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Artitis rematiode
2. Artrosis
3. Fimiolalgio
4. Ostoperosis
5. Esquince lunsacio
6. Dermatiti , renitis y orzuelo
7. Fibrosis quística
8. Espastisidad elongación y contractera
9. Obesidad
10. Lupus editematoso
11. Esclerosis multiple
12. Diabetes
13. Epoc
14. Bursitis , epicandilitis y espondilitis
15. Emipleg, paraplegio , cuadriplegio
16. Arterioclerosis
17. Aneurisma
Qué es la artritis reumatoide
La artritis reumatoide es una enfermedad frecuente (una de cada 100-300 personas la padece),
siendo más común en mujeres en la quinta década de la vida. También existe una variante que
afectaría a niños, sin embargo, no hay que confundir la artritis reumatoide con el reuma; ante todo
conviene aclarar que no hay ninguna enfermedad o dolencia que reciba el nombre de 'reuma', no es
una enfermedad concreta. Existen, sin embargo, más de doscientas enfermedades diferentes del
aparato locomotor, también llamadas enfermedades reumáticas, cada una de ellas con
características propias. La artritis reumatoide es una de las muchas enfermedades reumáticas
diferentes que hay y, por tanto, los consejos de otras personas que dicen tener reuma pueden no
estar indicados para otra enfermedad reumática, ya que puede no ser la misma.
Causas
Se desconocen las causas que originan la artritis reumatoide; se presenta con más frecuencia en personas
con una predisposición genética, sin embargo, no es hereditaria. Se han estudiado agentes infecciosos
(bacterias, virus…) y aunque se han encontrado datos sugerentes en algunos casos, no hay evidencias
que impliquen a alguno en concreto.
Es una enfermedad que predomina en la mujer, con una proporción 3:1 con respecto al varón, aunque
también puede aparecer en estos y en los niños. En cuanto a la raza, no tiene preferencia por ninguna
en la que la artritis reumatoide sea más común.
Síntomas
El primer síntoma de artritis reumatoide, y que refieren los pacientes con mayor frecuencia, es
el dolor en pequeñas y grandes articulaciones. El inicio es gradual o insidioso, con progresión de
los síntomas y adición de nuevas articulaciones; el curso es crónico. El dolor es consecuencia de
la inflamación de las articulaciones, que con frecuencia se aprecia a simple vista en personas que
padecen artritis reumatoide.
Las articulaciones más comúnmente dañadas son las muñecas, los nudillos, las articulaciones de los
dedos, donde cabe destacar que no suele afectar a articulaciones interfalángicas distales (articulación
más cercana al extremo de los dedos), los hombros, los codos, las caderas, las rodillas, los tobillos y
los dedos de los pies, seguidas de la cadera y las articulaciones temporomandibulares. El dolor de
cuello también puede estar originado por la artritis reumatoide y, por tanto, debe ser valorado por el
médico.
Además del dolor y la inflamación, se produce rigidez articular matutina, es decir, hay dificultad en
el inicio de los movimientos durante más de 45 minutos. La inflamación permanente y no tratada puede
terminar dañando los huesos, así como los ligamentos y tendones que los rodean. La consecuencia
será la deformidad de las articulaciones de forma progresiva, perdiendo el paciente la capacidad para
realizar las actividades normales de la vida diaria.
La deformidad de los dedos frecuentemente referida como en “cuello de cisne” y en “ojal” se presenta
tarde en el curso de la artritis reumatoide, y es característica de la enfermedad crónica; normalmente
no se observa en la presentación inicial, donde los signos de sinovitis y de daño articular son sutiles.
Adelgazamiento.
Astenia o cansancio.
Fiebre inexplicable.
Debilidad muscular.
Además de afectar a las articulaciones, la artritis reumatoide también afecta otros órganos, estos son:
Ganglios linfáticos
Que con frecuencia se encuentran agrandados, aunque rara vez son palpables.
Neumopatía
Es frecuente la pleuritis o inflamación de la capa (pleura) que recubre el pulmón, pero suele ser leve,
al igual que otras manifestaciones pulmonares y cardiacas. También pueden producirse derrames
pleurales.
Sistema cardiovascular
Existe cada vez más evidencia de que los pacientes con artritis reumatoide tienen una mayor incidencia
de enfermedad cardiovascular, independientemente de los factores de riesgo tradicionales. Parece ser
que la inflamación que se produce en la artritis reumatoide juega un papel importante en el desarrollo
de la aterosclerosis.
Piel
Es frecuente que se produzca eritema palmar, que es un enrojecimiento de las palmas de las manos.
También puede estar presente el fenómeno de Raynaud (cambios de coloración de la piel), con
asociación de infartos, úlceras cutáneas y sobreinfecciones.
En aproximadamente el 30% de los pacientes están presentes los nódulos reumatoideos, que se
encuentran principalmente en la superficie extensora del antebrazo y en zonas de presión de la piel.
Los nódulos tienen diversos tamaños y distinta consistencia, y habitualmente son asintomáticos,
aunque pueden romperse debido a traumatismos e infectarse. Los nódulos no son específicos de la
artritis reumatoide, pero son útiles para el diagnóstico y el pronóstico, dado que se correlacionan con
la actividad de la enfermedad y su progresión.
Afectación ocular
En menos del 1% de los pacientes se afecta el ojo. La vasculitis reumatoide (afectación de pequeños
vasos del ojo) puede dar lugar a una forma grave de escleritis dolorosa donde se afectan las capas
profundas del ojo, y a la episcleritis, que es benigna y desaparece.
Afectación neurológica
La artritis reumatoide suele respetar el sistema nervioso central de forma directa, aunque la vasculitis
(afectación de pequeños vasos) puede causar neuropatía periférica.
Riñón
La afectación renal es el tipo más frecuente de fracaso orgánico en la artritis reumatoide, aunque con
frecuencia están también afectados la piel, el hígado y el tracto gastrointestinal.
Síndrome de Felty
Tratamiento Clínico
Consiste en la asociación de artritis reumatoide, esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo) y
neutropenia (disminución de los neutrófilos). También son frecuentes hepatomegalia (aumento del
tamaño del hígado) y linfadenopatía, y la presentación en familiares es más frecuente de lo esperado.
Los medicamentos que se utilizan para la artritis reumatoide tienen efectos secundarios, por tanto,
cualquier tratamiento a aplicar implica la necesidad de considerar que es mayor el beneficio que el
riesgo. Además, el carácter variable de la enfermedad obliga a reajustar el tratamiento en un mismo
paciente. Al final será el enfermo quien decidirá si asume el tratamiento después de disponer de toda
la información posible.
Un grupo engloba los medicamentos que se encargan de aliviar el dolor y la inflamación a corto
plazo; estos son útiles para disminuir la inflamación y sobrellevar el dolor del “día a día”, pero
no intervienen en la evolución de la enfermedad a largo plazo. En este grupo se incluyen
los antiinflamatorios y los corticoides. Los antiinflamatorios no esteroideos, o AINE, son
medicamentos cuya respuesta varía en cada persona, y su elección se basa en las
características del paciente (edad, respuesta individual anterior, insuficiencia renal, hepatopatía
crónica, enfermedad ulcerosa...). A veces es necesario probar varios AINES hasta conseguir
los efectos deseados (dejando que actúen al menos dos semanas a dosis plenas). La
administración de glucocorticoides por vía oral y a dosis bajas, se emplea cuando los AINES no
controlan adecuadamente el dolor y la impotencia funcional, o están contraindicados; se utilizan
siguiendo las indicaciones particulares que el reumatólogo conoce, y permiten en muchos casos
la mejora de la calidad de vida a largo plazo.
Otro gran grupo incluye fármacos que no sirven para el dolor en un momento determinado; si
no que actúan haciendo que sea menor la actividad de la enfermedad a largo plazo, es decir,
retrasan la progresión de la enfermedad. Son los llamados fármacos modificadores de la
enfermedad (FAME); estos fármacos pueden no ser eficaces en el 100% de los enfermos, y
esto hace que el médico tenga que prescribir varios de forma secuencial hasta encontrar aquel
que sea más eficaz y mejor tolerado. Hay que tener en cuenta que son fármacos de acción lenta
y tardan en hacer efecto semanas, e incluso meses. Los más representativos de este grupo son
el Metotrexato y Leflunomida, siendo muy eficaces y rápidos en su actuación. Otros como sales
de oro, cloroquina, sulfasalacina, ciclosporina A… se suelen emplear cuando los primeros no
se toleran o no han sido eficaces. En general, requieren un control por parte del reumatólogo y
una estrecha colaboración del paciente.
Fármacos biológicos: cuando no se consiguen los objetivos con los medicamentos anteriores
se aconseja iniciar un tratamiento con anti-TNF (infliximab, etanercept, adalimumab) o
tocilizumab. Están en desarrollo otros fármacos para añadirse a este espectro de herramientas
terapéuticas en un futuro próximo.
Otros procedimientos: infiltraciones de las articulaciones con corticoides, cirugías correctoras
de algunas deformidades, férulas u otros dispositivos ortopédicos, etcétera.
Las diversas modalidades utilizadas por los fisioterapeutas para tratar osteoartritis incluyen:
Ejercicios
Masajes
Proveer de pacientes los ayudantes que recorren
Electroterapia
La junta de caballete soporta el peso corporal; así, el dolor en esta junta afecta a la movilidad total.
La pinta apunta perfeccionar la movilidad en pacientes en estos casos. Las técnicas usadas por los
fisioterapeutas incluyen:
Terapia manual
Estirando y fortaleciendo ejercicios
Formación para la administración del peso
Estrategias de la protección de la junta de caballete: Esta técnica implica el conducir del
paciente sobre ciertos métodos comunes de la protección. Aconsejan los pacientes principal
contra llevar pesos pesados y hacer ciertas actividades que sobrecarguen la junta. Les
también proporcionan los socorros del paso y se aconsejan utilizar las mercancías apropiadas
del pie. Los fisioterapeutas también les enseñan sobre mantener una postura correcta.
Los fisioterapeutas realizan generalmente una prueba física de la evaluación antes de comenzar el
tratamiento. La evaluación mayor implica la evaluación del paso, actividades de la vida de cada día,
el alcance del movimiento común, la prueba de la fuerza muscular, la postura, y la función
respiratoria. Luego, utilizan la escala I y II y cuestionario de la medición del impacto de la artritis de la
evaluación de la salud para una evaluación exacta.
Esta forma de la aproximación del tratamiento mayor implica las técnicas mencionadas más
adelante:
Las técnicas de la rehabilitación en tratar el RA mayor implican entablillar de las juntas afectadas, el
uso de los guantes de la compresión, la terapia manual, ejercicios terapéuticos, y la educación de
paciente.
Qué es la artrosis
La artrosis es la más frecuente de todas las patologías reumáticas. Afecta a las articulaciones, y
puede aparecer en cualquiera de ellas, aunque ciertas localizaciones son más habituales, como
veremos a continuación. Es uno de los motivos de consulta médica más frecuentes, sobre todo en la
población de edad avanzada. La mitad de las personas mayores de 65 años muestran signos de
artrosis en sus articulaciones, aunque no refieran síntomas.
En una articulación normal, el cartílago recubre el extremo de los dos huesos que forman la
articulación (rodilla, codo, hombros, nudillos...), permitiendo que, al moverse, los huesos no rocen;
también absorbe los golpes sobre la articulación. Este cartílago se ve nutrido por un líquido viscoso
(llamado sinovial), que permite la lubricación de la articulación y consigue que el cartílago se
encuentre en las condiciones perfectas de hidratación y elasticidad para llevar a cabo su función.
Cuando se desarrolla la artrosis, dicho cartílago pierde sus propiedades. Puede incluso llegar a
desaparecer, haciendo que los extremos de ambos huesos rocen directamente, produciendo dolor.
También puede ocurrir que la viscosidad del líquido sinovial disminuya, resultando menos efectivo. El
hueso puede reaccionar, estimulándose el crecimiento lateral del mismo, y dando lugar a lo que en
medicina se conoce como osteofito. Esto produce la típica deformación de las articulaciones y la
aparición de nódulos (pequeños bultos que se pueden palpar, resultado de ese crecimiento anormal
del hueso).
Todo esto se complica cuando el organismo elimina los pequeños restos de cartílago que aún
quedan alrededor de la articulación. Se produce la liberación de factores inflamatorios, que
empeoran la inflamación y el dolor asociados a la degeneración de la articulación.
La artrosis se puede clasificar en función de las causas que la han producido. Así, tendremos:
Artrosis primaria
Aquella que aparece sin factores causantes conocidos. Se llama idiopática por este motivo. Las
localizaciones más frecuentes de la artrosis primaria son: manos, pies, rodillas, cadera o columna,
entre otras. Existe una forma más generalizada de artrosis primaria que afectaría a tres o más
articulaciones a la vez.
Artrosis secundaria
En este caso sí se puede apreciar una causa para la aparición de la patología. Así cabe destacar:
Enfermedades congénitas (de nacimiento).
Algunas enfermedades del metabolismo como los depósitos de cristales de pirofosfato cálcico;
endocrinas, como la diabetes o el hipoparatiroidismo; la acromegalia.
Alteraciones inflamatorias neurológicas o vasculares, como la artropatia de Charcot,
la neuropatía diabética…
Otras enfermedades reumáticas como la artritis reumatoide, la gota o la enfermedad de Paget
ósea.
Los factores de riesgo son aquellos determinantes que presenta una persona que la hacen más
susceptible a sufrir una enfermedad. En el caso de la artrosis, estos son sus factores de riesgo:
Síntomas
La mayoría de los síntomas de la artrosis derivan del mecanismo y las causas de producción de la
enfermedad (ver apartado 'Qué es la artrosis'). No obstante, los síntomas más frecuentes, que
suelen aparecer en casi todos los procesos de artrosis son los siguientes:
Dolor: es posible que el paciente no lo sufra y que se diagnostique la artrosis como mera
coincidencia, gracias a alguna prueba radiológica llevada a cabo por otro motivo; pero es muy
frecuente que aparezca. Se produce por la degeneración del cartílago y el roce de los dos
huesos desnudos, carentes de la protección que les confiere el cartílago. Al principio de la
enfermedad, el dolor suele aparecer al mover la articulación; pero cuando se ha instaurado
completamente, el dolor suele aparecer con el reposo (por ello, a los pacientes que sufren
artrosis desde hace mucho tiempo les suele doler más por las mañanas, durante los primeros
minutos en los que deben mover las articulaciones tras la inactividad nocturna).
Crujidos: suelen aparecer tras un rato de descanso. Al mover la articulación, esta parece
estar rígida, como si le faltara lubricación. Se debe al roce de los extremos de los huesos y
puede ser otro síntoma de la artrosis.
Deformación: el crecimiento lateral de los huesos, al reaccionar por la degeneración del
cartílago, produce deformidad en la articulación, que se agranda y se hace más ancha. En las
manos es muy frecuente la aparición de los nódulos.
Inflamación y edemas: pueden aparecer procesos inflamatorios y acúmulos de líquido
alrededor de la articulación dañada.
Rigidez: tras períodos de inactividad, la articulación se puede mostrar rígida, necesitando del
paso de minutos para recuperar su movimiento natural. Esto es frecuente sobre todo por las
mañanas.
Si bien la artrosis se puede presentar en casi cualquier articulación del cuerpo, ciertas localizaciones
son mucho más frecuentes. Además, las manifestaciones de esta artrosis pueden presentar
pequeñas variaciones en función de la articulación afectada.
Artrosis en las manos
Suele cursar con nódulos o bultos que se localizan entre las articulaciones de las falanges.
Son más frecuentes en las mujeres. Los miembros de una misma familia pueden presentar
tendencia a sufrirla, si sus antepasados la han sufrido. La primera manifestación suele ser
dolor e inflamación en una articulación; y después se va extendiendo a otras. A medida que
van apareciendo los nódulos, las molestias van remitiendo, hasta la desaparición total de las
mismas cuando la deformación ya está muy avanzada, y el principal problema lo constituye la
alteración estética. Es frecuente la aparición de una deformidad en la articulación de la
primera falange del dedo pulgar con dolor reiterado que se denomina rizartrosis.
Artrosis en la rodilla
Artrosis en la cadera
El dolor suele manifestarse en la ingle. Mejora con el descanso. También puede doler la cara
interna del muslo, la rodilla, o incluso la zona de las vértebras lumbares cercana a la cadera.
La evolución puede variar mucho; puede permanecer estable o requerir de cirugía. Los
movimientos normales pueden estar comprometidos, dificultando acciones tan comunes como
abrocharse los zapatos (porque no se puede flexionar la pierna) o cruzar las piernas.
Artrosis en la columna vertebral
En la artrosis de la columna suele aparecer dolor en la región cervical (en el cuello) o en las
vértebras lumbares debido a la degeneración del cartílago que, en este caso, facilita el
movimiento de las vértebras y el roce entre ellas; los músculos de la zona pueden sufrir
contracturas, lo que dificulta el movimiento del cuello o los hombros, en el caso de la artrosis
cervical. Se puede transmitir el dolor, debido a la conducción nerviosa, hasta la zona de la
cadera, produciendo ciática (dolor en el nervio ciático).
Tratamiento
Las medidas terapéuticas pautadas para tratar la artrosis van encaminadas al alivio de los síntomas,
pues actualmente no existen fármacos o terapias que impidan su progresión. De esta manera, los
medicamentos empleados para el tratamiento de la artrosis son aquellos que alivien el dolor y la
inflamación, y algunos que retrasan o enlentecen la degeneración de los cartílagos:
Fármacos analgésicos y antiinflamatorios
Para pacientes con artrosis se utilizan los más habituales, como son el paracetamol, el ibuprofeno, el
dexketoprofeno y el metamizol. Deben ser tomados diariamente y en varias tomas, necesitando
complementar con otros o incrementar su dosis cuando irrumpa una crisis de dolor o inflamación.
Como su uso prolongado puede conllevar problemas digestivos y renales, se recomienda tomarlos
siempre bajo control médico y vigilando los posibles efectos adversos.
Algunos analgésicos más potentes, como los opiáceos menores, contribuyen al alivio del dolor sin
efecto antiinflamatorio. A esta familia pertenecen la codeína y el tramadol. Y con menor efecto
irritante para el estómago se aprobaron para este uso los inhibidores de la COX-2, como el
celecoxib y etoricoxib. Ofrecen un buen control del dolor a expensas de un menor efecto nocivo.
El uso de corticoides queda reservado sobre todo para pacientes que no puedan tomar
antiinflamatorios comunes, o para infiltrar las articulaciones dolorosas en situaciones muy concretas.
Algunas infiltraciones se llevan a cabo con ácido hialurónico, cuyo inicio de acción es más lento que
los corticoides, pero más duradero.
Como complemento a estos fármacos para tratar la artrosis, existen situaciones en las que el médico
o el reumatólogo puede recomendar la aplicación tópica de sustancias como la capsaicina, que
disminuye la transmisión local del dolor, sobre articulaciones doloridas pequeñas, pero cuya
aplicación es muy irritante.
