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7/2/2018 ¿Existen Verdades Objetivas acerca de Dios?

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¿Existen Verdades Objetivas acerca de Dios?

g f u l A
SUMMARY

Crítica de tres intentos modernos/posmodernos para negar la existencia de hechos objetivos acerca de Dios.

Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. ¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó. ¿Eso lo dices tú —le respondió Jesús—, o es que otros te han hablado
de mí? ¿Acaso soy judío? —Replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho? Mi reino no es de
este mundo—contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo. ¡Así que
eres rey! —le dijo Pilato. Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte
de la verdad escucha mi voz. ¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato. Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos. Yo no encuentro que éste sea culpable de nada,
declaró ( Juan 18.33-38).

A lo largo de los siglos, hombres han hecho la pregunta de Pilato: ¿Cuál es la naturaleza de la verdad?, ¿cómo puedo saber la verdad?, ¿hay una sola verdad? Como
lósofo cristiano, éstas son algunas de las preguntas que me gustaría explorar con ustedes.

La concepción bíblica de la verdad es muy polifacética. Típicamente, la Biblia utiliza las palabras "verdadero" o "verdad" en sentidos no losó cos para indicar
algunos atributos como la delidad, rectitud moral, realidad, etc. Sin embargo, en ocasión las [Sagradas] Escrituras hablan de la verdad en el sentido más
losó co de la veracidad, y, por supuesto, en todo lugar los escritores bíblicos presuponen que de lo que ellos estaban escribiendo era verdadero en ese mismo
sentido. Es decir, que no estaban escribiendo falsedades. Así que ciertamente la teología cristiana tiene un interés en la concepción losó ca de la verdad.

Siendo eso así, no obstante, permanece siendo el caso de que no existe una teoría peculiarmente cristiana de la verdad. Esa es precisamente la manera que
debería ser, ya que si el cristianismo presentara una de nición y algunos estándares distintivos de la verdad, entonces su a rmación de ser verdadero sería
circular o un sistema dependiente y, por lo tanto, sería trivial. Pero la fe cristiana quiere recomendarse a sí misma en el mercado de ideas. La fe cristiana a rma
ser verdadera en el sentido común, ordinario de la palabra y les deja a los lósofos la enunciación de una de nición más cuidadosa. Por lo tanto, cuando los
lósofos formulan varias teorías de la verdad, como la Teoría Correspondentista de la Verdad (o Teoría de la Verdad como Correspondencia), la Teoría
Coherentista de la Verdad (o Teoría de la Verdad como Coherencia), o la Teoría de la Existencia de la Verdad, ninguna de ellas puede ser bautizada como la Teoría
Cristiana de la Verdad, y se han encontrado lósofos cristianos entre los defensores de cada una de ellas.

Por mi parte, encuentro que alguna versión minimalista de la Teoría Correspondentista es la más satisfactoria. Esta teoría se remonta a Aristóteles y aún más
atrás. Según Aristóteles, “Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es, o de lo que no es que no es, es
verdadero”. Aristóteles está aquí proporcionando las condiciones bajo las cuales algo está verdaderamente a rmado, en lugar de dar una de nición de la verdad
misma y me parece que su caracterización enormemente in uyente está muy correcta. Durante la Edad Media, los lósofos abordaron la cuestión de la verdad de
una manera más directa. Tomás de Aquino caracterizaba la verdad como la correlación del intelecto y la realidad. En otras palabras, si la realidad es como el
intelecto la juzga ser, entonces la verdad es una característica que es inherente tanto en el juicio como en el intelecto mismo. Entre los teóricos contemporáneos
correspondentistas, la verdad se concibe por igual como una propiedad o de las oraciones o de las proposiciones que corresponden al mundo tal como realmente
es. Así que, por ejemplo, la oración "La nieve es blanca" es verdadera si y sólo si la nieve es blanca. Aunque yo no pretendería que la Biblia enseña la verdad como
correspondencia, dicha teoría me parece totalmente compatible con las ideas bíblicas acerca de la verdad y muy plausible, si no obvia, en su propio derecho.

Pero entonces, ¿qué contribución tiene que hacer la teología cristiana a una discusión acerca de la verdad? Bueno, ella nos dice especí camente que existen
verdades acerca de Dios, y que esto no es trivial, ya que ciertas escuelas contemporáneas del pensamiento moderno y post-moderno niegan que existan verdades
teológicas objetivas. Los ateos y teístas podrían estar en desacuerdo en cuanto a cuales proposiciones acerca de Dios son verdaderas o falsas—el teísta que
sostiene que la proposición "Dios existe", tiene el valor "verdadero" y el ateo sostiene que esta proposición tiene el valor "falso", pero al menos los dos están de
acuerdo en que hay proposiciones acerca de Dios y que ellas no son verdad sin valor. Algunas escuelas de pensamiento moderno y post-moderno, sin embargo,
no están de acuerdo.

