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VOTOS DSA PARA SER CONSIDERADOS

2014-XXX DSA – AG – DOCUMENTO SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD –


REGISTRAR
SE PROPONE, registrar el voto 2014-xxx de la UPN, como sigue:
ACORDADO, registrar el voto 2014-111 de la DSA, como sigue:
VOTADO registrar el documento de la Asociación General sobre Directrices de la IASD
sobre la Homosexualidad y Otras Prácticas Sexuales, como sigue:
Pautas de Respuesta para la Iglesia Adventista del Séptimo Día Sobre Actitudes
Culturales Cambiantes con Respecto a la Homosexualidad y Otras Prácticas Sexuales
Alternativas
El ideal divino de la sexualidad y el matrimonio
Las cuestiones relacionadas con la sexualidad humana y el matrimonio se pueden ver en su
verdadera luz cuando se las observa con el trasfondo del ideal divino para la humanidad. La
actividad creadora de Dios culminó en hacer la humanidad a su propia imagen como
hombre y mujer e instituyendo el matrimonio. El matrimonio como maravilloso regalo
divino para la humanidad es la unión basada en un pacto de los dos sexos a nivel físico,
emocional y espiritual a la cual la Escritura se refiere como “una sola carne”. Jesucristo
afirmó que el matrimonio es tanto monógamo como heterosexual, una unión de toda la vida
de compañía afectuosa entre un hombre y una mujer. Además, a lo largo de la Escritura tal
unión heterosexual en matrimonio es elevada como símbolo de la unión entre Dios y la
humanidad.
La relación armoniosa de un hombre y una mujer en matrimonio provee un microcosmos de
unidad social que está consagrado como ingrediente fundamental de las sociedades estables.
El Creador tenía la intención de que la sexualidad en el matrimonio no sólo sirviera como
un propósito unificador sino también para proveer alegría, placer y plenitud. Al mismo
tiempo es para un esposo y una esposa, cuyo amor les ha permitido conocerse mutuamente
en una profunda unión sexual, que se les puede confiar un niño. Su hijo, una expresión viva
de su unidad, prospera en la atmósfera de amor y unidad del matrimonio y tiene el beneficio
de la relación con cada uno de los padres.
Si bien la unión monógama en matrimonio de un hombre y una mujer está afirmada como el
fundamento divinamente ordenado de la familia y de la vida social y como el único lugar
para la expresión sexual íntima1, la soltería y la amistad entre los solteros también están
dentro del diseño divino. Sin embargo, la Escritura dispone una distinción entre la conducta
aceptable en las relaciones de amistad y la conducta sexual en el matrimonio.
Desafortunadamente la sexualidad humana y el matrimonio han sido corrompidos por el
pecado. Por lo tanto, la Escritura no se concentra sólo en los aspectos positivos de la
sexualidad humana sino también en las expresiones equivocadas de la sexualidad y su
impacto negativo en las personas y en la sociedad. La Escritura advierte a los seres
humanos de las conductas sexuales destructivas como la fornicación, el adulterio, las
relaciones homosexuales, el incesto y la poligamia (p. ej.: Mat. 19:1-12; 1 Cor. 5:1-13; 6:9-
20; 7:10-16, 39; Heb. 13:4; Apoc. 22:14, 15) y llama a los seres humanos a hacer lo que es
bueno, sano y beneficioso.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día adhiere sin reservas al ideal divino de las relaciones
sexuales puras, honrosas y con amor dentro del matrimonio heterosexual, con la creencia de
que toda rebaja de esta elevada visión es perjudicial para la humanidad. También cree que
se deben enfatizar los ideales de pureza y belleza del matrimonio tal como lo diseñó Dios.
Por medio de la obra redentora de Cristo se puede recuperar el propósito original del
matrimonio y la experiencia preciosa y sana del matrimonio la pueden hacer realidad un
hombre y una mujer que unen sus vidas en un pacto de matrimonio para toda la vida.
