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LA APLICACIÓN DE LA LÓGICA CLÁSICA AL DERECHO:

ALCANCES Y LÍMITES

Miguel León
miguel.leon.u@gmail.com
Universidad Peruana del Centro
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

RESUMEN
En este trabajo presentamos la conocida lógica deóntica
estándar, LDE, y discutimos sus alcances y limitaciones.
Asimismo, sostenemos que existe un dogmatismo ortodoxo en
favor de la LDE, y por nuestra parte sostenemos que en la
lógica jurídica debe haber un principio de tolerancia a fin de
poder abordar adecuadamente los conceptos del derecho.
Palabras clave: Lógica deóntica, lógica jurídica, lógica clásica,
principio de tolerancia en la lógica jurídica.

ABSTRACT
In this paper we present the well-known standard deontic
logic, SDL, and we discuss its scope and limits. Furthermore,
we claim that there is a dogmatic orthodoxy by which the only
logic for legal logic, is SDL; we claim against that position and
propose that in legal logic must hold the principle of tolerance
in order to originate a formalization better-suited to
peculiarities of legal concepts.
Key words: Deontic logic, legal logic, classic logic, principle of
tolerance in legal logic.

I. Introducción.

Desde los años 50 del siglo pasado, surge con gran vigor una serie trabajos lógicos que
tratan de dar cuenta de la índole de los argumentos normativos, tanto en la ética como en
el derecho1. Este proceso se inició con Ulrich Klug. Cabe mencionar el trabajo precursor
de nuestro Francisco Miró Quesada Cantuarias, igualmente de la década de los 1950, así
como el famoso trabajo de Georg Henrik von Wright, “Deontic Logic” de 1951. Junto con
los anteriores, tenemos los trabajos de Oskar Becker (con su obra Untersuchungen über
den Modalkalkül de 1952), Georges Kalinowski (con su artículo “Théorie des propositions
normatives” de 1953), Eduardo García-Maynes (con su obra Los principios de la ontología
formal del derecho y su expresión simbólica de 1953) y Héctor-Neri Castañeda (con su
artículo “Lógica general de las normas y la ética” de 1954).

1 No caben los purismos cronológicos, pues como es conocido, desde Aristóteles se tiene trabajos sobre la
forma lógica de los argumentos morales. En la edad media igualmente hay trabajos interesantes sobre esta
materia. En el siglo XX, igualmente destacado es el trabajo de Ernst Mally (con su “The Basic Laws of Ought:
Elements of the Logic of Willing”, 1926). Ver (Hilpinen & McNamara, 2013). Teniendo en cuenta estos
matices, la década de 1950 se caracteriza por la existencia de un proceso de mayor interés de lógicos y
filósofos de la lógica en la ética.
En las siguientes décadas se siguieron los trabajos lógicos acerca de los razonamientos
normativos, entre los cuales podemos destacar los de Stig Kanger, Jaakko Hintikka, Bengt
Hanson, Dagfin Føllesdal, Carlos E. Alchourrón, Eugenio Bulygin, David Makinson, Lennart
Åqvist, Alan Anderson, Nicholas Rescher, Franz von Kutschera, Lou Goble, Bas C. van
Fraassen, Newton da Costa, Walter A. Carnielli, Donald Nute, Miguel Sánchez-Mazas,
Txetxu Ausín, Gerhard Schurz, entre tantos otros.

Para las décadas de 1980s y 1990s, la lógica aplicada al razonamiento normativo empieza
a ampliarse hacia las nuevas lógicas no clásicas, tales como la lógica no monotónica, la
lógica difusa, la lógica deóntica (que ya había sido introducida al derecho desde la década
de 1960), la lógica paraconsistente, la lógica modal, etc.

Sin embargo, a raíz de este proceso de recepción de dichas lógicas, surgió el


cuestionamiento sobre la adecuación de algunas de estas lógicas, como es el caso de la
lógica no monotónica, para el razonamiento jurídico.

Dentro de este orden de cosas, se habla también de si la aplicación de las lógicas es


contraintuitiva a las problemáticas propias del razonamiento normativo. Si bien, para un
formalista2, queda claro que la intuición no es un criterio de corrección de los sistemas
lógicos, no obstante, desde un punto de vista externo, extra lógico, puede y debe evaluarse
la aplicabilidad o adecuación de las lógicas al argumento normativo.

II. Una definición de sistema lógico.

En primer lugar, el sistema lógico, 𝑆𝐿, lo definimos como el siguiente par ordenado3:

𝑆𝐿≔〈𝐿,𝑄〉

Donde:
𝐿: es un lenguaje que contiene un vocabulario, unas reglas de formación de expresiones
(fbf: fórmulas bien formadas) y una semántica4.
𝑄: es el conjunto de reglas de inferencia que nos permite efectuar deducciones a partir de
los axiomas de 𝑆𝐿.

A su vez, el vocabulario está compuesto por un conjunto de símbolos no lógicos, un


conjunto de símbolos lógicos y signos de puntuación.

2 Para el formalismo, las matemáticas sólo son fórmulas, proposiciones formales que hablan de las
matemáticas, que no tienen significado ni verdad material. Así, las fórmulas son una línea de símbolos de
un lenguaje formal que tratan de los objetos matemáticos, tales fórmulas carecen de significado o de verdad
(en el sentido de que no están relacionados con el mundo físico), y la principal condición que hemos de
exigir de dichas fórmulas es su consistencia, esto es que no se incurra en contradicción (o sea que de ellas
no se derive una proposición del tipo p˄¬p). El método para demostrar las verdades matemáticas es el
axiomático (Takeuti, 2003 (1986), p. 82). Para una exposición amplia del programa de Hilbert puede verse
(Detlefsen, 1986; Sieg, 2013).
3 En esta parte seguimos a (Gabbay D. M., 1994; Palau, 2002).
4 Ha de hacerse una distinción entre semántica y pragmática. Desde un punto de vista lógico, la semántica

es el estudio de las propiedades de los enunciados que no varían por el uso o por el cambio del contexto,
mientras que la pragmática toma en cuenta el uso y el contexto. Así, la semántica se ocupa del significado
(independiente del contexto) de las expresiones y enunciados y sus referentes así como de las conexiones
lógicas entre expresiones.

2
Dicho esto, la semántica, en el sentido indicado, es una parte esencial de todo sistema
lógico, lo que no es el caso de la pragmática.

Desde el punto de vista de la teoría de la prueba o demostración, el sistema lógico se


entiende como el par (⊢,S⊢) donde S⊢ es una teoría de la prueba para ⊢. Esto quiere decir
que no es suficiente conocer ⊢ para entender a la lógica, sino que debemos conocer cómo
es su presentación, i.e. S⊢ (Gabbay D. M., 1994, p. 181).