Consideremos, por ejemplo, el desafío que presenta el Veri cacionismo. Para entender el desafío veri cacionista, primero se necesita entender la diferencia
entre una oración y una proposición. Una oración es una entidad lingüística, compuesta de palabras. Una proposición es el contenido de información expresada
por una oración declarativa. Así que, por ejemplo, la oración "la nieve es blanca" es, obviamente, una oración diferente a la oración "Der Schnee ist weiss”. Una
tiene tres palabras y la otra tiene cuatro, y no tienen palabras en común. Sin embargo, las dos tienen el mismo contenido de información, es decir que la nieve es
blanca y de esa manera expresan la misma proposición.

Ahora bien, durante el apogeo del positivismo lógico en las décadas del 1930 y 1940, por lo general se creía entre los lósofos de que, literalmente, no existían
proposiciones acerca de Dios, de que las oraciones que incluían la palabra "Dios" en efecto no tenían sentido, de modo que decir, por ejemplo, "Dios creó el
mundo” era tan absurdo como decir," ’era brilig; y la eslitey tuvo gure y gimblo en el wabe” (algo sin sentido). Esta exhibición de arrogancia losó ca hacia el
lenguaje religioso y ordinario fue el resultado del cacareado Principio de la Veri cación del Signi cado de los Positivistas. Según este principio, el cual pasó por
un sinnúmero de revisiones, para que una oración sea signi cativa, debe ser capaz, en principio, de ser veri cada empíricamente. Como los enunciados
teológicos no se podían veri car empíricamente, eran considerados no tener sentido. Bajo la presión del Veri cacionismo, algunos teólogos comenzaron a
proponer teorías emotivistas del lenguaje teológico. En la visión de ellos, los enunciados teológicos no son para nada enunciados de hecho, sino que expresan
meramente las emociones y actitudes del usuario. Por ejemplo, el enunciado “Dios creó el mundo” no pretende hacer ninguna declaración fáctica en lo absoluto,

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sino que simplemente es una manera de expresar, por así decir, el asombro y lo maravillado de uno ante la grandeza del universo. Ahora bien, no hay casi
necesidad de decir que esa interpretación del discurso teológico no representa ni el punto de vista de los escritores bíblicos ni del creyente religioso común.
Típicamente, por sus declaraciones religiosas precisamente ellos quieren decir lo que esas declaraciones parecen a rmar, por ejemplo, que Dios creó el mundo.
Afortunadamente, pronto se descubrió que el Principio de Veri cación no sólo nos obligaría a descartar las declaraciones teológicas como sin sentido, sino
también a descartar un gran número declaraciones cientí cas—juntamente con declaraciones éticas, estéticas, y metafísicas—, de manera que el Principio era
totalmente irrazonable. Pero aún más fundamental, se entendió que el Principio se auto-refutaba. Simplemente pregúntate, ¿es la oración "Una oración
signi cativa debe ser capaz, en principio, de ser veri cada empíricamente" en sí misma capaz de ser veri cada empíricamente? Obviamente no; ninguna cantidad
de evidencia empírica serviría para veri car su verdad. Por tanto, el Principio de Veri cación es, por su propio criterio, una combinación de palabras sin sentido,
las cuales no necesitan detener al teísta. O como más, es una de nición arbitraria, la cual el teísta tiene la libertad de rechazar. Por lo tanto, el Positivismo Lógico
y su Principio de Veri cación han sido casi totalmente abandonados por los lósofos. Pero es triste de ver cómo esa actitud positivista persiste en algunos campos
no losó cos, en particular entre los cientí cos que fueron educados durante la era positivista.

Una segunda negación de la verdad teológica proviene del bando del Misticismo Oriental y su peculiar hijastro en el Occidente, el movimiento Nueva Era. Según
esa perspectiva, a la cual llamaré “Anti-Realismo místico”, hay proposiciones acerca de Dios que están bien, pero que no son ni verdaderas ni falsas; son todas una
verdad sin valor. Así que las proposiciones expresadas por oraciones como "Dios existe", "Dios es bueno", o "El mundo fue creado por Dios" no son ni verdaderas ni
falsas, no tienen ningún valor de verdad. Se considera a Dios trascender todas las categorías del pensamiento y del lenguaje humano, de manera que es
completamente imposible a rmar algunas verdades acerca de Dios, como la teología cristiana pretende hacer.

