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La arqueología de Wari y la dispersión del quechua, por William H.

Isbell
La dispersión de la cultura Wari desde su centro en Ayacucho hasta sus colonias
del sur, como las de Cuzco, Ica y Arequipa corresponde o coincide con la
distribución etnohistórica del quechua IIC o quechua sureño. El autor toma este
dato para confirmar que los Wari hablaron proto-quechua y fueron ellos quienes
los expandieron a lo largo del territorio peruano. Sostiene que esta dispersión
ocurrió durante la expansión Wari en el Horizonte Medio, al promover una
comunidad de lengua uniforme.
Los orígenes de Wari se remontan a interacciones entre la cultura Huarpa, de la
sierra, y la cultura Nazca, de la costa. Ambas establecieron una confederación
política a fines del Periodo Intermedio.

Introducción: la arqueología de la dispersión lingüística


Para encontrar la dispersión prehistórica de una lengua primero se debe asociar
a los hablantes de dicha lengua (o conjunto de lenguas) con una cultura material
que los caracterice. La cerámica suele ser el producto material más usado al
momento de rastrear la historia y dispersión de las comunidades de hablantes.
Pero, Rouse (1992) menciona que una variación en el estilo cerámico no siempre
corresponde a una variación en la lengua.
El autor en la década de los 70 propuso que el quechua pudo haberse
diseminado a través de un conjunto de técnicas agrícolas, las cuales eran
transmitidas de generación en generación por medio del proto-quechua. Estas
técnicas serían la construcción de terrazas de cultivo.
Posteriormente vincula a estos hablantes con vasijas funcionales, duraderas y
poco desarrolladas, este estilo se agrupa dentro de la serie CB (Cruddy Brown).
Se caracterizaban por un color marrón burdo y escaso embellecimiento o
decoración. Esta serie incluía cerámica del estilo Inca Cuzco y del estilo
Chupachu, de Huánuco.

