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La presente publicación se inserta en el Programa de “Rescatar” que lleva adelante el Museo y

Archivo Histórico Municipal “Quinta Jovita”.


La importante necesidad por parte de sectores de la sociedad civil que integran las instituciones
educativas y espacios académicos que permanentemente por sus propios medios logran y han
logrado llevar adelante una tarea central en el campo del conocimiento y la investigación; en estos
últimos decenios, en los que el rescate de las memorias locales y la revisión de nuestro pasado
reciente se hallan en un debate y análisis profundo, ameritan la promoción por parte del estado
municipal local a través de sus políticas públicas. La promoción de temáticas que construyan nue-
vas nociones sobre el pasado zarateño. Sobre los hechos, los protagonistas, las ideas y los valores
que aun perduran en nuestro presente.
A través del Programa Rescatar, mediante la edición y difusión de estos trabajos, el objetivo es
poner en valor, visibilidad y accesibilidad procesos históricos que forman parte del Patrimonio
Histórico Intangible de la Ciudad de Zárate.

Este programa lleva adelante tres ejes centrales que forman parte del PLAN CIUDAD y la Carta
Compromiso de esta Gestión Municipal de Gobierno:

• DEMOCRATIZACIÓN DE LA CULTURA: Promoviendo la igualdad de oportunidades,


una red cultural de inclusión, intercambios y convivencia, creación cultural de los distintos
sectores y propuestas.

• MULTICULTURALIDAD: Crear una rica gama de relaciones complejas y abiertas que defina
a cada ciudadano –en este caso investigadores y docentes- como alguien que se da a conocer
y es sujeto de transformaciones sociales.

• NORMA II, INC. A): Todo vecino, por el mero hecho de serlo (…) tendrá acceso a la Cultura
Municipal.

El aporte de la Cultura –en este caso la historia local- a la Construcción de la Ciudadanía Zarateña
y su identidad es un punto central que debe ser promovido no solo para el conjunto actual de
nuestra sociedad, sino para las generaciones futuras. Cumpliendo así la misión de concretar o de
volver a rescatar una ciudadanía mas justa, igualitaria, solidaria.
Por MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA.

Juan Manuel Aolita


Jefe de División Museo y Archivo Histórico “Quinta Jovita”
Dirección de Cultura
Secretaría De Desarrollo Humano y Promoción Social

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“POLVORÍN DE RUMORES, ARSENAL DE DUDAS”

Prólogo

He tenido la suerte, junto con Mariano Fatala, integrante del Área de Coordinación de Investiga-
ciones Históricas del Archivo Nacional de la Memoria, de acompañar, casi desde el principio, el
desarrollo de este material.
Conocer a los compañeros responsables de la iniciativa y del desarrollo de la misma significó
para mi comprobar, una vez más, que en el seno de nuestro pueblo existe una reserva política en
permanente actividad.
Reserva que nunca ha bajado los brazos, ha seguido peleando, los veteranos y las generaciones más
jóvenes, a favor de la reconstrucción de la memoria y de la concreción de las consignas de verdad
y justicia.
En este caso me encontré, además, con compañeros de una calidad humana que nos permitió
rápidamente intercambiar ideas e información como si nos hubiéramos conocido de toda la vida.
Y esa amalgama de compromiso político, convicción y calidez humana es lo que late como corazón
profundo en este libro.
El tema central es la investigación de la explosión del polvorín del Arsenal de Marina de Zárate.
Pero el libro no se limita a este hecho aislado.
Desde la introducción donde se explicita el marco general y se formula la propuesta de investiga-
ción hasta el final, va articulando lo referente a la explosión con datos sobre represión, desapari-
ciones y situación política local y nacional.
El libro está organizado en dos partes. La Primera dedicada, sobre todo a la descripción de los
hechos en base a entrevistas y testimonios.
La lectura de los distintos testimonios va dando al lector un visión pormenorizada de los hechos
directamente relacionados con el tema de la investigación así como de los contextuales locales y
nacionales.
En ese sentido la perspectiva de los autores de conciliar información dura con las visiones indivi-
duales de cada entrevistado es funcional al objetivo declarado.
Por otra parte el recurso de iniciar varios capítulos con alguna frase atribuida a algún protagonista
de aquellos años les da un interesante aire coloquial.
Es una excelente idea incluir en un capítulo el tratamiento que la prensa del momento dio al tema
incluyendo también la información brindada por la agencia de noticias que dirigía Rodolfo Walsh.
(Informe Nº 1-Dic/76 – Parte de Cadena Informativa)
La Segunda Parte presta especial atención a las distintas hipótesis formuladas sobre la explosión.
El Capítulo Décimo (Ataque Guerrillero) comienza con un relato del asalto a una casa habitada por
militantes de la organización Montoneros en Villa Angus.
Sigue con una serie de entrevista a militantes de la época para trazar un panorama de la situación
política de la zona. Cuál era el desarrollo real de las organizaciones en ese momento y las posibili-
dades de que, pese a que ninguna se la había adjudicado, hubiera sido ejecutada por alguna de ellas.
La inclusión de los testimonios es de especial importancia para completar la visión del lugar y el
momento. La perspectiva de participantes directos, miembros de organizaciones que tenían traba-

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jo en la zona es, simplemente, irremplazable.
Se analizan también en capítulos sucesivos las distintas teorías sobre la explosión.
En el Capítulo Décimo Cuarto se detalla el contenido del polvorín que explotó y se agregan planos
y diagramas que permiten una mejor ubicación espacial del hecho.
Culmina el libro con dos capítulos: La otra parte de la historia y Final
El primero relaciona la Masacre de Angus con la explosión expresando la opinión de los autores
en el sentido de que “… estamos convencidos que en algún punto estos dos hechos se vinculan,
más allá que todavía no hayamos encontrado la documentación o el testimonio que nos ayude a
vincularlos.”
Esta afirmación de los compañeros los retrata de una pieza en su decisión de profundizar y seguir
buscando para encontrar ese nudo que ate, definitivamente los dos hechos.
El segundo: Final, retoma el relato de cómo y con quien se fue desarrollando el trabajo colectivo y
los deseos de que finalmente se juzgue y condene a todos los responsables del Terrorismo de Estado.
Como elemento complementario el detallado Glosario favorece la comprensión del texto sobre
todo para los lectores más jóvenes.
Podría decir mucho más sobre la calidad y profundidad de las entrevistas, sobre la claridad de los
conceptos, la estructura general del libro, etc.
Prefiero dejar a cargo de los lectores el descubrimiento de las virtudes que caracterizan este material.
Para terminar quiero felicitar a los compañeros que han trabajado en el libro por el compromiso
militante que se expresa en esta obra.

Ricardo J. Yacomini
Unidad Especial de Obtención de Datos Sensibles
sobre Delitos de Lesa Humanidad
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
Ministerio de Justicia u Derechos Humanos de la Nación

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Introducción

En octubre de 1976, aproximadamente a las 23:30 del día sábado 16, se produjo el estallido de un
polvorín en el Arsenal de Artillería de Marina de la ciudad de Zárate, sito en la calle Chacabuco
a la altura 782. A siete meses del último golpe militar en la República Argentina donde toman el
poder La Junta de Comandantes de la Fuerzas Armadas derrocando a María Estela Martínez de
Perón y que designó primer presidente del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional
al General Jorge R. Videla, comandante en jefe del Ejército. Zárate, nuestra ciudad, no estuvo ajeno
a este acontecimiento. El 24 de Marzo de 1976 el Intendente Francisco Bugatto fue depuesto por el
capitán de Fragata Sergio Buitrago (jefe del Arsenal) hasta mayo de 1976 y reemplazado luego por
el Prefecto Mayor Juan Pastor.
Cuando se produce el golpe de estado, Zárate pasa a formar parte de lo que se denominó “el corre-
dor rojo”, contabilizando al día de la fecha y según las investigaciones de la Conadep, cinco centros
clandestinos en la zona. A mencionar: El Tolueno de Marzo del 76 al 80 (área 400); Comisaría 1ª
de Zárate de marzo 76, (como paso transitorio); Prefectura de Zárate (como paso transitorio);
Arsenal de Zárate (como paso transitorio); Sección/Destacamento de Inteligencia 201 Zárate (hoy
llamada “casa de piedra”) la única que dependía del Ejército.
La explosión del polvorín del Arsenal de Artillería de Marina de Zárate, quedo expuesta en el
único informe oficial, que aparece en el Diario El Pueblo del día 18 de octubre; informando sobre
algunos de los destrozos ocurridos debido a la explosión en la ciudad y la visita del entonces Co-
mandante en Jefe Eduardo Massera. Un hecho que conmocionó a la ciudad fue enunciado desde
los medios oficiales con un escueto artículo periodístico que cubre menos de media página, y se
menciona la muerte del conscripto clase 55 Jorge Acosta. El estallido del polvorín en el Arsenal,
está lleno de interrogantes, que durante años se fueron transmitiendo. Un hecho que se instaló en
la historia colectiva de la ciudad y cuyos silencios nunca fueron explicitados.
Si bien este hecho no tuvo relevancia fuera de nuestra localidad ni en la crónica oficial que sólo da
cuenta de un muerto y tres heridos, es parte importante del folklore popular y que ha creado ver-
siones de los hechos a partir del contexto histórico-social. A 35 años de este episodio, sin ninguna
investigación precedente continuamos preguntándonos los mismos interrogantes de ayer: ¿Fue un
ataque guerrillero? ¿Quiénes?, ¿Desde dónde? ¿Cómo? ¿O un accidente? Lo cual lleva a preguntar-
nos: ¿Cuáles fueron las causas? ¿Por qué tanto silencio? ¿Por qué nadie lo investigó? ¿Por que aun
no se sabe la verdad? El camino de nuestra investigación nos llevó a hacernos nuevas preguntas:
si fue un auto-atentado, si la explosión fue el resultado de “un ajuste de cuentas” entre el ejército y
la marina o algo muy parecido a lo de Río Tercero- El 3 de noviembre de 1995 se producen en la
Fábrica Militar de Río Tercero (Provincia de Córdoba) una serie de fuertes explosiones que ocasio-
nan un desastre. Este hecho está vinculado con lo que fue la venta de armas a Ecuador y Croacia.-
A partir de indagar en la memoria de la población local intentamos reconstruir gran parte de los
hechos ocurridos los días previos e inmediatamente posteriores a la explosión. Buscamos acceder
al conocimiento histórico de un modo no académico, a través del contacto con el medio social
en el que se vive. Por eso los testimonios que dieron forma a este hecho son parte del momento
histórico en el que se desarrolló nuestra investigación. De forma sincrónica mostramos en ese aquí
y ese ahora, este aquí y este ahora y de qué modo, fuimos y somos atravesados en nuestra historia
local por la historia nacional y global.

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La aparición de la historia oral es algo relativamente nuevo de estas últimas décadas y está asociado
a la Historia Social contemporánea. Ésta nueva historia acerca perspectivas de sectores mucho
más diversificados que la historia tradicional, actores que no son tenidos en cuenta, grupos mar-
ginales, opositores a los sectores que tradicionalmente detentan el poder, por eso es tan valiosos
para nuestra investigación que se basa en un hecho absolutamente negado, silenciado y olvidado
por la historia que decimos llamar oficial. Quien nomina, domina. El silencio es nominado como
ausencia o muerte, por quienes dominaban.
Asimismo la censura que se estableció en el país estuvo garantizada y promulgada por directrices
surgidas desde el poder y mantenida por una política del silencio totalmente coherente a los pre-
dicados de sumisión y sojuzgamiento. Lo cual a su vez generó en la sociedad réplicas instituidas
donde el secreto, la mentira, el engaño y el ocultamiento cobraron valor, estigmatizaron posiciones
y garantizaron cerrojos.
En todo el ámbito nacional, la prensa fue un brazo fundamental del Proceso de Reorganización
Nacional que las Fuerzas Armadas impusieron en la República Argentina. Este instrumento era
visto por los militares no sólo como un medio para afianzar y publicitar sus logros, proyectos y
estrategias sino (lo que evidencia la parte más grave del asunto) como una herramienta necesaria
para garantizar el silencio y así la impunidad. Muchos se acostumbraron al secreto, a la institución
irreprochable de una política impuesta por el uso de la fuerza y el autoritarismo. Sin embargo y
más allá de quienes hayan resultado fieles al sistema por miedo, amenaza u omisión, no es extraño
haber encontrado en plenas épocas democráticas vestigios de aquellos tiempos. La imposición de
aquella censura declarada, imprimió conductas, creó estilos de vida, asumió comportamientos en
instituciones, entidades y servicios. El silencio que acompañó épocas de dictadura militar cobijó
sistemas corruptos de dominio y poder y estableció garantías legítimas con efectos psicológica-
mente construidos para sus víctimas. En el cuerpo social desde la escuela como primera institu-
ción de aprendizaje hasta el último reducto de encuentro, se propició un esquema coherente al
poder del ocultamiento. De modo que con algunas de estas características por debajo de los días
actuales, no resulta difícil entender ciertas correspondencias con la realidad más cercana. Esto
porque la institucionalización de la censura en épocas militares sirvió como artificio de conti-
nuidad para los “gobiernos democráticos” de turno. Las agresiones cívicas que subsiguieron a los
períodos de facto, muchas de ellas respaldadas por un sistema desarrollado hace tiempo, no per-
dieron vigencia, y a partir de 1983 con la asunción de Alfonsín se establecieron en otro contexto.
Un contexto que en definitiva resultaría proclive de proseguir con los mismos errores y la misma
carencia de autonomía legal o judicial.
La cultura del miedo, como la relación entre el Estado y los individuos, no ciudadanos, no sujetos
sociales, ni políticos; es una de las estrategias fundamentales de control y disciplinamiento de la
sociedad argentina, imprescindible para que hayamos aceptado las políticas económicas y cultura-
les que nos fueron destruyendo desde por lo menos tres décadas.
La instauración social de ese sentimiento de miedo permanente, permitió el cumplimiento inte-
gral de un terrorismo de Estado sin precedentes, plasmado en 30 mil desaparecidos, 15 mil presos
políticos, más de un millón de exiliados, una censura total, rigurosamente planificada, cuyas con-
secuencias han materializado nuestro tejido social y cultural deshecho.
La educación, lógicamente, es una de las víctimas centrales de este plan y con ella caen también,
las ideas, el pensamiento crítico, el lenguaje y la memoria histórica. La inversión drástica del sen-

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tido de las palabras como mecanismo para silenciar o alterar la significación de amplias zonas de
nuestra experiencia social y política, y sobre todo, para hacer imposible e innombrable el retorno
de las ideas de cambio, transformación social y revolución, esa palabra indecible, maldita desde
entonces. Y la más hermosa y simple: política, hagamos política.
Nuestra investigación propone cuatro interrogantes que marcan el norte de este trabajo: atentado,
sabotaje, accidente o auto-atentado. Buena parte de la misma, es en realidad el desarrollo específi-
co de la problemática sobre la cultura del miedo, entendida como herencia de la dictadura militar,
Esa manipulación hace posible, en gran parte, la continuidad y profundización de ciertos esque-
mas, abiertos desde 1976, es decir, contribuye decisivamente a crear el grado de consenso social
necesario, la aceptación resignada, pasiva, de buena parte de nuestra sociedad, impensable hasta
antes de ese fatídico hecho histórico.
El ocultamiento de los hechos que parecía destinado a ser el eslabón perpetuo de la cadena; le
seguía la negación de lo que había ocurrido y más tarde el olvido. Se construyó un consenso ideo-
lógico donde la sospecha legitimaba el método represivo.
“Polvorín de rumores, Arsenal de dudas” es el resultado de una búsqueda que a partir de un he-
cho puntual nos permitió sacar a la luz desde un ángulo diferente las vivencias de un pueblo, apa-
rentemente caídas en el olvido, pero que permanecen vivas en el imaginario colectivo. “Polvorín
de rumores, Arsenal de dudas” es entonces la reconstrucción de ese pasado pueblerino, simple en
apariencias pero profundamente doloroso y cercano.

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Capítulo Primero

“Muchachos avisen a su familia que mañana hay golpe de Estado” Efraín Nores estaba “engancha-
do” en Prefectura mientras estudiaba medicina. Aquel mensaje se hizo realidad el 24 de marzo
de 1976 a las 3.31 A.M. “Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra
bajo el control operacional de la junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a
todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de auto-
ridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes
individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones”.
Miércoles l 24 de marzo, Zárate amanece con las noticias del golpe Isabel ha sido derrocada, la
ciudad parece tranquila, soldados en las calles, en las fábricas, retenes de soldados controlan el
paso. No hay clases.
El 24 de marzo de 1976 ocurrió lo previsible, Isabel Perón es detenida y trasladada a Neuquén,
la Junta de Comandantes designa a Jorge Videla como presidente de facto, disuelve el Congreso,
prohíbe los partidos políticos, destituye a los miembros de la Corte Suprema de Justicia, interviene
la CGT y la CGE (Confederación General Económica), designa a Martínez de Hoz como ministro
de economía. La gente no toma aún conciencia de lo que pasa, pero no hay clima de temor, por lo
menos a simple vista. Luego sabremos que en los partidos políticos, sindicatos, comisiones de de-
legados de las fábricas, se esperaban represalias. La represión dejará de ser clandestina para pasar
a tener un dueño: el Estado.
Zárate no es ajena a lo que sucede en el resto del país. Algunos por el contrario manifestaban su
agrado por el derrocamiento de un gobierno que consideraban “ineficiente” para controlar la si-
tuación imperante.
El mismo 24 de marzo de 1976, un camión del ejército con soldados se presentó en el domicilio
del hasta ese momento intendente de la ciudad de Zárate, Francisco José Bugatto, ante esta cir-
cunstancia el intendente, realiza un llamado a la Comisaría Primera de Zárate para preguntar si
el motivo de su detención era legal. La respuesta fue un sí rotundo. Permaneció detenido varias
horas a las órdenes del Ejército y de la policía provincial. En el lugar había más hombres vestidos
de verde que de azul.
Al día siguiente, su hijo, José Alberto Bugatto, lo va a buscar y también queda detenido.
Allí los subieron a un camión celular, con celdas individuales. Comenzaron, entonces, un circuito
clandestino de detención y tortura por El Tiro Federal de Campana, el Club Villa Dálmine, el
Puente 12, en el Arsenal de Zárate y en el barco denominado Ara Murature. Estuvieron desapare-
cidos 32 días, desde el 24-03-76 al 26-04-76 según consta en la causa judicial, luego fueron trasla-
dados a una Unidad Penitenciaria de Sierra Chica.
La intendencia interina la ejerce por cuatro días el señor Pablo Prader, ex presidente del Concejo
Deliberante.
El 30 de marzo, “por decreto N° 5 del Interventor Militar en la provincia de Buenos Aires” asume
en la función de Intendente Municipal de Zárate el Capitán de Fragata Don Sergio Buitrago, quien
se desempeña como jefe del Arsenal de Artillería de Marina de Zárate. Buitrago dejó constituido el
núcleo de colaboradores de la siguiente manera: Secretario de Gobierno Interino Capitán de Cor-
beta Jorge Bernardo, Secretario de Economía y Hacienda Interino Capitán de Corbeta contador
Oscar Nelson Boronat, Secretario de Obras y Servicios Públicos Interino Teniente de Navío Inge-

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niero Armando Luis Solari, Secretario de Bienestar Social Interino Teniente de Navío Luis Carlos
Lagos, Jefe de Secretaria Privada Interino Suboficial Mayor Norberto Masso, Director de Prensa
y Relaciones Públicas Interino Carlos Alberto Viera (h). Se confirmó en el cargo de Subsecretario
de Gobierno al señor Esteban Elortondo. En cuanto al señor Limbanio Serrano, se desempeñará
como Asesor Interino del Área de la Secretaria de Obras y Servicios Públicos”.
Como vemos hubo desde un primer momento civiles colaborando con la dictadura, en todos los
niveles, Zárate no es la excepción, es el caso de el señor Serrano (ya fallecido), viejo trabajador y
conocedor del funcionamiento del Municipio y el señor Viera (ya fallecido) que luego continuaría
como funcionario en el gobierno del señor Aldo Arrighi, en 1984.
El 21 de mayo ya asume sus funciones el primer Intendente de facto con carácter definitivo, el car-
go recae en Juan José Pastor, que modificó el gabinete militar, pero mantuvo en su puesto al señor
Carlos Alberto Viera (h).

El terrorismo de Estado y la cultura política argentina

Entre los objetivos de la conducción militar que tomó el poder del Estado el 24 de marzo de 1976
había uno que lo diferenciaba de los golpes militares anteriores: la decisión de exterminar a una
parte de la población. Para ello, las Juntas Militares que gobernaron hasta 1983 institucionalizaron
un sistema clandestino de represión contra la oposición política (las personas que el gobierno consi-
deraba “subversivas”), basado en el secuestro y desaparición de ciudadanos, su detención en campos
de concentración, su tortura y su posterior eliminación. El “terrorismo de Estado” es la utilización del
aparato estatal contra los ciudadanos, para despojarlos de todos sus derechos, incluso del de la vida.
En otras palabras, es una forma de dominación política basada en el miedo, que tiene por objetivo el
disciplinamiento de la sociedad.
Simultáneamente, las Juntas operaron desde el Estado una reestructuración profunda de la economía
con un doble objetivo. Por un lado, buscaron ligar la economía argentina a los mercados financieros
internacionales; por el otro, se atacó lo que para los militares eran las “condiciones de desarrollo de la
subversión”: la base industrial de la economía argentina y, con ella, la fuerza de las organizaciones
de trabajadores industriales.
Los rasgos principales del proyecto económico que instauró el autodenominado “Proceso de Reorgani-
zación Nacional” permanecieron vigentes durante el período constitucional posterior. Y los crímenes
contra la humanidad planificados y ejecutados por las Fuerzas Armadas y de seguridad ejercen toda-
vía hoy una influencia palpable en la sociedad argentina.
La democracia y los derechos constitucionales fueron valores endebles en la sociedad argentina du-
rante todo el siglo XX. Es necesario preguntarse, entonces, sobre las condiciones históricas que permi-
tieron este salto cualitativo hacia el terrorismo estatal.

La violencia y la represión ilegal en la cultura política argentina

El autoritarismo, la represión ilegal y clandestina, el mesianismo nacionalista y la intolerancia ideo-


lógica fueron fenómenos casi permanentes en la historia moderna argentina. Especialmente entre los
líderes militares que tomaron el poder a través de los golpes de Estado de 1930, 1943, 1955, 1962 y
1966. Pero también por parte de los sectores civiles que los apoyaron: partidos políticos, jerarquías

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eclesiásticas, empresarios industriales y agrícola-ganaderos y sectores conservadores y liberales de la
opinión pública y la cultura… A partir de 1930, diferentes alianzas de militares y políticos (liberales,
socialistas, conservadores, católicos integristas, filonazis, etc.) perpetraron, apoyaron y/o justificaron
diferentes golpes de Estado en nombre de la Nación, de la República y/o de la Democracia. Paralela-
mente, sucesivas generaciones de soldados recibieron en el servicio militar obligatorio una formación
basada en el maltrato físico, así como las fuerzas policiales lo naturalizaron en sus prácticas habi-
tuales.
Los conflictos fundamentales de la sociedad argentina durante el siglo XX fueron dos: por un lado,
cómo debían distribuirse los frutos del desarrollo entre los distintos grupos sociales; por el otro, quié-
nes y cómo debían gobernar la República. La violencia política constituyó un instrumento para di-
rimir ambos conflictos… Durante los diez años de gobierno del general Juan D. Perón, entre 1946
y 1955, la legislación laboral del peronismo convirtió al trabajo asalariado en garantía de acceso a
derechos familiares, de salud, vivienda y jubilación. Esa experiencia fue conservada como un tesoro
perdido por la mayoría de la población luego del golpe militar que derrocó a Perón en 1955… La
democracia y los derechos constitucionales de la Argentina se debilitaron aún más con el golpe mi-
litar de 1955. Si bien muchos opositores reconocían la “justicia social” instaurada por el peronismo,
la oposición a Perón se articuló sobre la “defensa de la democracia”, pues a sus ojos las prácticas
autoritarias convertían a su gobierno en una “tiranía”. La Iglesia católica se sumó a esta posición,
luego de haber apoyado al régimen peronista en sus comienzos….Las Fuerzas Armadas derrocaron
al gobierno constitucional y pretendieron eliminar al peronismo de la política argentina, para lo cual
acentuaron los rasgos violentos e ilegales de las fuerzas de seguridad del Estado. Hubo centenares de
detenciones ilegales de militantes gremiales y políticos, fusilamientos de civiles y militares rebeldes e
intervención de las Fuerzas Armadas en la represión interna. Durante los primeros años de la década
de 1960, el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) y la Doctrina de la Seguridad Nacional
(impulsada por las fuerzas armadas de todo el continente americano contra “la amenaza roja”) se
tradujeron en el incremento de las persecuciones gremiales y políticas y los tormentos a los detenidos.
En ese contexto de exclusión electoral, censura y represión estatal -los militares golpistas llegaron a
prohibir la simple mención del nombre “Perón”- los peronistas elaboraron una cultura política basada
en la “resistencia”.
A partir de 1955 se difundió entre los trabajadores una identidad rebelde y combativa, sustentada en
la movilización y la resistencia contra los intentos autoritarios de arrebatarles sus conquistas sociales.
Al mismo tiempo, entre los dirigentes sindicales (la “burocracia sindical”) se había consolidado una
tendencia a la negociación con los gobiernos, tanto civiles como militares, y la práctica del amedren-
tamiento físico contra sus opositores. Resistencia combativa e integración negociadora, solidaridad
de clase y matonismo sindical, fueron las dos caras del sindicalismo peronista frente al bloque anti-
peronista, que se negaba a poner en práctica los derechos democráticos previstos en la Constitución
Nacional.
El golpe militar de 1966, autodenominado “Revolución Argentina”, profundizó los conflictos dentro
de la sociedad mediante una salvaje represión, una vez más, contra la “amenaza comunista”. Basán-
dose en la Doctrina de la Seguridad Nacional, se reprimió en fábricas, universidades, teatros, villas
de emergencia y barrios populares. Se intentó un férreo disciplinamiento del movimiento obrero,
descargando en los sectores bajos los costos de la modernización económica y una acción cultural des-
tinada a reafirmar el carácter cristiano de la Argentina, colocando al país bajo la tutela de la Virgen

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de Luján, en clara violación de la separación entre Estado y Religión ordenada por la Constitución
Nacional.
Fueron los jóvenes quienes se sintieron más afectados por esta política represiva. Su respuesta fue una
intensa politización, que no fue exclusiva de la Argentina: en el mundo entero se estaban desarrollan-
do procesos independentistas y revolucionarios en el llamado Tercer Mundo, la rebeldía juvenil en las
sociedades desarrolladas de Europa y Norteamérica y en América Latina especialmente fenómenos
como la Revolución Cubana y el surgimiento de una corriente de sacerdotes y militantes cristianos
volcados hacia la “opción por los pobres” y la liberación de los pueblos oprimidos. Esta ola mundial
de movilizaciones sociales y políticas y renovación ideológica, coincidió en la Argentina con el des-
contento obrero y la radicalización juvenil. Hacia fines de la década de 1960 comenzó un proceso
de movilización de masas sin precedentes, del que formó parte un nuevo actor político: los grupos
armados de la izquierda revolucionaria. Fue esta movilización de masas la que forzó la derrota de
los planes económicos del régimen militar, y terminó provocando la caída de Onganía. Finalmente, la
conducción militar se resignó a pactar con el propio Perón la apertura democrática de 1973.
¿Era legítima la violencia para los actores de la movilización político social? Para muchos de aquellos
jóvenes, en 1973 la democracia representativa no valía tanto en sí misma, sino como antesala de
una democracia social que arribaría por medios revolucionarios. Para los militantes de las guerrillas
armadas y para muchos de sus simpatizantes, la violencia continuaba siendo un método legítimo de
defensa del “Pueblo” contra sus enemigos. Los Derechos Humanos no constituían una problemática
importante para las Fuerzas Armadas y de seguridad, que venían violándolos en la práctica desde
hacía décadas.
La breve experiencia democrática de 1973 a 1976 se caracterizó por las disputas cada vez más agre-
sivas entre los diferentes actores sociales, económicos y políticos del país. En esos años, la crisis eco-
nómica mundial inauguró un período de transformaciones sociales y económicas en todo el mundo.
Ese contexto, en Argentina, desbarató los intentos del gobierno peronista de contener los conflictos
por la distribución del ingreso. Cuando Perón falleció, el 1° de julio de 1974, el frágil equilibrio entre
los diferentes sectores políticos se desbarrancó definitivamente. La Alianza Anticomunista Argentina
(AAA o Triple A) había dado inicio poco antes al terrorismo de Estado, secuestrando, torturando
y asesinando a opositores políticos. Las detenciones ilegales y los tormentos físicos se multiplicaron
crecientemente durante la segunda mitad de 1974 y 1975. Centenares de militantes políticos de todo
signo comenzaron a poblar las cárceles y los sótanos de tortura de las dependencias policiales y a en-
grosar las listas de personas desaparecidas que no dejaban rastros. Muchos militantes e intelectuales
se exilaron en esos años. Y en Tucumán, con el objetivo de “aniquilar a la subversión”, comenzaron a
funcionar los primeros centros clandestinos de detención y tortura a cargo de las Fuerzas Armadas.”
“La peculiaridad de la última dictadura consistió en que esas prácticas ilegales, esos rasgos autori-
tarios y esa intolerancia política, arraigados en las instituciones estatales y en sectores militares y
políticos, adquirieron el carácter de un sistema criminal planificado y masivo, caracterizado por la
ausencia de toda ley y todo límite. Sobre el miedo, los jefes militares intentaron refundar la sociedad.
Controlando el Estado, consolidaron aquellos rasgos autoritarios y jerárquicos que ya estaban presen-
tes en la sociedad.
El gobierno militar fracasó en su objetivo de permanecer en la memoria colectiva como “salvador
de la patria”, pues hoy sus miembros son identificados, denunciados y repudiados en Argentina y en
el mundo por sus crímenes contra la humanidad. Pero muchos de ellos no han sido juzgados, y los

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cambios estructurales que introdujeron en la sociedad sí tuvieron efectos duraderos. En primer lugar,
aplastaron al movimiento social y político popular que había protagonizado la vida del país durante
los años anteriores al golpe; y en segundo lugar, configuraron un país más dependiente que antes de
los centros del poder económico internacional, convirtieron al endeudamiento externo en una traba
estructural para el desarrollo socioeconómico, sentaron las bases para una justicia ineficiente, un Es-
tado económicamente débil y unas fuerzas de seguridad y un sistema penitenciario que naturalizaron
las prácticas violatorias de los derechos humanos. En definitiva, sentaron las bases para una sociedad
desigual y excluyente.”

