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Angela Saini - Los racistas intentan presentar sus argumentos con ciencia para

que su retórica funcione

Entrevista a la periodista de ciencia Angela Saini


Los racistas intentan presentar sus argumentos con ciencia para que su retórica
funcione

Sergio Ferrer
Agencia Sinc

La periodista de ciencia Angela Saini analiza en su nuevo libro, Superior, el


resurgimiento de la ciencia racial y del racismo científico. Teme que esta
‘resurrección’ sea debida al auge de la ultraderecha y el nacionalismo y
considera que la raza es, ante todo, una cuestión de poder.

Angela Saini/Imagen cedida por la escritora

En 2017 la periodista de ciencia Angela Saini (Londres, 1980)


publicó Inferior, una crítica al sexismo que ha afectado a la ciencia desde
Darwin. Dos años más tarde la británica completa la serie con Superior, en el
que analiza la ciencia (y pseudociencia) que ha estudiado las diferencias
humanas y el racismo que las rodea.

Superior muestra el yin y el yang del estudio de las razas humanas. Por un
lado, Saini habla con prestigiosos investigadores de la talla de Svante Pääbo,
David Reich, Robert Plomin y Jonathan Marks. Por otro, se adentra en el lado
oscuro de la academia, donde un círculo endogámico publica ideas del siglo
anterior en revistas sin impacto y de sospechosa financiación.

Quedamos con Saini en una cafetería del centro de Londres, a escasos metros
del Museo Británico con el que comienza Superior. La periodista teme que la
ciencia racial esté aprovechando el resurgimiento de los nacionalismos y la
ultraderecha para regresar de los rincones más tenebrosos del siglo XX. No es
para menos: dos días antes de la entrevista la escrirora había borrado sus
perfiles en redes sociales, frustrada ante el acoso racista sufrido en Twitter.
Precisamente esta semana volvía a tuitear desde su cuenta, agradecida por las
denuncias de acoso de miles de usuarios.

“Páginas racistas y neonazis hablaron de mi libro. Reporté los insultos más


atroces a Twitter, pero en la mayoría de casos no hicieron nada”
¿Ha sufrido más acoso que cuando publicó Inferior?

Sí, en parte porque era menos conocida entonces. Además, en Superior llamo
por su nombre a neonazis, que se comunican entre ellos y estaban listos para
atacar. Tienen una visión política muy fuerte. El sexismo aparece en todas las
sociedades, pero el racismo tiene otro tinte político.

¿Por qué dejó Twitter?

En las últimas semanas páginas racistas y neonazis hablaron de mi libro.


Reporté los insultos más atroces a Twitter, pero en la mayoría de casos no
hicieron nada. También había comentarios sexistas, está siempre conectado.
Me fui porque hay que darles el mensaje a estas empresas de que si se van a
quedar sentadas permitiendo el acoso, entonces nos iremos.

¿Se refiere a Quillette? Lo digo porque además de hablar de su libro, han


recibido críticas recientes por señalar a periodistas.

Me refiero a webs más oscuras, aunque hoy está todo mezclado. Es muy
difícil saber dónde están las fronteras, mira quiénes comentan. ¡Son los
mismos! La gente que habla de mí en 4chan es la misma que habla de mí
en Quillette.

Usted habla del “retorno de la ciencia racial”, en la misma línea que un


artículo de The Guardian que advertía de su “resurrección”. ¿De verdad
se había ido?

Su popularidad va y viene, según la política del momento. Ahora, con el


ascenso de la ultraderecha y los nacionalismos, esta gente se ha vuelto
poderosa e intenta proteger su visión del mundo. Algunos están muy bien
educados e intentan encajar su racismo con lo que saben. Eso implica retorcer
y manipular los hechos.

Su arrogancia intelectual les hace pensar que entienden cosas que a la ciencia
mayoritaria se le escapan. Intentan presentar sus argumentos con ciencia para
reforzar la idea de que somos diferentes y que su retórica funcione. Por eso
ahora tiene una popularidad que quizá no tenía antes, aunque es verdad que
nunca se fue.

Hubo gente que malinterpretó Inferior asegurando que usted negaba las
diferencias entre hombres y mujeres. ¿Teme que pase algo parecido
con Superior?

Se asume que soy algún tipo de negacionista de la raza, que digo que no hay
variación entre humanos. ¡Por supuesto que la hay! No digo eso en absoluto,
es una malinterpretación deliberada. Lo que planteo es que la variabilidad
humana no casa bien con nuestra visión de las categorías raciales. Esto no es
algo controvertido, lo afirman los científicos todos los días. Hay variaciones
estadísticas entre las poblaciones; no profundas, sino sutiles y no muy
significativas.

