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El trastorno límite de la personalidad es uno de los once trastornos de personalidad descritos en los

manuales de diagnósticos utilizados por profesionales de salud mental (DSM IV y CIE-10). Según
dicho manual, el trastorno límite de la personalidad se caracteriza por presentar un patrón general
de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la efectividad, y una notable
impulsividad.

a) Esfuerzos frenéticos por evitar el abandono real o imaginario

Ante la posibilidad de una separación de un ser querido, suele ser frecuente que experimenten un
intenso temor a ser abandonadas. Hacen enormes esfuerzos para tolerar el malestar generado por
la situación, y a veces les resulta tan difícil, que solo una conducta impulsiva (realizarse cortes, tomar
medicación de más) puede calmarlas. Otras veces, recurren a modificar el contexto, teniendo
episodios de violencia verbal o física.

Estos esfuerzos para regularse y calmarse pueden hacer que otros interpreten estas conductas
como excesivamente exageradas, demandantes o generadas con la intención de manipular.

b) Inestabilidad y excesiva intensidad en las relaciones interpersonales

Propensos a experimentar cambios drásticos en su opinión acerca de otras personas. Es por eso que,
en ocasiones, pueden estimar que alguien cercano es contenedor, y sentirse incondicionalmente
apoyados, y sin embargo, en otro momento, percibir a esa misma persona como cruel, autoritaria o
poco empática.

No resulta sorprendente, entonces, que cuando perciben que otra persona es cuidadora, fiel y leal,
sean propensos a idealizarla, y considerarla perfecta. De la misma forma, cuando se sienten
rechazados, abandonados o incomprendidos por aquella misma persona, la perciben como una
persona “mala”.

Dicha alternancia entre los polos de idealización y devaluación es un ejemplo de los que más
adelante será explicado al respecto del pensamiento dicotómico (blanco o negro), es decir: no hay
un punto medio.

c) Inestabilidad en la imagen de sí mismos y su efectividad

Suelen ser muy autoexigentes. La imagen que tienen de sí mismos y de su efectividad en varios
aspectos de sus vidas suele ser variable, lo que puede provocar una comprensible sensación de
inestabilidad e inseguridad.

La inestabilidad de la propia imagen lleva con frecuencia a realizar cambios en lo relativo a varios
aspectos de su vida, como aspiraciones profesionales, objetivos, valores morales, planes futuros,
amistades, entre otras cosas. Suelen ser frecuentes las pérdidas de trabajo, las interrupciones de
estudios o tratamientos y las rupturas de relaciones afectivas.

d) Impulsividad, y conductas o ideación suicidas

Las conductas impulsivas (p. ej., abuso de sustancias, ingesta de fármacos sin prescripción,
atracones de comida, conducción temeraria de vehículos y gastos excesivos) y autoagresivas (cortes
y golpes autoprovocados, entre otras) a menudo pueden resultar peligrosas.
Son frecuentes los comportamientos, intentos o amenazas suicidas y los deseos de desaparecer o
no despertarse por la mañana. Estas conductas suelen tener lugar cuando el malestar emocional
resulta intolerable, y funcionan entonces como calmantes. Son efectivas en ese sentido, al precio
de poner en riesgo la integridad de su persona o la de otros, o de sus bienes, o tener efectos
perdurables en el cuerpo.

e) Sentimiento crónico de vacío

Se la describe como una sensación extremadamente dolorosa. Se la define como desesperanza,


ausencia de sentido de la vida y aburrimiento; metafóricamente, como oscuridad, vértigo interno o
agujeros negros.

Presentan una sensación de búsqueda permanente, buscan constantemente cosas para hacer,
objetos para comprar, personas nuevas a quienes frecuentar: a pesar de lo cual, la sensación de
insatisfacción y de vacío se mantiene.

f) Inestabilidad afectiva debida a una intensa reactividad del estado de ánimo y de la intensidad
emocional

Se caracteriza por un estado de humor muy cambiante. Esto es así tanto en lo que respecta a la
celeridad del cambio como en cuanto a la intensidad de los estados de ánimo a los que dan lugar.

Muchos familiares refieren que las emociones o los estados de ánimo son demasiado intensos,
exagerados o inadecuados respecto del evento desencadenante. A veces, incluso, resulta difícil
identificar ese evento desencadenante.

Como el resto de las emociones, las explosiones de ira son frecuentes. Pueden ocurrir cuando tienen
la sensación de ser abandonados o de no ser cuidados de acuerdo a sus necesidades. Lo cierto es
que dichos episodios de ira o enojo suelen ir seguidos de una sensación de culpa, vergüenza o
humillación que contribuye a la sensación interna de estar fallados, de no ser como el resto,
perpetuando el circuito.

