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Es un movimiento literario que se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del siglo XX
en Venezuela, paralelamente al modernismo con el cual algunos casos se fusionaron, dando origen
al criollismo. Su origen se debió a que un grupo de escritores que incitaron y lucharon para que en
el país se escribiera una literatura que fuese nacional, donde se hablara sobrecómo era el
venezolano originalmente exponiendo su lenguaje y su problemática social. Surge como una
oposición al exotismo modernista, con sus personajes desarraigados que pensaban con una
mentalidad extranjera.
De igual forma, se dice que es aquella corriente literaria americana que trata de expresar lo
autóctono tanto en los temas como en el lenguaje con que se ofrece esos temas. En este sentido, el
criollismo se desarrolló en paralelo al modernismo. Su figura mayor es la del cuentista Luis Manuel
Urbaneja Alchelpohl, considerado el padre del género en la literatura venezolana
Además, los personajes de sus obras son, por lo común, víctimas de esa naturaleza
americana: brutal, inhóspita y grandiosa. Las obras criollistas no se va a conformar con la sola
finalidad artística, sino que aspiran a ser documentos sociológicos del momento que vive el país.
Además, esta corriente volteó los ojos a las costumbres y paisajes de la región en donde el sujeto-
contemplador se acerca al objeto-contemplado; así se observa en la obra de Luis Manuel Urbaneja
Achelpohl: ‘’En este país. ’’
Las obras criollistas no se van a conformar con la sola finalidad artística, si no que aspiran a
ser documentos sociológicos del momento que vive el país. Toman una actitud distinta porque dan
su aceptación a la nueva democracia, es decir, los criollistas se inspiran en temas venezolanos con
personajes que actúan con una psicología criolla. Se mezcla el lenguaje literario de gran perfección
formal con el lenguaje popular, lleno de giros rústicos del habla campesina.
Es autóctono.
El cuento es el género literario representativo en este movimiento.
La temática sigue una línea lógica de la evolución relacionada con lo autóctono.
Se observa el dialogo de un lenguaje espontaneo donde abunda un vocabulario regional.
Utiliza un tono realista.
El paisaje determina el comportamiento y el carácter de las personas, existe una relación
psicológica entre el paisaje y la conducta humana. La naturaleza deja de ser una fuerza que
acomete para convertirse en un paisaje que convive comúnmente con el hombre, fuerza
transformadora.
El lenguaje narrativo es directo y transparente, lo que no impide que, con frecuencia, se observe
adjetivación redundante, consecuencia de la influencia modernista, además del uso del
coloquialismo en los diálogos.
Tendencia localista regional en su propuesta temática, que se centra en lo rural.
Compromiso del escritor con el contexto histórico en el que se escribe. De apostura ideológica
del autor, plasma en su narrativo, lleva las características de la sociedad venezolana a la
literatura.
Movimiento totalmente opuesto al romanticismo, por su propuesta renovadora y transgresora.
3. Influencias en el criollismo:
A finales del siglo XIX y principios del XX, se empiezan a explorar nuevos descubrimientos e
inventos que pareciera que ofrecen una explicación para los misterios que rodeaban al hombre
durante los siglos.Luís Urbaneja Achelpohl es la figura más destacada en la corriente criollista.
Cuando habla del hombre y el pueblo, respeta su lenguaje; cuando es el escritor quien habla,
hace gala de un lenguaje pulcro y formalmente perfecto.
Es por ello, que los escritores criollistas siendo excelentes artistas que dominan la técnica de
la novela, el relato o el cuento, ya maduros por esos años en Hispanoamérica, después de la
maestría literaria que habían revelado en sus obras los poetas y prosistas del modernismo.
Continúan esta tradición modernista de hacer verdadero arte escrito, pero con contenidos
nacionales.
Poesía criollista: es un género de poesía, que tiene como realidad de inspiración el suelo
nativo, el paisaje, la naturaleza con sus flores y la fauna, es escrita en versos.
En Venezuela se desarrolló esta tendencia en la última década del siglo XIX y se prolongara
hasta 1929 con la aparición de novelas como “Doña Barbará” de Rómulo Gallegos. Debe
destacarse que las obras criollistas y nativistas aspiraba a ser documentos que contasen la
historia real del entorno. Los personajes de estas obras van a ser tipos del suelo venezolano,
productos de una transformación social de ese entonces. En general, los representantes de este
movimiento se inspiraban en temas venezolanos con personajes que, evidentemente, poseían
unas mentalidades criollas.
