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El cuerpo en acto.

Merleau-Ponty y la génesis de la expresión

mismo es elástico: permite continuar una


preocupación u obsesión en otros modos y
Millaray Lobos García otras estructuras que generan, ellas, otras fi-
guras de pensamiento o protocolos de acción.
Es lo que entiendo por traducción de “mo-
El actor como dos” o de “maneras” de ser en un sentido am-
plio. Cada una de esas “maneras” tiene hábi-
interface sensible tos propios donde agotar su creatividad, pero
el desplazarse entre ellas, pienso, abre la po-
sibilidad de revitalizarlas, a darles nueva vida.
Esperemos que este encuentro propuesto en-
El presente texto no corresponde exactamente al tre cuerpos de pensadores de oficio y este
leído el día del coloquio, ocasión en la que opté por cuerpo de salvaje del pensamiento actuando
acortarlo fin de respetar el tiempo restante. Actual-
juntos contribuya a esa fertilización conjunta.
mente está intervenido por pequeñas anotaciones –
como esta nota introductoria- que dan cuenta preci-
samente de que un cuerpo es “en acto”, sufriendo así
Un teatro de presencia y acogida conjunta
alteraciones el cuerpo mismo de mi texto según re-
sonaban en él elementos externos. No es de aquí interés hablar del teatro en
general (no sabría, por lo demás, cómo ha-
I. MI ESTAR AQUÍ cerlo). El ejercicio que haré se concentrará
más bien en mi observación de lo que ocurre
Convencida de que nuestras distintas fa- en el actor-actriz mismo (a) y es reflejo de mi
cultades no son sino aspectos distintos de una propia reflexión (como reflejo y como medi-
misma y compleja realidad, algo en mí resiste tación). Me tomo pues yo como objeto y su-
al arraigado y extraño hábito cultural de se- jeto de observación. Consecuencia de ese ir y
pararlas. El pensar es consecuencia salvaje y venir entre descripción del fenómeno e inter-
vivida que experimento como un rebote, pretación vivencial, hablaré a veces del actor
transmisión, resonancia, salto de escala o de en tercera persona, pero lo que expongo de-
frecuencia inevitable de mi quehacer prác- riva de mis apreciaciones particulares de ac-
tico: el teatro. Es de manera orgánica que mi triz y no pretende ser universal. Aclaro tam-
experiencia de actriz ha excedido y desbor- bién que en mi tesis hay un sobreentendido
dado en teoría encontrando en el camino acerca del actor-actriz: lo concibo como un
puentes entre disciplinas que abordan, final- creador, un autor de formas no alienado del
mente, cosas parecidas. Disculparán pues mi sistema en el que opera.
irresponsabilidad, indisciplina e imprecisión De lo general, sí es quizá útil decir que al
técnica en el uso de ciertos conceptos (que hablar del teatro me referiré a un teatro de in-
para mi son como trampolines o poesías). teracciones concretas y presentes más que al
“Ver” lo que hago o, más bien, ver lo que “se teatro de “representaciones” y de “actua-
hace” en mí es una extensión espontánea de ción” tal como se lo entiende habitualmente.
lo que me ocurre, de hecho, en escena. Pensar Ese teatro presente al que me referiré tiene
y actuar van de la mano entrelazados. algo de desnudo, de presentación de la exis-
Porque si en el cuerpo ocurren operacio- tencia en su verdad actual y no de “verdad”
nes que dan a pensar, es quizá que el pensar

