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PREHISTORIA GENERAL Carlos Basté López

Tema XVI. El arte paleolítico (I)

1. INTRODUCCIÓN

En el largo y lento camino de la Humanidad es difícil determinar cuándo surgieron los


primeros indicios “artísticos”. Seguramente existieron formas primitivas de danza y
canto, pudo practicarse el tatuaje y acaso se realizaron algunos tipos de decoración
sobre pieles o cestería. Algunas de estas manifestaciones pudieron corresponder a
actividades lúdicas o pre-religiosas. Ciertos indicios (la perfecta regularidad y simetrías
de muchos bifaces achelenses, la recolección de conchas y fósiles o la utilización del
ocre rojo) permiten pensar en una actividad “pre-artística” en momentos anteriores al
año 32.000 a.C.

A partir de aquella fecha aproximadamente, las 5 etapas culturales del Paleolítico


Superior van a producir durante más de 20.000 años muchas obras de arte paleolítico,
del que sólo conocemos el arte rupestre y el arte mueble.

Los hombres que crearon este arte formaban comunidades humanas que vivían en
pequeñas unidades sociales, aglutinadas por la caza y la recolección, ubicadas en
territorios determinados pero en relación con otros grupos humanos. Su utillaje era
diversificado y técnicamente avanzado. También debemos recordar sus prácticas
funerarias, en las que aplicaban el ocre rojo y depositaban ajuares que debían
acompañar al difunto en su viaje al más allá.

2. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN

El conocimiento del arte paleolítico fue paralelo al de la formación de la ciencia


prehistórica a partir de mediados del siglo XIX.

Cuando, en 1864, Edouard Lartet descubrió en la cueva de La Madeleine (Dordoña) un


fragmento de marfil de mamut con una vigorosa imagen grabada del animal, se tuvo la
evidencia de que los hombres del Paleolítico Superior fueron notables artistas y que los
comienzos del arte eran muchos milenios más antiguos de lo que se venía suponiendo.

En los últimos dos decenios del siglo XIX se produjo la polémica en torno a la
autenticidad de las pinturas de Altamira (Cantabria), descubiertas por Marcelino Sanza
de Sautuola en 1879, que fue rechazada por la “ciencia oficial” francesa y española.

En los últimos años del siglo XIX, los descubrimientos en Francia de cuevas como La
Mouthe, Les Combarelles y Font de Gaume, pusieron las bases para la rectificación del
caso de Altamira. En ese mismo momento empezó la trascendental labor del abate Henri
Breuil.

Mientras Breuil trabajaba en Altamira, recibió la visita de Hermilio Alcalde del Río,
que en un corto espacio de tiempo se convirtió en el mayor descubridor de arte en la
Cornisa Cantábrica: Covalanas, El castillo, Hornos d ela Peña, etc.

Todo el siglo XX ha estado lleno de continuos descubrimientos de arte prehistórico,


aunque por su trascendencia deben destacarse el hallazgo de la cueva de Lascaux
(Dordoña, 1940) y Cosquer (Marsella).
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3. LA DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

Actualmente conocemos en torno a los 200 lugares con arte paleolítico, localizados
especialmente en las regiones del Perigord-Dordoña, los Pirineos franceses y en el País
Vasco, Cantabria y Asturias en España. Pero existen cuevas dispersas en otros puntos,
como el valle del Ródano, la Italia meridional, la Meseta castellana y Andalucía.

Mientras el arte mueble se extiende desde la Europa Occidental hasta las grandes
llanuras de la Oriental, llegando hasta Siberia, el arte parietal está más restringido.

Respecto a la distribución geográfica del arte parietal, la reina de las cuevas pintadas en
Francia es la cueva de Lascaux. Destacan en ella la “Sala de los Toros” y el
“Divertículo”. En total contiene más de 450 figuras identificables, como grandes uros o
animales fantásticos como el denominado “licorne”. En el “Pozo” hay una escena que
representa un bisonte desventrado, una figura humana esquemática, un rinoceronte, dos
propulsores y una azagaya.

Otros lugares de la Francia Central son el friso con relieves femeninos de Angles-sur-
l’Anglin, La Marche, la grandiosa cueva de Rouffignac, llamada “Cueva de los 100
mamuts”, Laussel, con el conocido bajorrelieve de la “Venus del cuerno”, el abrigo de
Camp Blanc o la caverna de Les Combarelles.

En los Pirineos franceses destacan la cueva de Niaux, con su “Salon Noir” y su “reseau
René Claustres”, las dos grandes cavidades de Tuc d’Audoubert, Les Tríos-Frères,
Gragas, con más de 200 manos, la mayoría mutiladas. En el extremo oriental de la
cadena pirenaica, el conjunto de grabados al aire libre de Fornols-Haut y la cueva de
Chauvet. En la vertiente ibérica d ela misma cordillera, los hallazgos de La Fuente del
Trucho y El Formón, con équidos y manos en negativo.

En la Península Ibérica, el núcleo principal se encuentra en la región cantábria.


