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Inspiración cinematográfica...

El Último Emperador
Tras una semana de descanso, vuelvo con Inspiración
Cinematográfica, el especial que os traigo todas las semanas
para intentar ayudaros a buscar inspiración dentro del cine, y
más en concreto en temas sobre lenguaje audiovisual e
iluminación. En la última entrega, analizamos Origen, película
del director Christopher Nolan, en la que os mostrábamos un
uso más que recombolesco de los planos y su narración.

Antes de ir con la película de esta semana, la semana pasada


os realice una pregunta sobre Origen, la cuál era sobre una
escena inspirada en Matrix, que a su vez estaba inspirada en
varios libros de teorías psicológicas de autores como
Sigmund Freud. La escena a la que me refería es en la que Don
Cobb (Leonardo DiCaprio) enseña el mundo de los
sueños a Ariadne y le dice como funciona; en Matrix la
escena es similar cuando Morpheo muestra a Neo como es y
de que esta formado Matrix. En cuanto a tipología de
planos son muy similares, al igual que argumentativamente.
Muchas gracias a todos los que respondisteis a la pregunta.

Y por fin llegamos a la película de esta semana. Esta vez,


vamos a analizar una película de corte biográfico-histórico, y
para ello nos transladaremos a la China de principios de siglo
XX en los últimos coletezos del Imperio Chino. Vamos a
analizar El Último Emperador, dirigida por uno de los
genios en el campo de la cinematografía como es Bernardo
Bertolucci, y fotográficamente llevada a cabo por otro gran
genio como Vittorio Storaro.

El film nos cuenta la vida del último emperador chino Aisin-


Gioro Pu Yi, que ascendió al trono con tan sólo 3 años, y que
años después tendría que abdicar bajo las fuerzas republicanas
que querian terminar con la época Imperial en China.
Posterior a esto fue encarcelado con la llegada del comunismo
al país (por ser un "aliado" de Japón) y liberado tras años en la
carcel, para finalmente acabar siendo jardinero del Jardín
Botánico de Pekin durante la epoca de Mao.

Planos, encuadres, técnicas creativas…


Nos encontramos quizá ante una de las películas
históricas mejor narradas visualmente de la historia
del cine. La grandeza de la historia, queda más que patente
en la grandeza visual de todos y cada uno de los planos que
nos lleva a la pantalla Bernardo Bertolucci, mientras nos
cuenta la vida de Pu Yi.

Sin duda, la gran mayoría de la película incluye


muchísimos planos generales, realizados a la par
de paneos jugando narrativamente de una forma grandiosa.
Los puntos de vista de estos planos, muchas veces
transportándonos a la mirada subjetiva de alguno de los
personajes, hacen que nos podamos introducir todavía más
aún, en la grandeza de lo que nos intenta contar el director,
sobre todo en la primera parte de la película. Toda
esta tipologia de planos, acentúan muchísimo la intención
de hacer ver al espectador que nos encontramos ante algo
poco habitual, algo que a simple vista rebosa
majestuosidad e inmensidad. Incluso en momentos más
lúgubres de la película, como en tomas de la época comunista,
podemos seguir viendo como se sigue realizando todos estos
planos pero con una perspectiva diferente, gracias sobre
todo a Vittorio Storaro y su iluminación.

Como bien os comenté, los movimientos de cámara en


esta película son bastante habituales pero sin ser, en absoluto,
bruscos y justamente realizados para conseguir llegar al
espectador una sensación histórica e incluso épica. El interés
de conseguir realizar una película biográfica, es conseguir
contar algo como si pudiéramos estar nosotros
retrocediendo en el tiempo y vivirlo de manera más
cercana. Por todo esto, la pelicula se arropa de una gran
cantidad de planos secuencias que a pesar de no ser
subjetivos en absoluto, son capaces muchas veces de hacernos
partícipes de una historia como si la estuvieramos viviendo en
nuestras propias carnes.