Entonces, ¿sí existen las razas?

La raza es un constructo social, lo que quiere decir que existe. Que algo sea
cultural no implica que no exista. De hecho, tiene repercusiones biológicas,
como las tiene el género, por la desigualdad. La esperanza de vida de los
afroamericanos es inferior a la media; no es por genética, es porque la raza
tiene poder en nuestra sociedad. Por eso se investiga como una entidad
cultural. Como entidad biológica tiene mucho menos significado que las
diferencias socioeconómicas y la dieta.

Me sorprendió el capítulo sobre la medicina racial. Entonces, ¿no


funciona?

“Decir que la ciencia está libre de ideología es cada vez menos sostenible, el
estudio del comportamiento humano fue político desde el principio”

A mí también me sorprendió. En India hay una alta tasa de diabetes. Puede ser
en parte por la genética, pero sobre todo se debe a que los ricos abusan de la
mantequilla, la sal y el azúcar, y asocian vivir bien con el sedentarismo. ¡Así
por supuesto que va a haber diabetes! Es fatalista pensar en estas cosas en
términos raciales, pero lo hacemos porque resulta fácil.

Ya existen casos de personas a las que la ciencia ha dicho que no


pertenecen a la raza con la que se han identificado toda la vida. ¿Veremos
más casos conforme los test genéticos se popularicen aún más?

Sí, y conforme las sociedades se hagan más mixtas. Ya tenemos problemas


para colocarnos en estas categorías ‘duras’, lo que muestra su arbitrariedad.
En América ser negro significa algo muy diferente que en Sudáfrica,
Australia, Reino Unido o India. Tienen un significado diferente según el lugar,
siempre lo han tenido y siempre lo tendrán. Tenemos que aceptar que la raza
es un constructo social.

En Superior conecta el racismo científico con Trump y el brexit. ¿Se


pueden separar ciencia e ideología?

Decir que la ciencia está completamente libre de ideología es cada vez menos
sostenible. Algunas disciplinas como la física teórica quizá [ríe], pero el
estudio de los seres humanos y su comportamiento fue político desde el
principio. Sugerir lo contrario es negar que tenemos sesgos. Cualquiera que
estudie las diferencias humanas y diga “estoy libre de sesgos, soy
completamente objetivo” se engaña a sí mismo. De hecho, hacen más daño,
porque a menos que sean conscientes de sus prejuicios serán incapaces de
controlarlos.

“Quien estudie las diferencias humanas crea que está libre de sesgos se engaña
a sí mismo”

¿Qué responsabilidad ha tenido la ciencia en la supervivencia del racismo


científico?

Tu visión del mundo depende de las lentes con las que lo mires. Los humanos
vivimos de formas muy diferentes y cambiantes. Al observar quiénes somos
solo capturas una instantánea de ese momento y lugar, de ese grupo de gente y
de su cultura. El estudio de la naturaleza humana intenta ver quiénes somos si
quitamos todas las capas. Lo que yo argumento es que es imposible quitarlas
todas, porque la cultura nos da forma desde el segundo en el que nacemos. No
se pueden separar unas cosas de las otras.

Dice al final del libro que, en lo que respecta a las razas, “la historia tiene
las respuestas, la ciencia no puede ayudar”. ¿No puede?

No podemos asumir que la raza tenga un significado biológico porque


sabemos que no es verdad. No hay dudas sobre eso, la ciencia es clara. Uno de
los argumentos que expongo en Superiores que los científicos necesitan
conectar con las ciencias sociales para conseguir una imagen más completa de
quiénes somos. No podemos estudiar a los seres humanos en el vacío.
Podemos [investigar sobre las razas] si somos humildes, reconocemos
nuestros sesgos y leemos las investigaciones en ciencias sociales.

Es imposible tratar este tema sin hablar de genes e inteligencia. Si hay


diferencias poblacionales en cuestiones como la tolerancia a la lactosa,
¿por qué la inteligencia debería ser diferente?

Las diferencias entre grupos son estadísticas, no existen ‘genes de raza’.


