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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO

FACULTAD DE INGENIERIA CIVIL, SISTEMAS Y ARQUITECTURA


ESCUELA PROFESIONAL DE ARQUITECTURA

ALUMNO:
More Villalta Luis Edgardo.
PROFESOR:
Carlos Paredes.
TEMA:
La Enseñanza de la Arquitectura.
TECNICA:
Ensayo.
CURSO:
Teoría de la Arquitectura I
FECHA:
03/07/2019

LAMBAYEQUE – PERÚ
1._ La Enseñanza de la Arquitectura.

“La arquitectura no es una ciencia, es una disciplina, no


exacta, sino mutable, cambiante, que se transforma y no está sujeta a
estereotipos o patrones formales o sociales; una disciplina que comparte raíces
con las humanidades, por cuanto son productos que se basan en los
comportamientos humanos como elementos de estudio. El movimiento
Moderno no tomó en cuenta esta diferencia y situó a la arquitectura y a todos
sus componentes en el lado de la técnica, olvidando la parte humana de la
profesión, olvidando lo espontáneo de las conductas humanas.” (página 128)

Los seres humanos han sido siempre constructores de entornos y objetos para
habitar el mundo, y para hacerlo más habitable. La arquitectura, ese artefacto
cultural de primer orden en todas las sociedades, posibilita todos los ámbitos
del habitar humano: la morada, el trabajo, el juego, el aprendizaje y la
enseñanza. El mismo vocablo «habitar», que se origina a partir del habitare
latino, nos trae que habitar «implica una identidad entre sí y el mundo, implica
la posesión de aquel sistema de recursos físicos y culturales que constituyen el
ambiente».

Poseer estos recursos nos hace ver que habitar no es meramente algo pasivo,
no es un puro estar, sino que, especialmente a efectos de interés educativo, lo
que se pone en juego es una actividad enormemente implicada, un proceso
que moviliza valencias afectivas, recursos cognitivos y vivencias corporales, y
al tiempo acuerdos sociales y valores culturales con los que la persona, en su
convivencia con otras, se encuentra y a los que ha de responder.

Tampoco la arquitectura es un mero mecanismo adaptativo a las condiciones


de la naturaleza, sino algo más: propone formas de habitar humanamente en
ella y frente a ella.
“No ha existido una conciencia pedagógica en las escuelas de arquitectura. Por
este motivo, las discusiones se han centrado en cuestiones de forma más que
de fondo, pero nunca se le ha dado una mirada consciente a la posibilidad de
fundamentar desde la reflexión sus propósitos formativos. ¿Qué función social
debe desempeñar un arquitecto?, ¿Qué responsabilidad tiene con el contexto
espacio temporal?, ¿Qué tipo de arquitecto se quiere formar?”. (Página 127)

Surgen varias cuestiones en torno a un mismo objeto de duda, el cual formula y


plantea el hecho de cómo y de qué manera es que se llevó, se lleva, y se
llevará a cabo una enseñanza, una cátedra, una pauta hacia lo que viene a ser
la Arquitectura representada por la particularidad de cada ser humano, es decir
los arquitectos que surgen a través de los tiempos, revoluciones, olas, o partes
de la historia, con visión a la inmensa posibilidad de desarrollar la profesión
como tal, un directo llamado hacia nosotros mismos como estudiantes,
reconocer cuál es el camino que lleva al conocimiento, ENSEÑANZA,
ARQUITECTURA, HABITABILIDAD.

Para reconocer una vez más la potencialidad educativa de este juego a la vez
biológico y cultural que nos proponen los lugares en donde habitamos, y
avanzar en el conocimiento de varias de las dimensiones que el tema puede
tener, se ha organizado el presente ensayo sobre la enseñanza de la
Arquitectura.

