede verse en Magallanes, 2008)
tendiendo a un equilibrio más perfecto en el fondo y lanzando cada vez
más hacia la superficie toda perturbación. Y nos ha parecido también
que la risa realizaba una misión útil al subrayar estas ondulaciones.
(2003: 146)

El supuesto de partida que moviliza la indagación se centra en los


desplazamientos de la sensibilidad que genera el placer en sus modos de
descompresión, de baja de tensión cuya energética produce un plus en
términos de economía política. (Esto lo planteaba ya Freud en 1920, en su
texto “Más allá del principio de placer”9)
Este tema, retomado luego por parte de la teoría crítica, abrió un campo
de discusiones respecto a los procesos de diferenciación e intensificación
de determinadas sensibilidades aprehendidas y su relación con la libertad
de los sujetos, atento a su participación en el producto social. En este

El purgatorio que no fue


sentido, interesa el placer en tanto experiencia de satisfacción agradable
con relación a determinados sacrificios y la emergencia de lo risible, cuyo
valor está en el excedente del gasto derrochado.10
La referencia a la consagración de la risa como excedente de energía
que genera experiencia placentera, abre paso a la indagación de sus
formas de existencia, su contenido y valor considerado. Son entonces
las experiencias placenteras y sus disfrutes, como práctica intersticial
de los colectivos, los que en sus gastos festivos colaboran en dilucidar
la crítica de la apropiación de bienes y recursos en la mercantilización 207
de la estructura.
En este sentido el placer es un campo de expresión del re-apasiona-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


miento de la vida social, al poner entre paréntesis la mercantilización pro-
pia de la estructura. Por su parte, el disfrute en tanto acto descolonizador,
da paso a la crítica de la regulación y apropiación de bienes y recursos.
(Scribano, 2009a)
En el disfrute emerge el usufructo de un proceso expropiatorio, cuya
economía política del excedente y sus excesos se torna en crueldad

9
El principio de placer como instinto de autoconservación, autoafirmación y domino ab-
sorben la destructividad y tenderá a asegurar la muerte del organismo (tendencia que está
al servicio de lograr que el aparato anímico quede exento de excitación, de mantenerlo
constante o mantenerlo a un nivel mínimo a los fines de volver a lo inorgánico o al reposo).
La referencia es a la hipótesis radical de Freud en Más allá del Principio de Placer y su
restauración en El Malestar de la Cultura. (Magallanes, 2009)
10
Dice Marcuse: “Pero precisamente la diferenciación acrecentada del placer es inso-
portable en una sociedad que necesita de la forma reprimida de satisfacción de tales
necesidades. El aumento de placer significaría inmediatamente una mayor liberación del
individuo: este placer exige libertad en la elección del objeto, en el conocimiento y en
la realización de sus posibilidades, libertad en el tiempo y en el espacio. Todas estas
exigencias están en contra de la ley vital de la sociedad existente. Debido a la íntima
vinculación entre felicidad y libertad, se ha mantenido tenazmente el tabú del placer;
este tabú del placer; este tabú ha introducido una confusión en el planteamiento de las
cuestiones y en las respuestas a las mismas, aún en las filas de la oposición histórica al
orden dado”. (1970: 118)
reveladora. La referencia es a la importancia de sacrificar el horror reve-
lador y llevar al orden consagrado del don la risa.11 El orden sagrado de la
risa es a cuenta de una sociedad capitalista que degrada y expropia, en
donde la risa sacrifica destituyendo lo que consagra.
En esta dirección, lo risible supone sacrificar y hacer un uso impro-
ductivo de placeres y disfrutes. Lo risible como objeto de intercambio
responde a las pérdidas, derroches cuyo don es desafiar la humillación
de la intimidad.12
Esta energía vital, no “útil”, abre un campo de discusiones respecto
al gasto del excedente en la sociedad capitalista. Ese gasto de energía
desmesurado que siempre está más allá del cálculo, es un modo de
resistencia cuando los bienes para la satisfacción de las necesidades
sociales se presentan como una totalidad ocluyente para algunos.13
El humor en tiempo de crisis...

De este modo, se puede comprender que la intensificación de los


placeres y sus disfrutes supone un monto de satisfacción, en tanto goce
de un bien que se usufructúa. El disfrute del usufructo es necesario inte-
rrogarlo en términos económicos y políticos, en tanto que los placeres y
sus disfrutes requieren ser interpelados en el orden jurídico del goce.

Goce que, en el discurso del derecho remite a la noción de “usufruc-


to”, del disfrute de la cosa en tanto que es un objeto de apropiación.
El discurso jurídico oculta que la apropiación es una expropiación
208 pues algo sólo es “mío” en tanto que hay otros para quienes lo “mío”
es ajeno. Sólo puede gozarse legítimamente de aquello que se posee
y para poseerlo plenamente es necesario que el otro renuncie a sus
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

pretensiones sobre ese objeto. Aquí, de golpe, se encuentran y con-


fluyen las teorías del derecho y del psicoanálisis. Desde un principio
se plantea en ambas la cuestión fundamental de la primera propie-
dad de cada sujeto, su cuerpo, y las relaciones de este cuerpo con

11
Respecto al análisis sociológico del “don” ver Marcel Mauss (2009).
12
“La risa, algo humillante siempre para quien lo motiva, es verdaderamente una especie
de broma social pesada. De ahí el carácter ambiguo de lo cómico, que no pertenece por
entero ni al arte ni a la vida. Por un lado, los personajes de la vida real no nos harían reír
nunca si no fuésemos capaces de asistir a sus actos como a un espectáculo visto desde lo
alto del palco, es decir, que sólo nos parecen cómicos porque representan una comedia.
Pero por otro lado, en el teatro mismo, el placer de la risa no es un placer puro, un placer
exclusivamente estético, absolutamente desinteresado, sino que le acompaña siempre una
segunda intención que, cuando no la tenemos nosotros mismos, la tiene la sociedad para
con nosotros. A producir el efecto cómico concurre siempre la intención implícita de humi-
llar, y por ende de corregir, al menos en lo externo.” (Bergson, 1923: 103)
13
“Un excedente de recursos de los que la sociedad dispone de manera constante, en
ciertos puntos, en ciertos momentos, no puede ser objeto de una apropiación plena (no
puede hacerse un empleo útil, no se puede emplear para el crecimiento de las fuerzas
productivas), pero la dilapidación de este excedente se convierte ella misma en objeto de
apropiación. Lo que es apropiado en la dilapidación es el prestigio que ella da al dilapidador
(individuo o grupo) que es adquirido por el como un bien que determina su rango.” (Bataille,
2007: 80)
el cuerpo del otro tal como ellas están reglamentadas en un cierto
discurso o vínculo social. (Braunstein, 2006: 19)

La intensificación de los placeres en lo risible, sus disfrutes y el plus de


goce tienen una potencia política en lo que refiere a la constitución de la
subjetividad ya que los “bienes” valen para los sujetos y cifran el sacrificio
del don de lo risible.
Es precisamente el valor de la pérdida lo que consagra lo risible. Su
riqueza está en que se trata de una pérdida que no puede ser devuelta.
Estos gastos testimonian la impotencia operando a partir de la insu-
bordinación de prácticas capitalistas, las que requieren ser indagadas
en sus formas de expresividad en su fuerza productiva, en el tipo de
utilidad/inutilidad de su consumo y en el orden consagratorio que las
hace posible.

El purgatorio que no fue


4- El humor desde la Cooperativa Comunicar

Cuando se analizan los chistes estos se entienden como práctica inters-


ticial de un colectivo en particular: la Cooperativa de Trabajo Comunicar.
Los discursos sociales adquieren relevancia como dispositivos creadores
de sentidos, es así como la prensa escrita se vale del lenguaje gráfico
para expresar su manera “de ver el mundo”. 209
En este sentido, es donde adquiere relevancia tener en cuenta el contex-
to de producción del discurso. Contexto que como dijimos anteriormente,

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


esta marcado por la recuperación por parte de los trabajadores de la em-
presa editorial que se declaraba en quiebra, en medio de la crisis de 2001.
Aunque, la exploración de las secciones del periódico permite levantar acta
sobre la inexistencia de un espacio de toma de postura, de opinión colecti-
va, de un “decir editorializado”.
El “chiste” en tanto discurso social, adquiere relevancia para nosotros en
tanto objetivación de procesos subjetivos de un colectivo en particular.
En este contexto el análisis del chiste, como una expresión colectiva
que da cuenta de una trama de sensaciones y emociones, permite reco-
nocerlo (en el marco del modo de producción capitalista) como un ele-
mento que irrumpe en la cotidianeidad. La actitud humorística constituye
una práctica intersticial, que convive disruptivamente con el conjunto de
mecanismos y dispositivos regulatorios en tanto pliegue que dificulta el
acto colonizador.
Atento a lo antes expresado, se realiza un análisis de las viñetas de
humor producidas por la cooperativa. Como metodología se aborda el
chiste en dos dimensiones que hacen a su complejidad:
En primer lugar, el humor en tanto forma, es decir, aquella práctica que
opera como un elemento que permite descomprimir las situaciones que re-
sultan dolorosas o significan algún tipo de sufrimiento. El placer que genera
la actividad humorística radica en la re-apropiación de la energía/capital
que otro nos niega. En otras palabras, permite una ruptura en el uso y dis-
frute de las energías que son expropiadas cotidianamente.14
El humor contenido en los chistes permite a la Cooperativa invertir las
situaciones que le resultan conflictivas, dolorosas -el trauma de pasar a ser
cuerpos reciclados dentro de la reestructuración del capital- invirtiendo dicha
situación, re-apropiándose de las energías de las que “otro” se apropia.15
El uso del humor siempre tiene algo de disruptivo, de revelación, de re-
sistencia, de contestatario al poderío.16
Los caracteres de lo cómico pueden rastrearse en las formas, en los ges-
tos y movimientos, en los actos y situaciones, y en las palabras. Si hay algo
que se repite en todas esas expresiones de lo cómico es la sensación de lo
mecánico troquelando lo vivo. Allí donde el hombre ve lo mecánico, lo auto-
mático calcado sobre lo vivo, lo mutable, lo dinámico, le resulta cómico. Y allí
El humor en tiempo de crisis...

es donde debe buscarse la verdadera función social de la comicidad, poner


la mirada donde la vida pareciera desarrollarse automáticamente, allí donde
la vida pareciera desarrollarse como un “siempre así”. Por su parte, los ca-
racteres de lo cómico son la repetición –una combinación de circunstancias
que con ligeras diferencias se reproduce en muchas situaciones cortando
el curso cambiante de la vida–, la inversión –la situación que tendiendo las
redes a su favor, ellas luego han de envolverle–; la interferencia de las series
–una situación que perteneciendo a dos series de hechos totalmente inde-
pendientes es utilizada para una misma ocasión–. (Bergson, 2003)
210
En segundo lugar los chistes en tanto formas, en tanto aquel muta-
ble contenido que pueden adoptar; expresan un placer por parte de la
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

Cooperativa al permitirles desenmascarar, principalmente, lo que los irrita.


El humor político particularmente, es un componente de la comunicación
que se desarrolla fuera de los canales formales de la política y expresa la
confrontación entre la sociedad y el poder político.
En un contexto de crisis, la expresividad del humor adquiere particular
relevancia al tematizar determinados tópicos de la realidad que los afecta.

Como la motivación del chiste político se deriva de la frustración so-


cietaria por no poder influir en su propio destino, su expresión es cruel

14
Se trata, precisamente, de la importancia que tiene al analizar los chistes, el tipo de
disfrute que generan. En este sentido, la referencia es a la forma, valor y magnitud del
usufructo que ha sido expropiado. Este excedente, exceso de crueldad reveladora refiere a
determinada economía política en donde el plus está en la consagración del orden sagrado
de la risa atento a las relaciones de intercambio. De este modo el don de la risa es el orden
soberano en las relaciones de intercambio.
15
La referencia es a la presencia de determinados goces en la expresividad de los chistes,
en tanto que los bienes que están en juego generan modos de usufructo de una totalidad
ocluida para algunos. La cifra que se descifra aquí, es precisamente que “con el sacrificio
del don de la risa se consagran determinados bienes, utilidad y gastos”.
16
“El humor no es resignado, sino rebelde; no sólo significa el triunfo del yo, sino también
del principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circuns-
tancias reales.” (Freud, 1927: 2)
y su ataque inmisericorde, porque busca desenmascarar a los políti-
cos, desnudarlos, mostrarlos tal y como la sociedad los quiere ver y no
como quieren ser vistos […] La sociedad burlada por los políticos des-
cubre su impotencia ante un Estado con la suficiente autonomía como
para gobernar ocasionalmente contra ella, la sociedad toma revancha
mofándose de esos seres perfectos que tienen a bien conducirla. La
sociedad genera entonces una suerte modificada de la fábula del ro-
paje del rey. Ya no es el engaño sobre las ropas del rey, sino el despojo
del ropaje para que el rey vaya desnudo. (Schmidt, 1996: 4-6)

El chiste, permite rastrear qué se esta jugando desde el lado del pla-
cer, del disfrute y goce en la enunciación. En este sentido, es posible
preguntarse ¿cuál es placer en tanto experiencia de satisfacción?,17
¿qué se está jugando en lo que desenmascaran los chistes?

El purgatorio que no fue


El análisis realizado de las expresiones humorísticas permite clasifi-
carlas de la siguiente manera: a) conforme al tratamiento que hacen de la
clase política; b) respecto a las reacciones frente al modelo implementado
en plena crisis; y c) de acuerdo a la expropiación de las energías corpora-
les. Se expone a continuación cada una de estas observaciones.

4.1- Del tratamiento que hacen de la clase política

Con el humor la sociedad se sobrepone al trauma que le produce los efec- 211
tos perniciosos del juego político, en este sentido, siguiendo a Schmidt es el
desenmascaramiento lo que produce placer cuando no se puede intervenir

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


en los efectos que producen las decisiones de la clase política. Opera como
una especie de revancha social invirtiendo las posiciones de humillación e
intimidación.

Figura I Figura II

17
Lo interesante de interrogar los placeres en los chistes, es a cuenta de indagar qué tipo de
descompresión, baja de tensión se expresa. Precisamente la experiencia placentera como
experiencia primera de satisfacción es causada por determinados sacrificios que se sus-
penden cuando la emergencia del humor. El plus está en la expresividad de lo risible en sus
múltiples manifestaciones que emerge en sus caracteres y formas, lo que requiere ser puesto
en relación con su contenido y valores puestos en juego.
Aquí se observa cómo el placer entra a jugar desenmascarando el dis-
frute del usufructo por parte de la clase política de los bienes económicos
asociados al capital político. En este sentido, es donde se desnuda una
clase política ambiciosa en plena crisis; el humor descomprime la situa-
ción de impotencia de la sociedad por los abusos del poder poniendo en
desnudo los intereses de la clase política.
Esta apropiación por parte de los políticos de los bienes públicos es te-
matizada en el segundo chiste (FIGURA II), en el cual se desenmascara la
expropiación de capital por parte del intendente local en el marco de una
crisis de bienes colectivos e individuales, en donde nuevamente el placer
por parte del emisor se orienta a interpelar esa apropiación.
En este sentido, estos dos chistes grafican temas que fueron humorizados
recurrentemente por la Cooperativa. La apropiación por parte de los políticos
El humor en tiempo de crisis...

de los bienes públicos en un contexto de crisis pone en cuestión la corrup-


ción y la apropiación de los bienes colectivos por los mismos. La corrupción
e ineptitud por parte de la clase política es algo que irritaba a la sociedad en
general, al hacerlo risible permite llevarlo al extremo de la visibilidad porno-
gráfica evidenciando los niveles de soportabilidad en los sujetos.

4.2- De las reacciones frente al modelo implementado

212
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

Figura III Figura IV

Figura V
El primer chiste (FIGURA III) hace referencia a las medidas económicas
adoptadas en la crisis de 2001. El placer se juega en mostrar el conflicto
social. En el contexto de una época donde se puso en crisis la lógica
del “discurso único”, donde la vida social estaba regida por las políticas
económicas neoliberales, aparece el placer en mostrar tal fisura, es
decir, la reacción por parte de la sociedad ante las políticas económicas
adoptadas, desinvirtiendo la regulación de la sociedad por el imperio
del mercado.
Lo risible pone en evidencia nuevamente los mecanismos de soportabili-
dad presente en lo cotidiano y este plus que permite por un momento tomar
distancia de nuestra situación desde la risa, a su vez interpela la regulación
de las sensaciones por parte del modelo.
El segundo chiste (FIGURA IV) hace referencia a una de las soluciones
ejecutadas desde el gobierno, para compensar el congelamiento de los

El purgatorio que no fue


ahorros, que fue la implementación de los bonos. En este sentido, el chiste
desenmascara la propuesta por parte del gobierno de paridad bono-peso.
Esta idea de que los bonos no eran considerados dinero legítimo debido a
que el mismo no poseía la capacidad de producir “equivalencia” universal
entre mercancías, que sí conseguía “el peso”.
En este sentido, lo que está puesto en el centro del chiste es la expropia-
ción de energía de los ahorristas, al haber generado determinada magnitud
de valor mediante sus ahorros, que a partir del cobro en bonos, perdían ese
valor. Aquí lo risible se juega en invertir la relación de equivalencia del bono 213
con el peso, al bono con la bosta, donde nuevamente el plus de la risa nos
lleva por unos momentos desde el placer de la risa hasta la interpelación de

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


lo que nos desen-mascara.
Por último, la crisis de 2001 referencia a un contexto internacional, lo
cual es también tematizado por los chistes (FIGURA V). Aquí se ven las
marcas de las consecuencias del usufructo realizado históricamente por los
países dominantes en los países dominados, haciéndose más latentes en
el contexto de crisis por la que estaba atravesando el país en ese momento.
En este sentido, el placer se juega por desenmascarar esa totalidad olvi-
dada, es decir, la situación de país neocolonial y dependiente en el marco
del sistema capitalista, donde lo risible entra a jugar, esta vez no contra los
políticos, sino con la propia situación del país; como “doblemente jodidos”:
en crisis y dependientes.

4.3- De la expropiación de las energías corporales

Otros aspectos que tematizan los chistes es la expropiación de energías y


bienes por parte del sistema capitalista, situación que se percibe como un
robo del goce. En este sentido, los chistes des-invierten la lógica del “ajus-
te”, donde la reestructuración del capital en 2001 demandaba un régimen
corporal de no comer, no gozar y no sentir. La risa permite expropiar por
medio del placer las energías que el capitalismo niega.
Figura VI Figura VII
El humor en tiempo de crisis...

214
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

Figura VIII

Por esos días en la ciudad de Villa María se transformó en noticia el


hallazgo de un “sapo” de grandes dimensiones. En ese sentido, es posible
observar cómo lo que se está tematizando en el primer chiste (FIGURA
VI), a partir de la reflexión del animal respecto del peligro que corre su
vida a partir de haber adquirido visibilidad, es el hambre de la población,
ya que el mismo podía convertirse en comida.
El segundo chiste (FIGURA VII), se enmarca en la devolución de los
ahorros del “corralito”, caracterizado por grandes colas de espera en los
bancos. De este modo en el chiste de las dos abuelas, expresa la realidad
sentida en el cuerpo, resulta bastante esclarecedora respecto de la fanta-
sía de recibir dinero sin una tribulación. El chiste radica en que al fantaseo
de la primer abuela, la segunda le contrapone la cruda realidad, sentida
en el cuerpo. Pues la única forma de obtener “dinero real” (no bonos) sólo
podía obtenerse a través del sacrificio corporal (esperas y largas colas,
exposiciones al sol de verano).
Por último, el tercer chiste (FIGURA VIII) se contextualiza en las medi-
das económicas implementadas por el gobierno, lo que generaba impo-
tencia en la sociedad frente a la incertidumbre de las medidas a adoptar.
En este sentido, lo que se está tematizando a través del humor es una
imposibilidad de gozar sexualmente a partir de la expectativa que el anun-
cio de las nuevas medidas económicas genera en el hombre, y que no
pueden ser solucionadas siquiera por una persona con poderes mágicos.
Es decir, es nuevamente tematizada la expropiación del goce por la lógica
de reproducción mercantil.
La irritación, la frustración, la impotencia, la resignación son algunas
de las manifestaciones de un colectivo (la cooperativa) a través del poder
destructor y a la vez consagratorio del chiste. El placer se concentra en la
descompresión, baja de tensión que significa la risa como propiedad de un
colectivo y en ese sentido como lugar de no expropiación por el capital.
El disfrute (que) permite la emergencia del usufructo, de lo que fue ex-
propiado: forma de vida, la ilusión, la esperanza, el trabajo. La risa, práctica
intersticial que no se ajusta a los parámetros mercantiles, derroche de ener-
gías sin fin utilitario que colabora en dilucidar “el ciframiento/desciframiento”

El purgatorio que no fue


del goce en las relaciones de intercambio atento a las totalidades ocluidas.

5- Un cierre provisorio para las ondulaciones del plus en los chistes

Como se adelantara, la relación entre las crisis sociales y la dimensión


emocional de los individuos, en el caso de los trabajadores de El Diario del
Sur de Córdoba, se presentó de un modo paradójico. Esto se debe a que,
por un lado, el análisis de la historia de todo el proceso de cooperativiza- 215
ción lleva a considerarlo una instancia funcional al “reciclaje” demandado
por los regímenes corporales establecidos a partir de la reestructuración

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


del capital en 2001 (fenómeno sustentado en la eficacia de los mecanis-
mos de soportabilidad social y dispositivos de regulación de las sensa-
ciones), pero que por otro lado, a partir del análisis de los “chistes” como
materialización de los procesos subjetivos del colectivo de trabajadores
en cuestión, se puede observar la presencia de modos de expresividad
vital que, por su misma lógica, pone trabas a dichos regímenes.
La risa-humor efectúa una des-inversión de dichos regímenes, al hacer
evidente las mortificaciones generadas por el “ajuste” neoliberal.
En esta dirección se propone a los chistes analizados como espacios
donde las subjetividades se expresan de modo “intersticial”, ya que la mis-
mas ponen trabas a la lógica mercantil en dos dimensiones: a) en tanto
la “risa” se materializa en un excedente de energía corporal que no se
“ajusta” (es decir, contraria al ahorro ascético), y en este sentido, b) como
“derroche” que hace posible una des-inversión de lo contradictorio de los
regímenes corporales propuestos por el neoliberalismo.
En los “chistes”, lo risible se presenta como una instancia de re-apro-
piación de la energía expoliada en cuanto implica una práctica de derro-
che energético, derroche que se vuelve momento no funcional a la repro-
ducción de la estructura de la relación mercantil, en cuanto es generado
a partir de una instancia de des-inversión (los chistes) de los regímenes
corporales demandados por la reestructuración del capital en 2001.
En este sentido se aprecia el humor en una convivencia disruptiva, en
tanto cohabitan diferentes enclaves de economía política. El enclave de lo
risible reside en la posibilidad de luchar por descolonizar los mecanismos
y dispositivos regulatorios. Se considera que este enclave ha supuesto
rastrear las sensibilidades risibles respecto a trabajadores que se vuel-
ven reciclables/reciclados atento a determinada geometría de la pobreza
y gramática de los cuerpos.
Lo disruptivo del humor, que es “intempestivo y trae interrupción, ines-
tabilidad” en los mecanismos y dispositivos, se produce porque lo risible
se orienta al derroche, destrucción o pérdida. Supone la conciencia de la
estrechez de las necesidades sociales en esos procesos. Es vivificante lo
disruptivo porque tiende a sacrificar esas sensaciones de esos mecanis-
mos y dispositivos, consagrando la fantasía de lo risible. En esta se tiende
El humor en tiempo de crisis...

la búsqueda de la identidad/ intimidad humillada, perdida.


Esta apropiación se vuelve productiva respecto a la posibilidad de in-
terpelar, ya que el humor le permite al colectivo traspasar ciertos límites
y expresar pornográficamente los mecanismos de regulación de las sen-
saciones a los que se ve sometido cotidianamente. Pero en cuanto la risa
degrada/depreda la lógica de los mecanismos y dispositivos capitalistas,
se convierte en algo así como una economía improductiva, si se quiere
innecesaria. Así, “productividad e improductividad”, constituyen anverso y
reverso de un mismo aspecto de la Cooperativa que en última instancia
216 habilita un pliegue en la trama de la cotidianeidad.
La importancia de lo disruptivo está en el “don” de lo risible como forma
de intercambio. Lo risible como modo de intercambio irrumpe allí despil-
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano

farrando, derrochando, destruyendo todo aquello que parece útil en los


mecanismos y dispositivos, desinvirtiendo la lógica del “ajuste”. Y con-
tribuye a que la conciencia dirija su atención a estratos alternativos de la
regulación de las sensaciones. Dirigirse alternativamente implica un cierto
distanciamiento que pone trabas a las expropiaciones.18
El plus de ese distanciamiento, de esas sensibilidades en clave so-
ciológica, está en los placeres, disfrutes y goces que nos producen los
chistes como práctica intersticial.

18
“Habría que recordar siempre lo que los hombres encuentran deslumbrante cuando
ríen: su embriaguez abre una ventana de luz sobre un mundo que grita de alegría. A decir
verdad, este mundo brilla tanto que pronto tienen que apartar la vista. Necesita mucha
fuerza de voluntad quien quiere mantener su atención fija sobre ese punto de deslizamiento
vertiginoso. Cuando se analiza la risa en algún tratado, siempre se habla de su mecanismo.
Los estudiosos desmontan una y otra vez sus minuciosos mecanismos como si la risa, en
el fondo, fuera algo ajeno a su mente: evitan ver lo que su propia risa podría descubrirles
inmediatamente sobre la naturaleza de las cosas y sobre su vida.” (Bataille, 2005: 135)
Bibliografía
Bataille, Georges (1990), “El sacrificio, la fiesta y los principios del mundo
sagrado”, en Teoría de la Religión, Taurus, España.
(2005), El límite de lo útil, Losada, España.
(2007), La parte maldita, Las cuarenta, Buenos Aires.
Bergson, Henri (2003), La risa, Editorial Losada, Buenos Aires.
Braunstein, Néstor (2006), El goce, un concepto lacaniano, Siglo XXI,
Buenos Aires.
Cena, Rebeca (2009), “El uso del humor en los actores implicados en
acciones colectivas”, ponencia presentada en el XXVII Congreso ALAS,
Buenos Aires.

El purgatorio que no fue


Díaz Llorente, Federico. (2009), “La enunciación de la conflictividad so-
cial en el rubro “Locales” de El Diario del Sur de Córdoba ¿Regulación
de las sensaciones?”, ponencia presentada en el XXVII Congreso ALAS,
Buenos Aires.
Freud, Sigmund (2004), Más allá del principio de placer (1920-1992), Obras
completas, Tomo XVIII, Editorial Amorrortu, Buenos Aires.
Gandía, Claudia y Pedro Lisdero (2008), “Cooperativa de Trabajo
Comunicar Limitada. Introducción al conflicto por la recuperación del Ex 217
Diario de Villa María”, en Onteaiken Boletín sobre Prácticas y Estudios
de Acción Colectiva, N°6, Año 3, Diciembre. Disponible en http://www.
accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/ver/boletin6.htm

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Magallanes, Graciela (2008), Los placeres y sus vicisitudes, Trabajo final reali-
zado en el marco del Seminario de Doctorado “Psicoanálisis y política: la con-
dición inconciente de cultura y sociedad” a cargo de Blas de Santos, UBA.
(2009), Las experiencias placenteras escolarizadas, Proyecto de
tesis, Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
Marcuse, Herbert (1970), Cultura y sociedad, Editorial Sur, Buenos Aires.
Mauss, Marcel (2009), Ensayos sobre el don. Forma y función del inter-
cambio en las sociedades arcaicas, Katz, Buenos Aires.
Schmidt, Samuel (1996), “Política y Humor: chistes sobre el presidente
mexicano Carlos Salinas de Gortari”, en Revista Nueva Antropología, octu-
bre, año/vol. XV, número 050, Nueva Antropología A.C. México, pp. 49-70.
Scribano, Adrián (2007), “La Sociedad hecha callo: conflictividad, dolor
social y regulación de las sensaciones”, en Adrián Scribano (comp.),
Mapeando Interiores. Cuerpo, Conflicto y Sensaciones, CEA-UNC - Jorge
Sarmiento Editor, Córdoba, pp. 118-142.
(2009a), “¿Por qué una mirada sociológica de los cuerpos y las
emociones? A Modo de Epílogo”, en A. Scribano y C. Fígari (comps.)
Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s) Hacia una sociología de los
cuerpos y las emociones desde Latinoamérica, CLACSO-CICCUS, pp
141-151.
(2009b), “Sociología de la felicidad: el gasto festivo como práctica
intersticial”, Mimeo, Buenos Aires.