Luis Urbaneja Achelpolh, nace en Caracas el 25.de febrero de 1873. Hijo de padres
alemanes, el general Luis María Urbaneja e Isabel Achelpohl. Fue escritor y periodista, es
considerado por muchos como el iniciador del cuento moderno venezolano y puede llamarse el
padre del criollismo venezolano. Fue, en efecto, quien usó por primera vez la palabra "criollismo" en
su revista "Cosmópolis". Cursó estudios en el colegio Santa María el cual egresó en 1888. En 1890
ingresó en la Universidad Central de Venezuela para cursar estudios de derecho, los cuales no
concluyó.Su adolescencia es de estirpe romántica: rebelde ante los convencionalismos sociales,
desinteresado por la educación tradicional, amante de la naturaleza. De ahí que emprende largas
excursiones durante las cuales se interna en los campos, a veces por semanas, al cabo de las
cuales regresaba tan silenciosamente como se había ido, trayendo inundada el alma de gentes y
paisajes criollos. Con estos motivos comienza a escribir en un género que estaba de moda. Se
trataba de pequeños poemas en prosa, que solían denominarse "acuarelas".
Figura junto a Pedro Emilio Coll y Pedro César Domínici entre los fundadores de la revista
“Cosmópolis” cuyo primer número circuló el 1 de mayo de 1894; desde el comienzo esta publicación
fue uno de los voceros del movimiento modernista en Venezuela. En 1896, recibió el primer premio
del concurso de cuentos de la revista El Cojo ilustrado, por su relato "Flor de Selva". Entre 1896 y
1898 fue un asiduo colaborador de esta revista, en la que publicó numerosos cuentos. Tras el fraude
electoral perpetrado en 1897 contra el general José Manuel Hernández, el Mocho, se incorporó en el
alzamiento de los liberales nacionalistas (1898). En el gobierno de Cipriano Castro ejerció el cargo
de fiscal de instrucción pública en Valencia (1900-1905) y, en Caracas, trabajó en la Secretaría de la
Corte Federal y de Casación (1905-1910). Durante el régimen de Juan Vicente Gómez se mantuvo
al margen de la política; a la muerte de éste fue nombrado director de la Escuela de Arte Escénico y
de la Biblioteca Nacional (1936). Entre 1910-1911 se desempeñó como codirector junto a Alejandro
Fernández García, de la revista “Alma Venezolana”. En 1916 obtuvo en Buenos Aires el primer
premio en el Concurso de Novelas Americanas con la más representativas de sus obras: En este
país... Convirtiéndose en el primer escritor venezolano en recibir un galardón internacional. En 1922
apareció su principal creación como cuentista: “Ovejón”; el cual fue publicado por primera vez por
José Rafael Pocaterra en la "novela semanal", serie que se editaba en Caracas. En 1927, publicó el
novelín “El tuerto Miguel”. En 1937, apareció su segunda novela La casa de las cuatro pencas. Con
su familia habita en los aledaños de Caracas, primero en Los Dos Caminos, luego en Quebrada
Honda, más tarde en El Valle. Muere en Caracas el 5 de septiembre de 1937.
Este sentido, luego de un período intermedio; aprende la poesía del campo y el paisaje
venezolano. Entonces canta su himno de bellezas, en su prosa pura, espontánea, como nuestros
ríos, como nuestros valles, como nuestras montañas. Urbaneja, que siempre había vivido
identificado con la naturaleza, se empieza a descubrir él mismo y, en su prosa, aparecen escenas
típicas de nuestros campos: el idilio de los campesinos, la yunta perezosa de bueyes que aran la
tierra pródiga, el sol quemante de los mediodías, los polvorientos caminos de las aldeas, perdidas en
las inmensas soledades, en los reflejos de los vastos horizontes venezolanos.
Este orden de ideas, ante el refinamiento de la literatura, preconizado por muchos de sus
contemporáneos, Urbaneja fijó sus ojos en el más crudo realismo; se espantó de la moda y no
transigió con los amaneramientos; a partir de esta toma de nueva conciencia, se fue por los caminos
del campo dispuesto a aprisionar con su lente el paisaje, las costumbres, los tipos criollos, tal como
eran: sin empalagosos rebuscamientos. En la novela venezolana, Urbaneja Achelpohl representa
como el nacimiento de la confianza, de la fe, en el porvenir del género; lejos del pesimismo y del
afrancesamiento, que habían predominado en nuestra novelística, se sitúa con sus personajes
rudamente venezolanos y se mueve en un paisaje vivo, fresco y espontáneo.