Relatamos a continuación los hechos más sobresalientes de 1976

ENERO
6/ El vicario castrense, Victorio Benjamín, afirma en una homilía que “el Ejército salvó en Tucumán
la grandeza de la Patria”.
FEBRERO
Una investigación parlamentaria revela las conexiones entre el gobierno y la Triple A.
16/ El Poder Ejecutivo dispone la clausura del período extraordinario de sesiones del Congreso. Dos
días más tarde da marcha atrás en esta decisión y anuncia la reapertura del Congreso.
18/ La presidenta Isabel Perón habla al país y anuncia su decisión de continuar en el ejercicio de sus
funciones hasta finalizar el período legal. Declara no pretender la reelección.
20/ El gobierno anuncia la anticipación de las elecciones generales; la nueva fecha es fijada para el 12
de Diciembre de 1976.
26/ La Cámara de Diputados rechaza el proyecto de juicio político a la presidenta Isabel Perón.
MARZO
15/ Bomba frente al Comando en Jefe del Ejército.
19/ El diario La Opinión informa que en la Argentina hay “un muerto cada cinco horas, una bomba
cada tres”. Esto, dentro de una escalada de alusiones y anuncios acerca del golpe inminente en la
prensa sobre todo desde el periódico La Razón.
20/ El poder ejecutivo envía al parlamento un nuevo proyecto de ley de defensa, en reemplazo del en-
viado en Octubre de 1975. Entre las nuevas disposiciones se prevé la creación de una Central Nacio-
nal de Inteligencia, que en determinadas circunstancias de conmoción interna podrá declarar zonas
de emergencia bajo jurisdicción militar. En tales casos, se podría aplicar el código de justicia militar,
incluyendo la pena de muerte.
22/ El diario La Prensa informa que los muertos “desde Mayo de 1973” son 1.358 (“66 militares, 170
policías, 677 civiles y 445 subversivos”).
24/ Un golpe militar pone fin al gobierno de María Estela Martínez de Perón, quien es detenida y
alojada en la residencia de El Messidor, en Villa La Angostura, Neuquén. Asume el gobierno los
comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. Anuncian, en un comunicado difundido en la madru-
gada, que “el país se encuentra bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas”. El comunicado
es complementado con una proclama de las Fuerzas Armadas difundida pocos minutos después, en
la que se manifiesta que, ante el “[..] tremendo vacío de poder [..], las Fuerzas Armadas, en cumpli-
miento de una obligación irrenunciable, han asumido la conducción del Estado”. La Junta de coman-
dantes está compuesta por: teniente general Jorge Rafael Videla, almirante Emilio Eduardo Massera

15
y brigadier general Orlando Ramón Agosti. La junta designa delegados militares en los ministerios
y gobernaciones, se mantiene la vigencia del Estado de Sitio, se informa que se dictarán penas seve-
ras -incluida la pena de muerte- a quienes atenten contra el personal de las fuerzas de seguridad, o
contra instalaciones militares, cometan actos de sabotaje en los servicios públicos, o incurran en otros
delitos análogos. Se interviene la CGT (Confederación General del Trabajo) y la CGE (Confederación
General Económica), se disuelve el Congreso y cesan en sus cargos los jueces de la Corte Suprema y
de los tribunales superiores. Se crean consejos de guerra con facultades para aplicar penas severas; se
interviene la Cruzada de la Solidaridad.
25/ El P.E.N. (Poder Ejecutivo Nacional) será ejercido por un oficial superior de las Fuerzas Armadas,
de acuerdo con el reglamento que la Junta Militar sancionó y promulgó con fuerza de ley y que regula
su propio funcionamiento, el del Poder Ejecutivo y el de la Comisión de Asesoramiento Legislativo
(CAL). Se suspende el derecho de huelga y se elimina el fuero sindical. Se suspende la actividad de los
partidos políticos tradicionales, mientras son prohibidas en forma absoluta las actividades de los par-
tidos Comunista Revolucionario, Socialista de los Trabajadores, Político Obrero, Obrero Trotskista y
Comunista Marxista-leninista.
Se producen numerosas detenciones en todo el país: políticos, funcionarios gubernamentales, sindica-
listas. Algunos de ellos quedan recluidos en el buque Granaderos.
26/ La Junta Militar designa presidente de la Nación al teniente general Jorge R. Videla, que asumirá
tres días después.
29/ Jorge R. Videla jura como presidente de la Nación.
Es designado jefe de la Policía Federal el general Cesáreo Ángel Cardozo, que se desempeñaba como
director de la Escuela Superior de Guerra.
31/ Se designan interventores militares en varios sindicatos, por “la necesidad de regularizar las anoma-
lías que se observan en el movimiento sindical argentino”.
Seis dirigentes del Sindicato de Obreros Panaderos de Comodoro Rivadavia serán las primeras personas
en ser juzgadas bajo el régimen de los Consejos de Guerra Especiales instituidos por la Junta Militar.
ABRIL
2/ José A. Martínez de Hoz anuncia por la red nacional de radio y televisión su plan económico. Entre
los anuncios más destacados se encuentran: derogación de precios máximos para todos los artículos
-excepto los medicamentos-, derogación del régimen de nacionalización de los depósitos bancarios, se
prevé la modificación de la ley de inversiones extranjeras, se anuncia el otorgamiento de concesiones a
empresas privadas para la exploración de zonas petrolíferas y la recuperación secundaria de pozos; se
aumenta un 30 el precio de los combustibles líquidos, y se dispone un aumento tarifario (electricidad y
gas). Se anuncia también la racionalización del personal de la administración pública nacional, pro-
vincial y municipal y la transferencia a manos privadas de empresas estatales deficitarias. El Estado
fijará periódicamente el aumento salarial sobre la base de la elevación del costo de vida.
23/ Jorge R. Videla anuncia que la prioridad es la “lucha antisubversiva”.
24/ El diario La Prensa informa que, por disposición oficial “[..] queda prohibido informar, comentar
o hacer referencia a temas relativos a hechos subversivos [..] a menos que sean informados por fuente
oficial responsable”. El presidente de la Nación sancionó la ley que modifica el régimen de Contrato de
Trabajo, del que se derogaron o modificaron numerosos artículos; el Ministerio de Trabajo integrará
comisiones con la participación de los Ministerios de Economía y Justicia, para el estudio y la elabora-
ción de proyectos de ley relativos a la reglamentación del derecho de huelga, régimen de trabajo rural,

16
regulación de los estatutos legales especiales de trabajo y Código de Trabajo.
26/ Guerrilleros dan muerte al coronel de infantería (R) Abel H. E. Cavagnaro.
28/ El ministro de Trabajo designa como interventor en la CGT (Confederación General del Trabajo)
al coronel Juan Pita.
MAYO
15/ Luego de una semana de deliberaciones la asamblea de la Conferencia Episcopal Argentina
publica una carta pastoral: “La justificación histórica del proceso que vive nuestro país no sólo se
fundamentará por el término que puso a una determinada situación de cosas, sino también por la
implementación adecuada de su acción política en la prosecución del bien común de toda la Nación”.
22/ La Policía Federal informa el hallazgo de los cadáveres del ex senador uruguayo Zelmar Michelini
y el ex presidente de la Cámara de Diputados de Uruguay, Héctor Gutiérrez Ruiz, desaparecidos el
17 del corriente mes.
30/ Es secuestrado el interventor de la CGT (Confederación General del Trabajo), coronel Juan Al-
berto Pita.
JUNIO
5/ El PEN (Poder Ejecutivo Nacional) disuelve 48 agrupaciones políticas y sindicales.
18/ Atentado Montonero contra el jefe de Policía, general Cesáreo Cardozo. La ejecutora es Ana
María González.
23/ La Junta Militar dicta el “Acta de Responsabilidad Institucional” por la cual asume “[..] la facul-
tad y responsabilidad de considerar la conducta de aquellas personas que hayan ocasionado perjui-
cios a los superiores intereses de la Nación, por inobservancia de los principios morales básicos en el
ejercicio de funciones públicas, políticas, gremiales; negligencia grave en el ejercicio de esas activida-
des; incumplimiento del mandato que les fuera otorgado; acciones u omisiones que hayan facilitado la
subversión y tolerancia de la corrupción administrativa o negligencia que la facilitara”.
26/ Se decreta la pena de muerte por fusilamiento para quienes maten a personal militar y otros
“miembros de los poderes del Estado”.
JULIO
2/ Atentado con explosivos de la organización Montoneros a la Superintendencia de Seguridad Fede-
ral (18 muertos y 66 heridos). Se producen asesinatos de detenidos y desaparecidos como represalia
al hecho.
4/ Asesinato de los Padres Palotinos en la ciudad de Buenos Aires (mueren tres sacerdotes y dos se-
minaristas).
19/ Mueren en un enfrentamiento con el Ejército Mario Santucho y Benito Urteaga, máximos dirigen-
tes del PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo).
AGOSTO
4/ Las fuerzas represivas asesinan al obispo de La Rioja, Enrique Angelelli.
19/ Muere a balazos el general Omar Actis, designado para encabezar el Ente Autártico Mundial ‘78.
El gobierno atribuyó el asesinato a la guerrilla.
20/ Aparecen 30 cadáveres dinamitados en la localidad de Fátima.
26/ Se publica una nota de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos) dirigida al
gobierno en la que se le advierte acerca del uso ilegal de la fuerza.
SEPTIEMBRE
8/ Se promulga una ley sobre paros obreros a consecuencia de una serie de conflictos en las plantas

17
automotrices y de un prolongado conflicto (que comienza este mes y continúa hasta el día de la
desaparición del dirigente Oscar Smith el 11 de Febrero de 1977) en el sindicato de Luz y Fuerza. El
Poder Ejecutivo podrá exigir a empleadores y empleados el cese inmediato de las medidas de fuerza.
12/ Son hallados los cadáveres de los abogados radicales Sergio Karakachoff y Domingo Teruggi,
ambos de la ciudad de La Plata.
16/ En la ciudad de La Plata es secuestrado un grupo de estudiantes secundarios, militantes, en su
mayoría, de la Unión de Estudiantes Secundarios. El hecho se lo conoció como “La noche de los lá-
pices”.
OCTUBRE
2/ En el “combate de la calle Cobo”, mueren varios miembros de la conducción de Montoneros, entre
ellos María Victoria Walsh, hija del escritor y periodista Rodolfo Walsh.
El canciller argentino, almirante César Guzzetti, debió responder en Nueva York a cuestionamientos
periodísticos sobre los “desaparecidos”.
NOVIEMBRE
13/ Reunión en Santiago de Chile, entre Jorge R. Videla y Augusto Pinochet; ambos suscriben una
declaración contra la “subversión y el terrorismo”.
25/ El general Antonio Bussi, declara en Tucumán, que “la subversión está erradicada en Tucumán y
a punto de desaparecer del territorio nacional”.
DICIEMBRE
4/ Noticia (falsa) de la muerte de Norma Arrostito, dirigente de Montoneros. En realidad fue detenida
y permaneció con vida en la ESMA poco más de un año, hasta que fue asesinada.
19/ El diario La Opinión publica un nuevo documento de la APDH (Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos) en el cual asevera que, además de las organizaciones guerrilleras, “hay otro
terrorismo que nos amenaza”.
31/ El diario La Opinión informa, basándose en trascendidos y comunicados, que desde 1975 la
guerrilla había tenido 4000 bajas: el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) casi no tenía cuadros
combatientes, y Montoneros los había perdido en un 80%.

INTERNACIONALES
La policía sudafricana reprime las manifestaciones estudiantiles en Soweto.
El partido socialista se convierte en la fuerza política más votada en Portugal. Mario Soares asume
como primer ministro.
Indira Gandhi obtiene plenos poderes en la India. Muere en China Mao-Tse Tung.
Adolfo Suárez es elegido presidente del gobierno español.
En Estados Unidos es asesinado el ex canciller chileno Orlando Letelier.
José López Portillo asume la presidencia de México.
James Carter, candidato del Partido Demócrata de Estados Unidos, se impone en las elecciones presi-
denciales sobre el republicano y presidente saliente, Gerald Ford.
Desde el 76 en adelante hasta el advenimiento de la democracia en el 83, todo estuvo a merced de los
militares que decidieron el destino del país y su población como nuca se había visto y como nunca
podríamos haber imaginado.
“El régimen parecía firmemente anclado en el consenso de buena parte de los grupos de poder, y en
la resignación de las mayorías frente a la autoridad militar, sea por convencimiento, temor o la indi-

18
ferencia nacida de ambos. El Mundial de Fútbol de 1978, organizado en la Argentina, constituyó el
clímax del consenso social ante el régimen, con los comandantes en el estadio de River festejando junto
al pueblo la primera copa obtenida por la selección argentina. Pero entre 1979 y 1981 se desarrolló por
el contrario un proceso de resquebrajamiento de las bases de poder de la junta militar.
En primer lugar, crecieron las críticas a la orientación que la gestión económica de Martínez de Hoz
le estaba dando al país, dado el fracaso en el combate a la inflación y en el aumento del costo de la
vida para la mayoría de la población. La política económica era resistida incluso por sectores mili-
tares, que con sus críticas abrían el campo del debate económico a otros sectores de la sociedad hasta
entonces acallados. Era el caso de los sindicatos y los partidos políticos, que lentamente comenzaron a
ganarse un lugar en los medios de comunicación y en el debate con el gobierno a partir de la discusión
económica.
En segundo lugar, y no menos importante, el movimiento de derechos humanos, en Argentina y en el
mundo, atacaba lo que era el núcleo de consenso del régimen: el exterminio ilegal de opositores. Sobre
este tema los sindicalistas y líderes políticos evitaban pronunciarse, porque constituía el único aspecto
en el que las Fuerzas Armadas se encontraban sólidamente unidas: para ellas, el éxito de la “guerra
antisubversiva” era tan incuestionable como los métodos empleados en ella, y quienes la ejecutaron
merecían el reconocimiento de la nación. Pero la valentía de los denunciantes, la intensidad de sus de-
nuncias y la condena de la opinión pública internacional fueron socavando lentamente la confianza
de los militares en que sus crímenes contra la humanidad serían rápidamente olvidados.
La persistencia de la crisis económica y la eliminación definitiva del “enemigo interno” llevaron a los
militares a intentar justificar su papel de “salvadores de la patria” en nuevos terrenos: en la guerra
que casi desatan contra el vecino Chile en diciembre de 1978, y en la breve ocupación de las islas
Malvinas entre abril y junio de 1982. Ambos conflictos revelaron que, con el objetivo de despertar la
adhesión nacionalista, los militares no dudaban en conducir a la sociedad -a miles de jóvenes- a la
guerra. Pero también revelaron que buena parte de la sociedad estaba dispuesta a adherir al naciona-
lismo belicista del gobierno, al que apoyó con fervor durante el conflicto de Malvinas. Pero el fracaso
estruendoso en este último significó el fin del gobierno militar. Y cuando la vida democrática retornó
a la Argentina, la condena social sobre los culpables de crímenes masivos y atroces no hizo sino crecer
hasta nuestros días.
Para describir la herencia de aquellos primeros años del autodenominado Proceso de Reorganización
Nacional es necesario considerar numerosos elementos. Además de las decenas de miles de vidas
que el Estado atacó directamente (vía asesinato, desaparición, cárcel, exilio, apropiación de meno-
res y sustitución de su identidad), el terrorismo de Estado incidió negativamente en la transmisión
intergeneracional de valores y experiencias. En lugar de transmitir las esperanzas y las luchas de
una generación a otra, durante esos años se instalaron hábitos vinculados al miedo y al egoísmo,
ejemplificados en las frases que más se escuchaban en aquellos tiempos: “No te metás” y “Por algo
será”, que se refieren a alejarse de la política y de lo público en el primer caso, y a la justificación de
la desaparición de personas, en el segundo. En los años de la recuperación democrática, la frase más
extendida era “Yo no sabía nada”, lo cual supone haberse mantenido completamente al margen de
un aniquilamiento cotidiano que emitía permanentes y ubicuas señales de su existencia. La negación
(“yo no sabía nada”) es, desde luego, un efecto del terror, pero conlleva una actitud de no responsabili-
zación colectiva frente a lo sucedido. Y las justificaciones (“por algo será” y “yo no me meto”) implican
la aceptación de que el poder no tiene límites para actuar sobre quienes lo desafían.

19
En términos económicos, la mayor herencia de la dictadura es doble. Por un lado, la deuda externa,
que desde entonces no cesa de crecer, condicionando la política económica y trasladando al exterior
buena parte de la toma de decisiones; y por el otro, la crisis de importantes sectores industriales frente
a la apertura comercial, junto con la consolidación de un grupo de empresas dominantes que cimen-
taron su posición mediante negocios con el Estado y que colaboraron en su desguace, en alianza con
las empresas multinacionales y con los acreedores de la deuda externa, durante los años 90. Las con-
secuencias sociales de esta reestructuración económica son hoy más visibles que nunca: la estructura
productiva del país es más dependiente del exterior y genera menos empleos que en el pasado. La po-
breza y la desprotección de las mayorías es consecuencia de la desarticulación de los servicios sociales
que brindaba el Estado en trabajo, salud, vivienda y educación. La formación ideológica y práctica
de las Fuerzas Armadas y de seguridad conllevó la existencia de crímenes y torturas como modus
operandi de esas fuerzas aún en democracia. El sistema judicial se encuentra también atravesado
por los intereses de grupos poderosos (de las fuerzas de seguridad, económicas, políticas), surgidos en
esos años, que impiden la constitución de un poder Judicial independiente y democrático. La noción
misma de Justicia debe convivir con el hecho de que la mayoría de los responsables de crímenes de lesa
humanidad no han pagado sus delitos. En este marco, la ausencia de aquella transmisión intergene-
racional se vuelve más grave, porque dificulta el acceso de la población a los conocimientos necesarios
para enfrentar mejor estos problemas(…)
El primer año de gobierno militar se caracterizó por el disciplinamiento social y el más férreo autori-
tarismo, contando incluso con el aval de numerosos sectores civiles. Pero el poder absoluto es un ideal,
una aspiración totalitaria, que nunca se plasma completamente en la realidad. La propia maquinaria
del terror era imperfecta, y sus víctimas estaban lejos de someterse totalmente a sus designios como si
fuesen autómatas. Numerosas “líneas de fuga” -resistencias subjetivas o simbólicas, contradicciones
o efectos no deseados por el poder- surgieron en esos primeros tiempos, y se profundizaron durante el
régimen militar.
La represión fue planificada de modo centralizado y jerárquico por las cúpulas de las Fuerzas Ar-
madas, pero su naturaleza clandestina y la necesidad de ejecutarla mediante múltiples grupos de
inteligencia y logística generaron ciertos márgenes de autonomía, arbitrariedad, desinteligencias y
competencia entre los represores. En cierto modo, el faccionalismo que las Fuerzas Armadas pre-
tendían destruir en la vida política argentina, acallando toda voz disidente, se reprodujo dentro de
ellas. El enfrentamiento político entre sectores militares permitió el surgimiento de proyectos políticos
particulares, como el del Almirante Massera. En la ESMA, algunos prisioneros conservaron la vida
mediante un “Proyecto de Recuperación” y, en lugar de reinsertarse en la sociedad “recuperados” de
su condición “subversiva”, lograron divulgar al mundo los crímenes aberrantes y masivos que cometía
el Estado argentino, lo cual se convirtió en la principal amenaza al consenso interno y externo que la
Junta pretendía consolidar. Esta no fue desde luego la nota dominante: existieron inmensos centros
clandestinos como Campo de Mayo donde prácticamente no hubo sobrevivientes, pues la decisión era
eliminar a todos los detenidos. Pero la ESMA ilustra uno de los límites del sistema: la imposibilidad
del ocultamiento total y permanente de un exterminio masivo.”
“En el plano laboral, pasados los momentos iniciales del terror y desarticuladas las otrora poderosas
redes sindicales, un movimiento molecular de organización obrera comenzó a crecer subrepticiamen-
te, alcanzando su pico de conflictividad hacia 1979, consistente en centenares de pequeñas medidas
de fuerza en reclamo de mejoras salariales y de condiciones de trabajo en establecimientos fabriles de

20
todo el país. Junto con la paciente recopilación de denuncias y presentación de recursos de habeas cor-
pus por parte de familiares de desaparecidos y algunos abogados, esta conflictividad obrera mostraba
a las autoridades que el orden sepulcral que intentaban imponer al país se volvía cada vez más vul-
nerable. Paralelamente, miles de adolescentes y jóvenes comenzaron muy lentamente a escapar a la
cultura oficial mediante el crecimiento de un circuito semiclandestino, “under”, de recitales y revistas
contraculturales. Estas múltiples resistencias crearon los gérmenes políticos, ideológicos y culturales
de la recuperación democrática que tendría lugar algunos años más tarde.
Pero entre 1976 y 1978, las perspectivas de continuidad del “Proceso de Reorganización Nacional”
eran alimentadas, en algunos casos, por la adhesión a su proyecto de país, pero en muchos otros
por una pasividad nacida del caos anterior al golpe y del miedo a la represión. Mientras la mayoría
prefería “mirar para otro lado”, las dirigencias de la sociedad civil adhirieron con mayor o menor
entusiasmo a los objetivos de la dictadura. Para las cámaras empresarias y de comercio, las des-
apariciones trajeron el orden y la paz para los negocios, y la política económica volcó a su favor la
distribución de las rentas en cada rama de actividad. Un poderoso grupo de empresas industriales
vio incrementadas sus ganancias gracias a las políticas de promoción industrial, que subsidiaban la
producción en determinadas áreas del país, a los contratos con el Estado y a la toma de créditos fáciles
en el mercado financiero -origen de un fuerte endeudamiento externo para el país. Mientras tanto,
las empresas más pequeñas o no favorecidas por el Estado, sucumbieron progresivamente frente a la
agresiva apertura comercial externa (importación), iniciándose un proceso de desindustrialización.
Para la jerarquía eclesiástica, fue una excelente oportunidad para penetrar la estructura del Estado e
intensificar su presencia política y doctrinaria en la vida nacional. Esto fue importante en el ámbito
educativo, donde extendió su influencia, pero también para deshacerse de los sacerdotes que habían
desafiado el orden social y económico tradicional. A los políticos, intelectuales, profesores universita-
rios y periodistas conservadores y de derecha, la represión a los opositores les permitió constituirse en
únicos interlocutores del gobierno y formadores de la opinión pública, saliendo del rincón minoritario
en el que los había confinado la movilización social y política de los años anteriores.
En un nivel “micro social”, es decir, en los pequeños mundos de la vida cotidiana, el clima cultural
de la dictadura alimentó el autoritarismo de todos los que se habían sentido antes amenazados por
la contestación política y cultural de un movimiento predominantemente juvenil. Así, hubo casos de
directores, profesores y preceptores que encontraron un marco propicio para ejercer su autoritarismo
en los colegios, así como “padres de familia” que reencontraron la autoridad sobre el resto del núcleo
doméstico. La policía sistematizó la práctica de exigir documentos de identidad en la vía pública, lo-
cales bailables, estadios de fútbol, etc. En los Entes de Calificación, los censores prohibían o recortaban
toda edición de libros y revistas, películas, obras de teatro y programas televisivos que no se ajustasen
a los ideales del régimen, esto es, toda producción cultural en la que asomase alguna crítica política o
ideológica a las costumbres cristianas, a las Fuerzas Armadas y al orden social capitalista, llegando
incluso a censurar libros como El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, o Un elefante ocupa mucho
espacio, de Elsa Bornemann. Este último poseía, según el responsable de su censura, “una finalidad de
adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo”
(tal vez porque el relato describe una huelga de animales).
Las ciudades en sí mismas fueron también objeto de un reordenamiento autoritario. En el caso de
Buenos Aires, en 1978 una ley descongeló los alquileres y decenas de miles de inquilinos de bajos
ingresos debieron abandonar la ciudad. Paralelamente, la mayoría de las villas de emergencia que

21
se habían asentado en Buenos Aires desde los años 30 fueron arrasadas con incendios, topadoras,
tanques y soldados, y miles de familias fueron literalmente expulsadas de la ciudad y abandonadas en
terrenos baldíos suburbanos, privadas de su hogar y de las redes de agua, electricidad y transporte. La
construcción de autopistas favoreció el desplazamiento de los habitantes poseedores de automóviles,
pero destruyó autoritariamente la historia y la organización de barrios enteros.
Para lograr sus objetivos, el proyecto militar se basó en la práctica de la desaparición de personas
y en su efecto aterrador en la sociedad. Cada compañero que misteriosamente no volvía al colegio,
cada delegado fabril que no retornaba a su lugar de trabajo, cada vecino cuya casa era arrasada en
la noche y no reaparecía, cada automóvil que se paseaba sin identificación, repleto de hombres de
anteojos oscuros y armas largas, indicaba cotidianamente la existencia de una monstruosa realidad
paralela, mucho más atemorizante en tanto no era asumida ni reconocida por las autoridades. Los
desaparecidos, como sostuvo el Presidente Jorge Videla en una conferencia de prensa en 1979, “son
una incógnita, no tienen entidad, no están”. Frente a esta multiplicidad de señales del terror, la mayor
parte de la población optó por el silencio y la negación, recluyéndose en ámbitos íntimos y privados
e intentando no preguntarse ni hablar demasiado de lo que estaba sucediendo. Y ante los cuestiona-
mientos aislados que se filtraban en la prensa y en las conversaciones diarias se sostenía, si alguien
no aparecía, que “por algo será” o que “algo habrá hecho”; lo grave de esta expresión es que indicaba
la aceptación de que quien no se adecuase al “orden” y a la “normalidad” desapareciese para siempre.
Durante el desarrollo y los festejos del Mundial de fútbol de junio de 1978 este clima alcanzó su máxi-
ma expresión, cuando el fervor nacionalista tiñó casi completamente la vida del país, para beneficio,
fundamentalmente, del gobierno.
El terror y sus resistencias libraron miles de batallas cada uno de los días que duró el “Proceso de Reor-
ganización Nacional”. Mientras la mayoría se adaptaba, numerosos artistas populares intentaban
disfrazar con metáforas sus críticas a la sociedad para escapar a la censura, algunos abogados busca-
ban los resquicios legales del sistema para dar con los desaparecidos, los familiares de desaparecidos
establecían contactos con aquellos periodistas, sacerdotes y militares que pudieran brindar alguna
información y que no se resignaban al imperio del terror y de la muerte, y los estudiantes, vecinos,
obreros e intelectuales que no querían o no soportaban vivir de ese modo establecían lenta y oculta-
mente lazos de solidaridad, fuentes de contra-información, discusiones políticas, pequeños centros de
investigación y señales de contención afectiva para resguardarse tanto de la represión como del clima
de sospechas e hipocresía al que la mayoría de los argentinos se estaba acostumbrando
El golpe implantó un sistema planificado y masivo de secuestro, tortura, asesinato y desaparición de
personas. El terrorismo de Estado es una modalidad de dominación política que abarca al conjunto
de la sociedad y que hace del terror una herramienta para disciplinarla. Esta experiencia quedó gra-
bada en la memoria colectiva de los argentinos y se convirtió en un símbolo terrible de nuestra cultura
política ante el mundo. Un fenómeno tan grave resulta muy difícil de explicar y requiere el análisis de
facetas muy profundas de la experiencia histórica del país.
El sistema represivo fue global, en el sentido de que abarcaba prácticamente todas las esferas de la
vida del país: las oficinas, los diarios y revistas, la calle, los hogares, las escuelas, cuarteles y univer-
sidades, las fábricas y dependencias estatales; estaba presente entre religiosos y comerciantes, intelec-
tuales y futbolistas, en las peluquerías y clubes de barrio, en la radio y la televisión. El discurso oficial
sobre la “Guerra contra la Subversión” exigía la adhesión, o al menos el silencio, de toda la población,
y penalizaba mediante el terror cualquier disconformidad o disenso. El gobierno sostenía que se es-

22
taba “refundando el país”, luego de un cuadro de crisis “terminal” y, por lo tanto, todos los sacrificios
eran válidos para ello -libertades, derechos y garantías constitucionales incluidas-. La disciplina de las
Fuerzas Armadas, que se consideraban a sí mismas “custodio de la Nación”, debía extenderse a toda
la sociedad, particularmente sobre los “subversivos”, considerados culpables del desorden y el extravío
de la “grandeza argentina”, a quienes se reservaba un tratamiento particularmente cruel.
Los centros clandestinos de detención y tortura fueron la base del sistema represivo, constituyendo un
modelo del orden y la disciplina absoluta con que los militares, desde el Estado, intentaban moldear a la
sociedad. La secuencia operativa de estos centros era la planificación, el secuestro, la tortura, la deten-
ción (días, meses o años) y la eliminación (el denominado “traslado”). Los opositores eran secuestrados
por los “Grupos de Tareas” o “Patotas”, integradas por militares de las tres fuerzas, miembros de la poli-
cía, prefectura y gendarmería, además de oficiales retirados y civiles, en proporción variable. Los grupos
de secuestradores se organizaban de acuerdo con la distribución en Zonas y Subzonas Militares, corres-
pondientes a cada Cuerpo del Ejército, en que la Junta dividió operativamente el territorio nacional.
Los centros eran clandestinos porque no poseían una existencia formal y pública, aunque funcionasen
en muchos casos en espacios estatales como comisarías, escuelas navales, cuarteles militares, edificios
policiales, escuelas y hospitales, por lo general en sótanos, altillos, o áreas y pisos enteros. Lo paradó-
jico es que se trataba de actividades clandestinas en edificios públicos. En otros casos se trataba de
casas de barrio o quintas suburbanas. Pero en todos los centros el espacio se adaptaba siguiendo un
mismo patrón, consistente en salas de confinamiento, salas de tortura, salas de inteligencia, salas de
guardia y otras dependencias. La mayoría de los centros se hallaba en zonas densamente pobladas
de los centros urbanos y, por lo tanto, eran numerosas las señales de su existencia para los vecinos y
transeúntes. Esto representaba una angustia mayor para los detenidos -concientes de que a veces sólo
una pared y unos pocos metros lo separaban de la vida normal-, y una amenaza para quienes desde
afuera percibían rumores, extraños movimientos nocturnos y gritos desgarradores.
Los centros clandestinos de detención habrían sido al menos 365 en todo el país, localizados espe-
cialmente en los grandes centros urbanos. La cifra crece constantemente con nuevas denuncias y
descubrimientos. El número de detenidos en cada uno de ellos fue variable: se estima que la Escuela
de Mecánica de la Armada (ESMA) y Club Atlético en Capital, Campo de Mayo en el Gran Buenos
Aires y La Perla en Córdoba habrían alojado cada uno a miles de detenidos, mientras otros a cen-
tenas o decenas. Algunos funcionaron sólo unos pocos meses, y otros durante todo el período de la
dictadura. El período de mayor cantidad de centros clandestinos en actividad fue de 1976 a 1978. El
poder multiplicador de este terror se difundió por todos los canales de la vida social del país, mientras
el silencio oficial volvía más siniestras esas señales.
Hoy es posible contar esta historia sobre la base del esclarecimiento progresivo de lo ocurrido en esos
años. También es posible debido a la condena social que existe sobre el terrorismo de Estado, a de-
cisiones políticas gubernamentales como política de Estado y a la constatación de que incluso en los
momentos más trágicos existieron maneras de resistir y combatir el miedo. Y esto, a pesar de la per-
sistencia de las leyes de impunidad y de las políticas que apelan al eslogan de la “reconciliación” por
las cuales muchos de los responsables de los peores crímenes de nuestra historia permanecen libres.

Extracto de memoria de CD: “Memoria Abierta 24 de marzo 1976: ‘El golpe y el terrorismo de
Estado’”.Vol. 2 Gob. de Bs.. As. Página 12 Año 2005.

23
Capítulo Segundo

“Hay que limpiar el local, porque en el local hay muchos nombres”, fue la orden sencilla que por
teléfono Oscar le comunicó a Alicia, el viernes 26 de marzo de 1976.
Zárate geográficamente estaba cortada en dos partes. Las vías del Urquiza que se prolongan con
dirección oeste-este hasta el Ferry, hacían de obstáculo natural dividiendo la ciudad. Los únicos
puentes ubicados en las calles Justa Lima y Lavalle, junto al puente peatonal sobre la estación Zá-
rate Alto estaban cercados por las fuerzas militares.
Solo podían cruzar la ciudad aquellos que iban a trabajar “fuimos por un atajo enfrente del hogar
de anciano que comunicaba el barrio Villa Nueva con Matadero, era de noche, teníamos miedo pero
había que vaciar el local, había nombres y direcciones que comprometían a mucha gente. Este no era
un golpe igual que los otros. Este era muy distinto.
Cuando cruzamos las vías, nos encontramos con Palito que vivía en Matadero que nos condujo por
el barrio, con él estábamos seguros, lo habíamos conocido en Villa Cachunga cuando hicimos unos
bailes para recaudar fondos para la pos-escuela que teníamos, así pudimos llegar al local, y con otros
compañeros bajamos el cartel y nos pudimos traer todo lo que estaba adentro, recién ahí nos queda-
mos tranquilos, éramos conscientes que solo teníamos que esperar.”
Todos los relatos evocando esos días dejan algo muy en claro con respecto a lo local: nunca se
advirtió el grado de militarización que la zona tenía.
Viéndolo desde la actualidad uno de los motivos puede ser que para los zarateños era común ver a
militares en la ciudad: Tenemos la Escuela de Prefectura, el Arsenal de Marina (por largo tiempo
residencia del capitán Astiz), la Gendarmería en el Puente Zárate Brazo Largo, la Central Nuclear
de Atucha y el Tolueno, que pertenecía a Fabricaciones Militares en la ciudad de Campana. Desde
diciembre del 75 se desarrolló el área 400. En una palabra estábamos rodeados: ya era tarde para
cualquier dirigente político como social.
En los primeros meses del año, mientras se ultimaban los detalles del golpe, las fuerzas armadas
eran árbitro de la situación. El discurso de Navidad del comandante Videla había sido una dura
advertencia dirigida a la guerrilla y al gobierno: “La delincuencia subversiva, si bien se nutre de una
falsa ideología, actúa favorecida por el amparo que le brinda una pasividad cómplice (..). Miramos
consternados a nuestro alrededor y observamos con pena, pero con la sana rabia del verdadero sol-
dado, las incongruentes dificultades en las que se debate el país sin avizorarse solución. Frente a esta
tiniebla, la hora del despertar del pueblo argentino ha llegado”.
El esquema económico constituyó la razón principal de un golpe de estado que fue planeado con
gran anticipación hasta en sus menores detalles, como lo prueba el Plan del Ejército de febrero de
1976, firmado por el entonces jefe de Estado Mayor, general Roberto Viola. Donde puede apreciar-
se a simple vista que los pretendidos “excesos” de algunos individuos fueron en verdad políticas
establecidas desde el alto mando. Incluyendo el robo y muerte de niños.
La profundización de un modelo liberal tenía que eliminar todo obstáculo que dificultara su eje-
cución.