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respecto de algo exterior a su mismo consti- recepción de una obra a la presencia conjunta
tuirse. En él, si “representación” hay, sería la de ese “hacerse” del poema. Por el actor-ac-
de un proceso y no la de una forma predeter- triz ahí presente, quienes siguen el devenir de
minada a la que ese proceso llegaría de una la (s) forma (s) en él –los espectadores– expe-
buena vez. En ese proceso están implicadas rimentan esas transformaciones en ellos mis-
multitudes plegadas y ausentes, figuras, un mos. El fenómeno lo pienso entonces como
milhojas de representaciones mentales o emo- un redoble de acogidas: la de cada actor aco-
cionales que dan consistencia a lo que aparece giendo otros aún no existentes en él, la de
sin darse a ver en su totalidad. De esos plie- cada espectador acogiendo a esos otros posi-
gues, la presencia del actor-actriz es, a mi pa- bles y latentes en sí mismo.
recer, una especie de claro. Su cuerpo consti-
tuye así lenguaje más por lo que hace presente Ahora mismo leo y seguramente se espera
que por lo que voluntariamente pudiera “re- que algún sentido emerja de mi parte, pero, al
presentar” de manera unívoca. mismo tiempo, todos sabemos “ya” algo y es
El carácter procesual que distingo en esa desde ese “ya” que interpretamos. Confiando
(mi) vivencia de actor-actriz en escena no me ese misterioso saber común es que vienen a
aliena, sin embargo, de la experiencia que posarse sentidos posibles, consistencias y, a
atravieso (En ese punto el acto mismo de veces, figuras arquetipales. De eso se trata en
“pensar” me parece íntimamente ligado al parte actuar: confiar en que estamos “desde
quehacer de un actor. En cierto sentido, ac- ya” implicados en el enigma común de nues-
tuar es un pensar encarnado). A diferencia de tra existencia y en una red potencial de im-
lo que me sucede en la vida cotidiana -en que presiones que nuestra memoria recompone,
muchas de nuestras experiencias se suceden frases, sonidos, palabras que nos vienen de
sin que realmente sucedan para nosotros- en otros, de la cultura o de la memoria inscrita
el actor-actriz se ejercita una consciencia de la en nuestras células, y que transitan en noso-
cualidad potencialmente estética de la vida tros articulando sentidos provisorios, fulgu-
sucediendo, en la medida que está atento a la rancias.
forma que genera su poema. Con “poema” ¿Para qué la gente va al teatro, finalmente?
me quiero referir a la delicada línea interior y Quizá para vivir junto al actor-actriz sus
exterior que es la escritura gestual -gesto voz, transformaciones, su desborde, su riesgo de
gesto movimiento, gesto silencio- en escena, tenerse frente y fuera de él dando con formas
es decir, a la transformación de formas. Ex- que “representan” ese proceso mismo. Se va
puesto ahí en escena, un actor encuentra sen- quizá al teatro a vivir un poema configurán-
tidos, los revela, salta de escalas de significa- dose en la entrega de quien está ahí parado en
ción y es ese ofrecerse de su escritura presente escena. Lo que no es menor, lo que no siem-
lo que nos permite -a quienes lo espectamos- pre sucede.
abrir junto a él nuestros propios poemas, sig-
nificaciones, figuras o interpretaciones que
dan cuenta tanto de nuestra creatividad pro-
pia a cada cual, como del delirio común en el
que “ya” estamos implicados. El teatro con-
juga así la dimensión interpretativa de toda

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II. EL CUERPO ¿QUÉ SIENTE? ¿QUÉ EXPRESA? por las resonancias de éste en su propio apa-
rataje somático, físico y mental. Ese soma es
Para quien lo vivencia, hablar del sentir es-
desde el inicio -desde nuestras primeras horas
cénico es delicado. Hay que cuidar de no aco-
de existencia- manifestación de elementos ex-
rralar la experiencia domesticando efectos o
tranjeros en él y del que su materialidad es un
anticipando causas. Es la reflexión en la que
entre activo, un entre como territorio donde
trabajo y que, traducida al quehacer actoral,
se juegan interpretaciones.
forma parte de lo que se juega en toda inter-
En mi reflexión, ese entre donde se juega
pretación: la tensión entre una inmersión
nuestra existencia -observable con mayor in-
“en” y una visión “de” la experiencia jugán-
tensidad en la presencia escénica pero pre-
dose a la par. Por decirlo de alguna manera,
sente no sólo allí- adquiere una especie de va-
lo que expreso en escena lo descubro en su ex-
lor ontológico. El ser de la transformación
presarse mismo. La consciencia que luego se
propio al devenir de la vida misma, encuentra
traduce en acciones escénicas no es conscien-
en la experiencia particular del actuar un es-
cia de algo, sino consciencia que abre a la in-
pacio para ser plenamente, sin deber rendir
terpretación -propia y de otros- lo que descu-
cuentas de una identidad fija como sucede en
bre.
nuestras vidas cotidianas. Por el cuerpo de
En escena, las diversas interacciones que
uno en escena aparecen otros a quienes les da-
tienen lugar en la salvajería e indomabilidad
mos voz, movimiento, materia o estilo. Esos
del cuerpo se manifiestan frente a otros, que-
otros, sin embargo, no existían tampoco ya,
dando éste expuesto a interpretaciones que lo
sino que “aparecen” en el encuentro y frote
inscriben en sentidos preexistentes en cada
con nuestra fisicalidad y con la situación
espectador, pero eso no lo convierte por tanto
presente en que nos encontramos.
en un vehículo de mensaje unívoco. Los
A partir de elementos ya dados, uno (yo)
acentos de la voz o la particularidad de un
se pone así en situación de articularlos, de
movimiento son formas de resistencia a la
“crear lenguaje”, de conversar y relacionar,
normatividad de la expresión y es esa “locali-
de suspender juicio y gestar forma aun no for-
dad” física lo que lo hace singular (y no la su-
mada: de “informar” en un sentido primor-
premacía de un “yo” que dirige o premedita).
dial. Nada de lo que viene a mí me es propio,
El cuerpo es así involuntario y a la vez cons-
pero en su pasaje por mi cuerpo y mi imagi-
ciente de su devenir. Comprende que puede
nario constituye una forma única y transmisi-
a todo momento ser reinscrito en convencio-
ble.
nes y formatos culturales y, precisamente por-
De eso trata esta reflexión que expongo:
que lo comprende, juega con ello, mantiene o
De hablar de esa experiencia donde lo propio
bifurca. Él cuerpo “es” el mensaje, su materia
y particular es más bien un lugar de pasaje,
y, de alguna manera, lo sabe.
una estación de la forma: una Interface. Es un
¿El cuerpo siente lo que expresa, enton-
prisma de observación que se ha ido transfor-
ces? ¿Es consciencia el cuerpo? Como decía,
mando para mí en una rejilla por donde ob-
para mí su aparición no es separable de la ex-
servar lo humano y lo sensible en general, más
periencia física. Si pongo atención en lo que
allá de la cuestión teatral. De hecho, si no es
experimento, más que de un cuerpo es quizá
para entender en algo lo humano en forma
de un soma que convendría hablar, de un
más basta, para mí el teatro no tiene interés.
cuerpo afectado “desde ya” por el exterior y

