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Cinco beneficios de la musicoterapia para los niños

1. Potencia las funciones cognitivas

Se ha demostrado que la musicoterapia mejora la atención y la concentración de los


niños, a la vez que estimula la fijación de los nuevos contenidos. Además, es una
herramienta para fomentar su imaginación, creatividad, formación de conceptos y agilidad
mental. Asimismo, contribuye a fomentar el aprendizaje y la resolución de problemas.

2. Mejora los problemas emocionales

La musicoterapia contribuye a fortalecer la autoestima del niño, haciendo que se sienta


más seguro y confiado de sí mismo. De hecho, un estudio realizado por investigadores de
la Universidad Queen de Belfast, en el Reino Unido, ha encontrado que este tipo de
terapia puede reducir los síntomas de depresión en niños con problemas de conducta.

3. Fortalece la expresión corporal

A través de la musicoterapia los niños adquieren y desarrollan sus habilidades de


expresión corporal, agudizan su discriminación auditiva y refinan su coordinación motora.
Además, aprenden a vocalizar y consiguen liberar la energía reprimida. Si se conjuga con
el baile, puede ser una excelente terapia para tratar los problemas musculares y óseos.

4. Fomenta la socialización

La música ayuda a los niños a expresarse, es una manera para motivarlos a salir de su
zona de confort e interactuar con el resto de las personas mostrando su verdadero ‘yo’.
De hecho, se ha convertido en una de las terapias alternativas más utilizadas por los
psicólogos y psiquiatras para mejorar las habilidades comunicativas en los niños con
autismo.

5. Estimula la maduración cerebral

La musicoterapia es una estrategia estupenda para estimular el desarrollo cerebral


infantil. De hecho, la música es capaz de estimular la liberación de dopamina, un
neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. Además, un estudio realizado en la
Universidad de Florida ha comprobado que cuando los niños escuchan música se activan
numerosas áreas cerebrales como la corteza prefrontal, el área de Broca y de Wernicke,
el cerebelo, el lóbulo temporal y la corteza motora.

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El aprendizaje ha sido siempre un proceso duro y difícil, tanto para el maestro/a como
para el alumno/a, pero antiguamente no se disponía de la cantidad de materiales e ideas
que hoy día poseemos nosotros.

Antes, la educación se basaba en la transmisión de conocimientos de forma natural y


simple, y hoy en día, poseemos unas técnicas y unas estrategias que hacen que esa
transmisión sea placentera para el maestro/a e interesante para el alumnado,
favoreciendo una participación activa e incluso el aprendizaje por sí mismo y de forma
autónoma, con lo que la mera transmisión de los conocimientos pasa a ser actualmente
un proceso satisfactorio de aprendizaje motivador.

Aún así, no siempre el proceso de enseñanza-aprendizaje resulta placentero y motivador,


sino que en algunas ocasiones el alumnado puede llegar a ver el aprendizaje como algo
“aburrido”, que le obligan a hacer. Esto puede ser debido a un escaso interés del niño/a
por obtener determinados conocimientos relativos a la materia, por una escasa motivación
del maestro/a en la escuela durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, por el
insuficiente uso de los recursos educativos, como instrumentos musicales, cintas de
audio, etc.…, por el carácter monótono en el proceso de enseñanza de algunos docentes
o por el ambiente familiar en el que el alumno/a se desenvuelve, un factor muy importante
en la vida y en el progresivo desarrollo del niño.

Poco a poco, se están introduciendo en las aulas más recursos motivadores que
favorecen el aprendizaje del alumnado, despertando su interés y ofreciéndoles así un
aprendizaje más significativo que conecta cada vez más con su realidad social y con su
vida personal.

La música es un recurso atractivo que puede favorecer el aprendizaje debido a la


importancia que tiene hoy día en nuestras vidas, y por ello es conveniente trabajarla
desde todas sus dimensiones, ya que no sólo se debe limitar al estudio musical en sí
mismo, en su hora correspondiente, sino también es conveniente favorecer un
acercamiento y disfrute al proceso musical, que puede estar globalizado en los demás
aprendizajes de las diferentes áreas, que se produzcan en el aula.