En todos los planos podemos observar como la profundidad


de campo, en general, no suele ser muy pequeña, y esto hace
que debamos avalar más aún el trabajo de gente como
directores de arte, y el director de fotografía, pues el
"engaño" no es tan acusado como en otras peliculas, lo
que vemos es lo que hay y la intuición se deja de lado. Todo lo
que tiene que ver con aislar personajes es trabajo en casi toda
la película de la luz.

En definitiva, planos aparentemente sencillos


pero extremadamente cuidados y con una dificultad
sobre todo narrativa (parte tremendamente complicada a
pesar de no parecerlo a simple vista) que dejaría a muchos
directores mas de meses pensando como realizarlos, son lo
que hacen a este guión uno de los mejor llevados a la gran
pantalla. Y es cierto reconocer, que sin la posibilidad de haber
tenido un alto presupuesto y sin la posibilidad de que
pudieran tener el permiso para rodar en tales
localizaciones, todo habría sido mucho más
complicado para Bertolucci.
Iluminación
Hablar de la fotografía de El Último Emperador, es hablar de
la inclusión de una de las teorías sobre el color más famosas
de la historia, la teoría del color de Goethe, llevada al cine
por Vittorio Storaro. El uso del color como parte importante
de la emotividad, sensaciones y emociones fue en esta
película un factor importantísimo para separar grandes
momentos de la misma entre sí, al igual que conseguir separar
dentro de un mismo plano a personajes, sin la necesidad de
uso de muchas otras técnicas ya explicadas como el uso de
contraluces, o luces de alto contraste.

Toda la cinta esta repleta de color, de colores cálidos y vivos


como en toda la primera etapa del reinado de Pu Yi; o de
colores fríos y apagados en momentos de la época comunista.
La luz y este tipo de psicología del color, fue la que consiguió
hacer, que partes tan sumamente duras pudieran esconderse
bajo ese manto de luz, sin llegar a poner imagenes de
verdadera crudeza. Imágenes que posiblemente hubieran
enfadado a gran parte de la sociedad China, y muy
especialmente a sus dirigentes. Hay que recordar que hasta
entonces, nadie había teniedo la posibilidad de conseguir
rodar en La Ciudad Prohibida y fue gracias a las autoridades, y
al visto bueno sobre la película de las mismas, lo que hizo que
se pudiera.

La verdad es que Storaro uso todo tipo de luces en este film,


algo tan complicado por el hecho de tener que iluminar dos
épocas bien distintasy tan diferentes dentro de la historia
de China. En la primera etapa, la Imperial, podemos ver como
la luz de los interiores suele ser bastante contrastada,
propia de las luces incandescentes y cálidas , que unido a
los colores usados (oros, rojos etc..) consiguen sumergirnos en
un ambiente de riqueza pero de misterio a la vez,
reflejándonos un mundo al alcance de unos pocos elegidos.

En la etapa comunista, la luz cálida se sustituye por luces


frías, apagadas y plomizas. Los contraste muy marcados,
dejan paso a una luz muy suave y tamizada sin a penas
contrastes. Los personajes muchas veces parecen camuflarse
con el entorno, gracias al uso del color, dando una
sensación de frialdad pero grandiosidad propia de un
colectivo en el que nada ni nadie sobresale, y sólo el tamaño
de los monumentos o construcciones pueden hablar sobre la
importancia del lugar.

Un trabajo tremendo el realizado por Storaro, pues aquí si que


hay que recalcar, y en letras mayúsculas, que no hay trabajo
digital posterior a la grabación. Lo que demuestra la
grandeza de este director de fotografía, que teniendo que
emular e iluminar grande extensiones de toma (y más aún al
haber tantos planos secuencia) no podemos apreciar
practicamente ningún error en toda la película.
Y bueno como creo que os gusta conocer alguna curiosidad,
aunque no tenga que ver con los apartados hablados, os
contaré nuevamente un par de curiosidades. La primera de
ellas es que el hermano menor de Pu Yi, y que le ayudó a
escribir su autobiografía, fue también encargado de supervisar
y asesora la película durante el rodaje. Y la segunda es que se
usaron para algunas escenas más de 19.000 extras, y es que
como ya os dije antes, estabamos en 1987 y el uso del
ordenador para arreglos en el cine aún no era muy usado salvo
para algunas películas de ciencia ficción.