Resumen de la Entrevista a Lidia Biscarte (China) ex detenida, realizada por Sonia Tessa diario
Página 12 del 9-7-2010
La China y Eva Orifici son querellantes en la causa en la que se investiga el circuito represivo de

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Zárate-Campana, explican por qué les resulta fundamental apelar el fallo que dejó impunes a los
represores Santiago Omar Riveros, Sergio Buitrago y Jorge Bernardo en relación con las violacio-
nes que ella y otras compañeras y compañeros sufrieron en cautiverio. A Lidia Biscarte le costó
más de treinta años pronunciar esa palabra, violación. Pero ahora saben que esa forma de la tortu-
ra merece ser juzgada y sentenciada porque era “uno de los pasos que se seguían para deteriorarte
como persona”. La China en marzo de 1976 era delegada gremial en el puente Zárate-Brazo Largo
cuando la patota fue a buscarla a su casilla, se la llevó y dejó a sus cuatro hijos a merced de la soli-
daridad de los vecinos. La China es visceral. La China y su compañera Eva Orifici de Marciano
están hermanadas por haber compartido dos centros clandestinos de detención, así como las cár-
celes de Olmos y Devoto. Las dos fueron violadas en cautiverio. Como casi todas las prisioneras y
muchos prisioneros. Ellas quieren que ese delito sea castigado, que “se sepa” que los represores no
sólo secuestraban, robaban, torturaban y mataban, sino que también violaban. “Son unos degene-
rados y tienen que pagarlo”, dice la China, una hora después, lo expresa con otras palabras: “Era uno
de los pasos que se seguían en relación a cómo deteriorarte como persona. Vos eras una cosa en poder
de ellos”. La China se llama Lidia Biscarte y Eva es Orifici de Marciano. Las dos son querellantes en
el juicio a Santiago Omar Riveros, en el que se investiga el circuito represivo de Zárate-Campana.
En sus declaraciones relataron las violaciones sufridas, las que escucharon hacia otras prisioneras,
las que les relataron compañeras y compañeros de cautiverio. Lo dicen con toda las letras, aunque
les costó. La China lo conversó con un compañero que estuvo prisionero, como ella, en el Arsenal
Naval de Zárate y escuchó los ultrajes. El la animó a decirlo. Las dos querellantes estuvieron de
acuerdo en apelar cuando el juez federal de San Martín, Juan Yalj, consideró que las violaciones
fueron “eventuales” y por lo tanto correspondía la falta de mérito para Riveros, Sergio Buitrago y
Jorge Bernardo por responsabilidad mediata en las violaciones. Riveros era el jefe de la zona, mien-
tras Buitrago y Bernardo eran los jefes del Arsenal Naval. Pablo Llonto y Ana Oberlin, los aboga-
dos querellantes, presentaron una detallada argumentación frente a la Cámara Federal. Allí consi-
deran: “La solicitud de que se revoque la falta de mérito dictada en relación a los abusos sexuales
es trascendente. Pero la Cámara Federal de San Martín tampoco dio por probada la sistematicidad
de los delitos sexuales. Entonces, dos organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres, con
status consultivo de Naciones Unidas, Cladem e Insgenar, presentaron un dictamen de amicus
curiae (amigo del tribunal) donde se argumenta por qué esas violaciones fueron un delito de lesa
humanidad, imprescriptible. También la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las cau-
sas por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura, que dirige Jorge Auat,
considera que estos crímenes deben recibir el mismo tratamiento que la tortura. Para Oberlin, es
importante que Yalj y la Cámara acepten que la violencia sexual era sistemática, como la tortura.
“La decisión del juez es contradictoria, porque los mismos argumentos que utilizó para imputar a
acusados como autores mediatos de los tormentos es aplicable a las violaciones. No podemos afir-
mar que Riveros haya violado, porque las víctimas estaban vendadas y no podían ver a quiénes lo
hacían. Pero si Riveros no hubiera puesto los medios materiales y humanos, los tormentos no ha-
brían podido ocurrir. Y lo mismo pasa con las violaciones”, apuntó la abogada de Hijos y de Abue-
las de Plaza de Mayo. Por eso, La China y Eva están dispuestas a descorrer los velos sobre el tema.
No pudieron ver a quienes las violaron, pero están dispuestas a hablar, hasta que se haga visible,
hasta que la persecución de este delito en el marco de las violaciones a los derechos humanos tenga
el lugar que le corresponde. A Lidia Biscarte le dicen La China desde que era una niña, el apodo se

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lo puso su papá. Para la patota que la secuestró en su casilla del barrio del puerto, de Zárate, en la
noche del 27 de marzo de 1976, ése era su nombre de guerra. Buscaban a la jefa regional del PRT,
a quien también le decían La China. Pasa un buen rato de conversación hasta que se saca las me-
dias y muestra las huellas de la tortura en sus talones y pantorrillas, donde faltan pedazos de carne.
“Todas las atrocidades que se han narrado son poco”, dice La China para dar una dimensión sobre
el dolor padecido. “Hubo un momento en que la tortura no me hacía nada, sentía tal quemazón, tal
ardor, todo por dentro, que era todo igual”, relata. Pasó por varios centros clandestinos de detención
del circuito de Zárate-Campana. La noche de su secuestro estuvo en la comisaría de Zárate, luego
la pasaron a Prefectura de su ciudad. Lo peor de las tremendas torturas sufridas llegó en el Arsenal
Naval, y luego en el barco Murature, adonde llevaron a los prisioneros apilados en un lanchón y
luego los subieron atados, con una roldana. También los sometían al submarino en el río. Allí,
entre decenas de prisioneros, compartió cautiverio con Eva y su esposo Alberto Marciano. Des-
pués, ella fue llevada a Campo de Mayo, adonde la recauchutaron para “blanquearla”. Allí llegó con
33 kilos. También estuvo en el Pozo de Banfield, antes de quedar detenida en Olmos. La China
recuerda al director de la cárcel de Devoto, Galíndez que les gritaba: “Asesinas, guerrilleras, putas”
y la Jefa de Requiso Martín las destrataba y humillaba también. Las mujeres militantes, esas que
ellos querían doblegar a toda costa, habían desobedecido varios mandatos. No sólo cuestionaban
el orden social establecido, sino que también echaban por tierra los mandatos ancestrales de géne-
ro. Para ellas, el mundo privado era insuficiente. Querían ir al mundo público, para cambiarlo. Y
lo hacían con convicción. La China no sabía mucho de política, lo aprendió “adentro”, con las
compañeras, a las que agradece la solidaridad y las enseñanzas dentro de la prisión. “Yo apenas si
sabía escribir. Ellas también me ayudaron a que pudiera seguir caminando”, relata sobre el apoyo
de las compañeras de Olmos y Devoto cuando ella, por la infección de las heridas producidas por
la tortura, debió ser operada en reiteradas oportunidades La China tiene una vitalidad envidiable,
es difícil entender de dónde saca la fuerza después de tanto sufrimiento. Es verborrágica, trabaja
en las villas, a las que dice pertenecer con orgullo, aunque hoy viva en un chalecito humilde al que
tuvo que ponerle rejas después de un sugestivo robo. Habla de sus siete hijos y llama a los tres
menores “los de la democracia”. Aunque su apariencia jamás permitiría adivinarlo, tiene seis bis-
nietos. Relata orgullosa que su testimonio está en la página 47 del libro Nunca más, y lamenta no
haber participado del Juicio a las Juntas porque ella, que volvió a vivir en la misma villa luego de
ser liberada, recibió la citación cuando estaba evacuada porque su casilla se había inundado. Y
encontró el papel, flotando en el barro, cuando ya era tarde. Resulta llamativo que se defina como
“radical de toda la vida”. Pero no tanto ya que ahora defiende a Cristina y “el Pingüino” al que res-
peta por ser el único que ha implementado una política de Derechos Humanos que compromete
al Estado en la responsabilidad que tuvo durante la Dictadura. El relato de La China se va por las
ramas, bordea el tema de las violaciones, va y vuelve sobre el antes y después de su vida. “Estos se
deben estar lamentando de haberme dejado viva”, dice entre risas. Siempre fue comprometida y
responsable de sus actos, con claras convicciones y a través de los años se ha mantenido con la
misma coherencia, por eso la eligieron como delegada sus compañeras de los sectores de maes-
tranza y cocina en el puente Zárate-Brazo Largo, en 1974. Recuerda con nitidez que por entonces
“ya andaba la Triple A metida en el lugar”. Poco después nació su hijo Pablo, que estuvo once meses
internado. Cuando la patota fue a buscarla a su casa, La China estaba en camisón, con ese hijo en
brazos. Así la llevaron, pero luego quedó desnuda, como todos los prisioneros. Según el amicus

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curiae de Cladem e Insgenar, ésa fue otra forma de violencia sexual. La pesadilla de La China duró
casi cuatro años. Cuando recuerda todo lo ocurrido, La China llora poco. “Me considero súper
fuerte”, dice sobre sí misma. Ella empezó a hablar de la violencia sexual cuando dio testimonio en
el juicio por Floreal Avellaneda, y le provocó pudor hacerlo delante de dos de sus hijos, que habían
ido con ella pero no sabían sobre esa tortura específica. Ella lo habló con Llonto y su propio hijo,
que la alentó a ponerle palabras también a ese horror. Por eso La China se presentó frente a los
integrantes de la Cámara Federal de San Martín y dio sus propias razones para probar la sistema-
ticidad de las violaciones en los centros clandestinos de detención. Cuenta que a ella le lastimaron
brutalmente los genitales. “Me dejaron toda rota, tengo unos surcos por todos lados”, dice con cru-
deza y aclara “hasta ahora conservo las huellas del dolor padecido en mi cuerpo, la peor de las
torturas, una impotencia que no deja tregua”. La China recuerda las violaciones suyas, de otras
compañeras y compañeros. Pero aclara que respeta la decisión de quienes prefieren guardar silen-
cio sobre el tema. Sabe que decirlo es, también, liberador. Aunque sea difícil.

Alberto Calvo. Nació en Zárate el 15 de diciembre de 1945, amigo del Dr. Juan Carlos Deghi
y de José María Iglesias.
Fue detenido en Zárate el 27 de marzo de 1976, los primeros cuatro días los pasó en un calabozo
de la comisaría de esa localidad. “Era tratado como si fuera un criminal peligroso”, aseguró el 13
de Junio de 2001 ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata en el Juicio por la Verdad.
Posteriormente fue trasladado al buque “Murature”, “en donde empezaron los interrogatorios y las
torturas”, y luego al centro clandestino “El Tolueno”, que funcionaba en una fábrica militar de esa
zona. Es decir, tuvo el mismo recorrido que el ex detenido José María Iglesias, según el testimonio
que brindó hace dos semanas.
En “El Tolueno” estuvo detenido junto a otras personas en el interior de un tanque vacío. “Como
tenía restos del material con el que se preparaban los pegamentos -relató-, todos estuvimos medio
drogados por unos días”.
Después fue llevado al Tiro Federal de Campana, donde dijo que se hacían simulacros de fusi-
lamiento, y más tarde a una comisaría de Moreno. Calvo vivió todos estos traslados junto a otro
grupo de personas de Zárate, entre los que mencionó a Eduardo París, Marcelino López, Luis
Comaqui y un colectivero de apellido Juárez.
El ex detenido precisó que entre el 1 y el 2 de mayo de 1976 partieron de Campo de Mayo tres
camiones con detenidos que fueron a parar a la Unidad 9 de La Plata, a la cárcel de Devoto y a la
unidad penitenciaria de Sierra Chica.
Calvo dijo que lo llevaron a la U9 de La Plata, y que él y las otras personas fueron las primeras en
llegar de otra ciudad que no fuera la capital bonaerense. Después, aseguró, empezaron a llegar de-
tenidos de distintos puntos del país. Recordó un episodio en el que se enteró que el jefe de Policía,
Ramón Camps, concurrió personalmente a la cárcel a pegarles a los detenidos.
Durante su extensa declaración, Alberto Calvo habló también del asesinato de Juan Carlos Deghi,
ocurrido horas después de ser liberado de la U9 en la noche del 20 de marzo de 1978.
“En la cárcel habíamos escuchado que a algunas liberaciones les seguía un nuevo secuestro y des-
aparición”, rememoró Calvo y agregó que presintió que eso le pasaría a Deghi. El cuerpo sin vida
del abogado fue encontrado dos días después de su liberación, en el kilómetro 20 de la ruta 36.

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José María Iglesias Fernández. Periodista nacido en Zárate el 26 de febrero de 1928, gran amigo
del Dr. Juan Carlos Deghi y compañero de militancia de tipo cultural y cooperativista desde
los años ‘50.
Trabajaron juntos en la fundación del Círculo Popular de Cultura, varias bibliotecas, la Coopera-
tiva Martín Fierro, la Cooperativa de los Químicos, la Cooperativa Mosaístas, la Cooperativa de
Transporte y la Cooperativa Eléctrica de Zárate, entre otras. “… el Banco Cooperativo por ejemplo,
en el cual militábamos y trabajábamos juntos, llegó a manejar más que la actividad del Banco de
la Nación y el Banco de la Provincia juntos” manifestó en el Juicio por la Verdad el 30 de mayo de
2001.
Iglesias fue secuestrado en Zárate (norte de la provincia de Buenos Aires) el 27 de marzo de 1976
por personal de Prefectura Marítima, y llevado al Arsenal de Artillería de Marina, donde estuvo
una noche. Después fue trasladado a una comisaría de esa ciudad.
Estuvo detenido allí pocos días, hasta ser trasladado a un barco anclado en el muelle del Arsenal
de Marina. “Ahí me torturaron por primera vez”, señaló Iglesias. Y agregó que en ese centro clan-
destino de detención pudo identificar a uno de sus torturadores: “Era el ‘Chino’ García Storni, y era
muy conocido en Zárate”, explicó.
Unos días más tarde fue trasladado a un barco de la Armada, al cual identificó posteriormente
como el “Murature”. En ese lugar también fue torturado. “Nunca me preguntaron otra cosa que cuál
era mi nombre de guerra y quiénes eran mis compañeros”, contó el testigo.
También allí permaneció poco tiempo. Fue llevado en lancha al centro clandestino de detención
que en el libro “Memoria Debida”, de José Luis D’Andrea Mohr, figura como “el Tolueno”, en Cam-
pana.
“Ahí hubo golpes e interrogatorios. Nos tenían a todos metidos adentro de una pileta de natación”,
relató el ex detenido. Después fue trasladado, junto con otros prisioneros, al Tiro Federal de Cam-
pana, donde nuevamente fue interrogado. “Éramos torturados en grupo. No nos sacaban de ahí.
Había mujeres que eran violadas en ese lugar, mientras estábamos todos allí”, manifestó.
Iglesias comentó que a principio de los ‘90 -durante su exilio en México- lo llamaron por teléfono
para decirle que podía encontrar los cadáveres de sus amigos, y que estaban enterrados en el Tiro
Federal de Campana. Cuando regresó al país dos años después se contactó con el ex detenido Al-
berto Calvo, y fueron juntos a visitar el lugar.
“Vimos indicios de que era posible que hubiera habido enterramientos; había hileras de baldosas
hundidas y de un color distinto al de todas las demás, y eso demostraba que ahí había pasado algo”,
afirmó en su testimonio.
Entre 1996 y 1997, Iglesias realizó gestiones ante el diputado Alfredo Bravo y ante el Equipo Ar-
gentino de Antropología Forense para que se abriera una investigación al respecto. “Todavía no
hubo noticias”, dijo.
Después de unos días de estar secuestrado en Campana, fue trasladado al centro clandestino cono-
cido como “Pozo de Banfield”. “Fue donde más me torturaron”, indicó.
“En un momento me dijeron que tenían detenida a mi hija y que la iban a torturar y violar delante
mío. No era cierto, pero fue lo peor que me pudo pasar”, expresó el testigo. Y añadió: “Lo que yo
quería era morirme, de haber podido me hubiera suicidado. Mi vida estaba en manos de estos cri-
minales”.
Iglesias dijo que en el “Pozo de Banfield” eran comunes los simulacros de fusilamiento, y que “en

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dos o tres oportunidades fuimos drogados”.
Después de estar cerca de seis días secuestrado en ese centro, fue llevado al Hospital de Gendar-
mería de Campo de Mayo, donde logró recuperarse parcialmente de los efectos de la tortura y el
cautiverio.
Fue en ese hospital que Iglesias pudo encontrarse con el abogado Juan Carlos Deghi. El testigo
aseguró que habían estado detenidos juntos, por lo menos, desde el “Pozo de Banfield”, aunque no
pudo recordar si también estaba en los demás lugares por los que había pasado.
Iglesias permaneció detenido-desaparecido durante poco más de un mes hasta ser “blanqueado” y
enviado a la cárcel de Devoto. De acuerdo a su ficha criminológica Nº 155.651 ingresó a la Unidad
Penal Nº 9 el 28 de septiembre de 1976. El Decreto Nº 398 del 22 de febrero del `77, autorizó su sa-
lida del país y tres días más tarde lo trasladaron, junto a Luis Alberto Manso Lucero, a “Detenidos
especiales” de la Policía Federal para su posterior salida a México
Estos testimonios como tantos otros nos ponen de cara a la dictadura y nos deja bien en claro que
No fue como dijeron las campañas de prensa durante más de veinte años, “que el golpe fue contra
los grupos guerrilleros”. Este golpe fue mucho más significativo. Fue sobre los sindicatos, los estu-
diantes, los intelectuales, los campesinos, los trabajadores. Fue contra el pueblo.

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Capítulo Tercero

“A Zárate lo salvó la barranca” es la afirmación contundente del bombero Andrés Fanar que nos
cuenta “Yo vi primero el hongo, luego escuché el estruendo y más tarde fue la onda expansiva que
arrancaba los portones de cuajo”. La barranca, actuó como obstáculo natural, para contener la onda
expansiva. Las instalaciones del arsenal de artillería y por consiguiente los polvorines se encontra-
ban debajo de la barranca.
La Planicie Pampeana se encuentra circunscrita al este y noreste por lo que se denomina escarpa
o barranca. La misma es una formación muy antigua Paleoacantilado, que se originó por la acción
erosiva de olas cuando el nivel del mar se encontraba en una posición más alta que la actual y las
olas penetraban profundamente en el ambiente que actualmente está ocupado por el delta del río
Paraná. Esta subunidad geomórfica se atenúa hasta desaparecer en su intersección con la salida de
los ríos principales pero en el resto de su recorrido puede ser observada claramente, incluso en el
ámbito de la ciudad de Buenos Aires donde ha sido severamente modificada o como comúnmente
se dice humanizada. Asimismo, en ella están presentes los paisajes con la mayor diferencia de altu-
ra relativa que puede ser observado en la región, ya que en algunos casos presenta pendientes casi
verticales de varios metros de altura.
El valle de inundación está limitado por barrancas en la margen derecha mientras que en la mar-
gen izquierda, sus costas son bajas y anegadizas con numerosos riachos y lagunas que se inundan
en época de crecientes. En síntesis el Delta del Paraná está delimitado naturalmente por las barran-
cas o taludes naturales que definen el valle del Río Paraná.
La situación de Zárate, a orillas del Paraná de Las Palmas, fue uno de los principales factores en el
proceso de formación del pueblo y de su posterior evolución económica y general. Al delinearse la pri-
mera traza urbana, ya existía una población establecida en las proximidades del río, aprovechando
las ventajas del puerto natural, uno de los más abrigados de la región litoral que estaba protegido por
las barrancas, por un lado, y cerrado por las islas, por el otro. “El “Bajo” es el único sector amanza-
nado de la ciudad que llega al río, claramente definido por barreras naturales, como la barranca y el
río Paraná de Las Palmas, y artificiales, entre ellas, las vías férreas, las industrias, el equipamiento
portuario y la villa de emergencia La Carbonilla. Extracto del libro “Era una vez.. Zárate”. Auto-
res: Silvia Irene Baccino y María Luisa Sorolla.
A producirse la explosión, el hongo que se elevó hacia lo alto, llevó consigo todo el escombro que
luego cayó sobre los aledaños. Provocando los daños que hemos mencionado y los respectivos
decesos y heridos.
La onda expansiva tuvo su recorrido hacia el norte, donde sólo hay arboleda, y hacia el este donde
está el río o la isla o sea lo que denominamos valle de inundación donde no se encontraba ningún
escollo.
Los daños provocados a muchas cuadras de distancia sólo fueron vidrios rotos, provocados por
la onda expansiva, pero que va a llegar con mucho menos fuerza, por sobre la barranca o sea a la
ciudad propiamente dicha.
Los desastres pueden ser originados por la naturaleza o por la mano del hombre, es decir pueden
ser naturales o antrópicos, es evidente que acá no fue por causas naturales y vivimos un verdadero
desastre.
La situación de desastre va a ser en este caso un evento súbito, inesperado y desbordante, y tiene

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una real implicancia ya que estos términos hacen hincapié en la aceptación que tengan las perso-
nas de una comunidad de la posible ocurrencia de un desastre. Zárate no era consciente de esta
posibilidad y además en el marco de una dictadura que no dejaría actuar a las organizaciones o
instituciones responsables, la ciudad fue más vulnerable.

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Capítulo Cuarto

Primavera del 76, cálido y húmedo sábado de octubre, era el tiempo en que se trabajaba hasta la
una de la tarde. Pocos negocios abrían después de las 16 horas. La ciudad que funcionaba como
pueblo parecía desierta a la hora de siesta, el movimiento se daba más tarde. Los pocos cafés que
había se llenaban de clientes ocasionales que se encontraban a charlar y a tomar algo. En Argón
se desarrollaban las tradicionales partidas de ajedrez. El “flaco Barbich” repartía los programas
del Cine América: ese fin de semana la cartelera ofrecía “La Guerra de los sostenes “, con Tristán,
Calabró, Mimí y Norma Pons, Santiago Bal y Mariquita Gallego y en el Círculo “La otra cara del
padrino”.
Cabe recordar que el país se encontraba bajo toque de queda, que comenzaba a partir de las 22
horas y durante todo el proceso hubo “estado de sitio”. Si más de dos personas se reunían en la calle
(aun para hablar de temas mundanos como mujeres, fútbol o lo que sea) podía considerarse como
asociación sospechosa y ser arrestados a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (P.E.N.). Zárate
no era la excepción, pero cosa curiosa casi no se respetaba, pese a todo se tenía una importante
vida social.
Llegó la noche, la ciudad comenzaba a movilizarse, dos clubes atrapaban a la totalidad de la gente
de los barrios, el club Carlos Pellegrini y el Club Belgrano, en este último, aproximadamente a las
24 hs. actuaría el grupo Tempo. Los boliches en el centro eran “863”, “Chiqué”, “Bucanero” y “Top-
sys” que fueron los que más perduraron en el tiempo.
Ese sábado 16 de octubre a las 23 horas María de los Ángeles Dipietro de 32 años, le estaba fes-
tejando el cumpleaños número 11 a su hija Marta, en 3 de febrero 822, la casa de su suegra Marta
Rosado: “cumplo los años el 14 de octubre y ese año había estado muy enferma, viví en cama y
hacia cruces esperando que llegara mi cumpleaños porque mi mamá me estaba preparando una
fiesta, tuve tos convulsa y hepatitis, falté ciento cincuenta y pico de días a la escuela, hacia cruce-
citas hasta que llegara esa noche. Festejé mi cumpleaños y mi papá fue a llevar a mis amigas, a las
nenas a sus casas, en el momento que estábamos mirando los regalitos con mi mamá, le digo: mira
que hermosa cadena, ponemela y empezamos a sentir olor a pólvora, como nosotros habíamos
festejado el cumpleaños en la casa de mi abuela, en la parte de adelante, mi mamá sale a buscar
a mis hermanos que estaban durmiendo atrás y ve el cielo rojo y siente mucho olor a quemado:
los nenes, los nenes!!! Yo me acuerdo de eso y de que fui detrás de ella…Vengan para acá, vengan
para acá decía mi abuela y en ese momento yo se que la vi delante de mi y mi abuela la llamaba:
Nena, nena!!!, como la llamaban a ella. Yo me veo contra un árbol de mandarinas y cuando me
miro la mano me faltaba un pedacito del dedo, sólo un pedacito porque lo otro estaba podrido en
pólvora. Llega mi papa, entrando el auto, tenía muchos tajos en la cabeza y sé que nos agarro mi
papa a mis hermanos y a mí y nos fuimos a la clínica Norte y me quedo la imagen de mi mamá
tirada. Pasaron los días y yo estuve en lo de una tía en Campana y le preguntaba a mi papa ¿Cuándo
vamos a ir a ver a mamá? No, mamá está internada en Buenos Aires y no la podemos ir a ver. No
tuvo el valor para decirnos que había muerto, y después de un mes, un mes y pico, jugando con los
chicos de la cuadra, me dice un amiguito a tu mamá la velaron con el cajón cerrado porque estaba
muy lastimada, asi fue como me entere que había muerto mi mamá, fue terrible” (…) “Estuve
mucho tiempo internada en Buenos Aires, porque los médicos de acá me decían que esto no tenia
solución, me querían amputar una mano, y fui a parar al Hospital Naval, lo hicieron ello todo” Fue

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muy difícil para mí, es una historia que todavía no cerro, yo quería saber siempre, cuando me case,
mi marido me llevo a ver la tumba de mi mamá por primera vez”, quisiera saber lo que paso para
vivir tranquila, para estar en paz.”
“La nena..qué le pasó a la nena!!!, Isabel Di Pietro, la hermana de María de los Ángeles Rosado,
pregunta desesperadamente a otra de sus hermanas por la suerte de María.
María yacía tirada en ese patio, su cuerpo ensangrentado, su cabeza destrozada por una viga. No
alcanzó a darse cuenta de lo que pasó. No fue necesario atenderla porque “estaba destrozada, los
sesos estaban en la planta de mandarina”. Nos dijo su hermana Isabel.
No fue la única víctima o damnificada de esa trágica noche, la Sra. Dora Nicolasa Yacovella de
Valido murió 8 días después, el 24 de octubre, debido a las heridas recibidas. Vivía en French 560.
Jorge Acosta soldado conscripto clase 55 muere en la base también esa noche y el informe dado por
la armada data también de 3 heridos de la dotación.
La señora Marcelina Álvarez Vda. de Ledesma de 88 años, no vidente, fue rescatada de entre los
escombros esa noche por su hija, Josefina Ledesma, en la vivienda de la calle Berutti 765 y trasla-
dada al Policlínico de la Carne donde fue asistida salvando milagrosamente su vida.
Mary Rucabina quien tenía 18 años, ayudó en la Clínica Santa Isabel y nos relata: “¿Cosas raras?
Todo era raro: del cielo cayeron piedras, era de noche, nadie sabía lo que estaba pasando.. yo no aten-
dí a los heridos, no era enfermera, a mi me llamaron para ayudar a limpiar los quirófanos, el personal
de la clínica no daba a vasto, entraba y salía gente, vos no sabías quiénes eran, los heridos no solo eran
del barrio también trajeron heridos del club Belgrano, yo conocía al nene de Morales que le había caí-
do una piedra en la cabeza. Todo era confusión, pero se tapó todo, se calló todo y más cuando, como
a mis abuelos, les llegó el cheque para pagar los daños. El Estado se hizo cargo y cuando el Estado se
hace cargo ¿¿??.. Se dice que el proyectil que impactó en el polvorín vino de isla, a nosotros nos quedó
eso, pero nunca se supo, nadie salió a decir que no.”
“La piedra que cayó en el patio de mi casa tapó todo de barro”, contó el ingeniero Pablo Jasienowitz,
vecino de nuestra ciudad.
Claudio García actual jefe de bomberos: “Yo era cadete en ese entonces, cuando fue la explosión
vimos el hongo hacía el río y vinimos al cuartel y allí comenzaron a llamar pero antes de bajar para
el Arsenal, apagamos un incendio en una casa donde murió una persona cerca de la escuela Nº 2,
hacia la calle Avellaneda y Güemes, ahí cayó una viga que aplastó un Fiat 600 que estaba entrando al
garaje. Allí sacamos a una señora pero con heridas leves. Adentro del arsenal yo no tengo registrado
muertos. Adentro no hubo tanto fuego con respecto a la explosión y la onda expansiva.”
Un vecino del hospital el señor Basilof nos cuenta “hubo bastantes heridos, mucho movimiento,
ambulancias, no había luz, salió todo el mundo a la calle, fue una explosión muy grande.”
En Juan B. Justo 1237, Isabel Dipietro y su marido estaban mirando una película en Hollywood
en Castellano, la explosión “volcó la cafetera”, al asomarse por la ventana gritó “Zárate se está pren-
diendo fuego”, las ambulancias ensordecían la noche, enseguida sonó el teléfono.

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Capítulo Quinto

“Llovían piedras y el olor a azufre invadía la ciudad”, así describió la madrugada del 16 de octubre
Gustavo Pizzo, quien vivía a pocas cuadras del Arsenal, quizás porque “estábamos entrenados para
no preguntar” es que Lucy Castagnon, quien por aquellos días de octubre no llegaba a los veinte
años y trabajaba en las oficinas de Contaduría del Arsenal no se cuestionó demasiado al ver que
toda esa estructura había desaparecido “La contaduría estaba sobre la barranca debajo de la casa
del jefe, enfrente del laboratorio, cuando volví no reconocía el lugar era como si a todo se lo hubiese
tragado la tierra, quedó solo el esqueleto y durante bastante tiempo nos mudamos hasta que las re-
construyeron”. “Allí en el arsenal tenían asiento por periodos el BIN 1, EL 2Y EL 3, personal civil no
se quedaba nunca el fin de semana, así que heridos civiles adentro del arsenal seguro que no hubo,
nosotros cuando entrabamos a las 6 de la mañana entraban los camiones de los bines que volvían…
el contador era un capitán de apellido De María… los cheques de los damnificados se emitieron desde
el COM, porque en el arsenal no podíamos trabajar, mucha gente cobró, lo que trabajábamos allí
siendo civil de una u otra manera habíamos sido recomendados por ejemplo mi papá era militar o sea
conocíamos los códigos, podemos decir que éramos parte de la familia naval, eso estaba incorporado,
con respecto a lo que se fabricaba puedo decir poco si sabía que eran bombas, sables, si cuando digo
bombas son de las que explotan si, después de muchos años volví al arsenal por mi trabajo en la es-
cuela y me pregunto donde está todo, hubo un desmantelamiento lento y total de las instalaciones, de
los talleres. En el arsenal había dos mundos: el de los civiles y el de los marinos, eso era una realidad
concreta… Dijeron que fue un accidente. Que había explotado un polvorín de los que estaban cerca
del río, no se dijo nada más y hasta ahora para mi pasó eso: explotó un polvorín. Aunque ahora con
el correr de los años pienso que pudo haber sido un negociado, había mucha plata de por medio, y
solo ellos tenían el control.”
Susana Rosado, la cuñada de María Isabel Di Pietro, estaba embarazada y festejaba el cumpleaños
de su sobrina Marta en 3 de febrero 822, una viga cae sobre su cuerpo sacándole parte del glúteo.
Es atendida en la Clínica Norte pero su esposo viendo que la misma no manifiesta mejoría se pre-
senta en el arsenal quienes mandan al Dr. Perayta que logra que sea trasladada al Hospital Naval,
donde observan que “dentro del glúteo había restos de pólvora y hojas de mandarina”. Susana, nos
cuenta que “tuvo varias intervenciones quirúrgicas solo para limpiar la herida y que su embarazo
siguió con normalidad”... “y en Zárate, en ese momento, no se sabía tratar heridas con pólvora, por
eso fui trasladada al Naval”.
“Fue un dispositivo explosivo, muy bien disimulado, que seguramente había entrado días anteriores
con un cargamento” esa fue la explicación que su padre, que trabajaba en el Arsenal, le dio a Susana,
además de aclararle que “detonar el polvorín solo podía realizarse desde adentro ya que los mismos
están preparados por la superficie a recibir impactos sin que se detonen”.
Claudio Lucero estaba en una “reunión” en Avellaneda y Güemes, el estruendo lo sorprendió. El
Fiat 600 guardado en el garaje estaba aplastado por una viga. En su casa, a solo media cuadra del
Arsenal, no hubo ni vidrios rotos. Al lado, la familia Melillo estuvo al borde de la tragedia; un
enorme bloque de hormigón aplastó la cama de su hija, que en ese momento se encontraba en otra
habitación.
“No podíamos volver”, nos cuenta Gustavo Pizzo, que luego de la explosión quiso regresar a su
casa pero la zona ya estaba acordonada, “el olor a pólvora prácticamente impedía respirar, no sabía

35
que estaba pasando”.
Cacho Guidi se casó esa noche. La fiesta fue en el Círculo Oficiales de Mar. La explosión terminó con
los festejos, “salimos para nuestras casas” comenta Estella Marinich, una de las invitadas al casamiento.
Gustavo Hoses estaba en el Coliseo viendo una película de Polansky, de pronto “la gente comenzó
a gritar: nos están bombardeando y corrimos para ponernos a resguardo de lo que creíamos era un
ataque, no tengo idea cuanto tiempo pasó, para mí fue mucho… cuando empezamos a salir, me fui
hasta mi casa, en Avellaneda al 400, se escuchaban sirenas, se veía gente corriendo en las calles, pie-
dras, más bien, pedazos de hormigón en las calles céntricas, ventanas rotas. En ese momento no sabía
que pasaba, después me enteré que había sido en el Arsenal, yo era colimba en ese tiempo y hubo dos
versiones, la que un soldado había metido una bomba en el polvorín y otra que había entrado un
embarque de bombas y lo activaron a modo de atentado”.
Francisco Giacomino, un vecino de la calle Chacabuco, no estaba en su casa a la hora de la explo-
sión, volvió preocupado por su sobrino y “encontré a mi padre en estado de shock debajo de la mesa
y la casa destruida, parecía una guerra”.
Pablo Jasienovicz “Mudo testigo, que aún poseo, mi libro de geometría descriptiva, abierto sobre la
mesa del comedor, quedó como si hubiera sido atacado por un “loco con yilé”. Placares como puerco
espín de esquirlas de vidrios clavados de punta (no quedó un vidrio sano), las pantallas de las lám-
paras en lonjas, la puerta del frente 2 m adentro de la casa. Vigas de cemento de 2 m x 0,3 x 0,3 m
pasaron por encima de mi casa de 12 m de altura, cayendo en un terreno baldío milagrosamente.
El barro del cráter de tierra producido por una roca que cayó en el fondo de casa, cubrió el techo de
nuestra casa y las lindantes. Yo vivía a 6 cuadras del arsenal, en la casa de mi esposa voló el frente de
la puerta como si una bomba hubiera estallado allí mismo, la casa está a 12 cuadras. Yo en el cine,
donde el temblor de la tierra llego segundos antes, a 20 cuadras del arsenal, que el cemento que volaba
por el aire produjera las muertes de los vecinos. Creo que sólo “La Razón” sacó algo, quizá esté errado,
y el gobierno se ocupó de que no se sepa nada del tema”.
Marisa Bertrand vivió el temblor en su casa, supo en pocas horas que “una vecina había muerto
y su hija quedó lastimada” cuando se le pregunta su opinión acerca del episodio no duda “nunca
se dijo nada pero para mí fue un atentado”. Sergio Robles, hoy profesor de historia, tenía 13 años
ese 16 de octubre del 1976, su casa frente al Arsenal quedó parcialmente destruida, en la entrevista
que nos concedió nos comentó que unos días antes se habían escuchado disparos y nunca hubo
explicación de ese hecho, “el rumor popular calificó la explosión como un atentado”.
A las 22 horas del 16 de octubre César López estaba en el club Maipú y “nos sorprendió ver ca-
miones con soldados que salían del Arsenal” hecho que una hora más tarde se volvería significativo.
López cree que todo fue obra de “un atentado guerrillero en venganza por la muerte de una familia
que pertenecía a la organización Montoneros”.
A las 23 hs. de ese sábado Rufino Izaguirre regresaba a su casa en Villa Angus, nos cuenta su hija
Cristina “la onda expansiva lo arrojó junto con su bicicleta contra una pared quebrándole el brazo
fue atendido de urgencia en el hospital, en su casa el ropero de unas de las habitaciones se había
tumbado sobre la cama y varios vidrios rotos, daban cuenta de lo sucedido”.
Ovideo Lindolfo “al otro día, del tiroteo en el barrio, pasa lo del Arsenal, acá se iluminó todo parecía
de día, el barrio está casi a dos km pero sin embargo cayó un adoquín en el techo de zinc de la cancha
de bochas de la esquina, no paso nada porque al sentir semejante ruido se fueron todos corriendo a
sus casas, al otro día no podíamos creer de lo que nos habíamos salvado”.