Destacaremos en Asturias, la Peña de Candamo, los pequeños santuarios del Nalón, la
caverna y complejo artístico de Tito Bustillo, Les Pedroses, con animales acéfalos y El
Pindal. En Cantabria, La Fuente del Salin, con más de una docena de manos negativas
y positivas, el complejo troglodítico del Monte del Castillo, con la cueva del Castillo
que contiene más de 300 figuras (imagen derecha), y las de La Pasiega, Las Monedas y
Las Chimeneas. Pero la más famosa de las cuevas españolas con arte es la cueva de
Altamira, con su “salón de los policromos”, que contiene 20 bisontes (imagen
izquierda), una gran cierva, un caballo y diversos signos claviformes, así como una
serie de figuras negras en sus galerías más internas. Finalmente, en el País Vasco hay
que citar las cuevas de Santimamiñe y Ekain, esta última con dos figuras de osos y un
bello friso de caballos.

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En otros lugares del resto de la Península son destacables la cueva de Los Casares
(Guadalajara), con 118 figuras grabadas, entre ellas un mamut, un rinoceronte lanudos y
varios antropomorfos, la de la Griega (Segovia), con una serie de bellos caballos
grabados, la de Maltravieso, con manos rojas mutiladas, la cueva de EL Parpalló
(Valencia), con más de 5.000 plaquetas con pinturas y grabados, etc. Especial mención
merecen los santuarios paleolíticos al aire libre en los que, generalmente el animal más
abundante es el caballo: Mazouco (Portugal), Siegaverde (Salamanca) y Piedras Blancas
(Almería). En la cueva de Ambrosio (Almería) se han encontrado varias pinturas y
grabados muy posiblemente solutrenses.

Fuera de la Península Ibérica y de Francia, destacan en Italia, los grabados rupestres de


la cueva de Cavillon o la cueva Romanelli, con el grabado parietal de un toro. Desde la
Europa Occidental hasta las llanuras siberianas, sólo se pueden señalar dos cuevas de
arte parietal. La de Kapova (Urales), que contiene representaciones de mamuts y
caballos de color rojo y la Cuciulat (Rumanía), con pinturas del mismo color que
incluyen un caballo y un felino, aunque de cronología indeterminada.

En muchos de los yacimientos señalados están también presentes abundantes muestras


de arte mueble, en cuya categoría se incluyen las llamadas “Venus”.

4. TÉCNICAS

Los investigadores modernos han conseguido un corpus iconográfico extraordinario


compuesto por centenares de figuras zoomorfas, representaciones humanas (incluidas
las Venus) o partes de ellas (como las manos). Con muy escasas excepciones, las
imágenes representadas no formas escenas y están asociadas con un número abundante
de signos abstractos y de carácter enigmático. Indudablemente existieron otras formas
de expresión artística, pero sólo han llegado hasta nosotros el grabado, la pintura y la
escultura.

En el arte parietal debemos distinguir el que se encuentra en el interior de las cavidades,


del realizado en sus bocas o en abrigos abiertos. El relieve se da más en estos que en
aquéllas.

En el interior de las cuevas, la naturaleza de los soportes disponibles condiciona la


realización de las obras. A veces, la fina capa de arcilla que cubre el muro de la cavidad,
presenta trazados digitales, sin carácter figurativo (macaronis). Con cierta frecuencia,
los autores aprovechan los accidentes de la roca.

En cuanto a la paleta, ésta se limita a dos colores básicos: el negro de manganeso


(también de carbón, mal conservado) y el óxido de cobre u óxido de hierro, que puede ir
desde el marrón hasta el anaranjado o amarillo terroso, predominando el rojo. Los
normal son figuras de un solo color. Las denominadas “policromías” – Altamira,
Lascaux – son el resultado de la utilización de diferentes matices y espesores de los
colorantes, combinados con estudiados raspados y finas líneas grabadas.

Respecto a las técnicas gráficas, se diferenciaron, por oposición, un realismo intelectual


y un realismo visual. El primero hace que el artista represente lo que sabe que existe,
pero que no puede ver al mismo tiempo (por ejemplo, las cuatro patas o la cornamenta

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de un animal en reposo y de riguroso perfil). El realismo visual corresponde a lo que


comúnmente se llama “Naturalismo”.

Las convenciones son abundantes. Un ejemplo de ellas es la denominada M ventral


utilizada en el Magdaleniense para delimitar el pelaje del flanco de muchos animales.
Debemos indicar que nunca se representó el suelo, aunque sí fue sugerido. También
debemos evocar los animales en posición insólita (vertical) y los que sólo están
representados parcialmente (animales acéfalos o cabezas aisladas).

Respecto a la escultura, cabe indicar que la primera cueva conocida con figuras
modeladas en arcilla fue la del Tuc d’Audoubert, en el centro de una de cuyas salas se
modelaron tres bisontes sobre placas de arcilla. En la caverna de Montespan se halló la
figura de un oso joven. Ambos hallazgos pertenecen al Magdaleniense (ca. 14.000 a
10.000 a.C.)