Otras fuentes consultadas


Ediciones de Diciembre de 2001 y Enero de 2002, de El Diario del Centro
del País. Cooperativa de Trabajo Comunicar Limitada. Sección “El humor
de Daniel”, por Daniel Sánchez, Villa María.
El humor en tiempo de crisis...

218
R. Cena, C. Gandía, F. Díaz Llorente, G. Magallanes, A. Peano
Territorio, política y prácticas del querer

Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

El purgatorio que no fue


1- Introducción

A
rgentina, diciembre de 2001. A pocos días de la navidad el mundo
entero miró hacia el “país del fin del mundo”. La evidencia de la
crisis económica, traducida en el desborde institucional y en la 219
movilización social de sectores históricamente indiferentes a “tomar las
calles”, revelaba algunas de las aristas de lo que fue un profundo proce-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


so de reestructuración del capital. La sistemática política económica im-
plementada durante décadas finalmente mostraba su rostro, impactando
cruelmente en la vida cotidiana de millones de hombres y mujeres. Una
economía históricamente rehén de los designios del Fondo Monetario
Internacional y de grupos económicos-financieros, así como la persisten-
cia de una corrupta cúpula que logró mantenerse impune en el poder, fue-
ron solidificando un siniestro Mundo del No –No hay trabajo, No hay edu-
cación, No hay salud, No hay seguridad social, No hay esperanza– que se
transparentó por aquellos días removiendo los límites de la tolerancia y la
soportabilidad social. Así, el hambre, la pobreza, el riesgo, el desempleo y
la injusticia empezaron a transmitirse como una “novedad” por televisión:
saqueos a supermercados, escraches de ahorristas en las sedes de los
bancos que habían confiscado sus ahorros, las tenebrosas (pero incom-
prensibles) cifras del “riesgo país”, concentraciones en espacios públicos
y niños con desnutrición comenzaron a ser, entre otras, escenas que los
medios masivos “mostraban” en sus programaciones con un atisbo de
sorpresa horrorosa y horrorizante. De este modo, la crisis institucional
–condensada en el paso de cinco presidentes en sólo doce días– y la
movilización de vastos sectores develaban la obscenidad de un modelo
económico que, lejos de mostrar sus límites, estaba metamorfoseándose
al costo de la muerte social de millones de argentinos.
Sin dudas, la crisis del 2001 impuso su propia estética y emocionali-
dad. Los días y meses que siguieron al “estallido” fueron poblándose de
acciones e iniciativas que, entre el cansancio, la bronca y la esperanza,
intentaron recrear la voluntad de un “volver a empezar”, pintando al país
de un “color esperanza” –ideas que, vale decir, llegaron a ser títulos de
canciones populares– de la mano de estrategias colectivas que comen-
zaron a multiplicarse a lo largo del país subrayando las oportunidades del
hacer y del hacer junto a otros en el ámbito de la política, la producción,
y el consumo. De este modo, múltiples asambleas populares, clubes de
trueque, ventas a granel, huertas comunitarias y cooperativas barriales
“explotaron” en la retaguardia argentina. Para algunos, éste fue el inicio
Territorio, política y prácticas del querer

de una nueva etapa organizacional y política concebida desde el retorno


a “prácticas primitivas” que fortalecerían los lazos sociales más próximos
en vistas del resurgimiento de un “necesario proceso solidario”. La ima-
gen era la del ave Fénix que resurgía entre las cenizas de la esperanza
perdida, aleteando sobre el deseo de “otra Argentina posible”.
En este sentido, la lógica de la esperanza se instaló no sólo en las
secciones “solidarias” que desde entonces ocuparon un lugar central en
la televisión y en los diarios, sino también en varias producciones inte-
lectuales escritas básicamente desde el “puerto”. Una extensa literatura
califica a este pasaje de la historia como “el argentinazo”, circunscribien-
do su rigurosidad empírica y la generalización de sus interpretaciones a
220 la “novedosa” aparición de agrupaciones de desocupados, piqueteros y
asambleas populares, mayoritariamente radicados en Capital Federal y
Gran Buenos Aires (Svampa, 2002, 2006; Masetti, 2005; Merklen, 2005;
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

Giarraca, 2002; Di Marco et al., 2003; Schuster et al., 2006).


Más allá (o más acá) de este revival político colectivo, los sucesos del
post-2001 detonaron en estos trabajos intelectuales la apuesta (en el sen-
tido estricto del término) por una crisis política que por su “espontanei-
dad”, “novedad organizacional” y “potencia colectiva” revelaba la certeza
de un devenir esperanzado “en un país en serio”. Sin embargo, y tras el
ejercicio de reflexionar sobre “aquellos días” con sujetos dispersos u orga-
nizados en barrios cordobeses, sus narraciones intersectan y revelan sin
metáforas, que el despojo y la desnudez son las sensaciones que igualan
a este cúmulo de historias mínimas.
El cansancio, la impotencia, el dolor y la bronca son manifiestos por
carreros, pobladores de ciudades barrios y miembros de cooperativas1
que habitan en el aquí y ahora del interior del país. Se trata de sensa-
ciones que en su puesta en acto bajo los regímenes del sentir “nueve
años después”, se chocan y atraviesan con los gérmenes de prácticas

1
Los conflictos, sensibilidades y prácticas que se indagan en este artículo se enmarcan
en el contexto de una serie de trabajos de investigación realizados por el Programa de
Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto Social del CEA-UNC-CONICET desde el año
2005. En este sentido, para contextualizar las trayectorias de los sujetos participantes de
los grupos de discusión sobre los que se basa este trabajo, véase Levstein, Boito (comp.),
2009; Boito, Cervio y Espoz Dalmasso, 2009; Cervio, 2007, 2008.
de resistencia que sólo pueden pensarse dentro de los márgenes orga-
nizacionales-territoriales, es decir, una especie de vuelta al barrio que se
percibe en la seguridad de conocer-se y ser conocido, de cuidar-se y ser
cuidado. Pero al mismo tiempo, se trata de un nuevo hacer situado en un
espacio conocido que debe redimensionarse porque “la crisis lo atrave-
só”: el barrio, el de siempre, ya no es el mismo; los vecinos/los próximos
son percibidos también desde la distancia que impone el quiebre, la frac-
tura, la desintegración y el desmembramiento colectivo. Para algunos, la
batalla empieza y termina en el barrio; para otros, la cooperativa o la orga-
nización barrial es el inicio de una apuesta política más amplia que busca
trascender las demandas originales (generalmente ligadas a estrategias
de supervivencia en la esfera productiva y asistencial), en la trabajosa
búsqueda de un cambio “para vivir un poco mejor”. En ambos casos, las
narraciones emergen impregnadas con la impotencia y la resignación que

El purgatorio que no fue


implica sentirse y saberse frente a un mundo que, aunque se lo lucha,
retorna dolorosamente como un siempre así.
Este trabajo tiene por propósito recorrer el entramado de sensaciones
y sentimientos que despiertan los sucesos del post-2001 en las memorias
colectivas de los sujetos cordobeses presentes en los grupos de discu-
sión realizados, a la luz de sus actuales estrategias territoriales y de las
prácticas de rebeldía inscriptas en las lógicas expropiatorias corporales
y experienciales que supone esta fase de acumulación. Para alcanzar
dicho objetivo se ha seleccionado la siguiente estrategia argumentativa. 221
En primer lugar, se exploran los modos de representar(se) el mundo e
intervenir(lo) reivindicados por los sujetos desde los intersticios de la re-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


presentación democrática, rastreando sus maneras de nominar y viven-
ciar la dimensión política de la conflictividad social post-2001. En segundo
lugar, se analizan las formas de sentir(se) en territorio, recuperando las
sensaciones ligadas al ámbito de lo próximo/cotidiano/conocido como es-
pacio de cuidado, de resistencia y de reclusión. Se rastrean las sensacio-
nes que circulan en torno a las prácticas del cuidado inscriptas territorial-
mente, enfatizando los códigos del sentir que (se) sitúan y (se) actualizan
(en) las específicas maneras de “apreciarse-en-el-mundo” que detentan
los sujetos enclasados. Finalmente, a modo de cierre, se interrogan las
prácticas reconocidas en cuanto posibilidades y constricciones del hacer
situado post-crisis.

2- Diálogos y lecturas sobre la conflictividad social post-2001 desde


los intersticios de la representación democrática

Una primera lectura del corpus obtenido de los grupos de discusión rea-
lizados en el marco de esta investigación, sugiere reparar en las conver-
gencias y divergencias presentes en las narraciones respecto a los modos
de representar(se) el mundo e intervenir(lo) reivindicados por los sujetos
a partir de los sucesos de diciembre del 2001, rastreando sus maneras de
nominar y vivenciar la dimensión política de la conflictividad social en este
período. Un primer acuerdo en la definición de la situación es asociar las
acciones de fines del 2001 a un proceso que, fundamentalmente, involu-
cró a lo que los entrevistados nominan “la clase media”. En este sentido,
en las narraciones aparecen referencias a medidas como “el corralito”2
como causa de la acción de protesta, reconociendo la expresividad de los
“cacerolazos” y, a posteriori, la caída presidencial.

L: El De La Rúa, que la gente se juntó, se juntó por la crisis que había.


W: Cacerolazo, cuando lo derrocaron
J: Sí, pero en el cacerolazo la clase humilde tampoco estuvo, es la
Territorio, política y prácticas del querer

clase media. (…) porque en el cacerolazo por el tema del corralito fue
de la clase media…
W: Los que tenían plata en el banco… (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo
entre un trabajador de call center, una miembro de cooperativa carre-
ros y un militante de la lucha por el agua)

En las narraciones, lo sucedido a fines de 2001 se subsume en una


matriz descriptiva y explicativa que entrelaza una doble dimensión. Por
un lado, es “económica”: se la recuerda como una crisis que condensa su
visibilidad, primero, en la manifestación de los ahorristas “de clase media”
frente los bancos y, posteriormente, en la figura del saqueo de la que se
222 saben y recuerdan partícipes, o al menos identificados en términos de
clase. Por otro lado, en las interpretaciones emergen metáforas físicas
que operan en la argumentación de forma categórica: la crisis es inter-
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

pretada como un conjunto de condiciones “explosivas o detonantes”3 que


activaron la acción en el marco de una lectura de presiones, reacciones y
afecciones particulares.
Lo central en el acuerdo de esta definición es la lectura despolitiza-
da de las protestas que se desarrollaron. De acuerdo a la explicación
que ofrecen los sujetos, y siguiendo la lógica de la argumentación antes
señalada, se trata de la reacción de cuerpos que hicieron “lo que tenían
que hacer” cuando ya no les quedaba otra re-acción posible: protestar
ante los bancos en un caso, saquear en otros. Sin embargo, los pobla-
dores de ciudades-barrios y los carreros insisten en enfatizar el interés
de clase que signó la movilización –“les tocaron los ahorros”– así como
la situación diferencial en cuanto a las posibilidades de atravesamiento
de la crisis, signada por desigualdades de clase referenciadas en la ca-

2
Medida establecida por el Banco Central de la República Argentina que decretaba la res-
tricción para los retiros de dinero en efectivo y la prohibición de efectuar transferencias al
exterior. En diciembre de 2001, la confiscación de los ahorros, propició múltiples acciones
de protesta, siendo elocuentes los “cacerolazos” y “escraches” de ahorristas frente a las
sedes bancarias en las principales ciudades del país.
3
D, pobladora de una ciudad-barrio, manifiesta que el “detonante” de la acción: “fue por la
inflación” (GdeD1, Córdoba: 2009).
pacidad de stock y en el acceso a recursos.4 En este sentido, la afección
“por derrame” expresada por los sujetos alude a un sufrimiento que se
(in)corpora, primero como una especie de lógica en cadena –“porque si
la clase media no tiene para pagarte un escombro, una sacada de rama,
vos no tenés cómo vivir”–, para retornar luego con el énfasis de las mar-
cas de clase que, en contextos “críticos”, profundizan sus demarcaciones
excluyentes –“nosotros somos siempre los más afectados, más allá de
que tengan en el corralito agarrada la plata” (GdeD1, Córdoba: 2009. L,
miembro de cooperativa de carreros).

W: Pero más que nada yo creo en el 2001 el estallido social sale de


la clase media que tenía depósitos en el banco y una vez que le in-
cautaron los depósitos empezaron a protestar, y de ahí se derramó
hacia abajo; gente que estaba necesitada, con hambre y aprovechó el

El purgatorio que no fue


momento para…
L: No no no… de ahí salimos todos afectados, porque la clase media,
por ejemplo, antes los que trabajaban en el carro no podían hacer
nada, porque si la clase media no tiene para pagarte un escombro, una
sacada de rama, vos no tenés cómo vivir. Entonces nos afecta a todos,
no solamente a la clase media.
W: No, no, pero yo digo… Está bien, cuando se rompe todo, todos
sufren de una forma o de otra el empeoramiento de las cosas. Pero en
2001 para que… 223
L: Pero la clase media, te voy a decir, la clase media a lo mejor tenía
en la casa fideos o cosas porque tienen cómo guardar, en cambio no-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


sotros somos siempre los más afectados, más allá de que tengan en el
corralito agarrada la plata.
W: Está bien, pero yo digo que lo que terminó generando, de que ter-
minó saliendo a la calle, fue esa clase media de Buenos Aires con la
olla… (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre un trabajador de call cen-
ter y una integrante de cooperativa de carreros)

El registro mediático de la expresividad de la protesta centrada en la


reunión de piqueteros y ahorristas, aparece en el recuerdo de algunos en-
trevistados y es marcado como una especie de señuelo de “la clase media”
por parte de los pobladores de ciudades-barrios. La fantasía social de haber
estado juntos ahí (juntos por un instante condensado en la letra del cánti-
co “piquete y cacerola, la lucha es una sola”), también es proyectada por
parte de un trabajador de un call center como deseo futuro de “articular” las
experiencias hoy dispersas. Sin embargo, las intervenciones de carreros y
miembros de ciudades-barrios operan tajeando esa fantasía, indicando el

4
Para una lectura complementaria de esta “diferencialidad”, véase el análisis de D’Amico
y Vergara en este mismo libro, respecto de los límites entre los “cuerpos en riesgo de em-
pobrecimiento” y los “cuerpos precarios” en sus posibilidades de afrontar no sólo la crisis
sino su propia reproducción física.
lugar diferencial de cada uno, tanto en el momento de la protesta como en
la re-estructuración de la cotidianeidad que produjo.

A: A mí, por ejemplo, el 2001, el 2001 me encuentra entrando a la uni-


versidad. Y ahí, cuando entro a la universidad, empiezo a ir a Villa El
Libertador a hacer alfabetización (…) Estábamos ahí, ahí uno empieza
a inquietarse, participar, y nos agarra el 2002, el 2001, con todo este
quilombo, y bueno, pero yo lo veía desde afuera, porque yo no vivía
ahí, es muy diferente.
S: Fue bravo ahí, en Villa El Libertador, yo vivía ahí, y había quedado
sola yo con los menores y ahí fue bravo, fue de terror, se metían, hasta
Territorio, política y prácticas del querer

se metían en las casas, para pegarte, los chicos, una balacera (…) Un
descontrol. (…) Se metía la policía porque, claro, venían corriéndolos
a los chicos. (…) Se metían y… Les tiraban la puerta. Ahí, Libertador,
Comercial, fue de terror. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre un tra-
bajador de call center y una pobladora de ciudad-barrio)

Así la “teoría del derrame de la protesta” expuesta por el trabajador del


call center aparece como el reverso –igualmente ideológico y solidario–
de la fantasía desarrollista y modernizadora del “derrame de la riqueza”,
que obtura la posibilidad de reconocer una temporalidad e intensidad dis-
tinta de “lo crítico” y sus formas de mostración o puesta en escena social,
224 según la posición ocupada en la estructura. Además, las intervenciones
de carreros y pobladores de ciudades-barrios actúan cuestionando la fan-
tasía de unión-articulación desde otros fundamentos: indican el proceso
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

de enceguecimiento clasista de la continuidad, perdurabilidad e incremen-


to del horror social cotidiano que caracteriza las condiciones de existencia
de estos grupos post-“estallido”. Si en el grupo de discusión –al observar
las imágenes disparadoras– una carrera afirmaba que se trataba “(del fin
del gobierno) el De La Rúa, que la gente se juntó, se juntó por la crisis que
había”, al interior del espacio barrial en contexto de segregación urbana
el impacto fue inverso:

L: El 2001 nos desunió. Cada uno se fue por un lado, peleando por lo
suyo, “ah, porque aquel me daba más”. “Yo te doy un plan, si vos venís
a mi organización yo te voy a hacer que a tu marido también le den el
plan”. (GdeD1, Córdoba: 2009. Miembro de cooperativa de carreros)

Con relación a los momentos de crisis, las expresiones de quienes ha-


bitan en asentamientos, y de manera más marcada en ciudades-barrios,
refieren a procesos vinculados fundamentalmente con el hacer o el dejar
de hacer de las distintas unidades burocráticas públicas –el programa
FOPAR5 y la falta de alimentos, la intromisión de la Municipalidad con

5
Fondo Participativo de Inversión Social, programa del Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación (Subsecretaría de Promoción Social - Dirección Nacional de Asistencia Comunitaria).
relación a la recuperación de residuos que venían realizando los cirujas,
el traslado a la nueva urbanización y los obstáculos en la vida cotidiana
en el nuevo escenario– así como a situaciones crónicas o históricas –las
inundaciones de las viviendas ubicadas en las márgenes del río o cana-
les, y hasta abandonos generacionales del Estado sobre algunas activi-
dades productivas, como por ejemplo el trabajo de los changarines en el
Mercado. De esta manera y en relación con lo expuesto más arriba, el
2001 es referenciado como un momento de “explosión” que detonó re-
acciones ligadas a “hacer lo que tenían que hacer”, pero también como la
“implosión” de un precario edificio estatal-asistencial que frente a la crisis
redimensionó –(re)incorporando– el espectral continente del abandono.
La temporalidad de lo que aparece como “crisis” tiene una inscripción
particular en el caso de los habitantes de Ciudad de Mis Sueños. Los trasla-
dos a estas urbanizaciones –concretados unos años después de los suce-

El purgatorio que no fue


sos de diciembre de 20016 – fueron vivenciados por los narradores como el
impacto de una “topadora social” actuante sobre las solidaridades territoria-
les existentes en los asentamientos, así como en las estrategias de sobrevi-
vencia factibles desde la nueva ubicación socio-urbana. Son estos cambios
los que aparecen referidos como portadores de mayor conflictividad para el
grupo, aunque también hay referencias a lo que implicaba vivir (antes) en
los márgenes del río o sobre zonas con altos riesgos de inundación:

P: Bueno, si vamos por la gente de nuestro barrio, allá en la costanera 225


todo el mundo tenía trabajo. No digamos “qué cantidad de trabajo”,
pero tenía el plato de comida todos los días. Hoy en día recién están

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


queriendo organizarse un poco, porque costó muchísimo la lejura,
gente que vivía en la Villa La Maternidad tenía en Juniors trabajo, en
Maipú tenían trabajo, los cartoneros iban al centro a dos pasos y tenían
para hacer la changuita del día. Cuando los cambiaron allá no. (GdeD1,
Córdoba: 2009, pobladora de ciudad-barrio)

P: Pero la última fue la que rebalsó a nosotros, imaginate que uno


tenía la casa, y el agua acá le llegaba. Entonces, todo lo que uno tuvo
adentro, lo perdió todo, no nos quedó nada. Los chicos lloraban des-
esperados, entonces fue cuando ahí a nosotros nos agarró gente del
gobierno y nos llevó (...)
M: Eso fue antes de que fueran con las topadoras ahí, un poquito antes,
digo, la inundación fue un poquito antes. (GdeD2, Córdoba: 2009.
Pobladora de ciudad-barrio y militante de la lucha por el agua)

S: (...) yo salí a buscar trabajo, no cambió nada, me cierran las puer-


tas… vivo muy lejos. O sea, aparte cuando yo presento mi currículum

6
El 14 de junio de 2004, el entonces gobernador De la Sota, inaugura las 565 viviendas
de este complejo habitacional ubicado en el sudeste de la ciudad, por fuera del anillo de la
Circunvalación.
me dicen que no, por el barrio no, ehh. Para mí no no… ta igual eh! [en
comparación con 2001]
D: No hay saqueos nomás. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre po-
bladores de ciudad-barrio)

Es interesante señalar que carreros y pobladores de Ciudad de mis


Sueños comparten una visión sobre una especie de “Gran Tiempo” o ciclo
social respecto de una forma de protesta en la que se reconocen, como es
el caso del saqueo. Desde este lugar de interpretación, el 2001 más que
“bisagra” o “acontecimiento” –definición que caracteriza las perspectivas de
los narradores– fue un instante de re-emergencia del momento expresivo
Territorio, política y prácticas del querer

de la necesidad material de estas clases bajo la modalidad del saqueo. El


carácter novedoso e inaugural en el sentido de “nuevas formas de hacer po-
lítica” que marcan otros miembros del grupo de discusión, desaparece en
los dichos de carreros y expulsados de la ciudad, quienes conectan ese ins-
tante de “habilitación social de la protesta como saqueo” con expresiones
previas –y como potencialidad presente/futura de actualización– de esta
forma de intervención propia de quienes ocupan las posiciones subordina-
das en la estructura social. El siguiente es un diálogo circunscripto a esta
vivencia, donde quedan fuera los demás participantes del grupo:

C: Sí, 2001, 2002, principios del 2002.


226 D: En una avenida, en un supermercado, en la carnicería cuando sa-
queaban, empezó a saquear la gente.
C: Si ahí en el barrio en todos lados saqueaban…
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

D: Por la inflación (…) ahora va a volver cuando nos aumenten el cos-


pel nomás.
C: Sí pero en ese tiempo saquearon por todos lados, ahora uno no
puede saber.

D: después hubo saqueos pequeños pero no recuerdo bien los años.


C: Y ahí fueron todos los saqueos.
J: No, no, que en el tiempo de Alfonsín también hubo saqueos.
D: Sí, en la época de Alfonsín sí.
C: Pero este no, este es cuando estuvo De La Rúa. (GdeD1, Córdoba:
2009. Diálogo entre pobladores ciudad-barrio y miembros de coopera-
tiva de carreros)

Sin embargo, las perspectivas coinciden en la construcción de la expli-


cación de esta modalidad de protesta como “revolución del estómago”: el
saqueo es la reacción del cansancio transformado en sentimiento cotidia-
no de impotencia de cuerpos fatigados de protestar, cansados de no ser
escuchados. Pero en este sentido es importante recordar la agudeza de la
crítica de E. P. Thompson (1979) sobre aquellas interpretaciones que sos-
tenían este carácter –de revoluciones del estómago– para las acciones
colectivas de los campesinos ingleses más pobres a partir del incremento
del precio del pan. De acuerdo con el autor, se trata de construcciones
ideológicas, tanto en la explicación desde el sentido común como desde
la doxa científica. Los modos de protesta y acción directa que estudia en
Tradición, revuelta y consciencia de clase (los motines por el precio del
pan en épocas de escasez, el incendio rural premeditado, y más adelan-
te las cartas anónimas de amenaza, agravio o demanda en sociedades
con algún desarrollo de procesos de alfabetización) configuran tácticas
de resistencia y protesta popular cuya dimensión política puede ser re-
conocida a partir de la referencia a la experiencia cultural de clase en la
que se inscribe. En los casos señalados hay experiencias y registros en
la conciencia de los sujetos que suponen otras prácticas –fundamental-
mente económicas– que se valoran por encima de la emergencia de los
cambios. Si bien en las situaciones analizadas por Thompson prevalecen
expresiones que se incluyen en contextos de protesta y lucha popular, la

El purgatorio que no fue


rebeldía en sentido más amplio también se puede reconocer en prácti-
cas menos extra-ordinarias que remiten a la persistencia de solidaridades
intra-clase, a la valoración de la actividad económica como medio y no
como fin, en adecuación con una estructura de necesidades orientada al
valor de uso de la mercancía, etc.
Retomando las expresiones analizadas, se puede considerar que esta
coincidencia interpretativa entre sujetos que se reconocen como pertene-
cientes a distintas clases, sustrae la posibilidad de identificar la coexisten-
cia de diferentes estructuras de experiencia dentro del mismo escenario 227
social; estructuras configuradas por experiencias culturales de clase dife-
rentes que no siguen el modelo mecánico de fuerzas físicas que hacen

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


estallar o detonar la acción. No considerar el carácter cultural y de clase
de estas prácticas fagocita la potencialidad conflictual del antagonismo
que portan.
Así, lo nominado como reacción “explosiva” es lo otro de la acción po-
lítica, que aparece referida como posibilidad excluyente de otras clases,
y/o desplazada hacia otros tiempos.7

C: No se le armó un cordobazo al gobierno porque realmente la gente


no quiso, porque sino yo pensaba que se iba a armar eso. (…)
W: Pero lo que pasa es que hay cosas diferentes, acá te aprieta la panza
y en el cordobazo también había mucha ideología política. Estaba bien
separada la ideología política. La gente está escéptica de la ideología
política porque no les cree a los políticos.
D: La gente ya no sale a protestar porque está cansada.
L: Lo que pasa es que en el cordobazo era gente grande y gente que
venía luchando de otra forma.
C: Lo que pasa es que el cordobazo la mayoría de la gente era gente
estudiante...

7
Algunas de las implicancias de la ratificación de esta construcción serán trabajadas
más adelante.
L: Y los pensamientos de los jóvenes de ahora son otros: tratar de re-
clamar lo menos posible, pero a la vez reclamar. A mí no me gusta ir a
una marcha a protestar para que me golpeen o para agredir a alguien.
C: Pero llega un momento que la gente se cansa y hace cualquier
cosa.
L: Me gusta que me den sin tener que hacer eso. Pero cuando no te
dejan alternativa hacés lo que… [alguien o varios le completan la frase:
lo que tenés que hacer].
J: Noo, no, pero son dos cosas totalmente diferentes. El cordobazo
fue organizado por gremios y estudiantes y la protesta por la mejor ca-
lidad de vida [D: por los derechos] y la gente como nosotros, la gente
Territorio, política y prácticas del querer

más pobre prácticamente no participó de esos, de esos movimientos…


(GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre carrero no organizado, poblado-
ra de ciudad-barrio, trabajador de call center, miembro de cooperativa
de carreros y militante de la lucha por el agua)

El “Cordobazo” aparece reiteradamente en las expresiones de los in-


tegrantes de los grupos de discusión como experiencia a recuperar del
pasado, pero también como fantasía proyectada post-2001, con miras a
configurar el “movimientazo” como articulación de experiencias territoria-
lizadas que se fueron desarrollando después del “Argentinazo” (2001). Sin
embargo, como se evidencia en la cita anterior, esta lectura “actual” del
228 “Cordobazo”, desde el encuadre ideológico hegemónico que remite a la
“derecho-humanización” de la protesta,8 impregna las interpretaciones en
el presente –[una] protesta por la mejor calidad de vida (D: por los dere-
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

chos)– licuando la conflictualidad clasista –pasada y presente– de esta


acción colectiva. ¿Quiénes son capaces de organización? Gremios y es-
tudiantes; la gente “más pobre”, quienes no participan en esos movimien-
tos, reclaman, se cansan de reclamar hasta que “hacen lo que tienen que
hacer” y el tiempo “social” marca la posibilidad del saqueo.