36
Capítulo Sexto

“Digamos que el ideario popular en cuanto al uso del lenguaje había acortado esa frase Arsenal de
Artillería de Marina Zárate llamándola Arsenal, con lo cual se le sacaba ‘de Marina’ con lo que no
se contagiaba con lo que era la Armada en ese momento y en este lugar y en la Argentina”, estos
interesante porque este apocope del nombre, tira la teoría de que lo que había ocurrido”, así explica
René Palmieri como el uso cotidiano del lenguaje nos limita, nos acota y hasta nos protege, por-
que además el Arsenal era una opción educativa más porque tenía una escuela de tornería de alto
prestigio, por lo tanto solamente era el Arsenal.
En los días posteriores Lucy Castagnon estuvo en el Círculo Oficiales de Mar “emitiendo cheques
para los civiles que habían sido damnificados”, confirma esta realidad René Palmieri quien nos
cuenta que “el fin de semana que vuelvo supe que había pasado alguien del Arsenal preguntando por
los daños ocurridos, en mi casa se produjo el abombamiento de las persianas y vidrios rotos también
supe que a una señora, se le había caído el techo mientras dormía y todo se le atribuía a la explosión
del polvorín quizás por un temor colectivo no dicho”… “Si recuerdo que la noche de la explosión yo
me hallaba en un cumpleaños en la calle Güemes y lo que sentimos fue una detonación seca, la vibra-
ción me separa de la pared en donde estaba apoyado. Seguimos hablando pero algo tiene que haber
sucedido (me preguntaba) para que todos decidiéramos irnos a nuestras casas. Yo en el momento no
desarrolle ninguna conciencia de lo que sucedía, todos nos preguntamos qué había pasado, respuesta
no había en el momento, pero vuelvo a insistir, algo muy fuerte tiene que haber pasado para que en
esa reunión colectiva todos quisiéramos irnos.”

Entrevista a Efrain Nores


“Yo hice la colimba del 15 de septiembre del 75 al 15 de septiembre de 1976. Como yo estudiaba me-
dicina y los horarios me daban me quedé enganchado en la parte de Sanidad y ese día de la explosión
me tocó la guardia. Estaba en el puesto de Suipacha y 9 de Julio y recuerdo que primero se ilumino
el cielo como si fuera de día, todo anaranjado, sentimos el ruido y al momento se cayó el palo de luz
sobre el puesto. En el mismo estaba con un ayudante de tercera y nos dimos cuenta que la garita se
había electrificado porque veíamos los chispazos alrededor de nosotros, nos salvamos porque está-
bamos sobre madera y luego que se cortó la luz, nos sacaron de allí adentro, entonces, empezamos
a ver que salían los vecinos y el doctor Di Nápoli que era en ese entonces médico del Arsenal vino
hacia donde estábamos nosotros. Cerca del puesto vivía un oficial de Prefectura que salió con una
Ithaka y gritaba ¡Guardia! Guardia! Nosotros les decíamos que no podíamos salir del puesto por las
calles, que debíamos quedarnos ahí, luego la directiva fue que nos paráramos en la esquina de 9 de
Julio y Gral. Paz y que no debíamos dejar pasar a nadie, pero no pudimos hacerlo porque caían las
ambulancias de todos lados, iban y venían, eran las ambulancias de Marina. Nos preguntábamos a
qué hora nos iríamos de ahí porque sabíamos que cuando sucedía, por ejemplo, algo con un aspirante,
solo pasábamos días con sumarios y declaraciones, pero acá, sorpresivamente, a las 8 de la mañana
nos mandaron a casa...” “… Cuando entregamos la guardia y bajamos a Prefectura lo que vi tirado en
cantidad fueron muchos matafuegos, la parte afectada fue la de bomberos...” “... Desde el 75 el Arsenal
y Prefectura estaban separadas, adentro, las calles, estaban cortadas a modo de limite, me acuerdo
también las casas con agujeros, balas tiradas, proyectiles de envergadura, la zona que más afectada
vi, fue la que va entre Gral. Paz y Adolfo Alsina...” “… Nunca se tocó el tema en la parte de Prefectura

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y eso que había quedado destruido, también la Dirección de la Escuela y la Jefatura de Prefectura. Yo
también me acuerdo que Embon Secretario de Obras Públicas de Arrighi (Primer Intendente después
de la Dictadura) fue el encargado de la refacción de la Prefectura, rompieron e hicieron todo de nuevo.
La bolilla que se corría es que había sido un atentado y que había sido un colimba, yo zafe nunca
me llevaron a declarar…”(…) “… En Marina estaban los bichos verdes, los infantes de marina.” (…)
“… Marina y Prefectura eran dos mundos aparte y los infantes daban miedo, son tipos muy jodidos,
además, como ellos practicaban en la bahía no dejaban que te acercaras. Nosotros, los enganchados,
que éramos más civilachos no teníamos contacto, no nos dejaban acercar ni al alambrado, te comías
un reto que ni te cuento, y hasta nos podían correr a tiros… Bueno, mirá, yo lo que recuerdo es que
había explosiones todo el día y nos decían que se fabricaban bombas que se vendían al extranjero, o
sea que, siempre estaban probando armamento..”

Testimonio del Pera Bugliotti: músico.


“… Recuerdo que fue el 16 de octubre a las once y cuarto de la noche, yo estaba en el Centro tomando
un cafecito y el cielo se puso naranja, le pedí a un amigo que me trajera hacia mi casa enfrente del
Arsenal. Había escombros por todos lados y me quede en la esquina petrificado porque estaba tan
obnubilado que hasta me pareció ver que al muro le faltaba un pedazo del paredón, por suerte el
paredón y la barranca freno la onda expansiva. Sé que allá atrás murió una señora, la Sra. de Vallido
que le cayó una piedra que perforo el techo, la Sra. estaba durmiendo y que otra en 3 de Febrero que
le cae algo en la cabeza cuando sale al patio, acá rompió ventanas, vidrios, sacó una puerta de cuajo
y la estampó contra la pared, a la casa de la esquina la destruyó totalmente...” (…) “… Se hablaba de
una cifra de cinco muertos y de un cohete teledirigido, se decía también que el viernes había llegado
un cargamento con una bomba adentro. Al otro día esto era un zona turística, esa tarde me fui a la
casa de mi novia un poco más tranquilo, cuando volví, no me dejaban pasar, todo estaba cerrado y
me dijeron, si no te vienen a buscar de tu familia no te podemos dejar pasar, así que tuve que llamar
a alguien de mi casa para que corroboren que ahí vivía… Ante la tragedia vivida parecía cómico que
lo debían haber hecho el día anterior con respecto a la seguridad de su arsenal lo estaban haciendo
después que todo había pasado.”

Entrevista a Sergio Robles


“Este lugar fue elegido para poner el Arsenal porque es un puerto natural de aguas profundas, cuan-
do se crea el Arsenal los barcos cargados de municiones anclaban acá y porque la barranca no cae
directamente al río por lo tanto, hay un espacio de bañados hasta llegar a la orilla. La Base Naval se
limitaba en 1880, con muelles de la Municipalidad y el muelle de la Armada propiamente dicho, las
construcciones más viejas que tenía el Arsenal fueron las que se destruyeron en la explosión del 76,
allí se encontraba también en la parte más alta sobre la barranca un cementerio que al instalarse el
Arsenal fue cambiado de lugar y llevado al emplazamiento actual. El polvorín estaba ubicado debajo
de la barranca, no se sabe hasta el día de hoy si fue producto de un accidente por negligencia o de un
atentado”. Sergio recuerda haber visto a Buitrago con la cara herida. “… Volviendo a los daños los
mismos fueron muchos pero se tardó poco tiempo para la reconstrucción..”

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Capítulo Séptimo

“Nosotros estábamos en Retiro, veníamos de un campeonato, y lo primero que vimos fue la tapa de
La Razón que en letras de molde anunciaba: Zárate. Explotó un polvorín. Ese fue el primer contacto
con el hecho, enseguida llamamos por teléfono y nos confirmaron la noticia y nos tranquilizaron”, así
cuenta Marisa De Silva como se enteró de la explosión que conmovió a la ciudad.
En Zárate la noticia pudo recién leerse el lunes en los diarios El Pueblo y El Debate porque los
domingos no salían los diarios.
El Pueblo tituló “El Estallido de un Polvorín causó 1 muerto y 3 heridos” y transcribe el comu-
nicado de la Armada “poco antes de la medianoche del día de ayer se produjo una explosión en
un polvorín del Arsenal de Marina con asiento en Zárate, falleciendo a raíz de dicha explosión el
conscripto clase 55, Jorge Acosta y resultando con heridas tres integrantes de la dotación. Se ha
ordenado el correspondiente sumario para investigar el accidente”. No hubo análisis ni investiga-
ción periodística.
El Debate del lunes, guardado por Irene López, publicó: “Ampliando la información que sumi-
nistramos en nuestra edición de ayer sintetizamos el comunicado de la armada redactado en los
siguientes términos: Poco antes de la medianoche se produjo una explosión en el polvorín de la
armada con asiento en Zárate, falleciendo el soldado conscripto clase 56 Jorge Acosta y resultando
con heridas 3 integrantes de la dotación. La zona del siniestro se ubica con exactitud donde infor-
mamos ayer, es decir sobre el sector del arsenal lindero con la calle Chacabuco, a pesar de ello su
muro medianero no ha sufrido ningún daño. Se registraron empero severos perjuicios en fincas
linderas tal como la del señor Robles, en donde tomaron primera e inmediata intervención los
bomberos a quienes acompañamos.
El señor Robles y su familia entrevistados por nuestro cronista, declararon que en momentos en
que se produjo el siniestro se encontraban en una fiesta permaneciendo tan sólo en la finca, el se-
ñor Cornelio José Pagal, quien sufrió lesiones leves. De haberse encontrado en la misma la familia
hubiera corrido un riesgo fatal puesto que sobre la casa se desplomó un trozo gigantesco de hierro
candente. Otras familias que sufrieron daños en sus hogares por la caída de hierro y hormigón,
y por la onda expansiva son : Ana de Twigfold, de Berutti y Chacabuco; familia Bugliotti, familia
Ortíz; familia Porfidio, familia Melo, familia Insúa, familia Zagel, familia Franceschini, familia
Vidal, familia De la Vega, familia Ramírez y familia López.
Con respecto a daño material en fincas linderas se produjeron roturas de vidrios y ventanas sobre
las calles French y Maipú.

Actuación del cuerpo de bomberos: luego de la intervención citada, la que se produjo con celeri-
dad y eficiencia, los integrantes del cuerpo de bomberos al mano del señor Mussupapa y acompa-
ñado incluso por el presidente señor Pippo, se trasladaron al Arsenal donde hasta esos momentos
su jefe coordinaba las tareas que las circunstancias imponían.
Víctimas civiles. Con respecto a víctimas civiles, El Debate desmiente enérgicamente rumores que
encuentran eco propicio en estas circunstancias con referencia a que se habrían producido en ele-
vado número… (ver copia del diario).

En Crónica aparecen en la información los apellidos de las familias Twigfold, Bugliotti, Ortiz,

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Porfidio, Melo, Sajo, Francechini, Vidal, De la Vega y López como damnificadas por la explosión.
También relata que en el sanatorio Belgrano fueron atendidos dos heridos, uno de ellos grave; a
la Clínica Santa Isabel, fueron trasladadas 6 personas, en el Hospital hubo 12 heridos. El señor
Bassiloff, que tiene un kiosco frente al hospital, recuerda “acá hubo mucho movimiento, se cortó la
luz, mucha gente salió a la calle y entraban y salían muchas ambulancias, con heridos.” En la Clínica
Privada Zárate solo hubo un herido leve y en el Policlínico de la Carne tres heridos leves y una
anciana con traumatismo de carácter reservado.
En sucesivas ediciones de los diarios capitalinos continuaron informando sobre las hipótesis del estalli-
do, es muy llamativo que en nuestra ciudad el tema se haya agotado periodísticamente ese 18 de octubre
y sólo pudimos seguirlo a través de las necrológicas, los agradecimientos y las anuncios de la Armada
para el cobro de indemnizaciones por los perjuicios materiales ocasionados por la explosión.
La confusión también fue cómplice de algunas de las hipótesis, ya que ese día en la Capital Federal
se produjo un atentado de Montoneros en el micro-cine del Círculo Militar provocando 50 heridos
y numerosos daños. Tales hechos tuvieron muy poca diferencia horaria entre sí.
Toda la sociedad, los medios incluidos porque son “organizaciones que producen y hacen circular
discursos, estaba sumida, en un clima de terror y censura, pero no todos se comportaron de igual
forma: la oposición se dio en los medios clandestinos: ANCLA (Agencia Noticiosa Clandestina) y
Cadena Informativa.

Informe Nº 1, Diciembre de 1976. Parte de Cadena Informativa, escrito por Rodolfo Walsh
En diciembre creó ‘Cadena Informativa’, con partes más cortos y concisos, con un estilo austero
pero preciso en la denuncia. Se diferenciaba de ANCLA porque salía una o dos veces por mes;
estaba dirigido a personas y sectores determinados, a fin de que ellos ayudaran a la extensión de
la información, formando una verdadera cadena de comunicación. Los partes eran redactados
por el mismo Walsh, con un estilo más breve; y la entrega era en propias manos, generando un
mayor compromiso en la difusión. A su muerte, sus colaboradores tomaron la posta y siguieron es
cribiendo partes, hasta agosto del ‘77.

Crónica del terror


Mil fusilados, veinte mil presos o desaparecidos y trescientos mil exiliados son las cifras que se
manejan en el extranjero sobre la situación argentina desde el 24 de marzo. El 18 de noviembre
el ministro del Interior, general Harguindeguy, calificó de ‘demencial’ la segunda de esas cifras y
alegó el ‘secreto militar’ para no dar la verdadera. Confirmó así las sospechas de que el gobierno
no da cifras ni nombres de detenidos para mantenerlos como rehenes que son fusilados en imagi-
narios enfrentamientos. Fuentes judiciales han revelado de qué modo se llega al total de veinte mil
presos o secuestrados. Solamente en los juzgados del Gran Buenos Aires se registra un promedio
mensual de cuatrocientos recursos de hábeas corpus (desaparecidos), y otro tanto en el interior
del país, lo que eleva el promedio a ochocientos. En más de la mitad de los casos, sin embargo, los
familiares de los desaparecidos no se presentan a la justicia por temor. Mil seiscientas desaparicio-
nes, en nueve meses, ascienden casi a quince mil, que sumados a los cinco mil presos existentes
desde el 24 de marzo dan la cifra que rechaza Harguindeguy.
Los datos de exiliados que llegan del extranjero son alarmantes. Sólo en Madrid y Barcelona hay
decenas de millares de argentinos expulsados por el terror. Las colonias argentinas se han multipli-

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cado en los Estados Unidos, Perú, Venezuela, México y países europeos, inclusive Suecia.

Fusilan rehenes
En noviembre, la dictadura militar anunció haber matado a ciento cuarenta guerrilleros, en su-
puestos combates. Más de la mitad de esos combates han consistido en fusilamientos de activistas
sindicales o estudiantiles detenidos. Fuentes policiales revelaron a Cadena Informativa el método
para saber, a través de la lectura de los comunicados militares, si se trata de un combate o de un
fusilamiento. En este último caso, los ‘combates’ se producen en descampados y en horas de la
madrugada, y no se dan los nombres de los muertos, ya que ellos figuran en las listas de detenidos
que circulan internacionalmente. La zona de La Plata fue escenario de la más violenta represalia
después que una bomba colocada en la Jefatura de Policía el 9 de noviembre mató a cinco policías
e hirió a quince, entre ellos cinco jerarcas. El jefe de Policía, coronel Camps, fijó en cincuenta y
cinco el número de rehenes a fusilar y las ejecuciones comenzaron la madrugada siguiente: ocho
en La Plata y ocho en Tolosa y City Bell. El 11 de noviembre se ejecutó a siete más en La Plata. El 12
fueron fusilados cuatro en La Plata y cuatro en Tolosa. En la madrugada del 13 se fusiló a seis en el
barrio Las Quintas. El 14 fueron ejecutados en Punta Lara tres activistas obreros. El 15 otros cinco
en Los Hornos. El comunicado sobre este hecho dijo que los cinco guerrilleros se desplazaban
apelados en un Fiat 128, en la madrugada, y al sostener un tiroteo, una bala impactó el tanque de
nafta incendiando el coche y carbonizando a sus ocupantes. No menos inverosímil resultó el 16 la
tentativa de ‘copamiento’ de la subcomisaría de Arana en que se completó con diez fusilamientos la
cuota fijada por Camps. De ninguno de estos cincuenta y cinco muertos se han dado los nombres.
Por los mismos días en que el coronel Camps completaba su represalia, el coronel de las SS nazis,
Herbert Kapler, agonizaba en una cárcel de Italia y el pueblo italiano protestaba contra el proyecto
de dejarlo en libertad. Igual que Camps, Kapler fijó una cuota de diez por uno después que una
bomba en la jefatura de policía nazi en Roma mató a treinta y tres de sus hombres en marzo de
1944; las 335 víctimas fueron masacradas en las Cuevas Ardeatinas. No es la única semejanza que
los observadores empiezan a encontrar entre el nazismo y la dictadura argentina. El 27 de sep-
tiembre la revista española Cambio 16 publicó una nota titulada ‘Ochenta zapatos vacíos’ en que
se comparaba el centro de torturas de Campo de Mayo con los campos nazis de concentración,
hasta en el detalle de las ropas de los ejecutados que se van acumulando. El 22 de noviembre el
ministro Harguindeguy introdujo un toque de racismo al proponer que los millones de colonos
blancos reaccionarios que escapan del África vengan al país, mientras fuerzas de Aeronáutica en-
traban en la Villa de Retiro, matando a tres villeros, y se rastrillaban las villas del Gran Buenos
Aires pobladas por paraguayos y bolivianos. ¿‘Solución final’ para el problema de los inmigrados
latinoamericanos?

Prohibido informar
El diario La Opinión reveló a mediados de noviembre una lista de temas sobre los que está pro-
hibido informar. Incluyen hechos subversivos y bajas en las Fuerzas Armadas y policiales. Entre
los primeros figuran un tiroteo con guerrilleros que costó la vida a dos miembros de Seguridad
Federal en Flores el 17 de noviembre, el desarme de la guardia de camineros en la papelera Massuh
de Quilmes, el 19, dos muertos y cuatro heridos graves de la Policía Federal al desactivar bom-
bas cazabobos en locales abandonados por la guerrilla, y centenares de actos de sabotaje. Una

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explosión en un polvorín de Ejército, que costó la vida a un oficial, y otra en el Arsenal Naval
de Azul donde murieron tres marinos y ocho resultaron heridos, fueron presentados como
accidentes. La censura impidió entre otras cosas que el país se enterase del proyecto del senador
norteamericano Edward Kennedy de acusar al gobierno argentino ante la Comisión de Derechos
Humanos de la OEA, de la decisión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
de condenar a la Argentina y Rhodesia, del secuestro de un nuevo diplomático cubano y del brote
de aftosa surgido en la provincia de Buenos Aires. Más de tres millones diarios gasta la dictadura
para combatir a la guerrilla. Cada guerrillero muerto cuesta un millón de dólares.
No sólo los sectores obreros, que soportan los sueldos más bajos de la historia, sino los empresarios
nacionales agobiados por los impuestos y la caída de las ventas, se preguntan si el precio no es de-
masiado caro, sobre todo cuando aparecen signos de que la corrupción atribuida a Isabel Martínez
se ha multiplicado después de su caída. La estafa a los ahorristas en el juego de la Bolsa asciende ya
a centenares de millones de dólares, mientras un cable de Roma atribuye a los marinos de la Co-
misión Nacional de Energía Atómica el cobro de una coima de 2.400.000 dólares en la compra de
reactores canadienses. Cadena Informativa es uno de los instrumentos que está creando el pueblo
argentino para romper el bloqueo de la información. Cadena Informativa puede ser usted mismo,
un instrumento para que usted se libere del Terror y libere a otros del Terror.
“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a
mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quie-
ren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir
la satisfacción moral de un acto de libertad.
DERROTE AL TERROR. HAGA CIRCULAR ESTA INFORMACIÓN.”

Hacemos notar que Walsh denuncia una explosión en un polvorín de la Armada en Azul el mismo
fue el 25 de noviembre de 1976, un mes después de la explosión del polvorín de Zárate. La nota
apareció muy escuetamente en un diario local de Azul y la explosión en el Arsenal de Zárate fue
recogida también internacionalmente en 2 diarios de España.
El arsenal de Azul era uno de los que proveía pólvora en granos y otro tipo de explosivos al Arsenal
de Zárate.

ELPAIS.com Edición impresa Internacional. España.


Hace explosión un polvorín militar
EFE, - Buenos Aires - 27/11/1976
Un polvorín militar de la base naval de Azul, en la que se encuentra detenida la ex presidenta
María Estela Martínez, ha hecho explosión. Se produjeron grandes daños materiales y resultaron
heridas ocho personas. Un comunicado militar asegura que las causas se desconocen, por lo que
se ha iniciado una investigación. El mes pasado, y a consecuencia de un atentado, hizo explosión
otro polvorín de la Armada en la ciudad de Zárate. El helicóptero en que viajaba el presidente
argentino, general Videla, sufrió ayer averías en pleno vuelo y hubo de realizar un aterrizaje de
emergencia. Los pasajeros según fuentes oficiales resultaron ilesos.

También hubo algún tipo de resistencia en la prensa oficial como La Opinión, La Prensa y el Bue-
nos Aires Herald se tratan de gestos poco significativos si lo apartamos del contexto pero cobran

42
otro relieve si tenemos en cuenta que a sus responsables les costaron su encarcelamiento, tortura,
deportación y hasta la muerte. Otra mención merece la revista Humor, surgida en 1978, y que con
humor e inteligencia presentó su crítica al régimen.
Clarín, Crónica y la Nación con sus diferencias cumplieron con los mandatos que de ellos se espe-
raban, vale también aclarar que Clarín y la Nación se convirtieron en socios del Estado Autoritario
en la empresa monopólica Papel Prensa.
Extra, dirigida por Neustadt, Carta Política editada por Grondona, y La Razón copada por los
servicios de inteligencia se convirtieron en instrumentos a favor de la dictadura.
Como podemos observar, los medios masivos de comunicación cumplieron una función funda-
mental en el plan del gobierno militar para controlar y orientar las ideas, los medios gráficos de
Zárate no fueron una excepción aunque vale aclarar que en su mayoría las notas eran “levantadas”
de los diarios de la capital, por eso no sorprende el tratamiento que se le da a la noticia de la explo-
sión del polvorín: escasos datos, poca descripción y nada de investigación.
Por temor a la represión o por propio convencimiento los medios de la época difundían una sola
voz, todo contribuyó a formar un discurso de apoyo sin fisuras, una unificación de opiniones que
generó una sensación de consenso total.
Desde el comunicado Nº 19 de la Junta Militar publicado el 24 de marzo se dejaba en claro la
postura ante la prensa: “Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales ha re-
suelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier
medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a
asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al te-
rrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere,
divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar
o desprestigiar las actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales”
La noticia del estallido del polvorín que conmocionó a la ciudad tuvo tres columnas de no más de
26 renglones en página 3 y a pesar de comentar la visita de Massera el día 17 de octubre “para abrir
un sumario en los meses posteriores” no existen detalles ni declaraciones que ayuden a entender
o clarificar el hecho. .
¿Pero qué sucedía con la radio?: en esa época la zona contaba con una sola radio AM, Radio Nu-
clear que todavía conserva el 1.500 del dial. En enero de 1976 su dueño fue encarcelado y la radio
fue “cedida” a fuerza de torturas a hombres vinculados con el poder militar. (Clarín 8 de enero,
Pág. 9 y Héctor Ricardo García en su biografía cien veces me quisieron matar).

43
Capítulo Octavo

El domingo 17 de octubre en una mañana aparentemente tranquila y cálida, los vecinos de Zárate
tuvieron acceso a los alrededores de la base, el panorama era desolador, parecía un lugar devastado
por la guerra: casas destruidas, sin techos, paredes agujereadas, puertas y ventanas desencajadas, y
lo más elocuente, la cara de los vecinos damnificados que no podían entender lo que había pasado,
caras angustiadas, heridas, bronca y estupor.
Allí estaban los paredones del Arsenal, camionetas con soldados vigilando el andar de los vecinos
y la pregunta, ¿qué había pasado?
Solo hubo una persona que llego ese día al interior del Arsenal, fue la única que pudo contestarse
esa pregunta ; el Comandante en Jefe de la Armada e integrante de la Junta Militar que gobernaba
el país, el Almirante Eduardo Emilio Massera. A pocas cuadras de ahí, en Maipú N° 168 estaban
velando a María Ángela Di Pietro de Rosado y en las clínicas de la ciudad se seguía atendiendo a
los heridos de tal nefasta noche.
Treinta y cinco años después, pudimos encontrar a quienes habían declarado en la causa iniciada
por la Armada. Se convocó al personal civil del Arsenal que tenía acceso al polvorín por el tipo de
trabajo que realizaba en los talleres.

Miguel Ángel Tálamo de 22 años en aquel momento nos cuenta: “Todo era terrible en aquella
época. Recuerdo que siempre tenias que estar con los documentos, encima te requisaban en todos
lados contra la pared y a punta de fusil. Siempre los militares con listas en las manos y si aparecías
en una de ellas te llevaban y tal vez no aparecías más. Era el comentario, que a la noche en el arsenal
pasaban cosas, con detenidos, que se decían que tenían, pero no lo puedo afirmar. Esta gente no tenía
escrúpulos, todos éramos sospechosos.
De esa noche ni me quiero acordar, si es verdad se rompió todo en el centro, no recuerdo bien cuando
volvimos a trabajar al Arsenal. Pero si, nos convocaron al tiempo por la causa que había iniciado
la Armada porque habíamos sido los últimos en entrar al polvorín, luego supimos que otros habían
entrado después, nunca supe quienes fueron. Yo estuve un tiempo más y me fui no quería saber nada,
a ese polvorín si entré dos veces es mucho, es poco lo que puedo decir salvo algo que decía uno de esto
milicos que nunca olvidé: debajo de la gorra no circulan las ideas.”

Oscar Antonio Farías de 24 años nos relató que en 1976 después del 24 de marzo se les hizo firmar
una planilla en la cual se les prohibía hablar sobre sus actividades laborales dentro del Arsenal:
“Yo recuerdo que tuve que firmar una planilla en la cual nos prohibían hablar sobre las actividades
laborales dentro del Arsenal y en letra muy chiquita decía que nos podían hacer un juicio militar,
siendo que éramos civiles por traición a la patria. Yo trabajaba en una planta que era fabricación
de cohetes y esos cohetes eran de suma importancia para las tres fuerzas, las mismas trabajaban en
conjunto porque esto se vendía a otros países y se usaba acá. Yo fui enseguida cuando se produjo la
explosión porque me di cuenta que era el Arsenal por semejante luminosidad y el hongo, la casa se
nos movió toda por eso me voy en bicicleta al Arsenal y no me dejaron pasar. Vi a toda la infantería
que estaban haciendo recorridos por el pueblo y cerraron el ingreso. Al día siguiente, era domingo,
después del almuerzo me vinieron a buscar en camioneta porque se volaron los techos y había un
desastre adentro, llego allá y era un desastre: todo destruido, hierros retorcidos y un agujero enorme,

45
pero me llevaron más adentro porque los militares no tenían donde dormir, al volarse los techos solo
quedaron las paredes. Iniciadas las tareas vino el Almirante Massera bajó en helicóptero y después de
interiorizarse ordenó que llamaran a una empresa privada para que haga todas las reparaciones que
haya que hacer y de eso no se habla más nada.
Yo puedo hablar de lo que hacíamos nosotros, la actividad nuestra era la fabricación de cohetes, ha-
cíamos los ensayos y luego se guardaba todo en un solo polvorín junto con las municiones, pólvora,
etc. todo en un mismo recinto. Y ahí parece ser que una chispa desencadenó una explosión. Muchos
dicen que fue un ataque de afuera, yo no lo creo porque se como estaba hecho el polvorín. El polvorín
era una bóveda de hormigón que tenía un espesor de un metro y después estaba cubierto por tierra
y era muy difícil que algo penetre por afuera. Uno que sabe cómo funcionan los explosivos sabe que
eso es imposible. Tuve contacto con el Suboficial Tapia que cubrió la guardia esa noche, actualmente
debe ser una persona muy grande y me dijo yo vi una luz, me parece que de la isla tiraron algo, pero
yo dijo es una locura, no lo puede atravesar. Nosotros abríamos las cajas en las que venía la pólvora
para los motores cohete, que era sólida, nosotros la llamábamos grano, un cilindro de pólvora con una
extensión en el medio que por ahí se encendía y era el impulso del cohete, eso nosotros lo recibíamos de
la Fabrica Naval de Azul, yo fui allá, estuve, vi, presencié como se fabricaban. Me mandaban a todos
lados, llegué a ser supervisor de esa planta. En Azul se fabricaban en los polvorines, de ahí venían
las cajas con cilindros todos estivados adentro y cuando lo destapábamos y eso que venía todo pre-
cintado y firmado y sellado por supervisores, jefes, cuando abríamos teníamos inscripciones del ERP,
cruces esvásticas, inscripciones de Montoneros y como lo podían hacer si las bandas no estaban rotas,
llamábamos a nuestros jefes para notificarlos de esto y la respuesta era no pasa nada, pero nosotros
notificábamos. Nosotros si teníamos la precaución durante el embalaje, que el supervisor nos mirara
adentro de cada caja cuando embalábamos los motores, cohetes, los embalábamos de a cuatro, en
cajas madera, se usa esto porque el metal produce chispas, mis sospechas fueron en su momento que
podía haber venido algo en estos cargamentos. Yo de todas maneras no sé que se dijo ni en que quedó
la causa. El día viernes antes de salir, tipo una y media fuimos a nuestro deposito de cohetes, después
de eso vino el cabo que precintaba y cerraba la puerta, prácticamente fui el último que entró antes
de la explosión, horas de diferencia yo no sé si ese día, viernes o el día anterior habíamos recibido de
Fanazul un cargamento porque todo no pasaba por nuestras manos, cada uno tenía su especialidad,
nosotros pasábamos todo lo que era combustible para el cohete y los cohetes ya terminados, el resto,
el trote para cargar granadas, granadas es lo que se tira de los camiones, una ojiva que va delante del
cartucho, granada es que cuando impacta explota y salen pedacitos, salen trozos esto se destruye y
mata un montón de gente, acá en el Arsenal había una planta para cargar esas granadas; después ha-
bía mucha munición, fusiles, pistolas, parte de esas municiones se hacían acá: el cartucho metálico, la
cebita que se había atrás, después si se completaban acá no me acuerdo. También del Tolueno venían
barriles, como tambores de 200 litros que podían provenir también de Fanazul, porque después en la
planta en que se cargaban las granadas se transportó ahí a Fanazul donde fui a trabajar.
Nosotros les hacíamos los ensayos de lo que fabricaba Ejército, unos misiles que traían y todo eso, se
trabajaba en conjunto, trabajaron las tres fuerzas, yo fui también a Sistefaque estaba en Villa Martelli
que es de las tres fuerzas armada donde se desarrollo un cohete grandísimo, el antecesor del Cóndor,
Pampero se llamaba, era inmenso, el primero se disparó acá en el Arsenal, se disparó en un banco de
ensayo, ahí se enciende y por medio de sensores se determina el empuje, la presión y luego sale en la
computadora como gráfico y esto sirve para saber y estudiar qué trayectoria va a tener, que alcance.

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Rivalidades entre las fuerzas existían, dentro del Arsenal también, nosotros estábamos separados del
resto del Arsenal, digo esto porque por ejemplo nosotros podíamos entrar a la zona de talleres pero
los demás no podían entrar a esta zona, porque todo esto era muy reservado, cabe decir que a nuestro
nivel no había problemas, el trabajo era en conjunto, pero bueno, si había problemas entre las fuerzas
ya era altos niveles. Además Massera tenía muchos ímpetus de grandeza, además como quería llegar
a ser presidente y tal era su locura que nos metió en el conflicto del Beagle, nosotros trabajábamos día
y noche haciendo armamento para abastecer a la Armada que estaba en el sur .
También nos tocó cuando lo de Malvinas, veíamos pasar los trenes cargados con municiones y tan-
ques para ser embarcados y yo me ofrecí como reserva para ir y me dijeron: vos nos hacés más falta
acá que allá, porque yo veía que los chicos que mandaban eran muy chiquitos, tenían 18 años. Saben
lo que pasa, uno creía que todo esto era para bien y después con el tiempo uno se da cuenta que ellos
nunca obraron para el país sino para el bien propio.
Operativos había siempre, ellos no preguntaban nada, obraban ante cualquier denuncia. A mí me
pasó un caso así que en carne propia supe como actuaban. Fue con mi hermano y tres amigos más,
estaban comiendo un asado con sus respectivas familias, entraron, se llevaron a todos los hombres y
nosotros pasamos 48 hs. buscándolos por todas partes y ni siquiera en el Arsenal me dieron bolilla, es
más, cuando les dije que habían sido militares me preguntan por qué lo aseguraba y les mostré una
especie de antifaz que se les había caído en el operativo y que estaba hecho con la típica tela de los
uniformes, a las 48 hs. mi hermano y los demás aparecieron golpeados y en paños menores, esto es un
simple relato de cómo actuaban.
Por eso me dolió mucho lo de Cali, yo conocí a Ítalo Cali una excelentísima persona, hablaba todos
los días con él, me iba a recorrer los talleres y a veces pasaba de 15 a 20 minutos hablando. Tenía una
conversación hermosa, cuando desapareció me dolió mucho y que no volviera aparecer yo hablaba
con él, con los chicos nunca tuve oportunidad de hablar, les puedo asegurar que Cali no estaba invo-
lucrado en nada. Él trabajaba en lo que se llamaba el taller mecánico. Era una línea de tornos, él era
tornero, siempre teníamos temas para charlar yo siempre aprendí de los grandes, fue una verdadera
pena lo que le pasó. Con el tiempo se fue perdiendo todo, nuevas camadas de técnicos entraron y se
fue transmitiendo hasta donde se pudo”. “El primer encargado de la planta fue Machi y el jefe militar
de la planta de ensamble era Mazo luego yo paso a la planta de confiabilidad que era donde se hacían
los ensayos y ya no fue más mi jefe. El polvorín que explotó era el que estaba frente a la contaduría
cruzando la calle, todos los conscriptos eran de afuera, el que murió era de afuera además estaban los
infantes que habían venido por lo de la represión, algo que recuerdo es que cuando recién se produjo el
golpe cuando volvimos al Arsenal vimos como 200 camionetas, no más adentro del arsenal, estos sa-
lían a patrullar a la noche. Volviendo a la noche de la explosión, fue toda una conmoción, me acuerdo
de los heridos del club Belgrano que estaban en el baile se rompieron los vidrios de los negocios del
centro de Vía del Parque, del Supermercado del Calzado etc. Mire hasta donde llegó la onda expansi-
va, si no hubiese existido la barranca hubiera pasado lo de Río Tercero. La infantería que estaba en el
Arsenal había venido de Puerto Belgrano, de afuera, inclusive vino un comando llamado los Lagartos
enseguida del golpe, que eran tipos muy grandes que metían miedo con boinas y camuflados y un
cuchillo de combate enorme, no hablaban con nadie y tomaban los botes y se metían en la isla, vivían
en carpas adentro del Arsenal y por qué digo esto, porque querían ocupar los edificios, entre ellos lo de
la planta de cohetes, por eso a mí me mandaron a ocupar la planta que todavía no estaba terminada,
por eso que digo que a veces había rivalidades dentro del Arsenal.