Este autor Venezolano, es considerado Criollista; debido a que cumple con las características en
cuanto al mezclar el lenguaje literario de gran perfección formal con el lenguaje popular, lleno de
giros rústicos, del habla campesina. En líneas generales, sus temas se inspiran en venezolanos con
personajes que actúan con una psicología criolla. Hablando del Criollismo se sabe que sus
personajes se localizan en determinada región, con sus costumbres, creencias, trabajos y formas de
vida.
En este sentido el Criollismo en Venezuela no aparece como un estilo literario academicista,
sino como el resultado de una condición de vida, de una forma de asumir la realidad y de
relacionarse con ella. Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, es considerado el padre del Criollismo, ya
que es el mayor exponente de esa corriente literaria.
La novela “En este País” fue publicada en 1920 por el escritor Luis Manuel
UbnajeaAchelpolh y representa el momento culminante de la narrativa criollista que se había
iniciado con la novela “Peonia” de Manuel Vicente Romerogarcia en 1890. La obra está estructurada
en 20 capítulos en los cuales se presenta el idilio de un gañan, llamado Paulo Guarimba y una niña
de alcurnia, Josefina Macapo, hija de los dueños de la Hacienda Guarimba, donde se desarrolla la
primera parte de la novela, debido a esta relación se genera un conflicto por la diferencia de las
clases sociales, la segunda parte se presenta los hechos de los campos de guerra que son narrados
con gran vigor y realismo, cada personaje tiene su manera de actuar ante este cambio de ambiente
en la historia, para así poder lograr lo que cada uno quiere según la manera de actuar, y la tercera
parte cuenta como es la aprobación de la relación de los personajes principales y como concluye
esta relación de amor. La historia se desarrolla en un ambiente campesino, ubicado a las faldas del
Ávila, comienza a fortalecerse ese amor ingenuo que no podía expresar sus sentimientos debido a
los prejuicios y la diferencia de las clases que los separaban. Desde el comienzo de la historia,
Urbaneja Achelpohl, nos describe el paisaje avileño, comparando las bellezas de este con la
personalidad de la protagonista Josefina. Algunas faenas campesinas y aspectos que representan
costumbres que enmarcan a la aldea de los dos caminos, en los aledaños de la Capital; y se intenta
retratar el contraste del paisaje con el color que le da el escritor a su día a día en el fragmento
seleccionado.
Por otra parte, se ve reflejado como el escritor narra la vida de los personajes de una
manera muy sencilla, ya que no se profundiza mucho sobre esta relación, se encuentran narrada
como murmullos de la ciudad, a través del lenguaje se puede diferencia dos tipos de habla, uno
culto, refinado y otro llano, popular; se explica la realidad de lo que se vive en esa parte del país,
pretendiendo dejar a un lado el pesimismo para establecer en todo esta preocupación, al está
rodeado de su tierra, existiendo un optimismo por parte del escritor.
CAPÍTULO V
ALLÁ ARRIBA EN EL TOPE
Los de la caravana, ya lejos de don Gonzalo Ruiseñol, tomaron camino del cerro, herbazales
arriba, hacia el tope de Cachimbo. La trasparencia del aire, lo despejado del cielo, prestaban más
elevación a la montaña, destacándose las dos redondas cimas de la Silla, como cúpulas de un
templo gigantesco, hasta perderse en las nubes. El ambiente, refrescado por las rumorosas
quebradas, impregnado de oxígeno, oliente a pesgua y parásitas, acariciaba la negra cabellera de
Josefina, besuqueaba las mejillas de las morochas, se entraba en los pulmones de Paulo,
ensanchándolos como un fuelle; descendiendo luego al valle, azotaba las frondas, maullaba como
un zorro rabioso en los ahumados torreones de los trapiches; dando resoplido aventaba la hojarasca
a diestro y siniestro; precipitándose en los poblados rezongaba en todos los rincones, charloteaba en
los empinados campanarios, rompiese en los ángulos de las elevadas fachadas; engolfándose en
estrechas callejuelas, ahogaba sollozos, recogía suspiros, vítores e himnos, y repleto de miasmas,
miserias, alegrías, se abalanzaba sobre cerros calvos y lomas áridas, donde sólo fructifican los
cardones y modulan los guati-guati su canto triste.