Tratamiento quirúrgico
Pronóstico de la artrosis
La artrosis no tiene cura por el momento, pero los tratamientos disponibles, así como
las recomendaciones para la artrosisindicadas en el siguiente apartado, pueden atenuar mucho los
síntomas, en especial el dolor y la inflamación, de manera que el paciente pueda llevar una vida casi
normal. En algunos casos, la artrosis no evoluciona, no es degenerativa; de manera que, aunque
puede aparecer el dolor en forma de ataques de cuando en cuando, el cartílago no degenera
completamente, o la deformación de la articulación no es total.
La presencia de obesidad o las articulaciones modificadas o inestables son factores que implican un
peor pronóstico en cuanto a necesidad de mayor analgesia, una peor calidad de vida y en ocasiones
necesidad de tratamiento quirúrgico con lo que ello conlleva.
Su fisioterapeuta puede tratar con eficacia los síntomas de la artrosis. Según la gravedad de la
artrosis, la fisioterapia puede ayudar a evitar la cirugía. Aunque los síntomas y la progresión de la
artrosis son diferentes para cada persona, comenzar un programa de ejercicios individualizado y
abordar los factores de riesgo puede ayudar a aliviar los síntomas y retrasar el avance de la
enfermedad. Su fisioterapeuta puede ayudarle de la siguiente forma:
Su fisioterapeuta le hará un examen completo para determinar los síntomas y qué actividades
son difíciles para usted. Le diseñará un programa de ejercicios para hacer frente a esas
actividades y mejorar su movilidad.
Su fisioterapeuta puede utilizar la terapia manual para mejorar el movimiento de la articulación
afectada, así como tratamientos dirigidos a disminuir el dolor.
Su fisioterapeuta puede ofrecerle sugerencias para adaptar su puesto de trabajo y disminuir el
estrés en las articulaciones.
Su fisioterapeuta le puede enseñar un programa de ejercicio aeróbico para mejorar su
movilidad y la salud en general, y ofrecer instrucciones para continuar el programa en el domicilio.
Si usted tiene sobrepeso, su fisioterapeuta le puede enseñar un programa de ejercicios para
bajar de peso de forma segura, y recomendar cambios simples en el estilo de vida que ayudarán
a mantener el peso.
En los casos de artrosis severa que no puede solucionarse sólo con fisioterapia, la cirugía, como
el reemplazo de cadera o de rodilla, puede ser necesaria.
Aunque la artrosis no siempre requiere cirugía, se ha estimado que el uso de la sustitución total de la
articulación en los Estados Unidos aumentará un 174% para las caderas y un 673% para las rodillas
en el año 2030.
Durante esta fracción de segundo, en la que el arco de movilidad articular se ve superado más allá
de los límites de su rango, los ligamentos y estructuras de fijación de la articulación sufren un
sobreesfuerzo que se traduce en distensión, rotura e incluso arrancamiento.
Por su parte, el sistema vascular y el tejido conectivo también se verán afectados, en mayor o menor
medida, dando como resultado posibles derrames internos y edemas, respectivamente. Por tanto, la
gravedad y consecuencias del esguince van a depender de la energía del traumatismo y de la fuerza
o consistencia que tuviera dicha articulación.
Es un tipo de lesión muy frecuente, sobre todo en gente joven por la práctica deportiva debido a una
mala pisada, mal movimiento o al uso de calzado inadecuado; pero también se observa en otras
épocas de la vida donde la menor agilidad o la debilidad de las articulaciones pueden originar riesgo
para padecerlo. Ocasiona un buen número de consultas médicas y, aunque no son un trastorno
grave, suele generar costes sociosanitarios por el absentismo laboral que provocan.
Causas
Fundamentalmente, los esguinces se producen al traspasar el límite máximo permitido del
movimiento de una articulación. Una vez transgredidos estos umbrales, todas las estructuras sufren
daños, ya que su diseño no abarca dimensionas tales. Los mecanismos más habituales de este tipo
de lesiones son:
Los movimientos bruscos y excesivos, o los gestos descontrolados, cuando en ellos convergen dos
factores sinérgicos: ángulos máximos de movimiento, y carga sobre estos. Si se realiza una acción
en ángulos máximos sin una carga significativa, se produce el fenómeno conocido popularmente
como torcedura, lesión de menor entidad que el esguince. Sin embargo, si se le añade el
componente de la carga, la gravedad se incrementa debido a que las estructuras de sujeción no
soportan la fuerza a contener.
Los traumatismos son otra causa común de esguince. Por norma general los impactos y accidentes
en articulaciones provocan este tipo de lesiones.
En el caso de los esguinces de tobillo –los más frecuentes– el mecanismo puede ser ejemplo para
otras articulaciones. De esta manera, se produce la torcedura por inversión (hacia dentro) por la
mayor debilidad de la estructura ligamentosa externa que induce a doblar la articulación hacia
dentro, mientras que el otro mecanismo sería por eversión, es decir, una torcedura hacia fuera
alejando la articulación de la línea media.
En otros casos como la rodilla, la torcedura se produce a cualquiera de los dos lados de la misma,
forzando la postura de varo o valgo (convexidad o concavidad de la articulación).
Otro mecanismo conocido es el del primer dedo de la mano o dedo gordo, en los esquiadores, que
sufren un esguince por una hiperabducción con el bastón.
Edad: a mayor edad la rigidez de la articulación es mayor, por lo que los movimientos bruscos
son peor tolerados
Síntomas
Atendiendo a los grados de gravedad, podemos encontrarnos con el siguiente cuadro
sintomatológico que nos indica que se ha producido un esguince:
Dolor: es un síntoma prácticamente constante en este tipo de lesiones a consecuencia de la
inflamación y, en algunos casos, la rotura parcial de algunas de sus estructuras. En algunos
casos el dolor llega a ser tan importante, sobre todo a mayor grado de esguince, que se
produce un fenómeno de hipersensibilidad, es decir, intenso dolor al mínimo roce de la
articulación afectada.
Edema o inflamación de los tejidos: la rotura de los capilares sanguíneos y el líquido
sinovial de la articulación afectada se acumulan en la cápsula articular produciendo un
aumento de tamaño de dicha articulación poniendo de manifiesto este signo tan característico
del esguince. El aspecto, por tanto, de una articulación inflamada es de una articulación
deformada, lo que puede llamar la atención sobre todo en personas con distinto umbral del
dolor y que perciban más el aumento de tamaño de la articulación que el dolor.
Inestabilidad funcional limitada e incluso anulada: tanto el dolor como la propia
inflamación articular generan una impotencia en la función del aparato articular, siendo la
principal causa del cese de actividades habituales. En casos como el tobillo o rodilla pueden
generar la imposibilidad de caminar. En otros casos más leves, se mantiene la funcionalidad,
pero con evidente inestabilidad pues los ligamentos se encuentran dañados y no ofrecen la
resistencia habitual
Equimosis o cardenal: a las pocas horas de sufrir la lesión puede aparecer una zona
punteada rojiza o equimosis, o un verdadero hematoma por la rotura de pequeños capilares
de las estructuras que han sufrido la torcedura. Será más evidente en articulaciones como el
tobillo.
Según su gravedad hablamos de tres tipos de
esguinces:
Esguince de grado 1
Esguince de grado 2
Esguince de grado 3
Tratamiento
Esguince grado 2
El patrón de actuación será idéntico al grado 1, con la
salvedad de la protección con férula o vendaje funcional a
partir del segundo día.
Esguince grado 3
Antes de cualquier actuación, debe ser evaluada la lesión por
un especialista, en este caso traumatológico, para discernir el
alcance de la lesión y las pruebas pertinentes a realizar. Posteriormente, y al igual que en los casos
anteriores, comenzaremos los primeros dos días con el protocolo RHICE; una vez que la inflamación
ha remitido (de dos a tres semanas), se comenzarán las labores de rehabilitación por parte de
terapeutas profesionales acompañados del uso de férulas de descarga o vendajes funcionales.
o Reposo: lógicamente, no apoyar el pie afecto hasta que se vaya iniciando la recuperación y
sea posible el apoyo progresivo (primero apoyo suave, con ayuda de muletas para, poco a
poco, ir haciendo un apoyo más intenso). Descansar en la medida de lo posible y desplazarse
usando muletas o bastones. Para ello recomiendo seguir las indicaciones de este artículo
sobre el uso correcto de muletas y bastones.
o Hielo: aplicar frío en la zona lesionada. Puede ser hielo en cubitos, o mejor, aplicar una bolsa
especial diseñada para este fin (cold-pack). De venta en farmacias y ortopedias, está rellena
de un gel que se enfría en el congelador y que es moldeable una vez que está frío, de tal
forma que podemos adaptar la bolsa a la zona del pie que queramos. Otra opción es usar una
bolsa de guisantes congelados, menos vistosa pero muy efectiva, puesto que también permite
adaptar la bolsa a la superfice a tratar. ¡Ojo!: El frío quema. Lo mejor es no aplicar el hielo o
bolsa congelada directamente sobre la piel, sino usar una servilleta o paño fino para aislar
la piel del contactodirecto. Las aplicaciones serán de unos 10-15 minutos. Después de este
tiempo, retirar el frío y dejar reposar un poco el pie (no es conveniente el frío muy continuado).
Si se desea repetir, volver a hacerlo en aplicaciones de 10-15 minutos con descansos.
o Compresión: es bueno aplicar un vendaje elástico compresivo sobre el tobillo y pierna, para
dar estabilidad al pie además de evitar el edema excesivo. Lo ideal sería aplicar vendajes
funcionales, que permiten una cierta función del tobillo además del apoyo del pie, lo cual evita
pérdidas de fuerza muscular y propiocepción (más abajo se habla un poco sobre el tema de la
propiocepción).
o Elevación: mantener la pierna elevada en los momentos en que se esté reposando ayudará a
su descanso y evitará el aumento del edema en la zona.
Luxación o dislocación
Si un hueso se desencaja de la articulación y no vuelve a su posición natural, se produce una
dislocación o luxación. Se trata de una lesión frecuente, por lo que es importante saber cómo actuar
en estos casos.
Hay veces en las que el hueso se desencaja de la articulación pero al momento vuelve a su cavidad,
lo que se produce en estos casos es una subluxación.
Generalmente las articulaciones más comprometidas son la cadera, la rodilla, el codo, el tobillo y el
hombro. En principio las luxaciones no suponen un riesgo vital inminente, pero se deben tratar con
celeridad por si hubiese vasos sanguíneos, nervios o músculos afectados.
En ocasiones puede ser difícil diferenciar una fractura -que es la rotura de un hueso- de una
luxación. Sin embargo, ambas reciben el mismo tratamiento en primeros auxilios, y recibirán
atención especial cuando los servicios sanitarios determinen el tipo de lesión que sufre el paciente.
Causas
Este tipo de lesión es frecuente porque no tiene por qué darse una situación especial para que se
produzca. Un golpe, no necesariamente fuerte, que se recibe en un sitio específico, puede dislocar
un miembro, al igual que puede suceder con una mala postura o una caída con mal apoyo.
Dependiendo de la articulación afectada, las causas de la luxación varían. Las más comunes son:
Hombro: puede luxarse tanto hacia delante como hacia atrás; la mayor parte de las veces por
un mal apoyo del brazo o a causa de movimientos muy bruscos.
Cadera: provocada por fuertes impactos en la pierna que hacen palanca y causan la luxación.
Rodilla: la articulación de la rodilla es más compleja, ya que intervienen varios huesos, y la
luxación se puede producir en cualquiera de las uniones. Normalmente la causa de la
dislocación es una rotación forzada, mal apoyo y traumatismos.
Tobillo: esta articulación es la que suele sufrir más lesiones traumatológicas. El tobillo debe
soportar todo el peso del cuerpo, amortigua los golpes y sufre constantemente pisadas en
terrenos con desniveles. Una persona desentrenada que apoye mal el pie tiene más
probabilidades de luxarse, al igual que las personas obesas que sobrecargan la articulación. Un
simple escalón basta para lesionar un tobillo.
Codo: la dislocación del codo es más común en niños que en adultos, sobre todo por las caídas
al empezar a andar, o los tirones cuando se les agarra de la mano.
Espalda: las vértebras de la columna también pueden cambiar de posición o fracturarse. Estos
suelen ser casos donde ha habido un fuerte traumatismo, como una caída a gran altura o
un accidente de tráfico.
Síntomas
Las luxaciones y subluxaciones, como la mayoría de las lesiones traumatológicas, presentan unos
signos y síntomas característicos. En ocasiones puede ocurrir que a simple vista no se pueda
determinar el tipo de lesión, si es una subluxación o una torcedura. Sin embargo, el tratamiento será
el mismo hasta que los servicios médicos hagan las pruebas necesarias para evaluar la lesión.
Hay características que son iguales tanto en dislocaciones completas como en subluxaciones, que
son:
Dolor agudo e intenso, sobre todo al intentar mover la articulación o cargar peso.
Pero en el caso de una dislocación, al ser una lesión más grave, además se observará:
Qué hacer:
Se debe comprender que una luxación y una fractura presentarán signos y síntomas muy parecidos,
siendo difícil diferenciarlas. Por eso es importante seguir unos pasos que servirán en ambas
situaciones, evitando así riesgos innecesarios:
Localizar la articulación afectada. Si la víctima sospecha que se ha dañado la espalda, el cuello
o la cadera, no moverla. Llamar al número de emergencias y esperar a que acudan, sin
abandonar a la víctima en ningún momento.
Si existen heridas, antes de inmovilizar el miembro se deben limpiar y cubrir con gasas estériles
o paños limpios.
Aplicar frío local (hielo, bolsas de agua fría) para reducir la inflamación y el dolor.
Una vez asegurada la articulación, trasladar al accidentado a un hospital para que se le hagan
las pruebas pertinentes y le administren el tratamiento adecuado.
Que no hacer:
Como en todas las situaciones, existen algunas normas a seguir para que el accidentado sea
atendido de manera correcta y no sea expuesto a riesgos por imprudencias. Esto es lo que no
se debe hacer en caso de luxación o dislocación:
No abandonar a la víctima en ningún momento hasta que pueda ser atendida por los servicios
sanitarios, familiares, etcétera.
No aplicar pomadas ni proporcionar medicamentos, a no ser que esté previamente prescrito por
un médico.
No mover a una persona con sospecha de lesión en el cuello, columna o cadera. En caso de
que sea estrictamente necesario movilizarle (porque esté en la carretera por ejemplo) tirar de
su ropa y no hacer movimientos bruscos.
No dar masajes en la zona lesionada por la luxación, pues solo se ocasionaría más daño y
ningún beneficio.
Qué es
La palabra fibromialgia (FM) significa dolor en los músculos y en el tejido fibroso (ligamentos y
tendones). La fibromialgia se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado y sensación
dolorosa a la presión en unos puntos específicos (puntos dolorosos). Este dolor se parece al
originado en las articulaciones, pero no es una enfermedad articular.
La fibromialgia es frecuente, la padece entre el 2% al 6% de la población, sobre todo mujeres. Puede
presentarse como única alteración (fibromialgia primaria) o asociada a otras enfermedades
(fibromialgia concomitante).
Síntomas
En términos generales podemos decir que la fibromialgia consiste en una anomalía en la
percepción del dolor, de manera que se perciben como dolorosos, estímulos que
habitualmente no lo son. Además de dolor, la fibromialgia puede ocasionar rigidez generalizada,
sobre todo al levantarse por las mañanas, y sensación de inflamación mal delimitada en manos y
pies. También pueden notarse hormigueos poco definidos que afectan de forma difusa sobre todo a
las manos.
La persona que busca la ayuda del médico suele decir “me duele todo”, pero otras veces es
referido como quemazón, molestia o desazón. Con frecuencia el dolor varía en relación con la hora
del día, el nivel de actividad, los cambios climáticos, la falta de sueño o el estrés.
Además del dolor, la fibromialgia ocasiona muchos otros síntomas: el 90% de los
pacientes tienen cansancio, el 70-80% trastornos del sueño y hasta un 25%ansiedad o
depresión. También son muy frecuentes síntomas como mala tolerancia al esfuerzo, sensación de
rigidez generalizada (sobre todo al levantarse por las mañanas), sensación de inflamación mal
delimitada en manos y pies, hormigueos que afectan de forma difusa sobre a las manos, jaquecas,
dolores en la menstruación, colon irritable, sequedad en la boca y los ojos.
Causas
No se conoce la causa de esta alteración, pero se piensa que hay muchos factores
implicados. Hay personas que desarrollan la enfermedad sin causa aparente y en otras comienza
después de procesos identificables como puede ser una infección bacteriana o viral, un accidente de
automóvil o en otros casos aparece después de que otra enfermedad conocida limite la calidad de
vida (artritis reumatoide, lupus eritematoso, etc.).
Estos agentes desencadenantes no parecen causar la enfermedad, sino que lo que probablemente
hacen es despertarla en una persona que ya tiene una anomalía oculta en la regulación de su
capacidad de respuesta a determinados estímulos.
Diagnóstico
La fibromialgia se reconoce como un síndrome, lo que significa que el reumatólogo la identifica
cuando encuentra en una persona determinada unas alteraciones que concuerdan con las que han
sido previamente fijadas por expertos para su diagnóstico.
Es muy importante establecer un diagnóstico firme porque ahorra una peregrinación en busca de
diagnósticos o tratamientos, mejora la ansiedad que produce encontrarse mal sin saber por qué y
permite fijar objetivos realistas.
Tratamiento
La enfermedad no tiene curación definitiva. El objetivo del tratamiento es mejorar el dolor y tratar
los síntomas acompañantes, para conseguir una gran mejoría en la calidad de vida de estos
pacientes.
Es importante conocer la naturaleza de la enfermedad y cuales son los factores desencadenantes de
brotes, realizar tratamiento de las alteraciones psicológicas asociadas si las hay (ansiedad y
depresión) y ejercicio físico suave diariamente.
Es importante establecer las mejores condiciones para un sueño reparador. Tener una cama no
excesivamente blanda ni excesivamente dura, así como una almohada baja. Evitar la ingesta de
sustancias y bebidas estimulantes, las temperaturas extremas y los ruidos y luces.
Los analgésicos disminuyen de manera parcial el dolor y sólo los debe tomar si su médico se lo
indica. Otros grupos de medicamentos utilizados son los relajantes musculares que deben tomarse
en tandas cortas y algunos fármacos antidepresivos que aumentan los niveles de serotonina y que
mejoran los síntomas de la fibromialgia, pero todos ellos deben suministrarse bajo prescripción
médica.
Evolución
A pesar de tener un carácter benigno porque no produce secuelas físicas (no destruye las
articulaciones, no ocasiona lesiones irreversibles ni deformidades) ni influye en la supervivencia
del paciente, el impacto que origina en la calidad de vida de quien la padece es muy variable de
unas personas a otras pudiendo ser limitante.
La Fisioterapia en la Fibromialgia
Durante una sesión de tratamiento el fisioterapeuta podrá utilizar diferentes técnicas, herramientas o
procedimientos, que seleccionará en función de los síntomas que el paciente presente y los objetivos
de tratamiento establecidos. Cada paciente es único y por lo tanto los tratamientos son
individualizados y adaptados a las necesidades terapéuticas del sujeto. No todos los pacientes
reciben el mismo tratamiento aunque tengan una misma enfermedad diagnosticada.
Un aspecto que me gustaría resaltar es que los pacientes no deben crearse expectativas por los
resultados que una determinada técnica haya podido producir en otro paciente con su misma
enfermedad, en ocasiones, la alta variabilidad en la sintomatología y en los factores intrínsecos de
cada sujeto hace que las técnicas no consigan un mismo resultado en unas personas que en otras.