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Capítulo Noveno

Este hecho que investigamos ocurrió hace 35 años durante la última dictadura militar en la Ar-
gentina. El terrorismo de Estado no es sólo una cuestión del pasado. La crucial censura que ese
régimen impuso a la sociedad argentina tuvo entre sus más profundas consecuencias la reconfi-
guración de los lazos sociales a partir de un dispositivo concentracionario que abarcó al conjunto
de la sociedad. Muchos de los entramados discursivos y de las prácticas sociales actuales siguen
permeadas por dicha reconfiguración, por lo cual la formulación de los elementos que permitan
un archivo testimonial sobre aquellos años importa un conjunto de problemáticas extremadamen-
te complejas y diversa que se sitúa tanto en el pasado como en el presente. De tal forma, nuestra
propia historicidad está atravesada por la persistencia de registros construidos en aquellos años.
Nos incumbe, entonces, personal y políticamente. Consideramos llevar a cabo nuestro trabajo
vinculado al Terrorismo de Estado en la Argentina desde un enfoque que tuviera en cuenta parte
importante desde los tempranos años 70 hasta la actualidad, porque los relatos sobre la transición
democrática resultaban indispensables a la hora de dar cuenta de las significaciones que se cons-
truyeron, ya que fue en esa transición cuando se vertebraron los principales discursos sobre el te-
rror estatal y sobre los años 60 y 70. Así nos aproximamos al tema ya que nos parecía evidente que
en las narraciones testimoniales se expresarían las distintas políticas que vertebraron la memoria
social. Las memorias a interpretar habían sido construidas a partir de un abanico de posiciona-
mientos políticos e institucionales. Los acontecimientos históricos se traen hacia el presente y es
donde se conforman como testimonios-fuentes históricas. El testimonio es toda una innovación
en el arte de pensar, interpretar la realidad e investigarla. La historia oral adquiere hoy en el campo
de la Historia una gran importancia por cuanto que es la forma de recuperar nuestra historia más
reciente y dentro de ella aquellos acontecimientos, que por su carácter nos llegan con una forma
determinada Amplía los “datos históricos” del acervo documental, y abre nuevas áreas de investi-
gación a las que las demás fuentes no pudieron llegar. El testimonio, por su carácter subjetivo, está
condicionado por una serie de factores y tales condicionamientos se reflejan en el propio relato de
las protagonistas expresión del imaginario colectivo,

Entrevista al psicólogo Jorge Collado.


Si existe un fenómeno psíquico instalado a partir del 24 de marzo de 1976, ese fenómeno es el silencio
como síntoma. En el Obelisco los militares habían colgado un enorme aro que rezaba “El silencio es
salud”. Hasta el día del golpe, la gente hablaba en la calle, en los lugares de encuentro y podían dar
su opinión, creyendo en última instancia que su vida no estaba en peligro. Pero a partir del golpe de
estado, su fenómeno represivo generó sobre el cuerpo social: temor. Una sociedad dividida, infiltrada
por los servicios, lograba el efecto de que nadie viera lo que estaba viendo. Así el silencio estaba acom-
pañado de otro fenómeno que es la negación, nadie quería ver, nadie veía. Recuerdo por ejemplo que
un compañero en las aulas de la facultad, vertió un comentario ideológico, entonces otro compañero
se levantó, lo increpó y se lo llevó a empujones fuera del aula. Todos quedamos en silencio y al rato el
profesor siguió dando su clase. El profesor se llamaba Carlos Escudé y era adjunto del profesor Pisto-
letti en la cátedra de Sociología en la carrera de psicología de la UBA. Nunca más volvimos a ver a
ninguno de los dos “compañeros”, pero lo que es peor no recuerdo haber hecho ningún comentario del
hecho, ni que me comentaran algo en los días posteriores. Nadie veía, todos negaban la situación pero

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todos sabían de qué se trataba. Estas escenas eran diarias en todos los lugares y estábamos involucra-
dos como cuerpo social y creo que ni siquiera lo comentábamos al llegar a nuestras casas. Cuando el
silencio o la negación, como mecanismos defensivos, se instalan como síntoma, el registro mnémico
hace su trabajo de transformación del fenómeno y se genera un imaginario que al no ser confrontado
con la realidad por estar silenciado, se registra con las sensaciones del momento. Esas sensaciones de
parálisis y de terror, hacen su trabajo de disociación y aislamiento y queda separada la representación
(el hecho) del afecto (el miedo, la impotencia, la bronca). Muchas veces ante esas escenas uno se pre-
gunta, por qué, habiendo militantes que tenían facilitado el pasaje a la acción, ante esas situaciones
se quedaban paralizados. La única respuesta es el terror y la estructuración de un fenómeno defensivo
que impedía la acción para continuar con vida. Entonces ¿estábamos sabiendo que había desapare-
cidos en el ´76? No claramente, si sabíamos o teníamos registros que de eso no se podía hablar. Por
otro lado las estructuras represivas militares actuaban no solo sobre los militantes comprometidos,
sino también sobre los que podían esbozar algún tipo de reclamo legal o social (desaparición de abo-
gados que presentaban habeas corpus o de Azucena Villaflor, por ejemplo). Aun más, las estructuras
represivas actuaban también sobre aquellas personas que podían solo ser un paño para contener el
sufrimiento de los familiares, como las monjas francesas, por ejemplo. Es decir la represión ejercía a
favor del silencio y el mecanismo defensivo para mantener la sobrevivencia fue también la autocen-
sura, el silencio y la negación. En esta investigación se ve muy claro que en determinados testimonios
estos fenómenos o mecanismos son los que jugaron en el psiquismo de las personas consultadas. Gente
que a partir de las preguntas de los investigadores, se encuentran con asociaciones de hechos que
solo pueden hacer después de años de silencio. Esos fenómenos ejercen el efecto de “La Verdad”, que
termina liberando los afectos, son al decir de Julia Kristeva, golpes de pura identidad. Por ejemplo
una persona que empieza a recordar hechos a partir de las preguntas de los investigadores y termina
haciendo una catarsis que antes no había podido realizar y recuerda los episodios tal como quedaron
en su psiquismo, y comenta asombrado que no había antes recordado esos episodios. Entonces se
produce una grieta de identidad y ese recuerdo es terapéuticamente recuperado por la conciencia.

50
Capítulo Décimo

LAS HIPÓTESIS

EL ACCIDENTE

Los siguientes datos fueron aportados anónimamente por un marinero de 2ª tropa voluntaria que
prestó servicio en la Base Naval.
“Para el año 1976, la Armada Argentina, contaba con las instalaciones de la Base Naval en la ciudad
de Zárate donde se destacaban los talleres y éstos contaban con mano de obra civil y militar, éstos
almacenes y demás depósitos eran de fácil acceso para el personal que estaba dentro de la Base. Había
5 depósitos de armamentos y municiones. El depósito que explotó estaba justo detrás de la capilla. En
el mismo, se estaban realizando trabajos de pavimentación y otras obras, todo esto se planificó para
todas las Bases con fines militares y de supuestos centros de: alojamiento, instrucción, y detención.
El accidente que costó siete vidas y decenas de heridos fue producido por trabajos de movimiento de
suelos en la zona y la negligencia por parte de los controles. Se activa una mina terrestre, esta detona
dentro del depósito lo que conlleva a una explosión mínima y cerrada, pero a la vez activa una de las
ojivas de los misiles que se construían en la Base. Esto explota aumentando el radio de fragmentación,
llevándose consigo más de un explosivo y aumentando la proporción de los daños arrojándose frag-
mento de metrallas y otros a más de 400 metros según los relatos. El terreno de la explosión quedó con
una superficie de 70 metros de diámetro y unos quince metros de profundidad en su depresión mayor,
hoy se puede percibir dicha depresión y en el lugar se formó un espacio de terreno flojo, inundable que
en los días de lluvia se puede ver gran acumulación de agua”.

Entrevista a Javier Ángel González. Personal civil de Arsenal en 1976.


“De la explosión se abrió la puerta de madera, nosotros no sabíamos que era una explosión y menos
que lo que se había producido era la onda expansiva” nos comenta Elizabeth Fabret. Su casa es el
punto más extremo que pudimos encontrar en la trayectoria de la onda expansiva Chile 741.
González comienza la entrevista diciendo. “El polvorín estaba tapado de tierra y en la base de la
barranca, cuando explotó tiró toda esa tierra para arriba, cuando se construyó fue tapado, no estaba
metido en la barranca. Era re lindo todo de madera, de bronce, si vos querías una casa desearías
que fuera así. Había también una casa de municiones menores, no quedó nada en pie. Nosotros
trabajábamos haciendo el motor del cohete albatros y nosotros allí guardábamos las cosas, el viernes
entramos a última hora a guardar como siempre, después nos enteramos que no fuimos los últimos y
no eran de los nuestros. Allí en el polvorín había de todo, todo tipo de explosivos. No me acuerdo bien
que fuimos a guardar ese día. Lo que se corrió como comentario después es que unos de los cohetes
que nosotros habíamos dejado allí, se había iniciado, y eso produjo el accidente, porque después nos
mandaron a cambiar unas tapitas que se ponían detrás del cohete cerrando el circuito, que es el cohete
que atrás tiene una tobera de aluminio, a eso se le ponía una tapita el circuito era para prender el
grano de pólvora, al insertar ese grano de pólvora se producían gases, salían por atrás entonces eso
lo disparaba. La supuesta tapita de bronce, que no era de bronce, sino una aleación de bronce con
aluminio producía una corriente galvánica que era acumulativa, con el paso del tiempo, llega a 9

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voltios, eso se iniciaba con una pila algo así ya no recuerdo, eso puede ser la explicación, yo me agarré
de eso. Te cuento porque, después de la explosión, nos llamaron a todos a trabajar a Amatol (lugar
dentro del propio arsenal ) a cambiarle a los cohetes esa tapita, por eso para mí fue un accidente que
pasó, porque no se sabía .
El soldado que muere estaba en esa casa que yo te decía que era de municiones menores, es el único
muerto de adentro. Él puede haber sido el único que ve el fuego o sea el inicio del incendio. Esto es
lo que se dijo además eran cohetes que se habían hecho experimentalmente, al principio estaban
embalados en cajas de metal, después nosotros la embalábamos en cajas de madera o sea se iban
mejorando. Vuelvo a repetir eso fue lo que se dijo, y como adentro del polvorín había de todo, trotyl,
municiones que se yo cuántas cosas más, la explosión fue muy grande, no sé qué te habrán dicho los
otros, pero la sufrimos cuando tuvimos que ir a testificar, porque teóricamente habíamos sido los
últimos en entrar. Yo nunca vi nada raro o que me llamase la atención. Por ejemplo nosotros íbamos
a Amatol, donde había unos viejos que trabajaban allí y que sabían un montón y no le hacían caso a
nadie, ni a los milicos, ellos iban y trabajaban hasta hacían fuego allí adentro, ellos desarmaban bom-
bas del 14 y recuperaban el trotyl, allí era como un mini polvorín. Nosotros transitábamos sin mayores
restricciones, pero bueno no llegábamos a todos lados, además cerca de río había mucha vegetación,
podría haber otras casas pero no sé. Cuando no había cohetería yo trabajaba en galvanoplastia donde
se hace el dorado de los sables, todo el baño químico. Lo que sí te puedo decir que no sé si realmente
trabajábamos para el Arsenal o era una fábrica dentro del arsenal, los que hacían los cohetes, todo
parecía estar muy terciarizado, pero eran como empresas contratistas de los mismos milicos. Luego
nos dieron bombas del año del cohete, porque eran unas bombas viejísimas de 1914 que había que ha-
cerles un agujero, eran bombas de chapa y de cemento, se les ponía un detonante en el agujero esto, era
antediluviano, eran incendiarias, se llenaban de kerosene, hormigón adelante y atrás y el detonante
que cuando llegaba a la tierra explotaba y esparcía todo ese hormigón incendiado. Eso se tiraba en
el campo, bueno no se, eso decían ellos. Yo estaba allí porque había terminado el secundario y quería
seguir estudiando por eso me convenía el horario de trabajo que tenía el arsenal. Ahhh recuerdo que
estos cohetes se vendían a medio oriente y a Centro América, no me acuerdo si a Venezuela y Co-
lombia también. Cuando me enteré que las tapitas podrían haber sido las causantes de la explosión
y nosotros las cambiábamos, me fui, renuncié. Bueno esto es lo que recuerdo, fueron años difíciles”.

52
Capítulo Décimo Primero

ATAQUE GUERRILLERO

“A mí no me lo contó nadie, yo lo viví, de todo esto ya me había olvidado, pero leer que en ese momen-
to las fuerzas subversivas no tenían poder, me obliga a recordarlo.” Así lo recuerda Pablo Jasienovicz
en una carta publicada el 12/03/2010 por Foro Republicano.

“Caía la noche del viernes 15 de octubre de 1976, todo parecía normal en la barriada de Villa An-
gus un barrio popular debajo de la barranca, cerca de las costas de río, terrenos bajos e inundables
de la ciudad de Zárate con casas bajas, algunas muy precarias, calles sin asfaltar que siguen el orden
que le dan las construcciones que buscan el mejor lugar para asentarse.
Alrededor de las 22 hs. un apagón en la zona, fue el preludio nefasto de lo que más tarde pasaría.
En la calle Rodríguez Peña al 400 una casa muy linda, grande, con un parque de pasto bien corta-
do, de paredes altas y puerta de madera, de repente: ruido de camiones, gente bajando, tomando
posiciones y un grito ¡Ramiro salgan están rodeados! Los vecinos asustados no podían imaginar lo
que sucedía, en sus patios soldados, y policías de civil, los obligaban a buscar refugio, solo se veían
los cascos por el resplandor de la luna. De pronto un disparo desde la casa desencadeno la balacera,
el ruido ensordecedor de las ráfagas de metralla taladraban las paredes y los destellos iluminaban
la noche. Poco a poco se iban perdiendo los perfiles de la casa los vecinos testigos de semejante
hecho aun recuerdan y dicen, parecía una guerra.
Adentro 6 personas: 4 adultos y dos niños. Ramiro, logra escapar, lo cubre en su retirada una de
sus compañeras, su mujer herida, estaba embarazada, la mamá de los niños los cubrió con los col-
chones y los dejó a resguardo, murió ametrallada, en el patio trasero sus últimas palabras fueron
“Nos encontraron hijos de puta. Viva montoneros carajo” se cree que uno los integrantes alcanzó a
escapar herido y algunos cuentan, que fue encontrado horas más tarde y lo mataron.
Una vez que terminaron los disparos sólo se sentía el caminar de los soldados entre los escombros,
la oscuridad envolvía al barrio, no se permitía a los vecinos salir de sus casas, se aseguro el perí-
metro, solo unos pocos se atrevieron a desobedecer y mirar por sus ventanas y ver un escenario en
penumbras donde se iban cargaron los cuerpos en un camión, la joven embarazada aun vivía, y allí
entre los escombros se encontró a los chicos que fueron llevados a la casa de en frente de la familia
Ramírez y dejados en custodia, al otro día la abuela vino a buscarlos. Al amanecer la claridad iba
descubriendo el horror de lo que había pasado, el miedo y la impotencia. Nunca supieron que
armas se utilizaron pero la vivienda quedo destruida. Los testimonios de Rosa Medina y Juana
Delia Vallejos son estremecedores, todavía se les eriza la piel al contarnos lo que paso esa noche,
Rosa agrega en su relato, que los chiquitos decían “mi mamá y mi tío se escaparon y van a venir
a buscarnos eso nos dijo mi mamá cuando nos escondió”. Juana cuenta del operativo “todo parecía
estar muy preparado los autos, camiones y efectivos rodearon toda la manzana, dicen que a uno de los
que se escapó, herido, lo encontraron allá arriba por la Meteor y lo mataron, porque el perro lo siguió
y así los soldados lo encontraron, hasta el día de hoy nos preguntamos ¿por qué sería tan importante
esta gente? Que hicieron tal despliegue, yo creo que nunca lo sabremos”.
Testimonios de Lindolfo Ovideo y Gabriel Di Paolo vecinos también, aseguran, “se sentían tiros
y tiros nomás tiraban a mansalva, parecía que se esperaba mucha gente esa noche en la casa, porque

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había mucha comida, fuentes con comida, que es lo que se pudo ver cuando los soldados después de
cavar todo el terreno se fueron llevándose, mobiliario, armas, papeles, eran los soldados del arsenal,
nosotros creemos por todos los comentarios que se hacían después, que tal vez se estaría por realizar
una reunión, lo bueno que dejaron los chicos creo que se lo entregaron a la abuela, porque después de
todo lo que se supo, que se llevaban los chicos, los soldados, acá no, los dejaron, sino quien se hubie-
ra enterado,también seria desaparecidos”. Gabriel Di Paolo “La señora madre de los chiquitos era
rubia, blanca de cara y tenían un perro muy lindo y parecía entrenado cuando los chicos salían a la
puerta o iban hacer un mandado el perro los iba a buscar y los chicos venían prendidos del perro, que
se escapo cuando paso esto, apareció a los dos días asustado.”
Por eso desde ese momento sólo especulaciones, nadie sabe quiénes eran, pero algunos recordaban
que los chicos iban a la escuela, que era una casa que siempre tenía gente, que habían venido de
Santa Fe o de Bahía Blanca pero nadie preguntaba, y hoy aún de esto no se habla, solo la gente del
barrio sabe lo que pasó esa noche. Esa noche de octubre que todo parecía normal, ya no sería nada
igual poco a poco iríamos tomando conciencia que la muerte seria la imagen cotidiana, porque la
dictadura gobernaba este país.
Este episodio que se conoce como la matanza de Villa Angus de semejantes características, ocu-
rrido en nuestra localidad, se asemeja a tantos otros, y se establece como modus operadus de la
dictadura. Ahora bien ¿pudieron los grupos armados llamados comúnmente guerrilleros haber
producido, un atentado al arsenal y hacer estallar su polvorín?

De montoneros podemos decir: Si bien “El Descamisado” era el órgano oficioso de los montone-
ros, la revista “Evita Montonera” y el folleto “El Montonero”, fueron publicaciones oficiales, con
comunicados de las distintas estructuras, partes de combate, editoriales que reflejaban las posi-
ciones formales de “la Organización” sobre la coyuntura o sobre su estrategia. Después de haber
consultado varias fuentes escritas y orales sobre las posibles actividades de la organización mon-
toneros en la Zona, en el año 76, podemos descartar el atentado al Arsenal de Marina, de parte de
esta organización.
Para ese entonces, si bien había operativos o actividades dentro de los objetivos que se habían
fijado, también queda claro que las organizaciones estaban siendo tremendamente perseguidas y
en algunos lugares brutalmente diezmados. En entrevista con los Antropólogos Forenses nos co-
mentaban que los integrantes de los diferentes grupos se trasladaban continuamente, de provincia
en provincia.
Y esto acarreaba consigo un anonimato y la clandestinidad en el lugar que se asentaran, que solo
beneficiaba a los represores, tal es el caso de Villa Angus, antes mencionado.
Roberto Baschetti en su libro Documentos 1976-1977 volumen I Golpe militar
Y “Resistencia Popular”, escribe en la página 63 con referencia al 17 de octubre.
“Bombas varias por otro aniversario del 17 de octubre. En la avenida San Juan al 4000 explota una
bomba plástica en un camión con equipo de exteriores de un canal privado de TV. Con artefactos
del tipo Molotov, fueron incendiados algunos vehículos de funcionarios y uno con chapa diplomática.
Nueve colectivos fueron atacados en distintos puntos de la ciudad de Bs. As. También explotó un
polvorín de la armada en la ciudad de Zárate ocasionando la muerte de un soldado, heridas a otros
tres y varios daños materiales a 300 metros a la redonda: los marinos negaron que fuera un atentado.”

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De las conversaciones con Arnol Kremer cuyo nombre de guerra era Luis Mattini, rescatamos
algunas cuestiones importantes para nuestra hipótesis. Fue el máximo dirigente del PRT-ERP lue-
go de la muerte de Santucho hasta su disolución. Este zarateño de hablar pausado fue uno de los
hombres claves en la década del ‘70. Para tratar de encontrar algunas respuestas nos remontamos
en nuestra entrevista a algunos episodios antes del año 1973 y así esclarecer un poco el espacio de
actividades de los grupos armados en la zona.

P:- Queremos preguntarte por qué, según tu punto de vista, fue más importante la actividad del ERP
en Zárate que la de Montoneros.
AK:- Montoneros prácticamente no existía, dicho de una manera práctica. Además Zárate es una
zona peronista, yo siempre dije que en Zárate el peronismo no ganaba las elecciones, las robaba. Pero
justamente en Zárate no existía, podía tener alguna gente, pero como estructura no. Éramos dueños
absolutos, incluso en Dálmine teníamos gente del ERP en las comisiones internas. En la zona del río
Paraná (Zárate, Campana, Baradero, San Pedro) nuestra presencia era única.
P:- Siendo que Zárate es peronista, ¿Por qué PRT-ERP y no Montoneros?
AK:- Buena pregunta. Mirá yo no sé exactamente, pero Montoneros no hizo centro en el cordón
industrial. Hizo centro en los gremios de servicios, salvo en algunos lugares, como en Córdoba. Pero
allí incluso nosotros como en Villa Constitución (Santa Fe) teníamos predominancia. El PRT tuvo
una política especialmente dirigida a todo lo que era grandes fábricas. En las fábricas chicas encon-
trabas gente de Montoneros pero en las fábricas grandes no. Yo no quiero decir que controlábamos las
fábricas pero en todo ese cordón teníamos una “célula” en cada una de ellas. Cuando se habló de la
guerrilla industrial, en la época de Isabel (Perón), se habla del PRT. Pero ideológicamente sabíamos,
por ejemplo, que cuando hacíamos un operativo en Dálmine los obreros salían y decían: Bien Carajo.
Viva Perón Carajo.
Pero además en Zárate se dieron cosas extrañísimas, se dieron circunstancias como que el PRT, la
Línea de Santucho (Roberto) contactó allí a un grupo ya experimentado, que éramos “ viejos”, de
30 años. Yo le llevo a la mayoría de los militantes del PRT 10 años. Los tres fundadores del PRT en
Zárate, Reynol Hietana, que tiene mi edad, yo y Edgardo González, llegamos a armar un grupo que
en los tiempos de la CGT de los Argentinos era de 20 personas.
Esto se fue decantando y algunos quedaron en el ERP. Después entró una generación nueva y más
adelante de los viejos no quedamos ninguno. La izquierda tenía una base sólida, no era PC, no éra-
mos gorilas. Estos núcleos tenían que ver con la actividad de la José Ingenieros (Biblioteca). Mal que
les pese, la biblioteca era la “cueva” de donde surgimos.

P:- ¿Fuiste presidente de la Biblioteca?


AK:- Fui presidente, secretario. El viejo Lintridis (Moisés) fue el que dijo “Bueno estos muchachos
hacen algo en este país” a pesar de que el viejo era un pacifista total. Luego el viejo se comportó como
un héroe. Estoy haciendo una serie de semblanzas. Era un núcleo muy sólido. Cuando nosotros co-
menzamos a activar estábamos bombardeando como se dice Dálmine, para tratar de entrar allí, yo
había trabajado en Cometarsa donde me echan justamente por pertenecer al PRT.
Es notable, hasta el ‘73 nosotros no tuvimos ninguna caída. Esto le dio al ERP un cierto prestigio, eran
operativos limpios y la gente apoyaba.
Volviendo sobre el tema, si bien en Zárate había una tradición peronista la izquierda también estaba

55
muy organizada. Una tradición muy formada donde toda la gente de izquierda tenía un prestigio
muy grande, prestigio por ser buenas personas, además fuimos delegados sindicales, como trabajado-
res éramos muy buenos, cumplidores. En una comunidad chica como Zárate, todo se sabe. Como dijo
el viejo Lintridis si está la mejor gente, algo bueno deben estar haciendo. Creo que eso influyó mucho
en la captación de cuadros, lo que vino después fue terrible porque todo esto obró como un descuido.
Después del ‘73 hubo como un exceso de actividad en Zárate que nosotros tratamos de regular, cuan-
do hablo de exceso me refiero a mucha actividad que dejaba flancos al descubierto, cuando vino la
represión fue brutal. El trabajo nuestro fue muy paciente y la captación, vuelvo a repetirte, se debió,
creo a la “figura” del núcleo original.
P:- ¿Después del ‘76?
AK:- Yo ya no estaba ahí, yo me fui a finales del ‘73, me fui por razones operativas, seguí viviendo
un tiempo pero después ya me mudé. Pasaba por Zárate pero no tenía control de las operaciones.
Se renovó gente, vinieron algunos cuadros de afuera, con malas experiencias y además se agrandó
demasiado, para una zona como esa no necesitás tanto quilombo. Yo estuve allí tres años de trabajo
intenso, pero me trasladé. Volvía, pero recuerdo que una vez para una reunión de Dálmine, estába-
mos todos enmascarados y yo hablaba de la zona, los demás decían como sabe este cuadro… Yo no
les dije que era de ahí.
En Zárate hubo un grave error y fue que se desarrolló de manera muy abierta la Juventud Guevarista.
La cantidad de chicos muy jovencitos que murieron, se podría haber regulado. Mosqueira, Cavassi,
Mariani, Paluci…
La causa por la cual nos fuimos de Zárate, es más por razones operativas que de seguridad. La razón
era que cada vez que venía alguien de la Dirección Nacional, cuando yo era secretario de la zona,
se llevaba alguien, eran cuadros muy sólidos, yo le preguntaba a quien te vás a llevar, hasta que me
llevaron a mí.
Mi hermano también se va por otras razones, la mayoría de los caídos zarateños no caen en Zárate.
P:- ¿Tu hermano? (Nos referimos a Rodolfo Kremer),
AK:- Mi hermano cae en San Pedro. No sé más que decirte.
P- Pero después del golpe, ¿siguieron operando en Zárate?
AK: Después de lo de Monte Chingolo hubo un repliegue táctico, con la muerte de Santucho (julio
del ‘76), el partido se repliega, quedan algunas células funcionando, pero la cúpula sale del país para
reorganizarse.
P- Concretamente, te pregunto por la explosión del Arsenal de Zárate, se habla de un atentado gue-
rrillero. ¿Ustedes tuvieron algo que ver?
AK:- no, el E.R.P. No fue. No fuimos nosotros, yo ya estaba afuera, para esa época en Checoslovaquia,
reunidos con los cubanos, que nos decían que tratáramos de sacar a nuestra gente para evitar la ma-
sacre. No el E.R.P. no fue.
La entrevista terminó como empezó, sin mediar demasiadas palabras, Arnol se levantó de la mesa
del bar donde estábamos y, tal vez recordando sus épocas clandestinas desapareció dejándonos con
ganas de continuar, en algún momento la entrevista.

Entrevista a Reino Hietala


“Esos días de mayo fueron muy duros” esa fue la respuesta de Reino Hietala ante la pregunta qué
capacidad operativa tenía el ERP después de lo de Monte Chingolo… “Pero no descarto que po-

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dría haber seguido sucediendo acciones individuales…” “… Mucho del armamento era de fabricación
cacera, no teníamos la tecnología para desarrollar armas de gran precisión. En el caso de morteros
no podían tener precisión ya que podían recorrer 150 metros más o menos pero sin ningún tipo de
precisión, en el caso y en el lugar donde estuvo emplazado quedaba un pozo que provocaba la carga
impulsora, pero repito el proyectil lanzado no tenía ningún tipo de precisión por lo cual me parece
imposible la historia de la bengala. Pero como dije anteriormente puede haber sido una acción indivi-
dual, no orgánica del ERP. Como sabemos la dirección del partido estaba fuera del país luego después
de la caída de Roby”.
Reino nos sugirió que investigáramos si hubo conscriptos que estuvieran prestando servicios en el
arsenal y buscando en el libro del Batallón Perdido y cotejando la lista de desaparecidos de Zárate
encontramos tres, que son Salerni Luis (4/3/77), Ritter Gullermo (0/11/76), Giribaldi Bocelli Ri-
cardo Hugo (16/09/77) con desaparición forzada. Con la coincidencia de la desaparición de Mario
Palucci y Mario Mariani jóvenes que militaban en la Juventud Guevarista. Esto surge de seguir
manejando un abanico de hipótesis.
“¿Qué podrían estar ocultando? Acá se abre una perspectiva nueva, los negocios de Massera ¿Habría
una posibilidad que Massera se hubiera beneficiado con la explosión? ¿Hubiera destruido una línea
de producción y haber empezado otra?
Luego se le pregunta sobre la posibilidad de un sabotaje “estoy pensando, si por ejemplo, un loco
suelto hubiera usado un método muy rudimentario, para disparar una carga, hay cosas que necesitan
nada más un poco de trotyl y unas tablas y es posible hacerlo, son propulsiones que no tienen direc-
ción, el ángulo puede ser muy amplio. Si la carga pegó en la puerta de casualidad habrían encontrado
un pozo, eso hubiera sido detectable, además se tendrían que haber escuchado dos explosiones la del
impulso y la del impacto….¿un accidente? “La posibilidad de que ahí falle algo, es muy limitado”.

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Capítulo Décimo Segundo

LUCHA INTERFUERZAS

ADL tornero nos relata “Con el gobierno de Alfonsín se terminó la fabricación de misiles. En los
talleres de Arsenal se trabajaba con unos tubos de aluminio de 4 pulgadas de diámetro por un metro
de largo, se cargaban con explosivos y se hacían las roscas que los tapaban. Por medio del ferrocarril
Mitre, y camiones, llegaban cajones cargados de explosivos que se depositaban en el polvorín, cuan-
do este explotó vinieron a controlar y encontraron restos de mecanismo eléctrico. Se presume que el
dispositivo debía detonar a una determinada hora. La explosión voló la mayoría de los techos, las
máquinas de los talleres quedaron tapadas de restos de chapas y tirantes, rompió vidrios, doblo mam-
paras, puertas y ventanas, no hubo daños personales en los mismo porque como era sábado no había
personal civil trabajando. Pero si murió un marino cerca de los polvorines. Trajeron gente de marina
a reparar todo y nosotros sacamos los escombros. Los talleres estaban aproximadamente a 1 cuadra y
media de los polvorines. En los talleres se hacían roscas, toberas, parte trasera del misil, trabajos para
la marina y para empresas civiles”.