Definición de lógica clásica: un sistema lógico es clásico si tiene la estructura 〈L,Q〉, y


cumple con las siguientes propiedades:

§ 1. ((Σ⊆Δ)˄(Σ⊢Γ)) ⇒ (Δ⊢Γ) [monotonía]


Intuitivamente, la monotonía dice que sin importar lo que aprendamos,
seguiremos pensando lo mismo.
§ 2. 𝐴˅¬𝐴 [tercio excluso].
Intuitivamente, este principio nos dice que algo puede ser verdadero o falso, sin
que quepa una tercera posibilidad.
§ 3. 𝐴=𝐴 [identidad].
Intuitivamente, este principio nos dice que toda cosa es igual a sí misma.
§ 4. ¬(𝐴˄¬𝐴) [no contradicción].
Intuitivamente, este principio nos dice que no es posible que algo sea y no sea,
a la vez y en bajo el mismo aspecto.

Donde 𝐴 es una fbf, y Σ, Δ, Γ con conjuntos de enunciados (i.e., fbf).

Lo interesante es que esto también se cumple para la lógica adoptada por Ulrich Klug, y
que sucintamente puede verse en el apéndice de su texto (Klug, Lógica Jurídica, 1990
(1982), págs. 266-268). E igualmente para la lógica (clásica) empleada a lo largo de la
obra de Alchourrón & Bulygin, entre otros.

En nuestro medio, este asunto ha sido trabajo en forma muy destacada por nuestro gran
filósofo Francisco Miró Quesada Cantuarias en su texto “Las lógicas heterodoxas y el
problema de la unidad de la lógica”, donde señala que los principios de identidad, no
contradicción y tercio excluso son parte de las condiciones necesarias de logicidad que se
cumple en la lógica clásica, pero no así en las “lógicas heterodoxas” (que es lo que
llamamos lógicas divergentes) (1978, págs. 13-28). Asimismo, en dicho trabajo Miró
Quesada Cantuarias no menciona en ningún momento al principio de razón suficiente,
como tampoco lo hace Klug en su trabajo antes referido, y tampoco los diversos de estudio
de la lógica, v.g., (Mendelson, 2015). En la sección IV ampliaremos ente punto.

III. La lógica deóntica estándar.

En cuanto respecta a la lógica deóntica, esta también tiene una serie de desarrollos fuera
de la lógica clásica, como los sistemas de lógica no monotónica, los de lógica
paraconsistente, difusa, entre otros5. Empero, este trabajo se basará en la formulación
estándar de la lógica deóntica, como la contenida en (Garson, 2013).

5 Puede consultarse (Nute, 1997; Gabbay, Horty, Parent, van der Meyden, & van der Torre, 2013).

3
La actual pluralidad de sistemas de lógica puede causar la equivocada impresión de que
la lógica clásica ha sido dejada de lado. Sin embargo, tal cosa sería un error. En primer
lugar, porque la actual filosofía de la ciencia, así como la ciencia misma (incluyendo las
matemáticas) hacen uso directo de la lógica clásica. Y, en segundo lugar, creemos que no
se ha explorado suficientemente la relación entre derecho y lógica, y que hay cierta
precipitación en los autores que desechan la lógica deóntica clásica basándose en el
argumento principal de los problemas y paradojas encontrados en la misma por la
literatura especializada6. Empero, y en esto seguimos a (van Benthem, 2010; Garson,
2013), algunos casos se trata de equívocos derivados de la mala comprensión de la
relación entre lenguaje natural y lógica, de modo que lo que en lenguaje natural parece
ser una paradoja, en lógica, únicamente se trata de una seudo paradoja, tal como lo
ejemplifican (van Benthem, 2010, pp. 119-120; Garson, 2013, pp. 46-49).

Como ya hemos señalado, no existe un único sistema de lógica modal, sino que hay varios.
Para fines del presente trabajo, emplearemos el denominado sistema estándar de la lógica
modal. A fin de esclarecer este tema hemos de señalar que este sistema modal estándar
se basa en la lógica de primer-orden clásica, que es la que se estudia en los cursos de
pregrado de matemáticas y las ingenierías. Para fines de una adecuada presentación de la
lógica de primer orden, señalamos lo siguiente:

Sea 𝐿 un lenguaje de primer, donde su sintaxis cumple con:

i. Un conjunto de símbolos de constantes {𝑐𝑖 | 𝑖∈𝐼},


ii. Para cada entero positivo 𝑛, un conjunto de símbolos de funciones 𝑛-
arias {𝑓𝑗 | 𝑗∈𝐽𝑛}, y
iii. Para cada 𝑛≥1, un conjunto de símbolos de relaciones 𝑛-arias {𝑝𝑘 |
𝑘∈𝐾𝑛}.

Asimismo, 𝐿 tiene:

iv. Una secuencia de variables 𝑥0, 𝑥1, 𝑥2,...,


v. Conectivos ¬ (negación) y ∨ (disyunción),
vi. ∃ (cuantificador existencial), y
vii. La relación binaria de igualdad, =.

Asimismo, 𝐿 tiene los esquemas axiomáticos de Łukasiewicz (en honor al lógico polaco
Jan Łukasiewicz7, que los formuló en 1929):

Ax1. (𝔄⇒𝔅)⇒((𝔅⇒ℭ)⇒(𝔄⇒ℭ)).
Ax2. (¬𝔄⇒𝔄)⇒𝔄.
Ax3. 𝔄⇒(¬𝔄⇒𝔅).

6 Jörg Hansen, Gabriella Pigozzi, Leendert van der Torre, Jan Broersen y Txetxu Ausín, Risto Hilpinen y Paul
McNamara (2006, 2007, 2012 y 2013), recientemente han formulado algunos de los problemas filosóficos
y lógicos de la lógica deóntica en la actualidad. Muchos de estos problemas eran ya conocidos y que
actualmente suman un total de 26 problemas, para este listado puede verse (León Untiveros, 2015).
7 Jan Łukasiewicz (1878–1956), el famoso lógico polaco, también era abogado.

4
Las reglas de inferencia, que son necesarias para todo sistema lógico, y que desde G. Frege,
ya es un lugar común, son las siguientes:

R1. Sean 𝔄 y 𝔅 dos fórmulas bien formadas, que se abreviada 𝑓𝑏𝑓,


tenemos que de 𝔄, 𝔄⇒𝔅 ⊢ 𝔅, que se conoce como la regla de
separación o modus ponens, conocida desde la Grecia clásica.
R2. Dado un teorema 𝔄, se deduce inmediatamente otro teorema 𝔅
sustituyendo en 𝔄 una de cualquiera de sus variables, en todas sus
apariciones, por una misma 𝑓𝑏𝑓 cualquiera. Esta regla es la regla de
sustitución uniforme de variables.