8
Scribano utiliza la expresión entrecomillada. Por “derecho-humanización” de la acción
colectiva, y en especial de la protesta social, entiende la expansión y reproducción de las
formas y estéticas de aquellos movimientos “aplicados” a conflictos y redes conflictuales que
poco tienen que ver con los “originales”, con un alto riesgo de “desfondamiento de su sen-
tido”. En la actualidad, la “lucha por los derechos” aparece como una forma vacía en la que
se subsumen de manera equivalencial demandas no sólo diferentes sino desiguales. Esto
se expresa sintomáticamente en la fuerte apropiación de algunos recursos expresivos en las
situaciones de protesta protagonizadas por colectivos que plantean cuestiones sociales he-
terogéneas. “Usar las frases, esquemas de marcha, estilos ‘militantes’, recursos expresivos
y las modalidades de demanda de los movimientos de derechos humanos para las luchas en
contra o a favor de la estatalizaciones y/o nacionalizaciones, en contra o a favor del ‘campo’
tiene, al menos, consecuencias no deseadas (y/o no buscadas) en los formatos originales.
En uno u otro sentido, borra, ocluye o ‘des-virtúa’ las posiciones (y condiciones) de clase de
los ‘sujetos-en-acción’ produciendo una redefinición de los formatos y estéticas utilizadas. Un
ejemplo de lo que se quiere afirmar lo constituyen los escraches que han sido utilizados por
H.I.J.O.S, por algunos simpatizantes de la Mesa de Enlace y por familiares de los muertos en
Cromagnon” (Scribano, 2009a: 105). Sobre este tema, véase Boito (2007).
Para los autonominados “gente de trabajo” o “gente de clase media”, la
persistencia de ese deseo de articulación se manifiesta literalmente como
u-tópica. Se desplaza y aparece en otros escenarios:

W: Yo lo ví desde otro lado al 2001 porque yo estaba en Buenos Aires,


en ese momento estaba en Buenos Aires (…) y vivía a 5 cuadras del
obelisco en un barrio digamos medio carteludo que era barrio norte y
la gente de Buenos Aires es diametralmente opuesta al pensamiento
del interior. (…) O sea, la clase media de Buenos Aires, es clase media
bien, bien puesta y cuando exige lo suyo se unen entre todos y van
para adelante.
J: Y pelean todos juntos.
W: Y están organizados porque tienen otra concepción de cómo lle-
gar a las cosas. Acá tal vez el carrero pelea por su lado, la que tiene

El purgatorio que no fue


el comedor de copa de leche va por el otro y no termina siendo una
concepción de una organización general para la protesta. En cambio
en Buenos Aires [D: son más unidos] el comerciante, el mediano pro-
ductor, el que tenía un negocio, sabía cómo era y automáticamente fue
que se empezaron a salir todos… y a cortar calles.
D: En Buenos Aires siempre más unidos, la villa esa que estaban tras-
ladando salió toda la gente a pelear. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo
entre un trabajador de un call center, una pobladora de ciudad-barrio y
un militante de la lucha por el agua) 229

La articulación de experiencias territorializadas o de cuestiones socia-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


les que expresan las clases como demanda-reclamo que “en otro tiempo
será posible” –diferida al futuro, a partir de la confianza en que “otro
2001 no nos va a agarrar igual”– o “en otros lugares es-será posible” –en
Buenos Aires donde “son más unidos”, donde la “clase media” “es clase
media bien, bien puesta y cuando exige lo suyo se unen entre todos y
van para adelante”– aparece en estas narraciones como una suerte de
potencia utópica-esperanzada (Bloch, 1976), anudando el deseo “de or-
ganizarse” con la confianza en la historia colectiva que impregna al aquí
y ahora “nuestro”.
En esta línea, este grupo coincide en que lo acaecido en diciembre de
2001 fue una “bisagra” en cuanto al aprendizaje y el “despabilar” socio-or-
ganizativo: “Se nos abrieron los ojos a pesar de no tener estudios” (GdeD2,
Córdoba: 2009, D.). En efecto, se lo valora de manera positiva a partir de
expresiones que van desde sentir “alegría” por la movilización y la pro-
testa, pasando por reconocer la oportunidad para organizarse y resolver
ciertas necesidades –“trayendo” a la memoria, por ejemplo, las asambleas
y organizaciones que a partir de esa fecha desarrollaron trabajos barriales-
territoriales en Córdoba– hasta llegar a manifestar que, en caso de ocurrir
“otro 2001”, hoy no se encontrarían en la misma posición. Básicamente,
se trata de experiencias de auto-representación generadas a partir de
ciertas prácticas territoriales que buscaron fortalecer una capacidad de
auto-determinación efectivamente autónoma y sostenible por fuera de los
tradicionales intereses gubernamentales y no gubernamentales.

E: Yo creo que similar, o igual, no se va a dar como fue el movimiento


de 2001. Me parece que hay problemáticas que se siguen suscitan-
do, que no cambiaron con los cacerolazos, el movimiento, esta des-
obediencia civil que hubo en el 2001. Pensando en las condiciones
de trabajo, particularmente, donde digamos se cambió el trabajo en
negro que había en los ’90 por trabajo precarizado. Y me parece que
en este momento han emergido, por ejemplo, pluralidad de luchas,
de movimientos sociales, que son bastante interesantes como para
Territorio, política y prácticas del querer

pensar, intercambiar como herramientas, pensamientos, formas de


lucha, que es lo que nos puede llegar a servir a nosotros, que les
puede servir a los otros. Se han constituido como redes de acción
que me parece que están bastante buenas; que esas pujan por re-
marcar una problemática de la sociedad. (GdeD2, Córdoba: 2009.
Trabajador de call center)

J: … Y eso es lo que surgió a través del 2001. Inconscientemente, no-


sotros no nos damos cuenta, pero le vamos buscando la vuelta: “no,
esto nos cagó, esto no, vamos por acá también”
D: Se nos abrieron los ojos a pesar de no tener estudios.
230 J: Nos han abiertos los ojos ¿me entendés? Alguna manera le estamos
buscando. La vuelta, hasta que la encontremos.
C: No la encontramos bien, pero algún día vamos a mejorar. (GdeD1,
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

Córdoba: 2009. Diálogo entre militante de la lucha por el agua, una


integrante de cooperativa de carreros y pobladora de ciudad-barrio)

Diciembre del 2001 aparece así como un momento compartido que ha


actualizado y reconfigurado significativamente las maneras de saber(se)
y sentir(se) en lucha. La crisis se reitera en el discurso de estos sujetos
como instancia paradigmática que, además de organizar el horizonte pre-
sente de sus percepciones, opera rearticulando las reflexiones sobre el
pasado, motivando incluso cierta re-interpretación de la historia de repre-
sión militar –luego devenida neoliberal– así como de la progresiva des-
institucionalización estatal, desde las lógicas del cansancio y la impoten-
cia vivenciados masivamente en aquel momento.
Estos sucesos impactan de forma decisiva, aunque tensional y con-
tradictoria, en las maneras de imaginar las capacidades de organización
y representación política. A nueve años del 2001 éste continúa siendo
vivenciado como momento “bisagra”, donde al recuerdo de la horizontali-
dad y la fuerza de desborde de la “bronca de la gente” –que activaron la
conciencia de una negación de la política partidaria relativamente com-
partida– le siguen referencias a procesos de fragmentación organizativa
y desinteligencia colectiva que obturaron alternativas y proyectos de cam-
bio, condenándolos a diluirse en su propia heterogeneidad.
No obstante, así como hay una convergencia en el señalamiento y en
el énfasis positivo del carácter a-partidario de la protesta, en el post-2001
se identifican y se valoran en términos negativos ciertas formas de in-
tervención estatal que operaron cooptando las posibilidades de acción.
Cierto contra-status o status reivindicativo de ciudadano dado por la lucha
organizada y colectiva articulada en el 2001, se debilitó a partir de la res-
puesta estatal a esta crisis manifiesta en la implementación extensiva de
los planes y subsidios sociales, la oferta de recursos limitados para gran-
des colectivos o la cooptación de dirigentes a través de puestos políticos,
en el marco de procesos de profesionalización de la militancia y de una
articulación entre “paquetes” estatales y de ONG’s en relación con las
demandas sociales.

L: A mí en el 2001 directamente rompió todo. Porque nosotros tenía-

El purgatorio que no fue


mos, aparte de la cantidad de niños, teníamos una cantidad inmensa
de gente que estaba toda por un propósito, era por vivir un poquito
mejor, vivir dignamente, poder trabajar, porque la lucha de nosotros
siempre fue que nos dejaran trabajar (…) Teníamos los comedores,
las copas de leche, todo funcionaba bien, la gente colaboraba, cuando
pasó lo del 2001 ahí fue cuando la gente se empezó a dividir, porque
cada uno, ahí fue cuando pusieron el plan, la gente ya no venía a hacer
el trabajo o a hacer lo que hacíamos antes porque para tener el come-
dor salíamos a veces a pedir, porque nos daban para cierta cantidad 231
te daban cierta cantidad y no te daban más, entonces al ser tantos,
nosotros nos juntábamos un grupo de mujeres y salíamos un día, otro

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


grupo salía otro, entonces éramos muchos.
W: Eran más unidos. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre una miem-
bro de cooperativa de carreros, una pobladora de ciudad-barrio y un
trabajador de call center)

Se manifiestan diferencias entre los entrevistados que tenían participa-


ción en colectivos antes de 2001 y aquellos que empezaron a configurar
sus prácticas posteriormente. En el primer caso, el 2001 aparece como el
momento del fin de la herencia fantasiosa de la “democracia autosuficiente”
de los 80’ con la que “se come, se cura y se educa”;9 mientras que para el
segundo grupo, los sucesos de diciembre son percibidos como la inaugu-
ración de un tipo de tránsito en la “joven democracia”, con acumulaciones
significativas en cuanto a las capacidades de lucha y organización-resolu-
ción de necesidades sociales (como puede observarse, por ejemplo, en los
dichos de E., un joven trabajador de call center anteriormente citado).

9
Dicha fantasía, deudora del discurso alfonsinista durante la etapa de recuperación demo-
crática abierta en 1983, introduce la democracia formal como reemplazo y al mismo tiempo
“olvido” de las fuerzas económicas de las que depende el comer, curarse y educarse. Para
una genealogía de los mecanismos de producción y reproducción de ésta y otras fantasías
argentinas en su vínculo con la soportabilidad social, véase Scribano, A. (2005).
Desde esta suerte de-velamiento de la democracia que marca el 2001
se hace evidente un aprendizaje corporal de sujetos y colectivos en lucha
que, desde la necesidad de “buscarle la vuelta” a una situación de creciente
expulsión social, ha forzado un re-encuentro con la política micro –barrial,
vecinal, cotidiana– por momentos alternativa, y otras veces paralela a los
canales tradicionales de representación.

J: Entonces ¿qué es lo que sucede? Lo peor del terrorismo de Estado,


desde mi punto de vista, desde mi entender, se vio en plena democracia
¿Por qué? Porque nosotros, como plenos miembros ciudadanos, pensa-
mos que en el 83 con la democracia, no estando la dictadura militar, pen-
Territorio, política y prácticas del querer

samos que nosotros íbamos a vivir mejor, mucho mejor. (…) Pero ¿qué
pasa? Empezaron a entrar esto que es la resaca, lo peor de lo peor de la
dirigencia a todo nivel político, social. Entonces hasta que nosotros nos
fuimos dando cuenta de que los dirigentes políticos no nos representa-
ban empezamos a organizarnos entre nosotros. Es un proceso largo.
(GdeD1, Córdoba: 2009. Militante de la lucha por el agua, extracto del
diálogo con pobladores de ciudad-barrio y trabajador de call center)

W: Mirá la concepción que estamos teniendo como sociedad. Que al


tipo no le interesa nada, no le interesa el club, no le interesa nada. Y
él subió ahí, tan sólo para ver si se salvaba él. Entonces cuando todos
232 pensamos en que me salve yo y que vos con tu carro te mueras, no
solucionamos nada. Socialmente no solucionamos. Y que este es un
cambio cultural, que va a llevar tiempo, la democracia nuestra todavía
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

es muy joven. (GdeD1, Córdoba: 2009. Trabajador de call center, ex-


tracto del diálogo anterior)

El recorrido planteado hasta aquí –siempre desde las experiencias co-


lectivas que atraviesan el relato intersubjetivo– permite exponer, enton-
ces, al menos dos maneras de nominar y vivenciar la dimensión política
de la conflictividad social a partir del 2001.
Por un lado, las dinámicas de subjetivación política correspondientes
a ciertos modos de ser-ciudadano, sostienen una relación especular con
una serie de fantasías y fantasmas sociales manifiestos por los entrevis-
tados respecto de las propias posibilidades de representación dentro del
mismo. En este sentido, y considerando la perenne centralidad del trabajo
en la definición de la condición de ciudadano, con la creciente mercan-
tilización de la desocupación propiciada por la política social del Estado,
desde el 2001 se produce una actualización de mecanismos históricos
de control y fragmentación de las identidades colectivas conflictivas.10

10
Sobre la reconfiguración de estos mecanismos y sus implicancias en relación con la
trama conflictual colectiva post 2001, a partir del estudio del caso de la Cooperativa Junín
recuperada por sus trabajadores y de las agrupaciones de empleados de call centers de la
Ciudad de Córdoba, puede consultarse el trabajo de Lisdero y Marengo en este libro.
Con estrategias en apariencia “reparadoras” como los subsidios y planes
sociales, en la práctica se abonan fuertes disrupciones en la política de
identidad de los colectivos y se fomenta un estatus de ciudadano incluido
desde una dependencia individual y material del Estado, alejado de toda
posible condición política y de supervivencia autónoma.

L: Éramos más unidos. Cuando pasó esto es como que los planes so-
ciales hizo también un poco a la gente ser egoísta, en el sentido “no, yo
trabajo las 4 horas nada más”. “Se me pasaron las 4 horas, ya cumplí”.
Porque te decían que cumplieras, trabajabas por $150 y punto.
D: Ya no pasaba por otro lado…
L: Ya no pasaba por lo social, como estábamos antes nos juntábamos
y hacíamos para todos. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre miem-
bro de cooperativa de carreros y trabajador de call center)

El purgatorio que no fue


En el caso de los sujetos auto-definidos como pertenecientes a sec-
tores medios, donde el acceso al trabajo existe aunque en condiciones
de precarización, el miedo a la des-posesión obtura fuertemente la lucha
colectiva en el presente, aún cuando la posibilidad de contar con una
“educación” pueda ser vista como ventaja para de-velar las mentiras de la
política y alcanzar otras gramáticas de organización de la acción.

A: En el laburo se vive una dictadura, digamos, en el laburo. O sea, 233


porque vos no podés hablar, vos no podés criticar, no podés quejarte,
no podés hacer nada, porque ya te marcan, digamos. Te marcan y

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


tas marcado (…) la próxima te echan. Y en eso a nosotros nos pasó
esto de querer organizarnos para defender nuestros derechos al haber
obtenido laburo (…) y los que estábamos organizados y tratando de
pelear nos marcaban en el laburo y venía la dictadura. Entonces ya se
fue complicando mucho hasta que yo renuncié, y qué sé yo. Ahora ya
estoy en otro call center, pero ya no con la idea de hacer nada, diga-
mos, sino con la idea de laburar. Y en la mía, y no me importa nada: lo
echan al del al lado, bueno, problema tuyo. Lograron el objetivo.
W: Desmembrar. Socialmente te desmembraron. Con cualquier méto-
do ¿no?, yo lo sufro igual que él. ¿Cómo se va a cortar el hilo? Por vos
que sos trabajador, no se va a cortar por otro lado. Entonces, había que
buscarle la forma para llegar al objetivo.
A: Pero ¿sabes qué es lo terminal? que no…que no es que nuestra
organización se des… se rompió, se destruyó. No porque nos echa-
ron de nuestro laburo, sino que renunciábamos… y después volver al
mismo lugar, quedarse sin oído, con carpeta hasta que legalmente, en
el marco de los derechos, de la ley, te jubilen. Digamos, íbamos renun-
ciando porque no soportábamos la presión de que te estuvieran [inte-
rrumpe D: hay que convivir, es difícil soportar eso] o sea, entonces…
W: es terrible. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre trabajadores de
call center)
La metáfora de la muerte colectiva que opera en este último diálogo
expresa –sin velos– la parálisis de la acción en torno al límite más extre-
mo: la resistencia corporal. Los mecanismos de regulación –administra-
dos cual panóptico por el capital– configuran entre los trabajadores del
call center un “miedo” literalmente sordo sobre el que se posa la lógica de
la imposibilidad de la acción futura. Todo intento de articulación agoniza
frente a la inmovilidad que impregna el “no poder soportar más de lo que
se soportó”, coagulando la acción de resistencia futura y fortaleciendo la
reclusión desesperanzada hacia el ámbito de lo privado.
Nuevamente, el cansancio ante la impotencia del no poder hacer más
aparece entre estos sujetos (“de clase media”) y en aquellos que se saben
Territorio, política y prácticas del querer

y sienten parte de posiciones inferiores en la estructura social: en ambos


se consolida –con los matices propios de la experiencia (de clase)– la
sentencia/condena del límite que impone la resistencia de lo físico en con-
texto de expropiaciones energéticas sociales y corporales.

Por otro lado, en el marco de una geometría clasista que moldea las es-
tructuras y condiciones de posibilidad sentidas por los entrevistados que
habitan en contextos de segregación socio-urbana, un estado de relativo
cansancio anudado al sentimiento de impotencia por tener que aceptar lo
inaceptable emerge con cargas experienciales y contenidos reflexivos di-
ferenciales que alternativamente operan potenciando o des-potenciando
234 las energías socialmente disponibles para la acción. Si consideramos que
el no poder diferencial remite a específicas vivencias de no-poder y estar-
cansado-de articuladas desde enclasamientos específicos, el cansancio
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

de los más pobres encuentra en la mentira sistemática de la política clien-


telar –sea en sus variantes gubernamentales o electorales– una de sus
razones de ser fundamentales. En el relato de los entrevistados, la pro-
mesa política de un trabajo recorre un arco de frustraciones que va desde
el compromiso obscenamente demagógico e incumplido por parte de di-
rigentes y punteros políticos, hasta el alimento de expectativas grupales
e individuales que se deshacen en una “eterna espera” por respuestas
de múltiples instituciones que convierten sus necesidades en objetos de
mercantilización.

C: Yo prácticamente me decepcioné. Para mí en la política todo es una


mentira, porque la verdad es esa. Yo anduve muchos años en la polí-
tica, y he andado un montón, he ido hasta Buenos Aires cuando vino
Perón, a Ezeiza. Y ahí, pero a mí nunca me dieron un trabajo. Uno va a
hablar por una cosa y le dicen “ah, sí, esperame, esperame” y se cansa
de esperar uno ¡y no volvió más, se borró ese!
D: Porque saben tirar la caja, para que volvas a tu casa.
C: Exactamente. Por ahí uno va y le golpea la puerta y “hola cómo
andás” y dice “esperame un segundo, ya te atiendo”. Y nunca más.”
(GdeD1, Córdoba, 2009. Diálogo entre pobladora de ciudad barrio y
carrero no miembro de cooperativa)
Ch: Nosotros en el tiempo que nos organizamos fuimos a pedirle a
Primatesta, teníamos que tener el sello de una iglesia, y no nos los dio.
M: ¡Ah, claro! Porque para que mandaran dinero de afuera tenía que
estar avalado por la iglesia o por un partido político, o por instituciones
de gobierno.
Ch: ¡No, no! Político, ninguno quiso poner tampoco nada. Fuimos a
una iglesia evangélica del otro lado, en Urca y ese nos puso, fuimos a
una organización que se llama “Pan para el mundo”. Demoró como 2
años, ya nos habíamos olvidado de eso, y vino un día y bueno con eso
pudimos hacer la planta de trabajo donde trabajamos ahora, el salón
a donde damos la comida, y la planta de trabajo, y compramos un ca-
mión. Y con eso nos estamos manejando bastante bien, no estamos
tan mal. Pero había un compromiso en ese tiempo de la organización
con la gente. Después de eso no pudimos agarrar a nadie con nada.

El purgatorio que no fue


(GdeD2, Córdoba, Diálogo entre una integrante de cooperativa de ca-
rreros y una militante de la lucha por el agua)

Asimismo, la política estatal interviene no sólo centralizando sino di-


reccionando estratégicamente recursos de contención que en la prácti-
ca comportan una lógica de encierro de los sujetos en sus contextos de
necesidad, atando a los destinatarios de los programas sociales a sólo
unas formas “adecuadas” de supervivencia, en el marco de un proceso
de segregación y discriminación que de manera sostenida les niega una 235
inclusión autónoma, de propia gestión y por derecho. Tal es el caso de los
entrevistados cuyo relato se extrae a continuación. En la narración de D

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


y S (pobladoras de ciudades-barrios), se hace evidente el límite corporal
y territorial opuesto por la política urbana del Estado provincial al despla-
zamiento y movilización necesarios para la búsqueda de trabajo; mientras
que en el segundo caso, protagonizado por C y L (carreros no organizado
y organizada, respectivamente), frente a la falta de respuesta estatal, la
represión y progresiva reducción de formas de trabajo alternativas opera
a través de una expropiación de herramientas y espacios de superviven-
cia legítima y creativamente construidos. En ambos casos, cabe destacar
el grado de reflexividad y conciencia intersubjetivas sólo posibles a partir
del diálogo sobre las experiencias compartidas, como espacio de auto-
conocimiento en torno al significado de las imposibilidades vivenciadas
que la investigación social puede contribuir a abrir.

D: A la ruta 9 me ha tocado ir… bueno, si sos morocho menos: total-


mente tenés cara de choro, así que no te toma. Por más que tengas
el estudio completo ¿no? Y que vengas… hay chicos que vienen del
Presidente Roca, del otro de ahí del parque….y vienen con una base,
y no, no los tomaron.
S: a esos chicos los marca el barrio nomás ¿no?
D: No, porque tenés que pagar cospeles, qué sé yo. El colectivo ese no
viene nunca, no vas a faltar.
S: Yo me he cansado de buscar. Por eso mire que el trabajo que tengo
es pesado. Diga que los hombres a veces nos ayudan. (…) el Gobierno
mandó este trabajo, y bueno, tengo que estar y por ahí yo salgo a bus-
car porque me es poco, me es poco. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo
entre pobladoras de una ciudad-barrio)

L: Sí [risas]. Yo me acuerdo fíjese que íbamos en el carro, cuando lle-


gamos al centro nos quitaron el carro, los golpearon a mis hermanos
y todo lo que tenían les quitaron. Entonces ahí nos juntamos, hicimos
una movilización, no sé si se acuerda, usted se debe acordar mejor
que yo [le habla a C.], una caravana inmensa de carros en el centro.
Territorio, política y prácticas del querer

C: Claro, eso sí. Yo fui, sí me acuerdo, nos querían quitar los carros.
L: Y peleándola así no nos quitaron más.
C: [Se ríe] Claro, sí, no quitaron más pero empezaron a sacar todos
los basurales. No dejaron nada. No quitaron los carros pero no tenés
a dónde tirar.
L: Sí, y ahora directamente ya no tenés ningún lado. (GdeD1, Córdoba:
2009. Diálogo entre carrero no organizado y una integrante de coope-
rativa de carreros)

Como cierre de este apartado, puede afirmarse que las maneras de vi-
venciar la conflictividad social post-2001 presentan significativas diferen-
236 cias en función de la auto-percepción de clase que expresan los miembros
de los grupos de discusión, sus experiencias y aprendizajes derivados del
trabajo colectivo y su efectiva localización socio-espacial en la ciudad.
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

Sin embargo como técnica, el grupo de discusión posibilitó una ins-


tancia de interacción entre sujetos y colectivos que remotamente hubie-
sen podido vincularse en el escenario socio-urbano de Córdoba 2009.
Al mismo tiempo, esta modalidad de entrevista grupal puso en evidencia
la existencia de ciertas condiciones de visión/escucha hegemónica que
operan sobre el fondo de otra experiencia de clase que se inscribe como
invisible/inaudible. En este sentido, la lógica dispuesta por el contrato so-
cial del modelo de democracia liberal que aparece de continuo en el dis-
curso de los narradores como el medio y el horizonte de la acción política,
puede ilustrar esta situación. Si bien los problemas y los obstáculos a/de la
representación enunciados encuentran a la vez variados y heterogéneos
ensayos e intentos por “encontrarle la vuelta” –incluso por parte de quie-
nes sostienen perspectivas críticas sobre la fantasía de la omnipotencia
de la democracia para la resolución de necesidades colectivas– todavía
no son visibles las dimensiones políticas de las modalidades expresivas
de la protesta social de los más pobres. No hay otra forma, y se reitera una
mirada fisicalista sobre la acción de saquear que parecen compartir todos
los actores. El siguiente diálogo es elocuente al respecto:

W: Bueno, esa es la utilización política, que utilizan algunos para des-


membrar todos estos que se juntan...
D: Para que se desarmen.
L: Para seguir desuniendo al carrero.
W: Al político hoy no le sirve que se organice. Entonces, cuando vos te
organizás te meten esto, para que tres se vayan por un lado, cinco para
otro, y se termina desmembrando (…)
C: Claro son 7000 carreros son; son 7000 carreros
L: Por eso ¿y los otros? Somos 2500 carreros que estamos en un solo
barrio… por eso, en un solo barrio ¡son más o menos…eh!
W: Si es fuerza de trabajo ¡7 mil carreros hay! mirá si es fuerza de
trabajo.
J: Si esos 7000 carreros se juntan tienen un legislador, hermano. Si
nos ponemos a pensar. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre trabaja-
dor de call center, pobladora de ciudad-barrio, miembro de cooperativa
de carreros, carrero no organizado y militante de la lucha por el agua)

El purgatorio que no fue


Como se ha tratado de exponer hasta aquí, en el marco de los mecanis-
mos que operan habilitando y actualizando estas prácticas, las “fantasías”
sociales y sus reversos fantasmáticos configuran un entramado ideológico
tácito que, de manera contingente y siempre adaptativa, traba y destraba
la potencialidad del conflicto (Scribano, 2006). Retomando la idea de que
son estos entramados de sensaciones situados y definidos los que inciden
tanto en la vivencia cotidiana del no-poder hacer o ser como en la imagi-
nación de cualquier posible transformación de estas condiciones, desde 237
una sociología de las emociones ligadas a la política de la conflictividad
social post-2001 cabe asimismo preguntarse: ¿Qué dimensiones adquiere

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


este cansancio para los distintos actores sociales?; ¿qué otras sensaciones
aparecen como configuraciones expresivas de atravesamiento, puesta en
entre-dicho o fuga del estar-cansado/ detenido?; ¿cuáles son las experien-
cias territorializadas que aparecen cuando el escenario inmediato se ha
transformado? ¿es posible leer en las prácticas de querer-cuidar a los más
próximos la presencia de dimensiones políticas que encuentran en actos
cotidianos de confianza-credibilidad maneras de destituir la resignación?;
¿qué relaciones se pueden establecer entre la activación de solidaridades
territorializadas e intra-clasistas y “lo político”? Estos interrogantes guiarán
la exposición en el próximo apartado.

