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Actualmente la mayoría de las religiones se pueden clasificar

generalmente por territorios (en Europa católicos y ortodoxos; en el norte


de África y el medio oriente el islamismo; en América protestantes y judíos
y en Asia mayoritariamente el budismo), pero en todos los lugares del
mundo hay algo en común, existen ateos que no se sienten identificados
con ningún credo que adore a algún tipo de divinidad.
Todos los creyentes, o al menos la mayoría, puede dar razones por las
que creen en Dios, Alá, Buda… pero si investigamos en el por qué de esas
creencias, nos damos cuenta de que la mayoría de las personas creen en
lo que sus padres y abuelos creen, y en lo que éstos les han dicho que
crean, y aquí es donde algunos vemos el error.
Si bien nadie cree nada sólo porque lo oiga en la calle, o lo lea en la
prensa sin comprobar y asegurarse de que es cierto, ¿por qué creemos sin
dudar a quienes nos han dicho desde pequeños que creer en lo que ellos
creen es lo correcto?, ¿no sería más apropiado reflexionar, y ya puestos
investigar, en la veracidad de ciertos hechos en los que están basados
dichas creencias?
El pensamiento, para muchos gris y blasfemo de los ateos, simplemente
se basa en el uso de la lógica ante preguntas cuya respuesta para muchos
es: porque Dios lo quiere así. Pues bien, dejando aparte el hecho de que
en pleno siglo XXI aún recurramos a deidades cuya existencia es, cuando
menos dudosa, para explicar diferentes aspectos y situaciones de la vida,
me parece que pensar que un ser superior a nosotros decide lo que
sucede en el mundo, y lo que nos sucede a las personas particularmente,
no es muy alentador si nos paramos a observar un segundo lo que ocurre
en este planeta. Y tampoco el hecho de observar que a personas de moral
laxa y a las que no se les podría atribuir demasiadas cualidades positivas,
viven en muchos casos mejor que aquellos que van todos los días a rendir
culto y a pedir a su “Dios” que le ayude en su día a día o que solucione un
problema que tienen.
La postura de los ateos ante ésta situación es que lo correcto es pensar
por ti mismo, simplemente usar la cabeza, y ver que no hay nada que les
haga creer que una deidad”nos observa, nos controla o nos ayuda. Porque
cuando tu respuesta a la pregunta “¿por qué crees en Dios?”, es “porque
algo tiene que haber” o peor aún, “no lo sé pero creo en él”, tu creencia no
tiene ninguna base ni ninguna lógica.
En el caso de los creyentes que si que tienen razones por las que creen, el
pensamiento de una vida después de ésta, sea por reencarnación o por
que el alma vaya al “cielo” o el “paraíso”, mi pregunta sería, ¿por qué las
personas tenemos alma y los animales no?, todos somos seres vivos, y
creo que es bastante aceptada mundialmente la teoría de la evolución de
Charles Darwin, está demostrado que el hombre proviene del mono, eso
quiere decir que en algún momento fuimos animales, lo que me lleva a
pensar, ¿en qué momento, si es que lo hubo, pasamos de animales a
personas?, y si es así, ¿el alma se nos concedió, o simplemente fue algo
que se desarrolló por sí sólo?, en fin, me parece algo muy cogido por los
pelos y con una escasa lógica.
Respecto a los que no creen que ésta teoría tenga ningún fundamento ni
credibilidad y se inclinan por creer en el creacionismo, a mí,
particularmente, me resulta muy difícil creer que una divinidad, sea cual
sea, extendiera su brazo desde los cielos y de su mano creara a las
personas por obra y gracia de él mismo, no obstante ahí están los fósiles
de las distintas especies de humanos que a lo largo de la evolución han
poblado el planeta…
Lo que es innegable, es que no hay ninguna prueba de la existencia de un
Dios, que aplicando la lógica todo nos lleva a pensar que lo único que
existe es la vida tal y como la conocemos, el hombre nace de la
naturaleza, y la naturaleza es la que le quita la vida, nuestro cuerpo
desaparece igual que el de los animales, y tras ésta vida no hay otra, por
desalentador que suene. No juzgo a las personas que creen, viendo las
cosas que suceden diariamente es normal que sientan la necesidad de
pensar que lo que ven no es lo único que existe, pero creo que esa
necesidad es simplemente no saber aceptar las injusticias que siempre ha
habido y con las que nos toca convivir.
Es de igual forma discutible y respetable la inclinación de los ateos, ya que
puede resultar algo frívolo que, con tantos problemas a los que te enfrenta
la vida, no creer en nada sea su elección, creer que después de una vida
de lucha y esfuerzo, no siempre debidamente recompensado, no haya
nada y todo se acabe tal y como empezó.
Lo que si queda claro es que éste debate no se zanjará nunca, porque en
mi opinión nunca sabremos que hay después de la muerte y qué hubo
antes de la vida. Sólo me queda añadir que en la tolerancia de las
personas reside la capacidad de respeto hacia el prójimo, al margen de
sus creencias

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