Escabroso era el sendero, resbaladizo el luciente herbazal, pero los de la caravana cayendo
aquí, resbalando allá, alcanzaron la cima de una colina. Jadeante, asomándose a sus mejillas la
poca rosa de su sangre, Josefina se dejó caer en el suelo; las morochas buscaron un mullido sitio en
las yerbas donde tenderse a su gusto; Paulo, dejando en libertad al burriquillo, fue por agua al
torrente cercano, trayendo en tiernas hojas de conopio recogidas a modo de embudo, el líquido
apetecido, tan frío, que los venados no le beben sino con el sol de los araguatos.
(…)Paulo, que se había echado en el suelo a pocos pasos de Josefina, casi acostado sobre el
declive, con los codos apoyados en la tierra y la cara en la palma de las manos, seguía el mirar de
sus ojos, las contracciones de sus labios pálidos, las complacencias y tristezas en que se bañaba su
semblante como si fuese una luz.Reinaba el más profundo silencio, el augusto silencio de las cimas;
las morochas arrancaban a puchados el aromático poleo y otras yerbas frescas y olientes con que
se aromatiza la montaña; Josefina continuaba como abismada en sus recuerdos, y en los ojos de
Paulo se trasparentaban las hondas intranquilidades de su ánimo.
Cansados los ojos de Josefina de vagar de loma en loma, de pueblo en pueblo, de querer
ver más de lo que distinguía de la ciudad y sus contornos, se encontraron con los de Paulo, que la
acechaban en el momento en que aquella alma sentía profundamente lo que jamás se había
atrevido a expresar de palabra.Cuando sus ojos se encontraron, se confesaron el secreto de su
amor. Repentina angustia obligó a Josefina a esquivar las miradas de Paulo; quiso decir alguna
cosa, pero enmudeció al miedo de aquellos ojos, que la atraían como atraen los abismos.
¡Qué ojos los de Paulo Guarimba! ¡Brillantes, luminosos como los de fiera a la hora
nocturna! Ojos que, coléricos, llenos de sangre, debían de anonadar; rencorosos, debían de caer
como puñales candentes; rebosando amor, eran deslumbradores como el cabrilleo solar en la
superficie de las aguas en reposo. Ojos estos, que han determinado un momento en la evolución de
la razada hispanoamericana, que han llegado a crear una palabra, catire un derivado de cat francés,
hoy chat, gato. Quien posee esos ojos, tiene algo de jaguar, el gran gato montés de la selva
americana, y como él es felino, fiero, rencoroso, huraño, voluptuoso en el crimen y en el amor. En el
alma que animan esos ojos, como en un crisol inmenso, se han fundido tres ramas de la especie
humana: la de los hombres de ébano, la de los de mármol y la de los de bronce. ¡Oh! alma,
multiforme y anárquica, eres una vasija repleta de perfumes y de venenos.
--¿Por qué me miras así, Paulo? – fue la primera palabra de su boca, después de evitar largo tiempo
sus miradas.
Y los ojos de Paulo se nublaron, bajo la selva de sus cejas castañas y gruesas; un inmenso
sacudimiento movió todo su ser, como los que deben de conmover en sus profundos, endurecidos
senos, a las canteras graníticas, cuando revienta en su superficie la mina.
--¡Tú debes de tener algo, Paulo! – observó Josefina, con voz trémula.
--Sí, siento aquí adentro un bachaquero, una quemazón; -- y cuando así decía, se golpeaba con los
puños apretados el ancho pecho.
--¿Y de cuándo acá sientes eso? – le preguntó Josefina bajando los ojos.
Declaración con la cual Josefina se llenó del más vivo regocijo. La maligna caraqueña se
revelaba en la alegría resplandeciente de sus ojos, en aquellas dos llamitas muertas que se
incendian como dos cocuyos con las sombras de la noche; en aquel aire coquetuelo e indiferente
con que se revistió al ver a aquel muchacho rendido, echado a sus pies cual manso cachorro. Y con
aquel don del sexo, que obliga a la hembra, para luego felinamente imponerse, llevó una de sus
manos a los hombros de Paulo, quien se había ido arrimandito a ella, como bebiéndola los alientos,
y dójole:
Al contacto de aquella manecita más suave que las hebras que forman las barbillas de las
mazorcas tiernas, se ofusca Paulo, más de lo que estaba, y dejó salir lo que sentía.
