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4. Fomenta la socialización
La música ayuda a los niños a expresarse, es una manera para motivarlos a salir de su
zona de confort e interactuar con el resto de las personas mostrando su verdadero ‘yo’.
De hecho, se ha convertido en una de las terapias alternativas más utilizadas por los
psicólogos y psiquiatras para mejorar las habilidades comunicativas en los niños con
autismo.
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El aprendizaje ha sido siempre un proceso duro y difícil, tanto para el maestro/a como
para el alumno/a, pero antiguamente no se disponía de la cantidad de materiales e ideas
que hoy día poseemos nosotros.
Poco a poco, se están introduciendo en las aulas más recursos motivadores que
favorecen el aprendizaje del alumnado, despertando su interés y ofreciéndoles así un
aprendizaje más significativo que conecta cada vez más con su realidad social y con su
vida personal.
Cualquier tema educativo puede relacionarse con la música, en los conocimientos de los
cursos de infantil, donde este recurso está muy presente actualmente, podemos encontrar
canciones, tanto infantiles como populares, cuentos sonoros, dramatizaciones, etc.…
relacionados con diferentes centros de interés como la navidad, el otoño…
A través de la organización por rincones, dentro del aula, podemos descubrir el “rincón de
la música”, un espacio delimitado de la clase, donde los alumnos podrán manipular de
forma libre los instrumentos musicales que allí se encuentren, como maracas, triángulos,
claves… y otros instrumentos de percusión propios a su edad.
Además, hasta los seis años, los niños están en el pleno descubrimiento de su cuerpo,
por ello es interesante enseñarles que el cuerpo es el instrumentos más valioso, con el se
pueden hacer infinidad de sonidos, al igual que con su voz, y que a través del movimiento
se pueden expresar multitud de sensaciones. Todos estos tipos se expresiones se pueden
desarrollar en competencia con otras áreas, como pueden ser la expresión plástica o la
expresión corporal.
Mediante esta actividad también se pueden trabajar los conceptos de sonido y silencio,
proponiendo entre todos una pequeña señal, que realizará el profesor, y mediante la cual
todos dejarán de tocar su instrumento. Tras tener estos conceptos claros podemos
introducir poco a poco otros más complejos como la noción de ruido, de velocidad…
Pero la música como aprendizaje globalizado no se limita solo a los cursos infantiles, sino
que en cursos superiores también puede estar presente en todas las materias, y
especialmente se tratará en el área de música, en las horas correspondientes, con el
especialista.
Como por ejemplo, durante las actividades individuales se puede poner de fondo alguna
obra clásica, fomentado un trabajo en silencio e inculcarles cultura musical y trabajando,
a su vez, contenidos de forma globalizada.
Así los alumnos conocerán a los grandes músicos de la historia, y algunas de sus obras, y
poco a poco con el paso de los días, y sin darse cuenta reconocerán en una película o un
video que estén viendo, una canción que ellos recuerdan, y podrán decir, por ejemplo:
“Esto es la flauta mágica, de Mozart”.
Esta es una entre muchas posibilidades, que ofrece la música para trabajar diferentes
contenidos de una manera más dinámica, ya que puede ser un recurso atractivo para
captar el interés y la atención del alumno/a, y favoreciendo en este un sentimiento de
apreciación hacia el hecho musical y hacia obras propias de la cultura andaluza.
Todo el mundo tiene una canción preferida, un estilo de música predominante, un artista
favorito...todos esos aspectos musicales de la vida cotidiana han de ser desarrollados y
compartidos en la escuela, y si pueden ser trabajados para favorecer el aprendizaje de
otras áreas, pues mucho mejor.
De esta forma estamos trabajando nuestra realidad más próxima, nuestros gustos,
preferencias, vivencias, y podremos expresar lo que sentimos escuchando una canción,
porqué nos gusta, dónde la escuchamos por primera vez…
También sería curioso trabajar las letras de las canciones, es decir, lo que dice o
expresa el cantante:
Pasaron los años y ella se marchitó, deshojando fantasías, el niño se hizo mayor, no han
vuelto a verse en la vida, la margarita dijo no…
Y sería posible también trabajar el vocabulario, la intención de la frase e incluso buscar los
verbos, los sujetos y demás elementos de la lengua.
Las canciones también pueden desarrollar la expresión corporal, cada tipo de música se
puede bailar de distintas formas, podemos montar una pequeña coreografía entre todos,
con pasos sencillos, de las canciones que por votación hayan gustado más en clase, y así
fomentamos que los alumnos/as escuchen diferentes estilos y puedan ampliar sus gustos
musicales.