Además, si hablamos de tolerancia a la altitud, no significa que el resto de
características de ese grupo sea también diferente. Por último, estas
variaciones tienen que ver con la supervivencia, como la capacidad de
aguantar la respiración. La inteligencia depende de miles de genes ¿Por qué
estarían más concentrados en ciertos grupos? No hay evidencia genética ni
evolutiva que lo sugiera. Da igual la sociedad en la que vivas: ser inteligente
es beneficioso.

“Ya sea por razones de género, raza o clase, cuando se esgrimen ciertos
argumentos genéticos siempre es para defender el poder”
Pero todavía hay gente que insiste en que los resultados de cociente
intelectual (CI) difieren entre razas y culturas por motivos genéticos.

En primer lugar [los tests de CI] no son muy de fiar para medir la inteligencia.
En segundo lugar, ¡tienen una carga cultural tan grande! No puedes coger a un
grupo de gente que no ha crecido en la misma cultura ni tenido el mismo nivel
de educación y luego compararlos con niños cuyas circunstancias son
diferentes. Robert Plomin me lo dijo. Él, que defiende el hereditarianismo, no
ve valor en esto ni sabe cómo hacerlo.

Existe un submundo bastante oscuro al margen de la academia que


defiende, por ejemplo, que el ser humano está perdiendo inteligencia por
culpa de los pobres y los inmigrantes. ¿Está todo conectado?

Durante cientos de años han defendido que en lo más profundo de nuestro


interior somos diferentes. Lo interesante es que este debate no siempre ha sido
con razas, sino con clases. Al comienzo de la historia de la eugenesia, se temía
que los pobres fueran congénitamente incapaces y mentalmente débiles. Si no
mejoraban a lo largo de las generaciones era porque pasaban su debilidad a
sus hijos. Esto se aplica a los debates raciales, con la idea de que hay grupos
que no cumplen los estándares genéticos del resto y que no deberían entrar en
el país y reproducirse.

Por eso al final del libro llego a la conclusión de que todo esto trata sobre
poder. Va de un grupo de gente que tiene poder diciéndole a otros que ellos no
merecen tenerlo, que deberían ser controlados, que tienen menos derecho a
vivir. Ya sea por razones de género, raza o clase, cuando se esgrimen estos
argumentos genéticos siempre es para defender el poder.

Poder y también la necesidad de crear el mito de una nación. Usted


relaciona el colonialismo con el origen del concepto moderno de raza.
¿Tenemos todavía esta mentalidad en países como Reino Unido y
España?

La retórica paternalista de la civilización benevolente que cuida de otra más


débil todavía se ve aquí con el Brexit, como resultado de lo mal que se ha
enseñado la historia del imperio británico. ¿Asumimos que el final de la
historia ya está escrito y no habrá otros ganadores en el futuro? Claro que los
habrá, ya lo estamos viendo con países como China e India.

“Ser imparcial con el racismo es lo mismo que serlo con los negacionistas del
cambio climático y los terraplanistas. ¿Por qué alimentar esa idea de que hay
dos bandos opuestos y equivalentes?”
El orden mundial está cambiando y eso provoca inseguridad por perder un
control que sentimos que se nos debe de forma natural. Y suponemos esto
porque las ideas de superioridad e inferioridad han calado en el subconsciente.
Puede que algún día haya museos en Singapur con artefactos europeos, como
sucede con el Museo Británico. La arrogancia hace pensar a los constructores
de imperios que el suyo durará para siempre.

En ese sentido, también critica los test de ancestros. ¿Aumentarán los


nacionalismos su popularidad?

Ya hay gente que se los hace para reforzar su idea de quiénes son. En Israel
los están usando para determinar si alguien es judío o no, imagina que esa
tecnología hubiera existido en la década de 1930. Me parece muy oscuro que
todos, no solo la extrema derecha, hayamos comprado esta idea que biologiza
la raza de forma inapropiada y refuerza en nuestras mentes que debe haber
genes raciales. En realidad, los test muestran con quién puedes estar
relacionado vagamente, pero no encuentran ‘genes europeos’ o ‘genes
asiáticos’ porque no existen.

En Superior señala la Ilustración, un periodo que muchos reivindican


hoy, como origen del problema del racismo científico. ¿Por qué?

La Ilustración reforzó ideas políticas que ya estaban ahí y las endureció con
ciencia. Pasó lo mismo con el colonialismo y los genocidios que vimos en el
siglo XIX. ¿Habrían ocurrido sin la ciencia occidental? Probablemente, pero
la ciencia dio fuerza a estas ideas y legitimidad a estos constructos raciales,
que hizo parecer más rígidos de lo que eran antes.

