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Cassulo, Guido

1) Una de las fuentes usadas para estudiar tanto Grecia como Roma, son las llamadas
fuentes literarias. Estas obras nos permiten tener una idea acerca de cómo era imaginado
el pasado de estas sociedades.
El mundo en el que vivían los griegos de la época clásica se había constituido a partir de
las obras literarias, esto deja ver las limitaciones de la memoria clásica y de la tradición
oral. Los mitos griegos, “tratan un mundo en el que los extraordinarios personajes
mitológicos se las han de ver con situaciones comparables a las que ocupaban a la gente
corriente de las ciudades griegas”1. Las obras como la “Ilíada” y la “Odisea” tenían un
sentido histórico que narraban las hazañas de un tiempo pasado2. Estas son historias
fundacionales que muestran que los griegos del Siglo V a.C. son herederos de un mundo
de pequeñas comunidades y sus relatos locales, fuertemente arraigados en la cultura
indoeuropea3.
Para el caso de Roma, se suele llamar “tradición literaria” a la serie de textos antiguos
que intentan representar lo que los romanos de las épocas tardas republicanas e imperial
sabían, o creían saber, acerca de su pasado. A su vez, dentro de este grupo, se puede
hacer una división entre los historiadores (quienes escribieron narraciones en orden
cronológico) y los anticuaristas (quienes se dedicaron a recoger información del pasado
en todas sus formas). Los historiadores romanos no llevaron a cabo una investigación
directa; a diferencia de los anticuaristas, no pretendían descubrir hechos nuevos
relaciones con el pasado, sino más bien presentar los hechos recibidos de la tradición de
un modo nuevo. “Los anticuaristas no se limitaban a utilizar materiales relacionados con
los acontecimientos políticos o militares. Textos religiosos, inscripciones de edificios,
dedicaciones, documentos privados o textos jurídicos, el anticuaristas lo consideraba
todo útil para su molino”4.
Los primeros historiadores cuyos textos se han conservado datan del siglo I a.C. Los
dos más accesibles son Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso, quienes fueron
contemporáneos. Se cree que estos historiadores utilizaron de fuentes a otros más
antiguos. Estos autores eran menos escrupulosos que sus predecesores del siglo II a.C.
y es probable que cualquier afirmación van a ser sospechosas, a menos que se pueda
1
Osborne, Robin. La Grecia Clásica, traducción Gonzalo G. Djembé, Barcelona, Crítica, 2002, colección:
Historia de Europa Oxford,Oxford, University Press, cap. 1. „‟La creación de la Grecia clásica‟ Pp. 14
2
Balmaceda, Catalina. „‟La Antigüedad Clásica: Grecia y Roma‟‟, en Aurel, J. Balmaceda, C. Burke, P.
y Soza, F. Comprender el pasado. Una historia de la escritura y el pensamiento histórico, Madrid, Akal,
2013, Pp. 29
3
Osborne, Robin. La Grecia Clásica, traducción Gonzalo G. Djembé, Barcelona, Crítica, 2002, colección:
Historia de Europa Oxford,Oxford, University Press, cap. 1. „‟La creación de la Grecia clásica‟ Pp. 14
4
Cornell, T. J. Los orígenes de Roma. C. 1000 – 264 a. C., Barcelona, Crítica, 1999, Pp. 43

1
Cassulo, Guido

demostrar que provienen de alguno delos historiadores arcaicos. Es probable que los
historiadores primitivos realizaran una crónica escueta de los acontecimientos de cada
año, y que sus sucesores del siglo I rellenaran ese esqueleto con elaboraciones
retóricas5.
Para el mundo griego, Heródoto es la fuente que nos permite conocer con más exactitud
qué pensaban los griegos sobre su propio pasado. Su fuente principal era el relato oral.
Pero hay que tener en cuenta que sus informantes no necesariamente relataban historias
del pasado con la intención de arrojar luz sobre un hecho, sino por razones locales,
como por ejemplo para justificar algún régimen político6.
Roma poseía una fuerte tradición oral, y podemos asumir que gran parte de las cosas
que podemos leer de las fuentes provienen de estos testimonios pasados de una
generación a otra. Las grandes familias guardaban un registro de sus grandes acciones, y
una de las formas en la que las historias familiares podían hacerse públicas y
transmitirse era la costumbre de pronunciar elogios fúnebres. Aunque Según Cicerón y
Tito Livio dicen que los elogios fúnebres distorsionaban la historia por medio de
afirmaciones falsas7.
Para ambos casos, la arqueología ocupa un rol fundamental para sus estudios. Son los
únicos datos primarios que poseemos de aquellas épocas. Monumentos, templos y
demás, son testimonios que nos proporcionan datos distintos a los de las fuentes
escritas. Sin embargo, los “hechos” arqueológicos, son una mezcla compleja de datos
primarios e interpretaciones secundarias y se deben tratar con cuidado a la hora de sacar
conclusiones relacionadas con las fuentes literarias8.

5
Cornell, T. J. Los orígenes de Roma. C. 1000 – 264 a. C., Barcelona, Crítica, 1999, Pp. 23
6
Osborne, Robin. La Grecia Clásica, traducción Gonzalo G. Djembé, Barcelona, Crítica, 2002, colección:
Historia de Europa Oxford,Oxford, University Press, cap. 1. „‟La creación de la Grecia clásica‟ Pp. 21
7
Cornell, T. J. Los orígenes de Roma. C. 1000 – 264 a. C., Barcelona, Crítica, 1999, Pp. 27
8
Ibid Pp. 49

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