Algunos tips para los cuidadores o familiares:


No te sientas culpable

En muchas ocasiones, suelen aparecer sentimientos de culpabilidad en los padres debido a que
por una u otra razón se sienten responsables de que su hijo(a) esté padeciendo este trastorno.
Algunas de las situaciones específicas por las que suelen sentirse culpables son las siguientes:

- Por no haber detectado esta situación antes.


- Haber reprochado, castigado y contestado de mala manera a su hijo debido a no
comprender el porqué de sus reacciones y cambios de humor.
- Se llegan a responsabilizar de sus autolesiones y recaídas.
- Por no poder “curar” a su hijo(a).

Entre otras cosas relacionadas, principalmente, con el desconocimiento que tenían acerca de este
funcionamiento el no haber podido detectarla con anterioridad. Por ello, es necesario que los
padres que tienen un hijo con estas características estén conscientes de lo siguiente:
- Tú no eres el culpable de que tu hijo(a) padezca este trastorno.
- Puedes ayudar de alguna manera para favorecer a que tu hijo(a) pueda estar más
estable, pero no puedes controlarlo.
- Puedes colaborar para que tu hijo reciba el tratamiento adecuado, pero tú no lo puedes
“curar”.
- El sentirte culpable solo va a empeorar la situación.

Ten paciencia

Aunque se dice fácil, se debe de hacer todo lo posible para no perder la calma y tenerle paciencia
a tu hijo.

No te tomes las cosas de manera personal

Recuerda que una de las características de las personas con TLP es decir cosas irracionales e
incluso crueles, también pueden reaccionar de manera intensa ante situaciones pequeñas.
Recuerda que esto es considerado normal en este tipo de trastorno y una de las causas por las
cuales actúan así es porque tienen un intenso temor a ser abandonados. Es por ello que nunca
debes de tomarte las cosas que te diga tu hijo de manera personal ni ponerte a su altura, ya que
empeorará la situación.

Establece límites y normas

Debido a que en este tipo de trastornos las personas tienen mucha dificultad para controlar su
comportamiento, es necesario que para ayudar a tu hijo con TLP establezcas límites y normas
saludables en el hogar, de una manera amorosa pero firme.

Para ello, se debe de tener en cuenta que ambos padres tienen que estar de acuerdo en cuáles
van a ser y de qué manera se llevarán a cabo. También hay que considerar que se deben de
respetar en todo momento, no es válido ponerlas y luego no cumplirlas o que uno diga “sí” a una
cosa y el otro que “no”.

Escucha activa y comprensión

Procura siempre que tu hijo(a) se sienta escuchado y comprendido, aunque no se esté de acuerdo
con lo que diga. Es necesario ganarse su confianza y hacer que se sienta realmente atendido y
comprendido. Hay que tomar en cuenta que, en este tipo de funcionamiento, las personas suelen
tener ideas o comportamientos suicidas (los que nunca hay que pasar por alto ni bajarle el perfil) y
el ganarse su confianza hace que exista más cercanía y que tu hijo(a) tienda a comunicarte más lo
que le sucede o a buscarte cuando está en crisis.

Apoyo incondicional

Es necesario que tu hijo(a) se sienta apoyado en todo momento y no dejar que se sienta solo(a)
ante esta situación. Mostrarle siempre que se está ahí para él(ella) por medio del contacto físico,
las acciones y las palabras de aliento y motivación.
Validar sus emociones y sensaciones

Ejemplos de invalidación pueden incluir decirle a alguien que no llore por un incidente
supuestamente sin importancia o decirle a alguien que está enfadado que está mal sentirse así. Si
el entorno es invalidante, es muy dañino y agravará su malestar y sintomatología, las personas con
trastorno límite de personalidad de cualquier edad se beneficiarían de entornos más amables y
que validan sus emociones y/o sensaciones.

Ser empático

Refleje los sentimientos de la otra persona. Y, si siente que es seguro, ayúdele a identificar
emociones no expuestas. Recuerde, que la gente con TLP a menudo tiene problemas para
identificar sus sentimientos y pueden no estar preparados para analizarlos sólos, necesitan una
guía que los oriente y que los contengan.

Expresar preocupación y confianza

Los padres que constantemente se lanzan a solucionar los problemas de sus hijos pueden estar
comunicando el mensaje de que no pueden hacerlo por ellos mismos. Los hijos deben amoldarse
al mundo, porque éste no se va a amoldar a ellos. Así pues, una parte importante de la apreciación
es expresar la confianza en las habilidades que tiene el niño o adolescente, para resolver los
problemas por sí solo. Los niños que empiezan a solucionar sus problemas ganan auto-estima e
independencia.

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