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Efectos

neurofarmacológicos
sobre la función
cognitiva
Diego Redolar Ripoll
PID_00224398
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Índice

1. Neurotransmisión química.............................................................. 5
1.1. Estructura interna ........................................................................ 5
1.2. Comunicación entre las neuronas .............................................. 8

2. Acción de la acetilcolina sobre la mejora cognitiva................. 15


2.1. La acetilcolina como sustancia neurotransmisora ...................... 15
2.2. La acetilcolina en el tratamiento de la demencia ....................... 18

3. Acción sobre el glutamato en la mejora cognitiva................... 20


3.1. El glutamato como sustancia neurotransmisora ......................... 20
3.2. Hipocampo y consolidación de la memoria ............................... 24
3.3. El glutamato en el tratamiento de la demencia ......................... 30

Bibliografía................................................................................................. 33
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1. Neurotransmisión química

Las neuronas son células especializadas que reciben, procesan y transmiten la


información con gran especificidad y exactitud, permitiendo la comunicación
entre diferentes circuitos y sistemas. Para ello, estas células nerviosas deben te-
ner propiedades químicas y eléctricas determinadas que puedan posibilitar los
procesos de transmisión de la información. Se conjugan dos tipos de señales:

a) los mecanismos eléctricos de comunicación y señalización que sirven para


transmitir la información de una parte a otra dentro de la misma neurona
(potenciales locales y potencial de acción), y

b) los mecanismos químicos que son utilizados para transmitir la información


entre células diferentes (liberación de la sustancia transmisora o neurotrans-
misor).

1.1. Estructura interna

En relación con su estructura interna, se ha podido comprobar que las neuro-


nas comparten los mismos elementos y la misma información genética que
el resto de las células del organismo, además de llevar a cabo las funciones
básicas celulares al igual que sucede en las células hepáticas o las musculares,
por ejemplo.

Gasto energético del cerebro

A veces los estudiantes preguntan: ¿Es cierto que el cerebro gasta más energía que cual-
quier otra parte de nuestro cuerpo? Las células nerviosas tienen requerimientos energéti-
cos muy elevados. El cerebro utiliza el 20% del total del oxígeno corporal y una fracción
comparable de glucosa. Además, las reservas energéticas en el cerebro son limitadas y
resulta de cardinal importancia asegurar su aporte de una forma continua. Por ese mo-
tivo, se dispone de estrategias diferenciales para las células nerviosas que no se utilizan
en otro tipo de células.

Por ejemplo, en este sentido las células del sistema nervioso son las únicas células que
pueden utilizar la glucosa en situación de ayuno. Durante el ayuno, el descenso de glu-
cosa es detectado por las células del páncreas y del cerebro, dejándose de liberar insulina
y empezándose a secretar glucagón (dos hormonas del páncreas endocrino). El glucagón
estimula la formación de glucosa a partir del glucógeno que tenemos almacenado. Asi-
mismo, el glucagón también facilita que las reservas de grasa se descompongan en ácidos
grasos y glicerol para ser utilizadas por las células de nuestro cuerpo. Las únicas células
que no utilizan los productos derivados de las reservas de grasa son las cerebrales, ya que
necesitan glucosa.

¿Cómo es posible que las células de fuera del sistema nervioso sean tan «benévolas» que
cedan la poca glucosa que hay en el organismo para que sea utilizada exclusivamente
por las células nerviosas? El caso es que no tienen más remedio: las células de fuera del
sistema nervioso necesitan a la insulina para transportar la glucosa a dentro de la célula, y
en situaciones de ayuno el páncreas endocrino libera glucagón para aumentar los niveles
de glucosa en sangre y los niveles de insulina son mínimos. Por este motivo, las células
del sistema nervioso son las únicas que pueden utilizar la glucosa en situación de ayuno,
dado que no necesitan a la insulina para transportar la glucosa al interior de la célula.
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Se calcula que existen alrededor de 86 billones de neuronas en el sistema ner-


vioso humano. Hay neuronas de diferentes formas y tamaños; no obstante,
todas comparten unas características estructurales comunes. En la mayoría de
las neuronas podemos distinguir tres partes (figura 1):

1) el soma,

2) el axón y

3) las dendritas.

Figura 1. Representación de una neurona con un axón mielinizado

En la imagen se representan las diferentes partes de una neurona. El soma, o pericarion, contiene la maquinaria para la
transcripción, la traducción y el procesamiento posterior de las proteínas. El cuerpo de las neuronas contiene, además,
diferentes orgánulos como el aparato de Golgi, las mitocondrias, el retículo endoplasmático (liso y rugoso), endosomas,
estructuras del citoesqueleto, lisosomas, perixomas, etc. Se trata del centro metabólico en el que se fabrican las moléculas y se
realizan las actividades fundamentales para mantener la vida y las funciones de la célula nerviosa. De forma añadida, el soma
contiene el núcleo de la célula y en este se encuentra el nucléolo, que es donde se fabrican las proteínas ribonucleares que
conformarán los ribosomas. En la figura se muestra cómo en su parte más distal el axón se divide y ramifica; en el extremo
de las ramificaciones, se encuentran pequeños engrosamientos llamados botones terminales. Asimismo, se muestran las
ramificaciones dendríticas que emergen del cuerpo celular. Autora de la imagen: Mariana Ruiz Villarreal.

El soma, o cuerpo celular, es el centro metabólico en el que se fabrican las


moléculas y se realizan las actividades fundamentales para mantener la vida
y las funciones de la célula nerviosa. El cuerpo de las neuronas suele ser de
mayor tamaño en comparación con otras células del sistema nervioso y es rico
en orgánulos.

El axón es una única prolongación larga que sale del soma. El diámetro de los
axones varía entre 0,2 y 25 μm. Su principal función es la de conducir infor-
mación codificada de forma eléctrica (potenciales de acción), permitiendo, de
esta manera, que la información pueda viajar desde el soma hasta el final del
axón. En su parte más distal se divide y ramifica, y en el extremo de las ramifi-
caciones, se encuentran pequeños engrosamientos denominados botones ter-
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minales. Estos botones tienen la función de secretar determinadas sustancias,


denominadas neurotransmisores. El número de conexiones que establece un
axón de una neurona refleja el grado de divergencia de la información.

El término dendrita proviene de la palabra dendron, que en griego significa ‘ár-


bol’; de hecho, las dendritas de las neuronas se dividen como las ramas de un
árbol. Las dendritas son ramificaciones que salen del cuerpo celular o soma, cu-
ya principal función es la de recibir información de otras neuronas; contienen
las espinas dendríticas, que son unas pequeñas protuberancias que aumentan
el tamaño de la superficie receptora de la neurona (figura 2). El número de
conexiones que recibe una neurona concreta depende de la complejidad de su
arborización dendrítica y refleja el grado de convergencia de la información.

Figura 2. Espinas de una dendrita de una neurona estriatal

En la imagen se muestran las principales partes de una espina dendrítica (cabeza y cuello). Las regiones
postsinápticas de las dendritas se emplazan a lo largo de los procesos principales, aunque con mayor
frecuencia se dan en las espinas dendríticas. Tanto su estructura como su número resultan altamente
dinámicos y van modificándose en función de la actividad neural. Se cree que las dinámicas acaecidas en
las espinas dendríticas podrían reflejar modificaciones en la función sináptica que podrían subyacer como
sustrato a procesos cognitivos como el aprendizaje y la memoria.
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Las dendritas son ricas en microtúbulos y microfilamentos. Una parte del ARN Si has comprendido
mensajero neuronal es transportado a las dendritas para poner en marcha pro-
Si has comprendido que las
cesos de síntesis y procesamiento proteico en respuesta a la actividad sináptica. neuronas presentan un alto
grado de asimetría funcional y
morfológica en tanto que dis-
ponen de dendritas para re-
Podemos distinguir a las neuronas por su especialización en la comu- cibir la información y de un
axón para transmitirla, debe-
nicación celular. Dicha especialización funcional resulta aparente en la rías ser capaz de entender por
qué dicha asimetría es la base
morfología de la neurona. Una neurona prototípica presenta tres regio- sobre la que se sustenta la co-
municación neuronal unidirec-
nes morfológicamente definidas: el soma, las dendritas y el axón con los cional.
terminales presinápticos. El soma o pericarion constituye el centro me-
tabólico de la neurona y contiene la maquinaria necesaria para la sínte-
sis de proteínas. Las dendritas contienen especializaciones postsinápti-
cas (principalmente en las espinas), con lo que constituyen la principal
región de la neurona para la recepción de las señales. El axón contiene
los terminales presinápticos y la maquinaria para la liberación de las
sustancias transmisoras, con lo que desempeña un papel cardinal para
transmitir las señales a otras neuronas.