Cualquier tema educativo puede relacionarse con la música, en los conocimientos de los
cursos de infantil, donde este recurso está muy presente actualmente, podemos encontrar
canciones, tanto infantiles como populares, cuentos sonoros, dramatizaciones, etc.…
relacionados con diferentes centros de interés como la navidad, el otoño…

A través de la organización por rincones, dentro del aula, podemos descubrir el “rincón de
la música”, un espacio delimitado de la clase, donde los alumnos podrán manipular de
forma libre los instrumentos musicales que allí se encuentren, como maracas, triángulos,
claves… y otros instrumentos de percusión propios a su edad.

Según Shinichi Suzuki (violinista, educador y filósofo) la habilidad musical no es un talento


innato, sino una destreza que puede ser desarrollada. “Cualquier niño a quien se entrene
correctamente puede desarrollar una habilidad musical, de igual modo que todos los niños
desarrollan la capacidad de hablar su lengua materna”.
Por ello, desde la educación infantil es adecuado que el niño esté en continuo contacto
con la música, para que pueda desarrollar aspectos musicales con la misma fluidez que
se expresa verbalmente y para inculcar en sus vidas un progreso musical que, con el
paso del tiempo, llegará a potenciarse en mayor o menor medida.

Además, hasta los seis años, los niños están en el pleno descubrimiento de su cuerpo,
por ello es interesante enseñarles que el cuerpo es el instrumentos más valioso, con el se
pueden hacer infinidad de sonidos, al igual que con su voz, y que a través del movimiento
se pueden expresar multitud de sensaciones. Todos estos tipos se expresiones se pueden
desarrollar en competencia con otras áreas, como pueden ser la expresión plástica o la
expresión corporal.

Cabe destacar otro método de la enseñanza musical, el método de Jacques Dalcroze


(1865-1950) , que dice que “El cuerpo es la fuente, el instrumento y la acción primera de
todo conocimiento ulterior”; por ello es conveniente realizar actividades que favorezcan la
toma de conciencia corporal, la contracción y relajación muscular, el estudio de actitudes
estéticas, la utilización del espacio, la memorización de gestos, la ejercitación de reacción
auditiva, la localización relativa del sonido y el desarrollo de las cualidades musicales.

Otra actividad a desarrollar en esta edad puede ser la realización de un instrumentos


mediante reciclaje, por ejemplo unas maracas, para hacer entre todos un grupo y tocar
diferentes ritmos. Este ejercicio tiene un enfoque globalizador, ya que además del aspecto
musical, en el niño se trabajan otros principios fundamentales para su desarrollo, como
puede ser la motricidad fina, una educación en valores, un trabajo en grupo, y todo ello
de forma lúdica, participativa y libre, favoreciendo así un aprendizaje autónomo.

Mediante esta actividad también se pueden trabajar los conceptos de sonido y silencio,
proponiendo entre todos una pequeña señal, que realizará el profesor, y mediante la cual
todos dejarán de tocar su instrumento. Tras tener estos conceptos claros podemos
introducir poco a poco otros más complejos como la noción de ruido, de velocidad…

Pero la música como aprendizaje globalizado no se limita solo a los cursos infantiles, sino
que en cursos superiores también puede estar presente en todas las materias, y
especialmente se tratará en el área de música, en las horas correspondientes, con el
especialista.

Es cierto, que en estas edades más avanzadas, el proceso de enseñanza-aprendizaje


suele ser más formal y complicado, pero, ¿por qué no darle un toque de innovación y
motivación?