En cada caso, será el fisioterapeuta quien determine cuál es el mejor procedimiento. También es
probable que las técnicas puedan variar entre sesiones o a lo largo del tratamiento.
Sabemos que el tratamiento de Fisioterapia, al igual que otros tratamientos, es eficaz mientras se
aplica, y en ocasiones sus efectos persisten durante un corto periodo de tiempo, pero la Fisioterapia
hoy en día no resuelve la enfermedad. Es por ello, que en las enfermedades crónicas se proponen
tratamientos continuados o por temporadas.
La periodicidad del tratamiento vendrá determinada por el fisioterapeuta y podrá variar de una a
varias sesiones semanales, dependiendo de la intensidad o la severidad de los síntomas.
Además de todas estas técnicas, y teniendo en cuenta que la Fisioterapia en una disciplina en
constante desarrollo, es probable que los fisioterapeutas, cada vez más especializados en técnicas
muy concretas, puedan incluir en su tratamiento herramientas como la punción seca o el vendaje
neuromuscular para aliviar el dolor muscular. Siempre resultará oportuno que el fisioterapeuta dé las
explicaciones oportunas del objetivo con el que se emplea una técnica.
La mayoría de las técnicas utilizadas en Fisioterapia, además del efecto local o regional que se les
describe, producen un importante efecto propioceptivo a partir de la integración de la información que
las propias técnicas generan en las zonas de aplicación. Esta información propioceptiva integrada a
nivel del sistema nervioso central es la responsable de los efectos que en ocasiones se registran y
que también son utilizados de forma terapéutica.
La literatura y la evidencia clínica no dejan lugar a dudas cuando afirman que el ejercicio físico
también es una buena herramienta terapéutica en la Fibromialgia. Los fisioterapeutas valoran qué
tipo de ejercicio físico es el más oportuno en cada caso, y cuál debe ser su programación en cuanto
a periodicidad, intensidad y tiempo de realización. El síntoma de la fatiga limita habitualmente el tipo
de ejercicio y la intensidad. No todos los enfermos de Fibromialgia pueden realizar el mismo tipo de
ejercicio ni con la misma intensidad, algunas personas precisan adaptaciones; de nuevo recordar
que la prescripción debe hacerse de forma individualizada para conseguir los mejores resultados
posibles. En ocasiones el ejercicio físico prescrito es la natación terapéutica, existen habitualmente
piscinas que ofrecen este tipo de tratamiento llevado a cabo por un fisioterapeuta.
Dado que las algias (dolores) vertebrales son una de las manifestaciones más frecuentes, los
enfermos de Fibromialgia deben recibir una adecuada educación con respecto a hábitos posturales,
lo que se conoce como higiene postural. Los fisioterapeutas están capacitados para hacer un análisis
adecuado de la postura e indicar todas las adaptaciones posturales necesarias para minimizar el
efecto que ellas tienen sobre el dolor vertebral inespecífico que en el caso de la Fibromialgia además
se encuentra exacerbado.
La osteoporosis hace que los huesos se debiliten, tanto que una caída o incluso una leve tensión
como agacharse o toser pueden provocar una fractura. Las fracturas relacionadas con la
osteoporosis suelen ocurrir en las caderas, las muñecas y la columna vertebral.
Los huesos son tejidos vivos que se rompen y se reemplazan constantemente. La osteoporosis
ocurre cuando la generación de huesos nuevos es más lenta que la eliminación de los huesos viejos.
La osteoporosis afecta a hombres y mujeres de todas las razas. No obstante, las mujeres blancas y
asiáticas (en particular las mujeres mayores y menopáusicas) tienen más riesgo. Ciertos
medicamentos, una dieta saludable y los ejercicios que incluyen levantar pesas pueden ayudar a
evitar la disminución de masa ósea y reforzar los huesos débiles.
Síntomas
Habitualmente, las etapas iniciales de la disminución de la masa ósea no presentan síntomas. Pero
una vez que los huesos se hayan debilitado por la osteoporosis, puedes tener los siguientes signos y
síntomas:
Causas
Factores de riesgo
Una gran cantidad de factores pueden aumentar las probabilidades de desarrollar osteoporosis,
entre ellos edad, raza, elecciones de estilo de vida, afecciones y tratamientos.
Riesgos inalterables
Algunos factores de riesgo de la osteoporosis están fuera de tu alcance, entre ellos:
El sexo. Las mujeres tienen muchas más probabilidades de desarrollar osteoporosis que los
hombres.
Edad. A mayor edad, mayor riesgo de desarrollar osteoporosis.
Raza. Los descendientes de blancos y asiáticos tienen más riesgo de desarrollar osteoporosis.
Antecedentes familiares. Si uno de tus padres o hermanos tienen osteoporosis, tienes mayor
riesgo, especialmente si alguno de tus padres sufrió una fractura de cadera.
Tamaño del cuerpo. Los hombres y mujeres con cuerpos pequeños suelen tener mayor riesgo
debido a que cuentan con menor masa ósea que los sostenga a medida que envejecen.
Tratamiento
Las recomendaciones para tratamiento con frecuencia están basadas en un cálculo de tu riesgo de
quebrarte un hueso en los próximos 10 años, usando información como la prueba de densidad ósea.
Si el riesgo no es muy alto, el tratamiento quizás no incluya medicación, y se enfoque en modificar
los factores de riesgo para pérdida ósea y caídas.
Los medicamentos que se recetan más frecuentemente para la osteoporosis, tanto para hombres
como para mujeres con un riesgo más alto de fractura, son los bifosfonatos. Los ejemplos incluyen:
Alendronato (Fosamax)
Risedronato (Actonel, Atelvia)
Ibandronato (Boniva)
Ácido zoledrónico (Reclast)
Los efectos secundarios incluyen náuseas, dolor abdominal, y síntomas similares a la acidez
estomacal. Es menos probable que se presenten efectos secundarios si el medicamento se toma
según lo indicado. Las formas intravenosas de los bifostonatos no causan malestar estomacal, pero
pueden provocar fiebre, dolores de cabeza y dolores musculares por hasta tres días. Y puede ser
más fácil programar una inyección trimestral o anual que recordar la toma de una tableta semanal o
mensual, aunque puede ser más costoso.
Utilizar la terapia de bifosfonatos durante más de cinco años se ha relacionado con un problema muy
poco frecuente en el que la mitad del fémur se fisura e incluso se fractura completamente.
Los bifosfonatos también tienen probabilidad de afectar la mandíbula. La osteonecrosis de la
mandíbula es un trastorno raro que puede ocurrir típicamente después de una extracción dental,
cuando una sección del hueso de la mandíbula no sana después de la extracción. Deberás haberte
hecho un examen dental recientemente antes de comenzar a tomar bifosfonatos.
La dermatitis es un término general que describe una inflamación de la piel. La dermatitis puede
tener distintas causas y manifestarse de muchas formas. Generalmente, produce una erupción con
comezón sobre la piel enrojecida e inflamada.
La piel afectada por la dermatitis puede formar ampollas, supurar, formar una costra o descamarse.
Ejemplos de dermatitis incluyen la dermatitis atópica (eccema), la caspa y las erupciones cutáneas
provocadas por el contacto con distintas sustancias, como la hiedra venenosa, los jabones y las
joyas con níquel.
La dermatitis es una afección frecuente que no es contagiosa, pero puede hacerte sentir incómodo y
cohibido. Una combinación de pasos de autocuidado y medicamentos puede ayudarte a tratar la
dermatitis.
Síntomas
Dermatitis atópica (eccema). Esta erupción cutánea rojiza con picazón, que por lo general comienza
en la infancia, se localiza en los pliegues de la piel, como en los codos, detrás de las rodillas y la parte
de adelante del cuello. Si uno se rasca, la erupción puede despedir líquido y se pueden formar costras.
Las personas con dermatitis atópica pueden experimentar momentos de mejora y posteriores
exacerbaciones.
Dermatitis de contacto. La erupción cutánea se produce en partes del cuerpo que estuvieron en
contacto con sustancias que irritan la piel o que provocan una reacción alérgica, como la hiedra
venenosa, el jabón y los aceites esenciales. La erupción rojiza puede producir ardor, escozor o picazón.
Pueden aparecer ampollas.
Dermatitis seborreica. Esta afección produce manchas escamosas, piel rojiza y capa persistente. Por
lo general, afecta a las zonas grasosas del cuerpo, como el rostro, la parte superior del pecho y la
espalda. Puede tratarse de una afección a largo plazo con períodos de remisión y exacerbaciones.
Cuando este tipo de dermatitis afecta a bebés se conoce como «costra láctea».
Cuándo consultar con el médico
Te duele la piel
Causas
Picadura de plantas
Dermatitis atópica (eccema). Este tipo de dermatitis probablemente esté relacionada con diversos
factores, entre ellos, la piel seca, una variación genética, una disfunción del sistema inmunitario, la
presencia de bacterias en la piel y las condiciones ambientales.
Dermatitis de contacto. Esta afección aparece como resultado del contacto directo con varias
sustancias que irritan la piel o alérgenos, tales como la hiedra venenosa, las alhajas que contienen
níquel, los productos de limpieza, los perfumes, los productos cosméticos e, incluso, los conservantes
incluidos en cremas y lociones.
Dermatitis seborreica. Esta afección puede ser causada por una levadura (hongo) presente en la grasa
de la piel. Las personas con dermatitis seborreica pueden experimentar períodos de remisión y de
exacerbaciones según la temporada.
Factores de riesgo
Hay diversos factores que pueden aumentar el riesgo de tener determinados tipos de dermatitis. Por
ejemplo:
Edad. La dermatitis puede producirse a cualquier edad, pero la dermatitis atópica (eccema)
generalmente comienza durante la lactancia.
Alergias y asma. Las personas con antecedentes personales o familiares de eccema, alergias, rinitis
alérgica estacional o asma son más propensas a padecer dermatitis atópica.
Ocupación. Los empleos que implican contacto con determinados metales, solventes o insumos de
limpieza aumentan el riesgo de dermatitis por contacto. Trabajar en el ámbito sanitario se vincula con el
eccema de manos.
Enfermedades. Puedes tener un mayor riesgo de dermatitis seborreica si has tenido alguna
enfermedad, como insuficiencia cardíaca congestiva, enfermedad de Parkinson o VIH.
Complicaciones
Al rascarte en la zona de picazón asociada con la dermatitis, puedes producirte llagas que se pueden
infectar. Estas infecciones de la piel se pueden esparcir y, en casos muy raros, pueden ser
potencialmente mortales.
Prevención
Uno de los factores que puede ayudar a prevenir la dermatitis es evitar la piel seca. Estos consejos
pueden ayudarte a minimizar los efectos de sequedad de la piel cuando te bañas:
Toma un baño o una ducha más cortos. Procura que la ducha o el baño duren entre 5 y 10 minutos. Y
usa agua tibia en vez de caliente. El aceite de baño también puede ser útil.
Utiliza productos de limpieza que no contengan jabón o jabones suaves. Elige productos de
limpieza que no contengan jabón ni fragancia, o jabones suaves. Algunos jabones pueden secar tu piel.
Sécate con cuidado. Luego del baño, seca la piel rápidamente rozándola con las palmas de las manos
o utiliza una toalla suave y sécate dando palmaditas suaves.
Humecta la piel. Mientras la piel sigue húmeda, huméctala con aceite o crema. Prueba distintos
productos hasta que encuentres el mejor para ti. Idealmente, el mejor producto para ti será uno seguro,
eficaz, accesible y sin perfume.
Tratamiento
El tratamiento de la dermatitis varía según la causa y la manera en que cada persona experimenta la
afección. Además de las recomendaciones en cuanto a remedios caseros y cambios en tu estilo de
vida, la mayoría de los planes de tratamiento de la dermatitis consisten en una o más de las
siguientes opciones:
Aplicar ciertas cremas o lociones que afectan el sistema inmunitario (inhibidores de la calcineurina)
La irradiación con láser se lleva a cabo utilizando dispositivos que generan luz de color rojo (longitud
de onda de 0,63 um) o en el infrarrojo cercano (longitud de onda 0,8 a 0,9 um) porción del espectro
óptico, en modo continuo o pulsado generación de esta radiación. El procedimiento de exposición es
distante (0.5 cm de espacio libre), estable o lábil.
Irradiar las áreas expuestas de la piel. Antes del procedimiento, la superficie de la piel afectada se
limpia de una secreción serosa o purulenta húmeda. En presencia de escamas o costras, se usa
radiación infrarroja. Al usar emisores de infrarrojos pulsados, se permite aplicar de 2 a 3 capas de
gasa o vendaje.
En presencia de una reacción inflamatoria de la piel, los primeros 5 procedimientos se aplican a una
frecuencia de 80 Hz, todos posteriores - a una frecuencia de 10 Hz.
Causas
Es más frecuente en "pacientes con historial personal y familiar de atopia y en pacientes que viven
en zonas con mayor índice de contaminación o los que están expuestos al humo del tabaco", según la
experta del Hospital de Getafe.
El principal factor que causa la rinitis son los aeroalérgenos, que suelen clasificarse como agentes de
interior, exterior y laborales.
En el caso de los primeros, los más importantes son los ácaros del polvodoméstico (unos parásitos más
pequeños que la punta de un alfiler que se encuentran por centenares en el interior de los colchones y
alfombras de las casas), así como la saliva, los epitelios u orina de animales (gatos, perros, hámsters).
Los agentes de exterior son algunas especies de hongos atmosféricos y pólenes. Según los expertos,
los que provocan más alergia son los que proceden de las gramíneas, las malezas, como la artemisa, la
ambrosía y parietaria, y algunos árboles (olivo, ciprés, plátano de sombra o abedul).
Por último, la rinitis laboral surge como respuesta a un agente que se transporta por el aire y que está
presente en el lugar de trabajo. Puede deberse a una reacción alérgica o a la respuesta a un factor
irritante. Suelen estar implicados elementos como las harinas de cereales (panaderos, industria de
alimentos precocinados, fábricas de piensos, etc.), las enzimas proteolíticas (fábricas de detergentes,
medicamentos, harinas) y las maderas tropicales.
Síntomas
La rinitis estacional aparece con la llegada del polen. Los afectados pueden notar en la nariz, el paladar, la
parte posterior de la garganta y los ojos un picorque empieza de forma gradual o bruscamente. Por lo
general, los pacientes presentan ojos llorosos, estornudos y la caída de agüilla clara por la nariz.
Algunas personas pueden tener dolor de cabeza, tos, y jadeos. Además pueden estar irritables y
deprimidas; pierden el apetito y tienen dificultades para conciliar el sueño.
Si la rinitis viene acompañada con conjuntivitis los pacientes pueden tener también picor ocular, lagrimeo
y ojos hinchados y enrojecidos.
"Se puede diferenciar fácilmente de un simple resfriado ya que éste suele durar de 7 a 10 días y a
veces se acompaña de otros síntomas como fiebre y malestar general", destaca Rodríguez Jiménez.
Prevención
La principal acción para prevenir la rinitis es evitar el polen. Las recomendaciones que dan desde el
Servicio Madrileño de Salud son:
Evitar las horas del día donde las cantidades de polen son más altas, especialmente las horas de la
mañana.
Cuando los árboles, las flores y el moho están floreciendo los especialistas recomiendan no realizar
actividades al aire libre.
Mantener las ventanas cerradas de casa para evitar que entre el polen. La primera hora de la mañana es
la mejor para ventilar.
Viajar en coche con las ventanillas cerradas y evitar utilizar la bicicleta y la moto.
No realizar o intentar no practicar actividades al aire libre los días calurosos de verano.
Evitar objetos que pueden almacenar polvo: cortinas y alfombras, sobre todo en los dormitorios.
Si el paciente tiene una mascota que suelte pelo debe aspirar la casa con frecuencia y evitar que el animal
esté cerca de cortinas, alfombras y los dormitorios.
Tipos
Existen dos tipos de rinitis:
Rinitis alérgica estacional
También conocida como fiebre del heno. Este tipo se manifiesta durante periodos específicos del año
cuando los alérgenos, principalmente el polen, están en el ambiente. Los meses en los que el riesgo es
mayor son mayo y junio. "Puede aparecer a cualquier edad, aunque lo más frecuente es que se produzca
en pacientes con síntomas claros a partir de los 3 años", recuerda Rodríguez Jiménez.
Rinitis perenne
Está provocada por los ácaros del polvo, las esporas del moho, la caspa de los animales y productos de
uso laboral, entre otros. Éstos están en el ambiente durante todo el año, por lo que no hay mucha variación
en su concentración.
Según la duración de la patología, la rinitis también se puede clasificar en rinitis alérgica intermitente o
persistente. En el caso de la primera, los síntomas aparecen durante cuatro o menos días a la semana o
durante cuatro o menos semanas de forma consecutiva. En cambio, en la persistente los síntomas
permanecen durante más de cuatro días o más de cuatro semanas consecutivas.
Tratamientos
Si el origen de la rinitis se asocia a un alérgeno concreto, como por ejemplo los ácaros del polvo
doméstico, el tratamiento de la rinitis sería evitar que el alérgeno entre en contacto con el paciente.
En el caso de los ácaros, por ejemplo, unas buenas medidas preventivas ayudan a reducir su impacto,
como poner fundas especiales en el colchón, lavar semanalmente con agua a más de 60 grados
centígrados la ropa de la cama y quitar las moquetas y alfombras de la casa.
Sin embargo, no siempre es así de sencillo rehuir el foco de riesgo –entre otras razones, porque la persona
alérgica lo suele ser a varias sustancias a la vez, no todas ellas fácilmente controlables-, por lo que en la
mayoría de los casos y más en aquellos en los que la causa de la rinitis es intrínseca o desconocida, la
acción terapéutica debe sustentarse en el empleo de medicamentos.
Los expertos señalan que el tratamiento farmacológico debe adaptarse a los síntomas y a la gravedad de
los mismos. En la actualidad, los más utilizados son los fármacos tópicos y los orales.
En el caso de los tópicos, éstos son más eficaces para tratar de forma aislada el órgano afecto. En esta
categoría se incluyen antihistamínicos, descongestionantes y los más efectivos en rinitis alérgica,
los corticoides intranasales.
En cuanto al tratamiento oral, los más utilizados son los antihistamínicos orales y los corticoides
intranasales para controlar la congestión nasal.
“Siempre que sea posible es recomendable utilizar un antihistamínico de segunda generación debido a
razones de seguridad, ya que producen menos efectos secundarios”, añaden.
A estos tratamientos Rodríguez Jiménez añade la inmunoterapia específica que "en muchos casos es el
único tratamiento que cambia el curso de la enfermedad". En este caso "la duración del tratamiento es de 3
a 5 años".
El tratamiento en niños "será el mismo pero con las dosis adecuadas a la edad del paciente". La
inmunoterapia "generalmente se administra a partir de los 5 años".
Orzuelo
Un orzuelo es un bulto rojo y doloroso cerca del borde del párpado, que puede verse como un grano
o una espinilla. Los orzuelos suelen contener pus y usualmente se forman en el lado externo del
párpado, aunque a veces pueden formarse en el lado interno.