1.2. Comunicación entre las neuronas

La capacidad de comunicación entre las neuronas se da gracias a la genera-


ción y transmisión de señales eléctricas. La potencialidad para originar señales
eléctricas se debe a las particulares propiedades que presentan las membranas
celulares de las neuronas. Las neuronas utilizan dichas señales eléctricas para
comunicarse entre sí, dado que sus membranas son capaces de transformar
estas señales de forma que puedan ser trasmitidas a otras neuronas. Los con-
tactos funcionales entre las neuronas se denominan sinapsis. El espacio extra-
celular que separa físicamente a las dos neuronas que establecen contacto se
denomina espacio o hendidura sináptica. Gracias a las sinapsis, las neuronas se
activan, se inhiben o sufren modificaciones de su actividad. La mayoría de los
contactos sinápticos en el sistema nervioso de los mamíferos son de naturaleza
química, de forma que se libera una sustancia química, denominada sustancia
neurotransmisora, desde el botón axónico de una neurona para que se una en
sitios especializados de otra neurona, denominados receptores. Las neuronas
que liberan el neurotransmisor se denominan neuronas presinápticas, mien-
tras que las neuronas que reciben la información (es decir, el neurotransmi-
sor se une a ellas en los receptores) se denominan neuronas postsinápticas.
Obviamente, las neuronas postsinápticas pueden convertirse en presinápticas
si, a su vez, transmiten información a otras (es decir, si liberan la sustancia
transmisora desde sus terminales axónicos).

Contactos sinápticos

A veces los estudiantes preguntan: ¿Es cierto que una neurona puede recibir información
de cientos de neuronas? El número de contactos sinápticos que puede recibir una neurona
en el sistema nervioso humano puede variar de 1 a 100.000. Esto resulta especialmente
importante para determinar la función de una determinada neurona.
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Neuropilo

Las neuronas forman parte de circuitos neurales que procesan diferente tipo de informa-
ción. Las conexiones sinápticas tienen lugar fundamentalmente en las regiones ubicadas
entre los cuerpos neuronales que se denominan neuropilo. De esta forma, el neuropilo
está constituido por densas marañas de dendritas, terminales axónicos y procesos de las
células gliales.

A grandes rasgos, puede afirmarse que cuando una neurona (la neurona pre-
sináptica) se activa, libera al exterior (a la hendidura sináptica) una sustancia
química. Este neurotransmisor se difunde rápidamente a través de la hendidu-
ra sináptica y se une a un receptor de la neurona con la que establece contacto
(la neurona postsináptica). La unión entre el neurotransmisor y el receptor es
específica, de modo que el primero «encaja» en el segundo como si se tratase
de una llave y una cerradura. ¿Qué hacen las llaves al unirse a la cerradura?
La respuesta a esta cuestión resulta muy simple: abrir la puerta. Pues en el
caso de la neurona postsináptica sucede algo parecido, se abren puertas. En
la membrana de las neuronas existen unas proteínas especiales que la atravie-
san. En algunos casos la estructura tridimensional de dichas proteínas forma
un canal central con una compuerta (estas proteínas se denominan canales
iónicos). Dicha compuerta puede estar cerrada. Ocurre que el receptor para la
sustancia transmisora se encuentra acoplado al canal iónico, de manera que al
unirse el neurotransmisor se genera un cambio conformacional de la proteína,
permitiendo que el canal se abra y dejando paso a unas partículas cargadas
eléctricamente denominadas iones. En este caso, se dice que se produce una
modificación en la permeabilidad de la membrana postsináptica, como con-
secuencia de la apertura de un canal iónico y del paso de iones a través de este.

¿Qué implicación funcional puede tener todo esto? Las neuronas mantienen
una diferencia de potencial eléctrico entre el interior y el exterior celular. Esta
diferencia de potencial o de carga eléctrica se debe a la diferente distribución
de moléculas existente a ambos lados de la membrana neuronal. Las princi-
pales moléculas con carga que operarán en el caso de las neuronas son los io-
nes. Aquellos iones con carga positiva se denominan cationes, mientras que
los que tienen carga negativa se denominan aniones. La distribución a ambos
lados de la membrana de la neurona de las cargas positivas y negativas deter-
minará la carga eléctrica neta tanto del interior como del exterior celular. Esta
diferencia de potencial recibe el nombre de potencial de membrana. Cuando
una neurona está inactiva, el potencial de membrana se denomina potencial de
reposo. En estado de reposo, una neurona prototípica presenta una diferencia
de potencial a través de su membrana de aproximadamente 60 o 70 milivol-
tios (mV). Esta diferencia de potencial refleja una distribución desigual de la
carga eléctrica a ambos lados de la membrana, de manera que se concentra un
exceso de cargas negativas en el interior celular y un exceso de cargas positivas
en el exterior celular, por lo que se dice que el potencial de reposo es negativo
(–60 o –70 mV).
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Volviendo al canal iónico, si este canal deja pasar al interior de la neurona a


un ion que tiene una carga positiva (por ejemplo, el calcio), el interior de la
neurona se hace menos negativo (se dice entonces que se despolariza). Si, por
el contrario, el ion que pasa al interior a través del canal es un ion con carga
negativa (por ejemplo, el cloro), el interior de la neurona se hace todavía más
negativo (se hiperpolariza). La hiperpolarización hace que la neurona se vuel-
va todavía más inactiva y sea más difícil que pueda responder y transmitir la
información (liberar el neurotransmisor) a la siguiente neurona. La despolari-
zación, por su parte, aumenta la probabilidad de que la neurona responda y
pueda transmitir la información a otras neuronas. Si este es el caso, el potencial
de membrana adopta un valor diferente, que recibe el nombre de potencial de
acción o de impulso nervioso. Estas hiperpolarizaciones y despolarizaciones
de la membrana reciben el nombre de potenciales locales.

Las hiperpolarizaciones son potenciales locales que se denominan potencia-


les inhibitorios postsinápticos (PIP), mientras que las despolarizaciones son
potenciales locales que se denominan potenciales excitatorios postsinápticos
(PEP). El potencial de acción se origina en el segmento del axón que se en-
cuentra próximo al soma (denominado cono axónico). Cada neurona tiene
un umbral a partir del cual el potencial de membrana se convierte en poten-
cial de acción; dicho umbral se denomina umbral de excitación. El potencial
de acción es una rápida inversión del potencial de membrana, de forma que
este adopta un valor positivo de aproximadamente +50 mV, siguiendo la ley
del todo o nada (se produce o no se produce).

¿Qué es lo que hace que salten las alarmas y se genere un potencial de ac-
ción? Resulta que una misma neurona puede recibir conexiones con cientos
de neuronas. Estas conexiones harán que su membrana se haga más negativa
(se hiperpolarice) o se haga menos negativa (se despolarice), disminuyendo
o aumentando la probabilidad de que se produzca el impulso nervioso, res-
pectivamente. Cuando muchas de estas señales eléctricas tienen lugar en la
membrana postsináptica, pueden producir cambios notables en el potencial
de membrana. El cono axónico presenta el umbral de excitación más bajo de
la neurona, de modo que cuando las señales eléctricas alcanzan esta parte del
axón, si la suma total en un mismo momento hace que se sobrepase el umbral
de excitación (–55 mV), es entonces cuando se genera un potencial de acción.

Supóngase que una neurona recibe información en sus dendritas a través de


varias sinapsis excitatorias (figura 3), de forma que el flujo de un ion con carga
positiva (por ejemplo, el sodio) entra en la neurona despolarizando la mem-
brana postsináptica de la región dendrítica (figura 4). La corriente eléctrica (en
este caso, un potencial local excitatorio) fluye hacia el cuerpo neuronal hasta
llegar al segmento inicial del axón o cono axónico. Si el valor de la despolari-
zación es suficiente para sobrepasar el umbral de excitación de dicha neurona,
entonces se pondrá en marcha el potencial de acción. En el cono axónico se
produce un proceso de integración neural de las señales excitatorias e inhibi-
torias que llegan a la neurona de otras neuronas. La integración, por lo tan-
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to, consiste en un proceso de sumación de todos los potenciales locales que


alcanzan el segmento inicial del axón. Este proceso de sumación tiene lugar
simultáneamente en los planos espacial y temporal. Dicho de otra forma, se
produce una sumación de todos los potenciales locales (excitatorios e inhibi-
torios) que llegan al mismo tiempo y lugar a una neurona. Si el resultado de
la suma de estos potenciales locales hace que el potencial de membrana en el
segmento inicial del axón esté por encima del umbral de excitación, entonces
y solo entonces se pone en marcha el potencial de acción.

