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El mito del cerebro izquierdo y el

cerebro derecho

Todos sabemos que tenemos dos hemisferios cerebrales, dos


grandes masas encefálicas densamente plegadas en su superficie —la corteza
cerebral— que es donde están situadas las funciones intelectuales. En la década de
1960, el tratamiento de personas con epilepsia refractaria a los medicamentos, usó
una nueva estrategia: la callosotomía, cortar el cuerpo calloso, la cinta de sustancia
blanca formada por entre 200 y 250 millones de axones y que conecta ambos
hemisferios. La idea era cortar la conexión para evitar que el ataque epiléptico saltara
de un hemisferio al otro y afectara a los dos. El sorprendente resultado fue que ambos
hemisferios seguían funcionando con bastante normalidad, el paciente no mostraba
dos personalidades o ninguna señal dramática de su cerebro dividido y se llegó a
decir, con sorna, que el cuerpo calloso para lo único que servía era para transmitir los

ataques epilépticos de un hemisferio al otro.

Aunque no todo el mundo lo expresa de la misma manera, según este mito, en los
estudiantes que son más intuitivos dominaría el hemisferio derecho mientras que los
que aprenden de una forma secuencial, lineal, serían «cerebralmente zurdos», es
decir, que predominaría el hemisferio izquierdo. Se dice también que en las personas
en las que domina el hemisferio izquierdo prevalece la lógica, el pensamiento racional
y ordenado, mientras que en los más creativos y con facilidad para el arte, dominaría
el hemisferio derecho. Según esta forma de pensar, el hemisferio izquierdo se fijaría
en los detalles, en el conocimiento, en la percepción de patrones, en las estrategias en
las cosas prácticas, sería el lugar de las matemáticas y la ciencia, y actuaría sobre
seguro. El derecho, por el contrario, se fijaría en las grandes panorámicas, en el
presente y el futuro, en las creencias y la fantasía, sería impetuoso y tomaría riesgos y
sería el lugar de la filosofía y la religión.

La idea de que hay personas de cerebro izquierdo y otras de cerebro derecho es un


mito ampliamente extendido, incluso entre personas con buena formación. Un estudio
realizado en Gran Bretaña y Holanda, con una muestra de 242 profesores de
enseñanza primaria y secundaria encontró que el 91% de los británicos y el 86% de
los holandeses consideraban que había diferencias en la dominancia hemisférica
(cerebro izquierdo frente a cerebro derecho) que podían explicar las diferencias
individuales en el aprendizaje de cada estudiante.

Algunos programas educativos animan a


los maestros a determinar qué hemisferio domina en cada niño antes de ponerse a
enseñarle nada. Una vez más una pérdida de tiempo y recursos, en una ficción sin
fundamento científico. El mito tiene derivadas como que los dos hemisferios no se
comunican bien, que sin una ayuda complementaria a un módico precio no se va a
desarrollar bien el hemisferio subyugado y que estaríamos perdiendo la mitad de
nuestro potencial cerebral. ¡Paparruchas! Los mitos siempre surgen porque parecen
explicar algo que percibimos, que cada estudiante aprende de una manera distinta,
que hay personalidades distintas y gustos por cosas diferentes, que hay personas más
sistemáticas y otras más imaginativas, pero el mito del cerebro izquierdo y el cerebro
derecho no es una buena base para explicar esas diferencias individuales.

El mito del cerebro izquierdo y el cerebro derecho se asocia también con otros mitos
como el de las diferencias sexuales entre los encéfalos de hombres y de mujeres. La
página web del Christian Working Woman, un movimiento cristiano que anima a las
mujeres a convertirse en embajadoras de Jesucristo en su puesto de trabajo, afirmaba
que los «hombres son típicamente muy de cerebro izquierdo» añadiendo con esa
imprudencia que da la estulticia «Las mujeres tienden a ser más de cerebro derecho,
pero tienen un puente entre el cerebro izquierdo y el derecho que los hombres no
tienen». Nuestros cerebros son enormemente parecidos digan lo que digan los
machistas y las Christian working women. Como señala Christian Jarret en su
libro Great Myths of the Brain, el estilo de pensamiento de un hemisferio se atribuye a
veces no solo a tipos particulares de personas sino incluso a lenguajes o a religiones.