Como por ejemplo, durante las actividades individuales se puede poner de fondo alguna
obra clásica, fomentado un trabajo en silencio e inculcarles cultura musical y trabajando,
a su vez, contenidos de forma globalizada.
Así los alumnos conocerán a los grandes músicos de la historia, y algunas de sus obras, y
poco a poco con el paso de los días, y sin darse cuenta reconocerán en una película o un
video que estén viendo, una canción que ellos recuerdan, y podrán decir, por ejemplo:
“Esto es la flauta mágica, de Mozart”.

Esta es una entre muchas posibilidades, que ofrece la música para trabajar diferentes
contenidos de una manera más dinámica, ya que puede ser un recurso atractivo para
captar el interés y la atención del alumno/a, y favoreciendo en este un sentimiento de
apreciación hacia el hecho musical y hacia obras propias de la cultura andaluza.

También es importante en la educación conocer a nuestros alumnos, y que ellos nos


conozcan a nosotros, para así poder establecer una relación de interacción-cooperación.
Por ello considero conveniente utilizar la música para tal acercamiento, y propongo que el
alumnado, sobre todo los de cursos más avanzados, y nosotros mismos, llevemos a clase
una canción que nos guste, para escucharla y poder analizarla entre todos.

Todo el mundo tiene una canción preferida, un estilo de música predominante, un artista
favorito...todos esos aspectos musicales de la vida cotidiana han de ser desarrollados y
compartidos en la escuela, y si pueden ser trabajados para favorecer el aprendizaje de
otras áreas, pues mucho mejor.

De esta forma estamos trabajando nuestra realidad más próxima, nuestros gustos,
preferencias, vivencias, y podremos expresar lo que sentimos escuchando una canción,
porqué nos gusta, dónde la escuchamos por primera vez…

También sería curioso trabajar las letras de las canciones, es decir, lo que dice o
expresa el cantante:

Pasaron los años y ella se marchitó, deshojando fantasías, el niño se hizo mayor, no han
vuelto a verse en la vida, la margarita dijo no…

Y sería posible también trabajar el vocabulario, la intención de la frase e incluso buscar los
verbos, los sujetos y demás elementos de la lengua.

Otra posibilidad es escuchar los diferentes instrumentos que aparecen en la canción y


hacer una especie de concurso para ver quién reconoce más instrumentos, e ir diciendo
alguna característica de cada instrumento que ellos ya habrán aprendido con el
especialista en la materia de música.

Las canciones también pueden desarrollar la expresión corporal, cada tipo de música se
puede bailar de distintas formas, podemos montar una pequeña coreografía entre todos,
con pasos sencillos, de las canciones que por votación hayan gustado más en clase, y así
fomentamos que los alumnos/as escuchen diferentes estilos y puedan ampliar sus gustos
musicales.

También podemos desarrollar la expresión plástica, mediante dibujos o pinturas sobre lo


que sentimos al escuchar la canción es una forma muy creativa de expresarse, utilizando
distintas técnicas e instrumentos, como collage, estampados, pintura de dedos, etc.…
Luego el alumno/a deberá expresar con palabras, ante el grupo-clase, lo que ha dibujado,
desarrollando así su habilidad lingüística, complicando la actividad algo más si va dirigida
a los cursos superiores de primaria.

Con todas estas actividades conseguimos, además del conocimiento y apreciación


musical, un acercamiento entre el grupo-clase en general, la integración y expresión de
todos los alumnos/as, la colaboración y participación de todos para crear un trabajo
común y sobre todo la confianza entre docente y alumnado, algo fundamental en estas
edades. El docente tiene que ser estricto y mantener unas normas, pero no está demás
que sus alumnos lo vean como una persona de confianza.

Además, involucrando la música en el aprendizaje cotidiano conseguimos aumentar la


motivación de los niños, ya que incluimos un punto de interés propio en el aprendizaje, lo
que favorece su colaboración y su implicación en tal proceso de forma activa, haciéndoles
partícipes de su propia educación y fomentado que se sientan personas importantes, que
tienen mucho que decir en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Ya hemos visto que la música tiene infinidad de factores y posibilidades, ya que siempre
está presente en la sociedad en que vivimos, sirviéndonos como ayuda tanto en la
enseñanza como en el aprendizaje, ¿por qué no utilizarla para ello?