La Iglesia y la sociedad
La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que fue creada para proclamar el evangelio
eterno al mundo entero y para invitar a las personas en todas partes a estar listas para la
segunda venida de Jesús. Nuestra Iglesia prosigue la misión de Dios alrededor del mundo
enseñando, predicando, cuidando y sirviendo en más de 200 naciones en la actualidad. La
Iglesia Adventista del Séptimo Día no tiene una declaración de credo: cree que sus
enseñanzas se basan solamente en la autoridad de la Biblia. Sin embargo, resume esas
creencias en una Declaración de Creencias Fundamentales, actualmente 28 en total. La
enseñanza sobre “El Matrimonio y la Familia”2 es central para la comprensión de la Iglesia
del plan de Dios para ordenar la sociedad humana.
Debido a que los adventistas del séptimo día viven, trabajan y sirven en todas partes del
mundo, las personas adventistas del séptimo día y las instituciones por las cuales la Iglesia
prosigue la misión de Dios se relacionan e interactúan con todos los niveles de gobierno
humano. La Biblia instruye a los cristianos a ser obedientes a las leyes promulgadas por el
gobierno civil y siempre que sea moralmente posible; los feligreses adventistas del séptimo
día y las organizaciones de la Iglesia buscarán someterse a las autoridades de gobierno, aun
mientras buscan consejo sobre cómo responder cuando las pretensiones del gobierno entran
en conflicto con las verdades de la Biblia y las Creencias Fundamentales de la Iglesia.
La relación de la Iglesia con la legislación civil sobre la homosexualidad y las
conductas sexuales alternativas
La Palabra de Dios está repleta de instrucción y ejemplos con relación a la relación del
creyente con la autoridad y jurisdicción del gobierno civil. Considerando que la Iglesia
Adventista del Séptimo Día valora la Palabra de Dios completa como su autoridad final en
cuanto a la verdad, la doctrina y la forma de vida, la iglesia siempre busca reflejar en su
enseñanza y práctica el mensaje completo de la Escritura con respecto a la debida
interacción con el gobierno civil. Con este objetivo la Iglesia periódicamente ofrece consejo
a individuos, líderes e instituciones de la iglesia cuando las pretensiones del gobierno civil y
las enseñanzas de la Biblia parecen estar en conflicto. Este documento se concentra en la
división creciente entre las leyes de ciertos gobiernos civiles y las creencias de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día sobre las conductas sexuales aceptables.
Los siguientes principios, aunque no son exhaustivos, apoyan la aplicación consistente de la
Iglesia de las verdades bíblicas en las sociedades y culturas donde actúa y ante los
gobiernos a los cuales responde. Estos principios serán de importancia especial al formular
para un ministerio u organización de la Iglesia una respuesta a todo nivel de gobierno civil
que intente imponerle a la Iglesia sus percepciones de las prácticas sexuales aceptables legal
y moralmente.
1. Todos los gobiernos humanos existen por disposición y concesión de Dios. El apóstol
Pablo instruye con claridad tanto a los cristianos como a la Iglesia para que se sometan
voluntariamente a los gobiernos humanos que han sido ordenados por Dios para mantener
las libertades otorgadas por Dios, para mantener el orden social y para cuidar de los menos
favorecidos (ver Rom. 13:1-13 3). En la medida en que estos actúen de común acuerdo con
los valores y principios expresados en la Palabra de Dios, los gobiernos civiles merecen el
respeto y la obediencia de los creyentes y de la Iglesia como institución. Dondequiera que
sea posible, los adventistas del séptimo día y las organizaciones de la Iglesia en un estado o
nación determinada intentarán que su conducta y sus declaraciones se comprendan como las
de ciudadanos leales que participan de los derechos y responsabilidades de la ciudadanía.
Además, se instruye a los creyentes para que oren por las autoridades civiles (1 Tim. 2:1, 2)
a fin de que puedan practicar las virtudes del reino de Dios.
