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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Bicentenaria de Aragua


Vicerrectorado Académico
Decanato de Ciencias Administrativas y Sociales
Escuela de Psicología

La Psicopatología

Profesor: Alumna:
David Lara Carlig Leon
C.I: 27.326.511
Sección: A

San Joaquín, mayo de 2019


Introducción
El concepto de enfermo mental ha dado un giro al punto que hoy en día es más
apropiado llamar trastornados a quienes antes eran considerados “poseídos, locos,
alienados o enfermos”. El cambio de concepto se ha dado en función de las doctrinas
epistemológicas y tendencias religiosas, sociales, culturales, filosóficas y científicas
imperantes en ciertos momentos y contextos históricos que mencionaré grosso modo a lo
largo de este trabajo.

El concepto de enfermedad mental es poco apropiado para definir los trastornos


mentales ya que en una enfermedad corporal se observa una coherencia, estabilidad
clínica, etiología orgánica con síntomas que constituyen el cuadro clínico mientras que
en los trastornos mentales se producen somatizaciones, los cuadros no son del todo
estables y homogéneos y la causa de los trastornos muchas veces no se puede señalar. El
concepto de enfermedad mental es un constructo en cuanto a que en realidad no se tiene
certeza absoluta de su etiología, no existe una estabilidad diagnóstica y sus límites
geográficos, históricos, temporales y culturales no permiten normalizar el concepto, por
ejemplo, los delirios de africanos esquizofrénicos son frecuentemente relacionados a
magia y demonios con alucinaciones visuales o táctiles y en los esquizofrénicos
occidentales son comunes los delirios de tipo persecutorio, hipocondría y alucinaciones
auditivas (Mesa, 1999, p.25). El concepto de enfermedad mental ha tenido críticas que
van desde que llamarle enfermo a un trastornado, lo estigmatiza socialmente, a la crítica
que se refiere a la presunción de que todos los trastornos mentales tienen etiología
neuroquímica o neurofisiológica cuando esto sólo se ha comprobado en algunas
alteraciones psicológicas y conductuales. Hoy en día se consideran psicopatologías a
conductas como el juego patológico, dipsomanía, pedofilia y el exhibicionismo que antes
eran considerados vicios o perversiones, así como hoy por hoy, ya no se considera una
patología a la homosexualidad. A continuación narraré una breve cronología sobre el
concepto de enfermedad mental a través de la historia.
En las épocas más pretéritas en que ya existían sociedades más o menos complejas, se
atribuía un origen sobrenatural a la conducta anormal; por ejemplo, en Perú se han encontrado
cráneos trepanados a través de cuyos agujeros se podía expulsar a los espíritus malignos. En
Mesopotamia, se consideraba que el demonio Idta castigaba con locura a quienes actuaran mal.
La cultura hebrea advertía que la violación de los mandamientos sería castigada por Dios con
ceguera y locura. En China creían que la locura era la consecuencia de no respetar tradiciones y
el hinduismo consideraba que la locura la ocasionaban demonios. Los hechiceros y sacerdotes
hebreos, griegos, chinos y egipcios realizaban exorcismos con el fin de expulsar a espíritus
malignos. La traducción del Papiro Edwin Smith que data de 1500 a.C. aprox. reveló que en el
Antiguo Egipto se creía que del cerebro surgían las funciones mentales.

Más tarde, Hipócrátes (460-377 a.C.) fue el primero en señalar el origen orgánico de las
enfermedades mentales y realizó una clasificación de temperamentos en: sanguíneo, colérico,
melancólico y flemático, que indicaban la orientación emocional predominante. Según
Hipócrates, la salud dependía de la interacción y equilibrio de cuatro humores corporales (sangre,
bilis amarilla, bilis negra y flema), el desajuste entre los humores se corregía mediante purgas.
También Hipócrates propuso tres categorías de trastornos mentales: manía, melancolía y frenitis.
Sorano de Éfeso amplió la clasificación hipocrática incluyendo la histeria (exclusiva de las
mujeres, relacionada con trastornos uterinos) y la hipocondría.

