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El Índice de Desarrollo Humano (IDH) se creó para hacer hincapié en que la ampliación de las
oportunidades de las personas debería ser el criterio más importante para evaluar los
resultados en materia de desarrollo. El crecimiento económico es un medio que contribuye a
ese proceso, pero no es un objetivo en sí mismo.
El IDH mide el progreso conseguido por un país en tres dimensiones básicas del desarrollo
humano: disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno.
Salud: se utilizó un índice compuesto que refleja condiciones de salud en los hogares:
protección de salud, a través del IGSS o de un seguro, número de personas por
dormitorio, tipo de acceso a agua y saneamiento y tipo de piso en la vivienda.
Educación: indicador compuesto que incluye la esperanza educativa en niños y la
escolaridad alcanzada por adultos mayores de 25 años.
Nivel de vida: Se incluyó un agregado del ingreso laboral y no laboral familiar, ajustado
a precios internacionales (en dólares PPA per cápita). Ingresos laborales y no laborales
per cápita.
Los parámetros máximos de comparación, de acuerdo a un criterio normativo, son para salud
y educación el 100% de logro y en el caso de los ingresos, el ingreso máximo considerado
para la clase media según el criterio de estratificación internacional (poco más de 18 mil dólares
anuales PPA per cápita). Se proponen estos ajustes para reflejar mejor la situación interna de
país (ampliar en anexo metodológico del INDH).
El Informe sobre Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), ha sido publicado desde el año 1990 marcando un hito en la construcción
epistémica y conceptual de lo que es entendido como desarrollo. Como bien se menciona
dentro de este, el desarrollo humano tiene por objeto primordial lograr el pleno desarrollo de la
calidad de vida de cada persona, y en tal sentido los informes del PNUD dieron una ruptura al
esquema tradicional en el que el desarrollo era concebido en los años noventa, a través de
conceptos y metodologías atractivas para su medición que no contemplara únicamente la renta
per cápita como criterio único e imperante (Ayllón; 2007). El desarrollo ya no es mesurable en
términos económicos únicamente, sino que también en términos humanos, construyendo
ahora un concepto integral y universal.
Desde tal perspectiva, si observamos la realidad centroamericana tal cual se encuentra hoy,
veremos una serie de problemáticas de índole político, social, cultural y económico que
subyacen nuestra región y se ven reflejadas en férreas luchas contra problemáticas
antagónicas a los buenos principios que suponen regir a un buen gobierno (transparencia,
rendición de cuentas, participación ciudadana…). El Informe sobre Desarrollo Humano 2016,
no indica mayores cambios en Centroamérica. Panamá se encuentra en la misma posición con
el mejor Índice de Desarrollo Humano (IDH) en Centroamérica (0,788), Costa Rica subió
tres posiciones y se encuentra ahora en la posición 66, con un IDH de 0,776 mientras que
Guatemala al igual que Costa Rica escaló tres posiciones con un IDH de 0,640.
Estos, han concentrado sus esfuerzos hacia políticas de “mano dura”; de naturaleza coactiva
y reactiva, ejemplo de ello es el nacimiento de la “Fuerza de Tarea Trinacional” (ver “¿Cómo
se aborda la violencia en Centroamérica”
https://pensandodesdecentroamerica.wordpress.com/2017/01/06/como-se-aborda-la-
violencia-en-centroamerica/) en lugar de políticas de prevención, lo cual propicia que se
acentúe el ya exacerbado hacinamiento en las cárceles, y brinda una respuesta a corto plazo
para combatir a pandillas como la Mara Salvatrucha o el Barrio 18; protagonistas del violento
panorama centroamericano.
Por otra parte, los países centroamericanos deben enfrentarse a la frágil institucionalidad que
poseen, debilitada por la arraigada y recurrente corrupción en los Estados centroamericanos.
Esfuerzos como la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), o la
Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), han resultado
insuficientes ante el envilecimiento y el actual desgaste estatal, ya que adolecen de estrategias
efectivas que promuevan la participación cívica en las diferentes estancias institucionales,
buenas prácticas como la rendición de cuentas, gobierno abierto y transparencia, y provocan
desconfianza por parte de la población hacia el sector político representativo.
A escala nacional o local, la población puede aumentar o disminuir, además de por los
movimientos naturales, por los movimientos migratorios, que son los desplazamientos
humanos de larga duración de un lugar de origen a otro de destino. Dentro de los movimientos
migratorios podemos distinguir dos componentes principales dependiendo de si el sujeto va a
un lugar o sale de él. Así cuando el individuo abandona su lugar de origen se contabiliza
como emigrante, mientras que cuando llega al lugar de destino se le considera
como inmigrante. Existe un tercer componente dentro de las migraciones, que se produce
cuando individuos emigrados vuelven pasado un tiempo a su lugar de origen,
denominándoles retornados.
SM = I – E
Sin embargo, con los números absolutos no podemos realizar comparaciones entre distintos
lugares debido a que cada uno tiene un tamaño y una población diferentes, por eso se utiliza
la Tasa de Saldo Migratorio, que pone en relación el saldo migratorio con la población
absoluta de ese lugar expresándose en tantos por ciento.