Figura 3. Tipos de sinapsis

En la parte superior izquierda de la figura se observa una representación esquemática de dos neuronas y del contacto que se
establece entre ambas (sinapsis). En la parte inferior derecha de la imagen se representan diferentes tipos de sinapsis en función
del lugar de contacto. Sinapsis axosomática: un axón hace contacto sobre el soma de la neurona postsináptica. Las sinapsis de
este tipo suelen ser inhibidoras. Sinapsis axodendrítica: un axón establece contacto con una dendrita postsináptica. La sinapsis
puede darse en la rama principal de la dendrita o en zonas especializadas de entrada, las espinas dendríticas. Con frecuencia las
sinapsis de este tipo son excitadoras. Sinapsis axoaxónica: un axón establece contacto con un axón postsináptico. Las sinapsis
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de este tipo suelen ser moduladoras de la cantidad de neurotransmisor que liberará el axón postsináptico sobre una tercera
neurona.

Figura 4. Liberación del neurotransmisor

Cuando el potencial de acción llega hasta el botón terminal, se abren canales iónicos dependientes de voltaje que dejan pasar
calcio al interior de la neurona presináptica. El calcio hace que las vesículas sinápticas se fundan con la membrana presináptica
y vacíen, de esta forma, su contendido en la hendidura sináptica. La liberación de la sustancia neurotransmisora de la vesícula
requiere que cinco iones de calcio se unan a proteínas específicas de las vesículas sinápticas que son sensibles a dicho ion.
Las células nerviosas contienen cinco tipos de canales de calcio dependientes de voltaje: canales de tipo L, canales de tipo P/
Q, canales de tipo N, canales de tipo R y canales de tipo T. Cada uno de estos tipos se encuentra codificado por diferentes
genes o familias de genes y presenta diferentes funciones fisiológicas y propiedades farmacológicas. Todos estos canales, a
excepción del canal de tipo T, necesitan una fuerte despolarización del botón terminal para abrirse. El canal de tipo T, por el
contrario, se puede activar en respuesta a pequeños cambios en el potencial de membrana. Las vesículas sinápticas liberan
el neurotransmisor fusionándose con la membrana neuronal mediante un proceso denominado exocitosis. Después de unos
segundos de la fusión de la vesícula, esta se recupera por un proceso denominado endocitosis, manteniéndose las proteínas
originales de su membrana e incluyendo otras capturadas del medio externo. Tanto la exocitosis como la endocitosis se
encuentran reguladas por diferentes conjuntos de proteínas (sinapsinas, sinaptotagmina, sinaptobrevina, sintaxina, SNAP-25,
Rab3, Munc13, Munc18, RIM, etc.). Autor de la imagen: F. Jáuregui Huerta.
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El potencial de acción se propaga a lo largo del axón de la neurona de una Si has comprendido
forma activa, a través de canales iónicos que se abren y se cierran en función
Si has comprendido que las
del voltaje (son los denominados canales dependientes de voltaje), de manera neuronas son excitables tanto
que este llega hasta el botón terminal (segmento final del axón). Se ha de tener químicamente como eléctrica-
mente, deberías ser capaz de
presente que las moléculas del neurotransmisor se encuentran almacenadas entender por qué las membra-
nas neuronales cuentan con
en el interior de vesículas en el botón terminal, esperando a que llegue un proteínas especializadas (cana-
les iónicos y receptores) que
potencial de acción para que sean liberadas a la hendidura sináptica. Una vez se activan ante diferentes sus-
que el potencial de acción llega al botón terminal, en la membrana de este se tancias químicas (neurotrans-
misores) que facilitan el flujo
abren canales iónicos dependientes de voltaje que dejan pasar calcio dentro de iones específicos, redistribu-
yendo las cargas y generando
del botón. El calcio hace que las vesículas sinápticas se fundan con la mem- corrientes eléctricas que alte-
brana presináptica y vacíen, de esta forma, su contendido en la hendidura si- ran el voltaje a lo largo de la
membrana. Asimismo, debe-
náptica (figura 4). rías entender que dichos cam-
bios pueden producir una on-
da de despolarización en for-
ma de potencial de acción que
se conduce de forma activa a
Los potenciales de acción son las señales mediante las cuales el cerebro lo largo del axón, constituyen-
recibe, analiza y transmite la información. El cerebro analiza e interpre- do la señal fundamental que
viaja dentro de una neurona
ta los patrones de estas señales eléctricas y las vías y redes por las que y permitiendo la liberación de
una sustancia química (neuro-
se transmiten para crear, en último término, aspectos como las percep- transmisor) que sea capaz de
activar a proteínas especializa-
ciones que tenemos del mundo exterior o para generar las cogniciones. das (canales iónicos y recepto-
res) de las membranas de otras
neuronas.
Las células gliales

Las células gliales son las células que se encuentran en mayor proporción en el tejido
nervioso. Se calcula que existen alrededor de 1.000 billones de células gliales en el sis-
tema nervioso humano (lo que supondría, aproximadamente, el 90% de todas las célu-
las cerebrales). Desde un punto de vista morfológico, las células gliales difieren de las
neuronas en que no presentan axón ni dendritas. Asimismo, también difieren desde un
punto de vista funcional. En este sentido, las células gliales se encargan sobre todo de
regular el ambiente interno del sistema nervioso y de ayudar en los procesos de comuni-
cación entre las neuronas (figura 5). De entrada puede afirmarse que se trata de células
que constituyen el principal soporte estructural de las neuronas, participan activamente
durante los procesos de desarrollo y formación del cerebro, parecen desempeñar un papel
importante en el aporte nutricional de las neuronas a través de la circulación sanguínea,
participan en los mecanismos de defensa inmunológica y en los procesos de reparación y
regeneración nerviosa después de una lesión, participan en el mantenimiento del equi-
librio químico en el interior del cerebro, separan y aíslan las células nerviosas, recubren
partes de estas para acelerar los procesos de comunicación neuronal, etcétera.
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Figura 5. Célula de glía hipocampal y detalle de poros nucleares en neuronas


piramidales de hipocampo de ratón, vistos a través del microscopio electrónico de
transmisión

En la imagen A se puede observar la ultraestructura del núcleo (N) y citoplasma (C) de una célula de glía. Dentro
del núcleo destaca la presencia del nucléolo (flecha negra), donde se fabrican las proteínas ribonucleares que
conformarán los ribosomas. En el citoplasma se pueden observar estructuras tubulares que forman parte de la
maquinaria de síntesis proteica celular como el aparato de Golgi (flecha blanca) y retículo endoplasmático (punta
de flecha blanca). En el neuropilo destaca la presencia de segmentos dendríticos (D) y espinas dendríticas (estrellas)
a modo de protuberancias que actúan como principales dianas postsinápticas en contactos sinápticos. En el
mismo segmento dendrítico se pueden observar los microtúbulos (flechas negras delgadas) que forman parte
del citoesqueleto. Escala = 2 μm. En la imagen B se presenta un detalle de la membrana nuclear de una neurona
piramidal donde se pueden apreciar los poros nucleares (flechas) que permiten el transporte de las cadenas de
ARNm producidas en el núcleo (N) hasta el citoplasma (C) y que posteriormente serán traducidas a proteínas en los
ribosomas citoplasmáticos. Escala = 250 nm. En la imagen C se puede observar la presencia de poros nucleares en
un corte tangencial (flecha negra) y conjuntos de polirribosomas (flecha blanca) implicados en la síntesis proteica.
Escala = 500 nm. m: mitocondria.
Autor de la imagen: Rubén Miranda.

A pesar de que las neuronas y las células gliales provienen de las mismas células precur-
soras embrionarias, una diferencia fundamental entre estos tipos de células radica en la
excitabilidad eléctrica y en las propiedades de la membrana. De este modo, las neuronas
son capaces de responder a una estimulación externa generando una respuesta a modo
de potencial de acción, capaz de propagarse a través de una red neural. Las células gliales
son incapaces de generar un potencial de acción en su membrana plasmática. No obs-
tante, se ha de tener presente que no todas las neuronas generan potenciales de acción
y que algunas células gliales pueden participar en los mecanismos eléctricos y químicos
de comunicación y señalización que sirven para transmitir la información (por ejemplo,
se ha podido comprobar que pueden expresar canales dependientes de voltaje en sus
membranas, así como receptores para neurotransmisores). Diferentes experimentos han
demostrado que, tanto en regiones centrales como en regiones periféricas, la actividad
de las neuronas es capaz de inducir corrientes en la membrana y/o señales citosólicas
de calcio en las células gliales que se encuentran localizadas cerca de los contactos entre
las neuronas. Además, las células gliales también envían señales a las neuronas, ya que
son capaces de liberar sustancias neurotransmisoras como, por ejemplo, el glutamato y
el adenosintrifosfato (ATP).