Platón (429-347 a.C.), por otra parte, consideraba que los trastornos mentales eran en
parte orgánicos, en parte éticos y en parte de intervención divina y clasificó la locura en: profética,
ritual, poética y erótica. Asclepíades de Bitinia (124-40 a.C.) fue el primero en hacer una
distinción entre alucinaciones, ilusiones y delirios.

Ya en la época romana, Galeno (130 - 200), empleó el término temperamento (en latín,
temperamentum, “mezcla proporcionada”) para referirse a la combinación de cuatro sustancias
fundamentales (caliente, frío, húmedo y seco). Galeno dividió las causas de los trastornos
psíquicos en orgánicos (lesiones en la cabeza, cambios menstruales) y mentales (temores,
desengaños amorosos).

La Edad Media se vio sumamente influenciada por la religión; en esta época se distinguen
dos periodos, el primero inicia en el siglo V donde el enfermo mental es considerado una víctima
del diablo, sin embargo, a partir del siglo XIII el enfermo mental se considera culpable de su
propia afección como castigo divino ante una supuesta vida pecaminosa o alianza con el demonio
a cambio de poderes sobrenaturales. Se calcula que en esta época se asesinó a más de 100,000
personas acusados de brujería y actualmente se piensa que las víctimas pudieron ser personas
afectadas por epilepsia y esquizofrenia principalmente. No obstante, en el Bajo Imperio, Alberto
Magno (1193-1280) y Tomás de Aquino (1225-1274) tuvieron la noción en común de que el alma
no podía enfermar y que, por tanto, la locura era un trastorno de base orgánica.

Por otra parte, los árabes daban un trato humanitario a los enfermos mentales al imperar
la idea de que eran personas escogidas por Dios para hablar por su boca.

En el Renacimiento, Paracelso (1493-1541) en su libro “De las enfermedades que privan


al hombre de la razón” rechazó la demonología y habló de una “estructura” similar a lo que hoy
se conoce como inconsciente en sus ideas sobre la etiología de la locura. Johann Weyer (1515-
1541) publicó “De Praestigiis Daemonum” donde hacía una crítica a la demonología y al
“Martillo de Brujas” que era un manual de frailes dominicos inquisidores para la detección,
examen y condena de brujas el cual la iglesia pudo censurar hasta el siglo XX; Weyer defendió
la calificación de enfermos para los acusados de brujería y su trato humanitario. Los
endemoniados pasan a ser pacientes. Burton (1577-1640) proponía causas psicológicas y sociales
de los trastornos mentales.

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, apareció Phillipe Pinel (1745-1826)
considerado el padre de la psiquiatría moderna con sus obras Nosographie Philosophique y el
Traite Medico-Philosophique de la Manie; en el primer texto clasificó los trastornos psíquicos
en: melancolía, manía, demencia e idiocia. Pinel defendía la humanización del trato a los
alienados y entendía la enfermedad mental como el resultado de alteraciones anatómicas del
cerebro, no funcionales. En Alemania, Griesinger (1817-1868) en un esquema organicista,
propuso que las enfermedades mentales son disfunciones del cerebro y también mencionó la
etiología somática de ciertos problemas psíquicos. En el siglo XIX la principal postura sobre la
enfermedad mental intentó explicarse principalmente por un modelo orgánico-médico.

Morel (1809 - 1873) influenciado por el concepto de aclimatación formuló la teoría de


la degeneración donde explicaría que las enfermedades mentales surgían por una degeneración
genética transmitida a la descendencia donde dichos trastornos significaban una etapa final de un
proceso de deterioro mental, más tarde, también propuso que las drogas y el alcohol podían ser
factores determinantes. Kleist (1879-1960) defendía que los síntomas de los trastornos son
ocasionados por disfuncionalidad de ciertas zonas cerebrales. Jackson (1835-1911) de la
tendencia órgano-dinámica, admite un sustrato orgánico y congénito de los trastornos mentales
pero cree que lo determinante de éstos son desorganizaciones de una estructura psíquica dinámica
o de irregularidades en el desarrollo y formación de la misma.
Ya en el siglo XX, Kraepelin (1856-1926) quien fue discípulo de Griesinger, reconoció
que sólo algunos trastornos como la neurosis tenían origen psicógeno y no orgánico. Meyer (1866-
1950) propuso que la enfermedad mental es consecuencia de la reacción total del individuo a su
experiencia psicológica, social y somática en conjunto. Bumke (1877 – 1950) dijo que ciertos
trastornos psíquicos como las neurosis y psicopatías no se adaptan al término clasificatorio de
enfermedad.