“No hay una conspiración: si la ciencia racial tiene problemas para publicar su
trabajo, se debe a que no es muy bueno”

Me divirtió leer que, hace 70 años, ya se hablaba de cómo la censura y la


corrección política estaban dañando la ciencia por culpa de “irracionales
negacionistas de la ciencia”. Quienes repiten eso hoy, ¿son tan novedosos
como piensan?

Les gusta presentarse así. Lo que me fascinó fue ver qué inteligentes habían
sido al manipular el discurso usando eufemismos, hablando de libertad de
expresión, libertad académica y diversidad de opiniones, para acomodarse en
el discurso mayoritario. Hoy universidades y medios los apoyan sin darse
cuenta de que son los herederos intelectuales directos de la eugenesia nazi.
Han cambiado su forma de hablar, pero dicen lo mismo. Los hemos dejado
entrar y ahora hay políticos que usan la misma retórica de hace 70 años.
Me recuerda a los ‘debates’ entre evolucionistas y creacionistas, o entre
médicos y homeópatas. ¡No hay punto intermedio entre ser racista y no
serlo!

Acabo de hacer una entrevista en la BBC y, tras contar el racismo que he


vivido online, el entrevistador me dijo “voy a poner mi imparcialidad a un
lado y decir que eso es terrible”. Yo pensaba: “¿Cómo puedes ser imparcial
con el racismo?”. Es lo mismo que con los negacionistas del cambio climático
y los terraplanistas. ¿Por qué seguimos alimentando esta idea de que hay dos
bandos opuestos y equivalentes? Nunca los hubo. Solo hay hechos que están
bajo escrutinio y siempre deberían estarlo. El poder contra el que luchamos
aquí es la ideología de extrema derecha, no la ciencia. Si no podemos
reconocerlo, entonces les estamos facilitando el trabajo.

¿Es tan preocupante? Me da la impresión de que es un círculo


endogámico, que publica en sus revistas sin impacto y carecen del
respecto del resto del mundo académico.

Es un círculo rígido, pero en sus bordes hay profesores de universidad y


políticos. El velo se está levantando sobre ellos, mucha gente ha investigado y
les está resultando más difícil mantener las apariencias. Es estremecedor que
haya revistas serias que permitan a esas gentes estar en sus comités
editoriales. Por ejemplo, Gerhard Meisenberg y Richard Lynn estaban en el
comité editorial de Intelligence y contacté con el editor de la revista, que lo
defendió por motivos de libertad académica. Después de escribir un
artículo en The Guardian, a finales de 2018 habían quitado a Meisenberg.
Pero el problema no se ha solucionado, otros no han hecho nada.

“Los estereotipos culturales han dado un significado a las etiquetas y una vez
le hemos puesto una a alguien, sentimos que ya sabemos algo sobre esa
persona”

Hoy, como dice uno de los investigadores en Superior, ¿“miramos a la


ciencia como una racionalización de las ideas políticas”?

La ciencia tiene un poder en la sociedad que nada más tiene. Se considera


objetiva, racional y legítima. Si parece un hecho científico, entonces no puede
ser racista. Es lo que los racistas dicen en internet: “a los hechos no les
importan tus sentimientos”, ignorando que los hechos no están de su lado. Lo
venden como si estuvieran reprimidos por una conspiración que intenta
silenciarles, mientras que ellos defienden la buena ciencia y son como Galileo
o Copérnico.

Es extraño que alguien compre este argumento y lo que me impresiona es que


mucha gente lo hace. No tengo problemas con los hombres blancos, lo tengo
con quienes aseguren que la ciencia está de su parte, cuando no lo está. No
hay una conspiración: si la ciencia racial tiene problemas para publicar su
trabajo, se debe a que no es muy bueno.

Al final, como ellos dicen, “a los hechos no les importan tus sentimientos”.

No, pero no podemos usar eso con ellos, ¿verdad? [ríe].

Parece que el ser humano que necesita pensar en categorías como razas o
naciones. ¿Qué podemos hacer?

Yo intento tratar a cada persona como un individuo, porque más del 95 % de


las diferencias entre personas son individuales. Es algo difícil, yo también
tengo muchos sesgos y estereotipos, pero no se me ocurre otra forma de
actuar. Los estereotipos culturales han dado un significado a las etiquetas: una
vez le hemos puesto una a alguien, sentimos que ya sabemos algo sobre ese
alguien. En lugar de ver a cada persona como crees que es, hay que darle la
oportunidad de que muestre quién es de verdad.

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