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Capitulo 1: Santiago saluda a las doce tribus.

Explica el propósito de Dios con


las pruebas. Insta a tener paciencia y perseverancia. Aclara de que manera
obran las tentaciones y hace un llamado a la verdadera religión centrada en la
Palabra.

SALUDO DE LA EPISTOLA (1:1)

1:1 Santiago. El medio hermano de Jesús y el prominente líder de la iglesia de


Jerusalén. siervo. Esclavo bajo la autoridad de un amo o Señor. doce tribus. Israel,
particularmente la iglesia primitiva de Cristo el cual era mayormente hebrea.
dispersión. Israel se encontraba disperso a causa del exilio (Dt 28:25; 30:4; Neh 1:9)
y la iglesia a causa de la persecución (Hch 8:1).

LAS PRUEBAS DE LA VERDADERA RELIGION (1:2-27)

Los Beneficios de una Fe Puesta a Prueba (1:2-8)

1:2-3 Hermanos míos. La relación familiar que viene a través de la fe en Cristo.


Santiago les está hablando sobre la base de su profesión, el cual puede o no ser
verdad, como Santiago lo enfatiza (ej., v.26). diversas pruebas. Los creyentes deben
de responder a las pruebas con gozo, no a causa del dolor de las pruebas, sino por
lo que Dios hace a través de estas (Ro 5:3-5).

1:4 perfectos. Completos o íntegros.

1:5 Las pruebas pueden de alguna manera nublar el entendimiento espiritual


llevando a los creyentes a buscar sabiduría de Dios por ellos mismos (3:13-18).

1:6 no dudando nada. Aunque en la vida de los verdaderos cristianos puede estar y
a menudo está presente la duda (Mar 9:24), ellos no deben estar contentos con tal
en sus vidas, sino buscar eliminarla de raíz de sus corazones a través de la ayuda
del Espíritu de Dios.

1:8 doble ánimo. Literalmente “dos actitudes,” lo opuesto a “de todo corazón” o
“firmeza.” Es la disposición que empuja a una persona en dos direcciones en vez de
manera decisiva alejarse de este mundo y sus dioses y acercarse al Señor (1 Re
18:21).

Dos Pruebas: Pobreza y Tentación (1:9-15)

1:9 humilde condición. Pobre o de posición baja. exaltación. El evangelio levanta a


las personas en Cristo. Les da una posición espiritual de príncipes (Sal 113:7-8).

1:10-11 El cristianismo no distribuye artificialmente la riqueza, sino que le enseña a


los cristianos, sean pobres o ricos, que son hermanos en Cristo con una misma
posición, teniendo una herencia incorruptible en Cristo, y tesoros en Él en el cielo.
Así que el creyente a quien Dios le ha dado prosperidad tiene una razón de
regocijarse, ya que Cristo lo ha liberado de la mentira que el mundo enseña, que sus
riquezas constituyen su verdadero valor. En el cuerpo de cristo, ricos y pobres son
hermanos y deben de ayudarse unos a otros. flor de la hierba. Ver Is 40:6; 1 Pe
1:24. se marchitará el rico en todas sus empresas. De la misma manera que la
hierba y las flores se marchitan, el rico perece de la misma manera que el pobre, ya
que ninguno se lleva nada con ellos.
1:12 Bienaventurado. Verdaderamente feliz (Mat 5:3-10). corona de vida. No se
refiere a una diadema real, sino a la corona atlética dada a los campeones
victoriosos.

1:13-14 no diga. Es probable que algunos de los lectores de Santiago estuvieran


culpando a Dios. Cuando nos encontramos abrumados por las pruebas, nuestros
corazones fácilmente pueden culpar a Dios, ya sea en secreto o públicamente.
Aunque es verdad que Dios prueba a las personas (Ge 22:1), Dios no tienta como lo
hace el diablo, con la intención de hacernos pecar. Las pruebas de Dios siempre
tienen el propósito de santificar o purificar a Su pueblo. Cuando caemos en una
tentación, es a través de nuestra propia concupiscencia o deseos pecaminosos que
nos descarriamos. Dios no es el autor del pecado.

1:15 El pecado comienza desde adentro, en nuestros corazones y voluntades, y sólo


después se manifiesta exteriormente en nuestras vidas. Aquellos que creen que sus
cuerpos les hacen pecar están invirtiendo la progresión de Santiago. La raíz de todo
pecado yace en el corazón del hombre (Ge 6:5; Mar 7:21-23).

La Distinción entre la Verdadera Religión y la Falsa Religión (1:16-27).

1:16 El hombre es propenso a equivocarse. Necesita ser advertido constantemente


acerca de eso.

1:17 Padre de las luces. Dios creó luz, incluyendo todas las luces brillantes en el
cielo (Ge 1:3,14-18). Cada don viene de Dios, incluyendo la regeneración, que es el
punto aquí (v. 18).