3- Lo próximo/cotidiano/conocido como espacio de cuidado, de re-


sistencia y de reclusión

En resumen, sólo así se cultivan o se crean sentidos capaces de goces


humanos, sentidos que se afirman como fuerzas esenciales humanas.
Pues no sólo los cinco sentidos, sino también los llamados sentidos es-
pirituales, los sentidos prácticos (voluntad, amor, etc.), en una palabra,
el sentido humano, la humanidad de los sentidos, se constituyen úni-
camente mediante la existencia de su objeto, mediante la naturaleza
humanizada. La formación de los cinco sentidos es un trabajo de toda
la historia universal hasta nuestros días. (Marx, 1844: 154)

Como se anunciara en la introducción, en este apartado se analizan


las formas de sentir(se) en territorio expresadas por los integrantes de los
grupos de discusión, recuperando las sensaciones ligadas al ámbito de
lo próximo/cotidiano/conocido como espacio de cuidado, de resistencia
y de reclusión. La investigación realizada permitió relevar la significativa
presencia de sensaciones que aparecen vinculadas con el sentimiento
de impotencia, con intensidades y expresiones diferenciales según las
posiciones sociales de los sujetos; sentimiento particularmente acentuado
Territorio, política y prácticas del querer

y vivo en los dichos de carreros y pobladores de ciudades-barrios. Este


estado del cuerpo que no puede no aparece sólo en un momento parti-
cular; es decir, no se trata de un instante sino de situaciones de no-poder
que performativamente han instalado el cansancio: de tanto no-poder, los
sujetos manifiestan estar cansados de esperar, cansados de protestar. Se
trata de expresiones que remiten a la materialidad de sensaciones corpo-
rales en contextos de coagulación de la acción. En este sentido, Scribano
analiza este sentimiento afirmando:

Una de las características fundamentales de la impotencia es la per-


manencia de un estado de minusvalía frente a las condiciones materia-
238 les de existencia. Los sujetos al ver claramente su in-capacidad para
modificar las referidas constricciones de las condiciones materiales de
vida devienen objetos de esas mismas constricciones en contexto de
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

reflexividad sobre el significado de esa imposibilidad.


Por esta vía, lo que se sabe (del mundo social) se inscribe en un juego
del velar y de-velar. Lo que es “experienciado” como inmodificable (en
tanto aquello que aparece y parece oculto) se transforma en un proce-
so, en un movimiento permanente de estados de incapacidad obvia-
mente aceptados y aceptables. (2007: 27-28)

En esta línea, la impotencia es resultado pero a la vez opera otorgan-


do continuidad a la expropiación corporal y al secuestro de experiencia.
Lo que es “experienciado” como inmodificable en cada presente de la
experiencia detiene el movimiento, incauta energías y las hace retornar
reactivamente sobre los sujetos como vivencia de no-poder que genera
el estado de estar-cansado-de. Pero quizás lo más significativo es que
engaña a quien tiene esta apreciación sobre-sí mismo; ardid que confisca
hasta la dimensión imaginaria de contar con posibilidades autónomas de
acción transformadora.
No se trata de un nuevo código del sentir asociado a la rebeldía;
por el contrario, está alejado y en tensión con sensibilidades contra-
expropiatorias. Sin embargo, estas construcciones teóricas sobre for-
mas de sensibilidades diferenciales (rebeldes, insumisas) son valiosas
para poder indagar expresiones de la sensibilidad desde la materialidad
contradictoria en la que se constituyen y, de esta manera, reconocer en
cada manifestación concreta, particularizada, ciertos estados del sentir,
en tanto resultados parciales de la regulación de la sensibilidad en la
que sigue actuando el carácter plural y múltiple que la caracteriza. Estos
estados del sentir, conformados por recurrencia y convergencia de en-
tramados particulares de sensaciones –en contextos de naturaleza hu-
manizada situados y definidos–, en esta “nueva” forma se entraman con
la estructura de experiencia pre-existente constituida por pensamientos/
sentidos o sentimientos/pensados en el sentido de Williams (2000). Se
trata de estados del sentir que marcan resultantes del ejercicio perma-
nente sobre la sensibilidad o –más “operacionalmente”– la modulación
incesante sobre sentidos, percepciones, impresiones y sentimientos que
disponen y especifican maneras de “apreciarse-en-el-mundo” que po-
seen los sujetos en contextos enclasados.

El purgatorio que no fue


Las expresiones discursivas de los pobladores trasladados a las ciu-
dades-barrios merecen un análisis especial. La disposición de cuerpos y
espacios de encierro que produjo esta decisión urbanística como externa-
lización de una geometría corporal policíaca –de detenimiento del despla-
zamiento y atadura corporal al lugar referido–, llegó hasta imposibilitar la
“llegada” de la protesta al espacio público de la Ciudad (con mayúsculas).
Desprovistos ya de carros –a raíz de la implosión de esta estrategia de
supervivencia por la “lejura” de las nuevas urbanizaciones respecto a los
circuitos de circulación, producción y consumo que acercaban a los sujetos 239
a la posibilidad de recolectar residuos– y sin poder llegar de a pie, debido
al ejercicio cotidiano de la prohibición de desplazarse hacia la Ciudad –por

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


“portación de rostro”– el espacio público posible que ocupan los pobladores
para exponer sus demandas se reduce a dirigirse hacia la ruta 9 y cortar
la calle. En este contexto, hacer público un reclamo es “sacarlo afuera” de
la ciudad-barrio, donde el “afuera” queda circunscrito a las áreas urbanas
inmediatamente más próximas, situación que expresa la misma tendencia
de confinamiento corporal vivenciada “muros adentro”: cortar la ruta es el
límite del desplazamiento físico y social que alcanzan estos cuerpos, pues
sólo pueden llegar hasta ahí. De este modo, la reclusión en el espacio que
significan estas urbanizaciones trasciende la mera referencia residencial
para extrapolarse al modo de ser, actuar y sentirse ciudadano “potente/
capaz” de ser escuchado/visto por los “otros de la ciudad”.
Lo anterior evidencia que la sensación de no-poder y el sentimiento de
impotencia no se vivencian en abstracto sino en contextos de naturaleza
humanizada situados y definidos. Desde estas configuraciones concretas
se enmarca y marca el área de alcance de la acción. Así los sentidos es-
pirituales, los sentidos prácticos, tienen formas y contenidos diferenciales
según los contextos sociales (de clase) que moldean las estructuras que
organizan las experiencias, en tanto instancias de producción/reproducción
de maneras de apreciar-se en el mundo. No-poder y estar-cansado-de no-
poder son expresiones que “dicen” con rasgos propios y distintos desde los
espacios que instaura la geometría clasista antes referida.
El cansancio, la impotencia, el dolor y la bronca son algunas de las
sensaciones puestas de manifiesto por los narradores que se chocan y
atraviesan con los gérmenes de prácticas de resistencia que sólo pueden
pensarse dentro de los márgenes organizacionales-territoriales. Se trata
de una especie de vuelta al barrio que se percibe en la seguridad de cono-
cer-se y ser conocido, de cuidar-se y ser cuidado. Pero al mismo tiempo,
se trata de un nuevo hacer situado en un espacio conocido que debe ser
re-explorado, re-conocido y re-incorporado porque “la crisis lo atravesó”:
el barrio, el de siempre, ya no es el mismo; los vecinos/los próximos son
percibidos también desde la distancia que impone el quiebre, la fractura, la
desintegración o el desmembramiento colectivo. En esta línea, muchos de
Territorio, política y prácticas del querer

los narradores expresan el deseo –y la experiencia en algunos casos– de


“juntarse con otros para luchar” en el marco de un “ciclo social” que co-
mienza en la necesidad de hacer algo “para estar un poco mejor”, pasando
por la descripción de las dificultades organizativas con que han tropezado,
hasta llegar a la enumeración de las diferencias / marcas individuales que
distancian-separan, y que eventualmente terminan coagulando la poten-
cial acción colectiva. Así, el recuerdo de iniciativas territoriales emergentes
luego de diciembre de 2001 aparece cargado con la nostalgia de un tiempo
que, esperanzado en (por) la lucha de todos, “pudo haber sido otra cosa”.
En efecto, las experiencias de organización son “traídas” por los entrevista-
dos a partir de narraciones que intersecan sentires y sentimientos ligados
240 al deseo de hacer inscripto en un contexto conocido pero redefinido al calor
de la crisis, en el que la relación proximidad-lejanía es resignificada territo-
rialmente. Emerge así la referencia a la figura del vecino como un “extraño/
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

extranjero” (Simmel, 1908; Bauman, 2004) respecto al cual, en principio,


dicen estar ligados por una serie de elementos generales (el tipo y magni-
tud de las necesidades, el peso de la derrota, el cansancio de la expulsión
social, la voluntad de luchar). Sin embargo, la demarcación de intereses
particulares subyacente al devenir organizativo –en el sentido amplio– ob-
tura la posibilidad de que aquella igualdad de origen redunde en una acción
sustentable, haciendo que los sentires que los identificaron en principio sólo
los unan porque precisamente unen asimismo a muchos otros, dentro y
fuera de las fronteras territoriales.

J: Por ejemplo en barrio Mauller, Campo de la Rivera, Villa Inés,


Maldonado, ha ocurrido, está ocurriendo un fenómeno muy grande
que era lo que nombrábamos recién, que el carrero está de acá, el de
la Villa Urquiza, no se junta con el carrero de aquel lado, y entre los
mismos carreros del mismo barrio…
D: empezaron a hacer lo mismo que hacen los políticos…A nosotros
nos pasó lo mismo. Antes éramos para nosotros y para los demás y
empezamos a ver que lo que ellos hacían era para ellos…
J: (…) Vecinos de barrio Mauller o Maldonado que no son piqueteros
dicen “no, con los piqueteros, no, porque yo no estoy ehhh, con la
manera de actuar de ellos, no estoy de acuerdo. Me parece muy bien
cómo están organizaditos, cómo responden a las necesidades” (…)
Pero el que no es piquetero, dice “no, yo ahí no me junto”. Entonces
nosotros, ¿qué es lo que hicimos? (…) nos fuimos organizando a través
de eso, nos organizamos, nos unimos, la gente que no éramos pique-
teros con los piqueteros, y ahora nosotros formamos una organiza-
ción barrial, pero nosotros tenemos otro concepto: la lucha, siempre la
lucha. (GdeD1, Córdoba: 2009. Diálogo entre militante de la lucha por
el agua, pobladora de ciudad-barrio y trabajador de call center)

Para algunos de los entrevistados la batalla empieza y termina en el


barrio; para otros, la cooperativa o la organización barrial es el inicio de
una apuesta política más amplia que busca trascender las demandas ori-
ginales (generalmente ligadas a estrategias de supervivencia en la esfe-
ra productiva y asistencial) frente a la trabajosa búsqueda de un cambio

El purgatorio que no fue


“para vivir un poquito mejor, vivir dignamente”. Y precisamente en este
punto, y pensando en la expresión “un poquito mejor”, aparece nueva-
mente el sentimiento de impotencia y de resignación frente a un mundo
que, aunque se lo lucha, retorna como un siempre así.11

Ch: Bueno, yo tengo desde siempre, desde que tengo uso de razón de
que siempre nos pasó lo mismo: nunca tuvimos una forma para vivir,
sobrevivimos, nada más. Y como sobrevivimos, no vivimos bien, no ha-
cemos estudiar los hijos, que es lo más importante, no podemos, por- 241
que con lo que ganamos no podemos. Es imposible. (GdeD2, Córdoba:
2009. Miembro de cooperativa de carreros)

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Incluso los sujetos “más activos” en términos de involucramiento en
estrategias de resolución colectiva de necesidades se revelan cansados.
Pero la sensación de cansancio aparece de una manera interesante: como
causa de la no-acción, pero contradictoriamente también como la razón /
justificación para la acción. Sin embargo, tal como se señalara en el apar-
tado anterior, la acción a partir del cansancio de no poder más –“cuando no
te dejan alternativa (y) hacés lo que tenés que hacer”– es interpretada fun-
damentalmente como la re-acción física-corporal de materialidades atrave-
sadas por fuerzas, no como un tipo de expresión cultural y de clase que se
rebela e indica los límites de lo soportable en contextos particulares.
Reparando en los modos en que los narradores nominan la “derrota”
organizativa experienciada dentro de los límites territoriales, se registran

11
En este sentido, C., militante de la lucha por el agua e integrante de un movimiento pi-
quetero, alude al componente “suerte” para referirse a la obtención de respuestas ante los
reclamos colectivos.
C: También cuando salimos a luchar hay veces que tenemos suerte y nos dan respuesta y
hay veces que…
D: que te hacen esperar…
C: No, hay veces que no te dan respuesta, pero sí también somos agredidos muchas veces.
(GdeD1, Cba: 2009).
una serie de expresiones que cualifican la soledad y la expropiación viven-
ciadas a partir del 2001. El sentimiento de pérdida (de recursos provenien-
tes de programas sociales, de dirigentes, de compañeros y de objetivos de
lucha) se entrama con la impotencia y el dolor literal de quedar sin nada
y sentir que se rompió todo, en buena medida fundamentado por la “in-
tromisión” de dispositivos clientelares (planes sociales, punteros políticos,
cooptación-traición de compañeros) que desbarataron la lógica autogestiva
y de esfuerzo mutuo que caracterizaba –y daba valor– al trabajo barrial. La
conversión de la “militancia en un “trabajo” o en “cuatro horas de fiesta”,
como se indicara en el primer apartado, es evocada por algunos de los
entrevistados como el golpe de gracia que hizo estallar el precario edificio
Territorio, política y prácticas del querer

organizacional “que supimos conseguir”. Es decir, las prácticas clientelares


puestas en marcha a partir de la crisis del 2001 son percibidas por los suje-
tos como la estocada final para una “muerte social pre-anunciada” desde la
implantación del terrorismo de estado en los años ‘70.

Ch: Y otra cosa voy a decir: ¿sabés cuándo se pierde del todo la lucha?
cuando se dan los planes sociales. Antes las mamás iban, colaboraban
en las ollas, gratis, y estaban todo el tiempo que ellas querían ahí, den-
tro de la cooperativa o de donde hacían la olla. Después que vinieron
los planes que tenían que trabajar cuatro horas, estaban las cuatro
horas, si había una fiestita de los de los abuelos, los chicos…
242 M: Se transformó en un trabajo y no en una militancia
Ch: …eran cuatro horas no más de fiestas, y antes si nos amanecía-
mos era amanecerse. ¡Se perdió! (GdeD2, Córdoba: 2009. Diálogo
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

entre una integrante de cooperativa de carreros y una militante de la


lucha por el agua)

Respondiendo a la impotencia que implica el sentirse des-armados en


términos de acción e involucramiento colectivo, los sujetos con alguna
trayectoria organizativa tienden a encontrar en la evocación de las “obras
realizadas” una suerte de “punto de fuga” –traído recurrentemente al re-
lato con la primera persona del plural (nosotros)– que los “sustrae” por
momentos de la ruptura territorial percibida en la actualidad. Apelando a
descripciones que combinan el detalle cuantitativo (cantidad de niños y
de raciones diarias que entregaban en el comedor, número de talleres y
actividades recreativas implementados en el barrio, etc.) con la cualifica-
ción de las “conquistas” obtenidas en términos de autogestión colectiva
(“al dispensario lo hicimos pidiendo ladrillos”), los narradores destacan
con pasión –en muchos casos recurriendo a una terminología técnica,
herencia de largos años de intervención estatal y de ONG’s– estos re-
sultados. Sin embargo, la crisis y la explosión-implosión organizacional
antes referida hacen que aun cuando los ojos puedan seguir viendo lo
que queda de la piedra (roperos, comedores, dispensarios), en la carne
perviva la certeza de que “todo se cayó” anudada a la sensación de un
perpetuo “empezar de cero”. Aparece así el olvido de la lucha como
reproche, como decepción e incluso como razón de la in-acción que hace
soportable la “tragedia” de la (re)aparición espectral de lo colectivo.

M: Pero pasa en San Roque, por ejemplo, también trabajé en San


Roque en aquella época; se estaban organizando roperos. Y la sen-
sación es como que siempre se cae y no hay memoria de lo que ya se
hizo ¿no?, que es como que en cada lugar, si uno empieza a recons-
truir la historia de pronto te encontrás con los héroes locales, en ese
sentido, porque los hay, porque hubo un montón de gente que se jugó
ahí, y los hay y son anónimos; que a veces nos dan fuerza cuando los
rescatás, dan sentido a la…
Ch: A mí siempre me da fuerza pensar que tengo una hermana muerta.
Y ella murió pero quedamos nosotros que estamos vivos; yo, mis hijos,
y seguimos luchando, seguimos peleándola. (GdeD2, Córdoba, 2009.

El purgatorio que no fue


Diálogo entre una militante de la lucha por el agua y una miembro de
cooperativa de carreros)

En esta reconstrucción de lo “hecho” en el marco de un diálogo en


torno a la “pérdida de héroes locales”, es interesante la referencia a la
muerte como la fuente energética para seguir “peleándola”. La presencia
espectral de iniciativas, proyectos, logros y líderes que fueron-hicieron se
rememora nostálgicamente como el origen de la fuerza-energía-vitalidad
que “debería” guiar las acciones futuras. En el marco de una economía 243
de la moral, los espectros retornan para ocupar el espacio vacío de re-
ferentes y objetivos de lucha, marcando el camino a seguir en medio de

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


la impotencia y la resignación que entraman el mundo del siempre así
estructurado por estas sucesivas “desapariciones”.
En el contexto de múltiples y recurrentes expropiaciones corporales y
experienciales tenidas y sentidas como “desapariciones”, esta geometría
clasista también marca el radio de alcance de la acción investida de otros
sentimientos y afectos. En las narraciones de los sujetos se pueden reco-
nocer una serie de “prácticas del querer” que se expresan en y a través
del cuidado de los vínculos más próximos: la familia y la gente del barrio.
Frente a la impotencia y el cansancio,

La confianza-credibilidad que genera el amor como plataforma de la


esperanza destituye a la resignación como eje de una política de la
aceptación y rendición incondicional (…) Estas ‘prácticas del querer’ son
el resultado de sociabilidades hechas carnes y huesos que permiten,
al menos potencialmente, reconectar las relaciones yo-tú-otro que el
desarrollo de las prácticas capitalistas coagula en la mercantilización.
(Scribano, 2009b: 25-26)

Así, al interior del barrio se configuran redes de acción y afección mí-


nimas que, verbalizadas por los narradores como “contención” o “ayuda”,
contribuyen amorosamente a cementar los hiatos que la “topadora social”
deja a su paso. Estas prácticas del querer, que se manifiestan en cuidados,
refieren a estados de sentir que producen formas de atravesamiento de
la impotencia, en tanto actos cotidianos que activan –esperanzados– la
recuperación de la capacidad de hacer en espacios muy próximos, muy
cercanos. El querer cuidar-hacer cuidados expresa el redireccionamiento
de energías que se liberan de la sedimentación de la in-acción que se sien-
te como cansancio. Este cuidado aparece en las voces de los sujetos como
un sentimiento en el que se reconocen mayoritariamente las mujeres. Son
ellas quienes cuidan a los hombres sin trabajo, a los niños y a los jóvenes,
tanto en el espacio doméstico como en las formas asociativas territoriales.
De manera general, pueden reconocerse dos instancias de circulación
Territorio, política y prácticas del querer

de las prácticas de cuidado: una familiar, en la que las mujeres cuidan a


sus compañeros “puertas adentro”, y otra de base barrial-territorial en la
que ellas, provistas de mayor experiencia en espacios colectivos, cuidan
a los varones que –responsables de las actividades de reproducción eco-
nómica a escala familiar– vivencian en una primera instancia, y en mayor
soledad, el impacto de no encontrar trabajo post-crisis en los asentamien-
tos, y post-traslado en el caso de las ciudades-barrio.
Por ejemplo, en el asentamiento de la cooperativa de carreros, el 2001
aparece impactando fuertemente en aquellos varones que se quedaron
sin trabajo en el rubro de la construcción y empezaron a vender muebles
o artículos personales para poder alimentar a sus familias:
244
M: Era lo que se decía que era la pobreza a puertas adentro. Y nadie la
quería mostrar, estaba todo el mundo…
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

Ch: Claro todo el mundo, ellos mismos digamos se encerraban. Y bueno


nosotros /nosotras/ teníamos que ir a golpearle la puerta. Sacarlo, ha-
blarlo, decirle que hay cosas que se podían hacer, como tener un carro,
tener un caballo, un carrito de mano, en la bicicleta, lo que sea. Pero
no morirse de hambre y no vender lo que teníamos porque después
es muy difícil volver a comprar. Y bueno y algunos vendieron todo y ya
cuando no tenían nada fueron a la cooperativa a decir “bueno cómo
puedo hacer para tener un carrito”. Y ahí nosotros se arman los carros
entre ellos. Uno tiene uno con dos y “bueno te doy el mío” y así…
(GdeD2, Córdoba: 2009. Diálogo entre una militante de la lucha por el
agua y una integrante de cooperativa de carreros)

El gesto de “golpear la puerta”, “sacarlos” y “hablar” con los que se en-


cerraban refiere a un desplazamiento del cuidado desde el pequeño es-
pacio colectivo de la cooperativa –de la sociabilidad allí producida– hacia
los ámbitos familiares. Cuidado amoroso expresado como consejo (“no
vender lo que teníamos porque después es muy difícil volver a comprar”)
pero también como aporte de recursos para sostener una estrategia en
el tiempo (“Y ahí nosotros se arman los carros entre ellos. Uno tiene uno
con dos y “bueno te doy el mío”). El relato de estas cuidadoras devuelve
la imagen del “peregrino” que dispone de mínimas energías sociales y
corporales para redireccionar la impotencia –aceptada como lógica de
imposibilidad– hacia la esperanza, en tanto potencial “abridora” de posibi-
lidades para (re) visibilizar lo social.

Coord: ¿Pero cuál fue la diferencia esa entre los que no se venden?,
esa es la pregunta, ¿Qué pasa que hay algunos que siguen y otros
abandonan la lucha?
M: Que es trabajar sobre valores diferentes, que es justamente lo co-
lectivo, volver a rescatarlo.
E: La solidaridad, el afecto. A partir de eso.
M: ¡Pero el sentido colectivo! El sentido más egoísta del ser humano es
decir: “solo no vas a poder”. Es en conjunto que podemos.
Ch: Eso es lo que nosotros decimos, si no estamos todos juntos no
vamos a poder hacer nada, yo sola voy a morir sola…

El purgatorio que no fue


M: Claro es imposible modificar nada. En el sentido más utilitario, in-
cluso.
Ch: Es imposible hacer algo sola. Todos juntos marchamos. Es como
decía, “agarro el arado y sigo arando”. Pero quiero sembrar maíz.
(GdeD2, Córdoba, 2009. Diálogo entre militante de la lucha por el agua,
trabajador de call center y miembro de cooperativa de carreros)

El querer-poder-hacer cuidados, aun sintiendo el cansancio del (en el)


hacer sedimentado en el cuerpo, se entrama en estas vivencias como un 245
vector de resistencia próximo/cercano que reactiva la posibilidad de ser y
estar para el otro y con el otro, en tanto primer intento para el resurgir/visi-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


bilización de sociabilidades en potencia, alejadas de la resignación incon-
dicional que supone la actual fase de acumulación del capital. Asimismo,
estas prácticas del querer se activan y operan en torno al deseo; un deseo
posibilitado por el hecho de seguir contando (todavía) con energías para
seguir “luchándola –resto energético desde donde sólo se puede poder
desear hacer algo–, pero también fuertemente marcado por la trayectoria y
el aprendizaje de experiencias colectivas. En este último sentido, el pasaje
por trabajos asociativos en el contexto territorial se entrama en los relatos
con la convicción de que cuidando y ayudando a “recuperar” parte de las
energías corporales y sociales de las que fueron expropiados sus vecinos/
familiares más próximos –recurrentemente percibidos por los narradores
como ocupando una posición de expulsión todavía más radical que la pro-
pia: “los que más lo necesitan”– se da el primer paso del complejo camino
para visualizar y poner el cuerpo a nuevas estrategias colectivas.

4- A modo de cierre

El proyecto de investigación en el que se enmarca este trabajo –o mejor,


del cual este trabajo constituye una de las miradas posibles sobre los es-
tados del sentir que impregnan las sensibilidades de sujetos en contextos
enclasados– parte de una serie de interrogantes, a saber: ¿cuáles son
los cruces entre cuerpos, voces y resistencia ante el secuestro expe-
riencial?; ¿cuáles son los procesos de elaboración de los sentidos en el
marco de la participación en conflictos contra la depredación y la expro-
piación?; ¿qué modalidades de rebeldía edifican “nuevos” códigos del
sentir?; ¿cómo perciben los sujetos las construcciones de sensibilidades
contra-expropiatorias?
El recorrido realizado hasta aquí se propuso rastrear las sensaciones
“expresadas” por los participantes de los grupos de discusión en torno
a la dimensión política de sus experiencias colectivas y a las formas de
sentir(se) en territorio vivenciadas nueve años después de los “sucesos”
Territorio, política y prácticas del querer

de diciembre de 2001. “Cuando las aguas bajan”, es decir, cuando la efer-


vescencia de la organización y de la acción de base territorial deja paso a
un doloroso “mirarse” y re-incorporarse desde el cansancio que implica el
saberse situado en el edificio del siempre será así, la impotencia regresa
con el rostro del abandono y se instala como mecanismo de aceptabilidad
de lo social. El paso de la “topadora social” es percibido desde la lógica
del no-poder que coagula la acción y restringe la posibilidad de visibilizar
prácticas contra-expropiatorias. Cansados, mentidos, decepcionados, los
sujetos re-viven el territorio –el barrio, lo próximo, lo cotidiano– como un
espacio redimensionado que regresa para re-tramar/contener las sensa-
ciones y emociones que impregnan ese mundo del NO moldeado por la
246 estructuración expulsógena de la sociedad.
Sin embargo, la emergencia de una serie de prácticas ligadas al cuida-
do de familiares y gente del barrio “vencidos”, revela otra arista del proce-
Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

so. Las llamadas “prácticas del querer”, definidas como aquellas acciones
de cuidado que activan la recuperación de la capacidad de hacer en espa-
cios cercanos, se sostienen en otras afectividades y sentimientos que re-
conectan la esperanza a la potencia de re-visibilizar otros modos de ser y
hacer alejados de la rendición incondicional. Sosteniendo que estas prác-
ticas amorosas mínimas se restringen al ámbito de lo próximo, la pregunta
por su devenir en tanto “novedosas” modalidades de resistencia deviene
central para pensar los procesos, tácticas y estrategias colectivas de las
que son, serán y se proyectarán energéticamente capaces de poner en
cuerpo estos sujetos, apostados en la retaguardia de la geometría social.
Bibliografía
Bauman, Zygmunt (2004), Ética postmoderna. Siglo XXI, Buenos Aires.
Bloch, Ernst (1976), El Principio Esperanza. Tomo I, Gallimard, París.
Boito, Eugenia (2007), “La dimensión política de la expresividad so-
cial. Primeras reflexiones sobre los recursos expresivos en acciones
de protesta”, en Adrián Scribano (comp.), Mapeando Interiores. Cuerpo,
Conflicto y Sensaciones, CEA-UNC - Jorge Sarmiento Editor, Córdoba,
pp. 143-169.
Boito, E., A.L. Cervio y M.B. Espoz Dalmasso (2009), “La gestión habita-
cional de la pobreza en Córdoba: el antes y después de las ‘Ciudades-
Barrios’”, en ONTEAIKEN, Boletín sobre prácticas y estudios sobre acción
colectiva, CEA-UNC-CONICET, Programa de Acción Colectiva y Conflicto

El purgatorio que no fue


Social, Mayo, Córdoba. Disponible en: http://www.accioncolectiva.com.ar/
revista/www/sitio/boletines/boletin7/2-4.pdf
Cervio, Ana Lucía (2007), “La ciudad como experiencia conflictiva: la
problemática habitacional entre la gestión activa y la resistencia or-
ganizada”, en Adrián Scribano (comp.), Mapeando Interiores. Cuerpo,
Conflicto y Sensaciones, CEA-UNC - Jorge Sarmiento Editor, Córdoba,
pp. 39-69.
(2008), “El espacio de lo popular en el texto de la ciudad. El
caso de una política habitacional “con acento cordobés””, en Intersticios. 247
Revista Sociológica de Pensamiento Crítico, Vol. 2, núm. 2, Universidad
Complutense de Madrid, España, pp. 211- 229. Disponible en: http://www.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


intersticios.es/article/view/2757/2138.
Di Marco, Graciela, Héctor Palomino, Susana Méndez, Ramón Altamirano,
Mirta Libchaber de Palomino (2003), Movimientos Sociales en la Argentina.
Asambleas: la politización de la sociedad civil, Jorge Baudino Ediciones-
Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires.
Giarraca, Norma (2002), “Argentina 1991-2001: Una década de protes-
ta que finaliza en un comienzo. La mirada desde el país interior”, en
Argumentos 1 Revista del IIGG, diciembre, Buenos Aires.
Levstein, Ana y Eugenia Boito (comps.) (2009), De insomnios y vigilias en
el espacio urbano cordobés. Lecturas sobre Ciudad de Mis Sueños, CEA-
UE-CONICET, Universitas - Jorge Sarmiento Editor, Córdoba.
Marx, Carlos ([1844] 1968), Manuscritos de 1844. Economía política y filo-
sofía, Arandú, Buenos Aires.
Massetti, Astor (2005), Piqueteros. Protesta social e identidad colectiva,
FLACSO-Editorial de las Ciencias, Buenos Aires.
Merklen, Denis (2005), Pobres ciudadanos. Las clases populares en la
era democrática (Argentina, 1983-2003), Gorla, Buenos Aires.
Narrando por un sueño: rostrocidades segregacionistas
y prácticas intersticiales

Adrián Scribano

El purgatorio que no fue


1- Introducción

Todo guardián de mercancías sabe que cuando confie-


re a éstas la forma del precio, o forma áurea figurada,
está lejos de haberlas bañado en oro, y que para tasar 249
en oro millones de valores mercantiles no necesita una
sola pizca de ese metal.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Carlos Marx.

