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Imprescriptibilidad

Los crimenes contra la humanidad tienen la especial característica de ser imprescriptibles, es decir
que la acción penal no cesa por el paso del tiempo. Esta característica se funda en lo dispuesto en la
convención sobre la imprescriptibilidad de los crimenes de guerra y lesa humanidad adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de noviembre de 1968, que en su artículo 1 dispone:
"Los siguientes crímenes son imprescriptibles, cualquiera sea la fecha en que se hayan cometido (...)
Asimismo en su artículo 4 dispone que los Estados Partes en la presente Convención se comprometen
a adoptar, con arreglo a sus respectivos procedimientos constitucionales, las medidas legislativas o de
otra índole que fueran necesarias para que la prescripción de la acción penal o de la pena no se
aplique a los crimenes mencionados en los artículos 1 y 2 (...)

Asimismo, el artículo 29 del Estatuto de Roma establece que los crímenes bajo la jurisdicción de la
Corte no prescriben. En cuanto a su relación con la Corte, el artículo 29 deja en claro que éste órgano
jurisdiccional no deja de tener competencia sobre los crimenes de genocidio, lesa humanidad y
crímenes de guerra, aun cuando la acción penal o la pena hayan prescrito según las reglas del
Derecho interno. En ese sentido, los países deben adaptar su legislación para que la prescripción de
la acción penal y de la pena no se apliquen a estos crimenes y de este modo, la prescripción de los
mismos no pueda ser motivo para impedir la detención o entrega de una persona ante el
requerimiento de la Corte y tampoco suponga una limitación a su competencia dentro de los Estados
parte.

Cuando la Corte ejerza jurisdicción sobre un determinado caso, el Estado parte tiene el deber de
cooperación frente a sus requerimientos, lo que implica la obligación de asegurar que en el Derecho
interno existan procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación internacional y
asistencia judicial (artículo 88 del Estatuto de Roma ), así como la obligación de colaborar en la
investigación y enjuiciamiento de los crimenes (articulo 86 del Estatuto de Roma ) . Frente a un
requerimiento de detención o entrega , el Estado parte no podrá utilizar la prescripción de los
crimenes prevista en su ordenamiento interno a fin de limitar el accionar de la Corte, y si ello
sucediera, el Estado se encontraría incumpliendo con las obligaciones de cooperación establecidas
en el Estatuto de Roma.

Las penas que impone una sentencia de instancia pueden ser de prisión hasta por plazo no mayor de
30 años, o por la gravedad de los crimenes puede ser hasta cadena perpetua, además de multa y el
comiso de las especies que fueran de propiedad del condenado. El cumplimiento de la pena se puede
llevar a cabo en el país sede de la Corte (Holanda ) o en otro, de acuerdo con los convenios
establecidos entre la Corte y otros países.

Es importante mantener la mención del genocidio como un crimen independiente, tal como se
encuentra en el Estatuto de Roma. Al respecto, cabe mencionar que en sentencia dictada el 31 de
julio de 2003 por el Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia en el caso Milomir Stakir , se
reconoce al crimen de genocidio como el "crimen de crímenes " , y se menciona que dicha definición
también fue utilizada por el Tribunal de Rwanda en el caso Kambada.

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