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ETAPA FÁLICO-GENITAL.
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La etapa se denomina fálica con toda exactitud, pues la zona
dominante es la del falo en los varones y el clítoris, su representante,
en las niñas.
En el varón la excitación de la zona genital se produce por el impulso
interno reforzado por el frotamiento del pene y en particular del glande,
y en las niñas por idénticos métodos aplicados al clítoris y a los labios
vulvares. Las niñas provocan los estímulos por frotamiento manual o
por un movimiento rítmico de los muslos y en los varones la atención
se concentra sobre la posibilidad de obtener placer en esta zona
erógena, por los cuidados higiénicos, por la secreción regional o por
ambos factores en acción simultánea. Si no son eliminados, los
productos glandulares provocan, al descomponerse, prurito y eso
basta para que el niño, al rascarse, descubra la erogeneidad de la
zona y la posibilidad de obtener satisfacción con su manipuleo.
En los primeros tiempos de vida el niño varón no reconoce más
órgano genital que el suyo, atribuyendo su existencia a los demás,
incluso a las mujeres y a los objetos inanimados. El descubrir que hay
seres sin pene lo horroriza, pues llega a suponer que las niñas
tuvieron pene alguna vez y lo perdieron como castigo por la
masturbación. Esto lo angustia, pues teme que pueda ocurrirle lo
mismo, temor que se manifiesta en diversas formas de síntomas
neuróticos, psicóticos o "psicosomáticos" que sólo se comprenden si
se tiene en cuenta el modo en que el niño sobrevalora esta región del
organismo, a la que, como ya se ha dicho, identifica con el yo.
Al temor angustioso, consciente o inconsciente, a perder el falo, en la
terminología psicoanalítica se lo denomina complejo de castración
(véase complejo de Edipo, pág. 187).
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Al ocuparse de este tema Freud señaló que la denominación complejo
de castración debía limitarse en sus alcances a los estímulos y afectos
relacionados con el temor a la pérdida del pene, pero teniendo en
cuenta el carácter castratorio con que el niño experimenta el destete,
la pérdida de las materias fecales, y en primera instancia su
nacimiento, que constituiría el modelo de toda castración o separación
de algo, el término adquiere un nuevo sentido. Durante el período fetal
existe una unidad integral madre-feto, criterio que luego aplica a sus
materias fecales y cuerpo.
Simultáneamente con la angustia de castración puede existir un deseo
de perder los genitales, como un acto expiatorio, lo cual permite
distinguir una forma activa y otra pasiva del complejo de castración.1
Si bien cabe admitir que puede aparecer un tanto forzada la
conclusión de que el niño experimenta la pérdida de su materia fecal
como un hecho semejante a la castración, no lo resulta tanto si se
recuerda que se ha dicho que el niño considera el acto defecatorio
como una pérdida sufrida por su propio cuerpo y que en el
inconsciente basta la existencia de un vestigio de analogía, para que
una sucesión de ideas represente y ocupe el lugar de otra. La pérdida
de un objeto o la herida más insignificante pueden adquirir para el
inconsciente, y por este motivo, el significado de una verdadera
castración, si bien ésta, en tales casos, tiene un carácter puramente
representativo (Nünberg).
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Con respecto a las fantasías que hacen los niños en esta época
acerca del nacimiento puede decirse que en las mismas predomina la
teoría del agua, vieja idea que aparece en la leyenda del nacimiento
de Moisés, a quien una princesa egipcia recogió de las aguas.
Además, esto tiene un cierto fundamento biológico, ya que el feto se
desarrolla efectivamente en un medio hídrico, tal como es el líquido
amniótico. En el idioma simbólico, agua y madre son equivalentes.
Desde el punto de vista de las ciencias naturales, se cree que la vida
realmente se originó en el agua, de donde pasó secundariamente a la
tierra, hace millones de años.
En la etapa fálica se dan también las protofantasías, tales como las
denominadas "de acecho del acto sexual parental", que los niños, aun
cuando no hayan llegado a observarlo directamente, lo relatan como si
en realidad lo hubiesen visto. Sus fantasías los llevan a imaginar el
coito de acuerdo con las concepciones antes enunciadas y en el caso
en que quedan contenidos anales, lo presentan como una lucha
agresiva entre ellos.
Otra de las protofantasías correspondientes a esta época de la
evolución es la denominada "de seducción por una persona adulta" y
que los impulsa a relatar como si fuera real la fantasía de ser
seducidos o el intento de seducción por parte de un adulto. Esta
situación es harto conocida por los maestros, pero la falta de
conocimientos psicoanalíticos hace que se cometan injusticias con
maestros que jamás intentaron llevar a cabo tal agresión, que resulta
sólo de una fantasía vivida intensamente por el niño a punto tal que
llega a considerarla como realidad (véase proceso primario, pág. 57).
