Você está na página 1de 11

DANZA BUTOH: REFLEXIONES DEL PROCESO PERSONAL EN EL

TALLER

Facilitadora: Eugenia Díaz Durán

Alumno: Eduardo C. Rdz.

Sesión1. 17 de junio

Eduardo entra al salón de danza, con la disposición de reencontrarse en el taller de Butoh,

espera reconocer espacios familiares: danzar, actuar, exploración y apropiación del espacio,

expresión corporal. Lo nuevo para él está en encarnar la sabiduría japonesa, inteligir mediante

un nuevo lenguaje, el del cuerpo, desde un lugar fuera del concepto de sí mismo.

Varias son las indicaciones que se le dan en el transcurso de la sesión, una de ellas es

la de adoptar un tema, su tema es la identidad molecular, contorsiona el cuerpo para que se

asemeje a la estructura helicoidal del ADN, otra segunda postura es la de un árbol, con sus

ramas, es el árbol filogenético, luego una célula totipotencial, el orden de la secuencia se lo

dicta la biológica de lo interno a lo externo, a manera de metáfora corporal, del genotipo al

fenotipo, exteriorización de una imagen interiorizada antes de ser causa de la expresión

visible. Se le indica que se convierta en fuego, luego la estructura del cuerpo en movimiento,

cumple otra función, realiza sonidos de fuego, así la forma bio-lógica se convierte en

elemento, y es un árbol de fuego, una célula de fuego que fagocita y quema los otros cuerpos,

un fuego helicoidal que se eleva e ilumina el cielo.

La indicación implica ahora, un movimiento en ocho, el ocho es también símbolo de

infinito, sin límite para el gozo, el cuerpo del sujeto es sensible a la música, el oído le conecta

con las ondas sonoras, sus ojos encuentran otros ojos, otro cuerpo que siente placer al bailar,

otros ojos que son abismo, unas veces cae en ellos, otras se resiste y esquiva la mirada, pero
aquellos ojos están allí, como dos soles que queman la piel de una manera tierna, levantan la

piel y meten sus rayos en el espacio invernal del alma, para cambiarle la estación.

Sesión 2. 18 de junio

Se le pregunta sobre cómo quiere ser nombrado, el sujeto piensa que “Lalo”, en sí no le gusta,

pero es más económico para ser pronunciado que Eduardo, así que elige la primera

denominación. Él presupone que será una práctica agotadora como lo fue la del día anterior,

en sí agotadora no tanto en lo corporal, sino más bien en cuanto al conflicto y la resistencia

que genera en la mente el salirse del curso. La música es obstáculo, el cuerpo reconoce el

sonido que le lleva a una experiencia cultural específica, a una atmósfera, en gran medida le

lleva al lugar común del recuerdo, un recuerdo que ya es movimiento corporal a manera de

hábito, que no razón, ni discurso gramatical, el cuerpo quiere dejarse llevar por la música,

por el ritmo, luego desea realizar formas armónicas en movimientos, en sincronía, después

la memoria quiere evocar ciertas maneras de desplazarse en el espacio, de lo que se trata es

ir en contra del determinismo de lo imaginario, no seguir las imágenes del interior, será

necesario sumergirse en la oscuridad del no ser, no sólo hay que seguir otro ritmo propuesto

por lo que está sonando afuera, se le pide la división, que discuta el cuerpo consigo mismo,

una rodilla discute con la otra, una mano con la otra, discuten en diferentes lenguajes, discute

el oído con el sonido y la armonía se rompe, se lleva al cuerpo al límite de la contradicción,

de la absoluta disociación de todo lo que integra, se debe por imposición ahora romper el

baile, el cuerpo ya no baila, sólo es un ente amorfo que se desplaza sin dirección, un cuerpo

deshabitado de su coherencia interna. Ciertamente esto debería tener repercusiones en el

alma, en la mente, en las emociones. Durante la sesión una gran incomodidad se apoderó del
sujeto en todos los niveles de su ser, el ir contra el libre fluir de la conciencia, contra sí mismo

en lo consciente y en lo inconsciente, trae consecuencias perturbadoras a nivel emocional.