Ya hemos visto que la música tiene infinidad de factores y posibilidades, ya que siempre
está presente en la sociedad en que vivimos, sirviéndonos como ayuda tanto en la
enseñanza como en el aprendizaje, ¿por qué no utilizarla para ello?
La música es emoción, «el movimiento e impulso» del ser humano. Las emociones nos
posicionan en nuestro entorno y son los pilares básicos sobre los que forjamos nuestra
personalidad. Las emociones y la música comparten la misma región del cerebro; ambas
se encuentran ubicadas en el cortex prefrontal, por lo que la música es capaz de provocar
todo tipo de sentimientos.
Debemos tener en cuenta que, por norma, prácticamente toda la música que consumen
los niños es música con letra y, en la mayoría de los casos, se trata de la misma música
que se produce para el público adolescente o adulto, con temáticas y patrones musicales
muy alejados de las necesidades infantiles. Debemos ser conscientes de que los niños
van asimilando esta música sin ser plenamente conscientes de lo que escuchan.
Son muchos los beneficios que se pueden obtener de escuchar música: relajar o
estimular, mejorar la psicomotricidad, desarrollar aptitudes cognitivas, aumentar la
capacidad de concentración y memoria, etc. Hoy en día, queda demostrado que la música
es de vital importancia, incluso, en el mundo de la medicina, con resultados muy positivos.
Por todo ello, queremos recordar que la música es una herramienta fundamental para
padres y educadores en general, ya que es el mejor vehículo para transmitir cualquier tipo
de aprendizaje de forma lúdica.
Este artículo ha sido escrito por Esmuki, una iniciativa creada para ofrecer contenidos
divertidos basados en valores y en el desarrollo de la inteligencia emocional y el
pensamiento creativo. El nombre Esmuki da sentido a la idea de estimular a través de la
música, con el objetivo de ayudar a descubrir la esencia de la persona.
Introducción
¿Tiene su hijo problemas para prestar atención? ¿Él o ella habla sin parar o no puede
quedarse quieto/a? ¿Le es difícil a su hijo controlar su comportamiento?
Para algunos niños, estos pueden ser síntomas de trastorno de déficit de atención e
hiperactividad o TDAH.
Los niños de todos los orígenes pueden tener TDAH. Los adolescentes y adultos también
pueden tener TDAH.
Nadie lo sabe con seguridad. El TDAH probablemente es causado por una combinación
de cosas. Algunas posibilidades son:
Los aditivos alimentarios como, por ejemplo, los colorantes artificiales, los
cuáles pueden empeorar la hiperactividad.
Algunas personas creen que el azúcar refinado causa el TDAH. Pero, la mayoría de las
investigaciones no apoyan la idea de que el azúcar causa el TDAH.
Corretear mucho
Puede tomar meses para que un médico o especialista sepa si su hijo tiene TDAH. Él o
ella necesita tiempo para observar a su hijo y ver si padece de otros problemas. Puede
que el especialista desee hablar con usted, su familia, los maestros de su hijo, y otras
personas.
A veces puede ser difícil diagnosticar a un niño con TDAH ya que los síntomas pueden
parecerse a otros problemas. Por ejemplo, un niño puede parecer tranquilo y tener un
buen comportamiento, pero en realidad a él o ella le es difícil prestar atención y se distrae
con frecuencia. O un niño se puede portar mal en la escuela, pero los maestros no se dan
cuenta de que el niño tiene TDAH.
Los niños que tienen TDAH pueden mejorar con tratamiento, pero no hay cura. Hay tres
tipos básicos de tratamiento:
2. Terapia. Hay distintas clases de terapia. La terapia conductual puede ayudar a enseñar
a los niños a controlar su comportamiento para que puedan desempeñarse mejor en la
escuela y su casa.
Ser adolescente no siempre es fácil. Los adolescentes que tienen TDAH pueden pasar
malos momentos. La escuela puede ser difícil y algunos adolescentes pueden tomar
demasiados riesgos o romper reglas. Pero, al igual que los niños que tienen TDAH, los
adolescentes pueden mejorar con tratamiento.
Apoye a su hijo. Establezca reglas claras para que él o ella pueda seguirlas. Trate de no
castigar a su hijo cada vez que rompa las reglas. Hágale saber que usted lo/la puede
ayudar.