E
n 1999 iniciamos un fructífero esfuerzo que posibilitó la concreción
del actual Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social, por lo que en 2001 muchos de los que escribimos el presente
libro ya habíamos comenzado un proceso de indagación y comprensión
de las acciones colectivas con una mirada desde el “interior” del país.1
En los tres últimos años hemos diseñado y llevado adelante un conjun-
to de indagaciones en torno a diferentes modalidades en las que han apa-
recido las políticas de las emociones en tanto mecanismos y dispositivos
aplicados en las elaboraciones de sensibilidades sociales.
En un cruce dialéctico, complejo y moebiano hemos mirado diversas
experiencias de instanciación de las subjetividades, acciones colecti-
vas, persistencias fantasmáticas, emergencia de rostrocidades de clase,
elaboración de fantasías sociales y distintas formas de expulsión y ex-
propiación excedentarias. Dicha mirada construida al sesgo, oblicua y
transversalmente hizo pie en las teorías de la acción colectiva, la crítica

1
Véase Scribano (2003, 2005a, 2007a, 2007b). Especial interés para este tema reviste
Boito y D’ Amico (2009).
ideológica, la sociología de los cuerpos y las emociones, como platafor-
mas de reconstrucción de la voz de los sujetos.
Han sido experiencias de indagación que, ancladas en diversas pre-
ocupaciones teóricas y empíricas, siempre se performaron con doble ho-
rizonte práctico: en primer lugar hacer evidentes, desde las pluralidades
de voces involucradas, los procesos de elaboración de sensibilidades; y
en segundo lugar, impugnar dichos mecanismos como base de una eco-
nomía política de la moral que emerge de la actual situación imperial. Es
decir, una praxis académica que reflexivamente da cuenta de su inevita-
ble carácter político.
Los artículos que se han presentado en este libro son tributarios de
los presupuestos que involucran las teorías, metodologías y epistemolo-
gías expresadas, pero con la particularidad que manifiestan los esfuerzos
colectivos de un conjunto de becarios e investigadores. Rompiendo (al
menos en la mayoría de los capítulos) con un estilo individualista de ex-
Narrando por un sueño...

presión de lo indagado, los escritos han sido especialmente preparados


para este libro con la expectativa de poder comunicar justamente dicha
práctica colectiva.
En lo que sigue se reflejan, a modo de síntesis, algunos de los ejes
centrales de lo que, al menos en la mirada de quien escribe, constitu-
yen los resultados parciales de las indagaciones realizadas. Los aludi-
dos ejes, a su vez, están constituidos por distintos componentes entre los
250 cuales se operan cruces y entramados que permiten entrever algunas de
las modalidades de la elaboración de las sensibilidades sociales entre los
años 2001 y 2009. La exposición se ha organizado siguiendo la siguiente
Adrián Scribano

estructura de presentación: a) se reseñan las conexiones encontradas


entre recuerdo, memoria, fantasmas y fantasías sociales, b) se bosquejan
los procesos de elaboración de las situaciones fantasmáticas y estados
fantasiosos, y c) se presenta la descripción de algunas de las prácticas
intersticiales que emergen en el contexto anterior.
Lo que aquí se expone tiene el carácter provisional de todo recorrido
que induce a continuar explorando, siendo el resultado de unas prácticas
científicas comprometidas con la negación de toda narración que se su-
ponga única e irrevocable sobre el destino de la sociedad.

2- Primera parte: recuerdo, memoria, 2 fantasma y fantasía social

No se puede tener memoria sin narrar recuerdos, no se puede recordar


sin pasar por la actualización de vivencias. Las sensibilidades, vivenciali-
dades y sociabilidades del hoy son las madejas desde donde se hilvanan
los hilos de las costuras entre pasado, presente y futuro. Las tensiones

2
Los estudios sobre memoria tienen una larga tradición entre nosotros. Entre otros se
destacan: Jelin y Kaufman (2006); Jelin (2002); Schmucler (1999, 2000 y 2006); Catela Da
Silva (2001).
moebianas entre recordar y narrar se comprenden mejor en el contexto
del conjunto de políticas y geometrías de los cuerpos, asociadas a las
políticas de las emociones y gramáticas de las acciones que instancian la
situación colonial3 en la cual se inscriben.
Recordar es un acto político porque es la capacidad de rastrear los
hilos de las experiencias pretéritas que transforma a los individuos en
agentes diestros para indicar los límites y las potencias de su autonomía.
En el recuerdo, los individuos devienen en narrantes, en testigos y co-
productores de la vivencia de aquello que se designa como vida. Una vida
que será siempre el resultado de las condiciones materiales de interac-
ción y que en su conexión con la memoria –en tanto acto inaugural de una
narración de los recuerdos de las experiencias individuales y colectivas–
se elabora socialmente. Experiencias que han hecho de los juegos entre
heteronomía y autonomía el centro de la cartografía que posibilita la cons-

El purgatorio que no fue


trucción de las múltiples subjetividades en tiempos-espacios diversos. El
recuerdo es una condición para la memoria individual, social y colectiva.
Quien(es) inscribe(n) y escribe(n) la historia social hecha cuerpo, desde la
bio-grafía hasta las sociodiceas, son los sujetos en su diaria vivencia de
los conflictos individuales y colectivos. Es por esto que el recuerdo es el
capítulo cero de la dominación y la expropiación excedentaria en el con-
texto de la actual fase de capitalismo colonial y dependiente. Y es también
la sede de las múltiples memorias posibles.
Los seres humanos conocen –primaria y prioritariamente– a través del 251
cuerpo. Lo que implica un cruce permanente pero contingente entre per-
cepciones, sensaciones y emociones. Los modos de construir, distribuir y

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


reproducir estos conocimientos se albergan y operan desde las memorias
individuales (en tanto sujeto), memorias sociales (en tanto sujeto de una
clase) y memorias colectivas (en tanto sujeto de una clase con identida-
des particulares). Estas memorias inciertas, plurales e indeterminadas se
encarnan y se transforman a través de los mecanismos de soportabilidad
social y dispositivos de regulación de las sensaciones. Las formas de
producir, almacenar, distribuir y reproducir el conocimiento social afectan
directamente a las conexiones entre, recuerdo, memoria, emociones y
cuerpo. Siendo estos últimos el locus y espacio por donde se establecen
las conexiones aludidas.
Las memorias individuales, colectivas y sociales son momentos de
un proceso helicoidal que las superpone y complementa. El campo per-
ceptivo del cuerpo depende de las capacidades que ellas cobijan, y es
desde allí donde se construye la realidad. Los puntos por los que se co-
nectan estas “prácticas vivenciales” son nodos experienciales que se nu-
tren de los recuerdos. La trama de los recuerdos sostiene un conjunto de
relaciones entre el conocimiento social y los diversos tipos de memoria
que posibilitan almacenar y reproducir los saberes sobre el mundo. El

3
Lo que aquí se designa como colonial puede ser comprendido mejor en los siguientes artícu-
los del presente libro: Scribano, Eynard y Huergo; Lisdero y Marengo; y D’Amico y Vergara.
conocimiento cotidiano y las sensibilidades sociales son los que “hacen
entendibles” el fluir de los eventos convirtiendo la vida de todos los días
una presentificación de las relaciones, ayer, hoy y mañana.
Más allá de las diversas conceptualizaciones, “cuerpo”, “memoria” y
“emociones” son experiencias que se intersecan e interconectan. Ver, gus-
tar, oír, oler, y tocar son prácticas sociales “originarias” y “originales” en
tanto formas de reconocimiento del mundo. Son interacciones que “dan-
origen” a modalidades sociales inscriptas como básicamente individuales.
La iteratividad de diferentes “set de sensaciones” es la puerta de entrada
a las emociones. Las sensibilidades sociales advienen como un espiralado
y complejo proceso en el cual tienen lugar diversas modalidades (y esque-
maticidades) de cruces entre conocimiento y emociones. Dichas modalida-
des son posibles con la “mediación” del cuerpo. La memoria es construida
desde la apropiación de los “objetos” por el cuerpo a través del recuerdo.
Dichos objetos son el resultado de la estructuración diferencial, diferencia-
Narrando por un sueño...

da y desigual que adviene a consecuencia de las tramas de posiciones de


clase ancladas en las condiciones materiales de la existencia.
Las sensibilidades sociales son el resultado de una serie –diversa y
contingente– de objetos hechos cuerpo. Las memorias sociales, colec-
tivas e individuales se-hacen-realidad “haciéndose cuerpo”. Las impre-
siones que bosquejan las percepciones y las sensaciones –haciéndolas
posibles– se nutren de la relación repetitiva con los objetos.
252 En este contexto los resultados de la disputa por la capacidad de pro-
veer de percepciones que “vuelvan” en recuerdos marcan y pintan las
sensibilidades que, ancladas narrativamente en las memorias, adquieren
Adrián Scribano

las formas de fantasmas y fantasías.


Las tecnologías para ocluir, obturar, producir y celebrar el recuerdo son
los fundamentos sin fundamento de las posibilidades de construir memo-
rias. La espacialidad, temporalidad y vivencialidad de los recuerdos son
la antesala de la memoria. La “administración racional” de la experiencia
actual construye artefactos que se hacen cuerpo mediante el uso de la
violencia simbólica (sensu Bourdieu), desde los cuales las impresiones y
las percepciones per-forman los recuerdos. Las prácticas ideológicas que
enhebran los recuerdos en formas de vivencialidades y sensibilidades so-
ciales disponen de las redes narrativas de las memorias.
En este contexto los sujetos se transforman en verdaderos museos
vivientes de un pasado para celebrar el triunfo de los fantasmas y espec-
tacularizar las fantasías del presente.
El fantasma del 2001 ha recorrido los últimos 9 años de la vida so-
cial argentina. Crisis, quiebre, oportunidad revolucionaria, son algunos
de los modos que han existido para caracterizarlo. Uno de los ejes de
nuestra estrategia de indagación fue el exponer a los sujetos que partici-
paron en la misma ante elementos que permitieran “disparar” recuerdos.
En los espacios donde más sensiblemente se experimentó la relación
de ellos con el 2001 fue en los Grupos de Discusión. Se les mostró
unas fotografías de los diarios de esos días y se les pidió que dijeran
si recordaban a que se referían. La vivencia fue unánime, nadie sabía
de qué trataban esas fotos. Sólo después de varios minutos e insinua-
ciones nuestras, advino el recuerdo. En este contexto, y en el marco de
toda la información de la que disponemos, es que podemos subrayar
tres claves interpretativas para esta experiencia:

El 2001 no es “traído-a-narración” por los sujetos de manera espontá-


nea y “directa”; hace falta la irrupción de una /otra/ palabra que convoque
a los nodos de la aludida situación fantasmática.
“Mucho” de lo que los sujetos recuerdan luego de ser interpelados es
lo que vieron por TV y leyeron en los diarios, con la particularidad que las
imágenes citadas son las de “alcance nacional” existiendo fuertes diferen-
cias de clase y localización en estas referencias.
La “crisis” es vista como oportunidad de organización. Dado que los

El purgatorio que no fue


sujetos que participaron en la investigación formaron (y/o forman) parte
de colectivos movilizados en el 2001, la vivencia más próxima es la que
refiere a motivaciones y “éxito” de esos colectivos para organizarse.
Oclusión, heteronomía y desvío son los caminos por donde aparece
el 2001 en las narraciones de los sujetos. Ante las potenciales pregun-
tas ¿Qué hacia Ud.? ¿Cómo lo vivió? ¿Qué pasó?, se puede estructurar
una respuesta: “No sé, mal y nadie sabía qué pasaba”. La cerrazón a la
experiencia, el dolor y la angustia relatada por la vivencia de “otros” es la
puerta de entrada para borrar el recuerdo e impedir la memoria narrada 253
en primera persona.
El horror es la devolución especular de unos sujetos habitantes del

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


mundo del No4 que son colonizados por la amenaza de la repetición de la
situación fantasmática en conexión directa con la fantasía del “a mí no me
pasó”, y del “que se vayan todos”.
El desplazamiento, elusión y evitación sistemática de los conflictos so-
ciales se ha logrado a costa de elaborar un conjunto de sensibilidades so-
ciales que encuentran en las nuevas reglas de la economía política de la
moral una morada tranquilizadora. Como lo venimos señalando en diver-
sos lugares,5 se ha elaborado en consecuencia una religión neocolonial
donde consumo mimético, solidarismo y resignación ocupan los lugares
de una trinidad que estructura la soportabilidad de la vida.
El recuerdo que no fue es el espacio por donde se intersecan las si-
tuaciones fantasmáticas, las políticas de la memorias y los estados de
fantaseo.
Aquello que prometían las fantasías del 2001 quedó atrapado en la
cómplice reiteración de lo que en ellas había de fantasmas. Los recuerdos
al des-fragmentarse arman unas pinturas del mundo de lo que no fue y de
lo que siempre habrá que huir.

4
Para una caracterización de lo que aquí denominamos mundo del no Cfr. Scribano
(2005b, 2006)
5
Cfr. Scribano, (2009e).
Ahora bien, este cuadro se comprende mejor si, al menos esquemá-
ticamente, podemos señalar cuáles son los procesos de elaboración de
fantasmas y fantasías. De ello nos ocupamos en el próximo apartado.

3- Segunda parte: procesos de elaboración de las situaciones fan-


tasmáticas y estados fantasiosos

En el curso del conjunto de prácticas de investigación a las cuales se


refiere el presente libro, nos habíamos propuesto re-construir los procesos
por los cuales se elaboran fantasmas y fantasías; en lo que sigue intenta-
mos caracterizar dichos procesos a la luz de toda la información construida.
Presentamos así el entramado de Fantasmas y Fantasías con el objetivo de
caracterizar una comprensión sociológica de sus procesos de elaboración.
Las superposiciones entre situaciones fantasmáticas y estados fan-
Narrando por un sueño...

tasiosos implican esa especie de luminosidad enceguecedora que ca-


racteriza a la transparencia pornográfica de lo dado como rasgo de las
prácticas ideológicas contemporáneas.
Los mecanismos de construcción de fantasías y fantasmas se arraigan
en: a) la reproducción cotidiana de las experiencias de soportabilidad,
b) los procesos de ensoñación implicados en las fantasías, y c) la co-
producción mediática del presente continuo.
254 Los mecanismos de soportabilidad social usados y “resignificados”
en el 2001 son “traídos-a-narración” en tanto prácticas ideológicas cons-
titutivas de paquetes tiempo-espacio. El miedo, la impotencia y el dolor
Adrián Scribano

social se conjugaron como defensas de “una experiencia traumática”


que había-que-pasar. Una de las características centrales de las aludi-
das prácticas es que siempre son significadas en los otros, en un terce-
ro, en algo visto y sentido en tercera persona. En este contexto emerge
la dificultad de volver reflexivamente sobre la propia experiencia, blo-
queada por las mismas prácticas de un sujeto que no olvida el rostro de
lo horroroso y que eludió lo más cruel de una interacción pretérita. Como
la muerte, el fantasma es recordado como vivencia siempre de un próxi-
mo, que puede asemejarse, pero que no coincide con el mismo sujeto
narrado en primera persona. La relación (y las distancias) entre falta y
angustia, entre necesidades y frustración, entre dolor e impotencia se
hilvanan en un tejido que amortigua el “golpe de la caída”. Lo que falta
hace evidente un conjunto de carencias que se elaboran como dolor a
través de mecanismos donde angustia, frustración e impotencia anudan
los hilos de un tejido amortiguador que elude el carácter conflictivo de la
situación. Las posiciones y condiciones de clase de los sujetos delimitan
las multiplicidades posibles del juego fantasmático de la dialéctica entre
angustia, frustración e impotencia.
De este modo, los fantasmas se elaboran como acción de soportar
que instala “a flor de piel” un conjunto de prácticas que hacen posibles
las vivencias cotidianas. Los fantasmas se arman y se constituye “en el
soportar” con un triple sentido: la vida se sobrelleva, se aguanta, se to-
lera. Por esta vía, la vida en el mundo del No se sobrelleva de tal forma
que sobre el fantasma “descansa” la comprensión de la experiencia, se
aguanta en tanto es una narración que hace pasar el tiempo traumá-
tico, y también construye los umbrales de lo que se tolera, dibuja los
límites del “ya no da para más”. Desde esta dialéctica entre sobrellevar,
aguantar y tolerar se pueden comprender dos “funciones” básicas de
los fantasmas: por un lado, simplifican la comprensión de una situación
conflictual, y por otro permiten eludirla en tanto naturalización de una
repetición compulsiva. Al lado del miedo al regreso de 2001 se produce
la explicación de la resignación, o si se quiere la naturalización del “no
hay salida”.
Los fantasmas se anudan en una situación fantasmal: la crisis. Una
situación fantasmal opera como mojón práxico, como horizonte de com-

El purgatorio que no fue


prensión y estructura de subsunción. El pasado (se) juega con el olor, el
color, la textura, el sabor y el sonido que ya no son, pero que permanecen
en las inscripciones sobre y desde la articulación entre cuerpo imagen,
piel y movimiento.6 Las situaciones fantasmales constituyen puntos de
inducción y disyunción de los recuerdos que configuran las narraciones
sobre lo acontecido. Las situaciones fantasmales anudan los fantasmas
de ayer con los del hoy, elaborando los del mañana. Son un conjunto de
experiencias cognitivas-afectivas que señalan los puntos sensitivos por
donde acaecerá la repetición de la situación traumática. En la situación 255
fantasmática se subsumen las cadenas de hechos desconectados que el
recuerdo –al des-fragmentarse en narraciones– hace vivir nuevamente. El

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


fantasma colorea una entera situación de interacciones con la paleta del
miedo a repetir la caída con su sola presencia.
Ahora bien, como (casi) toda “caída”, alimenta (tal vez desde su mismo
rasgo de parálisis) la elaboración de una resurrección heroica construyen-
do fantasías sociales donde recargar el peso que no se soporta.
Las prácticas de elaboración de fantasías tienen en las actitudes de
ensoñación un pivote cognitivo-emocional que permite a los sujetos eludir
los “compromisos” subjetivos del presente conflictual. Las sensibilidades
expresadas como contracara y a la vez como práctica conectada con el
alejamiento del fantasma a través de la soportabilidad, abrieron el camino
para un doble juego: en primer lugar la significación vicaria del pasado
reciente que todo lo condena y hace condenable, y en segundo lugar la
“confusión” de las salidas de la pesadilla con otro estado de oportunidad
para que todo termine. El “que se vayan todos” es la fantasía estructura-
da y estructurante desde el fantasma del “que no se vuelva a repetir” para
que no se sienta tanto horror. No se van, se quedan como tonalidades de
un ahora indeseado y por ello eludido. ¿Quiénes se quedan? El miedo, la
impotencia y el dolor que, cuando el sueño se evapora, se configuran en

6
Para una explicitación de las nociones de cuerpo imagen, piel y movimiento Cfr. Scribano
(2007c)
presente continuo. Pero la fantasía social de la recuperación vivida en la
ensoñación (con)tiene “epistemologemas” y “mitologemas”7 que cumplen
funciones directas en las elaboraciones de las sensibilidades. Los sueños
tienen un componente cognitivo, explican la estructura del deseo y un
componente afectivo por el cual se da origen a un tiempo fuera del tiempo
de la situación conflictual.
Es en este marco donde los estados fantasiosos adquieren importancia
a la hora de indicar cómo y a través de qué vías se construyen fantasías
sociales. Los paraísos terrenales prometidos en la religión neocolonial
se diseñan y pintan con los lápices del disfrute perecedero y fugas del
auto-extrañamiento. Se puede vivir esperando vivir un sueño a costa de
ocluir las prácticas de autoafirmación que implican enfrentar los fantas-
mas, recordar en primera persona y elaborar las memorias en narraciones
autónomas. La lógica práctica indica que todos los intentos fallidos por
incluirse en la fantasía son menos dolorosos que sacar las consecuen-
Narrando por un sueño...

cias pragmáticas de saberse un habitante del mundo del No. Los estados
fantasiosos construidos de sueños recortados al talle de las des-imputa-
ciones morales del consumo mimético, el solidarismo y la resignación de
la religión neocolonial facilitan la vida.
Las marcas (e intersecciones) entre situaciones fantasmales y esta-
dos fantasiosos ayudan a comprender cómo se elaboran fantasmas y
fantasías. Para que este conjunto indeterminado y contingente de prácti-
256 cas se efectivice es necesaria la concurrencia de diversas interacciones
iterativas (rituales e institucionales) que colaboran en su “armado” plu-
ral y diverso. Como hemos señalado en otros lugares las interacciones
Adrián Scribano

parentales, la escuela, el estado, el trabajo son algunas de las aludi-


das prácticas.8 Una de las interacciones más recurrentemente traídas
a narración en nuestras indagaciones es la conexión del 2001 con los
medios de comunicación masiva; desde allí es que podemos sintetizar
la relación entre dichas interacciones y la elaboración de fantasmas y
fantasías del modo que sigue.
La co-producción mediática de los escenarios fantasmáticos y fanta-
siosos es el resultado de una conjugación entre la reproducción cotidiana
de las experiencias de soportabilidad y los procesos de ensoñación impli-
cados en las fantasías. La actividad de los medios se basa en una inter-
acción con los sujetos, en una práctica que hace cotidiana las posiciones
y disposiciones del espectáculo, el divertimento y lo especular.
Es en este contexto que la aludida co-producción implica la operativi-
dad performativa del asistir a las experiencias de los otros como parte del
deseo (sensu Thomas) y goce propio (sensu Marx). Se hacen efectivos
mecanismos de ajustes entre lo que se quiere ver y lo que se muestra,
entre lo que se niega afirmando y lo que se afirma negando: lo horroroso

7
Sobre una conceptualización de epistemologemas y mitologemas como componentes de
los sueños en tanto dispositivos de fantaseo Cfr. Scribano (2009a)
8
Un ejemplo puede encontrarse en Scribano (2005a)
de una vida que siempre esta más allá las posibilidades del sujeto, es por
eso que “sin tetas no hay paraíso”.9
Hay dos movimientos en la construcción del guión de una vida co-
producida con los medios, en especial con la televisión: las conexiones
entre máscaras y televisión, y el ajuste de sintonización que involucra el
marketing.
En el primero de estos movimientos de la escena de co-producción las
articulaciones y desarticulaciones entre máscara, rostro y cara definen
contingentemente lo que se elabora, construye y consume. Las opera-
ciones mediáticas se inician y arriban a un conjunto de percepciones en-
tramadas que cuentan historias narrando deseos. Los distintos tipos de
deseos que estructuran las prácticas sociales cotidianas toman forma de
ensoñación diurna, donde el medio se transforma en un espejo-cámara.
Se produce un vivir, ver y sentir como propio en la vecindad de lo “tre-

El purgatorio que no fue


mendamente” distinto.
La disposición narrativa –en tanto exteriorización de la memoria y el
recuerdo– enlaza y deposita en la lejanía de la estructura especular y
espectacular de la pantalla la máscara de un rostro cotidianamente otro,
de una “otrarización” de la propia cara, de un juego que apuesta a la su-
perposición marcas del cuerpo imagen.

En el segundo de los movimientos de fabricación de escenas hay una


conexión directa entre percepción y marketing. Tal como lo enuncia un pro- 257
grama del verano 2010 “Lo querés, lo tenés”.10 En el contacto con la TV se
hace efectiva una compleja relación entre pedir, tener y mirarse en el hacer

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


de una sensación vicaria vuelta emoción propia. La mercancía llamada
souvenir de lo vivido transforma a los sujetos en turistas de las sensibilida-
des y de sus propias memorias. El recordar se compone de imágenes que
se habían hecho mercancías de la asistencia a escenas pretéritas.
Los medios son escenarios donde se ve la vida como un más allá que
se acerca más a los actores en tanto los aleja de la pesadez de la vida.
En el contexto de reproducción de la religión neocolonial, el lugar que
ocupan las religiones institucionales es disputado por los mass media en
su promesa de alivio en una tierra que no es la de los sujetos; ésa a la que

9
Basada en el libro de Gustavo Bolívar, “Sin tetas no hay paraíso” es una telenovela de
origen colombiano que cuenta la historia de de un barrio pobre de ese país, donde el único
medio para conseguir dinero “fácilmente” es por medio del narcotráfico.
Catalina (la protagonista) “... se verá seducida por un mundo de lujo y abundancia del
entorno de la droga. Intentará convertirse en la preferida de los narcos, pero pronto descu-
brirá que sin tetas no hay paraíso, por lo que hará favores sexuales para conseguir dinero
suficiente para agrandar sus senos, que en este ambiente, cuanto más grandes… mejor”
(“Sin tetas no hay paraíso, en canal 9”, disponible en http://www.extremista.com.ar/10868/
sin-tetas-no-hay-paraiso-en-canal-9/)
10
“Lo pedís, lo tenés” presenta videos, curiosidades, bromas a “celebridades” de Argentina
y del mundo (actores, deportistas, modelos y reconocidas figuras de todos los ámbitos),
material de la programación actual y del “recuerdo” e incluye juegos con la participación del
público. Conducido por Diego Pérez y Natalia Moncalvi, TE.LE.FE., 2010.
se accede por las mímesis que provee el consumo. Una tierra que des-
provista de toda capacidad de concretarse se hace aún más alcanzable
por medio de vivir de fantasías. La colonización del fantasma a través de
vivificar las situaciones fantasmáticas es finalizada y expandida por los
resultados de los estados de fantaseo.
Los sujetos se miran, miran y pretenden ser mirados en la exposición
de sus estructuras experienciales en la espectacularidad de las escenas
mediáticas.11 Las “di-visiones” del mundo que se efectivizan por un con-
junto de disposiciones clasificatorias son acompañadas por “miradas”,
donde se desvanecen las posiciones asociadas a dichas clasificaciones.
Una mirada se diferencia de una visión por no demarcar bordes témporo-
espaciales y sostenerse en la monocromía de la ojeada; por no establecer
una dirección de las conexiones posibles entre impresiones y percepcio-
nes, sino por superponerse en la experiencia sinestésica; por no colorear
la policromía de la pintura del mundo en tanto contexto, sino por el dal-
Narrando por un sueño...

tonismo que provoca una imagen iterativa. Los fantasmas y las fantasías
se reproducen y son reproducidos en el hiato que implica las diferencias
entre visiones del mundo y miradas televisivas.
En este marco es prioritario subrayar que aquello que venimos señalan-
do como co-producción mediática del presente continuo forma parte del
entero proceso de elaboración de la plusvalía ideológica que se efectiviza
en las relaciones entre consumo, producción y reproducción de la socieda-
258 des neocoloniales y dependientes. Además hay que dejar claro que este
enfoque elimina la polarización (sistémicamente cómplice) entre pura mani-
pulación mediática y libertad de elección de los sujetos; el espejo-cámara
Adrián Scribano

se apropia del plus de la narración mediática del poder de los medios.