Desafortunadamente, ni siquiera está claro qué se quiere decir con la a rmación Mística Antirrealista de que Dios está “por encima del pensamiento y del
lenguaje humano”. Esta es una expresión metafórica; pero ¿qué signi ca? El mejor sentido que puedo hacer de esa a rmación es que lo que los lógicos llaman el
Principio de Bivalencia no es válido para las proposiciones acerca de Dios. El Principio de Bivalencia dice que para cualquier proposición p, p es verdadera o es
falsa. El Principio está muy estrechamente relacionado con la Ley del Medio Excluido, una de las tres famosas "leyes del pensamiento", que declara que para
cualquier proposición p y su negación no-p, o p es verdadera o no-p es verdadera. La a rmación en consideración es que las proposiciones aparentemente que se
re eren a Dios no son ni verdaderas ni falsas.

Ahora, al parecer tal posición aparenta ser incomprensible, ya que parece absurdo decir que una contradicción lógica no es falsa. Pero en esta visión, una
proposición que se exprese en una oración como "Dios tanto existe y no existe" no es falsa. ¡Esa proposición parece ser necesariamente falsa! Tampoco es
verdadero que "Dios o existe o no existe." Pero esa declaración parece ser necesariamente verdadera, ¿qué otra alternativa hay?

Pero la posición implica una incoherencia aún más profunda. Consideremos la proposición expresada por la oración: "Dios puede ser descrito por las
proposiciones bivalentes". Como esa proposición es en sí misma una proposición acerca de Dios, el Principio de Bivalencia no debería ser válido para ello. Por lo
tanto, no puede tener un valor de verdad; en particular, no puede ser falso. Pero si no es falso, entonces ¿cómo puede ser el caso, como a rma el Anti-realista, de
que el Principio de Bivalencia falla para las proposiciones acerca de Dios? Si el Principio de Bivalencia falla para las proposiciones acerca de Dios, entonces ¿no es
falso que Dios pueda ser descrito por las proposiciones bivalentes? Por tanto, la a rmación se refuta a sí misma: uno no puede a rmar coherentemente que las
proposiciones acerca de Dios no son ni verdaderas ni falsas.

El Anti-Realista podría contra-argumentar diciendo que lo se dice anteriormente sólo muestra que la paradoja racional es inevitable cuando tratamos de hablar
acerca de Dios. Pero ese no es el caso. Siempre y cuando respetemos el Principio de Bivalencia, podemos disertar de una manera perfectamente racional y
coherente acerca de Dios. Lo que es incoherente es la negación del Anti-Realista de la validez del principio de las proposiciones acerca de Dios. El que niega que
el Principio de Bivalencia sea válido para las proposiciones acerca de Dios está en la misma negación, a rmando una proposición bivalente acerca de Dios. No es
Dios quien es la fuente de la incoherencia, sino simplemente la propia visión Anti-Realista Mística.

En cualquier caso, está claro que no hay razones que se pueden ofrecer para adoptar la visión de que el Principio de Bivalencia no sea válido para las
proposiciones acerca de Dios, ya que cualquier razón pretendida para adoptar esa visión implicaría a rmar ciertas verdades acerca de Dios, lo cual la posición
prohíbe. Por ejemplo, si se dice que el principio fracasa porque "Dios es demasiado grande para ser entendido por las categorías humanas del pensamiento" o que
"Dios es totalmente otro", o "Dios es omnipotente", entonces todos éstas son proposiciones bivalentes acerca de Dios. Pero la posición sostiene que no hay
proposiciones bivalentes acerca de Dios. Por lo tanto, ninguna de estas declaraciones puede ser verdadera, de modo que ellas no pueden proporcionar
fundamentos para adoptar la posición que está en cuestionamiento. La posición sólo puede ser adoptada por un salto irracional de fe. Pero, sin duda, como
hombres y mujeres racionales, deberíamos ser extremadamente reluctantes o reacios a cometer suicidio intelectual sin ninguna razón en absoluto en lo que trata
con la teología. En ausencia de alguna razón para abandonar el pensamiento racional en este ámbito, deberíamos continuar empleando los cánones racionales de
pensamiento que se han demostrado ser tan fructíferos en otras disciplinas.