Una grandísima película que no os debéis perder. Es una


de las grandes obras maestras del cine, y más si tenemos en
cuenta lo bien realizada que está. Asi que bueno, os he dado
unas pequeñas pautas o tips, como siempre os digo, y ahora os
toca a vosotros descubrir los entresijos de la misma,
visionándola o revisionándola (según sea el caso). Para
cualquier duda, ya sabéis que me tenéis a vuestra disposición y
os agradezco enormemente el éxito que está teniendo
esta serie de artículos sobre Inspiración Cinematográfica,
esperando que siga siendo de vuestro agrado. Tambien os
agradezco mucho vuestros comentarios y los consejos sobre
las películas que vendría bien analizar.
Os esperamos la semana que viene y os dejo como todas las
semanas con un par de fotogramas y el trailer, no sin antes
recordaros que si os gusta el cine y todo lo relacionado con él
no dejéis de visitar a nuestros compañeros
de Blogdecine.com .

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Inspiración cinematográfica... La vida de Pi


Como muchos sabéis soy un ferviente seguidor del cine y
claramente analista del mismo. Ya hace tiempo que llevo
haciendo este tipo de post sobre la Inspiración
cinematográfica con los cuales muchos fotógrafos pueden
conseguir analizar grandes películas en algunos aspectos
técnicos, para a su vez conseguir ver como los
mismos ensalzan emociones y/o sentimientos.

Aprovechando los recientes galardones de los Oscars en las


dos categorías en las que siempre centro estos post, hoy creo
que es un buen momento para hacerlo con la ganadora de los
mismos: La vida Pi.

Por si algunos no la conocéis, comentar que este film ha sido


dirigido por Ang Lee, director de películas como Tigre y
Dragón o Brokeback Mountain; y llevada en el apartado de la
dirección fotográfica por Claudio Miranda, participante en
películas como Tron Legacy, El curioso caso de Benjamin
Button, Seven, entre otras. La cinta nos traslada a la India de
finales de la época colonial (sobre 1957), en la que un
joven, Piscine Molitor Patel, (alias Pi) el cual sobrevive a
un naufragio de 227 días en un bote salvavidas junto a un tigre
de bengala. Este tigre pertenecía al zoo que su familia tenía en
la India y el cual iban a trasladar a Canadá por la mala
situación del momento que atravesaba el país indio.
Como de costumbre, os dejo el trailer y unas pequeñas pautas
para que podáis analizar la película desde una perspectiva más
profunda.

Planos, encuadres, técnicas creativas…


No hay duda que nos encontramos ante una cinta
que potencia enormemente la postproducción, pero la
dirección de Ang Lee ha conseguido unir este apartado junto
con el mensaje de Pi en indagar sobre la religión,
espiritualidad y su grandeza interior; lo cual ha sido algo a
valorar en el terreno narrativo. Es por eso que aunque nos
encontremos ante una historia con tintes de irreal, no hay
duda que las sensaciones de mostrar lo real se hace muy
palpable. La vida de Pi, es como ese sueño que parece tan real
al levantarnos, pero que nos hace dudar si de verdad ocurrió.

La tipología de planos es sencillamente sublime, los planos


generales mostrando una y otra vez los lugares en donde se
encuentra Pi, para asociarlos con la iluminación, dejan
patente un estudio muy exhaustivo de la composición
y de la descripción que pretende mostrar la película.
Muchas veces un plano general suele ser usado para
posicionar la acción, pero en este caso Ang Lee juega más
con la transmisión de emociones en este plano y la
colocación de los personajes en el mismo. Esto se hace algo
más sencillo si tenemos en cuenta que la mayoría de la cinta se
centra en un bote y la extensión del mismo creada por Pi para
alejarse de Richard Parker (el tigre de bengala). Los planos
cenitales son otro perfecto ejemplo de esto mismo dicho,
pero con mayor énfasis si cabe al poder mostrar el agua y lo
"visto" en él.
En cuanto a los planos medios y primeros planos la gran
mayoría de ellos juegan con un especial énfasis emocional y
muchas veces intentando transmitir ese pequeño toque de
espiritualidad y fe de todo lo que ocurre alrededor. En todos
ellos la intención de Ang Lee es la de mostrarnos el interior de
Pi, lo que siente, lo que padece, y sobre todo el empuje por
seguir adelante ante una situación... una humanidad que se
refleja en la excelente interpretación de Suraj Sharma (Pi),
durante gran parte del film. Es cierto que en algunos
fragmentos de la película el hieratismo de Sharma no consigue
hacer justicia a lo que el plano y el guión pretenden mostrar,
pero en líneas generales Ang Lee consigue sacar
perfectamente bien todo eso del personaje.