Ahora, procedemos a presentar una versión simple del sistema mínimo de lógica modal,
llamado sistema K (en honor al lógico norteamericano Saul Kripke), y lo haremos para la
lógica proposicional, que es menos expresiva que la lógica de primer orden, antes descrita.
Para ello en primer lugar, presentaremos brevemente la lógica proposicional clásica8:

A. Términos primitivos.
Símbolos lógicos:
Constantes lógicas: ¬, ⇒
Signos de puntuación: ( )
Símbolos no lógicos:
Variables proposicionales: 𝑝, 𝑞, 𝑟,…, 𝑝1, 𝑞1, 𝑟1,…

B. Reglas de formación.
RF1. Toda variable proposicional es una 𝑓𝑏𝑓.
RF2. Si 𝔄 y 𝔅 son dos 𝑓𝑏𝑓s, entonces ¬𝔄 y (𝔄⇒𝔅) son también 𝑓𝑏𝑓s.
RF3. Sólo son 𝑓𝑏𝑓s las cadenas de símbolos que resultan de la
aplicación de RF1 y RF2.

C. Términos definidos.
𝔄∨𝔅 ≔ ¬𝔄⇒𝔅.
𝔄∧𝔅 ≔ ¬(𝔄⇒¬𝔅).
𝔄⇔𝔅 ≔ ¬((𝔄⇒𝔅)⇒¬(𝔅⇒𝔄))

D. Las reglas de inferencia son R1 y R2, antes indicadas.


E. Los axiomas son que se forman a partir de los esquemas axiomáticos
de Łukasiewicz, antes indicados.

El sistema lógico que cumple con A – E es llamado el cálculo o lógica proposicional, CP,
este sistema incluye todas las tautologías que se derivan de sus axiomas.

Hecho esto, presentamos los axiomas del sistema K:

K1. Las tautologías del CP.


K2. ◇𝔄≔¬¬𝔄.

Siendo sus reglas de inferencia:

8Tomamos la presentación hecha por (Cassini, 2012), empero puede verse la efectuada por (Jeffrey, 2006;
Mendelson, 2015), etc., pues se tratan de lugares comunes en la lógica actual.

5
RK1. Modus ponens.
RK2. Regla de necesitación: Si ⊢𝔄, entonces ⊢𝔄.

Esta presentación del sistema K, permite ver claramente que este sistema de lógica modal
no es un sustituto de la lógica clásica (en especial del CP), sino que es una extensión pues
sobre la base del CP, añadiendo K2 y RK2 obtenemos el sistema modal K.

Existen otros sistemas más, que son usualmente estudiados en los diversos textos
introductorios de lógica modal, sólo por mor de la claridad enunciaremos algunos de los
más conocidos:

El sistema T.
Partiendo del sistema K, se añade el siguiente esquema axiomático: 𝔄⇒𝔄.

El sistema S4.
Partiendo del sistema T, se añade el axioma 4: 𝔄⇒𝔄. Y finalmente,

El sistema S5.
Partiendo del sistema S4, se añade el siguiente axioma: ◇𝔄⇒𝔄.

Para fines de mantener las cosas lo más simple, la lógica que empleamos es la
proposicional, que no contiene los cuantificadores (universal y existencial), y que tiene
como símbolos primitivos: ⊥ (contradicción) y ⇒ (condicional material). La semántica de
estos es:

⊥ es falso en todos los casos.


⇒ es falso cuando el antecedente es verdadero y el consecuente es falso, y verdadero
en los demás casos.

En esta parte de definición, emplearemos la notación polaca. Luego, los demás símbolos
de operaciones se definen así:

¬𝑝 ≔ ⇒𝑝⊥
˄𝑝1𝑝2 ≔ ¬⇒𝑝1¬𝑝2
˅𝑝1𝑝2 ≔ ¬⇒𝑝1𝑝2
⇔𝑝1𝑝2 ≔ ˅⇒𝑝1𝑝2⇒𝑝2𝑝1

Asimismo, existe un conjunto de símbolos proposicionales: 𝑝1, 𝑝2, 𝑝3,…, 𝑝𝑛, donde 𝑛∈ω.

Este lenguaje artificial ℒ tiene las siguientes características:

o Sent0 ≔ es el conjunto de las ℒ-oraciones atómicas.

o Para cada 𝑛∈ω,


Sent𝑛+1 ≔ Sent𝑛 ∪ {¬: 𝑝∈Sent𝑛}∪{•𝑝1𝑝2 : 𝑝1, 𝑝2∈Sent𝑛, donde • es uno de
˅, ˄, ⇒, ⇔}.

o Sentℒ ≔ ⋃𝑛∈ω Sent𝑛.

6
i) Deducción natural para la lógica proposicional ℒ9.

ℒ tiene las siguientes reglas de deducción:

Hipótesis. Una nueva hipótesis puede ser agregada a una demostración en cualquier
momento siempre que se permanezca dentro de la misma sub demostración.

Modus Ponens. De dos premisas donde una es una condicional material y segunda
es la afirmación del antecedente, se sigue la afirmación del consecuente.

Prueba condicional. Si de la hipótesis de deriva determinada consecuencia, entonces


se sigue el condicional material donde el antecedente es la hipótesis y el consecuente
es la conclusión antes dicha.

Doble negación. Esta regla permite remover la doble negación.

Reiteración. Una oración puede ser copiada dentro de una nueva sub demostración.

A este conjunto de reglas en ℒ, le llamamos: el sistema 𝐿𝑃, y nos permiten demostrar todos
los enunciados (formulas bien formadas en ℒ).

ii) El sistema 𝐾.

El sistema 𝐾 (en honor al gran lógico contemporáneo, Saul Kripke) es una extensión del
sistema 𝐿𝑃. Para ello, requerimos de un nuevo concepto primitivo adicional: . La
interpretación intuitiva de 𝑝 es “𝑝 es el caso en todas las situaciones”. No puede, en este
punto entenderse como “𝑝 es el caso en todos los mundos posibles” pues esta es una
interpretación alética muy específica de la lógica modal y que es una extensión del sistema
𝐾 al cual se le agrega el axioma (M):

(M) ⇒𝑝𝑝

Este sistema, llamado sistema 𝑇, y no es de nuestro interés. Pero sirve para prevenir que
en el sistema básico, el sistema 𝐾, 𝑝 no puede interpretarse en términos de mundos
posibles. Hecha esta precisión,  nos permite formular dos reglas adicionales:

( fuera): Cuando se ha probado 𝑝, podemos abrir una sub prueba encabezada
con  y escribir directamente 𝑝 dentro de la subprueba.