Un personaje muy importante pero en la doctrina psicoanalítica fue Freud (1856-1939)


quien básicamente creía que un trastorno surgía por conflictos intrapsíquicos en las tres instancias
mentales: el ello, el yo y el superyó. En la teoría psicoanalítica, algunas patologías son resultado
de la amenaza a la integridad de la instancia yo, por lo que un mecanismo de defensa surgirá para
distorsionar y hacer más tolerable la realidad para el sujeto. El psicoanálisis no delimita salud de
enfermedad y la armonía de las instancias del aparato psíquico es inalcanzable.

En la tendencia psicodinámica, Anton Mesmer (1734-1815) con conocimiento e ideas


sobre Alquimia, desarrolló la doctrina del magnetismo animal donde supone que las
enfermedades nerviosas son consecuencia del desequilibrio de los fluidos magnéticos universales
que recorrían el cuerpo. Por su parte, Bernheim (1840-1919) sostenía que la histeria era el
resultado de la autosugestión.

El conductismo que se desarrolló principalmente en Estados Unidos propugnaba una


etiología estrictamente ambientalista de la psicopatología. La conducta anormal se explica como
el resultado de un aprendizaje deficiente de la interacción entre el sujeto y el entorno. Esta misma
tendencia conductista no acepta el origen somático de la enfermedad mental y resalta que las
conductas normales o anormales son resultado de una interacción del sujeto con el ambiente y
que si la conducta normal se aprende, la conducta patológica también. En este esquema, se
considera que lo que se llaman enfermedades mentales son alteraciones de la conducta ocasionada
por hábitos que no logran el ajuste del individuo con la situación que enfrenta.

Aún en el siglo XX, la psicología de la Gestalt, dentro de la escuela humanista, entiende


las patologías mentales como una falta de ajuste con el medio.

Las tendencias sociogenéticas consideran la estructura social como el origen de los


trastornos mentales. El enfoque fenomenológico-existencial dentro de esta tendencia, apunta a
que la dinámica familiar como micromodelo de la sociedad es la génesis de la psique trastornada.
El enfoque político-social de la tendencia sociogenética menciona que la enfermedad mental es
fruto de la incoherencia y problemática de la sociedad en que se vive; en el libro El antiedipo de
1972 de la obra Capitalismo y esquizofrenia, escrito por Deleuze (1925-1995) y Guattari (1930-
1992) mencionan una supuesta causalidad entre los delirios de la esquizofrenia con las
necesidades, factores y contradicciones históricas, económicas, políticas y raciales de la
estructura social. El enfoque ético-sociológico representado por Szasz (1920-2012) dice que lo
conocido como enfermedad mental es realmente una protesta social y que es una metáfora
impuesta por algunos psiquiatras para describir las conductas desviadas y que la psiquiatría no es
una ciencia sino un sistema de control social.

Foucault (1926-1984) fue un crítico de la Psiquiatría y básicamente consideraba al


término alienación como sinónimo de lo que se consideraba enfermedad mental y decía que los
llamados enfermos mentales no eran más que víctimas de la alienación social. La sociedad no
reconoce a los alienados porque ésta a su vez no reconoce la alienación propia y sus
contradicciones, y por tanto, es excluyente de los que se consideran enfermos mentales. Para él,
el alienado ha perdido sus libertades, su voluntad y su pensamiento, son víctimas de la sociedad
abusiva que se aprovecha de ellos para gozar de sus bienes y derechos en su lugar.

Actualmente, el enfoque cognitivo en psicopatología afirma que la alteración de los


procesos psíquicos son la causa y no el efecto de los trastornos mentales y del comportamiento
(Mesa, 1999, p. 35) y que cuando las percepciones son distorsionadas la conducta será
desadaptada.

Por último, no sobra mencionar las características comunes que se presentan en los
presuntos trastornados mentales y una breve definición de trastorno mental.