En definitiva, las células gliales tradicionalmente se han relacionado con el soporte es-
tructural del tejido nervioso y con la homeostasis iónica, pero hoy se sabe que desempe-
ñan funciones mucho más complejas.
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2. Acción de la acetilcolina sobre la mejora cognitiva

La acetilcolina es un neurotransmisor que puede encontrarse tanto en el sis-


tema nervioso central como en el sistema nervioso periférico.

En el sistema nervioso periférico podemos encontrar a la acetilcolina en las


sinapsis entre las neuronas preganglionares y postganglionares tanto de la ra-
ma simpática como parasimpática del sistema nervioso autónomo, y además
es liberada por las neuronas postganglionares del parasimpático. También la
encontramos en las sinapsis entre las fibras musculares y las neuronas (unión
neuromuscular). Por ejemplo, en Sudamérica algunas tribus extraen de varias
especies de plantas un compuesto denominado curare con el que untan la
punta de sus flechas. Al alcanzar a un animal con dichas flechas, el curare
empieza a extenderse por su sistema sanguíneo llegando a las neuronas que
inervan los músculos. El curare bloquea los receptores de la acetilcolina de la
unión neuromuscular paralizando al animal y provocándole la muerte debido
a que deja de ser capaz de respirar por sí mismo.

En el sistema nervioso central es sintetizada fundamentalmente por las neuro-


nas cuyo soma se ubica en la protuberancia, en los núcleos basales de Meynert
y en los núcleos septales (prosencéfalo basal). Los axones de dichas neuronas
inervan amplias zonas del encéfalo. Los axones de las neuronas que se encuen-
tran en la protuberancia proyectan a la corteza prefrontal, al prosencéfalo ba-
sal, al tálamo, al hipotálamo, a la amígdala y al hipocampo. Por otro lado, las
neuronas colinérgicas del prosencéfalo basal proyectan fundamentalmente a
la corteza prefrontal, a la amígdala y al hipocampo.

Las neuronas colinérgicas de la protuberancia son críticas para el control del


sueño REM, mientras que las neuronas colinérgicas de los núcleos basales de
Meynert y de los núcleos septales son importantes para los procesos de apren-
dizaje y memoria. En este sentido, por ejemplo, se ha podido comprobar que
las neuronas de los núcleos septales regulan los ritmos del hipocampo (una
estructura de cardinal importancia para la consolidación de la memoria), mo-
dulando su función en dicho proceso cognitivo.

2.1. La acetilcolina como sustancia neurotransmisora

La acetilcolina se forma a partir de dos precursores: la colina y el acetil coen-


zima A. La primera es una sustancia que procede de la degradación de los lípi-
dos (dieta y de los recursos intraneuronales), mientras que el acetil coenzima
A se forma al unir una molécula denominada coenzima A que se produce en
la mitocondria y que participa en múltiples reacciones en nuestro organismo,
y de un anión de acetato que también se denomina ácido acético y que se
encuentra presente en el vinagre. El ión de acetato se transfiere de la molécula
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de acetil coenzima A a la molécula de colina gracias a la presencia de la en-


zima colina-acetiltransferasa, dando lugar a una molécula de acetilcolina y a
otra de coenzima A (figura 6). Después de la síntesis de la acetilcolina, esta se
almacena en el interior de vesículas sinápticas a través de un transportador
vesicular de acetilcolina.

Figura 6. Síntesis de la acetilcolina

La acetilcolina se forma a partir de la colina y del acetil coenzima A. El acetil


coenzima A se genera a partir de la glucosa en la mitocondria de las neuronas,
mientras que la colina procede de la dieta y de los recursos intraneuronales. CAT:
enzima colina-acetiltransferasa.

Existen dos tipos generales de receptores de la acetilcolina: el receptor nicotí-


nico y el receptor muscarínico. El primero es un receptor ionotrópico que se
+
encuentra ligado a un canal de Na (figura 7), mientras que el segundo se trata
de un receptor metabotrópico. El ionotrópico es estimulado por la nicotina
(alcaloide presente en la planta del tabaco, Nicotiniana tabacum), mientras que
el muscarínico lo es por la muscarina (alcaloide fúngico presente en la seta
Amanita muscaria), de ahí sus respectivos nombres. Los efectos postsinápticos
de los receptores nicotínicos son muy rápidos y de tipo excitador, mientras que
los efectos de los receptores muscarínicos son más lentos pero más sostenidos
y prolongados, dado que actúan a través de la producción de segundos men-
sajeros, y pueden ser tanto excitadores como inhibidores. El curare, tal como
comentábamos al inicio, bloquea los receptores nicotínicos de la acetilcolina,
mientras que la atropina (un alcaloide presente en la planta Atropa belladona)
bloquea los muscarínicos.
© FUOC • PID_00224398 17 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

Figura 7. Receptor postsináptico nicotínico de la acetilcolina


Atropina

Las mujeres que querían estar


más bellas se rociaban los ojos
con unas gotas de una solu-
ción obtenida de la Atropa be-
lladona. La atropina presente
en dicha solución bloqueaba
los efectos de la acetilcolina so-
bre la pupila, generando una
marcada dilatación de la mis-
ma, lo cual podía conferir a las
mujeres que la utilizaban una
apariencia más atractiva (bella-
dona significa en italiano ‘mu-
jer guapa’).

Autores de la imagen: Fernando Jáuregui y Diego Redolar.

Todos los receptores tanto nicotínicos como muscarínicos pueden dividirse en


numerosos subtipos.

Receptores de la acetilcolina y la regulación de la memoria

Se han encontrado diferentes tipos de receptores nicotínicos en el sistema nervioso cen-


tral. Algunos de los más relevantes son los subtipos α4, α7, y β2. El subtipo α4β2 es postsi-
náptico y desempeña un papel crítico en la liberación de dopamina en el núcleo accum-
bens y se encuentra asociado al sistema nervioso del refuerzo. El subtipo α7 puede ser
tanto presináptico como postsináptico y una de sus funciones es mediar las funciones
cognitivas que dependen de la corteza prefrontal. En relación con los receptores muscarí-
nicos, el receptor postsináptico M1 parece ser de cardinal importancia para la regulación
de algunas funciones mnémicas que dependen de la acetilcolina. El M2 es un receptor
presináptico que actúa como autorreceptor, regulando la liberación de la acetilcolina.

La acetilcolina se inactiva gracias a la acción de dos enzimas: la acetilcolines-


terasa y la butirilcolinesterasa. En ambos casos, la acetilcolina se convierte
en colina y acetato por la acción enzimática. La acetilcolina se destruye con
gran rapidez en el sistema nervioso central. No obstante, la colina es devuel-
ta mediante un transportador al botón terminal de la neurona presináptica
© FUOC • PID_00224398 18 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

para que pueda volver a utilizarse en la síntesis de más acetilcolina. La ace-


tilcolinesterasa se encuentra ampliamente distribuida en el sistema nervioso,
fundamentalmente en las neuronas que reciben proyecciones colinérgicas. La
butirilcolinesterasa la podemos encontrar fundamentalmente asociada a las
células gliales. Parece ser que la enzima de cardinal importancia para la inac-
tivación de la acetilcolina en las sinapsis colinérgicas es la acetilcolinesterasa;
no obstante, la butirilcolinesterasa puede desempeñar un papel clave cuando
el neurotransmisor se difunde a las células gliales.

2.2. La acetilcolina en el tratamiento de la demencia

Muchos de los tratamientos que disminuyen la sintomatología de algunas de-


mencias se centran en la disponibilidad de acetilcolina. Diferentes estudios
han puesto de manifiesto que existe una relación marcada entre la disfunción
colinérgica y la alteración de la memoria. En este sentido, se ha podido com-
probar que si se administra escopolamina, una sustancia que bloquea los re-
ceptores muscarínicos de la acetilcolina, se producen marcadas alteraciones
de la memoria en participantes sanos que presentan gran similitud a aquellas
mostradas en demencias como la enfermedad de Alzheimer.

Anteriormente hemos señalado que la acetilcolinesterasa y la butirilcolineste-


rasa son las enzimas que degradan a la acetilcolina. Si conseguimos inhibir a
estas colinesterasas, podremos incrementar la transmisión colinérgica. En es-
ta línea, se ha podido comprobar que la administración de inhibidores de las
colinesterasas revierte los déficits mnésicos producidos en sujetos sanos tras
la administración de escopolamina y potencian la memoria en pacientes de
alzhéimer.

Distintos trabajos han mostrado que las neuronas colinérgicas de una región Ved también
del prosencéfalo basal, el núcleo basal de Meynert, son de cardinal importancia
Para saber más sobre la conso-
para la consolidación de la memoria. Parece ser que la alteración que muestran lidación de la memoria podéis
los pacientes de alzhéimer en relación con los mecanismos de consolidación consultar el subapartado 3.2
de este módulo.
de la memoria es debida a la degeneración de estas neuronas colinérgicas.