Muchos adultos tienen TDAH y no lo saben. Al igual que el TDAH en los niños y
adolescentes, el TDAH en los adultos puede dificultarles la vida. El TDAH puede hacer
que a los adultos les sea difícil sentirse organizados, conservar un empleo, o llegar al
trabajo a tiempo. Los adultos que tienen TDAH pueden tener problemas en sus relaciones
personales. El trastorno también puede hacer que se sientan inquietos.
El TDAH en adultos se puede diagnosticar y tratar. Para algunos adultos, descubrir que
tienen TDAH puede ser un gran alivio. El poder conectar el TDAH con problemas antiguos
ayuda a los adultos a entender que pueden mejorar. Si es adulto y cree tener síntomas de
TDAH, llame a su médico.
Pues de muchas maneras. Por ejemplo, un niño que presta atención a una música
determinada o a una canción ya está haciendo algo: prestar atención. Muchos niños
tienen dificultad para centrarse en actividades concretas y muchos lo hacen por sólo unos
momentos. Con la música como eje, y a partir de esa atención, se pueden trabajar otras
cosas como la articulación de las palabras (ayudarle a que vocalice correctamente cuando
está cantando), la construcción de frases (“vamos a poner letra a esta canción”) o
simplemente (que no es poco), tratar situaciones emocionales complejas con la alegría y
diversión que proporciona la música.
Bueno, quizás sea más adecuado decir, ¿por qué no? Como ya he dicho más arriba, es
poner música y los niños se activan, si ésta es divertida y conseguimos hacerles
partícipes del momento, o bien se relajan, si nuestra intención es que se centren en una
música suave y que respiren profundamente y se relajen.
La música la puede hacer uno solo, sin necesidad de nadie más y evadirse en cierto
modo del mundo, centrando toda la atención y la motricidad en hacer sonar lo que tengas
entre manos. Esto puede ayudar a los niños a conocer sus habilidades, sonidos,
capacidad de hacer cosas nuevas, a desarrollar la psicomotricidad (ahora toco esta tecla,
ahora esta otra)… y la música se puede hacer en grupo, con otros compañeros que
también hacen música, compartiendo tiempo y momentos con ellos, promoviendo la
relación, la coordinación, el entendimiento con los demás, etc.
Por otra parte, con un poco de imaginación, la música puede servir para otorgar valor o
diversión a tareas que los niños deben hacer. Por ejemplo, si tienen que hacer ejercicios
de respiración, se puede utilizar una flauta o una trompeta imaginaria al ritmo de la música
que suena (cuando respirar por respirar de determinada manera es tremendamente
aburrido). Otras tareas, como las que conllevan memorización, ya lo sabemos todos, con
una canción se aprende mucho mejor.
Pero evidentemente no tiene por qué tratar algo concreto, sino que puede utilizarse con
cualquier niño (y adulto), porque la diversión es algo que no puede negarse nunca a nadie
y, si además sirve para estimular y para generar aprendizaje, todos deben poder hacer
uso de la música si quieren.
Cantar canciones, con lo que aprenderá las letras de dichas canciones, palabras, frases,
etc.
Escuchar música para que atiendan, para que aprendan a discriminar sonidos, para
estimularse o para relajarse.
Juegos musicales: actividades dirigidas en las que interviene algún instrumento, con
objetivo y normas concretas.
Improvisación: tocar por el simple placer de tocar, o cantar… inventando y disfrutando con
ello.
Viajar con la música: utilizar las audiciones de música para trasladar a los niños a otros
lugares con la imaginación, como si entraran por un instante dentro de un cuento.
Tocar diversos instrumentos: en solitario o en grupo, para que aprendan sus sonidos,
cómo se tocan, diferentes movimientos y gestos necesarios para hacerlos sonar, que se
coordinen con sus compañeros, etc.
Por supuesto. Todo lo explicado puede hacerse en casa, por lo que podemos montarnos
nuestras propias sesiones de musicoterapia si queremos con nuestro hijo. Nosotros, por
ejemplo, solemos incluir casi siempre algún instrumento cuando tocan regalos. Cuando
son pequeños son muy recomendables los de percusión, incluido el xilófono (lo siento por
vuestros oídos) y los típicos teclados infantiles.
Con ellos podrán hacer música y podremos estar con ellos compartiendo tiempo,
aprendizaje, experiencias y haciendo todo lo que hemos comentado. Incluso se puede
echar mano de los vídeos de Karaoke que pueden encontrarse por la red para inventar
nuevas letras con canciones conocidas, por ejemplo, o simplemente pasar el rato
inventando música, como si de una jam session se tratara.