2. Aunque la autoridad del gobierno humano deriva de la autoridad de Dios, las
pretensiones y las jurisdicciones de los gobiernos humanos nunca son definitivas en
última instancia para los creyentes como individuos o para la Iglesia. Tanto los creyentes
como la Iglesia deben lealtad suprema a Dios mismo. En ocasiones donde las pretensiones
del gobierno civil entren en conflicto directo y contradigan la enseñanza de la Palabra de
Dios como la entiende la Iglesia Adventista del Séptimo Día, tanto la Iglesia como sus
feligreses están obligados por la misma Palabra de Dios a obedecer sus preceptos antes que
aquellos del gobierno humano (Hech. 5:29). Esta expresión de una lealtad más elevada es
específica solo a la acusación del gobierno que está en contradicción con la Palabra de Dios
y por lo demás no disminuye ni quita la obligación de la Iglesia o de los creyentes como
individuos de vivir en sumisión a la autoridad civil en otros asuntos.
3. Debido a que los creyentes y la Iglesia organizada disfrutan de los derechos y
libertades que les son dados por Dios y que son ratificados por el gobierno civil, pueden
participar plenamente en los procesos por medio de los cuales las sociedades organizan la
vida social, mantienen el orden público y electoral, y estructuran las relaciones civiles.
Esto puede incluir la expresión clara de las creencias de la Iglesia en cosas como (1) el
mantenimiento de la libertad de conciencia; (2) la protección de los débiles y los
desfavorecidos; (3) la responsabilidad del estado de promover la justicia y los derechos
humanos; (4) el estado ordenado por Dios del matrimonio entre un hombre y una mujer y la
familia que es resultado de esta unión; y (5) los valores de los principios y prácticas de
salud dados por Dios para formar el bienestar social y económico del estado. Ni los
adventistas del séptimo día como individuos ni las congregaciones ni las instituciones ni las
entidades por medio de las cuales participan de la misión dada por Dios deben renunciar a
sus privilegios y derechos como resultado de la oposición a su lealtad a la enseñanza
bíblica. Con su larga historia de defensa de la libertad religiosa y de la libertad de culto
alrededor del mundo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día defiende los derechos de todas
las personas, de cualquier fe, de seguir los dictados de su conciencia y dedicarse a las
prácticas religiosas a las que su fe los inspira.
4. Debido a que la Iglesia Adventista del Séptimo Día cree y practica una comprensión
integral del evangelio de Jesucristo, sus organizaciones de evangelismo, educación,
publicaciones, médicas y otros ministerios son expresiones integrales e indivisibles de su
cumplimiento de la comisión dada por Jesús: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mat. 28:19, 20, RVR 95).
Si bien las congregaciones adventistas del séptimo día, los ministerios de publicación y
medios, las instituciones educativas, los hospitales y centros médicos, y las organizaciones
ministeriales adventistas del séptimo día parecen compartir ciertas similitudes con otras
instituciones sociales y culturales, históricamente fueron y continúan siendo organizadas
sobre la base de la fe y la misión. Estas existen para el propósito expreso de comunicar el
conocimiento salvador de Jesucristo a través de sus métodos e iniciativas multiformes y
para hacer avanzar la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y deben disfrutar de
todos los privilegios y libertades conferidos a la organización religiosa de la cual son partes
esenciales. La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma y defiende firmemente el
carácter inseparable de sus varias formas de misión e insta a todos los gobiernos civiles a
conceder a cada una de sus organizaciones y entidades los derechos de conciencia y libertad
de práctica religiosa reafirmados en la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas y garantizados en las constituciones de la mayoría de los estados del mundo.