La creatividad que imprime Ang Lee en este film se centra


sobre todo en la esencia emotiva, en la elección de planos
terminados con una postproducción muy buena, y es que una
de las diferencias que tiene esta película con otras muchas en
las que los efectos especiales son parte clave, es que consigue
hacerlos parte interna de la película, no solo conviertiéndolos
en personajes como con Richard Parker, sino convirtiéndolos
en emociones y en absoluto haciéndolos participes de una
parte descriptiva más de la película, como puede ocurrir en
otras grandes producciones. En definitiva, podría decirse que
Ange Lee ha sabido componer perfectamente los planos para
introducir esos efectos para darles una vida propia dentro de
la película.

Iluminación
Conseguir aunar la realidad soñada con la realidad palpable es
uno de los aspectos más buenos y difíciles de La vida de Pi.
Considero a La vida de Pi el mejor trabajo de Claudio
Miranda hasta la fecha, y no hay duda que el Oscar es
merecidísimo. Miranda ha hecho todo lo meramente posible
para ayudar a Ang Lee a conseguir esa emotividad de la
mayoría de los planos.

Estamos ante una cinta que aunque tiene un mensaje


claro, es un mensaje que para conseguirlo tiene que cruzar
diferentes fases y caminos, la tranquilidad, el nerviosismo, la
desesperación, la alegría o la ilusión; todo ello unido a la
fantasía que muchos debemos tener cuando caminamos hacia
algo. Y todo eso es lo que ha representado Miranda en cada
escena de la película.

El uso de la luz ha sido muy heterogéneo, y quizá ahí


reside la verdadera dificultad, en el tener que revelar tantas
emociones diferentes en una sola película por medio de la luz.
La tranquilidad de los tonos cálidos, con los momentos más
desesperantes con tonos fríos, aunque haciéndonos ir más
lejos mostrándonos la belleza de lo mágico con tonos oscuros
y colores muy llamativos; al igual que acercándoos a lo
místico y religioso con la luces cálidas y dura en la noche
usando miles de velas. Y todo esto uniéndolo a una
iluminación más suave y más natural como la que podemos
observar en los primeros momentos de la película, cuando aún
lo verdaderamente extraordinario está a punto de suceder.

En definitiva, unas veces una luz muy racional y otras


veces muy irracional. Una iluminación que a pesar de
mezclar realidad con irrealidad parece nunca desentonar ante
el ojo de las personas, y es que, aunque se cambia muchísimas
veces entre luz dura y luz suave en escena, el espectador
parece que, lejos de aterrarse visualmente solo consigue
atraerle más aún (salve decir que gran parte de culpa de esto
la tiene el color).

El color es algo que no podía faltar en una película inspirada


en la India (aunque no sea realmente inspirada en la misma)y
más aún en una película con un claro ejemplo de
espiritualidad y "cuento". El mensaje que manda Miranda es
muy claro, los contraste del color nos acercan más a un
mundo diferente, a un cambio continuo de
emociones en todo que hace llegar al espectador, pero sin
llegar a chirriarnos, sino todo lo contrario, a enamorarnos.