En la mayoría de los casos, el orzuelo comenzará a desaparecer solo en un par de días. Mientras
tanto, puedes aliviar el dolor o la molestia causados por el orzuelo aplicando un paño tibio sobre el
párpado.
Síntomas
Dolor en el párpado
Lagrimeo
La mayoría de los orzuelos son inofensivos para el ojo y no afectan la capacidad de ver claramente.
Intenta estas medidas primero, como aplicarte un paño tibio sobre el ojo cerrado durante 5 a
10 minutos varias veces al día y masajear suavemente el párpado. Consulta al médico si ocurre lo
siguiente:
El enrojecimiento e hinchazón se propagan más allá del párpado y llegan a la mejilla u otra
parte de la cara
Causas
Un orzuelo se produce por una infección de las glándulas sebáceas en el párpado. La bacteria
estafilococo es la responsable de la mayoría de estas infecciones.
Factores de riesgo
Te colocas las lentes de contacto sin desinfectarlas a fondo o sin lavarte las manos primero
Prevención
Lávate las manos. Lávate las manos varias veces al día con agua tibia y jabón o usa un
desinfectante a base de alcohol. Mantén las manos alejadas de los ojos.
Ten cuidado al maquillarte. Desecha los maquillajes viejos para reducir el riesgo de
infecciones oculares recurrentes. No compartas tus cosméticos con otras personas. No te dejes
el maquillaje para ojos durante la noche.
Asegúrate de que tus lentes de contacto estén limpias. Si usas lentes de contacto, lávate
bien las manos antes de manipularlas y sigue los consejos de tu médico para desinfectarlas.
Aplica compresas tibias. Si tuviste un orzuelo antes, el uso regular de una compresa puede
ayudar a prevenir que regrese.
Controlar la blefaritis. Si tienes blefaritis, sigue las instrucciones de tu médico para cuidar los
ojos.
Diagnóstico
El médico generalmente diagnosticará un orzuelo con solo ver tu párpado. El médico puede usar una
lámpara y un dispositivo de aumento para examinar el párpado.
Tratamiento
Para un orzuelo persistente, el médico puede recomendarte tratamientos como los siguientes:
Antibióticos. El médico puede recetarte gotas antibióticas o un ungüento antibiótico tópico para
ponerte en el párpado. Si la infección en el párpado persiste o se propaga más allá del párpado,
el médico puede recomendar antibióticos en tabletas o píldoras.
Síntomas
Existen signos indicativos que, a edad temprana, pueden inducir a pensar que nos encontramos frente a
una afectación de fibrosis quística, según indica Girón. Estos signos pueden ser:
Sudor salado: por la afectación de las glándulas sudoríparas. “Esto puede originar cuadro de
deshidratción hiponatrémica e hipoclorémica en las épocas calurosas”, afirma.
Infertilidad en los hombres por azoospemia obstructiva y disminución de la fertilidad en las mujeres.
Tipos
Existen varias clasificaciones de la fibrosis quística:
Según la gravedad pulmonar se clasifica en leve, moderada y grave.
Según las mutaciones. En función de la alteración que originen en la proteína CFTR, se clasifican en 6
clases. Esta clasificación en la actualidad es importante dado el desarrollo de terapias dirigidas a la
proteína CFTR, principalmente potenciadores y correctores.
Tratamientos
Partimos de la base de que la fibrosis quística es, hoy por hoy, una enfermedad incurable. Los
tratamientos que actualmente se aplican están destinados a paliar los efectos de la afección y a lograr una
mejora integral de la salud del afectado. Paralelamente se están desarrollando investigaciones que
mejoran estos tratamientos y buscan nuevas técnicas.
La fibrosis quística es una enfermedad compleja, multisistémica y por ello su tratamiento es también
complejo, pues ha de incidir sobre cada uno de los aspectos en que la enfermedad se ponga de manifiesto
en cada persona. La experiencia demuestra que el paciente debe recibir una atención integral,
idealmente en Unidades de Fibrosis Quística especializadas con experiencia en numerosos casos.
También está demostrado que el tratamiento temprano favorece que el paciente tenga una mejor
calidad y esperanza de vida. Para conseguirlo las personas tienen que realizarse revisiones periódicas
que incluyan controles de capacidad pulmonar, balances de grasa, cultivos, etcétera.
El tratamiento requiere que, por lo tanto, el paciente sea constante y disciplinado. Por ello, el afectado y
sus familiares frecuentemente deben adaptan sus esfuerzos, horarios y ritmos al los tiempos que marca el
tratamiento.
Debido a que en cada afectado la enfermedad puede manifestarse en grado y de modo diferente, no existe
un tratamiento estandarizado sino que, más bien, es el especialista quien determina en cada momento
cuál es el tratamiento más adecuado.
Según Girón, los tratamientos sintomáticos que hoy se aplican son:
Respiratorio: fisioterapia respiratoria, ejercicio físico, sustancias mucolíticas e hipertónicas, y antibióticos
(por vía oral, inhalada e intravenosa,) según se precise.
Terapia génica: Esta línea de tratamiento está pendiente de que se realicen estudios que demuestren su
eficacia.
Espasticidad:
Nombres alternativos
Qué es:
Cuando los músculos del cuerpo están tensos y rígidos se habla de rigidez muscular o espasticidad. Esta
afección, puede afectar a actividades tan básicas como caminar, moverse o hablar y se manifiesta, entre otras
formas, con una respuesta exagerada de los reflejos del cuerpo. La espasticidad responde a una alteración del
sistema nervioso central que provoca un aumento del tono muscular. También puede darse por un daño
producido en los nervios que van del cerebro a la médula espinal.
Causas
Factores como el estrés o una alimentación deficiente en nutrientes pueden agravar esta patología, a
la que también afectan: la temperatura extrema (frío o calor), las horas del día el ciclo menstrual en
las mujeres, la falta de descanso adecuado, la ropa apretada, las malas posturas corporales, los
problemas de vejiga y de hemorroides.
Esclerosis múltiple
Enfermedad neurodegenerativa (afección que daña el cerebro y el sistema nervioso con el tiempo)
Accidente cerebrovascular
Síntomas
Postura anormal
Llevar los hombros, los brazos, la muñeca y los dedos de las manos a un ángulo anormal debido a la
rigidez muscular
La espasticidad puede también afectar el habla. La espasticidad grave y prolongada puede conducir
a la contractura de los músculos. Esto puede reducir el rango de movimiento o dejar las
articulaciones flexionadas.
Los síntomas que la acompañan suelen ser: debilidad, dolor de cabeza, dolor generalizado, fatiga
crónica, cambio de humor, irritabilidad, aumento del tono muscular, espasmos involuntarios y
calambres. El grado varía, desde una leve rigidez muscular hasta incontrolables espasmos
musculares.
Tratamiento Clínico
Entre los no quirúrgicos: la Toxina Butolinica, el Lioresal Oral, las Ortesis, los Teratogs, la
Hidroterapia, la Práctica del Deporte, en especial la natación entre otros. Por su puesto, los 4
primeros están indicados bajo la prescripción y supervisión de un especialista. Tampoco podemos
olvidarnos de la Fisioterapia, es algo imprescindible en la vida de una persona con espasticidad o
con cualquier tipo de discapacidad física. Dentro de la fisioterapia hay multitud de opciones y el
profesional al igual que en cualquier otro campo de la salud, es el que marca las pautas y nosotros
las debemos seguir a raja tabla y asumir que la fisioterapia debe ser una constante en nuestra vida.
Una correcta higiene postural y ergonomía, evitar situaciones de estrés, o de frío son algunas
recomendaciones siempre beneficiosas.
Se pueden prescribir medicamentos para tratar la espasticidad. Estos deben tomarse de acuerdo a
las indicaciones.
En pocos casos, se usa una bomba para suministrar el medicamento directamente a fluido
cefalorraquídeo y al sistema nervioso.
En ocasiones la cirugía es necesaria para liberar el tendón o para cortar la vía entre el nervio y el
músculo.
Entre los tratamientos quirúrgicos destacan: las Rizotomías y el ITB (Terapia de Baclofeno
Intratecal), Este último es más conocido como "Bomba de Baclofen" adjunto un archivo "Manual del
paciente", donde se explica más detalladamente en que consiste y para qué es este tratamiento tan
novedoso a la vez que desconocido que muestra muy; buenos resultados en especial en alguna de
las patologías, como la parálisis cerebral infantil.
Además del tratamiento farmacológico, por prescripción médica, llevar una alimentación sana,
evitando alimentos acidificantes -como productos realizados con harina refinada, azúcar, carnes,
lácteos, grasas saturadas- , procesados y/o con conservantes, y excitantes, como café y té,
producirán una mejora de los síntomas. Es importante respirar adecuadamente (alcaliniza el cuerpo
y oxigena las células), cuidar el descanso y realizar técnicas de relajación para evitar el estrés.
Magnesio: resulta de vital importancia, pues tiene acción directa sobre el sistema nervioso y la
relajación de los músculos.
Potasio y sodio: han de estar equilibrados, la ausencia de potasio ocasiona cansancio y debilidad
muscular. El potasio ayuda a compensar el exceso de sodio. La carencia de sodio se traduce en
debilidad muscular, calambres, sed y deshidratación.
Calcio: ayuda a la tonificación muscular.
Vitaminas C y E: actúan como antioxidantes.
Vitaminas del grupo B: benefician al sistema nervioso en general.
Ginko biloba: acción antioxidante y activador de la circulación.
Omega-3: potente antiinflamatorio.
Tratamiento terapéutico:
El fisioterapeuta debe encargarse de mantener un buen balance articular y muscular con el objetivo
principal de mejorar la funcionalidad del paciente espástico y evitar las complicaciones asociadas a la
espasticidad, especialmente el dolor músculo-esquelético.
La actuación del fisioterapeuta se llevará a cabo siempre de forma coordinada con los miembros del
equipo multidisciplinar que trabaja conjuntamente para conseguir que el paciente alcance el máximo
de sus capacidades funcionales. Así mismo, es fundamental la participación activa en el tratamiento
tanto del paciente como de su entorno.
Cuando la espasticidad afecte a los miembros inferiores, los objetivos principales del fisioterapeuta
serán la recuperación precoz de la bipedestación y la reeducación de la marcha, para garantizar la
máxima autonomía posible. Cuando afecte a los miembros superiores, el fisioterapeuta buscará la
preservación de un buen balance articular y muscular que permita al paciente la máxima participación
en las actividades de la vida diaria.
El ejercicio regular es una de las piezas fundamentales en el tratamiento del adulto con espasticidad.
El ejercicio aeróbico, el de fuerza y el de flexibilidad han demostrado su capacidad para reducir el coste
energético de la marcha, mejorar los patrones biomecánicos y la funcionalidad, reducir la espasticidad
y mejorar la salud y la calidad de vida del paciente. En la consulta del fisioterapeuta se enseñará al
paciente y se supervisará la correcta ejecución de cada uno de los ejercicios que serán incorporados
a un estricto programa de trabajo domiciliario adaptado a las necesidades particulares de cada
paciente.
Otras técnicas de fisioterapia, como la terapia manual ortopédica, los estiramientos musculares, la
electro estimulación, la estimulación muscular por vibración, la hidroterapia, la balneoterapia, la
imaginería motora, la terapia de espejo o la punción seca, pueden ser de utilidad tanto para evitar la
atrofia muscular como para el manejo del dolor inducidos por la espasticidad.
Podemos influir en el músculo espástico realizando estiramientos suaves, masajes, movilizando las
fascias (tejido que recubre las fibras musculares), mejorando la sensibilidad del brazo y aumentando
el uso en las actividades de la vida diaria. También es muy importante enseñar cómo podemos
cuidar al brazo para ayudar a relajar y mejorar la movilidad y la sensibilidad.
Aquí os dejamos unos pequeños consejos y ejercicios que os ayudaran a disminuir la tensión,
prevenir retracciones y mejorar la sensibilidad:
1. Enlazar los dedos abriendo bien la mano y estimulando con un suave masaje la zona entre los
dedos.
2. Una vez enlazadas las manos dejando los brazos encima la mesa relajada movilizar el tronco
pasando de posición erguida a posición relajada.
3. Colocar los codos encima la mesa y realizar movimientos suaves de codo llevando las manos
hacia la cabeza.
4. Con los codos doblados girar el antebrazo de manera que ponemos la palma de la mano
hacia arriba y hacia abajo.
Cuidados de la mano:
1. Limpiar cada día la mano con la mano no afectada y secar bien sobre todo entre los dedos.
Podemos aprovechar el agua para realizar estímulo de temperatura combinando agua fría con agua
caliente.
2. Estimular el dorso y la palma de la mano con una toalla seca u otras texturas que sean agradables
y no provoquen dolor.
3. Realizar un suave masaje con crema hidratante en mano y antebrazo.
Aunque la mano no pueda realizar movimientos es importante intentar realizar actividades con el
brazo afectado como abrir o cerrar interruptores, empujar una puerta, llevar una pieza de ropa o una
bolsa con asas colgada del codo, también podemos aprovechar la ducha para activar el brazo
colocando un guante de ducha en la mano afectada y limpiarnos el brazo no afectado.
Por parte del terapeuta es muy importante proponer y practicar los ejercicios o actividades para
valorar posibles adaptaciones según el nivel de control del brazo afectado.
Elongación muscular
La elongación es una lesión muscular que se presenta por un estiramiento anormal del músculo. La
elongación muscular es una lesión que consiste en microdesgarros de las fibras musculares que se
produce por solicitarlas al límite de sus posibilidades de estiramiento. Los siguientes grados de este
tipo de lesión son una distensión o rotura muscular parcial y total. La elongación está muy
relacionada con la elasticidad muscular pues, a mayor elasticidad, menor resistencia existe ante el
movimiento y menor posibilidad de sufrir la lesión.
Es una lesión que sigue en gravedad a la contractura muscular. Se suele crear en la mayoría de los
casos una contractura refleja y una rotura de ciertas miofibrillas o la vaina que recubre estas fibras.
Aunque la lesión engloba a la fascia muscular en su totalidad, no aparece dolor en reposo, sino
cuando el músculo entra en funcionamiento. El plazo de recuperación es de entre 5 y 10 días, según
la gravedad e intensidad de la lesión.
Síntomas de la elongación
La elongación muscular se manifiesta sobre todo por la aparición de un dolor durante el esfuerzo o
inmediatamente después de realizarlo, aunque este segundo es menos habitual, entorno al 5% de
los casos. El dolor se percibe al palpar el músculo y cuando el músculo afectado se contrae. El dolor
también puede estar acampañado de rigidez y de una incapacidad funcional. El músculo no se
hincha, no aparece ningún hematoma y se siente más o menos duro y duele al tocarlo. Por lo
general, cuanto más grande es la herida mayor es el dolor y la imposibilidad de mover el músculo.
Todos los músculos del cuerpo pueden sufrir una elongación aunque los más habituales son: la
ingle, el glúteo, los isquiotibiales, la pantorrilla, los brazos, el dorso o los abdominales.
Causas de la elongación
La elongación aparece cuando el músculo se estira más allá de su capacidad. Se produce durante
un esfuerzo físico: al principio, al final o durante el ejercicio. Pueden provocar una elongación los
movimientos bruscos, el desequilibrio, un esfuerzo prolongado, el cansancio, la falta de
calentamiento, la deshidratación o un equipo de entrenamiento inadecuado. Los deportistas de alto
nivel o los aficionados al deporte son las personas más propensas a padecer elongaciones
musculares.
Tratamiento
Se recomienda parar con la actividad física y aplicar hielo lo más rápido posible en la zona afectada
durante unos 30 minutos. También se aconseja tomar un analgésico para aliviar el dolor. La
elongación generalmente no causa ninguna complicación y se cura en un plazo de tiempo de entre 5
o 10 días.
Es conveniente consultar con un traumatólogo con el objetivo de que pueda determinar el tipo de
lesión y el tratamiento más idóneo. En el caso de una elongación, el tratamiento consiste en enfriar y
comprimir el músculo durante algunos días. Un periodo de descanso sin ningún tipo de actividad
física y se tiene que respetar durante una o dos semanas. El traumatólogo también puede prescribir
antiinflamatorios.
Si la elongación es en la pierna, hay que mantenerla estirada y elevar ligeramente la cama (del lado
de los pies). La fisioterapia es el tratamiento de base, junto la aplicación de hielo 30 minutos que ya
hemos comentado, durante los primeros tres días. Masajes suaves pueden completar el tratamiento
pasados unos días.
Tratamiento de fisioterapia
Lo primero es diagnosticar el problema y saber que efectivamente nos encontramos ante una
elongación y no es una rotura muscular. Desde nuestro punto de vista, una vez confirmado el
diagnóstico con un par de sesiones podría ser suficiente para el correcto tratamiento de este
problema.
En la primera sesión podemos utilizar técnicas sintomáticas, como la electroterapia, el
drenaje, crioterapia y si decidimos hacer técnicas musculares como masoterapia, liberación
miofascial, o tratamiento conservador de puntos gatillos no es aconsejable realizarlo sobre el foco de
lesión, simplemente podemos relajar las zonas musculares adyacentes y los posibles puntos
de contractura refleja. Existe aparatología con indicaciones para la regeneración muscular, podemos
destacar el láser que puede ayudar al proceso de cicatrización muscular.
Desde nuestro punto de vista puede ser muy útil ya en esta primera sesión el recomendar al
paciente una rehabilitación activa que puede iniciar con la realización de ejercicios de contracción
isométrica de la zona afectada combinadas con estiramientos activos, siempre por debajo del umbral
del dolor. Un protocolo adecuado podría ser el repetir tres veces al día 3 series de 15 contracciones
de una duración de 6 segundos con un descanso idéntico. Entre cada serie podemos introducir un
estiramiento activo de 15 segundo siempre por debajo del umbral del dolor.
En una segunda sesión, podemos incidir un poco más sobre la zona de dolor donde ya habrá tenido
lugar la mayor parte del proceso de regeneración muscular. Podemos utilizar técnicas musculares
como la masoterapia, electroestimulación, liberación miofascial, técnicas de Jones, etc.. Si ya no
existe dolor podemos realizar algún ejercicio de fortalecimiento de la zona afectada. En este caso
podemos utilizar contracciones concéntricas evolucionando hacia las excéntricas preferiblemente en
cadena cinética cerrada, siempre respetando que no exista dolor. Ejercicios de kabat pueden ser
muy recomendables en esta fase.
Si el paciente es capaz de realizar todos estos ejercicios sin dolor podemos recomendar la vuelta
paulatina a la actividad. Es importante hacer hincapié en el proceso de readaptación funcional para
una vuelta progresiva a la actividad. En esta fase podemos utilizar el vendaje neuromuscular para la
protección tanto física como psicológica de la zona dañada.
Cómo prevenir la elongación muscular
La elongación es una advertencia y una señal de que se han cometido errores en el ejercicio físico.
Para evitar la elongación u otra lesión muscular, se aconseja hacer un calentamiento de manera
adecuada antes de practicar una actividad física de alta intensidad. Sin embargo, es mejor no estirar
estando frío.
Contractura muscular
Como su propio nombre indica, la contractura muscular es una contracción del músculo, el carácter
lesivo radica en la continuidad de esta contracción de forma sostenida en el tiempo. Obviamente esta
contracción permanente es involuntaria, quedando de esta forma la musculatura en constante
tensión. Un músculo se contrae y se distiende, pero en algunos casos, una zona del vasto muscular
no se relaja, y sigue contraída. Esta zona se mantiene dura e hinchada, de ahí que el paciente note
un abultamiento al tacto, vulgarmente llamado ‘nudo’.