Para una aproximación más detenida a los rasgos de la plusvalía ideo-
lógica podemos recordar aquí a Ludovico Silva quien sostenía:

… ya no se genera plusvalía mediante la sola energía física, sino tam-


bién –con mayor intensidad cada día– mediante la energía mental.
Esta energía mental no ha de entenderse, claro está, tan sólo como la
que puede gastar la tecnocracia de la “racionalidad” capitalista (en el
sentido de Baran), sino también, y principalmente como la que gasta
diariamente cualquier individuo medio dentro del capitalismo que viva
en la creencia, específicamente ideológica, de que el mundo es “esen-
cialmente” un mercado: en su estructura instintiva, diría Marcuse, está
instalado un freno poderoso contra todo impulso por destruir la con-
cepción del mundo en tanto mercado, o más simplemente dicho, para
colaborar en la revolución contra el capitalismo. (Silva, 1984: 251)

Las apropiaciones excedentarias del plus de las capacidades de cons-


truir sensibilidades se sostienen en la naturalización de la imposibilidad de
su modificación. El excedente de las narraciones mediáticas se concreta

11
CFR Boito (2005)
en el espacio modelado por las distancias (y proximidades) entre visiones
y miradas que se construyen en la co-producción de las escenas mass
mediáticas. Estas maneras excedentarias se experimentan justamente
en las diferencias suturadas entre fantasmas y fantasías. Del conjunto
de energía corporal y social necesario para la reproducción individual y
colectiva, es extraído el plus narrativo-práctico que implicaría la construc-
ción de visiones individuales y colectivas. Desplazándolo hacia múltiples
miradas que en su borrosidad quedan adheridas a la presencia paralizan-
te del sinestésico juego del presente continuo de vivir la vida de otro a
través de lo mass mediático como puerta privilegiada del disfrute.
Como en todo paraíso los últimos serán los primeros siempre y cuando
olviden que son los últimos. Esta práctica ideológica es la praxis de toda
situación colonial: lo mejor para un colono es agradecer ser colonizado
por la potencia de mayor envergadura Así, al menos, puede soñar con no

El purgatorio que no fue


ser lo que es mientras dure “el programa” que involucran las políticas de
los cuerpos del colonizador. Si bien hemos caracterizado en varios luga-
res por qué y cómo la situación actual puede ser entendida como colo-
nial, al finalizar este libro se impone sintetizar un rasgo más: la colonia es
elaborada y experimentada como la fantasía de una vida vivida desde el
afuera y como la reacción frente al fantasma de encontrar repetitivamente
la vida propia.
En la superficie de inscripción que se ha reseñado, construida entre las
proximidades y distancias de la reproducción cotidiana de las experiencias 259
de soportabilidad, los procesos de ensoñación implicados en las fantasías
y en la co-producción mediática del presente continuo, es posible visualizar

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


los modos de elaboración de una economía política de la moral.
Ahora bien, en el proceso de indagación que hemos experimentado
encontramos prácticas sociales que diluyen, destituyen y re-vierten el
cuadro colonial pintado hasta aquí, de ellas nos ocuparemos en el próxi-
mo apartado.

4- Felicidad, esperanza y disfrute: cintas de moebio de las prácticas


intersticiales12

Existen en la “vida de todos los días” de los millones de sujetos expulsa-


dos y desechados de Latinoamérica pliegues in-advertidos, intersticiales
y ocluidos. Se efectivizan así prácticas de la vida vivida en tanto potencia
de la energías excedentes a la depredación. En este contexto aparecen
en el horizonte de compresión, prácticas para las cuales la sociología
no tiene –usualmente– un plexo crítico, conceptual y metodológico13 de-

12
Lo que sigue es una muy apretada síntesis de lo expuesto en Scribano (2009b, 2009c,
2009d)
13
Hemos propuesto algunas alternativas para analizar las sensaciones y la creatividad en
Scribano (2008a, 2008b).
masiado elaborado. Algunas de las prácticas aludidas son la felicidad, la
esperanza y el disfrute que de un modo u otro emergen como contracara
de los ejes de la religión neocolonial arriba enunciada.
Prácticas intersticiales son aquellas relaciones sociales que se apropian
de los espacios abiertos e indeterminados de la estructura capitalista,14 gene-
rando un eje “conductual” que se ubica transversalmente respecto a los vec-
tores centrales de configuración de las políticas de los cuerpos y las emocio-
nes. Por lo tanto no son prácticas ortodoxas, ni son paradóxicas, y tampoco
heterodoxas en el sentido conceptual que les diera a éstas Pierre Bourdieu.
Entre muchas maneras de entender conceptualmente qué significan
las prácticas aludidas, mencionaremos aquí tres de ellas: como pliegues,
como quiebres y como partes “no esperadas” de un puzzle.
Para estructurar una sociología que piense la depredación de la energía
corporal y natural, que piense la regulación de las sensaciones, que piense
el modo como la represión adviene en tanto imposibilidad, que sea crítica
Narrando por un sueño...

de una religión que ata consumo con solidarismo y con la propia resigna-
ción y sus liturgias, hay que constituir una teoría sociológica que explique
los pliegues in-advertidos, intersticiales y ocluidos de la vida vivida desde
la potencia de la energías excedentes a la depredación. En un sistema que
por definición no cierra, que no puede ser totalidad sino en su desgarro,
se instancian prácticas cotidianas y extra-ordinarias donde los quantum de
energía corporal y social se refugian, resisten, revelan y rebelan. La felici-
260 dad, la esperanza y el disfrute son algunas de esas prácticas.
Una crítica a la trinidad colonial significa producir condiciones de ob-
servabilidad sobre las prácticas intersticiales aludidas e implica el siguien-
Adrián Scribano

te recorrido dialéctico: a) del consumo mimético pasar a la observación


del intercambio recíproco (más allá del capital social) y el don;15 b) del so-
lidarismo pasar a la observación del gasto festivo;16 y c) de la resignación
pasar a la observación de las confiabilidad y la credibilidad17 (como crítica
sistemática a lo ideológico y re-semantización de la esperanza).

En los meandros del las prácticas intersticiales de los muchos que des-
mienten el goce de los pocos en forma de expropiación de las energías
sociales y corporales de los primeros, se pueden observar un conjunto de
prácticas que sirven de vértice y apoyo para acciones contra-expropiato-
rias e interdicciones colectivas.
En y desde la vivencia del disfrute, la esperanza y la felicidad –ob-
servables en las lógicas de intercambio recíproco, el amor y el gasto

14
Usamos aquí la expresión “estructura capitalista” conscientes de la necesidad de aclarar
(tarea que no podemos realizar aquí) las diferencias estructurales dentro de dicha estructura.
15
Para una visión, diversa a la aquí dada, pero muy interesante y original sobre el don en
América Latina Cfr. Martins y Campos (2006).
16
Una mirada disímil pero inspiradora sobre el papel del gasto festivo en la sensibilidad
latinoamericana se puede encontrar en el ya clásico trabajo de Morandé (1984).
17
En un sentido diferente, pero que aquí se usa como plataforma conceptual para la no-
ción de confianza: Cfr Giddens (1990, 1991).
festivo– donde las prácticas intersticiales adquieren una relevancia es-
pecial. Por un lado, permiten escuchar y mirar a un conjunto de acciones
que “tradicionalmente” están silenciadas e invisibilizadas en la densidad
de la vida cotidiana que la sociología “da por supuesta”; y por otro lado,
reconstruyen las grietas y pliegues de la expropiación y expulsión que
implica la religión neocolonial como régimen de la economía política de la
moral. Si repasamos algunas de las características centrales de las prác-
ticas aludidas se pondrá en evidencia su importancia en los procesos de
estructuración actuales.
El disfrute que posibilitan los intercambios recíprocos desmiente la
sensibilidad dependiente que genera el consumo mimético. En la vida
vivida de millones de sujetos que son objeto de las políticas de las emo-
ciones que implican el despliegue de los fantasmas y fantasías en el
marco de la religión neocolonial, es posible de constatar apropiaciones y

El purgatorio que no fue


reapropiaciones cotidianas de un sinnúmero de prácticas intersticiales. En
diversas modalidades de asociatividad emergen diferentes formas de ins-
tanciar la reciprocidad. En este contexto, la reciprocidad en tanto práctica
intersticial involucra tres momentos del intercambio intersubjetivo donde
se destituye, al menos parcialmente, el rasgo primario del consumo mimé-
tico consistente en transformar al consumidor en objeto.
Los tres momentos no tienen un orden cronológico pensando al inter-
cambio como actividad, ni tampoco una jerarquía de sentido; los mismos
pertenecen a un proceso helicoidal que puede recorrer su propia figura en 261
fases ascendentes y descendentes. Es decir, la reciprocidad no es norma-
tiva, sino una experiencia abierta y multicromática. Uno de esos momentos

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


gira en torno al dar-recibir-dar, otro alrededor de los juegos de heteroreco-
nocimiento y el tercero ligado al compartir. Estos tres momentos adquieren
facetas heterogéneas y múltiples pero siempre se refieren al resultado del
intercambio como una identidad. Identidad en la gramática de la acción
donde ésta se expresa de la misma manera entre los sujetos que participan
en ella. Identidad de la predicación de los atributos que relacionan a los par-
ticipantes de un intercambio. Identidad que significa un mismo flujo de ener-
gía puesto en juego en el intercambio. Desde esta perspectiva podemos
visualizar una banda moebiana dividida en tres que coloca una y otra vez
al dar-recibir-dar en diferentes planos de apertura y reproducción. En los
planos de dichas bandas el juego reconocimiento y hetero-reconocimiento
aparece como un horizonte de una identidad compartida.
La confianza-credibilidad que genera el amor como plataforma de la
esperanza destituye a la resignación como eje de una política de la acepta-
ción y rendición incondicional. Comprendemos como condición de posibili-
dad de la esperanza, bajo el entendido de que el futuro es ahora, a un juego
dialéctico entre amor filial, amor conyugal y amor cívico. Dicha “condición
de posibilidad” debe ser concebida en el contexto de lo desarrollado por
Marx (y otras tradiciones) respecto a las sensibilidades y el disfrute.
Esta “práctica-del-querer” es el resultado de sociabilidades hechas
carnes y huesos que permiten, al menos potencialmente, reconectar las
relaciones yo-tu-otro que el desarrollo de las prácticas capitalistas coa-
gula en la mercantilización. En este marco comprendemos al amor como
un estado afectivo que conecta la relación yo-tu-otro transformando a
la misma en una preferencia primera, en objeto de deseo y en meta
principal.
El gasto festivo a través de sus rasgos de destitución, destructivi-
dad, desreegulación, expresividad, involucrando exceso y desmercan-
tilización dispara acontecimientos de felicidad. Entendiendo, como ya
hemos afirmado arriba, que la felicidad refiere a estados afectivos-cog-
nitivos complejos donde se concretan para el ser humano la liberad para
el desarrollo individual y la capacidad para experimentar gratificaciones
sensoriales. Es en este contexto que autonomía –como encuentro con
los otros (y sí-mismo)– y disfrute son los rasgos de una subjetividad que
se expresan en las prácticas de gastar festivamente. La felicidad es la
vivencia de la propia potencia de sentirse autónomo para obrar, que la
Narrando por un sueño...

destitución y desregulación del gasto festivo potencia como aconteci-


miento. Las prácticas de felicidad que anidan en el gasto festivo liberan-
do la creatividad, la expresividad y la destrucción de la mercantilización
de la vida, rompen el capricho repetitivo del placer instantáneo y el cerco
del consumo para ser consumido.
Las madejas y plexos que arman y desarman disfrute, confianza-cre-
dibilidad y gasto festivo son parte de las múltiples bandas moebianas que
262 se despliegan en tanto prácticas intersticiales de la religión neocolonial.
El dar-recibir-dar, los juegos de heteroreconocimiento y el compartir de
las prácticas de reciprocidad que hacen posible el disfrute frente al consu-
Adrián Scribano

mo mimético; el amor como un estado afectivo que conecta la relación yo-


tu-otro transformándola en preferencia primera, objeto de deseo y meta
principal en tanto plataforma de la esperanza (frente a la resignación), se
conjugan y potencian con el gasto festivo que dispara la felicidad de la
vivencia de la autonomía y la potencia.
Disfrute, amor y felicidad conforman un trípode desde donde se habili-
tan nuevos senderos para des-armar no solamente la trinidad neocolonial
sino también sus “pastorales”; es decir se resquebrajan y re-definen la
sinestesia social y la ataxia social que ceden paso a pliegues de sensibi-
lidades y vivencialidades diferentes.
También en el marco de nuestras indagaciones hemos mapeado otras
prácticas sociales que destituyen y desmienten el régimen colonial; son
aquellas que hemos dado en llamar interdicciones colectivas. Sólo
para señalar algunos de sus rasgos, entiéndase provisoriamente que
son aquellas acciones que frenan, desmienten y disputan el régimen
de verdad de la economía política de la moral del capitalismo en su
fase actual, y la sensibilidad que genera la religión neocolonial descripta
arriba.
En el contexto de lo expuesto hasta aquí es posible comprender
cómo lo que ha sido narrado por los sujetos, si bien bosqueja la dupli-
cación del “juego televisivo” de bailar por un sueño,18 actualizando las
disposicionalidades de los efectos de las rostrocidades segregacionistas
que ello implica, también abre la puerta para un conjunto de prácticas
intersticiales que desmienten el actual régimen de la economía política
de la moral. Se percibe también cómo los guardianes de las mercancías
siguen tasando en oro el horror de la explotación excedentaria a través de
los estados fantasiosos, acción que se resquebraja y se des-estructura en
la vida vivida por medio de las interdicciones colectivas.
La naturalización y aceptación desapercibida de unas sensibilidades
sociales que se elaboran en la tensión entre la vivencia de expulsión y el
estado fantasioso de evitación conflictual, son atravesadas por prácticas
que destituyen su carácter de totalidad cerrada apareciendo en los inters-
ticios de la depredación de la vida.
Como es obvio nuestra tarea de indagación ha concluido parcialmente

El purgatorio que no fue


pero abre otros desafíos entre los cuales se encuentra el tener la capacidad
reflexiva de diluir lo que en nuestras prácticas académicas hay de colonial.

263

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)

18
“Bailando por un sueño” corresponde a un “enlatado televisivo” cuyo contenido consta
principalmente en un concurso de baile donde participan famosos. En Argentina ha sido
puesto al aire como un segmento del programa “Showmach”, conducido por Marcelo Ti-
nelli. Un elemento a destacar es que el premio de dicho concurso es la concreción de un
“sueño” propuesto previamente por los participantes, generalmente vinculados a acciones
de “solidaridad”. Para ver un análisis detallado de algunas escenas de dicho programa ver
Boito (2005).
Bibliografía
Catela Da Silva, Ludmila (2001), No habrá flores en la tumba del pasado:
La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desapa-
recidos, Ediciones Al Margen, La Plata.
Boito, Eugenia y D´Amico Marcelo (2009), “Estudio Preliminar”, en A.
Scribano y C. Fígari (comp.), Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s)
Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones desde Latinoamérica,
CLACSO-CICCUS, Buenos Aires.
Boito, Eugenia (2005), “La telaraña solidaria: un ensueño para direccio-
nar el comportamiento ciudadano ante la pobreza. Indagación en algunas
escenas”, en A. Scribano (comp.), Geometría del conflicto: Estudios sobre
acción colectiva y conflicto social, Universitas, Córdoba.
Giddens, Anthony (1990), Consecuencias de la Modernidad, Alianza,
Narrando por un sueño...

Madrid.
(1991), Modernity and Self-Identity, Polity Press, Cambridge.
Jelin, Elizabeth y Susana Kaufman (comp.) (2006), Subjetividad y figuras
de la memoria, Siglo Veintiuno Editora Iberoamericana y Siglo Veintiuno
de España Editores, Madrid y Buenos Aires.
Jelin, Elizabeth (2002), Los trabajos de la memoria, Siglo XXI, Madrid.
264 Martins, Paulo Henrique e Roberta Bivar Campos (org.) (2006), Polifonia
do Dom, Editora Universitária UFPE, Recife.
Morandé, Pedro (1984), Cultura y Modernización en América Latina,
Adrián Scribano

Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile.


Schmucler, Héctor (1999), “Entre La Historia Y La Memoria” en Estudios,
Centro De Estudios Avanzados-UNC, Córdoba.
(2006), Miedos y memorias en las sociedades contemporáneas,
Comunic-arte, Córdoba.
Scribano, Adrián (dir.) (2003), El campo en la ruta. Enfoques teóricos y
metodológicos sobre la protesta social rural en Córdoba, Universidad
Nacional de Villa María, Editorial Copiar, Córdoba.
(comp.) (2005a), Geometría del conflicto: Estudios sobre acción
colectiva y conflicto social, Universitas, Córdoba.
(2005b), Itinerarios de la Protesta y del Conflicto Social, CEA-
Universidad Nacional de Córdoba - Instituto Académico Pedagógico de
Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Villa María, Editorial Copiar,
Córdoba.
(2006), “Cuando las Aguas Bajan: La Mirada de los pobres
sobre las consecuencias de la crisis argentina del 2001 en la Ciudad de
Córdoba”, en C. Masse Narváez (coord.), Poderes Locales y Desarrollo
Municipal. Actores Sociales e Institucionales, El Colegio Mexiquense, Ed.
IEEM UAEM, México.
(comp.) (2007a), Mapeando interiores. Cuerpo, conflicto y sensa-
ciones, Jorge Sarmiento Editor, Córdoba.
(comp.) (2007b), Policromía Corporal. Cuerpos, Grafías y
Sociedad, CEA-CONICET, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad
de Guadalajara, Colección Acción Social, Jorge Sarmiento Editor,
Universitas, Córdoba.
(2007c), “Salud, dinero y amor…! Narraciones de estudiantes uni-
versitarios sobre el cuerpo y la salud”, en A. Scribano (comp.) Policromía
Corporal. Cuerpos, Grafías y Sociedad, CEA-CONICET, Universidad
Nacional de Córdoba, Universidad de Guadalajara, Colección Acción
Social, Jorge Sarmiento Editor, Córdoba.

El purgatorio que no fue


(2008a), “Conocimiento Social e Investigación Social en
Latinoamérica”, en Néstor Cohen y Juan Piovani (comps.), La metodo-
logía de la investigación en debate, Eudeba – Edulp, Buenos Aires y La
Plata.
(2008b), El Proceso de Investigación Social Cualitativo, Editorial
Prometeo, Buenos Aires.
(2009a), “Ciudad de mis sueños: hacia una hipótesis sobre el
lugar de los sueños en las políticas de las emociones” en A. Levstein y 265
E. Boito (comp.) De Insomnios y Vigilias en el Espacio Urbano Cordobés,
CEA-CONICET, Universitas, Córdoba.

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


(2009b), “Sociología de la felicidad: el gesto festivo como prác-
tica intersticial”, en Yuyaykusun. N° 2, Departamento Académico de
Humanidades de la Universidad Ricardo Palma, Lima.
(2009c), “Reciprocidad, Emociones y Prácticas Intersticiales”, en
P. H. Martins y R. de Souza Medeiros (comp.), América Latina e Brasil em
Perspectiva, Editora Universitária UFPE Recife.
(2009d), “Las Prácticas del Querer: el amor como plataforma de
la esperanza colectiva”, en M. Camarena Luhrs, C. Gilabert Juárez, M.
A. Cortés Guardado, Amor y Poder. Replanteamientos esenciales de la
época actual, Guadalajara, México.
(2009e), “A modo de Epílogo. ¿Por qué una mirada sociológica
de los cuerpos y las emociones?”, en Scribano y Fígari (comp.) Cuerpo(s),
Subjetividad(es) y Conflicto(s) Hacia una sociología de los cuerpos y las
emociones desde Latinoamérica, CLACSO-CICCUS, Buenos Aires.
Silva, Ludovico (1984), La plusvalía ideológica, Universidad Central de
Venezuela, Ediciones de la Biblioteca, Caracas.
Resúmenes

El hambre como problema colonial: Fantasmas, Fantasías sociales


y Regulación de las Sensaciones en la Argentina después del 2001
Adrián Scribano, Juliana Huergo y Martín Eynard

El purgatorio que no fue


El presente trabajo tiene por objetivo revelar las conexiones entre el
fenómeno del hambre y la expansión imperial neocolonial del capitalis-
mo, y sus consecuencias en la estructuración de sensibilidades, prác-
ticas y representaciones. La lógica de reproducción capitalista a partir
de la depredación de los bienes comunes –energías naturales y cor-
porales– es el nodo central para reconstruir el mencionado entramado
relacional que logra dar visibilidad al hambre como política colonial. El
análisis transversal del material empírico de los trabajos de indagación
sobre la elaboración de Fantasmas y Fantasías Sociales post-crisis 267
2001 trae con fuerza el hambre como nodo cognitivo-emocional. El
hambre es “traído-a-narración” por los sujetos, unas veces asociado

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


a los “motivos” de la crisis, otras perfomando el presente y el futuro.
Entre los nodos aludidos se revelan como recurrentes cuatro formas
distintas de estructurar las emociones y sensibilidades: las metáfo-
ras del hambre, las marcas del hambre, la geopolítica del hambre y
los usos políticos del hambre. Estas cuatro formas que se comportan
como una estructura relacional, superpuesta y moebiana, permiten la
observación del hambre pasado-presente-futuro como componente de
fantasmas y fantasías sociales al sacar a la luz las prácticas natura-
lizadas y naturalizantes a ellos asociadas. El hambre es el territorio
permanente de los cuerpos colonizados.

Crisis e incertidumbre: un análisis de las experiencias colectivas en


Córdoba y Villa María, desde los cuerpos y las emociones
Gabriela del Valle Vergara y Marcelo D’Amico

El artículo se propone graficar dos tipologías de experiencias de la


crisis del 2001 y su escenario posterior, en la Argentina, realizando
un cruce entre el enfoque clasista, la sociología de los cuerpos y de
las emociones, y la sociología del riesgo. Para ello, en base al análisis
de grupos de discusión realizados en las ciudades de Córdoba y Villa
María, se definen en primer lugar los denominados ‘cuerpos en riesgo
de empobrecimiento’ y los ‘cuerpos precarios’. Luego se indican di-
ferentes vivencias que cada uno de estos cuerpos ha tenido durante
la crisis del 2001, tanto a nivel de movilización o participación social,
como en los cambios económicos a partir del surgimiento de los clubes
de trueque y los planes Jefas y Jefes de Hogar Desocupados. A conti-
nuación se distingue el escenario posterior al 2001 y cómo cada uno de
los cuerpos se ubica frente a la incertidumbre, el riesgo y la posibilidad
de una nueva crisis. Finalizamos el artículo postulando que las expe-
riencias del riesgo y la incertidumbre que la crisis genera, tienen un
peso diferencial en los distintos cuerpos –delineados por su posición
social y por la capacidad de acción de los mismos– según la forma en
que se combinen y articulen con las percepciones del riesgo que se
construyen socialmente en, por y a través de dichos cuerpos.

Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada.


Una descripción de las mediaciones que las visibilizan.
María Belén Espoz, Cecilia Michelazzo, Patricia Mariel Sorribas.

Pensamos la ciudad, siguiendo a Besse (en Moguin, 2006: 169), en su


doble dimensión: “urbs” y “civitas”; como entidad que demarca formas
268 políticas determinantes de experiencias de socialización, corporalidad
y afectividad entre los individuos y los grupos. A partir de diferentes
soportes mediáticos, reconstruimos la imagen ‘ideal’ de la ciudad y
sus caracterizaciones como patrimonial y desarrollista. Luego, vemos
cómo la convergencia de intereses del Estado y el sector privado, guia-
dos por la lógica del Progreso y autodefinidos ayer como fundadores
y hoy bajo la figura de desarrollistas -condensados en la figura del
autor-, determinan el adentro/afuera imaginario y material deseable de
la misma. También analizamos los modos específicos de intervención
que apuntan a transformar las condiciones de habitancia según clase
social. Por último, interpretamos críticamente cómo esta narrativa de
la ciudad confluye con un urbanismo estratégico donde la oclusión del
conflicto y la invisibilización de otros modos de desear y habitarla, re-
cartografían el paisaje urbano para otros (el público), donde la natura-
lización de la desigualdad se expresa cada vez más bajo la lógica del
espectáculo y del consumo.

La ciudad pulcra y el conflicto de la basura como síntoma de tensio-


nes socio-urbanas
María Eugenia Boito, Gabriel Giannone y Lucas Aimar

El objetivo de este trabajo es relevar la forma en que la problemática de


la basura y el quehacer de quienes trabajan con ella han configurado
una serie de relaciones sociales y prácticas que permitieron disipar
las tensiones socio-urbanas en Villa María, bajo la fantasía de la “ciu-
dad pulcra”. Tanto en las intervenciones en el grupo focal como en las
entrevistas individuales aparece lo que puede interpretarse como una
Fantasía Social recurrente con relación a la estructura y dinámica de
clases en la ciudad: en Villa María “no hay countries y no hay villas”.
Esta Fantasía encuentra condiciones de anclarse y operar organizan-
do prácticas, a partir de la comparación que instaura con Córdoba:
ciudad en la que la desigualdad entre clases se expresa crudamente
y cada vez de manera más profunda, hasta llegar a la creación de
barrios-ciudades. Esto permite, por un lado permite mantener alejado,
por fuera del límite de la ciudad lo que aparece como horroroso (en
este caso, el fantasma de la desigualdad clasista estructural); por otro,
su misma constitución como pantalla de protección obtura la visión

El purgatorio que no fue


sobre la conformación clasista sobre la que se instituye, permitiendo
proyectar aquello que se desea: ser parte de una ciudad en la que “no
hay extrema riqueza ni extrema pobreza”.

Políticas de encierro y regulación de las sensaciones.