5. En su relación con gobiernos y sociedades civiles, tanto la Iglesia como los adventistas
del séptimo día como individuos, deben comportarse como representantes del reino de
Cristo, demostrando sus características de amor, humildad, honestidad, reconciliación y
compromiso con las verdades de la Palabra de Dios. Cada ser humano, de cualquier sexo,
raza, nacionalidad, clase social, fe, u orientación sexual merece ser tratado con respeto y
dignidad por la Iglesia Adventista del Séptimo Día y las entidades y organizaciones a través
de las cuales ella prosigue la misión de Dios. Considerando que se define a sí misma como
el cuerpo de Cristo, quien “murió por nosotros” “siendo aun pecadores” (Rom. 5:8), la
Iglesia se atiene a las normas más altas de discurso y conducta hacia todos los seres
humanos. Al reconocer que Dios es el Juez definitivo de todas las personas, la Iglesia cree
en la oportunidad de que todas las personas pueden ser incluidas en el reino de los cielos al
reconocer y abandonar su pecado, confesar a Cristo como Señor, aceptar su justicia en lugar
de la propia, buscar obedecer sus mandamientos, y vivir su vida de servicio. La Iglesia
afirma su derecho a describir algunas conductas, formas de vida y las organizaciones que
las promueven como contrarias a la Palabra de Dios. Sin embargo, la Iglesia también es
responsable de diferenciar claramente entre su crítica a esas creencias y conductas, y su
respeto a las personas que expresan esas creencias y conductas. La Iglesia no justifica y no
permitirá que sus declaraciones públicas sobre temas de interés social sean caracterizadas
como desprecio o humillación verbal de aquellos con quienes no concuerda. Al ejercer sus
libertades, el discurso público de la Iglesia debe mostrar la gracia que siempre se ve en
Jesús. A todas las entidades y organizaciones adventistas del séptimo día, como así también
a los feligreses de la Iglesia, se los insta a expresar su respeto por las personas o grupos de
personas con cuyas conductas y opiniones están obligados a disentir por lealtad a la Palabra
de Dios. La Iglesia gana la credibilidad para participar en cuestiones sociales y nacionales
difíciles identificándose claramente a sí misma como entidad redentora.
A la luz de estos principios derivados de la Palabra de Dios, la Iglesia Adventista del
Séptimo Día busca ofrecer consejo a las congregaciones, las organizaciones y entidades de
la iglesia, y a aquellos que conducen organizaciones y entidades de la iglesia. Los temas
complejos en torno a las respuestas de los gobiernos civiles en cuanto a la realidad de la
homosexualidad y prácticas sexuales alternativas en la sociedad contemporánea subrayan la
importancia de este consejo.
Los desafíos de la legislación estatal
Cada vez más países promulgan protección legislativa o judicial para impedir lo que
consideran una conducta discriminatoria. Esas protecciones a veces parecen perjudicar los
derechos de libertad religiosa de los pastores, líderes y organizaciones adventistas del
séptimo día para emplear personas, realizar bodas, ofrecer prestaciones laborales, publicar
material misionero, hacer declaraciones públicas y dar educación o residencias para
estudiantes sobre la base de la enseñanza adventista del séptimo día sobre el pecado de las
conductas sexuales prohibidas por la Escritura.
En cambio, en algunos países las prácticas homosexuales o alternativas resultan en duras
penalidades impuestas por la ley. Mientras que las instituciones y los feligreses adventistas
del séptimo día pueden defender apropiadamente la preservación de la institución única y
dada por Dios del matrimonio heterosexual en sus sociedades y códigos jurídicos, la
posición de la Iglesia es tratar a los que practican la conducta homosexual o conductas
sexuales alternativas con el amor redentor que Jesús vivió y enseñó.
La libertad moral y religiosa de la Iglesia
La Iglesia Adventista del Séptimo Día alentará a todas sus congregaciones, empleados,
líderes de ministerio, organizaciones y entidades a defender las enseñanzas de la iglesia y
las prácticas basadas en la fe en la feligresía de la Iglesia, el empleo, la educación, y las
ceremonias nupciales, incluyendo a los que ofician en las bodas. Estas enseñanzas y
prácticas basadas en la fe, fundadas en las instrucciones de la Biblia respecto a la sexualidad
humana, se aplican por igual a las relaciones heterosexuales y las homosexuales. Es
incongruente con la comprensión de la Iglesia de la enseñanza bíblica admitir como feligrés
o mantener la feligresía de las personas que practican conductas sexuales incompatibles con
las enseñanzas bíblicas. Tampoco es aceptable que los pastores o las iglesias adventistas
realicen bodas o provean lugares para las bodas de parejas del mismo sexo.