Un ataque contemporáneo nal sobre la verdad teológica de la manera que el cristiano la entiende es el más extraño de todos: lo que yo llamaré el “Pluralismo
Radical”. Con raíces en el Misticismo Oriental y radicalmente individualizado a través de la in uencia de la Filosofía Crítica de Kant, esta visión sostiene que cada
individuo constituye la realidad en sí mismo, de modo que no hay verdad trans-subjetiva acerca de la forma que el mundo es. En esta visión, la frase popular
"Podría ser verdadero para ti, pero no es verdadero para mí" está literalmente muy correcta. Como tal, esa actitud podría parecer patentemente absurda: no
importa si creemos que la hornilla de la estufa está encendida o no, si ponemos nuestra mano sobre ella y está encendida, nos vamos a quemar. Es objetivamente
verdadero que la hornilla está caliente, independientemente de nuestra actitud subjetiva hacia ello. Del mismo modo, seguramente había acontecimientos
sucediendo antes de que yo naciera, los cuales son totalmente independientes de mí: el Big Bang, la época de la formación de las galaxias, la época de los
dinosaurios, etc. Pero esas absurdidades resultan porque todavía estamos pensando en una realidad objetiva y estamos tratando de “casar” al subjetivismo con
ella. Según el pluralismo radical, no existe una realidad objetiva; no hay una manera general que el mundo es. El mundo se ha quebrantado y ha sido sustituido
por el “mundo para mí”.

Este Pluralismo Radical es la antítesis de la cosmovisión cristiana porque el cristianismo le atribuye a Dios una posición privilegiada como el conocedor de toda
verdad. Él se para, por así decirlo, en la cúspide de la pirámide de las diversas perspectivas acerca del mundo y en la unidad de Su intelecto comprende el mundo
tal como es. Por lo tanto, en la perspectiva cristiana hay una unidad de la verdad y de la realidad que es conocida por Dios. De modo que, con frecuencia, los
pluralistas radicales ven su tarea como abiertamente anti-teológica en carácter. Por ejemplo, el crítico literario Roland Barthes escribe,

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Darle a un texto un Autor es imponerle un seguro, proveerlo de un signi cado último, cerrar la escritura […]Por eso mismo, la literatura, al rehusar la asignación
al texto (y al mundo como texto) […] un sentido último, se entrega a una actividad que se podría llamar contra-teología, revolucionaria en sentido propio, pues
rehusar la detención del sentido, es, en de nitiva, rechazar a Dios y a sus hipóstasis, la razón, la ciencia, la ley.

Lo encuentro algo especialmente intrigante que la razón, la ciencia y la ley sean consideradas por los Pluralistas Radicales como que tienen que ser rechazadas
juntamente con Dios.

El Pluralismo Radical es atendido por el relativismo. Por ejemplo, el lósofo estadounidense, Richard Rorty, dice que la verdad es cualquier cosa que mis colegas
me permitan a mí salirme con la mía. Dado que tú y yo tenemos diferentes colegas, la verdad es pluralista porque tus colegas no podrían dejar que te salgas con
las mismas cosas que mis colegas me permiten a mí. Reaccionando a la visión de Rorty, el lósofo Alvin Plantinga escribe,

A pesar de que esta visión está au courant (a la moda) y es muy chic en el mundo intelectual contemporáneo, ella tiene consecuencias que son peculiares, por no
decir absurdas. Por ejemplo, la mayoría de nosotros pensamos que las autoridades chinas hicieron algo monstruoso al asesinar cientos de jóvenes en la Plaza de
Tiananmen, y luego agravaron su maldad al negar que lo hubieran hecho. En la visión de Rorty, sin embargo, este es un malentendido poco caritativo. Lo que las
autoridades estaban realmente haciendo al negar que habían asesinado a los estudiantes, era algo totalmente digno de elogio: ellos estaban tratando de lograr de
que la supuesta masacre nunca ocurrió, ya que estaban tratando de asegurarse de que sus colegas les dejaran salir con las suyas al decir que la masacre nunca
sucedió; es decir, que estaban tratando de hacerlo verdadero el que nunca ocurrió; y ¿quién puede culparlos por eso? Lo mismo va para los neo-nazis
contemporáneos que a rman que no hubo holocausto; desde una visión Rortiana, sólo están tratando de asegurarse de que esa cosa terrible nunca ocurrió; y
¿qué podría ser más encomiable que eso? Esta forma de pensar tiene posibilidades reales para lidiar con la pobreza y con la enfermedad: si sólo dejamos que cada
uno de nosotros nos salgamos con la nuestra al decir que no hay ninguna pobreza y enfermedad—ningún cáncer o SIDA, por así decir—, entonces sería verdadero
que no hay ninguna; y si fuese verdadero que no hay ninguna, entonces, por supuesto, no habría ninguna.

