ESPIRITUALIDAD AMOR

"Jesús vino a este mundo para una finalidad. Vino a darnos la buena nueva de que Dios
nos ama, de que Dios es amor, de que te ama a vos y me ama a mí. Pero, ¿cómo nos amó
Jesús? Dando su Vida por nosotros.

Dios nos ama con tierno amor. Eso es lo último que vino a enseñar Jesús: la ternura del
amor de Dios. "Yo te llamé por tu nombre y tú me perteneces" (Isaías 43, 1).

El Evangelio es muy, muy sencillo. ¿Me amas? Cumple mis mandamientos. Se mueve y gira
sólo para llegar a un fin: ámense los unos a los otros.

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente"
(Deuteronomio 6, 5). Este es el mandamiento de nuestro gran Dios, y Él no puede mandar lo
imposible. El amor es un fruto, maduro en todo momento y al alcance de las manos.
Cualquiera puede cogerlo y no hay fijado ningún límite.

Todos podemos llegar a ese amor mediante la meditación, el espíritu de oración y

sacrificio, y por una intensa vida interior. No creas que para ser auténtico el amor
tiene que ser extraordinario.

Lo que necesitamos es amar sin cansarnos. ¿Cómo arde una lámpara? Gracias al continuo
alimento de las pequeñas gotas de aceite. ¿Qué son esas gotas de aceite en nuestras
lámparas? Son las pequeñas cosas de la vida cotidiana: fe, palabras de amabilidad,
pensar en los demás, nuestra manera de estar en silencio, de mirar, de hablar y actuar.
No busquen a Jesús fuera de ustedes. Él no está fuera, está dentro de cada uno.
Mantengan la llama de sus lámparas encendida y Lo reconocerán.

Las palabras de Jesús "Ámense como yo les he amado, los unos a los otros" no sólo
deberán iluminarnos sino también ser una llama que consuma el egoísmo que impide el
crecimiento de la santidad, Jesús "nos amó hasta el final", hasta el límite mismo del
amor: la cruz. Este amor debe provenir de dentro, de nuestra unión con Cristo. Amar debe
ser para nosotros algo tan normal como vivir y respirar días tras días hasta la
muerte".

Sta. Madre Teresa de Calcuta

en "El amor más grande" (1997)

 Vino a darnos la buena nueva de que Dios nos ama, de que
Dios es amor, de que te ama a vos y me ama a mí.
Pero, ¿cómo nos amó Jesús? Dando su Vida por nosotros.
Dios nos ama con tierno amor.
Eso es lo último que vino a enseñar Jesús: la ternura del
amor de Dios.
"Yo te llamé por tu nombre y tú me perteneces" (Isaías 43,
1).
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma y con toda tu mente" (Deuteronomio 6, 5). Este es
el mandamiento de nuestro gran Dios, y Él no puede mandar
lo imposible.
El amor es un fruto, maduro en todo momento y al alcance
de las manos. Cualquiera puede cogerlo y no hay fijado
ningún límite.
Todos podemos llegar a ese amor mediante la meditación,
el espíritu de oración y sacrificio, y por una intensa vida
interior.
No creas que para ser auténtico el amor tiene que ser
extraordinario.
Lo que necesitamos es amar sin cansarnos.
¿Cómo arde una lámpara? Gracias al continuo alimento de
las pequeñas gotas de aceite.
¿Qué son esas gotas de aceite en nuestras lámparas? Son
las pequeñas cosas de la vida cotidiana: fe, palabras de
amabilidad, pensar en los demás, nuestra manera de estar
en silencio, de mirar, de hablar y actuar.
No busquen a Jesús fuera de ustedes.
Él no está fuera, está dentro de cada uno.
Mantengan la llama de sus lámparas encendida y Lo
reconocerán.
Las palabras de Jesús "Ámense como yo les he amado, los
unos a los otros" no sólo deberán iluminarnos sino también
ser una llama que consuma el egoísmo que impide el
crecimiento de la santidad.
Jesús "nos amó hasta el final", hasta el límite mismo del
amor: la cruz.
Este amor debe provenir de dentro, de nuestra unión con
Cristo.
Amar debe ser para nosotros algo tan normal como vivir y
respirar días tras días hasta la muerte.
Vino a darnos la buena nueva de que Dios nos ama, de que
Dios es amor, de que te ama a vos y me ama a mí.
Pero, ¿cómo nos amó Jesús? Dando su Vida por nosotros.
Dios nos ama con tierno amor.
Eso es lo último que vino a enseñar Jesús: la ternura del
amor de Dios.
"Yo te llamé por tu nombre y tú me perteneces" (Isaías 43,
1).
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma y con toda tu mente" (Deuteronomio 6, 5). Este es
el mandamiento de nuestro gran Dios, y Él no puede mandar
lo imposible.
El amor es un fruto, maduro en todo momento y al alcance
de las manos. Cualquiera puede cogerlo y no hay fijado
ningún límite.
No creas que para ser auténtico el amor tiene que ser
extraordinario.
Lo que necesitamos es amar sin cansarnos.
¿Cómo arde una lámpara? Gracias al continuo alimento de
las pequeñas gotas de aceite.
¿Qué son esas gotas de aceite en nuestras lámparas? Son
las pequeñas cosas de la vida cotidiana: fe, palabras de
amabilidad, pensar en los demás, nuestra manera de estar
en silencio, de mirar, de hablar y actuar.
No busquen a Jesús fuera de ustedes.
Él no está fuera, está dentro de cada uno.
Mantengan la llama de sus lámparas encendida y Lo
reconocerán.
Jesús "nos amó hasta el final", hasta el límite mismo del
amor: la cruz.
Este amor debe provenir de dentro, de nuestra unión con
Cristo.
Amar debe ser para nosotros algo tan normal como vivir y
respirar días tras días hasta la muerte.