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III. ACTUAR COMO INTERFACE: GESTOS Y por instantes, con formas de cristalización o
APARATOS de forma resultantes de ese ojo que salta del
medio y “lo ve”. En interface, el cuerpo se vive
Lo medular de mi reflexión sobre el actor autónomo y, a la vez, propulsado por algo que
como interface sensible se basa en intuiciones no depende de su decisión enteramente. Está
que han ido encontrando resonancias, gene- inscrito en una o más corrientes fluctuantes
rando diálogos con lecturas múltiples y expe- pero es capaz de individuarse poéticamente
riencias atravesadas. Al origen; el sentimiento generando gestos únicos. Polideterminado
de que el cuerpo que aparece en escena no es por afectaciones, nuestro cuerpo las somatiza
del todo propio ni del todo ajeno. Distinto es generando, paradójicamente, su singularidad.
entonces tanto del cuerpo domesticado por
convenciones como del cuerpo sólo impropio
atravesado por circuitos transindividuales sin Singularidad como coordenada
consciencia de ello.
Un aspecto interesante a pensar -y quizá
En condiciones distintas de la propia -en
todavía más paradójico- es que más resuena
interface con otros universos autorales, resi-
lo diverso al interior, más posibilidades exis-
duos biográficos, espacios escénicos, sonidos
ten de que lo que surja de esa interacción sea
creados o modos de escribir el mundo y la ex-
singular e irrepetible. Es decir que no es una
periencia- un actor-actriz descubre, revela
voluntad de distinción lo que produce singu-
vida y utilidades no previstas sistémicamente.
laridad sino al revés: Es de la multiplicidad de
Nuestro aparato, soma o cuerpo deslocalizado
afectaciones a las que hemos estado –y esta-
-puesto en problemas respecto de sus hábitos-
mos– sometidos que puede surgir algo real-
hace emerger novedad por el sólo desplaza-
mente irreemplazable en nosotros 1.
miento al que está sometido, obligado que
Ese “nosotros” (cada cual) sería para mí y
está a moverse para entrar en relación… con
bajo esta perspectiva, ante todo un lugar, una
un texto, un espacio escénico, una luz, un
coordenada irrepetible de interacción. Y el lu-
partner, etc.
gar preciso –la exacta coordenada– sería el
Que esos circuitos nos habiten a todos in-
cuerpo del actor-actriz, su soma: Una inter-
distintamente no es para mí a poner en duda;
face donde la sensibilidad estando “ya” impli-
lo vivo como un hecho. La diferencia, en el
cada en redes de sentidos posibles y latentes
caso del actor-actriz escénico, es la presencia
produce, sin embargo y gracias a ello, un
de un vigía interior que los detecta y guía, un
gesto irreemplazable. Si en escena lo que habla
ojo que salta del medio en el que está inserto
en mí al hablar yo son multitudes que se des-
y lo toma en consideración. Ese cuerpo acom-
pliegan y cohabitan en estado de latencia -no
pañado de una consciencia intuitiva -cuerpo-
una, sino muchas, no una masa que me sos-
soma, cuerpo-vigía de las transformaciones
tiene, sino hebras, hilos de tejido que apare-
que en él se manifiestan- actúa entonces como
cen en su despliegue mismo- su espacio de
un aparato que revela, un centro de operacio-
manifestación es implacablemente acotado y
nes donde se juegan distintas frecuencias y
breve. Ese espacio, ese tiempo, es el del gesto
una multiplicidad de identidades que dan,
particular del actor-actriz.