Un abordaje desde la vivencia de los pobladores de “Ciudad de mis
Sueños”
Ileana Ibañez y Emilio J. Seveso Zanin 269

“Ciudad de mis Sueños”, como ya se indicó, es una de las soluciones

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


habitacionales que el gobierno de la provincia de Córdoba ha destinado
a las poblaciones que ha identificado como vulnerables y en situación
de riesgo. En tanto emplazamiento físico ‘novedoso’, construido bajo la
modalidad de una ciudad-barrio, ha implicado la re-localización de nu-
merosas familias en los límites socio-espaciales de la mancha urbana.
En esa lejanía respecto de la Ciudad, las múltiples carencias e imposi-
bilidades a las que se ven sometidos los pobladores se traman con las
tácticas de intervención policial que han buscado resguardar las áreas
centrales y de alta cotización, expulsando hacia las afueras a los cuer-
pos de la pobreza. Dos políticas estatales se presentan como fracción
de un mismo diagrama de intervención, cuyo carácter es reconocido en
este trabajo como modalidad estratégica que regula los cuerpos, limita
sus experiencias a espacios ceñidos y regula la distribución de sus
energías. En tanto políticas de segregación socio-espacial, tramadas
en condiciones de criminalización, agresión y violencia, recuperamos
algunos decires de los pobladores, reconociéndolos como encarna-
ción de una política de los cuerpos que se labra a la vez como política
de la sensibilidad. En este escenario, los registros de intervención van
señalando relatos, vivencias y sensaciones ambivalentes como parte
del ser y el estar de unos sujetos que han sido destinados a un “barrio-
ciudad” que los confina e inmoviliza.
Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo en la Argentina
post 2001. El conflicto social en los Call Centers y las Empresas
Recuperadas
Pedro Lisdero y Leonardo Marengo

El presente artículo aborda la trama conflictual del cuadro de mu-


tación vinculado al mundo del trabajo en la argentina post 2001, a
partir del análisis de dos experiencias paradigmáticas: la recupera-
ción de la Coop. Junín de Salud, y ciertas iniciativas de agrupaciones
de trabajadores de Call Centers en la ciudad de Córdoba. La pers-
pectiva se asume como una hermenéutica del conflicto centrada en
el análisis del entramado de emociones y sensaciones sociales que
se presentan como expresión corporal de la operatoria de dispositi-
vos de regulación y soportabilidad social, que delimitan el diagrama
neocolonial de dominación, extracción y metabolización de energías
corporales. La estrategia expositiva se desarrolla del siguiente modo:
a) Introducción de la clave analítica propuesta como una articulación
entre la sociología del cuerpo y las emociones y la sociología del
trabajo. b) Desarrollo de los aspectos fundamentales de la operatoria
del capitalismo neocolonial en su entrecruzamiento con la reconfi-
guración del mundo del trabajo. c) Especificación del cuadro con-
270 ceptual a partir del cual el cuerpo se asume como locus conflictual
privilegiado del sistema metabólico-extractivo neocolonial. d) Análisis
de ambas experiencias centrándonos en el juego de disposiciones
sociales asociadas al “miedo” como complejo emocional característi-
co. e) Identificación de horizontes teóricos políticos inscriptos en los
postulados del artículo.

Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias y las vivencialida-


des del “cuerpo presente”
Ximena Cabral y Leonardo Marengo

El artículo aborda la experiencia de actores que inscriben su práctica


dentro de las acciones colectivas en torno a la recuperación y defensa
del agua en Córdoba. El análisis se centra en enmarcar y caracterizar
el conflicto desde la narrativa de los actores dentro de un corpus más
amplio de indagación. Allí, en su reconstrucción, se caracterizan tres
momentos que se inscriben como pliegues recurrentes de las viven-
cias: el Terrorismo de Estado, el proceso privatizador, y las actuales
experiencias de contaminación, falta de redes y escasez del recurso
dentro de la ciudad. En torno a dichas experiencias se reconstruye el
entramado de emociones y sensaciones en un recorrido que marca las
derivas complejas de diversos mecanismos de soportabilidad social. En
ese trayecto, se procede a indagar la dialéctica constante establecida
entre la operatoria de la resignación como dispositivo de regulación y
la actualización constante de lo irresignable como horizonte de acción
colectiva siempre en devenir.

El humor en tiempos de crisis. Acerca de su placer, disfrute y goce


Rebeca Cena, Claudia Gandía, Federico Díaz Llorente, Graciela
Magallanes y Alejandra Peano

El presente escrito se inscribe en una sociología que aspira a la com-


prensión de los modos en los que se relacionan las crisis sociales y
las emociones, en los actores involucrados en acciones colectivas de
protesta. El caso del colectivo de trabajadores de “El Diario del sur de
Córdoba” se presenta como relevante de analizar debido a la particu-

El purgatorio que no fue


laridad de las circunstancias en las cuales el colectivo vivenció la de-
nominada “crisis del 2001” en la República Argentina. La atención está
puesta en una sección del periódico en la cual se tematizaban, a través
del humor, determinados sucesos que eran constituidos y presentados
como “chiste”.
Se pretende en este escrito reconocer que la risa, a través del “chis-
te” gráfico, puede presentarse como un modo de expresión vital en la
cual indagar las relaciones entre placer, disfrute y goce a los fines de
visualizar la inestabilidad en la trama de mecanismos de soportabilidad 271
social y regulación de las sensaciones.
A tal fin se propone como esquema argumentativo: a) reconstruir histó-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


ricamente algunas dimensiones del contexto en el cual los trabajadores
de “El Diario” se tornan protagonistas de acciones colectivas de protes-
ta; b) exponer algunas reflexiones teóricas sobre la risa, el humor y su
relación con el placer, disfrute y goce; c) presentar algunos análisis de
materiales empíricos y d) presentar provisoriamente, a modo de cierre,
algunas afirmaciones sobre el recorrido realizado.

Territorio, política y prácticas del querer


Eugenia Boito, Ana Lucía Cervio y Ana Pamela Paz García

Este artículo se pregunta por las sensaciones y sentimientos que des-


piertan los sucesos del post-2001 en las memorias colectivas de los
sujetos cordobeses presentes en los grupos de discusión realizados en
el contexto de la investigación en curso. La aludida trama emotiva se
analiza a la luz de las estrategias territoriales y de las prácticas de re-
sistencia puestas en marcha “nueve años después” de los sucesos de
diciembre. En primer lugar, se exploran los modos de representar(se) el
mundo e intervenir(lo) reivindicados por los sujetos desde los intersti-
cios de la representación democrática, rastreando sus maneras de no-
minar y vivenciar la dimensión política de la conflictividad social post-
2001. Seguidamente, se analizan las formas de sentir(se) en territorio,
recuperando las sensaciones ligadas al ámbito de lo próximo/cotidia-
no/conocido como espacio de cuidado, de resistencia y de reclusión.
Se rastrean las sensaciones que circulan en torno a las prácticas del
cuidado inscriptas territorialmente, enfatizando los códigos del sentir
que (se) sitúan y (se) actualizan (en) las específicas maneras de “apre-
ciarse-en-el-mundo” que detentan los sujetos enclasados. Finalmente,
se interrogan las prácticas reconocidas en cuanto posibilidades y cons-
tricciones del hacer situado post-crisis.

272
Sobre los autores

LUCAS A. AIMAR
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),

El purgatorio que no fue


Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Lic. en Sociología (Universidad Nacional
de Villa María -UNVM); Doctorando en el Doctorado Mención Ciencias
Sociales y Humanas (Universidad Nacional de Quilmes - UNQ).
Línea de investigación actual: “Fantasmas y fantasías sociales en los
procesos de estructuración social. Conflictos entre el sector agropecuario
y el Estado desde 1989 hasta 2008 en la provincia de Córdoba.” (Proyecto
de investigación de CONICET).
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica- 273
ciones (incluye número de páginas):
1- AIMAR, Lucas; LISDERO, Pedro; MAGALLANES, Graciela y VERGARA,

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Gabriela (2008) “Transformaciones de las sensaciones en la estructu-
ración social” en: “Boletín Onteaiken” del Programa de Estudios sobre
Acción Colectiva y Conflicto Social, UE-CEA, CONICET.
http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/
boletin6/2-1.pdf
2- AIMAR, Lucas; DELGADO, Florencia y HERRERA, Hernando (2008)
“Protesta y conflictos en torno a la basura en Villa María” en: “Boletín
Onteaiken” del Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social, UE-CEA, CONICET.
http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/
boletin6/3-1.pdf
3- AIMAR, Lucas; GIANNONE, Gabriel y LISDERO, Pedro (2007) “Conflicto
de la Basura en San Francisco: el lugar del trabajo del ciruja en el negocio
de la basura.” en SCRIBANO, A. (comp.) Mapeando Interiores. Cuerpo,
conflicto y Sensaciones. Centro de Estudios Avanzados. UNC. Jorge
Sarmiento Editor. Córdoba. Argentina. 2007. ISBN 987-572-118-2- 2007
4- AIMAR, Lucas; BRUERA, Leonardo y GIANNONE, Gabriel (2005)
“Conflicto e identidad colectiva en el movimiento de productores lecheros
de Córdoba.” en: SCRIBANO, A. (comp.) Geometría del Conflicto: Estudios
sobre Acción Colectiva y Conflicto Social. Centro de Estudios Avanzados.
UNC. Editorial Universitas. Córdoba. 294 pág. ISBN 987-572-067-4 2005
Cualquier otra actividad o función profesional destacada que co-
rresponda: Becario de Postgrado Tipo I CONICET. Centro de Estudios
Avanzados (Unidad Ejecutora) de la Universidad Nacional de Córdoba.
Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social”, director, Dr. Adrián Scribano. Editor y coordinador general de
la Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y
Sociedad, dirigida por Adrián Scribano (www.relaces.com.ar).
Teléfono: (03564) 15598665
Dirección de correo electrónico: lucas.aimar@gmail.com

EUGENIA BOITO
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Trabajo Social y
Licenciada en Comunicación Social, Magíster en Comunicación y Cultura
Contemporánea (UNC), Doctora en Ciencias Sociales (UBA).
Línea de investigación actual: estructuras de experiencia en contextos
de segregación socio-urbana, desde una perspectiva que intersecta la
sociología de los cuerpos y las emociones.
274 Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publicacio-
nes (incluye número de páginas):
1- (2009) Boito, María Eugenia, Espoz Dalmasso, María Belén e Ibáñez,
Ileana. “‘Cicatrización’ y ‘Recuperación’ del territorio como metáforas ope-
rantes en discursos mediáticos, técnicos y políticos”, en De insomnios y
vigilias en el espacio urbano cordobés: lecturas sobre ‘Ciudad de mis sue-
ños’. Editorial Jorge Sarmiento Editor, CEA/UE-CONICET. 247 páginas,
Córdoba, ISBN: 978-987-572-195-6, pp. 183-212.
2- (2009) Boito, María Eugenia, Espoz Dalmasso, María Belén
“Subjetividades y contextos de pobreza: indagación sobre los sentires
vivenciados por los actores involucrados en las políticas habitacionales de
la ciudad de Córdoba” en De insomnios y vigilias en el espacio urbano cor-
dobés: lecturas sobre ‘Ciudad de mis sueños’. Editorial Jorge Sarmiento
Editor, CEA/UE-CONICET. 247 páginas, Córdoba, ISBN: 978-987-572-
195-6, pp. 213-239.
3- (2009) Boito, María Eugenia y D’ Amico, Marcelo “Estudio preliminar”
en Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s). Hacia una sociología de los
cuerpos y las emociones desde Latinoamérica. Carlos Figari y Adrián
Scribano, (compiladores), CICCUS/CLACSO, 2009, ISBN 978-987-9355-
91-6, pp. 9-21
4- (2009) Boito, María Eugenia. “Imágenes crudas y mirada cruel sobre el
‘otro de clase’ en “Policías en Acción”. Construcciones ideológicas sobre la
alteridad de clase en la escena mediática contemporánea”, en Cuerpo(s),
Subjetividad(es) y Conflicto(s). Hacia una sociología de los cuerpos y las
emociones desde Latinoamérica. Carlos Figari y Adrián Scribano, (compi-
ladores), CICCUS/CLACSO, 2009, ISBN 978-987-9355-91-6, pp. 53-66.
5- (2009)Boito, María Eugenia, Cervio, Ana Lucía y Espoz, María Belén.
“La gestión habitacional de la pobreza en Córdoba: el antes y después
de las ‘Ciudades-Barrios’”, en Revista electrónica ONTEAIKEN, Boletín
sobre prácticas y estudios sobre acción colectiva, CEA-UE, Programa de
Acción Colectiva y Conflicto Social, Año 7, número 4, Mayo de 2009, ISSN
1852-3854.
Otra actividad: Investigadora Asistente del CONICET. Profesora Adjunta
en la materia Comunicación y Trabajo Social (ETS, UNC), en el semi-
nario Cultura Popular y Cultura Masiva (ECI, UNC) y en Teoría Social
Contemporánea (UNVM).
Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social”, CEA-UE, CONICET, Director: Dr. Adrián Scribano.

El purgatorio que no fue


Teléfono o fax: (0351) 460-4194
Dirección de correo electrónico: meboito@yahoo.com.ar

XIMENA CABRAL
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba. 275
Máximos estudios alcanzados: Lic. en Comunicación Social
(Universidad Nacional de Córdoba –UNC- ); Tesista en la Maestría de

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Partidos Políticos y Doctoranda de Estudios Sociales en América Latina
del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Universidad Nacional de
Córdoba (UNC)
Línea de investigación actual: Las acciones colectivas dentro de las
lógicas neocoloniales de depredación/expropiación/represión en los es-
cenarios latinoamericanos. Un abordaje desde la expresividad dentro de
la protesta social en los estudios de acción colectiva y conflicto social.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Cabral, Ximena (2009) “La expresividad en los movimientos sociales en
América Latina” en revista Brumario Cuadernos de pensamiento. Revista
electrónica de Ciencias Sociales, Año 1, Nº1, nov-dic 2009. Córdoba,
Argentina. ISBN; pp 38-49
SCRIBANO, Adrián. CABRAL, Ximena. “Política de las expresiones he-
terodoxas: el conflicto social en los escenarios de las crisis argentinas”
en Convergencia [en línea] 2009, vol. 16 no. 51 [citado 2010-03-23].
Disponible en Internet: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.
jsp?iCve=10511163006. ISSN 1405-1435, pp 129-155
Cabral, Ximena (2009) “Cuerpos regulados/cuerpos apasionados: desa-
fíos, diagnósticos y prácticas de un campo en construcción” en RELACES
Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y
Sociedad, año 1, Nº1, dic 2009, Córdoba, pp 101-103
Cualquier otra actividad o función profesional destacada que co-
rresponda: Becaria de Postgrado Tipo I CONICET. Centro de Estudios
Avanzados (Unidad Ejecutora) de la Universidad Nacional de Córdoba.
Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social”.
Teléfono: (03543) 422574
Dirección de correo electrónico: ximenacabral@yahoo.com

REBECA CENA
Institución: Universidad Nacional de Villa María.
Dirección postal institucional: Av. Arturo Jauretche 1555. (5900) Villa
María
Máximos estudios alcanzados: Estudiante del último año de la
Licenciatura en Sociología (U.N.V.M.)
Línea de investigación actual: Mecanismos de soportabilidad social y
dispositivos de regulación de las sensaciones en el marco de las políticas
sociales del Estado Argentino
Otra actividad: Integrante del Proyecto de investigación Prácticas inters-
ticiales y gasto festivos, (2010-2011) Universidad Nacional de Villa María.
Teléfono o fax: (0353) 15-4193511
276 Dirección de correo electrónico: rebecena@hotmail.com

ANA LUCÍA CERVIO


Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Sociología. Doctoranda
en Ciencias Sociales (UBA).
Línea de investigación actual: Acciones colectivas y conflictos socia-
les ligados a la producción y reproducción de la ciudad (hábitat, tierra y
vivienda) desde una perspectiva que intersecta la sociología de los cuer-
pos y las emociones.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
1) (2009) “Desde el sur y en plural. Notas sobre el proceso de inves-
tigación social cualitativo”. Revista Controversias y Concurrencias
Latinoamericanas, Vol. 1, núm. 1, Asociación Latinoamericana de
Sociología, México, pp. 295-299.
2) (2009) “Cuerpos extraños, peligrosos y seductores. Notas sobre el
Mercader de Venecia, Onteaiken. Boletín sobre prácticas y estudios de
acción colectiva, Año 4, núm. 8, Programa de Estudios sobre Acción
Colectiva y Conflicto Social, CEA-UNC, Córdoba. ISSN: 1852-3854,
pp. 1-18. http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boletines/
boletin8/1-1.pdf
3) (2008) “El espacio de lo popular en el texto de la ciudad. El caso de
una política habitacional “con acento cordobés”, Intersticios. Revista
Sociológica de Pensamiento Crítico, Vol. 2, núm. 2, Universidad
Complutense de Madrid, España, ISSN 1887 – 3898, pp. 211- 229. http://
www.intersticios.es/article/view/2757/2138.
4) (2007) “La ciudad como experiencia conflictiva: la problemática ha-
bitacional entre la gestión activa y la resistencia organizada”, en Adrián
Scribano (Comp.), Mapeando Interiores. Cuerpo, Conflicto y Sensaciones,
Jorge Sarmiento Editor, Córdoba, ISBN 987-572-118-2, pp. 39-69.
Otra actividad: Becaria Interna de Postgrado Tipo II del CONICET.
Teléfono o fax: (0351) 15-5424548
Dirección de correo electrónico: anacervio@hotmail.com

El purgatorio que no fue


MARCELO D’AMICO
Institución: UNER-UADER
Dirección postal institucional: Av Rivadavia 106 Paraná (3100), Entre
Ríos.
Máximos estudios alcanzados: Licenciado en Comunicación Social.
Magister en Ciencia Política y Sociología (Flacso-UNR). Tesista del
Doctorado en Ciencias sociales. UBA. 277
Línea de investigación actual: Acción colectiva, conflicto social y riesgo
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publicacio-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


nes (incluye número de páginas):
D´Amico, Marcelo (2009) “La zona gris. Notas para visibilizar el dolor social
en medio de la violencia política y simbólica”, Revista Pensar, N3
Boito, María Eugenia y D’Amico, Marcelo (2009) “De los estudios de ac-
ción colectiva a la sociología del cuerpo. Un itinerario a través de las trans-
formaciones de la estructura social en el capitalismo de Latinoamérica”
en Carlos Figari, y Adrián Scribano (Comps), Cuerpo(s), Subjetividad(es) y
Conflicto(s). Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones desde
Latinoamérica, CICCUS/CLACSO, Buenos Aires
D’Amico, Marcelo (2008). “Lo que el agua nos dejó: de inundadores e inun-
dados. La trama de la acción colectiva en las inundaciones de Santa Fe”,
Revista Utopías, N° 17.
D’Amico, Marcelo (2004) “La crisis de los partidos políticos y la democra-
cia deliberativa”, Revista Utopías, N° 11,
D’Amico, Marcelo (2004) Desde el Fondo N° 31, (2004) Facultad de traba-
jo Social, UNER, Argentina
D’Amico, Marcelo (2005) Desde el Fondo N° 32, Facultad de trabajo
Social, UNER, Argentina
Otra actividad: Becario Doctoral del CONICET. 2005-2010.
Docente Investigador de la Universidad Nacional de Entre Ríos.
Profesor Adjunto Ordinario en la Universidad Autónoma de Entre Ríos.
Teléfono o fax: (0343) 156 213 847
Dirección de correo electrónico: marcelodamico9@yahoo.com

GABRIELA DEL VALLE VERGARA


Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Sociología (UNVM).
Tesista de la Maestría en Ciencias Sociales con Mención en Metodología
de la Investigación de la ETS-UNC. Doctoranda en Ciencias Sociales
(UBA).
Línea de investigación actual: estudios de género y sociología de los
cuerpos y emociones en mujeres recuperadoras de residuos.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Vergara, Gabriela (2008) “De géneros, residuos y trabajo: experiencias
etnográficas en la Cooperativa 7 de Febrero”, Boletín Onteaiken. Nº 6.
Diciembre. Disponible en: http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/
sitio/boletines/boletin6/2-2.pdf
Vergara, Gabriela (2009) “Conflicto y emociones. Un retrato de la vergüen-
278 za en Simmel, Elías y Giddens como excusa para interpretar prácticas
en contextos de expulsión”, en Carlos Figari, y Adrián Scribano (Comps),
Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s). Hacia una sociología de los cuer-
pos y las emociones desde Latinoamérica, CICCUS/CLACSO, Buenos
Aires, pp. 35-52.
Vergara, Gabriela (2009) “Repensando la bivalencia del género: cartone-
ras y corporeidad”, en Patricia Morey y Adriana Boria (Comps.), Teoría
social y género: polémicas en torno al modelo teórico de Nancy Fraser,
Catálogos, Buenos Aires
Scribano, Adrián y Vergara Gabriela (2009) “Feos, sucios y malos: la regu-
lación de los cuerpos y las emociones en Norbert Elías”, Revista Caderno
CRH, V.22, Nº56. Maio/Agosto, pp.411-422.
Otra actividad: Becaria Doctoral Conicet Tipo I (2007-2010) y Tipo II
(2010-2012). Docente en la Lic. en Recursos Humanos. UCES (sedes
Rafaela y San Francisco).
Teléfono o fax: (03564) 422510
Dirección de correo electrónico: gabivallever@yahoo.com.ar

ILEANA DESIRÉE IBÁÑEZ


Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Lic. en Comunicación Social. Doctoranda
en Estudios Sociales de América Latina - Mención Comunicación. (CEA,
UNC).
Línea de investigación actual: Infancia, experiencia y subjetividad en las
ciudades-barrios de Córdoba: ser niña/o en la “Ciudad perdida” (Proyecto
de investigación, Beca Tipo I – CONICET).
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Ibáñez, Ileana Desirée (2009), “Las políticas habitacionales y la gestión de
la marginalidad: El programa ‘Mi casa, mi vida’”, en María Eugenia Boito
y Ana Levstein, (comps.) De insomnios y vigilias en el espacio urbano
cordobés. Lecturas sobre “Ciudad de mis sueños”, Sarmiento-Universitas
/CEA Unidad Ejecutora de CONICET, Córdoba, pp. 111-135
En co-autoría con: Luciana Capellino, María Belén Espoz Dalmasso,

El purgatorio que no fue


(2009), “Imágenes de mundo sobre la reubicación de asentamientos
urbanos en la ciudad de Córdoba: ‘Cicatrización’ y ‘Recuperación’ del te-
rritorio como metáforas operantes en discursos mediáticos, técnicos y po-
líticos”, en Ana Levstein y Eugenia Boito (comps.) De insomnios y vigilias
en el espacio urbano cordobés. Lecturas sobre “Ciudad de mis sueños”,
Sarmiento-Universitas /CEA Unidad Ejecutora de CONICET, Córdoba,
pp. 183- 212
En co-autoría con: Boito María Eugenia, María Belén Espoz Dalmasso.
(2009), “Tramas hechas cuerpo(s): una estrategia de lectura de las 279
vivencias de niños/as y jóvenes que habitan Ciudad de Mis Sueños”, en
Carlos Figari y Adrián Scribano, (coms.) Cuerpo(s), Subjetividad(es) y

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Conflicto(s). Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones desde
Latinoamérica, CICCUS/CLACSO, Buenos Aires, pp. 69-81
En co- autoría con María Belén Espoz Dalmasso
(2008), “Subjetividades en contextos de pobreza: Aportes a una me-
todología expresivo-creativa para re-inscribir prácticas de niños/as y jóve-
nes de ‘Ciudad De Mis Sueños’”, Revista Perspectivas de la Comunicación
de la Universidad de la Frontera, Vol. 1. Nº 2, diciembre, pp. 72-83.
Disponible en:
http://www.perspectivasdelacomunicacion.cl/revista_2_2008.html.
En co-autoría con María Belén Espoz. Universidad de la Frontera.
Otras Actividades: Miembro del Programa de Estudios Sobre Acción
Colectiva y Conflicto Social del CEA/UE-UNC, bajo la coordinación del
Dr. Adrián Scribano.
Teléfono o fax: (0351) 155474404
Dirección de correo electrónico: ileanaib@gmail.com

FEDERICO DÍAZ LLORENTE


Institución: Universidad Nacional de Villa María.
Dirección postal institucional: Av. Arturo Jauretche 1555, CP (5900).
Villa María, Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Estudiante del último año de la
Licenciatura en Sociología (U.N.V.M.)
Línea de investigación actual: las estructuras significativas de la con-
flictividad social a partir de una sociología de las emociones.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas): -
Otra actividad: Integrante del Proyecto de investigación Prácticas inters-
ticiales y gasto festivos, (2010-2011) Universidad Nacional de Villa María.
Teléfono o fax: (0353) 4548702
Dirección de correo electrónico: fededillo@hotmail.com

MARÍA BELÉN ESPOZ


Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Comunicación Social
(ECI- UNC). Doctoranda en Semiótica (CEA-UNC)
Línea de investigación actual: “Subjetividades y contextos de pobreza:
construcciones discursivas sobre la juventud en Córdoba”
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
280 ciones (incluye número de páginas):
Espoz, M, (2009) “La Ciudad y las ciudades-barrio: tensión y conflicto a
partir de una lectura de la producción mediática de miedos en el marco
de espacios urbanos socio-segregados”, Revista Latinoamericana de es-
tudios sobre cuerpos, emociones y sociedad (RELACES), Nº 1.CEA-UE.
UNC.
Espoz, M e Ibañez, I (2009), “Trama(s) hecha(s) cuerpo(s): una estrate-
gia de intervención/lectura para registrar/comprender las vivencias de
niños/as y jóvenes que habitan Ciudad de Mis Sueños” en Cuerpo(s),
subjetividad(es) y Conflicto(s). Hacia una Sociología de los cuerpos y
las emociones desde Latinoamérica. Adrián Scribano y Carlos Figari
(Comps.). CICCUS/CLACSO, Buenos Aires, pp. 69-81
Espoz, M e Ibañez, I (2008), “Subjetividades en contextos de pobreza:
Aportes a una metodología expresivo-creativa para re-inscribir prácticas
de niños/as y jóvenes de ‘Ciudad De Mis Sueños’”, Revista Perspectivas
de la Comunicación de la Universidad de la Frontera, Vol. 1. Nº 2, diciem-
bre, pp. 72-83.
Espoz, M (2008) “Las ausencias en las producciones teóricas sobre la
pobreza ¿Una intervención biopolítica?” Intersticios (Revista Sociológica
de Pensamiento Crítico) Vol. 2 N° 2
Otra actividad: Becaria de Postgrado Tipo II CONICET. Centro de
Estudios Avanzados (Unidad Ejecutora) de la Universidad Nacional de
Córdoba. Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva
y Conflicto Social”, director: Dr. Adrián Scribano, Profesora Adscripta
al “Seminario de Cultura popular y cultura masiva”, a cargo de la Dra.
Eugenia Boito, ECI-UNC.
Teléfono: (0351) 153170100
Dirección de correo electrónico: belenespoz@yahoo.com.ar

MARTÍN EYNARD
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Lic. en Sociología (Universidad
Nacional de Villa María -UNVM); Doctorando en el Doctorado Mención
Ciencias Sociales y Humanas (Universidad Nacional de Quilmes -

El purgatorio que no fue


UNQ).
Línea de investigación actual: “Cuerpos, energía y alimentación en cri-
sis: sobre conflictos y representaciones sociales en torno a la cuestión
alimentaria en la ciudad de Córdoba, 2001-2008” (Proyecto de investiga-
ción de CONICET).
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
1) Eynard, Martín (2009) “Sensaciones, cuerpo y clase. El significado de
la enfermedad para jóvenes con diabetes tipo I: un estudio en distintos 281
niveles socioeconómicos de la ciudad de Córdoba”. (Publicación de po-
nencia en Actas de congreso – con referato) Publicada en el CD-ROM

