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La división del trabajo entre hombres y mujeres en la producción agrícola

varía considerablemente de una región a otra y de una comunidad a otra. Sin


embargo, normalmente los hombres aran los campos y guían a los animales de tiro,
mientras que las mujeres realizan la mayor parte de las tareas de siembra, escarda,
abonado y rociado con plaguicidas, recolección y trilla.

De la misma manera, los hombres suelen


ocuparse de los cultivos comerciales en gran
escala, sobre todo cuando las labores están muy
mecanizadas, mientras que las mujeres se
encargan de la producción de alimentos para la
familia y los cultivos comerciales en pequeña
escala, que exigen un nivel de tecnología bajo.
Este sistema está particularmente arraigado en el
África subsahariana, donde hombres y mujeres
cultivan por lo general parcelas distintas. Los
hombres suelen producir cultivos comerciales y se
quedan los ingresos, mientras que las mujeres
usan sus tierras principalmente para la producción
de cultivos de subsistencia para alimentar a sus
familias.

Las mujeres hacen una contribución esencial


en la producción de cultivos básicos. En el
sudeste de Asia, por ejemplo, las mujeres
proporcionan hasta el 90% de la mano de obra
para el cultivo del arroz. Son ellas quienes
realizan prácticamente todo el trabajo de siembra Muchachas cosechando el arroz en
y trasplante, abonado, escarda, riego y Viet Nam.
recolección. Después de la recolección del arroz, FAO/19199 /Peyton Johnson
llevan a cabo también las tareas post-cosecha
necesarias para poder almacenar, comercializar, cocinar y consumir el arroz.

Las mujeres desempeñan también un papel importante en la producción de cultivos


secundarios, como legumbres y hortalizas. Además de proporcionar nutrientes
esenciales, esos cultivos son a menudo la única fuente de alimentos disponible durante
el período de escasez previo a la cosecha o cuando se pierde la cosecha principal. Los
huertos familiares, atendidos con frecuencia casi exclusivamente por las mujeres,
también exigen un tiempo precioso y unos cuidados muy intensos.

A pesar de que con frecuencia sus papeles en la agricultura son complementarios,


diversos estudios han revelado que en casi todas las sociedades las mujeres suelen
trabajar más horas que los hombres. La diferencia del volumen de trabajo es
especialmente acusada en el caso de las campesinas, que son los principales productores
de alimentos del mundo. Las mujeres participan en todas las fases del ciclo de
producción de alimentos y, aunque existe una división del trabajo en función del sexo,
suelen hacer la mayor parte. Además de las actividades de producción de alimentos, las
mujeres son responsables de preparar y elaborar los alimentos y de cumplir al mismo
tiempo su papel fundamental de criar y cuidar a los niños y atender a los miembros
ancianos de la familia.
La proporción del volumen de trabajo que recae
sobre las mujeres va en aumento. La falta de empleo
y de otras oportunidades de generación de ingresos en
las zonas rurales del África subsahariana ha conducido a
un incremento de la emigración estacional o permanente
de las poblaciones de varones. La "feminización de la
agricultura" se pone de manifiesto en el aumento
considerable del número de hogares encabezados por
mujeres.

Los problemas a que se enfrentan esas familias


encabezadas por mujeres varían en función de su grado
Una campesina de Zambia
de acceso a los recursos productivos. La falta de mano
prepara la comida a base
de obra masculina, no obstante, puede obligar a las
de maíz.
mujeres con un volumen de trabajo mayor a producir FAO/17833/ A. Conti
cultivos que exigen menos mano de obra - y que a
menudo son menos nutritivos - y recurrir al trabajo infantil. Este hecho tiene graves
consecuencias tanto sobre la familia como sobre el capital humano del país. Las
innovaciones tecnológicas pueden ofrecer importantes oportunidades para aumentar el
tiempo a disposición de las mujeres, multiplicar el potencial productivo de las mujeres y
mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

La división del trabajo entre los sexos sigue siendo mal conocida. Esto se debe a que
gran parte del trabajo de la mujer en la producción agrícola consiste en trabajo no
remunerado en campos que producen para la familia más que para el mercado. Como
resultado de ello, el trabajo de las mujeres no se refleja en las estadísticas. A
consecuencia de esta escasez o - en la mayoría de los casos - ausencia total de
información disponible, hasta ahora no se ha reconocido de modo efectivo la aportación
de la mujer a la agricultura. Es preciso
contar con datos desglosados por sexo
para ayudar a los técnicos,
planificadores y encargados de la
elaboración de políticas a determinar
las diferencias entre las funciones de
los hombres y las mujeres en lo
relativo a la producción de cultivos
alimentarios y comerciales, así como
el distinto grado de control
administrativo y financiero de unos y
otras sobre la producción, el
almacenamiento y la comercialización
de los productos agrícolas.
Un grupo de campesinas cultivan lechugas
en un huerto colectivo en Honduras.
Tan sólo mediante la reunión y el FAO/18926 /G. Bizzarri
análisis de datos desglosados por sexo
de ese tipo será posible que las estrategias de desarrollo incorporen a la mujer como
participante activo y en igualdad de condiciones en el desarrollo

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