El punto serio de la crítica satírica de Plantinga es que ella expone la naturaleza verdaderamente siniestra del Pluralismo Radical. Dado que no hay verdad
objetiva, la realidad es lo que las personas en autoridad quieren que sea. A falta de la verdad, no hay nada para comprobar la voluntad desenfrenada al poder.

Como si esto no fuera su cientemente malo, me parece que el Pluralismo Radical también se auto-refuta. Sólo necesitamos preguntarnos: "¿Es el Pluralismo
Radical objetivamente verdadero?" Este a rma que "no hay verdad objetiva acerca del mundo;" pero esa declaración se a rma a sí misma como una verdad
objetiva acerca del mundo. Este dice que "cada individuo constituye una realidad", de modo que no existe una realidad objetiva; sino que es en sí misma una
declaración acerca de la realidad objetiva. Dice que la proposición "La verdad es pluralista" es objetivamente verdadera, lo cual se auto-refuta.

El Pluralista Radical no puede escapar de esta incoherencia diciendo que es sólo desde su perspectiva que no existe una verdad objetiva acerca el mundo, ya que
si eso es verdadero solamente desde su perspectiva, eso no excluye el que exista la verdad objetiva acerca del mundo, en cuyo caso su perspectiva es
objetivamente falsa. Si él o ella responde diciendo que es solamente desde la perspectiva de alguna persona más de que no existe la verdad objetiva acerca del
mundo, entonces se deduce de que toda verdad es algo perspectivo, o que el Pluralismo Radical es objetivamente verdadero, lo cual es incoherente.

¿Por qué sucede, entonces, que en nuestra época hay tantas personas que parecen estar atraídas a una visión pluralista y relativista de la verdad, a pesar del
hecho de que las dos visiones son absurdas y se auto-refutan? Yo creo que esa atracción se debe a un malentendido del concepto de la tolerancia. En nuestra
sociedad democrática, tenemos un profundo compromiso con el valor de la tolerancia de los diferentes puntos de vista (visiones). Muchas personas tienen la
impresión de que la tolerancia requiere de un pluralismo radical con respecto a la verdad. Ellos parecen pensar que la a rmación de que existe una verdad
objetiva es incompatible con la tolerancia de otras visiones, ya que esas visiones deben ser consideradas como falsas. Así que para mantener una tolerancia de
todas las visiones, uno no debe considerar ninguna de ellas como falsa. Ellas todas deben ser verdaderas. Pero como son mutualmente contradictorias, no pueden
todas ser objetivamente verdaderas. Por lo tanto, la verdad debe ser relativa y pluralista.

Pero me parece muy obvio que dicha visión se base en un entendimiento erróneo de la tolerancia. El concepto mismo de tolerancia insinúa que estás en
desacuerdo con la cosa que toleras. De lo contrario, no lo tolerarías; ¡estarías de acuerdo con ella! Por lo tanto, uno sólo puede tolerar una visión, si uno considera
que esa visión es falsa. No puedes tolerar una visión que creas ser verdadera. Por lo tanto, el concepto mismo de la tolerancia presupone que uno cree que la
visión tolerada es falsa. Así que la verdad objetiva no es incompatible con la tolerancia; por el contrario, la tolerancia presupone la objetividad de la verdad.

La base correcta de la tolerancia no es el pluralismo, sino el valor inherente de todos los seres humanos, que son creados a imagen de Dios y, por tanto, están
dotados de ciertos derechos que les dio Dios, incluyendo la libertad de pensar y expresarse. Es por eso que Jesús dijo: “Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu
prójimoy odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen” La base de la tolerancia no es el relativismo, sino el amor.

En resumen, me parece que mientras la teología cristiana no propone una teoría particular de la verdad, ella es totalmente compatible con la noción tradicional
de la verdad como correspondencia. La cosmovisión cristiana pretende describir la realidad tal como es y, por tanto, es verdadera. Los desafíos que el
Veri cacionismo, el Anti-realismo Místico y el Pluralismo Radical plantean para la verdad teológica son todos, en última instancia, contraproducentes e
incoherentes. Por supuesto, no he tratado de mostrar que las proposiciones que constituyen la cosmovisión cristiana, de hecho, sean verdaderas. Esa es una
conversación para otro día.

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