El poder de la música en el desarrollo emocional y cognitivo del niño

En la actualidad, existen muchos estudios dedicados a probar la influencia que la música


ejerce sobre las personas; estudios que van desde el terreno conductivo al desarrollo
físico o psicológico. Centrándonos en la infancia, podemos afirmar que la música es
fundamental para obtener respuestas positivas en los niños. De ahí la importancia de la
música en todas las fases del desarrollo infantil.

El oído es un sentido que se desarrolla rápidamente, cuando el niño aún se encuentra en


el útero materno. En el quinto mes de embarazo, el oído del bebé, que estructuralmente
es comparable al de un adulto, ya está inmerso en un mundo sonoro formado por los
sonidos del latido del corazón de la madre, movimientos intrauterinos, voces, música, etc.

La música es emoción, «el movimiento e impulso» del ser humano. Las emociones nos
posicionan en nuestro entorno y son los pilares básicos sobre los que forjamos nuestra
personalidad. Las emociones y la música comparten la misma región del cerebro; ambas
se encuentran ubicadas en el cortex prefrontal, por lo que la música es capaz de provocar
todo tipo de sentimientos.

La música induce todo tipo de estados emocionales y siempre se ha utilizado, junto a


otros estímulos (como el cine, por ejemplo), para crear un estado anímico que ayude a
conseguir un fin. También nos podemos remontar a las tradiciones más antiguas y
comprobar que, ya entonces, se utilizaban secuencias rítmicas repetitivas para inducir
estados determinados en diversos ritos y ceremonias.
En la sociedad actual, estamos acostumbrados a que nos bombardeen constantemente
con estímulos de todo tipo, la mayoría dirigidos a conseguir beneficios, como es el caso
de la publicidad. La mayor parte de estos estímulos no tienen en cuenta nuestro bien ni
beneficio y, por ello, se torna prioritario poner todo el empeño posible para salvaguardar
nuestra intimidad y libertad de decisión, haciendo aún más hincapié cuando el público
objetivo es el infantil

La relación con los sentimientos no es el único elemento que marca la importancia de la


música que escucha el público infantil. De la misma forma, también es fundamental el
desarrollo mental que se produce al escuchar estructuras armónicas complejas o
simplemente «diferentes», una actividad que aumenta la capacidad intelectual del oyente,
incrementa el desarrollo de la creatividad y, por consiguiente, favorece el aprendizaje y el
sentido crítico.

Debemos tener en cuenta que, por norma, prácticamente toda la música que consumen
los niños es música con letra y, en la mayoría de los casos, se trata de la misma música
que se produce para el público adolescente o adulto, con temáticas y patrones musicales
muy alejados de las necesidades infantiles. Debemos ser conscientes de que los niños
van asimilando esta música sin ser plenamente conscientes de lo que escuchan.

Son muchos los beneficios que se pueden obtener de escuchar música: relajar o
estimular, mejorar la psicomotricidad, desarrollar aptitudes cognitivas, aumentar la
capacidad de concentración y memoria, etc. Hoy en día, queda demostrado que la música
es de vital importancia, incluso, en el mundo de la medicina, con resultados muy positivos.
Por todo ello, queremos recordar que la música es una herramienta fundamental para
padres y educadores en general, ya que es el mejor vehículo para transmitir cualquier tipo
de aprendizaje de forma lúdica.

Este artículo ha sido escrito por Esmuki, una iniciativa creada para ofrecer contenidos
divertidos basados en valores y en el desarrollo de la inteligencia emocional y el
pensamiento creativo. El nombre Esmuki da sentido a la idea de estimular a través de la
música, con el objetivo de ayudar a descubrir la esencia de la persona.

Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad

Introducción

¿Tiene su hijo problemas para prestar atención? ¿Él o ella habla sin parar o no puede
quedarse quieto/a? ¿Le es difícil a su hijo controlar su comportamiento?

Para algunos niños, estos pueden ser síntomas de trastorno de déficit de atención e
hiperactividad o TDAH.

¿Qué es el trastorno de déficit de atención e hiperactividad o TDAH?


El TDAH es un trastorno común de la infancia y puede afectar a los niños de distintas
maneras. El TDAH hace que a un niño le sea difícil concentrarse y prestar atención.
Algunos niños pueden ser hiperactivos o tener problemas para tener paciencia. El TDAH
puede hacer que a un niño le resulte difícil desempeñarse bien en la escuela o
comportarse en su casa.

El TDAH se puede tratar. Los médicos y especialistas pueden ayudar.

¿Quién puede desarrollar TDAH?

Los niños de todos los orígenes pueden tener TDAH. Los adolescentes y adultos también
pueden tener TDAH.

¿Qué causa el TDAH?

Nadie lo sabe con seguridad. El TDAH probablemente es causado por una combinación
de cosas. Algunas posibilidades son:

 Los genes, porque a veces el trastorno es hereditario

 El plomo que se encuentra en pinturas viejas y repuestos de plomería

 El fumar y beber alcohol durante el embarazo

 Algunos daños cerebrales

 Los aditivos alimentarios como, por ejemplo, los colorantes artificiales, los
cuáles pueden empeorar la hiperactividad.

Algunas personas creen que el azúcar refinado causa el TDAH. Pero, la mayoría de las
investigaciones no apoyan la idea de que el azúcar causa el TDAH.

¿Cuáles son los síntomas del TDAH?

El TDAH tiene muchos síntomas. Al principio algunos síntomas pueden parecer


comportamientos normales de un niño, pero el TDAH los empeora y hace que ocurran con
mayor frecuencia. Los niños con TDAH tienen al menos seis síntomas que comienzan en
los primeros cinco o seis años de sus vidas.

Los niños que tienen TDAH pueden:

 Distraerse fácilmente y olvidarse las cosas con frecuencia

 Cambiar rápidamente de una actividad a otra

 Tener problemas para seguir instrucciones

 Soñar despiertos/fantasear demasiado


 Tener problemas para terminar cosas como la tarea y los quehaceres domésticos

 Perder juguetes, libros, y útiles escolares con frecuencia

 Estar muy inquietos y retorcerse mucho

 Hablar sin parar e interrumpir a las personas

 Corretear mucho

 Tocar y jugar con todo lo que ven

 Ser muy impacientes

 Decir comentarios inadecuados

 Tener problemas para controlar sus emociones

¿Cómo sé si mi hijo tiene TDAH?

El médico de su hijo puede hacer un diagnóstico. O a veces, puede mandarlo a ver a un


especialista en salud mental que tenga más experiencia con el TDAH para que el haga un
diagnóstico. No existe una sola prueba que pueda indicar si su hijo tiene TDAH.

Puede tomar meses para que un médico o especialista sepa si su hijo tiene TDAH. Él o
ella necesita tiempo para observar a su hijo y ver si padece de otros problemas. Puede
que el especialista desee hablar con usted, su familia, los maestros de su hijo, y otras
personas.

A veces puede ser difícil diagnosticar a un niño con TDAH ya que los síntomas pueden
parecerse a otros problemas. Por ejemplo, un niño puede parecer tranquilo y tener un
buen comportamiento, pero en realidad a él o ella le es difícil prestar atención y se distrae
con frecuencia. O un niño se puede portar mal en la escuela, pero los maestros no se dan
cuenta de que el niño tiene TDAH.

Si su hijo tiene problemas en la escuela o en su casa desde hace tiempo, pregúntele a su


médico sobre el TDAH.

¿Cómo mejoran los niños que tienen TDAH?