Las características de la persona que padece un trastorno mental son: sensación de


malestar, sufrimiento, incomprensión, confusión, interferencia de estas sensaciones en las
actividades cotidianas, desadaptación al entorno y manifestación de conductas que no son social
y moralmente aceptadas. Los trastornos mentales resultan ser meras disfunciones
comportamentales de causa psicológica, biológica y/o social.

Somatización La somatización, “territorio fronterizo entre la medicina y la psiquiatría”,


se refiere a la experiencia subjetiva de síntomas físicos sin causa orgánica apreciable. En el ámbito
clínico asistencial se la define más frecuentemente como la presencia de síntomas físicos
clínicamente significativos que no pueden explicarse completamente por una enfermedad física.
En un estudio se observó que 60 a 80% de una población de no pacientes tenían síntomas
somáticos durante alguna semana. Entre los pacientes que consultan al médico general por quejas
somáticas, no es posible encontrar causa orgánica alguna en 20 a 84%. Para los pacientes que se
empeñan en buscar una causa médica para sus síntomas funcionales, el riesgo de técnicas
diagnósticas invasivas, intervenciones quirúrgicas innecesarias y ensayos con tratamientos
medicamentosos mal orientados pueden poner en riesgo su salud, además de suponer un notable
gasto de recursos médicos.

Trastornos disociativos (de conversión) (F44) El rasgo común que comparten los
trastornos de este grupo es la pérdida parcial o completa de la integración normal entre ciertos
recuerdos del pasado, la conciencia de la propia identidad, ciertas sensaciones inmediatas y el
control de los movimientos corporales. (Para el DSM IV consiste en una alteración de las
funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno)
Normalmente hay un considerable grado de control conciente sobre qué recuerdos y qué
sensaciones pueden ser seleccionados por la atención inmediata y sobre qué movimientos hay que
llevar a cabo. Se acepta que en los trastornos disociativos (TD) esta capacidad para ejercer el
control conciente y selectivo se ha perdido en un grado que puede variar de día en día o de hora
en hora. Por lo general es muy difícil averiguar hasta que punto parte de los déficits funcionales
están bajo control voluntario. Se supone que los TD incluidos en este capítulo tienen un origen
psicógeno y una estrecha relación temporal con acontecimientos traumáticos, problemas
insolubles o insoportables, o relaciones interpersonales alteradas. El término “conversión” se
utiliza ampliamente para algunos de estos trastornos, e implica que sentimientos no satisfactorios
originados por los problemas y conflictos que el enfermo no puede resolver se transforman de
alguna manera en síntomas. Todos los tipos de estados disociativos (ED) tienden a remitir al cabo
al cabo de unas pocas semanas o meses, en especial si su comienzo tuvo relación con un
acontecimiento biográfico traumático. Pueden presentarse estados más crónicos (que a veces van
surgiendo de un modo más lentamente progresivo), en particular parálisis y anestesias, si el
comienzo está relacionado con problemas insolubles o dificultades personales.