Si administramos una sustancia que degrade a la acetilcolinesterasa, la acetil-


colina se acumula dado que no puede ser destruida por dicha enzima. El uso
de este tipo de sustancias se ha mostrado muy beneficioso para potenciar los
mecanismos de aprendizaje y memoria, para minimizar el declive funcional
mostrado por pacientes de alzhéimer e incluso para mejorar su memoria. El
problema de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias es que se trata
de una enfermedad progresiva en la que primero degeneran los cuerpos de
las neuronas colinérgicas pero posteriormente también degeneran las neuro-
nas sobre las que actúan las neuronas colinérgicas, perdiéndose también los
receptores postsinápticos de la acetilcolina. Esto explicaría por qué el uso de
inhibidores de la acetilcolinesterasa funciona en un inicio (cuando hay dege-
neración de neuronas colinérgicas pero todavía hay receptores sobre los que
se puede unir el neurotransmisor). En las fases finales de la enfermedad, la
© FUOC • PID_00224398 19 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

degeneración de las neuronas que presentan los receptores postsinápticos de


la acetilcolina hace que el aumento de este neurotransmisor por la inhibición
del enzima que lo degrada no sea efectivo.

Algunos de los fármacos utilizados como inhibidores de las colinesterasas son


los siguientes:

• Donepecilo. Por lo que se refiere al donepecilo, este fármaco es un inhi-


bidor reversible, de acción prolongada y selectivo de la acetilcolinesterasa.
No inhibe a la butirilcolinesterasa. Concretamente, se ha podido compro-
bar que el donepecilo inhibe a la acetilcolinesterasa en diferentes regiones
del sistema nervioso central, provocando un aumento de la disponibilidad
de acetilcolina en los lugares habitualmente inervados por las neuronas
colinérgicas.

• Rivastigmina. La rivastigmina es un inhibidor «pseudoirreversible» de ac-


ción intermedia. Se trata de un fármaco que inicialmente tiene un efecto
irreversible pero que se vuelve reversible en unas horas. A pesar de que
inhibe a las dos colinesterasas (la acetilcolinesterasa y la butirilcolineste-
rasa), parece ser más selectivo para inhibir a la acetilcolinesterasa en la
corteza y en el hipocampo. Este fármaco también incrementa los niveles
de acetilcolina cerebral inhibiendo a la butirilcolinesterasa en las células
gliales. Parece ser que la inhibición de esta enzima en la glía es de cardinal
importancia para los pacientes de alzhéimer. Resulta que la degeneración
neuronal que ocurre en el alzhéimer es seguida de una gliosis. En tanto
que la glía contiene butirilcolinesterasa, al inhibirla con la rivastigmina se
aumenta de forma notable la disponibilidad del neurotransmisor en los
receptores colinérgicos.

• Galantamina. La galantamina presenta un mecanismo de acción dual que


combina la inhibición de la acetilcolinesterasa con la modulación alosté-
rica positiva de los receptores colinérgicos nicotínicos (la galantamina se
une en otro sitio diferente del receptor nicotínico, potenciando la apertura
del canal cuando se encuentra presente la acetilcolina). Parece ser que la
inhibición de la enzima es potenciada por la modulación positiva del re-
ceptor nicotínico: la galantamina inhibe a la enzima aumentando la dis-
ponibilidad de acetilcolina, y potencia la acción de la acetilcolina en el
receptor nicotínico al modularlo positivamente.

Los inhibidores de las colinesterasas (acetilcolinesterasa y butirilcolines-


terasa) aumentan la disponibilidad de acetilcolina cerebral, lo cual pue-
de minimizar el deterioro mnésico de pacientes de alzhéimer e incluso
potenciar su memoria.
© FUOC • PID_00224398 20 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

3. Acción sobre el glutamato en la mejora cognitiva

En el encéfalo buena parte de la comunicación química se lleva a cabo a partir


de dos aminoácidos: el GABA y el glutamato. El GABA tiene efectos inhibido-
res, mientras que el glutamato tiene efectos excitadores. Buena parte de la ac-
tividad de los circuitos locales neuronales supone un equilibrio entre los efec-
tos inhibidores del GABA y los efectos excitadores del glutamato. Parece ser
que prácticamente no existen neuronas encefálicas que no reciban aferencias
inhibitorias de GABA o reciban aferencias excitadoras de los terminales gluta-
matérgicos. Tal como hemos visto en los apartados anteriores, la liberación de
acetilcolina activa la corteza cerebral y facilita los procesos de aprendizaje y
memoria. No obstante, la información que se está consolidando en las memo-
rias se transmite mediante neuronas que secretan GABA y glutamato. Vamos
a profundizar en esta última sustancia.

3.1. El glutamato como sustancia neurotransmisora

El glutamato es el neurotransmisor excitador principal del sistema nervioso


central. A excepción de las neuronas nociceptivas, todos los órganos sensiti-
vos transmiten información al encéfalo mediante axones cuyos botones ter-
minales liberan glutamato. Asimismo, se produce de forma abundante en los
procesos metabólicos celulares.

Después de la liberación del glutamato por parte de la neurona presináptica,


este neurotransmisor es transportado al interior de una célula glial mediante
el transportador de los aminoácidos excitatorios. Una vez en el interior de
la célula glial, el glutamato es convertido en glutamina gracias a la enzima
glutamina sintetasa. La glutamina es liberada desde la célula glial mediante un
transportador específico (transporte inverso) y después es bombeada al interior
de la neurona presináptica a través del mismo tipo transportador. Una vez en
el botón terminal de la neurona presináptica, la glutamina se convierte en
glutamato por la acción de la enzima glutaminasa y se introduce dentro de las
vesículas sinápticas mediante el transportador vesicular del glutamato, donde
queda almacenada hasta que llega un nuevo potencial de acción al terminal.

En relación con los receptores del glutamato, podemos distinguir cuatro tipos
fundamentales: receptores NMDA (NR1, NR2A, NR2B, NR2C, NR2D), recep-
tores AMPA (GluR1, GluR2, GluR3 y GluR4), receptores de kainato (GluR5,
GluR6, GluR7, KA1 y KA2) y receptores metabotrópicos (mGluR1 y mGluR5 –
grupo I–; mGluR2 y mGluR3 –grupo II–; mGluR4, mGluR6, mGluR7 y mGluR8
–grupo III–). Los receptores AMPA y kainato solo necesitan glutamato para
que se abra el canal. Esto conlleva una neurotransmisión excitadora rápida y
una despolarización de la membrana. Los receptores NMDA requieren de la
presencia del glutamato y la glicina uniéndose cada una de estas sustancias
© FUOC • PID_00224398 21 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

2+
transmisoras a una zona diferente del receptor. Asimismo, el canal de Ca se
2+
encuentra bloqueado por el Mg , de manera que para que se abra el canal
tiene que retirarse el Mg2+ mientras el glutamato y la glicina están unidos a sus
zonas de unión respectivas. Esto se consigue con una despolarización previa
de la membrana.

Para poder entender el papel que tiene el glutamato en los mecanismos de


aprendizaje y memoria es necesario analizar la organización de la formación
hipocampal, una porción de corteza (alocórtex) con una forma curvilínea lo-
calizada en el interior del lóbulo temporal medial (figura 8). Las secciones co-
ronales nos permiten distinguir tres zonas claramente diferenciadas: la circun-
volución dentada, el hipocampo (o también conocido como asta de Ammon
–cornu ammonis (CA)–) y el subículo.

Figura 8. Formación hipocampal

Una de las primeras descripciones anatómicas de esta región la llevó a cabo en 1587 el anatomista
veneciano Julius Caesar Aranzi, quien la comparó con un caballito de mar, utilizando el término latino
hippocampus (del griego hippos: ‘caballo’, y campus: ‘monstruo de mar’). a) Preparación de hipocampo
y fórnix humanos realizada por el neurocientífico húngaro Laszlo Seress (1980). b) Ejemplar de caballito
de mar (Hippocampus spp.). c) Hipocampo de rata, en donde se muestran los campos CA3 y CA1 y la
circunvolución dentada del hipocampo (DG).

Terminología

Para simplificar los términos anatómicos utilizados, en general nos referiremos también
a la formación hipocampal como hipocampo. Mientras que cuando nos refiramos al hi-
pocampo propiamente dicho y a sus diferentes zonas utilizaremos la abreviatura CA, que
proviene del asta de Ammon [cornu ammonis]. Las principales zonas que se analizarán
serán CA1 y CA3.
© FUOC • PID_00224398 22 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

En el plano celular, diferentes estudios anatómicos han mostrado que tanto


el hipocampo como la circunvolución dentada tienen tres capas de células:
la más superficial, denominada capa molecular; la capa intermedia (que en el
hipocampo está formada por células piramidales, mientras que en la circun-
volución dentada está compuesta por células granulares), y la capa polimórfi-
ca, que es la más profunda. El subículo, al ser una zona de transición entre el
hipocampo, la corteza entorrinal, la corteza perirrinal y la corteza parahipo-
cámpica, pasa de forma progresiva de tener tres capas a tener seis.