A lo largo de la investigación, establecimos un orden de prioridades, se hicieron en estos dos años


un total 100 entrevistas a mayores de 50 años como punto de referencia, de las cuales se han elegi-
do 50 ya que algunas coincidían. No puedo dejar de mencionar que en el tema de las entrevistas, las
pocas que hemos conseguido a civiles que trabajaban en el Arsenal, persiste un pacto de silencio
que ha quedado evidenciado en 5 palabras: “Todos nosotros pertenecemos a la familia naval”. Tan
fuertes son estas relaciones que han preferido quedar envueltos en sospechas y dudas antes de
romper este silencio. A más de 35 años todavía uno advierte el miedo y la desconfianza. Por eso
con respecto a la hipótesis de un posible sabotaje al polvorín y teniendo cierta aprensión al respec-
to, utilizamos esta palabra, la de sabotaje, al considerar posibles enfrentamientos entre la marina
y el ejército. Toda la bibliografía consultada a tal efecto coincide en que el conflicto inter fuerzas
era notable y contundente además de una interna hacia el interior del mismo ejército, la cual había
quedado determinada en las categorías de “duros” y “moderados”. La primera división entre duros
y moderados se dio durante la planificación del golpe de estado y de los planes políticos del nuevo
régimen. Los duros estaban liderados por los generales Guillermo Suárez Mason, Ramón Díaz
Bessone, según (Novaro y Palermo, 2000: 178-180).
Además de plantear lo antes expuesto, también agrega que Luciano Benjamín Menéndez y René
Azpitarte pertenecían a este sector, pero compartían concepciones políticas contrarias a la demo-
cracia representativa y a los partidos políticos y planteaban un régimen militar de larga duración
que luego daría paso a una democracia limitada y tutelada por las Fuerzas Armadas.
El sector denominado como los moderados quería un gobierno militar de corta duración que
rápidamente librara la “guerra antisubversiva” y una vez finalizada diera lugar a una democracia
representativa. Sus representantes eran los generales Jorge Rafael Videla, comandante en jefe del
Ejército y primer presidente de la Junta Militar y el jefe del estado mayor general del Ejército ge-
neral Roberto Viola.
Estas desavenencias traían un deterioro en la cadena de mandos con insospechada consecuencias.
Hubo intentos de iniciar un plan de “saneamiento” al interior de las Fuerzas Armadas pero fueron

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interrumpidos por los conflictos que generaba entre las fuerzas la falta de acuerdo sobre un plan po-
lítico para cuando terminara lo que ellos denominaban guerra a la subversión (Acuña y Smulovitz,
1995: 34).
Queda claro que la dictadura militar argentina, sin embargo, presentaba una estructura atípica
para este tipo de regímenes ya que la distribución del poder estaba extremadamente descentraliza-
da. El país fue dividido por los militares en varias zonas en las que los principales mandos de cada
cuerpo y fuerza se encargaban de las tareas contrainsurgentes sin necesidad de solicitar autoriza-
ción ni dar aviso a la Junta Militar.
El programa represivo tenía como componente central la clandestinidad, se libraría una guerra
total contra las organizaciones armadas sin reconocer la participación de miembros de las Fuerzas
Armadas en las operaciones de secuestro y asesinato.
De este modo, a través de la descentralización del aparato represivo y clandestino cada una de las
armas y facciones conservaría una cuota importante de poder, evitando quedar al liderazgo de
algún caudillo. La descentralización implicó una división del territorio nacional en cinco zonas en
las que cada cuerpo de ejército tendría jurisdicción para determinar quiénes serían secuestrados y
cuál sería su destino final. Las órdenes no partirían del gobierno central sino de los comandantes
de cada cuerpo de ejército en un caso, y de la Marina y la Aeronáutica en los otros; a ellos respon-
dían los jefes de los centros de detención y los grupos de tareas encargados del secuestro y tortura
de los de los integrantes de los grupos armados. De este modo, los comandantes de cuerpo conser-
varían en sus manos un poder proporcional a sus responsabilidades en la “guerra antisubversiva”.
En particular, concentrarían mayor poder los comandantes de las zonas en donde se desplegarían
con mayor fuerza las actividades represivas. Se trataba del general Guillermo Suárez Mason al
frente del primer cuerpo del ejército (con jurisdicción en la Provincia de Buenos Aires y en la Ca-
pital Federal), el general Luciano Benjamín Menéndez a cargo del tercer cuerpo del ejército (con
jurisdicción en la Provincia de Córdoba) y el general René Azpitarte a cargo del quinto cuerpo del
ejército (con sede en Bahía Blanca), quienes serían los principales referentes del sector del Ejército
conocido como los duros.
Sin embargo, si bien es claro que al interior del régimen militar existían diferentes visiones sobre
este y otros puntos, es necesario aclarar que no se trataba de una división tajante que agrupaba a
dos sectores con proyectos contrapuesto. La Marina estaba comandada por el almirante Emilio
Eduardo Massera, que no disimulaba sus diferencias con Videla, además tenía obsesivas ambicio-
nes de llegar a la presidencia a cualquier modo, por lo tanto se opuso a cualquier nombramiento
de funcionario que no fuera leal a él. Hasta aquí presentada la cuestión ahora bien el esquema de
descentralización represiva y administrativa y la lucha de facciones al interior del Ejército explican
porqué de acuerdo a los reportes recibidos eran oficiales y miembros de menor nivel jerárquico de
las tres armas y de la policía quienes conformaban los grupos irregulares que ya estaban operando
en territorio argentino, y que estaban dispuestos a dar una guerra con cualquier método disponible
a lo que ellos consideraban las guerrillas.
En su reunión con el almirante Massera el subsecretario Bray tuvo una nueva aproximación a la
situación altamente conflictiva que existía al interior del gobierno militar. Massera le aseguró al
norteamericano que las Fuerzas Armadas estaban integradas por dos facciones en pugna, la pri-
mera integrada por la Marina, la Fuerza Aérea y la mayor parte de los comandantes de cuerpo del
ejército y la segunda, integrada por el presidente Videla y los generales Roberto Viola y Albano

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Harguindeguy. Massera incluso dijo -en abierta contradicción con lo que el subsecretario había
escuchado-, que el ministro Harguindeguy estaba bloqueando la posibilidad de que se publicara la
lista de detenidos. Agregó que Videla era un presidente débil e indeciso y que en pocos meses sería
expulsado del poder y reemplazado por un representante de la otra facción, que –según Massera-
era más respetuosa de los derechos humanos. Por supuesto el representante norteamericano no
creyó que un gobierno liderado por la Marina y por los comandantes de cuerpo sería más demo-
crático y respetuoso de los derechos humanos, pero consideraron a los dichos de Massera como
una señal de que los conflictos intra-militares se estaban agravando.
Sin embargo, consideraron dudoso que el almirante pudiera reunir los suficientes apoyos dentro
del Ejército para desplazar a Videla.
Bueno, teniendo en cuenta lo antes escrito y haciendo una composición de lugar, no nos parece
del todo alocado pensar que la explosión del polvorín podría estar inmersa en alguna cuestión
doméstica no resuelta de liderazgo de zona entre el área 400 perteneciente al ejército y el arsenal
perteneciente a marina. Y pensamos en esta situación porque el único tornero que nos brindó su
testimonio, bastante escueto por cierto, no sólo pidió reserva, sino que lo consultó según él, con
otro compañero. Algo anecdótico: la edad de estas personas es de 85 años y más, uno se pregunta a
esta edad que tenés que perder, pero bueno, evidentemente todavía de esto no se habla.

JUICIO CAMPO DE MAYO. Declara como testigo de concepto José Luis García, Coronel del
Estado Mayor (R).
Fue coronel del arma de Caballería del Ejército Argentino. Fue oficial del Estado Mayor. Realizó
estudios superiores. Hizo cursos de perfeccionamiento en Estados Unidos
Fue profesor en los primeros años de grado cuando era Capitán y Mayor de la Escuela de Caba-
llería, donde llegó a ser jefe de curso; luego fue profesor en la Escuela Superior de Guerra y en la
Escuela de Defensa Nacional. Realizó tareas de asesoramiento a las autoridades judiciales en la
República Argentina, cuando se hace el Juicio a las Juntas, donde fue perito militar de ese tribu-
nal. Luego participó de juicios en Haití, El Salvador, en los juicios que se juzgaron actitud de este
tipo en Roma, en Francia y en España, fue perito militar en el juicio a Fujimori. Plantea que en
todas partes los acusados procedían de la misma manera, imbuidos por la Doctrina de Seguridad
Nacional.
“Esta doctrina se enseñaba en la Escuela de las Américas, propiciaba la guerra llamada de “baja
intensidad”. Consistía en un cambio total de la estructuración de las predicciones. Por ejemplo: el
Ejército de la República Argentina históricamente se había organizado sobre la base de ejército, cuer-
pos de ejército, divisiones, brigadas, batallones; a partir de entonces había que tener quién controle
esa institución para evitar que esa ideología se infiltrara sobre las estructuras del país. Para ello las
Fuerzas Armadas se organizaron geográficamente en zonas de defensas. Estas zonas de defensas se
dan a los comandos que en esos momentos ocupaban las principales regiones del país, lo que hasta ese
momento se denominaba Cuerpos de Ejército. Estas zonas de defensa, cuando su magnitud geográfica
lo requería, se dividían en sub-zonas de defensa: es el caso de la zona de defensa IV, tema del juicio
Campo de Mayo. Las sub-zonas a su vez se dividían en áreas: un espacio geográfico de trescientas
unidades de las Fuerzas Armadas, donde el control ya se hacía efectivo mediante el accionar de un
conflicto de baja intensidad, cuya técnica se enseñaba a cuadros de las distintas fuerzas armadas en
la famosa Escuela de las Américas.

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Esta doctrina de baja intensidad decía que la guerra contra el nuevo enemigo marxista leninista
que se infiltra dentro de todas las estructuras del Estado, debía basarse en primero lugar en acciones
de Inteligencia. Todas las unidades de Inteligencia, todos los elementos de Inteligencia son básicos,
imprescindibles y en última instancia son los que logran infiltrarse en las organizaciones subversivas.
Al investigar en todas las organizaciones del Estado las distintas ideologías, nos van dando la pauta
de cuáles eran los enemigos reales y los enemigos probables; en función de eso, estas unidades buscan
blancos que se encuentran al infiltrar las organizaciones políticas de izquierda, por ejemplo, mirando
las libretas de direcciones de personas acusadas de terrorismo. Entonces salen distintos pelotones a
las distintas áreas de defensa: son los Grupos de Tareas (GT). Estos dependían de los jefes de áreas.
Se hacían los operativos y las fuerzas regulares o normales (no las de Inteligencia), daban la seguridad
a los hombres de Inteligencia (GT). Les aseguran las manzanas, las zonas. Ese grupo entraba a las
casas, tomaba prisionera a la gente, se llevaba todos los elementos de investigación y no los llevaba a
los lugares previstos por las leyes y reglamentos militares. Los llevaban a unas nuevas organizaciones:
los Centros Clandestinos de Detención (CCD). En estos CCD se torturaba (como decía un general de
cada diez casos, puede haber seis, siete u ocho que no saben nada pero siempre hay alguien que algo
nos dice, y ese uno o dos sirven para salvar la vida de cientos de nuestras organizaciones). Y luego
disponían como si fueran realmente los dioses de una nueva doctrina, del destino final de esas perso-
nas torturadas, aniquiladas moralmente y ven si pueden seguir viviendo o pueden ser destruidas. La
Doctrina de Seguridad Nacional concibió las actividades completas de América Latina.
En cuanto a la zona de Campo de Mayo, ésta era básicamente el lugar donde funcionaba el Coman-
do de Institutos Militares. Tenía bajo sus órdenes a las distintas Escuelas de Armas: de Ingenieros,
de Comunicaciones, de Caballería, de Infantería, de suboficiales Sargento Cabral, y la Escuela de
Servicio para Apoyo de Combate, y todas las escuelas donde se instruyen los cuadros, y muchas veces
las tropas de las distintas armas y servicios del Ejército Argentino. Todas ellas están agrupadas en
un pequeño espacio geográfico llamado Campo de Mayo. Estas escuelas tienen una estructura que es
prácticamente apta para el desarrollo de la enseñanza, pero siempre en cada una de las escuelas existe
un organismo, una organización militar, que sirve para las ejercitaciones prácticas. No solamente la
teoría sino llevar al terreno, y con cierta cantidad de tropas, lo que se enseña. Estos elementos milita-
res eran los elementos aptos para el combate con que disponía cada una de las escuelas. Eran los que
podían trabajar para dar esa seguridad cooperacional a los grupos de tareas que podían hacer la tarea
sucia por llamarlo así. Cada vez que el problema de la guerrilla urbana se extendía más hacia la zona
de acción próxima a Campo de Mayo, sobre esta zona intervenía en forma periódica, y cada vez en
forma más relevante, la acción del comando de la Zona I con sede en Capital Federal, que invadía
la jurisdicción del Comando de Institutos Militares y entonces se originaban algunas situaciones un
poco embarazosas porque a veces, la coordinación no era tan fácil. Fue así como el Comandante
de Institutos Militares Gral. Riveros solicita que se establezca una zona nueva dentro de Campo de
Mayo. Inicialmente se le niega, luego él consigue que esa zona se convierta en la zona IV de defensa.
Su espacio geográfico luego es ampliado hasta llegar a la zona de Zárate y Campana, con todos los
municipios que están partiendo de Campo de Mayo hacia el límite de la provincia con Santa Fe.
Con respecto a la sección denominada Área 400 dentro del Comando de Institutos Militares, tiene
una pequeña historia. El Ejército armó toda la estructura para combatir lo que se llamaba la lucha
contra la subversión, mediante el esquema de zonas, subzonas y grupos de tareas. La Armada Argen-
tina a su vez estableció un sistema para llevar adelante sus operaciones, esto está establecido en un

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documento que se llama “Placentara” (que es el planeamiento del empleo de la Armada en el corto
plazo para la variante interna).
La forma general de operar de la Armada fue definir a todos los elementos de la misma, desde las
embarcaciones hasta el último elemento de tierra, a los que llamaron fuerzas de tareas del uno hasta
el once. A una fuerza de tarea determinada se le dio ubicación en la Capital Federal, fue la famosa
Escuela Mecánica de la Armada, la ESMA, que estaba dentro de esta estructura. Y dentro de la zona
IV, en la zona de Zárate y Campana, donde realmente se le había dado un espacio geográfico de
responsabilidad en la zona llamada D por parte de la Junta Militar. Hacía falta entonces establecer
una nueva área dentro de esa jurisdicción donde operara a las órdenes del comandante de la Zona
IV, pero cumpliendo a su vez las directivas determinadas en la Placentara, con efectivos de la Arma-
da Nacional, que estaban ubicados en las zonas que eran de las fuerzas armadas y de la prefectura,
(próxima a ellos estaba la zona Delta, dentro de la zona del Delta, donde realmente algún día habrá
que investigar lo que ocurría ahí porque compone una famosa base llamada “Masaruca”).
Se crearon elementos dispuestos por la Secretaría de Inteligencia de Estado que unificó los servicios de
inteligencia de: Ejército, Fuerza Aérea, Armada, Gendarmería, Prefectura, Guardia-cárcel, y todos
los servicios; hay servicios de inteligencia en las organizaciones menos esperadas. Todo eso nucleaba
a un sistema manejado por la Secretaría de Inteligencia de Estado, que informaba y recibía informa-
ción por medio de este sistema que se auto-alimenta; se iba creando realmente un dispositivo propio,
peligrosísimo.
Por ejemplo: la información recolectada por el destacamento de inteligencia de Campo de Mayo re-
glamentariamente, y por obligación, se enviaba al comandante de Zona IV y por funcionamiento
al jefe del Batallón 601, ambos recibían la información y mantenían relaciones funcionales con los
comandantes de zona.
No se ha tenido oportunidad de constatar si el puesto de comando del Batallón de Ingenieros en
Construcciones (Área 400) fue cambiado a la zona Zárate-Campana o permaneció en San Nicolás.
Pero por apreciación, no por certeza, se puede considerar que el jefe del Batallón quedó en San Nicolás
y esa zona tuvo un control operacional realmente de los efectivos de la Armada que instalaron ahí
un centro clandestino de detención en la zona Delta (que aún no ha sido investigado: la casa loca).”

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Capítulo Décimo Tercero

AUTOATENTADO

Zárate para los años setenta tenía una disposición militar casi estratégica, en primer lugar el Arse-
nal de Marina, en el mismo predio, Prefectura, esta última tenía en este lugar la Escuela de Cadetes
y su lugar de operaciones especificas de la fuerza en el puerto de la ciudad.
Gendarmería con asiento en el puente Zárate Brazo Largo y a 36 km Gendarmería en la Central
Nuclear de Atucha. A 8 km en la ciudad de Campana se encontraban Fabricaciones Militares
(Tolueno), pegado a la Destilería ESSO de dicha ciudad. Por lo tanto, Zárate era un lugar rodeado
por fuerzas militares. Como ya sabemos por toda la bibliografía existente, las operaciones de lucha
antisubversiva comienzan mucho antes del ‘76, existen algunos testimonios de que cuando mon-
toneros pasa a la clandestinidad. Por eso en noviembre del ‘75 son detenidos dos militantes de la
JP Regionales y tres de la Juventud Lealtad, éstos últimos disidentes de la Tendencia, y son llevados
a la Central Nuclear por Gendarmería. Por tratativas en ese momento del Ministro del Interior
Doctor Rocamora, dos de los militantes pertenecientes a la Tendencia Jorge Rouquett Alvarado
(quien tiene una hermana desaparecida de la localidad de Lima) y Rodolfo Manjevil pudieron salir
fuera del país e instalarse en México y los otros tres militantes de Lealtad Dente, Orlandi y Contín
siguieron con sus actividades en Zárate.
Ahora bien, este hecho nos marca que en nuestra localidad ya las cartas estaban echadas y el futuro
se tornaría bastante incierto para cualquier organización social. Desde los testimonios después del
golpe de los detenidos José María Iglesias, Alberto Calvo y Lidia Biscarte su lugar de detención
fue el Arsenal de Marina de Zárate, siendo llevados luego a diferentes Centros Clandestino de
Detención. La pregunta que subyace, ¿el Arsenal fue realmente un lugar de detención transitoria?
¿O tuvo actividad de detención y tortura como centro clandestino permanente? Todo indica des-
de los testimonios y las causas que no hubiese sido un centro clandestino permanente, pero los
testimonios también indican una permanencia grande de soldados conscriptos que tenían asiento
en el Arsenal, por ejemplo para el momento de la explosión hecho que investigamos y ya estamos
hablando de octubre del ‘76. Estos soldados ¿dependerían del Arsenal propiamente dicho o de lo
que comúnmente conocemos como Área 400? Lo antes expuesto, si bien sigue siendo interrogan-
tes que nos hacemos, sirve como introducción de tres testimonios anónimos de hijos de prefectos
que nos dijeron que el comentario hecho en sus casas cuando se hablaba de la explosión era de
que el mismo había sido para borrar evidencia, a lo cual el más osado de los testimonios habla de
detenidos.
Algunos de los testimonios del Personal Civil e inclusive de “enganchados” de Prefectura hablan de
ciertas prácticas de los Infantes de Marina, los cuales se prestan a dudas de que si realmente eran
soldados entrenando o presos que eran torturados. Mencionan personas enjauladas y personas
estaqueadas, y la característica de todo Centro Clandestino, gritos en la noche etc. De manera casi
inconsciente hemos abonado esta hipótesis porque nadie nos ha planteado lo contrario y no sería
la primera vez que no haya quedado testigo de lo que se realizaba en un Centro Clandestino de
Detención, tampoco es descabellado en la lógica de estos genocidas y teniendo como referencia
sus luchas internas de índole doméstico hayan perpetrado algo referente a un autoatentado para
no dar explicaciones de hecho, nunca las dieron, sobre semejante explosión ni los objetivos que

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podían haber tenido. Volvemos a insistir que, según las disposición del polvorín, este, nunca podía
haber estallado de afuera hacia adentro sino a la inversa.

Testimonio anónimo de un familiar de un Prefecto


“Yo en el 76 tenía 16 años. En ese momento todo era una lucha de poderes entre el Ejército y la Ma-
rina, había grupos de tareas que se preparaban y se enriquecían en muchos aspectos, también había
tráfico de armas. Además fijate que en esa época, en América todas eran dictaduras, el Arsenal fue
un lugar de tortura, ahí en el Arsenal hay sótanos, también se usaba la prefectura, que era una fuerza
subordinada a la marina, lo del polvorín para mí, fue un autoatentado porque hubo que tapar cosas,
no fue un accidente. Otra gente decía que había peleas entre el Ejército y la Marina porque es por
eso que yo hablo de un autoatentado o atentado entre ellos, en mi casa se dijo que había evidencias
que debían desaparecer, ahora bien, hay que cuidarse con lo que se dice porque esta gente está viva
todavía y siguen siendo protagonista. También se dijo que a muchos le dieron de baja y a otros los
trasladaron después de esto, Massera tenía todo el poder. Yo no creo que mientras Massera estuvo al
mando la Marina haya estado subordinada al área 400…” “… La Prefectura también tenía grupo de
tareas; yo escuchaba todo esto cuando los camaradas de mi papá venían a casa..”
Por eso hablamos de esta Hipótesis de Autoatentado y de estas tres entrevistas del tipo anónima, o sea
no quieren que sus nombres trasciendan, de hijos de oficiales de Marina y Prefectura, con una edad
de alrededor de 50 años, digo esto porque en 1976 tenían entre 17 y 18 años. Los mismos plantean con
algunas diferencias entre sí que la explosión fue producto de un auto atentado para borrar evidencias,
a la pregunta ¿qué evidencias? Hablaron de armas (algo parecido a lo de Río Tercero) y el testimonio
de que hayan sido detenidos desaparecidos. Bueno desde ya esta última es la más arriesgada como
dijimos antes solo tenemos estos testimonios, también debo decir que fueron entrevistas voluntarias
ellos nos buscaron a nosotros a lo largo de estos dos años y es lo que estas personas adolescentes en
ese momento escucharon en sus casas después de la explosión, ya que sus padres pertenecían a una
u otra de las fuerzas

66
Capítulo Décimo Cuarto

NEGOCIADOS DE MASSERA

“… Acá se trabajó mucho desde el año ‘74. Se empezó con el señor López Rega que conseguía los con-
tratos, que vendía armamento y acá se hacían algunas cosas hasta que se decide hacer la planta de
cohetes, en el 76 estaba en construcción. Para ese tiempo se puede decir que teníamos alta tecnología,
que se traían de Estados Unidos salvo algunas cosas que se fabricaban acá, todo lo que era electrónico
venia de Estados Unidos, también llegamos a hacer ensayos a motores de coches, venían de Ford, Mer-
cedes Benz, etc. usaban el equipamiento de acá, era tan bueno y novedoso…” según Oscar Antonio
Farías. Ante la pregunta donde se vendía el armamento, nos contesta: “En América se vendía a Vene-
zuela, en África a Togo y a Libia que en realidad eran tratados que ya había firmado López Rega en el
75, Togo un país chiquito en África que nadie conocía y en Argentina creo que este armamento se uso
en Tucumán porque se disparaba desde los helicópteros con cuetes, la cuetera es un cilindro que tiene
diferentes compartimientos y estos se cargaban, tienen un comando eléctrico, apretás el botón y salen
de a uno o todos juntos, estos helicópteros tenían y los aviones los tenían a cada lado. Yo los vi como
actuaban cuando nos mostraron una película, también fabricábamos cuetes para entrenamiento eran
exactamente iguales pero en vez de tener explosivos en la ojiva, tenía una ampollita con un liquido
que no recuerdo el nombre que cuando impacta larga humo. También fabricamos un avioncito blan-
co para entrenamiento que primero se le compraba a una fábrica de Córdoba después los pudimos
hacer acá, entonces a la armada le salía 10 veces más baratos, también había una institución Cenit
le fabricábamos piezas, nos contrataban fuera de horario para trabajar en esto, y como había chicos
que tenían tornos en sus casas también trabajaban en esto. Se puede decir que esto estaba bastante
terciarizado. Venía mucha plata de la armada las partidas de materiales compraban hasta octubre
porque después había un periodo de balances y el periodo en que no se pedía nada…”

Ante este relato buscando en archivos de diarios encontramos un artículo de una investigación de
Pagina 12 publicado en 1998 por Susana Viau y Eduardo Tagliaferro que resumimos a continua-
ción. Dicho artículo refuerza el testimonio de Farías.

“En 1975 Massera obtuvo la venia del gobierno peronista para iniciar el Plan de Reequipamiento Na-
val y creó EDESA, integrada por la Armada con la mayoría del capital y Tandanor (Talleres Navales
Dársena Norte). Según el legajo 52059 de la Inspección General de Justicia, el objeto social de EDESA
(Empresa de Desarrollos Especiales) se transformó rápidamente: de compra y producción de sistemas
de armas pasó a la compra-venta lisa y llana de armamento. El contralmirante Ricardo Guilermo
Franke fue su primer presidente. Como vice debutó el capitán de corbeta Debernardi. En los sillones
del directorio se instalaron Oscar Antonio Baraldo y Juan Francisco Jarrige. El directorio incluía a dos
civiles: los abogados Ismael Matta y Ricardo Antonio Vila.
Esos cinco nombres no habían caído del cielo: Debernardi, Baraldo, Barlari y Jarrige habían egresado
en 1955 de la Escuela Naval. Los cuatro formaban parte de la promoción 82. Ismael Mata, por su
lado, especializado en derecho administrativo, era nada menos que el yerno de Adolfo Savino, el mi-
nistro de Defensa que José López Rega había puesto en el gabinete de Isabel Perón. Savino, igual que
“Lopecito” y que el “Negro” Massera, tenía firmes contactos con Licio Gelli y la logia masónica P-2.

67
Las dos plantas de EDESA, una en Zárate y otra vecina a los astilleros Domecq García, en Dársena
Sur, tenían como misión ser el eje de un plan grandioso: torpedos, misiles, corbetas y submarinos de
fabricación argentina, con licencia de la acería Thyssen.
En 1970, Licio Gelli -un florentino nacido en los años 20- recibió el encargo de reflotar Propaganda-2,
la logia masónica fundada sin demasiado éxito a fines del siglo XIX. Fascista visceral, la ideología
de su logia no podía ser sino la extrema derecha. La fuerza de la P-2 perforó, incluso, los muros del
Vaticano. El “venerabile” contó con la colaboración de Umberto Ortolani, Michele Sindona y Roberto
Calvi, encargado de regir los destinos del celestial Banco Ambrosiano. . Los objetivos no confesados de
la P-2 eran el lobby, el tráfico de armas, el tráfico de drogas y el blanqueo de divisas. A tal punto estaba
ligada EDESA a los intereses particulares del ex almirante, que el domicilio de uno de sus directores
coincidía con el que había fijado como sede social Misa Chico, la firma que sirvió para blanquear los
bienes robados a Victorio Cerutti, Horacio Palma y Conrado Gómez, secuestrados y desaparecidos
en la ESMA. En 16 años, EDESA cambió varias veces a su presidente y a sus síndicos titulares y su-
plentes. Sin embargo, Debernardi y sus compañeros de promoción sobrevivieron a las purgas hasta
1987. Debernardi es el segundo oficial masserista que irrumpe en el escándalo de la venta ilegal de
armas. El primero fue el capitán de navío Horacio Estrada. A diferencia de Estrada, Debernardi no
se encuentra aún imputado, pero es cuestión de tiempo: su capítulo, referido a los presuntos negocios
clandestinos entre Bosnia y el Estado argentino, recién comienza a ser investigado.
Gelli Se aseguró a principios de los 90 que la P-2 se aggiornara y era ahora una red de logias, dedicada
al lobby para la obtención de licitaciones de obras y servicios públicos, aunque seguía involucrada en
el tráfico de armas destinadas, sobre todo, a la guerra en los Balcanes. Su nuevo nombre, Propagan-
da-3. En 1974, el Congreso Argentino vota una ley secreta destinada a lograr una superioridad en
la flota de submarinos respecto a los países vecinos. En el ´81 se acuerda construir con la empresa
alemana Tissen el Astillero que, por decisión de Massera rescata a Domecq del olvido. Triste paradoja
para los trabajadores civiles del astillero, acceder a ese empleo en dictadura y bajo el nombre de un
represor. La derrota de Malvinas primero y el desguace del Estado que se potencia en las dos primeras
décadas de democracia paralizan al astillero”.

68
Capítulo Décimo Quinto

EL POLVORÍN

Elementos que contenía el polvorín:

• Cabezas de Combate Cohetes “Albatros” (60 % Herogeno 40% Trotyl)


• Pólvora Peble Recuperada (en cuadritos)
• Pólvora Cordita MB (fideos)
• Pólvora Negra N.A.:
• Clase 3
• Clase 5
• Clase 6
• Clase 8
• Pólvora Negra NKC 764
• Pólvora Negra clase 3
• Espoletas EIRV-5 (fulminato de mercurio)
• Espoletas EIR-238 (fulminato de mercurio)
• Espoletas Subacuas Borletti
• EHRV-2 c/pan de trotyl desmenuzado
• Antiencobrante en plancha
• Antiencobrante en cinta
• Trotyl Fundido Recuperado de Granada del Ejército
• Trotyl Escamado
• Tetryl
• Motores “Albatros” lote 8
• Granos Propulsantes (SENID) / 9 para cohetes Gaviotas 5 “(SENID)
• Motores Cohetes “Albatros” completos con cabezas de Ejercicio (EDESA)
• GEVELOT
• Mecanismos Seguridad Espoletas
• Misil SIWILD Americano (SENID)
• Magnesio (EDESA)
• Granos para cohetes “Albatros”

“Se observa un profundo cráter en el lugar que ocupaba el polvorín, con agua en su interior, consi-
derables daños en numerosos edificios del Arsenal y otros polvorines, como así también de los efectos
destructivos de las esquirlas y onda expansiva, las cuales habían alcanzado también casas linderas de
la ciudad…” El polvorín N° 6 era de tipo “G” iglú, similar a los polvorines de base Naval de Puerto
Belgrano y a los del Naval Azopardo de Azul en lo que hace a estructura, piso y otras característi-
cas. Al ser de tipo Iglú tenía contención de tierra en sus paredes circundantes.
Sus sistemas de puertas eran similares a los existentes (doble puertas con candados y herrajes de
bronce). El sistema de doble puertas, paredes forradas de maderas y parasoplos de tierra le daban
gran aislación térmica, contaba con termómetros para controlar la temperatura. Este polvorín fue

69
construido con pararrayos como lo fueron todos sus similares.
La instalación eléctrica, volante sobre el techo, los cables pasaban por caños de hierro galvaniza-
dos, tenia lámparas de tipo blindado y los interruptores se encontraban en el exterior del polvorín,
siendo estos de tipo palanca con llave y se encontraban dentro de una caja metálica con candado.
Se sabía por otra parte que esta instalación eléctrica era antirreglamentaria y estaba en un estado
de “vejez”.
También contaba el polvorín con chimeneas de ventilación que permitían la respiración del espa-
cio existente entre los revestimientos de madera que poseía el mismo con la pared exterior, estas
chimeneas contaban con una malla metálica para su protección. Este tipo de polvorines es el de
uso común en las otras fuerzas armadas del país y del mundo. En nuestro caso se comenzaron
a construir en la década del cuarenta. Si bien, no han quedado registro de documentación que
lo testifique de las consultas al personal del Arsenal de Marina de Zárate, se desprende que ya
funcionaba como tal en 1943 por lo que se deduce como probable año de construcción 1942. Las
normas que se seguían figuran en el NUCMEN (las Normas para Uso y Conservación del Material
de Explosivos y Munición) del año 1959.
Se trataba en este caso, no específicamente de un polvorín, se lo denominaba “polvorín en tránsito”,
pero el uso que se le daba, como depósito de explosivos, armas, motores, etc de un taller de pro-
ducción, era peligroso, por cuanto de ocurrir un accidente o un atentado sus consecuencias iban a
resultar muy serias como efectivamente ocurrió.
Con respecto a las distancias de seguridad que están tabuladas en las tablas del NUCMEN, no
fueron tenidas en cuenta en el diseño del polvorín por ser estos anteriores a aquellas. Sabemos que
en todos los organismos oficiales (militares, educativos, etc) se lleva un Historial y en el mismo, de-
berían constar las deficiencias tanto operativas como de ubicación del polvorín N° 6, siendo estas
causas importantes en la tragedia posterior a la explosión. La distancia con otras instalaciones del
mismo Arsenal (ejemplo, el taller de automotores donde muere Jorge Acosta) o con la traza urbana
(María de los Ángeles Dipietro de Rosado) fueron factores importantes.
Teniendo en cuenta entonces, los daños en la ciudad y en el mismo Arsenal, y haciendo mención
a las toneladas de explosivos almacenadas en el polvorín N° 6, podemos decir que, dicho polvorín
estaba en perfectas condiciones en lo referente a sus paredes perimetrales y a sus cubiertas de tie-
rra, como así también el talud del frente.
No así, en lo que respecta a lo estipulado para la construcción del techo, lugar donde debe escapar
la onda expansiva si se registrara un accidente.
El talud, era de construcción antigua y estaba dirigido hacia la puerta de entrada, como si por
allí solamente pudiera escapar la onda mecánica de una explosión. Dicho talud estaba preparado
para resistir una potencia de onda indeterminada, tal como si el depósito estuviera cargado a tope
(sabemos que la capacidad de carga estaba al 80%). La función del talud es entonces amortiguar en
parte la onda expansiva. En cuanto al techo, es darle a dicha onda la dirección adecuada.
El viernes 15 de octubre del 76 a las 13:45 el civil y el suboficial responsables constataron que en
las puertas del polvorín N° 6 estaban el candado y el precinto correspondientes, como así también
que el miércoles 13 de octubre, el tractorcito y su acoplado dejaron su carga de 60 cohetes del tipo
Albatros.
Dicho lo anterior, la secuencia podría ser la siguiente, una vez iniciado el fuego (que mencionan
varios testigos haber visto previo a la explosión) en los cajones de cordita, la misma trasmitió la

70
combustión al magnesio, este, actuando como soplete pulverizó ambas puertas de acceso dando
lugar al pasaje de aire y a la salida de la onda expansiva.
Observando el plano de distribución de los elementos almacenados, ubicamos en la parte pos-
terior a la pólvora y a poca distancia, un cajón de Trotyl, “iniciando” la mencionada pólvora esta
llega a una temperatura de 1000 grados centígrados, propagándose a los cajones de Trotyl.
Podemos decir, que en el recinto en cuestión, no pudo generarse fuego generalizado (únicamente
este fuego es posterior al estallido) pero si debe haber existido fuego en dos partes bien definidas
de acuerdo a la ubicación del Trotyl. Como dijimos la onda expansiva rebotó contra el talud, volvió
e hizo volar lo que quedaba de él, estos escombros del techo de hormigón son los que “bombar-
dearon Zárate”. Las consecuencias de la explosión en sí, fueron producto entonces, de la mala
ubicación del polvorín, el mal comportamiento del mismo en la explosión y la variedad de los
explosivos almacenados.
Con lo cual, sin aventurar ningún tipo de hipótesis, ni descartando ninguna de las mencionadas
anteriormente, la voladura de este polvorín fue intencional ya que el fuego que inicio toda la se-
cuencia no fue producto de un accidente. Sabemos que hubo pericias, que una explosión de esta
magnitud no puede no haber sido investigada por la propia Fuerza ni por la Policía. Llegar a estas
pericias, aclararía a nuestra ciudad, qué pasó aquella noche.