Epidemiologia:
La epidemiología es la ciencia que estudia la frecuencia de aparición de la enfermedad y de sus
determinantes en la población. Su interés se centra en la población, para conocer quién enferma,
dónde enferma y cuándo enferma, como pasos necesarios para llegar a conocer el por que de la
distribución del fenómeno salud-enfermedad y la aplicación de este conocimiento al control de
los problemas sanitarios.
Al epidemiólogo le interesa, primordialmente, saber cómo se distribuye la enfermedad en función
del tiempo, del lugar y de las personas. Trata de determinar, a lo largo de los años, si la enfermedad
ha aumentado o disminuido; si su frecuencia en un área geográfica es mayor que en otra, y si las
personas que tienen una determinada enfermedad muestran características diferentes a los que no
la tienen.
Las características personales que interesan a la epidemiología y al epidemiólogo son:
· Características demográficas: edad, sexo y grupo étnico
· Características biológicas: niveles de anticuerpos sanguíneos, productos químicos, enzimas,
constituyentes celulares d la sangre; mediciones de la función fisiológica de los diferentes
sistemas orgánicos del cuerpo.
· Factores sociales y económicos: situación socioeconómica, antecedentes educacionales,
ocupación, circunstancias relacionadas con el nacimiento.
· Hábitos personales: consumo de cigarrillos, alcohol y medicamentos, alimentación,
actividad física.
· Características genéticas: grupo sanguíneo, etc.
Se trata de una ciencia observacional que se basa en el método científico.
En los estudios epidemiológicos la imposibilidad de diseñar estudios experimentales para
investigar el efecto de los posibles factores nocivos para la salud implica la necesidad de realizar
dicha investigación en un contexto que intenta eliminar o al menos controlar la presencia de
sesgos y factores de confusión.
Cada estudio trata de poner a prueba la asociación observada entre el factor estudiado y la
enfermedad, no sólo frente al posible papel del azar, sino también frente a posibles explicaciones
alternativas ajenas a la exposición a ese factor cuyo efecto se pretende medir.
El método epidemiológico, en el que ha de basarse cualquier estudio epidemiológico, debe partir
de una hipótesis formulada a priori, contar con un diseño adecuado, comprobar que existe una
asociación no explicable por el azar, eliminar o disminuir el efecto de otras variables relacionadas
con la exposición y con la enfermedad que se estudia y, finalmente, realizar un juicio crítico sobre
la posible existencia de una relación causal.
HISTORIA CLINICA

En Introducción a la psicopatología y la psiquiatría se define la historia clínica en


psicología como el registro de los datos derivados de las diversas exploraciones efectuadas al
paciente. Contiene desde la anamnesis, es decir, el interrogatorio sistemático efectuado al paciente
desde que se inició su asistencia, hasta los informes de las exploraciones complementarias
realizadas por el psicólogo o por los servicios más sofisticados del hospital.

Se trata por tanto de una herramienta indispensable para el profesional de la psicología,


pues le permite conocer los antecedentes del paciente y le sirve como orientación en el
diagnóstico.

LA ENTREVISTA EN LA PSICOLOGIA CLINICA

La entrevista es el instrumento más utilizado en la psicología clínica, su función es


muy importante en las diversas formas de tratamiento psicológico, precede acompaña y sigue al
tratamiento.

La entrevista es una conversación que tiene un propósito o meta, pero esta ha sido
adoptada y perfeccionada por los clínicos mas no inventada por ellos.

SITUACIONES EN LA ENTREVISTA CLÍNICA


Es una fuente natural de información acerca de las personas, son flexibles, no son
costosas, son fáciles de manejar y pueden dar al clínico muestras simultáneas de la conducta
verbal y no verbal del cliente.

1. Entrevistas Iniciales: El cliente se acerca al clínico, su acercamiento puede ser o no


voluntario. El psicólogo puede tener mucha o poca información acerca del paciente, las primeras
entrevistas se dirigen a determinar la naturaleza y el contexto del problema.
2. Entrevistas para identificación de los problemas: La decisión de aceptar a un cliente depende
de la naturaleza del problema. Es por esto que las primeras entrevistas están destinadas a ubicar
el problema.
3. Entrevista de Orientación: E b este tipo de entrevista se anima al cliente a preguntar y hacer
comentarios así las ideas erróneas que podrían obstruir entrevistas posteriores son arregladas.
También ayudan a eliminar expectativas inadecuadas al comunicar nuevas expectativas adaptadas
y así facilitar interacciones.
4. Entrevistas de Terminación: En esta se incluye una explicación completa del proyecto en que
el paciente voluntario ha participado y una aclaración de los engaños que se usaron.
5. Entrevista de situación de crisis: Se da cuando los problemas cotidianos provocan una gran
tensión en el cliente. El entrevistador intenta dar apoyo, trata al cliente con calma y trata de
ayudarlo.
6. Entrevista de observación: Esta entrevista proporciona una oportunidad para observar las
reacciones del entrevistado ante situaciones ambiguas, provocadoras de tensión, conflictos, etc.

LA ESTRUCTURA DEL A ENTREVISTA

Esta depende de su propósito, también de la orientación teórica, el entrenamiento y las


preferencias personales del entrevistador .La estructura puede cambiar durante el curso de la
entrevista
Los modelos ayudan a organizar y a orientar al clínico pe no siempre proporcionan una guía para
mejorar a cada cliente ya cada situación.