5. TEMÁTICA PRINCIPAL: LOS ANIMALES

Dentro de la temática, el grupo más importante es el de los animales, que constituyen el


80 % de las representaciones paleolíticas. El caballo, el bisonte y los signos constituyen
el 54 % de dicho repertorio.

El animal más representado en el arte


paleolítico es el caballo (tarpán), muy
abundante en la Europa de los grandes fríos.
Le sigue en número de representaciones el
bisonte que, en algunos lugares, debió formar
auténticos rebaños. Otro bóvido representado
con frecuencia es el uro o toro salvaje. Les
siguen, en orden decreciente, la cabra montesa,
el ciervo, el rebeco y el reno. Son
excepcionales las figuras de mamut, osos,
Bisonte de La Pasiega rinocerontes, león de las cavernas y antílope
saiga, junto con pájaros y peces.

6. LOS ANTROPOMORFOS

Las representaciones humanas suponen aproximadamente un 7 % del total, sumando las


del arte parietal y el arte mueble. Las imágenes humanoides, propias del interior de las
cuevas y escasamente del arte mueble, contrastan con el realismo de las zoomorfas. En
general se trata de representaciones “caricaturescas”, en muchas ocasiones con detalles
animalísticos que les dan aspecto de híbridos. Con frecuencia su ejecución es
descuidada, con honrosas excepciones, como la figura del brujo de la cueva de Les
Trois-Frères.

Es posible que estas figuras representaran seres míticos o, con más seguridad, hombres
disfrazados de animal, dispuestos a intervenir en ceremonias de carácter religioso.
Parece como si el artista paleolítico que estuviese sometido a una poderosa inhibición
que le impedía representar al ser humano en una forma que lo hiciera inmediatamente
reconocible.

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En las figuras humanas paleolíticas coexisten realismo y esquematización. Dentro del


realismo encontramos el ejemplo del hombre/bisonte de la cueva de El castillo. De la
esquematización hay abundantes ejemplos en el arte mueble. En el parietal, el caso más
conocido es el que acompaña a un bisonte y un rinoceronte en la discutida escena del
“Pozo” de Lascaux.

7. LAS VENUS

Las figurillas denominadas “Venus” son la categoría principal de las representaciones


humanas en el arte mueble. Se trata de pequeñas esculturas que representan mujeres
desnudas, de formas macizas, frecuentemente con una modulación pronunciada de los
atributos femeninos y con una intencional abreviación o supresión de la cabeza y las
extremidades. Su tamaño oscila entre los 5 y los 25 cm. De altura. Son de una ejecución
muy esmerada. Por lo general, han sido halladas en lugares de habitación.

Curiosamente, las Venus faltan en la Península Ibérica. Su repartición geográfica se


extiende desde Francia e Italia hasta Siberia. Los ejemplares más conocidos son los
procedentes de Willendorf (Austria), Lespugue (Pirineos), Menton (Francia), Vestoniçe
(Rep. Checa) o Kostieki (Rusia), entre otros.

Venus de Lespugue Venus de Menton

Si se suman las Venus a las representaciones femeninas en el arte parietal y en el arte


mueble, su número rebasa las 250. Esta masa de documentos pone en evidencia la
importancia de la mujer en la sociedad paleolítica. Incluso se puede hablar de que las
Venus constituyeron verdaderos “santuarios femeninos”. También es probable que
tuvieran este carácter otros testimonios como las vulvas profundamente grabadas de La
Ferrassie y de los abrigos Blanchard y Castanet, correspondientes al Auriñaciense.

El significado secreto de las Venus se nos escapa, pudieron ser representaciones de la


“gran madre” o de la “abuela” del grupo social, la protectora de los animales, la diosa de
la fecundidad e, incluso, ideales de belleza.

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8. LAS MANOS

Dentro de las representaciones del arte parietal paleolítico hay que mencionar a
continuación las manos. Pueden ser “negativas” (siluetas con una halo alrededor) o
“positivas” (impresión directa de la mano impregnada de color), siendo las primeras
más abundantes que las segundas.

Un caso peculiar está representado por las


manos mutiladas de las cuevas de Gargas y
Maltravieso. En la cueva del Pirineo francés,
casi todas sus manos presentan ciertas
mutilaciones de los dedos.

Generalmente se ha pensado que se trataba de


manos mutiladas por el frío o alguna
enfermedad. Una teoría muy verosímil es la que
supone que serían manos con los dedos
doblados para transmitir un mensaje, en este Mano de la Cueva de El Castillo
caso, entrarían en el concepto general de signos.

9. EL CASO PARTICULAR DE LOS SIGNOS

Grabados o pintados, los signos paleolíticos abarcan una gran variedad, desde puntos y
bastoncillos hasta las formas cuadrangulares o rectangulares con complicadas divisiones
internas (tectiformes) y también “claviformes”.

Los signos están presentes en la mayoría de las cuevas con arte paleolítico, lo que hace
patente la capacidad de abstracción de los artistas.

Los signos nos aseguran que los artistas se transmitían, de generación en generación,
series de símbolos abstractos que corresponden a un mundo de las ideas y a un fondo
litográfico muy difundido en el espacio y con una larguísima perduración temporal.

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