Fue proyectado un cortometraje sobre Kazuo Ono, fundador de la danza Butoh, quien

naciera en el año de 1906. El bailarín da algunas recomendaciones para quien esté interesado

en la danza que él vive, dice que lo primordial es abandonar las técnicas y las estructuras,

pues estás alejan de lo espiritual en el baile, así también, menciona que cuando se abandona

el ser, cuando se está vacío de sí mismo, el Butoh empieza. A Lalo, esto de abandonar el ser,

a manera de teoría, no le causa conflicto, lo que sí le causa ruido, es ir en contra de la música

y el baile, las indicaciones que se le dan, es la de ir contra el ritmo de la música, si lo que

suena tiene un ritmo de Yembé muy rítmico, por ejemplo, a él se le pide, ir mucho más

tranquilo. La sesión fue de ruptura, romper la con las formas aprendidas de bailar, las formas

comunes de desplazarse por el espacio, romper con la voz coherente que suena desde el

cerebro, del pensamiento, la orden silenciosa de la coherencia, es callada de forma abrupta,

lo que se escucha en el espacio es ruido, el movimiento del cuerpo es ruido, no hay un sentido,

ni una dirección, a excepción de las indicaciones por parte de la facilitadora del taller, que

continuamente provoca, exige más y más. El cuerpo del sujeto está sostenido por hilos

imaginarios que salen del cielo, estos hilos se rompen y al mismo tiempo lo vuelven a atar,

haciendo de sus pasos como los de una marioneta, siempre está apunto de caer, cae y se

levanta, pero a la voluntad interna no se le permite actuar, es el cielo, la fuerza del cielo quien

mueve los hilos.

La sesión le resultó demasiado incómoda, los movimientos propuestos no eran lo que

se esperaba que deberían ser, “igual”, “igual”, “igual”, era el golpe palabra, que rompía con

toda posibilidad de ir a buen puerto con cualquier propuesta, así que él, decidió mejor

imaginarse como “muerto”, para que al escuchar las indicaciones las siguiera sin importar el
resultado, no perder la paciencia por la falta de comprensión de lo que se le pedía y así mover

el cuerpo, aunque lo hiciera mal, moverse por moverse, ya sin intervención de nada que fuera

a ser salvado, nada importaba ya, ni la música, ni la imaginación, ni las indicaciones, lo que

le importaba era permanecer en modo muerto, a fin de salvarse del primer verdugo que era

él mismo resistiéndose a la locura. Después de la sesión, de la tortura por medio de ruido

visual, auditivo y la tortura del caos, al regresar a su cotidianidad, Eduardo se sintió, más

libre que antes, incluso alguien, ninguna del taller, le dio a saber que estaba más guapo.

Sesión 3. 19 de junio

En esta sesión se le pide a Lalo, que encarne desde lo corporal a un personaje misterioso que

se encuentra en la calle. Eduardo elige a una señora gorda, que mientras camina a prisa,

mueve sus brazos a manera de péndulo por detrás de la espalda. En sí el ejercicio no le parece

un reto importante, pues es de teatro y ya lo había hecho en varias ocasiones. Lo que le parece

interesante es otro ejercicio, en este él trata de desprenderse de la piel, por medio de pequeños

movimientos enérgicos, que van evolucionando a movimientos de manos y pies, la situación

le lleva a la atmósfera de destrucción causada por Little Boy, en Hiroshima, a ellos se les caía

la piel del rostro, luego de todo el cuerpo, es en sí, la pérdida del yo, pues lo primero de lo

que el ser tiene autoconciencia es del cuerpo, él es su cuerpo y la única frontera que le permite

salvarse de ser otro, es la piel, sobre todo, la piel del rostro, este ejercicio de abandono del

ser le resulta muy placentero.