( dentro): Una vez que se ha demostrado 𝑝 en una sub prueba encabezada por ,
de esto se sigue que 𝑝 está probado fuera de la subprueba.

Entonces, ahora definimos el sistema 𝐾 así:

Sistema 𝐾 = 𝐿𝑃 + ( fuera) + ( dentro)

9 Los puntos i), ii) y iii) recogen la presentación de la lógica expuesta en (Garson, 2013), empero en el curso
de la misma mantenemos la notación polaca y por nuestra parte hacemos algunas observaciones.

7
Como se ve claramente el sistema 𝐾 es una extensión del sistema de la lógica
proposicional, 𝐿𝑃. Es importante tener en cuenta que cuando decimos que un sistema
lógico es una extensión de otro, ello importa que el primer cumple con las propiedades
principales del segundo. En este caso, el sistema 𝐾 cumple con los tres principios clásicos:
identidad, tercio excluido y no contradicción, así como con la propiedad de la monotonía
de la consecuencia lógica.

iii) El sistema de lógica deóntica estándar, Sistema 𝐷.

La lógica deóntica estándar, sistema 𝐷, es una extensión del sistema 𝐾, y para definirlo
requerimos lo siguiente. Primero sustituimos  por 〇 que es el símbolo primitivo que
dice: “es obligatorio que”. Grosso modo, “es obligatorio que” puede entenderse como “es
necesario que ocurra, en todas las situaciones ideales” de manera que semánticamente ○
es una restricción de . Esto da lugar a:

(〇 fuera): Cuando se ha probado 〇𝑝, podemos abrir una sub prueba encabezada
con ○ y escribir directamente 𝑝 dentro de la subprueba.

(〇 dentro): Una vez que se ha demostrado 𝑝 en una sub prueba encabezada por 〇
, de esto se sigue que 〇𝑝 está probado fuera de la subprueba.

Ahora, definimos “es permitido que” y “es prohibido que”:

(Def 𝑃) 𝑃𝑝 ≔ ¬〇¬𝑝
(Def 𝐹) 𝐹𝑝 ≔ 〇¬𝑝

Luego, introducimos el axioma deóntico 𝐷:

(𝐷) ⇒〇𝑝𝑃𝑝, que dice que a partir del hecho de que algo sea obligado se sigue
que eso mismo está permitido, por lo menos en un sentido.

Así, podemos definir el sistema 𝐷, de la siguiente manera:

Sistema 𝐷 = 𝐿𝑃 + (〇 fuera) + (〇 dentro) + (𝐷)

Vemos que el sistema 𝐷 es una extensión de es una extensión del sistema 𝐾, para lo cual
se ha reinterpretado  como 〇, el cual cumple el mismo rol (i.e., cumple con las mismas
reglas de deducción natural que ) y, además, se ha agregado el axioma (𝐷). A su vez,
puede verse claramente también que el sistema 𝐷 es una extensión del sistema 𝐿𝑃, de
modo que puede decirse que el sistema 𝐷, al igual que el sistema 𝐾, cumple con los tres
principios de la lógica clásica: identidad, tercio excluido y no contradicción, y la propiedad
de la monotonía de la consecuencia lógica.

iv) Aplicaciones de la LDE a la formalización del Derecho.

Una de las discusiones o asunciones más generalizadas en lo que refiere a las aplicaciones
de la lógica deóntica al derecho, es que los enunciados legales como “si 𝑥 mata entonces
debe ocurrir 𝑞” suele formalizarse empleando la implicación material:

8
⇒𝑝〇𝑞

Creemos que es un error, no formal, sino que parte de la idea ingenua de que la
formalización de toda expresión del lenguaje natural de la forma “si… entonces” se hace
únicamente con el condicional material. En lógica sobran los ejemplos que ello no ocurre
así. Un primer ejemplo es el conocido caso de los condicionales contrafácticos, sean las
dos expresiones:

𝐴: “Si Oswald no mató a Kennedy, entonces algún más lo hizo”.

𝐵: “Si Oswald no hubiera matado a Kennedy, entonces algún más habría hecho”

La diferencia entre los enunciados 𝐴 y 𝐵 es que el primero, bajo ciertas condiciones cabe
ser razonablemente formalizado empleando el condicional material, o sea:

⇒¬𝑝𝑞

No ocurre lo mismo para el caso de 𝐵 puesto que este presupone el hecho de que “Oswald
sí mató a Keneddy”, así que el enunciado contrafáctico no tiene una formalización
adecuada en el sistema clásico 𝐿𝑃10.

Un segundo ejemplo es el caso del argumento a contrario analizado por Francisco Miró
Quesada Cantuarias (2003, págs. 50-53), que lo hace de forma distinta al propuesto por
por Ulrich Klug (1966, p. 128) y seguido por Robert Alexy (1989 (1978), p. 280). Veamos
con detenimiento este punto. La propuesta de Klug consiste en introducir un operador
inverso al condicional material ⇒, y que podemos simbolizar como ⇐, cuya semántica es:
𝑝⇐𝑞 es falso cuando 𝑝 es falso y 𝑞 es verdadero (Klug, 1990 (1982), pág. 41). De modo
que, en el sistema 𝐿𝑃, a función veritativa ⇐ se deriva de la función veritativa básica ⇒,
así:

(Def ⇐) ⇐𝑝𝑞 ≔ ⇒ ¬𝑞¬𝑝

Esto puede verse mejor en la siguiente tabla:

𝑝 𝑞 ⇐𝑝𝑞 ⇒ ¬𝑝¬𝑞
1 1 1 1
1 0 1 1
0 1 0 0

10Sin embargo, puede tenerlo en otra lógica, no clásica, sobre esto puede verse el interesante texto (Kvart,
1986) donde además hace un análisis de la famosa propuesta de David Lewis. Para una introducción al
tratamiento lógico de los argumentos contrafácticos, puede verse (Gamut, 1991; Nolt, 1997; Priest, 2008)
entre otros.
Cabe mencionar que en el derecho ocurre el uso de argumentos contrafácticos. Por ejemplo en la doctrina
civil se entiende que una cosa es causa de otra cuando “a toda condición, a menos, que por su naturaleza,
fuese, en general, totalmente indiferente para determinar el daño” (Enneccerus, 1948, pág. 69), lo cual
coincide en lo esencial con el criterio de Juan Espinoza (2013, págs. 215-218). De la afirmación antes
señalada como concepción de la doctrina sobre la causa (o relación de causalidad) puede derivarse
intuitivamente enunciados del tipo “si 𝑥 no hubiera disparado contra 𝑦, éste igualmente hubiera muerto”.
Para un tratamiento del empleo de los argumentos contrafácticos en el derecho véase (Ratti, 2012).