Los niños que tienen TDAH pueden mejorar con tratamiento, pero no hay cura. Hay tres
tipos básicos de tratamiento:

1. Medicamentos. Varios medicamentos pueden ayudar. Los tipos más comunes se


llaman estimulantes. Los medicamentos ayudan a los niños a concentrarse, aprender, y
estar tranquilos.

A veces los medicamentos causan efectos secundarios, como problemas de sueño o


dolores de estómago. Puede ser necesario que su hijo trate algunos medicamentos para
ver cuál funciona mejor. Es importante que usted y el médico observen cercanamente a
su hijo mientras toma la medicina.

2. Terapia. Hay distintas clases de terapia. La terapia conductual puede ayudar a enseñar
a los niños a controlar su comportamiento para que puedan desempeñarse mejor en la
escuela y su casa.

3. Combinación de terapia y medicamentos. Muchos niños mejoran con medicamentos


y terapia.

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo?

Brinde orientación y comprensión a su hijo. Un especialista puede indicarle a usted cómo


ayudar a su hijo hacer cambios positivos. Al apoyar a su hijo, usted ayuda a todos los
miembros de la familia, no solo a su hijo. También, hable con los maestros de su hijo.
Algunos niños que tienen TDAH pueden recibir servicios educativos especiales.

¿Cómo afecta el TDAH a los adolescentes?

Ser adolescente no siempre es fácil. Los adolescentes que tienen TDAH pueden pasar
malos momentos. La escuela puede ser difícil y algunos adolescentes pueden tomar
demasiados riesgos o romper reglas. Pero, al igual que los niños que tienen TDAH, los
adolescentes pueden mejorar con tratamiento.

¿Qué puedo hacer por mi hijo adolescente que tiene TDAH?

Apoye a su hijo. Establezca reglas claras para que él o ella pueda seguirlas. Trate de no
castigar a su hijo cada vez que rompa las reglas. Hágale saber que usted lo/la puede
ayudar.

¿Los adultos también pueden tener TDAH?

Muchos adultos tienen TDAH y no lo saben. Al igual que el TDAH en los niños y
adolescentes, el TDAH en los adultos puede dificultarles la vida. El TDAH puede hacer
que a los adultos les sea difícil sentirse organizados, conservar un empleo, o llegar al
trabajo a tiempo. Los adultos que tienen TDAH pueden tener problemas en sus relaciones
personales. El trastorno también puede hacer que se sientan inquietos.

El TDAH en adultos se puede diagnosticar y tratar. Para algunos adultos, descubrir que
tienen TDAH puede ser un gran alivio. El poder conectar el TDAH con problemas antiguos
ayuda a los adultos a entender que pueden mejorar. Si es adulto y cree tener síntomas de
TDAH, llame a su médico.

¿Cómo puede ayudar la música a un niño?

Pues de muchas maneras. Por ejemplo, un niño que presta atención a una música
determinada o a una canción ya está haciendo algo: prestar atención. Muchos niños
tienen dificultad para centrarse en actividades concretas y muchos lo hacen por sólo unos
momentos. Con la música como eje, y a partir de esa atención, se pueden trabajar otras
cosas como la articulación de las palabras (ayudarle a que vocalice correctamente cuando
está cantando), la construcción de frases (“vamos a poner letra a esta canción”) o
simplemente (que no es poco), tratar situaciones emocionales complejas con la alegría y
diversión que proporciona la música.

¿Por qué música?

Bueno, quizás sea más adecuado decir, ¿por qué no? Como ya he dicho más arriba, es
poner música y los niños se activan, si ésta es divertida y conseguimos hacerles
partícipes del momento, o bien se relajan, si nuestra intención es que se centren en una
música suave y que respiren profundamente y se relajen.

De todas maneras, respondiendo a la pregunta, música sí (parece un programa de


televisión) porque es divertida, porque a los niños les gusta, porque con ella se
desinhiben, porque música, más o menos bonita o más o menos rítmica, puede hacer
cualquiera, incluso los niños, y por eso pueden trabajar con ella y mediante ella.