La vida de Pi, es una película que tiene un mensaje claro,


el descubrirse a uno mismo ante las adversidades sin dejar
de lado los buenos valores que uno puede llevar consigo.
Técnicamente es una película buenísima en el apartado visual
y fotográfico, pero no lo sería sin una buena dirección y una
grandísima adaptación de la novela al terreno visual. Este,
quizá, es uno de esos análisis que he centrado más en ver el
mensaje de lo que querer transmitir para posicionar la
iluminación y el encuadre, que en los aspectos más técnicos de
una iluminación real. Quizá es por eso que es se pueda
catalogar a La vida de Pi como una película con una
iluminación emotiva por encima de perfecta
técnicamente (que no deja de serlo).

Inspiración cinematográfica... Camino a la perdición


Tras uno meses de ausencia en esta sección y tras recibir
peticiones y preguntas sobre si pretendía continuarla, he
vuelto a traeros Inspiración cinematográfica. Posiblemente no
sea una entrega semanal, como fue durante los anteriores
meses, pero espero que si pueda serlo cada quince días.

Dejando de la lado las “bienvenidas” toca entrar en materia.


En la última entrega de la sección analizamos la película
Gangs of New York, film dirigido por Martin Scorsesse, y
con Michael Ballhaus en el apartado de dirección de
fotografía. En dicho análisis, veíamos como podía ser una gran
película para inspirarnos en fotografía social o reportaje.

Pues bien, nuestra “segunda temporada” comienza con otra


película de época y sin movernos de territorio estadounidense.
El largometraje que estudiaremos es Camino a la
Perdición, dirigida por Sam Mendes, director que quizá os
suene por ganar el Oscar por American Beuty, e iluminada
por Conrad L.Hall, fallecido al año siguiente del estreno del
film.

Nos encontramos en norteámerica, en los peores años de la


Gran Depresión (años 20-30) y en los que las mafias
campaban a sus anchas por gran parte del país. Al Capone era
uno de los hombres más poderos del momento, y todo ello
gracias a jurisdicciones como la ley seca. El protagonista,
Michael Sullivan (Tom Hanks), trabaja para una familia de
mafiosos, que tras varios ajustes de cuentas acabaran por
matar a su mujer y a uno de sus hijos. Michael vengará está
acción, y tras ello escapará para proteger a su otro hijo y poder
darle una vida mejor que la que él ha llevado.

Planos, encuadres, técnicas creativas…


Sin duda Sam Mendes arriesgó y mucho al aceptar esta
película tras American Beuty; pero al ver la gran fluidez con
la que consigue “mover” a los personajes por la pantalla, y la
excelente colocación y elección de los planos no me extraña
que su figura subiera aún más enteros como director en
Hollywood. Estamos ante una película que juega con detalles
muy precisos en sus planos más cortos. Ese tipo
de planosconsiguen albergar parte de misterio en ellos no
siendo meros planos descriptivos, sino planos con una
pequeña “historia” viva en ellos. Esta es una de las
grandes bazas de esta película, conseguir que jamás te
desligues de la historia.

En cuanto a los planos medios, Sam Mendes tuvo muy claro


con todo aquellos a lo que se podía enfrentar, y no quiso dejar
pasar la oportunidad de llevarlo al extremo. Mostrar a muchos
personajes en escena no es tarea fácil y él supo hacerlo
realmente bien, ayudándose de una iluminación brillante y
una perfecta composición en todo momento que es lo
importante dentro de todo el plano. Planos muy cargados a
veces pero perfectamente ordenados visualmente.

Pero si un plano reina por encima de todos es el plano


americano. En un momento en el que las armas eran fieles
compañeras, mostrar a una persona hasta las rodillas debía
ser casi obligatorio; y eso es justamente lo que Sam Mendes no
desvirtúa. Sensacional elección y brillante composición.

Los planos subjetivos junto con sus


respectivos contraplanos hacen que la película sea más
fluida e intrigante de lo que podríamos esperar. Los diálogos
con más carga emocional o con más tensión nunca nos
dejan ver a más de una persona en pantalla, lo que unido a
encuadres muy cerrados (primeros, e incluso primerísimos
primeros planos) consigue acentuar más el conocimiento de
cada personaje ante el público.