9
0 0 1 1

Como puede verse los enunciados ⇐𝑝𝑞 y ⇒¬𝑞¬𝑝 son equivalentes, esto es que dicen lo
mismo. De modo que ⇐𝑝𝑞 puede considerarse una abreviación de ⇒ ¬𝑞¬𝑝. Así las cosas,
lo que Klug denomina implicación intensiva, ⇐, no es más que un caso especial de la
implicación material ⇒. Sin embargo, la formulación de este modo del argumento a
contrario lleva a contrasentidos, como el mostrado por Alchourrón & Bulygin (2012, págs.
228-230), como el contraejemplo que proponen:

Sean dos normas N1 y N2,


N1: Si se dan las circunstancias 𝐴 y 𝐵, debe ser 𝑝.
N2: Si se dan las circunstancias no-𝐴 y no-𝐵, no debe ser 𝑝.

¿Cuál es el estatus deóntico de 𝑝 (para un sistema de dos normas, las indicadas) en


el caso que se den las circunstancias 𝐴 y no-𝐵?

Este contraejemplo no puede ser solucionado sea que utilicemos la implicación material
⇒ o la implicación intensiva ⇐. La cuestión central, por tanto, es dilucidar el significado
de la expresión “si…entonces”11.

La propuesta de Francisco Miró Quesada C. para el caso del argumento a contrario, es


emplear lo que llama la deducción transilogística (2003, págs. 50-53), que tiene la
siguiente forma:

Sea el supuesto de hecho 𝐴 y la consecuencia jurídica 𝐵, la deducción transilogística tiene


la siguiente forma:

⇔𝐴𝐵

Nótese que ⇔𝐴𝐵 puede definirse empleado tanto la implicación material como la
implicación intensiva, así:

⇔𝐴𝐵 ≔ ˄⇒𝐴𝐵⇒𝐵𝐴
⇔𝐴𝐵 ≔ ˄⇐𝐴𝐵⇐𝐵𝐴

Semánticamente ⇔𝐴𝐵 es verdadero cuando los valores de verdad de 𝐴 y 𝐵 es el mismo.


De esto se tiene que:

⇔𝐴𝐵 implica ⇔¬𝐴¬𝐵

Por otro lado, el problema del significado de la formulación “si…entonces” subsiste.


Aunque lo que podemos tener en claro es que no necesariamente no hay una única manera
de formalizarla, se puede variar.

Por nuestra parte sostenemos que la propuesta del gran Francisco Miró Quesada
Cantuarias debe ser general, esto es para toda formalización de las normas expresadas
como supuesto de hecho y consecuencia. Por ejemplo: si tenemos el caso de un contrato
11 En la filosofía de la ciencia ello conlleva a problemas de interpretación de la relación entre las teorías de
la ciencia y el mundo, v.g., (Smart, 1963), en especial el capítulo 2.

10
que es válido y que ha sido incumplido por una de las partes, lo que sigue de esto es que
se proceda a su resolución. También, puede admitirse que no cabe resolver un contrato
invalido, especialmente si es nulo. La norma pertinente puede ser formalizada del
siguiente modo:

N3: ⇔˄𝑝𝑞𝑟
Donde
𝑝: “El contrato es válido”.
𝑞: “El contrato se ha incumplido”
𝑟: “El contrato se resuelve”

En este caso, ante el contraejemplo de Alchourrón y Bulygin, de qué es lo que ocurre en


las circunstancias 𝑝 y no-𝑞, se tiene una única solución, no-𝑟. Por tanto, esta formulación
supera la prueba de erosión12.

Este modo de formalizar a las normas legales no es nuevo, y la podemos encontrar en


autores como (Grossi & Pigozzi, 2014, p. 10) donde precisamente se maneja el ejemplo
del contrato que hemos puesto. Simplemente por mor de la claridad, esta propuesta no
sólo se restringe a las normas del derecho civil, sino que es general. Así el artículo 106 del
Código Penal Peruano13, que tiene la formulación de un supuesto de hecho y una
consecuencia, puede ser formalizada del siguiente modo:

N4: ⇔𝑝𝑞
Donde
𝑝: “El que mata a otro”.
𝑞: “Él será reprimido con una pena privativa de libertad no menos a 6 ni
mayor a veinte años”.

IV. El principio de razón suficiente.

El año pasado el Tribunal Constitucional emitió una sentencia (Expediente N° 00191


2013-PA/TC) de gran relevancia no sólo para el estudio del derecho subjetivo sino
además en cuanto atañe a la relación entre Lógica y Derecho. De acuerdo con la sentencia
antes mencionada la relación es bastante estrecha, en especial con sus principios
caracterizadores que, a decir de la sentencia de marras, son los siguientes: identidad, no
contradicción, tercio excluido y razón suficiente. En este trabajo mostraremos, que: (1)
de acuerdo a una concepción moderna de la lógica actual (y de su filosofía), podemos estar
de acuerdo en parte con las tres primeras, pero el principio de razón suficiente, con toda
la autoridad que tiene, pues aparece en los trabajos de Spinoza (1632-1677) y Gottfried
Leibniz (1646-1716), actualmente no es considerado como un principio de la lógica
clásica y (2) los tres primeros principios si bien son correctos, empero, no son
considerados universales, esto es que son caracterizadores de todo sistema lógico, pues
por ejemplo, las llamadas lógica no clásicas divergentes no cumplen por lo menos con uno
de los principios, a saber: identidad, no contradicción y tercio excluido.

12Esto es la prueba del contraejemplo. Cf. (Salmon, 1992, pp. 11, 12 y 26)
13El texto legal penal dice: “El que mata a otro será reprimido con una pena privativa de libertad no menos
a 6 ni mayor a veinte años”

11
Llegados a este punto es propicio adentrarnos al análisis del status lógico del principio de
razón suficiente - PRS. Como hemos señalado este así llamado principio es un concepto de
una alta procedencia pues fue empleado por importantes filósofos desde Spinoza y
Leibniz en adelante.

