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A l alba, empiezo a leer las primeras páginas de un libro. Los rayos del sol se
filtran por la ventana, atraviesan la biblioteca y alcanzan a iluminar el retrato
de una mujer. Un retrato que ilustra la portada de aquel libro. Miro el
retrato: es Alicia. Es el retrato de Alicia. La reconozco.
Ese libro, que empiezo a leer, es su biografía. Una biografía rescatada de entre los
polvorientos estantes de esa biblioteca húmeda y añeja. Observo el retrato y
pregunto: ¿saben Uds. quién fue Alicia?
Alicia es un símbolo (olvidado). Y digo Alicia por decir Julieta o Elvira o Cecilia. O
Virginia. O muchas otras…
Me pregunto: ¿Quién fue Alicia?
Pasan las horas. Es de mediodía. La luz del sol baña todos los rincones de la sala. Y
leo.
Leo en la biografía: Alicia fue una luchadora por los derechos de las mujeres. Sus
padres eran franceses que participaron en los sucesos de la Comuna de París en
1871, huyeron a Londres y se salvaron de la represión posterior de la Tercera
República Francesa contra los comuneros. Allí nació, en 1885, Alicia. Con 5 años,
llegó a Buenos Aires junto a su madre.
Alicia fue a la Escuela N° 1 de Buenos Aires y tuvo como profesor a Hipólito Yrigoyen,
futuro presidente argentino. En 1903, junto con las hermanas Chertkoff, organizó la
Asociación Pro-Educación Laica en Morón que se dedicó abrir bibliotecas populares
y jardines maternales.
ALICIA EN EL PAÍS DEL OLVIDO DAMIÁN STIGLITZ
(Leo) Alicia Moreau, desde 1958, votó en todas las elecciones y, cuando volvió la
democracia en 1983, alcanzó a votar con 98 años. Murió en 1986, con casi ciento un
años.
¡Alicia!
Miro el retrato de Alicia, mientras el sol comienza a ponerse. Paso observándolo dos
cuartos de hora.
Y ahora, el sol apenas refleja ya sus últimos rayos del atardecer sobre su retrato…
¡Alicia!
Miro el retrato de Alicia y me pregunto:
¿Saben Uds. quién fue Alicia Moreau? ¿Saben Uds. cuántas plazas llevan su nombre?
¿Cuántos parques? ¿Cuántas escuelas homenajean a la defensora de la educación
laica y mixta? ¿Cuántos hospitales llevan el nombre de la médica ilustre?
¡Alicia!
¿Cuántas estatuas se levantaron en honor a esa mujer? ¿En cuántos billetes está
impreso su retrato? ¿Y cuántos libros y películas sobre ella?
¿Quién es Alicia? ¿Acaso es sólo una calle de Puerto Madero?
¿Cuántos en este país saben siquiera que hubo una mujer llamada Alicia Moreau?
¡Alicia! Olvido.
Pasan tres cuartos de hora. La luz ya no entra en la sala. Es de noche, la biblioteca
queda a oscuras y no alcanzo a ver el retrato impreso en el frente del libro que
tengo entre mis manos.
¡Alicia! Olvido.
Me pregunto: ¿De quién es ese rostro impreso en la portada del libro que se
desdibuja en la penumbra de ese cuarto húmedo?
ALICIA EN EL PAÍS DEL OLVIDO DAMIÁN STIGLITZ
¿De quién es esa figura humana? ¡Pareciera ser una mujer! Pero no la alcanzo a
distinguir.
Tal vez mañana, cuando vuelva a aclarar, pueda verla y reconocerla. Tal vez mañana
el alba ilumine ese retrato, esa figura que hoy no se puede ver por la oscuridad…