--¡Más que sea así, cómo no he de verte, mi lucero! En tanto estén los ojos en mi cara, tengo que
mirarte, porque se van tras ti, como ojo de ladrón tras los corotos ajenos. ¿Y para qué se hicieron los
ojos sino para mirar lo más lindo que nos atraiga y embobe, como la boca para comer y la nariz para
el olor?
No se inmutó por eso Paulo, sino que acercándose más a ella, y llevándose ambas manos a
los ojos, le respondió:
--Pues sácame estos ojos y arráncame esta lengua. Agregado después de una pausa,..”Ansina
mismo, te llevaré allá dentro, como un muerto su mortaja”.
Paulo la quería porque Sí, porque siempre tenía en la boca para él palabras dulces, porque
había en ella un no sé qué, que le atraía, lo subyugaba; cuanto más lo veía, más la deseaba, con
ese ahínco con que los niños desean los exóticos muñecos expuestos en las quincallas; y se
entregaba a ella sumiso, atado de pies y manos, y decía lo que sentía porque lo sentía así y no le
cabía allá dentro por más tiempo.
Sí; así se expresaba Paulo, sin ambages, franca y rudamente; no acontecía lo mismo con
Josefina, quien a maravilla sabía ocultar su sentir. Caraqueña, de culta sociedad, hecha a intriguillas
amorosas, estaba como sobre sí, sin atreverse a aventurar palabra alguna que pudiera dar pábulo a
aquel incendio que presentía. Además, para luchar contra esos gérmenes de amor, que de chiquilla
se estaban en su alma, venían en su ayuda la educación y el orgullo, la alta dosis de vanidad que le
habían infiltrado desde la cuna, haciéndole entender que una Macapo no era : como las demás
gentes, lo que ella sincera y honradamente creía.
(…)Con tales elementos a su favor, Josefina no era de rendirse así no más a la vehemente
declaración de Paulo Guarimba, aunque éste estuviese abocado por inclinación natural al dominio
de su corazón.En tanto que Paulo no le quitaba los ojos de encima, Josefina, con los suyos gachos,
se hacía las reflexiones siguientes:
“No puedo negar que le tengo mi pizquita de afecto. ¡Ah! ¡si él llegara a ser algo…!” Y
alrededor de ese algo, como una mariposa atraída por la luz, daba vueltas su pensamiento
impulsado por su corazón.
(...)Estaban como mudos, Josefina entregada a sus pensamientos. Paulo, sin tener más que
decir, puesto que era corto de palabra y no sabía de medias tintas ni de penumbras, donde se
refugian los enamorados, para saetearse y explotar en provecho propio las situaciones
favorables.Así se hallaban, ella, sin atreverse a levantar los ojos, él, sin quitárselos de encima,
cuando vino a sacarlos de aquel atolladero la ventolina que venía zumbando de Catia, aglomerando
nubes sobre nubes en la montaña, impregnada de la humedad del mar.
Y esquivando el mirarse, comenzaron a descender. Nubes, nubes tan espesas que no los dejaban
bajar, se arremolinaban, los envolvían por completo. Los ventolinos de Catia La Mar y las brisas de
Petare, engolfadas en la profunda quebrada de Tipe, se daban topetonazos: esos dos eternos
enemigos que se disputan el dominio del valle, que enroscados como dos boas, se acometen como
dos toros salvajes. Si triunfan las brisas de Petare, el cielo se torna azul, el aire se diafaniza, la
montaña se despeja y el viejo del Ávila aparece con toda su majestad, con sus arrugas de piedra,
dominando el valle que sonríe. Y si las ventolinas de Catia logran vencer, allá le van sedeñas nubes
a la montaña, aires húmedos y cortantes, y tristezas para el valle, que antes parece un paisaje del
Norte helado, que no de la Tórrida.Con las morochas a cuestas, de brazalete con Josefina, se
presentó Paulo a la estancia, cuando ya era toda la montaña un copo de algodón desmenuzado y el
valle estaba triste y sombrío pues sólo el Cristo fue en la rama entumecida lanzaba su queja, en
compañía de la verde rama que en cambural lejano ensayaba su canción de invierno….