Una manera de definir los principios lógicos es que son expresiones formales que son
válidas en todos los mundos posibles (da Costa, 1992, p. 28). Dejando de lado por el
momento la cuestión de las lógicas no clásicas, si el PRS ha de ser lógico, debería ser
empleado en la formulación de la lógica clásica. Empero no ocurre así. Por ejemplo, en los
textos de lógica clásica, v.g. (Kleene, 1952; Church, 1956; Tarski, 1994; Boolos, Burges, &
Jeffrey, 2007; Mendelson, 2015), no se emplea el PRS en la formulación de los sistemas
lógicos clásicos, así como tampoco ocurre en los textos de filosofía de la lógica cuando
tratan de la lógica clásica, v.g., (Haack, 1978; Gabbay & Guenthner, 2004; da Costa, 2008).
Y existe una razón para ello. Siguiendo la formulación que hace Melamed & Lin del PRS,
por éste se entiende de la siguiente manera: para cualquier hecho F, debe haber una razón
suficiente para que F sea el caso (Melamed & Lin, 2016). Estos autores indican que el
término “hecho” no contiene ningún compromiso con alguna ontología sobre los hechos.
Asimismo, indican que una formulación más estricta es la siguiente:

∀𝑥∃𝑦 𝑅𝑥𝑦

Lo cual se lee: para todo hecho 𝑥 (cualquiera sea su ontología) existe una razón 𝑦 tal que
𝑦 es razón suficiente de 𝑥 (Melamed & Lin, 2016).

Siguiendo esta forma de presentar el PRS, y si entendemos 𝑥 como un hecho matemático


de la aritmética de Peano (o de la teoría estándar de conjuntos), entonces sucede que por
lo menos hay un 𝑥 para el cual no existe ningún 𝑦 de modo que se cumpla que 𝑦 sea razón
suficiente de 𝑥, y, por tanto, en este caso el PRS es falso. Esto es una de las consecuencias
del primer teorema de incompletitud de Kurt Gödel, quien, en 1931, señaló: hay verdades
matemáticas que no son decidibles14.

La aparición del teorema de incompletitud de Gödel tuvo una gran repercusión no sólo en
el alcance y los límites de las matemáticas, sino en la noción misma de lo que se puede
conocer. Se trata de un teorema de imposibilidad, por ende, es un resultado fuerte e
ineludible, ceteris paribus. Este teorema marcó el fin de una concepción bastante
arraigada entre los matemáticos, que sostenían que el conocimiento humano es completo
y seguro, y que fuera liderado por el gran matemático alemán David Hilbert.

Ahora, teniendo este resultado que indica todo lo contrario al PRS, no puede seguir
sosteniéndose dicho principio, al menos no sin antes demostrar matemáticamente la
falsedad del primer teorema de incompletitud de Gödel (lo cual no es tarea fácil).

Por otro lado, existe otra razón más de orden filosófico para rechazar la vigencia (en todos
los mundos posibles) del PRS, y es la noción de falibilismo. La falibilidad de nuestras

14En otras palabras, no existe un mecanismo finito que permite saber si tiene una prueba o si no lo tiene. O,
en palabras más simples, hay verdades que no podemos demostrar (o, que es lo mismo, no podemos
justificar con ninguna razón). Para una exposición breve y amigable sobre los teoremas de incompletitud
de Gödel, puede verse (Fresán, 2010), para una exposición intermedia puede verse (Nagel & Newman, 2001;
Jeffrey, 2006) y para una más avanzada puede verse (Mendelson, 2015).

12
teorías científicas nos dice que aun cuando un enunciado se derive lógicamente de una
teoría y asimismo esté corroborada empíricamente, puede que posteriormente se la
llegue a considerar falsa (de Gaynesford, 2006, p. 159).

En el caso del falsacionismo, Popper (1983) señalaba que nuestros conocimientos


científicos sólo son conjeturales y que la labor de los científicos era su refutación 15. Así
pues, de acuerdo con Popper:

… la ciencia … consiste solamente de nuestras observaciones y de las expectativas


erigidas imprudente y precariamente de parte de ellas. Las teorías … se revelan
no como fortalezas intelectuales, sino como castillos imaginarios en el aire.
… Entonces, si nuestro objetivo es el descubrimiento de lo que es verdadero y lo
que es falso, tenemos que examinar cuidadosamente cada conjetura que se
propone. Esta tarea se cumple lo más directamente por medio del análisis de las
consecuencias lógicas de la conjetura, ya que una conjetura que implica algo falso
es ella misma falsa. En tanto que la conjetura trata de aseverar algo sobre el
mundo empírico, es decir, el mundo de nuestra experiencia compartida, tiene que
tener algunas consecuencias empíricas que podrían, en algunas circunstancias
concebibles, mostrarse como falsas. Este es el meollo del criterio de falsabilidad.
Una investigación empírica provechosa de una hipótesis necesita recibir en su
gama de evaluaciones no sólo palmaditas en la espalda, sino también patadas en
los dientes. (Miller, 2015, págs. 93-94)

En un reciente trabajo hemos mostrado que el falibilismo correctamente entendido


bloquea completamente la noción de verdad como ideal regulativo (León Untiveros,
2017). Por tanto, hay conocimiento sin que éste pueda ser considerado verdadero an sich.

Cabe agregar que el PRS no es un principio de la lógica clásica en el sentido que hemos
indicado más arriba (basta con revisar los axiomas de Łukasiewicz expuestos en la sección
III); empero, existen sistemas formales donde se trabaja con determinadas versiones de
este principio, para lo cual remitimos al lector a (Schnieder, 2011; Correia & Schnieder,
2012).

En consecuencia, el PRS no es un principio lógico de la lógica clásica, así como tampoco es


uno matemático o científico, de modo que aun cuando tenga expresión en la lógica clásica,
como señalan (Melamed & Lin, 2016), no forma parte de los axiomas o fundamentos de la
lógica clásica16.

V. Lógica y derecho.

El empleo de un lenguaje formal en filosofía no es directo como pudiera parecer a primera


vista. Siguiendo a Sven Ove Hansson (2000), dicha tarea se hace en dos etapas. La primera

15 Mucho antes que Karl Popper, Peirce ya había enfatizado muy bien este segundo aspecto del falibilismo,
ver (Peirce, 1935), en lo cual fue seguido por John Dewey y William James (Putnam, 1994, p. 171).
16 Sin embargo, queda por explorar la cuestión de si la propuesta del Tribunal Constitucional peruano puede

formalizarse adecuadamente con sistemas axiomaticoas que contemplen como postulado formal el PRS,
como los mostrados en (Schnieder, 2011; Correia & Schnieder, 2012). Esto no quiere decir que en tales
casos el PRS se convierta en un principio de la lógica clásica. Esta cuestión, por razones de oportunidad, no
lo abordaremos en este trabajo.

13
es el paso del lenguaje común a un lenguaje filosófico organizado, la segunda etapa es el
paso del lenguaje filosófico organizado a un lenguaje lógico o matemático.

En la primera etapa se discute y analiza el significado de los términos del lenguaje común.
Se toman decisiones de cómo ha de entenderse cierta expresión, habida cuenta la alta
dependencia del contexto de las expresiones lingüísticas en el lenguaje común.