En la primavera de 2012, el principal


rabino británico, Lord Jonathan Sacks, dijo en una entrevista en Radio 4 de la BBC «Lo
que ha hecho que exista Europa y que sea tan creativa es que la Cristiandad era una
religión de cerebro derecho… traducida a un lenguaje de cerebro izquierdo, pues
todos los primitivos textos cristianos están en griego».

La base científica del mito es bien conocida. La localización de funciones específicas es


algo que se conoce desde los 1860 gracias al trabajo de Paul Broca. Broca presentó el
caso de un paciente, Louis Leborgne, que tras una lesión en el hemisferio izquierdo
había perdido la capacidad de hablar. Otro investigador, Wernicke también encontró
que la comprensión del lenguaje estaba en el hemisferio izquierdo y entonces los
investigadores empezaron a preguntarse qué es lo que hacía el derecho. El neurólogo
John Hughlings Jackson propuso que el lado derecho era el de la percepción mientras
que el neurólogo francés Jules Bernard Luis dijo que las emociones estaban
localizadas en el hemisferio derecho, mucho más primitivo, mientras que el intelecto
estaba en el hemisferio izquierdo, que era el civilizado. Roger Sperry, que estudió
animales y personas con el cerebro dividido (callosotomizados) y ganó el premio
Nobel declaró al New York Times«Soy de dos mentes. De hecho, igual que usted. Y
hasta hace poco, la América de las empresas no hacía mucho para aprovechar una de
ellas. Pero ahora que estamos metidos hasta las cachas en lo que se llama la Economía
Creativa y la Era conceptual nadie puede permitirse ignorar al artista interior: el
hemisferio derecho del cerebro». Pronto surgieron los magufos y timadores
habituales vendiendo tratamientos como colocar discos de metales e imanes en la
superficie del cuerpo, «metaloterapia», que en teoría —pero nunca en la realidad—
corregían disfunciones mentales o de comportamiento equilibrando ambos
hemisferios.
Hay funciones cerebrales que están claramente
lateralizadas como el lenguaje o el procesamiento visuoespacial. En la mayoría de los
individuos diestros, prestar atención a estímulos relacionados con el lenguaje genera
actividad cerebral principalmente en el hemisferio izquierdo mientras que prestar
atención a estímulos implicados en el procesamiento visuoespacial genera actividad
lateralizada al hemisferio derecho. También se ve algo parecido con las matemáticas.
Algunas tareas aritméticas como contar o recitar las tablas de multiplicar reclutan
más neuronas en el hemisferio izquierdo que en el derecho mientras que otros
aspectos, como estimar cuantos objetos similares hay en un dibujo reclutan más en el
derecho que en el izquierdo. Pero en realidad, los estudiantes, todas las personas,
usamos ambos hemisferios. Nadie puede decir si en un estudiante domina el cerebro
izquierdo o el derecho porque no es así, la información fluye entre ambos hemisferios
a través del cuerpo calloso en frecuentes viajes de ida y vuelta, y el cerebro recluta
más o menos zonas, incluso en el hemisferio opuesto, según la necesidad de
procesamiento. Un ejemplo llamativo son los ajedrecistas. A la hora de identificar
piezas y sus tipos de movimiento un jugador principiante usa unas regiones
cerebrales ventrales en el hemisferio izquierdo pero un gran maestro recluta zonas
similares también en el hemisferio derecho, estableciendo un procesado en paralelo
para la enorme habilidad que demuestra en el juego.