Una contractura no es una lesión grave, pero sí molesta y que nos puede impedir realizar
determinados gestos con normalidad y sin dolor, por lo que conviene saber identificarlas,
diferenciarlas de otros problemas, seguir unas sencillas pautas para minimizar sus efectos y ponerse
en manos de un especialista en fisioterapia si queremos acortar los tiempos de recuperación, que, en
condiciones normales, pueden oscilar entre una y dos semanas dependiendo de la gravedad de la
misma.
Síntomas:
Los síntomas más característicos y comunes de las contracturas musculares son el dolor y la
limitación de movimientos. Ambos parámetros ofrecen un amplio abanico de gravedad, ya que en
algunos casos las contracturas pasan de ser pequeñas molestias sin impedimento alguno a lesiones
completamente invalidantes.
La diagnosis pasa por una correcta interpretación de los síntomas que manifestará el paciente.
Posteriormente, el diagnóstico se centrará en la palpación de la zona afecta, en busca de
abultamientos o zonas musculares con mayor tensión. Un vasto muscular ofrece una resistencia
determinada a la palpación mientras se deslizan los dedos sobre este, y encontrar un punto con
mayor resistencia significaría que, en ese punto concreto, las fibras musculares están contraídas.
Esta apreciación, unida a la señal de dolor que provocará al paciente la palpación de ese punto,
constatará la presencia de una contractura muscular.
Personas sedentarias
Una falta de actividad física provoca la ausencia de tonicidad muscular suficiente. De esta manera,
cuando una persona sedentaria o inactiva realiza un esfuerzo físico, su musculatura encuentra una
imposibilidad de asumir ese esfuerzo, y aparecen las contracturas por sobrecarga.
Personas mayores
Este fenómeno cada vez cuenta con más damnificados, ya que el número de personas sometidas a
fuertes situaciones de estrés crece vertiginosamente. Una situación de estas características hace
que el paciente tensione de forma involuntaria y continuada sus estructuras musculares, creando así
las contracturas.
Dentro de las contracturas musculares se puede distinguir entre las originadas durante el esfuerzo
físico o las que aparecen con posterioridad a este, y las residuales, que acompañan a otra lesión.
Tratamiento y recomendaciones
Cuando sufra una contractura, visite un fisioterapeuta. El tratamiento dura dependiendo de la
gravedad de la contractura.
Debido al carácter leve de este tipo de dolencias, el tratamiento de una contractura muscular se basa
en seguir unas sencillas pautas, gracias a las cuales se pueden minimizar e incluso eliminar sus
efectos sin necesidad de grandes rehabilitaciones.
1. En primer lugar, se debe aplicar la propia lógica: alejarse del mecanismo lesional. Si un ejercicio o la
repetición de un gesto crea una contractura, se deben evitar estos ejercicios o gestos. El reposo, en
muchas ocasiones, es el mejor método de curación.
2. Un tratamiento muy válido en los primeros estadios de la contractura, es la aplicación de calor
seco en la zona afectada, como por ejemplo el uso de almohadas eléctricas. El calor es un potente
vasodilatador y contribuirá a la depuración sanguínea del segmento muscular, además de provocar
una sensación inmediata de alivio por su efecto analgésico y relajante.
3. Los baños de contraste son otra forma de paliar los efectos dolorosos de las contracturas. Esta
técnica se basa en el uso alterno del agua fría y el agua caliente, provocando reacciones sucesivas
de vasoconstricción y vasodilatación, estimulando así la circulación en la extremidad tratada.
4. El uso de la farmacología es un tratamiento más agresivo, más químico, pero con unos resultados
óptimos. Cualquier antiinflamatorio, ya sea de ingesta oral o de aplicación cutánea, ayudará a la
recuperación de la zona dañada.
5. Los masajes. El método más eficaz y natural de todos los expuestos anteriormente. No existe mejor
remedio ante una contractura que ponerse en manos de un profesional de las terapias
manuales para erradicar la dolencia.
Bien sea porque te acabes de recuperar una contractura muscular o bien porque tengas tendencia a
sufrirlas, la mejor forma de prevenirlas y evitar recaídas será teniendo en cuenta estos cuatro puntos:
La obesidad es un trastorno complejo que consiste en tener una cantidad excesiva de grasa
corporal. La obesidad no es solo un problema estético. Aumenta tu riesgo de enfermedades y
problemas de salud, tales como enfermedad cardíaca, diabetes y presión arterial alta.
Si eres extremadamente obeso significa que tienes una gran probabilidad de tener problemas de
salud relacionados con tu peso.
La buena noticia es que incluso un nivel mínimo de adelgazamiento puede mejorar o prevenir los
problemas de salud relacionados con la obesidad. Los cambios en la dieta, mayor actividad física y
los cambios de conducta pueden ayudarte a bajar de peso. Los medicamentos recetados y la cirugía
para adelgazar son opciones adicionales para tratar la obesidad.
Síntomas
Para la mayoría de las personas, el IMC brinda un cálculo aproximado de la grasa corporal. Sin
embargo, el IMC no mide directamente la grasa corporal, por lo que algunas personas, como por
ejemplo los atletas musculosos, podrían tener un IMC correspondiente a la categoría de obesidad
aunque no tengan exceso de grasa corporal. Consulta con el médico si tu IMC constituye un
problema.
Causas
A pesar de que hay influencias genéticas, de comportamiento y hormonales para el peso corporal, la
obesidad se produce cuando ingieres más calorías de las que quemas a través del ejercicio y de las
actividades cotidianas normales. El cuerpo almacena ese exceso de calorías en forma de grasa.
En algunos casos, la obesidad puede tener una causa médica, como el síntoma de Prader-Willi, el
síndrome de Cushing u otras enfermedades y trastornos. No obstante, estos trastornos son raros y,
en general, las principales causas de obesidad son las siguientes:
Inactividad. Si no haces mucha actividad, no quemas tantas calorías. Si tienes un estilo de vida
sedentario, es muy fácil que todos los días ingieras más calorías de las que usas para hacer ejercicio y
para las actividades cotidianas normales.
Dieta y hábitos alimentarios poco saludables. El aumento de peso es inevitable si, a menudo, comes
más calorías de las que quemas. La dieta de la mayoría de los estadounidenses tiene demasiadas
calorías y, está repleta de comidas rápidas y de bebidas con alto contenido de calorías.
Factores de riesgo
Por lo general, la obesidad es producto de una combinación de causas y factores que contribuyen a
ella, entre ellos:
Genética. Tus genes podrían afectar la cantidad de grasa corporal que almacenas y dónde se distribuye
esa grasa. La genética también puede cumplir un rol respecto de la eficiencia con que el cuerpo
convierte los alimentos en energía y cómo quema calorías durante el ejercicio.
Estilo de vida de la familia. La obesidad tiende a presentarse en toda la familia. Si uno de tus padres o
ambos son obesos, tu riesgo de ser obeso es mayor. Esto no se debe solo a la genética. Los familiares
tienden a compartir hábitos alimentarios y de actividad similares.
Inactividad. Si no haces mucha actividad, no quemas tantas calorías. Si tienes un estilo de vida
sedentario, es muy fácil que todos los días ingieras más calorías de las que quemas cuando haces
ejercicio y realizas actividades cotidianas normales. Tener problemas médicos, como artritis, puede
suponer menos actividad, lo que contribuye al aumento de peso.
Dieta poco saludable. Una dieta con muchas calorías, con mucha comida rápida, bebidas altamente
calóricas y con porciones demasiado grandes, pero con pocas frutas y vegetales contribuye al aumento
de peso.
Problemas médicos. En algunas personas, la obesidad puede tener una causa médica, como el
síntoma de Prader-Willi, el síndrome de Cushing y otros trastornos. Los problemas médicos, como la
artritis, también pueden hacer disminuir la actividad física, lo que puede provocar el aumento de peso.
Edad. La obesidad puede ocurrir a cualquier edad, incluso, en niños pequeños. Sin embargo, a medida
que envejeces, los cambios hormonales y un estilo de vida menos activo aumentan el riesgo de padecer
obesidad. Asimismo, la cantidad de músculo en el cuerpo tiende a disminuir con la edad. Esta menor
masa muscular produce una disminución en el metabolismo. Estos cambios también reducen las
calorías que necesitas, por lo que pueden hacer que resulte más difícil evitar el exceso de peso. Si no
controlas de forma consciente lo que comes y no haces más actividad física a medida que envejeces, es
probable que aumentes de peso.
Embarazo. Durante el embarazo, las mujeres forzosamente aumentan de peso. Para algunas mujeres,
después del nacimiento del bebé, es difícil bajar ese peso que aumentaron. Ese aumento de peso puede
contribuir a la manifestación de la obesidad en las mujeres.
Dejar de fumar. Con frecuencia, dejar de fumar está asociado con el aumento de peso. Y, en algunos
casos, dejar de fumar puede hacer que las personas aumenten tanto de peso que se vuelven obesas.
Sin embargo, a largo plazo, dejar de fumar sigue siendo más beneficioso para la salud que seguir
fumando.
Falta de sueño. No dormir lo suficiente o hacerlo en demasía puede provocar cambios hormonales que
aumentan el apetito. También es posible que sientas ganas de comer alimentos con alto contenido de
calorías e hidratos de carbono, que pueden contribuir al aumento de peso.
Aun cuando tengas uno o más de estos factores de riesgo, no significa que estés destinado a ser
obeso. Puedes contrarrestar la mayoría de los factores de riesgo mediante una dieta, actividad física
y ejercicio, así como a través de cambios de comportamiento.
Complicaciones
Si eres obeso, es más probable que manifiestes diversos problemas de salud graves, como los
siguientes:
Diabetes tipo 2
Síndrome metabólico: combinación de un alto nivel de azúcar en sangre, presión arterial alta,
triglicéridos altos y colesterol HDL bajo
Enfermedad cardíaca
Accidente cerebrovascular
Cáncer, como cáncer de útero, cuello uterino, endometrio, ovarios, mama, colon, recto, esófago, hígado,
vesícula, páncreas, riñón y próstata
Trastornos respiratorios, como apnea del sueño, un trastorno del sueño potencialmente grave en el que
la respiración se detiene y se reanuda en forma repetida
Enfermedad de la vesícula
Enfermedad por hígado graso no alcohólico, una afección en la que se acumula grasa en el hígado, lo
que puede causar inflamación o cicatrización
Artrosis
Calidad de vida
La obesidad puede disminuir tu calidad de vida general. Es posible que no puedas hacer cosas que
hacías antes, como participar en actividades placenteras. Tal vez evites los lugares públicos. Las
personas obesas incluso pueden sufrir discriminación.
Otros problemas relacionados con el peso que pueden afectar tu calidad de vida son los siguientes:
Depresión
Discapacidad
Problemas sexuales
Vergüenza y culpa
Aislamiento social
Tratamiento clínico
Para bajar de peso, hace falta una dieta saludable y ejercicio regular. Pero en algunas situaciones,
los medicamentos con receta para adelgazar pueden ayudar.
Ten en cuenta que estos medicamentos están pensados para usarse junto con dieta, ejercicio y
cambios en el comportamiento, no para reemplazarlos. Si no haces estos otros cambios en tu vida,
es poco probable que la medicación funcione.
Antes de elegir un medicamento para ti, el médico analizará tus antecedentes de salud y los posibles
efectos secundarios del medicamento. Las mujeres embarazadas, las personas que toman
determinados medicamentos o las que tienen enfermedades crónicas no pueden tomar algunos
medicamentos para adelgazar.
Los medicamentos que se recetan habitualmente para adelgazar son orlistat (Xenical), lorcaserina
(Belviq), fentermina y topiramato (Qsymia), bupropión y naltrexona (Contrave), y liraglutida
(Saxenda).
Tendrás que tener supervisión médica minuciosa mientras tomes un medicamento con receta para
adelgazar. Además, ten en cuenta que un medicamento para adelgazar puede no funcionar para
todas las personas, y que sus efectos pueden disminuir con el tiempo. Cuando dejas de tomar un
medicamento para adelgazar, puedes recuperar una gran parte del peso que perdiste, o todo.
En algunos casos, la cirugía para bajar de peso, también llamada «cirugía bariátrica», puede ser una
opción. La cirugía para bajar de peso limita la cantidad de comida que puedes ingerir cómodamente,
disminuye la absorción de alimentos y calorías, o ambas opciones. Aunque la cirugía para bajar de
peso ofrece la mejor oportunidad de perder una mayor cantidad de peso, puede implicar riesgos
graves.
La cirugía para bajar de peso en caso de obesidad puede considerarse si ya has probado otros
métodos para adelgazar que no han funcionado y si se cumplen las siguientes condiciones:
Tu índice de masa corporal está entre 35 y 39,9 y también padeces un problema de salud grave
relacionado con el peso, como diabetes o presión arterial alta
Asumes el compromiso de hacer los cambios de estilo de vida necesarios para que funcione la cirugía
La cirugía no garantiza que vayas a perder todo el exceso de peso ni que mantengas tu nuevo peso
a largo plazo. El éxito del adelgazamiento después de la cirugía depende de tu compromiso para
hacer cambios de por vida en tus hábitos de alimentación y ejercicio.
La cirugía no garantiza que vayas a perder todo el exceso de peso ni que mantengas tu nuevo peso
a largo plazo. El éxito del adelgazamiento después de la cirugía depende de tu compromiso para
hacer cambios de por vida en tus
hábitos de alimentación y ejercicio.
Derivación biliopancreática con cruce duodenal. En el comienzo del procedimiento, el cirujano retira
gran parte del estómago. Deja la válvula que permite el paso de la comida hacia el intestino delgado, y
también conserva la primera parte del intestino delgado (duodeno). Luego, el cirujano cierra la sección
media del intestino y conecta la última parte directamente al duodeno. La sección de intestino separada
vuelve a conectarse al final del intestino para permitir que la bilis y los jugos digestivos fluyan a esta
parte del intestino.
Manga gástrica. En este procedimiento, se retira parte del estómago y se crea un reservorio más
pequeño para la comida. Es una cirugía menos complicada que el bypass gástrico o la derivación
biliopancreática con cruce duodenal.
Fisioterapia
Los fisioterapeutas pueden ayudar a las personas obesas a ser más activas físicamente y en
forma, enseñándoles a ejercer de manera libre de dolor y diversión el ejercicio adecuado, lo que
es muy importante porque ayuda a quemar calorías, deshacerse de la grasa, preservar el tejido
muscular y proteger sus articulaciones. Cuando usted comienza una rutina de ejercicio divertido,
también le ayuda a tomar mejores decisiones acerca de su dieta.
Su fisioterapeuta trabajará con usted para diseñar un programa de tratamiento específico para
atender sus necesidades, incluyendo ejercicios que puede hacer en casa. El ejercicio aeróbico y
el entrenamiento de fuerza probablemente serán incluidos en su programa, ya que ambos ayudan
en la pérdida de peso y control de peso. Los fisioterapeutas están capacitados para crear
programas de actividad física seguros y efectivos para personas de todas las edades y
habilidades, teniendo en cuenta las recomendaciones de actividades físicas para niños y adultos
de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Los fisioterapeutas también pueden ayudar a los individuos a abordar cualquier razón subyacente
de sus comportamientos poco saludables; ellos están entrenados para identificar cualquier
obstáculo para desarrollar hábitos saludables, establecer metas individuales y adherirse al
programa. Su fisioterapeuta puede ayudarle:
Mejorar la fuerza. Le enseñará ejercicios para tratar cualquier debilidad muscular que pueda
tener, o para mejorar su fuerza muscular en general. Desarrollar fuerza en los músculos puede
ayudar a quemar calorías, hacer las actividades diarias más fáciles y aliviar el dolor en las
articulaciones. Las formas suaves y de bajo impacto de entrenamiento con pesas realizadas con
bandas de ejercicio pueden ayudar a evitar el estrés articular.
Aumentar los niveles de actividad. Discutirá sus metas de actividad con usted y diseñará su
programa de ejercicio para satisfacer sus necesidades y metas individuales. Su fisioterapeuta le
ayudará a alcanzar esos objetivos de la manera más segura, rápida y eficaz posible.
Si la cirugía es necesaria
El bypass gástrico o cirugía bariátrica son a veces elegidos por los pacientes y sus médicos para
tratar la obesidad severa. Su fisioterapeuta le puede ayudar a prepararse y recuperarse de la
cirugía mediante el diseño y la enseñanza de un programa de fisioterapia preoperatoria y
postoperatoria. Su fisioterapeuta puede guiarle a través de cada sesión, ayudarle a evitar
lesiones en las articulaciones y los músculos, y aumentar y ajustar su programa según sea
necesario. Los programas preoperatorios a menudo implican entrenamiento de fuerza y
acondicionamiento aeróbico, mientras que los programas postoperatorios a menudo comienzan
con ejercicios de respiración profunda y extremidades inferiores (piernas, tobillos, pies),
aumentando suavemente a la fuerza y entrenamiento aeróbico. Su fisioterapeuta le ayudará a
minimizar el dolor, recuperar el movimiento y la fuerza, y volver a las actividades normales de la
manera más rápida posible después de la cirugía.
Lupus Eritematoso
El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad reumática sistémica y crónica, es decir, puede afectar
a muchos órganos y/o sistemas: a las articulaciones, músculos, piel, riñón, pulmón, corazón..., aunque
casi la mitad de los pacientes tienen afectación casi exclusiva de la piel y las articulaciones.
Una de las características de esta patología es que es una enfermedad muy heterogénea. Es difícil
encontrar dos pacientes con los mismos síntomas y con los mismos patrones de la enfermedad. Eso
complica muchas veces el diagnóstico.
La evolución de la enfermedad se desarrolla en fases de brote y otras en los que los efectos remiten.
Asimismo, hay lupus muy graves y otros no tan graves, como los que se manifiestan y están limitados a
afecciones en la piel.
En líneas generales, cuando una persona está diagnosticada con lupus, las células del sistema inmune
agreden a las propias del organismo, provocando inflamación y daños en los tejidos. El lupus actúa
produciendo anticuerpos que sobreestimulan los linfocitos B (las células que producen los anticuerpos).
Esta patología afecta principalmente a las mujeres en edad fértil (entre 20 y 40 años). Se han descrito
además casos en niños y personas mayores.
El lupus eritematoso sistémico afecta aproximadamente a 75.000 personas en España, según los datos de
la Sociedad Española de Reumatología (SER). En los últimos años se ha detectado un aumento de la
frecuencia y los especialistas lo atribuyen a una mayor supervivencia de los pacientes, así como a un
mejor conocimiento de la enfermedad y de las técnicas de laboratorio que permiten que se detecten los
casos más leves y precoces.
Causas
La causa del lupus eritematoso sigue siendo desconocida. Sin embargo, al tratarse de una enfermedad
autoinmune hay distintos factores que sí se conocen, que pueden influir y provocar la patología. Según la
Sociedad Española de Reumatología, es probable que el agente que pone en marcha la enfermedad
sea un virus, pero se requiere la conjunción de otros factores para que aparezca la patología.