La identificación del Proto-quechua con Wari


No existen suficientes datos para determinar que lengua hablaron los Wari, por
medio de la relación con su cerámica. Debido a los progresivos cambios
estilísticos y la producida por las comunidades hablantes conocidas
etnohistóricamente. Hacia finales del Horizonte Medio, el área nuclear de wari
experimenta un cambio radical en la cerámica, este nuevo estilo parecería ser
propio de la serie CB.
A pesar de la falta de información, el autor decide tomar como supuesto que la
lengua hablada por los wari fue el proto-quechua, y en base a esto probar que
Wari fue el mecanismo por el cual se dio la dispersión de esta lengua. Basándose
para esto en la distribución espacial y temporal de la cultura material wari.
De esta manera, si los habitantes de Huari hablaban porto-quechua, entonces
esta fue la lengua usada durante su expansión imperial. Wari fue un Estado
expansivo que establecía colonias y reorganizaba territorios, por medio de
relaciones de tipo centro-periferia. Para lograr eso hacia empelo de la fuerza
militar. Sin embargo, los métodos de la política Huari variaban de lugar a lugar y
también de tiempo en tiempo. Una de las características de Wari es que disponía
de una enorme cantidad de mano de obra en favor de los intereses del área
nuclear.
El autor postula que actualmente la evidencia más convincente para relacionar
a Wari con el proto-quechua es la distribución de sus colonias en el sur y la
correspondencia de este espacio con la distribución moderna del quechua
sureño. La evidencia arqueológica muestra las colonias Wari en la cuenca de
Lucre, en el Cuzco, así como en Huaro. En base a estos asentamientos
intrusivos, Wari extendió su influencia más hacia el sur, Pomacanchi (Chávez
1985) y Sicuani (Rowe 1956).
Al oeste del área nuclear, Meddens (1991) demostró que Wari colonizo el valle
de Chicha, con la intrusión de pobladores permanentes. También se ubican
asentamientos en Chuschi, Pomabamba y Sarhua, así como en Puquio y
Jincamocco (Schreiber 1991), Este expansionismo parece haberse dado hacia
el 750 d.C. Los valles que exhiben elemento wari representan, quizá, una
etnogénesis producto de la hibridación entre Wari y una cultura local. Un ejemplo
de colonización directa sería el caso de Cerro Baúl, en el valle alto de Moquegua,
en el cual se implanto un centro administrativo para la inserción de colonizadores
desde el núcleo wari. Esto también se dio en el valle bajo de Camaná (Malpass).
Si los residentes de wari de las provincias sureñas eran movilizados
regularmente para proyectos de trabajo comunal, servicio militar y eventos
rituales a centros administrativos (como Pikillacta, Jincamocco y Sonay), y al
interactuar con frecuencia con los líderes del área nuclear debió haberse
mantenido uniforme una comunidad lingüística durante el Horizonte Medio.
Los estilos cerámicos wari y su desarrollo cronológico
El estilo cerámico Wari tuvo su origen en el estilo Huarpa, del Periodo Intermedio
Temprano. Aun no se puede confirmar so Huarpa se desarrolló de manera local
en la cuenca de Ayacucho o si representa la intrusión de un nuevo estilo, lo que
quizás, ocurrió hacia fines del Horizonte Temprano. Cualquiera que haya sido el
origen, hacia la parte media del Periodo Intermedio Temprano la gente de
Ayacucho manufacturaba cerámica sencilla de color marrón. Variedad de
cuencos, botellas y cantaros son asociados a esta cultura.
Posteriormente, se da una intensa interacción con el estilo Nasca, de la costa
sur. Huarpa adopto la decoración policroma y acabado pulido de Nasca, también
fue influenciada por sus elementos decorativos y diseños. Al mismo tiempo, la
cerámica costeña también exhibe una gran influencia de la tradición Huarpa de
Ayacucho. Nasca 8, aquí los estilos cerámicos de ambas culturas convergieron
hacia el surgimiento de un único estilo, esta fusión indicaría el inicio del Horizonte
Medio.
Para este artículo, el autor divide el Horizonte Medio en 4 periodos, planteados
por Haeberli.
En primer lugar, está el periodo que comprende el final del Periodo Intermedio
Temprano y el comienzo del Horizonte Medio, cuando el estilo Nasca 8 se
producía en la costa sur, mientras que el Huarpa Trícomo y el policromo estilo
Cruz Pata se extendieron en Ayacucho. Esta fase puede ser fechada hacia 575
a 650 d.C.
A dicha etapa le siguió el estilo Ayacucho, que surgió como una combinación de
Nasca y Huarpa. Haeberli lo denomina Periodo Chakipampa. Este estilo,
Ayacucho, se superpuso con Nasca 9 y representa la etapa temprana del
Horizonte Medio. Posterior a esto se da la aparición de la iconografía del Dios de
los Báculos de la tradición SAIS. Periodo fechado entre 650 a 727 d.C.
En tercer lugar, hace su aparición inicial en Ayacucho la iconografía SAIS. Wari
estuvo en comunicación con Tiwanaku y otras sociedades y estilos sureños
(Atacameño y Pucara provincial). Estos estilos participaron de una nueva
síntesis de imaginería y práctica religiosa que se volvería prominente en Huari y
Tiahuanaco. Joerg Haeberli propone llamarlo Periodo de Incursión Wari, para
resaltar la imaginería intrusiva. Esta fase puede fecharse alrededor de 725 a 775
d.C.
Por último, está la etapa que Haeberli denomina Periodo Pos incursión Wari, el
que se desarrollan las versiones de los iconos de la iconografía de la SAIS, lo
que se manifiesta en los estilos Conchopata y Robles Moqo (Menzel). Los estilos
continuaron hasta el colapso de Wari, por lo que debe fecharse de 775 a 100
d.C.
Consecuencias de esta cronología para la lingüística prehistórica
En primer lugar, muestra que se produjo una etapa inicial de fusión entre Wari y
Nasca, seguida por un periodo de expansionismo wari que precedió a los
contactos con la esfera sureña de las SAIS, es aquí cuando la religión y la
identidad religiosa se volvieron parte significativa de la práctica imperial wari.
El autor propone que Nasca 8 fue una época en la que existió algún tipo de
federación de pequeñas entidades políticas de ambas culturas en la que la
alianza multiétnica se expresaba mediante el bilingüismo proto-aimara y proto-
quechua.
Durante el siguiente periodo, Chakipampa, Wari eclipsó a sus socios Nasca,
desarrollando un Estado imperial. Nasca era aún un socio, aunque, al parecer,
cada vez menor, renuente y explotado. Producto de esto el quechua ascendió
en prestigio de manera progresiva. En este periodo, Wari establecía colonias en
lugares distantes de manera simultánea (Pikillacta, Cerro Baúl, Viracochapampa
y Honcopampa).
El subsiguiente periodo de incursión, se caracteriza por la adopción de la
iconografía de la SAIS, acto que al parecer involucró a Tiwanaku y las tradiciones
sureñas. El autor cree que los líderes religiosos y políticos de ambos centros se
reunieron en un gran concilio ecuménico. De esta manera las nuevas prácticas
rituales fueron desarrolladas, adoptadas y promovidas por las 2 capitales, Huari
y Tiahuanaco. Se estableció una identidad internacional sin precedentes que
fomentó los objetivos imperiales sin requerir control político directo.
La pos incursión Wari parece haber empleado la religión de Dios de los Báculos
para promover la integración sin control administrativo. La administración
indirecta se aprecia al menos en Honcopampa.

