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Claramente no es posible hablar de un "acto civilizatorio".

Mientras que varios apologistas de la


conquista refieren a la misma diciendo que se trazaron mapas delimitados con precisión, o establecieron
un modo de gobierno o formas de comercio más "avanzadas", se pierde allí el énfasis y el sentido de
dominación violenta, que comprendió la conquista respecto de los pueblos.

guerrero o militar, por cuanto establece dominación sobre los pueblos acarreando matanzas y múltiples
formas de exterminio sobre la otra persona, sobre el otro.

Por último, la conquista, sus formas de violentar, de usurpar la tierra, de conquistar, se ha extendido
hacia nuestra época. Y esto se aclara cuando vemos que los pueblos originarios, incluso cuando son
pocas familias, se encuentran en la posibilidad de sufrir una expropiación de sus tierras, para luego crear
algún paseo turístico, o simplemente intereses que responden a ideas de esa índole, produciendo una
cosificación siempre explícita del indígena (por más que algunos quieran desentenderse de esto último).

Tal como advierte Dussel, y tal como se apreció durante el cursado de la cátedra, constituiría un
eufemismo, uno de los más hipócritas y absurdos, el llamar "encuentro", "encuentro de dos mundos", y
encubrir lo que fue un proceso militar y exterminio atroz.

-un mito de su bondad ("mito civilizador") con el que justifica la violencia y se declara inocente del
asesinato del Otro. El ego, en sus distintas facetas, sobre todo el ego cogito y antes el ego conquiro, se
reconoce a sí mismo como el portador de la razón absoluto, un sujeto que tiene el deber de evangelizar
al otro para convertirlo en el "sí mismo"

-proponían a los indios, previo a emprender algún acto bélico, la conversión al cristianismo, el
reconocimiento del Papado, a su rey y sus señores, puesto que en caso contrario los españoles
arremeterían impetuosamente contra los indios, esclavizando tanto a sus hijos/as como mujeres. El
indio poco comprendía de aquello proferido por El Extranjero dominante, puesto que su propio mundo
había caído en la irrecusable intromisión de un nuevo dios, determinando cambios en los ritos y en el
sentido religioso que poseían aztecas o incas, por ejemplo. El indio era obligado mediante la fuerza del
armamento a concebir al dios extranjero, al dios del extranjero, mientras que el extranjero poco
interesado estaba en asumir las formas religiosas del indígena. Es por esto que no podemos en absoluto
hablar de "encuentro" de culturas, más bien hay choques violentos entre cuerpos, antagonismo, tensión
y resistencia.

acabar con el eufemismo

Solemos encontrarnos con

"Si encuentro de dos mundos quiere significar la nueva cultura híbrida, sincrética, que elaborará la raza
mestiza, entonces podría aceptarse por su contenido" dice no sin tono irónico Dussel, pero más bien y
necesario resulta abolirlo y enfatizar el contenido político del término encubrimiento.

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Por ello es necesario retornar a un tiempo o a una vivencia que devenga otro. En ese devenir, en el cual
retornamos a una suerte de momento mítico, que sólo es comprendido por quienes participan de ese
ritual, y que por supuesto escapa a la comprensión de esquemas ontológicos-estructuralistas
occidentales, podemos expresar la realidad del sentir indígena. En nuestra situación, esta experiencia es
vivenciada cada mes de agosto, con ofrendas a la Pachamama, por ejemplo.

Puesto que emprender la búsqueda de la realidad latinoamericana es “…un pueblo en marcha a su


liberación; es ya un pueblo liberándose”.11

Introducción

Muchos problemas giran en torno a la discusión de la identidad, si es que podemos designarla como tal,
y realidad latinoamericanas ( o la realidad indígena previa a la constitución del continente americano
como tal), cuya raíz problemática se halla en el momento en que se produce el "encuentro" (término al
que vamos a refutar y proponer otro en su lugar, como bien lo hizo Dussel, que es el de encubrimiento,
teniendo en cuenta las connotaciones militares y todo un proceso violento de conquista tanto corporal
como espiritual que acarreó la misma). También resulta necesario esclarecer las condiciones políticas-
económicas en las que se dejó desde hace 500 años a Latinoamérica, la "inclusión" del otro indígena
reducido a parámetros europeos, reconocido como asalariado explotado, por ejemplo, obligándolo de
este modo a abandonar su identidad, su "si mismo" originario.

Por otra parte, personalmente tuve la oportunidad de dialogar con compañeros de otras carreras en la
Facultad de Humanidades que aseveran la inexistencia o extinción total de costumbres indígenas,
reconociéndose a sí mismo como un sujeto europeo, lo cual merece esfuerzos para poner en claro la
extensión del mundo occidental hacía el mundo latinoamericano.

Des-apología

El descubrimiento europeo del continente americano, del Nuevo Mundo, es tomado y desarrollado por
autores, especialmente Todorov entre otros, de un modo que atenúa y sensibiliza, en un acto de
apología, lo que fue la irrupción violenta de un mundo frente a otro, disfrazando éste acto de violencia
impetuosa de un "deber" moral y religioso que tenían los españoles en nombre de dios, desde una
perspectiva adánica.

Dussel aclara bastante cuando, a partir de los estudios de Torquemada, logra reconocer y atribuir a
Hernán Cortés una de las primeras construcciones, si no la primera, del ego moderno. Un Yo individual,
que se confundía a sí mismo con la divinidad, dotado de un gran equipamiento militar que no era para
otra cosa sino conquistar, dominar, abolir al otro en su esfera misteriosa; puesto que el ego universal del
europeo no lograba comprender la particularidad del otro, del indio, no comprendía los ritos, los
sacrificios, los mitos, la creencia, los sistemas políticos, económicos, y las relaciones entre indios e
indias. Al español le resultaban tan complejas todas esas prácticas que, para reducirlas a sus categorías
de unidad (poner unidad absoluta a lo múltiple, lo cual Occidente realizó desde Platón hasta Hegel)
necesitó de todo un armamento guerrero y previos enfrentamientos seculares (piénsese en el
enfrentamiento con los árabes) cuyo objetivo era el sometimiento indio para convertirlo no sólo al
cristianismo, como veremos más adelante, sino para categorizarlo como oprimido, dominado, inferior,
primitivo, etc.

Occidente, trayendo la mención de filósofos en el párrafo anterior, siempre formuló teorías filosóficas y
religiosas en términos duales, bueno-malo, superior-inferior, lo uno-lo otro; hay, por lo tanto, una
pretensión de establecer inequívocamente relaciones dialécticas. El otro sólo es incluido en tanto
participa de la relación dialéctica. El otro se vuelve lo mismo por la fuerza, resignando su religión y
asumiendo la religión y el dios Extranjero, durante un proceso que en primer lugar requiere del
exterminio a la resistencia indígena:

" 'Yo' violento-militar que 'codicia', que anhela riqueza, poder, gloria" (Dussel, 1994: 44)

Esto se refleja en la llegada de Cortés a la populosa Cempoala, en donde este sujeto ejercería su
inteligencia y audacia (en sentido maquiavélico)

España, Europa en general, logra constituirse sólidamente a partir de la conquista

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