Otras de las causas que se barajan tienen que ver con la genética. Se ha comprobado en gemelos que, si
uno ellos tiene la enfermedad, el lupus tiende a aparecen con mayor frecuencia en el otro hermano. Sin
embargo, aún se desconoce qué genes concretos son responsables de esta enfermedad.
Los factores ambientales también podrían incidir en esta patología. Se considera que, por ejemplo, la
exposición a la luz solar podría ser un factor potenciador de la patología. Muchos individuos con lupus
tienen fotosensibilidad a los rayos ultravioleta. Algunos medicamentos también pueden desencadenar un
brote de esta patología.
Asimismo, las hormonas, en concreto los estrógenos femeninos, pueden estar implicadas en la
enfermedad. De hecho, el lupus es una enfermedad mucho más frecuente en la mujer que en la mujer que
en el hombre: un caso en varones por cada 9 mujeres.
Síntomas
Al tratarse de una enfermedad multisistémica afecta a varios órganos. Por un lado, presenta síntomas
generales: cansancio, pérdida de peso inexplicable,fiebre prolongada que no se debe a ningún proceso
infeccioso y alteraciones dela temperatura.
La fiebre es un síntoma muy importante porque puede deberse a la propia enfermedad o a una infección
que coexiste con el lupus. Es fundamental determinar la fuente para tratarlo de forma adecuada.
Podemos agrupar los síntomas en:
Síntomas dermatológicos
La lesión más conocida, aunque no la más frecuente, es la denominada “eritema en alas de mariposa”,
que consiste en un enrojecimiento y erupción de la piel de la cara, en las mejillas y la nariz. Estos
síntomas aparecen en el 80 por ciento de los pacientes y muchos de ellos empeoran con la exposición al
sol.
También es frecuente la caída del cabello cuando la enfermedad está activa. Por otro lado, los enfermos
de lupus presentan hipersensibilidad a los rayos ultravioletas. Si se exponen sin protección la enfermedad
puede reactivarse.
Síntomas en el riñón
El lupus afecta a los dos riñones a la vez. La lesión más frecuente es la inflamación (nefritis), que a
veces impide que el riñón elimine adecuadamente los residuos del organismo y estos se acumulan en la
sangre. Debido a esta inflamación, muchas veces el riñón se ve incapaz de asimilar y retener proteínas.
Con lo que se eliminan por la orina y se produce una hinchazón de cara y piernas. Estas afecciones
pueden producirse hasta en el 45 por ciento de los pacientes.
Síntomas neurológicos
Estos son los más variados y graves. Los pacientes con lupus pueden tener trastornos
psiquiátricos, cefaleas, estados confusionales, afectación en los nervios periféricos y convulsiones, entre
otros.
Se manifiesta con dolores de cabeza, depresiones o situaciones de hiperactividad. Son manifestaciones
muy frecuentes en la población general y puede deberse a una inflamación cerebral por lupus o por otras
muchas circunstancias. Asimismo, es posible que la depresión no se desencadene por la enfermedad, sino
porque el paciente se deprime al saber que se enfrenta con esta patología, de origen desconocido y que
puede afectar a tantos órganos del cuerpo.
Síntomas del aparato digestivo
Son los menos frecuentes pero pueden producirse vómitos, diarrea, pancreatitis, alteraciones hepáticas,
peritonitis, etc.
Síntomas hematológicos
En el lupus se puede producir una disminución del número de todos los tipos de células sanguíneas.
Así, la leucopenia, descenso de glóbulos blancos, puede ser muy frecuente. La anemia también aparece
con asiduidad en el desarrollo de la enfermedad.
Prevención
El desconocimiento de las causas exactas del lupus impide la adopción de medidas para prevenir la
aparición de la enfermedad, pero quienes ya la padecen pueden evitar o, al menos, reducir el desarrollo de
brotes con un estilo de vida saludable, que incluya una alimentación equilibrada, una protección alta
frente a la radiación solar y no fumar.
Tipos
Existen diversos tipos de lupus:
Lupus eritematoso sistémico: afecta a distintas partes del cuerpo en forma de brotes.
Lupus discoide o cutáneo: causa erupciones o lesiones en la piel, por lo general tras la exposición a la
radiación solar.
Lupus inducido por medicamentos: es similar al lupus eritematoso sistémico, pero se desencadena por
una reacción a determinados fármacos.
Lupus neonatal: es una enfermedad rara del recién nacido que se produce cuando el lactante adquiere
anticuerpos de su madre con lupus eritematoso sistémico. Los síntomas tienden a desaparecer en torno
a los seis meses, excepto los cardiacos.
Tratamientos
El tratamiento de la enfermedad no está supeditado a una sola terapia. Es muy distinto según el órgano al
que afecte. Los corticoides se consideran el tratamiento básico, puesto que todos los afectados en un
momento u otro los precisan.
En manifestaciones menores como la artritis, la pleuropericarditis o las manifestaciones cutáneas se
suelen utilizar antiinflamatorios no esteroideos (AINE) junto con corticoides.
Si los órganos dañados son el pulmón, el corazón, el sistema nervioso central o el riñón el tratamiento
debe de ser mucho más agresivo y se basa en corticoides en dosis muy altas y complementos con
tratamientos inmunosupresores.
Si la enfermedad presenta síntomas como fiebre, cansancio o afecciones cutáneas, el tratamiento será
menos agresivo y con corticoides tópicos y/o antipalúdicos. Además de para la malaria, los antipalúdicos
se emplean en el lupus para el tratamiento de la artritis, de algunas lesiones de la piel y para cuando
existen síntomas pleurales y pericárdicos.
En los últimos años se ha incorporado un nuevo fármaco biológico, el belimumab, para controlar algunas
de las manifestaciones de esta enfermedad.
La alimentación debe de ser completa, sana y equilibrada. No hay ningún alimento perjudicial para el
paciente.
Por otro lado, cuando la enfermedad afecta al riñón y sobre todo, cuando hay hipertensión arterial los
pacientes tienen que saber que no es recomendable que consuman alimentos salados o condimentados.
Dependiendo de las características individuales, a los pacientes lúpicos se les suelen
recomendar extremar la protección frente a la exposición solar,especialmente en aquellos que tienen
problemas cutáneos, tomar precauciones frente a infecciones, estar al día de vacunaciones específicas,
así como unos cuidados especiales durante el embarazo.
La Fisioterapia reduce el dolor, edema y la inflamación en los episodios de brote de la enfermedad, de esta forma
mejora la calidad de vida del paciente. Aunque se trata de una enfermedad crónica, gracias al fisioterapeuta, que
utilizará las técnicas adecuadas en cada caso, se alivia el dolor y minimizan el resto de síntomas.
Esclerosis Múltiple
La esclerosis múltiple es una enfermedad del cerebro y la médula espinal (sistema nervioso central)
que puede provocar discapacidad.
Con la esclerosis múltiple, el sistema inmunitario ataca la vaina protectora (mielina) que recubre las
fibras nerviosas y causa problemas de comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Con el
tiempo, la enfermedad puede hacer que los nervios mismos se deterioren o se dañen
permanentemente.
Los signos y síntomas de la esclerosis múltiple varían mucho según la magnitud de la lesión a los
nervios y cuáles de ellos están afectados. Algunas personas con esclerosis múltiple grave pueden
perder la capacidad de caminar sin ayuda o de caminar por completo, mientras que otras pueden
experimentar largos períodos de remisión sin que aparezca ningún síntoma nuevo.
Síntomas
Entumecimiento o debilidad en una o más extremidades que, normalmente, aparecen en un costado del
cuerpo a la vez, o en las piernas y el tronco
Pérdida de visión parcial o completa, por lo general en un ojo a la vez, a menudo con dolor al mover el
ojo
Sensaciones de choques eléctricos que se producen con ciertos movimientos del cuello, en especial, al
inclinarlo hacia adelante (signo de Lhermitte)
Balbuceo
Fatiga
Mareos
Consulta con un médico si tienes alguno de los síntomas mencionados sin saber los motivos.
Evolución de la enfermedad
La mayoría de las personas que padecen esclerosis múltiple tiene una evolución de remisión-recaída
de la enfermedad. Tienen períodos con síntomas nuevos o recaídas que aparecen durante días o
semanas y, por lo general, mejoran en forma parcial o total. Estas recaídas están seguidas de
períodos tranquilos de remisión de la enfermedad que pueden durar meses e incluso años.
Los pequeños aumentos de la temperatura corporal pueden empeorar de manera temporal los
signos y los síntomas de la esclerosis múltiple, pero no se los considera como recaídas de la
enfermedad.
Aproximadamente, entre el 60 y el 70 por ciento de las personas que padecen esclerosis múltiple
recurrente-remitente, con el tiempo, desarrollan un avance estable de los síntomas, con o sin
períodos de remisión, conocido como «esclerosis múltiple progresiva secundaria».
Algunas personas con esclerosis múltiple sufren una aparición gradual y un avance continuo de los
signos y los síntomas sin recaídas. Se la conoce como «esclerosis múltiple progresiva primaria».
Causas
La mielina se puede comparar con el aislamiento que recubre los cables eléctricos. Cuando la
mielina protectora se daña y la fibra nerviosa queda expuesta, los mensajes enviados a través del
nervio son más lentos o se interrumpen. También se puede dañar el nervio.
No está claro por qué la esclerosis múltiple se manifiesta en algunas personas y en otras no. Parece
deberse a una combinación de factores genéticos y ambientales.
Factores de riesgo
Edad. La esclerosis múltiple puede presentarse a cualquier edad, pero con más frecuencia afecta a
personas de 15 a 60 años.
Sexo. Las mujeres tienen casi el doble de posibilidades que los hombres de padecer esclerosis múltiple.
Antecedentes familiares. Si uno de tus padres o hermanos tuvo esclerosis múltiple, el riesgo de que
padezcas la enfermedad es mayor.
Determinadas infecciones. Diversos virus se asocian a la esclerosis múltiple, entre ellos, el de Epstein-
Barr, el cual provoca la mononucleosis infecciosa.
Raza. Las personas de raza blanca, en especial las de descendencia de Europa del norte, corren un
mayor riesgo de padecer esclerosis múltiple. Las personas de descendencia asiática, africana o
indígena estadounidense corren el menor riesgo.
Clima. La esclerosis múltiple es más frecuente en países con climas templados, entre ellos, Canadá, los
estados del norte de los Estados Unidos, Nueva Zelandia, el sureste de Australia y Europa.
Fumar. Los fumadores que sufren un evento inicial de síntomas que podrían indicar esclerosis múltiple
tienen más probabilidades que los no fumadores de sufrir un segundo evento que confirme la esclerosis
múltiple recurrente-remitente.
Complicaciones
Depresión
Epilepsia
Tratamiento
La esclerosis múltiple no tiene cura. Por lo general, el tratamiento de la esclerosis múltiple se centra
en acelerar la recuperación después de los ataques, en desacelerar el avance de la enfermedad y en
tratar los síntomas. Algunas personas tienen síntomas tan leves que el tratamiento no es necesario.
Gran parte de la respuesta inmunitaria asociada con la esclerosis múltiple se produce en las
primeras etapas de la enfermedad. El tratamiento agresivo con estos medicamentos lo antes posible
puede reducir la tasa de recurrencia y retardar la formación de nuevas lesiones.
Muchas de las terapias modificadoras de la enfermedad que se utilizan para tratar la esclerosis
múltiple conllevan riesgos de salud considerables. La elección del tratamiento más adecuado
depende de un análisis detallado de varios factores, como la duración y la gravedad de la
enfermedad, la eficacia de los tratamientos previos para la esclerosis múltiple, otros problemas de
salud, el costo y si eres mujer en edad fértil.
Tratamiento fisioterapéutico
La fisioterapia, junto con el uso de un andador cuando sea necesario, también puede ayudar a
controlar la debilidad de las piernas y otros problemas de marcha a menudo asociados con la
esclerosis múltiple.
La causa oculta de la diabetes varía según el tipo. Sin embargo, independientemente del tipo de
diabetes que tengas, puede derivar en un exceso de azúcar en sangre. Demasiada azúcar en la
sangre puede generar graves problemas de salud.
Las afecciones diabéticas crónicas incluyen la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2. Las afecciones
diabéticas potencialmente reversibles incluyen la prediabetes, cuando tus niveles de azúcar en
sangre son más altos que lo normal, pero no lo suficiente como para que la enfermedad se clasifique
como diabetes, y la diabetes gestacional, que se produce durante el embarazo pero puede
resolverse una vez que el bebé nace.
Síntomas
Los síntomas de la diabetes pueden variar según la cantidad de azúcar en aumento. Algunas
personas, en especial aquellas con prediabetes o diabetes tipo 2, pueden no experimentar síntomas
al principio. En la diabetes tipo 1, los síntomas tienden a aparecer rápidamente y ser más graves.
Aumento de la sed
Hambre extrema.
Fatiga
Irritabilidad
Visión borrosa
Causas
Para comprender la diabetes, primero debes entender cómo se procesa normalmente la glucosa en
el cuerpo.
La insulina es una hormona que se forma en una glándula ubicada detrás y debajo del estómago (el
páncreas).
A medida que tu nivel de azúcar en sangre baja, también lo hace la secreción de insulina del
páncreas.
La función de la glucosa
La glucosa, un azúcar, es una fuente de energía para las células que forman los músculos y otros
tejidos.
El azúcar se absorbe en el torrente sanguíneo, donde ingresa en las células con la ayuda de la
insulina.
Cuando tus niveles de glucosa son bajos, por ejemplo, cuando no has comido durante cierto
tiempo, el hígado descompone el glucógeno almacenado y lo convierte en glucosa para
mantener tu nivel de glucosa dentro del rango normal.
Causas de la diabetes tipo 1
Se desconoce la causa exacta de la diabetes tipo 1. Lo que sí se sabe es que tu sistema inmunitario,
que normalmente combate las bacterias o los virus dañinos, ataca y destruye las células que
producen insulina en el páncreas. Esto te deja con muy poca insulina, o sin insulina. En lugar de ser
transportada a tus células, el azúcar se acumula en tu torrente sanguíneo.
Se cree que el tipo 1 es causado por una combinación de susceptibilidad genética y factores
ambientales, aunque todavía no está claro cuáles son esos factores. No se cree que el peso sea un
factor en la diabetes tipo 1.
En la prediabetes —que puede provocar diabetes tipo 2— y en la diabetes tipo 2, las células se
vuelven resistentes a la acción de la insulina, y el páncreas no puede producir la cantidad suficiente
de insulina para superar tal resistencia. En lugar de pasar a tus células donde se necesita como
fuente de energía, el azúcar se acumula en tu torrente sanguíneo.
No se sabe con certeza por qué sucede esto exactamente, aunque se cree que los factores
genéticos y ambientales desempeñan un papel decisivo en el desarrollo de la diabetes tipo 2. El
sobrepeso está estrechamente relacionado con el desarrollo de la diabetes tipo 2, pero no todas las
personas con diabetes tipo 2 tienen sobrepeso.
Durante el embarazo, la placenta produce hormonas para apoyar el embarazo. Estas hormonas
hacen que tus células se vuelvan más resistentes a la insulina.
Normalmente, tu páncreas responde produciendo una cantidad suficiente de insulina adicional para
superar esta resistencia. Pero algunas veces, el páncreas no puede seguir el ritmo. Cuando esto
sucede, en tus células ingresa demasiado poca glucosa y en tu sangre permanece demasiada
cantidad de glucosa, lo cual da lugar a la diabetes gestacional.
Tratamiento
Según el tipo de diabetes que tengas, el control del nivel de azúcar en sangre, la insulina y los
medicamentos orales pueden influir en tu tratamiento. Una alimentación sana, un peso saludable y la
actividad regular también son factores importantes en el control de la diabetes.
Una parte importante de controlar la diabetes, al igual que tu salud en general, es mantener un peso
saludable a través de una dieta sana y un plan de ejercicios:
Alimentación saludable. En contra de la creencia popular, no existe una dieta específica para
la diabetes. Tendrás que seguir una dieta con más frutas, verduras y granos integrales
(alimentos que son muy nutritivos y ricos en fibra, y con bajo contenido de grasa y calorías) y
reducir el consumo de grasas saturadas, hidratos de carbono refinados y dulces. De hecho, es
el mejor plan de alimentación para toda la familia. Los alimentos azucarados están permitidos
de vez en cuando, siempre y cuando formen parte de tu plan de comidas.
Sin embargo, entender qué comer y en qué cantidad puede ser un desafío. Un especialista en
nutrición certificado puede ayudarte a crear un plan de comidas que se adapte a tus metas de
salud, tus preferencias alimenticias y tu estilo de vida. Es probable que ese plan incluya un
cálculo de hidratos de carbono, en especial si tienes diabetes tipo 1.
Actividad física. Todos necesitan hacer ejercicio aeróbico con regularidad, y los diabéticos no
son la excepción. El ejercicio disminuye el nivel de azúcar en sangre al trasladar el azúcar a las
células, donde se utiliza como fuente de energía. El ejercicio también aumenta tu sensibilidad a
la insulina; esto quiere decir que el cuerpo necesita menos insulina para transportar el azúcar a
las células.
Obtén la aprobación de tu médico para hacer ejercicio. Luego elige actividades que disfrutes,
como caminar, nadar o andar en bicicleta. Lo más importante es que incorpores la actividad
física en tu rutina diaria.
Trata de hacer al menos 30 minutos o más de ejercicio aeróbico la mayoría de los días de la
semana. Los periodos de actividad pueden ser de tan solo 10 minutos, tres veces al día. Si no
has hecho actividad durante un tiempo, comienza despacio y aumenta gradualmente.
Tratamientos para la diabetes tipo 1 y tipo 2
El tratamiento para la diabetes tipo 1 implica la colocación de inyecciones de insulina o el uso de una
bomba de insulina, controles frecuentes del nivel de azúcar en sangre, y el cálculo de hidratos de
carbono. El tratamiento de la diabetes tipo 2 implica, principalmente, cambios en el estilo de vida y el
control del nivel de azúcar en sangre junto con medicamentos para la diabetes, insulina o ambos.
Control del nivel de azúcar en sangre. Según tu plan de tratamiento, puedes controlar y
registrar tu nivel de azúcar en sangre hasta cuatro veces al día o con más frecuencia si tomas
insulina. Un control atento es la única manera de asegurarte de que tu nivel de azúcar en
sangre se mantenga dentro del rango objetivo. Aquellas personas que tienen diabetes tipo 2 y
no se colocan insulina suelen controlarse el nivel de azúcar en sangre con mucha menos
frecuencia.
Las personas que reciben un tratamiento de insulina también pueden elegir controlar sus
niveles de azúcar en sangre con un monitor continuo de glucosa. Aunque esta tecnología aún
no ha reemplazado por completo al medidor de glucosa, puede reducir bastante la cantidad de
pinchazos en los dedos necesarios para controlar la cantidad de azúcar en sangre y
proporcionar información importante sobre las tendencias del nivel de azúcar en sangre.
Incluso con un control cuidadoso, los niveles de azúcar en sangre algunas veces pueden
cambiar de manera impredecible. Con la ayuda del equipo de tratamiento de la diabetes,
aprenderás cómo cambia tu nivel de azúcar en sangre en respuesta a los alimentos, la actividad
física, los medicamentos, las enfermedades, el consumo de alcohol, el estrés y, en el caso de la
mujer, las fluctuaciones en los niveles hormonales.