En la segunda etapa, se toma la decisión por algún lenguaje formal, con el fin de conocer
las consecuencias formales de nuestras propuestas filosóficas. Dicha tarea no tiene un
resultado único. En este punto es menester tener en cuenta que ocurre la selección de los
axiomas, tarea que no está libre de sesgos y preferencias17. Veamos un ejemplo18.

Tratemos de formalizar el concepto de «contradicción». En el lenguaje común podemos


encontrar expresiones como «Tan humano como la contradicción»19 y podemos decir
oraciones como «La sociedad es contradictoria». Todo esto siempre en el contexto del
lenguaje común. No asumiremos aquí la tarea de presentar un lenguaje filosófico
organizado, sino que acudiremos a uno existente. Para ello acudimos a la filosofía del gran
pensador alemán Friedrich Hegel (1770-1831), en la presentación que de ella hace
(Thagard, 1982). Como es sabido, Hegel postuló la triada dialéctica: tesis, antítesis y
síntesis. Explica que el error de nuestras concepciones del mundo (o marcos
conceptuales) reside en la incompletitud y la abstracción, lo cual puede ser reconocido
por las contradicciones que ellas generan. El filósofo debe ocuparse, sostiene, de
esclarecer las contradicciones latentes en las concepciones parciales o abstractas, y
enfatizarlas y elaborarlas de tal forma que puedan construirse concepciones menos
parciales y menos abstractas que retengan lo que era verdadero en las originales.

A través de tales operaciones de supresión e incorporación, el progreso avanza hacia el


Absoluto. La negación en cada fase es necesitada por la fase de las «contradicciones»
internas lo que muestra que el Absoluto aún no ha sido alcanzado.

[…] Sin embargo, el instrumento sintáctico parece insuficiente para


capturar el aspecto de la incorporación de la negación. Más aún, debemos
explicar las propiedades de la negación de la negación, que como Hegel
enfatiza, «no es una neutralización». La ley proposicional de la doble
negación no aplica a la dialéctica, dado que una segunda operación de la
negación da lugar a una nueva fase, mayor y más compleja. La noción del
Absoluto, como término del proceso de la negación sucesiva también
parece inaccesible a un tratamiento sintáctico (Thagard, 1982, p. 399).

Hecha esta elucidación filosófica de la dinámica de la contradicción en Hegel, vemos que


el concepto de contradicción está íntimamente ligado con el de negación, el cual tiene dos
sentidos: supresión e incorporación, sin poder entenderse como una «neutralización».

17Según el lógico e historiador de la lógica Jean van Heijenoort, no hay criterios que guíen la selección de
los axiomas, más allá de los estéticos (Miró Quesada Cantuarias, 1976, . 136).
18Hansson contiene un ejemplo interesante sobre el concepto del lenguaje común «permitido» (2000, pp.
164--165). En este lugar ofrecemos otro ejemplo que tomamos de (León Untiveros, 2018).
19 Procedede la letra de la canción popular «A todo pulmón» de Alejandro Lerner, la parte en concreto dice:
«Defender mi ideología / buena o mala pero mía / tan humana como la contradicción».

14
Sobre este resultado filosófico, lo que sigue es la segunda fase, formalizar la concepción
hegeliana de contradicción. A este respecto hemos de indicar que es acertada la crítica de
Engels en su Anti Dühring de que la lógica clásica no resulta adecuada para una
formalización de la contradicción hegeliana (Engels, 1987, pp. 120-134), aspecto que
igualmente es indicado por Thagard, como acabamos de ver. Por ende, resulta más
apropiado emplear la teoría estándar de conjuntos, o simplemente teoría de conjuntos,
como en efecto lo hace (1982). De modo que, en el lenguaje formal de la teoría de
conjuntos, la contradicción no se representa como hace la lógica clásica, a saber:

p˄¬p

En otras palabras, salimos del lenguaje de la lógica proposicional y pasamos a otro, uno
conjuntista, y en este representamos la contradicción del siguiente modo20:

Sean dos teorías (en sentido lato) Mi y Mj, donde cada una de ellas hace
referencia a un específico estado de cosas (una parte de la realidad o
mundo21). Cada uno de estos estados de cosas es el dominio de cosas al
que se aplica cada teoría respectivamente, y que llamamos Ii y Ij. Es decir,
Ii es el dominio o parte de la realidad que se trata de explicar mediante Mi
e Ij es el dominio o parte de la realidad que se trata de explicar mediante
M j.

Como vemos, cada teoría M refiere a una parte del mundo (dominio) I. Ahora, cuando
consideramos una teoría con su respectivo dominio a esto le llamamos «marco
conceptual», el cual designamos como S y así tenemos que Si es el marco conceptual que
corresponde a la teoría Mi y al dominio de cosas Ii; y Sj es el marco conceptual que se
corresponde a la teoría Mj y al dominio de cosas Ij. Todo ello se representa formalmente
como:

Si ≔ ⟨Mi, Ii⟩
Sj ≔ ⟨Mj, Ij⟩

Dicho lo anterior, decimos (es decir, definimos) que Sj es una negación dialéctica de Si si
y sólo si:
1) Ii⊂Ij, que quiere decir que la parte de la «realidad» a la que se aplica la teoría Mi está
incluida en la parte de la realidad a la que se aplica Mj. En otras palabras, la teoría Mj
explica más fenómenos de la realidad que Mi.
2) Mi⊄Mj, quiere decir, la teoría Mi no está incluida en Mj. Por ende, se tratan de dos
teorías diferentes.
3) (Ii∩(Mi’))⊂Mj, quiere decir que aquello que se supone que debe explicar la teoría Mi,
pero que en efecto no lo hace, sí es explicado por la segunda teoría Mj.
Gráficamente, esta situación se representa en la siguiente figura.

20Seguimos aquí a Thagard (1982, p. 401), con algunas adaptaciones para hacer más entendible su
propuesta, sin pérdida de precisión. Esta reconstrucción del concepto de contradicción emplea las
herramientas formales del estructuralismo científico propuesto por Joseph Sneed, Wolfgang Stegmüller y
sus colaboradores. Sobre una presentación de esta concepción filosófica ver Moulines (1996), entre otros.
21 En esta parte, mundo es un presupuesto ontológico que no entramos a discutir.

