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473 antisociales, encontraron en 3,5% de mentalmente inferiores, que es una tendencia más
realista. En la década siguiente, Mary Woodward (1955), en un estudio con pruebas de inteligencia a
aplicadas a delincuentes, halló que el cociente intelectual, tanto de delincuentes de Inglaterra como de
Norteamérica, no estaban más de ocho puntos por debajo de la población normal.
En los años sesenta, TCN Gibbens (1963), en un grupo de menores de un reformatorio encontró sólo un
3% de deficientes. Otros investigadores, en función del tipo de delitos, han hallado mayor número de
delincuentes deficientes mentales, como en los atentados sexuales, delitos violentos, robos, y mucho
menos en relación a las estafas. Sin embargo, en la misma década, Emilio Mira y López (1961) afirmaba
“que todo débil mental, por el sólo hecho de serlo, resulta un sujeto cuyo potencial delictivo se
encuentra se encuentra aumentado. Si en la práctica un gran número de oligofrénicos no llega a la
criminalidad, es debido al mayor desarrollo que en ellos adquiere el miedo al castigo y al sufrimiento”
(49); afirmación contradictoria, ya que un deficiente mental, con escaso discernimiento, no tiene una
adecuada capacidad de valoración de los efectos punitivos de su conducta. Por esos años, en el Perú, H.
Delgado (1963) señalaba porcentajes elevados de oligofrénicos delincuentes, así como de prostitutas,
fluctuando del 22 al 36.5%, cifras realmente cuestionables.
Esta criminalidad se aplicaría como decía Exner, por una relación indirecta, ya que la deficiencia
intelectual constituye una situación desventajosa para el retrasado, además de que su capacidad de
razonamiento y de control emocional son también insuficientes. Asimismo dentro de las condiciones de
supervivencia están en desventaja, en la búsqueda de trabajo, frente a los que no tienen retraso. Otro
hecho es que este problema se agrava o se acentúa por el retraso escolar concomitante, conformando
un círculo vicioso. Como dicen algunos, la triada “retraso mental + retraso escolar + disociación
familiar”, constituye un conjunto de factores que facilitan la caída en la delincuencia. Sin embargo, hoy
no se hallan altos porcentajes de incidencia criminal de los retrasados mentales, como se afirmaba a
inicios del siglo XX. Actualmente el grado de presencia observada es menor y menos espectacular
Pag. 456 y conflictos que alivian por medio de la acción”.Bazzi y Fontanesi (1962), hablan de un grupo de
neuróticos,que llaman “conflictuales”, es una de cuyas variantes puede caracterizarse por caer en
conductas anormales o de carácter antisocial. Consideran estos actores italianos, que dentro de la
perspectiva criminológica, se da la variante de “neurosis conflictual tipo acting-out” (de paso al acto),
que puede propender a un comportamiento antisocial, como una función de descarga o alivio de
situaciones de tensión insoportable (07).Di Tullio dice al repecto “que muchos autores señalan la
frecuencia con que sentimientos particulares, que se encuentran generalmente descritos en la neurosis
conflictuales, son causas de conductas antisociales y criminosas.Baste recordar, a este propósito, los
conocidos sentimientos de injusticia, de inferioridad, de frustración y de culpabilidad” (22).
Retomando la clasificación de las diversas formas de neurosis indicadas por la OMS, podemos deducir
que las formas disociativas sobre todo y en alguna medida las obsesivo compulsivas, tienen mayor
importancia criminógena, y se podrían adecuar al grupo “conflictual acting-out” señalados por
Alexander y también Bazzi y Fontanesi.Aentro de los histéricos, se manifiestan, según el criterio de Di
Tullio, determinadas formas delictivas, como son la simulación de violación sexual y de agresión, la
instigación a delinquir, las estafas, calumnias, delitos de falso testimonio, entre los más frecuentes.
Las explicaciones de los factores que condicionan a la personalidad antisocial”, han sido muy diversas,
desde los criterios hereditarios, que consideramos ya superado, hasta las explicaciones neurológicasy
los factores ambientalistas. Nosotros creemos que ninguna de estas explicaciones unilaterales da una
respuesta cabal al problema de causa de este entorno. Por ejemplo, algunos autores que hablaban de
esta anormalidad como algo “constitucional”, afirmaban que la explicación ambientalista se refería a a
casos de pseudo psicopatía.
En realidad creemos que la explicación tiene que ser bio-social (constitucional y ambiental-emocional),
entendiendo por constitucional aquella estructura biológica singular, especialmente el tipo de sistema
nervioso que es básico para el desarrollo afectivo e intelectual, además del medio ambiente social-
emocional, para condicionar el comportamiento característico de una personalidad anormal.
La mayoría de autores concuerda en señalar que fue el psiquiatra alemán J.L.Koch, el primero en
emplear el nombre de “inferioridades psicopáticas” (1888), hace más de cien años, para referirse a esta
variedad de trastornos. Asimismo, Emil Kraepelin, en la 5ta. Edición de su Manuel de Psiquiatría (1896),
incluyó el grupo de los “estados psicopáticos”. Posteriormente diversos psiquiatras estudiaron dicho
problema, y entre ellos Adolfo Meyer clarificó más este cuadro, denominándolo “inferioridad
psicopáticaconstitucional” (1905), excluyendo a los neuróticos de esta categoría.
Kurt Schneider publicó el libro Las personalidades Psicopáticas (66) en 1923, que alcanzó mucha
influencia, y que a lo largo de más de cuatro décadas posteriores tuvo sucesivas adiciones y
traducciones a diversos idiomas, asumiendo dicho autor una tendencia constitucionalista en la
explicación de los diez tipos de psicópatas que describa en su obra.
Dicha idea y otras afines tuvieron auge en la primera mitad del siglo XX, y en parte es sostenida todavía
por algunos, pero tal enfoque fue contrapuesto por una perspectiva ambientalista, inicialmente por el
psiquiatra inglés David Henderson en su obra Psiychopathic States (1939), seguido luego por otros
estudiosos como el norteamericano H. Cleckley con su obra Mask of Sanity (1941). Posteriormente han
sido importantes los trabajos de M. Craff¿t (1966): Psychopathic disorders and their assessment” en
Inglaterra,y sobre odo las investigaciones de R.D. Hare ( 1965,1966,1968,1970).