Sesión 4. 20 de junio
Al inicio de la sesión, Lalo saca su trapo, y a la manera de un monje zen, recorre el piso con

el trapo como si fuera él mismo una escuadra de 45 grados, otros ejercicios semejantes, son

realizados por él. La facilitadora da la instrucción a todas las asistentes, de una forma corporal

de traer al presente la expresión corporal propia de una anciana, ella deja en claro que es una

sugerencia, pero que sí su cuerpo adopta otra manera de ser anciano, entonces hay que hacer

caso al cuerpo. Él hace registro, memoria, de la sensación de la ancianidad.

Se le pide que se imaginé que su cuerpo es agua, que se desplace por el espacio como si fuera

agua, luego una corriente eléctrica atraviesa esa agua, en otro momento, se le pide que deje

salir toda el agua, hasta que se sequé por completo, entonces, una corriente eléctrica pasa por

su cuerpo.

Se le pide a Lalo que se coloque en posición fetal, que vuelva a habitar ese cuerpo de

la infancia. El ejercicio, aunque sencillo, es un recuerdo de lo se era antes de identificarse

con un nombre, con una expectativa, lo que sirve para recordar que antes se estaba vacío de

las propias opiniones, la especulaciones, un cuerpo que vuelve a la infancia, vuelve a sentir

con la piel, en lugar de sentir con el razonamiento.

Sesión 5. 21 de junio

En esta sesión, se les pide a todas las asistentes al taller que saquen su flor y recorran la vida

hasta el último momento, que caminen como ancianas, el camino lo elijen ellas, y en el

camino reviven los momentos y las personas, se enfrentan con la ausencia y con las

presencias fantasmales que le acompañan hasta llegar al final del camino, a cada paso se
vuelven más viejas, al final del camino, se les presenta la imagen más hermosa, más añorada,

más querida. Lalo recuerda todas las personas queridas que murieron, recuerda los amores y

las aventuras, al final del camino recuerda y abraza la belleza que jamás volverá y el viejo

anciano Lalo, muere. Otro ejercicio consiste en hacer una actividad rutinaria, una pequeña

improvisación, Lalo realiza la actividad que más le agrada, escribir, mientras ejecuta tal

acción a manera de mímica, escucha la canción que más le agrada, Particles de Ólafur

Arnalds, ft. Nanna Bryndís, el movimiento de la escritura lo lleva a los movimientos más

amplios que el cuerpo puede expresar, el placer es muy grande, después de varias planas

escritas en el espacio de la caja negra, Lalo se detiene, y le piden que en posición neutra, sin

dejar de escuchar la música que más le agrada, recuerde todo lo que le molesta y desagrada

en gran medida, Lalo empieza a recordar con gran intensidad todo lo que le molesta, crece el

enojo y el desconcierto en su conciencia, se siente profundamente angustiado al mismo

tiempo que perdido y enojado, Lalo deja que esa sensación tome su cuerpo como prisionero,

él se enoja en gran medida, le cuesta mucho trabajo dejar salir por los poros de su alma todo

lo desagradable de su mundo, de los mundos, Lalo grita en silencio, abre la boca, emite un

sonido sordo de desesperación, el enojo sale de su cuerpo, pero quedan algunos residuos,

sólo unos pocos. La facilitadora le dice que el enojo como cualquier emoción debe fluir, de

afuera hacia adentro, de dentro hacia fuera, dejar que ocupe su lugar, su tiempo, como las

olas del mar que se alejan, regresan a la orilla y se retiran nuevamente de la playa.