Insulina. Las personas con diabetes tipo 1 necesitan recibir tratamiento de insulina para vivir.
Muchas personas con diabetes tipo 2 o diabetes gestacional también necesitan tratamiento de
insulina.
La insulina no puede administrarse por vía oral para bajar el nivel de azúcar en sangre porque
las enzimas digestivas interfieren en la acción de la insulina. La insulina se suele inyectar con
jeringa y una aguja fina o con una pluma de insulina, un dispositivo que parece una larga pluma
de tinta.
Una bomba de insulina también puede ser una opción. La bomba es un dispositivo del tamaño
aproximado de un teléfono celular que se usa en la parte externa del cuerpo. Cuenta con un
cable que conecta el reservorio de insulina a un catéter que se introduce por debajo de la piel
del abdomen.
Ahora también existen bombas sin cables que funcionan de manera inalámbrica. Tú programas
la bomba de insulina para que administre cantidades específicas de insulina. Se puede ajustar
para que administre mayor o menor cantidad de insulina, según las comidas, el nivel de
actividad y el nivel de azúcar en sangre.
Sin embargo, otros bloquean la acción de las enzimas intestinales o digestivas que
descomponen los hidratos de carbono o hacen que los tejidos se vuelvan más sensibles a la
insulina. Generalmente, el primer medicamento que se receta para la diabetes tipo 2 es la
metformina (Glucophage, Glumetza, otros).
El enfisema y la bronquitis crónica son las dos afecciones más frecuentes que contribuyen a
desarrollar la EPOC. La bronquitis crónica es la inflamación del revestimiento de los bronquios, que
llevan aire hacia y desde los sacos de aire (alvéolos) del pulmón. Se caracteriza por la tos diaria y la
producción de mucosidad (esputo).
El enfisema es una afección en la cual los alvéolos que están en los extremos de las vías aéreas
más pequeñas (bronquiolos) de los pulmones se destruyen como resultado de la exposición dañina
al humo de cigarrillo y a otros gases y partículas irritantes.
Síntomas
Los síntomas de la EPOC no suelen aparecer hasta cuando ya se ha producido un daño significativo
y, por lo general, empeoran con el tiempo, particularmente si el paciente sigue expuesto al humo del
tabaco. Los pacientes con bronquitis crónica presentan una tos diaria y producción de mucosidad
(esputo) como síntoma principal durante al menos tres meses al año en dos años consecutivos.
Silbido al respirar
Presión en el pecho
Tener que aclararse la garganta temprano a la mañana, debido al exceso de mucosidad en los
pulmones
Una tos crónica que puede producir mucosidad (esputo), la cual puede ser transparente, blanca,
amarilla o verdosa
Color azul en los labios o los lechos ungueales (cianosis)
Falta de energía
También es probable que las personas con EPOC tengan episodios llamados reagudizaciones,
durante los cuales los síntomas empeoran más que la variación habitual diaria y duran al menos
varios días.
Causas
El aire se traslada por la tráquea e ingresa en los pulmones por medio de dos tubos largos
(bronquios). Dentro de los pulmones, estos tubos se dividen muchas veces, como las ramas de un
árbol, en tubos más pequeños (bronquiolos) que tienen en sus extremos sacos de aire diminutos
(alvéolos).
Los sacos de aire tienen paredes muy delgadas repletas de vasos sanguíneos (capilares). El
oxígeno presente en el aire que inhalas atraviesa estos vasos sanguíneos e ingresa en el torrente
sanguíneo. Al mismo tiempo, se exhala dióxido de carbono (un gas que es un producto de desecho
del metabolismo).
Los pulmones dependen de la elasticidad natural de los bronquios y de los sacos de aire para que el
aire salga del organismo. A causa de la EPOC, pierden su elasticidad y se estiran en exceso, por lo
Bronquitis
Causas de la obstrucción de las vías respiratorias
Enfisema. Esta enfermedad de los pulmones destruye las paredes frágiles y las fibras elásticas
de los alvéolos. Las vías respiratorias pequeñas colapsan cuando exhalas, lo que impide el flujo
de aire hacia afuera desde los pulmones.
En la gran mayoría de los casos, el daño pulmonar que provoca EPOC se debe a fumar durante un
largo plazo. Sin embargo, probablemente también haya otros factores que juegan un papel en la
aparición de la EPOC, tales como una susceptibilidad genética a la enfermedad, porque solo
alrededor del 20 al 30 por ciento de los fumadores podría presentar EPOC.
Otros irritantes pueden causar EPOC, incluidos el humo de cigarro, el humo de segunda mano, el
humo de pipa, la contaminación ambiental y la exposición en el lugar de trabajo al polvo, el humo o
los vapores.
Aproximadamente, en el 1 por ciento de las personas con EPOC, la enfermedad se produce a causa
de un trastorno genético que provoca niveles bajos de una proteína llamada alfa-1 antitripsina. La
alfa-1 antitripsina se produce en el hígado y se segrega al torrente sanguíneo para ayudar a proteger
los pulmones. La deficiencia de alfa-1 antitripsina puede afectar al hígado además de a los
pulmones. El daño en los pulmones puede producirse en bebés y niños, no solo en adultos con
antecedentes de fumadores de larga data.
Para los adultos con EPOC relacionada con la deficiencia de alfa-1 antitripsina, las opciones de
tratamiento son las mismas que para las personas que tienen tipos más frecuentes de EPOC.
Además, el tratamiento de algunas personas podría consistir en reemplazar la proteína alfa-1
antitripsina faltante, lo cual puede evitar daños adicionales a los pulmones.
Tratamiento
Un diagnóstico de EPOC no es el fin del mundo. La mayoría de las personas tienen casos leves de
la enfermedad, para los cuales no se necesita mucha más terapia que dejar de fumar. Incluso en
estadios más avanzados de la enfermedad, existe una terapia eficaz que puede controlar los
síntomas, reducir el riesgo de complicaciones y reagudizaciones, y mejorar tu capacidad de tener
una vida activa.
Dejar de fumar
La medida más importante en cualquier plan de tratamiento para la EPOC es dejar de fumar por
completo. Es la única manera de impedir que la EPOC empeore, lo cual a la larga puede reducir tu
capacidad de respirar. Pero dejar de fumar no es fácil. Y puede parecer particularmente abrumador
si has tratado de dejar pero no lo lograste.
Habla con tu médico acerca de los productos y medicamentos reemplazantes de la nicotina que
podrían ayudar, y también acerca de cómo manejar las recaídas. Tu médico también puede
recomendarte un grupo de apoyo para personas que quieren dejar de fumar. También es una buena
idea evitar la exposición al humo de segunda mano cuando sea posible.
Medicamentos
Los médicos utilizan diversos tipos de medicamentos para tratar los síntomas y las complicaciones
de la EPOC. Puedes tomar algunos medicamentos regularmente y otros cuando los necesites.
Broncodilatadores
Estos medicamentos (que, por lo general, vienen en un inhalador) relajan los músculos que rodean
las vías respiratorias. Esto puede ayudar a aliviar la tos y la dificultad para respirar, además de hacer
que respires más fácilmente. Según la gravedad de la enfermedad, es posible que necesites un
broncodilatador de acción rápida antes de realizar ciertas actividades o un broncodilatador de acción
prolongada que uses todos los días, o ambos.
Los broncodilatadores de acción rápida incluyen salbutamol (ProAir HFA, Ventolin HFA y otros),
levalbuterol (Xopenex HFA) y ipratropio (Atrovent). Los broncodilatadores de acción prolongada
incluyen tiotropio (Spiriva), salmeterol (Serevent), formoterol (Foradil, Perforomist), arformoterol
(Brovana), indacaterol (Arcapta) y aclidino (Tudorza).
Esteroides inhalados
Los medicamentos con corticoesteroides inhalados pueden reducir la inflamación de las vías
respiratorias y ayudar a evitar reagudizaciones. Los efectos secundarios pueden incluir hematomas,
infecciones orales y ronquera. Estos medicamentos son útiles para las personas con
reagudizaciones frecuentes de la EPOC. La fluticasona (Flovent HFA, Flonase y otros) y el
budesonida (Pulmicort Flexhaler, Uceris y otros) son ejemplos de esteroides inhalados.
Inhaladores combinados
Esteroides orales
Para personas que tienen una reagudización moderada o grave, los tratamientos cortos (por
ejemplo, de cinco días) con corticoesteroides orales previenen el empeoramiento de la EPOC. Sin
embargo, el uso de estos medicamentos a largo plazo puede tener efectos secundarios graves, tales
como aumento de peso, diabetes, osteoporosis, cataratas y un mayor riesgo de infección.
Un nuevo tipo de medicamento aprobado para personas con EPOC grave y síntomas de bronquitis
crónica es el roflumilast (Daliresp), un inhibidor de la fosfodiesterasa tipo 4. Este medicamento
reduce la inflamación de las vías respiratorias y las relaja. Los efectos secundarios frecuentes
incluyen diarrea y pérdida de peso.
Teofilina
Este medicamento muy económico puede ayudar a mejorar la respiración y prevenir las
reagudizaciones. Los efectos secundarios pueden incluir náuseas, cefalea, latidos rápidos del
corazón y temblores. Los efectos secundarios dependen de la dosis; se recomiendan dosis bajas.
Antibióticos
Las infecciones respiratorias, tales como la bronquitis aguda, la neumonía y la influenza, pueden
agravar los síntomas de la EPOC. Los antibióticos ayudan a tratar las reagudizaciones, pero no
suelen recomendarse como medida de prevención. Sin embargo, un estudio reciente muestra que el
antibiótico azitromicina previene las reagudizaciones, aunque no está claro si esto se debe a su
efecto antibiótico o a sus propiedades antiinflamatorias.
Terapias pulmonares
Los médicos suelen utilizar las siguientes terapias adicionales para las personas con EPOC de
moderada a grave:
Algunas personas con EPOC usan oxígeno solo durante las actividades o mientras duermen.
Otras usan oxígeno todo el tiempo. La oxigenoterapia puede mejorar la calidad de vida y es la
única terapia para la EPOC que se comprobó que prolonga la vida. Habla con el médico sobre
tus necesidades y opciones.
Cirugía
La cirugía es una opción para algunas personas que padecen determinadas formas más graves de
enfisema pulmonar y no obtienen buenos resultados solo con medicamentos. Entre las opciones
quirúrgicas, pueden mencionarse las siguientes:
Cirugía para reducir el volumen pulmonar. En esta cirugía, el médico elimina pequeños
trozos de tejido pulmonar dañado de la parte superior de los pulmones. Así, se genera más
espacio en la cavidad torácica en el que puede expandirse el tejido pulmonar sano y donde el
diafragma puede funcionar de manera más eficiente. En algunas personas, esta cirugía puede
mejorar la calidad de vida y prolongarla.
Trasplante de pulmón. El trasplante de pulmón puede ser una opción para determinadas
personas que cumplen con criterios específicos. El trasplante puede mejorar la capacidad de
respirar y mantenerse activo. Sin embargo, es una intervención mayor que implica riesgos
considerables, como rechazo del órgano, y es necesario tomar medicamentos
inmunosupresores de por vida.
Bulectomía. Cuando las paredes de los sacos de aire se destruyen, se forman espacios de aire
grandes (bulas) en los pulmones. Las bulas pueden agrandarse y provocar problemas
respiratorios. En una bulectomía, el médico extrae las bulas de los pulmones para mejorar el
flujo de aire.
Bursitis
La bursitis es la inflamación o irritación de unas bolsas llenas de líquido, llamadas bursas, que
se localizan en algunos lugares donde hay puntos de roce, como los músculos, los tendones o
los huesos.
La misión de estas bolsas es ayudar al movimiento de las articulaciones y evitar fricciones
entre ellas.
Hay bursas por todo el cuerpo humano. De hecho, se calcula que existen más de 150, aunque
la bursitis se manifiesta, sobre todo, en los hombros, rodillas, caderas, pelvis, codos, muñecas,
dedos de los pies y talones, es decir, aquellas zonas donde el movimiento articular es más
repetitivo diariamente.
Causas
Aunque en mucha ocasiones se desconocen los orígenes de la enfermedad, la causa principal
de la bursitis es el uso excesivo de una articulación. La repetición diaria del mismo
movimiento o realizar un sobreesfuerzo en las articulaciones puede provocar la aparición de la
bursitis. De hecho, en algunas profesiones como en carpinteros, músicos o jardinero es
habitual que se manifieste esta patología.
Además de la sobrecarga, la bursistis puede aparecer tras sufrir un traumatismo, tener
una infección o como consecuencia de tener otras enfermedades, como gota o artritis
reumatoide o infecciones.
Síntomas
La bursitis se caracteriza por el dolor y/o la incapacidad para realizar ciertos ejercicios o
movimientos habituales en la vida diaria.
Los síntomas variarán dependiendo de la zona del cuerpo que esté afectada. Los más
comunes son:
Dolor articular y sensibilidad al presionar la zona que rodea a la articulación.
Rigidez y dolor al mover las articulaciones con bursitis.
Enrojecimiento de la zona afectada, hinchazón y en algunos casos fiebre.
Prevención
El principal paso para evitar la aparición de la bursitis es evitar la realización de los
movimientos repetitivos.
Otras medidas que se pueden tener en cuenta es el fortalecimiento de los músculos que
rodean la articulación o realizar calentamientos antes de empezar la actividad física.
Tipos
Hay dos tipos de bursitis:
Aguda
La bursitis se detecta cuando la articulación afectada adquiere un color rojizo y cuando al tacto
tiene una temperatura superior al resto del cuerpo. Es dolorosa y suele ser causa de una
infección o gota.
Crónica
En testa caso, la bursitis puede ser el resultado de haber sufrido con antelación el tipo agudo.
Otra de sus causas es que el paciente haya tenido alguna lesión previa en las
articulaciones.
Si el motivo es la lesión, la bursitis se manifiesta con hinchazón y dolor y disminuye el
movimiento habitual, provocando una atrofia muscular y debilidad motora. Este tipo de bursitis
puede durar unos días o extenderse durante semanas. Normalmente es reincidente.
Diagnóstico
El primer paso para diagnosticar la enfermedad es la realización de un examen físico. A
partir de éste, el médico será capaz de determinar el tipo de dolor que tiene el paciente,
cuándo aparece y en qué zona se presenta, lo que facilitará que averigüe si se trata de una
bursitis.
Si la bursa está inflamada, el médico puede sustraer una muestra de líquido del interior para
conocer las causas de la hinchazón.
Tratamientos
En la mayoría de los casos la bursitis desaparece sin ningún tratamiento específico.
No obstante, el primer paso que debe dar el profesional se tiene que dirigir a reducir el dolor
y la inflamación del paciente; en estos casos el médico puede prescribir antiinflamatorios,
como el ibuprofeno o el naproxeno o corticosteroides, como la prednisona.
Si se trata de una bursitis aguda no infectada, el paciente deberá evitar sobreesfuerzos y
aplicar frío en la zona afectada para ayudar a reducir la hinchazón. Además, en estos casos el
especialista puede indicar la limitación de los movimientos.
El tratamiento de la bursitis crónica sin infección es similar al de la bursitis aguda, pero el
reposo no suele tener efecto. En este caso hay que recurrir a métodos más agresivos como la
fisioterapia intensiva o inyecciones de corticosteroides.
Si la bursa está infectada es necesario extraer el líquido acumulado y seguir un tratamiento
con antibióticos.
Fisioterapia manual
Aun así, al ser una patología que da dolor y también limitación en el movimiento articular, es
importante que al mismo tiempo tratemos esto. Para ello utilizaremos la fisioterapia manual junto con
técnicas que mejorarán el dolor y por tanto permitirán un mayor movimiento y rendimiento articular. Al
mismo tiempo, podemos combinar esta terapia con medicamentos como antiinflamatorios y
analgésicos e incluso crioterapia (aplicación de frío en la zona).
En realidad, a pesar de su nombre, el codo de tenista no implica una inflamación visible – de ahí que
entre sus síntomas no se encuentre el tener el codo hinchado – sino que son los tendones los que
están inflamados y ocasionan el dolor y las molestias.
La epicondilitis tiene muchos sinónimos: dolor lateral del codo, codo de tenis, codo del remero o
golfista, tendinosis del tendón extensor conjunto y peritendinitis del codo.
1. Dolor en la parte lateral del codo o parte externa que ocasiona molestias al realizar
movimientos como presa o agarre en la mano. Por lo general, al cargar pesos con la
palma de la mano hacia arriba no se observarán molestias.
El médico comprobará que el dolor se reproduce al palpar en la parte lateral del codo, al estirar los
músculos extensores de la muñeca y de los dedos, y al oponerse a su contracción.
Existen otros trastornos y enfermedades que cursan con dolor en la parte lateral del codo y
que no se deben a la lesión de los tendones como algunas patologías de la columna cervical o
determinadas alteraciones internas de la articulación del codo.
La epicondilitis es una enfermedad que se da por sobreuso, es decir, por realizar esfuerzos
repetitivos realizados con los músculos que extienden la muñeca y los dedos y relacionados con las
actividades cotidianas.
Se van lesionando los tendones con los que dichos músculos se anclan al hueso, en la parte lateral
del codo, en una prominencia que se llama epicóndilo humeral, de ahí el nombre de la enfermedad.
A pesar de ser llamada habitualmente síndrome del tenista o codo de tenista, los deportes de
raqueta son la causa directa tan sólo en el 5% de los casos. Ya que se relaciona con múltiples
ocupaciones (oficinistas, tareas del hogar, construcción, jardinería, carpintería, caldereros, etc.)
Pronóstico de cura de la epicondilitis, ¿Cuánto tarda?
En general, la epicondilitis es una enfermedad de buen pronóstico, pero es común que sus síntomas
persistan varios meses antes de curar definitivamente.
En un 20% de pacientes, los síntomas pueden persistir más allá de los 18 meses.
El tratamiento no quirúrgico del codo de tenista es exitoso en el 95% de los pacientes de modo
que sólo unos pocos casos necesitarán cirugía.
6. Una vez haya mejorado la dolencia es de vital importancia cuidar la higiene postural para
evitar que el codo de tenista vuelve a aparecer
Las infiltraciones guiadas por ecografía tienen mayor eficacia y reduce el riesgo de errores de forma
significativa.
También son usados ortesis (brazaletes) que ayudan a descargar los tendones afectados.
Otros métodos para el tratamiento de la epicondilitis
En determinados casos, una o dos inyecciones locales con corticoesteroides pueden resolver el
dolor y la limitación funcional.
Antiinflamatorios: Es un tratamiento médico, pero que conviene tener muy en cuenta (y por eso lo
incluimos aquí) debido a que algunos pacientes dejan el tratamiento médico cuando comienzan
fisioterapia, es preciso incidir que son tratamiento complementario y que van a hacer mas efecto
actuando a la vez que por separado. En algunos casos extremos el médico puede llegar a realizar
una infiltración pero sería preferible antes de ello haber agotado las posibilidades que nos ofrece la
fisioterapia.
Diatermia Capacitiva y resistiva. Es la técnica más potente, aplicando la Diatermia capacitiva sobre
la musculatura que tracciona del tendón conseguiremos un efecto de relajación que mejorará las
expectativas de una buena evolución y usando la Diatermia Resistiva sobre el tendón directamente
conseguiremos un potente efecto antiinflamatorio y calmante.