71
La otra parte de la historia

En una calurosa mañana de febrero de 2010, recorriendo los alrededores del Hospital nos encon-
tramos con unos vecinos que nos comentaron que una semana antes a la explosión se había produ-
cido un enfrentamiento entre los marinos del Arsenal y un grupo guerrillero en el Barrio de Villa
Angus. Por eso estos vecinos sostenían que en venganza este grupo había producido un atentado
al polvorín del Arsenal de Marina. Por lo tanto, la intriga sobre este operativo que no constaba
en ninguna documentación, nos llevó al barrio donde recogimos el testimonio que figuran en el
capítulo 10.
Después de varios meses en que los integrantes de esa casa no tenían ni rostro, ni nombre los
interrogantes nos llevaron a consultar a Antropólogos Forenses y los datos que ellos tienen. En el
relevamiento que hicimos en esa entrevista había algo que no coincidía y era la fecha, ellos tenían
un operativo un día antes de la explosión. La equivocación de fecha la teníamos nosotros. Por eso
es importante aclarar lo sucedido, fue un operativo conjunto el 15 de octubre de 1976 en el Barrio
de Villa Angus, donde después de este ataque muere, Olga Ventorino y desaparece Miryam Couta-
da embarazada de 7 meses, integrantes de la organización montoneros, este hecho transcurre a tan
solo horas de la explosión del polvorín del Arsenal, o sea, la madrugada anterior, a pocas cuadras
del Arsenal en Rodríguez Peña al 421 casa habitada por compañeros de lucha de la columna 17 de
Montoneros. Esta familia, como suelen llamar los vecinos que los conocieron y a partir de otros
testimonios, estaba formada por Olga Ventorino con sus dos hijos, Verónica Zaldarriaga de 6
años y Claudio Zaldarriaga de 9 años. Su papá que ya no era pareja de Olga, también militante, se
encontraba fuera del país, Roberto Zaldarriaga. Compartían este domicilio también Miryam Cou-
tada junto a su pareja Eduardo Lagruta a quienes en el operativo los militares llamaban Ramiro.
Los vecinos de Villa Angus nos cuentan que hacia aproximadamente 7 meses habían comprado
esta casa, la única de material, grande y atractiva, un gran parque en la esquina donde solían es-
tacionar los autos de las personas que los visitaban constantemente. Tenía un muro bajo que daba
a la vereda y a la entrada un porche. Se entraba a un comedor-cocina amplio que daban al patio
con césped y árboles, límite con la calle 9 de julio. Del lado contrario estaban los dormitorios, en
el primero dormían Miriam y Eduardo, luego estaba el baño y otro dormitorio donde dormían
Olga y sus dos hijos. Todo eso daba a un pasillo que llevaba al fondo. Según la versión de Claudio
(hijo de Olga) al cual pudimos entrevistar este año, a su mamá la matan en ese pasillo cuando cubre
la retirada de Eduardo (Ramiro, Pedro). Nos parece necesario expresar que estamos convencidos
que en algún punto estos dos hechos se vinculan, más allá que todavía no hayamos encontrado la
documentación o el testimonio que nos ayude a vincularlos.
Si hemos logrado desmitificar dos de las hipótesis más firmemente instaladas por el imaginario
colectivo de nuestra ciudad que son la de un accidente, el cual está comprobado que no existió y
que fue un recurso propiciado desde la misma Armada; y la otra, la de un ataque guerrillero, lo
cual para el momento de dispersión, persecución y desbaratamiento que tenían los grupos arma-
dos para ese entonces era imposible y hasta descabellado pensar en un ataque de tal envergadura
a un Arsenal.

73
Final

A 35 años de semejante hecho, y aunque parezca contradictorio es poco lo que se ha podido escla-
recer, más aún, al no haber asumido la Armada como institución la violación de derechos huma-
nos durante la dictadura, muchos archivos no han sido desclasificados, hay mucho por investigar
todavía. Además, este hecho ha contado con el silencio y en algunos casos con la complicidad
de una sociedad o del conjunto de civiles que aún manifiestan miedo y censura no permitiendo
ayudar a reconstruir esta trama. Cuando comenzamos este trabajo y haciendo referencia a nuestro
título, sabíamos que el camino sería difícil, pero creíamos que el tiempo jugaba a nuestro favor,
e inclusive el momento político propicio que nos abriera los caminos. Pero, si nos remitimos a la
historia sabemos que hay mecanismos de los grupos de poder que trabajan sin dejar huellas y bo-
rrando todo aquello que los pueda comprometer para seguir conservando sus espacios de prestigio
frente a una parte de la sociedad que todavía busca respuestas.
Lo que podemos aportar desde los testimonios es que en el momento posterior a la explosión no se
permitió el ingreso de ninguna otra fuerza (bomberos, policía, defensa civil, etc.) porque la toma
de decisiones estuvo a cargo de la Armada Argentina, en todo momento y de la Prefectura como
fuerza auxiliar.
Las clínicas donde fueron llevados los heridos, en la actualidad no existen, por lo tanto, no en-
contramos rastros de ningún archivo ni profesionales que quisieran prestar testimonio. Es en el
Hospital donde concurren la mayor cantidad de heridos, el diario “El Debate” habla de 12. Al día
de hoy, y habiéndolo solicitado en varias oportunidades, respetando el protocolo correspondiente,
no hemos tenido acceso a dicho archivo ni a la concreción de una entrevista con su actual director,
a la sazón uno de los médicos responsables en aquel momento de la dirección de la Clínica Santa
Isabel, donde se registra el ingreso de una importante cantidad de heridos según el diario “Cróni-
ca” y testimonios de personal auxiliar de dicha clínica.
Además de los testimonios orales citados anteriormente, hemos tenido acceso a las causas pena-
les obrantes en San Nicolás y constatamos que la Sra. Di Pietro de Rosado sufre una fractura de
bóveda craneana con pérdida de masa encefálica y presenta también traumatismo y contusiones
leves, estas lesiones le provocaron la muerte. Impacta sobre ella un trozo de hormigón armado
desprendido de su armadura con un peso de 30 kilos de forma rectangular que perteneció a una
losa de 42 cm de largo por 12 de ancho. Existe también la denuncia realizada por Jorge Valido de
38 años comerciante, hijo de Manuel José Valido y de Dora Yacovella de Valido, con domicilio en
French 560 de esta ciudad. Declara que un trozo de cemento armado perfora el techo de la finca
de sus progenitores, en la habitación que era de sus padres, perforándolo y cayendo sobre ellos, su
mamá recibe heridas graves en la cabeza, siendo trasladada al hospital Naval, Dora tenía 60 años
de edad. El orificio abierto en el techo fue de 1 m de diámetro.
Susana Rosado sobrevive a sus heridas. Fue trasladada al Hospital Naval. Se encontraba en la finca
donde muere María Angélica Dipietro. Tuvo una herida contusa en región glútea izquierda que
abarca casi toda su totalidad y zonas de cara posterior del muslo con desprendimiento de piel y
masa muscular. Según consta en la causa civil.
La cantidad de escombros proyectada hacia la ciudad fue tan grande y también la onda expansiva
que los daños fueron cuantiosos, por eso, retomando el relato de uno de los bomberos volvemos a
repetir que a Zárate la salvó la barranca.

75
Con relación a Jorge Acosta, según su acta de defunción, que se obtuvo a través del Registro Civil
era un soldado clase 55, uno de los últimos soldados que hacia el servicio militar a los 21 años, era
de la localidad de La Cruz Dto. de Calamuchita, Provincia de Córdoba, todos sus efectos perso-
nales fueron entregados a su padre. Jorge Acosta se encontraba durmiendo en el Pañol de Herra-
mientas y repuestos a unos 15 metros del Polvorín N° 6, cuando el pañol se desploma sobre él, la
muerte es instantánea a causa de la cantidad de politraumatismos que tenía. También subyace que
en el Arsenal evidentemente había soldados conscriptos no oriundos de Zárate. Los que hacían la
conscripción oriundos de Zárate lo hacían en calidad de “enganchados” en la Prefectura.
En cuanto a cargamentos de diferentes materiales que se transportaban a los polvorines del Arse-
nal, en la ADIF (Administración de Infraestructura Ferroviaria) organismo que atiende las cargas
trasladadas desde que se privatizaron los ferrocarriles, no figuran archivos, los mismos constan
hasta el año 1940 y se encuentran en la Fundación Museo Ferroviario, como queda claro son datos
anteriores a 1976. Pero, según el testimonio de algunos torneros, era cotidiano recibir cargamentos
desde Fabricaciones Militares (Tolueno de la ciudad de Campana).
También es significativo el dinero que manejaba el Arsenal de Marina de Zárate, esto se desprende
de la reconstrucción posterior de toda la zona afectada y el correspondiente subsidio a los damni-
ficados (dato que ya manejábamos a partir de testimonios de personal civil de la Administración
y Contaduría de la Base.)
Además el Arsenal producía armamento de cierta tecnología para la época y el mismo se encon-
traba altamente tercerizado y se vendía al exterior y a empresas privadas.

Cabe recordar que Sergio Buitrago, era el jefe del Arsenal e intendente de facto de la ciudad de
Zárate en los primeros meses de 1976. Buitrago y Bernardo 1º y 2º jefes del Arsenal de Zárate se
encuentran en la actualidad con prisión domiciliaria fueron juzgados por violación a los Derechos
Humanos, en la Mega Causa de Campo de Mayo.
Por último debemos recalcar, como satisfacción y orgullo que nos deja este trabajo, que cuando
iniciamos esta investigación, allá por el 2008 para la Comisión Provincial de la Memoria contamos
con un grupo de alumnos que se comprometió pasionalmente con un hecho atemporal para ellos,
pero que en todo momento tuvieron en claro que la búsqueda de la verdad es uno de los objetivos
indispensables para entender nuestro presente y planificar justamente nuestro futuro, que solo la
verdad cerrara las heridas del pasado. En aquella oportunidad, cuando realizábamos el video que
se presentó en Chapadmalal, los miembros de audiovisuales que nos ayudaban técnicamente al
diseño del mismo, nos comentaban que la trama era un cúmulo de sensaciones que se manifesta-
ban desde el abordaje que se había planteado al no encontrar en nuestra ciudad documentación
que refutara o esclareciera el hecho. Nuestra esperanza con el libro y desde la firme convicción de
que debíamos asumir toda la responsabilidad como adultos y preservando a nuestros alumnos,
pensamos que íbamos a poder cambiar este, cúmulo de sensaciones. Desgraciadamente, por todo
lo antes expuesto, sólo dos de nuestras hipótesis podemos desmitificar del imaginario colectivo.
Desde lo pedagógico y al compromiso que asumieron nuestros alumnos, no podemos dejar de
rescatar el valor y la importancia que tiene este tipo de investigación en la cual el trabajo de los
adultos es mínimo ante la relevancia que toma la necesidad de saber, entender y esclarecer que
tienen nuestros jóvenes, tal vez, es el legado de una época que aun esta inconclusa. Ellos son: Ma-
ría Del Pino, Walter Monzón, Juan Rodríguez, Romina Rodríguez, Jimena Sandoval, José Perdomo,

76
Angelina Gauna, Macarena Pucheta, Carla Quintela, Silvina Escobar, Soledad Ramírez, Eugenia
García, Johana Álvarez, Florencia Eichman, Yesica Hereñú, Francisco García, Guillermo Galeano,
Leonardo Rojas, Juan Sánchez, Sofía Moya, Darío Salinas, Ignacio Tolosa, Rocío Borba, Micaela
Mércuri, Melisa Sánchez, María Zambón, Marianela Santacruz, y Evelin González.
Y queda claro que sin las decisiones políticas gubernamentales, tanto nacionales como provincia-
les y municipales que son las que dan el marco haciendo posible el acompañamiento y el salvaguar-
do de este tipo de investigaciones, sería, imposible llegar a la verdad.
En oportunidad de visitar a Madres de Plaza de Mayo, una de sus integrantes sin tratar de desmo-
ralizarnos nos dijo estas palabras “Ah... Si estaba Massera no van a encontrar nada. Él se encargo de
no dejar ningún cabo suelto”. A pesar de la sentencia de esta frase hemos podido descorrer el velo
que cubre muchos recuerdos, ya que la investigación sirvió de disparador y catarsis para muchos
testigos que empiezan a recordar, como también y no podemos dejar de lado que reabrimos en
muchos casos las viejas heridas, que aun no han cicatrizado.
El desafío es entonces, que la Historia y la Memoria, sean en algún día no muy lejano los jueces
de las acciones de estos genocidas. Que el veredicto sea el castigo y que la búsqueda de Verdad y
Justicia sea la inspiración y no la resignación de los que quedamos. Esa es la esperanza para poder
llenar un vacío que aun hoy, 35 años después nos sigue doliendo.

77
ANEXO FOTOGRÁFICO
Vista superior de los alrededores del Arsenal Naval sobre la Calle Chacabuco.

Vista Aérea del Arsenal Naval sobre el río.

80
Entrada del Viejo Arsenal -hoy Base Naval- sobre calle Chacabuco.

Vista Panorámica del Arsenal desde las barrancas.

81
Vista panorámica desde las Barrancas de la Base.

Vista superior de una de las calles internas del Arsenal frente a la calle Estrada.

82
Dependencias interiores del Arsenal.

Pasaje interno del Arsenal.

83
Una de las calles internas del Arsenal.

Vista del Chalet residencia del Jefe del Arsenal.

84
11. Vista superior del interior del Arsenal Naval.jpg

12. Articulo sobre el estallido..jpg

85
Encabezamiento de portada del Diario El Debate informando la explosión.

Nota periodística publicada en el Diario Clarín informando sobre el estallido en Zárate.

86
Portada del Diario La Nación informando la explosión.

Nota del Diario La Opinión sobre el estallido.

87
Nota periodística del Diario español ABC informando acerca de la explosión en Zárate.

88
Recortes periodísticos locales alertando a la población luego del estallido.

89
Nota periodística sobre el estallido del Cuartel de Azul.

Aviso de la Armada en el Diario “El Pueblo” del Aviso en el Diario invitando al Día de La Armada
29-10-76 sobre el estallido. Alertando a vecinos. en el Arsenal Naval el 29 de Octubre de 1976. Poco
tiempo después del supuesto atentado.

Comunicado de la Prefectura informando la poster-


gación de un acto luego de la explosión.

90
Croquis del estallido. Interior de un negocio en las inmediaciones del
entonces Arsenal luego del suceso.

Interior de un negocio en las inmediaciones del entonces Arsenal luego del suceso..

91
Comunicados en la Prensa.

Tumba de María Angela Di Pietro.

Nota de Agradecimiento de la Flia.. Ledesma.

Nota social del diario informando el sepelio de


Dora Yacovelli de Valido.

Nota social informando el sepelio de María Angela Di Pietro.

92
Partida de Defunción del Conscripto Jorge Acosta.

Reproducción del cohete Albatros producido por la Armada entonces.

93
Almte.. Emilio Eduardo Massera a pocos días del estallido presente en una ceremonia en la Escuela de Prefectura.

Encabezado de la nota modelo firmada por el Jefe del Arsenal a vecinos damnificados.

94
Comunicado del Centro de Co-
mercio en los Diarios convocando
a los comerciantes damnificados
por la explosión.

Copia de convenio tipo firmado entre el Arsenal y los damnificados.

Una de las certificaciones de pago que se


realizaban a los afectados.

95
Frente de la vieja casa allanada en octubre de
1976 en Villa Angus, antes del estallido.

Frente actualmente modificado de la vivienda allanada.

Vista actual del frente de la casa allanada en Octubre de 1976 en Villa Angus, antes del estallido.

96
Acta de Inspección Ocular sobre una de las vivien-
das afectadas.

Certificación del fallecimiento de Dora de Valido.


Policía Provincia de Bs.. As.

97
Copia de la documentación policial sobre el falle-
cimiento de Dora de Valido.

Informe de la Comisaría Local dirigido al Se-


cretario de Gobierno sobre la inhumación del
cuerpo de María Di Pietro.

98
Informe de Observaciones del médico de policía
local sobre la víctima María Di Pietro.

Informe del médico policial sobre las heridas


de Jorge Rosado.

99
Informe policial sobre la búsqueda de testigos
del fallecimiento de María Di Pietro.

Nota de la Comisaría local al Juez Aramburu


de San Nicolás informando el fallecimiento de
Dora de Valido.

100
Nota policial requiriendo la inhuma-
ción de los restos de Nora de Valido.

Plano croquis de la casa de una de las víc-


timas.

101
Plano de la casa de una de las víctimas.

102
Solicitud de reconocimiento al Médico de Policía.

103
Glosario

AAA o Triple A: Alianza Anticomunista Argentina. Organización parapolicial de ultraderecha


fundada y liderada por José López Rega, Ministro de Bienestar Social, durante el tercer gobierno
peronista. La triple A hizo del asesinato político, las amenazas de muerte, la colocación de bombas
y las listas negras su modus operandis. Su primera aparición pública fue a comienzos de 1974 con
un atentado a un reconocido abogado defensor de presos políticos. En el transcurso de ese año
asesinó a centenares de personas y la cifra crecería en forma vertiginosa el año siguiente. El Padre
Carlos Mugica, referente del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo y Rodolfo Ortega Peña,
histórico defensor de presos políticos y referentes de la izquierda peronista fueron quizás, sus
víctimas más emblemáticas.

“A disposición del PEN”: Situación en la cual, estando en vigencia el estado de sitio, una persona
sin procesamiento judicial o que haya sido sobreseída o declarada inocente por la justicia civil
puede quedar legalmente detenida por disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) hasta que
éste disponga lo contrario. Durante la última dictadura militar la mayoría de los presos políticos
estuvieron detenidos en esta situación.

“Aparición con vida”: Consigna acuñada por las Madres de Plaza de Mayo y el movimiento de
derechos humanos durante los años del terrorismo estatal. Junto con Castigo a los culpables fue
el reclamo más emblemático de los familiares de los detenidos-desaparecidos. Reflejaba, en aque-
llos momentos, no sólo las expectativas de volver a ver con vida a las personas que habían sido
secuestradas, sino además, ante la información brindada por algunos sobrevivientes de centros
clandestinos de detención sobre los llamados “traslados”, la consigna buscaba denunciar al tiempo
que impedir, los asesinatos que desde el Estado se estaban perpetrando. Durante la transición de-
mocrática esta consigna generó un fuerte debate dentro del movimiento de derechos humanos. En
efecto, el “Informe Final” de la última Junta Militar en el que se establecía que debía considerarse
“muertos” a los desaparecidos, las exhumaciones de tumbas de NN, las “confesiones” de algunos
integrantes de grupos de tareas sobre los asesinatos de personas desaparecidas y la información
recopilada por la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP), permitían
confirmar, de alguna manera, las peores sospechas: que las miles de personas que tras la asunción
del gobierno democrático continuaban desaparecidas habían sido asesinadas. En tanto que para
algunos, la consigna Aparición con vida empezaba a perder sentido o al menos vigencia, para
otros debía sostenerse hasta que las Fuerzas Armadas esclarecieran lo ocurrido en cada caso y los
responsables fueran juzgados y condenados.

APDH: Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Organismo de derechos humanos fun-
dado en diciembre de 1975 en respuesta a la creciente ola de violencia y represión ilegal. Desde
sus orígenes estuvo integrada por un amplio espectro de personalidades políticas, religiosas, sindi-
cales. Durante la dictadura canalizó denuncias y reclamos por torturas y desapariciones forzadas.
Fijó como objetivo central de su actividad la consolidación y profundización del sistema democrá-
tico. Este organismo integra la asociación Memoria Abierta.

105
Arana o Pozo de Arana: Centro clandestino de detención ubicada en el partido de Arana, cercana
a la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires. El “Pozo de Arana” funcionaba en el antiguo
Destacamento de la División Cuatrerismo de La Plata (ver Centros Clandestinos de Detención).

Astiz, Alfredo: Oficial de la Armada, miembro del Grupo de Tareas 3.3/2, de la ESMA. Figura
emblemática de la represión ilegal. Participó de los secuestros, de un grupo de familiares de dete-
nidos-desaparecidos que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz en el que se infiltró, en el de las
monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, y en el de la ciudadana sueca Dagmar Hagelin,
entre otros. Actualmente (2004) Astiz se encuentra procesado con prisión preventiva.

“Banco, el”: Centro clandestino de detención ubicado cerca de la intersección de la Autopista


Ricchieri y el camino de Cintura (Ruta Nacional Nº 4), en Puente 12, Partido de La Matanza, pro-
vincia de Buenos Aires (ver Centros Clandestinos de Detención).

Benazzi Berisso, Miguel Ángel: Teniente de navío de la Marina. Se desempeñaba como oficial
de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2 de la ESMA. Fue identificado por varios sobrevivientes
del centro clandestino de detención que allí funcionaba. Sus alias eran “Manuel” o “Salomón”. Fue
beneficiado por la Ley de Punto Final.

“Blanquear” o legalizar: Expresión que refiere a la normalización, en términos jurídicos, de una


situación irregular o ilegal. Durante el período del terrorismo estatal se aplicó fundamentalmente,
para referirse al mecanismo por el cual un detenido ilegal o secuestrado (es decir, un desaparecido
hasta ese momento) era reconocido formalmente por el Estado como detenido legal.

Brigada de Investigaciones de La Plata: Sede policial ubicado en la ciudad de La Plata, provincia


de Buenos Aires, que funcionó como centro clandestino de detención.

Brigada de Investigaciones de San Nicolás: Durante los años del terrorismo estatal funcionó allí
un centro clandestino de detención. La brigada está ubicada en la localidad de San Nicolás, pro-
vincia de Buenos Aires, cerca de la ruta Panamericana.

Buenos Aires Herald: Periódico fundado en Buenos Aires en 1876 por el escocés William Cath-
cart. A lo largo de su historia fue comprado por diversas compañías y editoras, en su mayoría britá-
nicas y estadounidenses. Su lema clásico fue “Un diario argentino escrito en inglés”. Desde los años
de actuación de la Triple A y durante todo el período de la última dictadura militar (1976-1983) el
Buenos Aires Herald constituyó uno de los pocos espacios periodísticos de denuncia y divulgación
de las violaciones masivas a los derechos humanos en Argentina ganándose por ello un amplio
reconocimiento internacional. En 1976, ante diversas presiones y amenazas de las fuerzas represi-
vas uno de sus editores, Andrew Graham-Yooll, fue forzado a abandonar el país exiliándose en el
Reino Unido. La misma suerte corrió en 1979 otro editor, Robert Cox quien partió hacia Estados
Unidos. El Buenos Aires Herald recibió varios premios internacionales por su labor en materia de
defensa de los derechos humanos.

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“Caer”/“Caída”: expresión que significaba, en la jerga de los militantes, ser detenido o encarcela-
do, legal o ilegalmente. Provenía a su vez de la jerga popular marginal.

Campo de Mayo: dependencia del Ejército situada sobre la ruta 202, Partido de San Miguel, pro-
vincia de Buenos Aires. Según las investigaciones realizadas por la CONADEP funcionó allí uno
de los mayores centros clandestinos de detención de la Argentina.

Camps, Ramón: Coronel del Ejército. Fue jefe de la Policía de Buenos Aires desde abril de 1976
hasta diciembre de 1977. Tras la reapertura democrática fue juzgado por la Cámara Federal y
condenado a la pena de 25 años de reclusión, inhabilitación absoluta y perpetua. Fue considerado
como el principal responsable de la represión en el ámbito de la provincia de Buenos Aires. Como
tal tuvo bajo su responsabilidad el funcionamiento de los siguientes centros clandestinos de de-
tención: Pozo de Quilmes, Pozo de Arana, Banco, Comisaría de Villa Martelli, Comisaría 5 de La
Plata, Comisaría 8 de La Plata, Brigada de Investigaciones de La Plata, Brigada de Investigaciones
de San Nicolás, Comisaría 4 de Mar del Plata, Comisaría 3 de Morón, Destacamento de Batán,
Sheraton, Guardia de Infantería de Policía de Buenos Aires en La Plata, Centro de Operaciones
Tácticas I (Martínez), Comisaría de Tigre, Comisaría de Zárate, Pozo de Banfield, Brigada de In-
vestigaciones de Las Flores, Puesto Vasco. Fue indultado por Carlos Menem en 1990.

Cantar/Delación: Información que les era arrebatada bajo tortura a las personas secuestradas en
los centros clandestinos de detención.

“Capucha”: Galpón ubicado en el tercer piso del Casino de Oficiales de la ESMA en el que eran
alojados los detenidos desaparecidos. La mayoría de ellos -encapuchados o con los ojos cubiertos
por “tabiques”- permanecían sobre colchonetas alineadas sobre el piso y separadas por tabiques de
madera. Había también algunas pequeñas celdas, a las que llamaban “camarotes”. El área carecía
de suficiente ventilación y luz natural. También se denominó capucha a la prenda utilizada en los
centros clandestinos de detención para cubrir la cara y la cabeza de los detenidos.

“Caramelos”: Se llamó así en la jerga de los presos políticos, a un pequeño paquetito, general-
mente un rollito de papel escrito, que los presos escondían en sus distintas partes de su cuerpo.
Los “caramelos” constituyeron una de las tantas estrategias de comunicación que desarrollaron los
presos políticos para comunicarse entre sí y con el exterior.

CELS: Centro de Estudios Legales y Sociales. Organismo fundado en 1979 por Augusto Conte
y Emilio Mignone. Conformado por un gran número de abogados, profesionales y familiares de
detenidos-desaparecidos, promueve la garantía y protección de los derechos humanos, el fortale-
cimiento del sistema democrático y el estado de derecho. Es uno de los principales organismos que
lleva ante la Justicia numerosas causas de violaciones a los derechos humanos ocurridas tanto en el
pasado como en la actualidad. Este organismo integra la asociación Memoria Abierta.

Centros Clandestinos de Detención (C.C.D.): También llamados campos de concentración. Lu-


gares clandestinos donde se mantuvo en cautiverio a los ciudadanos capturados por los “grupos

107
de tareas” militares, policiales y paramilitares. Las personas secuestradas eran torturadas allí para
obtener información que permitiera realizar nuevos secuestros y permanecían privadas ilegíti-
mamente de su libertad hasta que, en la mayoría de los casos, se las asesinaba. Sus cuerpos eran
sepultados como NN en tumbas clandestinas, o arrojados desde aviones al mar y al Río de la Plata.
Para fines de 1984 la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) había loca-
lizado 340 centros clandestinos de detención, de diversas características y dimensiones, que habían
funcionado en distintos períodos durante la última dictadura militar (1976-1983). En cuanto a su
construcción fueron, en algunos casos, dependencias que ya funcionaban anteriormente como
sitios de detención. En otros, se trató de locales civiles, dependencias policiales e inclusive asenta-
mientos de las mismas Fuerzas Armadas, acondicionados ex profeso para funcionar como C.C.D.
Todos ellos estaban supeditados a la autoridad militar con jurisdicción sobre cada área. Entre 1984
y 2004 se han reunido denuncias y pruebas sobre la existencia de un gran número de centros clan-
destinos de detención no identificados en el primer informe de la CONADEP.

“Chupar”/chupadero: En la jerga de las fuerzas represivas se llamó así al secuestro y posterior


desaparición de personas. Luego de ser secuestrados los a partir de entonces desaparecidos eran
llevados a centros clandestinos de detención; por eso, a éstos últimos también se los llamó “chu-
paderos”.

Cita: En la jerga de la militancia, encuentro -eventualmente clandestino- pactado entre dos mili-
tantes. Una “cita envenenada” era aquella a la cual un militante concurría ignorando que el lugar y
hora eran conocidos por las fuerzas represivas.

Clandestinidad: En el ámbito de la militancia, vivir a escondidas -en la mayoría de los casos con
identidad falsa - para dificultar o impedir la persecución, detención o “caída”.

Colaboradores: La expresión tiene distintos significados según el contexto en que se la emplee


y el fenómeno al que refiera. En términos relativamente universales se la emplea en los casos en
que bajo regímenes autoritarios, dictatoriales o totalitarios, algunas personas “colaboran” con las
tareas represivas voluntariamente (se llamó así, por ejemplo, a aquellos ciudadanos europeos que
prestaron colaboración con los nazis en los territorios ocupados por el ejército alemán durante la
segunda Guerra Mundial). Para el caso de los centros clandestinos en la Argentina del período del
terrorismo de Estado, se utilizó, generalmente, para denominar a aquellas personas que estando
secuestradas -es decir, “desaparecidas”- comenzaron a “colaborar” (a realizar tareas que les eran
impuestas) con las fuerzas represivas. Resulta particularmente complejo determinar un sentido
unívoco del término dado la variedad de situaciones que intenta describir. Las tareas impuestas
por los represores a los prisioneros comprendían un amplio espectro y tenían, por ende, implican-
cias diversas. Podían ir desde el mantenimiento general de los centros clandestinos, pasando por
la identificación de otros militantes en la vía pública (cuando los represores “sacaban a pasear” a
los prisioneros) hasta la participación o presencia en las sesiones de tortura de otros detenidos
con distintos fines. Es en este sentido, que se dice que la “colaboración” en los centros clandestinos
adquirió distintos “niveles”. Aunque algunas personas se hayan negado a “colaborar” y otras lo
hayan hecho estableciendo ellas mismas sus propios límites y códigos éticos en cuanto a qué tipo

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de tareas estarían dispuestas a realizar y cuáles no, es necesario insistir en el carácter coercitivo de
la llamada “colaboración”: en tanto se trataba de personas en condiciones inhumanas de detención,
privadas de todo derecho, aún el de la identidad y el de la propia vida, no puede afirmarse, en nin-
gún caso, que actuaban con plena libertad y bajo voluntad propia. La lucha por la supervivencia en
los centros clandestinos de detención fue precisamente eso: una lucha por la vida.

“Colimba”: Expresión popular para designar a los conscriptos (soldados que realizaban el Servicio
Militar Obligatorio). Proviene de la abreviación de: “corré-limpiá-barré”.

Compartimentación: Práctica que adoptaban las organizaciones políticas en la que se intensifica-


ban las medidas de seguridad con el objetivo de dificultar la identificación de militantes, lugares,
referencias o de cualquier dato que pudiera servir a las fuerzas represivas (por ejemplo: uso de
alias, escasa o ninguna información sobre la vida, los empleos y los domicilios de otros militantes,
etc.).

CONADEP: Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, creada en diciembre de 1983


por decreto presidencial de Raúl Alfonsín. La CONADEP estuvo conformada por un grupo de
diez ciudadanos reconocidos designados por el Poder Ejecutivo y tres representantes de la Cámara
de Diputados de la Nación. Tenía a su cargo la recepción de denuncias sobre la desaparición de
personas durante el período 1976-1983 y la investigación sobre la violación de derechos humanos
durante el mismo período. Durante su primer año de actuación la CONADEP recibió miles de
denuncias y reconoció centenares de centros clandestinos de detención que funcionaron durante
los años del terrorismo estatal en todo el territorio nacional. En septiembre de 1984 presentó en el
Congreso de la Nación un informe que sería publicado poco después bajo el título de “Nunca Más”.

Consejo de Guerra: Tribunales militares. El 19 de noviembre de 1976 la dictadura militar (1976-


1983) decretó que los llamados “delitos subversivos” serían juzgados por Consejos de Guerra es-
peciales (Ley 21.461). El 30 de junio de 1977 decretó, a su vez, que la defensa ante éstos sería
desempeñada por un oficial en actividad (Ley 21.596). En muchos casos la “legalización” de las
personas detenidas-desaparecidas se realizaba mediante la aplicación de un Consejo de Guerra:
las retiraban de los centros clandestinos de detención y simulaban “encontrarlas con armas” en un
auto o descampado o cercanía de una dependencia policial o militar. Entonces eran “detenidas”,
juzgadas y condenadas por un Consejo de Guerra (ver Legalizar o “Blanquear”).

Contracultura o movimientos contraculturales: Se aplica habitualmente el término a los movi-


mientos que, desde los años sesenta y con fuerte presencia de jóvenes, criticaron las pautas que re-
gían el comportamiento social público -en lo que hace a la autoridad en el grupo familiar, las rela-
ciones y las prácticas sexuales, la disciplina laboral y escolar, entre otras cuestiones- en las llamadas
sociedades de consumo. El hippismo es, quizás, el movimiento contracultural más representativo.

Coordinación Federal: Superintendencia de Seguridad Federal (Policía Federal Argentina). Du-


rante el período del terrorismo estatal funcionó allí un centro clandestino de detención. Está ubica-
da en la calle Moreno 1417 de la Ciudad de Buenos Aires (ver Centros Clandestinos de Detención).

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Cuadros políticos: En el lenguaje de la militancia política se llamaba así a aquellos militantes,
generalmente dirigentes medios o altos de sus organizaciones, que contaban con una sólida for-
mación política.

Desaparición Forzada de Personas: Según la Convención Interamericana sobre Desaparición


Forzada de Personas (ver Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas)
“se considera desaparición forzada la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que
fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen
con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de
la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona,
con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes”.

Enfrentamiento: Combate armado entre las fuerzas represivas y miembro/s de una organización
político-militar. Durante el período del terrorismo estatal las fuerzas represivas solían simular “en-
frentamientos” para “blanquear” a los detenidos-desaparecidos asesinados.

Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF): Es una organización científica, no guber-


namental y sin fines de lucro. Sus miembros trabajan como peritos y consultores de la justicia
tanto en Argentina como en otros países. Desde 1984, ha trabajado en la aplicación de las ciencias
forenses, particularmente la antropología forense, en la investigación de violaciones a los derechos
humanos. Su labor adquiere particular importancia en la identificación de restos pertenecientes a
personas detenidas-desaparecidas durante la última dictadura militar.

ESMA: Escuela de Mecánica de la Armada. Funcionó allí, uno de los mayores centros clandestinos
del país. La ESMA está ubicada en las proximidades de Avenida Libertador y General Paz, en la
Capital Federal. Los detenidos eran alojados y torturados en el sitio donde funcionaba entonces el
Casino de Oficiales (ver Centros Clandestinos de Detención). Desde la reapertura democrática la
ESMA se ha erigido como emblema de la represión ilegal y el terrorismo de Estado. El 24 de marzo
de 2004, el presidente de la Nación, Néstor Kirchner y el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos
Aires, Aníbal Ibarra, firmaron un convenio por el cual se comprometen a trabajar conjuntamente
para que la ESMA se convierta en un “Espacio para la Memoria y para la promoción y defensa de
los Derechos Humanos”.

Estado de sitio: Estado de excepción en el que se suspenden temporariamente las garantías cons-
titucionales. Los alcances de esta medida están descriptos en el Artículo 23 de la Constitución
Nacional. El estado de sitio fue decretado por todas las dictaduras militares argentinas y por varios
gobiernos constitucionales.

“Evita Montonera”: Nombre de una revista editada por Montoneros desde fines de 1974.

Falcon: Modelo de automóviles marca Ford, empleados por los grupos de tareas en sus operativos.
Durante la última dictadura militar el “Falcon verde” se convirtió en un símbolo de la represión
ilegal.

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Familiares: Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticos. Organismo de dere-
chos humanos nacido en septiembre de 1976. Durante la dictadura militar nucleó a familiares de
detenidos-desaparecidos y de presos políticos. Desde su formación asumió y denunció el carácter
político de las desapariciones, y realizó una intensa actividad de solidaridad con los presos políti-
cos y sus familias. Este organismo integra la asociación Memoria Abierta.

Fosas de NN o fosas comunes: Tumbas, individuales o colectivas, de personas no identificadas. A


partir de 1982 se localizaron en distintas localidades del país una importante cantidad de fosas de
NN, pertenecientes presumiblemente a personas detenidas-desaparecidas durante la última dicta-
dura militar. Desde 1984 el Equipo Argentino de Antropología Forense se destaca en la labor de su
identificación (ver Equipo Argentino de Antropología Forense).

