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h. Es una relación fuera de control; por sobre todas las cosas, del control
externo, aunque, salvo en familias muy disfuncionales y perturbadas, también
escapa al control de otros miembros de la familia. El niño víctima de as no solo
siente que no puede contar lo que está sufriendo; también siente que no hay
palabras para explicarlo ni interlocutores dispuestos a escucharlo. Pero mientras
el ofensor sexual logra sustraerse a sí mismo, a la víctima y a la conducta de la
mirada y el control externo, necesita incrementar su propio control sobre la
situación y sobre el eventual contacto de la víctima con el sistema externo. De
ahí entonces que, a medida que el niño crece y su contacto con el exterior se
puede ver incrementado, el ofensor sexual necesitará limitar esa libertad todo
lo posible. En un caso atendido por una de las autoras de este libro, una
adolescente que había abandonado el colegio comenzó a buscar trabajo. Cada
vez que conseguía trabajo, ocurría que al poco tiempo su padre también estaba
trabajando allí. Eso la llevaba a renunciar y a buscar otro lugar de trabajo, en el
que, indefectiblemente, se encontraría con su padre más temprano que tarde.
mientras que los eventos traumáticos únicos pueden ocurrir en cualquier
circunstancia, el trauma repetido y prolongado —como es el caso del abuso
sexual infantil— solo ocurre en situaciones de cautividad. En las situaciones de
violencia dentro del seno de la familia no hay, generalmente, barreras físicas
que detengan el escape; sin embargo, para las víctimas el escape no es una
opción. Los niños quedan cautivos por el simple hecho de depender de
los adultos que abusan de ellos.
Cuando mi mamá se murió yo estaba tan sola… Ella no sabía nada de lo que
mi papá me hacía, pero por lo menos cuando estaba en casa yo podía hablar
con ella, hacer cosas con ella, aunque no supiera nada. Después, cuando se
murió, mi papá me dijo que quedábamos solo él y yo. No pude ir más a visitar
a mis tías ni a mi abuela… Ellas tampoco venían, porque nunca se habían
llevado bien con mi papá, entonces ahí fue donde de verdad me quedé sola. Mi
papá me dijo: “Ahora la mujer de la casa sos vos”, y que por eso tenía que
dormir en su cama, al lado suyo. A mí me daba miedo dormir sola, por eso me
lo aguanté eso de dormir con él. Si total él, cuando quería hacerme eso, me lo
hacía igual.