15
𝐼𝑖 𝑀𝑖

𝐼𝑗

𝑀𝑗
𝑀𝑝

Fuente: Thagard (1982, p. 401)

Por tanto, conjuntistamente, la contradicción es la divergencia entre dos concepciones o


marcos conceptuales que entran en conflicto entre sí (lo que está representado
patentemente por la parte achurada, rayada, en la figura anterior). Asimismo, una de ellas
(la que contiene Mj) explica cosas que la otra (Mi) no lo hace. Y de este modo se entiende
que Sj sea la «negación» (conjuntista y dialéctica) de Si. Lo cual resulta siendo una
representación adecuada de la contradicción de acuerdo con la filosofía de Hegel.

Recientemente, John Woods a analizado algunos aspectos filosóficos de la formalización


del derecho. Y em primer lugar sostiene la tesis de que existe una comunidad de conceptos
entre ambas áreas de conocimiento, tales como argumento, prueba, evidencia, inferencia,
probabilidad, relevancia, precedencia, analogía, plausibilidad, explicación (Woods, 2018)
a lo cual nosotros agregamos: presuposición (en el sentido en que van Fraassen propuso,
ver su texto de 1971), causalidad, significado, consistencia, completitud, derrotabilidad,
vaguedad, verdad.

Frente a esta tesis, Woods nos habla de la tesis del aislamiento. Ambas posiciones tienen
cuatro combinaciones:

1. Aceptar la tesis de la comunidad y promover la aplicación de la lógica heredada


a los conceptos del derecho.
2. Aceptar la tesis del aislamiento y simplemente dejar las cosas así sin buscar en
vano alguna aplicación de la lógica al derecho.
3. Aceptar la tesis del aislamiento, pero promover la adaptación de la lógica
existente a algunos conceptos del derecho.
4. Aceptar la tesis del aislamiento y promover la creación de soluciones formales
más adecuadas a los conceptos del derecho.
(Woods, 2018, p. 723)

Un ejemplo del caso 1 es la obra de Carlos Alchourrón y Eugenio Bulygin. El caso 2 tiene
muchas ejemplificaciones (y sobre ello hablaremos en breve). El caso 3 se ejemplifica en
los trabajos Robert Alexy. Mientras que el caso 4 no es tan fácil de encontrar pues requiere
de mayor esfuerzo, y hasta donde conocemos un ejemplo de ello es el trabajo de Lorenzo
Peña (2017). Sin embargo, Woods no explica por qué existe esta disparidad. Y por nuestra
parte creemos que, así como en la ciencia, en la lógica jurídica existen paradigmas.
Llamaremos Ortodoxia a las posiciones 1 y 2. Esta ortodoxia en principio no mira con
simpatía la aplicación de la lógica (ni de las matemáticas) al derecho y en el mejor de los
16
casos sólo simpatiza con esfuerzo con algunas aplicaciones de la lógica clásica, como el
caso de la obra de Klug. Esta es la posición paradigmática imperante. Y la cantidad de
autores que militan en ésta son muchísimos. Hay de los que no aplican en absoluto nada
de lógica, de los que aplican algunos rudimentos muy elementales, y hasta mal entendidos,
de lógica formal (clásica) y, los muy pocos, que aplican únicamente la lógica clásica. Estos
últimos parecen tener la idea de que la lógica clásica es neutra metafísicamente, mientras
que las lógicas divergentes no serían neutras y que estarían repletas de paradojas. Lo cual
a nuestro parecer es más un prejuicio que fruto de una argumentación sólida. Así el
filósofo del derecho José Juan Moreso se adhiere a la tesis quineana de la mutilación
mínima, esto es, que no contempla la necesidad de una actitud liberal de la lógica en línea
del principio de tolerancia de Carnap (1937) sino que las “revisiones de la lógica clásica
deben ser acogidas con mucha precaución” (Moreso, 2018-2019, pág. 390). Esta postura
si no es unilateral, por lo menos contempla la creencia de alguna superioridad de la lógica
clásica sobre las lógicas divergentes. Empero, creemos que esta posición no es correcta,
por dos razones: una porque sostenemos el principio de tolerancia en la lógica (Carnap)
y en la filosofía (Miró Quesada Cantuarias, 2004; León Untiveros, 2018), y, dos, porque el
principio de mínima mutilación importa en sí mismo un sesgo y unilateralidad que
actualmente no se condice con los avances de la lógica en sus diversas áreas no clásicas,
al punto que muchos de los ejemplos de Quine como paradojas de la lógica modal son en
sí paradojuelas (van Benthem, 2010, p. 120).

Asimismo, si el profesor Moreso asume la actitud de Quine, por lo menos resulta


cuestionable que sólo rechace la lógica paraconsistente de Peña, y que no además rechace
la lógica deóntica estándar (que es una extensión de la lógica modal, la que a su vez es una
extensión de la lógica clásica), de la cual hasta donde conocemos parece aceptar. Como se
sabe, Quine fue uno de los más importantes críticos de la lógica modal y de la misma
noción de modalidades (dentro de las cuales están las nociones deónticas: obligado,
prohibido y permitido). Quizá una manera de defender la posición de Moreso es decir que
la lógica deóntica al ser al fin y al cabo una extensión de la lógica clásica, conserva las
propiedades de ésta. Y por ende cumple con el criterio de la mínima mutilación. Empero,
cabe indicar que los casos en los cuales Quine defiende su criterio son tan conservadores
como la lógica deóntica estándar y aun así no los considera conformes al mismo. Por ende,
pensamos que Moreso está haciendo una interpretación propia del criterio de Quine. En
cualquier caso, a nosotros no nos queda claro que las lógicas divergentes no gocen de la
claridad, elegancia y eficiencia que Quine tanto admiraba de la lógica clásica. Por ejemplo,
las férreas críticas de Quine en contra del uso de cuantificadores en la lógica modal (lo
cual le afecta por extensión a la lógica deóntica estándar) fueron perfectamente
contestadas con la claridad, elegancia y eficiencia del caso por Saul Kripke en un trabajo
presentado por éste para las clases de Quine, probando así Kripke que no hay nada
incorrecto en la cuantificación en la lógica modal22. A nuestro modo de ver, la postura de
Moreso, quien sigue a Quine, representa la forma más dogmática de la ortodoxia de la
lógica jurídica.

Al otro lado de la ortodoxia, está lo que llamamos heterodoxia, que por razones obvias no
es parte del paradigma y que incluye los casos 3 y 4. La heterodoxia de la lógica jurídica
defiende el pluralismo lógico (Carnap), el pluralismo en la filosofía (León Untiveros,
2018) y, en especial, el pluralismo en el derecho y su filosofía. Asimismo, incluye en los

22 Sobre esto puede verse (Barcan Marcus, 1993).

17
análisis formales no sólo la lógica sino lo que actualmente se conoce como epistemología
formal, a fin de tratar los problemas propios de los conceptos del derecho, sin reparo en
proponer nuevos sistemas formales.

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