Con respecto a las vías de comunicación de la formación hipocampal, pueden


destacarse varios aspectos. En primer lugar, se ha podido comprobar que la
formación hipocampal recibe gran número de conexiones de la corteza ento-
rrinal a través de los axones que conforman la vía perforante. De esta forma,
la corteza entorrinal envía proyecciones que terminan en la circunvolución
dentada y en los campos CA3 y CA1 del hipocampo (figura 9). Es necesario
tener presente que la corteza entorrinal, por su parte, recibe proyecciones de
la amígdala, de diferentes regiones de la corteza límbica y de prácticamente
todas las regiones de la neocorteza de asociación.

Figura 9. Representación de la formación hipocampal y de la corteza entorrinal


sobre una resonancia magnética

La corteza entorrinal recibe información de todas las regiones de la cor-


teza asociativa, ya sea de forma directa o a través de la corteza perirrinal
y la corteza parahipocámpica.

Resulta que en el campo CA1, en la circunvolución dentada y en otras regiones


del encéfalo, los receptores NMDA desempeñan un papel de cardinal impor-
tancia en los mecanismos de plasticidad cerebral que están subyacentes a la
© FUOC • PID_00224398 23 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

2+
memoria. Estos receptores controlan la apertura de los canales de Ca , pero
solo se pueden abrir (tal como hemos visto anteriormente) si la membrana se
encuentra previamente despolarizada. Cuando aprendemos algo, una forma
de remarcar su importancia es que una sinapsis se active en repetidas ocasio-
nes. La primera vez que se active, el glutamato actuará sobre los receptores
AMPA provocando una despolarización de la neurona postsináptica (véase fi-
gura 10). Si inmediatamente después esa sinapsis vuelve a activarse, dado que
el Mg2+ ya no estará bloqueando los canales de Ca2+ del receptor NMDA (ya
que se ha dado la despolarización previa), entrará Ca2+. Este ión activará a
diversas enzimas que aumentarán el número de receptores AMPA en la mem-
brana de la neurona postsináptica y la liberación de glutamato por parte de la
neurona presináptica, potenciando la sinapsis en cuestión. A largo plazo, se
sintetizarán nuevas proteínas que contribuirán a modificar estructuralmente
la sinapsis.

Figura 10. Receptores postsinápticos AMPA y NMDA del glutamato

Se produce una activación inicial de los receptores para glutamato tipo AMPA. La consiguiente despolarización activa el
receptor NMDA y facilita el ingreso de iones de calcio a la dendrita de la neurona postsináptica. El incremento en los niveles
de calcio activa una cascada de señales intracelulares que conducen a importantes cambios postsinápticos. Son especialmente
importantes en esta fase un grupo de proteínas denominadas proteínocinasas. Particularmente, la proteína conocida como
proteínocinasa dependiente de calcio y calmodulina (Ca-CamK-II). La expresión de la plasticidad sináptica es un evento
posterior que involucra cambios en la maquinaria de procesamiento de señales a nivel postsináptico. Una vez activada, la
proteínocinasa Ca-CamK-II promueve cambios cualitativos y cuantitativos en los receptores tipo AMPA. Además de incrementar
la capacidad conductiva de esas proteínas, genera cambios en el tráfico de esos receptores, lo que se traduce en una mejora en
© FUOC • PID_00224398 24 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

la eficiencia sináptica. Algunos autores sugieren que incluso la espina dendrítica como tal sufre un proceso de expansión que
soporta el incremento cuantitativo de proteínas membranales. Autor de la imagen: Fernando Jáuregui.

Ved también
La activación del receptor NMDA del glutamato resulta de cardinal im-
portancia para los mecanismos de plasticidad sináptica en el hipocam- En el subapartado 3.2 de es-
te módulo se profundizará en
po. el papel del hipocampo en la
consolidación de la memoria.

3.2. Hipocampo y consolidación de la memoria

El ser humano resulta excepcionalmente flexible en su interacción con el me-


dio que lo rodea. El aprendizaje y la memoria le proporcionan un fundamento
claro para dicha flexibilidad. En términos evolutivos, es altamente probable
que un medio cambiante fuera el responsable de promover y posibilitar estas
capacidades. En este sentido, el aprendizaje y la memoria podrían haber sur-
gido como una adaptación del cerebro para mitigar los efectos que cambios
del medio pudieran tener sobre los organismos, es decir, como una función
biológica que permitiera la modificación de la conducta en aras de posibilitar
una mejor adaptación a las demandas de un entorno cambiante. En el caso
del ser humano, la memoria, además, nos confiere un sentido de continuidad
a nuestras vidas.

Consolidación de la memoria

La memoria a corto plazo queda sujeta a la actividad sostenida o a la presencia de dife-


rentes cambios sinápticos en las neuronas que procesan la información que alberga dicha
memoria. Si la experiencia de aprendizaje es lo suficientemente intensa, dichos cambios
se estabilizan y la memoria pasa a ser estable, duradera y menos vulnerable a las interfe-
rencias: es lo que denominamos memoria a largo plazo. El proceso por el que las memo-
rias a corto plazo se convierten en memorias a largo plazo (denominado consolidación)
parece ser gradual y presenta grados crecientes de estabilidad a medida que pasa el tiempo
y con la repetida evocación de la información almacenada.

En cualquier caso, las memorias no son inmutables y suelen cambiar con el tiempo, ya
que pueden ser modificadas y moduladas por una gran diversidad de factores. La demos-
tración de la vulnerabilidad de la memoria, cuando esta se encuentra en un estado activo,
refuerza la idea de que las memorias, reorganizadas en función de las nuevas vivencias,
experimentan un proceso de estabilización. De este modo, en la formación de una me-
moria podemos distinguir tres estadios claramente diferenciados: el aprendizaje que per-
mite la adquisición de la información por medio de los sentidos constituye el primer es-
tadio, el cual es seguido por el proceso de consolidación, que supone su estabilización de
manera gradual, permitiendo que los procesos endógenos activados por una experiencia
modulen la persistencia de la traza de memoria.

La recuperación (tercer estadio) reactiva las memorias almacenadas para que puedan ser
usadas como guía de la propia conducta. El término consolidación de la memoria, por tan-
to, se refiere al período de transición desde un estado fisiológico inicial lábil hasta el
establecimiento de una memoria duradera. Durante este estadio se produce la actividad
neural necesaria para fijar las asociaciones establecidas durante el aprendizaje. Hasta que
esas asociaciones no son fijadas o consolidadas, la memoria es susceptible de disrupción.

Asimismo, cuando se reactiva una memoria ya establecida a largo plazo (por ejemplo,
mediante un estímulo que proporciona un recordatorio de la experiencia original), la
memoria también puede verse modificada. Es lo que conocemos como el proceso de re-
consolidación. Dicho proceso permite la alteración de las memorias almacenadas a largo
plazo y asociarlas a nuevas memorias o modificarlas en función de nueva información.

¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando aprendemos? Cuando las personas


adquirimos información del mundo, esta se debe almacenar implicando una
gran variedad de alteraciones y modificaciones sinápticas en diferentes regio-
© FUOC • PID_00224398 25 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

nes de nuestra corteza. La actividad, producida por el aprendizaje, que ocurre


entre las neuronas permite el fortalecimiento de las conexiones entre ellas a
través de mecanismos excitatorios e inhibitorios, en donde el receptor NMDA
del glutamato parece ejercer un papel de cardinal importancia. Teniendo pre-
sentes estos aspectos, toda la corteza cerebral parece tener la capacidad poten-
cial de sustentar el aprendizaje mediante modificaciones en los mecanismos
de plasticidad sináptica y, posiblemente, mediante el nacimiento de nuevas
neuronas (este último se trata de un proceso conocido como neurogénesis y
parece ser específico de dos regiones cerebrales). La circunvolución dentada
del hipocampo es una de las regiones del encéfalo adulto en la que las células
madre se pueden dividir y dar lugar a nuevas neuronas. Dichas neuronas for-
man nuevas conexiones sinápticas con las células de CA3, participando posi-
blemente en los procesos de aprendizaje y memoria (véase figura 11). El hipo-
campo es una región del cerebro que muestra una capacidad impresionante de
reorganización estructural, fundamentalmente gracias al papel que ejerce el
glutamato sobre los mecanismos de plasticidad sináptica. Los circuitos neura-
les preexistentes en esta estructura pueden experimentar modificaciones acu-
sadas en la complejidad de los procesos dendríticos y en el número de cone-
xiones sinápticas. Asimismo, a través del proceso de neurogénesis se forman
conexiones neuronales completamente nuevas. Hace unos años se pensaba
que estos cambios estructurales tan marcados únicamente eran constitutivos
del desarrollo cerebral. No obstante, hoy en día sabemos que el hipocampo
permanece estructuralmente en una situación de profusa plasticidad a lo largo
de la vida de una persona.
© FUOC • PID_00224398 26 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