Por otra parte, en esta obra se observan otros temas, como lo son la diferencia de clases
sociales por parte de los personajes principales, que generan un conflicto en la novela, ya que el
amor entre un peón y la hija de los dueños de la hacienda “Guarimba” no es bien visto, por lo que va
a generar incertidumbre en el pueblo donde viven, por tal motivo buscan que su amor triunfe sin
importar que obstáculos se le presente para llegar a superar su condición social y así lograr el amor
de Josefina, sin embargo, enfrenta las posiciones económicas y políticas necesarias de las guerras
de la nación para obtener el amor de su dama. Del mismo modo, es una novela que no solo busca
resaltar al paisaje venezolano, sino también el aspecto de nuestros pueblos, los personajes que en
ellos habitan, las costumbres coloquiales que representan al venezolano así como su lenguaje
característico. Entonces lo que el autor busca representar en esta novela, es a esa Venezuela que
es ajena y que no está involucrada en problemas políticos que en el aquel entonces eran
influenciados por el poder del caudillismo, si no que se enfoca a que nuestra nación se pueda
rescatar a través de los refranes, las costumbres y tradiciones que representa a nuestra amada
Venezuela. Es por ello a través de lo “autóctono” el escritor busca que su pueblo recuerde y afiance
lo que es ser venezolano, que recordemos nuestros orígenes y de donde provenimos; porque lo que
nos hace diferentes y únicos a las demás naciones, es que nosotros tenemos esos signos y esas
actitudes que nos representan como venezolanos. Y sobre todo, la compresión del presente histórico
venezolano, ya que el pueblo debe aceptar la historia de su país, según las palabras de Urbaneja:
"No hay que tener miedo sino fe. A los pueblos los hacen sus ideas"; porque la formación del
alma de un pueblo, es valorar debidamente el desarrollo ambiental, esa admiración por la cultural y
las costumbres, para lograr hacerlas universales.
Para finalizar, “En Este país” es una obra que significa el cambio de mentalidad que se
incorporó en aquella época, por parte del dominio europeo que buscaba dominar al ser humano y el
territorio mientras se consumía todo lo que era europeo. Y el escritor como buen venezolano y
creador de la literatura criollista, lo que representa a esta obra es el fruto y la creación de la vida
rural, el alma de los ritmos y esos característicos colores primarios que nos muestran el sabor de ser
un pueblo único, mostrando y expresando esa rica nación en la que vivimos. El escritor indaga en lo
íntimo del venezolano para que el individuo logre la libertad del dominio extranjero y la lucha por el
progreso del país, así como los procesos sociales y políticos que persisten en el pasado de la nación
a través de los valores éticos y morales. Así mismo siendo amante de un ambiente campesino, del
amor por su tierra y los hombres que trabajan en ella, siendo su patria y nación, su gran temática,
para así manifestar esa compatibilidad que existe entre el hombre y la tierra agrícola como un
recuerdo vivencial y rasgo educativo. Es por ello que la experiencia de la naturaleza es parte
esencial del poeta criollo, a través de tonalidades liricas que exaltan y plasman el grandioso paisaje
de dicha obra.
Con respecto a las características del criollismo, podemos compararlas con la obra de ‘’En
este país’’, ya que menciona lo que aspira a los asuntos venezolanos. El tipo humano de ser un
criolista, se localiza en las regiones, costumbres, creencias y su forma de vida. Con esto hacemos
referencia, con el fragmento seleccionado que en él se observan 2 ambientes integrados, el mundo
rural y la ciudad de Caracas; Los personajes principales se identifican con la problemática que define
al país en ese momento.
En la novela criollista, se incorpora el habla loca de la obra de arte narrativa. La convivencia
de los lenguajes tanto el culto como el formal, reflejan las peculiaridades del habla de los labriegos y
campesinos de las zonas rurales vecinas de Caracas.
Así mismo se encuentra un lenguaje único por parte del autor; Tomando en cuenta
la actitud que se distinguía ante la realidad venezolana por eso abandona el pesimismo por un
moderado optimismo, logrando superar todas sus dificultades.
Por ello en el fondo de esta obra, se acepta la realidad que abrió el camino hacia una
naciente democracia social.