1
Sobre los efectos de mimesis social, mi lectura de los han significado una estimulante fuente de inspiración y
trabajos de Yves Citton y su lectura de Gabriel Tarde de diálogo.

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El individuo singular que es un actor, una ese momento. Es toda la cuestión del soma,
actriz -su singularidad misma- sería entonces pienso, del cuerpo en acto que se abre a la ex-
esa cristalización de un sentido particular en periencia de otros en sí y que ofrece, a vista
un momento determinado dentro de un flujo de otros, su sí construyéndose y deconstru-
de potencialidades del imaginario -propio, yéndose en el afuera: existiendo. No siempre
cultural, heredado, biológico, etc., siendo el sucede. Es la exigencia del ejercicio actoral.
cuerpo de un actor-actriz eminentemente un
“Cuerpo en acto” que se actualiza delante de
otros. Un aparato de impresión sensible y de
conversión a forma

Un aparato sensible en su vulnerabilidad Un actor-actriz está en ejercicio de detec-


ción de sentidos y formas latentes en pre-
Como por una falla de entereza o herida de sente, trabaja en su puesta en relación y reci-
completud, el actor le da cabida al cuerpo ex- cla, como si “captara” sentidos que, junto con
tranjero y produce en él un exceso. Como en convertirlo a él mismo en otro (s) cuerpo (s),
la escritura de todo poema, sostenerse en es- permite con ese gesto el acceso a esa otredad
cena es una delicada operación de equilibrio para quién recibe su trabajo “haciéndose”.
entre lo que viene a nosotros, lo que se trans- Opera entonces como lo que revela y "da a
fiere y lo que cristaliza, entre tantas otras, una ver" pasando por mecanismos de conversión
sola forma. En el devenir continuo, el cuerpo que suceden en la oscuridad de las cavidades
consciente detecta instantes de adecuación. La del cuerpo, del imaginario, de la memoria in-
justeza de esa forma emergente se juega como dividual y colectiva, del delirio muchas veces,
la ecualización justa de un aparato en inter- lejos de la luz racional.
face. En mi reflexión, el soma -cuerpo de afec- Del mismo modo que en el cine hay que
taciones- lo pienso precisamente como ese aceptar que es la cámara -el aparato- quien
aparato sensible. hace la toma, el actor permite a su soma ope-
Un prisma que sirve a pensar el aparato rar como un registrador que toma la impre-
vulnerable es lo que llamaría un devenir feme- sión y revela, pero a diferencia de la indistin-
nino, un dejarse tocar y mover por figuras del ción en que ese fenómeno ocurre en el coti-
imaginario, por ritmos, corrientes eléctricas, diano, en escena el gesto produce una dilata-
cimientos culturales, residuos biográficos - ción perceptiva y un consecuente retardo de ca-
propios o de otros- sentidos o emociones que tegorización de la experiencia que permite a
vienen de las diversas afectaciones experi- lo informe tomar forma ante nosotros. El
mentadas y que se manifiestan en mi cuerpo- gesto escénico que aparece entonces es una
soma local modificándolo, produciendo no- especie de encuentro accidental que “nos
vedad a partir de lo que ya está. ocurre” sin que podamos tener sobre ello un
Es semejante a lo que le ocurre a una disci- control previo, pero cuya condición de apari-
plina cuando se encuentra con otra o a nues- ción es la atención y consciencia de esa ope-
tro sistema inmune cuando encuentra una re- ración haciéndose. Es como si dispusiéramos
sistencia o un parásito: porque es afectado, las cosas, preparando el aparato y generando
debe inventar soluciones que activan en él re- un dispositivo -hacemos al menos la tentativa-
cursos insospechados y no manifiestos hasta donde los accidentes puedan suceder y luego