Figura 11. Formación de nuevas neuronas en la circunvolución


dentada del hipocampo

Se pueden producir neuronas nuevas en el cerebro adulto en dos localizaciones: el


bulbo olfatorio y el hipocampo. Los hemocitoblastos (células madre) que se ubican
en la zona subgranular del hipocampo se dividen, dando lugar a células granulares
nuevas que migran a la circunvolución dentada y proyectan sus axones a lo largo del
tracto de fibras musgosas. Se ha estimado en ratas que se producen entre 5.000 y
10.000 neuronas granulares nuevas al día. Estas nuevas neuronas forman contactos
sinápticos con otras neuronas de la circunvolución dentada y de CA3. Parece ser
que la maduración de las ramificaciones dendríticas de las nuevas neuronas y su
integración en circuitos neuronales en el hipocampo se potencia con el aprendizaje,
de manera que los mecanismos de plasticidad sináptica, que hemos descrito en el
capítulo 10, intervienen en la incorporación de las neuronas recién formadas en
circuitos que sustentan el aprendizaje y la memoria. En las imágenes se muestra un
estudio de inmunofluorescencia con doble etiquetado. En rojo es posible observar
un marcador de la replicación de ADN (BrdU) que resalta la formación de nuevas
neuronas en la subgranular (zsg) de la circunvolución dentada del hipocampo (cd).
A) Células BrdU+/nestin+, B) Células BrdU+/GFAP+, C) Ampliación de la zona de
la punta de la flecha. Autores de la imagen: Maryam Faiz, Laia Acarin, Bernardo
Castellano y Berta González.

Pérdida de memoria por envejecimiento

A veces los estudiantes preguntan: ¿Por qué cuando se envejece las personas nos podemos
olvidar de cosas que acaban de suceder, mientras que somos capaces de recordar cosas
que sucedieron hace mucho tiempo?

Imaginemos a un anciano que no se acuerda de si se ha tomado la pastilla para el coles-


terol pero, sin embargo, es capaz de contarnos con todo lujo de detalles sus aventuras
en la época de la Guerra Civil. ¿Cómo se puede explicar? Cuando envejecemos, vamos
perdiendo la capacidad para retener información nueva; sin embargo, es posible que nos
podamos acordar con todo lujo de detalles de episodios pasados.

Tal como veremos a continuación, se cree que las memorias las «guardamos» en la neo-
corteza y en algunas estructuras subcorticales, mientras que para poder formarlas, con-
solidarlas y transferirlas a dicho almacén necesitamos de la formación hipocampal. A
medida que envejecemos, el hipocampo experimenta una degeneración importante. Los
datos que tenemos hasta el momento parecen sugerir que buena parte de la pérdida de
memoria asociada al envejecimiento normal se debe a la degeneración neural en dicha
estructura. Por este motivo, se va perdiendo la capacidad de consolidar y almacenar las
© FUOC • PID_00224398 27 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

nuevas memorias, manteniendo la capacidad de acceder a los recuerdos que tenemos


afianzados desde hace tiempo.

Diferentes estructuras subcorticales como la amígdala o el estriado dorsal, la


corteza sensorial y la corteza motora de asociación envían información al hi-
pocampo de lo que está sucediendo en el entorno. Este procesa dicha infor-
mación y, mediante sus conexiones eferentes con estas regiones, modifica las
memorias que allí se están formando, relacionándolas de manera que posibi-
lite el recuerdo de la relación entre los componentes de las memorias. Pare-
ce ser que se trata de un proceso gradual en el que la formación hipocampal
transforma la información aprendida en información almacenada de forma
permanente. Antes de que dicho proceso finalice es necesario el hipocampo
para poder recuperar la información que todavía no está almacenada de forma
permanente. Una vez esto ha sucedido, la recuperación de los recuerdos po-
dría tener lugar sin la formación hipocampal (parte superior de la figura 12).
Una segunda posibilidad sería que de forma progresiva el papel asociativo del
hipocampo lo asuma la corteza prefrontal (parte inferior de la figura 12). En
este sentido, diferentes estudios llevados a cabo con técnicas de neuroimagen
funcional han puesto de manifiesto que durante la recuperación de recuerdos
cercanos en el tiempo se activa de forma marcada el hipocampo, mientras que
cuando los recuerdos son más antiguos lo hace la corteza prefrontal. Estos da-
tos sugieren que la capacidad para recuperar los recuerdos se podría transfe-
rir en el tiempo de la formación hipocampal a la corteza prefrontal. Indepen-
dientemente de estas dos posibilidades, lo que parece cada vez más claro es
que la corteza prefrontal (sobre todo la parte medial) podría contribuir en la
memoria a través del control cognitivo.

Figura 12. Papel de la formación hipocampal en la formación de la memoria


© FUOC • PID_00224398 28 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

Imaginemos, por ejemplo, que queremos asociar una fotografía de una puesta de sol con una melodía. Dichos estímulos son
percibidos por las regiones de asociación de la neocorteza visual y auditiva, respectivamente (figura superior). Por separado,
la memoria perceptiva de cada uno de los estímulos depende de la actividad mantenida de las neuronas de la corteza de
asociación relacionada con cada modalidad sensorial. No obstante, estos dos estímulos pueden quedar asociados a través del
hipocampo. Este haría las funciones de un índice de contenidos, de manera que si se presenta la imagen de la puesta de sol,
el hipocampo activará a las neuronas de la corteza auditiva en donde está representada la información sobre la melodía. A
medida que se repiten estos dos estímulos y las regiones sensoriales se activan de forma simultánea, se establece una relación
directa entre las dos regiones y el hipocampo deja de necesitarse para evocar el recuerdo. Una alternativa sería que la capacidad
asociativa se vaya transfiriendo del hipocampo a la corteza prefrontal, que, tal como veremos en apartados posteriores, se
trata de una región de la neocorteza que presenta conexiones recíprocas con las demás regiones corticales y con diferentes
estructuras subcorticales (figura inferior).

La corteza prefrontal interactúa con el hipocampo durante la recupera-


ción de la memoria y dichas interacciones posibilitan la asimilación de
nuevas memorias en redes preexistentes de conocimiento (esquemas).

Desde un punto de vista perceptivo, en la corteza de asociación parietal (cor-


teza parietal posterior) se representa dónde se sitúa un determinado estímulo
o dónde sucede un evento, mientras que en la corteza de asociación temporal
(corteza inferotemporal) se representa de qué estímulo o evento se trata, confi-
gurándose dos vías de análisis perceptivo: la vía del dónde y la vía del qué (figura
13). De estas dos vías de análisis perceptivo se envía la información de forma
separada a la región parahipocampal del lóbulo temporal medial, conformada
por la corteza entorrinal, la corteza perirrinal y la corteza parahipocámpica.
La corteza perirrinal y entorrinal lateral reciben información de la vía del qué,
mientras que la corteza entorrinal medial y la corteza parahipocámpica reci-
ben información de la vía del dónde. De ahí, la información converge en la
formación hipocampal (figura 13), integrándose la información del estímulo
o del evento con la información del contexto en el que han sucedido.
© FUOC • PID_00224398 29 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

Figura 13. Sistema cerebral de memoria explícita o relacional

La región parahipocampal queda conformada por tres zonas corticales adyacentes: la corteza entorrinal, la corteza perirrinal
y la corteza parahipocámpica, y constituye el principal sitio de convergencia de la entrada de información a la formación
hipocampal proveniente de la neocorteza. Asimismo, gran parte de las eferencias hipocampales se envían de vuelta a la
neocorteza de asociación a través de la corteza entorrinal, perirrinal y parahipocámpica. Asimismo, es el propio hipocampo
el que envía información directamente a la corteza prefrontal medial, la cual puede influir sobre la retención de las
representaciones de un objeto específico a través de las conexiones que mantiene con la corteza perirrinal y la corteza entorrinal
lateral. La información procedente de la neocorteza que llega a la región parahipocampal y de ahí a la formación hipocampal
muestra una organización topográfica que sigue dos corrientes o vías paralelas: la vía del qué y la vía del dónde. En la vía del
qué, la información sobre objetos que se encuentra representada en las áreas sensoriales polimodales y unimodales llega a
la parte lateral de la corteza entorrinal y a la corteza perirrinal. En la vía del dónde, la información sobre el contexto espacial
representado en la corteza retrosplenial y parietal llega a la parte medial de la corteza entorrinal y a la corteza parahipocámpica.
Las dos corrientes convergen en el hipocampo (adaptado de Eichembaum, 2012).