Las técnicas de neuroimagen participan en esta confusión. En general, para el no


especialista lo único que se ve tras un estudio con PET o resonancia magnética
funcional son zonas con colores brillantes muy localizadas en uno u otro hemisferio.
Puede llevar a la imagen errónea de que son zonas funcionales aisladas, islas de
actividad nerviosa. En realidad, ante casi cualquier tarea, grandes partes del cerebro
muestran actividad. Para determinar cuáles son las zonas más específicas o con un
cambio en su nivel basal de actividad más aparente lo que se hace es restar de la
imagen del cerebro realizando esa tarea, la imagen del cerebro en reposo y a
continuación se establecen, de forma arbitraria, niveles umbral. Es decir, si una zona
no ha duplicado o triplicado su actividad podemos decidir no representarla aunque sí

estaba activa. Por eso las ilustraciones de


neuroimagen pueden dar una imagen irrealmente parcelada, más segregada entre
ambos hemisferios, y con menos zonas implicadas de lo que sucede en realidad. Por lo
que sabemos cualquier función cognitiva compleja pone en marcha una red con
múltiples regiones, distribuida en ambos hemisferios y funcionando de forma
coordinada. En realidad, podríamos considerar al encéfalo como una orquesta
sinfónica neuronal, donde según los momentos puede haber zonas o incluso neuronas
individuales que tienen mayor protagonismo, pero ni hay elementos silentes —el mito
del 10%— ni podemos decir que una parte de la orquesta domina sobre otra, el mito
de la dominancia hemisférica.
El tema de la dominancia hemisférica se ha analizado en detalle usando resonancia
magnética funcional. Nielsen y su grupo analizaron los cerebros de 1011 personas con
edades entre 7 y 29 años buscando pruebas de un predominio de un hemisferio frente
al otro. El estudio incluía un fino análisis de 7.266 regiones encefálicas y se vio
lateralización de función pero era siempre local, nunca

global. Quiere decir, que había regiones


que eran más activas en un hemisferio que en el otro pero en ningún caso se veía una
activación de uno de los hemisferios que dominase sobre el otro. Con la edad se veían
pequeños incrementos en la lateralización y no se distinguieron diferencias en la
lateralización entre ambos sexos.

Uno de los posibles daños de este mito es que puede hacer creer a algunos
estudiantes, o a sus padres o profesores, que no pueden dedicarse a algunas carreras,
a algunos proyectos vitales porque no tienen el cerebro adecuado. Nada hay que
respalde este criterio, nuestro cerebro es sorprendentemente plástico y su capacidad
de aprender es su mayor virtud. Algunas empresas difunden este mito como Nintendo
que tiene un juego titulado «Left Brain Right Brain» y que en su material promocional
anima a averiguar si «eres un “righty” o un

“lefty”». El mito ha llegado al mundo de la


Neuroeconomía donde se llega a decir que el éxito de una empresa se basa en
conseguir que los empleados de hemisferio izquierdo y los de hemisferio derecho
aprendan a hablar el mismo lenguaje. Neil de Grassé Tyson el famoso astrónomo y
divulgador científico dijo «I’m “brained.” Not right brained or left brained. I have a
brain». Es difícil hacer una traducción pero lo que dice con claridad es que no es de
cerebro izquierdo o de cerebro derecho, que tiene un cerebro. Y así es en todos.

Para leer más:

 Dekker S, Lee NC, Howard-Jones P, Jolles J (2012) Neuromyths in Education:


Prevalence and Predictors of Misconceptions among Teachers. Front Psychol 3: 429.
 Howard-Jones PA (2014) Neuroscience and education: myths and messages. Nat Rev
Neurosci 15(12): 817-824.
 Jarret C (2015) Great Myths of the Brain. Wiley Blackwell, Chichester (Reino Unido)
 Nielsen JA, Zielinski BA, Ferguson MA, Lainhart JE, Anderson JS (2013) An evaluation
of the left-brain vs. right-brain hypothesis with resting state functional connectivity
magnetic resonance imaging. PLoS One 8(8): e71275.
 https://christianworkingwoman.org/broadcast/why-arent-women-like-men-or-vice-
versa-2/ (acceso el 6 de agosto de 2016).

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