1:18 nacer. A diferencia de nuestra concupiscencia que concibe y da a luz el


pecado, la voluntad de Dios crea un pueblo hecho a Su imagen a través de la
Palabra de verdad (1 Pe 1:23), impulsado por Su Espíritu (Juan 3:5-6,8). primicias.
En el sistema sacrificial de Israel, el primer producto de la tierra era dedicado al
Señor, ya que Él se los ordenó (Dt 26:10; cf. Ro 8:23). criaturas. Creaciones.

1:20 ira del hombre. Existe una ira justa (Mar 3:5; Juan 2:13-17); sin embargo, al ser
las emociones del hombre lo que son, debemos mortificar y subyugar nuestra ira
porque somos cegados fácilmente de manera que nos justificamos a nosotros
mismos al juzgar los motivos de otras personas (Ef 4:26,31).

1:21 desechando. Dejar a un lado o despojarse de las vestiduras inmundas (Ef 4:22;
1 Pe 2:1). inmundicia. Impureza, incluyendo toda conversación obscena, deseos
impuros, y practicas vergonzosas (Ef 5:4). abundancia de malicia. Los deseos
pecaminosos no dejan de expandirse e incrementar más y más, a menos que los
mortifiquemos en Cristo. implantada. Cuando la Palabra se arraiga en una persona
es como si se incrustara o tallara en su ser más profundo (Lu 8:11-15; 1 Juan 3:9).

1:22 engañándoos a vosotros mismos. Santiago muestra cuán grave y pecaminoso


es el ser un mero oyente de la Palabra sin obedecerla.

1:23-24 espejo. La Palabra de Dios es como un espejo, el cual si un hombre natural


o alguna mujer se ven allí, pueden ver como lucen naturalmente; pero como no
pueden ver más profundamente tienden a olvidarlo rápidamente.

1:25 la de la libertad. La voluntad de Dios expresada en toda Su Palabra, y resumida


en el amor y en los Diez Mandamientos (2:8,11-12). La ley trae libertad cuando
rigurosamente nos examinamos a nosotros mismos a través de ese estándar,
cuando de manera honesta nos enfrentamos con quienes somos por naturaleza,
cuando abrazamos el evangelio (1:21) de perdón a través de la sangre de Cristo y
renovación por el Espíritu de Cristo, y entonces encaminamos nuestros corazones a
andar en obediencia (Sal 19:7-11; 119:45; Ro 8:1-4).

1:26 La verdadera religión implicará en actuar con la máxima cautela de que las
palabras que hablemos sean como las que Dios ha ordenado que deben ser (3:2-3).

1:27 huérfanos y a las viudas. Los desamparados y pobres que no tienen a nadie
que los protejan, son los recipientes especiales de la compasión de Dios (Dt 10:17-
18; 27:19; Sal 10:14-18; 68:5-6). Este versículo no es la suma total de lo que Dios
exige de nosotros, sino que muestra distintivos externos de sí o no el amor se ha
vuelto el principio que ha dominado en nuestros corazones (1 Juan 4:11-16).

Pensamientos para el Culto Personal/Familiar: Capítulo 1

1. Las pruebas para los cristianos no son un asunto de sí, sino de “cuando” (v.
2). A pesar de lo que algunos enseñan y muchos otros creen, a los cristianos
no se les ha prometido estar exentos de pruebas. Sin embargo, podemos
enfrentar esas pruebas con gozo, si sabemos que Dios las ha diseñado para
nuestro bien (Ro 8:28,32) y como un medio de moldearnos. Cristo soportó su
prueba más fuerte, la cruz, por el gozo que fue puesto delante de Él (He 12:2-
3). ¿Con que prueba te estás enfrentado? ¿Cómo las puedes soportar con
gozo?

2. Debemos aprender a odiar el engaño y amar la verdad (vv. 16, 18,21-22). En


una época y tiempo cuando el escepticismo es considerado como una virtud y
el agnosticismo humilde, necesitamos recordar que Dios ha revelado Su
verdad en Su Palabra. A través de la verdad pecadores perdidos nacen de
nuevo, por la verdad son salvados, y por la verdad viven en verdadera
felicidad y libertad. Por lo tanto, recibamos la verdad con mansedumbre.

3. Santiago advierte en contra de un cristianismo mundano (v. 26). La religión


carnal solo contamina con sus impurezas y no tiene ningún problema en
sumergirse en el mundo. Por el otro lado, por la gracia de Dios, los creyentes
buscan “guardarse sin mancha del mundo” (v. 27). Los afectos y apegos de
los cristianos deberían estar más bien con aquellos que están en necesidad,
tales como las viudas y los huérfanos, y no con los placeres pecaminosos que
el mundo ofrece y que sólo pervierten.

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