Antes de que la información se procese en el lóbulo temporal medial, las


áreas neocorticales generan representaciones perceptuales específicas
que pueden mantenerse brevemente para permitir su emparejamiento
con representaciones previas almacenadas. Dichas codificaciones per-
ceptuales llegan a la región parahipocampal en donde son procesadas
de forma diferencial: en la corteza perirrinal y en la corteza entorrinal
lateral se codifica la información específica referente a objetos, perso-
nas o acontecimientos, mientras que en la corteza parahipocampal y
en la corteza entorrinal medial se crea una representación del contexto
espacial y temporal de los acontecimientos. Finalmente, el hipocampo
entra en juego para formar memorias cohesivas de acontecimientos y
estímulos individuales dentro del contexto temporal y espacial en el
que han tenido lugar. La información del hipocampo alcanza de vuelta
a la neocorteza a través de la corteza perirrinal, la corteza entorrinal la-
teral, la corteza parahipocampal y la corteza entorrinal medial. Dichas
conexiones permiten al hipocampo participar en la recuperación de la
información acerca de qué ha ocurrido de acuerdo con una clave acer-
ca de dónde (contexto espacial y temporal) el acontecimiento ha tenido
lugar y viceversa. Una región del hipocampo (la región ventral en ratas,
que corresponde a la región anterior en seres humanos) envía informa-
ción a la corteza prefrontal medial. De ahí, la corteza prefrontal puede
modular la recuperación de la información en la vía del qué a través de
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las proyecciones que envía a la corteza perirrinal y a la corteza entorri-


nal lateral.

Aferencias y eferencias

Si has comprendido que las aferencias y eferencias más importantes de la formación hi-
pocampal están en la corteza entorrinal y si has entendido que la corteza perirrinal y la
corteza parahipocámpica sirven de relevo de la información entre la corteza entorrinal
y otras regiones cerebrales, deberías ser capaz de describir, primero, cómo la formación
hipocampal recibe información de otras regiones cerebrales y, segundo, cómo, mediante
sus conexiones eferentes, podría modificar las memorias que se encuentran consolidán-
dose en la neocorteza de asociación y en algunas regiones subcorticales, y participar en la
recuperación de la información acerca de qué ha ocurrido de acuerdo con una clave acerca
de dónde (contexto espacial y temporal) el acontecimiento ha tenido lugar y viceversa.

En definitiva, la formación hipocampal, mediante sus conexiones directas o


indirectas con la corteza entorrinal, la corteza perirrinal y la corteza parahi-
pocampal, resulta de cardinal importancia para la formación de la memoria
explícita o declarativa a largo plazo. Es en la corteza cerebral y en algunas es-
tructuras subcorticales (como, por ejemplo, la amígdala) en donde se almace-
nan las trazas de memoria (en función del tipo de información procesada). La
formación hipocampal modificaría estas memorias que se están formando en
dichas regiones, fortaleciéndolas y asociándolas de modo que sea posible re-
cordar las relaciones entre sus componentes. La lesión del hipocampo impide
el acceso a la traza de memoria cortical, produciendo una pérdida de memoria.

3.3. El glutamato en el tratamiento de la demencia

Para entender el papel del glutamato en demencias como la enfermedad de


Alzheimer es necesario tener presente un aspecto fundamental del funciona-
2+
miento del receptor NMDA. Tal como hemos visto, la entrada de Ca en la
neurona postsináptica es la responsable de los mecanismos de plasticidad si-
náptica que sustentan los mecanismos de aprendizaje y memoria. No obstan-
te, un exceso de este ión puede ser pernicioso para la neurona. Por ejemplo,
cuando se bloquea un vaso sanguíneo en la isquemia, las neuronas afectadas
liberan grandes concentraciones de glutamato. El exceso de glutamato se une
a los receptores NMDA desencadenando un flujo excesivo de Ca2+ en la neu-
rona postsináptica que provoca la muerte de la neurona y puede desencadenar
una cascada tóxica (dado que antes de degenerar libera cantidades ingentes
de glutamato que activarán las neuronas con las que establezca sinapsis). En
este sentido, se ha podido comprobar que determinadas zonas del hipocampo
son especialmente sensibles a los efectos de la isquemia debido a las grandes
concentraciones de receptores NMDA que poseen. Por otro lado, se ha demos-
trado que la administración de sustancias que bloquean el receptor NMDA o la
administración de sustancias que bloquean los canales de Ca2+ en la neurona
postsináptica después de una isquemia pueden reducir de forma considerable
la aparición de lesiones cerebrales.
© FUOC • PID_00224398 31 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

En el caso del alzhéimer, el glutamato se libera en grandes concentraciones


debido a la presencia de los ovillos neurofibrilares y a las placas de amiloide.
Esto parece interferir con la adecuada sincronización de la neurotransmisión
glutamatérgica repercutiendo en los procesos de aprendizaje y memoria pero
no necesariamente provocando degeneración neuronal (como veíamos en la
isquemia). Con la progresión de la enfermedad parece ser que el amiloide ge-
nera una liberación masiva de glutamato que alcanza un nivel tan alto que
activa tónicamente el receptor postsináptico provocando, finalmente, la de-
generación de las neuronas.

Una posible solución podría estar en conseguir bloquear el receptor NMDA


de los pacientes de alzhéimer. Una sustancia que sea capaz de reducir la trans-
misión glutamatérgica anormalmente aumentada en los pacientes de alzhéi-
mer podría redundar positivamente en la función cognitiva al interferir sobre
los mecanismos fisiopatológicos de la enfermedad. No obstante, nos encon-
tramos con un problema, y es que el bloqueo crónico de los receptores NMDA
interfiere con los mecanismos de plasticidad sináptica que hemos analizado
en los apartados anteriores. El objetivo, por lo tanto, sería disminuir el exce-
sivo y sostenido nivel excitotóxico de activación de los receptores NMDA sin
interferir sobre los procesos de plasticidad que subyacen a la consolidación de
la memoria.

La solución podría radicar en la reducción de la transmisión glutamatérgica


utilizando un antagonista NMDA de baja afinidad que bloquee el canal Ca2+
en la neurona postsináptica en el mismo lugar que lo bloquea el ión de Mg2+ en
estado de reposo (cuando la neurona no está previamente despolarizada). La
memantina es un antagonista del receptor NMDA, en confirmación de canal
abierto, no competitivo con afinidad baja a moderada, dependiente de voltaje
y con cinética rápida de bloqueo y desbloqueo. Lo que hace este fármaco es
bloquear solo el canal del receptor NMDA cuando se encuentra abierto. No
obstante, su efecto se revierte con facilidad cuando se presenta un flujo inten-
so de glutamato. De esta forma, al tener baja afinidad, cuando la descarga de
glutamato es fásica y se produce despolarización, esto es suficiente para des-
plazar la memantina del canal iónico y permitir una neurotransmisión nor-
mal, permitiendo la puesta en marcha de los procesos de plasticidad cerebral
y, por lo tanto, un correcto funcionamiento de los procesos de aprendizaje y
memoria (figura 14).
© FUOC • PID_00224398 32 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

Figura 14. Mecanismo de acción de la memantina

2+
Los efectos de la amiloide parecen generar una liberación tónica de glutamato que genera una entrada masiva de Ca en
las neuronas postsinápticas. Esto redunda negativamente en la aparición de problemas mnésicos y, a más largo plazo, en la
presencia de radicales libres que pueden provocar la destrucción neuronal. La memantina bloquea el canal del receptor NMDA,
lo cual redunda positivamente en la memoria e impide la toxicidad y la neurodegeneración. Al presentar baja afinidad, cuando
se da una descarga fásica de glutamato y se produce una despolarización, esto resulta suficiente para desplazar el fármaco
del canal iónico y permitir una transmisión normal y, por lo tanto, los mecanismos de plasticidad sináptica subyacentes a los
procesos de aprendizaje y memoria (adaptado de Sthal, 2014).

Teniendo presente la importancia de la transmisión colinérgica y glu-


tamatérgica en los procesos de aprendizaje y memoria, podemos decir
que los principales tratamientos de enfermedades como el alzhéimer se
basan en fármacos inhibidores de las colinesterasas y en la memantina,
un antagonista NMDA.
© FUOC • PID_00224398 33 Efectos neurofarmacológicos sobre la función cognitiva

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