Wari y el quechua de la sierra norte


Durante el periodo Chakipampa, Wari se dispersó hacia el norte, por medio de
la inserción de colonias y la construcción de centros administrativos. Browman
(1970, 1976) planteo que los colonizadores del área central llevaron un estilo de
vida más sedentario y dependiente de la agricultura intensiva.
En Huamachuco, el sitio de Viracochapampa representa un centro administrativo
similar a los ejemplos sureños. El autor considera que el control y la colonización
fueron reemplazados por la integración religiosa y que la identidad wari fue
reforzada mediante ritos de alianza. Ejemplo de esto tenemos las ofrendas de
Cerro Amaru. Honcopampa es otra capital desde donde Wari gobernaba de
manera indirecta en el norte. Alrededor del Callejón de Huaylas existió un
corredor de comercio por el cual se distribuían bienes de lujo desde los centros
wari.
Durante el periodo de incursión Wari las practicas parecen haber incluido y
mejorado el repertorio de técnicas imperiales. La administración directa
continuaba, pero surgió una exitosa forma de poder. La cual consistía en una
importante economía de bienes de prestigio y los símbolos wari combinados con
la nueva identidad “internacional”. Si una comunidad no poseía productos wari,
no tenía objetos de lujo en absoluto. Wari controlaba el comercio a la larga
distancia y una influyente economía basada en bienes de lujo.
Es probable que el proto-quechua fuera diseminado por colonos cuyo poder
administrativo promovió la emulación y alianzas matrimoniales. Esto llevo al
surgimiento de “grandes casas” que incluían miembros de linajes locales, así
como individuos ligados al establecimiento donde estaba la elite de Huari. La
variación del habla posiblemente se convirtió en un medio que afirmaba la
afiliación con Wari y a la vez contraía una identidad doméstica y étnica.
El autor cree que el desarrollo de sociedades en la sierra norte durante el
horizonte medio, bajo un control indirecto wari, promovió la diferenciación del
quechua.

Wari y el quechua central costeño


La comprensión de la dinámica del quechua central costeño es mas difícil que la
de todas las demás variantes del quechua juntos. Dificultad para conciliar dos
poderosos e influyentes argumentos acerca del papel de la costa central en la
cultura Wari y el origen y diseminación del quechua.
En primer lugar, la interpretación del Horizonte Medio de Dorothy Menzel,
afirmaba una relación especialmente intensa entre Huari y la costa central, de
manera particular con Pachacamac. Se infiere una fuerte intrusión wari en la
etapa tardía de la cultura Lima. Establecimiento de ciudades como Cajamarquilla
y la construcción o remodelación del Templo de Pachacamac. Así como la
introducción de una nueva religión derivada de Tiwanaku. Sin embargo,
Pachacamac desarrollo su propia alternativa religiosa respecto a Wari y se
convirtió en un centro independiente de poder que ejercía su influencia rival hacia
el norte y el sur, a lo largo de la costa.
En segundo lugar, la costa central y la sierra de su ámbito costeño han sido
lugares favorecidos como “tierra natal” del proto-quechua por décadas (Torero
1984, 2002; Heggarry 2008) y esto se debe a que la variación de los dialectos
quechuas reportada para la región fue tomada como una indicación de su lugar
de origen.
Los lingüistas históricos señalan que el quechua de la costa central es variado,
pero que su lugar de origen podría no estar precisamente es esa región. Por lo
tanto, los mecanismos de la dispersión del proto-quechua probablemente no
están en la arqueología de la costa central. Por su parte los arqueólogos han
establecido varios aspectos importantes como:
 Wari no constituyo un estímulo que presiono a la civilización Lima hacia
el gobierno estatal y el urbanismo durante el Horizonte Medio. Los
cambios clave ocurrieron a fines del Periodo Intermedio Temprano.
 Cajamarquilla y Pachacamac nunca fueron ciudades Wari, los estilos wari
son extremadamente raros en ambos centros.
 En vez de representar a administradores intrusivos, los artefactos wari
posiblemente eran buscados por las elites locales para aumentar su
prestigio en las competencias por el poder al interior de los Estados Lima.
 Wari no insertó una colonia serrana en Chimú Capac durante el Horizonte
Medio para contrarrestar la creciente influencia de Pachacamac hacia el
norte.
 La iconografía de la cerámica impresa por molde de la parte tardía del
Horizonte Medio y del Periodo Intermedio Tardío deriva de una mezcla
entre Wari y Moche, no solo de Wari.
Bibliografía:
 William H. Isbell (2010) La arqueología wari y la dispersión del quechua.
BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA PUCP. N.° 14 / 2010, 199-220 / ISSN
1029-2004.

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