Para defender estas normas bíblicas la Iglesia cuenta con exenciones confesionales que por
lo general extiende el gobierno civil a las organizaciones religiosas y sus ministerios
afiliados para que se organicen de acuerdo a su comprensión de la verdad moral. La Iglesia
también intentará dar asesoría y recursos legales a los líderes de la Iglesia, las
organizaciones y las entidades para que operen en armonía con su comprensión bíblica de la
sexualidad humana.
Se aconseja a los líderes de congregaciones, a los empleados de la Iglesia, a los líderes de
ministerios y a las instituciones que revisen con cuidado los reglamentos existentes de la
Iglesia respecto a la feligresía, el empleo y la educación para asegurar que las prácticas
locales estén en armonía con las enseñanzas expresas de la Iglesia sobre la conducta sexual.
La expresión y aplicación coherente de los reglamentos organizativos y las enseñanzas
respecto a tal conducta será un aspecto clave para mantener las exenciones confesionales
permitidas normalmente por los gobiernos civiles.
Toma de decisiones basada en la fe, en el empleo y admisión
La Iglesia Adventista del Séptimo Día afirma y reserva para sus entidades el derecho a dar
empleo a personas de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia sobre las conductas sexuales
compatibles con la enseñanza de la Escritura tal como la entiende la Iglesia Adventista del
Séptimo Día. Aunque cada institución y ministerio funciona en su propia sociedad y
entorno legal, cada uno también expresa el sistema mundial de creencias y enseñanzas de la
Iglesia mundial. La Iglesia mantiene el derecho de estos ministerios e instituciones de tomar
decisiones basadas en la enseñanza de la Escritura y proveerá examen legal de las leyes y
decretos relevantes.
Dondequiera que sea posible y factible, la Iglesia continuará defendiendo, tanto en las
legislaturas como en los tribunales, las prácticas de contrato y empleo preferentes con base
en la fe.
La Iglesia y el discurso público
La Iglesia afirma el derecho a expresar su compromiso con la verdad bíblica a través de la
comunicación que pone a disposición de sus feligreses y de públicos varios, como así
también defender el derecho de libre expresión de sus empleados para expresar la enseñanza
de la Iglesia sobre la conducta sexual en ambientes púbicos, incluyendo los servicios de
adoración, las reuniones de evangelismo, las salas de clase en instituciones educativas y los
foros públicos. Los líderes de la Iglesia aceptan la responsabilidad de mantenerse
informados y de mantener informados a los empleados de la Iglesia sobre las regulaciones
gubernamentales respecto al discurso aceptable y a buscar la asesoría legal periódica sobre
cómo esas regulaciones deben afectar la misión de la Iglesia. Los responsables de las
comunicaciones oficiales de la Iglesia y los que predican y enseñan deben enfatizar la
importancia de someter toda conducta, incluyendo la conducta sexual, al poder
transformador de Jesucristo. La norma tanto para el material publicado y las declaraciones
públicas sobre las conductas sexuales debe ser que sea comprendida ampliamente como
“claridad y respeto”, expresando la verdad bíblica con la bondad del mismo Jesús.
El compromiso de la Iglesia con la capacitación y la revisión jurídica
Para lograr una aplicación coherente de una norma “clara y respetuosa” en sus ministerios,
la Iglesia insta a todos sus ministerios, incluyendo los ministerios pastorales y de
evangelismo, los ministerios de educación, publicaciones y medios, y a los ministerios de
salud y médicos, entre otros, a que periódicamente provean capacitación y asesoría a los
empleados que interactúan con el público a través de los medios y presentaciones públicas.
Esta capacitación debe incluir el examen de las leyes actuales nacionales o locales
concernientes al discurso público sobre las conductas sexuales, y debe incluir ejemplos de
formas apropiadas de comunicar las creencias y enseñanzas de la Iglesia.
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1 Ver las Declaraciones Oficiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día “Same-Sex Unions” (Unión de
personas del mismo sexo) y “Posición adventista del séptimo día sobre la homosexualidad”.
2 Creencias Fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día, “El Matrimonio y la Familia”, No. 23.

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