Sesión 6. 22 de junio

Ahora el ejercicio consiste en cuatro momentos: Caos, embrión, animal, ser humano. Lalo

respira profundo, ya ha visitado esos lugares en la imaginación, la secuencia tiene unidad de


sentido, a nivel subatómico su extremidades, pies y manos, son electrones, cuantos de luz, es

la naturaleza interna del átomo donde las leyes universales de la física de Newton no aplican,

la mirada de un Demiurgo invisible se aleja del interior del átomo y se aloja a nivel molecular,

dentro del núcleo de una célula, se encuentra el material genético, grupos CH3 se intercalan

en las histonas y entre el ADN, la célula madre puede ser cualquier célula, el ADN, expresa

algunas metáforas de la vida, para otras guarda silencio, entre lo dicho y lo no dicho, entre el

ser y el no ser, poco a poco la forma encuentra el espíritu del murciélago, más que parecer

el mamífero, Eugenia aclara que es más importante sentir el ser del murciélago, poner mayor

atención en el espíritu, más que en la forma. El murciélago que habita el cuerpo de Lalo es

ciego, tiene un gran oído, empite un sonido a manera de aplauso que rebota entre paredes,

cuando regresa el eco de su onda sonora le pinta un paisaje de aquello que no puede ver, pero

siente con gran intensidad. El ente negro y alado se confunde y cree que ve, en esos instantes

sus alas ya no le responden y cae del cielo nocturno, de tanto caer se convierte en ser humano,

un humano demasiado viejo, a punto de morir, casi ciego, casi sordo, casi nada, camina

despacio hacia un destino seguro, frente a la muerte, le ofrenda una flor, su vida y le hace

reverencia.

Sesión 7. 24 de junio

Lalo registra lo que siente el cuerpo cuando lo pincha con un palillo chino, encuentra las

partes más sensibles: el cuero cabelludo, el rostro, la planta de los pies, el pecho, el cuello

por debajo de la nuca. A Lalo se le pide que decida moverse desde tres partes de su cuerpo

que por lo común no se mueve, el elige los dedos de los pies, las plantas de los pies, el

músculo por encima de la rodilla, al hacerlo se producen movimientos muy sutiles, pero no
por esto menos cansados, aplicar la voluntad de movimiento en tales partes que no se

consideran, genera dolor. Para una primera exploración del cuerpo, Lalo lleva un espejo, por

medio de este objeto, observa las partes del soma donde se aloja su sombra, él descubre que

su piel está pintada de varias tonalidades, la del rostro, la de las axilas, hay rincones en los

que es moreno. Ahora la sombra de las palmas de las manos, de las plantas de los pies y la

sombra por debajo de las axilas, son las que llevan al movimiento, una después de la otra,

buscan la luz, de manera alternada. Lalo le pide a una de sus compañeras del taller, que

mediante sea su contrapeso en una serie de seis formas que ambos realizarán en sincronía,

generando cierta tensión y extensión de todo el cuerpo.

La reflexión sobre la danza lleva a la pregunta ¿Porqué el Butoh es Danza? Es Danza en el

sentido de un cuerpo que se expresa con los movimientos propios de la tradición de la danza

Buyo. Lalo desde que es niño ha observado esta danza en la que efectivamente, los bailarines

parecen títeres colgados por hilos que le mueven a observar la naturaleza a su alrededor, el

cuerpo del buto-ha, es un cuerpo de sacrificio en un ritual para comunicarse con la muerte,

el cuerpo es vida que se ofrenda a la muerte, en el libre flujo de vaciarse y llenarse, de un

mar que luego se vuelve desierto, en el ritmo que sigue la danza Butoh, el movimiento surge

espontáneo cuando del conocer surge la ignorancia, cuando del ser surge el no ser, un no ser

es todo posibilidad, para luego ser río, piedra, ave, montaña, tierra y cielo. El butoh muestra

la profundidad del río, el interior de la piedra, lo que está detrás de la montaña, lo que se

encuentra bajo tierra, lo que está más allá de las nubes, el lugar no común del cuerpo y su

danza, el butoh expone un cuerpo oscuro de cara blanca, espejo traslúcido en el que el

espectador reconoce su propia sombra.