ETAPAS DE LA ENTREVISTA
• Principio de la entrevista: La mayoría de los clínicos establecen en primer lugar un rapport:
una relación armoniosa y cómoda de trabajo. En esta parte de la entrevista el clínico de be hacer
sentir cómodo a su cliente y lo puede realizar con un saludo cordial, una sonrisa, etc.
• Parte media de la entrevista: Debe ser suave y fácil para el cliente. Hay algunas tácticas,
como son: Las técnicas no directivas: se realizan algunas preguntas abiertas. Estos inicios
minimizan la tensión del cliente y ayudan a establecer un buen rapport. Las técnicas directivas:
se realizan preguntas que dan impresión de informalidad. Se procura no hacer preguntas que
sugieran sus propias respuestas.
• Cierre de la Entrevista: Proporciona datos valiosos para la evaluación como también para
fortalecer el rapport. Se realiza una conclusión acerca de la entrevista

COMUNICACIÓN DURANTE AL ENTREVISTA

El problema básico de la entrevista está en la transmisión del mensaje. A pesar que el


entrevistador y el entrevistado hablan el mismo idioma, el entrevistador tiene que tener en cuenta
el grado de educación, las diferencias sociales, raciales, culturales, económicas que existen.
La observación de las dimensiones no verbales comienza en el momento en que el entrevistador
y el entrevistado se conocen por primera vez y continúa hasta que se separan.

INVESTIGACIÓN SOBRE LA ENTREVISTA


• Investigación descriptiva: Su objetivo es relacionar las variables de la entrevista con las que
se fomentan el rapport, la efectividad de la terapia y otras dimensiones interpersonales.
• Investigación experimental: Las entrevistas no son solo contextos donde se recopilan datos,
sino que también son situaciones de influencia social.

CONFIABLIDIAD Y VALIDEZ

Se estima la confiabilidad de la entrevista por medio del análisis del grado hasta el cual
diferentes jueces concuerdan en las inferencias.
La validez depende de si los datos recogidos son precisos u que al compararlos con otros sea la
mejor fuente de información clínica.
Conclusión

Las actividades terapéuticas psicológicas requieren del estudio de la


psicopatología, es decir, el conocimiento de los estados de enfermedad mental para poder
elaborar diagnósticos y determinar estrategias de tratamiento adecuadas a las necesidades
de cada paciente.

Los trastornos mentales son entidades complejas determinadas por factores


biológicos, psíquicos y sociales. Su composición múltiple propicia que no existan límites
claros entre lo que se considera normal y patológico y que no conozcamos el sustrato
biológico de todos los padecimientos. Para lograr una profunda compresión de los
padecimientos mentales, los métodos médicos de diagnóstico psiquiátrico son
complementados con aportaciones de las diferentes escuelas del psicoanálisis y la
psicología profunda.

Estudiar psicopatología clínica implica observar los signos y síntomas que


conforman los distintos trastornos y adentrarse en la esencia de la enfermedad a través de
perspectivas neurofisiológicas, genéticas, psicológicas y psicodinámicas, reconociendo
que ninguna de estas miradas alcanza por sí misma para explicar la totalidad de los
trastornos mentales. Este enfoque separa a la modernidad, con explicaciones basadas en
una causa, del mundo postmoderno y de la complejidad, donde el objeto de estudio se
investiga desde muchos ángulos de explicación posible.

Incorporar diferentes perspectivas al campo de la psicopatología puede ayudarnos


a considerar que, además del sustrato físico determinado por el funcionamiento de los
neurotransmisores, existen elementos relacionados con la organización de la
personalidad, y el medio sociocultural.

Esta visión complementaria de la psicopatología permite pensar que un trastorno


depresivo es mucho más que una categoría formada por un número determinado de
síntomas, más bien, entenderlo como un tipo de organización mental que puede revelar
falta de esperanza, auto exigencia y dificultad para encontrar satisfacciones en la vida. De
tal modo, es posible comprender que, aunque este padecimiento suele estar asociado a
deficiencias neurobiológicas, también puede ser desencadenado por situaciones que
reviven experiencias infantiles traumáticas.
Referencias

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