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dejamos que eso que hacemos “nos” haga a Resonancias éticas y comentario final
su vez, desbordando así nuestra subjetividad
Como decía más arriba, para mí actuar
anterior. Desborda la acción a quien la aco-
pasa por ponerse en el lugar de otro y por de-
mete, el aparato que registra y entrega.
jar entrar a otros en uno: Es un desplaza-
miento de la identidad como certeza interior
Espontaneidad v/s cuerpo salvaje y una acogida de exterioridades, de potencia-
les imaginarios que suponen el retiro de una
Cuando se intenta pensar el lugar de cons- representación única de “mundo”. Cuerpo de
ciencia en el actor-actriz, se suele plantear el texto, cuerpo de imagen, cuerpo de pensa-
problema en términos binarios: Si fuera el miento, de luz o de espacio. A esos cuerpos
cuerpo-actor vehículo de mensaje predeter- menores entrando, la sensibilidad del actor
minado por una consciencia previa, sería por les abre la posibilidad de ser re-valorizarlos.
cierto dominado o sometido y, si no comu- Encarnar aquí equivaldría a considerar,
nica y es sólo abandono a la inmanencia, ¿qué valorar, acoger: Articular y realizar un mundo
diferencia habría entre actuar y vivir? Creo de entre los mundos posibles.
que ambas experiencias suceden a la par: La Esa acogida supone también un tiempo de
consciencia de las alteraciones somáticas y la suspensión y consciencia donde lo replegado,
aparición de sentidos nuevos sucede porque heredado o mimado de otros pueda manifes-
sucede en presente con y ante otros, el poema tarse mediante el gesto del actor, cuerpo de la
se escribe haciéndose y es esa consciencia de escena. Pero eso no basta: La adecuación de
la exposición en la que está y de su conse- ese gesto dependerá del grado de atención
cuente interpretación colectiva que puede portado por el actor-actriz mismo a lo que en
lanzarse fuera del programa tecnócrata en el él se manifiesta debiendo tomar decisiones de
que se inscribe todo lenguaje. El cuerpo lo en- forma en presente: Ver (se) y oír (se) pero
tiendo así como ese entre que no es ni territo- como si no se tratara de sí mismo sino de otro,
rio alienado ni sujeto de control -o es ambas a de otros: Observar (se) en el mundo que él-
la vez- sino un lugar acompañado de una cons- ella misma está configurando.
ciencia de su devenir. Una “intensidad” po-
tencial de vida se manifiesta y se reconoce en Ese es su trabajo de equilibrista y su res-
escena. ponsabilidad ética. Porque lo que “pasa” en
escena es lo que “me” pasa pero también lo
Si pensamos que actuar es un acto, vale re- que “permito” que pase. Es decir que ser in-
cordar que un acto no siempre manifiesta una terface es también ser filtro: De entre las mul-
voluntad que le preceda. Lo que me “sucede” titudes y frecuencias resonadoras que me ha-
en el actuar es, justamente, algo que ocurre bitan, ¿Qué se adecúa realmente a la situa-
“después de mí “ por un abandono y un retiro ción presente? ¿Que contribuirá a la expan-
de voluntad que no abandona sin embargo la sión del dominio sensible y qué confirmará
alerta, la atención y la vigilia que le permite más bien las convenciones conservadoras? ¿Y
ver aparecer lo que le sucede. Y ahí quizá re- qué quiero hacer pasar, finalmente? ¿Quién
side esa particular vida-más vida de la presen- habla en mí en ese "quiero"?
cia escénica, vida en otra intensidad, vida por- En conclusión, la presencia virtual de todo
que no había todavía aparecido como tal. aquello por lo que hemos sido afectados y de

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El cuerpo en acto. Merleau-Ponty y la génesis de la expresión

sus resonancias se actualiza en el cuerpo-soma


del actor conjugándose lo nuevo, los residuos
y las alteraciones provocadas por su paso. Así,
lo que se manifiesta en un cuerpo en acto –en
acto frente a otros- no es, en mi reflexión, ni
una individualidad ya constituida, ni una vo-
luntad transparente a sí misma, ni un devenir
cotidiano sin acentos ni ritmos, sino la plasti-
cidad de un devenir forma donde figuras de
un paisaje mayor aparecen como fulgurancias
en el lugar singular y situado que es el cuerpo
del actor-actriz: un soma capaz a la vez de
sentir y de manifestar frente a otros esa vida
ocurriendo en él.
El “actor interface” es -en mi salvaje refle-
xión- un canal que facilita la manifestación de
vida, su tenerse fuera de sí misma excediendo
tanto su indiferenciación cotidiana como su
inscripción en convenciones. La forma que
emerja de esa impresión sensible implicará
también pérdidas, en ella quedará latiendo la
ruina de todo lo que sostuvo su aparición y
que se consumió en la forma efímera de un
modesto gesto de actor-actriz. Si la experien-
cia sirvió a expandir la experiencia sensible de
quienes lo siguen en sus transformaciones, el
ejercicio habrá valido la pena, contribuyendo
al desarrollo de una mayor hospitalidad hacia
toda forma de alteridad.

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