Crioterapia: este es otro de los tratamientos que consiste en la aplicación de frio de diversas
maneras: compresas frías, hielo, etc. sobre la musculatura afectada y sobre el tendón la fisioterapia
con frio busca siempre disminuir la inflamación y el dolor. Hay que tener en cuenta que este
procedimiento se usa fundamentalmente en los momentos en los que el dolor se agudiza.
Ultrasonido: el tratamiento con ultrasonidos es uno de los tratamientos más efectivos en la
epicondilitis, mejorará la movilidad y el dolor.
TENS: este dispositivo usa electrodos para su funcionamiento que permite el trabajo del dolor. Por
medio de un tipo especial de corriente puede conseguir efectos muy potentes calmantes del dolor y a
bajas frecuencia también logra mejorar la circulación local y por tanto disminuir la inflamación.
Ejercicios: Una vez recuperado nuestro paciente debemos enseñarle los ejercicios que permitan
un aumento de la resistencia y fuerza en la musculatura afectada, sin olvidar los ejercicios de
flexibilización, todos estos tratamientos de Fisioterapia lograran una mejora progresiva y evitarán
posibles recaídas.
Espondilitis
Causas
Se desconoce cuál es la causa exacta de esta afección, pero algunos especialistas la han relacionado, en
casos específicos, con la herencia genética.
Suele manifestarse en la adolescencia o en la juventud y su incidencia es mayoren los hombres.
Por el contrario, las mujeres pueden presentar la enfermedad de forma más leve con lo que su diagnóstico
es más difícil. Su incidencia también varía en los distintos grupos raciales.
Síntomas
Los síntomas que se presentan son los siguientes:
Dolor nocturno y pérdida de movilidad en la región lumbar son manifestaciones precoces. Aunque, en la
mayoría de los casos los síntomas comienzan en las zonas de las lumbares y las sacroilíacas, suele
afectar también a los segmentos cervical y dorsal de la columna.
Inflamación ocular.
Daño en las válvulas cardiacas. En otras ocasiones, la espondilitis anquilosante precede al desarrollo de
una enfermedad inflamatoria intestinal y algunos pacientes presentan fiebre elevada, fatiga, pérdida de
peso y anemia.
La espondilitis anquilosante suele producir brotes sucesivos de dolor lumbar, con o sin síntomas
de artritis (en hombros, caderas, rodillas o tobillos) o de inflamación en los puntos de unión
de tendones y ligamentos al hueso.
Durante las fases en las que la enfermedad remite, el paciente no presenta síntomas de la enfermedad y
puede desempeñar las actividades que le exige su vida cotidiana.
Sólo aquellos pacientes cuyas articulaciones se vean afectadas, o desarrollen anquilosis entre las
vértebras, pueden sufrir pérdidas más o menos graves de la función articular.
Tipos
Actualmente, no existe una clasificación de esta enfermedad.
Diagnóstico
El diagnóstico de la espondilitis anquilosante suele
realizarse mediante una revisión del historial médico y
una exploración física.
Si el reumatólogo sospecha que el paciente padece una
espondilitis anquilosante se realizará una radiografía de
la columna vertebral y de la pelvis.
Los análisis de sangre y orina pueden ayudar a apoyar
el diagnóstico manifestando, por ejemplo, la presencia
en sangre del antígeno HLA-B27, o pueden determinar
la intensidad mayor o menor del
proceso inflamatorio que sufre el paciente.
Otras enfermedades viscerales u óseas, pueden confundirse con una EA. Sin embargo, pueden
distinguirse mediante la evaluación analítica para demostrar inflamación, anemia o positividad del HLA-B27
(marcador genético).
Asimismo, las radiografías y gammagrafías óseas pueden mostrar cambios característicos.
Tratamientos
Las formas de tratamiento de la espondilitis anquilosante son las siguientes:
Antiinflamatorios: Consiguen aliviar el dolor y reducir o suprimir la inflamación articular, lo cual permitirá
una mejor calidad de vida del paciente, y evitará que se produzcan molestias durante el descanso
nocturno.
Metotrexato: Se utiliza fundamentalmente para detener las artritis de las articulaciones periféricas.
Rehabilitación: Es esencial que los individuos que padecen espondilitis anquilosante realicen los
ejercicios físicos recomendados por el reumatólogo.
Así, debido a que la enfermedad suele provocar una deformación de la columna vertebral es conveniente
que el paciente practique deportes que fortalezcan la espalda. Uno de los mejores ejercicios para ello es la
natación.
Cirugía: Sólo en algunas ocasiones, cuando las articulaciones están muy dañadas y se ha perdido la
movilidad, es necesaria la intervención quirúrgica.
Hemiplejia
Si has sufrido recientemente una lesión de la médula espinal, podría parecerte que ha afectado
todos los aspectos de la vida. Es posible que sientas los efectos de la lesión a nivel mental,
emocional y social.
Muchos científicos son optimistas en cuanto a que los avances en investigación algún día harán que
sea posible la reparación de las lesiones de la médula espinal. En todo el mundo hay estudios de
investigación en curso. Mientras tanto, los tratamientos y la rehabilitación les permiten a muchas
personas que padecen lesiones de la médula espinal llevar una vida productiva e independiente.
Síntomas
La parte inferior de la médula espinal que se encuentra en estado normal se denomina «nivel
neurológico de la lesión». La gravedad de la lesión suele llamarse «integridad» y se clasifica de
alguna de las siguientes formas:
Incompleta. Si tienes cierta actividad motora o sensorial debajo de la zona afectada, la lesión se
denomina «incompleta». Hay diferentes grados de lesión incompleta.
Además, la parálisis causada por una lesión de la médula espinal puede denominarse:
Tetraplejia. También denominada «cuadriplejia», esto significa que los brazos, las manos, el
tronco, las piernas y los órganos pélvicos se encuentran todos afectados por tu lesión de la
médula espinal.
Paraplejia. Esta parálisis afecta la totalidad o parte del tronco, las piernas y los órganos
pélvicos.
Tu equipo de atención médica realizará una serie de análisis para determinar el nivel neurológico y la
amplitud de la lesión.
Las lesiones de médula espinal de cualquier tipo pueden provocar uno o más de los siguientes
signos y síntomas:
Pérdida de movimiento
Dolor o una sensación de ardor intenso causada por el daño en las fibras nerviosas de la
médula espinal
Algunos de los signos y síntomas de urgencia de una lesión de la médula espinal después de un
accidente pueden comprender:
Causas
Las lesiones de la médula espinal pueden producirse por el daño a las vértebras, los ligamentos o
los discos de la columna vertebral, o a la misma médula espinal.
Una lesión traumática de la médula espinal puede originarse a raíz de un golpe traumático y
repentino a la columna vertebral que fracture, disloque, aplaste o comprima una o más vértebras.
También puede producirse por una herida de arma de fuego o con un cuchillo que penetre y corte la
médula espinal.
Una lesión no traumática de la médula espinal puede ser causada por artritis, cáncer, inflamación,
infecciones o degeneración de los discos de la columna vertebral.
El sistema nervioso central comprende el cerebro y la médula espinal. La médula espinal, compuesta
de tejido blando y rodeada de huesos (vértebras), se extiende desde la base del cerebro hacia abajo
y está compuesta de neuronas y grupos de nervios llamados «vías», las cuales llegan hasta
diferentes partes del cuerpo.
El extremo inferior de la médula espinal termina un poco antes de la cintura en la región llamada
«cono terminal». Debajo de esta región, se encuentra un grupo de raíces nerviosas llamado «cola de
caballo».
Las vías de la médula espinal transmiten mensajes entre el cerebro y el resto del cuerpo. Las vías
motoras transmiten señales desde el cerebro para controlar el movimiento de los músculos. Las vías
sensoriales transmiten señales, desde las partes del cuerpo hacia el cerebro, relacionadas con el
calor, el frío, la presión, el dolor y la posición de las extremidades.
Sin importar si la causa es traumática o no, el daño afecta las fibras nerviosas que atraviesan la zona
lesionada y puede afectar una parte o la totalidad de los músculos y nervios correspondientes debajo
del lugar de la lesión.
Una lesión en el pecho (torácica) o en la parte inferior de la espalda (lumbar) puede afectar el torso,
las piernas, el control del intestino y de la vejiga, y la función sexual. Una lesión en el cuello (cervical)
afecta las mismas áreas, además del movimiento de los brazos y, posiblemente, la capacidad para
respirar.
Las causas más frecuentes de lesiones de médula espinal en los Estados Unidos son las siguientes:
Caídas. La mayoría de las lesiones de médula espinal que se producen después de los 65 años
son consecuencia de una caída. A nivel general, las caídas ocasionan más del 15 por ciento de
las lesiones de médula espinal.
Actos de violencia. Alrededor del 12 por ciento de las lesiones de médula espinal son
consecuencia de encuentros violentos, que, a menudo, implican heridas con un arma de fuego
o con un cuchillo.
Lesiones al practicar deportes o actividades recreativas. Las actividades deportivas, como los
deportes de impacto y el buceo en aguas poco profundas, causan el 10 por ciento de las
lesiones de médula espinal, aproximadamente.
Aunque una lesión de la médula espinal suele ser el resultado de un accidente y puede sucederle a
cualquiera, ciertos factores pueden predisponerte a un mayor riesgo de sufrir una lesión de la médula
espinal, entre ellos:
Ser hombre. Las lesiones de la médula espinal afectan a una cantidad desproporcionada de
hombres. De hecho, en los Estados Unidos, las mujeres representan solo el 20 por ciento de las
lesiones traumáticas de la médula espinal.
Tener entre 16 y 30 años de edad. Es más probable que sufras una lesión traumática de la
médula espinal si tienes entre 16 y 30 años.
Tener más de 65 años de edad. Las caídas provocan la mayoría de las lesiones en adultos
mayores.
Adoptar conductas de riesgo. Zambullirse en aguas muy poco profundas, practicar deportes sin
usar el equipo de seguridad adecuado o sin tomar las precauciones adecuadas puede llevar a
sufrir lesiones de la médula espinal. Los choques automovilísticos son la causa principal de
lesiones de la médula espinal en personas menores de 65 años.
Tener un trastorno óseo o articular. Si tienes otro trastorno que afecta los huesos o las
articulaciones, como artritis u osteoporosis, una lesión relativamente leve puede provocar una
lesión de la médula espinal.
Tratamiento
Lamentablemente, no hay manera de revertir el daño a la médula espinal. Pero los investigadores
trabajan continuamente en tratamientos nuevos, que comprenden prótesis y medicamentos capaces
de promover la regeneración de las neuronas o de mejorar la actividad de los nervios que no se
dañaron después de una lesión de la médula espinal.
Mientras tanto, el tratamiento de las lesiones de la médula espinal se centra en la prevención de más
lesiones y en el fortalecimiento de las personas con lesión de la médula espinal para que puedan
volver a tener a una vida activa y productiva.
Arteriosclerosis
La arteriosclerosis sucede cuando los vasos sanguíneos que llevan oxígeno y nutrientes del corazón
al resto del cuerpo (arterias) se vuelven gruesos y rígidos, en ocasiones restringen el flujo de sangre
hacia los órganos y los tejidos. Las arterias sanas son flexibles y elásticas, pero con el tiempo, las
paredes de las arterias se pueden endurecer, una enfermedad que comúnmente se denomina
endurecimiento arterial.
Síntomas
La ateroesclerosis se desarrolla de
forma gradual. Por lo general, la
ateroesclerosis leve no tiene ningún
síntoma.
Los síntomas de la ateroesclerosis moderada a grave dependen de qué arterias están afectadas. Por
ejemplo:
Si tienes ateroesclerosis en las arterias del corazón, puedes tener síntomas como dolor en
el pecho o presión (angina de pecho).
Si tienes ateroesclerosis en las arterias que conducen al cerebro, puedes tener signos y
síntomas como entumecimiento o debilidad repentinos en los brazos o las piernas, dificultad
para hablar o balbuceo, pérdida temporal de la visión en un ojo o caída de los músculos de la
cara. Estos indican un accidente isquémico transitorio que, si no se trata, puede evolucionar a
un accidente cerebrovascular.
Si tienes ateroesclerosis en las arterias de los brazos y las piernas, puedes tener síntomas
de enfermedad arterial periférica, como dolor en las piernas cuando caminas (claudicación).
Causas
Desarrollo de aterosclerosis
La aterosclerosis es una enfermedad lenta y progresiva que puede comenzar a manifestarse en la
niñez. Aunque se desconozca la causa exacta, la aterosclerosis puede comenzar con daños o
lesiones en la capa interna de una arteria. Los daños pueden tener las siguientes causas:
colesterol alto;
Inflamación producida por enfermedades como la artritis, el lupus u otras infecciones, o bien una
inflamación por causas desconocidas
Una vez que se daña la pared interna de una arteria, los glóbulos y otras sustancias, generalmente,
se aglomeran en el lugar de la lesión y se acumulan en el recubrimiento interno de la arteria.
Con el tiempo, los depósitos de grasa (placas) hechos de colesterol y otros productos celulares
también se acumulan en el lugar de la lesión y se endurecen, lo que hace que se estrechen las
arterias. Por esto, los órganos y tejidos conectados a las arterias bloqueadas no reciben suficiente
sangre para funcionar correctamente.
Con el tiempo, es posible que partes de los depósitos de grasa se desprendan e ingresen al torrente
sanguíneo.
Asimismo, el recubrimiento suave de una placa puede romperse, lo cual derrama colesterol y otras
sustancias en el torrente sanguíneo. Esto puede causar un coágulo de sangre, que puede bloquear
el flujo de sangre a una parte específica del cuerpo, como ocurre cuando se bloquea la sangre que
fluye al corazón y se produce un ataque cardíaco. Un coágulo de sangre también puede dirigirse a
otras partes del cuerpo y bloquear el flujo a otros órganos.
Factores de riesgo
El endurecimiento de las arterias se produce con el tiempo. Además del envejecimiento, algunos
factores que aumentan el riesgo de padecer ateroesclerosis son los siguientes:
Diabetes
Obesidad
Falta de ejercicio
Dieta no saludable
Tratamiento
Los cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable y hacer ejercicio, suelen ser el
tratamiento más adecuado para la ateroesclerosis. A veces, también pueden recomendarse
medicamentos o procedimientos quirúrgicos.
Medicamentos
Existen diversos medicamentos que pueden reducir la velocidad de los efectos de la ateroesclerosis,
o incluso revertirlos. A continuación, te damos algunas opciones frecuentes:
Tu médico puede elegir entre una variedad de medicamentos para el colesterol, que incluyen
medicamentos conocidos como «estatinas» y «fibratos». Además de reducir el nivel de
colesterol, las estatinas tienen efectos adicionales que ayudan a estabilizar el revestimiento
interno de las arterias del corazón y a prevenir la ateroesclerosis.
Píldoras de agua (diuréticos). La presión arterial alta es un factor de riesgo importante para la
ateroesclerosis. Los diuréticos reducen la presión arterial.
Otros medicamentos. Tu médico podría sugerir ciertos medicamentos para controlar factores de riesgo
específicos para la ateroesclerosis, como la diabetes. En ocasiones, se recetan medicamentos
específicos para tratar los síntomas de la ateroesclerosis, como el dolor de piernas durante los
ejercicios.
Procedimientos quirúrgicos
A veces se necesita un tratamiento más agresivo para tratar la ateroesclerosis. Si tienes síntomas
graves o una obstrucción que amenaza la supervivencia del tejido muscular o cutáneo, es posible
que seas candidato para uno de los siguientes procedimientos quirúrgicos:
Luego, infla el balón, lo que comprime los depósitos contra las paredes de las arterias. Por lo
general, se deja un tubo de malla (stent) en la arteria para ayudar a mantener abierta la arteria.
Endarterectomía. En algunos casos, los depósitos grasos deben extraerse quirúrgicamente de las
paredes de una arteria estrechada. Cuando el procedimiento se realiza en las arterias del cuello (las
arterias carótidas), se denomina «endarterectomía carotídea».
Terapia fibrinolítica. Si tienes una arteria obstruida por un coágulo sanguíneo, tu médico puede
inyectar un medicamento para disolver el coágulo hasta que se desintegre.
Cirugía de bypass. Tu médico podría crear un bypass con injerto utilizando un vaso sanguíneo de otra
parte del cuerpo, o un tubo hecho con tejido sintético. Esto permite que la sangre fluya alrededor de la
arteria bloqueada o estrechada.
Aneurismas
Nombres alternativos
Aneurisma - arteria esplénica; Aneurisma - arteria
poplítea; Aneurisma - arteria mesentérica
Causas
No está claro exactamente qué causa los aneurismas.
Algunos están presentes al nacer (congénitos). Los
defectos en algunas de las partes de la pared arterial pueden ser responsables.
La arteria mayor que sale del corazón, como aorta abdominal o torácica
El cerebro (aneurisma cerebral)
Detrás de la rodilla en la pierna (aneurisma de la arteria poplítea)
La presión arterial alta, el colesterol alto y el tabaquismo pueden aumentar el riesgo de ciertos tipos
de aneurismas. Se cree que la presión arterial alta juega un papel en los aneurismas aórticos
abdominales. La enfermedad ateroesclerótica (acumulación de colesterol en las arterias) también
puede llevar a la formación de algunos aneurismas. Algunos genes o condiciones, como la displasia
fibromuscular pueden resultar en aneurismas.
Síntomas
Los síntomas dependen del lugar en el que se encuentra el aneurisma. Si el aneurisma se presenta
cerca de la superficie del cuerpo, frecuentemente se observa dolor e hinchazón con una
protuberancia pulsátil.
Los aneurismas dentro del cuerpo y el cerebro a menudo no presentan síntomas. Los aneurismas
del cerebro pueden expandirse sin reventar (ruptura). El aneurisma expandido puede presionar
nervios y provocar visión doble, vértigos o dolores de cabeza. Algunos aneurismas pueden ocasionar
zumbido en los oídos.
Si un aneurisma se rompe, se puede presentar dolor, presión arterial baja, frecuencia cardíaca
rápida y mareo. Cuando se rompe un aneurisma cerebral, hay un súbito dolor de cabeza grave que
algunas personas describen como "el peor dolor de cabeza de mi vida". El riesgo de coma o muerte
después de una ruptura es alto.
Tratamiento
El tratamiento depende del tamaño y la localización del aneurisma. Su proveedor puede solo
recomendarle chequeos regulares para ver si el aneurisma está creciendo.
Se puede realizar una cirugía. El tipo de cirugía a hacerse y el momento en que será necesaria
dependen de los síntomas y del tamaño y tipo del aneurisma.
La cirugía puede implicar una incisión quirúrgica grande (abierta). Algunas veces, se realiza un
procedimiento llamado embolización endovascular. Se insertan espirales o stent de metal a un
aneurisma cerebral para hacer que el aneurisma coagule. Esto reduce el riesgo de ruptura mientras
la arteria se mantiene abierta. Otros aneurismas del cerebro pueden requerir que se les coloque un
clip para cerrarlos y evitar una ruptura.
Los aneurismas de la aorta pueden reforzarse a través de una cirugía para fortalecer la pared del
vaso sanguíneo.