Y antes de presentar específicamente los trabajos, haré algunas


consideraciones que introducen aspectos en parte complementarios a todos
ellos. En primer lugar, abordaré las perspectivas básicas de estudio de la
cuestión, entendiendo que las relaciones entre arquitectura y educación son un
caso específico de las relaciones entre el ser humano y su ambiente. En
segundo lugar, apuntaré un par de elementos que desde mi punto de vista son
importantes para entender el doble juego entre socialización y educación que
los lugares permiten. En tercer lugar, daré un breve rodeo para revisitar ese
antiguo principio pedagógico que señala la utilidad de observar el mundo en
torno, con todas sus cosas.
Los jóvenes acuden a la universidad, quieren ser arquitectos o arquitectas,
quieren averiguar si poseen las cualidades para ello. ¿Qué es lo primero que
se les transmite?

Lo primero que se les ha de explicar es que no se encontrarán con ningún


maestro que plantee preguntas ante las cuales él sepa de antemano la
respuesta. Hacer arquitectura significa plantearse uno mismo preguntas,
significa hallar, con el apoyo de los profesores, una respuesta propia mediante
una serie de aproximaciones y movimientos circulares. Una y otra vez.

La fuerza de un buen proyecto reside en nosotros mismos y en nuestra


capacidad de percibir el mundo con sentimiento y razón. Un buen proyecto
arquitectónico es sensorial. Un buen proyecto arquitectónico es racional.

Antes de conocer siquiera la palabra arquitectura, todos nosotros ya la hemos


vivido. Las raíces de nuestra comprensión de la arquitectura residen en
nuestras primeras experiencias arquitectónicas: nuestra habitación, nuestra
casa, nuestra calle, nuestra aldea, nuestra ciudad y nuestro paisaje son cosas
que hemos experimentado antes y que después vamos comparando con los
paisajes, las ciudades y las casas que se fueron añadiendo a nuestra
experiencia. Las raíces de nuestro entendimiento de la arquitectura están en
nuestra infancia, en nuestra juventud: residen en nuestra biografía. Los
estudiantes deben aprender a trabajar conscientemente con sus vivencias
personales y biográficas de la arquitectura, que son la base de sus proyectos.
No deben crear una mentalidad mecánica como suelen hacer diferentes
facultades de Arquitectura, en la cual muestra las ideas ya planteadas, y todos
se van formando en base a lo que otros ya hicieron, y se vuelve un círculo. Sin
embargo hay puntos por revisar, pues cada estudiante tiene diferentes tipos de
habilidades, quizás algunos son mejores maqueteando pero siguen sin
entender el concepto básico de lo que es generar un espacio, en cambio otros
puedes saber la TEORÍA DE LA ARQUITECTURA completa, al revés y al
derecho, pero si no puede plasmarla en su contexto y reflexionar sobre ello, se
convierte en otro hacedor de edificios; en este sentido, hay que diferenciar la
habilidad y el conocimiento con convicción y cambio.
Y entramos en conflicto en no saber exactamente cuál o qué es lo que debe
saber un estudiante de arquitectura para ser Arquitecto en nuestro contexto

Pues todo aquello es un proceso el cual indica varios ámbitos los cuales harán
que navegue la posibilidad de la adquisición de nuevos y revolucionarios
conocimientos.

Este proceso es producto de aprender a mirar, pues es necesario aprender a


trabajar con una mirada que no esté condicionada por un modelo racional de
conocimiento, sino que se deje sorprender por el mundo que le rodea, para
descubrir nuevos e insospechados matices; aprender a pensar, éste aprender
a pensar conlleva aprender a desarrollar una forma de pensamiento en la que
la mente debe adoptar una posición limítrofe que le permita oscilar
constantemente entre los polos en los que debe moverse a la hora de
proyectar, mirar con un rostro a lo objetivo, racional y real, y con otro, a lo
subjetivo, personal e imaginario; aprender a construir, que básicamente los
nocimientos técnicos que van adquiriendo a lo largo de su formación; aprender
a comunicar, donde el alumno que se inicia en la tarea de proyectar sepa que
esta comunicación se puede realizar de diversas formas: a través del dibujo, de
maquetas, de infografías, de fotomontajes, de animaciones, de la palabra
escrita o hablada; y por ultimo aprender a aprender, el alumno que se inicia en
esta carrera debe saber que la arquitectura, aún aprendida, siempre está por
conocer, no se agota y tiene que seguir el camino de lo que se quiere aprender,
tiene que seguir el camino de esa formación personal a la que cada uno debe
dirigir su aprendizaje.

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