Más ejemplos de la música como terapia

La música la puede hacer uno solo, sin necesidad de nadie más y evadirse en cierto
modo del mundo, centrando toda la atención y la motricidad en hacer sonar lo que tengas
entre manos. Esto puede ayudar a los niños a conocer sus habilidades, sonidos,
capacidad de hacer cosas nuevas, a desarrollar la psicomotricidad (ahora toco esta tecla,
ahora esta otra)… y la música se puede hacer en grupo, con otros compañeros que
también hacen música, compartiendo tiempo y momentos con ellos, promoviendo la
relación, la coordinación, el entendimiento con los demás, etc.

Por otra parte, con un poco de imaginación, la música puede servir para otorgar valor o
diversión a tareas que los niños deben hacer. Por ejemplo, si tienen que hacer ejercicios
de respiración, se puede utilizar una flauta o una trompeta imaginaria al ritmo de la música
que suena (cuando respirar por respirar de determinada manera es tremendamente
aburrido). Otras tareas, como las que conllevan memorización, ya lo sabemos todos, con
una canción se aprende mucho mejor.

¿Qué puede tratar la musicoterapia?

La música puede ser un eje importante de actuación a la hora de tratar de desarrollar la


vertiente cognitiva de un niño, la social, la emocional o la motriz. Por poner algunos
ejemplos, con la musicoterapia se pueden tratar retrasos del lenguaje, retrasos
madurativos, problemas emocionales, de conducta, de aprendizaje, falta de habilidades
sociales, retraso mental, parálisis cerebral, síndrome de Down, autismo, etc.

Pero evidentemente no tiene por qué tratar algo concreto, sino que puede utilizarse con
cualquier niño (y adulto), porque la diversión es algo que no puede negarse nunca a nadie
y, si además sirve para estimular y para generar aprendizaje, todos deben poder hacer
uso de la música si quieren.

¿Si llevo a mi hijo a un centro de musicoterapia, qué va a hacer?

Lo más habitual que se hace en un centro donde se realizan sesiones de musicoterapia


es:

Cantar canciones, con lo que aprenderá las letras de dichas canciones, palabras, frases,
etc.

Escuchar música para que atiendan, para que aprendan a discriminar sonidos, para
estimularse o para relajarse.

Juegos musicales: actividades dirigidas en las que interviene algún instrumento, con
objetivo y normas concretas.

Componer canciones: para dar rienda suelta a la imaginación y la creatividad, pudiéndose


inventar la música y la letra, o cambiando la letra de alguna canción conocida.

Improvisación: tocar por el simple placer de tocar, o cantar… inventando y disfrutando con
ello.

Viajar con la música: utilizar las audiciones de música para trasladar a los niños a otros
lugares con la imaginación, como si entraran por un instante dentro de un cuento.

Tocar diversos instrumentos: en solitario o en grupo, para que aprendan sus sonidos,
cómo se tocan, diferentes movimientos y gestos necesarios para hacerlos sonar, que se
coordinen con sus compañeros, etc.

¿Y en casa puede hacerse?

Por supuesto. Todo lo explicado puede hacerse en casa, por lo que podemos montarnos
nuestras propias sesiones de musicoterapia si queremos con nuestro hijo. Nosotros, por
ejemplo, solemos incluir casi siempre algún instrumento cuando tocan regalos. Cuando
son pequeños son muy recomendables los de percusión, incluido el xilófono (lo siento por
vuestros oídos) y los típicos teclados infantiles.

Con ellos podrán hacer música y podremos estar con ellos compartiendo tiempo,
aprendizaje, experiencias y haciendo todo lo que hemos comentado. Incluso se puede
echar mano de los vídeos de Karaoke que pueden encontrarse por la red para inventar
nuevas letras con canciones conocidas, por ejemplo, o simplemente pasar el rato
inventando música, como si de una jam session se tratara.

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