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


de las Actas del XXVII Congreso ALAS. ISSN: 1852-5202. Asociación
Latinoamericana de Sociología - Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, 31 de agosto al 4 de sep-
tiembre de 2009.
2) Eynard, Martín (2009) “El dengue en la ciudad de Córdoba y su
construcción desde la prensa escrita local”. (Publicación de ponencia en
Actas de congreso – con referato) Publicada en el CD-ROM de las Actas
de las VIII Jornadas Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y
Población. ISBN: 978-950-29-1163-2. Área Salud y Población, Instituto de
Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
de Buenos Aires. Disponible en: http://iigg.fsoc.uba.ar/saludypoblacion/
viiijornadas/principal.php?resumenid=208 (Visitado el 18/08/09). Buenos
Aires, del 5 al 7 de agosto de 2009.
3) Eynard, Martín (2009) (Reseña de libro – con referato) “Investigación
cualitativa en los servicios de salud”. María Lucía Magalhaes Bosi –
Francisco Javier Mercado (coordinadores). Lugar Editorial, Buenos Aires,
2007. Reseñado por Martín Eynard. En: Revista Modernidades. Centro
de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad Nacional de Córdoba. Año IV, Núm. 8, Agosto 2008. ISSN:
1850-0080. Disponible en: http://www.ffyh.unc.edu.ar/modernidades/VIII/
Revista_e-ModernidadesVIII.htm (Visitado el 11/08/08).
Otra actividad: Adscripto en la Cátedra de “Sociología Política” de la
Licenciatura en Ciencia Política, Instituto Académico Pedagógico de
Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Villa María. Miembro de los
Programas de Investigación del CEA/UE-UNC: A) “Sociedad, salud, enfer-
medad y prácticas de curar”. Coord.: Dr. Adrián Carbonetti y B) Programa
de Estudios Sobre Acción Colectiva y Conflicto Social. Coord.: Dr. Adrián
Scribano.
Teléfono o fax: (0351) 155318159
Dirección de correo electrónico: eynardmartin@yahoo.com.ar

CLAUDIA LILIANA GANDÍA


Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados –UNC–CONICET. Universidad
Nacional de Villa María.
Dirección postal institucional: Av. Arturo Jauretche 1555. (C.P. 5900).
Villa María.
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Psicología. Maestranda
de la Maestría en Docencia Universitaria, UTN.
Línea de investigación actual: Participación de las mujeres en investi-
gación desde la Sociología de los cuerpos y las emociones.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
282 ciones (incluye número de páginas):
1) (2008) Psicoanálisis, psicología e investigación social cualitativa, en
El proceso de investigación social cualitativo, en co-autoría con Adrián
Scribano y María Eugenia Boito, Prometeo Libros, Buenos Aires, ISBN
978-987-574-236-9, pp 223-243.
2) (2008) Cooperativa de Trabajo Comunicar Limitada. Introducción al
conflicto por la recuperación del Ex Diario de Villa María, en co-autoría
con Pedro Lisdero, en Onteaiken –Boletín sobre Prácticas y Estudios de
Acción Colectiva, Nº6; Año 3; Dicembre.
Disponible en http://www.accioncolectiva.com.ar/revista/www/sitio/boleti-
nes/ver/boletin6.htm
3) (2007) Metodología de la investigación social: una indagación sobre
las prácticas de enseñar y aprender, en co-autoría con Adrián Scribano,
Graciela Magallanes y Gabriela Vergara. Buena Vista Editores. Córdoba.
ISBN 978-987-572-135-2.
4) (2007) Los sesgos androcéntricos en las representaciones de las/os
estudiantes sobre la investigación social, en Policromía corporal: Cuerpo,
Grafías y Sociedad, Adrián Scribano (comp.), Jorge Sarmiento Editor.
Córdoba. ISBN 987-572-132-8.
Otra actividad: Docente de la Universidad Nacional de Villa María.
Integrante del Proyecto de investigación Prácticas intersticiales y gasto
festivos, (2010-2011) Universidad Nacional de Villa María.
Teléfono o fax: 0353-15-5650128
Dirección de correo electrónico: claugan@yahoo.com
GABRIEL GIANNONE
Institución: Universidad Nacional de Villa María
Dirección postal institucional: Av. Arturo Jauretche 1555 (CP 5900) -
Villa María, Córdoba
Máximos estudios alcanzados: Estudiante avanzado Licenciatura en
Sociología (Universidad Nacional de Villa María)
Línea de investigación actual: El trabajo de los recuperadores de dese-
chos y el conflicto medioambiental en Córdoba.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
1- GIANNONE, Gabriel y VERGARA, Gabriela (2009) “Carreros, carto-
neros, cirujas y algo más. Hacia un mapeo de los colectivos de recupe-
radores de residuos en la ciudad de Córdoba” Boletín Onteaiken Nº7.
Mayo 2009. Disponible en: http://www.accioncolectiva.com.ar/revista /

El purgatorio que no fue


www/sitio/boletines/boletin7/2-2.pdf
2- AIMAR, Lucas; GIANNONE, Gabriel y LISDERO, Pedro (2007) “Conflicto
de la Basura en San Francisco: el lugar del trabajo del ciruja en el negocio
de la basura”. En SCRIBANO, A. (comp.) Mapeando Interiores. Cuerpo,
conflicto y Sensaciones. Centro de Estudios Avanzados. UNC. Jorge
Sarmiento Editor. Córdoba. Argentina. ISBN 987-572-118-2- Referato.
3- AIMAR, Lucas; BRUERA, Leonardo y GIANNONE, Gabriel (2005)
“Conflicto e identidad colectiva en el movimiento de productores leche-
ros de Córdoba.” en: SCRIBANO, A. (comp.) Geometría del Conflicto: 283
Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto Social. Centro de Estudios
Avanzados. UNC. Editorial Universitas. Córdoba. 294 pág. ISBN 987-

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


572-067-4 2005. Referato.
Otra actividad: Miembro del Programa de Estudios sobre Acción Colectiva
y Conflicto Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Teléfono o fax: 0351 4691423
Dirección de correo electrónico: gabrielgiannone@hotmail.com

JULIANA HUERGO
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Lic. en Nutrición (UNC); Maestranda
de la Maestría en Formulación y Desarrollo de Estrategias Públicas y
Privadas (CEA, UNC) y Doctoranda del Doctorado en Estudios Sociales
de América Latina – Mención Sociología (CEA, UNC).
Línea de investigación actual: “Seguridad Alimentaria y Nutricional de
las familias de Villa La Tela, 2008-2010” (Proyecto de investigación en el
marco de una Beca Tipo I – CONICET).
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Huergo J. (2009) “La Seguridad Alimentaria bajo la lupa de Patricia
Aguirre” en González L (comp) Lecturas sobre Vulnerabilidad y des-
igualdad social. Córdoba: Editorial Copiar, ISBN: 978-987-23989-5-8.
pp:109-139.
Huergo J. y Butinof M. (2009) “Proceso participativo de construcción de
autonomía de seguridad alimentaria y nutricional: una iniciativa posible
frente a la vulnerabilidad sociodemografica”. En: Trabajo Completos de
las X Jornadas Argentinas de Estudios de Población. Asociación de
Estudios de Población de la Argentina (AEPA), Soporte digital. ISBN: 978-
987-661-027-8.
Butinof M., Huergo J. (2008) “Alimentación y salud en el primer año de
vida” En: Revista Claves. Edición especial Salud en el primer año de vida,
15(62):22-32. ISSN 1666-0706.
Huergo J. y Butinof M. (2008) “Medición de la Seguridad Alimentaria en
los hogares. Un trabajo de revisión bibliográfica” en Villareal M (comp.) La
investigación-acción participativa, una mirada de las prácticas alimenta-
rias, de las organizaciones y de la participación social. Córdoba: Editorial
Espartaco, ISBN: 978-987-1277-08-7. pp: 171-213.
Otra actividad: Adscripto en la Cátedra de “Epidemiología General
y Nutricional” de la Licenciatura en Nutrición, Facultad de Ciencias
Médicas, Universidad Nacional de Córdoba. Miembro de los Programas
de Investigación del CEA/UE-UNC: A) “Población y Desigualdad Social”.
284 Coord.: Dr. Leandro González y B) Programa de Estudios Sobre Acción
Colectiva y Conflicto Social. Coord.: Dr. Adrián Scribano.
Teléfono o fax: (0351) 153842321
Dirección de correo electrónico: julihuergo@hotmail.com

PEDRO LISDERO
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciado en Sociología–Siglo21 y
Doctorando en el Doctorado de Estudios Social de América Latina - CEA-
UNC.
Línea de investigación actual: Acción Colectiva y Trabajo: Identidad y
expropiación en colectivos de trabajadores de Call Centers y Empresas
Recuperadas.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
-“Trabajo y Cooperativismo. Notas sobre el caso de la Empresa Recuperada
Cooperativa Junín de Salud Ltda.” en “Geometría del Conflicto: Estudios
sobre Acción Colectiva y Conflicto Social”, Adrián Scribano (Compilador).
Centro de Estudios Avanzados. UNC. Editorial Universitas. Córdoba.
Argentina. 2005. ISBN 987-572-067-4;
-“Conflicto de la Basura en San Francisco: el lugar del trabajo del ciruja
en el negocio de la basura”, junto a Gabriel Giannone y Lucas Aimar, en
“Mapeando Interiores. Cuerpo, conflicto y Sensaciones”, Adrián Scribano
(Compilador). Centro de Estudios Avanzados. UNC. Jorge Sarmiento
Editor. Córdoba. Argentina. 2007. ISBN 987-572-118-2;
-“Cuerpos Recuperados / Cuerpos en Custodia. Una lectura sintomal
de la acción colectiva de la Coop. Junín de Salud Ltda.”, en “Cuerpo(s),
Subjetividad(es) y Conflicto(s) Hacia una sociología de los cuerpos y
las emociones desde Latinoamérica.” Adrián Scribano y Carlos Fígari
(Compiladores). CICCUS/ CLACSO. 2009
Otra actividad: Becaria de Postgrado Tipo I CONICET. Centro de
Estudios Avanzados (Unidad Ejecutora) de la Universidad Nacional de
Córdoba. Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva
y Conflicto Social”

El purgatorio que no fue


Teléfono o fax: (0351) 155167051
Dirección de correo electrónico: pedrolisdero@hotmail.com

GRACIELA MAGALLANES
Institución: Universidad Nacional de Villa María.
Dirección postal institucional: Av. Arturo Jauretche 1555. (5900) Villa
María
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Ciencias de la Educación. 285
Master en Educación Superior. Doctoranda en Ciencias Sociales. UBA.
Línea de investigación actual: en el contexto de la reestructuración del

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


capital a fines de los años 90 y principios del 2000, nuestra línea de inves-
tigación se centra en la indagación de las estructuras significativas que
acompañaron la aludida reestructuración y la implicancia de las mismas
en los procesos subjetivos de actores y colectivos.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Los placeres y sus vicisitudes. Intersticios. Revista sociológica de pensa-
miento crítico. Vol. 3, Nº2/2009. ISSN 1887-3898. http://www.intersticios.
es/article/view/4521/3191
Los surcos de las experiencias placenteras en la vida escolariza y no esco-
larizada. En Cuerpo (s), Subjetividad (es) y Conflicto (s) Hacia una sociolo-
gía de los cuerpos y las emociones desde Latinoamérica. Compiladores:
Adrián Scribano y Carlos Figari. CICCUS/CLACSO. Buenos Aires, 2009.
Las prácticas placenteras: un campo escurridizo de indagación. En
Policromía corporal. Cuerpos, Grafias y sociedad. Jorge Sarmiento Editor.
Córdoba, 2007.
Otra actividad:
Co-directora del Proyecto de Investigación “Gasto Festivo y prácticas
intersticiales”. Director Dr. Adríán Scribano. UNVM. Docente responsa-
ble de los siguientes espacios curriculares: Taller de Métodos y técni-
cas de investigación social, Metodología de la investigación educativa,
Metodología y técnicas de investigación social, Taller de apoyo al trabajo
final de grado.
Teléfono o fax: (0353) 4912367
Dirección de correo electrónico: magallanesg@yahoo.com

LEONARDO MARENGO
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciado en Comunicación Social,
especialización en investigación ECI-UNC y Doctorando en el Semiótica-
CEA-UNC.
Línea de investigación actual: Estudios críticos de management y
metabolización capitalista a partir de un abordaje que conjuga sociolo-
gía del trabajo, sociología del discurso y sociología de los cuerpos y las
emociones.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
-“Metabolización de los cuerpos en el capitalismo avanzado”. En “Trabajo
y sociedad” Nº 14, vol. XIII, Verano 2010, Santiago del Estero, Argentina
286 ISSN 1514-6871 (Caicyt-Conicet)-Referato;
-“Metabolización proteica en el capitalismo flexible”. “Animales, Hombres
y Maquinas” actas I Congreso Nacional de Filosofía, Universidad de Rio
Cuarto. 2009. ISBN 978-950-665-571-6.
Otra actividad: Becario de Postgrado Tipo I CONICET. Centro de
Estudios Avanzados (Unidad Ejecutora) de la Universidad Nacional de
Córdoba. Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva
y Conflicto Social”
Teléfono: 3513459073
Dirección de correo electrónico: soloporlasdudas@hotmail.com

CECILIA MICHELAZZO
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Comunicación Social
(ECI- UNC). Doctoranda Mención en Ciencias Sociales (Universidad
Nacional de Quilmes).
Línea de investigación actual: “Prácticas de consumo de tecnologías
de la comunicación por adolescentes en situación de expulsión social”
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Michelazzo, C. y Remondino, G. (2009) “Juventudes y TICs: Enfoques
y miradas en tensión”, En Libro de Resúmenes del Tercer Simposio
Internacional de Investigación: ‘La investigación y su transferencia a
la comunidad’, Universidad Católica de Santiago del Estero, Ediciones
DASS- UCSE.
Michelazzo, C. (2009) “Estructuras de sentir/ de experiencia de jóvenes de
clases subalternas en contextos de mediatización y mercantilización”, en
Memorias de las XIII Jornadas de la Red Nacional de Investigadores en
Comunicación: ‘Itinerarios de la Comunicación ¿Una construcción posi-
ble?’, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de San Luis
En coautoría con María Eugenia Boito y María Belén Espoz
Michelazzo, C. (2006) “Representaciones de género en jóvenes urbano
marginales: el caso de Villa El Libertador”, en María Teresa Dalmasso
y Adriana Boria, (Eds.) Discurso Social y Construcción de identidades:

El purgatorio que no fue


Mujer y Género, Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de
Córdoba, Córdoba.
En coautoría con Celeste Bianciotti
Otra actividad: Becaria de Postgrado Tipo I CONICET. Centro de
Estudios Avanzados (Unidad Ejecutora) de la Universidad Nacional de
Córdoba. Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva
y Conflicto Social”, director, Dr. Adrián Scribano, Colaboradora del
“Seminario de Cultura popular y cultura masiva”, a cargo de la Dra.
Eugenia Boito, ECI-UNC. 287
Teléfono: 0351-155334203
Dirección de correo electrónico: ceciliamichelazzo@hotmail.com

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


ANA PAMELA PAZ GARCÍA
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. CEA (Centro de Estudios Avanzados) - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Licenciada en Relaciones Públicas e
Institucionales (Universidad Siglo 21). Doctoranda en Estudios Sociales
de América Latina y Maestranda en Sociología (Universidad Nacional de
Córdoba).
Línea de investigación actual: dentro de la Sociología Política, estu-
dio de la dinámica contemporánea de la opinión pública política, la rela-
ción entre medios masivos de comunicación - sistema democrático y la
construcción social de la opinión / decisión / acción política en procesos
electorales.
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
1) (2009) “Sobre mediaciones y mediatizaciones: el fenómeno de la opinión
pública y la necesaria complementariedad de los aportes disciplinarios
para su abordaje. Recorrido por algunas perspectivas contemporáneas
clave”. En Razón y Palabra - Primera Revista Electrónica en América
Latina Especializada en Comunicación [en línea], ISSN 1605-4806,
enero/febrero, núm. 66 “Comunicología y Estudios Culturales” Jesús
Galindo (coord.) - Instituto Tecnológico de Monterrey, México– [texto ori-
ginal de 13 págs.]. Disponible en: http://www.razonypalabra.org.mx/N/
n66/varia/apaz.html
2) (2008) “Opinión pública, mediatización y representación democrá-
tica: la conflictiva construcción de horizontes colectivos de sentido”.
En Intersticios - Revista Sociológica de Pensamiento Crítico [en línea],
ISSN 1887-3898, vol. 2, núm. 002 “Encrucijadas y Bifurcaciones”,
pp. 197-210. –Universidad Complutense de Madrid / Universidad de
Murcia, España– Disponible en: http://www.intersticios.es/article/
view/2755/2137
3) (2008) “Transformaciones y descentramientos manifiestos en las condi-
ciones socio-históricas del siglo XX latinoamericano”. En Revista Estudios
Digital [en línea] ISSN 1852-1568, primavera 2008, núm. XXI, “Identidades,
miradas y nuevas configuraciones sociales en América Latina” –Centro
de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba– [texto origi-
nal de 11 págs.]. Disponible en: http://www.revistaestudios.unc.edu.ar/ar-
ticulos/monografias/pazgarcia.php
4) (2008) “Institucionalidad democrática, Ciudadanía y Estado: apun-
tes sobre la experiencia argentina en perspectiva latinoamericana”. En
288 Pensares - Publicación del CIFFyH, ISSN 1515-3959, noviembre, núm. 5
“Ciudadanías”, pp. 161-182 [original de 15 págs.], Centro de Investigaciones
en Filosofía y Humanidades “María Saleme de Burnichon”, Universidad
Nacional de Córdoba.
Otra actividad: Becaria de Postgrado Tipo II del CONICET. Miembro de
proyectos colectivos de investigación, tanto en el marco del Programa de
Acción Colectiva y Conflicto Social (CEA, CONICET) como en el área de
Psicología Política de la Facultad de Psicología (Laboratorio de Psicología
Cognitiva, UNC).
Teléfono o fax: (0351) 156-532827
Dirección de correo electrónico: pamela.pazgarcia@gmail.com

ALEJANDRA PEANO
Institución: Universidad Nacional de Villa Maria.
Dirección postal institucional: Av. Arturo Jauretche 1555. (C.P. 5900).
Villa María.
Máximos estudios alcanzados: Estudiante de la Licenciatura en
Sociología
Línea de investigación actual: “Prácticas Intersticiales y Gastos
Festivos”, del Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales
(UNVM)
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
(2008) “El Contexto socioeconómico de Villa María tras la crisis del 2001:
la importancia de la mirada en la construcción de los indicadores de
pobreza”. Publicado junto Aimar, Lucas y Delgado, María Florencia, en
Onteaiken. Boletín sobre prácticas y estudios de acción colectiva, Año 3,
num. 6, Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto Social,
CEA-UNC, Córdoba. Pp 1-10
(2007) “El conflicto de la Basura en San Francisco: la construcción del
otro desde la mirada del ciruja”. Publicado junto con Bertone, Julia;
Fraire, Vanina y Orellano, Gabriela, en Scribano, A (Comp.) Policromía
Corporal, Cuerpos, Grafías y Sociedad. Centro de Estudios Avanzados.
UNC. Conicet. Universidad de Guadalajara. Editorial Universitas,
Córdoba. Pp 47-58
Teléfono o fax: 0353-15-6576881
Dirección de correo electrónico: alepe6@hotmail.com

El purgatorio que no fue


EMILIO JOSÉ SEVESO ZANIN
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Lic. en Sociología (UNC); Maestrando
en Sociología (CEA, UNC) y Doctorando en Estudios Sociales de América 289
Latina - Mención Sociología (CEA, UNC).
Línea de investigación actual: Experiencias conflictivas del habitar. La

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


mirada de los vecinos frente a los beneficiarios del Plan de Seguridad
Comunitaria de la ciudad de San Luís (Proyecto de investigación, Beca
Tipo I – CONICET).
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Seveso Zanin, Emilio J. (2009), “Imágenes de la diferencia. Construcción
subjetiva, otredad y medios de comunicación”, Revista Fundamentos en
Humanidades de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad
Nacional de San Luís, Año X, Nº 1 (19), pp. 9-23
(2009), “Inseguridad: El discurso de prensa en la constitución de sen-
sibilidades”, Revista Perspectivas de la Comunicación de la Universidad
de la Frontera, Vol.2. Nº 2, Diciembre, pp. 33-44. Disponible en: http://
www.perspectivasdelacomunicacion.cl/revista_2_2009.html .
(2008), “Pobres y pobreza: la exclusión hacia principios de siglo.
Indicios sobre los dispositivos de gestión de la desigualdad en Argentina”,
Revista Estudios Digital, Identidades, miradas y nuevas configuraciones
sociales en América Latina del Centro de Estudios Avanzados de la
Universidad Nacional de Córdoba, Nº I, Primavera. Disponible en: http://
www.revistaestudios.unc.edu.ar/articulos/monografias/zanin.php .
(2007), “Tramas estériles. Sobre las Organizaciones de la Sociedad
Civil en Argentina y su lógica institucional”, en Adrián Scribano (comp.),
Mapeando Interiores. Cuerpo, Conflicto y Sensaciones, Ed. Universitas,
Córdoba, pp. 173-198
Otras actividades: Miembro del Programa de Estudios Sobre Acción
Colectiva y Conflicto Social del CEA/UE-UNC, bajo la coordinación del
Dr. Adrián Scribano.
Teléfono o fax: (0351) 153064712
Dirección de correo electrónico: emilioseveso@hotmail.com

ADRIÁN SCRIBANO
Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Doctor en Filosofía de la UBA
(Universidad Nacional de Buenos Aires) Licenciado en Ciencias del
Desarrollo. Especialización en Sociología Política. ILADES. Santiago de
Chile. Posgrado reconocido por la Universidad de Lovaina para cursar
su Doctorado y de igual valor que su Licenciatura en Ciencias Políticas
y Sociales. Licenciado en Ciencia Política. Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales. Universidad Católica de Córdoba. Diploma
de Derechos Humanos. Instituto de Derechos Humanos. Facultad de
290 Derecho. Universidad Complutense. Madrid. España
Línea de investigación actual: La(s) Sensibilidad(es) Social(es) más
allá del Conflicto: Sensaciones, Conflicto y Subjetividades en Argentina
2004-2010
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):
Scribano, Adrián. Reciprocidad, Emociones y Prácticas Intersticiales en
América Latina e Brasil em Perspectiva. Paulo Herique Martins y Rógerio
de Souza Medeiros (Comp.) Editora Universitária UFPE Recife, Brasil
ISBN 978-85-7315-605-5 p.p 189-204 2009
Scribano, Adrián. ¿Por qué una mirada sociológica de los cuerpos y las
emociones? A Modo de Epílogo en Scribano, A, y Figari, C. (Comp.)
Cuerpo(s), Subjetividad(es) y Conflicto(s) Hacia una sociología de los
cuerpos y las emociones desde Latinoamérica CICCUS/CLACSO 2009
ISBN 978-987-9355-91-6 p.p 141-151 2009
Scribano, Adrián. Capitalismo, cuerpo, sensaciones y conocimiento: de-
safíos de una Latinoamérica interrogada. En Sociedad, cultura y cam-
bio en América Latina Julio Mejía Navarrete (editor). Universidad Ricardo
Palma. ISBN 978-9972-236-86-0 Lima. Perú. 2009 ISBN 978-85-386-
0056-5 p.p. 89-110
Scribano, Adrián Epistemología de la Investigación Cualitativa en
Latinoamérica: Un esquema introductorio. En José Vicente Tavares-
dos-Santos (org.). Mundialização e Sociologia Crítica da América latina
(XXV Congresso da ALAS – Associação Latino-americana de Sociologia
– Porto Alegre. Brasil, 2005).Porto Alegre, Editora da UFRGS. Brasil.
2009 p.p 219-234
Scribano, Adrián Ciudad de mis sueños: hacia una hipótesis sobre el lugar
de los sueños en las políticas de las emociones en Levstein, A. y Boito, E.
(Comp.) De Insomnios y Vigilias en el Espacio Urbano Cordobés. CEA-
CONICET, UNIVERSITAS, ISBN 978-987-572-195-6 pp. 9-27, 2009
Otra actividad: Investigador Independiente de CONICET. Director del
Programa de Estudios Sobre Acción Colectiva y Conflicto Social. Docente
de la UNVM en Teoría Social Contemporánea.
Teléfono o fax: (011) 47725653
Dirección de correo electrónico: adrianscribano@gmail.com

PATRICIA MARIEL SORRIBAS

El purgatorio que no fue


Institución: Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto
Social. Centro de Estudios Avanzados - UNC - CONICET.
Dirección postal institucional: Av. Gral. Paz 154, Piso 2, Centro (5000),
Córdoba.
Máximos estudios alcanzados: Lic. en Psicología por la Universidad
Nacional de Córdoba. Maestranda en Sociología (Centro de Estudios
Avanzados de la UNC) y Doctoranda en Psicología (Facultad de Psicología
de la UNC).
Línea de investigación actual: Acción política colectiva e individual. 291
Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publica-
ciones (incluye número de páginas):

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


Sorribas, P.M. (2008) “Los procesos de enmarcamiento en la construc-
ción de discursos sobre el valor de la libertad y los procesos de libe-
ración en Venezuela: análisis de los medios de comunicación y la voz
de los propios actores”, en Memorias del IX Congreso Internacional de
Psicología Social de la Liberación. Disponible en: http://www.liber-ac-
cion.org/congresochiapas08/trabajoscompletos/PatriciaMarielSorribas_
LosProcesosdeEnmarcamientoenlaConstruccion_Argentina.pdf
Brussino, S. A.; Sorribas, P. M. y Medrano, L. (2008) “Características
Psicométricas de la medición del Conocimiento Político”, Revista
Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica, Volumen: 1
Número: 25, pp.179 a 192
Brussino, S. A.; Rabbia, H. y Sorribas, P. M. (2008) “Propuesta de cate-
gorización de la Participación política de lo jóvenes”, Revista Psicología
Política de la Sociedad Brasilera de Psicología Política, Vol. 8 Nº. 16,
pp.285-304
Brussino, S. A.; Rabbia, H. y Sorribas, P. M. (2009) “Perfiles sociocogni-
tivos de la participación política de los jóvenes”, Revista Interamericana
de Psicología, de la Sociedad Interamericana de Psicología, Volumen 43,
Número 2 (May-Ago).
Otra actividad: Becaria de Postgrado Tipo II CONICET, Centro de
Estudios Avanzados (Unidad Ejecutora) de la Universidad Nacional de
Córdoba. Integrante del Programa de “Estudios sobre Acción Colectiva
y Conflicto Social”, Director: Dr. Adrián Scribano, Docente de Psicología
Social y Política de la Universidad Católica de Córdoba. Profesora
Adscripta a la cátedra “Introducción a las Ciencias Sociales”, Facultad de
Ciencias Económicas de la UNC. Docente a cargo del seminario electivo
no permanente “Identidad y acción política: problematizaciones desde la
sociología y la psicología política”, Facultad de Psicología de la UNC
Teléfono: 0351-4341124
Dirección de correo electrónico: pmsorribas@yahoo.com.ar

292
Índice

A modo de presentación 7

El hambre como problema colonial: Fantasmas, Fantasías sociales y


Regulación de las Sensaciones en la Argentina después del 2001 23

El purgatorio que no fue


Crisis e incertidumbre: un análisis de las experiencias colectivas en
Córdoba y Villa María, desde los cuerpos y las emociones 53

Narrativas en conflicto sobre una ciudad socio-segregada. Una des-


cripción de las mediaciones que las visibilizan 83

La ciudad pulcra y el conflicto de la basura como síntoma de tensiones


socio-urbanas 107 293

Políticas de encierro y regulación de las sensaciones. Un abordaje

Adrián Scribano y Eugenia Boito (Compiladores)


desde la vivencia de los pobladores de “Ciudad de mis Sueños” 133

Neocolonialismo y nueva morfología del trabajo en la Argentina post 2001.


El conflicto social en los Call Centers y las Empresas Recuperadas 155

Lo irresignable: Prácticas contra-expropiatorias y las vivencialidades


del “cuerpo presente” 179

El humor en tiempos de crisis. Acerca de su placer, disfrute y goce 199

Territorio, política y prácticas del querer 219

Resúmenes 267

Sobre los autores 273

Você também pode gostar