Sesión 8. 25 de junio

Lalo se encuentra tendido en el suelo, ahora es una materia viva, una masa celular sin forma

definida, indiferenciada proyecta su masa por el suelo, se extiende para poder avanzar. La

facilitadora indica el momento en el que le sale una extremidad, a la célula le crece una

pierna, entonces puede avanzar un poco más aprisa por el espacio oscuro. El sujeto investiga

mediante su propia experiencia lo que significaría ser causa de una identidad celular, una

célula diferenciada, sea tal vez una analogía, el caso es que la intuición le dicta que no muy

distante del objeto de su estudio el cual es la identidad molecular, el macrocosmos como

cuerpo le arroja datos del microcosmos, el ser es cuerpo antes que cualquier cosa, es así

también movimiento de libre fluir, la piel en la nariz, siente el aroma de la flor en la memoria,

siente el aire y le transforma la manera de caminar, levanta su rostro lo que le permite

observar la montaña, las nubes, el ser es su medio ambiente, el cuerpo o saco de piel y huesos,

es también soma, membrana celular y citoesqueleto.

Sesión 9. 26 de junio

Lo más interesante de esta sesión es el uso de barro, la intención importante consiste en borrar

el rostro, Lalo, acostado en el piso, en un estado fetal, toma barro de las manos de la

facilitadora, lo toma con las dos manos con sumo cuidado, empieza moldear un rostro con el

barro, la facilitadora le da un poco de agua para amasar el barro. Al tiempo que moldea el

barro, mueve su cuerpo, con las manos le da forma a un cuerpo de barro, es él mismo, borra
su rostro, mientras corre hacía el futuro, llegan recuerdos que le hacen caminar para atrás,

mientras repara un brazo que se le ha roto al muñeco de barro, se desplaza él y el muñeco,

luego es su hijo, después su tótem, en otro momento Lalo es un demiurgo, que toma la materia

de la idea de si mismo y le da nuevamente rostro a ese cuerpo de barro, para luego, deslavarlo

nuevamente en un movimiento de baile circular.

OBSERVACIONES FINALES

La facilitadora del taller, la Buto-ha o Butoka Eugenia Díaz, realmente da muestra de una

gran seguridad y dominio del taller, con gran generosidad da a sus alumnos muchas

herramientas corporales, planea cada dinámica que está conectada con una secuencia

evolutiva, a fin de que la experiencia respecto a un cuerpo en situación de al estudiante de la

danza butoh, más que lo suficiente para que pueda danzar en una improvisación y al mismo

tiempo donar su vida a la danza para recibir la muerte como estado liberador de la mente

desde la conciencia de lo corporal, liberar a la mente del yo, es abrirle los ojos a la realidad

tal como es y convertirse así también en un ser auténtico en tanto que es lo que es en relación

con la naturaleza que ha hecho propia y con la naturaleza que parece estar fuera del él, es

decir, la relación de su cosmos internos con el cosmos externo, que en el contacto, ambos se

aniquilan en cuanto se transforman en una nueva realidad.

Me queda la idea de que la danza Butoh, es un ejercicio demandante de aniquilación del ego

desde el cuerpo y la danza, es un ejercicio riguroso que enfrenta a la mente y al soma en

conflicto tras conflicto, en oposición tras oposición, a fin de que en alguno momento los

polos, los opuestos sedan su espacio a lo que existe antes de la unidad, el libre fluir de la
realidad, tal como es y en ese fluir, Lalo pudiera encontrar lo que le hace ser humano, un ser

humano que danza, siente, y muere.

Tal vez, Lalo se había preparado durante sus 38 años de vida, para este taller de danza Butoh,

tal vez la causa de sí mismo, fuera una danza ancestral que se encuentra en la metáfora de su

código genético, tal vez, nació para el Butoh, pero ¡Qué intenso! Morir de sí mismo es una

cosa muy difícil. Por lo pronto quedan aún dos sesiones más, el desagarre en la pierna

izquierda, le permite otro tipo de danza, con menos energía, pero más enfocada y más sutil,

y es que es precisamente así, como se baila la muerte, después de la muerte, lo que sigue es

la nada y nada más.

Você também pode gostar