Fuerzas conjuntas: Unión o participación de distintas fuerzas de seguridad y defensa para un


mismo operativo.

Grupo de tareas: Denominación que recibían los grupos de acción represiva ilegal durante el
período de terrorismo estatal. Eran quienes tenían a su cargo la ejecución directa y material del
plan represivo. La cantidad de integrantes que tenía cada grupo de tarea era variada, según el
centro clandestino de detención (C.C.D.) para el que operasen y de la/s fuerzas represivas de la/s
que dependieran. La estructura de los distintos grupos de tareas podía ser variada y en la mayoría
de los casos fueron cambiando a lo largo del período. El grupo de tareas de la ESMA, por ejem-
plo, (denominado GT 3.3/2) comenzó su actuación con una docena de oficiales y en siete meses
creció notablemente en cantidad de efectivos. Al mismo tiempo dejó de depender del Servicio
de Inteligencia Naval para quedar directamente supeditado al comandante en jefe de la Armada
(Emilio Massera) a través del director de la ESMA (Rubén Chamorro). La estructura del GT 3.3/2
tenía tres sectores (con efectivos asignados a tareas específicas en cada uno de ellos): Inteligencia;
Operaciones; Logística.

Hábeas Corpus: Recurso jurídico consistente en hacer una presentación ante un juez cuando un
ciudadano es detenido. El juez debe localizar a la persona detenida (averiguar qué fuerza la detuvo
y dónde se encuentra), debe establecer si la detención es legal o ilegal y si debe continuar o con-
cluir. Durante el período del terrorismo estatal la inmensa mayoría de los hábeas corpus presen-
tados en favor de las personas detenidas-desaparecidas eran “rechazados”. Así, sus familiares no
obtenían ningún tipo de respuesta por parte del Estado.

Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.): Agrupación de


derechos humanos que apareció públicamente en 1996, formada por jóvenes que reivindican su
condición de hijos de desaparecidos, asesinados, exiliados y presos políticos. Difundieron la prác-
tica del escrache a represores como una forma de esclarecimiento social y denuncia.

Indulto: Facultad presidencial que consiste en perdonar y conmutar penas -no incluye el “perdón”
a procesados sin sentencia. En 1989 y 1990 el presidente Carlos Menem firmó dos decretos indul-
tando a los detenidos y procesados por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura

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militar iniciada en 1976, a los participantes de los levantamientos “carapintada” de 1987 y 1988
y a militantes de las organizaciones guerrilleras cuyo procesamiento había sido ordenado por el
decreto 157 firmado por Raúl Alfonsín en 1983. Los ex comandantes condenados en el Juicio a las
Juntas que se encontraban cumpliendo condena quedaron en libertad. Los indultos fueron inten-
samente rechazados por el movimiento de derechos humanos. Desde el mundo del derecho, las
controversias giraron en torno a su inconstitucionalidad. Y esto porque el Indulto no es aplicable
a personas procesadas sin sentencia. No obstante, Rodolfo Barra, ministro de justicia del entonces
presidente Menem, arguyó que sí era posible. El artículo 86, inciso 6 de la Constitución anterior
a la reforma de 1994 (actual artículo 99, inciso 5) establecía que el presidente “puede indultar o
conmutar las penas por delitos sujetos a la jurisdicción federal, previo informe del tribunal corres-
pondiente”. Barra argumentó que “las penas” era objeto directo de “conmutar” pero no de indultar
y que este verbo tenía carácter intransitivo (no necesita objeto directo). Por lo tanto, entendía que
podía indultarse a procesados.

Infiltrar: Ingresar a un grupo político -entendido éste en sentido amplio- fingiendo compartir
los objetivos y las ideas del grupo. Tiene como fin obtener información sobre las actividades y
los miembros del grupo. De alguna manera, puede decirse que es muy similar a la tarea de espía.
Durante la década del ‘70 los diversos servicios de inteligencia del Estado se infiltraron en muchas
organizaciones políticas y aún en el incipiente movimiento de derechos humanos. Un ejemplo
resonante de este último caso fue la infiltración de Alfredo Astiz, oficial de la Marina, en un grupo
de familiares de personas detenidas-desaparecidas que se reunía en la Iglesia de la Santa Cruz.

“Isabel”: María Estela Martínez de Perón, también llamada “Isabelita”. Segunda esposa de Juan
D. Perón. Regresó con él a la Argentina en junio de 1973. Ese mismo año fue su compañera de
fórmula y, tras el triunfo electoral, asumió como vicepresidenta en octubre de 1973. Tras la muerte
de Juan D. Perón asumió la Presidencia de la Nación hasta que, el 24 de marzo de 1976 fue de-
rrocada por el golpe militar encabezado por el general Jorge R. Videla. Desde su llegada al país en
1973 Isabel fue muy cuestionada por los sectores de izquierda peronistas y no peronistas por sus
fuertes vínculos con la ultraderecha en general y con José López Rega en particular, ministro de
bienestar social y fundador de la Triple A. Su gobierno se caracterizó por una fuerte represión y
por el descalabro económico.

Juicio a las Juntas: Juicio oral y público a los integrantes de las tres primeras Juntas Militares que
gobernaron el país entre 1976 y 1982. Lo llevó adelante la Cámara en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal entre abril y diciembre de 1985. Los ex comandantes Jorge Videla, Emilio
Massera, Orlando Agosti, Armando Lambruschini, Roberto Viola, Omar Graffigna, Leopoldo Gal-
tieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo fueron juzgados por delitos establecidos en el Código Penal:
privación ilegítima de la libertad, aplicación de tormentos, homicidio y robo. El 9 de diciembre de
1985, el juez León Carlos Arslanián leyó el fallo de la Cámara. Resultaron condenados: a cadena
perpetua Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera; y a 17 años de prisión, Roberto Viola; a
8 a Roberto Lambruschini; y a 4 a Orlando Agosti. El resto de los acusados fue absuelto. El juicio
a las Juntas representó tanto para la sociedad argentina como para la comunidad internacional un
acontecimiento extraordinario: aquél en que una sociedad civil juzga, a través de sus legítimas ins-

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tituciones, a sus propios represores. Al mismo tiempo puso frente a frente a la sociedad argentina
con los inimaginados alcances de una violencia perpetrada desde el Estado pero que de alguna
manera involucraba al conjunto de la comunidad. La revelación y verificación de los más atroces
crímenes se transformaba, en esos años, en el mayor compromiso con un futuro de convivencia
dentro de las reglas de la democracia. Los ex comandantes condenados en el juicio a las Juntas
fueron indultados en 1990 por el presidente Carlos Menem.

La Perla: Fue el centro clandestino de detención más grande de la provincia de Córdoba. Estaba
ubicado sobre la ruta nacional Nº 20, aproximadamente a 12 km de la capital provincial, donde
después de la dictadura funcionó el Escuadrón de Exploración de Caballería (ver Centros Clan-
destinos de Detención).

La Ponderosa: Primer nombre con que las fuerzas represivas denominaron al centro clandestino
de detención que funcionó desde 1975 en la intersección del camino de Cintura y Autopista Ri-
chieri, partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires. El predio pertenecía al Servicio Peniten-
ciario de la Provincia de Buenos Aires. Más tarde recibió el nombre de “Vesubio”.

La Ribera: Centro clandestino de detención que funcionaba en la Prisión Militar de Encausados,


en la provincia de Córdoba, a 15 km de la capital provincial (ver Centros Clandestinos de Deten-
ción).

“Levantar” gente: En la jerga de la represión ilegal, secuestrar, generalmente en espacios públi-


cos. En la jerga de la militancia “levantar la casa” significaba abandonar rápidamente el lugar de
residencia -tras la “caída” de otro militante o persona que bajo tortura pudiera dar la dirección-
sin dejar rastros, en la medida de lo posible, de materiales informativos, políticos o armas de la
organización.

Ley de Obediencia Debida (Nº 23521): Esta ley, sancionada en junio de 1987 bajo el gobierno de
Raúl Alfonsín, en tanto imponía niveles de responsabilidad entre quienes violaron los derechos
humanos (los que dieron órdenes y los que las cumplieron) impedía la posibilidad de juzgar y
condenar a los cuadros de rango, intermedios y bajos de las fuerzas represivas estableciendo que su
actuación durante la llamada “lucha antisubversiva” se enmarcaba en el principio de la “obedien-
cia debida” (en tanto “cumplían órdenes” sus actos no eran punibles). Esta ley fue intensamente
impugnada por el movimiento de derechos humanos. Las críticas provenientes del mundo del de-
recho se concentraron en que la ley presuponía, sin admitir prueba en contrario, que todos habían
actuado bajo un estado de coacción en el que no pudieron optar. Así, la ley les impedía a los jueces
establecer en qué casos concretos había sido así y en cuáles no. En noviembre de 2003 el Congreso
de la Nación declaró la nulidad legislativa de la ley de Obediencia Debida.

Ley de Punto Final (N° 23492): Ley dictada por el gobierno de Raúl Alfonsín en diciembre de
1986. Fijaba un plazo de 60 días para iniciar causas y llamar a declarar en forma indagatoria a even-
tuales imputados por violaciones a los derechos humanos durante dictadura militar. Establecía
al mismo tiempo el beneficio de la prescripción de los delitos cometidos por civiles bajo órdenes

113
militares. El “punto final” no incluía el delito de sustracción sistemática de menores. En noviembre
de 2003 el Congreso de la Nación declaró la nulidad legislativa de la ley de Punto Final.

Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH): Fue el primer organismo de derechos
humanos de la Argentina. Fue fundado, por iniciativa del Partido Comunista en 1937, en respuesta
a las violaciones a los derechos humanos perpetradas en la década. Desde su fundación centró su
actividad principalmente en la defensa de presos políticos y sociales.

López Rega, José: Asistente del general Juan D. Perón durante su exilio en España y ministro de
bienestar social durante los gobiernos de Héctor Cámpora, Juan D. Perón, e Isabel Perón. Fun-
dador y líder de la Alianza Anticomunista Argentina (o Triple A). Se lo conocía también con el
apodo de “El Brujo” por su inclinación por el esoterismo y la “magia negra”. Abandonó el país en
1975. Fue juzgado y condenado durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Murió en la cárcel en 1989.

Madres de Plaza de Mayo: Organismo que reúne a madres de detenidos-desaparecidos durante


la última dictadura militar (1976-1983). Recibió este nombre porque desde el 30 abril de 1977, las
madres de los detenidos-desaparecidos manifestaron sus reclamos convocándose semanalmente
en la Plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires. La ronda de los jueves alrededor de la pirámide
y los pañuelos blancos que las identifican se transformaron en un símbolo mundial de la lucha por
la verdad y la justicia, inseparables de la defensa de los derechos humanos. En enero de 1986, a raíz
de diferencias políticas y modalidades de liderazgo y organización, las Madres de Plaza de Mayo
se dividieron en dos grupos. Uno, se denominó Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora ya que
a él se integraron las “primeras madres” fundadoras de la agrupación en 1977. El otro, liderado
por Hebe de Bonafini, pasó a llamarse Asociación Madres de Plaza de Mayo. Madres de Plaza de
Mayo-Línea Fundadora integra la asociación Memoria Abierta.

Mansión Seré: Antigua construcción, viejo casco de estancia de la familia Seré que, durante los
primeros años de la última dictadura militar funcionó como centro clandestino de detención de-
pendiente de la VII Brigada Aérea de Morón y de la Base Aérea de Palomar. Estaba ubicada en la
calle Blas Parera Nº 48, en el límite entre la localidad de Castelar y la de Ituzaingó, provincia de
Buenos Aires. A comienzos de 1978 fue abandonada e incendiada por las fuerzas represivas. En
1985 fue demolida y, en 2002, comenzaron a realizarse excavaciones con el objetivo de recuperar
el sitio para la memoria social (ver Centros Clandestinos de Detención).

Máquina: En la jerga de los centros clandestinos de detención se denominaba con esta expresión
a la picana eléctrica.

Massera, Emilio: Almirante. Como comandante en jefe de la Armada integró la Junta Militar que
derrocó a Isabel Martínez de Perón el 24 de marzo de 1976. En el juicio a las Juntas fue condenado
a prisión perpetua por hallárselo responsable de los delitos de homicidio agravado por alevosía,
privación ilegal de la libertad calificada por violencia y amenazas, tormentos, tormentos seguidos
de muerte y robos, entre otros. En 1990 fue indultado por el presidente Carlos Menem. Desde no-
viembre de 1998 está detenido por sustracción, retención y ocultamiento de menores. Asimismo,

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fue procesado con prisión preventiva en el marco de las investigaciones de la desaparición forzada
y el robo de bienes del abogado Conrado Gómez.

Mignone Emilio (1922-1998): Abogado. Padre de Mónica Mignone, detenida-desaparecida el 14


de mayo de 1976. Rector de la Universidad Nacional de Luján entre el 6 de junio de 1973 y el 24 de
marzo de 1976, cuando renunció horas antes de ser dejado cesante. Tras la desaparición de su hija,
Emilio Mignone se convirtió en uno de los referentes y militantes más destacados del movimiento
de derechos humanos en Argentina: fue miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos (APDH) y cofundador, en 1979, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Es-
cribió numerosos libros sobre educación, derechos humanos, política e Iglesia católica, entre ellos
“Iglesia y Dictadura” (que fue traducido a cuatro idiomas); “Política Educacional y Organización
Política Argentina” y “Derechos Humanos y Sociedad”.

Militante: Miembro de una organización política, social o sindical. Puede desplegar su militancia
en universidades, barrios, fábricas, sindicatos, etc.

Montoneros: Organización político-militar surgida en 1970 del catolicismo nacionalista y autode-


finida como peronista. Su acta oficial de nacimiento a la vida pública fue el secuestro y posterior
asesinato del general Pedro E. Aramburu, responsable del golpe que derrocó al presidente Juan D.
Perón en 1955 y de los fusilamientos a militantes peronistas en 1956 (ver Fusilamientos de 1956).
La organización Montoneros concentró las simpatías de amplios sectores del peronismo y de la
juventud erigiéndose como principal referente del peronismo de izquierda. Por su capacidad de
organización y movilización y por su gravitación en el escenario político se la puede considerar
como la organización armada más importante.

NN: Del latín non nomen, “sin nombre”. Se refiere a restos humanos cuya identidad se desconoce.
A partir de 1982 se localizaron en distintas localidades del país una importante cantidad de fosas
comunes e individuales, pertenecientes presumiblemente a personas detenidas-desaparecidas du-
rante la última dictadura militar.

“Olimpo, El”: Centro clandestino de detención que funcionaba en la intersección de las calles Ra-
món L. Falcón y Olivera, barrio de Floresta, ciudad de Buenos Aires (ver Centros Clandestinos de
Detención). En octubre de 2004 el presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y el jefe de Gobierno
de la ciudad autónoma de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, acordaron que el predio, donde funcionó
“El Olimpo”, será un sitio de recuperación de la memoria de los crímenes perpetrados por el terro-
rismo del Estado y de promoción de los derechos humanos y los valores democráticos.

Operativo: Acciones armadas para lograr un objetivo militar. Las fuerzas represivas denominaban
así a sus procedimientos destinados a matar personas o secuestrarlas y “desaparecerlas”.

“Orga”: Abreviación de “organización” para referirse a la estructura de Montoneros.

Organizaciones armadas: Con este nombre se designa genéricamente a los grupos políticos que

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durante las décadas de 1960 y 1970 incluyeron la “lucha armada” como parte de su estrategia para
la toma del poder y la trasformación social. También llamadas “organizaciones político-militares”
u “organizaciones guerrilleras”.

Pabellones de la muerte: Pabellones 1 y 2 de la cárcel de La Plata que, desde los primeros días de
enero de 1977 concentraron a los militantes presos de Montoneros y del PRT-ERP que las fuerzas
represivas consideraban más importantes. De esos pabellones fueron sacados con vida varios pre-
sos políticos en supuestos traslados y luego fueron asesinados por las fuerzas represivas simulando
un “intento de fuga”. Este método de asesinar presos políticos legales también fue implementado
en otras cárceles del país como por ejemplo: Sierra Chica (Córdoba) o Resistencia (Chaco).

Parapolicial y paramilitar: Puede referirse tanto a grupos como a actividades de la represión


ilegal, organizados y conducidos desde el poder estatal. Para ejemplos ver AAA y Grupos de tareas.

Pastilla: Cápsula de cianuro -o eventualmente de otra sustancia letal- que algunos militantes de
Montoneros llevaban consigo para evitar el secuestro con vida y por ende la tortura y una posible
delación.

Patota: Se conoce con este nombre a los grupos de tareas encargados del secuestro y desaparición
de personas durante la última dictadura militar.

PEN: Poder Ejecutivo Nacional.

PEN, a disposición del: Situación en la cual, una persona sin procesamiento judicial o que haya
sido sobreseída o declarada inocente por la justicia civil puede quedar legalmente detenida por
disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) hasta que éste disponga lo contrario. Durante la
última dictadura militar la mayoría de los presos políticos estuvieron detenidos en esta situación.

Pentotal: Droga anestésica utilizada por los represores para adormecer a los detenidos antes de
arrojarlos al mar o al Río de La Plata. En la jerga de la Marina se lo conocía con el nombre de
Pentonaval.

Perón, Juan Domingo: Una de las personalidades políticas más importantes del siglo XX, crea-
dor y líder del Movimiento Peronista y del Partido Justicialista. Presidente argentino durante tres
períodos: dos consecutivos, desde 1946 hasta 1955 (cuando fue derrocado por la llamada “Revo-
lución Libertadora”) y el tercero desde el 12 de octubre de 1973, hasta su muerte, ocurrida el 1 de
julio de 1974.

Picana: Instrumento de tortura mediante el cual se aplica corriente eléctrica a los prisioneros. En
la jerga de los centros clandestinos de detención recibía, también, el nombre de “máquina”.

Pinza: Dispositivo de control en la vía pública, a cargo de las fuerzas de seguridad, destinado a
cortar el tránsito para proceder a la verificación de documentos y registro de vehículos.

116
“Plata Dulce”: Expresión que aludía a la aparente prosperidad económica durante los primeros
tiempos de la gestión de Martínez de Hoz. El modelo económico que éste implementó, caracteri-
zado por la apertura indiscriminada a la importación y la preeminencia del sector financiero por
sobre el productivo, implicó, entre otras cosas, un alto grado de liquidez y una gran sobrevaluación
del peso (moneda nacional). Esto último posibilitó y estimuló los viajes al exterior, especialmente
de las clases medias. Como el peso estaba sobrevaluado, su poder de compra era muy alto, y la
imagen de argentinos comprando todo tipo de productos en el exterior, preferentemente electro-
domésticos, se convirtió en una postal de época. Otra expresión que alude al mismo fenómeno es
la de “deme dos”, paráfrasis del turista argentino tras averiguar el precio de un artículo o producto
cualquiera en el exterior. Para más información sobre el modelo económico implantado por la
última dictadura militar y sus consecuencias, ver Martínez de Hoz, José Alfredo.

“Proyecto de recuperación”: También puede aparecer en los testimonios como “Proyecto de re-
cuperación de Massera”. Fue un proyecto llevado adelante fundamentalmente por la Marina - y en
algunos casos por el Ejército- desde comienzos de 1977. Consistía en aprovechar las capacidades,
los conocimientos y la formación política y cultural de algunos militantes de Montoneros para los
objetivos políticos de Massera orientados a construir y consolidar su liderazgo dentro de las Fuer-
zas Armadas, proyectándose así como referente y líder en la política nacional. Se trataba de “con-
vencer” a los militantes detenidos, de lo “errado” de sus acciones y sus posicionamientos políticos
e “integrarlos”, mediante tareas específicas que les eran impuestas, al proyecto masserista. Aquellas
personas secuestradas en la ESMA que entraban en el “proceso de recuperación” iban mejorando
gradualmente sus condiciones de reclusión en la medida en que demostraban una modificación de
las conductas militantes (según el parámetro y el concepto de los represores) y un aporte en tér-
minos de trabajo o producción intelectual. La incorporación a este proceso no obedecía a criterios
objetivos. Representaba mayor probabilidad - de ningún modo una garantía - de supervivencia.
Un porcentaje muy bajo de las personas que se encontraban detenidas-desaparecidas fueron esco-
gidas por los marinos para “ingresar al plan de recuperación”.

PRT-ERP: El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) surgió en 1970 como brazo armado del
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), partido trotskista, fundado en 1965, que propi-
ciaba la lucha armada para la toma del poder. Liderado por Mario Roberto Santucho, el PRT-ERP
impulsó un foco guerrillero en Tucumán, eliminado por el Ejército. En diciembre de 1975, su
capacidad operativa se vio fuertemente disminuida tras el fracaso en el asalto al cuartel de Monte
Chingolo. A partir de julio de 1976 sus principales referentes fueron muertos, desaparecidos, en-
carcelados o partieron al exilio.

Quebrar/quebrado: La expresión puede tener diversos sentidos según el contexto en la que se la


emplee. Generalmente se la utiliza para referirse a una situación en la que se pone de manifiesto
una gran debilidad o angustia emocional. Durante los años del terrorismo de Estado el término
“quebrado” se utilizó, en un sentido extremo, para designar a aquellos militantes que tras haber
sufrido el secuestro y la tortura abandonaban de alguna manera su actitud militante y comenza-
ban a colaborar con los represores. En un sentido menos extremo se lo empleó, también, fuera de

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los centros clandestinos de detención para referirse a aquellas personas que por diversos motivos
(miedo, frustración, angustia, o diferencias políticas) abandonaban la militancia o la perspectiva
ideológica sostenida hasta el momento.

Rastrillos: Dispositivo de control de las fuerzas de seguridad consistente en la requisa exhaustiva


de un territorio o zona determinada. Tiene como objetivo la localización -y posterior detención
y/o encautamiento- de personas o materiales determinados.

“Reconciliación”: Expresión debatida en sociedades que construyen un sistema político e institu-


cional democrático luego de haber atravesado graves conflictos internos (dictaduras, guerras civi-
les, terrorismo de Estado, enfrentamientos étnicos y/o religiosos o violencia política en general).
“Reconciliar” significa, según la Real Academia Española, “acordar los ánimos desunidos”. El tér-
mino “reconciliación” es utilizado a menudo en Argentina por quienes consideran que para “cica-
trizar las heridas” y para alcanzar una “definitiva pacificación” es necesario poner fin a la búsqueda
de la verdad y de la justicia. Esta postura se sostiene sobre tres presupuestos. En primer lugar, que
la búsqueda de verdad y de justicia es contraproducente porque vuelve a agitar los enfrentamientos
del pasado; en segundo, que la reconciliación supone fundamentalmente el acercamiento entre an-
tiguos contendientes -lo cual alimentaría la “teoría de los dos demonios”-; y por último, presupone
la existencia de una unidad esencial originaria previa a los antagonismos (“los argentinos”), uni-
dad hacia la cual conduciría la reconciliación así entendida, en lugar de concebir a la democracia
como un sistema que se caracteriza por la coexistencia de los sectores política e ideológicamente
diversos que forman parte de la sociedad. Las llamadas “políticas de reconciliación” no fueron
aplicadas ni entendidas de la misma manera en los diferentes países en que se las intentó poner en
práctica. En cada caso, se debatieron con diversa fortuna cuestiones como el establecimiento de
la verdad de lo sucedido en el pasado, la aplicación de la justicia, la reparación a las víctimas y la
“cicatrización de las heridas”.

Resistencia peronista: Con este nombre se conoce a la resistencia barrial, sindical y de la juventud
(1955-1973) que se organizó tras el derrocamiento del gobierno del Gral. Juan D. Perón, en 1955 y
cuyo objetivo fundamental fue lograr el regreso de su líder. Llevó a cabo una política de enfrenta-
miento y resistencia a la proscripción del peronismo.

Santucho, Mario Roberto: Máximo dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del
Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Murió el 19 de julio de 1976 en un enfrentamiento
con el Ejército, en Villa Martelli. Su cuerpo y los de otros militantes muertos en el enfrentamiento,
fueron trasladados a Campo de Mayo y ocultados.

SERPAJ Servicio Paz y Justicia: Organismo de derechos humanos fundado en 1974. De inspi-
ración cristiano-ecuménica, promueve los valores de la solidaridad y la no-violencia. En 1980,
su presidente, Adolfo Pérez Esquivel, ganó el premio Nobel de la Paz. Este organismo integra la
asociación Memoria Abierta.

“Somos derechos y humanos”: En septiembre de 1979, para la misma fecha en que se jugaba el

118
Mundial Juvenil de Football, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visitó
la Argentina con el fin de observar e investigar sobre la situación de los derechos humanos. En
respuesta a lo que la Junta Militar entendía como “campaña anti argentina”, el gobierno acuñó el
slogan “Los argentinos somos derechos y humanos” y por todo el país se repartieron carteles, cal-
comanías, volantes, etc. con esa inscripción. Era ésta una cínica alusión a la visita de la CIDH (ver
Comisión Interamericana de Derechos Humanos e Informe sobre la Situación de los Derechos
Humanos en la Argentina).

Submarino: En la jerga de los centros clandestinos de detención se llamaba así al método de tortu-
ra que consiste en provocar la asfixia de la víctima. El “submarino” podía ser “seco” o “mojado”. En
el primer caso se asfixiaba al prisionero mediante la colocación de una bolsa de nylon en la cabeza;
en el segundo caso, se lo sumergía en un barril o recipiente de agua.

Subversivo-subversión: Etimológicamente “subvertir” significa alterar o trastornar un orden de-


terminado. Las fuerzas represivas argentinas han utilizado el término “subversión” para identificar
genéricamente a “un enemigo” que desde su perspectiva atentaba “contra el orden Occidental y
Cristiano”. En términos prácticos aplicaron la expresión “subversivo” para designar indiscrimina-
damente a un amplio conjunto de actores políticos y sociales: militantes políticos de organizacio-
nes armadas y no armadas, militantes gremiales, estudiantiles y sociales, opositores, “cuestionado-
res” y aún “sospechosos”. Toda persona considerada “subversiva” se convertía, así, en blanco real
o potencial de la represión ilegal. El Estado terrorista justificaba así su accionar represivo. Para un
ejemplo emblemático de la relación entre la llamada “lucha antisubversiva” y el terrorismo estatal
(ver Saint Jean, Ibérico)

Tabicado/ Tabique: Práctica de las fuerzas represivas que consistía en vendar o encapuchar a los
secuestrados. El objetivo inmediato era impedir que los detenidos pudieran identificar lugares o
personas en los centros clandestinos de detención. En algunos testimonios aparece el término aso-
ciado al ámbito de la militancia. En esos casos tiene el mismo significado que compartimentación.

Terrorismo de Estado: “El ejercicio criminal del poder supremo del Estado, sin estar sometido
a control alguno, mediante un sistema organizado y alentado desde sus estructuras para el logro
de sus fines es lo que se ha dado en llamar terrorismo de Estado. Esta clase de terrorismo no es
de manera alguna equiparable al terrorismo ejercido por personas o grupos (..) La razón es muy
sencilla: si soy agredido en mis derechos, libertades o propiedad por otro individuo o por un gru-
po, siempre me asiste el recurso de acudir a las fuerzas públicas de que dispone mi Estado para mi
defensa. Por el contrario, si la agresión parte de las mismas fuerzas públicas, entonces mi estado
de indefensión es absoluto, puesto que no existen instancias superiores para mi resguardo dentro
del Estado. De ahí que el grado de criminalidad que importa este terrorismo sea mucho mayor que
el que pudiera ejercer grupo alguno” (Caiati, M. y Frontalini, D, El mito de la guerra sucia, CELS,
1984). “En un estado de derecho, los ciudadanos delegan en el Estado el monopolio de la fuerza
pública para que garantice la vigencia de sus derechos individuales. Cuando las fuerzas y las armas
que la ciudadanía delegó en el Estado (..) se vuelven en contra de los ciudadanos, se habla de Es-
tado terrorista. Cuando desde el Estado, en forma sistemática y planificada (..) se atenta contra la

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vida y la integridad de las personas, se estimula el clima de miedo, de inseguridad e incertidumbre,
se limita el Poder Judicial, se limita el Congreso (..) se oculta información a la población y se con-
funde deliberadamente a la opinión pública, el Estado se ha vuelto terrorista” (“Recuerdo, reflexión
y aprendizaje. Apuntes y Actividades para trabajar sobre el Día de la Memoria”, Dirección General
de Derechos Humanos - Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2001). La estrategia represiva del
terrorismo de Estado en Argentina, estuvo orientada hacia el disciplinamiento de la sociedad, e
implicó el desarrollo de una estrategia clandestina de represión cuya característica más emblemá-
tica fue la desaparición masiva y sistemática de personas.

Tubo: En los centros clandestinos de detención “El Olimpo” y “El Banco” y el “Club Atlético”, se
denominaba así a cada una de las celdas ocupadas por los detenidos desaparecidos.

Traslados: Eufemismo utilizado por los represores en los centros clandestinos, para designar y dis-
frazar los operativos en los que retiraban a los prisioneros del lugar para asesinarlos, comunicán-
doles que los “trasladaban” a la cárcel, o lugares similares. En las mismas planillas confeccionadas
por los represores se encontraba la letra “T” al lado de los nombres de personas que habían sido
secuestradas y aún continúan desaparecidas (en otros casos, se encontraba la letra “L” al lado del
nombre de personas que fueron liberadas). En el caso de los presos políticos, la palabra “traslado”
adquiere otro significado aunque tiene puntos en común. Durante el período del terrorismo de
Estado, los presos políticos eran frecuentemente llevados (trasladados) de una cárcel a otra. Los
traslados de presos se caracterizaron por su alto nivel de violencia, malos tratos y condiciones
inhumanas. Durante estos traslados muchos presos políticos fueron asesinados (ver “Inyección”
Vuelos de la muerte, Pabellones de la muerte).

Trotskismo: Corriente político-ideológica de la tradición marxista surgida tras la Revolución So-


viética de 1917, a partir del pensamiento de León Trotsky. Esta corriente se caracterizó por su
teoría de la “revolución permanente”, por su oposición a las formas de burocratización propias del
Estado y del Partido Comunista de la Unión Soviética y por su enfrentamiento con el stalinismo.
En la Argentina existieron varias agrupaciones trotskistas que impulsaron distintas líneas políticas.
Es posible afirmar que la mayoría de estas agrupaciones privilegiaron fundamentalmente el trabajo
legal y sindical entre los trabajadores industriales, aunque esta tradición ideológica se encuentra en
los orígenes del PRT-ERP, la principal organización guerrillera no peronista.

Under: Abreviación de “underground” que significa “subterránea”. Una cultura o una práctica “un-
der” es alternativa, distinta de la cultura oficial y masiva y “por debajo” de ella. Reconoce códigos
propios, ya sean éstos éticos, estéticos, sociales, etc. Recorre o se constituye a partir de circuitos
ocultos o semi ocultos. Su forma de propagación no se sustenta en la publicidad comercial si no en
el “boca a boca” y en los lazos personales.

Vesubio, el: Centro clandestino de detención que funcionó desde 1975 en la intersección del cami-
no de Cintura y Autopista Richieri, partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires. El predio
pertenecía al Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires. Su primer nombre fue “La
ponderosa” (ver Centros Clandestinos de Detención).

120
Vuelos de la muerte: Mecanismo de las fuerzas represivas para hacer desaparecer los cuerpos de
los detenidos. Consistía en arrojar desde un avión o helicóptero de las FFAA al mar o al Río de La
Plata a los detenidos-desaparecidos, aún con vida y adormecidos con una inyección de Pentotal
(ver Pentotal y Traslados).

Memoria Abierta 24 de marzo 1976: El golpe y el terrorismo de Estado.Vol 2 Gob. De Bs. As


Página 12 Año 2005.

Bibliografía

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Los genocidas y los que apoyaron ( folleto). Asociación Madres de Plaza de Mayo. Bs.. As. 24/3/2000
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Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO/Argentina). Universidad de San Andrés

121
en cooperación con la Universidad de Barcelona.
MAESTRIA EN RELACIONES Y NEGOCIACIONES INTERNACIONALES. CICLO 2005/2006.
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN FINAL.
Título: “Entre la presión y el apoyo a los “moderados”. La política de derechos
Humanos de Carter y el régimen militar argentino (1976-1978)” Autor: Alejandro Avenburg Di-
rector: Francisco Corigliano Buenos Aires, agosto de 2009.

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tado a la Restauración Democrática. Buenos Aires. Paidos.

Cavarozzi, Marcelo (2006): Autoritarismo y democracia (1955-2006). Buenos Aires. Ariel.

122
Agradecimientos

A todos los que nos abrieron la puerta para charlar con nosotros.
A la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en las personas de Eduardo Luis Duhalde,
Ricardo Yacomini y Mariano Fatala.
A la Comisión Provincial de la Memoria, proyecto Jóvenes y Memoria.
A Madres y Abuelas de Plaza de Mayo especialmente a Mariano Gaitán.
A Antropólogos Forenses.
A la Municipalidad de Zárate, y especialmente a Juan Manuel Aolita y Pablo Gallardo.
A Marta, Isabel, Susana, Reino, Efraín, Farías, Paula, Rosa, Mabel, Claudio, a nuestra infatigable
China, a los compañeros Juanjo y Griselda que acompañaron toda la primera parte de este proyec-
to. Y a toda la comunidad educativa de la ESB N° 2.
A los que colaboraron en el diseño y producción de este libro: Diego Díaz y Leonardo Gauna…
A nuestras familias por el aguante y a nuestros hijos en especial por quienes seguiremos luchando.

123
Contenido
Prólogo 5
Introducción 7
Capítulo Primero 11
Capítulo Segundo 25
Capítulo Tercero 31
Capítulo Cuarto 33
Capítulo Quinto 35
Capítulo Sexto 37
Capítulo Séptimo 39
Capítulo Octavo 45
Capítulo Noveno 49
Capítulo Décimo 51
Capítulo Décimo Primero 53
Capítulo Décimo Segundo 59
Capítulo Décimo Tercero 65
Capítulo Décimo Cuarto 67
Capítulo Décimo Quinto 69
La otra parte de la historia 73
Final 75
ANEXO FOTOGRÁFICO 79
Glosario 105
Bibliografía 121
Agradecimientos 123

124

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