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Por otra parte, los niños, y aun algunos adultos, no tienen idea clara y
consciente de la anatomía genital, llegando a confundir el orificio
genital con el anal y el oral. Debe tenerse en cuenta que la vagina
recibe el pene de la misma manera en que la boca recibió el pezón
durante la etapa oral, y que es estimulada durante el coito por
movimientos de vaivén del pene, del mismo modo en que fue excitada
la mucosa recto-anal por el pasaje delcilindro fecal durante la etapa
anal. Es decir, que en la vagina las mujeresinmaduras tratan de
satisfacer tendencias pregenitales, orales y anales, ahora transferidas
a esa región. Este hecho, sumado a la satisfacción instintiva de tipo
masculino, de la cual la niña ha gozado en la fase de la masturbación
clitoridiana, y que la atrae a la fase masculina y activa, es uno de los
motivos más importantes que crean la gran dificultad con que tropieza
la mujer para poder alcanzar la normalidad funcional sexual con
sensaciones y satisfacciones vaginales, motivando que la frigidez sea
un hecho tan común que permite afirmar que más del 50 % de las
mujeres son frígidas vaginales. Y así como la tendencia de toda
cavidad se concreta a admitir algo dentro, debe considerarse que la
tendencia de un miembro erecto es la de penetrar en una cavidad. La
gran importancia de esta etapa es que en ella tiene lugar la elección
por favor de un objeto de sexo contrario.
Puede concluirse que la finalidad masculina es activa y la femenina
pasiva en su fin, pero aun en el caso de la mujer la actuación para
alcanzar el fin es activa y sólo resulta pasiva por el hecho de ser una
cavidad. La mujer normal también es activa en el sentido de la
búsqueda del objeto que le servirá para descargar su tensión y
alcanzar el equilibrio, que es el fin del instinto. Por esto es que la
pasividad de la mujer durante el acto sexual sea considerada
patológica.
Como el varón comienza a experimentar sus primeras sensaciones
genitales antes que desaparezcan por completo las de tipo anal, en las
que existe un sentido de cavidad, puede decirse que en su vida
sexual, al igual que en la niña, aparecen simultáneamente tendencias
de finalidad pasiva acompañando a las de finalidad activa y que la
única diferencia entre uno y otro sexo consiste en que en el masculino
predominan las activas y en el femenino las de finalidad pasiva o
receptoras.
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LA BISEXUALIDAD
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1º) Embriológicos;
2o) Anátomo-patológicos (hermafroditas); 3"?) Celulares;
4o) Bioquímicos (hormonales) y
5o) Experiencias en vertebrados y mamíferos superiores.
Datos embriológicos.
El principal dato es la cresta genital embrionaria que es en sí
indiferenciada, pero da origen a los canales de Wolf, donde se
desarrollan los órganos masculinos, y a los de Müller, que originan los
femeninos.
Datos anatómicos.
El clitoris de la mujer es un pene rudimentario, y el utrículo prostático
no es más que una matriz embrionaria, resto de los conductos de
Müller en el hombre.
Del mismo modo las bolsas de los testículos corresponden a los
grandes labios vulvares y lo mismo ocurre con una serie de glándulas
secretoras, que se encuentran en la uretra y también en las paredes
vaginales. Otro tanto podemos decir de las mamas, y al respecto cabe
recordar el ejemplo citado por Testut, del capitán de un barco que le
dio de mamar a un niño huérfano durante toda una larga navegación.
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Datos celulares.
Las investigaciones de Schaudin y Hartarían, ya mencionadas aquí,
demostraron la coexistencia celular de elementos pasivos o femeninos
y locomotores o masculinos en los monocelulares.
Datos bioquímicos.
En el año 1937 Korenchevsky, Dennison y Hall afirmaron que "con
pocas excepciones la propiedad bisexual debe considerarse como uno
de los caracteres comunes de casi todas las hormonas sexuales, aun
cuando en algunas de ellas esto está poco diferenciado".
Existe una ambivalencia de las hormonas que se manifiesta por lo que
podría llamarse "efectos cruzados".
El propionato de testosterona, inyectado en hembras castradas,
produce una normalización del peso del útero, y luego un considerable
aumento del volumen de la vagina. Y a su vez, la estrona y el
estradiol, hormonas femeninas, producen en el macho aumento en el
peso de las vesículas seminales, y también, aun cuando en leve
medida, en el peso de la próstata.
En algunos casos se produjo un aumento del tamaño del pene. La
única hormona que parece no ser ambivalente es la progesterona.
En el año 1936 T. Schlossberg y Durruty hallaron que en la sangre se
encuentran circulando tanto hormonas femeninas como masculinas.
Pasqualini suministra en su libro sobre endocrinología algunos datos
interesantes sobre los córticoesteroides androgénicos; dice: "Existen
tanto en la suprarrenal de la mujer como en el hombre", y señala
asimismo, al referirse a los "estrógenos testiculares", que "los
testículos no sólo producen la testosterona sino también estradiol,
estrona y otros esteroides que son el origen de una parte de los
estrógenos que el hombre elimina por la orina".
Es posible que una substancia madre común sea transformada por los
testículos y ovarios en hormonas masculinas y femeninas
respectivamente.
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COMPLEJO DE EDIPO.
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