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El canguro distraído

Había una vez un canguro que se llamaba Orlando. Orlando era un cangurito que vivía junto a
su mamá y sus 6 hermanitos en una amplia llanura. A Orlando le encantaba salir temprano por
la mañana y perderse detrás de algunos árboles. Si bien él vivía en una llanura, a lo lejos y
hacia el sur, se podía divisar unas mesetas a quien Orlando no conocía pero le intrigaba
muchísimo lo que habría allí aunque su mamá no le permitía ir hasta allá porque era muy lejos.

Como todo niño, Orlando asistía a la escuela de la llanura en donde tenía muchos amigos. Sin
embargo, Orlando tenía un problema: él era muy muy distraído. Tal es así que un día la
maestra (la señora Jirafa) citó a su mamá y le explicó que “si Orlando no comenzaba a
aprender algo de lo que ella enseñaba, debería repetir de grado”. Su mamá regresó ese día
muy angustiada y triste por aquella noticia. Ella sabía que Orlando era muy distraído pero
había restado importancia durante años pensando que “tal vez se le pasaría con el tiempo”.

Por otra parte, Orlando solo quería jugar y correr por la inmensa llanura. Le encantaba
perderse de tanto correr y, como era distraído, siempre se perdía hasta que alguien le ayudaba
a regresar a su casa.
Un buen día, mamá canguro decidió hablar con la Osa Panda (quien era una experta en temas
de comportamiento y aprendizaje en niños) y sin más, le pidió desesperadamente su ayuda. La
osa panda le miró por encima de sus gafas con dulzura y le dijo:

Claro que podemos ayudar a Orlando, pero no será una tarea sencilla ya que ha pasado mucho
tiempo sin que se trate esa distracción. Sin embargo, siempre podemos ayudarle a mejorar.

Luego sonrió y se despidió de mamá canguro.

Al día siguiente, la osa panda estaba sentada junto a Orlando en la clase (con previa
autorización de la señora Jirafa, claro está) para ayudarle y ver porqué razones no podía
concentrarse…

Lo primero que la osa detectó es que Orlando se sentaba en el fondo del salón y los niños
hacían muchísimo ruido mientras se daba la clase, lo que le impedía escuchar bien a la señora
Jirafa. Entonces pidió que Orlando se sentara en la primera fila del aula. Habló con la Jirafa y, al
día siguiente, Orlando fue a sentarse más adelante…

Lo segundo que detectó la osa panda fue que Orlando escuchaba a la maestra en la clase, pero
lo hacía durante los primeros 10 minutos. En otras palabras, su cerebro se cansaba antes que
el de sus compañeros. Entonces le pidió a la maestra Jirafa que le diera actividades durante los
primeros 10 minutos y que luego, le permitiera descansar durante 5 minutos para,
posteriormente, volver a la rutina de la clase. En otras palabras, le pidió que le ayudará a
“adaptar los contenidos para Orlando”.
Con el paso de las semanas, Orlando había mejorado mucho. Sin embargo, él seguía siendo un
niño bastante distraído: olvidaba los deberes que les pedía a los niños la señora Jirafa y
siempre mantenía su mirada a través de la ventana de la escuela observando las lejanas
mesetas y preguntándose “¿Qué habría detrás de aquellas?”…

Para poder ayudar a Orlando la osa panda pensó en dos estrategias más:

Orlando debía llevar todo anotado y, en lo posible, con dibujos y horarios. De este modo, no se
olvidaría lo que le pedía la señora jirafa… Fue así que, a partir del día siguiente, Orlando
empezó a llevar una especie de agenda con imágenes, días y horarios. La agenda estaba
dividida en cuadrados: un cuadrado para cada día de la semana y con cada hora del día. Allí,
especificaba lo que Orlando tenía que hacer a cada hora, incluso los días que no asistía a la
escuela, también tenían sus horarios en los que decían cosas como: “hora de jugar”, “hora de
comer”, “hora de bañarse”, “horade visitar a la abuela” etc.

Orlando seguía pensando en las bellas mesetas así que la señora osa, con permiso de su
mamá, llevó un día de excursión a Orlando para que, finalmente, conociera las mesetas que
tanto le intrigaban y apasionaban. Ese día salieron muy temprano y resultó ser una aventura
que Orlando jamás olvidaría.

Algunos meses más tarde, la concentración de Orlando había mejorado considerablemente y,


si bien seguía costándole un poco prestar atención en la clase, con la ayuda de la osa, había
mejorado muchísimo y se sentía más a gusto ya que sus compañeros le tenía más en cuenta
(ahora que no era tan distraído), su maestra le había dicho que si se esforzaba un poco más, no
repetiría de grado y su mamá estaba feliz porque veía mejor a su pequeño hijo.

FÍN

Moraleja cuento para niños distraídos: Todo niño aprende, pero no todos lo hacen en el mismo
tiempo ni de la misma forma. Encontrar las estrategias de intervención a tiempo ayudará a que
los niños se sientan mejor y no pierdan valioso tiempo.Por último, es preciso adaptar cada
contenido a la historia personal de cada niño.

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