Dentro de los aportes creativos, cabe mencionar el uso


del primer plano desenfocado. Hay que reconocer que es
realmente difícil realizar bien este tipo de técnicas,
pues pueden ser tan estéticas como problemáticas; y es
que la atención del espectador se puede desviar notablemente
si el peso visual es demasiado alto. Por tanto, su colocación,
movilidad y, porque no decirlo, color, son puntos que Mendes
sabe manejar perfectamente para añadir un plus más la
dirección del film.

Iluminación
Posiblemente estemos ante el apartado más importante
de la película. Puede que, por ello, fuera el único Oscar que
se llevó de las seis nominaciones que obtuvo. En definitiva,
ver Camino a la perdición es entrar de lleno en el mundo que
nos contaba en su novela Max Allan Collins y que
ilustraba Richard Piers Rayner. Gran parte de esto último lo
consigue el maestro Conrad L.Hall, que años atrás había
sido premiado por American Beauty en esta misma categoría.

Los colores fríos de toda la película, el predominio de


marrones dejando patente la época y una luz misteriosa, a
la par que multiples veces inquietante, son los puntos fuertes
de toda la belleza visual que desprende Camino a la perdición.

La iluminación en gran parte de la película mezcla luces


duras con luces suaves y tamizadas, lo que nos hace ver
que el control de la luz es exquisito. La simpleza con la que
aparenta al verse en pantalla es producto de la naturalidad con
la que parece mostrarse la luz en todo momento.

La sutileza, en muchos casos, con la que están separados los


personajes del fondo en momentos en que la luz es más suave
gracias al contraste de colores, se conjuga con la luz
localizada (sobre todo en interiores) de una manera más que
sublime. El uso de elementos, como la lluvia, el humo, etc…
nos dejan una luz con personalidad propia durante toda
la película.

Mención aparte merecen las escenas nocturnas de todo el


largometraje, para mi gusto toda una delicia visual en las que
Conrad supo moldear y asemejar la luz al entorno a las mil
maravillas. Contraluces usando perfectamente el entorno,
como por ejemplo las luces de coches, luces de farolas cayendo
sobre el suelo, o luces del interior de las viviendas con tonos
cálidos (las cuales contrastan con los tonos fríos de toda la
película, ejerciendo un papel muy rico para su visualización a
la par que psicológico), son sólo unos de los ejemplos que
podéis observar sobre la luz en estas situaciones.

En definitiva, un juego magistral de la luz, tanto en su


ambientación como en el apartado psicológico. Es muy
difícil conseguir reunir todas las características
técnicas de una buena iluminación (separación de
personajes, iluminación de puntos de interés, elección de
contrastes…), junto con un perfecta iluminación
artística (ambientación, psicología del color y de la luz,…).
Esto último es lo que hace diferenciarse a los buenos
directores de fotografía del resto, pues hacer esto realmente
bien y sin que se note es bastante complicado.

Como curiosidades de esta película os diré la que creo que nos


ataña más por ser de ámbito fotográfico; y es que el personaje
que interpreta Jude Law está basado en el famoso
fotoreportero Arthur Fellig, al que todos conocemos
por Weegee (nombrado varias veces en XatakaFoto). Incluso
en la propia película podéis ver fotos del propio Weegee en la
casa del personaje.

Como segunda y última peculiaridad os diré que, el título en


inglés tiene más sentido que en español, pues Camino a la
perdición y Camino a Perdición se escribe igual en inglés
(Road to Perdition) pero no en castellano. Esto hace que el
doble sentido en inglés sea más que evidente, ya que al pueblo
al que Michael Sullivan lleva a su hijo para protegerle se llama
Perdición.

Como siempre os he comentado, en esta serie de artículos no


pretendo hacer un análisis exhaustivo de la película,
simplemente daros unas pequeñas pistas para que
vosotros la visionéis y tengáis puntos de partido en los que
fijaros para inspiraros. Son temas de los que podría estar
escribiendo mucho más, pero considero que estos post están
enfocados más al aprendizaje posterior que al análisis
minucioso.

No dejéis de pasaros a leer los anteriores artículos de la


sección, y espero que mostréis vuestras impresiones sobre las
películas y vuestra inspiración en ellas.

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